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[Conocimiento de Maldiciones y Meteorología]


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A P O C A L Y P S E

Conocimiento de Maldicones y Meteorología




"Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río,

para que fuese arrastrada por el río."

Ap. 11:15

La notificación de haber sido aceptado en el claustro de profesores de conocimientos especiales para el Ateneo me había llegado con bastante anticipación, así como la noticia de que impartiría una clase conjunta de dos especializaciones diferentes debido a la demanda que existía por los estudios de pos grado. Era más que evidente que nunca me negaría a una petición como aquella, sería para mi ir en contra de los ideales que defendía, de valores que me constituían como persona, así que acepte de inmediato ante los directivos de dicha institución educativa.

Una simple carta les llegaría a los tres alumnos (Helike Rambaldi Vladimir, Reviguelle y Edmund Browsler) indicándoles que se trajeran lo que creyeran necesario para la clase, siendo esta la priemra prueba para entender si al menos habían investigado un poco del conocimiento o lo estaban eligiendo por el simple hecho de escoger uno al azar. ¿Lugar? Los terrenos de la universidad, por supuesto, a partir de ahí nos moveríamos a nuestro destino lejos, bastante lejos de las islas británicas.

El citado día era como cualquier otro, al menos en mi rutina, desayunando con mi familia y conviviendo con mi esposa antes de partir a la clase especial, llevando conmigo los anillos y amuletos de los libros de hechizos aprendidos hasta ahora, así como mi monedero de piel de moke para poder transportar un a r de artefactos y utencilios más. Así mismo la daga del sacrificio la tenía en mi cinturón y mi varita la sostenía en mi mano derecha.

Una vez en el aula de clases, esperé a que los tres alumnos ingresaran apra comenzar con lo básico, por supuesto, no quería que se sientieran incómodos si apenas iniciabamos en esa "aventura" juntos. Por un lado debía de mantener a Edmund atento a la clase que él estaba tomando, diferente a la de las dos brujas, y ese era uno de los retos más importantes en aquella ocasión. No desconfiaba de los alumnos, eso era un hecho, pero tampoco podía adivinar lo que sentirían al entererarse de compartir una misma clase.

- Excelente día compañeros, - saludé de inmediato desde mi posición, recargado en el enorme ventanal de aquella habitación, ya que la educación nunca se debía de perder - me alegra que se hayan animado a seguir con su aprendizaje y créanme cuando les digo que esta clase será muy diferente a las que hayan llevado anteriormente.

Y no era orgullo, ni altanería, hasta yo me había sorprendido de reunir los permisos suficientes en el departamento de Cooperación Mágica Internacional con tan poco tiempo, pero al menos no nos quedaríamos encerrados en ese lugar durante todo el aprendizaje.

- Pueden tomar los libros que necesitan del mueble del fondo, claro, los de la amteria a especializarse... es encesario que los tengan para el reto que tenemos en frente y, bueno, espero que se hayan traido ropa abrigadora porque en la antartida puede que ese se el menor de los males.

Editado por Ishaya

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Después de un relativo corto tiempo de descanso, hoy por fin me había llegado la carta de notificación para poder cursar mi conocimiento elegido en la Universidad. Esperaba con ilusión el curso por dos motivos, me emocionaba poder tomar Conocimiento de maldiciones para en un futuro realizar mis ambiciones, y es que el hecho de querer ser investigadora e inventora me había hecho tomar decisión en mis prioridades. El segundo motivo era simple, no podía estar un solo día sin aprender.

 

Mis visitas constantes a las bibliotecas corroboraban mi sueño, además que me mantenían ocupada. Había logrado tener una compilación de datos que yo misma había apuntado para conocimientos próximos; ahora sería cuando los utilizara.

 

Mientras me colocaba la túnica negra en conjunto con el vestido gris hasta por debajo de las rodillas, repasaba en mi mente las cosas que necesitaría. Quería ir lo más preparada posible, ya que, con la experiencia de mi clase anterior prefería pensar que se trataba de una misión de batalla. Agarre mi mochila e introduje una túnica y otros objetos personales, finalmente coloque mis libretas de apuntes, algunos libros básicos, botellón de agua, una lonchera con frutas –solía darme hambre consecutivamente-. Tome mi bolsa de dormir en las manos y mirando al bolso sabía que no entraría, por lo que termine llevándola en el otro hombro. No quería que me faltara nada, ya sea que la clase se de en el aula o en China, prefería estar lista para lo que sea.

