El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM B: 102350)

[Orión Yaxley]

Orión ahogó una carcajada al ver en quién se había transformado Candela. La verdad era que la muestra de pelo la había sacado de su chaqueta tras una pelea de bar el fin de semana pasado. No lo reconocía al tipo en sí, porque sólo lo había visto lleno de golpes y sangre. Suspiró, intentando recobrar la compostura mientras negaba de lo idi*** que era él.

 

- Hay que hacer la magia.

 

Orión se sentía como el famoso Houdini. Sólo que esta vez tenían que desaparecer a un dragón de verdad y no un edificio o algo por el estilo. Lo primero que hizo fue ponerse en posición, intentando cubrir más área en conjunto con Candela. Ella empezó, logrando que la bestia se despertara y comenzar a lanzar su fuego por todos lados. La cara de él era de pura emoción debajo de su máscara de madera, teñida por lo rojo de las llamas.

 

Se dio cuenta que necesitaba atrapar más a la criatura.

 

- ¡Fortificum!

 

Su varita apuntó hacia detrás de ellos dos, para que una muralla de concreto puro y de un grosor importante saliera del suelo, para aislar completamente a los dos magos y a su presa. Sí, no era el mejor uso de la magia, porque seguramente levantarían sospechas; pero, si eran rápidos, iban a tener la suficiente coartada para salir ilesos. Todo esto, mientras el dragón quedaba ciego por la arena del hechicero. La muralla, así en forma de C, había rodeado a los dos magos con la bestia.

 

Ahora miraba a la bestia. El fuego se combatía con fuego.

 

- ¡Fuego Maldito!

 

Si bien, no era suficiente poder, como Mago Oscuro, era el adecuado para dejar fuera de órbita por un turno a la bestia, que se comenzaba a congelarse por las semillas de hielo. Al mismo tiempo, Orión le hizo una seña con la Mano a Candela. Del monedero Mocke salieron dos cadenas gruesas que, tras un par de florituras con su varita, cayeron encima del dragón.

 

- ¿¡Lo ves!? Por esto… por esto tienes que volver.

 

Fue lo último que gritó, con toda la emoción y la adrenalina que podía llegar a tener en ese momento. Corrió hacia la jaula y la tomó con fuerza. Junto con Candela, desaparecieron del Circo. Los dos habían robado un maldito dragón.

Editado 15 de Octubre del 2017 por Orión Yaxley

[Noah Lockhart]

-Que fue eso- dijo el joven con la mascara ya puesta -el dragón, la jaula grande- dijo algo apresurado sin dar mas explicaciones salio corriendo con la varita en mano listo para lo que fuera, le parecía muy complicado andar en el circo pues con tantas jaulas y con tantos animales haciendo escándalo por el aparente duelo que se llevaba a cabo, después de unos minutos de correr sin rumbo pudo llegar hasta donde estaban las jaulas de los dragones pequeños lo mas sorprendente es que parecía que se habían robado al mas grande -demo..- se cayo al ver a un hombre todo de negro salir corriendo el el ya no lo alcanzaba pero en ese momento vio como pasaba otro hombre con a unos metro de el ayudándolo a mover lo que parecía ser el dragón faltante, y era obvio al ser muy grande necesitaban de dos personas para moverlo.

Rápidamente el rubio tomo su varita y apunto a la muralla que se encontraba cerca de ellos al primero ya no lo alcanzaría pero al segundo si que podría detenerlo y sobre todo evitar que se llevaran al dragón, -morphos- dijo rápidamente haciendo que la muralla se convirtiera en una gigantesca pitón la cual pudo enredar con su enorme cuerpo al dragón evitando que se lo llevaran y con la mandíbula detener al hombre a quien le rompió el brazo derecho debido al movimiento que hizo a la hora de atraparlo, el otro hombre si que había podido escapar pero su compañero no y mucho pudieron llevarse al dragón ya que lo había tomado justo a tiempo el chico se acerco a la gigantesca serpiente.

Apunto rápidamente -obliviate- saliendo así de su varita un rayo de color azul el cual impacto de lleno en la cabeza del hombre haciendo que este perdiera la memoria de los últimos acontecimientos.

[Mentita]

Antes de la aparición de Noah (?)

 

Candelo (sí, recordemos que es con o) había visto todo el proceso de captura del dragón. Se sintió bastante útil al hacer uso de los poderes del los libros de esa manera. Es que, la bruja no tenía otro tipo de poderes más que los que le otorgaban los libros de hechizos y algunos poderes con los que experimentaba de vez en cuando.

