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Metamorfomagia


Amara Majlis
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El egipcio no respondió nada, simplemente no le agrada esa arcana y no estaba en ese lugar para ser amigo. Aunque, su color de cabello nunca sería castaño, jamás cambió la tonalidad de su color natural, ahora era como la nieve que lo rodeaba, era como el marfil o casi llegando a blanco. En eso su cuerpo recibe la brisa helada de aquel lugar.

 

El Hekamago sí bien caminaba cerca de Majis eso no significaba que algún día podría ser al menos conocidos, éste luego de acabar aquella clase sólo la buscaría para matarla, sin embargo, ni eso pasaba por su mente, ya que simplemente no le importaba.

 

Y cuando escucho su indicación, y juntado sus manos comienza invocar el Hielo del Averno y comienza a moldear con sus dedos aquel rayo, sólo como un Senecal de Caronte era capaz, al abrir sus manos un abeja que comenzaba a volar, la cual poseía vida al volverla un Horrocrux. Y se vincula a la misma. Esta comienza a ir a donde se encontraba esos gigantes, y le da una visión de lo que allí ocurría.

 

Al tener esa información, comienza a reducir su tamaño y llega a ser tan pequeño que era capaz que esa distancia se hubiera multiplicamos por mil. Esa nieve ahora era un mundo increíble, su ropa le era demasiado grande, ahora eran montañas de tela. Y fue por eso que comenzó a cubrir todo su ser de esa cabello, este parecía una bestia, nada se distingue, incluso partes sensibles la opto para que desapareciera. Es decir, ya poseía eso que lo distinguía como hombre. En cambio su cambio físico hizo su sistema biológico diferente. Ya que secretaba su orina desde su planta del pie izquierdo.

 

Al cabo de unas horas, incluso podía llegar una eternidad se encontraba atravesando ese gran camino, pasando por esa travesía de su ropa y llegando a ver a los gigante luego de doce horas. Este se encontraba cansando, y se fue descansar, creando un iclub. Ante la vista de los gigantes era nada, además que uso la paralasis temporal y círculo astral para que los gigantes se moviera una lentitud casi a cámara lenta, a pesar de la distancia, allí se encontraba. El mago en ese dispuso a dormir, pasando unas horas. Luego poco a poco, comienza a respetar y ya habían pasado otras ocho horas. En esa baja temperatura. Y siempre su criatura de hielo le la visión general de las cosas.

 

Esté ordenó a esa criatura que fuera por el, al pasar unas horas, la criatura se encontraba con su maestro, y el mismo se sube a ella, como si se tratara de un dragon, pero con sumo cuidado. Y fue así, que comenzó a volar.

 

Y comenzó a volar rápidamente cruza el camino, este no le importo lo que hiciera a la arcana, simplemente se dedico a buscar el objeto. Y su parálisis temporal había finalizado, de igual forma el círculo astral, en parte fue por el hambre que sentía el egipcio y por otra para divertirse un poco más, este egipcio comenzó a buscar el objeto que le había solicitado la arcana.

 

Allí, lo observó, y comenzó a incrementar su tamaño rápidamente, incluso ahora se encontraba del triple del tamaño de esos gigantes, y observando a los gigantes, los toma con su mano, los observa y con ese apetito, comienza a pensar en devorarlos, sus dientes comienza a cambiar y ahora era como filosos colmillos de un tiburón, su lengua ahora parecía una serpiente que se alarga y saborea a los gigantes. Este al ser un ser que adoraba comer carne cruda, no le molestaría matarle y luego hacerse con ese objeto.

Editado por Azrael Lycan

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  • 1 mes más tarde...

Desde que era muy pequeña, la Bellerose se había caracterizado por una personalidad bastante curiosa. Le encantaba aturdir a las institutrices con preguntas cuando niña y se había devorado todos los libros que había podido. Esa hambre de conocimiento le había llevado a estudiar muy duro en la academia y ahora que ya se había graduado, estaba impaciente por continuar expandiéndose.

Las habilidades eran algo que requerían un nivel de magia sumamente avanzado y aunque era algo que siempre le había atraído, con mucho respeto y prudencia había aguardado el momento de lanzarse a por ello, esperando estar lista, preparándose lo mejor que había podido hasta tomar la decisión.

Al llegar a Inglaterra, la heredera tuvo la oportunidad de escuchar historias de gente que lo había intentado, aunque no todos lo habían conseguido. Hablaban de una mujer, una gurú mágica que les había enseñado, aunque los retos que aquella habilidad implicaba no eran para cualquiera. La rama de la metamorfomagia siempre le había atraído, no solamente porque pensaba que un mundo lleno de infinitas posibilidades se iba a abrir ante sus pies cuando la dominase, sino que la complejidad de aquella magia tan antigua le parecía un arte muy atractivo de dominar.

