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Elviris Pub (MM B: 103956)


Anne Gaunt M.
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— Es algo que no puedo evitar señor Thawne, admito que tengo plena confianza en sus habilidades…debo saber en donde me estoy metiendo ¿o me equivoco?



Respondí con el mismo juego de palabras, destilando la ironía pura en mis palabras con una pequeña gracia de por medio. A pesar del miedo que corría constantemente en mis venas, la vida me había enseñado a tener seguridad en cada uno de mis actos y cuando de juegos o apuestas se hablaba, solía ser bastante calculadora dándome un excelente aire de confianza.



El juego empezó y centré toda mi atención en cada uno de los movimientos del hombre frente a mi, cruzando con suavidad mis brazos a la altura del pecho, se veía seguro y eso me ponía sutilmente tensa. Mordí un tanto mi labio inferior en el preciso momento en que el proyectil iba con agilidad a su objetivo, sin embargo no llegó al centro. Fruncí levemente mi nariz al tiempo que soltaba una que otra risa, teniendo la grisácea mirada de él en mi. Alcé ambas manos como compadeciéndome de su derrota, realicé una ligera reverencia ante el castaño y me posicioné en su lugar.



— Mi turno.



Le escuché,



— Entonces…



Dejé momentáneamente la frase cortada al aire, mientras deslizaba las puntas de mis dedos por los mechones de mi cabello para posarlos tras mis orejas. Agarré el dardo con bastante delicadeza, posicionando mi cuerpo de modo que mis hombros y espalda se mantuviesen lo más derechos posibles, posé ambos pies en una misma línea totalmente imaginaria, pero ejerciendo la mayor fuerza en el pie derecho, mismo lado de la mano elegida para lanzar. Observé fijamente el centro de la diana y sin previo aviso, moví con bastante suavidad mi mano dejando que el dardo se disparara ágilmente hasta incrustarse en el objetivo ganador. Una sonrisa de satisfacción apareció en la curvatura de mis labios. No había perdido mi clase.



— ¿Cuál seria su estilo predilecto?



Me di vuelta con bastante naturalidad posando mis verdosos ojos en los del hombre, el destello de alegría se podía notar en la profundidad de mi mirada. Me acerqué lentamente hasta posar nuevamente el peso de mi cuerpo en el borde de la mesa, justo a su lado al tiempo que soltaba el aire acumulado por la presión del momento, sentí como el calor se concentraba justo a la altura e mis pómulos, quizá algo sorprendida por mantener la destreza que tanto me caracterizó en su momento.



Ladeé suavemente mi rostro en su dirección, mirándolo con más serenidad al tiempo que le dedicaba una fina sonrisa sincera. Agarré otro dardo y jugué con el girándolo entre mis dedos, como si en ese pequeño movimiento pudiera ocultar muchas de mis preguntas.



<< Debes vivir cada segundo como si fuera el último Jul. No sientas remordimiento, simplemente no sientas. >>



Me parecía escuchar la voz ronca y rasposa del vampiro, recordándome como nunca el como debía vivir, la forma "correcta" en que debía subsistir, agradeciendo el regalo que Bietka me había dado. Para Julian jamás fui un monstruo, y si no hubiera sido por su compasivo corazón, estaría perdida en el submundo. ¿Lo extrañaba? ¿Me hacía falta esa locura desenfrenada? Tenía su lado bueno y también su lado malo, pero admito que en esos años pude vivir la vida al máximo.



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Un impacto directo al centro. No tenía nada que hacer contra ello. Aún visto desde aquella distancia, entre el dardo rojo y el negro parecía haber una inmensa separación, lo suficiente para dictaminar que ha sido una victoria justa. Uno pensaría que Juliette se pondría nerviosa ante la cercanía que había tenido mi tiro, pero creo que más bien ha servido de inspiración para la reciente hazaña.

 

-Buen tiro. -admito al fin, dando un suave aplauso a manera de felicitación. -E irónico, pues ha elogiado mis habilidades previo a la demostración de que no son tan maravillosas como usted creía.

 

Su técnica ha sido impecable, casi como si estuviera usando lentes magnificadores o predijera la fricción del aire. Sí, son cuestiones más encaminadas a la física muggle pero, ni siquiera como magos estamos exentos de algunas de sus leyes, y con más razón, jugando con objetos que dependen de tener alguna idea de ello.

 

-Supongo, entonces, que debo honrar el trato. -esbozo una sonrisa irónica, cual perdedor aceptando su derrota. Destapo la botella que contiene la casi transparente bebida. El olor del agave inunda mis fosas nasales apenas lo hago. Me sirvo un poco del tequila en el caballito y, sin intentar generar más expectativa de la que ya he producido, me lo bebo sin más.

 

El paso por mi garganta resulta abrasador, aún más de lo que cualquier cerveza podría resultar. El calor va desde un revitalizante hasta un considerable ardor. Decido tomar uno de los limones, pues su propósito era atenuar los efectos de dicha bebida. Me coloco el cítrico sobre los labios e intento obtener un poco de su jugo, reduciendo ligeramente el dejo del tequila.

