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Tamesis Park (MM B: 111180)


Apolo Granger
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- Tamesis Park…-

 

Valeskya leyó el letrero de la entrada en voz alta, como si estuviera alguien a su lado acompañándola, aunque la realidad era totalmente distinta. Estaba de pie, pensando en que si debía entrar a echar un vistazo o simplemente retirarse. Lo cierto era que a simple vista se veía muy diferente a lo que ella hubiera imaginado como un parque; al principio ella había pensado que era algo más recreativo, pero la realidad era que era algo mucho más profundo que eso. De todos los lugares de ese tipo que había recorrido, sin duda éste era mucho más original.

 

Precisamente la idea de ver algo diferente, había sido el detonante para que la joven de ojos violeta se aventurara a entrar. Ese día vestía de jeans, tenis y una blusa blanca con un par de franjas amarillas a los costados; en lugar de su habitual bolso de mano que comenzaba a hacerle compañía en cada lugar que visitaba, llevaba una mochila pequeña, aunque tenía el mismo encantamiento que hacía que pudiera cargar con muchas más cosas “solo por prevención”. Llevaba una gorra a juego con su blusa, y el cabello suelto.

 

Los pasos de la fenixiana eran cautelosos, sin embargo, no era por el temor de llevarse alguna sorpresa desagradable, sino más bien tenía la sensación de no saber muy bien qué era lo que debía de hacer; vio al pastor suizo con sus cachorros, que parecían estar jugando muy entretenidos y la joven lo único que hizo, fue avanzar con rapidez para perderse de vista: generalmente no se llevaba muy bien con las mascotas, salvo por Kotaro, su tigre, el cual ahora disfrutaba de estar alejado de la vista de los curiosos.

 

- Es extraño encontrar en estas épocas a alguien que se interese tanto por la integridad de los animales.- La Granger hablaba sola, sin importarle que hubiera alguien que pensaba que estaba loca; era cierto que nunca se había interesado por el cuidado de las criaturas mágicas y no mágicas, así que suponía que eran una especie en peligro de extinción.

 

El ruido del agua caer llamó su atención y encaminó sus pasos hacia las cascadas; al llegar le sorprendió ver que había muchas más criaturas de las que había supuesto al inicio. Siguió el camino del río Tamesis hasta llegar al origen. Pudo notar una serie de tortugas que descansaban en las orillas. Valeskya vio una serie de rocas que sobresalían del resto y parecía estar libre de criaturas y de un salto llegó hasta ahí, mientras se acostaba al tiempo que cerraba los ojos, dejándose llevar por el silencio roto por el agua que caía furiosamente de aquellas cascadas...

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¿Qué hacía allí? Era lo que se preguntaba Arcanus. Realmente nunca había sido muy fánatico de los animales mágicos y a decir verdad, tampoco muy responsable. Recordó que poseía una esfinge que había dejado en una reserva la cual nunca fue a visitar. De hecho, el fenixiano solía hacer eso con animales, cosas y personas. Cuando sentía que las cosas lo aburrían simplemente desaparecía por un tiempo, pero siempre terminaba volviendo. Tal vez era por su forma de ser que le costaba tanto mantener relaciones con otras personas. A pesar de alejarse, el cariño que sentía por los que alguna vez fueron sus amigos no desaparecía. El joven vagaba caminando tranquilamente por el lugar. No tenía nada que hacer por lo que se encontraba bastante despreocupado. Llevaba las manos en los bolsillos de su chaqueta, sentir el contacto con su varita lo hacía sentir más tranquilo. También vestia un pantalón de jean algo gastado y unos tenis.

 

Mientras caminaba por el lugar observaba a las criaturas que había allí. Sin duda serían muy valiosas, seguramente estaban bien protegidas y cuidadas en aquel lugar. El joven siempre había admirado a las personas que dedicaban su vida al cuidado de los animales. No dudaba de que se trataba de una ardua tarea. Iba sumido en sus pensamientos cuando de pronto notó a una persona recostada en unas rocas cerca de una bella cascada que había en el parque y sin saber por que, sus piernas comenzaron a camianar más rápido. De un momento a otro se encontraba corriendo hacia allí. Se paró en seco cuando vio que se trataba de Valeskya. ¿Debía acercarse a ella? ¿O tan solo desaparecer?