 

Caminaba directo hacia el aula designada pensando en el contenido de mi bolsa a mis espaldas, esperando que sea suficiente. A pesar de mi personalidad dinámica, me encontraba algo nerviosa por el curso, posiblemente nervios de principiante ya que podría ser la más joven y la de menos experiencia. Aun así trate de que mi paso sea firme y alcancé el aula mientras arreglaba mi largo cabello cobrizo para que no me estorbara hacia adelante.

 

Al ingresar vi al profesor que impartiría la materia, el mismo que me había enviado la carta Ishaya, ahora lo conocía personalmente. Me dirigí hacia adelante para sentarme mientras le sonreía tímidamente y levantando mi mano para saludarlo aunque no me salían las palabras, al mismo tiempo que otras dos personas se unían a nosotros para dar comienzo oficial a la clase.

 

Después de la presentación del profesor delante de nosotros, nos dirigimos hacia el fondo de la clase para tomar los libros necesarios para la excursión programada hacia la ¡Antártida!, me quede en shock por un leve segundo y agradecí mi prudencia al colocar más ropa de lo habitual en mi bolso. Como había preparado algunos libros y apuntes no necesitaba tomar muchos otros, por lo que al revisar los títulos agarre algunos libros de hechizos, encantamientos y maldiciones distribuidos en el estante, entonces preferí hacer algo de espacio para poder llevar algunos más ya que nunca se sabía el destino que te deparaba al ir a una clase abierta.

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Hacía horas que descansaba encima de la cama con dosel, las cortinas estaban corridas y a lo lejos podía distinguir cómo los rayos del sol, poco a poco iban haciendo aparición. No había hecho nada en absoluto incluso la habitación estaba impoluta, algo que, por muy raro que pareciese había conseguido mantener en toda la noche. Ni siquiera había pergaminos encima de la mesa ni plumas usadas o tinta desparramada... Había cogido un libro de la universidad y me había quedado toda la noche leyendo: era conocimiento de maldiciones.

 

Cierto que había cursado artes oscuras, pero era lo que me faltaba para digamos, tener todos los conocimientos necesarios para ese tema. Giré mi cabeza y vi que el reloj posado encima de la mesita de noche, marcaba ya, las ocho de la mañana. Bufé por lo bajo. Podía agradecer que el castillo Rambaldi, estuviese en esos momentos silencioso algo raro, porque la mayoría de los habitantes eran vampiros y no tenían necesidad de descansar.

 

La suave brisa de la mañana entraba dentro de la habitación, gracias a que las puertas de la terraza estaban abiertas y las cortinas corridas. Un pequeño aleteo hizo que volviese de nuevo a levantar la vista de la lectura en la que estaba enfrascada. Una lechuza pequeña, había entrado adentro de la habitación y había dejado una carta en el suelo, haciendo que, terminado su encargo se girase de nuevo para alzar el vuelo hasta su lugar de destino. Hice un gesto de contrariedad, odiaba levantarme cuando estaba tan agusto.

 

Pero no tenía más remedio que hacerlo. Cuando lo hice tomé la carta y leí con atención, me citaban en la Universidad para aprender un nuevo conocimiento, ahora sonreía con ganas. Después de darme un baño y poner mis prenda interiores, fui a por una camiseta básica, unos tejanos y una cazadora de cuero. Tomé el monedero de piel de moke y rebusqué en los cajones por pociones que pudiesen ser útiles, tan sólo "por si acaso". Además de mi pitillera de plata, que no podía faltar, plumas, pergamino y tinta, ya estaban en el interior.

 

Recogí el libro que había leído toda la noche y lo guardé en el morral de cuero que llevaba ya, puesto al cuello. Cuando estuve lista, tomé mi varita de álamo y girándome sobre mis talones, me aparecí en la entrada de la Universidad, detrás de las verjas. Después de darme de baja dentro del claustro, no creía que tuviese permiso para hacerlo en los terrenos, lo último que quería era tener una despartición, por aparecerme sin permiso.

