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Animagia


Suluk Akku
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Suluk permanecía inconsciente. Por mucho que el Guacamayo le picase el rostro no hubo respuesta alguna por su parte, parecía como si el alma hubiese abandonado el cuerpo. La arcano dormía, pero había una voz externa que intentaba llamar la atención de Dennis. Se trataba del Quetzal, Benni, quien hablaba de manera dulce, sus palabras a oídos del ave azul exótico ya no era como un chirrido ensordecedor. Todo resultaba muy extraño a ojos de la bruja, probablemente.

 

 

A lo lejos se podía ver a Richard yendo y viniendo hacia los extremos de una gran habitación, revisaba libros, lanzaba hojas, cada tanto volvía a conjurar los encantamientos que impedían tanto a Akku como a Delacour defenderse con magia y desaparecía. Cuando el pichón veía la sombra dé Bird se callaba y sólo volvía a hablar cuando creía el hombre estaba lejos.

 

 

-¡Hey, hey.. amiga!- chistó a Dennis -No vas a despertarle, Richard lleva meses diseñando esa poción del sueño, ayúdame a salir por favor.

 

 

Batía sus alas frenética, quería salir de la jaula hecha de ramas puesto que por sus propios medios no podía. La muchacha, ahora ave, era su única escapatoria. Fuera las luces se apagaron, el silencio se apoderó de la estancia, la brisa mecia las frondosas copas de los árboles y no había señales del macabro mago.

 

 

-Oye, chica, por favor. Si me ayudas a salir yo te ayudo a ti a escapar..

 

 

Agregó, tentandola.

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Por más que la Delacour revoloteaba y picoteaba a la Arcana era algo infructuoso, la mujer no reaccionaba de manera alguna y ella empezaba a desesperarse ante el hecho de que no tenía mayor idea de que hacer para salir de aquel embrollo en el que habían terminado por causa de un mago que traicionó la confianza de Suluk, alguien a quien la bruja apreciaba era ahora el causante de sus problemas.

 

Un chillido hizo que volviera la vista al quetzal que los había recibido y que estaba ahora en una jaula aleteando, rayos si seguía haciendo tanto ruido la iban a descubrir, fue entonces que sintió que aquel mago se acercaba pero el ave al parecer sintió lo mismo porque se calmó y nuevamente los pasos del hombre se alejaron. — Ya callate que va a venir Richard y nos desplumara — y entonces le dio información sobre una poción de sueño — y entonces cómo haré para despertarla? mejor no digas tonterías y dime algo valioso — de pronto cayó en cuenta de algo ya no escuchaba sonidos de aves, le entendía claro al quetzal como si hablara con alguien de su familia, claro ahora ella era un ave por eso podía entenderle, alzó vuelo alrededor de la jaula del pichón buscando como abrirla.

 

No se veía señal alguna del mago, al parecer había salido, trató de derribar la jaula de donde colgaba como hizo con la suya pero esta estaba bien sujeta y no fue posible, entonces con cuidado usando su garra introdujo uno de sus dedos dentro del orificio del seguro logrando que este cediera dándole la salida al quetzal. — Bien, eres libre pero ahora necesito ayuda con Suluk, no puedo dejarla aquí a su suerte e irme sin más — le dijo al ave quien parecía meditar su respuesta. < no puedes hacer nada por ella en esa forma, necesitas volver a tu forma humana para usar la magia > y era muy cierto aquello, con ese aspecto no podía luchar contra Richard y menos usar su magia. — Pero el dijo que toda la reserva está bajo un hechizo que impide usar magia — dijo mientras veía como su varita reposaba sobre la mesa del lugar. < se quien puede ayudarte, pero debemos ir a buscar a otro lugar, por ahora nada puedes hacer aquí. > observando de nuevo a la Arcana no le quedó más que aceptar, no podía ser de ayuda sino lograba controlar su cambio de forma, así que alzando vuelo junto al quetzal partieron del lugar por una ventana, no sin antes tomar entre sus garras su varita ya que no la dejaría a merced de aquel despiadado mago.

