Ravenclaw ╬ » Castillo de la Familia Ravenclaw « ╬ (MM B: 101487)

[Anna M. Johnsson]

La Revenclaw se sintió por primera vez en años cómoda en un lugar, no podía creer lo rápido que había entablado una pequeña confianza con el rubio, era algo extraño en ella porque generalmente hacia que la gente se gane el derecho de su confianza... y nunca hablaba sobre el trauma, ahora algo controlado, que le había producido el fuego, tal vez porque nunca había tenido con quien hablarlo...

 

-Gracias- le dijo sorprendida, llevaba tanto tiempo cuidando de si misma que le parecía raro que una persona intentara protegerla sin intenciones de ningún tipo. -Relájate, estoy bien... - le confeso, no quería repetir las presentaciones ridículas una y otra vez.. era mejor darlas todas de golpe que luego andar explicando porque una pelirroja desconocida recorría los pasillos del castillo. Un suave olor a hierva húmeda atravesó la ventana impregnando el lugar.

 

-Creo que seria mejor conocerla ahora, así me ahorro de presentaciones absurdas luego- contesto, el insomnio de todas maneras no la dejaría dormir, y el rubio no parecía muy cansado... Luego desempacaría y descansaría. Le sonrió a su hermano, aun no caía en la idea de que enserio estaría en una familia...

[Franck Lovegood R.]

-Bueno, entonces vayamos a su habitación.

 

El Lovegood se puso de pie, e invitó a su hermana a que lo siguiera escaleras arriba, no sin antes cerrar una de las ventanas abiertas con un leve movimiento de su varita. Una vez arriba conjuró un simple Lumos para iluminar los pasillos que se encontraban oscuros, imposibilitando ver hacia las puertas. Lentamente caminaron, pasando puerta por puerta, hasta que el rubio reconoció la de su hermana. Golpeó la puerta tres veces esperando a que su gemela les abriera, él era el único que podía entrar sin permiso al cuarto de la Slytherin, pero en ese momento no estaba solo.

 

-¡Isy! Abre la puerta, tenemos visitas, hay alguien que quiere conocerte- dijo esperando a que les abriera.

[Diego Malfoy]

Debía decírselo de alguna forma, después de que me obligara a ir porque a ella no le pusieran atención, no me creería, pero yo mismo me sentía extraño, necesitaba ayuda, era la única persona que conocía y que realmente quería y amaba, pero no iba a ser fácil convencerlo esta vez, ya pasaba por mi mente las miles de torturas que me tocarían esta vez, la planta, el lago, cualquier posibilidad era concebible, pero lo último que quería era estar sin él, prefería pasar por miles de torturas con tal de al menos verlo por un instante aunque fuera furioso.

 

Tomo dirección a Ottery, llego finalmente a las afueras de esta, eran unos grandes terrenos, vio unas sendas rejas de plata de dos metros de altura , entro pues ya era casi parte de la familia hacia el castillo a buscar a Kurt personalmente, empezó a gritar por todo el castillo su nombre como loco desesperado.

 

- Kurt, donde estas, soy yo, te necesito – decía sin importarle alguna consecuencia

Editado 12 de Enero del 2014 por Diego Malfoy

[Keaton Ravenclaw]

Kurt llevaba ya bastante rato en los terrenos de la Familia Ravenclaw, sabía que dentro del Castillo estaban tres de sus hijos, pero no tenía muchas ganas de verles, el duelo aún de su boda fallida con Diego le tenía como sumido en un estado soporífero y taciturno. Estaba en una silla sentado frente al lago, contemplando al hermoso calamar gigante que allí habitaba y a los varios peces que saltaban de vez en cuando cazando alguna mosca. El chico pensaba en cientos de cosas, su relación sesgada con Diego, su trabajo en el Ministerio, sus labores para con La Marca Tenebrosa, sus negocios, las familias... Era imposible tener tantas cosas dentro, necesitaba un pensadero.

