Museo Night (MM B: 105846)

[Dennis Delacour]

La Delacour observaba a través de los cristales de su ventana el transcurrir de las calles del Diagon afuera del museo, ultimamente la gente parecía más alterada de lo normal y no era para menos. Con los problemas que se cernían sobre Inglaterra era de esperar un escenario como ese ya que lo que primero llegaba antes que los ataques incluso siempre sería el caos. La lluvia empezó a caer contra la ventana así como en aquellas calles haciendo que los pocos que quedaban por esos rumbos se adentraran en los diferentes negocios cercanos o usarán la desaparición para escapar de las frías gotas de lluvia.

 

El museo había aumentado sus hechizos protectores debido al peligro cercano así como esa zona del Diagon, varios propietarios se habían puesto de acuerdo en crear hechizos de protección generales para que abarcaran no solo los negocios sino las calles de los alrededores y de esa manera brindar seguridad a todos lo que quisieran hacerse presentes en esa zona. Por lo tanto los conflictos se mantenían bastante alejados del lugar, por cuanto tiempo no lo sabía con exactitud pero por ahora era un sitio seguro por así decirlo para la comunidad mágica.

 

Devolvió su atención a la pila de documentos sobre el escritorio, había pasado toda la noche en la oficina revisando cada pergamino con mucho cuidado, la información que contenían era demasiado importante para no dedicar el tiempo adecuado a su estudio. Com dos dedos presiono el puente de su nariz en señal de cansancio, un ligero zumbido se hacía presente en su cabeza y eso solo le indicaba cansancio así como falta de alimento por lo que decidió ir a la cafetería a buscar algo para continuar su labor.

[justo]

Al dia siguiente salimos temprano. Como comento ironicamente Neville "para ser magos hay que ver lo que vamos a caminar". Y asi fue, nos esperaba una marcha de mas de 20 kilometros aunque eso yo no lo sabia.

Neville y Harry parecian de buen humor, Hermione y yo caminabamos con cierto paso tranquilo mientras nuestro guia abria la marcha. Todos hablaban animadamente de lo que iban viendo, 4 ayudantes del guia y los animales de carga cerraban la comitiva.

- No comprendo como estas tan contento Harry, esto es cansado.

- Hay que caminar Draco, esto es vivificante.

- Harry tienen razon ---añadio Neville--- estas un poco anquilosado jajaja

- Al menos deberiais pensar en Hermione.

- Por mi no te preocupes, durante la guerra camine mucho, esto no es mas que un paseo.

Harry y yo nos adelantamos a los demas y hablamos un poco:

- Te confieso que te veo en forma, y eso que tienes ya 3 hijos...

- Si, es reconfortante. Los hijos son una bendicion del cielo.

[Maida Black Yaxley]

Golpeó su pasaporte contra la mano dos veces más antes de decidirse a entrar al museo. Sabía perfectamente que no podía irse aunque básicamente tuviera las fronteras a disposición, hora con hora la situación se le convertía en algo un tanto insoportable, de hecho, podríamos contar al menos ya dos noches de insomnio para la Yaxley, y aunque no se notaba en su aspecto a lo mejor ocho horas de sueño le caían como anillo al dedo. Subió cubriéndose el rostro con la capucha de su capa de viaje, aunque no hubiera nadie aparentemente en su camino, Maida sentía aquel día, la necesidad de andar en modo incógnito.

 

Aprovechó la ausencia de personas en el segundo piso y buscó refugio frente a una pintura extraña, una que parecía una especie de vórtice violeta y negro. La chica ladeó la cabeza como si realmente la estuviera analizando, aunque por su mente sólo viajaran paisajes que había dejado de disfrutar hacía años. Suspiró, bastante cansada y optó por sentarse en el suelo. La ventaja de su estilo de vestir es que podía hacer cosas como aquellas y no tener que fijarse en si la falda se le subía de más, las túnicas holgadas siempre representaban una ventaja.

 

— Hacer un sombrero justo ahora, no sería mala idea —dijo de pronto y sonrió mientras abrazaba sus rodillas.

