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El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM B: 102350)


Sagitas E. Potter Blue
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Un escalofrio recorrio a la Vladimir que se detuvo en su camino al interior de la carpa del viejo circo y fruncio el ceño con gesto casi aburrido.

 

Habia sentido un algo, ese tipo de algo que solia provocar un estornudo y que por lo general hacia referencia a una mencion de su persona; dejó caer los parpados unos momentos para acto seguido, dejar salir aire con fuerza a traves de la nariz.

 

-Oh... vamos...

 

Murmuró por lo bajo para despues alzar ambas cejas

 

-Oh!... quizas es el enano que ha escuchado el sobrenombre que le puse

 

Rio traviesamente la vampiro, cubriendose la boca con la punta de los dedos para luego, seguir andando; solo debia de cruzar al otro lado de aquel sitio y despues de recobrar unas pocas memorias, se encaminaria a los invernaderos donde esperaba reunirse con sus pequeñas criaturas.

 

Camino hasta el centro de la arena del circo y alzando el rostro, cerró los ojos y sonrió aspirando el antiguo aroma.

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Entrando al Circo:

 

Stellarus estaba mareado. No sabía el motivo de que el hipogrifo caminara con indecisión. Menos mal que se dejó acariciar y me saludó y, sobre todo, no se cayó, porque se tambaleó y, por un momento, pensé que se iba a desplomar sobre mí. Tragué saliva y miré al elfo, sin entender bien lo que gritaba. Estaba demasiado asustado así que era mejor que no le preguntara nada y ya mañana le pediría explicaciones.

 

-- Ssshhh, ssshhhh, vamos, tranquilo... -- Acariciaba a mi hipogrifo y lo dirigía, poco a poco, camino del Circo. Había conseguido desenredar la cuerda de un parterre de flores. Cuando el jardinero del parque descubriera lo que había pasado con aquellas petunias pisoteadas, clamaría al cielo, así que mejor alejarse y no reconocer nunca nunca de los jamases que yo estaba involucrada. -- Vamos a casita, cielo...

 

Sí, soy muy amable con mis criaturas, ¿qué pasa? Dejé a la mujer con el elfo y me fui acercando al Circo, donde el hipogrifo llegaba casi dormido. Era bastante raro... ¿Habría comido algo que le estuviera durmiendo...? ¡Por los dioses! ¿Se habría metido en la zona del invernaderos y se habría zampado alguna adormidera? Un enano se acercó a mí y se hizo cargo del animal. Sin embargo, aprovechó para decirme algo:

 

-- No sé lo que pasa hoy, señorita Sagitas. Las Dedaleras están revueltas y se están peleando entre ellas. Y las mandrágoras no dejan de berrear. En serio... Esas plantas están locas. Les pasa algo...

 

-- Vale, de acuerdo, les iré a cantar una serenata...

 

No es que fuera lo más correcto pero había descubierto que eso de que cantar a las plantas les hace crecer era casi correcto. A las de mi hermana Hayame las mantenía calmadas, lo que me indicaban que eran casi animales. Ya sabéis... La música amansa a las fieras... Hacia allá encaminé mis pasos y abrí la puerta principal del invernadero. La cerré para que no se escapara el microclima que manteníamos húmedo por ellas y después intenté encender las luces.

 

No funcionaban.

 

-- ¡Demonios parlantes! ¿Es que todo ha de ir mal hoy?

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Mientras tanto en otra parte de aquel lugar una mujer de cabello rojizo y largo comenzaba a andar hacia la zona dónde solían estar sus amadas plantas o al menos, donde recordaba que solían tenerlas cuando trabajase en aquel lugar

Todavía en su memoria escuchaba la voz del antiguo dueño del circo, las voces de las personas que iban a este a pasar un magnífico momento, los sonidos de los animales, las pisadas de los enanos corriendo de un lado a otro, las risas de las chicas malabaristas, la voz de la CuentaCuentos...

Un escalofrío la recorrió

La Cuentacuentos, claro...

