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[Conocimiento de Maldiciones y Meteorología]


That is not my name
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El camino en aquel sitio habái resultado bastante sencillo, dentro de lo que cabía, gracias al trabajo en conjunto de ese grupo de exploración y aprendizaje, logrando llegar a unos cuantos metros de distancia de la base rusa de Vostok, cuando comenzaron a producir un extraño silbido las varitas de Helike y de Reviguelle... a pesar de que ambas estaban señalando en distintas direcciones. Mis temores se hicieron realidad cuando el brillo tan característico del conjuro sit ostendere iluminaba levemente las manos de ambas brujas.

 

- Hay que movernos con cuidado a partir de este momento, - comencé a hablar justo al detenernos a mitad de nuestro camino - ya que detectar las maldiciones puede resultar fácil, el librarnos de ellas no puede ser tanto... envíen cada una "algo" hacia dicha dirección y muevanse con cuidado, que la tormenta se está acercando peligrosamente.

 

Si, en esos momentos Edmund había estado desconectado de todo lo que sucedía a nuestro alrededor, por lo que debía de mantener el peso del clima sobre mis hombros, por decirlo de alguna manera; afortunadamente tenía dos brujas que podían verificar con cuidado las maldiciones que rodeaban el lugar, esperando que siguieran als instrucciones dadas e el aula de clases antes de transportarnos hasta este lejano páramo.

 

Un extraña explosión logramos ver en el horizonte, justamente donde se comenzaba a tornar borroso el paisaje debido a la tormenta y, según mis cálculos, donde debíamos de llegar a investigar el lugar. Pero la misma naturaleza nos tenía preparada una sorpresa, algo con lo que no contábamos: el hielo a nuestro alrededor comenzó a resquebrajarse.

 

<<¡Por si fuera poco!>>, me lamenté mentalmente ya que no quería preocupar a los tres estudiantes, a pesar de que conocía personalmente las habilidades de cada uno de ellos.

 

- Repito, - poseguí en un tono de voz calmo - debemos de movernos con cuidado por el lugar...

 

¿Qué había sido aquella lejana explosión? ¿Sería, acaso, poducto de magia o de algún mago? Confiaba en que fuese simplemente una ilusión, algo que alejara a los curiosos que rondaran por el lugar auqnue, siendo honestos, no creía que muchos seres humanos atravesaran estos rumbos.

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Esperando alguna respuesta de Ishaya me fui aproximando lentamente a la base con la varita algo caída, observando constantemente a mi alrededor y procurando que el frio no llegara hasta por debajo de mi túnica.

 

Ya a unos pocos metros de la base de exploración, mi varita empezó a producir una leve luz roja y un silbido, lo que probablemente significaba que algo ocurría en el lugar, mire hacia atrás a los demás en busca de alguna explicación silenciosa del fenómeno o de alguna instrucción.

 

Tal cual me nos dijo Ishaya me acerque con paso lento hacia el pequeño recinto procurando no hacer mucho ruido aunque sabía que eso no sería necesario. Levante mi varita dispuesta a enviar un confringo, pero antes de murmurarlo otra explosión me desconcentro. A lo lejos done la tormenta había ennegrecido el paisaje dicha explosión se lazaba por encima de las montañas.

 

Antes de poder desvelar las causas de aquel suceso escuchamos el crujir de suelo donde estábamos parados, y observar como el hielo empezaba a quebrarse. Maldije en mi interior mientras observaba la dirección de empiezo del quebramiento, por supuesto que llegaba de la explosión anterior. Me fui moviendo con cuidado hasta alcanzar la base que no había opuesto resistencia hasta el momento ante nuestras presencias. Dicha construcción no podría encontrarse en algún lugar al azar, donde sea fácilmente destruida por el quebramiento del suelo, por lo que supuse que este podría ser segura para nuestros pasos.

 

-¿Que es lo que haremos ahora?- pregunte distraídamente –¿Nos quedamos aquí a desvelar los secretos de este edificio, o vamos hacia la inusual explosión? – quería ocultar mi tono de molestia ya que empezaba a preguntarme si la clase de conocimientos de maldiciones realmente era eso, o un clase de conocimientos de cómo evitar y destruir maldiciones, sea cual sea el caso repasaba mentalmente los libros traídos conmigo y si les daría algún uso. No quería tentar a la mala suerte en otra clase de la cual no podría suponer las consecuencias.

