Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

Me senté en frente de la ventana de mi habitación viendo hacia el balcón con solo una bata cubriendo mi cuerpo, había dejado que Sean me convenciera de mis miedos, mis temores y aun así habían cosas que me preocupaban, aun cuando los demás lo desestimaran. Volví la vista hacia el piso de mi habitación donde arcones y arcones de vestidos blancos de novia cubrían cada espacio libre alrededor de mi cama.

 

Miré de soslayo el espejo del tocador viendo el rededor de mis ojos que estaba rojo por el llanto casi histérico que tenia: No tenia nada digno de ponerme para mi propia boda, no tenia a mi padre para que me entregara en el altar y aunque Reiven no siempre fue el mejor de los hombres siempre había soñado que mi padre me entregaría a mi marido.

 

Todos los demás habían ayudado con los preparativos para que esto se realizara y aunque me sentía bien y emocionada por casarme finalmente con Sean algo en mi interior me hacia sentir poco preparada para dar este paso, me hacia sentir sola, me hacia sentir... en pánico.

 

Volví a mirar el río de vestidos blancos en el suelo y clave la mirada en el balcón donde todo el mundo corría, me sentí pequeña así que me quede allí mirando sentada.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Me quede por un momento en la bañera analizando mi vida pasada. Habia sido sin igual y estaba seguro de que no cambiaria nada. Todas mis acciones me habia llevado aqui, a donde queria estar. Acomode una toalla en el borde de la tina y recoste la cabeza mirando tranquilamente al techo, relajandome en el agua tibia de la tina. Esperaba mantenerme asi, al menos hasta que llegara el traje de novio. a saber porque Alessandra se demoraba tanto, acaso habia regresado al modo "odio a Sean" dejandome sin traje para la boda. Sin lugar a dudas conocia a un ente con ballesta a la que le gustaria ese plan.

 

Aun no sabia quienes estarian invitado y tampoco es que me preocupara, no era de tener multitud de amistades, algo que quedo demostrado en la despedida de soltero, tampoco era que estuviese ansioso por una ceremonia fastuosa. No...algo sencillo y con personas que conociese. Alegria para mi fue saber que Cissy no me odiaba, como pensaba por irme de casa, desaparecer y ni aun ahora regresar. Supongo que me conocia como espiritud libre y que respetaba mi independencia, no conocia mejor madre que ella, incluso ni se habia molestado cuando habia hurgado en sus baules a por bragas para mi coleccion. Sonrei y deje la comodidad de mi tina.

 

Sali de esta para envolverme en una toalla a la altura de la cadera resguardadno mis partes de la vista indicreta pero dejando mi torso visible. Me puse delante de un espejo tamaño personal y inclinandome hacia el frente vi la cana. Si....ella habia iniciado todo.

 

-Bien es hora de dar el gran paso.-

[Leslie Ashryver PB]

Alessandra se sentía mareada, no era algo peor nisiquiera se había dado cuenta que ya era la boda de su madre y le entro pánico, no porque no quisiera que contrajera matrimonio sino que no esperaba que fuera tan pronto la fecha. Se agarro la cabeza con las manos y comenzó a dar ordenes a los elfos para que fueran a llevar todo a la Ojo Loco, Merlin ella nisiquiera estaba lista y Sean, Dios, tenia el traje de novio con ella.

 

Corrio a darse un baño rápido, mando a Mar a vestir a Richard y a los quintillizos y que preparara los cochescitos y bolsos para los niños. Se puso un vestido celeste cielo hasta el suelo, unos tacones blancos y se hizo una larga trenza con su cabello rubio, se delineo los ojos de negro y un brillo simple en los labios nisiquiera se miro al espejo y corrió a buscar el traje del Linmer que estaba segura que sufriría un ataque por su tardanza.

 

Una vez lista con el traje en su mano tomo a Richard, ya los elfos le llevarían a los niños a la ceremonia. Uso su permiso de desaparecer y cuando sus pies tocaron el suelo de la mansion hecho a correr al cuarto de Sean.

 

-Perdon, Perdón, perdón- se disculpo con el mago -no me di cuenta de la fecha- se disculpo agitada entregándole el traje.

 

-¿Tienes el anillo? Richard lo llevará- le aviso con apremio a Linmer ya que debía ir a buscar a su madre también.

 

 

@@Sean -Ojo Loco- Linmer

[Sagitas E. Potter Blue]

Mis gritos me acompañaron hasta el interior del edificio. Supongo que debía de ser una imagen divertida para quien me viera, corriendo con aquellas pintas y con las manos pegadas al pelo e intentando que nadie me viera, algo imposible en medio de la ceremonia. Bueno, ciertamente no podría empezar hasta que yo me pusiera delante y los casara pero los invitados ya estaban llegando a los jardines. ¡Y yo con estos pelos! ¡Literalmente!

