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Keaton Ravenclaw
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— Herederos.

 

Saboreó la palabra con considerable diversión, todavía podía recordar la larga filas de chicos adoptados que había adquirido, ninguno había logrado sobrevivir en Londres, así que les permitió marcharse sin más, tampoco es que tenían que sufrir en aquel mundo de miseria, bien que se encargaría de evitarlo si es que podía. Una cosa era que ella se permitiera una vida tan destructiva como la que poseía, otra diferente es que sus más allegados seres queridos tuvieran que cargar con todo ese asunto, desechó sus pensamientos, centrándose una vez más en la Delacour.

 

No supo muy bien cómo terminó con sus manos sobre la cintura de la mujer, una de las enormes ventajas de ser vampiro suponía, buscando su mirada de inmediato, recordaba a la perfección aquella noche en donde Estrella había sido concebida, si bien era cierto que Alessandra había perdido por completo la razón gracias al alcohol, ella no podía negar que había estado plenamente consciente de sus actos, la besó. Aferrando con considerable fuerza el cuerpo femenino, obligándola a acercarse por completo a su anatomía, no es como si necesitara del alcohol para encender la lujuria que se instalaba en lo más hondo de su ser, apresó el labio inferior de la Delacour con sus dientes y se alejó un par de pasos, permitiéndole respirar.

 

— Si quisiera seducirte, ya estarías en esa cama, querida— señaló al animal que aun reposaba sobre la susodicha—. En serio, debes sacarla de allí, por su bien.

 

Se cruzó de brazos, esperando.

 

— Te daré todo el Whisky de fuego que desees, pero me sacas a tu “cosa” de mi habitación.

 

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La Gryffindor se quedo en shock por el beso, nunca se imagino que la Black Lestrange hiciera aquello con ella consiente, su garganta estaba seca y sus manos sudaban además de que sentía como si tuviera ardillas en la panza en vez de mariposas. Su cuerpo se incendió al sentir su anatomía pegada a la de ella.

 

El rostro del Malfoy apareció en su mente y sus orejas se pusieron rojas, se estaba comportando como una est****a sabiendo que estaba comprometida además de que ya su hijo Alec le había dicho que debía de tener cuidado con Juliene.

 

-Ehhh...se llama Pansita- le dijo a la bruja tomando a la cachorra en brazos y dejarla en suelo.

 

Apenas le saco las manos hecho a correr con el cepillo en la boca camino a la libertad. Entre cerro los ojos al ver al animal irse sintiéndose traicionada, ahora que estaban solas podía pasar cualquier cosa.

 

-Listo ya no puedes amenazarla más- titubeo si aprovechar eso y marcharse pero su cuerpo no le respondía- ¿donde esta el whisky? -antes de que pasara cualquier cosa podía tener la justificación perfecta, estaba abría.

 

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Cuando la criatura huyó de la habitación sólo hizo falta un gesto con su mano para que la puerta se cerrara, con todo y seguro, era una de las cosas que le había exigido a Keaton al asumir el patriarcado, la habitación se movería a su completo antojo, sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa en tanto volvía su atención a la mujer que permanecía a tan sólo unos centímetros de su cama, no había pretendido emborracharla en un principio, quería mantenerla lo más consciente posible aquella vez y aun así guio sus pasos hacia el pequeño bar que reposaba en su habitación, lanzándole una botella de Whisky a los pocos minutos.

 

Pero ella estaba estática, sabía bien que era culpa del beso, así que la botella sólo se hizo añicos frente a los ojos de ambas, fue en ese preciso instante cuando volvió a acercarse a la chica, sin dejar de lado aquella sonrisa, mostrando la chispa de deseo en el fondo de sus orbes esmeraldas que no hicieron más que imaginar a su interlocutora sin tantos pliegues de ropa, volvió a tomar su cintura y barrió sus pies obligándola a caer sobre su cama, en el mismo lugar donde había reposado el indeseable animal.

 

— Pues Pansita no me agrada para nada, Alessandra— había iniciado a besar con suavidad su cuello, sin dejar atrás la presión sobre su cintura, no iba a permitirle escapar—. Deberías pensar en algo más elegante, un gato quizás.

 

Mordió con ligereza el cuello de la mujer, sintiendo como se estremecía ante su contacto, no iba a negar que no le gustaba todo aquel panorama, pero era lo que menos se había imaginado al verla de nuevo o quizás sí, deslizó una de sus manos hacia su cabellera, volviendo a hurtar el néctar de sus labios desde aquella posición, explorando con delicadeza la boca ajena, resultaba irónico que tan sólo días atrás había estado en una situación similar con Alec y ahora lo estaba con su madre, una ligera risa escapó de sus labios, en tanto la recostaba por completo en su cama.

