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Estudios Muggles + Transformaciones II


Matt Blackner
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La clase parecía haber comenzado sin muchos problemas, los alumnos respondían a las preguntas de Sagitas, y esta continuaba bombardeándolos con toda la información que podía. Estaba claro que le fascinaba el tema, no por nada era la profesora de Estudios Muggles, tenía bien ganado su puesto. Durante un rato el joven mago llegó incluso a desconectar, aunque afortunadamente parecía que no se había perdido nada importante de la explicación de la profesora, pues estaba hablando sobre publicidad de su propio negocio, y previamente había comentado algunos detalles sobre la gran red de transportes que habían creado los muggles sin utilizar la magia, todo un logro realmente, pues se trataba de una infraestructura digna de honores en muchos casos.

 

Las pautas que la profesora estaba marcando para pasar desapercibido entre los muggles, probablemente les resultasen bastante interesantes a Zurin y Valentina si en un futuro querían pasar su luna de miel viendo mundo, lo cual era una de las ideas del joven, aunque todavía tenían que hablar muchas cosas de aquel evento, hasta el momento solo habían hablado de ello de forma muy pasajera.

 

¿Qué? Si claro, boda en Italia — comentó en voz baja Zurin algo perdido, justo en ese momento se había incorporado nuevamente a la explicación de la profesora y no había escuchado claramente la boda a la que se refería su pareja Eh...si, podríamos encargar la luna de miel, pero no solo para visitar tu tierra natal, que también, sino para conocer mundo, recorrer varios países y, gracias a los conocimientos de esta clase, podrer convivir con esos muggles sin problemas, que como bien dices no hacen más que llegar a las zonas más bonitas del mundo, y quedarse con ellas — esperaba que la profesora no se ofendiese con aquellos comentarios, al fin y al cabo ninguno de ellos tenía mucho aprecio por los muggles, y de una forma u otra terminaría notándose, aunque con suerte ni tan siquiera los habría oído.

 

Mientras ellos continuaban con su clase, y Sagitas seguía con su explicación, los alumnos de Matt habían estado experimentando con las transformaciones, algunas de ellas quizás algo aparatosas, llegando incluso a cargarse los zapatos de la profesora Sagitas, la cual quizás debiese dar lecciones de comportamiento delante de los muggles a los alumnos de transformaciones, pues si en lugar de lanzar ese hechizo a una bruja llegan a lanzarlo sobre un muggle...las consecuencias podrían haber existido, afortunadamente todo quedó en un error de transformaciones.

 

Acto seguido, la profesora repartió algo de dinero muggle entre los tres alumnos que se habían presentado en el lugar, también les había encargado echar un vistazo por los lugares de ocio de aquel lugar, conocer como se divertían los muggles, clasificarlos y diferenciarlos según su trabajo, condición social y otros aspectos, también les había citado para comer después de aquella actividad, era quizás lo que más le apetecía al Warlock, pues no había podido desayunar aquella mañana y estaba hambriento, quizás aprovecharía la ocasión para hacerse con algo de comida rápida muggle, aunque no tenía claro si en aquel local podría encontrarla, parecían servir solamente bebidas y juegos.

 

Si lo dices por mi convivencia entre muggles...nunca había visitado uno de estos sitios, por lo que creo estar tan perdido como tu, o incluso más — sentenció el joven tratando de hacerse un mapa mental de la zona, pensando cuál sería el sitio idóneo para comenzar. Observó al final del local una canasta de baloncesto, había sido bastante bueno de joven jugando cuando iba de ciudad en ciudad, por lo que probablemente podría lucirse delante de su pareja ¿Qué te parece si...? — trató de preguntar antes de que la pelirroja tirase de él hacia una máquina cuyo letrero luminoso rezaba "Atrapa y gana", parecía una idea bastante sencilla Esta bieeeeen, vamos a ver si podemos hacernos con él sin utilizar la varita — comentó antes de introducir la primera moneda en la máquina, escuchando como un sonido indicaba que podía comenzar a mover el gancho.

