~ La Rosa Negra ~ (MM B: 101997)

[Artemis Macnair Malfoy]

En el limbo

 

A Henry hijo, la mano de su hermano en su hombro le resultó familiar y no le incomodó. Nunca llegó a quitarla, así que le llegaron también las imágenes de su pasado. Le recordó su propia infancia y sintió un nudo en el estómago. Pensó que Marius había vivido al menos una parte parecida a la suya, quizá se podrían entender bien gracias a eso.

 

-¿Tengo una sobrina? -murmuró incrédulo.

 

Había pasado demasiado tiempo sin familia. Aidan había actuado como un padre adoptivo... pero echaba de menos a su difunto progenitor y se había obsesionado con volver a ver a su madre. Ahora todo se le hacía grande, más de lo que podía abarcar. Marius no había quitado la mano de su hombro aún y quizá podía ver sus recuerdos.

 

Flashback

 

Era un alumno aplicado en la esgrima. Le ponía mucho empeño y siempre que podía estaba con una espada de madera en la mano. Aparentaba ya los 12 años y su padre ya llevaba un par reinando. El adulto de ojos cobalto entró en la habitación y sonrió al ver a su retoño practicando. Tomó otra espada de madera para entrenar con su hijo y pasaron un buen rato juntos. Hasta que la punta de la que tenía el niño golpeó los abdominales del rey.

 

-Lo... lo siento mucho. Papá, perdón. ¿Estás bien? -tiró la espada de madera al suelo y se abrazó a su padre.

 

-Sí, no te preocupes, no es una de acero -lo tranquilizó el soberano, acariciando los cabellos castaños de su hijo.

 

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Esa misma noche fue a dormir con su padre, sintiéndose aún culpable. En cuanto se echó a su lado supo que algo no iba bien.

 

-¿Papá? -lo llamó.

 

Sintió las ropas húmedas del rey y le puso una mano sobre la frente. Ardía. Estaba empapado en sudor y tenía escalofríos. El niño se preocupó mucho, no sabía lo que le pasaba, nunca lo había visto así. Lo escuchó murmurar en sueños y llamar a su madre.

 

-Papá, por favor, despierta, me estás asustando -le rogó el menor, zarandeando uno de los poderosos brazos del adulto.

 

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Los médicos de la corte estaban con su padre y lo habían sacado de la habitación. No sabía qué hacer. ¿Debía llamar a Aidan? En ese momento uno de esos hombres con túnica negra salió para decirle que se estaba recuperando. Suspiró aliviado y entró en la habitación. Su padre estaba tumbado y despierto. Tenía un color pálido en el rostro pero lo recibió con una cálida, aunque cansada, sonrisa. Lo invitó a echarse a su lado y le pidió disculpas por haberlo preocupado y no dejarlo dormir.

 

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La fiebre volvió al día siguiente. Pero también otros síntomas se manifestaron y el niño tuvo que abandonar los aposentos reales por recomendación médica. No sabía lo que le pasaba a su padre, no le decían nada. Lo escuchaba vomitar detrás de la puerta. Los días se sucedían y los médicos de la corte sólo lo miraban para tranquilizarlo con buenas palabras. Tenía esperanzas de que el rey se recuperase, no podía perderlo a él también. Hasta que pasó una semana... y no había señales de mejoría. Vio a un cura entrar en la habitación y él corrió hacia la capilla del palacio y se arrodilló frente al altar.

 

-Por favor, sólo te pido que hagas llegar un mensaje a mi madre. Dile que vuelva, por favor. Papá se encuentra mal, la necesita y yo también. Prometo ser un niño bueno, no haré más travesuras, lo prometo. Sólo no te lleves a mi padre y encuentra a mi madre para que regrese -rogó con lágrimas en los ojos antes de levantarse y correr para buscar a Aidan.

 

Fin del Flashback

 

Henry Fitzroy rompió su silencio tras escuchar la historia de Marius.

 

-¿Tu hija y tú nos habéis estado siguiendo durante estos siglos? -le preguntó directamente.

 

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La Artemis alternativa parpadeó sorprendida.

 

-Oh, vaya desplante... -comentó y miró al Aidan alternativo-. Oh, vamos, no me mires así. No tienes por qué estar celoso -colgó sus brazos de su cuello y lo besó con amor-. Sabes que yo sólo te quiero a ti -susurró contra sus labios.

 

Ladeó la mirada hacia el otro Aidan y sonrió al ver que se estaba disculpando con su otro yo.