 

— Esta vez no quiero herederos— volvió a aprisionar su labio inferior—, te quiero a ti.

 

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Su respiración se volvió entre cortada por los besos en su cuello, quería parar aquello pero no encontraba la fuerza, su cerebro no le permitía pensar y su cuerpo reaccionaba por si mismo. Sus manos tocaba los muslos de Juliene con suavidad hasta que se detuvieron cuando sintió la tela aspera y mojada de la toalla.

 

-No...yo no, esto no esta bien- gimio y se estremeció cuando volvió a tener sus labios con loa de ella impidiendole hablar.

 

Alessandra se descontrolo un poco al sentir la lengua de la Black Lestrange, su mano derecha viajo hasta la nuca de Juliene para pegar sus labios más tiempo. Movía sus labios como si ya conocieran los de la castaña.

 

-Estoy comprometida Juliene además la última vez recuerda que termine embarazada de ti- tenía tan cerca su rostro que sentía el aliento a menta que salía de ellos.

 

Alessandra giró sobre la cama para dejar a la castaña bajo y su cuerpo, con una destreza que nunca imaginó le quito la toalla dejándola desnuda pero la Gryffindor solo ataco su cuello con sus labios para morderlos despacio.

 

-Has que me detenga- le pidió con un hilo de vos mientras baja por sus hombros haciendo un camino de besos.

 

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— Y yo estoy casada, pero aquí estamos.

 

Se había entretenido en su cuello, totalmente ensimismada en grabarse su esencia que no se percató del leve cambio de roles hasta que se halló desnuda en su propia cama, mordió su labio inferior al percibir todo lo que provocaba en la Gryffindor, si alguien le hubiese dicho aquella mañana que tendría semejante actividades en su propia habitación, lo habría tachado de loco, eso era seguro. Arqueó su cuerpo en dirección a los labios que con lentitud trazaban un camino sobre su cuello, emitiendo sonidos guturales de satisfacción, solían decir que no sabías cuanto podría gustarte algo hasta que lo probabas y vaya que parecían tener toda la razón.

 

Escuchó su suplica lejana, no iba a hacerle caso en esa tontería, así que sólo la atrajo hacia su propia anatomía, comenzando a deshacerse de sus excesivas prendas, ansiaba sentir su piel más que nada y aun cuando parecía estar en clara desventaja, sus labios se hincaron con excesivo placer sobre uno de los montículos de la mujer que aún permanecían ocultos tras la tela, era bastante obvio que estaba dejándose embargar por la lujuria, sin importarle en lo más mínimo.

 

— Lo que debes es quitarte todo lo que estorba, ahora.

 

No aguantó un segundo más, volviendo a su anterior posición de poder sobre la fenixiana, procedió a eliminar cada una de las prendas que impedían el tránsito de sus manos sobre aquel reconocido cuerpo, delineó con su lengua cada uno de los montículos, escuchando con excesivo deleite los sonidos que escapan de la Delacour al compás de sus caricias, podría ser cierto que estaba a punto de casarse, sin embargo, su futuro marido no parecía cumplir a la perfección con sus obligaciones.

 

— En este momento estás comprometida conmigo, Alessandra— sus labios se fundieron de nuevo y la unión de sus cuerpos le provocó una descarga eléctrica que disfrutó en demasía—, comprometida a gemir de placer.

 

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Todas sus ideas se nublaron acausa del deseo, era su primera vez con Juliene en la cual no estaba borracha y la primera vez que recordaría todo lo que hicieron en su habitación. Su cuerpo se arqueo al sentir los labios de castaña en su cuerpo que sin dudar la ayudo a quitarse toda la ropa y la arrojo al otro lado del cuarto quedando como ella completamente desnuda.

 

Con las mejillas encendidas la beso enredando su mano en sus cabellos, escucho atenta lo que Juliene le decía y supo que la deseaba tanto como ella.

 

-Lo are solo si lo volvemos a repetir- paso sus torneadas y largas piernas por la cintura de la chica para que no haya ningún centímetro que las separé.

 

La tomó de sus cabellos y la beso pero en uno salvaje y cargado de pasión guardada por la Gryffindor, no recordaba la última vez que había estado con Matt pero sin duda llevaba varios años porque siempre se desaparecía. Con una mano desiso la cama para cubir su cuerpo con las sábanas mientras se fundian la una a la otra en placer y deseo.

