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Libro del Equilibrio #3


Zack Ivashkov
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La playa era tan encantadora que deslumbraba… literal. Zack tuvo que hacer una visera con la mano izquierda mientras sostenía en la diestra su varita mágica. La locación para el siguiente adiestramiento que le correspondía impartir de la mano de Elvis tenía un gran atractivo físico. Pero su arena blanca actuaba como un espejo ante los fulminantes rayos del sol en plena mañana. Si bien un vampiro no se relacionaba muy bien, aquellas actividades lo estaban llevando al límite, al punto de descubrir que su piel toleraba más la claridad de lo que él pensó.


—Creo que la naturaleza va muy bien con este libro — Dijo poco antes de guardar silencio luego de que sus últimas palabras se vieran opacadas por el sonido de una ola rompiendo contra sus piernas. Sus pantalones, cuyas botas ya había recogido para permitirse mayor movilidad comenzaban a tornarse de un azul más oscuro gracias al agua que alcanzó la línea donde sus piernas dejaban de verse. Elvis no respondió ante el comentario, como era de esperarse. Ninguno de los dos era muy conversador, al menos no entre sí.


Zack no soportaba la idea de tener que estar tan cerca de alguien que ya se había declarado como fenixiano, de la manera más tonta posible. Sin embargo, tenía que contener sus ganas de matarlo por ese hecho y por otro bastante personal que tenían pendiente. En lo que durara el adiestramiento tendrían que congeniar lo más posible. Haciendo cuenta de que estaba solo, se dirigió a la zona donde comenzaba a crecer la vegetación, ahí donde iniciaba el bosque central de la isla desierta. Sus pies mojados fueron recogiendo la arena del camino marcando una trayectoria que más adelante el otro profesor debía seguir.


Una vez hubo llegado a su destino, una palmera ligeramente inclinada, perfecta para servirle de apoyo a su hombro izquierdo; realizó una floritura en el aire apareciendo un pedazo de madera en el que se indicaban los nombres de los pupilos. Para cuando éstos llegaran tendría que chequear que la asistencia estuviera de acuerdo con los presentes.



Ishaya

Stephanus

Goderic Slithering

Emily Cartwright

Bodrik

Nathan A. Weasley

Mia Black Lestrange



—Espero que vengan bien equipados — murmuró mientras le daba vueltas al anillo que decoraba su dedo anular. Por lógica, quienes quisieran vincularse con el libro debían haber estado ya en contacto con los objetos que el mismo traía, y considerar oportuno llevarlos consigo al momento del aprendizaje. Sin embargo, aquella vez era de suma importancia que contaran con el anillo antivenenos pues se encontraban en una isla no sólo plagada de serpientes, sino de todo tipo de criaturas ponzoñosas.


Pasó una mano por su cabello castaño en cuanto una brisa arremetió en su contra desordenando los alargados mechones. Entornó los ojos en dirección al amplio terreno llano en busca de alguna otra persona y hasta entonces solo percibía la presencia de Elvis. Esperaba que los demás no tardaran mucho en llegar, pues el mismo pergamino donde se les notificaba el inicio del curso les serviría de traslador.
Editado por Zack Ivashkov

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El calor me estaba sofocando. Estaba tan acostumbrado al clima de Londres que a veces olvidaba ser un poco más coherente en ésos casos. No siempre debía vestir como un mago, estaba seguro que la educación de mis padres me había obligado a siempre parecer normal. Pero ya era tarde. Mi frente mostraba unas pequeñas gotas de sudor. Con un movimiento de mi varita, hice desaparecer mi capa. Desabroche los dos primeros botones de mi camisa y mis zapatos también se fueron. Estaba descalzo. No podía creerlo ni yo. Miré a Zack, pero no respondí, no hacía falta.

 

El sitio era hermoso, debía admitir que el joven tenía un muy buen gusto. Tampoco me cuadraba el hecho de que alguien tan sanguinario, alguien que había arrebatado la vida de inocentes, encontrara un lugar tan tranquilo para que pudiéramos llevar a cabo ésa actividad. Cuando giré la cabeza de nuevo, pude corroborar que el Ivashkov se encontraba adentrándose entre la vegetación, había abandonado la arena para encaminarnos hacia el punto donde habíamos quedado con los alumnos.