 

― ¿Eh? ―lo miró confundida un instante.

 

No le había entendido lo último, pero había que reconocer la envidia que sintió cuando cuando vio el Fuego Maldito hacer su parte, y del muro ni qué hablar. Casi, casi, que hubiese dicho que sí nada más que por los nuevos hechizos de los que dispondría.

 

Casi que le da un ataque cuando, a su regreso a Londres, notó que había ciertas cosas que no podría hacer. Y eso se debía al reinicio de su vida allí y que, aunque le parecía bastante est****o considerando que ya había hecho todo eso en el pasado, lo aceptó.

 

Cuando la Triviani se agarró de la jaula y desaparecer, creyó escuchar ruido cerca y se giró, sólo para ver una sombra y, acto seguido, algo raro le pasaba al muro. ¿Pero qué? Lo ignoramos, Candela ya había desaparecido junto con Orión y el dragón.

[Maida Black Yaxley]

— ¡Incarcerus! —lanzó apuntando a la derecha y jugando con las cuerdas que salieron despedidas de su varita. Las desapareció un segundo después, y volvió a erguir la espalda. En posición de lucha.

 

Se encontraba en medio del parque, practicando su cara de "mala", sin utilizar hechizos del bando, por supuesto, por si existían ojos curiosos en el lugar. Ya casi se sentía toda una guerrera, podía engañar a cualquier novato en duelos. O al menos era lo que creía, pero vamos, ¿a quién podría intimidar una chiquilla de coletas a cada lado de la cabeza, con una túnica rosa semi holgada? Exactamente.

 

— ¡Incárcerus! —repitió, pero esta vez las cuerdas no volvieron solas, en una de ellas se había enredado la muñeca de un completo desconocido.

 

El tono de piel de Maida fue de papel a tomate en cuestión de instantes. Lanzó un silente hechizo desvanecedor y se preparó para una reprimenda de aquellas. Como cualquiera niñita a la que atrapan en medio de una travesura. ¿Le habría hecho daño? Claro que no, si no había tenido intención alguna de atacarlo, le hizo una corta reverencia con la cara e intentó sonreírle, sin éxito.

 

— Perdona, pensé que estaba sola.

 

@Fokker

[Fokker]

—Wow, wow, wow

 

Fue lo único que atinó a decir ante aquel repentino ataque de una joven de coletas, Fokker habituado a caminar sin rumbo pensando en cualquier sin fijarse en lo que pasaba a su alrededor, no esperaba un ataque así sin previo aviso, así que saltó hacia atrás sacando instintivamente la varita y apuntando a la causante del ataque que se disculpaba mientras desaparecía la cuerda que colgaba de su mano. Hace mucho no participaba de algún duelo, pero eso no significaba que lo hubiera olvidado, tanto que estuvo a punto de lanzar un ataque, y se quedo con el sectusempra en la punta de la lengua.

 

—No..., no pasa nada, fue mi culpa, me distraje y me puse en tu campo de tiro

 

Soltó una corta carcajada mientras llevaba la mano a su cabello, mientras la observaba. No podía negar que se veía tierna, la extraña combinación de coletas y varita confirmaban su teoría.

 

—Aunque tampoco es que sea un buen sitio para practicar hechizos, y sobretodo por las bandas criminales que rondan por ahí— Lo dijo en clara referencia a los mortifagos y fenixianos, aunque desde hace mucho parecía que los segundos hubieran desaparecido del mapa... —...seguro se fueron de vacaciones

 

No se dio cuenta que lo dijo en voz alta, hasta que vio la cara de confusión de la joven <<diablos>> pensó >>lo hice de nuevo>>

 

—No me hagas caso—

 

Bajo la guardia, más no la varita, si algo aprendió es las apariencias engañan, y primero tenia que comprobar si ella es lo que aparentaba ser, <<Aunque no parece que lo sea...>>

 

—...y esa cara de mala no asusta a nadie.

 

Terminó de decir en voz alta lo que debía quedar en sus pensamientos, y supo que lo dijo por la forma en que ella lo veía

 

@

[Maida Black Yaxley]

— ¿Ein? —amañó una pregunta confundida— Yo no estaba poniendo ninguna cara de mala —mintió un poco ofendida.

 

Tomar clases de actuación tampoco vendrían mal. Digo, no era que disfrutara atacando gente, pero se lo decían tanto en el bando que francamente, tenía que comenzar a ponerse las pilas por algún lado. De todas maneras no perdió el detalle de que el extraño no había guardado la varita, así que ella tampoco lo hizo.