 

El joven se puso a los mandos de aquel extraño juego, consistía en mover un gancho dentro de una caja, atrapar algún objeto y quedártelo. Estaba claro que los muggles tenían demasiado tiempo libre, siempre lo había pensado con cosas similares, si fueran capaces de hacer magia, este juego no tendría ningún sentido, bastaría con un simple accio para hacerse con el juguete deseado.

 

Comenzó a mover las palancas para situar el gancho sobre el peluche, el cual parecía ser lo suficientemente grande como para no tener problemas para atraparlo, una vez estuvo justo encima del oso, comenzó el descenso. Lo tenía, había agarrado el objeto que Valentina le había pedido, solo le faltaba soltarlo en el hueco que lo sacaría de la máquina, pero sabía bien como funcionaban esas máquinas, primero parecía que habías ganado, y luego el objeto caía de nuevo al montón de juguetes, por lo que comenzó a subir lentamente, con mucho cuidado. Un trozo del oso se desprendió del gancho, quedando solo agarrado por una pata, parecía que iba a caerse, y así fue, pero con tanta suerte que rozó el hueco por el que debía caer hacia el exterior de aquella máquina y la gravedad hizo el resto.

 

El warlock tomó el peluche con sus manos, y se lo entregó a la chica dándole un tierno beso en los labios, esperaba que fuera verdad aquello de que se acordaría de él al abrazarlo, pues su trabajo le había costado capturarlo.

 

¿Qué te ha parecido mi actuación? — comentó tratando de disimular la suerte que había tenido al final, cuando el peluche había estado a punto de volver a la montaña de juguetes Espero que te guste mucho, lo tengas durante bastante tiempo y pienses en mí cuando lo lleves contigo — añadió observando de nuevo la habitación, de nuevo logró encontrar la canasta de baloncesto que había visto previamente ¿qué te parece si ahora probamos suerte con el baloncesto? Hay dos canastas, podemos competir a ver quien encesta más — terminó tirando de la chica hacia el nuevo juego que probarían.

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La Potter Black sonrío ante el comentario de Seba de que no había salido muy bien para Sagitas, aunque Matt la había felicitado aparentemente y estaba segura que en el fondo le gustaba lo que le había ocurrido a su madre. Darla pensó, si, quizás para la próxima vez hiciera una nube multicolor, pero mejor no intentarlo ahora o Sagitas le echaría bronca si le hacía desaparecer algo más. Tomó nota mental de que el color no dependía del objeto original.

 

En ese momento un sonido extraño y la voz de Anne la hizo volver, tal cual bailarina clásica en un pax de deux... o vaya a saber en qué movimiento en realidad, tenía su piecito levantado como a punto de dar una pirueta. Pero no, no eran piruetas eran problemas con un hechizo, aparentemente, Darla sonrió e intentó no reír mientras que aprovechaba la distracción del resto para robar un beso a su novio.

 

Arreglado el problema de equilibrio la cosa se volvió más lúdica, billar, la verdad ella nunca había sido buena, por más que en su vida entre muggles lo había intentado, no, era un queso, pero bueno, allá iban todos y allá iba ella. Sagitas y Matt se emocionaron y se propusieron un juego de billar, de verdad parecían más dos hermanos traviesos que madre e hijo. Darla sacudió la cabeza resignada, la clase sería de lo más entretenida o al menos de lo más movida.

 

Se puso de pie para ir con el resto hacia la mesa del rincón. En el camino sin embargo su novio comenzó a practicar y no solo logró una cajita en forma de corazón, sino que logró que ella pusiera la sonrisa más amplia de enamorada que había puesto en todo el día, además claro que la que logró con su idea del ascensor, y no, no lo había olvidado para la salida. Darla abrazó su cajita y le dio un beso a su amado mientras respondía en un susurro.

 

--Tú no entras y eres lo que más quiero --le guiñó un ojo antes de agregar --todo lo que venga de tí hasta una cajita con aire es para mí lo más bello y es mi tesoro.