 

Lo harán. Eso les pedí en la carta que les envié —Zack se había apoyado sobre una palmera. Yo estaba a unos dos o tres metros, mirando hacia el océano que nos rodeaba por completo. La gama de colores de aquel hábitat era hermoso. Estaba seguro que podría quedarme a vivir si no hiciera tanto calor. Prefería la sala de la Gryffindor con la chimenea a mi lado. Ahora si que miré los ojos azules del joven. Había un enorme tensión, como cuando una pareja se peleaba pero tenía que hablarse obligadamente—. Ya han pasado por algunos libros. Saben que tienen que venir al menos con los poderes leídos. Acá no le enseñaremos a agitar sus varitas.

 

Le comenté aunque sabía a la perfección que aquello lo sabía. Ambos estábamos allí para guiar a los jóvenes pupilos, ya que junto a Zack habíamos atravesado un entrenamiento mucho más fuerte, así que nosotros estábamos vinculados al libro. Estábamos allí para implementar la costumbre Uzza y que éstos permitieran a los alumnos que se hicieran con sus libros. Estaba seguro que ésa clase sería la más tranquila. Era increíble como cada libro tenía su propia historia y aquel, se trataba justamente del mismo equilibro que poseíamos cada uno en nuestro interior. O como el caso de mi compañero y yo, si no tuviéramos equilibrio, no podríamos estar ni siquiera juntos.

 

Miré hacia la orilla, algunas figuras habían empezado a aparecer. No eran demasiadas, pero eran las suficientes para empezar con la clase. Nuestras huellas les servía claramente para orientarlos más el cartel que Zack les había puesto por allí. Entrecrucé mis brazos. Y les dirigí una sonrisa, conocía a todos los que se habían presentado. Había recibido yo mismo la solicitud donde ellos mismo pedían cursar aquel libro. Y lo había autorizado. Pero ahora debían demostrar que lo merecían y que estaban listos para la prueba. Eso era lo más importante.

 

Primero que todo, bienvenidos a la clase. Zack y yo seremos sus Maestros para éste libro —decidí empezar a hablar. Teníamos muchas cosas que hacer, aunque ahora todo dependía de ellos. Los miré a los ojos, veía miedo pero más ansiedad y felicidad por estar allí. Por tercera vez miré a mi camarada y esperé la seña. Asi que volví a hablar—. Como muchos saben, o eso quiero creer, la costumbre Uzza con los libros, es de hace tantos años que nadie lo sabe a ciencia cierta. Y es una magia tan especial que no se aprende a cambio de dinero solamente. Sino que los Uzza cambiaban conocimiento por conocimiento. A cambio de ésta clase, los Uzza nos pidieron que ustedes les pagaran con lo mismo. ¿Qué creen que puede ser? ¿Por qué creen que estemos aquí y que podemos encontrar o tomar para que éstos queden satisfechos y pagados?

 

No necesitábamos presentaciones. Todos nos conocíamos. Tampoco queríamos escuchar respuestas inconclusas o que no decían nada. Parte del Equilibrio que buscábamos con Zack, era mirar un poco al interior de cada uno y autoanalizarse. Estaba seguro muchos pensarían en un cofre lleno de oro, o una montaña de piedras preciosas. O cuevas llenas de peligros. Pero el conocimiento a veces no era nada físico. Podía ser algo que no se pudiera tocar o robar pero si que tuviéramos que descubrir. Miré a los chicos, asintiendo, esperando que alguno hablara por primera vez. ¿Quién se acercaría a la respuesta?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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  • 2 semanas más tarde...


Se sentía torpe a causa del peso que llevaba en todo su cuerpo y no estaba acostumbrado a llevar. Anillos, colgantes, medallón, amuletos, frascos, entre otros eran algunos de los objetos que lleva Goderic quien ya se encontraba listo para comenzar su siguiente clase en la Universidad y, aunque temía que ésta tuviera un mayor grado de dificultad, se sentía a la vez emocionado de comenzar una nueva aventura. Su nerviosismo era opacado por las ansias de comenzar rápidamente y disfrutar al máximo las diversas experiencias y conocimientos que obtendrá durante aquella hazaña.