 

-Ah, sí, la carta... yo la escribí. No hace falta que la leas, has hecho lo que te pedía -dijo con una gran sonrisa que iluminaba la sala, sin soltarse del Aidan alternativo-. Nos casamos, varias veces. He sido muy feliz con Aidan -y soltó sólo una mano para enseñarla, donde un anillo resplandecía-. Nos volvemos a casar la semana que viene -dio la noticia toda feliz. Para los que conocían a la Artemis dañada, era extraño ver a la otra tan llena de vida, felicidad, resplandeciendo como el mismo sol en verano.

 

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Artemis gruñó muy suave porque su Sire no le dejase irse y miró a Aidan, el de su mundo. Había mucho rencor y dolor en los ojos de la irlandesa.

 

-No sólo me encerraste, me dejaste encadenada, cosa que hizo ese hijo de p*** de tu amigo. Las cadenas me lastimaban, estaba sangrando y enferma. Por poco me muero, ¿sabías? -se cruzó de brazos y dio toques en el suelo con la punta del zapato.

 

Se fue relajando poco a poco y abrió la boca como si fuese a decir algo, pero rápidamente la cerró. Miró a todos lados cuando él se arrodilló, con cara de "¿qué haces, pedazo de loco? Levántate, hay gente mirando". Se mordió el labio inferior e intentó retener las lágrimas de sangre que inundaban sus ojos por segundos. Miró a su alternativa cuando ella empezó a hablar toda feliz.

 

-Hey, ¿por qué no cierras la boca? Sí, ya sabemos que has sido muy feliz, se te nota. Pero guárdatelo para ti sola, algunos no hemos tenido esa suerte -parecía un pequeño felino enojado a punto de saltar sobre la alternativa y volvió a mirar a Aidan-. Joanna te perdonó hace mucho. No les hiciste nada a Isabel ni a Jane. En cuanto a mí... ¿a que no ha sido difícil disculparte? Anda, levántate -su tono fue más suave que el que acostumbraba a utilizar con él-. ¿Sabes? El secuestro no estuvo tan mal... pero lo de intentar abusar de mí y no liberarme de las cadenas que me puso tu novio, eso sí me sentó mal. Mientras no lo vuelvas a repetir, puedo hacer borrón y cuenta nueva ahora que te has disculpado.

[Cissy Macnair]

En el limbo

 

 

El Aidan del primer mundo miró sorprendido y dolido a Artemis. Había escuchado a la alternativa decir que se había casado con su otro yo varias veces y que había sido muy feliz, que toda su vida había sido diferente. Se levantó, no queriendo enfurecer a la Artemis de su mundo y ladeó la cabeza, como lo haría un cachorro.

 

-Te he pedido disculpas varias veces, pero nunca me has escuchado. Cuando estuviste en Nueva York lo hice, te dije que lo sentía y tú simplemente te fuiste- dijo, pensando que hacer borrón y cuenta nueva era algo bastante genial para él.

 

No le importaba si ella apenas le hablaba o si siquiera le miraba, sólo deseaba que ya no guardara tanto rencor para con él, porque lo que había hecho había sido por lo que él creía que era un bien mayor. Se había equivocado con ella, lo sabía, lo aceptaba e intentaba remediarlo. Esperaba que a partir de aquel momento no tuviera que permanecer alejado otro año de lo que él consideraba su familia.

 

-No voy a responder por Henry- dijo Aidan, mirando de soslayo a su amigo, que estaba metido en un lío con Marius, Henry y Cissy-. En todo caso, él seguía mis órdenes.

 

Y no iba a decir más. Sabía de primera mano que Henry había querido que Artemis muriese porque no le gustaba esa reencarnación.

 

**

 

El Aidan alternativo entrecerró los ojos mirando a su Artemis y la tomó con firmeza cuando ella le rodeó el cuello, totalmente enamorado de la rubia. Se puso de varios colores cuando mostró el anillo de compromiso, porque no había esperado decírselo a nadie pero ella parecía tener otros planes.

 

-Una gran boda- murmuró Aidan al oído de Artemis, sonriente.

 

Cada vez que se habían casado habían tenido una gran boda, con todos los lujos. Y esa no sería la excepción.

 

**

 

Ariella y Ariella, que aún seguían analizándose mutuamente, sin encontrar mayores diferencias, parecían fascinadas con lo que se estaba dando en el limbo. Se acercaron a Vyssedhra y Nik del primer mundo y miraron al del alternativo.

 

-Vampiros amigables hasta donde yo veo- le respondió la Ariella alternativa-. ¿No puedes relajarte ni siquiera estando en el limbo? Eres terrible, Niklaus.. ¿Para qué has venido?

