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Castillo Snegovik (MM B: 111885)


Leah Snegovik
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Mientras se movían hacia el interior del lugar escuchó las palabras del mago — No te preocupes, la verdad no me he dado cuenta del tiempo transcurrido por andar sumergida en la fastuosidad de la reunión misma — y era verdad, había estado tan absorta viendo las máscaras y los trajes de los demás invitados que el tiempo fluyo de manera tan rápida que ni lo noto.

 

Le dedico una mirada de divertido reproche cuando Ollivander habló sobre si haberlo invitado era la decisión correcta — si Garry estoy segura de que quería tu compañía, y si nos vamos a divertir!, tienes que aprender a hacerlo en algún momento o no?. Además me agrada conversar contigo y nos hemos llevado bien a lo largo de cosas difíciles y bastante peligrosas, así que creo que podremos manejar una fiesta no crees? — dijo con tono divertido, la verdad es que había compartido codo a codo con el mago tanto en clases como en misiones y lo sentía un muy buen amigo.

 

No pudo evitar reír ante lo precavido de su amigo — tranquilo igual siempre llevo todo lo necesario conmigo — dijo mostrándole el pequeño bolso que a simple vista parecía no tener espacio para algo más que un pañuelo, pero la magia era algo fantástico a decir verdad. — Y si creo que deberiamos presentar nuestros respetos, lo unico es que no se quienes son los señores de la casa, supongo que alguno de los empleados que están atendiendo a los invitados nos podría informar a quien debemos dirigir nuestros respetos y agradecimientos por la invitación — dijo al mago mientras observaba alrededor.

 

— Esta bien que si no te llegas a sentir a gusto después de intentarlo un rato yo invito la primera ronda — dijo riendo ante el comentario de estar en una cantina hasta la madrugada y si de seguro pensarían que están locos vestidos así en un sitio de esos.

 

— Exactamente mi querido amigo, todo eso es lo que se hace, podríamos empezar por una copa de champagne, creo que eso sería estupendo. No es cansado, simplemente hay que poner tu mejor sonrisa y actitud y disfrutar — dijo y mostró su sonrisa algo bromista porque sabía que lo que diría a continuación haría que el mago quisiera salir huyendo — Ah y también se baila Garry, eso se hace en las fiestas — no pudo evitar sonreír con algo de burla porque sabía que Ollivander detestaba esas cosas.

 

— Ven vamos por un par de bebidas y de paso nos sirve para tratar de encontrar a los anfitriones — dijo jalando un poco al mago hacía la barra de bebidas ya que se había quedado algo estupefacto con su último comentario.

 

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Oniria:

 

 

 

Leah y yo bailábamos como si lo hubiésemos ensayado durante meses. Nuestros cuerpos se entendían mejor que nosotras mismas. Ya se conocían, a través de las noches, la luz tibia, las sábanas. Cuando su mano me rozaba sentía un escalofrío. El enamoramiento se prolongaba en gestos como aquellos. De repente, algo rompió el hechizo, vi el rostro de Leah resquebrajarse. Era Ámbar. No supe adónde mirar. Se me hizo un nudo en el estómago. Estoy llena de cucarachas, pensé. Un aguijonazo, me recliné sobre mí misma. Náuseas. ¿Arya...? ¿La había invitado yo? No recordaba haberlo hecho. Quizá, cuando empecé a enviar sobres a diestro y siniestro, una lechuza fue a parar a la Macnair.

 

Leah se retiró con Emilia y Ámbar a buscar a nuestros hijos, dirigiéndome una mirada helada, que precedía una discusión. Suspiré. Yo me quedé en el centro de la pista, inmóvil, ansiosa. Sólo entonces me permití echar una ojeada a mi alrededor, buscando a Arya. Llevaba semanas sin verla, sin saber de ella. La última vez la dejé desangrándose en un laboratorio destrozado y sentí que nuestro amor se desmoronaba para siempre. Pero allí estaba, invadida de contradicciones, como siempre, induciéndome al delirio.

 

Fue ella la que me encontró. No quise mirarla demasiado. Olí las rosas, la canela, el verano bajo su piel. Entreví aquellos ojos verdes bajo la máscara. Sostenía a Insomnia, que parecía absorta en su presencia.