Aquel libro, el de Equilibrio, por una extraña razón le parecía menos peligroso pero no por eso menos difícil de vincular. Sabía por vivencia propia que el equilibrio era algo difícil de alcanzar y, lo que era peor, difícil de desear. Los vestigios o traumas del pasado son lo suficientemente poderosos para inclinar la balanza hacia un lado. Inconscientemente se lucha por unos ideales; ideales de lucha o paz, de vida o muerte, de bien o mal. El punto de equilibrio era diferente para cada quien y, por lo mismo, es difícil de enseñar o aprender. Simplemente se debe encontrar.

Su varita lanza unas sutiles chispas de color gris, ansiosa por encontrarse nuevamente con un libro de hechizos. El mago estaba deseoso por aquellos conocimientos y su varita no hacía más que reflejar sus sentimientos. Esperaba, casi rogando, volverse a encontrar con un guerrero Uzza. Aquella experiencia había sido extremadamente valiosa y sabía que sería una buena manera para detectar cuánto había crecido desde el libro de la fortaleza ¿nuevamente sentiría aquella aura tan potente y paralizante? No lo sabe pero está ávido de poder averiguarlo.

La suave brisa marina acaricia suavemente su cabello cuando aparece en una playa. Lamenta llevar calzado en un lugar tan agradable como aquel pero no hace ni el más mínimo intento de quitárselo. Sin embargo, el resto de su vestimenta sí era más afín al lugar. Una camiseta delgada de color blanco y unos pantalones cortos negros con dos líneas blancas, una más gruesa que la otra, en la zona del cinturón. Ve a sus profesores en la lejanía pero no hace nada para acercarse hasta que más de sus compañeros aparezcan en el lugar pues había sido el primero en llegar.

Camina a paso lento por la arena que continuamente lucha por ingresar dentro de las zapatillas de Goderic. Se sorprende cuando ve que Elvis y Zack darían juntos la clase, pues hasta donde el mago sabía se habían acusado mutuamente de pertenecer a un bando. A pesar que eso demostraba un cierto dejo de profesionalismo no dejaba de desear que en algún momento uno de los dos perdiera la paciencia y terminara revelando y aceptando sus ideales de forma pública.

Escucha atentamente lo que Elvis comienza a decir como recibimiento mientras se coloca al lado de su sobrina Emily, esperando que ya no recuerde lo que había sucedido en la clase anterior. La pregunta del director llama su atención ¿qué le podía ofrecer a un Uzza? la respuesta inmediata era, sin dudarlo, nada. El pueblo Uzza tenía miles de años y una cantidad infinita de conocimiento y secretos ¿qué podría ofrecerle él? Quizás podría enseñarle un par de hechizos que sólo eran conocidos dentro de la Orden del Fénix pero no podía hacerlo. No porque se tuviera que revelar como miembro, sino que los secretos de la Orden debían permanecer como lo que eran, secretos. No revelaría información de lo que consideraba su segunda familia para obtener beneficios propios. Tampoco respondería cualquier cosa sólo porque debía hacerlo, sólo porque eso esperaban de él.

No sé qué pueda ofrecer personalmente pero Zack es miembro de la Logia Elegentium por lo que sé que tiene información interesante que podría ser de interés para el pueblo Uzza. Información como el acercarse al paradero de algún objeto desconocido para ellos, un talismán o no sé... ¿un Arca?— responde con tono calmado pero misterioso.

Sabía muy bien que pocos o nadie de los presentes sabía a lo que se refería pero Goderic en su pasado había sido miembro de la Logia y, como tal, había recopilado información de ciertas cosas de la historia de la magia. No obstante, tampoco expondría una información así de importante a los presentes por lo que Goderic se detuvo antes de dar más datos o de llamar la atención de alguien aunque por muy curiosos que fuesen sería completamente difícil indagar sobre el tema.