 

Mientras se acomodaban en la mesa del rincón, abrazando su cajita, las apuestas comenzaron. Vaya, era en serio, Darla vió con asombro como corrían las monedas y como explicaba la pelivioleta que todo formaba parte del entretenimiento y adiestramiento muggle. Si, claro, hizo su mejor esfuerzo para mantenerse seria y no lanzar una carcajada. La apuesta subía, interesante, se imaginaba a Sagitas y a Matt con un trajecito sexy limpiando los bellos establos de la Potter Black y si Matt no hubiera continuado con la segunda parte de la clase lo más seguro es que ya estaría riendo a lo loco.

 

--Avifors... fera verto mmm... --dudó un segundo, recordando una canción --hubiera jurado era vera verto --susurró antes de continuar repitiendo los hechizos --lapifors... Snufflifors... --su vuela pluma, como no había traído su vuela pluma, ahh, si, ahora que lo pensaba era que no quería que los muggles vieran mover su pluma sobre una libreta.

 

Sus ojos se abrieron al ver el muñeco que Matt había sacado y como cobraba "vida" con un Draconiffors, casi aplaude mientras escuchaba las palabras de Matt.

 

--Ohhh, yo también quiero algo bonito así para mi Seba --dijo la pelirroja mientras volvía a sacar a Edelweiss--mmm... ya se, [/i]--dijo mientras apuntaba a una bola blanca sobre la mesa y haciendo un movimiento en cruz con su varita pronunció muy concentrada --lapifors --de inmediato la única bola blanca sobre la mesa de billar se transformó en un adorable conejito blanco, Darla lanzó un gritito de felicidad tomando al animalito y dándoselo a Seba --ten mi amor, para tí, te amo --y con carita de embobada miraba a su novio --y no hay que preocuparse por la comida ni porque ensucie en el local --agregó riéndose.

Editado por Darla Potter Black
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A Darla le había encantado mi truco con el dragón de juguete, y una vez más fue la primera en atreverse a llevar uno de los hechizos a la práctica, aunqeu para ello utilizó la bola blanca para el billar, dándole la forma de un conejito blanco que entregó a Seba. me hizo gracia, pero al mismo tiempo nosotros ahora no teníamos como jugar. POr eso, utilié la falsa hamburguesa, apuntándole de nuevo con la varita, esta vez el mrphos la transformó en una pelota blanca exacta a la que ahora era un conejito.

 

Mis chicos no se atrevían, tal vez por timidez o o por miedo a que un muggle se diera cuenta. POr eso, mientras Sagitas preparaba su primer golpe iniciando asi la partida, observé a los alumnos de estudios muggles. Sus tareas eran más sencillas en principio, mezclarse con el resto de gente y usar el dinero muggle para probar aquellas maquinitas.

 

- Veis esa máquina con el gancho, llena de peluches? - había criaturas extrañas, seguramente imaginarias que los muggles conocían, además de animales como pájaros, cocodrilos, lagartos... Una de las estudiantes de Sagitas se había acercado a probar un poco de fortuna. - Tal vez podríais probar a transformar el peluche que saque. - sugerí.

 

Aunque tal vez, podría intentar animarlos a participar de otra forma.

- Decidme...mas allá de ser un truco muy divertido...que utilidad veis a los hechizos que os he explicado? Quiero decir...que uso les daríais? Creéis que podríais hacer daño a alguien, o tal vez salvar vidas?

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-- Ni se te ocurra hacer un dragón... -- Me mordí la lengua antes acabar la frase. Matt acababa de dar vida (relativa, seguía siendo un hechizo) a una figura del animal y éste se movía en su mano. -- ¡Eres un absoluto...! -- me volví a morder la lengua. Por mucho familia que seamos, no puedo insultar a otro profesor delante de los alumnos ni (¡horror!) de la directora del Ateneo. -- Hum... Inconsciente.