 

––Arya... ––Murmuré. Pero no supe cómo proseguir. Si le pedía que no se marchase, Leah entraría en cólera. Si permanecía en silencio, podría tomarlo como resignación. Opté por lo segundo, pese al riesgo.

 

 

 

Sísifo:

 

 

 

––Puedes venir cuando quieras a charlar ––comenté–– o en los jardines de la Yaxley...

 

Echaba de menos la Manor, a mi madre adoptiva que me sacó de la miseria, la seriedad de Maida. Esperaba visitarlos a menudo. Algo en la atmósfera me alarmó, como un cable que se tensa. Busqué a mi hija con la mirada. Arya se la había llevado, pero conseguí encontrarla, unos metros más allá, reunida con Oniria. No hablaban, las envolvía el invierno. Ella le entregó a Insomnia con tristeza. ¿Y Leah? ¿Sabría ya de la presencia de su enemiga? Me tranquilicé cuando la vi junto a Emilia y... ¿Baleiro? Enarqué una ceja. Su expresión me reveló que efectivamente era consciente de la situación, y se estaba esforzando por no llorar. Se me encogió el corazón. Se acercó a Emmet para ahogar sus penas en aquellas copas llamativas.

 

Poco a poco el salón fue llenándose casi al completo, de amigos, desconocidos y familiares.

 

––Perdón por mi distracción, Zoe ––me disculpé–– voy a por una copa.

 

Le sonreí antes de marcharme, abrazándola de nuevo. La echaba de menos. Troté hasta Leah y puse una mano sobre su hombro. No pronuncié sonido alguno, mis ojos eran expresivos de por sí.

 

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Editado por Oniria

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Una voz familiar lo distrajo de aquel estado en el que estaba cuando iba a beberse su cuarta copa. Leah había aparecido. No sabía en que momento se le había acercado pero le daba gusto al fin estar con alguien conocido.

 

El formalismo con el que le bruja le había hablado le causó algo de gracia. Parece que el no ir a fiestas tan seguido y no beber alcohol con frecuencia hacia que éste le pegara más con cada sorbo que tomaba.

 

- El placer es todo mío, mi querida Leah.

 

Contestó el vampiro mientras miraba a la mujer.

 

- Esto de no salir a fiestas seguido por estar encerrado con temas del Concilio hace que el alcohol me haga efecto más rápido.

 

Añadió con un tono de gracia a lo que había dicho Leah. Era cierto pero aún faltaba mucho para que estuviera en un estado deplorable.

 

Se levantó de la silla por un momento, caminó unos pasos hasta la mesa de tragos y agarró dos vasos más ya que vio a la bruja tomar el último trago de la copa que tenía.

 

- Creo que ha sido bueno venir y más encontrarme contigo. Alcohol, fiesta, noche ... - balbuceó sentándose y dejando uno de los tragos frente a la bruja - Sólo faltarían hombres - agregó riendo mientras tragaba aquél líquido que parecía ser vodka - ¿No tienes algún primo siberiano que quieras presentarme? - soltó una pequeña carcajada y bebió un poco más.

 

La estaba pasando bien con y más ahora que Leah había llegado a charlar con él y a compartir algunas copas.

 

Sí. Había notado la cara que tenía cuando apenas llegó pero no deseaba preguntarle nada que la perturbara o arruinara ese momento que ella estaba viviendo.

 

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Crazy Awards 2018:

7F1CpeC.gif "El Romeo"

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-El Concilio siempre resulta agobiante -concordó, una vez que hubo regresado-, pero siempre hay espacio para una fiesta en compañía de amigos.

Emmet le había buscado otro trago y fue liberador que no hiciera ningún comentario con respecto a su expresión. Brindaron, el sonido de los vasos al chocar se perdió entre el creciente bullicio de la noche. Cada vez había más gente, menos sitios en donde esconderse, poder compartir con alguien que no hiciera preguntas era excepcional. Era una característica de los Mortífagos, a ninguno le gustaba admitir que tenían sentimientos. Y todos sabían qué decir en el momento adecuado, como Emmet. La hizo reír, aunque la risa no llegó a sus ojos.