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En el momento en que Emily pisó la arena sintió una inexplicable sensación de tranquilidad, misma que no había tenido la oportunidad de experimentar en ninguna de las clases anteriores; primero con el encuentro con uno de los guerreros Uzzas y luego estando en un cementerio, en el medio de la noche, prácticamente muriendo de frío y por desangramiento, sin contar con las marcas de sangre que se ponían entre todos. Pero esa vez, como si alguien hubiera leído sus pensamientos, llevaron por fin una de sus clases a un escenario digno de admirar, con un clima cálido y a una hora razonable.

 

Se quitó la capa de viaje en un movimiento rápido y la hizo desaparecer con una floritura de su varita mágica, al igual que la carta que había usado como traslador y avanzó hasta donde veía un par de siluetas, probablemente las de los profesores. Amarró su cabello en una coleta, impidiendo que la suave brisa que golpeaba contra ella llevara mechones indeseables a su rostro. Maldijo internamente porque llevaba zapatos cerrados, probablemente la peor decisión de ese día, impidiéndole sentir la arena entre los dedos a medida que avanzaba.

 

Sintió que algo cayó pesadamente sobre la arena y volteó, era su collar lleno de amuletos. Lo recogió y se lo puso nuevamente alrededor del cuello, guardándolo dentro de la fina blusa por la que había optado. Le dio un poco de pánico pensar en lo que haría si se quedara sin esos instrumentos tan valiosos. Revisó sus manos en busca de varios de los anillos, asegurándose que los llevara todos. Cuando por fin estuvo allí, frente a sus profesores, les sonrió a modo de saludo, especialmente sincera dirigida a Elvis. No tenían mucho por decir, se suponía, que ya conocían la mecánica que llevaban esas clases.

 

Pero su mente era un remolino de dudas, aquellos dos personajes, enfrentados en el Ministerio por sendas denuncias, iban a enseñarles sobre el equilibrio. Le parece curioso, y a la vez comprende que quizás es precisamente esa ironía es la que hará hincapié más que cualquier otra enseñanza. Esboza una pequeña sonrisa nuevamente, pero esta vez con algo de nerviosismo, pensando en todos los posibles desenlaces que podrían ocurrir luego de compartir el tiempo de esa clase juntos. Se cuestiona si es imprudente tan solo pensar en eso y voltea su rostro cuando nota una nueva presencia a su lado. Mira a Goderic tan solo una fracción de segundo y vuelca su total atención hacia Elvis, y las expresiones que Zack pudiera tener.

 

Sus palabras la toman por sorpresa, creyendo que no es la primera vez que alguien cuestiona el por qué los guerreros accedieron a multiplicar sus conocimientos con un pueblo que no es el suyo, siendo tan celosos con sus poderes como se ventilaba; la universidad misma era todo un misterio. La curiosidad latente en Emily hace que, obviamente, tenga más preguntas que respuestas.Más aún cuando Goderic menciona un arca y al Concilio de Mercaderes. No tiene ganas de responder, lo más sincero que podría decir era que no tenía mucho que ofrecer, al menos personalmente.

 

Pero Inglaterra fue el centro de la guerra mágica más reciente, la cuna de grandes magos y brujas que habían pasado a la historia, personas que habían hecho “terribles, pero grandes cosas” muchas de las cuales no habían sido reveladas ¿sería eso a lo que se referían? Lo duda, pero aún así, lo dice en voz alta, sin temor a estar equivocada ¿para eso estaba, no?

 

Nuestro pueblo también tiene riqueza —dijo, no expresándose tan bien como quisiera —no solo la material, tenemos una gran historia en el mundo mágico, creo… que a pesar de ser superiores, nos tienen respeto por eso —hace un movimiento con los hombros, como si no tuviera más que decir pero añade algo más para dispersar la tensión que se apodera del ambiente —Pero si nos quieren contar más de esa arca, estaríamos agradecidos.

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El último curso de los libros de poder no había sido muy de su agrado, sobre todo porque se trataba de hechizos oscuros y llenos de sangre y la locación elegida dejaba mucho que desear para una chica como ella, sobre todo por lo predecible de impartir la clase dentro de un cementerio; aunque este estuviera plagado de criaturas oscuras y siniestras, pero sus esperanzas regresaron cuando tuvo en su mano el siguiente libro pues se trataba del equilibrio y ella suponía que no había ninguna razón para temer a este tipo de poder.