 

Ya dentro, alguien vestido de azul me atacó, otra vez "literalmente. Grité, el agua estaba helada. Después, con el pelo chorreando sobre los ojos, descubrí un sombrero que no sé si me hizo sonreír o me dio más rabia al descubrir quién era.

 

-- ¡Maldito seas, @. ¡Eres un mal hermano! ¡Al menos podrías haberla calentado! ¡Me voy a morir de frío!

 

Que alguien me explique cómo lo hizo pero en un plis-plas acabé oliendo a rosas en el pelo. Algo que odio, por cierto, no es mi aroma preferido. Supongo que debía darle las gracias pero no lo hice. Le bufé.

 

-- Sí, tú siéntate y deja que yo vaya a arreglarme. ¡Ay de ti que te atrevas a casarlos! Soy la Sacerdotisa y voy a lucir un vestido de gala que va a ser la bomba.

 

Me fui toda digna a mi habitación para vestirme. Sabía que los novios estaban ya allá abajo y, seguramente, ya habría llegado mi sobrina Xell para ayudarme en la ceremonia. Pero lo siento, me tomé mi tiempo, que para algo soy la Sacerdotisa Oficiante. Sentí toquecillos en la puerta. Era Harpo.

 

-- Su ayudante ya ha llegado. La Amita Xell está en los jardines.

 

Le agradecí la información y seguí peinándome; por el remojón y el secado a varita, el pelo lucía rebelde y los rizos se retorcían de mala forma. Me estaba peleando con el cepillo cuando noté que el elfo no se había ido.

 

-- Su hija aún sigue en su cuarto y juraría que salen sonidos de... lloros.

 

Dejé de peinarme y observé su rostro. Harpo empezaba a tener arrugas en el contorno de los ojos. ¿Cuántos años tendría?

 

-- ¿Está llorando? Tal vez aún pueda convencerle para que deje a ese muchacho y busque un mejor partido. -- Sí, vale, no es honesto decir eso el día de la boda de mi hija pero yo siempre aprovecharé la mínima posibilidad para dinamitar la confianza que tenía con ese contrabandista. Aunque he de reconocer que últimamente me caía mejor mi futuro yerno.

 

Aunque no me había invitado a la despedida de soltero y los rumores me habían contado ciertas escenas que... Hum...

 

-- Está bieeeen ... -- respondí a la muda pregunta del elfo. Por mucho que quisiera negarlo, Harpo amaba a Perenela desde que era chiquita. Para él, también hoy era un día especial. -- Iré a verla y la calmaré. Seguro que son los nervios del gran día. Todas las novias sienten miedo en su día.

 

Me puse el vestido y me miré al espejo. Esperaba que el vestido de la novia estuviera a la altura. Yo me había puesto uno que ella me había traído en su gran cofre de la visita a Francia. Yo no lo hubiera elegido, por cierto, pero he de reconocer que este vestido de sacerdotisa era genialoso. Perenela siempre había tenido un gran gusto.

 

Taconeé a disgusto por el pasillo y llamé a la puerta de mi hija. No me gustan los tacones pero supongo que hoy no podía ir descalza o con las bambas.

 

-- Querida, ¿me dejas entrar? Soy mami.

 

Una orgullosa mami, por cierto.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

Sentí los golpes en la puerta. Me quedé allí mirando aún el jardín sin querer atender pero fue la voz de mi madre la que me saco un poco del círculo depresivo en el que estaba, ni me levanté sino que abrí la puerta con un movimiento de varita.

 

No volví la cabeza para ver a mi madre que de seguro se vería esplendorosa, ni para ver que revelaba su rostro del descomunal desorden de mi cuarto, o de los vestidos en el suelo o de mis ojos llorosos y rojos.

 

-Deberia cancelar todo... No estoy lista, no seré una bella novia, no tengo quien me lleve al altar y ya va a empezar la ceremonia y aún estoy en bata... Cancela todo mami, no me casare así.

[Sagitas E. Potter Blue]

Primera señal de alarma: la puerta se abrió sola pero mi hija me daba la espalda. Nada de saltar encima de mí y abrazarme, nada de sus besos pegajosos que yo siempre simulaba limpiarme ni nada de mil preguntas sobre la familia; estaba de espaldas.