Consideró que aquella era la señal que estaba esperando y con toda la predisposición, Hélène decidió que era el momento de lanzarse a por ello y emprendió el camino en busca de la arcana, una mujer que pocos conocían y todos respetaban.

Al llegar a la locación que le habían indicado, se detuvo unos segundos en el rellano de la puerta sin atreverse a tocarla todavía. Sintiendo una mezcla de nervios y adrenalina rebullendo en su interior, repasó mentalmente todos los motivos que le habían llevado hasta allí. Nerviosamente deslizó los dedos de la diestra por el cabello, arreglándose la melena para estar lo más presentable posible y armándose de valor y ansias de saber qué le esperaba al otro lado de la puerta, tocó con suavidad dos veces, aguardando que la persona del otro lado abriera y quisiera tomarla de pupila.

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Amara con @Azrael Lycan en el pico Zagros.

La mujer se detuvo en seco, como si una visión hubiera llegado hasta ella, sus ojos se centraron en un punto del vacío y supo por qué aquello la había afectado en el momento en que su pupilo actuó. Ella había intentado ser todo lo paciente posible, se preguntó si el Lycan alguna vez en su vida había estudiado idiomas, sin dudo aquello le habría ayudado a entenderla, porque sin dudas el hombre no sabía interpretar una bendita orden ni aunque supiera que su actitud evitaría que aprobase una prueba tan sencilla como aquella. Dos más, pensó Majlis y se giró, pensando por primera vez en su vida en convertirlo en cadáver y hacer su propio horrcrux.

Pero dicen que por cada mala acción a veces hay una buena que la compensa, la arcana observó el detalle de lo que ocurría, era imposible que aquello no fuera una mala idea y sin embargo el mago parecía dispuesto a correr el riesgo, era astuto, no lo podía negar, pero había mejores formas, sin embargo ella respetaría su elección. Sin duda aquel hombre ponía al máximo esfuerzo su actitud de resolver los problemas que pudieran tener los estudiantes. Le gustara o no se habían conocido y aunque tuviera que arrastrarlo por una o mil pruebas más haría que aquella no fuera una situación de fracaso. Solo esperaba que alguna vez su mente obtusa estuviera dispuesta a ver que ella no estaba contra él.

El tiempo parecía que iba a correr tan lento como nadie lo hubiera imaginado jamás, las ropas podría haberlas achicado con él gracias a la transformación, pero no podía negar que aquella pequeñísima y extraña figura en que había modificado su cuerpo era algo inusual. Tenía que respetar el que fuera capaz de renunciar a su hombría momentáneamente, aunque ella conocía muy bien lo peligroso que podía ser el cambio de los órganos internos sin la experiencia adecuada. Quizás por ello decidió cuidarlo además de elevar su respeto hacia él una milésima, ya que, aunque se había mostrado como aquellos que se vanaglorian de su poder, habilidades y cualidades, seres a los que ella aborrecía, estaba mostrando que era capaz de ser ¿humilde? No, pero al menos sí a no vanagloriarse de su propio ser.

 

Retrato de Majlis en la vivienda de la Universidad con @Hélène Éloïse Bellerose

Un retrato de una mujer bereber de unos treinta y pico de años entre abrió los ojos en el gran vestíbulo de la vivienda que ocupaba la metamorfomaga cuando estaba en la universidad. La mayoría de los retratos de aquella sala eran tomados con una cámara muggle modificada con magia, y por ello no se notaba a simple vista que si tenían vida como los cuadros en muchas salas mágicas. Pero el de la arcana sabía muy bien disimular su magia en él. Por tal motivo cuando la joven Hélene tocó a la puerta la figura en el retrato se irguió, carraspeó bajo y entonando la voz de la arcana respondió.

Un momento por favor, estaré con usted en unos minutos ¿Quién es y qué es lo que necesita? —agregó, a la espera de una respuesta para retransmitir a la ausente arcana a través de la conexión mágica que había entre el retrato y su imagen original.

 

Amara con @Azrael Lycan en el pico Zagros.

El tiempo pasaba y parecía que sería eterno, Amara se preguntaba si aquello resultaría con bien al final. A su mente llegó la imagen de lo que ocurría en su vivienda, un nuevo estudiante parecía que se hacía presente, o al menos alguien había golpeado a la puerta de su vivienda. Su retrato había ocupado su lugar, y aunque no se mostrara a la persona al otro lado sería capaz de responder e incluso dar instrucciones a la joven. La duda de Amara era si no hubiera podido aparecerse ella misma para atenderla mientras el minúsc.ulo hekamago se dedicaba a recorrer en cámara lenta, para ella, sus propias y ahora inútiles ropas y luego el camino que les separaba de los gigantes.