 

Me crucé de brazos, simulando que estaba enfadada, aunque su explicación sobre la animatrónica fue muy buena. Un chico con muchos granos de acné juvenil y una ridícula gorrita roja de los Lakers dio una exclamación al ver el dragón de Matt, volando hacia mi cabeza y recostándose en mi melena violeta cómodamente.. Me giré hacia y le increpé de forma arisca.

 

-- ¡Vamos, largo, muchachuelo! ¿Es que nunca has visto animaciones robóticas de animales fantásticos? Pues hay miles en El Corte Inglés. ¡Anda y no molestes!

 

Me giré hacia mi hijo y le señalé con un dedo.

 

-- No voy a estar sacándote de apuros toda la vida, muchachito. Si ese muchacho se da cuenta de que no hay lugar para las pilas, la hubieras liado. ¡Y como este dragón me ponga huevos diminutos en el pelo, te mato!

 

Sí, bueno, la lógica no era mi fuerte. Había amenazado a mi hijo delante de todos. Peor, delante de dos guarlos. Anne parecía ocupada con los ejercicios que le había mandado mi hijo y Mr. Zurin tenía en las manos un peluche que seguro acabaría en los brazos de Valentina. Con un poquito de suerte, ninguno de los dos se había enterado de la metedura de pata de mi hijo ni de mi contestación. Quería ganar la apuesta, por supuesto, pero no quería gastarme el dinero en la fianza para sacarlo de Azkabán.

 

-- Venga, juguemos.

 

Puse el taco de madera sobre el green artificial (¿Se decía así o eso era sólo en tenis?) e iba a golpear una bola cuando vi un conejito blanco. Di un bote al verle aparecer así, de golpe, donde estaba la bola blanca. Corrijo, donde debiera estar la bola blanca del billar.

 

-- ¡Pero bueno...! ¿Me estás tomando el pelo? -- Pero por la mirada divertida de Matt me di cuenta que no había sido él sino alguno de sus estudiantes. -- ¿Me estáis tomando el pelo? Yo también soy buena con la varita y os puedo hacer la vida imposible. Que lo sepáis...

 

La bola blanca volvió a aparecer, aunque también estaba el conejito. Lo tomé con cuidado y miré a los alumnos con cara de pocos amigos, aunque sin dejar de tocar aquella bolita de pelo. No podía negarlo, amaba a los animalitos, aunque fueran transformados. Justo en ese momento, Matt insinuó algo de transformar el peluche de Mr. Zurin y levanté el dedo, de forma amenazadora.

 

-- Ni se te ocurra meterme en los amoríos de otra persona. Ese peluche es la muestra de amor de una pareja, ¡y él es un guarlo! No vayas más lejos, Matt. No te metas en líos, una cosa es burlarte de un muggleoso y otra más peligrosa el cabrear a un Alto Mando Ministerial Mágico.

 

Mi voz era autoritaria pero es que necesitaba que mi hijo entendiera bien la diferencia y que entendiera que no se podía cruzar la línea. Hasta yo, con lo bruta que era, no me atrevería a meterme entre un guarlo y su peluche de amor entre su compañera. Para evitar problemas, levanté la voz (sin usar Sonorus, es que yo tengo un timbre de voz muy alto y se oye en todas partes cuando grito) y llamé a mis estudiantes.

 

-- ¡A ver, chicos, venir! Contarme en qué habéis invertido los galeo... los dineros mugg... las libras esterlinas.

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El sabor de los labios de mi novia aún estaban latente en los míos, luego que me había robado un beso, la verdad me encantaba cuando actuaba así, que se soltara aunque estuviéramos con más gente, aunque seguro andaban distraídos con todos hechizos surgiendo de nuestras varitas, además de las apuestas que se lanzaban los Potter Black.

 

No pude evitar no pensar que era un poco extraña la apuesta que le lanzaba Matt a su madre, pero suponía que ellos así se gastaban las bromas, creo que me quedaba mucho por conocer de la familia de mi novia, mejor puse más atención a la clase que la continuaba impartiendo Matt.