Con pesar el vampiro decidió que era momento de comer algo, su estómago comenzaba a rugir de hambre y él no era quien para no complacerle. Bien podía pedirle a un elfo que le llevara alimento, pero aquella vez tenía ganas de él prepararse la cena por si mismo. Con pasos cansinos el hombre llegó hasta la cocina, lugar donde Goloso y Pastelero estaban preparando la cena. Al ver entrar a su amo hicieron una reverencia. Ayrton les habló con serenidad.

—Mis queridos elfos, esta noche yo me prepararé mi cena, si quieren seguir con los preparativos para los demás miembros de la familia, adelante —Les dijo con soltura y se colocó un mandil de cocina.

En un principio no sabía bien a bien qué hacerse, pero al final, decidió que una buena pasta italiana sería lo ideal. Tomó un poco de espagueti, algunos hongos, un poco de crema, queso y un poco de especias e hizo un platillo que pronto inundó por completo la cocina con aroma por más delicioso. Estaba contento consigo mismo, pero en ese momento, un grito proveniente del vestíbulo le hizo cambiar el semblante. ¿Diego se había atrevido a ir hasta allí y exigirle nada a Kurt? Estaba loco, en verdad lo estaba.

Con paso decidido y con la varita mágica de cerezo en mano, el Ryddleturn se dirigió hasta donde provenían aquellos alaridos, pero cuando llegó hasta su ex prometido, se quedó paralizado. El amor aún estaba dentro del corazón de Kurt, el hecho de ver a aquel joven tan atractivo, tan hermoso y sobre todo elegante como siempre, le hacía menguar las ganas de hacerle daño, pero él debía pagar, no se le dejaba a alguien en el altar y se dejaban las cosas como si nada.

—¿Me quieres decir qué demonios haces en mi hogar, Diego Ryddleturn? La verdad no sé qué te hace pensar que tengo las más mínimas ganas de hablar contigo —Dijo mientras se acerca peligrosamente a Diego, cuando estuvo a solo un paso de él, le puso la varita en el pecho haciendo que un hoyo quedara en la playera que el vampiro llevaba puesta —Dame solo un motivo más para matarte y no duraré en hacerlo —Le espetó el ojiceleste y lo miró con reproche, más no no odio, jamás podría hacerlo.

[Isabella Hawthorne R.]

Estaba completamente relajada en la bañera, cuando alguien golpeó brutalmente la puerta, seguido por unos gritos que decían "¡Isy! Abre la puerta, tenemos visitas, hay alguien que quiere conocerte", abrí los ojos y al reconocer la voz de Franko rodé los ojos, no estaba de ánimos como para socializar en este momento.

-¡¡¡ YA VOY!!

Tomándome mi tiempo me levanté, tome mi bata y salí del baño, dejé la puerta abierta para que la luz de las velas puedan iluminar un poco mi habitación, di uno pasas hasta el vestidor y tome mi ropa interior y me la puse, tomé una remera blanca y un short.

Me acerque a la puerta, con pesadez y abrí la puerta, hice una mueca de disgusto a ver una peliroja acompañando a mi hermano. ¿Quien diablos es? No me agradaba para nada la idea de que sea algún familiar, seguro otra prima o tía, se veía un poco mayor, no me importaba.

-¿Para esto me molestaste?- mire a la chica con desprecio y luego contemple a Franko con molestia.-No se que te hace pensar que quiero conocerla, la verdad me importa un comino quien sea.

Franko me miró con severidad y se acerco, yo retrocedí y puse mi mano en su pecho haciendo presión.-Ni te me acerques- lo miré furiosa, tomo mi mano y me jaló fuera de la habitación.

-¡Ey! con cuidado me lastimas- me solté con brusquedad y apreté los dientes con fuerza.