 

Volaron por bastante tiempo al menos lo que le pareció a la Delacour, teniendo que tomar varios descansos ya que no estaba acostumbrada a tener que usar alas, hasta que llegaron al pie de una montaña con un pequeño agujero en medio de ella que parecía un pequeño túnel, imposible para que una persona pasara por él debido a su tamaño, el quetzal lo atravesó y ella hizo lo propio para no quedarse atrás, era estrecho y oscuro lo que casi no le dejaba volar bien y en algunos puntos tuvo que ir sobre sus garras caminando, al salir al otro lado sus ojos se encontraron con un espectáculo maravilloso, una cascada en el lugar rodeado de verdes árboles y vivos colores bajo un cielo espectacularmente azul le dio la bienvenida. En las ramas de los árboles cientos de aves majestuosas observaban su llegada, siguió al pequeño quetzal hasta que se ubicaron justo frente a un gran samán donde se posaba una impresionante ave blanca que nunca antes había observado en la vida y a su lado varios guacamayos azules la miraban mientras todos hacían eco de sus voces.

 

El quetzal explico todo lo sucedido a aquella hermosa ave indicandole también que requería de su apoyo para ayudar a la arcana la cual aún estaba en las garras de aquel cruel mago que quería hacerse de su magia. Después de aquello aquella ave que parecía ser su líder habló < Has sido de ayuda con el quetzal y el prometió ayudarte en tu misión así que lo haremos, nosotros debemos ocultarnos aquí debido a la magia oscura de aquel hombre que se ha tomado la reserva, pero con tu ayuda usando la magia podríamos vencerle. Podemos romper el hechizo que impide usar magia en la reserva para que puedas luchar contra el en igualdad de condiciones, pero primero debes lograr el equilibrio entre tu espiritu animal y tú lado humano > dijo al tiempo que la ojiazul volvía a tomar su forma humana terminando cubierta por una vestido blanco brillante.

 

< la magia que habita en este lugar te ha dado de nuevo tu forma pero si quieres combatir a aquel mago oscuro y ayudarnos así como a la persona que está apresada deberás controlar los cambios a tu voluntad > le entendía claramente a pesar de que ahora era humana de nuevo, < el tiempo corre y todo dependera de ti > dijo para alzar vuelo y dejarla en aquel lugar para cumplir su objetivo si quería que la ayudarán a liberar a Suluk.

 

Dio unos cuantos pasos alrededor del lugar tratando de lograr su transformación pero tenía tantas cosas en mente que se sentía bloqueada por completo < debes liberar tu mente para que tu espíritu lo haga > dijo el quetzal que había decidido permanecer en su compañia. Era cierto, se sentía atada a tantas cosas terrenales cuando en ese momento tenía que buscar el cielo para alzar su vuelo, así que subió a la cima de la cascada y cuando estuvo en el punto más alto miró hacia abajo, solo esperaba no terminar contra el piso de aquel lugar. Cerró los ojos y después de respirar profundo puso su mente en blanco, en ese momento solo quería una cosa, "Libertad". Saltó al vacío y después de un par de segundos sintió como el viento se colaba entre sus alas, abrió los ojos para ver que se encontraba volando sobre aquel paisaje, había conseguido convertirse en ave por su cuenta pero debía practicar un poco más para no fallar cuando llegara el momento de ir a buscar a la Arcana y luchar contra aquel vil mago. De ella y su equilibrio con su espíritu animal dependia todo en ese momento.

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  • 2 semanas más tarde...

Richard Bird

 

Tantos años le hubo costado convencer a Suluk y ahora que por fin la tenía donde quería se sentía paralizado. Hacía tiempo ya que vivía en aquella reserva y sabía de buenas a primeras que la mayoría de las aves que se escondían entre las frondosas copas de los árboles le odiaban, le temían y solamente estaban allí porque el campo mágico magnético no les permitía ser libres. Algo así había sucedido con Katie Feather, la obsesión le hubo llevado a perderlo todo, no solo la cordura, incluso a ella, el gran amor de su vida.

