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El Dragón Verde (MM B: 108933)


Helike R V PB
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Hayame dió un pequeño salto al sentir como se removía y crepitaba algún fuego a la distancia, le parecía que se había quedado dormida sin querer en el negocio de su querida sobrina pero sus manos aún sostenían la taza de bebida; se acabó el resto del líquido en un gran sorbo para después ruborizarse y reír de forma nerviosa ante lo que había pasado, mirando apenada a la chica delante suyo

-Lo lamento Heli

Se disculpó la vampiro de cabello rojo mientras que sacaba la varita para agitarla por encima de la taza que no había soltado y que aún seguía algo caliente entre sus dedos

Un nuevo líquido de oro apareció sobre su superficie pero esta vez, parecía que tenia pequeñas gotas que saltaban cantarinamente sin derramarse por los bordes

Hayame asintió ante lo que se imaginaba que ya sospechaba la otra vampiro

-De vez en cuando esto me ayuda a concentrarme de manera adecuada

Explicó asintiendo una vez con la cabeza

-Hace que no me pierda y que las cosas que siento que van por mal camino, mejoren al menos en una parte de lo que deberían

Dijo y se apoyó de lado en una de sus manos, volviendose a poner pesativa

-En serio que ha de ser raro el imaginar a Sagitas como una... tú sabes...

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  • 4 semanas más tarde...

- pues, puedes avisarme mujer... Puedo darle un toque de atención personalmente -alcé una ceja con una sonrisa un tanto siniestra- en asuntos de negocios, me gusta llevarlos personalmente. A no ser que tenga que ausentarme... En otro caso, los delegaría a otras, hum, personas -fruncí el ceño y bebí un poco de mi copa...

 

- me da igual, me tiene frita con ese tema, ¿lo sabías? Si está tan paranoica bien puede no sé... levantar protecciones. Es bruja con mucho poder, seguro que se le ocurre algo. Y sobre los otros, qué quieres que te diga, ellos hacen su trabajo -susurré sin dar más explicaciones de las necesarias.

 

Al confesar las últimas palabras me la quedé mirando fijamente...

 

- ¿Tú? Ésto sí que es toda una sorpresa - comentó. El vaso en suspensión en mi mano, volvió de nuevo hacia la mesa- las lealtades cambian incluso con una bolsa de galeones de por medio. Supongo que lo sabrás de sobra... Ahora las lealtades, bueno -alcé los hombros - ya no son como eran antes. Yo pienso que debemos nuestra lealtad a la sangre mágica que corre por nuestras venas. Es nuestro deber protegerla para todos aquellas que quieran mancillarla -aún estábamos a solas y eso me daba libertad para hablar de ciertos temas "tabúes" cómo era el de los mortífagos o sus ideales. Con Hayame, me sentía segura. Parecía tener cierta aura oscura que me gustaba y sentía que no me recriminaba por tener los mismos ideales. Eso me daba seguridad y lo agradecía. Estaba harta de las peleas del bien y del mal que siempre terminaban a veces, en duelos.

 

Vi que realizaba cierta magia.

 

- no te preocupes. Sabes de sobra que me encanta que los nuestros hagan su magia sin temor a ser rechazados. Aquí eres libre de hacer todo eso... ¿Sagitas, mortífaga? Cuesta creerlo y mucho...

 

***

 

Había pasado más de un mes de aquella conversación. Volvía de nuevo al Dragón Verde. Tenía otros asuntos que atender y si no fuese por mis elfos, el local estaría más tiempo cerrado que abierto. El aroma de la comida, que salía por una chimenea daba a entender, que estaban preparando los menús del día para servilos a los clientes que por allá pasaran antes de ir a sus casas.

 

Me había puesto lo de siempre; camiseta, cazadora de cuero, tejanos y botas de piel de dragón. El pelo atado en una cola de caballo alta y mi varita en mi diestra. Llevaba todos los cachivaches que necesitaría guardados en el morral de cuero, dentro de la cazadora. En cuánto me aparecí, el sol me dio de lleno... El suelo estaba limpio y por fin, la nieve parecía que había desaparecido del lugar... Echaba de menos a Matt, no sabía si se pasaría por el local, pero tenía que atenderlo, no me quedaba más remedio...

 

Agaché la cabeza para no darme con el dintel de la puerta y pedí a uno de los elfos que me sirviera un whisky de fuego. Me dirigí a la parte inferior del local. En la zona de los sofás, al lado de la chimenea. Aunque no hacía calor, agradecía que ésta estuviera encendida. Crucé las piernas y mientras me servían una copa, junto con la botella, crucé las piernas, para empezar a leer el profeta Vespertino de esa tarde...

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Vivía preocupado. Cierto, era inevitable para mi, sentía la obligación de hacerme cargo de la familia, de protegerles y que no les pasara nada.

