๑۩♚۩๑ Mansión Black Lestrange ๑۩♚۩๑ (MM B: 78195)

[Mia.]

Con @@Litah Black Lestrange

 

Las palabras de su madre, lograron hacer aparecer una sonrisa cínica en sus labios. Siempre metida en líos de pantalones, parecía que nunca aprendería que era más sencillo no ligarse sentimentalmente a ellos y que lo mejor que podían hacer, era solamente disfrutar del placer te tenerlos en su cama.

 

— ¿Qué le hiciste a Sean para que embrujará tu broche? —preguntó con la sonrisa aún en los labios.

 

Tomando un cepillo, comenzó a deshacer los pequeños nudos que se formaban en su rubia cabellera y comenzó la cuenta mental de las cepilladas que se daba, las cuales eran como un ritual diario que tenía, al menos desde que había vuelto de Francia tras su divorcio con su hermano, Zeth Black Lestrange.

 

Había necesitado tiempo para asumir que había tenido una derrota, pero después de eso, había vuelto y su vida se estaba re acomodando poco a poco. Por lo que miró a su madre esperando por su respuesta, antes de tomar la decisión de si ayudarle o no ayudarle. Total, todo dependía de ella.

 

—Dudo que me puedas dar algo… —comenzó su reflexión, aunque se detuvo justo en el momento en que recordó la habitación de su madre— Aunque pensándolo bien, si existe algo.

 

Se quedó callada y se giró a ver a su madre, con la sonrisa de diversión en los labios y la mirada llena de maldad en esos momentos, porque lo que estaba a punto de pedir, era más de lo que quizás se podría haber imaginado Litah.

 

—El hechizo de tu habitación, se va… tu misma lo deshaces y yo me encargó de tu broche… en cuestión de minutos estará completamente libre, ¿estás dispuesta a pagar el precio? —preguntó a la primogénita de Jocker.

 

 

Miles de horas después con @ ññ (ya, le doy coherencia) xDD

 

¿Quién era aquella bruja que gritaba como si la estuvieran matando? No lo tenía del todo claro, solamente podía darse cuenta que nunca iba a tener un momento de respiro en la casona, al menos no en presencia de los miembros de la familia. Por lo que ignorando, al momentáneamente los berridos de la bruja, se concentró en su madre y en lo que había ocurrido en su habitación con su madre.

 

Hasta que en esos momentos, la puerta se abrió de par en par y por ella ingresó su adorada hermana adoptiva, Romina. ¿Qué no tenía un modo más decente de llegar? Al parecer no, así que respiró profundamente para no perder el control delante de su madre, y le permitió pasar, para después girarse a su madre.

 

—No te preocupes Romina, he terminado de hablar con mi madre... ahora se va. —comentó con tranquilidad.

 

Al ver que se iba Litah de su habitación, continuó con el drama que tenía preparado para la recién llegada.

 

— ¿Qué tienes en la cabeza? ¿No podrías ser un poco civilizada cariño? —preguntó con molestia en la voz, indicando que la siguiera hasta la terraza de su habitación.

 

Necesitaba relajarse un poco, porque estaba cansada y las cosas no se las estaban poniendo nada sencillas ese día. Por lo que hizo aparecer una copa de vino en su mano y comenzó a beberla de golpe, ¿era una alcohólica? No, pero disfrutaba de un buen vino en momentos de tensión o en los que deseaba relajarse. Una vez en la terraza, se giró a Romina y la miró con diversión.

 

— ¿Qué te trae por aquí hermanita? —utilizó la palabra que sabía que odiaba, con el único fin de hacerla enojar aún más. Porque de algo tenía que darse el lujo, ¿no? — No me digas que me extrañaste demasiado o por fin, decidiste dejar las filas de esos criminales y ahora deseas que te ayude a reformarte... —comentó retóricamente, invitándola a sentarse.

[Romina Black Lestrange]

En cuanto su hermana le dijo que la bruja ya se iba, su temperatura corporal disminuyó y su rostro volvía a tener el mismo tono de siempre, ya que por los nervios se había puesto roja como un tomate. La siguió hasta la terraza tratando de hacer caso omiso a lo que le decía para tratar de hacerla enojar, aunque con las siguientes palabras le dejó más en claro que no dejaría de molestarla.

—Si ser civilizada me hará ser como la mayoría de las personas o como tú… prefiero no serlo— le dijo mientras veía como esta hacía aparecer un vaso de vino; ¿Su hermana sería una alcohólica?