Pasadas seis horas y habiendo recorrido el mago la mitad del camino, Amara tomó una decisión más que importante: dejaría unas gotas del anillo de la presencia para vigilar el avance del Lycan y ella volvería a la Universidad a recibir a la persona que se estaba presentando en ese momento con su retrato. Esperaba que no se equivocara al confiar en el mago, en cuanto algo más fuera de lo normal y de lo solicitado ocurriera ella misma se encargaría de volver y poner al mago o a los gigantes en su lugar.

Dudo por unos segundos, tras dejar las gotas del anillo de la presencia en avisar al mago o no, a él le importaban bien poco los demás, lo había demostrado y sin embargo ella no era así. Pero mejor dejarle actuar, confiado en que ella estaba vigilándolo. Por eso, tras invocar un [fulgura nox] pasó del lugar en que estaba al gigantesco vestíbulo de su vivienda.

 

Majlis en la vivienda de la Universidad con @Hélène Éloïse Bellerose – 6 horas después de la transformación de Azrael.

Sus ropas se habían convertido en un kabyle turquesa con bordados dorados, sus ojos castaños lucían en su caucásico rostro de adolescente y sus cabellos cobrizos hasta los hombros le daban un aspecto aún más juvenil cuando abrió la puerta para encontrarse frente a una joven de un metro ochenta y aspecto grácil y delicado, de apariencia muy joven, pero ella sabía que eso no era algo de lo que se podía fiar.

Buenos días, soy Amara Majlis —dijo observando aquellos ojos celestes que parecían perderse en un rostro casi níveo, como si de la reencarnación de Blancanieves se tratara dada su larga y oscura cabellera —¿Por qué crees que estás preparada para estudiar esta habilidad? ¿Qué es lo que esperas lograr con ella? —preguntó la metamorfomaga a la joven mujer mientras la invitaba a pasar, sin sospechar que catorce horas después la tendría que arrastrar con ella a la cima del Zagros.

 

12 horas después de la transformación de Azrael.

La conversación con la joven se había vuelto más fluída, por momentos Amara  controlaba gracias a las gotas del anillo de presencia el avance de Azrael en su misión. Luego de doce horas el mago había llegado a donde los gigantes. Amara se dispuso en ese momento a concurrir en su auxilio, pero como la noche y el cansancio parecían haber caído sobre todos, no solo sobre su impredecible pupilo se dispuso a esperar, dejándole dormir y a encargarle a la joven Helene una pequeña tarea.

—¿Alguna vez has intentado cambiar tu aspecto? Te pido que te concentres y comiences a imaginar tu cabello, visualiza su color, y poco a poco como éste se va aclarando, hasta finalmente lograr que ese negro azabache se convierta en un rubio ceniza, pasando por todas las gamas hasta llegar a él.

 

Amara con @Azrael Lycan en el pico Zagros – 20 horas después de la transformación de Azrael.

El descanso al que había enviado a su joven estudiante no había sido el mismo al que ella se había sometido. Aún a costa de no poder hacer nada durante el sueño había regresado, no se ocuparía ella misma de recuperar el tótem que buscaban, pero era una tarea que le había encomendado a su estudiante. Y había puesto toda su confianza en él, por eso había permanecido oculta entre las nieves con sus ropas, piel, cabellos y ojos con el color de las nieves de la montaña.

Su tamaño reducido al de una delgada niña de doce años le había permitido estar más oculta aún, sin embargo se sobresaltó al notar que algo ocurría algunos metros frente a ella. ¿Cuántas fuerzas había derrochado el mago en sus doce horas de viaje a lo Gulliver? ¿Habían sido suficientes su sueño para recuperarlas y ahora volar sobre un ave partícula de alma? Parecía que sí, porque el mago estaba haciendo ahora una nueva demostración de metamorfomagia al acercar su tamaño al de los gigantes.

Sin embargo, para su sorpresa, él los sobrepasó, la otra historia de Gulliver. Amara pensó que aquello en cierta forma era bueno, los vencería más fácilmente, sin embargo, a notar lo que el mago realizaba, sus ojos centellaron y su propio cuerpo comenzó a crecer hasta adoptar un tamaño algo superior al de Azrael acercándose a él, vara de cristal en mano, la cual había crecido junto con ella, al pronunciar [vara de cristal] y utilizar la transformación sobre sus ropas y todo sus posesiones con ella.