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*casi me olvido pasarme por aquí, sorry! se me va la cabeza xDD*

 

On:

 

'¿Que la tormenta se está acercando peligrosamente?' Giré mi cabeza ante esa afirmación. Hice un mohín de disgusto en mi cara y no pude evitar protestar...

 

- ¿Acaso, no enseñas a ese... a controlar el clima? - Intentaba no insultar a Edmund pero es que la mala leche ya me estaba haciendo 'perder' la cabeza... No me gustaba ese sitio, para nada.

 

- No tiene porqué Revi - le dije con cariño a la mujer que me acompañaba, a pesar de estar a algo de distancia de mí - aquí el clima es bastante cambiante. Baste que una fuerte borrasca se forme en el mar, para que, al cabo de unas horas, llegue aquí y barra todo de un plumazo, haciendo que el viento congele hasta las pestañas de los más osados que intenten llegar hasta aquí. Si se sabe los hechizos adecuados - miré hacia Ishaya, negando con la cabeza- se puede crear una buena tormenta y no es necesario que sea en una zona montañosa -comenté yo.

 

Aún llevaba la varita en la mano, en posición vertical. La había escogido porque sabía que sería mucho más útil que la varita de haya que poseía en casa. Para ciertos temas, esa era la mejor, tanto por la composición de la madera, cómo por su núcleo. Era más potente a la hora de realizar encantamientos oscuros y sobre todo, para detectar maldiciones, cómo en éste caso.

 

No había terminado de decir el conjuro por enésima vez, cuando éste hizo que me brillara la varita en un tono rojo...

 

- ¡Parece que tenemos algo! - exclamé y no pude evitar decirlo contenta... Al menos, esperaba que encontráramos algo más...

 

- Lo sé, lo sé, he dado Artes Oscuras y créeme que hay maldiciones poderosas que son capaces de destruirte en un segundo - dije, haciendo gala de la "información" profesional que había conseguido ya, hacía tiempo.

 

A lo lejos, escuché cómo se producía la rotura de algo. Yo por suerte, ya estaba fuera de la zona de hielos, todo era rocas pequeñas y redondeadas... Fui rápidamente hacia su altura (a la de Ishaya) y susurré:

 

- ¡Duro! - el hechizo, tenía en consecuencia que se convirtiera en piedra y así, que no se siguiera rompiendo y acabar bajo las aguas heladas. El rayo había dado en la zona en dónde se había resquebrajado y se había convertido en piedra...

 

- Estás a salvo, de momento - dije con una mueca burlona. Volví de nuevo hacia dónde había estado anteriormente y a lo lejos, me pareció ver una persona... caminé lentamente, despacio apuntándolo con la varita, pero a unos cuántos metros más me llegó un olor nauseabundo, que hizo que apretara la nariz...

 

- ¡Inferis! - exclamé yo- ¡tened cuidado, por si aparecen más! - grité de nuevo...

 

- ¡Incarcerus! - tres cuerdas salieron de mi varita mágica, fueron a parar a sus pies, que cayó de rodillas, y luego a los brazos y luego hacia el cuello. Ahora estaba completamente inmovilizado.

 

- Creo que la explosión hizo el resto... habrá que tener cuidado y tener los ojos muy abiertos, por si aparecen más de esas cosas - comenté yo... Intentaba ver a lo lejos, pero parecía que no había nada más. Salvo la dichosa tormenta que se situaba justo encima de la estación rusa.

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No podía continuar controlando el clima y solo, por alguna razón Edmund no estaba realizando bien el conjuro y no podía quedarme mucho tiempo cuando un inferi había aparecido en medio de la nada. Debía de tomar una decisión en esos momentos, ambas brujas estaban listas para combatir los peligros que tenían de frente.

 

- ¡Corramos a la base rusa! - Grité momentos antes de bajar mi varita. - ¡Ahora!

 

El viento comenzó a soplar de inmediato con mayor intensidad debido a que lo había dejado de controlar, sintiéndose más acorde con la tormenta que se aproximaba peligrosamente. Afortunadamente en esos momentos el suelo congelado estaba seguro gracias al movimiento de Helike para que no ocurriera ningún tipo de sorpresa, sobre todo porque ya teníamos encima bastante con lo que entretenernos.

 

Una fuerte explosión se volvió a escuchar, cuando ya estabamos corriendo, combinado con la luz de las varitas de ambas estudiantes ya que aumentaba su nivel de intensidad y el sonido se hacía cada vez más fuerte; no había duda que alrededor de nosotros se encontraban peligros ocultos.