 

Si pudiera volver a conversar con la Maida que hacía sombreros en las vacaciones de verano, seguramente esa jovencita no creería en los líos que se había visto envuelta. Pensar que salió de Bulgaria justamente en pos de una vida tranquila y sin sobresaltos. Era toda una ironía que ella jamás vio venir, y ahora, pasaporte en el bolsillo, pensaba que volver siempre era una opción válida. Pero la Yaxley no era capaz de dejar atrás a su tridente, o lo que quedaba de él, era quizá el único gancho que aún tenía con la cordura. Paseó sus manos por sus cabellos y se detuvo en cuanto sus dedos sintieron la cadena de plata que se ataba detrás de su cuello. Otro recordatorio más de las cosas que no salieron como ella pensó en un comienzo, sonrió de nuevo viendo la pintura, era mejor no dedicarle un solo minuto de pensamiento al dije de esa cadena, que se quedara escondido ahí, para siempre.

 

[justo]

- ¿Y no te cansas? yo con uno estoy muy cansado.

- Eso es porque siempre has tenido familia; yo, como estaba solo, me siento encantado del bullicio.

- Que conste que he intentado tener mas pero no hemos podido.

- Creo que son tus genes, necesitais genes nuevos.

- ¡Claro! ¿Y que familia va a querer unirse a la nuestra?

- Pues ampliad horizontes, fijate en los Weasley son tantos que no se pueden contar...

- ¿Si? Pues hay pocos Weasleys con los que emparejar a mi hijo, te lo recuerdo.

- Ya los habra...o quizas ya este en marcha ¡vete a saber!

- Oye ¿por que estas ahora tan bien conmigo? ¿como es que me ofreciste tu amistad? no es que me queje pero...

- Por dos razones, la primera es que queria que acabase de una vez esa enemistad. Somos primos ¿recuerdas?

- ¿Y la segunda?

- La segunda por un amigo, por Theo.

- Theo ---dije con nostalgia--- ¿sabes que le hecho de menos?

- No me extraña, se hacia querer.

- Fue lo mas parecido a un hermano que tuve, aun no me creo que ya no este...

- Los verdaderos amigos no se van, los llevamos siempre en el corazon...

- Pero lo hecho de menos. A veces le recuerdo y lloro.

- Se sentiria encantado de saber lo que le querias.

Nuestro guia continuaba su marcha. No podia verlo pero una enigmatica sonrisa le recorria su rostro.

[Callum Triviani]

Las calles estaban vacías en aquélla hora del día, cuando el sol refulgía sin nubes que le ocultaran en el cielo y te causaba picazón en cualquier tramo de piel que tuvieses al descubierto. Bajo aquél impertinente sol, Callum deambulaba sin un rumbo fijo por Diagon y las callejuelas aledañas, en un forzado intento de encontrar algo en que distraer aquellos pensamientos que sólo le hacían querer irse nuevamente de Inglaterra.

Su silueta, carente de sombra, se detuvo ante una edificación ya conocida. Bajo la capucha de su capa, los verdes ojos del rumano inspeccionaron el museo ante el cual, por alguna razón desconocida, siempre paraba cada vez que se encontraba en la ciudad; pese a ello, al mago le parecía curioso que jamás había terminado de recorrer todos sus pasillos, ni conocer todas las obras de arte e historia que allí se exhibían.

Mientras se acercaba y se adentraba en el vestíbulo, le pareció que no habían hecho muchos cambios desde la última de sus visitas. Algo que, sin duda, le reconfortó. El Askar ya se había enfrentado a tantos cambios, a tantos golpes de realidad, que ya todo le parecía tan desconocido y le estaba causando esos fastidiosos cuadros depresivos que siempre había odiado y evitado; pero el museo estaba allí, aguardando, sin cambios y sin nada que le provocara en el momento otra crisis existencial.

"Robó" un panfleto con el esquema de las exhibiciones del museo y decidió empezar por la segunda planta, que era hasta donde siempre había llegado. Trató de vaciar sus pensamientos y dejarse llevar por cada pintura frente a la que se detenía, pero ninguna de ellas tuvo tan buen efecto como cuando levantó la mirada al techo y se percató de los detalles de la arquitectura del edificio. Era más sencillo volcar todo lo que sentía sobre paredes blancas que en cuadros llenos de representaciones de lo que él trataba de sacar fuera de si mismo.