¡Detente ya! —le ordenó al mago —toma lo que hemos venido a buscar y te he pedido recuperar y vámonos, ellos no son mejor que las alimañas y no han hecho demasiadas cosas en la vida pero no permitiré que por tu tamaño te aproveches de quienes ahora son seres indefensos en tus manos. Toma el tótem y sígueme, usa la metamorfomagia para recuperarlo —dijo la arcana con voz firme y clara, señalando al extraño cofre de cristal en el que estaba protegido el objeto, con una cerradura de formato muy particular y esperando que el Lycan la acompañara luego de recuperarlo.

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El Hekamago le escuchó con atención, sin embargo no estuvo de acuerdo ¿acaso no es la naturaleza misma que el más grande se come al más pequeño? Y aun así le obedeció, siguió por un momento saboreando a los gigantes, los cuales tenían un curioso sabor, ese sudor y aromas, en cierta manera le eran apetitosos al licántropo.

 

“Es una lástima.” Pensó y observo a los gigantes. “nunca he comido de un bocado una presa tan suculenta, pero al parecer debo dejarles a un lado.”

 

Y allí, los coloco como sin nada o mayor esfuerzo retirado de él, lejano de donde se encontraba el tótem. Y su cuerpo comenzó a regresar a su forma normal, y camino por aquel objeto, cuando lo tenía en sus manos hizo que de su espalda salieran ocho alas grandes de un plumaje negro, cuatro de estas cubrieron su cuerpo desnudo. Y las otras cuatro le sirvieron para elevarse por el cielo, como si fuese un querubín. Al estar volando se acercó al rostro de la arcana, y su mirada era diferente, de un tono azul celeste, y cabellos dorados como el sol.

 

-Ya tengo el tótem ¿A dónde quieres que vaya ahora?-

 

Indago el Nigromante, quien aún seguía pensando en devorar a los gigantes. Aunque, para este ser perverso sus instintos animales le indicaba que hora de comer, por lo cual su calma aparente se comenzó a manifestar, su ira se demostró en el cabello al cambiarlo en una tonalidad rojiza como la sangre, pero sus dientes eran como los de un tiburón, y lengua como si fuese una serpiente, la cual permanecía larga y oculta, el mismo hizo que esta tuviera la forma idéntica que la de los ofidios.

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La bruja sentía que el corazón le latía cada vez más rápido a cada segundo que aumentaba su espera. La perspectiva de aquella jornada le llenaba de emoción y ansiedad también. Sabía que Amara era selectiva con sus pupilos. 


Una voz le sacó rápidamente de sus cavilaciones. La puerta no se abrió, pero alguien le habló a través de ella preguntándole qué necesitaba. —Hélène Bellerose, busco a la arcana… —Aguardó nuevamente, esperando con más ansias que nunca, mientras jugueteaba con los dedos, deseando que el tiempo corriera más rápido.


Minutos después, la puerta se abrió y una mujer bastante joven y de amable aspecto le recibió. No supo por qué se sorprendió, quizás porque en su mente imaginaba a Amara Majilis como una anciana llena de sabiduría. De alguna forma el hecho de que la mentora fuera tan joven le imponía mucho más respeto y admiración. 
No esperó que le dejaran entrar tan fácil, así que la pregunta que la bruja formuló la estaba esperando. Intentó ordenar en palabras aquello que sentía, pero no sabía cómo transmitir esa respuesta sin que sus palabras sonaran trilladas. 


Desde pequeña he sentido mucha admiración por los sabios y científicos, por la gente que descubre y la gente que crea. Siempre me he esforzado por aprender todo lo que pueda, por ser un miembro útil de esta sociedad. Siento que la vida no es lo suficientemente larga para estudiar todo aquello que me falta, pero lo estoy intentando mientras tenga la posibilidad. —Soltó una media sonrisa. —La metamorfomagia se me hace una de las ramas más complejas de estudio y quiero intentarlo. Espero ser digna de aprender todo lo que pueda enseñarme.
 

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Amara con @Azrael Lycan en el pico Zagros – momento actual.

Amara esperó que el Hekamago  actuara, preguntándose cuál sería su decisión, cuando le vio colocar los gigantes lejos de él, se permitió un gesto de aprobación sin dejar de observarle. Le había visto observarles, como con pesar por  tener que dejarles, eso era algo que esperaba que él aprendiera a ocultar en el futuro. 