 

Caminé lentamente intentando por enésima vez, adaptarme al sol que ya caía de pleno en esos momentos, algo que no desconocía, porque a pesar de que en Londres podía estar lloviendo, ahí era un clima perenne, sin cambios. Entrecerré los ojos y saqué de la chaqueta unas gafas de sol oscuras, ahora me dirigí a una de las aulas que me habían indicado y para allá me fui. Cuando entré al interior, no pude evitar sorprenderme. Saqué las lentes y las guardé en el morral de cuero nuevamente.

 

- Vaya vaya vaya, profesor - asentí con la cabeza, con una mueca burlona - veo que lo han aceptado dentro del claustro - reí por lo bajo.

 

- Más le vale que aprendamos de un modo diferente - no pude evitar seguir riéndome por lo bajo. Se me hacía rarísimo tener a Ishaya cómo tutor de una clase... Asentí con la cabeza y sonreí nuevamente. Me dirigí al fondo de la clase en dónde estaban los libros y tomé los que me pertenecían para hacer el conocimiento al que me había anotado. Abrí el monedero y los guardé en el interior. Me giré lentamente al escucharlo.

 

- ¿Antártida? Estás loco - mi gesto era de sorpresa, no podía evitarlo - a mí me da igual, soporto las bajas temperaturas, ya que soy vampira, pero ¿y los humanos? Deben de usar magia para no helarse... Sabes que allá con una ráfaga de viento potente se les pueden congelar hasta las orejas - solté una risilla- pero bueno, ya que estamos aquí - me encogí de hombros... -no me importa visitar ese lugar, seguro que aprendemos mucho...

 

Poco a poco llegaban los alumnos y vi a una bruja que no conocía, de momento pero la llegada de un mago hizo que levantase la vista para verlo bien. Sí, lo conocía del ministerio, pero, algo en mi interior, me decía que no debía fiarme de él... Ese "sexto sentido" me había salvado la vida (por así decirlo) en multitud de ocasiones.

 

- Bueno, yo estoy lista, así que, cuando digáis - agarré la varita con fuerza y crucé los brazos, pero aún así mi cara mostraba satisfacción por una nueva aventura.

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Una nueva aventura le esperaba aquel día. Lo supo tan pronto la lechuza de Ishaya apareció en el Castillo Dumbledore. Edmund leyó un par de veces la carta que su compañero de la Orden del Fénix le había escrito sobre un pergamino nuevo y con una caligrafía perfecta en tinta negra. Hubo una frase de aquel contenido que llamó su atención. «Lleven todo lo que crean necesario». Él siempre lo hacía, su monedero de piel de moke estaba lleno de objetos mágicos, libros, pociones, amuletos y demás.


Edmund se sentía más cansado que en toda su vida, pero no era momento para desfallecer. Observó en el espejo cómo su rostro lucía demacrado y las ojeras le caían a los pies. Tenía días sin pegar un ojo, los eventos recientes lo habían alterado un poco y lo mantenían en alerta permanente. Ante la insistencia de Andrew, su elfo doméstico, había logrado dormir sólo una hora y sentía como si el Expreso de Hogwarts le hubiese pasado por encima.


¿Adónde se dirige, amo? —preguntó su elfo doméstico una vez que el mago saliera del baño. Su aspecto había mejorado mucho después de tomar aquella ducha.


Browsler vaciló unos instantes, pero al final dijo:


No puedo decirte, Andrew.


Sabía que había sido un tanto brusco con aquellas palabras, pero era mejor así. Los mortífagos habían atacado a su elfo doméstico para sacarle información y habían estado a segundos de asesinarlo si él no hubiese llegado a tiempo para salvarlo. Era mejor que Andrew se mantuviese l margen para evitar el peligro.


Al observarse en el espejo por segunda vez, Browsler apreció el cambio. Sí, las ojeras se mantenían bajo sus ojos y se reflejaban mucho pues hacían un contraste con su piel pálida, pero ahora lucía mucho mejor. El mago intentó peinar su corto cabello castaño, sin éxito alguno, e hizo lo mismo con su pulcra barba cobriza. Aquel día había optado por vestir un elegante traje negro y se atavió con una túnica azul rey. Edmund salió de su habitación y se dirigió hacia la morada de Aldair para despedirse, no obtsante, su mentor se encontraba dormido y prefirió no despertarlo.