[Anna M. Johnsson]

-Como digas, yo te sigo- dijo en respuesta a su hermano y dejando la túnica en el sillón se levanto para seguirlo, saco su varita para ayudar al joven iluminar los pasillos por los que avanzaban, pero al notar que con un solo hechizo se lograba iluminar todo bien la ojimiel solo se dedico a seguir los pasos del muchacho hasta una puerta de madera. Al escuchar el primer grito de la joven Anna tuvo que reprimir una carcajada.

 

La pelirroja rodó los ojos, ¿tendría que aguantarse a una niñata malcriada? tras la mueca la joven suspiro, no iba a aguantarse niñeadas de nadie, y si alguien quería terminar como la española del reformatorio pues así acabaría.

-Hay perdona, ¿estabas muy ocupada? digo, pareces estresada ¿trabajaste todo el día cariño?- comento irónica, a cuanto que la rubia ni siquiera sabia lo que era levantarse temprano para asistir a un empleo. La recorrió levemente con la mirada de pies a cabeza, si no me equivocaba sus piernas eran mas finas que lo normal. Eso simbolizaba que la joven tenia algún trastorno alimenticio...

 

Desde abajo resonaron algunas voces pero Anna opto por no darles importancia, con la mano derecha se acomodo un mechón de pelo que levemente se le asomaba en el rabillo del ojo. Observó aún con la varita en la mano la escena que la Slytherin estaba haciendo.

-Rubia Hueca ¿te gusta llamar la atención verdad?- pregunto seca y distante, ya que claramente sus gritos seguro se oían en la parte baja de la mansión y por supuesto en el mismo piso resonaban. La sonrisa de la Crouchs se había borra y no dudaba aplicarte un correctivo a la joven si se necesitaba.

Editado 21 de Enero del 2014 por Anna M. Johnsson

[Isabella Hawthorne R.]

Me paré en jarra, colocando mis manos en mis caderas, la miré con fastidio al escuchar el sarcasmo en su frase. Su mirada me recorrió de pies a cabeza, levanté mi barbilla y la miré a los ojos.

-Si, estoy cansada,¿algún problema?, para tu información no trabajo pero tengo algo que se llama amigos, cosa que tu, al parecer, no tienes.

Una sonrisa burlona apareció en mi rostro, hasta que otra pregunta est****a interrumpió mi concentración. Esta idi*** estaba yendo por muy mal camino. Volví a mirarla, estaba vestida patéticamente, parecía un payaso salio del circo, sus ojos era de un color avellana, demasiado común, además estos estaban enrojecidos, lo cual reflejaba que ingería algún tipo de droga.

-Escúchame bien drogadicta, no tienes ni voz ni boto acá, ubícate, no eres nadie.

[Anna M. Johnsson]

La pelirroja se le rió en la cara a isabella, estaba intentando bruscamente controlas las ganas que tenia de estamparele la cabeza contra la pared, en su mente solo pensaba en una regla que debía cumplir si o si y se lo repetía una y otra vez

<< deja que ella sea la que de el primer golpe, luego eres libre de matarla si quieres>> eso vagaba por su mente mientras observaba a la rubia la cual hacia un patético intento de parecer rebelde.

 

-¿amigos? ¿alguien como tu tiene amigos? Ay por favor no me hagas reír ¿sabes siquiera que son los amigos?- comento la ojimiel sin bajar la mirada de los ojos de la Revenclaw -Ay disculpe, doña tengo muchos amigos, apuesto todo a que tus amigos opinan que eres una insoportable y que por eso hace rato no recibes noticias de ellos- dijo dibujando una leve sonrisa en sus labios carmines.

 

-Wow, primero baja el tono de voz, a mi no me gritas. Segundo los apoditos a tus amigos que deben ser tan ignorantes, est****os e inmaduros como tu. Tercero, para tu información puedo destrozarte sin siquiera usar mi varita, te recomiendo Taradita Anorexica que no te metas conmigo a no ser que quieras terminar con un hueso roto- advirtió mirándola y le dedico un leve guiño de ojo.