Una representación parecida al techo de la capilla sixtina fue recreada de pronto sobre su cabeza, llenando el techo con todas aquéllas escenas que se reproducían en su mente tantas veces hasta que le quitaban el sueño y le vaciaban de toda alegría. Si, definitivamente se estaba convirtiendo en algo que él siempre había odiado. Alguien que no había sido jamás en su vida. Un hombre al que ya no reconocía.

Bajó la mirada, dejando las representaciones trágicas de su vida en el techo, para seguir admirando las obras del museo. Fue entonces cuando vio la figura en el suelo, pero lo hizo demasiado tarde. Tropezó, y trastabilló hasta que la pared que tenía enfrente le detuvo y le evitó la caída, pero sin duda la bruja, que diligentemente había decidido que sentarse en el suelo, a mitad del camino era una buena idea, se había llevado un buen golpe por la torpeza del rumano.

—Oh no, por favor, disculpe mi torpeza —exclamó, recuperando el equilibrio y acercándose a la joven, que con el golpe se le había caído la capucha de su capa. Cuando se enfrentó a su rostro, Callum se detuvo en seco, dándose cuenta de que conocía ya a la bruja.

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[justo]

Nuestro viaje proseguia como si nada y aunque el cansancio en nuestras piernas era ya grande ninguno queria admitirlo. Nuestro guia, Tomas, era el mas incansable. Ya dije que aparentaba entre 50 y 60 años, mediria entre 1,70 y 1,75, habia algo en el indefinible una mezcla entre jovial y severo.

A traves de las horas pudimos conversar con el. Hacia mucho que realizaba ese camino. Sabia perfectamente a donde nos dirigiamos pero no lo hacia entrever. Le interrogamos sobre donde estaba el valle de Kwanji y señalo vagamente hacia las montañas pero sin definir nada. Otro enigma mas.

Y el caso es que me era familiar al igual que a mis compañeros pero no podiamos situarlo. Sencillamente nos sobrepasaba. Eso si, estaba al corriente de que eramos magos y no parecia sorprenderle lo mas minimo, o hacia mucho tiempo que los trataba o le parecia algo normal.

Por fin llegamos a las fuentes y nos paramos a descansar. Habia una carretera al lado que venia del pueblo y que tomaba dos vertientes, una que descendia hacia el valle central y otra que subia mas todavia. Tomas nos señalo una espectacular caida de agua en el farallon de enfrente. Un chorro de agua que terminaba en una especie de taza, el arroyo de Linarejos. Para los que no comprendan esta palabra, un farallon es un acantilado.

[Maida Black Yaxley]

¿A quién se le ocurriría mezclar el violeta con el negro? Sonrió imaginando que se topaba con el artista y le preguntaba aquello con mal tono. Abrazó sus rodillas y cerró los ojos un instante. Se imaginó entonces que estaba en el medio de la Manor, intentando descubrir que habitación de la casa se quebraría en pedazos al siguiente día. Ser un habitante Yaxley suponía sus propios riesgos, pero era divertido. Al menos no se daba cuenta de las ausencias que ahora mismo le abrumaban, al parecer, sólo tenía a Aaron. Sin embargo, ¿qué significaba eso? El flamante nuevo Ministro era una persona por demás ocupada, incapaz de acompañarla a una sencilla tarde de ocio, lo entendía, tenía obligaciones. De hecho, gracias a eso, ella misma ahora no podía hacer mucho más que trabajar, pero se sentía emocionalmente cansad…

 

— ¡Ay! —chilló alzando las manos para evitar mayores daños, algo le había golpeado obligándola a ovillarse en el suelo.

 

Se puso de pie apenas pudo y sin fijarse en el bulto, que ahora descubría humano, comenzó a sacudirse la túnica, como si en lugar de ser básicamente atropellada, le hubieran tirado un saco de polvo o harina. Temblaba ligeramente, sin embargo, no era por nerviosismo, sino por miedo, tuvo que aclararse la garganta un par de veces antes de poder alzar el rostro y reconocer a su agresor.

 

— ¿Cree que podría ser capaz de utilizar los dos faroles que la vida le dio? —preguntó irritada mientras sus propios ojos se abrían de par en par reconociendo en el atacante a una persona que no veía en muchísimo tiempo, y, al que además, había conocido en circunstancias similares.