 

- Me habían dicho que había criaturas bellisimas aquí ¿Lo decían por ti o por los animales? - Dijo desde la orilla por sobre el ruido de la cascada. Antes de que Valeskya pudiera hacer algo saltó a su lado y se sentó bien pegado a ella.

 

- Lo siento de verdad... - Suspiró tristemente. No se atrevía a mirarla a los ojos. ¿Está bien si me siento aquí contigo? ¿O estas esperando a alguien? - Lo que el joven no había tenido en cuenta era que tal vez ella tenía planes y había quedado en encontrarse con alguien allí. Jugaba con sus dedos algo nervioso y su respiración comenzaba a agitarse ¿Qué pensaría ella de todo este tiempo que había pasado sin verla? ¿Habría conocido a otra persona?

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Perdió la noción del tiempo mientras se encontraba en ese lugar: el canto de las aves, el sonido del agua al tiempo que mantenía los ojos cerrados, era el mejor ambiente para meditar las cosas. Aunque no lo tenía en mente, Valeskya se dispuso a hacer planes sobre lo que haría para las festividades navideñas: en la taberna, en la mansión, en los diversos negocios. ¿Qué hacía pensando en eso? Ella no solía planear ese tipo de cosas, en realidad había dejado de darle importancia a ese tipo de eventualidades, solo que en esa ocasión haría una excepción porque quizás retomaba el entusiasmo al ser el primer año en el que volvía a estar con su familia.

 

Sintió algunas gotas de agua que caían sobre su rostro, provocado por la fuerza que llevaba el agua antes de caer en la cascada. Tuvo la impresión de que había alguien más cerca de allí, pero continuó sin abrir los ojos: “El dueño de este lugar seguramente”, pensó la joven de cabello negro, hasta que una voz que le resultó bastante familiar, la sacó de su error de una forma abrupta. Quiso pensar que solo se había tratado de un sueño, pero eso era algo imposible para su condición. Miró a una figura conocida acercarse rápidamente hacia ella.

 

No respondió nada, simplemente su mirada siguió al fenixiano hasta situarse al lado de ella. ¿Cómo era posible? Respiró profundamente, exhaló y repitió la misma acción un par de veces más; su primera reacción fue el querer matarlo y aventarlo por las cascadas [?], pero la realidad es que no podía hacerlo, porque desde que él se había marchado, la ojivioleta había decidido fingir que nada de eso había pasado, que todo había sido un producto de su imaginación y que era un breve capítulo de su vida que, aunque feliz, había tenido un final tanto inesperado como triste.

 

Nadie más aparte de ella sabía por lo que estaba pasando, un día simplemente había vuelto a casa a seguir siendo la misma de siempre, ocupando su mente en otras cosas para evitar quedarse sola y pensar en el por qué había sucedido eso. La mirada de la joven permaneció fija, al tiempo que escuchaba sus disculpas. “¿Qué debo hacer?” Dijo para sus adentros, sin saber si aceptar sus disculpas o armarle una escena en ese momento, hasta que la última pregunta fue la que la hizo reaccionar.

 

- ¿Tendría algo de malo que estuviera esperando a alguien? – Valeskya soltó esa pregunta tan bruscamente como pudo. Sin embargo, no hizo ningún intento de alejarse de él. - La verdad es que no esperaba que volvieras, no esperaba que estuvieras a mi lado en este momento y no esperaba que me dijeras que lo sientes.... – Se calló de golpe, pues sintió que su voz estaba a punto de quebrarse.

 

- ¿Por qué lo hiciste…? – Fue lo único que atinó a decir, pues intentaba controlar ese impulso de crueldad para decirle que estaba con alguien más, aunque eso se tratara de una mentira.

Editado por Valeskya Granger

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Arcanus sabía que Valeskya no se sentiría cómoda de inmediato al tenerlo junto a ella y la verdad es que no la culpaba. Había estado pésimo al haberse ido asi, sin comentarselo. No había sido por ella obviamente. A decir verdad la había extrañado mucho y si pensaba en volver era solamente por ella. No había mucho que el mundo mágico pudiera ofrecerle en este momento, pero el solo hecho de pensar en Valeskya, hacía que el joven estuviera allí.