Llegar a la Universidad Mágica había sido muy sencillo. Edmund, por ser miembro del Departamento de Transportes y Deportes Mágicos, siempre contaba con un par de trasladores consigo. En aquella oportunidad se trataba de una bota vieja, la cual utilizó a su favor.


Buen día para todos —saludó el mago. Había sido el último en llegar, pero aun así estaba a tiempo—, Edmund Browsler.


Conocía el profesor, claro estaba, pero no a sus compañeras de clase. Edmund tomó asiento y esperó, escuchando con atención cada una de sus palabras. Se levantó y tomó un par de ejemplares sobre meteorología cuando Ishaya lo indicó. Al escuchar su destino, Browser sacó un abrigo de color negro de su monedero de piel de moke y se lo colocó encima de la túnica. Una de sus compañeras no parecía estar conforme con el sitio al que irían, a él no le importaba, ya había estado allí una vez, y esta se trataba de una vampira pues ella misma lo había afirmado. Edmund la observó con interés por el rabillo del ojo sin que esta lo notara.

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- Perfecto, es momento de partir.

 

Una vez los tres alumnos hubieran escogido el material de apoyo adecuado para ellos, saqué del escritorio un enorme báculo que nos serviría de traslador, claro, un servicio que el departamento de transportes ofrecía a la Universidad debido a que la mayoría de las clases se impartían casi siempre fuera del aula de clases... era algo así como un requisito.

 

- Dentro de unos momentos se activará este traslador para llevarnos a un par de kilómetros de la base rusa de Vostok, ubicada casi en el polo sur geográfico en la Antártida. ¿Qué demonios vamos a hacer ahí?, se preguntarán, pues de parte del Ministerio de Magia Francés se ha dado un reporte de algunos "fenómenos extraños" en la zona y la desaparición de muggles de dicha base.

 

Intentaba resumirle a los alumnos los infinitos reportes que habían realizado los muggles y aquellas investigaciones que seguían los amgos con respecto a la zona, un trabajo que me había quitado varias preciadas horas de estar con mi familia; sin embargo no podía negar la ayuda del Depto. de Cooperación Mágica Internacional Francés, al cual le seguía sirviendo a pesar de estar tantos años como residente de Inglaterra.

 

- No han encontrado el origen exacto de las anomalías, pero las medidas apuntan a las coordenadas 82°58′S 54°40′E, las cuales nos inidcan el Punto de Inaccesibilidad de dicho continente. Edmund, si fueras tan amable de explicarles a tus compañeras lo que es el Punto de Inaccesibilidad, por favor.

 

Si, la idea de que estudiantes de dos diferentes especializaciones se reunieran no era por simple casualidad, el trabajo en conjunto de un meteorólogo y rompedores de maldiciones estaban ligados en aquella ocasión, esperando que no lo descubrieran en medio de alguna situación extraña y que lo dedujeran de forma rápida.

 

- Tres grupos de exploradores han ido a la base rusa de Vostok y los tres han regresado antes de lo previsto, con alucinaciones, reacciónes alérgicas en la piel e, inclusive, daños psicológicos graves. Reviguelle, Heliké, ¿les suena familiar este conjunto de síntomas en diferentes grupos de personas en un mismo lugar?

 

Sonreí, no podía dejárselos más fácil.

 

- Al momento de llegar entre Edmund y yo realizaremos un conjuro para calmar un poco el ambiente tan extremo en el que nos vamos a desarrollar con un placidum ventis y el lenis aura; mientras tanto, Reviguelle y Helike, deben de ir avanzando con cuidado, con la varita en frente suyo bajo el conjuro sit ostendere. Todos los conjuros los encontraran en los libros que han tomado, son básicos para ambas ramas.