La carta de inicio de clases llegó y ella pro precaución tomo todas sus cosas. El libro junto con los nuevos elementos que la relacionarían con el siguiente nivel de magia Uzza. Obviamente no estaba equivocada al haber tomado medidas preventivas pues no más fue tomar el pergamino y sintió como todo su cuerpo era absorbido por el traslador que de inmediato la llevaría hacia el sitio anunciado en la misiva enviada por Elvis anunciando la apertura de dicho curso.

Esta vez se trataba de una playa y cuando Bodrik cayo de bruces sobre la arena caliente se quejó por la bajo pues había tragado un poco de la misma. Y se puso de pie sacudiéndose el vestido blanco que había elegido como atuendo. Era corto pero le quedaba suelto de modo que sería más cómodo para ella moverse en los terrenos de la isla en la que se encontraba. En su mano tenía el anillo anti veneno que le había sido otorgado con la adquisición del libro que además tenía guardado en un bolsito que tenía un hechizo de expansión que ya se había acostumbrado a llevar consigo a todos estos cursos que requerían gran cantidad de objetos además de los libros.

Pocos pasos le bastaron para ver el letrero que anuncian el inicio de la clase la lista de sus compañeros y al leer el nombre de su abuelo se sorprendió en gran manera, pero al final avanzo hacia el lugar indicado por las hullas que iniciaban después del trozo de madera.

Uno a uno sus compañeros fueron apareciendo los primeros en llegar como siempre eran Goderic y Emily por quienes obviamente sentía un gran cariño y con los que estaba feliz de avanzar en ese mundo nuevo que los vinculaba a la magia y a los secretos del pueblo Uzza que sin duda alguna los convertiría en magos y brujas con poderes que nunca se habían imaginado antes. Definitivamente este era un paso que Bodrik no quería dar completamente sola y quien mejor que sus amigos para acompañarla en una nueva travesía.

Se encontraba ansiosa y nerviosa a la vez pues por lo poco que había entendido el poder del equilibrio tenía mucho que ver con el veneno y ella como sanadora estaba muy interesada en aprender a combatirlo, pero sobre todo a curarlo. Elvis y Zack los estaban esperando más allá de la orilla y como esta vez fue Elvis el primero en darles la bienvenida la joven bruja centro toda su atención sobre el Gryffindor para no perderse detalle de lo que estaba explicando.

Junto a ella se encontraban Gode y Emily como siempre y esta vez había una persona más que le interesaba encontrarse. Se trataba de Ishaya su amado abuelo quien en esta ocasión seria también su compañero de aprendizaje. La intervención de sus compañeros era bastante interesante y la muchacha estaba de acuerdo con los planteamientos de ambos, pero sabía que también tenía la oportunidad de hablar- Estoy de acuerdo con mis compañeros acerca de los que en general nuestro pueblo mágico podría entregarle al pueblo uzza a cambio de su conocimiento ancestral, pero yo en lo personal estoy interesada en conocer más a profundidad todo el conocimiento acerca de los venenos de las plantas del pensamiento por lo que estoy dispuesta a entregar mi conocimiento como Sanadora en primeros auxilios herbología y todo tipo de pociones y antídotos que podrían resultar igualmente útiles a la hora de curarse de la magia del hielo y el fuego que está relacionada con este libro- no estaba segura si había dado un respuesta apropiada, pero igualmente esperaba que fuera aceptada. Y si eso no bastaba también tenía conocimiento en cuidado de criaturas mágicas el cual le había resultado bastante útil para vincularse a los demás libros.

-Hola chicos- susurró por fin mirando a sus amigos.

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Un nuevo mes comenzaba y con ello, la posibilidad de vincularse a un nuevo libro del pueblo Uzza, estaba ansiosa de poseer todos aquellos conocimientos que irían incrementando paulatinamente su poder mágico y que más que hacerla poderosa, la hacían cada día más sabia. Había pasado la época en la que la matriarca Black Lestrange, deseaba el conocimiento por conseguir más poder, ahora sabía que el conocimiento le daría la posibilidad de conseguir poder si lo deseaba. Pequeño, pero significativo era el cambio que había ocurrido en su mentalidad.