 

- No... No tiene nada de malo. Después de todo, el que se fue sin avisar fui yo... - Agachó su cabeza abatido. No había excusa que pudiera dar. Realmente Valeskya se merecía a alguien mucho mejor que él. Pero aún así la amaba y quería encontrar la forma de pedirle disculpas. El viento soplaba y los salpicaba con algunas gotas de agua. Algunos animales correteaban por el parque y todo se encontraba un poco más ruidoso. El Fenixiano solo podía ver a Valeskya delante suyo

 

- Lo hice por que soy un idi***... - Dijo luego de una corta pausa. No encontraba mejores palabras que esas para expresar lo que sentía. - Me dejé llevar por mi egoísmo que me hizo alejarme de todo sin tomarme el tiempo de valorar que tenía una persona maravillosa como tu junto a mi. - Sujetó su mano y comenzó a acariciarla suavemente. Tenía que elevar un poco la voz para que no fuera ahogada por el ruido de la cascada. - Lo siento y entiendo si no quieres perdonarme o si prefieres que desaparezca. Solo quiero que sepas que te amo y estoy arrepentido de haberme ido así. - Clavó sus ojos en los de ella y acarició su mejilla, luego se acerco muy lentamente y besó con suavidad sus labios. Realmente era sincero, en poco tiempo ella había logrado ganarse su corazón. De pronto se levantó y volvió a saltar hacia la orilla y tendió la mano hacia ella.

 

- Caminaré. Me encantaría que fuera a tu lado. No quiero que te sientas presionada si decides perdonarme ven conmigo y si no, lo entenderé - El corazón del fenixiano comenzó a latir cada vez más deprisa ¿Qué elegiría Valeskya?

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NOCHE DE SAMHAIN

Para su gusto personal, Jank habla demasiado. Ellie no está acostumbrada a las pláticas tan energéticas, a no ser que tengan que ver con sus áreas de estudio... entre las cuales, sin duda, no se encuentra ni la Orden del Fénix ni las criaturas mágicas. Aún así, intenta recordarse que no puede condenarlo por ello. Dejando de lado el asunto de respetar las particulares formas de ser de cada quien, siente que está en deuda con él, por haberlo prácticamente arrastrado a aquella situación sin que hubiera ni siquiera una relación de colegas de por medio. Además, lo necesita. Si algo saliera mal, está segura de que él podría lidiar con ello mucho mejor que ella.

 

—No sé qué cosas resuelven ustedes —replica Ellie por lo bajo, encogiéndose de hombros. No es su intención ser hostil y espera que Jank no lo perciba de esa forma. Simplemente, tiene muy pocas bases con las que hablar de la organización; a pesar de que podría decirse que ella es "uno de ellos", desde su llegada a Inglaterra, en general, todo ha sido muy tranquilo. Nada de ataques o disturbios, como los que reportaban los ejemplares de El Profeta de hace varios años... Y los problemas que han habido en la comunidad inglesa, han estado alejados de la llamada "guerra de bandos".

 

»Pero sí, lo sé —añade con un suspiro. A pesar de que suele repetir que los títulos no hacen a las personas, cuando se trata de ella, teme que a veces lo olvida. Es algo que no puede permitir—. Por eso estamos aquí.

 

Ellie, hasta esos momentos, no había sido consciente de lo grande que es el Tamesis Park y lo tenebroso que podía ser en las noches. La luz pálida de la luna ocultando los colores, la brisa fría y silbante, los árboles sin hojas, con ramas que parecen brazos que te tomarán y te arrastrarán a lo más profundo... Pero lo mejor es no pensar en ello. Aunque, claro, la otra alternativa no es mejor; aunque en la luz se sentía capaz de lidiar con ello, ahora se encuentra temiendo el encuentro con el siempredetrás. Se siente frágil y débil, ante una criatura desconocida y temida; ni sus conocimientos ni su varita la hacen sentir a salvo. Tampoco el rústico Jank, que mejora todavía más la conversación y sus ánimos.