 

La videncia había comenzado a acrecentar mis visiones, lo qeu me mantenía tan intranquilo como en un creciente insomnio. Vestido con una camisa de color verde y un pantalón marrón, había decidido coger la moto aquel día para recorrer las afueras, pasar un tiempo a solas...y buscar a Helike.

 

Al final, se me había ocurrido un último sitio. Sentado sobre la Triumph, observé la puerta del local. La sentía alli dentro, asi que bajé, dándole un leve toque con la varita para asegurarme de que nadie conseguiría mover la moto de ninguna forma, y abrí la puerta.

 

Me llegó el crepitar del fuego, y enseguida supe donde la vería. Caminé sin hacer ruido hasta el interior, a aquella zona más reservada, algo más íntima, para dar con su figura recortada contra el fuego, absorta mientras leía y sostenía una copa. Sonreí ligeramente, notando que el pelo de la coronilla se me erizaba. Llegué hasta ella y coloqué las manos sobre sus hombros.

- QUe es tan interesante? - pregunté.

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No lo vi venir, sólo cuando me abrazó y sentí su aroma. Casi y por poco no le lancé una maldición. Reí un poco nerviosa.

 

- ¡mi amor! -le dije con alegría- anda ven, ponte cómodo... ¿Tomas algo? Invita la casa y mira, no tenemos a nadie, de momento... Así que, puedo tener un poco de tiempo para ti, últimamente, te tengo bastante abandonado -negué con la cabeza, frunciendo el ceño...

 

Había hablado del periódico y sonreí...

 

- Pues, lo curioso de todo. Nada de nada. Sólo ponen tonterías no informan nada del Ministerio. Y eso de por sí, ya es raro. Siempre tienen noticias de última hora. No es la primera vez que me llegan lechuzas cada dos por tres y en los últimos tiempos, sólo uno por día. Nada interesante - doblé el periódico y lo puse encima de la mesa.

 

Me fijé en su rostro. Aunque dijera que no, en el tiempo que estábamos juntos lo conocía demasiado bien, cómo él a mí. Noté algo extraño...

 

- ¿Estás bien? Pareces preocupado... ¿Puedo ayudarte? -le pregunté, mientras le indicaba que, con una mano, se sentara a mi lado, en el sofá. Éste era de dos plazas así que, estaríamos cómodos, viendo el crepitar del fuego, mientras tomábamos algo, eso, nos ayudaría a relajarnos un poco- aquí estás para calmarte y olvidarte de todo. Pero si necesitas soltar lo que quieras soy toda oídos -le dije con una sonrisa y dándole un beso - si necesitas cierta ayuda... Ya sabes a quién acudir - le dije con cierta broma, para al menos, calmar la situación. No sabía porqué, pero parecía que había tensión en el ambiente.

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Sonreí, la había sorprendido, y es que pincharla siempre era divertido.

- Whisky de fuego - dije, mientras me sentaba a su lado.

 

El calor que se desprendía de la chimenea era agradable, e incluso invitaba a relajarse. Tomé asiento junto a la vampiro, mientras ella me decía que podía contarle lo que fuera. Se había dado cuenta de que algo me rondaba por la cabeza y me tenia preocupado, me conocía lo suficiente como para saber algo asi.

 

Sonreí un instante y desvié la mirada, observando por un momento mi rodilla junto a la suya. Algo me preocupaba, y debía decírselo, tenía que decírselo. Helike debía saber aquello que yo conocía desde hacía muy poco tiempo...no podía ocultarle conscientemente algo asi, ya que en realidad, la exponía a un peligro mayor del que podía imaginarse. Algo qeu hasta yo, a pesar de haberlo vivido y sufrido, desconocía. Un bebé no puede recordar algo asi.

 

Dudé un momento antes de contárselo. Algo en mi tenía cierto miedo.

- Hay algo...algo qeu tienes qeu saber...antes de la boda. - le dije. Guardé silencio y me froté la pierna con al mano, algo nervioso. - Se trata de...de mi familia. - la familia de Sagitas, de su madre. Pero al fin y al cabo, me gustara o no...eran parte también de mi familia.

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Los elfos, enseguida trajeron lo pedido por mi pareja. Dejé que se acomodara bien. Esperé a que empezara a hablar. No sabía qué era lo que me inquietaba pero, a mí me preocupaba más todavía su silencio. Carraspeé y tomé un poco de mi copa, para aclarar la garganta.

 

Me dejó sorprendida sus palabras. No sabía qué podía contener tanto misterio...

 

- ¿Tú familia? ¿Qué pasa con ella? No es que sea una familia idílica ni mucho menos. La mía tampoco es, aunque a veces, parezca de rancio abolengo - le dije, riéndome para desentensar la situación- pero va... No creo que sea tan grave para que estés así. ¿O sí? - enarqué una ceja. La verdad es que, no sabía qué podía ser... Cualquier cosa en el mundo mágico o era de suma gravedad, o era todo lo contrario.