 

Vyssie rodó los ojos por la actitud de ambos Nik's y golpeó ligeramente al de su mundo, una forma de decir que no molestase al otro que, en efecto, parecía más salvaje.

 

Miró a Marius, Henry y Henry, Cissy y todo el resto intercambiando palabras e historias y le pareció muy egoísta de su otro yo el no haber ido.

 

**

 

Marius miró a su hermano menor y asintió con respecto a lo de tener una sobrina.

 

-Tuve la oportunidad de tener una hermosa familia y verla crecer y expandir sus horizontes- dijo, aún sin sacar la mano del hombro de Henry.

 

Entonces, vio que él se quedaba callado un momento y notó la ola de recuerdos llegar por parte de su hermano. Era triste, muy triste ver lo que le había pasado. Él era pequeño cuando su padre había muerto y no le había tenido especial cariño, pero podía notar que su hermano sí amaba de verdad a su padre y pudo sentir su dolor. Había estado huérfano, como él, durante muchísimos años y eso le hacía ver que eran mucho más parecidos de lo que hubiese esperado. Miró a su madre y pensó cómo le caería saber la enfermedad que había destruído a su amado.

 

-Sólo aquella vez pudimos cruzar y no tengo idea cómo lo hicimos. Te vi dormir en tu cuna y a mi madre con tu padre- le relató-. Más tarde intenté buscarte en mi mundo, pero me di cuenta que sólo vivías en aquel. Como no sabía cómo contactar a mi madre y, además, me lo impedían, tardé mucho tiempo en poder verla de nuevo- respondió.

 

Flashback

 

Desde una distancia prudente, Marius observaba a un niño de ojos cobalto intentar ensartar una flecha en una diana. Su padre, un hombre musculoso y bienparecido le decía que sólo con práctica iba a lograrlo. Sintió un poco de celos y luego mucha tristeza.

 

-Padre, he encontrado la fractura entre espacio tiempo que nos hizo venir- la voz de Hestia lo hizo volver la cabeza-. Ya llevamos mucho tiempo aquí, padre, es hora de volver a nuestro mundo- le suplicó, viendo que él quería quedarse con el pequeño niño-. Padre, él tiene a su propio papá. La abuela ya no está aquí. Van a estar bien.

 

Marius asintió con pesar. Le hubiera gustado poder pasar tiempo con un padre como ese y con su madre, pero ahora se daba cuenta que Marco había sido como un padre para él y que su madre había tenido que irse sin otra posibilidad, tal como le sucedía a Henry. Aquel pequeño niño con el arco en la mano, su hermanito, era como él y no tenía por qué sentir celos.

 

-Padre- lo apremió Hestia y finalmente salieron corriendo de entre los árboles y se alejaron del castillo.

 

Fin del Flashback

[Artemis Macnair Malfoy]

En el limbo

 

La Artemis alternativa sonrió y se estremeció contra el vampiro.

 

-Eres el amor de mi vida -susurró y empezó a besarlo, olvidándose de todo lo demás.

 

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Artemis se cruzó de brazos, mirando duramente al Aidan de su mundo.

 

-No, tú estabas... Joanna buaaaaa... Joanna buaaaaa... No te disculpaste conmigo, sino con ella. No era difícil decirme a MÍ, un lo siento. Son dos p**** palabras -dijo la irlandesa frunciendo el ceño-. Bueno, puedes volver por Inglaterra. En cuanto a Henry, sigue estando en mi lista negra. Espera... ¿siguiendo tus órdenes? ¿Tú le mandaste que me encadenara? -preguntó perpleja porque siempre creyó que Henry lo había hecho él solo. Miró a los alternativos e hizo gesto de ir a vomitar-. ¡Eh! ¡Buscaos un p*** motel! Dais aaaaaasco -se metió con ellos.

 

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-Los vampiros nunca son amigables -replicó el Nik alternativo-. He venido para protegerte, obviamente -agregó.

 

Él no había tenido ninguna gana de ir, pero había olfateado el rastro de la pelirroja hasta el limbo y había entrado por si tenía que arrancar a alguien la cabeza. Porque a su pelirroja nadie la tocaba.

 

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Nik se rió cuando Vyssie lo golpeó.

 

-Un consejo para mi alternativo. Si quieres mojar, mejor compórtate más lindo -le dijo al otro Nik todo divertido.

 

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Henry hijo miró a su hermano.

 

-Me gustaría conocer a mi sobrina. Yo no tengo más familia... -comentó. Siempre se había sentido algo fuera de lugar en el otro mundo-. Recuerdo tu cara... es raro, se supone que los bebés no tienen recuerdos... pero recuerdo que me sonreíste.