—¿Criminales? ¿Reformarme? Estas loca— gritó molesta y rodando los ojos—Los únicos criminales en este mundo son los mortífagos, que se la pasan matando sin una pizca de arrepentimiento a cualquier persona que se cruce en su camino. En cambio, la Orden del Fénix hace todo lo contrario, pero a decir verdad ya me acostumbré a que quedemos como unos criminales frente a los ojos del ministerio, y de cualquier persona— comentó molesta, no iba a dejar que su hermana insultara sus ideales, y mucho menos que la llamara una criminal.

—Pero bueno, no he venido hasta aquí para hablar de mis ideales— comentó ya un poco más calmada, y aunque el enojo no se le había pasado, trataba de controlarse, pero el demonio que llevaba dentro tampoco era de mucha ayuda. —Y hablando de ideales aún no me dices los de la familia, aunque seguramente deben ser muy aburridos, tu no dejas hacer nada sin arruinar la diversión.

@@Mia Black Lestrange

[Mia.]

— ¿Cómo es exactamente qué soy? —cuestionó a la pequeña bruja que tenía delante, que sin saberlo se estaba comportando como toda una Black Lestrange.

 

Tenía desdén por lo común y cotidiano además de importarle poco lo que pensarán los demás de ella, era un excelente miembro de la familia, tarde que temprano tendría que aceptarlo. Además, de que su comportamiento era casi igual al que tenía con su madre, eran más parecidas de lo que podría creerse.

 

—No estoy loca, únicamente estoy diciendo las cosas tal cuál son… además, ustedes también asesinan personas que ni siquiera están seguras de que sean mortífagos o no. —recriminó con un atisbo de molestia en la voz.

 

Romina tenía la facilidad para hacerla enojar en cuestión de segundos, pero también de a los siguientes estar siendo una persona burlona y poco respetuosa, ¿qué ironía no? Comenzaba a comprender un poco de cómo su madre era que se sentía cuando hablaba con ella, era cansado, pero a la vez entretenido, así que dudaba que terminará su conversación con su hermana en un futuro cercano.

 

¿Ella aburrida? Había que ver desde que punto de vista, porque a su parecer tenía un sentido del humor bastante peculiar y podía tomarse la vida como si se tratase de un juego, y por lo tanto jugar con más de una persona a la vez, sí, esa era su vida. La había perfeccionado a lo largo de los años, y no pensaba cambiarla a menos que encontrase a alguien que mereciera la pena hacerlo.

 

— ¿Te decidiste a hacer el juramento inquebrantable? —preguntó mirándola a los ojos— Esta en tus manos conocer los ideales de la familia, tú decides… ¿acaso te da miedo?

 

Sabía que eso podría hacerla enojar. Por lo que negó con lentitud y volvió a beber otro sorbo de su bebida, tomando de golpe el contenido que le quedaba y la relleno, si era su quizás quinta copa de la noche, la verdad no lo sabía.

 

@

[Leandro Malfoy]

El licántropo había emprendido de nuevo su viaje por el mundo huyendo del pasado y las pesadillas que le perseguían a raíz de ello, pero el mundo es redondo y le tocó llegar nuevamente en las tierrasiguientes mágicas de Londres así que no dudó en ir por su antigua amiga Litah, una de las pocas personas con quien llegó a relacionarse durante su estadía en su anterior estancia en el mundo mágico. La única que podía hacerlo hablar de sí mismo, la única que lo hacía ver sus desgracias de una manera menos trágica.

 

Estaba llegando a la mansión Black Les Lestrange y su pecho cada vez se hacía más pequeño para su corazón. Cuando pudo llegar finalmente hasta la morada de Litah se acomodó por última vez el cabello tratando de peinarlo con sus dedos largos, esperaba no tener un aspecto muy demorado puesto que hacía días no se cortaba la barba que empezaba a molestarlo. Sin embargo ésta no estaba muy pronunciada en su rostro, pero como no acostumbraba dejarse crecer le resultaba molestos o.

 

Leandro estiró su brazo izquierdo, llamo en la puerta y esperó inquieto que alguien lo recibiela. Esperaba que fuera la misma Litah.

[Litah Black Lestrange]

Habitación de Mía

Discutiendo para variar

 

 

La rizada pelinegra se quedó de impacto cuando escuchó el precio que tenía deshacer el hechizo copia de Sean. Y claro, la sonrisa dibujada en su rostro casi era un poema. ¿Así que iba a ir en contra de un hechizo impuesto por el mismísimo Jock Black Lestrange simplemente por darse el gusto de humillar a su madre?