 

- Pues, tú me dirás... Ya sé que Sagitas se opone. Pero si los elfos mayores no se oponen a que celebremos nuestra boda en sus tierras. No debería de haber ningún inconveniente - le susurré. Acaricié el dorso de su mano, mientras lo miraba con una sonrisa.

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  • 1 mes más tarde...

Tiempo después, durante los preparativos de la boda.

 

Era tarde. O temprano. Demonios, no estaba seguro.

 

Pero como fuera, me había escapado de la Potter Black, de Harpo y de mi madre. Necesitaba estar un rato a solas, sin qeu me dieran órdenes, sin qeu me obligaran a probarme trajes o alguien me persiguiera preguntándome por flores y telas de los que no entendía nada.

 

Asi qeu vestido con un pantalón de deporte corto gris oscuro y una camiseta azul claro de manga corta, me adentré en el dragón verde, que estaba en silencio. Pedí un whisky de fuego y me apoyé en la barra para beber.

 

Yo solo quería casarme y poco más. No entendía de tanto revuelo, asi qeu me agobiaba, no...no entendía la situación, pero ellas si, ellas se sentían a gusto y parecían tenerlo controlado. Asi que en el fondo, y a pesar de mis nervios, estaba tranquilo.

 

Y claro...eso me llevó a pensar en @. Donde se abría metido la vampiro? Otro inconveniente, con los preparativos y las obligaciones ministeriales, es que no teníamos tiempo para estar a solas. Eso también lo echaba de menos. En calma, sin nadie intentando matarnos o bombardeandonos a pregutnas.

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  • 2 semanas más tarde...

Estaba en el despacho. Tenía el estómago revuelto... Mucho y eso era raro en mi condición de vampírica. Ni siquiera había tomado alcohol, más que nada, porque el olerlo se me revolvían las tripas y me producían náuseas... ¿No se supone que los vampiros no tenían condiciones humanas? Era rara hasta para eso...

 

Cuando supuestamente debía estar revisando varios papeleos y alguna que otra burocracia, pensaba en todo... La verdad era que, de un tiempo a ésta parte, todo parecía ir más deprisa. No pude evitar esbozar una sonrisa al ver por todo lo que habíamos pasado... Iniciar un noviazgo de una manera un tanto rara. La negación de Sagitas y finalmente... Boda...

 

- ¡Baco! - alcé la voz y llamé a mi elfo. Éste enseguida se personó al llamado - me puedes hacer una manzanilla. ¿por favor? - raro yo, hasta para ser amable con un elfo- iré hasta la barra. Necesito sentarme y parece que me mareo...

 

- Sí ama, su novio se encuentra ya dentro...

 

- Bien... - asentí con la cabeza. Ajusté mis tejanos, comprobé las botas de piel de dragón y que mi camiseta estuviera limpia. Recogí mi cazadora de piel de dragón. De un momento a otro, parecía que sentía cierto frío, o ¿era debilidad? Quizás estuviese incubando algún virus vampírico, algo que, sinceramente, no sabía si existía...

 

Tomé el monedero de piel de moke y también la varita que guardé dentro de los bolsillos...

 

- ¡Cariño! - grité con alegría al verlo - ¿Qué tal? -le di un abrazo más largo de lo habitual- agg, apestas a colonia -le dije y me rasqué la nariz por pura inercia- que conste que no es porrque seas licántropo ni mucho menos. Aún estoy esperando a que me cuentes esa historia. Pero no... no sé que tengo hoy. Parece que estoy pillando una mala gripe...

 

Bufé y le indiqué al pelirrojo que me siguiera. Por supuesto, fuimos a uno de mis sitios preferidos del local. Era el de las otras veces. Los sofás al lado de la chimenea. Si ni siquiera me había molestado en encender un cigarro -pide lo que quieras cielo... ya sabes que estás de sobra invitado -le dije con una sonrisa, mientras el elfo; Baco, ponía mi manzanilla encima de la mesa.

 

@@Matt Blackner

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La voz de @ llegó desde el interior. Me giré y al instante sonreí, mientras la abrazaba, aunqeu no quería soltarla, fue ella quien se separó, quejándose de que olía demasiado a colonia. Alcé una ceja, divertido.

- Demonios...si que debe de pasarte algo. - me burlé de ella al ver qeu el elfo dejaba un vaso de manzanilla humeante sobre la mesita, además de la botella de whisky de fuego que yo estaba bebiendo.

 

ME senté en el sofá, frente a la chimenea, y la miré fijamente. Era verdad que parecía un poco mareada.

- Seguro qeu te encuentras bien? - pregunté. Si que era raro verla asi. A lo mejor estaba incubando algo, como había dicho. Sabái que había ciertas afecciones que atacaban a los vampiros.