Sus párpados bajaron y comenzó a tararear muy por lo bajo, recordando todo el espectáculo que era ver a su hermana en su otra faceta iniciar con su presentación de la noche, hechizando los sentidos de magos, brujas y pequeños que terminaban maravillados e hipnotizados por sus palabras y la forma de contar las cosas; toda la magia alrededor de aquel único acto hacía que hasta las personas de humor más negro se relajasen y sonriesen ante el mundo que se abría delante de ellos, mágico y maravilloso.

Una habilidad que casi nadie tenía y que la vampiro tenía a bien envidiar en silencio pero con orgullo en el corazón

Si, siempre estaba orgullosa de su hermana y eso no cambiaba ni un ápice

Sus pasos la llevaron hasta los invernaderos y anduvo por un lado, pasando la yema de los dedos semi enguantados por el cristal que debiera de estar entre tibio y húmedo, debido a las condiciones en las cuáles crecían sus amadas

Solo estaba a pocos metros...

Y entonces, frunció el ceño

-Por todas las maldiciones... quién ha dejado que crezcan los Pellizcadedos al lado de los Girasoles de Fuego!?

Sus ojos veían a través del cristal un par de plantas que según ella había dejado en extremos separados del sitio y ahora, parecían estar una al lado de la otra y definitivamente, no estaban nada felices

-Mil diablos, esto se va a incendiar... y menudo ruído que están metiendo!!

Añadió llegando hasta la puerta y sorprendiéndose de encontrarla abierta

-Ese enano remilgoso... como vuelva a ver a mi hermana, me va a escuchar ese sujeto!! -soltó metiéndose corriendo y sin ver, buscando al agitar una mano algún interruptor- y la bendita luz!!?

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Estaba furiosa y ese sentimiento no ayudaba a orientarme en el Invernadero. Eso y que hacía como mil años que no me paseaba por allá. Últimamente, sólo los elfos se encargaban de regar a aquellas furibundas plantas que se dedicaban a pelearse unos ejemplares contra otros. Al final, las había dejado crecer salvajes, porque eso era lo que eran, unas salvajes.

Así, a ciegas, intenté caminar y pensar en una canción. A parte de las nanas, no me sabía ninguna. A las mandrágoras les gustaba, eso ya lo sabía, pero a las otras plantas...

-- Vamos, vamos, dejar de meter tanto ruido, ¿queréis?

Choqué contra un cristal. ¿Qué haría allá en medio? ¿O es que me había perdido en mi propio circo? Bueno, en el invernadero. Torcí un poco el paso hacia la derecha y choqué contra otro cristal. Toqueteé. Era una de las urnas que contenía a las especies más peligrosas... Aunque ahora no recordaba cuál era... Algo me acarició el tobillo y miré para abajo, tonta de mí, como si pudiera ver en la oscuridad. ¿Por qué no se me ocurría hacer un Lumus? A veces ni recuerdo que soy una bruja y que sé hacer magia.

Algo tiró de mí y caí el suelo, sin poder frenarlo. El golpe contra el suelo sonó muy fuerte y el dolor me hizo gruñir y... ¿Desvanecerme? No estoy segura. Tal vez sí, ya que me puse a recordar algo como si lo estuviera viviendo en el presente...

(ENSAYO DEL CIRCO)

-- Sí. sí, Hayame, piensa que estoy entrando, que saludo a la gente y que me siento en el centro del suelo. Abro mi Maleta de las Burbujas y selecciono el cuento que relataré.

Sintió que Milly aplaudía y le entró el miedo escénico que siempre sentía en esos momentos. Respiró con fuerza y...

Sagitas coloca el pensadero en el suelo y escoje el recuerdo de una actuación pasada... ¡Qué vergüenza tener que recurrir a esos trucos porque no se ha preparado el número...! Tendrá que descontárselo del sueldo como castigo...

La imagen vaporosa gira y gira en tonos azulados y se ve a ella como Cuenta Cuentos, una chica tocada con un sombrero de varias puntas acabadas en cascabeles, con una gran melena negra... Se siente nostálgica cuando ve el espectác***...



"La muchacha de pelo negro se acercó a su maletín desvencijado y buscó una de las burbujas azulonas.