 

Tanto esfuerzo por suprimir aquellos pensamientos. Detuvo el andar en plena oscuridad, el aire frío le ayudaba a concentrarse pero la sonrisa de aquella hermosa y exótica mujer le nublaba la razón ¿Por qué, por qué había tenido que ser tan noble? seguía convenciéndose a sí mismo que era culpa de Kate y no suya lo ocurrido cuatro años atrás.

 

—¡Ella me obligó!— Gritó a la nada, una pareja de zorzales que ase acurrucaba sobre una gruesa rama salió volando, lejos.

 

Kate y Richard se conocieron en la universidad, hacia sus últimos años, cuando Suluk Akku ya era una obsesión implantada en su cerebro, un virus que arrasaba con todo a su paso. Él le confesó que sería un poderoso animago capaz de controlar a los animales a su antojo, que estaba claro el don le acompañaba y pronto le reclutarían para dar la gran prueba, incluso algunos de sus amigos, en confidencia, ya le habían enseñado sus sortijas de vinculación, más los meses corrían y Bird acabó por comprender que el día jamás llegaría.

 

Lo aceptó, sí, a medias y engañando a quien luego se convirtió en su esposa. Una hermosa bióloga, bruja reconocida por su lucha contra la extinción de aves exóticas y, muy a su pesar, animago. El hombre, por el contrario, se dedicó a las pociones y montó una pequeña botica en el corazón de Bogotá. Eso le llevó a donde se encontraba parado ahora, demoró años en perfeccionar una poción para sedar a Suluk y así robarle todos sus poderes pero no contó con que Feather se negase a colaborar por lo que, como daño colateral, ideó una poción inhibidora de la parte racional humana y le empujó a convertirse en un Quetzal de manera tal que, luego, no consiguió regresar a ser ella.

 

La arcano ahora descansaba en su sueño eterno sobre una mullida cama, su varita de cristal aun no se transformaba en el cayado que le administraba sagrado poder y todavía no conseguía quitare su sortija más estaba convencido de que pronto lo haría. Aquella joven bruja, Dennis, permanecía encerrada en una jaula junto a su esposa, o eso era lo que él creía así que tenía tiempo hasta que el sol volviese a iluminar la selva para idear un nuevo plan y ejecutarlo. Luego acabaría con la vida de sus tres testigos, Suluk, Kate y Dennis.

 

 

 

 

Katherine Feather

 

Cuando Richard gritó, lejos, muy lejos de su ubicación casi pudo sentirlo. Su, ahora, pequeño corazón dejó de latir por tres segundos y luego retomó el bombeo natural que precisaba para mantener su cuerpo cálido y vivo. Había conseguido que Delacour la liberara, tras años de cautiverio y por un instante no supo qué hacer ¿Huir quizás? fue una opción, tenía que ser sincera consigo misma, pero no permitió que el miedo la detuviera.

 

Akku le había ayudado a conseguir el equilibrio en su interior, había tenido una vida feliz —pero falsa— con el hombre al que amó hasta el último día, y aun sospechaba amarlo, y durante un tiempo se dedicó a lo que le apasionaba, las aves exóticas y su protección. Porque el título que Richar ostentaba no era una invención de su loca y retorcida mente, se lo había robado a ella al igual que su anatomía humana y su libertad. Pronto todo acabaría, o eso creía, y las aves podrían recuperar el flujo de migración, volver a sus hogares y, caso contrario, buscar albergue en su reserva sin temor alguno.

 

—Chica— pió batiendo sus alas a la izquierda de Dennis, estaba agitada —Debemos encontrar el núcleo mágico que Richard utiliza para alzar la barrera protectora, solo así podrás usar tu magia y despertar a Suluk.