 

Maida palideció, seguramente producto de una baja de presión o algo, porque también sintió un frío helado recorrerle el cuerpo. Estaba avergonzada, ella jamás le reclamaba así a la gente, carraspeó una vez mas y retrocedió. Si hubiera usado un hechizo que invocara a la gente, no hubiera resultado tan útil, estaba segura. Cuando su cerebro logró retomar el control, sonrió divertida y se cruzó de brazos mirándolo.

 

— La última vez que golpeé a alguien así, terminé teniendo una cena con un completo desconocido —comentó haciendo alusión a su ataque en las calles de Londres—, y como todo desconocido, terminó desvaneciéndose en la faz de la tierra.

 

Retrocedió unos pasos y volvió a colocarse la capucha. Recordaba a Callum, claro que sí, algo en ella prefería no hacerlo, y algo en ella habría preferido no tener un encuentro similar ahora, pero al parecer la vida tenía un sentido irónico que ella no lograba descifrar del todo. Estaba un poco más delgado de lo que lo recordaba y su rostro era joven, demasiado. Sin darse cuenta, la Yaxley sonrió de lado y deshizo el nudo de sus brazos, extendió una mano hacia el rostro del Askar sin tocarlo y se vio confundida.

 

— Con todo lo que ha pasado en el mundo, pensé que jamás volveríamos a cruzarnos —confesó cuando le volvió una temperatura normal al cuerpo—, y aunque me alegra, pudimos evitarnos el maltrato físico, me parece —bromeó y retiró su mano al darse cuenta de lo impertinente que podía verse.

 

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[justo]

A las dos horas de estar esperando se presento un nuevo guia con varios hombres y animales, recogieron a nuestros compañeros y descendieron hacia el valle, Tomas y sus hombres se quedaron con nosotros 4, estabamos solos.

Y comenzamos a subir mas todavia, el paisaje montañoso y bravio era impresionante. Admiramos un gran aserradero y un pequeño riachuelo, el rio Guadalquivir en su curso alto. Por fin, tras un sendero serpenteante desembocamos en un tranquilo vallecito y un rio que bajaba con el agua mas fria que he visto, y tocado, en mi vida. Era el Linarejos. Acampamos alli esa noche.

Tomas estaba de buen humor, decia que su casa estaba por aquellas montañas y señalaba distraidamente hacia ellas, no le preguntamos donde porque ya nos parecia normal. Nos preparo una cena sabrosa y a la luz de una hoguera estuvimos hablando largo rato. Saco entonces una bolsita con un polvillo e hizo un te que nos invito a probar. Ante nuestra desconfianza probo, el primero, y entonces nos animamos. En mi vida he probado nada tan agradable, era aromatico y fresco a la vez.

Hablamos mucho con el, Tomas era un hablador incansable pero ya estabamos al borde del agotamiento, a trompicones alcanzamos la tienda y nos fuimos quedando dormidos. Lo ultimo que recuerdo es a Tomas, sentado y bebiendo su te bajo las estrellas.

[Jeremy Triviani]

-El señor Askar regreso, se lo vio merodeando por el Callejón Diagon -Le informo Brayan cuando Jeremy se arrimó al Refugio donde tenía su laboratorio experimental - Mis informantes no tienen dudas -Sentenció.

 

En realidad Brayan era un ex drogadicto que Callum había traído de quien sabe dónde, y lo había abandonado en el Refugio en sus prisas por recorrer el mundo buscando respuestas. ¿Las había encontrado? Jeremy temía que si y que no le gustarían. Volviendo al sirviente, el vampiro tuvo que hacerse cargo de desintoxicarlo mediante un imperius que duró siete lunas completas, para que funcionara. Luego de eso, le dio trabajo y algunos galeones a fin de mes. Era su encargado de mantener los dos laboratorios ilegales que tenía. Uno en el Refugio, y el otro en el Castillo Triviani.

 

-¿Cuánto tuviste que pagar por esa información? -Preguntó el rubio con una mueca.

 

-Nada, señor. Uno de ellos estuvo dispuesto a hablar luego de que le regalara uno de los hongos de la última cosecha -Le entregó a Jeremy un pergamino con más detalles sobre eso y un gráfico que mostraba porcentajes mejorativos al anterior.