Era como una pelota pequeña semitransparente de color azul pastel. Dentro se veía la figura de una muchacha de pelo azul que sonreía. Hayame dio un respingo al verla...

"Érase una vez una jardinera que gustaba de pasar el tiempo con sus plantas. Su jardín era el más hermoso del pueblo y envidia de muchas de las aldeas del alrededor. Su casa siempre estaba florida y para las plantas nunca parecía que llegara el invierno..."

La imagen se fue amplificando y creciendo a medida que la Cuenta-Cuentos hablaba. Estaba de pie pero la miraba como si estuviera en trance. Sus ojos habían quedado vidriados y no parpadeaba.

"La jardinera siempre tenía una palabra amable con todos los que se pasaban por allí y siempre regalaba alguna planta a los visitantes. Nunca las flores, ella no las cortaba porque las oía gritar mientras se morían y no quería hacerlas sufrir."

La imagen se había hecho casi de tamaño natural mientras la Cuenta-Cuentos seguía con su mirada perdida y sudaba. Sólo su voz firme demostraba que estaba allá y que no iba a desmayarse.

"Un día cuatro de sus amigos, extrañados de que el otoño no llegara a su casa la abordaron y le pidieron que les enseñaran la flor más hermosa de todo su jardín. Ella sonrío y les dijo que la más bonita era La Flor Enigmática porque había aparecido un día en el límite del jardín y aún no sabía cómo pues ella no la había plantado. Les acompañó hacia el lado del jardín que ya lindaba con el bosque, junto al pozo dónde sacaba el agua para regarlo."

En la imagen se veía un pequeño pozo con un montón de flores junto a la ladera del bosque. Se veía a cinco figuras avanzar hacia allí y maravillarse ante la belleza de aquella flor misteriosa.

"Todos la alabaron e intentaron convencerla de que les contasen el secreto pero ella insistía en que no lo sabía. La envidia y los celos pudieron más que la amistad y acabaron lanzándola dentro del pozo y destrozaron el jardín que veían."

La Cuenta-Cuentos ya apenas respiraba. Hayame se levantó y la tocó con sus manos. Estaba fría. La sentó en una silla cercana pero ella no se dio cuenta de nada. Siguió narrando como si no hubiera pasado nada.

"Los gritos de la muchacha eran aterradores pero no tanto por estar ahogándose como por su intento de que no arrancaran las flores. De repente se hizo de noche al medio día. El sol desapareció y la luna llena apareció brillante y amenazadora. Los cuatro amigos dejaron de arrancar flores y se miraron unos a otros confundidos. La luz del astro se cernió sobre ellos como si fuera el fantasma de una dama blanca furiosa y los cubrió.

Se hizo la luz del sol enseguida. Cuando el día volvió a traer la claridad al jardín parecía que no había pasado nada. Las flores volvían estar todas en su sitio y no había ni rastro de los asesinos. La única diferencia era que ahora había cuatro flores misteriosas más en el borde del camino, bañadas en rocío como si fuera sudor humano..."

La Cuenta-Cuentos parpadeó ligeramente y se dio cuenta de que estaba sentada.

-- ¿Y... la jardinera? ¿Qué pasó con ella? -- preguntó curiosa la muchacha pelirroja.

Cuenta-Cuentos la miró como si no comprendiera lo que le decía y guardó silencio. Después movió los labios.

-- Junto al pozo creció la más hermosa de las flores, la rosa azul de piel de luna. Sólo florece las noches de luna llena y quien la toca oye la más bonita de las melodías.

Cuenta-Cuentos cerró los ojos, cansada. Se tumbó en una mesa (que en su día sirvió para que una líder tuviera gemelos) y se quedó dormida.

En el regazo de Hayame había aparecido una flor azulada.


Sagitas miró a Hayame que contemplaba la escena por segunda vez pues en aquella ocasión había sido un espectác*** para ella sola...

-- ¡Bien, Hayame! Ahora vienen los aplausos, recojo mi maleta de burbujas y sonrío melancólicamente... Me largo y....