-No, no tengo un primo. Te ofrecería a un Squib pero estoy segura de que prefieres algo más... sofisticado -se encogió de hombros-. De todas formas, puedes pensarlo. Un tentenpié no viene del todo mal.

Una chica interrumpió su conversación. Kamra. Tenía tanto tiempo sin verla que se le hizo extraño verla ahí, entre los demás, como si nunca se hubiera alejado de la sociedad. O tal vez era ella la que se había alejado. Pero le alegraba, ver la tonalidad de su pelo y saber que era parte de la familia, la hacía feliz. Ella, Oniria y Sísifo habían alzado una verdadera familia.

-El gusto es mío -recreó la reverencia de su hija-, ¿has venido sola? Emmet, ella es Kamra, mi hija.

Sintió algo en el hombro y no tuvo que voltear para saber de quién se trataba. El peso de su mano, lo largo de sus dedos, el calor que transmitían. Sísifo. Sonrió, consciente de que tanto Kamra como Emmet la miraban y atrajo la mano de Sísifo para meterlo en la conversación. No quería mirarlo, porque si lo hacía, probablemente sus ojos la traicionarían. Apretó su mano, metió los dedos entre los suyos, se pegó a su costado casi sin notarlo. De haber estado solos, se habría hecho un ovillo en sus brazos. Pero no lo estaban, así que se limitó a parecer sumamente enamorada.

-Sísifo, ella es Kamra. A Emmet ya lo conoces -miró al Haughton-. No ha dejado de hablar de Herbología hace unos días...

Sus ojos encontraron a dos personas que no conocía, se acercaban a ellos.

-Bienvenidos, es un placer recibirlos en nuestro castillo -hizo una pequeña reverencia para Sain y Dennis, no los recordaba, pero le alegraba que estuviesen ahí-. Yo soy Leah y este es mi marido, Sísifo.


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Sísifo:

 

 

 

 

Me sonrojé ligeramente cuando Leah exclamó delante de Emmet que estaba obsesionado con la Herbología. Me rasqué la nuca y refugié mi expresión en su cabello plateado.

 

––Encantado, Kamra. Espero que te sientas a gusto aquí.

 

Asentí con la cabeza a modo de reverencia para saludar a los demás, coartado. Había tanta gente que me abrumaba, pero me sentía feliz de poder recibirlos a todos. Lo único que me preocupaba era Leah, Arya, Oniria... qué caos. Busqué a Baleiro. Seguía con Emilia, tocándolo todo con las manos.

 

"Oniria, no quiero entrometerme, pero deberías separarte de Arya cuanto antes", recomendé, mirándola con inquietud. Giró la cabeza para absorberme con su tristeza y su indecisión. Cargaba a Insomnia en brazos y su rostro era el más puro ejemplo de la turbación. La vi alejarse de Arya, cabizbaja, sosteniendo la mano de Insomnia, que ajena a la situación fantaseaba con todas aquellas luces, las máscaras y el ambiente festivo.

 

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Su corazón latía cómo si fuera un tambor mientras observaba el vestido que usaría en la fiesta que sus suegros estaban por dar, había llegado el día. Kamra, su esposa, le había dicho que asistirán y de pasó, después de un año de casadas, la presentaría a la familia Snegovik.

 

<<-Controlate->> se dijo al verse palida frente al espejo de su cómoda.

 

Sólo era una fiesta, conocería a los padres de Kamra, sólo eso después bailarian, pasarían tiempo juntas y volverían a la mansión Delacour o quizás se quedarán ahí a dormir. Se repitió varias veces eso hasta que su elfina Mar aparecio con un té relajante.

 

- Ama debe relajarse- le aconsejó la criatura.

 

- Lo se, lo se pero son sus padres y quién sabe cómo se tomarán que llevemos ya doce meses de casadas y con un hijo- habló con fiereza.

 

La elfina se cayó y se marchó sin decir nada, dejándola sola. El reloj de su mesa de noche le indicaba que llegaría tardé por lo que poniéndose el vestido, una crema base para darle color a su piel y sobre eso se colocó la mascara para la fiesta. Se camino a su ropero de la mansion Delacour para echarse un vistazo en el espejo de cuerpo entero lista.