 

Segunda señal de alarma: puro desorden en el suelo con mil telas de gasa y satén brillante, de blanco, rosa palo, rosa perla, blanco roto y mil matices más que sólo se pueden conseguir en los vestidos de novia. Demasiados, por cierto, abandonados unos encima y otros al lado, deshechados en algún movimiento rabioso que insinuaba que algo no funcionaba.

 

Tercera señal de alarma: el espejo me enseñaba un rostro desmadejado que reflejaba una mezcla de sentimientos que me costaba muchísimo interpretar pero que, de forma clara, no era la felicidad de encaminarse hacia un matrimonio.

 

Cuarta señal: sus palabras. Titubeé por la seriedad y firmeza de su idea equivocada y dudé sobre la forma de tratarlas.

 

Pasé despacio intentando no pisar el desorden. Tal vez pudiéramos devolver los vestidos.

 

-- ¿De verdad cancelamos la boda? Dime que es por él, le juré que si te hacía daño le cortaría el par de... gemelos de su camisa. Siempre tengo cerca la ballesta aunque creo que podría usar la varita nueva con él. Necesito estrenarla.

 

Por supuesto, acompañé mi amenaza con un tono de burla jocosa para que supiera que bromeaba. ¿Pero lo hacía? A veces me salía una vena malvada que hasta a mí misma me daba miedo.

 

-- No se está lista de un día para otro, querida hija. Las novias no se casan listas. Eso se adquiere con el tiempo, con el trato, con la convivencia. Si se fijaran las fechas de la boda por cuando se prevé que se está lista, nunca nos casaríamos. Así que no te preocupes por no estar lista, sólo lo estarás después, nunca antes. Ahora, como mucho, sólo debes de estar convencida que quieres a ese... Caballero... lo suficiente para dar el paso.

 

Me acerqué a ella mientras los vestidos levitaban a mi paso y se ponían ellos solos en perchas y se quedaban colgados de las puertas de los armarios. Cuando llegué a ella se mecían levemente por su peso y se iban parando, poco a poco, hasta quedar listos para ser elegidos. Ni los miré. Pasé la mano por su cuello y recogí un mechón de pelo, enrollándolo en torno a mi dedo y después subiéndolo hasta formar un pequeño tocado. Después la miré al espejo. Su rostro reflejaba que había llorado.

 

-- Eres hermosa, hija. La más hermosa de las mujeres que he visto. Casi más hermosa que yo. Tu pelo es divino y tienes un cutis cuidado. Pero lo más hermoso es lo que guardas dentro de ti, más que tu cara, Perenela. Eres la mujer más bella que conozco, me has ayudado tanto que veo en ti una gran persona y, por tanto, la más bella del mundo. No dudes de ti. Sólo estás cansada. ¿Saliste ayer de despedida de soltera?

 

Tomé algodones redondos y los empapé en tónico limpiador con olor a rosas. ¿O sería yo la que olía a rosas de aquel mejunje que me había puesto mi hermano Sherlock? Le pasé suavemente por las mejillas para limpiar los regueros que habían dibujados sus lágrimas y, después, le di un beso.

 

-- Al altar te llevará tu hermano Matt. Lamento que no tengas padre que te lleve, cariño. Lo lamento mucho. Si quieres... Aún podría hacer un hechizo de Plasmación y Regreso, hacer que su reflejo aparezca materializado pero... Sabes que las veces que lo hemos visto no se sentía muy feliz conmigo. Tal vez porque le maté pero... Si tú quieres que él te vea este día, sé como hacerlo y no me importa correr riesgos...

 

Tragué saliva. Por ella, no me importaba sacrificar cualquier energía necesaria para conseguir arrancar a su padre del mismo infierno; ella tenía que ser feliz este día, pasara lo que pasara.

 

-- Tu hermano Ithilion traerá las hadas que iluminarán vuestro camino. Me pareció mucho más bonito que lanzar rosas por delante de tus pies. Por cierto, ¿por qué no hay rosas azules en la decoración? Bueno, eso no importa, ni un sólo pétalo arrancaré para nadie, ya sabes cómo amo las plantas. Pero las hadas lucen preciosas. Les hemos lavado las alas para que despidan fulgor dorado a tu paso.

 

Miré una de las sillas y, con un leve movimiento de muñeca, las cajas de complementos salieron volando al tocador. Me senté en ella, en el borde, para no dejar marca en mi vestido nuevo.

 

-- La Ceremonia empezará cuando yo esté delante del atrio. Y no bajaré hasta que tú estés lista, así que no te preocupes porque llegas tarde. Una novia nunca llega tarde. Llega cuando ha de llegar. Así que... ¿Puedo matar al novio o me espero un poco más?

