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El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM B: 102350)


Sagitas E. Potter Blue
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Sentir la suaves caricias de los labios del Viatore sobre los suyos era uno de los más grandes placeres que tenía en la vida, le encantaba sentir la calidez de su boca sobre la suya, justamente por eso se encargó de alargar un poco más el suave beso que le había propinado. Cerró los ojos justo antes de que él la vendara con el pañuelo color salmón. Por alguna extraña razón el joven tenía una gran afición por darle sorpresas y para asegurarse de que ella no hacía trampas le cubría los ojos con cuidado.

 

Confiaba plenamente en el pelinegro, pero algo en su interior la hacía poner inquieta, el estar cegada y ajena de lo que pasaba a su alrededor la ponía más y más nerviosa. Intentó imaginar su entorno, pero cuando el joven la levantó del suelo hizo que se desconcentrara. Se aferró al cuello de su camisa mientras enredaba sus piernas al rededor de su cintura para evitar caerse con cada paso que el muchacho daba.

 

Y de ponto, se detuvo. La Hawthorne no podía creer que no había podido distinguir la sorpresa estando a un poco más de 50 metros. Abrió la boca para decir algo, pero el joven mago ya la había bajado de sus brazos y estaba quitándole la venda de los ojos para devolverle la visión.Pestañeó varias veces para poder acostumbrar sus ojos a la claridad mientras giraba sobre sus talones.

 

No pudo evitar sonreír ante la sorpresa con la que la había esperado, los globos atados le indicaban el camino hasta el picnic romántico que él mismo había preparado. Estaba más que segura de que había olvidado algo, pero el mago solía tener estos pequeños detalles sin que sea un día especial para ambos. Giró para mirarlo, con un brillo único y especial en los ojos. —Te amo—. Se había quedado sin palabras, en verdad no sabía que decir más que eso.

 

Tomó su mano nuevamente con delicadeza para avanzar hasta la manta colorida que esperaba por ellos sobre el césped. —Que bonita sorpresa, Drake—. Sonrió mientras se sentaba sobre la manta a su lado. — De verdad no me esperaba esto — le confesó mientras besaba su mejilla en forma de agradecimiento — no debías molestarte, amor.

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**Drake Viatore**

 

El Italiano admiró con sigilo cada una de las expresiones de Isabella, la mujer que le permitiera formar parte de su vida y no sólo eso... le había convertido en padre sin si quiera saberlo o sospecharlo, mas para ambos ese detalle les unía de casi forma irrevocable aunque también se había conversado de que a veces un amor por siempre no es duradero en una tierra tan llenas de cambios, sin embargo estaban dispuestos a disfrutar de cada momento sin pensar en eso, en un hecho de la vida como lo es la llegada de la primavera y la conclusión del invierno.

 

Adoraba ver cada uno de sus gestos, desde la brillante sonrisa que adornaba su rostro hasta la forma como sus labios se fruncían con ligereza al tener que hacer algo que no le agradaba mucho, como era cocinar mas tenía que admitir que tan sólo tenerla a su lado cubierta de harina y con esa mirada en la que solía perderse cada vez que la contemplaba no importaba nada más que poder tomarla de la cintura y besarla lentamente teniendo cuidado de no dañarle por el anhelo de su propio cuerpo.

 

Sonrió al escuchar aquella sencilla y maravillosa palabra ─nos amamos ─ replicó sutilmente mientras dejaba que le tomara de la mano para que juntos anduvieran por ese camino tan improvisado que nadie imaginaría que el mismo ato cada globo al césped, teniendo la desafortunada perdida de uno cuantos que habían escapado con el viento, al igual que ella se sentó a su lado y negó un par de veces sus declaraciones ─no es molestia en lo absoluto mi amor ─exclamo entrelazando sus dedos con los de la Hawthorne para besar el dorso de su mano.

 

─Es sólo un pequeño detalle representando lo especial que eres para mí ─añadió abriendo un poco la canasta de la comida para que pudiera elegir lo que así deseara, ─¿qué se te apetece? ─preguntó mostrándole emparedados curiosamente cortados en forma de peces y estrellas, además de una ensalada que tenía pasta, algunas frutas de temporada y por supuesto aún estaba le vino rosado, además de las copas.

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  • 2 semanas más tarde...

La mentira más grande que le habían dicho era que el hombre perfecto no existía, ahora entendía que la autora de esa famosa frase jamás había encontrado al verdadero amor de su vida, porque cuando se ama de verdad hasta las imperfecciones de una persona se vuelven perfectas, porque cada persona es única y especial, con o sin errores. Para ella, el hombre perfecto estaba sentado a su lado, diciéndole que ese pequeño detalle representaba lo especial que era ella para él.