 

Hago una pirueta y me acerco a la muchacha que acaba de entrar y que luce bella. Mientras Hayame sigue con el ensayo yo la acompaño a las gradas cerca de la cafetería donde veo a Mily que ya ha abierto y lo tiene todo preparado. Me llega el olor al algodón de azúcar y sonrío. Mi preferido... Mientras se me hace la boca agua, miro de reojo el espectác.ulo y escucho a una nueva miembro del Staff.

-- ¡Por supuesto, GaeaRaziel, eres bienvenida al Circo...! Tu número será genial... Para tí el puesto de Equilibrista y de Bailes Tradicionales Japoneses... Serás el toque exótico del Circo, me parece genial... Acércate a Hayame y prepárate... Ya estamos ensayando...

Sonrío mientras veo que va hacia los telones, hacia la habitación de preparación de los números. Ojeo los carteles de Gaea, son preciosos... Los juntó a los que había recibido de Toph y sonrió... Ariel tendrá mucho trabajo, espero verla pronto...

Sigo mirando el ensayo mientras pienso que un cafecito me vendría bien...

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-Pedazo de... MORA LUISA DEL CASTILLO Y GARCÍA!!

Quizás Hayame no había encontrado la luz pero había escuchado bastante ruído por entre sus plantas, aparte de los fogonazos de llamas de los Girasoles de Fuego que seguían intentando reducir a cenizas a las Pellizcaderas; y el resto de plantas del invernadero hacían un sonido bestial, entre quejas y pullidos al grado de que la vampiro ya no sabía si estaban felices de verla o le recriminaban por esos tres años ausente.

-Basta ya!

Ordenó con voz firme, nunca había sido blanda si debía de castigarlas, después de todo, le eran como unas hijas de toda la vida; sacó la varita y con una sacudida la convirtió en un bastón largo que empezó a remover entre todo el verde a su alrededor

-SON LAS PLANTAS CARNÍVORAS, PELIGROSAS Y MÁGICAS DE UNA HECHICERA PODEROSA, NO UNA GUARDERÍA DE MOCOSAS DELICADAS Y BERRINCHUDAS!!

Exclamó

Casi parecía como si de golpe una cobija gruesa se hubiera dejado caer sobre aquel mar de vida y movimiento, ya que los tallos se encogieron en sí mismos y las partes mas gruesas de la yerbas parecieron agacharse como si fuesen cabezas avergonzadas; Hayame estaba casi segura de que si sus plantas tuviesen ojos, estos estarían abiertos completamente del susto.

Hizo girar el bastón entre sus dedos y comenzó a avanzar en la oscuridad, percibiendo murmullos bajos y roces de su jardín así como el sonido del movimiento de las hojas y cuerpos al apartarse de los pasos entaconados y pesados de la pelirroja.

Las carnivoras y venus atrapamoscas hicieron chasquear sus dientecillos, atreviendose a sonreír en las sombras al percibir la silueta delgada y bien formada de quien en su día las había trasladado en aquel lugar para dejarlas al cuidado de la Potter Blue que nunca las había abandonado; claro que estaban muy agradecidas!! pero también estaban felices de ver a su ama de vuelta en casa aunque no estaban muy seguras de lo feliz que fuera a ser cuando se enterase de sus travesuras.

Por su parte la ahora Snape se encaminó hacia donde la planta mas grande y voluminosa se encontraba tapando una buena parte del cristal del invernadero, con los petalos tan firmemente cerrados que era evidente que algo escondía

Era como un niño pequeño que se ha tragado una galleta y no quiere admitir que aún la tiene en la boca

-Morita... -comenzó a hablar con falsa dulzura la Vladimir, clavando el brillo de sus ojos rojos en aquella Tentácula Venenosa que se tensó y se alzó con orgullo, pretendiendo inocencia- qué tienes en la boca?

La enorme flor colmilluda negó varias veces sacudiéndose y Hayame entrelazó sus manos por delante, descansándolas en la borla del bastón que solía ser su varita

-Mora...? Que te has metido entre los dientes?

La planta volvió a negar con la cabeza enérgicamente y a la pelirroja le apareció una enorme arruga rojiza sobre la cabeza

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  • 3 semanas más tarde...