Una vez más el volvió a su tamaño normal, la bereber observó a los gigantes, los cuales, notando que ella seguía en su tamaño mayor a ellos se alejaron. Mientras el Lycan cubría su cuerpo con alas, algunas que ocultaron su desnudez mientras otras le ayudaron a volar. Amara sostuvo la mirada del mago y un sonrisa estilo Gioconda se reflejó por muy breves segundos en su rostro. Mientras él le hablaba fue retomando su tamaño. El tótem volvería ahora a manos de sus verdaderos dueños, Amara extendió su mano tomando el objeto. Un suave gesto de su vara de cristal desapareció el objeto haciéndolo aparecer en el centro de la población a la cual le había sido robada.

—Ahora vendrás conmigo, tengo una nueva alumna y ambos tendréis que compartir los próximos pasos, pero no te preocupes, soy consciente de que necesitas alimentarte, pero, debes saber algo, tener el poder implica una responsabilidad, no todo lo que puedas hacer conviene que hagas y aunque el más fuerte muchas veces se impone al más débil también sabe que no puede acabar con todo lo que se pone enfrente, porque si se extinguen las fuentes, él también se extinguirá y sí, eran poco, pero tú no eres quien decide quién vive y quién muere y menos de la manera en que querías acabarlos.

Mientras hablaba la metamorfomaga había ido caminando, recorriendo el camino que había llevado al hekamago hasta aquel lugar. Se detuvo de pronto, esperando que él continuara a su lado y extendió su  mano, ¿habría una conexión?

Déjame guiarte y luego cambiaremos tus plumas por algo más cómodo para ti—luego de las palabras que él le había dedicado en el pasado era una jugada muy peligrosa, pero luego de que él aceptara su solicitud anterior, estaba dispuesta a darle un voto de confianza.

 

Majlis en la vivienda de la Universidad con @ Hélène Éloïse Bellerose –  horas antes de volver con Azrael.

Podía notar que la joven francesa se esforzaba en responder correctamente y eso le agradaba, por ello la escuchó atenta mientras le hacía señas para que tomara asiento en uno de los sillones que había en aquella habitación.  Era interesante que la joven quisiera aprender más sobre todo y su interés por sabios, científicos y creadores.

—Es bueno que quieras llenar tu mente de conocimientos, pero ten cuidado, en mis viajes he aprendido que quien mucho abarca poco sostiene —Amara pensó que una mente joven y curiosa podía compararse a un recipiente vacío para ser llenado, pero todo tiene su límite, no puedes introducir veinte litros de agua en una tinaja de diez.

Las horas habían transcurrido y la muchacha parecía no saber intentar lo que ella le había encomendado de cambiar el color de sus cabellos. La metamorfomaga pensó que, aunque eso había sido su primera muestra de la habilidad, quizás no todos los magos y brujas estaba preparados para ello. Por eso, antes de partir en busca de Azrael encomendó a la joven francesa.

—Señoria Bellerose, ya que no ha podido cambiar el color de sus cabellos como le indiqué, quizás podría, mientras me dirijo a hacer un encargo, pensar en qué emociones le provoca la idea de ser distinta, de no ser usted, cuáles hechos o sentimientos le provocan no querer ser usted misma y ser alguien más, cambiar, anote sobre ello, anote si alguna vez le ha pasado que sin querer algo en usted ha cambiado ¿crees que la metamorfomagia es innata o la puedes hacer surgir en ti? —Amara hizo un movimiento con su mano en donde se había materializado su varita y apareció sobre una mesita junto a Hélène, un tintero, una pluma y una pila de pergaminos.

—He dejado a otro estudiante cumpliendo una pequeña misión, debo ir por él, intenta pensar en lo que te he dicho y escribir sobre ello y descubrir qué es lo que te ayudaría a cambiar tu cabello como te lo pedí y por qué no has podido hasta ahora, focalizar tus emociones te ayudará —dijo finalmente antes de desaparecer en busca de Azrael, necesitaba juntar a sus dos alumnos.  

Editado por Amara Majlis
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La advertencia de Amara se la tomó más bien como consejo, puesto que ese era un detalle que había repasado varias veces en su cabeza. No quería presionarse con demasiado, sabía que cada nuevo conocimiento requería entendimiento de la responsabilidad que conllevaba. No quería que su curiosidad y ambición le jugasen en contra. 

Estaba bastante nerviosa y eso era un hecho. Tomó asiento en el sillón que se le ofrecía, prestando atención a los requerimientos que pedía su mentora. Como primera tarea le ha pedido que cambie el tono de su cabello, algo que, aunque era esperado, le tomó por sorpresa. No pensó que fueran a empezar tan pronto. 
Cerró los ojos y se concentró, pensando en una paleta de colores. Quiso hacerlo con toda su fuerza, pero nada parecía pasar y eso empezaba a desesperarle. Lo intentó de nuevo, enojándose consigo misma por no haberlo conseguido en el primer intento. Nada de lo que intentó surtió efecto, y eso no aminoró la severidad con la que ella misma se juzgaba. ¿Era débil? ¿Torpe? ¿Indigna? 