 

¿Criminales en el Parque de las Lamentaciones? No, eso era imposible, había un circo cercano, así que seguramente todo era manzanas dulces y un poco de pop corn. Nada controvertido y nada que llamara la atención de los bandidos. Se ajustó la coleta derecha y lo miró aún frunciendo el ceño.

 

— ¿Qué hacías escondido entre los matorrales? ¿No serás tú uno de esos bandidos de los que hablas? —le reprochó retrocediendo un par de pasos y alzando la varita—, bajo la varita si bajas la tuya, prometo no sacar más cuerdas. No son precisamente mi estilo —y por fin, le sonrió, enfundando la varita en su cintura. Alzó ambas manos, en clara señal de rendición.

 

Se ajustó la otra coletas y aprovechó para verificar que su rostro no siguiera totalmente enrojecido por el gratuito confrontamiento. ¿Sería él un miembro de la Orden del Fénix? Después de todo, con este tiempo, podía reconocer con facilidad los magos que compartían el camino oscuro con ella, aunque no fuera la más social de las mortífagas. ¿Estaría realmente en peligro? No, no podía ser así, ya la habría capturado.

 

— Maida Yaxley.

 

 

@Fokker

[Fokker]

Aprovecho la confusión que causo sin querer para tener una oportunidad de réplica

 

—Pues si parecía que lo hacías. La mirada asesina que tratabas de poner, no asusta a nadie, y no, no estaba escondido, este es un parque, y según tengo entendido uno es libre de caminar por donde le plazca, sin temor a ser atacado.

 

Aún se mantenía en guardia, pero ella propuso un cese de hostilidades que decidió aceptar, a fin de cuentas no planeaba iniciar una batalla en aquel momento, así que guardo la suya, al mismo tiempo que ella, aunque sentía cierta curiosidad.

 

—¿Cuál es tu estilo entonces?—sonrió aunque de nuevo dijo lo que debía quedar en su mente —espero que no sea la de poner cara de mala, porque te ves más tierna así

 

Parece que tenia un ataque de sinceridad en ese momento o simplemente estaba aun distraído en sus pensamientos, la cuestión es que si seguía así, en verdad esto podría terminar en una batalla. Aunque eso tampoco le parecía mal, practicar un poco de hechizos no estaba demás.

 

Escuchó el nombre, y respondió — ¿Maida eh? bonito nombre, Fokker Crowley un gusto.

 

Se acercó a ella, y pregunto a modo de iniciar una conversación.

 

—Me dirás entonces porque una chica tan tierna esta sola por estos lares??

 

@

[Maida Black Yaxley]

De pronto Maida sintió que habría sido mucho mejor volver a las varitas. Nadie le había dichos cosas como esas desde hacía mucho, bueno, no tanto. Pero era difícil oírlas para ella. Rara, vale. Extraña, perfecto. Hasta curiosa le podía parecer, pero esos adjetivos que usaba el chico la descolocaban y mucho. Estuvo tocándose las uñas de los dedos pulgares durante unos instantes tratando de no parecer más tonta de lo que seguramente ya lucía. Y claro, espantando las culebras que paseaban por sus pensamientos en ese instante.

 

— Supongo que mi estilo es más de ir por la vida atacando a desconocidos y luego hacerme la boba —intentó con una sonrisa tímida mientras luchaba consigo misma por no retroceder ya que él se había acercado y presentado—, Crowley, mucho gusto.

 

Le parecía haber escuchado erl apellido, aunque no lograba aunarlo con ningún rostro familiar. De repente, se vio a sí misma leyendo viejos libros de árboles genealógicos británicos, era una vieja costumbre cada que se enteraba de alguna nueva familia del mundo mágico. Ese tipo de cosas la distraían en el día a día. Escudriñó el rostro de su nuevo conocido. Considerablemente más alto que ella, y mayor. Quizá no por tanto. ¿Era un destello rojizo el que le veía en los ojos café? ¿Vampiro? O quizá simple efecto de luz.

 

— Practicaba algunos hechizos cotidianos, nada más, ya sabes, por si ando sola y deciden atacarme alguno de esas pandillas que pululan en Ottery —eso, no le reveles que admiras y formas parte de una de esas "pandillas"—, nunca he sido buena en duelos y detestaría terminar en San Mungo por haberle pedido ayuda a alguien y que se le pase la mano con los Sectusempra, tú sabes.