 

—No se sabe mucho de ellos —se limita a responder Ellie—. Pero en historia contemporánea, tienen la fama de haber atacado personas y pukwudgies. Quizás en algunos años, los magizoólogos encuentren una forma poco invasiva de estudiarlos... A lo mejor incluso logren congeniar con ellos... en fin... Preferiría no atacarlos —añade, pensando en cómo Hobbamock enloquecería si se enterara de que aturdió a una criatura mágica y no precisamente para defenderse—. Sólo tenemos que ser rápidos. Eres reportero, así que traes una cámara de fotos, ¿no?

 

Jank no alcanza a responder. El sonido de la tela desgarrándose rompe el breve silencio de la noche. Ellie siente que su corazón se acelera. Hay temor y dolor pero ¿son sus sentimientos o los de Jank? De repente, todo se ilumina por un instante. Una esfera de luz, vuela desde la mano de Jank hasta... hasta... Lo ve, mas su mente se queda en blanco, como si no entendiera lo que sus ojos perciben. Son las palabras de Jank las que le ayudan a entender la situación.

 

—S-sí... —murmura, con un hilo de voz— Sin fotografía todavía, pero... Ya sabemos que es real. Hay un siempredetrás en Londres. En este parque.

 

Cuando se vuelve hacia Jank, advierte la sangre. Ellie busca en los bolsillos de su túnica y extrae una pequeña botella de esencia de díctamo.

 

—Colócate esto en la herida —musita Ellie, tras darle un rápido vistazo a la herida, iluminándola con su varita mágica. No parece ser profunda, pero sí necesita ser atendida. Alcanza a escuchar aquel pensamiento superficial—. Por el contrario, creo que deberíamos... —no quiere decir encerrarlo— asegurar un perímetro, donde él pueda rondar en paz y sin ser una amenaza para nadie. Entonces, tomaremos las fotografías, escribirás tus notas, y supongo que luego el Departamento de Criaturas se hará cargo de llevarlo a donde tenga que ser llevado. Podría pedirle el favor a Mel —añade por lo bajo.

 

Pero Ellie hace una mueca, pues hay algo que no puede ignorar. ¿Cómo pudo un siempredetrás acabar ahí?

 

@@Jank Dayne

 

─── ・ 。゚☆: *.☽ .* :☆゚. ───

En muy buen momento, Ellie optó por tomar clases de Meteorología. Esos días, comenzaba a evidenciarse el invierno en Londres; sin embargo, con conocimientos frescos de la clase dictada por la profesora Lockhart, consiguió mantener un clima agradable en el Tamesis Park. Quizás fue esa decisión, que se atrevió a efectuar ante la ausencia de su socio, lo que hizo que más visitantes de lo normal se incursionaran allí. Ellie se sorprendió, esa concurrida —a su parecer— mañana, al darse cuenta de que le complacía que el parque tuviera visitantes y, especialmente, que las mascotas del parque se acercaran a las personas. Eso, sin duda, debía significar que Apolo y ella hacían un buen trabajo preservando el legado de la señora Detal.

 

Como de costumbre, Ellie se limita a observar desde lo lejos, simplemente para asegurarse de que todo esté en orden. No quiere más incidentes, como lo ocurrido con el siempredetrás... Por lo demás, no es propio de ella socializar. Además, hasta donde sus ojos alcanzan a ver, no hay nadie solitario. Bueno, salvo por una persona, que camina desde el río. Está empapado. Ellie, a su pesar, se dice que debe acercarse para indicarle al mago que en el parque no está permitido bañarse en el río. Es entonces cuando lo reconoce.

 

—Oh... hiya, Apolo —saluda Ellie al mago, haciendo un gesto de saludo con la mano—. ¿Todo en orden? —pregunta, pues no es usual tener una imagen así.

 

@@Apolo Granger

Editado por Eileen Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Valeskya observó de reojo al joven que estaba a su lado mientras esperaba una respuesta; le costaba creer que todo lo que habían vivido juntos, se estaba reduciendo a ese instante. Por más que estuviera deseando enojarse y montar todo un drama, no podía hacerlo, no había razón lo suficientemente fuerte. Se había ido, de forma tan inesperada a como había llegado a su vida, si miraba fríamente esa situación, ella también lo había hecho con su familia y sin embargo… nunca hubo reproches ¿entonces por qué ella tendría que hacerlo?