Bastante apenada, miró a la arcana con tristeza, no queriendo que Majilis pensara que no era digna de aprender lo que ella tenía por enseñarle. 
—Lo siento, no sé qué me pasa. —Musitó en un susurro apenas audible. Las horas habían pasado y no había cambiado ni uno solo de sus cabellos. Como era de esperarse, la mentora no estaba a cargo solamente de ella, y eso le dejó saber mientras le indicaba que tenía que ir a por otro estudiante. Mortificada, Hélène se mordió el labio inferior y asintió, tomando entre sus manos la pluma y el pergamino que le fueron ofrecidos. 

En teoría la petición era fácil de cumplir, aunque focalizar las emociones no tanto. Hizo un análisis retrospectivo pues, intentando entenderse mejor. ¿Qué sentimiento le surgía al pensar en cambiar? Emoción, adrenalina, entusiasmo. ¡Libertad! Sobre todo, eso último. Escribió con apremio intentando que ninguna emoción buena quedase de fuera. Pero ¿y las no tan buenas? Ansiedad, temor de no poder controlar sus transformaciones también era algo que le perseguía y lo añadió al montón. 

Leyó y releyó un par de veces, sintiendo que algo le faltaba. Debía reconocer también que aquella presión le causaba un poco de estrés, estrés de no ser capaz de dominar esa magia tan poderosa, estrés de no ser digna de conocerla. Lo agregó con el ceño fruncido, pues a veces sincerarse no era tan bonito como se pensaba. 
¿La metamorfomagia se aprende o es innata? Buena pregunta. Pensó entonces que ningún diamante ha sido brillante por si solo, que alguien ha debido de pulir aquella piedra y darle su valor. Escribió eso también, se sentía confiada de que, en efecto, la magia estaba ahí pero no todos tenían el poder de desbloquear aquella habilidad. 

La última pregunta fue quizás una de las más complejas para ella. Nunca había sentido un cambio extremo o bastante notorio. Recordó que alguna vez en la que se enojó mucho muchísimo, su hermana pequeña le había dicho que por un breve momento sus rasgos se endurecieron y su rostro cambió como el de una arpía, y aunque estaba convencida de que lo había dicho para hacerla pagar por aquella pelea, la pequeña lucía genuinamente aterrorizada. Bellerose nunca había vuelto a pensar en ese momento y lo de las iras no se había repetido. Al  tener una madre veela, creyó que la hermana menor había tenido aquello como referencia para asociar con las circunstancias, pero y si no…Con cierto escepticismo lo anotó ahí también, sintiéndose un poco absurda al tratar de asociar eso con la metamorfomagia. Aunque una parte de ella pensaba que no era una locura descabellada después de todo. 

Leyó y releyó el pergamino, pensando que ya tenía una respuesta más o menos clara de por qué no había podido con la tarea. Era cierto, a veces uno mismo era su peor enemigo y en ese caso particular, a menos que dejase de ser tan dura consigo misma no iba a poder dominar aquello que tanto deseaba. 

@ Amara Majlis
Perdona, por leer el rol de arriba al apuro  no me percaté de que me hablabas a mi, pensé que le pedías a Azrael! mil disculpas ha sido puro despiste de mi parte. 

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Majlis frunció levemente el ceño pero aceptó, aunque no había querido utilizar la legelemancia había podido igual acceder a la mente de su alumno y entendía que Azrael no estaba aún preparado para tener un vínculo con ella. Quizás fuera de momento lo mejor, o no, solo el destino lo diría.

 

Te espero en Mahoutokoro cuando sientas que el destino te llama —fueron las palabras que  la bereberé le dedicó al mago para antes de desaparecer agregar —vuela alto y haz el bien.

 

En Mahoutokoro, sentada esperando aún su regreso se encontraba la joven Helene. La arcana era consciente que la había dejado con una tarea que a simple vista era sencilla, pero reconocer los sentimientos, las sensaciones que nos invadían, no siempre era tan fácil como podría esperarse. Y Amara se preguntaba si había hecho bien en dejarla por ir a buscar a Azrael, luego del que parecía un fracaso con él.

 

Señorita Bellerose —saludó al momento de regresar a la sala en que había dejado a la joven. Había planeado algo con dos estudiantes y ahora tendría que adaptarlo para uno solo, lo cual no resultaba para nada imposible.