 

Off: más en el próximo post XD

[Cissy Macnair]

En el limbo

 

Ariella alternativa bufó y la otra sonrió, divertida.

 

-Oh, él te tiene en alta estima- le dijo en un susurro, volviéndose ligeramente hacia el Nik de su mundo, que sabía que podía escucharla-. No conoces a estos vampiros, Niklaus. Seguramente no has tratado con ninguno amigable en tu mundo- le dijo al Nik alternativo, viendo que al parecer haría lo que fuera por defender a Ariella.

 

**

 

Aidan se quedó mirando a Artemis vampiresa.

 

-No, no le envié a que te encadenara, pero sí a que te encerrara en la torre- le respondió-. Vaya, cálmate. Si ellos dos son felices juntos no tienes por qué molestarte tanto. Han tenido vidas diferentes, déjala ser- la frenó el vampiro, acercándose a ella un paso pero manteniendo la distancia, mientras los otros dos tórtolos se besaban con tanto amor que parecía que iban a estar pegados para siempre.

 

Suspiró, sin saber qué demonios hacía allí. Vyssedhra le había dicho que debía ir, que algo ocurriría, pero no había especificado qué. Hasta el momento le había servido para pedirle perdón a Artemis, pero ahora se sentía fuera de lugar. Viendo a la otra Artemis tan feliz con su otro él, hacía que toda su vida fuera miserable. Se sentía una paria y ahora entendía por qué Henry lo había querido asesinar luego de la muerte de Joanna. Él podría haber evitado muchas penurias.

 

**

 

El Aidan alternativo besó con la misma fogosidad a su prometida y luego se apartó cuando la Artemis (que para él era alternativa) comenzó a gritarles cosas.

 

-Venga ya -le dijo, sacándole la lengua-. Si en este limbo hubiese uno, ya hubiésemos pedido una habitación.

 

**

 

-La conocerás, si es que aparece- dijo Marius, mirando hacia el lugar por el que él había entrado, pero Hestia no estaba allí-. Creo que parte de la magia que te hacía crecer rápido te permitió desarrollar mejor tus recuerdos a largo plazo.

[Artemis Macnair Malfoy]

En el limbo

 

El Nik alternativo se giró a mirar a la pelirroja que le hablaba. Sus salvajes ojos se fijaron en ella.

 

-No, con ninguno. Ven a nosotros, los licántropos, como bestias, como peones, como esclavos. Y a los humanos como ganado, deberías saberlo -le replicó casi con un gruñido.

 

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Los ojos de la Artemis vampiresa se llenaron de lágrimas de sangre que luchó por no desbordar. ¿Por qué tenían ese gusto por encerrarla? Ella quería ser libre. Si se portaban bien con ella, solía corresponder del mismo modo. Hubiera podido huir de Rumanía, pero se había quedado molestando por el castillo, bailando, bebiendo, apostando con otros cainitas...

 

-No tenías por qué encerrarme... -murmuró y evitó su mirada-. Pues que no me lo restriegue por la cara. A mí me hubiera gustado tener una vida feliz, pero no la tuve. ¿Es que a ti no te molesta? ¿Te lo tomas con agua? -le preguntó al vampiro sobre sus alternativos-. Muy maduro, Aidan, muy maduro -le soltó al alternativo juguetón.

 

Quiso largarse, pero topó con la pared que no era, la que daba al mundo alternativo. Al tocarla, se quedó en el sitio. Los recuerdos de aquel otro mundo viajaron hasta su mente, la inundaron. Las lágrimas sanguinolentas corrieron por sus mejillas. Pudo ver cómo había sido la vida de la otra Artemis. Torturada de bebé pero rescatada antes de los dos años. Aidan... él la había sacado del pozo, la había llevado consigo tras matar a sus padres. La había dejado con su tío, en Australia, y allí se había quedado... salvo que de vez en cuando iba a visitar a su familia en Londres y a Aidan.

 

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La Artemis alternativa se rió delicadamente.

 

-No nos gustan las habitaciones de motel, preferimos el aire libre -bromeó muy divertida. Entonces se calló al ver lo que le pasaba a su otro yo y fue a separarla de la pared... pero al tocarla, pudo ver todos los recuerdos de la otra y sintió cada tortura como si hubiera sido hecha en su propia piel.

 

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Henry hijo asintió, tenía ganas de ver a su sobrina y lo que decía su hermano tenía razón.

 

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Henry, el vampiro, vio lo que estaba pasando y rápidamente agarró a las dos Artemis y las lanzó lejos de la pared. Con tan mala suerte que él la tocó.