 

Siguiendo la línea de sus pensamientos, desde que había logrado poseer los conocimientos de tres libros y de una habilidad de manera oficial, cargaba en una pequeña bolsa hechizada con un hechizo de expansión indetectable todos los libros, así como algunas pociones que podrían serle de utilidad, estas últimas de su almacén privado que iba adquriendo con cada compra que hacía al Magic Mall.

 

Mientras que en su diestra, el anillo de color plata con inscripciones en pársel y una pequeña cabeza de serpiente, descansaba en su dedo anular, identificándola como portadora de la habilidad, y en su cuello, descansaba una cadena de color plata, que poseía múltiples broches, que para un mago normal, parecían simples adornos, pero para los conocedores, podían identificar todos los anillos y amuletos pertenecientes a los libros del aprendiz, el de la fortaleza, la sangre y adicionalmente los del equilibrio se añadieron en cuanto Mía abrió la carta que le indicaba el inicio del curso de ese libro.

 

En cuanto terminó de leer la carta, sintió como en su estómago existía una contracción, ¿era un traslador? Si, eso era precisamente y no tenía la posibilidad de llevarse más que la bolsita que portaba desde hacía unos días, su cadena y lo que llevaba puesto. Deseando poder estar vestida adecuadamente, cerró los ojos y permitió que el traslador la llevara hasta el destino elegido por los profesores para el curso.

 

La sensación de contracción de su cuerpo, se esfumó en cuestión de segundos, para dar paso a una luminosidad poco propia de Londres, lo que la hizo pensar que no se encontraba más en territorio del Reino Unido, pero no se preocupo demasiado al sentir algo suave bajo la superficie de sus zapatillas, al girar su mirada al piso, se encontró con la arena blanca. Mirando su atuendo, esbozó una media sonrisa, al menos iba vestida un poco acorde a la situación, porque su vestido veraniego blanco, le permitía soportar un poco más el calor.

 

Desasiéndose de sus zapatos, comenzó a caminar siguiendo las huellas de sus compañeros que habían arribado antes que ella. Pasados unos segundos, se adentró en el inicio de un bosquecillo, en donde se encontró con la figura de Zack y Elvis, al menos la clase prometía desde los profesores ser un tanto divertida, después desvío su atención a sus compañeros, Goderic, Emily y Bodrik, con los tres había compartido clase antes.

 

—Si los Uzzas nos han permitido cursar esta clase, es porque saben que tenemos algo que otorgarles... quizás no solo dinero como bien lo dices Elvis, sino nuestro conocimiento que sí bien no se copara con el de ellos, sí es dentro del mundo mágico bastante considerable, todos los secretos que se ocultan detrás de las creaciones de los duendes, la espada de Gryffindor por ejemplo, el donde de hablar con las serpientes... hay mucho que cambiar por el poder de los libros. —afirmó con total seguridad.

 

Esperaba que sus palabras no fuesen realmente tomadas a mal, pero era lo que consideraba e iba a defender su opinión hasta el final,

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Equilibrio. La palabra sonaba tan graciosa y pura en sus labios que el Weasley no pudo sino soltar una risa sarcástica por lo irónico de la situación en aquel momento: últimamente su vida lo era todo menos algo estable, en equilibrio, sin embargo allí estaba en otra oportunidad más para recibir el conocimiento que los invaluables libros de los guerreros Uzza transmitían. Esta vez, al menos, había dudado menos en adquirir el tercer ejemplar que cuando lo hizo con el segundo, principalmente porque quería terminar con toda la serie cuanto antes fuese posible y por que, a ciencia cierta, no sabía qué pero había algo que lo empujaba a saber cada vez más sobre aquellos libros.

 

El pergamino en el cual había recibido notificación de la clase actuó como traslador a una hora específica en uno de los días a la mitad de Mayo, y por fortuna para el Weasley, esta vez fue transportado hacia un lugar donde el sol reinaba en lo más alto del cielo y un paisaje oceánico se desplegaba frente a él, salpicando sus sentidos con notas de distinta intensidad: la brisa marina golpeaba contra su rostro, el olor a sal y arena llenaba sus fosas nasales y los rayos del sol calentaban su piel con aquellos rayos que alcanzaban a colarse por entre las pocas nubes que había en el cielo.