 

- ¡Cuidado! - Me sorprendí al ver como apareció de la nada, en el suelo, un par de figuras muy cerca de Reviguelle con la intensión de atraparla. Más inferis, de eso no había duda Había conjurado mis flechas de fuego para mantenerlos a raya, esperando que no se nos aparecieran más en esos momentos.

 

La base se encontraba cerca, ya la podíamos divisar a unos escasos minutos si seguíamos con esa velocidad, mientras que el tiempo comenzaba a empeorar con cada segundo que pasaba. Ahí dentro podríamos descansar, defendrnos mejor de los inferis que comenzaban a salir literalmente de la nada y como refugio de la tormenta que no tardaría en caer sobre nosotros. Teníamos todo en nuestra contra.

 

Una tercer aexplosión atrajo mi atención y casi tropiezo al ver lo que significaba: era una tormenta de nieve, si, pero con bolas de fuego. ¿Qué demonios estaba sucediendo al pie de las montañas?

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Me dirigí hacia la base rusa en primer lugar, siendo que yo era la que estaba más cerca de la misma. Mi varita seguía encendida de rojo vivo y sabía que no dirigíamos hacia aquello que provocaba el caos que estábamos viviendo. Una nueva explosión dio lugar pero esta vez no me detuve a contemplarla ni a analizar su origen.

 

Cuando llegue a la base no me di cuenta de que algo aparecía por el suelo cubierto de nieve, solo escuche el grito de prevención de Ishaya y sentí una mano sosteniendo de mi tobillo derecho. Caí de bruces hacia la fría nieve con la varita aun silbando en la mano, y cuando me di la vuelta observe a Inferis que habían retrocedido por una cantidad de flechas de fuego producidas por alguno de los presentes. Sentí como delante de mí se volvía a quebrar el suelo y al observar, otros Inferis habían hecho aparición. Levante mi varita hacia su dirección y murmure Incendio! Y de esta salieron llamas de fuego que llegaron directo a los seres los cuales empezaron a retroceder.

 

Me puse de pie para poder continuar con el recorrido hacia la base pero el viento había vuelto a hacer de las suyas y nos golpeaba violentamente. Recordando el hechizo de Ishaya al inicio de la jornada nuevamente dirigí mi varita y murmuré placidum ventis, para intentar ayudar con el clima. El viento fue calmando pero no lo suficiente como para abrirme el paso hacia adelante, tome el borde de mi túnica para poder sostenerla y que no sea golpeada. Me apresure a correr hacia nuestro destino y sentí como el suelo volvía a rajarse a nuestro alrededor para que de él salgan más Inferis a atacarnos.

 

Apresure más mi marcha mientras bajaba la varita hacia el piso y murmuraba Duro como esperando que este hechizo impidieran el paso de los Inferis. Una nueva explosión tuvo lugar a los pies de las lejanas montañas, sin embargo prefería concentrarme en el camino e ignorarlo por el momento, pero dicha explosión no había sido como las otras. Alce mi vista hacia el cielo para contemplar cientos de bolas de fuego cayendo cual nieve se tratara. Me quede quieta en el lugar observando con una expresión de escepticismo ante aquella prueba de lo que podría ser el Apocalipsis.

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Edmund se levantó al tiempo que lo hicieron sus demás compañeras y se dirigió hacia la biblioteca que se encontraba al fondo del salón. Tomó un ejemplar de Principios de Meteorología, otro sobre Meteorología y Climatología, y uno último llamado Meteorología Avanzada. Los tres los había leído una vez a regañadientes, así que prefería mantenerlos consigo en caso de que necesitara recordar algo de lo que había aprendido.


Ishaya sacó un báculo y se los mostró. Browsler los conocía bien. El departamento para el cual trabajaba había creado unos cuantos para la Universidad Mágica. El mago escuchó con atención a la explicación de su profesor y asintió una vez a lo que este le indicó.


Un punto o polo de inaccesibilidad es el lugar a mayor distancia de cualquier punto de acceso. Generalmente el término se usa como el lugar sobre la superficie de un continente o un océano que está a mayor distancia de la línea de costa. Este punto o polo debe ser equidistante de tres puntos sobre la línea de costa. —El mago hizo una pausa y abrió el ejemplar de “Principios de la Meteorología” para leer textualmente—. Como línea de costa debe entenderse la de los océanos o la de mares conectados con el océano abierto.