 

¿Llegaría a medir 1.90? Porque así lucía, ladeó la cabeza sin darse cuenta que le estaba observando más de lo normal. A lo mejor si era vampiro y la estaba induciendo a su trampa. No sería tan sencillo, no con ella al menos. Pero siempre es entretenido hasta que nivel puede jugar Maida con el peligro, hasta que punto es Maida...inofensiva. Y lo era, hasta que se veía con la navaja contra el cuello y tenía que rescatarse a sí misma, por decirlo de alguna manera.

 

— Un ratón —musitó de pronto, echando sus pensamientos por fuera de sus labios.

 

@Fokker

[Fokker]

—Esas pandillas como dicen pueden ser muy peligrosas, y no creo que un incarcerus sea suficiente para detenerlos, y más si vienen en grupo como saben hacerlo—

 

Aprovechó que ahora estaba más cerca para observarla un poco mejor, le llamo la atención sus orbes azules, que combinaban muy con sus coletas, en definitiva sus comentarios estaban muy acertados, se veía muy tierna, pero la vida le demostró que eso no implicaba que fuera débil, y el hecho que practicará hechizos lo confirmaba.

 

—En todo caso nunca se sabe, puede que ahora mismo nos estén observando— dijo con una sonrisa <<o que uno de nosotros se parte de ellas>> se cuido de no decir eso en voz alta, y aunque su actividad ilegal estaba en "stand by" el se seguía considerando parte de los mortifagos. Las palabras de la joven lo sacaron de sus pensamientos...

 

<<un ratón>> pensó para si para luego agregar —¿Pikachu está por aquí?

 

La chica parecía confundida, y el Crowley recordó que muchas cosas que eran muy familiares para él, eran completamente extrañas para la gente mágica, eso incluía series de japoneses sobre criaturas que se entrenaban para luego luchar y demás. Se quedó hundido sus meditaciones hasta que reaccionó y saco la varita del bolsillo de sus jeans oscuros, que combinaban bien con su camisa gris, se volteo justo al lugar que la chica señalaba al pequeño animal que parecía estar más aterrorizado con ellos, pero no atacó.

 

—¿No me digas que le tienes miedo a estas criaturas?— Apuntó su varita al animal, y musitó —¡imperius!— el animal pareció entrar en un trance y el pelinegro caminó algunos pasos en su dirección y se puso en cuclillas estirando la mano para el animal se posará en su palma —no son tan terribles como muchos dicen..

 

La Yaxley lo miraba muy confundida, y es que él olvidó algo tan básico como que solo los mortifagos dominaban las maldiciones imperdonables, o mejor dicho los que las utilizaban sin ninguna restricción.

 

—Me descubriste, pertenezco o pertenecía a una de esas pandillas, ¿Qué vas a hacer ahora? ¿pelearás?—

 

Dijo mientras en sus ojos el color rojo se hacia más intenso, no deseaba hacerlo, pero tampoco sabia si la persona que tenia enfrente pertenecía a la pandilla rival. Colocó al ratón en su hombro y sostuvo la varita con fuerza.

 

@

[Maida Black Yaxley]

Maida observó en silencio, bueno, petrificada. Si, le tenía miedo a los ratones, pero más aún a los de pradera o jardín, porque eso saltaban como conejos y era imposible escapar de ellos. Lo peor, o bueno, el alivio vino después, cuando le escuchó sentenciar al pobre animal a una maldición imperdonable. Un mago relacionado a lo oscuro, ¿otro que volvía? Últimamente pasaba a menudo, y era difícil para la Yaxley mantener el ritmo.

 

Ese último acto hizo que la ojiazul bajara la guardia, aún cuando él había empuñado la varita. No revelaría que ella también era fiel a la Marca Tenebrosa, pero al menos podía no seguir amenazándolo.

 

— Alguien que protege la pureza de la sangre mágica jamás será atacado por mí —explicó sonriéndole—, a menos que me hechicen a mí con una maldición como la que tiene ahora nuestro peludo compañero. No temas, soy un ser de paz.

 

Se distrajo para deshacer sus coletas y dejar la cabellera al viento, mostrarle que no estaba dispuesta a pelear con él. Que le daba el beneficio de la duda. Cuando abrió sus ojos de nuevo, se acercó a él y al ratón. Parecía una niña pequeña a la que le enseñan por primera vez un sapo. Era demasiado alto. Alzó sus ojos hacia él.

 

— Has que se mate él mismo —pidió con un tono de voz dulce que nada tenía que ver con lo que había solicitado, y luego se río—, es broma, mándalo lejos de mí, por favor.

@Fokker