 

Me mordí el labio y me quedé en silencio. Debía contárselo, si. Debía hablarle de esos peligros qeu tal vez, entrañaba la boda. Y no, no era Sagitas.

- Creo qeu deberías saber algo. Hay...hay cierto peligro que nos rodea. Que rodea a la familia. - bebí. Supongo que no es fácil contar algo qeu realmente no conoces de primera mano. - La familia materna de Sagitas. Yo...no sabía nada. Son sangre limpia, son...tremendamente poderosos. Magos oscuros. No aceptan a nadie del exterior. Pero la madre de Sagitas los desafió, casándose con alguien qeu no era sangre limpia, lo qeu provocó que los buscaran para matarlos.

 

Si, solo era el inicio de la historia pero...por algo tenía que empezar.

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- sí, sí, descuida... seguramente sea algo que... perdona - Una intensa náusea, subió por mi garganta. Tuve que taparme la boca para no vomitarle encima a Matt. Al menos era aún rápida, ¿seguro? Parecía que era más lenta que otras veces. Pero la verdad sea dicha, tampoco me paré a pensarlo en esos instantes. Lo único que quería era sacar eso que tenía en el estómago... En cuánto terminé, cepillé los dientes y me refresqué la cara. Sí, aún estaba pálida. ¿Sería gripe?

 

Fui de nuevo hasta dónde Matt. Cierto que no quería oler su colonia, pero no me quedaba más remedio. Me senté entre sus piernas y puse mi cabeza en uno de sus fuertes hombros, cómo si realmente me meciera. Cómo un niño pequeño. Con las rodillas colocadas cerca de mi pecho, parecía que me encontraba algo mejor. Pero no mucho. Con los ojos cerrados, le hablé:

 

- magos poderosos. Señores oscuros... ¡Por todos los demonios del infierno! - grité ahora yo. Lo miré asustada. Él sabía lo que yo era. Él conocía todo de mí, o lo máximo que se puede conocer teniendo secretos. Sabía de mis propios ideales. Sabía muchas cosas que, ni siquiera otra persona sabría en toda una vida mortal... Sabía... pero eso me hizo palidecer aún más y acercando la bebida a mis manos gracias a la magia pude tomar un sorbo- sangre limpia. ¿Te extraña? A mí no, desde luego...

 

- Yo tampoco me mezclaría con un sangre sucia... O al menos, que provenga de una familia de magos -le aclaré- no pretendo ofenderte cariño, sabes que te quiero... Pero hay cosas que no se pueden tolerar. Te recuerdo que yo - alcé una ceja, mirándolo fijamente, para darle a entender lo que pretendía que entendiera (menudo trabalenguas jajaja). Me conocía lo suficiente - ya sabes, ¿no? Yo también soy poderosa -medio refunfuñé - eso no quiere decir nada. Somos Rambaldi, somos Sforza... familia nacida en el Renacimiento... ¿Quieres que siga?

 

- ¿Sangre limpia? Va- hice aspavientos con mi mano, mientras sostenía la taza de manzanilla- mira, sabes de sobra que en el mundo mágico hay pocas familias de sangre pura. No dudo que no lo sean pero, ¿sabes que Voldemor era sangre sucia? Sí, madre bruja, padre muggle... Y al final, no fue más que un idi***. Le pudo más la gloria y el realzar su nombre que otras cosas. Por eso que, los que más alardean de sangre limpia, son mucho más lo que tienen que callar... Hay que mirar la lista oficial... ¿cuál era el apellido de la familia materna de Sagitas?

 

Tomé otro sorbo de manzanilla. No sabía si era el efecto de la infusión, o por estar tan cómoda en los brazos de Matt que la verdad estaba muy agusto, eso, y también el fuego de la chimenea. Afuera no hacía tan buen tiempo cómo para tenerla apagada. Así que, en el interior se estaba calentito y muy agusto... No supe porqué pero sentí las ganas de algo. Llamé a mi elfo- Baco, hazme el favor y tráeme unas fresas anda... Que últimamente ni te imaginas los antojos que me dan de ellas - negué con la cabeza... mirando con una sonrisa a Matt.

 

- Así que, mi amor, no te preocupes. En todas las familias hay motivos oscuros y muy malos. A mí no me sorprende tanto. Ratas hay por todas partes y no todas son iguales. Pero no entiendo el motivo de tú preocupación, la verdad. Si la casa es segura y vosotros sabéis los hechizos que habéis colocado. Debería ser suficiente con eso... ¿no? -pregunté, mirándolo a los ojos - yo confío en vosotros. Sé que no habrá problemas llegado el momento. No vale la pena llorar si aún no se ha derramado la leche -le di un beso en los labios y me acomodé más aún en sus brazos.

 

@@Matt Blackner

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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