 

-Cautivadora bebida, en verdad. -miro a la señorita por encima de mis lentes, intentando descifrar los pensamientos que cruzan a través de esos ojos esmeralda. Ante su mirada no puedo perder el honor, por lo que decido tomar otro de los dardos, esperando que mi puntería no me traicione en esta ocasión, ni mucho menos, empeoré debido a los efectos del alcohol.

 

-Respondiendo a su pregunta...Preferiría algo más clásico. Llámeme anciano. -río, girando los ojos hacia arriba como buscando una cana en mi cabello. -Sinatra no me molestaría. -me encojo de hombros, haciendo referencia a aquella estrella no mágica que cautivó audiencias durante gran parte del siglo pasado.

 

La música no ayuda mucho a mi concentración, pero no hay cabida para otro error. Para esta ocasión, sostengo el proyectil sólo con el pulgar y el índice, flexionando los otros dedos. Poso mi mano sobre el hombro izquierdo, como si estuviera abrochándome una capa. La mirada de Juliette sobre mí, naturalmente. -Vamos, no me falles ahora. -pienso, antes de efectuar mi segundo lanzamiento, trazando una especie de arco para finalmente liberar el dardo.

 

La velocidad de salida es superior al primer intento, pero eso no me asegura del todo que impactará en su objetivo. Un golpe seco hace crujir ligeramente la madera debajo de la diana. El dardo rojo ha alcanzado el centro, uniéndose a su homólogo azabache, por lo que ambos quedan como una especie de uve vista de perfil.

 

-Suerte de principiante, supongo.

 

Ante esto, dirijo mi mirada hacia la chica, quien parecía concentrada en el dardo entre sus dedos a tal punto, que podría decir que su vida depende de ello. Probablemente se encuentra pensando en algo, pero el retomar el juego de preguntas y respuestas que iniciamos en el pub en ese momento no me parecía la idea más viable. Sería algo que dejaría para cuando se hubiesen acabado los dardos. O el tequila.

 

-Ahora es su turno. -susurro, esbozando una ligera sonrisa a Juliette al tiempo que me recargo en una de las esquinas de la mesa de billar, deslizando mi mano sobre la bola ocho, de un tono oscuro, que se encontraba cerca.

 

@Juli-ette

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Hago un ademán con la mano para que beba con tranquilidad mientras escucho atentamente cada movimiento de las personas ajenas a nosotros, era una habilidad que había desarrollado tan bien con el tiempo que se había vuelto parte de mi, llamémosle un sexto sentido. Siempre pendiente por si debía escapar. En cuanto noto que el castaño bebe su parte correspondiente y se prepara para un nuevo tiro, me levanto con suavidad acercándome hasta quedar a su lado y observar más de cerca el ángulo de su mano, esta vez perfecta. Una curva se dibuja en mis labios.



— ¿New York, New York?



Digo melodiosa.



— Sabe señor Thawne, por extraño que parezca estuve en muchos lugares donde su música encendía las mejores fiestas. ¿Conoce Nueva Orleans?



El dardo pega justo en el centro, como flecha contra el negro. Detengo de golpe el movimiento inconsciente del dardo entre mis dedos para dirigir con lentitud mi mirada esmeralda a la del chico, el lo llama suerte pero se que no era sólo eso, quizá su primer tiro no resultó victorioso pero estuvo más cerca de lo que ningún "principiante" llega. El sabía técnicas, y no eran cualquier cosa.



Ante mi derrota, una sonrisa burlona aparece en mi rostro al tiempo que abro mis brazos e inclino suavemente mi cabeza a modo de reverencia. Me acerco nuevamente a la mesa y agarrando el caballito correspondiente, me sirvo de tan exquisito tequila. Suelto un suspiro, como si tal pago fuera un suplicio, sin aviso alzo mi mano hasta depositar el borde del vasito en mis labios, dejando que el liquido se deslice hasta llegar a mi garganta. Siento el ardor típico, frunciendo con delicadeza mi nariz y ante tal sensación agarro una mitad de limón, succionando un tanto del jugo logrando neutralizar tal sabor, o mejor dicho mejorándolo en demasía.



— Vaya, está fuerte.



Reí.



— Me ha derrotado con gracia y perfección señor Eobard. Felicitaciones por su pequeño triunfo.



Al igual que él, comencé a deslizarme por la mesa de billar pero esta vez pasando las yemas de mis dedos por la base de esta, observando de reojo a mi compañero, esperando a que se decidiera por un nuevo juego, luego de demostrar la destreza de ambos con la diana, no era una idea excelente quedarnos ahí apostando a menos que quisiéramos salir a patadas del pub. Lo que no era tan mala idea.



— Cómo le decía, Sinatra era bastante escuchado en muchos bares de ahí ¿sabe? Se hacían varias fiestas temáticas y le puedo asegurar que las leyendas son ciertas…era la ocasión perfecta para revivir épocas pasadas con gente del pasado.