Editado por Suluk Akku
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El aire se fundía en medio de sus alas en pleno vuelo, el azul del cielo combinaba con el color de su plumaje y sus ojos parecían ver más allá incluso del paisaje frente a ella, era como si pudiera observar todo más detalladamente mientras volaba sobre aquel esplendor de colores que conformaban aquella selva en la que se movía ahora. Los cantos de las aves resonaban en su mente como susurros los cuales comprendía sin esfuerzo alguno. Todo eso junto era irreal, era una libertad de cuerpo y espíritu que se mezclaban en el vaivén de aquel vuelo que estaba llevando.

 

Algunas de aquellas aves sonaban preocupadas y otras esperanzadas, tenían fé de que pudieran al fin estar tranquilas sin preocuparse por la presencia de aquel mago que las había obligado a esconderse para salvaguardar su integridad antes de que las destruyera con su magia oscura, esperaban que ella pudiera ayudarlas.

 

sentía un mundo infinito a sus pie mientras volaba y por un segundo casi olvidaba lo que debía hacer, por más seductora que fuera la libertad del ave y una vida sin preocupaciones sabía que debía retornar su mente a lo que ahora era lo más importante, debía salvar a Suluk de las garras de Bird y así mismo ayudar a todas aquellas criaturas de la reserva que se encontraban bajo la sombra del mago.

 

El movimiento de unas alas junto a ella la sacaron de sus pensamientos seguido de las palabras de aquel quetzal que la había llevado hasta esa zona segura. Había que encontrar aquel núcleo — Tienes idea de donde pueda estar?. De seguro esta en el centro de la reserva desde allí puede abarcar un radio alrededor para bloquear toda la posible magia en el lugar — dijo al ave que estaba bastante agitada.

 

Una barrera así de poderosa debía emitir más energía que cualquier otra cosa en la zona, por lo que decidió usar lo que había aprendido cuando estuvo en su clan. Se posiciono sobre la punta del árbol más alto cerca a ella, cerró los ojos y empezó a enfocarse en todas las sensaciones a su alrededor. El viento y los aromas que traía, la brisa que llegaba desde las cascadas cercanas, los ruidos de los diferentes animales cerca, en cierta dirección sentía una fuerza oscura donde suponía quedaba la cabaña del mago pero más allá de aquel lugar se empezaba a sentir una energía muy fuerte, producia tanto calor que llegaba hasta donde ella estaba ubicada y la sentía gracias al entrenamiento que una vez tuvo.

 

— Ya se donde esta! — dijo alzando nuevamente el vuelo, en una de sus garras aún llevaba su varita, trato de evitar lo más posible volar cerca a la cabaña para no verse descubierta, más allá de la misma encontró por fin lo que buscaba. En medio de un par de árboles una gema brillaba generando un campo de energía tan fuerte que se alzaba sobre toda la reserva, en esa forma no podía hacer mucho y estaba tan cerca de el que no podía cambiar a su forma humana.

 

Lanzó varias rocas pero fue en vano, necesitaba interrumpir aquel flujo de energía con algo más fuerte que algunas rocas, como ave no tenía más opciones y sin poder usar su varita no había mayor cosa que pudiera hacer, solo había una forma. Alzó vuelo alejándose un par de metros de aquella gema, luego volvió la mirada a ese lugar y después de dar un último suspiro para llenarse de valor se lanzó en picada contra aquella gema de energía, estrellándose contra ella generando tal choque de magia que aquella roca explotó en mil pedazos dejando a la Delacour en forma de ave tendida en el piso y poco a poco fue retornando a su forma humana. Tenía quemaduras y varias heridas, por lo cual pensó — Curación — y sus heridas sanaron, el plan había resultado y ahora podía usar su magia.

 

Se puso en pie y tomando su varita del lugar donde había caido hizo un par de florituras para terminar de sanar, ahora era momento de ir en busca de Bird y terminar con su malevolo plan antes de que le causara daño a Suluk.