 

Flashback

 

Empezó a sentirse mal de noche. Agotado, con mucho calor y escalofríos. Esperaba que fuese un catarro sin importancia, algo que se le pasase en unos días. Así que tomó algo caliente y se fue a dormir. A media noche empezó a delirar. Veía a su esposa, cerca de su cama. Mirándolo, sonriéndole... la echaba tanto de menos.

 

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Los síntomas fueron empeorando. Vómitos y diarreas con sangre, que parecían no tener fin. Se estaba deshidratando y la fiebre no bajaba. No, no podía estar peor, tenía que resistir. Algún día, Cissy volvería. Tenía que estar ahí para ella, para su hijo. Intentó levantarse para ir a llamar a Aidan... o a Joanna. Tenían que ayudarlo, tenían que conseguir que pasase aquella enfermedad. Con magia o con sangre de vampiro. No le importaba si se convertía... sólo si lograba volver a verla. Pero cayó al suelo y los médicos lo retuvieron. Por mucho que protestó, no parecían escucharlo.

 

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-A... Aidan Howard -movió apenas sus labios para decir el nombre de su amigo.

 

Sin embargo, su voz sonó muy apagada y se escuchaba más su respiración agónica. Nadie le entendió e intentó de nuevo pronunciarlo. Lo necesitaba allí, quizá si le daba su sangre se curase.

 

-Jo... Joanna... Clare... -musitó el otro hombre. Quizá su magia también pudiese hacer algo por él.

 

Nadie lo atendía. Hasta que un enorme cuerpo se hizo presente. Lo reconoció, era su hermano Ricardo. Sabía que había sido convertido en vampiro hacía dos años, pero nunca lo había vuelto a ver.

 

-Her... hermano... ayúdame... -le rogó Henry. Pero Ricardo negó con la cabeza y mandó salir a los médicos.

 

-¿Por qué te ayudaría si no quisiste ser solamente mío? Mío o de nadie.

 

-Her... hermano... por favor... -pidió Henry pero Ricardo volvió a negarse.

 

-No. Tengo planes y tú no estás en ellos. Si me hubieras sido leal, si hubieras sido solo mío, quizá haría algo por ti. Ahora tengo que velar por el reino y para que Juan no destroce todo lo que yo he levantado. Lo siento, Henry. Fuiste un buen soberano mientras duró, larga vida al rey -y colocó una almohada sobre el rostro del de ojos cobalto.

 

Henry intentó zafarse, pero estaba muy débil. Pronto sus vías respiratorias colapsaron. Sentía ahogarse, necesitaba oxígeno. En su mente, en una alucinación, caía al agua del mar, incapaz de subir a la superficie. Luchó contra el elemento hasta que delante de sí vio dos figuras. Cissy y su hijo, juntos. Intentó llegar hasta ellos. Su boca se abrió queriendo gritar sus nombres pero no pudo emitir ningún sonido. Poco a poco las figuras se fueron difuminando y la luz que llegaba al agua, iba disminuyendo... hasta que todo quedó en negro.

 

<<Cissy... lo siento>> Fue su último pensamiento antes de fallecer.

 

Fin del flashback

[Cissy Macnair]

En el limbo

 

Aidan se sintió miserable, mucho, mientras veía a su alternativo con la otra Artemis, pero no quería decírselo a la de su mundo. La vio acercarse a lo que parecía ser una "pared" del limbo pero, al tocarla, algo le sucedió y su doble fue por ella.

 

-¿Qué pasa?- preguntó, viendo a las dos chicas en un estado deplorable y luego observando a Henry ir por ellas y quedándose de la misma forma.

 

El Aidan alternativo se acercó a su prometida, evitando tocar la pared.

 

-¿Qué sucede cariño?- le preguntó, totalmente preocupado y mirando de nuevo hacia su doble-. No lo sé, no tengo idea. ¿Qué sucede Mish?

 

**

 

Las Ariellas se quedaron mirando la escena, mudas.

 

-Cuando tocan los límites, reciben los recuerdos de sus alternativos. Si todos estuviésemos tocándolos, podríamos ver las vidas de nuestros dobles e, incluso, quizá un retaso de la vida de otros con los que nos hemos topado- dijo Vyssedhra, mirando con lástima lo que estaba ocurriendo-. Creo que esto fue una mala idea, Nik.