 

No le sorprendió en lo absoluto ver que sus compañeros eran los mismos que había visto en la clase del libro anterior, e incluso fue una grata sorpresa para él ver que Elvis sería su profesor una vez más en esta oportunidad. Escuchó cuidadosamente las introducciones que ambos profesores dieron, a sabiendas de que el perderse un sólo detalle constituiría la diferencia entre llegar al final de la clase con un resultado satisfactorio o uno desastroso. Se detuvo a pensar una respuesta elocuente cuando notó lo sabio de su decisión en escoger ropas livianas para aquella ocasión, dado que el calor estaba comenzando a hacerse notar. Decidió dejar la mochila con el ejemplar del libro y sus amuletos, joyas y anillos anexos a un lado y emitir su respuesta:

 

- Yo creo que seremos capaces de ofrecerles algo distinto, esta vez. Uno puede aprender mucho estudiando el libro, y estoy seguro de que ellos en su tiempo aprendieron bastante cuando fueron instruidos en estas mismas artes, pero no hay nada que instruya más que el ver a otros aprender, el observar sus errores y dificultades, el tener que tomar los recados necesarios para ayudar. Quizá en este caso el conocimiento que tengamos para aportar sea experiencia, y la experiencia, a mi forma de ver, es una de las formas más valiosas de conocimiento.

 

El silencio que siguió a su respuesta y a la del resto de sus compañeros solo era roto por el quebrar de las olas contra la orilla, no estaba seguro de cual sería su resultado con esta clase, pero si sabía que en aquel momento en su alma había un poco de equilibrio.

 

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El mago escucha atento las palabras de sus compañeros que presentan sus propias conclusiones de qué podrían ofrecerles a los Uzza. Estaba de acuerdo con algunos de los puntos tratados por algunos mientras que estaba completamente en desacuerdo. Los profesores se mantenían en silencio esperando que todos acabaran de conversar pero al ver que nadie más se animaba a continuar Goderic tomó la iniciativa y decidió debatir un poco para conseguir la mejor respuesta entre todos.

Estoy de acuerdo con Mia sobre los tesoros mágicos, objetos únicos como la espada Gryffindor, el relicario de Slytherin, la capa de la invisibilidad, entre otros de los objetos legendarios que han pertenecido a nuestra sociedad y que poseen una historia y poder interesante.

El mismo Goderic se encontraba fascinado por todos los objetos y pociones que observaba a diario en el Concilio de Mercaderes aunque lamentaba enormemente que últimamente no hubiera tanta variedad, ni siquiera habían subastas donde poder deleitarse de una gama de objetos nunca antes vistos. Sin embargo, no cabía duda de que su sociedad tenía secretos y magia que podían llamar la atención de cualquiera incluso criaturas mágicas distintas como el fénix de hielo, la criatura más fascinante que sus ojos hayan logrado divisar.

Aunque debo decir que no estoy de acuerdo con lo del Pársel, después de todo los Arcanos son quienes nos están enseñando a dominar nuestras habilidades y, aunque no fueran ellos, las habilidades no se pueden aprender a menos que se nazca con el don por lo que no lo veo como conocimiento tan útil para el pueblo Uzza.

Seguía sin encontrar algo digno de ser compensación para los conocimientos de los Guerreros Uzza. Sí, habían objetos, pociones, entre otras cosas que podían darles pero lamentablemente en el lugar dudaba que alguien fuese un erudito en un tema como para poder entregarlo, tampoco tenían los objetos que podían ser intercambiados. Por lo que supuso que la respuesta de Nathan era la que más se acercaba a lo que preguntaron los profesores, algo intangible que no poseían pero que obtendrían a lo largo del camino.

Estoy de acuerdo con Nathan, aunque agregaría que en el fondo nuestra sociedad siempre le deberá un favor a su pueblo y eso es mucho más valioso que todo lo que podamos darle un par de magos. Aunque muero de curiosidad de saber que me equivoco y puedan decirnos cual es la respuesta correcta.