 

Sus pechos le dolían al igual que su entre pierna, la sabana que la cubría y su cuerpo desnudo eran las únicas pruebas de lo que habían hecho, su respiración era agitada por las horas que llevaban saciando su apetito sexual.

 

-Esto fue lo que me he perdido el día que me embriague?- le preguntó a Juliene que estaban a su lado mirando el techo.

 

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Repetir, por supuesto.

 

Le proporcionó una nueva mordida en su labio inferior, en tanto ella enrollaba sus piernas alrededor de sus caderas, no pudo reprimir el gruñido que pugnó en su garganta ante semejante cercanía con el cuerpo de la Gryffindor, el roce de la tela le pareció excesivo, se habían desecho de todo el montón de prendas para que nada más estorbara, aun así lo aceptó a regañadientes mientras sus manos se deslizaban por cada efímera parte de la anatomía femenina, en verdad había cumplido su promesa de gemir para ella, tampoco es como si la vampiro hubiese salido ilesa de todo aquel contacto, pero prefería ahogar tales sonido dejando marcas en la piel de su contrario, sonriendo de satisfacción al ver la ligera tonalidad carmín que adquiría y sabiendo que pronto se convertiría en un tenue violeta que disfrutaría señalar en público.

 

— Es gratificante ver que algunas cosas no han cambiado, Memi— mordió con lentitud el lóbulo de su oreja, entreteniendo sus manos sobre ese punto que lograría acrecentar los gemidos de la Delacour—. Tu cuerpo sigue respondiéndome y de qué forma.

 

Y sin más todo se volvió en una explosión colorida, además de placentera, sintió como su cuerpos se fundían en pleno, dejando atrás todo el deseo para permitir la entrada al éxtasis, no supo cuánto tiempo duró todo aquel espectáculo, sin embargo, la sonrisa que se instaló en sus facciones sería difícil de eliminar por unas horas, soltó un sonoro suspiro, deleitándose en los recuerdos de lo que habían hecho, atacando su labio inferior sin poder evitarlo, sí, en definitiva debían repetirlo.

 

Alessandra habló, sacándola inmediatamente de su ensoñación, logrando que su actual sonrisa se acrecentara, descendió su mirada del techo, colocándola directamente sobre ella, dispuesta a volver a empezar una vez más, no le importaba que sus extremidades gimieran de dolor, la lujuria seguía allí, exigiendo volver a la cúspide del placer. Desechó el pensamiento, tampoco es que podría exigir tanto de la Knight, aun así la atrajo por completo hacia su regazo, descargando un poco sus ánimos al besar con suavidad las leves marcas que había ocasionado en su cuello, no pretendía más que aliviar el dolor.

 

— Según mi modo de verlo, no te perdiste de nada, tu cuerpo me recordaba a la perfección, Alessandra...—deslizó su mano sobre su piel expuesta, entreteniéndose un poco con uno de sus montículos—, sin embargo, tu mente decidió suprimirlo de tus recuerdos. — acotó, descendiendo mucho más su mano — Puedes quedarte a cenar, si quieres.

 

O ser la cena, también.

 

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Alessandra cerro los ojos ante los besos de Juliene en su cuello, le encantaban y no deseaba que se detuviera aunque le dolieran las marcas. Se dejo llevar disfrutando las caricias que le daba en ciertas sonas mientras escuchaba lo que le decía ¿sería posible que quisiera suprimir aquel recuerdo? Si había disfrutado tanto ¿porque iba a hacerlo?

 

Abrió los ojos para mirar las cortinas que le impedían ver al exterior con esos pensamientos aun rondando dentro de ella sin dejar de soltar gemidos de placer por cada roce hasta que la pregunta de Juliene la trajo de nuevo en si, recordando que era vampiro. A la única persona que le había permitodo beber su sangre había sido al Malfoy antes de embarazarse de Alan y Alec. Se levantó del regazo de la castaña para tomarla de la mano y levantarla también.

 

-Bebe de mi-le dijo con un brillo retador en sus ojos azules.

 

Se acostó en la cama y la trajo sobre ella asiendo que sus cuerpos quedarán pegados, Alessandra tomó su rostro y la besó, enredo sus lenguas saboreandola mientras que con un alfiler tomado de su mesa de noche, se lo clavaba en su fina piel blanca para que un hilo de sangre saliera.

 

-Bebe pero controlate-le dijo cuando cortó su beso para llevar sus labios a su cuello y que se mojaran en su sangre.