 

Tus labios, eso se me antoja —. Le Contestó casi inmediatamente mientras rodeaba el cuello del vampiro con uno de sus brazos y lo besaba suavemente olvidando por completo la comida que seguramente él había preparado. En ese momento no le importaba nada, ni siquiera el hambre que tenía por haberse saltado el desayuno de esa mañana. Apretó su mano con suavidad mientras se separaba levemente de sus labios para ver los faroles que iluminaban su vida.

 

Te he extrañado mucho, pero cada vez tengo más y más cosas que hacer —. Amaba su trabajo, el hecho de haber abierto su propio negocio y volver al hotel, pero tenía que admitir que aún no se acostumbraba al hecho de no estar siempre al lado del vampiro, despertar en sus brazos y con sus besos. Pegó más su cuerpo al de ella, abrazándolo mientras dejaba caer todo su peso sobre su cuerpo sin importar que ambos cayeran sobre la gramilla.

 

Pero, hoy pienso pasar todo el día a tu lado —. Sonrió ampliamente, aunque en sus ojos había un destello de tristeza por la amargura que le generaba el solo pensar que tendría que pasar muchas horas lejos del Viatore y de Becan. — Te amo te amo te amo —. Repitió una y otra vez hasta el cansancio mientras llenaba su rostro de besos dejando marcas de su labial rojo por todo su rostro.

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Elfo:

 

El elfo se secó las huellas de sudor que cubrían su frente. Había costado mucho y, además, sin la ayuda de ninguno de los humanos que se habían comprometido a eliminar las gramíneas del Parque, las causantes de las fiebres de algunos animales del Circo. Estaba acostumbrado a eso, la verdad, a trabajar sin que nadie le ayudara, pero vamos, que después de prometer toda la ayuda imaginable, la misma Ama Sagitas había desaparecido del lugar, sin dejar señales de vida. Sólo su elfo personal, Harpo, parecía saber a donde se había ido de un día para otro, pero no soltaba prenda, ni siquiera a la familia de la Ama. Eso a él no le interesaba, aunque ya le habían llegado rumores funestos que le repugnaban, sobre la suerte de la mujer dueña de tantos negocios en el pueblo.

 

Se sentía inquieto, pero no preocupado del todo. Si realmente hubiera fenecido, Harpo hubiera preparado uno de los funerales más fastuosos del pueblo, así que no le daba más importancia a los rumores. Cuando tuviera que aparecer, ya lo haría.

 

Acabó de quemar todas las plantas malas y se preocupó que el humo no llegara hasta los presentes del lugar. A lo lejos, una pareja parecía disfrutar de la calma del Parque, que invitaba a intimidades y a dejarlos en paz. Por otro lado, el perfume de las rosas que envolvían los robles a la orilla del lago hacía del Parque el lugar apacible y tranquilo que siempre había buscado la dueña.

 

El elfo apagó el fuego e inició el camino hacia el Circo. Ya que Sagitas había desaparecido, debía informar a Harpo que el rastrojo y la queja de las gramíneas había acabado. Después descansaría un rato.

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**Drake Viatore**

 

Sonrió ante la respuesta que la mujer que lo volvía loco le daba, no podía creer su fortuna al oír exactamente aquella aseveración, retiró un par de mechones de su sedoso cabello rubio platinado de su rostro antes de que ella le rodeara con sus brazos y le llevará justo ahí donde un ser de tanta oscuridad sólo en sus leves sopores podía imaginar un mundo sólo con cerrar los ojos al disfrutar del dulce sabor de sus labios en forma de corazón que le llenaban de las caricias más sutiles y embriagadoras.

 

Ladeó la cabeza para hacer más profundo y duradero el beso mientras sus manos delineaban el cuerpo de quien se convertiría en su mujer, aquel vampiro se sentía de lo más afortunado y eso nadie podría cambiarlo jamás. ─Yo muero con lentitud cada segundo que debo pasar alejado de tu lado ─le confesó sin dejar de acariciar su cabello que deslizaba entre las yemas de sus dedos sintiendo el deseo de unir más que sólo sus labios que le encantaban y le dejaban sin aliento cada vez que así se besaban ─no puede ser de otra manera, hoy eres completamente sólo para mí ─le susurro al oído justo en que con su dedo índice acariciaba la cálida y tersa piel de su mejilla.