El polo sur de inaccesibilidad se encontraba a una altura de 3.718 m.s.n.m., ocupado por la base rusa Vostok, era el punto del continente antártico más alejado del océano. Este punto era más difícil de alcanzar que el polo sur geográfico, del que dista 878 kilómetros. A causa de la dificultad de establecer la línea de costa de la Antártida, debido a las placas de hielo que circundan el continente, existía una controversia sobre donde se encontraba este punto y se daban varias coordenadas diferentes según los criterios para hallarlo.


Edmund esperó por sus compañeras. Heliké tenía conjeturas muy interesantes, pero no había tenido tiempo para comentar alguna puesto que en ese momento el báculo se activó y tuvo que tomarlo rápidamente antes de que fuera demasiado tarde.



El frío le caló hasta los huesos a pesar de ir ataviado con unas cuantas capas y abrigos gruesos. Edmund asintió ante la indicación de Ishaya. «Placidium ventis» había pensado mientras colocaba su brazo a 50° con respecto a la verticalidad de su cuerpo. Así fue como comenzó a controlar el viento, su muñeca giraba lentamente indicándole a este fenómeno natural que curso debía tomar. El tiempo transcurría mientras ellos caminaban y su brazo comenzaba a dolerle por mantenerlo mucho tiempo en aquella posición. Afortunadamente él era ambidiestro, por lo que cambió la varita de mano y continuó con aquel hechizo un tiempo más.


Sus compañeras parecían no haber tenido éxito alguno con su hechizo. La base rusa Vostok todavía se encontraba muy lejos y el cielo se comenzaba a llenar de nubes grises. Ishaya, Revi y Heliké estaban intentando descifrar algo, ahora proponían dirigirse hacia la cadena montañosa que se erguía a su derecha. Edmund no mencionó nada al respecto. El clima empeoraba cada vez más y eso hacía más difícil que él pudiese ejecutar correctamente aquel encantamiento junto con Ishaya. Controlar el clima no era tarea fácil, ni de un solo mago, y aquella no era la excepción.


Edmund sentía como sus fuerzas disminuían y las piernas comenzaban a fallarle. Una explosión en el horizonte captó la atención de su profesor y sus compañeras justo cuando el hielo que Edmund pisaba se resquebrajó. El mago desapareció de la vista de todos sin que estos pudiesen notarlo.

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Todo era un maldito caos. Las cosas parecían que se descontrolaban cada vez que nos acercábamos a la base rusa. La varita de Rive y la mía brillaban con una intensidad que asustaba. Un tono rojo que bien indicaba peligro. Apenas habíamos mencionado los hechizos que nos había indicado Ishaya.

 

En cuánto el profesor indicó de correr, yo apuré el paso, pasando por encima de las rocas cómo si en mis pies llevara alas. Pero por supuesto se escucharon más explosiones...

 

- pero, ¿qué demonios está pasando? - exclamé yo. Intentaba no estar asustada pero es que, parecía que todo se nos ponía en contra en esos momentos.

 

Ishaya había tomado el mando algo de lo que me gustaba, la verdad. Yo no sabía que más hacer para contener todo lo que estaba pasando. Protegió a mi compañera y eso me alivió, ella estaba mucho más cerca del profesor que yo en esos momentos. Estábamos ahora, cerca de uno de los cubícu.los en dónde se alojaban los científicos.

 

No pude evitarlo y miré hacia las montañas... Miré a Ishaya con un gesto que denotaba cansancio y hastío, básicamente porque parecía que no teníamos ningún plan y todo lo hacíamos a base de improvisación. Maldita en la hora en que nos aparecimos en ese lugar. Maldije yo, por lo bajo... La tormenta parecía que ahora, arreciaba más fuerte que nunca. Mi compañera había usado el hechizo que calmaba el viento, pero sabía que no tardaría mucho en volver a la carga y con más virulencia...

 

- Bolas de fuego, montañas que parecen cobrar vida... ¿no serán Trolls? - Pregunté yo... Era lo que me faltaba y yo sin mis anillos ni el libro que había por fin, conseguido el tan ansiado enlace.

 

Llegamos a una de las zonas habitables de la base rusa. Al menos habíamos acertado y ahí estaban las cocinas, un baño común y varios catres... Al menos, podíamos reponer fuerzas.

 

- ¿Dónde, dónde está Edmund? - pregunté yo, nerviosa. Miraba a mi alrededor. Me fijé en la pequeña ventana de esa zona habitable y justo en esos momentos vi que el brujo desaparecía.