 

Habia dejado su cabello rubio suelto lacio caer sobre su espalda hasta la cintura y usando su metamorfomagia hizo varios mechones rosas que convinaban con su atuendo, guardó su varita bajo su vestido en su pierna derecha sujetada con una liga para no perderla y se desaparecio.

 

 

Castillo Snegovik

 

 

Se estremecio cuando llego a Siberia, amaba el frio no lo negaba pero cuando estaba en su casa bajo las mantas con chocolate caliente y un buen libro, pero paá una fiesta no era un buen clima, al menos para ella.

 

-Por Kam- se dio animos.

 

Caminó hasta llegar a la entrada del castillo, la vista era maravillosa cómo negarlo, el suelo lleno de nieve marcado por los pasos de otros magos y brujas no le quitaba lo llamativo del lugar.

 

Buscó con la mirada a su esposa en el exterior pero ni un rastro de ella, suspiro al comprender que debería estar dentro por lo que avanzó hasta el cálido interior buscando la cabellera blanca de Kam pero su horror y sorpresa había un par de personas con él mismo color.

 

-mmm...- resoplo.

 

 

 

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Editado por Alessandra G. Delacour

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Por supuesto que se divertirme señorita Delacour-, se esmera por fingir una postura indignada, como si lo que Dennis le hubiera dicho sobre tener que divertirse de vez en cuando era algo bueno, lo hubiera ofendido. Pero no dura mucho, pues ella termina explicando, en pocas palabras, el buen equipo que pueden ser esos dos para salir de apuros, y Garry se piensa que tal vez debería dejar de preocuparse tanto, era ridículo que pareciera más nervioso ahora, que cuando se enfrentaban a un puñado de dementores en la prueba de los libros de hechizos.

 

Por lo tanto, lo intenta y se inclina solo un poco más hacia un lado, para poder escuchar mejor lo que dice Dennis sobre el plan para estar ahí, asiente apenas a sus palabras, y aunque su mirada aun pasea de un lado a otro, su rostro debajo de esa máscara parece preocupado por memorizar cada cosa que ella dice. ―Sonrisa y actitud…si, si, lo tengo-, el muchacho enderezó su postura mostrándose aún más alto y sonrió largamente, sintiendo las cicatrices de su rostro empalmarse unas con otras, si no fuera porque su sonrisa es más grande que de costumbre, casi pareciera real.

 

¿Bailar? yo...-, la mueca contenta que se había esforzado por mantener desapareció al mismo tiempo que ambos detuvieron sus pasos, sin embargo, no alcanza a decir nada a Delacour porque ella ya está tirando de su brazo en dirección a donde sirven las bebidas. No es extraño que lo tironeen de ese modo, asi que tampoco pone mucha resistencia cuando siente que el agarre de Dennis se ha hecho un poco más fuerte. ―Los señores Leah y Sísifo…decía la invitación…-, explica difícilmente a Dennis mientras trata de conseguir seguirle el paso sin pisar su bonito vestido. ―P-preguntemos por ellos.

 

Al llegar Garry deja que sea ella quien escoja las bebidas, él no es un gran bebedor en realidad, pero sabe contenerse muy bien. Él hace un brindis divertido con Dennis antes de dar un primer trago al elixir, y el calor líquido que baja por su garganta consigue relajarlo visiblemente, aunque aún mantiene la postura firme, y están por preguntar al mozo que los ha atendido por los dueños de la casa, cuando pueden escuchar tras ellos, la voz de una mujer que les da la bienvenida al par de brujos al castillo de la familia.

 

Al girarse se encuentran con una mujer de belleza nata, aparentemente de tez suave y amable y complexión frágil, como una muñeca, con grandes y brillantes ojos esmeralda que parecen capaces de verlo todo, pero él ya ha aprendido a no confiarse de las apariencias, sin embargo, ella es de admirar. No dice nada más, solo puede, ante la cortesía de la mujer, responder igualmente con una reverencia formal junto a Dennis.