 

No, no le iba a dar ese gusto.

 

Su negras pupilas brillaron y se acercaron a Mía lo suficiente para que ambas escucharan sus respiraciones. Sacó el broche de su escote y lo lanzó a la cama.

 

- Mi broche está encadenado al de mis hijas, si saben mi ubicación, saben la tuya y no creo que sea conveniente para la Directora de Gringotts, ¿no?

 

A estas alturas de la conversación, hasta las aletas de la nariz de Litah se temblaban de algo similar a la rabia.

 

Se despegó de ella y encaminó su figura a la puerta.

 

- Tienes hasta la cena para decidir.

 

Y dando un portazo se fue.

 

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Horas más tarde

Vestíbulo de la mansión

 

 

Litah caminaba de un lado a otro pensando en la manera de solucionar su dilema sin tener que cederle a Mía su capricho. Durante años había intentado, sin frutos, arrebatarle los privilegios de los que ella gozaba en la mansión y está parecía la oportunidad perfecta.

 

Se sujetaba los rizos y volvía a soltar los impaciente cada dos minutos. Se miraba en los elegantes espejos de la morada y no pronunciaba palabra, hasta que alguien estuvo lo bastante cerca de la puerta.

 

Abrir y casi se va de espaldas. ¿Es que acaso querían volverla loca? Frente a ella estaba Leandro, el viejo "amigo" con el que alguna que otra vez compartió alcoba, eso claro hasta que él se esfumara.

 

- Vaya, parece que te has divertido mucho en otros lares -comenzó sin atreverse a mirarlo a los ojos- ¿alguna consiguió al menos borrar mi perfume de tu almohada?

 

Se dio pasó, para indicarle que conociera por si mismo la mansión Pater. Iba a conversar con él aunque terminraran aquel encuentro entre tacones y gritos. Él se veía descuidado, pero debajo de aquella barba de tres días.

 

- ¿Vienes por hospitalidad, Leandro?

[Leandro Malfoy]

Era obvio que la bruja no estabase en su mejor día, era obvio que estaba enojada y no sólo con él, es más, se estaba desahogando con él y Ele lo confirmó porque Litah no quiso mirarlo a los ojos. Simplemente no lo hizo.

 

-Litah...- susurró mientras daba los primeros pasos dentro de la mansión.

 

A Leandro no le gustó para nada los reproches de la chica porque simplemente no era necesario ni estaba en derecho de hacerlo puesto que tam bien ella había tenido sus aventuras con su novio de aquel tiempo, un tal Adam...De hecho no sabía si a estas alturas ya estaban casados. Leandro volvió para ver y platicar con ella un rato. Era cierto que no quería ni pensaba volver en su casa todavía pero tampoco tenía intensión alguna de quedarse en la casa de la de los cabellos risados.

 

-En primer lugar, te calmas y en segundo lugar no, no quiero hospitalidad, vine a ver como estabas Litah. Pasaba pasaba acá y quise aprovechar para verte.

 

Le costaba un mundo controlar su temperamento, era muy difícil para él controlar su instinto animal más si este era provocado. Apenas había llegado y la persona a quien visitaba lo recibió con regaños. Sería más fácil irse sin decir nada pero era hora de hacer las cosas de una manera diferente y él lo sabia. Erazón hora de darse una oportunidad.

 

-Nadie logró borrar tu aroma de mi mente, lo intente tantas veces,con tantos otros aromas...Pero ninmunodeficiencia funcionó.

 

Era hora de cotra atacar, intentaría terminar con su rabia como antes Lo hacía.

[Litah Black Lestrange]

El descaro en las palabras de Leandro encendió las usualmente pálidas mejillas de Litah. ¿Así que había intentado olvidarla con muchas? Su ego en el interior se regodeaba y claro, el hecho de saberse dueña de sus pensamientos la incendiaba por dentro. Aunque él se hubiere cruzado con mil mujeres.

 

- Oh, vamos ¿es Tab difícil seducir a un lobito como tú? - le dijo acercándose lo suficiente para tener que mirarlo a los ojos y sonreír con ellos- a mí no me costó tanto convencerte.

 

Tomó uno de sus dedos y lo pasó por el rostro de Leandro, se raspó un poco con esa barba mal crecida y sólo luego de un par de minutos comtemplandolo y oyendo el retumbar de su corazón, lo soltó.