Le miro de manera cómplice, sabiendo que entendería mis palabras al hablar de esas criaturas de la noche, peculiarmente eruditas en historia. Suavemente me senté en el borde de la mesa de billar y con un movimiento del índice, le indiqué al castaño que se acercara más a mi para poder susurrar en su oído con bastante suavidad. — Creo que el juego se haría más divertido si apostamos por quien le da primero al dormilón de la esquina. — Me mantengo seria por largos minutos, y al ver esa mirada de desconcierto suelto una sutil risita divertida, moviendo un tanto mi mentón, claro que lo haría, era un juego divertido si sabías sus reglas, pero sólo estaba averiguando sus reacciones.



Suspiré.



Volví a agarrar la botella de tequila y serví dos nuevos caballitos para brindar por esta pequeña amistad que cada minuto se afianzaba más, crucé con elegancia mis piernas y alzando mi mentón con orgullo estiré mi mano izquierda con el trago previamente servido para él. El verde esmeralda de mis ojos se hacía notar aún más bajo la tenue luz del pub, mientras que una curvatura sutil aparecía en la carne de mis rosados labios. Asentí.



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Aún sin creer mi contundente victoria en los dardos, observo a la joven cumplir con su parte del pacto. Por una alguna extraña razón, había considerado su posibilidad de escaparse de esa situación, quizá la bebida le habría parecido demasiado fuerte. Pero no, tal como yo había hecho hacía algunos instantes, Juliette deslizaba el tequila por su garganta, haciendo discreta gesticulación antes de el limón a manera de atenuar los efectos.

-Una ciudad con una gran influencia francesa, pero interesantes lugares de esparcimiento. La calidad de los casinos no es la misma que en Nevada, aunque no negaré lo bien que uno se la pasa allí. -comento, aprovechando el lapso en el que la joven cumple su parte de la apuesta.

Tras terminar su trago, la señorita hace alusión a la intensidad del sabor del tequila, sólo para elogiar mi último intento de tiro, habiendo sido mera cuestión de suerte. Podría haber anotado con la misma exactitud en mi primer intento, pero habría levantado sospechas. No necesariamente por parte de Juliette, pues por lo poco que sé de ella dudo mucho que no se haya enfrentado a situaciones fuera de lo común.

Sería en serio una lástima armar una trifulca en este lugar por unos simples dardos. Nadie es tan preciso, sí, pero la sensibilidad de algunos es mayor. Miro alternadamente a los sujetos ebrios de la barra. Cualquiera pudo haber atribuido mi victoria a trampa, llevándonos a un posible enfrentamiento a puño limpio.

-Mardi Gras... -asiento ante mención de las fiestas temáticas. -Así es...El señor Sinatra era un personaje muy querido en la Costa Oeste. Incluso, me atrevo a pensar que era uno de los nuestros. Su música complacía hasta a las más exigentes criaturas. -alcanzo otra de las bolas de billar, haciéndola girar entre mis manos.

Vienen a mí mente aquellos coloridos festejos en Louisiana al tiempo que escucho el susurro de Juliette sugiriendo un cambio de las reglas del juego. Mi reacción inicial es el desconcierto. Pero, poco a poco, esbozo una suave sonrisa. -Un tanto arriesgado, señorita. No obstante, tengo un gusto por las actividades de esa índole. Acepto con mucho gusto el reto. -concluyo, mirándole una vez más por encima de los lentes, pues sentía que el policarbonato impedía apreciar sus ojos verdes en su totalidad.

Al ver que el nivel de tequila en mi caballito alcanzaba su máximo, asiento con ligereza. El poco tiempo de convivencia no ha impedido que trascendamos en lo que parecía estar destinado a una buena amistad. El verdor en sus ojos se hacía notar donde fuera, y eventualmente he comenzado a habituarme a ello. Tomo el diminuto vaso y lo inclino ligeramente en su dirección.

-A su salud. -le doy un pequeño sorbo, sucumbiendo una vez más ante el ardor que suponía aquella bebida.

 

@Juli-ette

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— ¡El espectacular carnaval! Una lástima que me lo haya perdido este año, pero espero asistir el siguiente…si mi memoria no falla creo que caerá para el 13 de febrero.



Digo con la voz bastante animada ante tan maravilloso recuerdo, era una de las fiestas temáticas que más adoraba en el mundo, no sólo por que era la ocasión de desprender todo tipo de tabús, era una forma de librarnos por algunos días de todo el peso rutinario del día a día, impuesto por la propia sociedad. Aunque…bastante exagerado.



Asiento ante sus palabras expresando esa forma de admirar a aquel músico, palabras bastante interesante pues nunca se me había pasado por la mente que muchas leyendas quizá eran parecidos a nosotros, en el arte está la magia decían por ahí, y con su pequeña reflexión aquella pequeña frase parecía tener un cierto sentido objetivo más que metafórico.