 

Estar aquí ya es un placer, mis señores-, hizo una pausa, para dedicarle una mirada a Sísifo y asintió con cortesía. ―Mi compañera es Denis y su servidor, Grelliam-, supone que a Delacour no le molesta que presentara por ella, igual podía agregar algo más si lo quisiera. ―Es un gran detalle el de ustedes, el de abrir las puertas de su castillo a la gente de esta comunidad-, no miente, pero espera no haber sonado como si hiciera alguna clase de acusación por la confianza demás que mostraban los Snegovik, y es que en Ottery, las familias mágicas podían resultar siempre tan reservadas.

 

@@Dennis Delacour @

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La bruja sonrío divertida ante la pose de indignación fingida que hace el mago, la verdad es que se llevan muy bien y sabe cuando simplemente esta bromeando un poco, algo raro en Garry pero que igual intenta de vez en cuando. El se inclino un poco `para escuchar atentamente los pequeños consejos sobre divertirse que la ojiazul le esta tratando de dar para que se relaje un poco y disfrute de la velada.

 

Cuando el mago se pone más erguido que de costumbre y esboza una sonrisa no puede evitar sentirse orgullosa por su amigo ya que esta haciendo todo lo posible por disfrutar de la fiesta, aún cuando el panorama del baile en un futuro no uy lejano en la noche lo desconcierta un poco dejándolo nuevamente en el limbo entre divertirse o elevar el muro de lo no social.

 

Llegaron junto a la mesa de bebidas y se sorprende de que el mago no pida algo en particular y le deje la elección a su gusto, por lo que opta por Champagne como primera bebida — Porque no tengamos que terminar bebiendo en una cantina a las dos de la mañana con estos trajes — dijo riendo mientras elevaba su copa para dar un primer sorbo a la burbujeante bebida, sencillamente deliciosa, pensó mientras daba otro sorbo. Cuando iban acercándose al sitio de las bebidas había visto hacía un lado un grupo de personas pero no quiso interrumpir, justo cuando iba a preguntar a uno de los empleados por los anfitriones escucho una voz proveniente del grupo junto a ellos.

 

La voz era melodiosa y estaba llena de elegancia y amabilidad, respondió al saludo con una reverencia tanto a Leah como a su esposo, la verdad es que la dueña de casa lucia deslumbrante en su vestido además de que al parecer era poseedora de una belleza clásica, junto a su esposo lucían como una muy feliz y hermosa pareja.

 

— Muchas gracias por la bienvenida y la agradable invitación, realmente es un castillo impresionante y la decoración lo hace ver mas hermoso si es eso posible — dijo con una sonrisa amable, la verdad era justo agradecer por una hermosa velada como la que estaba pasando. De reojo en el grupo le pareció ver a Kamra, bueno al menos alguien conocido, pensó mientras mantenía la mirada en los anfitriones.

 

@ @ @Oniria

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El gesto de su madre la había helado y a la vez enternecido, seguía abrazada al pequeño vampiro de hermosos cabellos blancos que también acariciada su mejilla. Sonrió con una mezcla de agradecimiento y alegría para luego ver como su madre se alejaba de ella dejándola con Balerio. Sin duda era una muestra de confianza hacía ella y eso la alegraba, acomodó al pequeño que la miraba con esos hermosos ojos esmeralda - Balerio- estaba anonadada mirando al niño, era su hermano y eso le parecía algo imposible. Ambos compartían la misma sangre de Leah lo que despertaba en ella ese sentimiento protector, siempre estaría allí para él.

 

- Vamos a caminar mi niño- dijo con una sonrisa cuando este agarro la fina cadena del relicario que siempre tenía escondido en su pecho; Era una pieza encantada que al abrirla se podía observar a Asshai volando, su águila parda y su mejor amiga, de esa manera siempre podía llamarla.

 

- ¿te gusta?- las pequeñas manos de su hermano luchaban por abrir el dije en forma de gota, no le importaba desprenderse de su amuleto solo por ver sonreír al pequeño. Así, que sin importarle mucho se sacó por el cuello la cadena y se la colocó a él - ¡Pero mi amor si te queda enorme! No te preocupes ya le diremos a mama que te lo ajuste – Rio encantada mientras abría la gota, que al instante proyecto la imagen de una hermosa águila volando sobre las nubes en aquellas hermosas tierras siberianas.