Eyra Weasley

 

La señora Wealey dio cierto respingo al escuchar la voz de la tía de Heli. Sonrió. Pareció que estaba preocupada por algo. Eyra había dejado pasar un poco el tiempo. Le gustaba eso de estar observando todo. Le daba cierta tranquilidad. Ajustó bien su capa, aunque su túnica tenía un encantamiento especial para protegerse del frío le daba la sensación de que había algo más.

 

- No señora Potter. No tengo frío, no se preocupe -le dijo en un tono calmado. Algo le decía que esa mujer que se había aparecido, de alguna forma, estaba intranquila.

 

- sí, sí, conozco muchos. Mi otra nieta, Annabelle, me los ha enseñado y yo también he tratado con ellos - sonrió al escuchar lo que dijo sobre el colacuerno húngaro. Debía ser una mujer de armas tomar por adorar un animal como aquél.

 

- Vaya... No es un dragón fácil de admirar por el genio que tiene -asintió con la cabeza, aún acordándose de casi ese animal si no fuese por el ingenio de su otra nieta, casi acaba incinerada.

 

- Por mí no hay problema. Vamos entonces...

 

- Jeje... déjelos, muchas veces aunque haya gritos no siempre tiene porque ser por temas de faldas... Ya se sabe, cuántos más reñidos, más queridos o eso dice el refrán -dice en un tono jocoso.

 

Alguien más se apareció ante las dos brujas, era un elfo. Le sorprendió al verlo tan alterado. Vio como su ama enseguida se prestaba a arreglar aquél entuerto. Sonrió. Aún recordaba cómo antaño ella también tenía ciertas "aventuras" con cosas extrañas y que, por suerte y gracias a la magia, resolvía... Aunque con ciertas heridas físicas sin mucha consideración.

 

- Usted vaya sin problema, luego la alcanzo. Si puedo ayudarla, no dude en pedírmelo -sonrió con cariño hacia la mujer que, sabía que había acogido a sus nietas sin saber mucho de su pasado. Eso decía mucho de la mujer pelivioleta.

 

En dirección al Circo.

 

Algo le daba mala espina. Decidió usar la magia por una vez, para desplazarse. No sabía qué era lo que estaba pasando pero tenía un mal presentimiento. Hasta el aire, parecía que así se lo hacía ver. ¿Algún animal enrabietado se había escapado? No lo sabía, pero esperaba poder ayudar, cómo fuese posible. Usó el encantamiento de aparición y enseguida llegó hasta la zona de entrada del circo. No sabía si sufriría alguna despartición pero, al comprobar que tenía todos sus miembros intactos lo agradeció. Ajustó bien su capa y cogió con fuerza su cayado. Parecía que había mucho jaleo... No entendía nada... Hizo llamar a un elfo a ver si le prestaba atención para ir a dónde estaba Sagitas y poder ayudarla...

 

off: con vuestro permiso, me apunto al rol que lleváis jejeje. Eso sí, en ésta ocasión como abuela de las chicas *-* @ @

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No, no había forma

En verdad esa planta suya parecía chiquilla encaprichada con alguna especie de juguete porque sacudía su enorme bulbo como si fuera cabeza y se negaba a soltar a su presa, cualquiera que fuese la pobre criatura que hubiese capturado entre sus colmillos; y eso que la vampiro solía sentirse muy orgullosa de su Tentácula Venenosa pero en aquellos momentos estaba haciendo una pataleta, digna de cualquier plantita de semilla apenas en brote.

El zapato de Hayame seguía sonando pesadamente en el suelo y sus manos apretaron aún mas el bastón/varita y resopló

-Porqué te comes a la gente? Si es uno de los enanos... bueno, hay uno que otro que por mi te lo puedes comer pero... que si has pillado a otra persona, Sagitas me va a reñir a mi

Advirtió a la planta hasta que finalmente se acercó a acariciar el enorme y grueso tallo que bien podría pasar por el de un árbol mediano

-Vamos Mora... suelta ya

Suspiró La pelirroja con gesto cansado mientras que sus párpados parecían caer, reflejo de lo que sentía en aquellos momentos y es que el bebé dentro suyo en verdad le drenaba bastantes energías; había olvidado lo que era tener un niño en su cuerpo, uno vivo en específico por lo que se las estaba cobrando caras.