— Señor Eobard, si me permite este atrevimiento, seria un placer compartir una temporada en Nueva Orleans con usted, para ser precisos en Mardi Gras.



Mis ojos se cierran momentáneamente ante las palabras que estaba diciendo, pues ¿Por qué arriesgarme a invitar a un extraño a un lugar como ese? No precisamente por el peligro del carnaval, si no más bien, por las personas que habitaban ese lugar, compañeros que me conocían bastante bien, pero también enemigos. De todas formas quedaban varios meses para que una cosa así se cumpliera, y en esos meses tendría dos opciones de decisión: Me atrevía a confiar en él o cortaba de raíz nuestra relación amistosa.



Los minutos pasaron y su respuesta a mi sugerencia algo inapropiada para cualquier persona me dejó sin palabras, lo único que podía formular era una sutil risita para luego posar con delicadeza mi mano en su hombro, acercando mi rostro hasta tenerlo a una distancia segura, debíamos tener cuidado con las palabras o armaríamos alguna discusión en el pub. Por supuesto que lograría algo así en el chasquear de mis dedos, me divertía bastante poner a unos en contra de otros, pero esta vez era distinto.



— A su salud.



Agarro el vasito entre mis dedos, al tiempo que observo con cierta malicia sus ojos, detrás de esa frase tan cultural a la hora de beber un trago, se ocultaba la verdad de las cosas, el trato de "maldad" que teníamos por los juegos arriesgados. Acerqué rápidamente el tequila a mis labios para beberme el contenido del caballito y dejé que el ardor pasara por mi garganta, aunque algo más acostumbrada luego de la ¿segunda? ¿Tercera ronda? No importaba mucho, me sentía a gusto.



De un saltito quedé de pie en el suelo, girando sobre mis talones para quedar de frente a la mesa de billar, estiré lo más que pude mis brazos para alcanzar las bolas de colores, un absurdo suponiendo que podía deslizarme alrededor de la mesa y no arrasar con todo sobre ella. Ordene estás acercándoselas a Eobard, para luego volver a caminar y sacar dos palos de pool, entregándole uno a él y quedándome yo con uno. En esta ocasión sería la vergüenza mundial, era pésima en juegos de esta índole pero mi seguridad se demostraba igual.



— ¿Sabe jugar señor Thawne? Por que yo no, pero creo que será divertido golpear esas bolas…



Hago una ligera mueca con mis labios.



— ¿Apostamos otra vez? O pedimos otro tesoro…



Apunto con una suave reverencia en dirección a la barra en donde se podía visualizar la infinidad de tragos saliendo cada minuto.




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No me sorprende que Juliette tenga conocimiento de la celebración de Mardi Gras. Después de todo, es muy famosa en la comunidad nomaj. Y para dos individuos que han pasado prolongados lapsos de tiempo viviendo entre los no mágicos, no es la excepción. Su homólogo brasileño, el Carnaval de Río de Janeiro, también era bien conocido por muchas personas. Pero más imprudente que aquel festival realizado en Nueva Orleans, cuyos colores siempre han sido de mi agrado.

 

-Seríamos dos. No me pude quedar mucho tiempo este año...Llámese una pequeña complicación. -sonrío con recatada malicia ante el comentario de la joven por no poder asistir a la edición del 2017. -Vaya atrevimiento, señorita, me ha tomado por sorpresa.

 

¿De qué va todo esto? Por lo general, una persona comenzaría con una invitación a su hogar, y eso ya sería poseer un lazo de confianza concreto si se trata de alguien a quien apenas se conoce. No lo pienso porque no confíe en la ojiverde, sino por el hecho de que la invitación a una festividad no mágica resultaba de lo más intrigante. Si bien había pasado tiempo sin tener que adentrarme en la comunidad mundana, ¿por qué no habría de hacerlo?

 

-Pero, naturalmente, acepto su invitación. Será un placer complacerle con mi compañía durante el próximo Mardi Gras.

 

La perspectiva de volver a Nueva Orleans resulta un tanto alarmante, pues estoy casi seguro de que no seré tan bien recibido ahí. Para mi moderada suerte, la facilidad con la que la joven y yo podríamos pasar desapercibidos resulta tentadora. Mientras no generáramos un altercado lo suficientemente comprometedor para atraer al MACUSA, algo bueno podría salir de aquella visita. Si es que se concretaba, pues la última edición había concluido recientemente. Nos daba suficiente tiempo para estrechar la confianza entre ambos. Y para pulir nuestras destrezas mágicas, por si la ocasión lo ameritaba.

 

Tras el breve lapso en el que ambos decidimos enfocarnos a disfrutar de nuestras bebidas, puedo notar que tenemos cierta predilección por causar estragos, o al menos efectuar prácticas que probablemente terminen en un completo desastre. Una combinación peligrosa, debo admitirlo. Observando a la joven preparar el terreno de la mesa de billar para nuestra siguiente actividad, puedo asegurar sólo dos cosas que eventualmente sucederán con el tiempo. Ella se contagiara de mi prudencia ante, básicamente, todas las situaciones a las que me enfrentara. O, que yo terminara por abandonar mi cautela y actuara acorde al fragor del momento.