 

El conjuro de detección de maldiciones, el sit ostendere, se realizaba para poder verificar la amenaza de magia oscura en el ambiente, como si fuese una onda expansiva que nos alcanza a advertir de los peligros haciendo que la punta de la varita brillara con un tono rojo sangre, brillante; lel trabajo de un maog o bruja rompedores de maldiciones, a continuación, sería lanzar un par de invocaciones hacia la idrección de la advertencia ya que, dependiendo del brillo de la varita, podías calcular si estaba a 10 o 100 metros de distancia.

 

Por otro lado los conjuros de meteorología básicos era para apaciguar el clima del lugar, tanto el placidum ventis como el lenis aura, cuando lo que se requería controlar era el viento. La forma correcta de realizar los conjuros era con la varita hacia arriba a una posición de entre 45° y 65° conforme a nuestra posición vertical, al tiempo que la muñeca giraba de manera lenta, ordenándole de ese modo al viento la dirección que debía de evitar.

 

- Muy bien, prepárense porque en treinta sgundos aproximadamente se activará el báculo, - dije después de ver mi reloj de bolsillo - recuerden que estoy yo como guía en aquella misión, por lo que nunca duden de preguntarme cualquier cosa que surja en esos momentos, ni porque estemos corriendo algún tipo de peligro.

 

El báculo comenzó a brillar de un tono azul acuamarina, avisándonos que nos quedaban menos de 10 segundos para que se activara el traslador.

 

- Y recuerden, - dije justo antes de desaparecer de la aula con los tres alumnos en un tono más serio y con el rostro menos expresivo - ustedes ya han firmado la responsiva contra la Universidad y sus profesores sobre los daños que puedan sufrir a nivel físico y mental, justo cuando se incribieron el los cursos. - Sonreí brevemente. - ¡Qué tengamos un excelente aprendizaje!

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- Sigues estando cómo una cabra - murmuré más para mí que para los presentes. Sólo esperaba que no me escuchase, porque seguramente recibiría una reprimenda y la verdad, no tenía ganas... Sólo de empezar de una vez el dichoso viaje.

 

Al parecer llegaríamos mediante un traslador. Hice girar mis ojos para ponerlos en blanco. No me sorprendía para nada que usáramos ese tipo de transporte, pero en el tiempo que llevaba en Londres, era el que más odiaba, básicamente en toda mi formación académica era lo que más había usado. Aunque tenía que reconocer que era rápido y eficaz, más que llegar con escoba, ya que, tardaríamos horas.

 

- ¿Fenómenos extraños? - Ahora sí que lo miré curiosa y preocupada- pero, ¿de qué tipo? - inquirí de nuevo. Más me daba lo que el ministerio francés tuviese entre manos, me preocupaba más salir sin un rasguño, pero Ishaya parecía que tenía otras intenciones, además de "aprender".

 

Me acerqué lo máximo posible por si esa cosa llamada báculo empezase a brillar y dejarme en el aula. No, eso sí que no quería que sucediese.

 

La información dada, la verdad es que era demasiado intrigante cómo para ignorarla... ¿Punto de Inaccesibilidad? No sabía a lo que podía referirse, pero al preguntar a Edmund parecía que tenía que ver mucho con la asignatura a la que se había anotado.

 

- ¿Quiere decir, algo así, cómo el triángulo de las Bermudas? - pregunté, con un gesto burlón en mi cara- según los muggles dicen que hay todo tipo de fenómenos también extraños. Barcos que desaparecen... y lo hacen años más tarde sin ningún tripulante en su interior, cómo así también aviones, que se pierden en el cielo - me encogí de hombros- yo creo que la explicación es mucho más sencilla... Y en éste caso es más de lo mismo - asentí con la cabeza.

 

Es cierto que debía callarme pero la verdad no podía evitar sentir curiosidad por la "misión" que nos estaba encomendando. Parecía que era peligrosa y eso me seducía bastante. No quería perder alguna extremidad importante, sólo que el hecho de que no se realizara en un aula me alegraba bastante. Eso lo había hecho yo, en mi clase de pociones y era importante a la hora del aprendizaje. Los alumnos asimilaban mejor la información y lo hacían más contentos que teniendo un libro delante de las narices.

 

La pregunta vertida por Ishaya me tenía desconcertada. Sinceramente.