 

**

 

Mientras escuchaba hablar a Marius y Henry, no me había percatado de lo que ocurría cerca de nosotros. Había visto entrar a mi chiquillo, o el que lo fuere alguna vez, al limbo y pedirle disculpas a Artemis. Agradecía aquel gesto y que intentase arreglar las cosas, pero conocía mucho a mi prima para saber que iba a seguir sufriendo por siempre lo que él le había hecho. Sonreí a Marius, porque estaba contándole cosas a Henry sobre su familia y parecían más hermanos.

 

-¿Podrás cruzar? -pregunté a Henry, refiriéndome a la brecha-. ¿Eres un vampiro? ¿Cómo es que has vivido tantos años?

 

Mientras esperaba una respuesta, algo raro sucedió. Artemis vampiresa había querido irse de allí y había tocado los límites del limbo, ocasionando que algo sucediese. La otra Artemis había ido tras ella, pero el mismo efecto había ocurrido, haciendo que mi Henry se apartase de mi para ir a su rescate. No supe qué pasaba, pero no era algo bueno. Escuché a Vyssedhra hablar al respecto.

 

-¿Los recuerdos del otro de nosotros?- pregunté.

 

Tenia curiosidad por saber qué había sido de mi en el otro mundo y el motivo por el cual aún no había aparecido en el limbo, si seguro que Aidan y mi hijo le habían avisado de que eso ocurriría.

[Artemis Macnair Malfoy]

En el limbo

 

La Artemis alternativa sintió las lágrimas corriendo por sus mejillas, bañándolas con aquel líquido salado. Ladeó la mirada y bajó los párpados coronados con largas pestañas. Estaba pálida, con el rostro congestionado por el dolor que había sentido al tocar la pared.

 

-Yo... vi la vida de mi otro yo. Ha sido tan horrible... tanto... -se abrazó así misma y tembló en el sitio.

 

---

 

Artemis miraba al infinito. Aquella vida no había sido la suya, no había tenido tanta suerte. Pero lo hubiera deseado. Miró a su casi gemela y a los Aidan. En especial al alternativo. Al final, sus gruesos labios se separaron para hablar.

 

-Gracias por salvarla. Al menos una de las dos pudo -susurró al cainita. Sacó su varita y murmuró un hechizo para tirar de Henry y sacarlo lejos de la pared, no fuese la loca de su prima a correr a quitarlo y corriese la misma suerte.

 

---

 

Nik sonrió divertido.

 

-Es una buena forma de aprender de nuestros otros yo. A mí ya no me hace falta, ya sé todo lo que hay que saber del pulgoso -soltó la mar de divertido, ganándose un gruñido de advertencia del licántropo.

 

---

 

Henry hijo se encogió de hombros.

 

-Es posible, técnicamente soy de ambos mundos. No, no soy un vampiro, aunque... tengo algunas características de cainitas. No sé, quizá esas características, quizá algo de magia, no tengo idea de por qué sigo vivo... y joven... Mamá, por favor, no te acerques... -temió que ella viese todo lo que había pasado en su mundo si tocaba la pared.

[Cissy Macnair]

En el limbo

 

Aidan alternativo asintió a la Artemis vampiresa.

 

-Hice lo que pude. Tuve ayuda- dijo, mirando de soslayo a Nik del mundo real-. No hubiera podido encontrarla de otra forma.

 

Abrazó a su prometida y la sostuvo contra sí.

 

-Ella no tuvo tu suerte- acotó el otro Aidan, mirando a la Artemis alternativa y luego a la de su mundo, profundamente apenado.

 

**

 

Miré a mi hijo, completamente fascinada por lo que decía. El crecimiento mágico se había extendido hasta aquel tiempo.

 

-¿Puedes comer comida humana?- pregunté, con la mirada totalmente expectante-. ¿Por qué no?- dije, viendo como mi prima alejaba a Henry de la pared y yo fui a unírmele-. ¿Qué has visto?- pregunté, consciente de que había visto lo que le había pasado a mi difunto marido.

 

No esperé a su respuesta, me abalancé sobre la pared del limbo. ¿Por qué nadie quería ver lo que había sido de mi otro yo? ¿Dónde estaba ella que no había ido aún a mi encuentro? ¿Por qué nadie la mencionaba?

 

 

Flashback

 

Cissy terminaba de leer una carta y la echaba al fuego, frente a los ojos de Onud. Estaba tendida sobre un diván rojo y su cuerpo apenas estaba cubierto por un fino vestido de color marfil, que parecía etéreo con el brillo del fuego de la chimenea.

 

-Aidan se casó con Joanna de Clare y Henry con mi otro yo- dijo, sin mirar a su mentor-. Si no hubiese recibido esa carta de mi otro yo hace algunos años atrás, habría pensado que Henry se casó por fin con alguna mujer que lo mereciese. Pero no, se casó conmigo- suspiró y cerró los ojos.