 

La joven estaba revisando el pergamino en el que había escrito y parecía haber encontrado la punta de la madeja, Amara se permitió una sonrisa. Era bueno conocerse mejor a uno mismo para a partir de allí poder desarrollar mejor sus aptitudes.

 

Parece que habéis descubierto algo interesante. ¿Sabéis ahora por cuales emociones no debéis dejaros llevar al intentar desarrollar un cambio en tu persona? —hizo una pausa esperando la respuesta mientras retiraba de su cuerpo la ropa de abrigo que había utilizado en la montaña.

 

¿Entendéis entonces cuáles son las que debéis permitir que os llenen para hacer una transformación? Seguridad, confianza, debéis visualizar lo que deseáis y dejar que de vuestra mente pase por la certeza a la acción de modificar quién eres —y como prueba de lo que decía la arcana tomó por unos breves segundos los rasgos de la muchacha frente a sí.

 

¿Ves? Como lo has descubierto, lo innato en la magia siempre está allí, latente, como un bulbo que espera ser vuelto a transplantar para crecer y florecer una vez más, pero no todos logran tener la confianza necesaria para desarrollar cada una de sus habilidades, incluso algunos no lo desean, porque le temen o no les interesa.

 

Pero tomaos unos minutos para intentarlo nuevamente, luego tengo una nueva misión para usted, pensaba que seríamos tres los que iríamos a ella, pero su compañero, desafortunadamente no vendrá con nosotras sin embargo, hay una pequeña misión humanitaria que debemos cumplir y es en un poblado en el que las mujeres son echadas a menos, así que deberemos parecer varones y muggles, ¿habéis oído hablar de lo que ellos llaman médicos sin frontera? —preguntó a la joven mientras extraía un folleto que ponía ante sus ojos. Irían a una de esas misiones humanitarias a ayudar a socorrer con magia a unos niños enfermos que los médicos muggles ya desahuciaban.

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que Amara se ausentó, sirvieron para que la castaña pudiera profundizar y meditar sobre todo lo que había sucedido en su primera lección. El pergamino con su análisis reposaba en el sillón mientras ella caminaba a paso intranquilo por la oficina, insegura de cuánto tiempo tendría que esperar a que su mentora regresara. No se quejaba puesto que ya se sentía bastante afortunada de haber sido recibida, solo esperaba que el siguiente intento fuese más exitoso que el último.

No supo en realidad cuanto tiempo pasó, pero eventualmente la arcana volvió, encontrándola nuevamente sentada en aquel mullido sillón, repasando las respuestas que había escrito con pulcra escritura. Bastó una revisión por parte de la instructora para que Bellerose supiera que había dado en el clavo y que, en efecto, a menos que aligerara aquella presión que se autoimponía y se tomara las cosas con más calma, no iba a ser capaz de avanzar.

Asintió para hacerle saber a Majilis que entendía sus fallas y que iba a mejorar. La vio deshacerse de un pesado abrigo, extraño, ya que donde se encontraban no hacía tanto frío. —Debo liberarme de tensión y miedo, debo tener confianza en mis capacidades. —Recitó solemnemente al tiempo que completamente maravillada, veía a la sabia mujer transformarse en ella misma en cada mínimo detalle que resultaba sumamente fascinante, parecía estar viendo su reflejo en un espejo.

Volviendo a su forma habitual, hizo hincapié en que la magia ya estaba allí pero no todos tenían la fortaleza o la valentía de explorarla y dominarla. Procedió a animarla nuevamente a repetir la primera instrucción, que era tan simple y a la vez tan compleja como todo lo que nunca se ha intentado antes. Cambiar el color de cabello era nada comparado con lo que tenía que hacer a continuación, cambiar su identidad, convertirse en un hombre y partir en incógnito hacia un poblado muggle para brindar ayuda humanitaria.

Tomó el folleto entre los dedos y asintiendo nuevamente, retrocedió un par de pasos, inhalando profundamente como si con aquel aire pudiera ventilar cualquier mal pensamiento que pudiera fijarse en su mente. Se concentró en su imagen, en la esencia de su ser, intentando recordar cada pequeño detalle que le hacía ser ella misma. Su cabello oscuro, esa melena de la que estaba tan completamente orgullosa era larga y caía en cascada en ondas sueltas a través de la espalda. A veces más liso, otras más rizado. Se lo imaginó con más luminosidad, primero unas pocas luces más claras, luego lo visualizó en un tomo más cenizo. Su concentración era tal, que casi podía sentir los dedos deslizándose a través de aquel cabello claro. Se concentró, lo quería unos tonos más arriba, un rubio platino quizás…

Cerró los ojos confiando en el proceso, dejando que la seguridad de saber que podía dominar esa magia le llenase y tomase el control de aquello que estaba intentando lograr. Supo que se había tardado varios minutos, pero en realidad no quería fijarse tanto en el tiempo, quería hacer las cosas con calma y bien. Cuando abrió nuevamente los ojos, dirigió inmediatamente la diestra hacia el cabello, inspeccionado con completa sorpresa que el color oscuro había desaparecido por completo y en su lugar, deslizaba sus dedos a través de mechones de cabello de un rubio casi blanco.