 

- Una poderosa maldición oh... no sé, un mago poderoso habrá escondido allá algo y lo último que quería era que se descubriese... Habrá que deshacer ese encantamiento de magia negra... Pero parece cómo si fuesen, hum - llevé mi mano hacia la barbilla, pensativa, era demasiado improbable... - ¿lo que los muggles llaman fenómeno ovni? - otro gesto burlón en mi cara - pero supongo que no tendrá nada que ver... Sólo digo que, según informes que he leído las personas que entran en contacto con éste tipo de cosas, tienen generalmente, este tipo de señales que comentas... Están completamente desquiciados, pero yo creo que el misterio puede ser mucho más simple de lo que parece.

 

Reí por lo bajo, claro que no creía en nada de éste tipo de cosas. Era cierto que, cuando era profesora, en su momento, el ministerio muggle me había encomendado cierto tipo de "misiones" un tanto peligrosas. Todo podía darse.

 

Escuché sus indicaciones:

 

- Vamos, que seríamos cómo la retaguardia, ¿no? - negué con la cabeza y con una sonrisa- está bien jefe - dije, divertida. Anoté en mi cabeza los conjuros que tendríamos que realizar yo, y mi compañera. Sabía que sería difícil pero no complicado.

 

La voz de Ishaya me llegó algo "lejos" pero enseguida llegué al "presente" aún recordaba la última vez que había dado clase. La voz el profesor seguía sonando y nos avisó de que quedaba poco tiempo. Estiré la mano y lo agarré fuertemente esperando el maldito empuje que hacía el traslador.

 

- Bueno, yo ya estoy transtornada por decirlo de alguna manera - lancé una carcajada- así que, no creo que eso sea un inconveniente para realizar la misión - seguía riéndome hasta que por fin, sentí que en el ombligo un tirón que me indicaba que ya estábamos en pleno viaje.

 

Instantes después sentí que había caído en el suelo, al abrir los ojos, noté que estábamos en una zona de hielos, no pude evitar exclamar:

 

- ¡Odio éstos trastos! - y me levanté cómo pude, para al menos, no hacer el ridículo, cada vez que usaba esos chismes- profesor, cómo sugerencia es mejor crear una especie de portal sin usar éstas cosas, el viaje sería mucho más placentero sin caer de narices al suelo - le dije, indicándole el báculo.

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Miraba con detenimiento la cubierta del libro de maldiciones que sostenía en mi mano, luego lo hojee despreocupadamente preguntándome si acaso necesitaría usar alguno de esos hechizos en la misión hacia la Antártida.

 

Mire hacia adelante cuando el maestro empezó la explicación de los fenómenos inexplicables que albergaba dicho lugar, y causantes del porque nos dirigíamos hacia allá. Me intrigaba saber las causantes de aquellos trastornos a muggles exploradores, sin embargo había oído historias de que ellos se comportaban siempre de manera extraña ante situaciones desconocidas, simple paranoia. Reí para mí misma al pensar que esa fuera la situación que podría estarse dando, pero ya que el Departamento de Cooperación Mágica francés estaba involucrado debía tratarse de un asunto más profundo.

 

Nuestra compañera Helike hablo sobre ovnis como posible causa de los síntomas que presentaban aquellas personas que volvieron a la base; podría estar de acuerdo con ello si es que no conocería nada respecto al tema, sin embargo tenía constancia de algunos casos particulares que se habían dado en Alaska que podrían servir de punto base para afianzar aquella teoría; en cualquier otro caso se trataría de algún hechizo anti muggles para proteger algo escondido en el lugar.

Escuche con detenimiento las instrucciones de los hechizos que necesitaríamos, y no estaba demás también aprenderme el que sería usado para el conocimiento de meteorología. Empecé a repetir en mi cabeza una y otra vez sit ostendere para adquirir más confianza. Me aproxime hasta donde estaba el traslador e inspire hondo antes de ser transportada hasta nuestro destino.

 

Apenas al tocar tierra me aleje un par de metros de los demás para regular mi respiración; odiaba el viaje en traslador ya que siempre me causaba mareos innecesarios. Estaba de acuerdo con Helike en que sería mejor la utilización de un portal, al menos no tendría que pasar por la vergüenza de tener el estómago revuelto por el viaje.