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  • 4 semanas más tarde...

Un grito gutural se escapó de entre los labios del hombre. La barrera mágica había caído. ¿Significaba eso que habían conseguido...? No, no era posible. Después de tantos años de estudios... investigación... planeamiento... ¿cómo habían conseguido girar las tornas? Miró el anillo que llevaba en el dedo, el que había sido de Suluk Akku durante tantos años y, de repente, sintió una especie de corriente atravesándole el brazo. ¿Acaso aquella cosa sentía que su auténtica dueña había despertado?

 

Ocurrió lo mismo con la vara. Richard se encogió sobre sí mismo y volvió a gritar, pero esta vez de dolor.

 

 

Suluk Akku ~

 

La anciana escuchó algo a la lejanía. Primero fue muy tenuemente, como el rumor del mar una plácida noche de verano. Sin viento, sin olas. Luego el sonido se intensificó hasta que se hizo insoportable. Instintivamente, se llevó las manos a la cabeza y eso la sobresaltó. Podía moverse.

 

Abrió los ojos de golpe y se incorporó en el suelo, quedándose sentada mirando a su alrededor. Una ligera sensación de mareo la hizo tambalearse ligeramente, pero pronto pudo ponerse en pie y dirigirse directamente hacia el lugar donde había estado aquel Quetzal colorido encerrado. Ahora no había nada, y la jaula parecía forzada. Era ella, ahora lo sabía.

 

Pero... ¿y Dennis? La arcana frunció el entrecejo: debía encontrarla. Y ni qué decir de su anillo y su vara. Se concentró: ninguna magia podría mantenerla alejada de aquellos objetos mágicos a los que tanto tiempo llevaba ligada. Para su sorpresa, no hubo ningún impedimento en el conjuro y, al cabo de un instante, tanto el anillo como la vara aparecieron ante ella con un suave chasquido. Los tomó con suavidad. Irradiaban algo... un poder negativo. Oscuro. Pero éste fue desaparecieron lentamente en el momento en que ella los tocó. Se colocó el anillo y transformó la vara en varita.

 

«Dennis, regresa. Bird ha caído... vuelve». El pensamiento fluyó de su mente a la de su pupila como una suave brisa. Sabía que le había llegado pero, sin poderlo remediar, cortó aquella breve comunicación para tomarse un respiro. Se sentía extrañamente cansada, agotada. Aquella poción que había preparado Richard era verdaderamente eficaz. Tanto que la preocupaba aunque, en aquel aspecto, la amenaza había sido erradicada sin haber tenido que mover ni un dedo, prácticamente. La magia arcana era muy poderosa, tanto que muchos no eran conscientes de ello. Bird había sido tan codicioso que no había creído en aquel poder, y se había sentido merecedor de obtenerlo a cualquier precio. Pero la magia era muy caprichosa. Y, en numerosas ocasiones, prefería decantarse siempre por aquel que pudiera canalizarla en mayor cantidad. Para su desgracia, la vencedora de aquella partida había sido Suluk y lo había abandonado a su suerte, destrozándolo en el camino.

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Había logrado con la ayuda de las aves de aquel lugar romper con el núcleo que le permitía el control a Richard de la reserva, estaba lista para alzar el vuelo nuevamente cuando vio a su lado ya no a aquel pequeño quetzal sino a una mujer que respiraba algo agitada por la emoción de volver a recuperar su forma humana por lo que habían sido varios años de encierro por culpa de Bird. Después de haberle explicado todo confirmó que aquel hombre no era más que pura maldad porque cuando alguien usa de aquella manera a alguien que supuestamente amaba se podía estar segura de que no había ninguna bondad en su alma ni en corazón.