 

- ¡Ed! - grité ahora - se ha hundido.. maldita sea, teníamos que hacer algo. Si tuviese mi saeta de fuego - protesté yo por lo bajo. Di un puñetazo encima de la mesa, ahora me había enfadado el genio que antes parecía que tenía calmado ahora volvía con más intensidad...

 

- Puedo llamar a mi elfina y que me traiga las cosas... algo podremos hacer, ¿no? - Inquirí a Ishaya, y sin poder evitar, mostrar un gesto rabioso en mi rostro.

 

- veo que tienes mucho más poder que yo y que has conseguido los enlaces a libros importantes. Con tu magia, la mía y la de Rive, debíamos de poder sacar a Edmund, acabar con los inferis y con la maldita maldición. Ahora nos tendrás que decir cómo terminar con la maldita maldición, encontrarla y destruirla.

 

- Si tardamos vamos a conseguir que él se congele antes de que podamos hacer nada - negué con la cabeza. Los inferis ahora parecía que se habían multiplicado sino conseguíamos acabar con ellos, estaríamos rodeados y en serios peligros... Tendríamos que tener un plan antes de empezar a actuar.

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Llegamos hasta la base rusa, por lo menos yo agitada y algo nerviosa por lo que ocurría. Mi mente me decía que me tranquilizara pues estas situaciones eran el pan de cada día en el mundo mágico.

 

Sin más levante mi mirada a los demás y al escuchar a Heliké buscar a Edmund, el estudiante de meteorología, me di cuenta de que él no se encontraba con nosotros. Este hecho no me sorprendió ya que creo que es típico en un viaje de estudios que algún estudiante despareciera para volver a aparecer loco, mutado o a atacarnos.

 

Me apoye sobre unos trozos de madera con la cara seria y llevándome una mano sobre la cien, solo me quedaba esperar instrucciones ya que como Heliké había dicho, Ishaya era el que tenía más poder en ese momento, incluso estaba consciente de que ambos tenían más poder que yo, puesto que apenas me había graduado hace poco de Hogwarts. No dije ninguna palabra mientras se discutía el posible plan de salvataje de Edmund pero estaba de acuerdo en hacerlo de inmediato ya que podrían sucederle las cosas que anteriormente había pensado.

 

Mire hacia arriba donde las bolas de fuego poco a poco se dispersaban para formar un torrente de humo gris., también mire en otras direcciones para asegurarme de que no pasaba lo mismo. El clima debía estar siendo manipulado por alguna maldición o en todo caso por alguien dentro de aquella base que tenía señales de magia oscura. Volví mi mirada hacia mis compañeros para escucharlos y agregué –Obviamente la persona que hizo todo esto puso la maldición desde esta base científica, por eso puso a los inferis alrededor de la misma, para no acercarnos lo suficiente – apenas y pronunciaba las palabras –creen que deberíamos separarnos para rescatar a Edmund e investigar la base?- esperaba que no pasara aquello, así que lo mejor era realizar un plan antes de que las cosas empeoraran.

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Todo se tornó oscuro.

 

Edmund sabía que si quería vivir tendría que moverse rápido. No había tiempo para meditar. No había tiempo para pensar. El poco aire que había logrado inhalar se le estaba acabando a una velocidad alarmante puesto que el mar gélido de la Antártida no colaboraba. Por instinto, Browsler comenzó a mover sus brazos y patalear para subir a la superficie y así poder ubicar algo de lo que aferrarse. Iba muy bien hasta que algo lo detuvo.

 

O, más bien, alguien.

 

Un cadáver lo tomaba por su talón izquierda e intentaba arrastrarlo hacia el fondo. Edmund le pateó con fuerza el cráneo e intentó avanzar, pero otro inferí lo interceptó. A estos se sumaron unos cuantos cadáveres. El mago no pudo contarlos. Eran muchos y ya lo dominaban. El pánico se apoderó de sí mismo. Iba a morir, no tenía salida. Sabía que la debilidad de los inferis era el fuego, pero no sabía cómo rayos podía invocar un fuego que no se apagase por acción aquellas aguas heladas. Browsler estuvo a punto de rendirse a la muerte hasta que le ocurrió una idea.

 

Una espada mágica legendaria se invocó en su mano izquierda. Edmund asestó un mandoble a un inferí y decapitó a un par de ellos. Con las pocas fuerzas que le quedaban los descuartizó a todos y por fin quedó libre, aunque pensaba que ya era demasiado tarde. Estaba muchos metros por debajo de la superficie y ya las fuerzas se le habían acabado. No sólo las fuerzas, sino también el poco oxígeno que tenía. Su varita estaba en algún lugar de su monedero de piel de moke pero sus manos ya no le reaccionaban como debían, parecía estar paralizado. ¿Acaso aquel sería el fin?