 

Había sido tal la efusividad con la que la Hawthorne le había besado que Viatore rió en el instante que se dejo caer contra su espalda y se llevaba con él a Isabella que quedo recostada justo encima de su pecho ─eres realmente hermosa…─proclamó sin apartar su mirada quizá del rostro divertido de su amada dama de ojos de plata ─y yo también te amo infinitamente y a cada segundo más y más ─sonrió al imaginar su rostro lleno de marcas del labial de ella, aunque eso le resultaba por demás encantador ─y a mi se me antoja todo de ti, pero ya habrá tiempo de estar juntos aunque seguro me veo más que guapo con tus besos ─un guiño travieso le dedicó antes de que con cuidado se incorporara atrayéndola a su lado ─dime ¿qué deseas hacer primero?

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No pudo evitar sonreír mientras escuchaba el comentario que el Viatore hacía por las marcas de labial en su rostro, no estaba equivocado ya que tenía marcas rojas que habían manchado su blanca piel. — Te ves irresistible —. Lanzó un gruñido seductor al mismo tiempo que frotaba su pulgar sobre las marcas de labial limpiándolo.

 

Simplemente adoraba pasar tiempo a su lado, ya que vivían un amor joven y lleno de cosas nuevas por descubrir juntos, hacía ya casi un año que se volvieron a encontrar y revivir su amor de la manera más dulce de todas. — ¿Qué quiero hacer? — Repitió mientras se acomodaba a su lado con cara pensativa.

 

—Supongo que comer algo primero no estaría nada mal — sonrió mientras toaba un sándwich en forma de pez al mismo tiempo que le pasaba la canasta — déjame adivinar… ¿te ayudó Becan? — Inquirió mientras le señalaba la particular forma en la que estaba cortado el pan. — ha heredado tus dones culinario para la cocina —. Sonrió mientras lo contemplaba y se dignaba a comer.

 

— ¿Sabes? Si sigues así terminaré rodando, he subido mucho de peso esta semana —. Hablar sobre sus problemas era algo que no lo hacía con frecuencia, pero consideraba algo positivo haber subido de peso en el último tiempo. Sabía que debía recuperar su salud para poder tener una vida plena y sobre todo, tener bebé.

 

Nunca había hablado con el Viatore sobre eso, pero sabía perfectamente que a él no le agradaría la idea de tener un bebé careciendo de buena salud, ya que podría ser peligroso para ambos. Aunque sabía que estar del todo bien no sería fácil lo intentaría.

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Elfo:

 

El elfo doméstico se acercaba a la verja que separaba el Parque del Circo, cuando sintió un ruido. Era anómalo. Aquel susurro de algo arrastrándose por la hierba parecía más de un animal que se acercara a hurtadillas. Arrugó el ceño. Conocía todos los animales que había en aquel parque y no había ninguno que se comportara de aquella manera. Tal vez los Grindylows, o el Kelpie, pero no, en ningún momento saldrían del agua. Aquello, fuera lo que fuera, se arrastraba por la hierba.

 

El elfo no era curioso, pero sabía que, ante todo, estaba la seguridad de los paseantes que usaban el Circo o el Parque. Debía preocuparse de que o pasara nada a nadie o la Ama se enfadaría. E incluso podrían cerrarlos. El Ministerio estaba muy pesado con las medidas de seguridad extra para los animales de ambos negocios.

 

Así que se alejó del camino y rastreó por la hierba. Lo que fuera, no era un animal corriente. Tal vez una serpiente, pero debía de ser gigantesca para dejar ese rastro por el suelo. Demasiado grande. A menos que... se hubiera... escapado...

 

-- ¡Gárgolas Galopantes! Estas huellas son del Basilisco.

 

El elfo dio un salto hacia atrás y miró a los lados, aunque con las dos manos en los ojos, con miedo. ¡Había que avisar de lo que había encontrado! ¡Al Enano Gruñón del Circo! Que él lo comprobara, puesto que era el responsable durante la ausencia de la dueña.

 

-- ¡Gruñóoooooon! ¡Gruñóoooon! ¡Creo que el Basilisco se ha escapado de su jaula y está campando por el parqueeeeee! ¿Qué hacemos, Gruñóoooon?

 

El elfo no dejaba de gritar mientras corría hacia la entrada del Circo, en busca de ayuda.

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Necesitaba caminar, calmarme, pensar, alejarme de todo y un poco de todos; necesitaba salir corriendo y perderme un poco de todo lo que había en mi cabeza. Necesitaba encontrar mi paz alejar mi mente de tantas cosas que estaban pasando en mi vida en estos momentos pero no era fácil en un lugar como mi casa o la casa de mi hermano, demasiada gente y tenia muchas cosas que pensar con claridad.

 

Empecé a caminar hacia la carpa del circo, era uno de mis lugares favoritos en todo el mundo, no solo recordaba a mi padre sino que también me brindaba una gran cantidad de tranquilidad al pasar practicando en la carpa desde siempre. Pasé por uno de los corredores alrededor de la carpa viendo los carteles de los mejores momentos de cada función. Xtrada y los hipogrifos, las hermanas geishas, la cuenta cuentos, las danzas de malabar, Piro y sus piruetas...