 

-No soy un as, pero supongo que podemos intentarlo. -atrapo el palo de pool y lo hago girar sobre la espalda cual tridente. -Me disculpo por mi pésima demostración de testosterona, señorita.

 

Ante el inminente agotamiento de la primera bebida que hemos solicitado desde nuestra llegada, comienzo a sopesar otras alternativas. El pub tenía bastante stock, por lo que no dudo que puedan complacernos en cuanto a nuestros deseos de consumir cierto tipo de trago. -Sugeriría algo, quizá, más frío. Digno de la madre Rusia...¿Vodka, tal vez?

 

Esta ocasión decido anticiparme a su invitación de que sea yo quien dé inicio a la partida de billar, con el miedo latente de volver a hacer el ridículo. No podía arriesgarme a tal cosa, menos con aquel par de globos oculares cuyos destellos verdes, y comenzaba a admitirlo, me distraían a momentos. Acomodo cada una de las bolas usando el objeto triangular designado para tal actividad, y centro la figura sobre la superficie de la mesa. Acto seguido, retiro al aditamento de madera.

 

-Las damas primero. -extiendo mi mano, suavemente, dejando espacio para que Juliette haga su movimiento.

 

@@Juliette Macnair

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Ante su bien esperada respuesta suelto una pequeña risita al tiempo que voy deslizando ambas manos por mi cabello para poder amarrar las hebras en una cola alta e imperfecta, sólo para despejar mi rostro como si de aquella forma estuviese preparándome para un duelo importante. Agarro firmemente el palo de pool en mi mano derecha, ejerciendo presión en el suelo al inclinarme ligeramente en su dirección, tenía la manía de estar apoyándome en lugares extravagantes.



Naturalmente también me toma por sorpresa su confirmación a mi invitación.



Honestamente tampoco sabía el por que había apostado por su compañía en Nueva Orleans, era la ciudad de la lujuria y la vida eterna, pero también era un lugar de infinitos trucos, donde tu vida estaba en constante peligro si no sabías los códigos y los lugares correctos. Sin embargo, compartir una fracción de mi con él me hacía sentir bien, quizá estaba confiando un poco más rápido de lo usual, su sarcasmo y su traviesa forma de ser era bastante interesante, llamaba bastante mi atención la forma en la que nos complementábamos aún sin saber nada del uno y del otro. De todas formas algo me hacía temer, no por que desconfiara de Eobard, sólo no quería que el saliera dañado por mis demonios del pasado ¿y si pasaba lo mismo de Julian? No podría soportar llevar otra culpa sobre mis hombros.



Respiré profundo, disimuladamente al volver a incorporarme, dejando todo el peso de mi cuerpo como debía ser, sobre ambos pies. Miré nuevamente al castaño, el momento justo en que daba demostraciones de artes marciales ¿debía ir guardando estos momentos en mis recuerdos? Era algo gracioso pensar que quizá pudiéramos ir organizando nuestros recuerdos en pequeñas carpetas, algo así como un móvil muggle. Cubrí un tanto mis labios evitando burlarme, pero era imposible.



Por merlín, nunca antes había visto mover el palo de esa forma. Estoy sorprendida, creo que superó de sobre manera su excelente acento alemán.



Una curva lenta y sugerente aparece en mi delicado rostro, el destello en mi mirada indicaba el pequeño juego de palabras que estaba teniendo con él, pero luego de unos minutos vuelvo a mostrar la melodiosa risita que tanto me caracterizaba. Asentí bastante animada ante la idea de tomar otro tipo de bebida, para luego comenzar a caminar en su dirección y alzar mi mano en un choque de palmas, sólo para afianzar la confianza. Observo detenidamente la forma en la que ordena las bolas y en cuanto me da el paso para comenzar, presiono un tanto nerviosa mis labios. Ahora si que no tenía forma de demostrar perfección en el juego.



Lo miré nuevamente.



Espero no matar a nadie…



Volví a sonreír para mi y agarrando el palo de pool lo posiciono de tal forma que quede a la altura de mi cadera, coloco mi mano izquierda en el extremo fuera de la mesa, y con la otra intento posicionar la punta de este con mi pulgar e índice. Me inclino ligeramente hacia la mesa observando fijamente la bola blanca, hago un rápido movimiento con mi brazo y golpeo esta logrando que choque con las otras bolas, varias salen en distintas direcciones pero ninguna cae cerca de la meta como para gritar victoria. Hago una leve mueca y negando un tanto vuelvo a incorporarme.



Nos acabaremos el vodka con mi excelente puntería. De todas formas es su turno, estoy segura de que lo hará mejor que yo.