 

Después de calmar un poco a la bruja le hizo un gesto de que era hora de marcharse a la cabaña de Bird, debía acabar con todo de una vez, la mujer asintió dejándola partir. La Delacour empezó a correr a través de aquella selva para de pronto hallarse volando en medio de árboles, aprovechando cada espacio entre sus ramas y se vez en cuando sorteando sus hojas, se elevó lo suficiente para tener una vista sobre toda aquella reserva y sentir como el aire ya no ofrecía resistencia a su paso sino que por el contrario la impulsaba a ser más veloz.

 

Cuando ya estaba próxima a su destino escuchó en su mente a Suluk, tan claramente como si la tuviera justo a su lado. Al parecer cuando habían derribado aquella máquina del mago también habían liberado de su magia a la Arcana la cual después de despertar había podido vencer a Bird sin problema, sonrió al saber que la mujer estaba bien. Planeó un poco cuando se acercó para poder aterrizar sin inconveniente en la entrada del lugar tomando su forma humana de nuevo. — Un gusto verte de nuevo Suluk — estaba feliz de ver a la arcana sana y salva y saber que esa pesadilla para muchas criaturas de la reserva había llegado a su fin.

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  • 2 semanas más tarde...

Suluk respiró cuán hondo le permitieron sus pulmones y extendió los brazos próxima a remontar vuelo. Dennis estaba frente a ella y nada le daba más tranquilidad. La estrechó contra su pecho depositando un sonoro beso sobre la moyera, rompiendo con ese frío código que sostenían los Arcanos, el de evitar la empatía para con sus aprendices; incluida ella, Akku, que era el espíritu bondadoso de todos los animales del universo. Así mismo le respondió que también se alegraba de volver a verla y por poco se echa a llorar, era una mujer que no fallaba, nunca, y acababa de poner en riesgo la vida de Delacour por confiar de más en alguien que hacia años ya se había perdido.

 

--Lamento tanto todo lo sucedido-- Musitó tras frotar sus brazos. Detrás de la joven de cabello exótico se encontraba una antigua alumna, Kate.

 

La animago comenzó a atar cabos y a comprender que Bird había planeado el golpe con calma, año tras año. Pero en su ecuación nunca contó con la paciencia de Katie y la valentía de Dennis. Entonces, la culpabilidad que le retorcia las entrañas se transformó en orgullo y le infló el pecho.

 

--Ambas se merecen un buen descanso-- comenzó diciendo antes de utilizar sus renovadas fuerzas para abrir un tajo en el aire entre ella y las mujeres e invitarles a cruzar dicho umbral. --Les ofrezco mi humilde morada, allí hablaremos Kate, con tranquilidad, y tú, Dennis, podrás encontrar entre mis libros cualquier dato necesario para presentar la prueba final si estás lista, claramente.

 

Luego hizo una pausa frunciendo el ceño como seguramente nadie en siglos le vio hacerlo. Estaba molesta.

 

--Por mi parte, si me excusan un momento, tengo serios temas que tratar con el doctor Richard Bird.

 

Ante todo la educación y los modales, más lo que haría con él no sería tan grato. Tras marchar las féminas una nota llegó a ella en las garras de una bellísima paloma moteada con diminutos ojos negros como perlas, Richard era ciertamente un peligro y una amenaza para la comunidad de Arcanos, siendo más específicos, para los animagos que poblaban el mundo y por lo tanto había que eliminarlo.

 

Más tarde, quizás, habría tiempo para un café.

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La Delacour fue sorprendida por la actitud de la Arcana quien le dio un fuerte abrazo al alegrarse de verla sana y salva, fue algo que la tomo con las defensas bajas porque sabía que los arcanos mantenían una forma de enseñanza donde dejaban de lado las expresiones de afecto aunque la mujer desde un comienzo siempre había mostrado una actitud amable con ella.

 

Escuchaba un tono de culpa en las palabras de Suluk, era normal sentirse así debido que había sido traicionada en su confianza por alguien que apreciaba y conocía de años, pero la ojiazul sabía que la arcana no tenía la culpa de nada, simplemente había sido una victima más de aquel mago oscuro como lo había sido la propia Kate quien había que tenido que sufrir por años la locura y ansia de poder de Bird.