 

-¿Por qué te molesta? Ya han pasado años...- preguntó Onud, que estaba parado al lado de la chimenea y miraba fijo a su aprendiz-. Él es feliz... tiene un hijo con tu otro tú.

 

Cissy se puso en pie, echa una furia y le dio la espalda a Onud, que se acercó a ella.

 

-Cissy...

 

-¡Porque lo amo! Dioses... siempre lo he amado...

 

El vampiro suspiró y la abrazó con fuerza. Cissy comenzó a temblar y finalmente rompió en llanto, haciendo que el bellísimo vestido se manchase con sangre.

 

-Nunca estaré a su altura y ella me ha pedido que los cuide a ambos. ¿Cómo podría? No podría mirar a ese pequeño a los ojos y que creyese que yo soy su madre. Yo nunca podré tener hijos.

 

***

 

Onud entró corriendo a su habitación, donde la vampiresa se encontraba desnuda, secándose luego de un baño. El nubio apartó la vista, pero habló con presura.

 

-Henry... él ha...

 

Cissy se acercó a él, sin importarle el estar completamente desnuda. Tomó el rostro de su mentor y lo miró con firmeza.

 

-¿Qué sucede?- preguntó, temiendo lo peor.

 

Onud le devolvió la mirada, cargada de angustia y tristeza. La vampiresa no necesitó saber más y le flaquearon las piernas. El vampiro la tuvo que tomar por la cintura para que no se cayese al suelo y la llevó hasta la cama, donde comenzó a vestirla, porque Cissy parecía no coordinar. Al final, ella se terminó de poner un simple vestido sobre la piel desnuda y luego un corsé sobre el mismo, ajustado a su fina cintura.

 

-Es hora de volver a Londres- musitó.

 

**

 

La voz de alarma se había dado en los jardines del castillo de York. Los soldados salieron corriendo y se apostaron en las almenas, disparando flechas con puntas de plata hacia los licántropos, que iban cayendo uno tras otro pero continuaban apareciendo más.

 

Hacía poco que Henry había muerto y su hijo, un niño de poco más de trece años, era el heredero al trono que Juan no quería reconocer. Siendo menor, no podía gobernar y había planeado matarlo, así como a Aidan Howard, Joanna de Clare y todo aquel que pudiese regentear en nombre del niño. De Gamage encabezaba el ataque, con una enorme manada de licántropos a la que había pagado enormes cantidades de oro.

 

-¡¡¡Joanna!!!- gritó Aidan, mientras arrancaba la cabeza a un joven lobo que había intentado morderlo.

 

Cissy vio a Joanna parada en medio de varios atacantes, luchando con fiereza. Corrió hasta ella y la empujó a un lado cuando un soldado de De Gamage intentaba clavarle una daga envenenada.

 

-Agh...- fue el sonido ahogado que soltó la vampiresa, cayendo al suelo.

 

Un lobo saltó sobre su cuerpo y le mordió el cuello con fiereza, mientras agonizaba por el veneno. Cissy luchó con todas sus fuerzas, intentando quitárselo de encima, hasta que finalmente le clavó su espada en un costado y lo tumbó a un lado. Malherida como estaba, se arrastró para rematar al licántropo y cayó boca arriba, mirando las estrellas del cielo. Tosió y escupió un poco de sangre. La piel había comenzado a ennegrecérsele con rapidez, tanto en la herida de la daga como en la mordida del lobo.

 

-Ciss...Ciss- Aidan cayó a su lado, de rodillas y colocó la cabeza de ella sobre su regazo-. Resiste Ciss... ¡¡Joooo!! ¡¡Jooo!! - llamó a su esposa, mientras comenzaba a llorar con fuerza-. Por favor Cissy, no nos dejes...

 

La vampiresa le miró, con sus enormes ojos verdes bañados en sanguinolentas lágrimas y alzó una mano para acariciarle el rostro. Susurró algo, pero Aidan no la escuchó. Ella volvió a susurrar y entonces el vampiro se inclinó, para poder oírla.

 

-... Hen...ry...

 

La vida la abandonó. Su piel pasó del negro al grisáceo, como si hubiese convertido en una piedra y dejó de existir.

 

Fin del Flashback

 

Retiré la mano de la pared y tomé una enorme bocanada de agua, como si hubiese salido de un tanque lleno de agua muy profundo. ¿Había muerto? No podía ser. Me sentí miserable al saber que mi otro yo había muerto, aunque lo había hecho salvando a Joanna de sufrir ese fin. Me cubrí el rostro con las manos y empecé a llorar.