 

El cuerpo inerte de Edmund chocó contra algo. El golpe había sonado como si de un pedazo de madera se tratara. Era una puerta. ¿Acaso estaba soñando? ¿o ya había muerto?

 

Edmund intentó abrir aquella puerta pero esta no cedía a sus intentos así que trató por la fuerza. Dio varios golpes y nada, asestó otro mandoble con la espada y nada. Su vista se nubló. El mago dejó posar una mano sobre la puerta y las corrientes de agua hicieron que esa se moviera suavemente sobre la madera, como si Edmund estuviese acariciando la puerta.

 

Entonces la puerta se abrió y el mago no supo nada más.

 

Cuando abrió los ojos sintió que tenía el mundo encima. El dolor de cabeza era prominente, el frío le calaba hasta los huesos por lo que estaba tiritando, se sentía exhausto, inestable… sólo después de unos cuantos minutos el mago había podido incorporarse. Estaba frente a una puerta abierta, idéntica a la que había visto en su ¿sueño? Así lo calificaba. El mago cerró la puerta y al instante esta desapareció. No había sido un sueño.

 

Edmund se quitó sus ropas mojadas y se las cambió por unas que tenía dentro de su monedero. Una túnica negra y un abrigo del mismo color. El mago se sintió mucho más aliviado cuando por fin sentía un poco de calor en su cuerpo. Mientras se vestía, Browsler pensaba que sus compañeros ya debían de haberlo dado por muerto. Es decir, debía haber pasado mucho tiempo desde que él había caído hacia las frías aguas de la Antártida y él no les había dado señales de vida en ningún momento. El mago se encogió de hombros. Esperaba encontrarlos pronto para que así pudiesen terminar con la misión que se les había encomendado.

 

Hasta ese momento no se le había pasado por la cabeza dónde se encontraba. Aquella estancia estaba parcialmente oscura puesto que la única luz provenía de una lámpara de color verde que se ubicaba en el centro. El mago avanzó y dio con un escritorio. Registró cada una de las gavetas pero no entendía nada de lo que allí estaba escrito y eso que era un erudito en el tema de los idiomas. Aquello parecía estar escrito en clave.

 

Entonces lo comprendió.

 

Estaba dentro de la base rusa de Vostok.

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- Estoy de acuerdo Revi - asentí con la cabeza ante las palabras de la chica...

 

- Maldita sea, debemos de ir a por Edmund, no conozco cuánto poder tenga, pero siendo humano no aguantará más de cinco minutos en eas aguas gélidas...

 

- Creo que es mejor crear un pasillo de fuego para mantener a los inferis alejados, ¿no os parece? - pregunté yo- no sé cuánto poder tenga ese mago para salir del agua, pero creo que voy a ir a por él...

 

- ¡Galadriel! - llamé a mi elfina y ésta enseguida se apareció ante nosotros, dentro de la zona de habitabilidad en dónde nos habíamos instalado, huyendo de esos 'zombies' - tráeme la escoba, la Nimbus 3000. Es la mejor y podemos echar un vistazo desde el aire para ver cómo está la situación. Puedo situarme en el techo e incluso podremos crear una ventana arriba - señalé con la varita - para si dado el caso, las cosas se ponen feas, escapar por ahí... Profesor, espero que le parezca bien - Ishaya se mantenía en silencio, seguramente viendo alguna salida en la situación en la que estábamos.

 

<< Si hay mal tiempo yo aún puedo controlarlo, pero claro, no es mi asignatura - me encogí de hombros - además yo recomiendo endurecer las paredes por si acaso... No vaya a ser que vengan en tropel esas cosas y tumben la puerta - sugerí.

 

La elfina se desapareció y enseguida me trajo la escoba...

 

- Necesitaré algún tipo de distracción para que esas cosas no me atrapen a la primera de cambio. Mantener la puerta abierta mientras salgo disparada... ¿Entonces, empezamos con la acción? - inquirí yo.

 

- Hay que mirar por Edmund, revisaré por la zona exterior y revisaré los cubícu.los, si veo problemas, lanzaré chispas con la varita. Pero espero no tenerlos y que no venga una tempestad a fastidiarme el problema - comenté, chasqueando la lengua.

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