 

Balerio la miro unos segundos y luego a Asshai para intentar tocarlo con curiosidad - Es una ilusión mi amor, pero cuando seas mayor podrás llamarlo susurrando su nombre. no se fijó cuando llego al frente donde la orquesta tocaba, estaba tan perdida mirando las reacciones de su hermano que no se fijó hacía donde iba. Alzó unos segundos la mirada buscando a Leah, aún estaba preocupada por las expresiones que había visto en su madre y sobre todo por quien las había ocasionado.

 

Suspiró aliviada al observarla charlar con Emmet, una joven y Sísifo, al menos eso la mantenía a raya y esperaba así fuera. Las manitas de su hermano la obligaron a girar su rostro hacia el -¿serias mi pareja de baile?- una sonrisa cruzó sus labios cuando su hermano le dedico una pequeña sonrisa en respuesta, y tomando su pequeña manito comenzó a girar suavemente con él en brazos al ritmo de la música.

 

@Oniria @Leah Ivashkova

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Miró a su madre y sonrió ligeramente. No había sentido cuanto la extrañaba hasta que la vio y escuchó su voz. Aunque no persivia el mismo entusiasmo de parte de Leah. Quizás sus hormonas le estuvieran jugando una mala pasada como lo habían hecho desde que se enteró de su embarazo.

 

Dejando eso de lado, le sonrió ampliamente y saludó al hombre a su lado - Es un gusto Emmett - miró a su alrededor, apreciando la atmósfera única que habían conseguido conferirle al lugar - Es una fiesta de lo más exquisita madre, se han lucido ésta noche.

 

Súbitamente, llevó las manos a su vientre en un gesto inconsciente cuando vió llegar a un hombre por detrás de la matriarca Snegovik. Pero al ver el cambio en la postura y expresión corporal de su madre se relajó. Sabía muy bien que pasaba en la mirada de Leah. Esa misma mirada era la que portaba Kamra cada que veía a su esposa entrar a un lugar. Ese mismo brillo se encendía en sus ojos al escucharla reír. Así que cuando Leah la presentó, sonriendo ampliamente hizo una reverencia identica a la que había hecho antes.

 

- Es un placer conocerlo - dijo mirándolo con una media sonrisa - sin duda estar aquí con ustedes será algo bueno.

 

Le extrañaba un poco su comportamiento. Antes no habría sido tan amigable en un entorno lleno de gente desconocida. Incluso su esposa había intentado cambiar su exceptisismo cuando le tocaba interactuar con otras personas. Pero aún así la advertencia tácita en su mirada no había desaparecido hasta ahora.

 

El lugar, el castillo en si y el país en el que estaban la relajaban. La purificaban.

 

No pudo escuchar cualquiera fuera la conversación que estaban teniendo a causa de un ligero aroma flotando hacia ella. Cada célula, cada centímetro de ella reaccionó ante la fragancia y sintió su corazón acelerarse a un ritmo irregular. Se excusó con los presentes y caminó en busca de Alessandra.

 

Sus ojos vagaban por la multitud, maldiciendo por lo bajo a la cantidad de personas que había allí y que le impedian ver con claridad. Aún así se abrió paso entre los invitados hasta que sus pies se detuvieron en seco.

 

Retorció sus manos y mordió su labio inferior ante la vista de la criatura más hermosa que había visto nunca. El vestido que llevaba su esposa parecía confeccionado únicamente para el uso de Alessandra. La Delacour parecía salida de un cuento de hadas. Así que centímetro a centímetro fue acercándose a ella, recorriendo su cuerpo con la mirada para lograr ese bello tono sonrojado que tanto adoraba ver en sus mejillas. Al llegar a ella hizo una reverencia y acarició su brazo, acercándose para depositar un beso en sus labios.

 

- Cara mía, debería encerrarte por lo bella que estás - le sonrió de costado, apreciando cada matiz en su rostro - espero no tener que recordarles a esas personas de allí que no estás disponible.

 

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@Oniria

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@Emmet Houghton Gaunt

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