 

Las ráfagas de viento frio ayudaron a estabilizarme, entonces seguí con la mirada a mí alrededor para vislumbrar un paisaje que nunca antes había visto: todo blanco desde el cielo hasta la tierra. Busque en mi mochila mi capa negra y guantes para protegerme del clima mientras me acercaba hacia el resto del grupo para escuchar las siguientes indicaciones.

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Asentí con la cabeza mientras escuchaba a Heliké hablar sobre sus teorías, y asentía no porque tuviera razón, sino por las ganas de descifrar la situación desde el inicio. No quería cortarle el entusiasmo, jamás, pero el traslador se activó ya con todas nuestras manos sosteniendo el báculo para que, sin ningún problema, aterrizaramos en las planicies de la helada Antártida; de inmediato transformé mi gabardina en un hermoso abrigo de imitación de piel, claro, estaba en contra de la caza.

 

Era una fortuna haber contado con todo mi entrenamiento de paladín al ser miembro de la Orden de la Mano de Plata, resistiendo el frío extremo de aquel ambiente y ayudando a generar calor gracias al control de la energía a mi alrededor, pero sabía que mis estudiantes (no me acostumbraba a verme como un "profesor") podrían correr más riesgo en esa situación.

 

Alcé mi varita hacia el cielo y comencé a realizar los conjuros para disminuir los vientos que nos rodeaban, esperando que Edmund hiciera lo mismo, todo para que el frío no se sintiera tan crudo debido a que la fuerza del viento siempre disminuía los grados. Podría realizar también un par de conjuros meteorológicos para aumentar el calor, pero eso podría afectar a la estructura congelada por la que caminábamos y prefería enfrentarme solo a un desastre y no a varios al mismo tiempo.

 

- Debemos de caminar hacia esa dirección, - señalé hacia enfrente, donde a lo lejos se podría distinguir una mancha oscura, la estación rusa - ahí debemos de investigar lo que les ha sucedido a los anteriores exploradores. Helike, Reviguelle, esa será su siguiente misión... esperando que en el camino no nos topemos con ninguna sorpresa; las estaré supervisando, mientras que Edmund, tú te encargas de que no se desate una ventizca que nos retrase en neustro trabajo. ¡Adelante!

 

Nos haríamos unos treinta minutos, aproximadamente, hasta llegar a nuestro destino y justamente no había elegido llevar escobas por estar en un terreno desconocido. Bien podría encargarme de ambos frentes, pero era mejor que en esos momentos los estudiantes aplicaran los conocimientos en vez de solo observar verme hacer todo el trabajo... es mejor aprender en la práctica, aunque eso signifique encontrarnos con una tormenta...

 

A lo lejos, detrás de la estación rusa, la acumulación de nubes era más oscura de lo normal, esperando llegar a nuestro refugio antes de que nos alcanzara el clima...

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- Está bien - asentí con la cabeza, mirando a Ishaya con una sonrisa pícara. Aún se me hacía raro que fuese mi profesor y me daba la sensación de que a él le ocurría algo parecido - si hay algún problema, lanzaremos chispas rojas, ¿vale? - quedé mirando a Ishaya esperando su aprobación para el siguiente paso. Porque claro una cosa era detectar las maldiciones y otra es que estuviésemos preparadas para romper las maldiciones si es que las había en ese lugar, y por su afirmación, bien podía ser así. Pero tampoco las tenía todas conmigo.

 

Fui caminando hacia adelante con mi compañera, en silencio y sin poder aguantar más, le dije:

 

- Me llamo Heliké Rambaldi - le dije a la chica, con una sonrisa para presentarme- ¿Te parece que hagamos un rodeo, tú por la derecha y yo por la izquierda? Así vamos abarcando más terreno mientras detectamos si hay maldiciones.

 

Mientras esperaba que el tutor empezase lo suyo con Edmund me iba desplazando con lentitud pero con paso firme, aún así el viento era horrible, hacía que tuviese que entrecerrar los ojos. Me fastidiaba bastante. Tenía mi varita en mi mano derecha, la alcé hasta ponerla en vertical y susurré:

 

- sit ostendere - notaba cómo mi compañera mágica vibraba pero quizá debía de ser por la potencia del aire que caía en esos momentos, o era que el hechizo estaba enviando una especie de onda mágica, pero de momento, parecía que no se detectaba nada.