 

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No pudo evitar sorprenderse ante la determinación de la Delacour, eliminó el nudo que se había formado en su garganta, eso no solía pasarle a menudo, el shock la conmocionó a tales medidas que recuperó el conocimiento cuando vio la sangre que emanaba del cuello de la chica demasiado cerca de sus labios, sus incisivos habían reaccionado mucho más rápido, estaban ahí dispuestos a rasgar la piel de Alessandra, durante años recurrió al vodka para eliminar su obsesión por la sangre, controlarla en cierta medida y ahora se la ofrecían con la condición de que se controlara, era pedirle demasiado.

 

— Esto no era necesario…

 

Fue entonces cuando estampó sus incisivos sobre aquel cuello, al mismo tiempo que sus manos se encargaban de continuar con sus caricias en el cuerpo de la Delacour, solo atinando a cerrar los orbes esmeralda que poseía para disfrutar del sinfín de sensaciones, el sabor de la sangre fresca podría sacarla de sí misma, por eso seguía en su trabajo de darle placer a la otra, no debía perder el hilo de toda aquella situación o todo terminaría en tragedia, deslizó su lengua sobre la pequeña herida, que se curó al instante gracias a su veneno, volvió a sonreír. Eliminó el rastro de sangre que había quedado sobre sus labios, procediendo a besar los de su benefactora.

 

— Ahora sí que tendrás que cenar algo, preciosa— acotó, al tiempo que aprisionaba con sus labios uno de sus montículos, debía admitir que se habían convertido en su parte favorita de aquella anatomía—, ¿te apetece algo en específico? Si me dejas el menú a mí, no vas a salir de esta cama, me temo.

 

Aun así se incorporó de la cama, buscando con la mirada su bata de terciopelo entre el lio de ropa, cuando por fin admiró el tono escarlata sobresalir de los pliegues de tela la tomó entre sus manos y la deslizó sobre su cuerpo, cubriendo su desnudez. Tuvo que reprimir volver a quitársela una vez observó a la fémina que permanecía en su cama, negó con parsimonia, sabía cuánto podría debilitarse una persona cuando extraían sangre de su anatomía. Aun así cuando volvió a divisar a la mujer con unas cuantas prendas de más y cercana a iniciar el trayecto lejos de su habitación, fue difícil no apresarla en contra la puerta de roble, hurtando un nuevo beso de sus labios.

 

— Te dije que no querías que salieras de esa cama— gruñó, mordisqueando su barbilla, en verdad estaba siendo controlada en pleno por la lujuria—, bajaremos para que comas, antes de que te devuelva a donde debes estar.

 

Y tomó su mano para guiarla rumbo a la cocina.

 

— ¿Qué vas a cenar?

 

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-Juliene- gimio cuando sintió sus dientes en su cuello.

 

Solo duro unos segundos el dolo porque después fue reemplazado por el placer, acarició la espalda de la Black Lestrange y con sus uñas se las clavo sin detenerse a saber si la había rasguñado. El éxtasis que sintió cuando Juliene bebia de ella además de sentir sus manos recorriendo todo su cuerpo Alessandra se contrajo para después relajarse ante sus caricias.

 

 

Sus ojos se cerraron cuando Juliene la beso pero estos ya no le pertenecian a la Gryffindor sino a Asami aquel demonio que varios problemas le causo a la rubia, el tatuaje de su nuca ardia pero le fue fácil a la demonio ignorarlo ya que alfin era libre además de que estaba muy ocupada viendo cin deseo la desnudez de la Black Lestrange.

 

-Creo que ahora me vendría bien un jugo-le comentó con una sonrisa.

 

Asami se acercó a una toalla para envolver su cuerpo, estaba demasiado acalorada para cubrir su cuerpo con una bata y se caminó a la puerta pero su castaña se precipitó antes para prohibirle irse robandole un beso.

 

-Si fuera por mi no comería con solo tenerte dentro mio- le ronroneo al oido -antes de bajar esa bata cubre mucho- le sonrió con picardía.

 

Antes de tomar su mano re quito la bata acercando su cuerpo con peligro como si fuera un gato, le acarició el cabello para bajar al cuello y siguio bajando hasta la anatomía de su compañera, se mordió el labio al ver sus ojos esmeraldas dilatados por el placer que le estaba dando.

 

-Bajemos- le dijo apartandose de ella mientras se quitaba la toalla que envolvía su cuerpo -Una buena ensalada para tener fuerza- soltó una pequeña risita después le guiño un ojo.

 

Tomó su mano y salieron desnudas de su cuarto.

 

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