[Isabella Hawthorne R.]

Me guiñó el ojo patéticamente, la meré con desinterés, la verdad me importaba un pepino lo que ella pensara de mis amigos, después de todo, era una pelirroja que a demás de no saber de moda era fea, y eso ni con maquillaje se quita.

¿Me estaba amenazando? ¿A mi?, solté una carcajada exagerada, bastante diría yo, esta mina era un desmambre, la verdad cumplía el rol completo, a demás de payasa, contaba chistes, me empezaba a gustar la idea de que viva en el castillo, a demás de criada nueva, tenía mi propio bufón las 24 horas del día.

-Primero, yo te grito todo lo que quiero, segundo tu no los conoces, daría tu vida por ser amiga de alguno de ellos, tercero a mi no me amenazas, estrafalaria.

Escuche como sus cerdos labios pronunciaron la palabra "anorexica" y miré riendo, no podía creer lo que me decía.

-Wow!-Dije tambaleándome melodramáticamente con una mano presionada en mi corazón.-¿Se supone que tengo que actuar ofendida? Por tratar de tener esta talla. Viejas noticias. Por lo menos se ejercer un poco de "auto-control" que por lo que noto tu no tienes ni un poquito, ¡CERDA!

Esta pe****a creía me estaba sacando de quicio, la verdad ¿quien se creía para venir a mi casa a amenazarme?

[Anna M. Johnsson]

Esa rubia tenia los humos muy por arriba de su linea y Anna se encargaría de bajárselos todos de golpe, no solo tenia mal gusto sino que ella sabia que era horrenda y que por eso tenia tantos conflictos con su cuerpo. La carcajada que había falseado no había hecho mas que aumentar las ganas que tenia Anna de tirarla por la ventana.

 

-No me grites- dijo lo mas calmada que pudo. La pelirroja observo a la Slytherin por unos segundos sin decir nada esperando a que a la egocéntrica que por desgracia tenia enfrente se le bajaran los humos, luego prosiguió -no necesito cambiar lo que soy, estoy segura que es algo que tu deseas muchisimo, yo no, estoy conforme con lo que soy. ¿bromeas? ¿ser tu amiga? primero me suicido- contesto a su afirmación sin bajar la mirada, en su mente pensaba varias formas de tortura para aplicarle a la ignorante de su nueva hermana,

 

 

-No, no es una amenaza, es una advertencia, no te metas en mi camino, yo no me meteré en el tuyo. Ahora si llegas a meterte en mi camino... ohh querida, lo lamentaras mucho- contesto, así miro a la rubia, en su mente rogaba que la joven atacara o que al menos haga el intento.

-Vale corazón, ve, ve a rezarle a tu diosa Ana o Mia, ¿eso no son sus dioses? siguen sus dietas y todo, ve corre rubia tenida- le aconsejo lo mas amablemente sarcástico posible.

-¿auto-control? al menos sabes que es eso? Bruta! ve a leer un diccionario y entérate! una Anorexica que depende todo el tiempo de sus calculas de hierro no es una persona independiente, no tiene auto-control. Tu, no tienes auto-control ¿y te digo por que? Porque eres una ingenua idi***, estoy segura de que no durarías ni dos días en la calle. ¿viviste siempre colmada de regalos y todo servido? Ohhh cariño así no es la vida, si quieres algo lucha por eso.. de seguro no entiendes nada de lo que te digo porque el agua oxigenada que usaste para teñirte el cabello te entro por los oídos y te atrofio las pocas neuronas que te quedaban, pero tranquila, yo me encargare personalmente de hacerles un velorio por el poco uso que tenían- la pelirroja iba cada vez levantando mas el volumen de voz, su paciencia se agotaba y cada vez se iba acercando mas a la chica, solo estaba esperando el impulso para hacerle algo de daño físico y moral.