—Mon dieu! —Exclamó sin poder evitarlo, sorprendida y al mismo tiempo extasiada por el resultado obtenido. Ahora, ¿sería capaz de transformarse completamente en otra persona?

Agradeció la paciencia de Majilis, aunque supuso que en sus años de experiencia estaría acostumbrada a lidiar con diferentes tiempos de aprendizaje y ella de seguro, intentaría no decepcionarla. Con renovada confianza, se enfocó en diseñar nuevos rasgos más pronunciados. Se imaginó a un hombre muy alto y fornido, con piel canela tostada por el sol. Sintió una ligera presión en sus extremidades a medida que se entregaba por completo al cambio, ahora enfocándose en cada pequeño detalle del rostro. Deseó experimentar un poco con el vello facial, contenta con la idea de tener una un bigote y una barba pronunciada y tupida. El cabello, por el contrario, le agradaba mucho más corto y manejable, no quería tener que lidiar con cabello en la cara.

No supo cuánto tiempo más le tomó todo aquello, pero eventualmente y luego de haber tratado de cubrir todos aquellos pequeños detalles que iban a formar su nueva identidad, se detuvo. Dirigió la vista hacia sus manos, que ahora eran grandes y masculinas.

¿Lo logré? —Preguntó, sobresaltándose de inmediato de que la voz que ocupaba no era la que ella estaba acostumbrada a usar, sino grave, como la de un hombre joven. Un sentimiento de ansiedad se esforzaba por salir, pero ella intentó suprimirlo lo más que pudo. Aquí no había espacio para temores ni dudas, no si querían hacer aquella misión correctamente.

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  • 2 semanas más tarde...

Amara sonrió escuchando las palabras de la joven bruja, sí, podía haber allí un rico potencial si se animaba a enfrentarse al hecho de que cambiar de formas implicaba dejar de ser uno mismo y ser el reflejo del rostro que se tomaba, no solo era jugar con narices de cerdo, aunque no podía negar que eso hacía sonreír a los niños. Y qué importante era que la gente pudiera sentirse feliz y contenida.  

Helene había comenzado a concentrarse, su expresión le recordaba a una joven estudiante que había conocido. Con satisfacción vio cómo iba cambiando el tono de su cabello, aclarándolo, bien, la chispa estaba ahí, no lo había dudado, sonrió.

—Muy bien, el platinado no te queda mal, podrías pasar por una Marilyn con cabellos planchados —felicitó a su alumna, recordando a la diva muggle.

Y la victoria inicial le dio la confianza a la joven bruja para poder convertirse poco a poco en un hombre. Observó sus expresiones, como iban cambiando a medida que su cuerpo lo hacía, sin que ello quitase la concentración a la francesa. Cuando al fin estuvo lista Majlis sonrió ante su pregunta y le dedicó un suave aplauso.

—Muy bien —la felicitó la metamorfomaga —sí lo has hecho, Bangui nos espera —dijo mientras tomaba ella misma la forma de un hombre de piel tostada, cabellos cortos y una barba rala, como de un par de semanas sin afeitar. Inmediatamente invocó un Haz de la noche, el portal las llevaría a una aldea en la República Centroafricana a done socorrerían a varios niños víctimas de la guerra civil.

—Debemos ir con cuidado y curar las heridas en el hospital, utilizando la magia y mezclándonos con los lugareños —le tendió una pulsera de plata con un dije similar a una pequeña bellota —si nos separamos presiónala con fuerza y te traerá de regreso a aquí, vamos —agregó la ahora arcano con el tono de un hombre experimentado y unas ropas mezclas de médicos y aventurero.

—Recuerda, debemos mezclarnos entre las genes del improvisado hospital, ayudar a los niños y si vez que debes cambiar algo en tus rasgos para salir sin problemas del lugar, no dudes en hacerlo, igual, aplica la magia de la transformación sobre tus ropas o ten —le lanzó una mochila pequeña con distintas cosas muggles, incluyendo ropa —pero nunca lo hagas delante de nadie, no dejes que tus emociones te dominen y déjate llevar por la magia.

Segundos después ambos hombres atravesaban el portal. 

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