 

La siguiente lista de hechizos anunciado por el profesor me sonaban más conocidos, más de alguna vez los había usado, ahora solo había que buscar con que practicar, aunque aún no me convencía del todo que estábamos pasando totalmente desapercibidos, había pasado mucho tiempo entre muggle y sabía muy bien lo curiosos que podrían ser algunos.

 

Mire la cajita que le había regalado a Darla luego de su respuesta, -Pues creo que podríamos arreglarlo de alguna forma- le guiñe una vez, -Tu guarda la cajita, ya veremos que hacemos luego- le respondí travieso luego de responder a su beso.

 

Habían pasado solo unos minutos cuando el sorprendido era yo, Darla me entregaba el hermoso conejo que había hecho con la bola de billar, -Creo que Dash será el más contento con que no ensucie- reí agradeciendo el regalo con un beso.

 

-Te amo más mi amor- abrace con cuidado a mi nueva mascota, sabía que no le dolería si lo hacía más fuerte, pero era un regalo de mi novia.

 

La voz de Matt nuevamente llamaba nuestra atención, mire a la máquina que indicaba, creo que sería un buen susto para quien sacara alguno de los animales de felpa y este se moviera, -Los hechizos que nombraste y muchos más podrían servir para defender, crear una animal en caso de ataque, aunque pueda sonar cruel para muchos de los muggles que nos rodean, ante un hechizo podríamos usarlo de escudo, sabemos que ellos no sufrirán- mire el conejito y lo escondí en mis brazos.
Editado por Seba Granger

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Se sentía feliz porque a Seba le había gustado su regalito, ella atesoraba en su bolso de piel de moke la cajita corazón, quizás pudieran unir en casa ambos regalos y la cajita ser le camita del conejo, ya verían cuando llegaran a casa. Las palabras de Sagitas echando a un muggle curioso le arrancaron una sonrisa, le hablaba como toda una experta en ese mundo, ella había perdido práctica, de pronto se dio cuenta que en cierta forma ella no era una sangre pura, se encogió de hombros, no le importaba.

 

Las palabras de Matt atrajeron de nuevo su atención y se preguntó si el mago sería legilimántico, ella había pensado en un primer momento dar vida al osito de Zurin. Si pudiera se sonrojaría, ni se le había ocurrido ocultar sus pensamientos en la clase, esperaba que al menos fuera lo único que él había descubierto.

 

Los nuevos despotriques de Sagitas, a pesar de tener ya una nueva bola y a Matt por la misma idea que habían tenido de convertir el osito en un ser vivo.

 

--Pero tía Sagitas --defendió a su primo --qué más muestra de amor que regalarle una mascotita "viva" --dijo señalando a su Seba con su conejito.

 

Matt ignoró a su madre realizando una nueva consulta y Seba, más distendido aún respondía sobre el tema. Darla se quedó pensando en la respuesta y la verdad que lo que decía su amor le parecía muy cierto. Los magos utilizaban las réplicas de los animales fantásticos para su defensa, pero también se le ocurrió que lo hacían para atacar.

 

--Hay quienes transforman no solo como defensa, también para atacar y hacer daño, animalizan cosas sacándoles garras y dientes para desgarrar a sus rivales, o morphean muebles en osos o prendas en serpientes venenosas o avispas marinas e incluso escorpiones. Hay una gran variedad de posibilidades en realidad, todo depende de la persona y las circunstancias, algunos crearán defensas y otros animales u otros objetos para ataques. Los seres humanos bajó la voz para que solo ellos lo escucharan --mágicos o no, tienen mucha imaginación y la utilizan para crear o transformar grandes cosas pero también pueden crear o transformar cosas terribles, en mi trabajo lo veo a diario.

 

De hecho lo había vivido en asaltos y redadas también, no solo las que había ido a investigar sino las que había protagonizado, como víctima o, las menos veces, como victimario.

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Menos mal que había usado la excusa de la animatrónica al transformar el dragón, ya que un joven muggle con una gorra se intentaba acercar a Sagitas para echarle un vistazo, alo qeu ella respondió con un gruñido, echándolo de nuestra mesa de billar. Aquello me hizo muchísima gracia, más aun por su mal humor hacia mi.