 

-Esto es fantástico -Asintió leyendo con aprobación - Envía lo último al Zarathustra y revisa las estadísticas de los efectos secundarios en los pacientes del CRAA. Quiero saber todo antes de sacar al mercado los Hongos Multicolores -Ordenó de forma profesional mientras sonreía - Ah no te vayas aun… -Pidió haciendo que el encorvado empleado se detuviera a medio camino - ¿Donde está?

 

No hizo falta que preguntara quien.

 

-Lo vieron entrar hace una hora a un Museo.

 

Jeremy apareció en el Museo Night vestido como una chaqueta de cuero cerrada, y unos pantalones oscuros. Las botas de cuero, sonaban contra el piso mientras caminaba hacia su destino. Portaba los talismanes de los libros mágicos y los anillos que venían con ellos. Listo para matar. Podía oler al desgraciado a un kilómetro de distancia. ¿Desde cuándo le interesaba el arte? Tuvo que reprimir sus ganas de gritar.

 

-¿Con que ahora te dedicas al Artes, hermano? -Preguntó interrumpiendo de malas formas el encuentro de la pareja -Hola, Maida -Reconoció a su salvadora en aquel piso sin una mota de polvo - El destino quiso que esta vez, sea yo el que te salve de este granuja.

 

 

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[Callum Triviani]

El rumano hizo un gran esfuerzo por no parecer divertido con la reacción de Maida, sobre todo después de haberle atropellado con gran descuido, pero le fue imposible a sus labios no curvarse para dibujar una perfecta sonrisa en su rostro. Tanto su irritación, como su sonrojo, fue suficiente para que Callum se olvidara de todo lo que traía en la cabeza por un instante.

Bien era cierto que, a excepción de un encuentro planeado, las veces que se había topado con la Yaxley habían sido torpes y desatinadas, pero a pesar de ello el demonio siempre sintió que entre los dos había nacido algo. No sabía qué, pero era algo; y curiosamente, el museo en el que se encontraban ahora, había sido lugar también de viejos encuentros. Dicho de otra manera, al Askar le daba gusto verla allí, y por un breve momento sintió la sensación de que las cosas seguían en su lugar, y que todo marchaba bien.

Sonrió de forma mas abierta cuando ella mencionó de forma indirecta la forma en que se habían conocido, aludiendo aquélla cena en que habían tenido la oportunidad de conocer un poco el uno del otro. Callum inspiró aire y asintió, ya acostumbrándose a que todos hicieran hincapié en sus constantes desapariciones —Bueno, sucede que, como tú misma lo has dicho, mis faroles no están encendidos —se disculpó.

Ella volvió a colocarse la capucha para desazón del Askar, que no había apartado sus almendrados ojos ni un segundo del rostro de su amiga. No sabía realmente si podía llamarla de tal manera, pero si lo pensaba, ella era lo más cercano que tenía a una. Entonces la Yaxley levantó una mano, acercándosela al rostro, y por muy extraño que pareciera el mago deseó tanto aquél contacto físico que no se llevó a cabo; antes de que pudiera responder, una voz demasiado familiar le devolvió a la realidad.

Generalmente el rumano podía sentir la presencia de su hermano a un kilómetro de distancia, pero se vio sorprendido por su repentina presencia en el museo. ¿Cómo lo había encontrado?, se preguntó, notando que las influencias del Triviani por el pueblo habían crecido demasiado y ahora no podía darse el lujo de ocultarse un poco, aunque jamás había sido esa su intención. Evitándolo, sería mas apropiado. De cualquier manera, cómo cada maldita vez, ver a Jeremy siempre le resultaba reconfortante.

—Si, he estado pensando sacar dinero de tus pinturas nudistas —bromeó, no pudiendo evitarlo aún en presencia de Maida, a quien su hermano parecía conocer muy bien —, pero para mi mala suerte nadie quiere comprarlas. No se los reprocho.

Callum hubiese querido abrazarlo como siempre hacía cuando lo veía, nunca le había importado esas demostraciones de afecto con él. No había tenido oportunidad de hablar con su hermano desde su regreso, y todo se había vuelto demasiado confuso; pero reprimió sus ganas, y entornó la mirada hacia la Yaxley, dedicándole una sonrisa —Harías bien en escuchar a este "hombre de bien", él sabe lo que dice.

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