Volví a apoyar mi peso en el palo de pool, dejando reposar mis manos sobre este para también dejar mi mentón sobre estas y observar por algunos segundos al castaño, admito que el gris de sus ojos no era semejante a ningún otro, me hacía querer mirarlo y quien lo diría, sólo por el placer de tener la atención de esos grises sobre mis verdes. Como era de esperarse vuelvo a cambiar la dirección de mi atención a los jóvenes a cargo de la música ¿estaban conscientes de lo que estaban haciendo? Por que eran sin duda un desastre con piernas, a penas si se podían entre ellos.



@@Eobard Thawne


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-Me gusta anticiparme a ciertas situaciones.

 

Sonrío ante su reacción al haber aceptado la invitación a pasar un tiempo en Nueva Orleans. Una vez más, nos adentramos en el juego de palabras, dejando una libre interpretación a las mías, pues estoy seguro que la joven sabrá descifrar el significado de aquel comentario. Al verle adoptar una posición de concentración, sé que el enfrentamiento en la mesa de billar será para el recuerdo, pues esta ocasión no dejaría que la venciera tan fácilmente.

 

La perspectiva de la visita a la Costa Oeste, aún lejana, parece ser una excelente oportunidad de descubrimiento mutuo. Nueva Orleans, en particular, se caracteriza por su bajo mundo, muy distinto de aquel que se retrata en los periódicos o las películas no mágicas. El hampa nomaj era quizá la menor de las preocupaciones, ya no digamos el mágico. Y eso sin contar a las innumerables criaturas y personalidades que elegían tal locación para refugiarse. No había conocido un lugar tan lleno de vileza como aquel. Aún.

 

-Créame, el acento alemán fue sólo el inicio. ¿Por qué no sorprender con algunas destrezas, directas de mi repertorio? -río, dirigiéndole una mirada de sosiego a la joven, negando ligeramente con la cabeza.

 

Todo aquel asunto de mis inesperadas reacciones posiblemente quedará grabado para la posteridad. En el choque de palmas puedo casi asegurar que será difícil de olvidar aquella situación. Y no es porque me guste generar pena ajena, sino por un presentimiento. Una sensación de que, mostrar una faceta quisquillosa y extrañamente irracional, había sido la principal razón para que dichos ojos esmeralda se dirigieran hacia mí.

 

-Sí mata a alguien, asegúrese de que experimente una larga sensación de agonía, hacerlo rápido sería quitarle parte de la diversión a esto. -ironizo el comentario de la joven, quién se prepara para hacer el primer tiro, adoptando una postura que denotaba concentración total. Aprovecho el breve lapso para llamar la atención del barman, levantando la mano. Al cruzar la mirada con Zeta, gesticulo el nombre de la bebida que deseo que se nos traiga. Mirando de reojo la técnica de Juliette en la mesa, contemplo, con un ligero pesar, la marcha de la botella de tequila, siendo reemplazada por una cuyos diseños parecían haber sido tallados a mano, además de ser de una capacidad considerablemente superior al de su predecesora.

 

El crack que genera el impacto entre las bolas hace que vuelva a dirigir mi mirada hacia el juego, donde la chica no ha resultado tan afortunada. A decir verdad, el juego consistía más en planear una estrategia, que la pericia propia en sí. Levanto mi mirada con Juliette, una vez más parecemos enfrascados en un instante en el que simplemente nos limitamos a analizar los globos oculares del otro. Últimamente busco cualquier excusa para encontrarme en el campo de visión de aquellos orbes esmeraldas.

 

-Sí cree que su puntería es promedio, podría decir que la mía se encuentra por debajo de éste.

 

Gesticulo una ligera sonrisa ante la joven, quién parecía observar a los músicos, esperando por su siguiente turno. Al juzgar por la posición donde ha caído la bola blanca, cerca del hueco intermedio izquierdo, hay probabilidad de que por error mi oportunidad se frustre en una triste penalización. Se trata de una trampa. -Bien jugado. -pienso, soltando una leve risa.

 

Con el debido cuidado, coloco mi mano izquierda sobre el borde de la mesa, intentando no empujar la bola hacia el orificio. Una vez lista, deslizo el palo de pool a través del índice y medio, sin inclinarla tanto, pues también resultaría contraproducente. Me posiciono, dando un paso hacia atrás y flexionando mis rodillas, quedando al nivel suficiente para poder apreciar la pulcra esfera. Respiro con suavidad y, dándole un considerable impulso a la vara de madera, atestó un veloz golpe a lo que considero es el centro de la bola.

 

-Una pena. Creo que el vodka tendrá que esperar. -suspiro, observando la reacomodación del resto de las bolas sobre la mesa. Algunas apenas y se desplazan, destacando dos de ellas que, debido al choque con el objeto níveo, se acercan peligrosamente hacia el orificio inferior derecho. Si la joven llegara a aprovechar el regalo que le hecho tras cometer dicho error, estaría perdido.