 

Sonreí al espejo. Ella sabía que no mataría a Sean..., al menos no todavía.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

-No, no es por Sean, es por mi - suspire intentando sin éxito d tener las lágrimas, aún así mi madre se acercó como movida por ellas, trate de sonreírle pero me sentía rota tal vez por haber estado llorando.- Amo a Sean como jure que no amaría a nadie. Aún a pesar de sus particularidades o más bien gracias a ellas le amo y me hace feliz cada vez que estoy con el y cada vez que veo más cosas de el en SJ. Me acepta como soy, con mis ausencias y escapadas, complementa mi perversidad, sabe calmar mi genio y ensalza mis emociones como nadie más lo hace, o como no dejaría que nadie más lo hiciera.

 

Baje la cabeza tratando de pensar lo que mi madre decía del matrimonio y sabía que era verdad, nunca me había sentido preparada, no me sentía lista y aún así queria hacerlo, quería casarme con el que era el amor de mi vida y el padre de mi hijo, volví la vista hacia el balcón mientras mi madre arreglaba mi cabello y bebía sus palabras como un sediento que encuentra un oasis en el desierto, necesitaba escucharlo y mi madre siempre tenía el buen tino de saber cuándo ensalzarme el ego y el amor propio, era una de las cosas que más amaba de ella, nunca desestimaba mis emociones o sentimientos y siempre estaba allí conmigo en los mejores y peores momentos.

 

Sentí su beso calentar un poco mi cuerpo y me di cuenta que ella había recogido el desorden de los vestidos, ninguno era adecuado, no me gustaba ninguno. Bebo cada palabra que salía de su boca y su confianza, le dije:

 

-No, a mi padre déjalo en el infierno, lo extraño y lo amo pero no quiero que mi boda sea una batalla campal entre ustedes o entre el y sean por no querer aceptar que me caso con un "Ladrón de mala muerte" como le dijo la última vez que le vi, y no te disculpes por haberlo matado, fue un excelente padre pero no fue la mejor persona que hayamos conocido y lo que quiero es no tener que ir sola al altar, quiero que alguno de los hombres de mi familia a los que verdad le importe me entregué a la persona que amo, quiero sentir ese respaldo y sé que no lo tendré en Reiven.

 

Deje que mi madre siguiera en su diatriba de todos los preparativos que hizo, me gustaba la idea de las hadas y de mi hermanito dejándolas salir en mi paso al altar, su comentario de las flores me recordó que no tenía un buqué e hice una mueca por ello.

 

-Ninguno de los vestidos que traje me gusta lo suficiente para llevarlo, o son muy escotados, o son del color incorrecto, en cambio tu te ves esplendorosa y espectacular... - volví a mirar al balcón rastreando con la mirada a Kiwi que ya llevaba en brazos a SJ que se reía en los jardines y clave la mirada en las rosas azules de mi madre:

 

-quisiera un ramillete de tus rosas, soy una ojo loco, hoy se casa una ojo loco me gustaría llevar las flores distintivas de nuestra casa, mami... Y espera un poco más para matar al novio, aún no es su hora.

Editado 12 de Enero del 2020 por Perenela Arya Grindewald Potter Blue

[Sagitas E. Potter Blue]

Hice un gesto de aceptación muy dramática ante la idea que Sean no fuera el culpable y que me pidiera tiempo aún para matarle. Me puse una mano en el pecho y la otra en la frente, antes de simular un leve desvanecimiento muy teatral.

 

-- ¡Ay, querida...! ¡Lo que tiene que sufrir una madre! Por ti esperaré un poquito más en darle un sepelio como se merece, aguantaré un poquito más entonces, mientras tú lo saboreas. Podrás disfrutar de él hasta que me des permiso para librarme de su presencia.

 

Después me incorporé con una sonrisa de oreja a oreja y empecé a retocar los vestidos, torciendo la cabeza de un lado al otro para vislumbrar detallitos de uno y de otro, arrugando el ceño. Estaba feliz porque había dicho que no a la propuesta de "despertar" a su padre. Aquella boda no podía ensuciarse con otra pelea campal entre él y yo. No podíamos permitirnos otra ceremonia con muertos, como la anterior que se había celebrado en la Potter Black.

 

-- No, no, estos no son nada lindos. Tú mereces algo bien bonito. ¿Y si te casas en camisón? Tengo uno de blonda que pasaría bien por vestido de novia sencillo. Y así llevarías algo usado. Aunque, si quieres, este te quedaría bien, siempre que no te transformes en demonio azulón mientras lo lleves puesto. Ensalzará tu cuello y el color de tu pelo.