[Artemis Macnair Malfoy]

En el limbo

 

La Artemis alternativa se abrazó al Aidan de su mundo, aún temblando y no pudiendo quitarse de la cabeza los recuerdos de su otro yo. Sólo se alejó de él intentando evitar que Cissy tocase la pared, pero llegó tarde. La estrechó contra sí y acarició los oscuros cabellos de la vampiresa.

 

-Lo siento, todo fue mi culpa, no debió pasar -susurró afectada.

 

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Artemis siguió la mirada del Aidan alternativo y vio que había sido Nik quien había metido mano para impedir que le pasase lo mismo a la Artemis alternativa. Se sintió hundida. ¿Por qué ella no había tenido esa suerte? ¿Por qué? ¿Es que nadie la quería? Su tío la había buscado, eso lo sabía. Pero el resto... ¿qué había mal en ella que no habían movido un dedo para salvarla de aquella infancia y adolescencia tan terribles que había pasado? Aún tenía que preguntarle algo a su alternativa... pero no sabía si hacerlo en privado. Era un tema delicado.

 

-Entiendo... -murmuró, sintiéndose como una auténtica mier**. Al ver a Cissy romper a llorar de nuevo, frunció el ceño-. ¿Qué pasa? ¿Qué has visto?

 

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-Puedo comer comida humana... pero me siento muy débil si solamente me alimento de ella -explicó Henry hijo-. Mamá, no querrás verlo, no vayas... -le pidió, pero ella ya iba a tocar y fue a su lado. Iba a abrazarla pero la Artemis alternativa le ganó de mano.

 

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-Lo que le pasó al hombre del cual estás enamorada -contestó Henry intentando digerir lo que había visto.

 

En ese momento un hombre muy alto y de anchos hombros cruzó al limbo desde el mundo alternativo. Sus cabellos eran rubios y cortos, tenía barba de aparentemente dos días y ojos celestes e intensos. Su porte era majestuoso. Llevaba un traje azul añil con corbata violeta y camisa blanca. Los zapatos eran de cuero negro italiano.

 

-Buenos noches -saludó, mirando a cada uno de ellos.

[Cissy Macnair]

En el limbo

 

Sentí que los brazos de alguien me rodeaban y al levantar la vista, llena de lágrimas de sangre vi a la Artemis alternativa. Por ella era que la otra Cissy había muerto, defendiendo a Joanna de una daga envenenada. Si yo hubiera podido hacer lo mismo en mi propio mundo y evitarles a Henry y Aidan esa pena, con gusto lo hubiera hecho. Negué con la cabeza mientras echaba una mirada compungida a mi hijo y al otro Henry.

 

-No me siento mal sólo porque ella haya muerto, sino por cómo lo hizo- dije, pensando en su mirada perdida en el cielo, acariciando a Aidan y murmurando el nombre del único hombre al que había amado-. Si yo hubiera tenido la mitad de su coraje, las cosas hubieran sido diferentes en mi mundo.

 

Levanté la vista al ver entrar a alguien más al limbo. ¿Ricardo?

 

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Marius cerró los ojos con fuerza, lamentando la visión de su madre llorosa. Él no había presenciado la muerte de la otra Cissy pero podía verla claramente debido a sus poderes. En aquel momento, Hestia ingresó al limbo y se quedó contemplando la escena estupefacta.

 

-Ya te cuento yo- le dijo su padre, acercándose. Marius le explicó todo lo acontecido y luego se giró hacia el hombre que había entrado en el limbo, aquel rubio-. No deberías estar aquí- musitó, apretando la mandíbula y moviéndose tan deprisa con Hestia para colocarse delante de su hermano, Henry, que cualquiera hubiera dicho que se había vuelto loco-. Vete.

 

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Ambas Ariellas se separaron y fueron cada una con sus Nik's cuando el rubio entró en el lugar. Aunque la Ariella del mundo real no entendía nada, por algún motivo, esa presencia la inquietó. La otra simplemente había aprendido a no confiar en los vampiros, aunque los del limbo le parecían amigables, los que no pertenecía a su familia le eran extraños. Se abrazó al Nik lobuno como si se tratase de su guardaespaldas.

 

-¿Quién es?- susurró muy bajo, al ver la forma en que Marius protegía con su cuerpo a Henry hijo y a Hestia.

 

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Vyssedhra frunció la nariz y se acercó un paso a Henry hijo, Marius y Hestia, claramente con actitud de protegerlos de lo que fuese. Ella sí sabía quién era y lo que había hecho. ¿Qué demonios quería allí?