 

Odiaba el tener que pensar tanto las cosas, ella no era así, prefería las soluciones prácticas y simples. Aun así era la primera vez que tenía que ver las cosas como realmente eran: desde su partida, se había esforzado en fingir que no había pasado nada, en que no se volvería a dejar que algo así la afectar… pero ahora, se daba cuenta que lo había extrañado, su presencia, sus caricias y sentir nuevamente sus labios.

 

- Quiero creerte… - Fue lo único que alcanzó a decir mientras cerraba los ojos por un instante. Su mirada violácea se dirigió hacia la mano del fenixiano, la cual estaba extendida hacia ella. No dudó un solo instante en tomarla.

 

- No quieres que me sienta presionada y a la vez sabes que no te desharás tan fácilmente de mí. – Intentó bromear, a la vez que se levantaba y acariciaba su mano unos instantes antes de soltarse con suavidad. - Solamente dame un poco de tiempo ¿si? – Lo miró y sonrió brevemente al tiempo que comenzaban a avanzar

 

Los animales deambulaban por todo el lugar: algunos tranquilos, otros corrían en manadas, acuáticos, terrestres, solos, en manadas grandes o pequeñas; lo cierto es que ese lugar más que un refugio, era lo que los mantenía alejados de la crueldad de algunas personas. “Habrán más como Kotaro por aquí?” Se preguntó de repente la Granger, aunque dudaba que alguien fuera capaz de hacerle daño a un animal como ese, que aunque no era mágico, era algo complicado de hacer, pues no era nada fácil domesticar uno.

 

- ¿Estás bien? – Le preguntó a Arcanus tras un breve silencio. - ¿Has estado bien? ¿No te lastimaste o algo así mientras estuviste fuera? – La Granger miró el rostro, el cuello, los brazos, en busca de alguna señal que mostrara que el fenixiano se había lastimado. - … Te extrañé… - Murmuró al tiempo que envolvía con sus brazos el cuello del fenixiano. - No lo vuelvas a hacer, por favor. - Finalizó.

Editado por Valeskya Granger

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Una sonrisa radiante si dibujó en el rostro de Arcanus en cuanto Valeskya sujetó su mano y pudo sentir el tacto de su piel. La atrajo hacia si y la levantó por los aires con un gran abrazo. Estaba contento de que ella aún siguiera amándolo a pesar de su desaparición injustificada. Luego comenzaron a caminar lentamente, sujetados de la mano, mientras se podían observar distintos animales correr libremente por los terrenos del Tamesis Park.

 

- Tranquila. Estoy bien. - Dijo con una sonrisa mientras Valeskya lo revisaba de arriba a abajo - Solo estuve viajando por algunos países. A decir verdad, no permanecía mucho tiempo en ningún lugar en específico. - Abrazó con fuerza a Valeskya y le dió un dulce y tierno beso en los labios.

 

- Yo también te extrañé, por eso regresé - Sinceramente no extrañaba mucho del mundo mágico desde que había vuelto. Pero todo había cambiado cuando conoció a Valeskya. Realmente la había extrañado mucho y varias veces se vio sorprendido por pensar tanto en ella. No llevaban mucho tiempo juntos, pero la hermosa ojivioleta había logrado cautivarlo totalmente.

 

- ¿Qué tal las cosas por aquí? ¿Tu que has hecho durante este tiempo? - Preguntó mientras observaba como los animales correteaban. Estaba contento y no podía disimularlo. Valeskya le hacía muy bien realmente.

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La Granger se vio sorprendida de sí misma al ver sus reacciones cuando el fenixiano estaba a su lado; era como si sacara la mejor parte de ella, aquella que creyó que ya no volvería a sentir. Estaba feliz y aunque eso le agradaba, no podía dejar de pensar en que cuánto duraría toda esa felicidad… todo ese amor; eran el tipo de inseguridades que solo tenía cuando estaba junto a Arcanus, que aunque con su radiante sonrisa le decía cosas lindas, no era suficiente para poder disipar esos miedos. Suspiró, cautivada con sus palabras e intentó retomar la conversación como si nada malo hubiera sucedido:

 

- Tanto tiempo separados y tan pocas cosas para contar... – Exclamó la ojivioleta mientras lo jalaba con suavidad a una de las áreas verdes del parque. - ¿Tienes mascotas? Creo que habría que traer a alguna para pasear.- Miraba a su alrededor, que aunque hasta ahora no se habían topado con más gente, supuso que sería un buen lugar para caminar con compañía.