 

Señalé de forma ambigua hacia el grupo de vestidos colgados, sin señalar ninguno en concreto, para que ella me dijera cuál de todos le parecía más bonito y acercárselo.

 

-- No soy mala modista, podemos ir añadiendo detalles si quieres y entre todos sacaríamos uno medio decente para la boda. Y luzco espectacular porque es un diseño precioso pero voy incómoda. En cuanto pueda, me pongo en tejanos de nuevo. ¿Qué tocado quieres, para levantar el pelo, de perlas o de plata?

 

Rebusqué ahora entre las cajas que tenía en el tocador buscando alguna de las piezas que habían traído para su pelo. Fue cuando oí que pedía un bouquet de nuestras flores. Me volví hacia ella con una sonrisa mal disimulada en la boca.

 

-- ¡Por supuesto que sabía que llevarías nuestras flores! Por eso me he adelantado y te he preparado varios ramos, según el vestido que elijas te quedará mejor un ramo largo o uno corto. Te traje cuatro, a ver si te gustan: 1-2-3-4.

 

Con un gran círculo de mi mano abierta, convoqué los ramos preparados y, por arte de magia, aparecieron varios ramos sobre la cama. Me sentía muy feliz; mi hija Perenela se casaba.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Y ahi estaba yo muy tranquilo visualizandome con traje de novio en el espejo tamaño completo cuando...si....algo, digo alguien, interrumpio la calma de mi meditacion matrimonial y mi interaccion con la cana (sin duda utilizaria un tinte magico para desaparecerla de mi vista.). La interrupcion fue demasido abrupta de tal forma que al girarme la toalla casi se me cae. Por suerte la toma asiento para que solo se lograra ver la prolongacion de las piernas y un trasero firme. Nada de lo que no estuviera orgulloso, pero claro viendo que era Alessandra la que entraba agradeci ser lo suficientemente rapido para no dejar a la vista ciertas otras partes.

 

-Acaso no saben tocar la puerta!!!!! -dije agitado mientras Alessandra se disculpaba evidentemente por la tardanza con que hacia acto de presencia.

 

No es que llegase tarde tarde...de hecho se podia aun retocar un poco aunque se veia bella. En fin regresando al asunto....ahora que hablaba de anillos....pues ni idea, suponia que entre las mediciones que me habia hecho Alessandra estaba la de mi dedo anular.

 

-No se nada de anillos....ando centrado en coas mas importantes...de todas maneras dado el caso...siempre le puedo robar un par a algunos de los invitados. -si..mejor aparentar calma y no comenzar a hacer zafarrancho...que no queria añadir mas combustible al fuego.

 

Respire profundo pensando en la corta lista que presentaria. Una lastima que no hubiese podido contactar a mi hermanosa.....Sin lugar a dudas la extrañaria y es probable que me mordiese su rata por no hacer mas esfuerzos por encontrarla. Al menos tenia a Cissy. Sin con ella todo estaria bien para poner en su lugar a la vieja bruja que era mi suegra.

 

@

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

No pude evitar reírme ante la teatralidad de mi madre, sabía que estaba haciendo todo para que me serenara y tomara el día con calma y la amaba por eso, por dejarme expresar mi miedo y ayudarme a encontrar una solución cuerda y sensata y que no me hiciera perder la cabeza, la miré revisar los vestidos uno a uno y desestime su comentario con un movimiento de la muñeca, le dije:

 

-No me gusta ninguno, ninguno expresa el hecho de que soy hija de una sacerdotisa, que soy una Ojo Loco y ninguno expresa el hecho de que soy una novia que está orgullosa de su procedencia, orgullosa de su familia y orgullosa de casarse, pero dejaría eso en tus manos si crees que puedes hacer algo con eso – le dije señalando la pila de vestidos de todos los talles que ella había arreglado, aun así le sonreí:

 

-Quiero perlas hoy, nunca las uso pero son símbolo de buena suerte – por primera vez en un buen rato me separé del balcón y me acerqué a mi tocador para abrir cada una de las cajitas de accesorios apartando los que tenían perlas para que ella escogiera lo que se me veía mejor y sonreí con verdadero deleite y felicidad cuando me mostro los cuatro bouquets que tenía preparados para mí, cada uno más bonito que el anterior, las lágrimas anegaron mis ojos de nuevo pero esta vez de alegría, sonreí lo mas ampliamente posible escogiendo el ramo N° 1 y oliendo la fragancia de las flores azules, por primera vez en todo este tiempo estaba verdaderamente contenta: ¡Era el día de mi boda!