 

- No has cambiado nada, Ele -susurró antes de alejarse-, para tu mala pata yo sí y la verdad es que el simple hecho de ver hombres me pone de mal humor.

 

Río retrocediendo unos pasos, haciendo sonar sus zapatos de tacón.

 

- Me contagiaste tu espíritu indomable.

[Leandro Malfoy]

Había cumplido con su cometido, los pómulos de la bruja lo confirmaron. Leandro sonrió levemente casi invisible. Sonrisa que se borró cuando sintió el aliento tibio de Litah acariciando la piel de su cuello. Se aclaró la garganta disimulando su nerviosismo para tomar de nuevo la palabra.

 

-En realidad me seducen rápido, ya sabes Litah, soy hombre, mi instinto animal es muy fuerte y lo sabes muy bien. Me seducen, claro que sí, lo que no logran las demás mujeres es dejar un recuerdo en mi como tu lo haces. A las demás sólo las quiero para una vez. A vos te quiero para Muchas...tal vez para siempre- no iba a ceder, le gustaba el juego. Era esto lo que el Lycan extrañaba de ella, y en realidad no había cambiado mucho. Casi nada.

 

-Me alegra saber que ahora tenemos más cosas en común entonces Litah- Respondió el castaño antes de tomar la de la cintura y apretarla contra él -porque ahora vengo con otras intensiones- susurró mirando sus orbes oscuros y luego besó ligeramente el cuello de la mujer.

 

No, claro que no había cambiado, su olor seguia siendo el mismo, su aspecto tan perfecto Cómo siempre, su manera de enfrentarlo seguían igual. Solo que ahora ella lo disfrutaba también aunque por dentro estallaba como antes. Leandro lo sabía.

 

Por fin la soltó y sus labios se volvieron a curvar levemente en una sonrisa discreta mientras veía Cómo reaccionaba su "amiga"

Editado 16 de Septiembre del 2016 por Leandro Malfoy

[Litah Black Lestrange]

Sus tibios brazos la estremecieron, no había forma de negarlo, si bien era sabido que la Black Lestrange no era ninguna candidata a santa de nada, pocos eran los que ella se había planteado recordar, uno de ellos, claro estaba justo en ese instante volviendo a Ottery, quizá por ella. Aquellos meses en idas y vueltas con el licántropo la habían incluso doblegado a su cuidado, allá cuándo se transformaba y pretendía estar solo.

 

- Leandro -seseó esbozando una sonrisa hasta que esté la soltó, y por supuesto, la magia se rompió. Algunas ideas nuevas surgieron en la mente de la Black Lestrange.

 

Le dio la espalda ignorando sus palabras y tratando de componerse a sí misma, sólo entonces, enrumbó sus tacones negros y forrados en terciopelo hacia las escaleras.

 

Todo con Litah era truco con maña, sabía perfectamente que el movimiento sinuoso de sus caderas lo tendría ligeramente hipnotizado, a él, sus piernas siempre le habían llamado la atención sobremanera. Los recuerdos harían el resto.

 

- Sígueme -sentenció al fin, cuando casi llegaba al segundo piso, sin mostrarle más que la espesa cabellera negra y enmarañada cubriendo el escote de su espalda.

 

En cuestión de segundos, Leandro estaba en su habitación, con ella.

[Leandro Malfoy]

Mientras Leandro hablaba, la pelinegra se alejaba de él y mirarla fue algo que lo dejó embobado. Aquellas caderas que danzaban tras cada paso que daba, realmente parecían subir al cielo. LOs recuerdos inundaron la mente del licántropo y su imaginación le tendió una tramapa.

 

Cuando finalmente volvió en si, Leandro se encontró en la habitación de Litah.

 

-Vaya...Me parece bien que quieras hablar conmigo en privado. ¿Qué es eso tan importante que no quieres que nadie escuche? Tal ves...

 

El castaño se lanzó nuevamente por ella y la sostuvo en sus brazos una vez más. Solo para deleitarse con su aroma por unos segundos cerró sus ojos y aspiró profundamente. Después miró aquellos ojos oscurose pero brillantes que tanto había extrañado.

 

-Tal vez queres un espacio más íntimo para recos dar viejos tiempos- logró musitar y sabía que ella pudo escucharlo aunque él estaba empezando a enzordecerse por los latidos de susu corazones.