- Lo robots animatrónicos no utilizan pilas, llevan baterías que recargan usando la electricidad, como con las bombillas. - contesté, sacándole la lengua. Yo también había sido alumno suyo en estudios muggles y había aprendido algo sobre el tema.

 

Aunque claro, las prácticas de mis alumnos y las contínuas bromas comenzaban a sacarla de sus casillas. PObre....conmigo aun le quedaba que aguantar. Sugerí qeu transformaran el peluche que Zurin sostenía en las manos y por la expresión de Darla, pensé que ella ya había tenido una idea similar, aunque esta vez si, Sagitas estalló contra mi. No se contuvo al estar en una situación de compañeros, ni teniendo delante a una de las directoras de la academia...me regañó, recordándome que aquel joven era un warlock y era mejor no pasarse demasiado con él.

 

Agaché la cabeza, ahora era yo el que estaba enfurruñado, además sentía calor en la cara, seguramente me había puesto rojo. Por eso dejé que ella llamara a sus alumnos para saber que habían estado haciendo, al tiempo qeu yo escuchaba las respuestas a mi pregunta.

 

Seba fue el primero en tomar la palabra, mencionando el uso de los animales como defensa, mientras que Darla replicaba, afirmando que también se podían utilizar aquellos animales y criaturas como un método de ataque, fuera exagerando las garras y dientes para qeu hicieran más daño, o simplemente usando criaturas feroces y venenosas. Convenientemente, habían bajado el tono de voz, ya que al igual que en el mundo mágico, para los muggles el daño a los animales era un tema peliagudo.

- Los dos tenéis razón...como accidentoso y exauror he visto destrozos en mobiliario....es fáil distinguir cuando se trata del rebote de un hechizo o cuando lo han provocado daños director, como mesas partidas por la mitad y estanterías hechas pedazos en un mismo lugar. - dije.

 

Me giré hacia la mesa. Era mi turno de golpear la bolita blanca, asi qeu estudié la colocación de las esferas decolores para poder elegir el ángulo que me daría un mejor golpeo.

- Pero yo quiero ir un poco más allá. Todos pensamos siempre en el morphos y el uso de criaturas como ataque y defensa, pero no es el único hechizo de transformaciones. No se os ocurre como podríais utilizar en vuestro beneficio los demás hechizos en una situación de peligro?

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Matt les había confirmado que tenían razón y luego se había dedicado a golpear las bolas de colores con la nueva bolita blanca, habían tenido que reemplazar la que ella había transformado en conejito para su Seba. La pareja se había tomado mientras de la mano sonriéndose y Darla mimaba a su Seba y al conejito mientras su primo le daba con el taco a la ex hamburguesa de plástico, o algo parecido.

 

--¿Cómo utilizar los otros hechizos ante una situación de peligro? --repitió Darla, mientras pensativa acariciaba una oreja de la nueva mascota de Seba --bueno, ante un peligro, por ejemplo un boggart, bien podríamos decir que el riddikulus es en cierta forma un hechizo de transformación, ya que convierte lo que más tememos en algo que nos da risa.

 

La pelirroja se quedó en silencio y girándose hacia su novio le preguntó con voz suave.

 

--¿A tí qué te parece amor?

 

No quería acaparar, sabía que si se entusiasmaba empezaba a pensar en hechizos, en esos años de estudios, descubriendo encantamientos, artes oscuras, la defensa contra ellas, el conocimiento de maldiciones. Le encantaba la idea de poder crear, investigar y descubrir los hechizos que se utilizaban en otros países. Después de todo el Príncipe Mestizo había creado el sectusempra, ¿por qué no descubrir o crear nuevos hechizos, nuevas transformaciones? Si se ponía empeño todo se podía, además Matt les estaba enseñando varios que ellos no habían aplicado jamás. Aquello era todo un mundo de aventuras y posibilidades.

 

Además, aprender con tan buena compañía como lo era su Seba hacía que se sintiera aún más entusiasmada y comprometida. Le encantaba compartir todo con él, hasta estudiar.