 

Agradeció la invitación de Suluk para asistir a su morada a tomar el te y recuperarse de aquel evento, pero lo que más le alegró escuchar fue el hecho de que podía mirar sus libros para prepararse para su prueba final, eso era lo que más deseaba poder vincularse a la habilidad y encontrar el equilibrio con su espíritu animal, esto solo había sido el preámbulo de lo que habría de venir y confiaba en que cuando llegara el momento estaría a la altura de las expectativas que se tuviera sobre ella.

 

Se despidio y se marchó con la confianza en que daría su mejor esfuerzo para lograr aquel cometido que se había trazado meses atrás.

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La bruja comenzó a acercarse a donde sería su clase de Animagia y se frotó las manos con algo de nerviosismo

Sabía que en esos momentos todos los sabios se encontraban ocupados y probablemente, buscando la mejor manera de protegerse con todo lo que tenían encima, su propio profesor del Libro del Druida había estado ausente por tener que tomar un rumbo nuevo respecto a sus clases, ahora que el Ministerio de Magia y Britania misma eran un caos...

Por lo que no estaba muy segura de qué le esperaría con la profesora que le tocaba en esos momentos

Lo poco que le habían dicho otros ex-alumnos, era que la encontraría cómoda si le explicaba que conocía de Sedna y su poder sobre los océanos y que tenía amigos que solían vivir en su reinado

Pero de todas maneras...

Los vampiros eran conocidos por sus transformaciones, según la familia a la que perteneciesen podían tomar muy distintas formas, claro... pero no era lo mismo eso, a la animagia de los magos; y esa era la que iba a estudiar ahora en esos momentos, ya que era esa parte de su ser la que necesitaba pulirse e ir tomando fuerza para lo que estaba por venir. Como funcionaria del Ministerio, era su deber el prepararse lo mejor posible y...

Vamos, su propia ambición como seguidora del Señor Tenebroso le exigía ser lo mejor de lo mejor para él

Cerró los ojos un segundo e inspiró profundo para unos momentos más tarde, detenerse a unos cuantos metros de aquel hogar, sintiendo el peligro al que se expondría si daba un solo paso más

-Vengo en búsqueda humilde del saber de la arcana Suluk para la transformación del ser externo -habló con voz clara, los ojos rojos clavados al frente mientras intentaba mantener una posición calma de cuerpo

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Suluk había conseguido descansar unas semanas hasta que una nueva carta de parte de la Dirección de Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería irrumpió en su humilde morada. El crepitar de una cálida chimenea anunció el arribo de Hayame Snape antes de que ésta siquiera se atreviera a poner un pie en el helado jardín de Akku, mientras ésta estudiaba la caligrafía de una fémina, conocida, quizás vieja amiga, y animago. Los malamutes se pusieron en alerta cuando la mujer alzó la voz, casi gritaba, cosa que alarmó a la Arcano.

 

Estaba claro a qué venía, pero ¿por qué no llegaba a la puerta?

 

Dicha puerta se abrió, hacía realmente frío ese día y el viento soplaba con violencia. Quizás su aparato mágico del clima estaba comenzando a fallar y le tocase reparación mensual antes de que congelase a todos los magos y brujas que buscasen aprender algo de la habilidad que impartía. La inuit se arrebujó en una capa de piel de foca y arrugó la nariz buscando a Snape entre la ventisca gélida y blancuzca. A lo lejos la divisó, aun o había cruzado la portezuela principal ni pisado sus jardines ¿A qué esperaba?

 

—¡Joven Snape!— Gritó a la, tal vez, futuro annimago —Dese prisa ¿Qué hace allí? Entre o pescará un resfriado.

 

Hizo un ademán con la zurda invitándola a pesar para poder ofrecerle algo caliente de beber además del candor de la chimenea y los cientos de pieles que reposaban en los muebles de la modesta y pequeña sala principal.

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