 

@@Juliette Macnair

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En cuanto vuelvo a dirigir la esmeralda mirada al castaño, este ya estaba preparado para comenzar con su partida, y admito que llevar mi atención a los músicos había sido sólo una excusa para no seguir conectada a la profundidad de sus grises, la sensación aunque extraña era, me hacía sentir una comodidad inexplicable, una confianza que quizá podía ponerme en peligro. Suelto una risa ante la respuesta indudable de mi técnica desastrosa y moviendo un poco mis manos en ademán a que prosiga respondo.



Bueno, si es una destreza tan típica de su repertorio estoy más que segura que me dejara en considerable desventaja.



Camino lentamente hasta alcanzar con mi mano derecha la botella de vodka, deslizando las yemas de mis dedos por el tallado tan peculiar de esta, como si de aquella forma pudiera experimentar una especie de magia ancestral. Excelente elección sin duda, y a pesar de que mi bebida favorita iba a ser siempre el vino, el vampiro me había instruido en los más finos tragos del mundo, siendo el vodka su favorito. El impacto del palo contra la bola llama nuevamente mi atención, sonriendo con una pequeña pizca de satisfacción, era mi mal querer salir triunfante la mayor parte del tiempo.



La curva se transforma en una pequeña mueca de condolencia, me acerco un tanto a la mesa de billar, cerca del orificio en peligro para poder observar la posición de las dos bolas frente a frente, y a pesar que a simple vista se veía bastante fácil el salir triunfante, escondía su técnica. Vuelvo a incorporarme, posando mi espalda lo más recta posible, casi como si un hilo tirara de mi cabeza para mantener lo más alto el mentón.



Creo que ambos merecemos un trago, perdimos al unísono.



Río.



Vuelvo a acercarme con la botella, para poder verter el tan cristalino brebaje en dos vasos largos con hielo en su interior, lleno hasta la mitad y vuelvo a dejar el vodka en la mesa de nuestro lado. Le entrego el suyo con una sonrisita burlona, para luego chocar los cristales con bastante delicadeza pensando en los regaños de Julián, — No choques simplemente las copas, debes tener clase. — enseguida rodee los ojos ante ese pequeño recuerdo. Una vez con el pase libre, bebí un sorbo del trago experimentando el fuerte ardor provocado en la garganta, frunciendo sutilmente la nariz para luego dejar una sonrisa de satisfacción en mi rostro.



Debo admitir que puro sabe exquisito. Por cierto…tiene toda la razón al respecto con la lenta sensación de agonía, eso hace del juego mucho más excitante.




Lo miro por sobre el hombro antes de volver a agarrar el palo de pool firmemente entre mis manos, preparando mi siguiente movimiento determinada a salir ganadora de esta partida, como lince miro la bola blanca y luego el objetivo, una bola roja cercana al orificio derecho, peligrando con una simple brisa en caer por ese ducto. Suelto el aire acumulado lentamente para agachar un poco mi cuerpo ante la flexión de mis rodillas, presiono mi labio inferior sutilmente con mis labios y en un rápido movimiento, hago que impacte con la bola deseada. Bufo decepcionada, cante adelantada la victoria y perdí. Al parecer apliqué demasiada fuerza y aunque la bola rozo peligrosamente el borde, sólo chocó y se volvió a deslizar hacia atrás quedando lejos con sus otras compañeras, sólo restaba que aprovechara la cercanía de la amarilla.



Creo que usted sabrá aprovechar mejor la oportunidad que yo.



Vuelvo a posicionarme al otro lado de la mesa de billar para dejarle el espacio suficiente como para que lanzara su próximo movimiento con más comodidad, me apoyo suavemente contra una pared sonriendole cómplice, para variar y como en todos los bares/pub los músicos tenían esa manía de beber hasta más no poder y la música que ambientaba el lugar parecía choques de instrumentos en un jardín de pequeños brujos. Lancé una mirada asesina a la esquina y con determinación me moví hasta ellos, les hice callar con un pequeño susurro y deslizándome como sombra hasta llegar frente a Zeta le hice señas para llamar nuevamente su atención.



— Dime algo ¿existe la posibilidad de poner música por nuestra cuenta? Míralos...



Apunté a los jóvenes con un leve movimiento del mentón, y ante la aprobación del moreno, una sonrisa traviesa aparece en mi rostro. Asiento a modo de agradecimiento y me acerco a su oído para susurrar la canción que quiero suene en la próxima salida. Una vez con mi deseo permitido vuelvo radiante, meciendo sutilmente mi cabello ante el pequeño movimiento de caderas que hago al escuchar como comienza esta. Llego a mi destino, al lado de Eobard y lo miro sonriente, esperando su comentario de aburrimiento sobre mi pedido ¿pero que esperaba? era un clásico en los bailes con Julian.



— ¿Demasiado muggle quizá? Debes admitir que tiene una chispa exquisita...



Digo sugerente.




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Ambos habíamos sido demasiado confiados en aquella partida, lo suficiente como para creer que alguno lograría derrotar al otro, pero la situación finalmente desembocó en un empate. Una sonrisa casi imperceptible es trazada sobre mis labios al pensar en lo cerca que estuvo la joven de vencerme en mi propio juego. Habíamos cometido demasiados errores como para poder declarar a un ganador parcial.