 

- ¡Ten los ojos abiertos! Nos podemos encontrar con cualquier cosa - le avisé a mi compañera mientras esperaba que hiciese lo propio con su "compañera" mágica.

 

Después de pasar por la zona de hielos llegamos a un área en dónde había piedras por doquier, todas de diferentes tamaños. Notaba cómo en el poco espacio de tiempo en que nos pusimos a andar, el viento se iba calmando y suspiré, agradeciendo al profesor que calmase la tempestad que estaba haciendo mientras habíamos llegado.

 

A unos cien metros se podía divisiar la estación pero claro, aún nos faltaba un largo trecho por recorrer. Alcé la cabeza y veía cómo a lo lejos el lugar tenía nubarrones encima. Eso no presagiaba nada bueno, estaba segura que algo había ahí... pero, ¿podía ser por una tormenta? No las tenía todas conmigo. Fui caminando lentamente mientras, con agilidad, iba sorteando las piedras, hasta que, sin darme cuenta resbalé por culpa de una de ellas. Caí de bruces al suelo.

 

- ¡Odio éste sitio! - exclamé, furiosa, levantándome de nuevo. Tenía pequeñas marcas en las palmas de mis manos, que ya se unían a las cicatrices que tenía en el pasado... pensé en varios episkeys para curarme de las heridas producidas por las piedras.

 

- sit ostendere - volví a susurrar el hechizo pero, de momento, parecía que estábamos demasiado lejos para que el conjuro detectara algo.

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Dirigí mi mirada hacia la estación rusa ubicada a cientos de metros de nosotros donde las nubes grisáceas cubrían el lugar. Mire a Ishaya escuchando sus indicaciones esperando que fuera necesario el sit ostendere ante cualquier circunstancia.

 

Mire hacia adelante mientras Helike y yo nos aproximábamos hacia la estación por delante de los dos hombres a modo de guardia. Respondí la a bruja con una leve sonrisa que podría ocultar mi leve nerviosismo – Soy Revi – le conteste – sí, creo que es mejor rodear el lugar – me dirigí hacia la derecha para abarcar terreno al mismo tiempo que intentaba sacar la varita que se encontraba por debajo de mis túnicas lo cual me costó algo de tiempo. Una vez que se encontraba en mi mano firme murmuré –Sit ostendere!- y sentí como esta lanzaba una onda hacia mi alrededor.

 

Al irnos acercando a nuestro destino presentía que mi varita se pondría roja por alguna actividad mágica sospechosa, sin embargo esta no parecía inmutarse. El viento parecía calmar y suponía que eran los dos hombres que se encontraban atrás nuestro haciendo lo suyo con respecto a su clase metereológica.

 

Me sentía algo decepcionada al no encontrar nada, aun así seguí con la varita levantada esperando aunque un leve indicio. Pare un instante para ver a los demás y para no adelantarme ya que tenía la costumbre de caminar rápido hasta casi correr. Estábamos más cerca de la estación donde pude ver que las nubes tapaban todo el entorno natural de lugar y no así la estación misma simulando una especie de neblina oscura.

 

Dirigí mi cabeza hacia atrás para ver como los demás se acercaban entonces les dije lo que se me pasaba por la cabeza – las nubes no están envolviendo en si la estación, si tenemos suerte no encontraremos nada en la misma – levante la cabeza hacia el cielo – las tormentas en su mayoría siempre se producen en las zonas montañosas, en todo caso es posible que encontremos alguna respuesta dirigiéndonos hacia la derecha donde se encuentra la cadena montañosa – recordaba que Ishaya había dicho que los hombres que llegaron heridos e insanos fueron a una exploración, en todo caso ellos no se encontraban en aquel lugar sino que habían salido justamente a explorar los alrededores.

 

-¿Tienes algún mapa del lugar?- le pregunte a Ishaya confiada de que así sea, mientras pensaba que tal vez podría estar en mi elemento ya que era muy buena explorando. Levante mi varita murmurando Sit ostendere nuevamente esperando algún cambio.

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