-Si es un ratero te lo puedes tragar... pero si es un trabajador, a tí y a mí nos van a castigar y sé que no quieres eso- volvió a insistir la de ojos rojos, sabiendo que lo siguiente que le tocaría sería castigar a la pobre planta y la verdad era que no quería llegar al extremo de darle un varazo; nunca le había gustado ser violenta con sus bebés

Off: Bienvenida Heliiiiiiiii!!

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  • 2 semanas más tarde...

Un circo.

Lo que estaba en aquel parque al que se había colado al perderse por accidente tratando de seguir los pasos de su hermana mayor que mucho antes que ella y gracias a su velocidad de humana ya fallecida se había adentrado en las profundidades de los árboles frondosos, era el circo más grande que había visto jamás.

Y para ella hubiera sido asombrosamente genial el hacer un descubrimiento como aquel... sino fuese que en esos instantes ya estuviera a oscuras y que ello le diese un ambiente tétrico que solo hacía pensar a la niña rubia en payasos mutantes zombies asesinos y todo ese tipo de criaturas que solían aparecer en las películas de miedo de los muggles.

No le extrañaba que la hechicera pelirroja se perdiese en los confines de un lugar donde bien podría ocultarse el lord tenebroso de las historias de muerte que había leído en los libros pero no quería averiguar si se lo toparía al entrar a la carpa.

Solo se mantuvo abrazando un árbol y clavando sus enormes ojos en las telas que cubrían aquella cosa que se levantaba al cielo.


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Hayame se cruzó de brazos y continuó clavando sus afilados ojos de un rojo intenso en aquella planta carnívora que seguía negando el hecho de haberse tragado nada o a nadie a pesar de que el bulto que tenía en la supuesta "boca" le indicaba claramente a su dueña que se había zampado a algún incáuto que hubiera pasado lo suficientemente cerca como para ser devorado; no estaba muy segura de que esa dieta fuera a ser útil o buena para su tentácula venenosa pero no quería al ministerio cortando a la pobre planta bicheja solo porque hubiera desaparecido alguno de sus trabajadores.

-MORA!!

Volvió a exclamar Hayame pero esta vez levantó el bastón como si con este fuera a aporrear a la planta que se tensó

-No me hagas regañarte como no quiero! recuerda el dicho, te va a doler más a tí que a mi... y creeeeeme que te va a doler un montón, como si tuvieras nalgas! -amenazó

Finalmente y con un quejido similar al de un cachorro que ha sido reñido la enorme mata terminó por escupir despacio a una persona delante de los pies de la vampiro que abrió con fuerza los ojos ante la figura babeada y pegajosa que ahora estaba acostada delante suyo

-AHHHHHHH!!

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Un grito potente cruzó la penumbra que rodeaba a aquel bosque a oscuras y la chiquilla rubia de caireles apretó los párpados y se abrazó con mayor fuerza al árbol del que se había estado sosteniendo inicialmente, encogiéndose un poco y abriendo tanto la boca que podía.

-AHHHHHH!!

seguro que su chillido de terror iba a ser todavía más poderoso que el de la bestia que había iniciado aquel sonido pero el miedo le había podido más haciéndola perder toda precaución momentánea al grado de que solo se cubrió la boca por unos escasos segundos para después tirarse al suelo sobre su trasero y comenzar a llorar.

-¡Voy a ser comida de monstruos en este tenebroso parque, yo, que soy tan bonita y baja en grasas, me van a devorar entera y no va a haber mago o bruja que me recuerden en sus memorias!

Lloraba una y otra vez, tapándose los ojos con los pequeños puños y seguramente mojando la tierra a sus lados. Lástima que en aquel lugar no iba a haber animalitos del bosque que fuesen a buscarla para consolarla de sus males o pajarillos que le trinasen una canción para hacerla sonreír.

Era una pesadilla.


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