 

-Y es el momento justo en el que me disculpo por mi falta de habilidad. No es excusa, pero hacía tiempo que no jugaba.

 

Estoy fuera de forma, si se le puede llamar así a la poca concentración que experimenté durante mi oportunidad para coronarme vencedor. Acepto el vaso con aquel líquido cristalino de manos de Juliette, a quién le dedico una irónica reacción de tristeza, levantando la mano derecha, que tengo libre, ante su sonrisa burlona. No por el hecho de haber empatado, habríamos de sentirnos mal. Mientras ella se bebe el contenido de su vaso, yo lo observo unos segundos, apreciando el tenue efecto que despedía el hielo al entrar en contacto con la bebida, generando una especie de vapor de agua.

 

-Ya bebe, tonto, o quedarás peor parado de lo que ya estás. -pienso, escuchando el comentario de la ojiverde sobre la calidad del vodka. Parecía haberlo probado antes. En un solo movimiento, decido acabar con mi parte del trato, mordiendo suavemente mi labio superior ante el ardor, pero cediendo ante el fresco dejo de sabor. -En ese caso, al paso que vamos, este juego será tan divertido como agonizante. -comento, sopesando la posibilidad de que ahoguemos el marcador y no haya un ganador.

 

El juego continua, y la chica parece estar resuelta a ganar en este nuevo intento. Me paseo alrededor de la mesa, esperando que efectúe el tiro, no por apremiar, sino con el propósito de examinar. Su técnica parece aún más elaborada que la mía, tan sólo en el posicionamiento de su cuerpo respecto a la mesa parecía darle una ventaja a considerar en la potencia del tiro. Expectante, escucho el sonido de impacto entre las esferas, como intentando calcular mentalmente las probabilidades de que la bola roja entre al orificio. Para la suerte de Juliette, ha sido otro intento infructuoso.

 

-Espero estar a la altura, señorita. Generalmente, tiendo a arruinar hasta las oportunidades más claras. Ya pudo comprobarlo.

 

Río, afirmando mi propio argumento. Para este intento, decido probar suerte con la bola amarilla, en parte para complacer a la joven, pues lo más seguro es que falle en mi afán por demostrar mi valía. El tiro directo a la colorida figura era un tanto arriesgado, los movimientos pasados así lo habían constatado. Quizá por suerte, o por inercia, la bola blanca había quedado en una posición un tanto diagonal con respecto a su homóloga del color de los canarios.

 

Cambio de mano para esta ocasión, apoyando el palo de pool sobre los dedos índice y pulgar de mi mano derecha, la cual había colocado dentro del campo de juego mismo para mayor precisión. Ante la partida de Juliette para solicitarle algo a Zeta, decido hacer mi jugada. La bola directora golpea con suavidad a la esfera amarillenta, causando que se desplace un par de centímetros hasta finalmente depositarse dentro del orificio.

 

-Cuestión de suerte. -conjeturo, pues la joven ha regresado en el momento justo de mi victoria. El cambio en la música al parecer me ha sentado bien, pues a comparación de la basura que los ejecutantes ofrecían previo a la orden del barman, en parte debido a los excesos con la bebida, el nuevo ritmo demandaba una dosis de concentración.

 

-Y creo que, habiendo incursionado antes en la comunidad no mágica, no hay razón por la que no deban gustarnos algunas de sus contribuciones al acervo musical. Elegiste muy bien, querida. -cometo un arriesgado movimiento al tutear a la joven, pues quizá aún no considere lo mismo que yo al pensar en el fortalecimiento del vínculo de confianza. Más aún, el llamarle "querida" quizá ha sido imprudente, por no pensar en algo más fuerte.

 

Sin esperar a su reacción, decido continuar mi intento, pues la regla del vencedor me otorga un tiro complementario. Giro mi mirada hacia la bola negra, aquella figura esférica con el número ocho trazado finamente. Desde que nos acercamos a la mesa, aquel objeto me había llamado la atención, por lo que era inevitable no querer conseguir una victoria con dicho número, considerado siempre el más difícil de llevar a uno de los orificios.

 

Pero he pagado caro mi atrevimiento, pues al querer completar la hazaña, realizo mi lanzamiento con tal rapidez, que la bola negra, situada a mitad de camino entre los dos orificios superiores, sale volando a gran velocidad de la mesa.

 

-No, no... No lo entiendo. -lanzo el palo de pool, que se queda estático sobre la superficie de la mesa y miro la mano que lo sostenía, intentando averiguar si tenía algo que justificara la violencia del tiro. No había manifestado signos de fuerza sobrehumana en el pasado. Una vez más, cuestión de suerte. Busco la esfera azabache con la mirada discretamente, pues en el peor de los casos le habrá atinado a algún mago ebrio de la barra.

 

@@Juliette Macnair

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