 

Sonreí mientras pasaba las manos por los carteles del circo recordando y puse una mano en mi vientre pensando que podía hacer: Sean quería conservar a nuestro bebe, salvarnos a ambos, mi hermano también pensaba igual que mi prometido aunque difería ante el hecho de conservar al padre.

 

Hice una mueca mientras miraba los carteles, yo por el contrario sabia que no podía salvarnos a ambos: si quería salvarme a mi y curarme del todo tenia que matar a Helixeo y dedicar mi fuerza y energía a una total recuperación. si quería salvar a mi hijo tenia que bombardear mi cuerpo con muchísimas pócimas diferentes: entre ellas la poción especial de mi padre para neutralizar mis poderes demoníacos para poder tener a mi bebe ya que mi naturaleza demoníaca difería mucho con la oportunidad de dar a luz una nueva vida como me había sucedido con mis hijas: Elisabeth e Ishtar.

 

Me froté los ojos intentando aclarar mi cabeza, necesitaba a mi madre con urgencia, necesitaba consultar con ella, que me ayudara... me sentía absolutamente perdida, sacudí mi cabeza mientras seguía andando por dentro de la carpa del circo.

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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Caminé por el parque, despacio, valorando aquel lugar que no había visto en tres meses. Era bonito volver a casa, a los negocios, al trajeteo del pueblo... Solté un suspiro feliz y comencé a tararear una cancioncilla algo "verde" que se oían en los tugurios muggles. Era maravilloso volver al Circo. Esperaba que todos me recibieran con los brazos abiertos y hasta que hiciéramos una fiesta improvisada a la que invitaría a Ana y a Alexei, la pareja del Parque. Me acercaba a la verja del Circo cuando sentí gritos. ¡Leñes! ¿Este era el recibimiento que me merecía?

 

-- ¡Hey! ¿Qué son esos gritos? -- pregunté a uno de los elfos que corría por la carpa del Circo.

 

-- ¡Ama Sagitas! ¡Por fin! ¡Se ha escapado el Basilisco!

 

Enarqué una ceja. ¿Es que no podía alejarme del Circo ni un poquito que ya me perdían los animales.

 

-- ¡Inaceptable! ¿Se está buscando al bicho? ¿Y cómo el Enano Gruñón ha permitido semejante barbaridad?

 

Los elfos corrían de un lado al otro y miré hacia el exterior del parque. ¿Debería evacuarlo? Un basilisco no es cualquier cosa y si petrificaba a alguien se me podía caer el pelo.

 

... Aunque también podía ser una buena publicidad para que los habitantes de Ottery quisieran ver al Basilisco Asesino...

 

Casi sonreí antes de darme cuenta que era inaceptable. No me podía permitir petrificados en mis negocios.

 

-- ¡Demonios! ¿Y cómo ha podido escaparse? ¿ES que se han relajado los sistemas de seguridad mientras he estado fuera? ¿Es que ningún miembros de la familia se ha pasado por aquí a echar una ojeada? Vaya familia -- dije, enfadada. Sentí pasos que se acercaban y me giré, para interpelar al miembro del Staff para saber qué había ocurrido. -- ¿Perenela, eres tú?

 

La furia se transformó en dulzura al verla y miedo al notar que estaba muy pálida.

 

-- Pareces cansada...

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Me quedé de piedra. Escuché a los elfos y los enanos correr y me apresuré a salir de la carpa del circo para ver de que iba tanto alboroto, no caí en la cuenta del significado de las palabras de los elfos que se iban replicando al mismo tiempo que el pánico hasta que me detuve en la entrada del circo.

 

Respiré con fuerza y me quedé de petrificada, no al entender lo que los elfos decían que era para petrificarse sino para ver esa silueta hermosa, su cabellera violeta, sus ojos dulces, y yo aquí pareciendo una piltrafa. Detuve mi carrera de un momento a otro, me quedé viéndola, no pude evitar sonreirle y me acerqué para tomar su mano y abrazarla con fuerza:

 

-Bienvenida a casa mami, bienvenida a casa - me sonroje al ver que ella había notado a la primera mi palidez y mi humor actual, aun así no quería preocuparle recién llegada, le sonreí e hice un ademan con la mano, no la desestimaría por mucho y la verdad se daría cuenta muy rápido de que las cosas no andaban del todo bien, pero trataría de esconderlo lo más que pudiera:

 

-Si estoy un poco cansada, no he podido dormir bien...

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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