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- Si fuese solo por el conocimiento, simplemente les hubieramos entregado los documentos necesarios para ello, - comencé a hablar por fin cuando me levanté detrás de la maleza - yo soy historiador, po lo que el darles mis bitácoras sería más que suficiente, a menos que lo que en verdad quieren sea esto.

 

Apunté directamente hacia mi cabeza mientras colocaba mi daga del sacrificio en mi cinturón, junto con mi varita. Había llegado con tiempo a aquella clase porque necesitaba indagar más sobre los guerreros Uzza debido a que era mi segundo intento en cursar aquel libro de hechizos. Odiaba de sobremanera tener que llevar tanta cosa encima, con los amuletos y los anillos, solo me sentía cómodo con el de la habilidad de metamorfomagia ya que ese si había sido un aprendizaje bastante complejo.

 

Saludé rápidamente a mi nieta, mi pequeña princesa, colocándome a su laod mientras intercambiaba saludos esporádicos con Gode y Nathan ya que a Elvis lo veía últimamente por todos lados. Zack Ivashkov, el otro profesor, no era una persona que considerara con el suficiente respeto, al final de cuentas la importancia que él y su prima me daban rayaba en lo absurdo, auqnue me gustaba tener seguidores de vez en cuando.

 

- Si te soy honesto, Gryffindor, - retomé la palabra mientras jugaba con mi varita en mi mano derecha - soy la persona menos indicada para decir qué es lo que quieren, cómo es que deciden quien tiene el "honor" de recibir sus conocimientos si es por intercambio de conocimientos... a mi experiencia lo único que quieren es ver como se desgasta uno en el campo de batalla, cuáles son nuestras estrategias y analizar nuestros puntos débiles.

 

Sonreí, nunca me había importado que la gente pensara algo extremo de mi, por ello es que mi círculo de amigos era bastante reducido inclusive en el bando alq ue pertenecía.

 

- Creo que ya lo saben, no confío mucho en sus 'buenas intenciones'.

Editado por Ishaya

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El vaivén de las olas lo transportaba a otro lugar, un lugar de relajación y a la vez de millones de pensamientos confusos y extraños, capaces de darle un aire de confianza y felicidad el cual no poseía con tal magnitud en la realidad. Aquellas cavilaciones fueron la causante de su retraso a la clase del libro del Equilibro.

 

Era tal su meditación cerca de la playa que en su mente los malos pensamientos fueron arrinconados de alguna manera en el sitio más recóndito para que no interfirieran el camino de los buenos y de su paz interna. Tontamente, allá entre sus escondidos pensamientos, se encontraba algo sobre su asistencia a la clase y del porque estaba sentado en un risco con los ojos cerrados a la espera de algún evento.

 

Para su fortuna, una de las olas rompió con fuerza en una de las rocas salpicándolo de agua, causando que su armonía se viera afectaba y cayera al agua a la altura de un metro. En su cabeza, al mismo tiempo, los malos pensamientos volvieron a su trayecto frecuentes llenando de temor y apuro a Stephanus, el cual volvió a la superficie en un par de pataleos y empezando a dar brazadas hacia la orilla tan rápido como pudo.

 

En un par de minutos, salió empapado con un short y el torso descubierto, no estaba lejos del punto de reunión para la clase, así aceleró el paso al darse cuenta que la arena blanquecina estaba a una temperatura altísima, no pudo aguantar ni dos pasos cuando comenzó a correr evitando en lo posible llegar con los pies calcinados.

 

Gracias a las muchas huellas que habían dejado los demás compañeros, pudo llegar al lugar justo en el momento en el que Goderic, al cual reconoció de inmediato, había terminado de intervenir en lo que parecía ser una especie de respuesta a alguna pregunta que no había logrado escuchar.

 

Reconoció a la mayoría de los presentes, ya que todos eran miembros de la Orden del fénix y a ambos profesores ya los había conocido en clases pasadas, eso le daba la certeza de que podía tornarse interesante y no una clase de salón como aparentaba ser.

 

Aguardó avergonzado y en silencio sentado en el suelo mientras escuchaba la respuesta del resto y realizaba una floritura con su varita, la cual estaba en un bolsillo del short milagrosamente, para hacer aparecer sus pertenecías: Libros, amuletos, medallones, anillos, etc.

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