 

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No sabia como terminaría todo esto de las apuestas entre el primo y la tía de Darla, creo que los ánimos ya estaban un poco cabreados, se seguían haciendo bromas y parecía que ninguno quería ceder al otro, igual en cierta parte era divertido verlos y oírlos.


Escuche con atención lo que tenia mi novia para decir sobre lo ultimo que Matt había preguntado, tenia mucha razón, muchas veces en nuestro trabajo habíamos visto cosas malas que los mismos magos hacían para atacar a sus enemigos, o tan solo por hacer el mal al otro sin razón alguna, lo mismo pasaba entre la guerra de los bandos que ocurría por todo Londres y el mundo mágico.


Observe como mi amada jugaba con lo orejita del conejo, creo que tendría que buscarle un nombre, aunque no estaba del todo seguro si este me entendería, pensé en el boggart que alguna vez me había salido cuando mas chico en una clase y me dio un poco de escalofríos, trate de pensar en algo mas.


-Tienes razón, el Riddikulus nos ayuda en aquellos casos, y ademas de causar risa, puede causar un buen coraje a quien lo envió- sonreí un poco.


Bese la sien de mi chica con suavidad, -También podríamos usar el hechizo duro, este podría entorpecer y hacer mas lentos a quien nos quiera atacar- en ese momento realice un suave movimiento con la varita media escondida entre Darla y mi cuerpo, -Duro- murmure apuntando al taco que llevaba en las manos Matt mi viejo compañero de oficina, este le pesaría de sobre manera al convertirse en piedra.

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Escuchaba atentamente el razonamiento de Drla y Seba. Era curioso que Darla mencionara el ridikkulus, que no era exactamente un hechizo de transformación y qeu sin embargo, hacía que el boggart se transformase en algo qeu nos divertía para protegernos.

 

- Bueno...creo qeu podría tomar por válido el ridikkulus, prima. Diversión, protección...y en parte como dice Seba, dar valor a los demás, puesto que un boggart representa lo qeu tememos...y que mejor forma de motivar a alguien en una situación de peligro qeu vencer al miedo? - respondí.

 

Le eché un vistazo, había guardado silencio para dejar hablar a los demás, pero aun asi se notaba el entusiasmo reflejado en ella, tal vez ideando nuevos hechizos, pensando en crear nuevas transformaciones y situaciones en las qu utilizarlas. POdía decir que era la alumna más aplicada que había tenido en una clase, eso sin duda.

 

Tenía el tiro perfecto, pero no me di cuenta de las intenciones del auror. El taco se endureció justo cuando había iniciado el movimiento, notando de golpe no solo qeu se hacía más pesado entoreciendo el tiro, sino qeu al levantarlo, me di cuenta de que había estropeado el tapete de color verde qeu recubría la mesa.

- Bien hecho. - reconocí. Tras observar a mi alrededor, agité la varita para reparar la mesa de billar. - Si apuntaras a los zapatos o pantalones de alguien que te persigue, entorpecerías tanto sus movimientos que necesariamente debería pararse a eliminar los efectos del hechizo, lo cual te daría ventaja. Pero pensemos un poco más. Imaginad que os encontráis....no se, en una biblioteca y os atacan. Estáis rodeados de pergaminos...Utilizando el duro y un hechizo para aumentar su tamaño, tendríais un escudo perfecto. - sugerí. - Por otro lado, nunca os ha pasado qeu un muro se os caiga encima? - pregunté. Yo había estado en un par de situaciones asi y no era muy agradable. - Utilizando el snuffliffors podríais evitar ser sepultados por piedras para ser cubiertos por miles de plumas suaves y nada mortales.

 

MIré el reloj y abrí los ojos. No solo se nos había acabado la clase, sino que nos habíamos ido de tiempo entre tanto entretenimiento muggle.

 

- Vaya...chicos, lamento deciros que se acabó la clase. Espero qeu aprendiérais algo y que os resultara divertido pasar un par de horas entre muggles.

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