 

- Retomando el tema… - Comenzó a caminar de espaldas, mientras veía al fenixiano a los ojos y lo sujetaba de las manos, por si daba el mal paso. - Después de que te marchaste… Estuve ausente durante unos días fuera de Ottery, para evitar preguntas acerca de mi estado de ánimo. – La joven bruja creyó conveniente hablarle con la verdad, al final de cuentas no se trataba de nada malo, ni tampoco era echarle la culpa.

 

- Como verás, ya es la época navideña y Zahil suele emocionarse un poco por estas fechas… así que he estado acudiendo a los llamados de decoración navideña, en… - Se detuvo un momento, para contar con los dedos de la mano. - Los negocios del callejón y… - Se acercó para susurrarle al oído: - En la Orden también… te recomiendo que tengas cuidado al andar por allí y te topes con un muérdago de broma. – Continuó avanzando, caminando de espaldas, mientras seguía hablando.

 

- Básicamente es eso y que tengo un nuevo trabajo… a decir verdad parece algo aburrido, pero… galeones son galeones ¿no lo crees? – Se inclinó de hombros con cierta indiferencia y le preguntó: - Pero hay algo que es más importante que todo esto que te he contado.- Intentó ponerse seria en ese momento, aunque no sabía cuánto tiempo podría durar así. - Dices que viajaste por varios países… ¿no me has traído algún regalo? Eso sí que no podría perdonártelo nunca. – Finalmente la joven sonrió.

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- Será que no hay mucho para contar porque todo está demasiado tranquilo. No hay muchas cosas fuera de lo común en estos tiempos - Arcanus se encogió de hombros mientras caminaba a la par de su chica. Recordaba que antaño había más movimiento en todos lados, mientras que ahora todo estaba como más apagado. - Tengo una esfinge que compré en una subasta. - Recordó a Peggy Sue y se preguntó si estaría bien - Pero la verdad es que gracias al ministerio y sus tontas reglamentaciones no podía conservarla y tuve que enviarla al un refugio. La verdad es que nunca supe como hacer para recuperarla - Algún día tendría que visitarla e intentar recuperarla, pero la vagancia siempre le ganaba la pelea.

 

- Siento haber hecho que estes mal... - Dijo realmente apenado mientras la sujetaba de las manos para que no cayera por estar caminando para atrás. - Pero ya estoy aquí y no te dejaré sola de nuevo. - Arcanus hizo fuerza con sus brazos y atrajo a la ojivioleta hacia si para poder darle un fugaz beso en los labios.

 

- Creo que la navidad le sentará bien a todos, algo más de movimiento puede hacer las cosas interesantes y menos monótonas. - Exclamó. Lo mejor del asunto era que para esa navidad iba a estar muy bien acompañado. - En cuanto a lo del muérdago, podría robarlos todos y colgarlos justo encima tuyo cada vez que te vea. Así podría besarte todo el día sin parecer muy pesado - Sonrió. Ya todo lo que había alrededor había desaparecido y se encontraba completamente sumergido en aquellos hermosos ojos violetas. ¿Cómo podía haber estado tanto tiempo separado de Valeskya?

 

- Te felicito por tu nuevo trabajo. Yo todavía sigo igual, como que no encajo en ningún departamento del ministerio. Creo que trabajar no se hizo para mi. Pero supongo que mi hermosa novia va a repartir conmigo un poco de esos Galeones - Soltó una sonrisa aunque estaba un poco apenado. Tal vez debería tomar el ejemplo de su chica y hacer lo mismo, después de todo los Galeones eran muy necesarios en el mundo mágico. Aunque a decir verdad, el joven nunca había tenido necesidad alguna, ya que su familia era bastante acaudalada.

 

- ¿Un regalo? - Arcanus tragó saliva y el pánico comenzó a apoderarse de él. Lo cierto era que no había traído nada, ni siquiera había pensado en ello. - Eeemm... claro, pero tendrás que esperar hasta navidad. Además no traje nada aquí porque no sabía que estarías. - No estaba seguro que eso convenciera a su novia. Pero por el momento esa excusa le serviría para ganar tiempo.

 

- ¿Sabes que te amo, no? - Arcanus se detuvo en seco y abrazó fuertemente a Valeskya, luego la besó suavemente por unos segundos. Solo estaban caminando y charlando pero el joven se dio cuenta que ella realmente lo llenaba y agradecía el día que la había conocido. El que lo haya esperado y perdonado a pesar de su ausencia era muy importante para él.

 

- Pronto se realizará la gala de navidad. ¿Vendrás conmigo cierto? Me haría mucha ilusión ir con la mujer más linda de Londres - Preguntó sonriendo. A diferencia de él, Valeskya tenía muchos amigos y tal vez alguno la invitaría primero, por lo que el joven aprovechó el momento para invitarla antes que alguien más lo haga.

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- ¿Sabes? Debería estar prohibido que seas tan encantador… así no me podrías tener en tus brazos ahora mismo y no me convertiría en la más envidiada cuando me vean contigo – ¿Cómo podría decirle que no a aquel joven? Sin duda alguna, en poco tiempo se había ganado su corazón, al punto de sentir el pánico de que todo pudiera tratarse de un sueño… el más lindo de todos.

 

En el fondo le molestaba que no pudiera estar enojada con Arcanus durante mucho tiempo; tantas cosas que le había dicho, habían provocado que ella pasara por alto todo. No pudo evitar reír con la broma del muérdago y lo del Ministerio; pudo notar cierta incomodidad con esto último y de paso con el regalo que le había dicho que no llevaba en ese momento. Obviamente ella jamás le exigiría cosas de ese tipo, incluso el hecho de que el fenixiano expresara todos esos sentimientos hacia ella, le resultaba tan lindo, que le daba un poco de vergüenza mirarlo a los ojos cuando lo escuchaba.

 

- Con respecto a todo lo que has dicho, solo puedo decir que sí a todo – La joven abrazó a su novio para susurrarle al oído. - Sí iré a la gala contigo, sí espero mi regalo, sí te portas bien, tal vez podamos repartir un poco de galeones…- Aunque de eso último no estaba tan segura, pues al igual que el joven de cabellos castaños, ella tampoco se encontraba a gusto en el Ministerio. - Y… no hace falta tanto muérdago… puedo sacrificarme un poco y recibir todos los besos que quieras darme – Para ese momento, ella estaba más que feliz.

 

- Lo que sí es cierto…- Se separó un poco de él para ponerse un poco seria. - Es que ahora para mí no es tan fácil expresar lo que siento… la verdad nunca creí encontrar a alguien como tú: tan dulce, cariñoso, atento y un poco abandonador .- Sonrió brevemente. - No sé, quizás sea cuestión de tiempo el hecho de que más adelante no me puedas detener y desearás estar alejado de mí. – Le dio un fugaz beso.

 

La ojivioleta no estaba del todo segura de haber explicado su sentir; lo cierto es que ella estaba enamorada de él y que no podía decírselo libremente. Era el temor de que una vez que se lo dijera, el encanto se acabaría, Arcanus se marcharía y ella volvería a quedarse sola; un miedo absurdo, sin duda, pero quizás más adelante ella podría demostrar muchas cosas más. Solo esperaba que él comprendiera la situación. La fenixiana estiró su mano para poder acariciar el rostro de su novio y comprobar una vez más de que ese momento era real.

 

- ¿Alguna vez pensaste en recuperar tu esfinge de una forma no tan…. Legal? – Preguntó con curiosidad la joven, al tiempo que lo tomaba de la mano y lo jalaba suavemente para seguir caminando, hasta llegar al área natural del parque: una zona de árboles, algunos acomodados para marcar el camino a otros lugares. - Pienso que podría ser interesante eso de… ya sabes… - Inclinó los hombros con fingida inocencia. - Mucha gente tiene cosas prohibidas en los sótanos de sus casas… una esfinge no vendría mal. –

 

La verdad es que poco sabía acerca de esos seres, pero no había dicho ninguna mentira con respecto a los magos y brujas que poseen cosas en sus casas, sin ser detectados. Pensó en los mortífagos y creyó que al final de cuentas no se trataba de robar, sino más bien de recuperar algo que ya le pertenecía (?). Siguió caminando, esperando la reacción de su novio.

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