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Castillo Snegovik (MM B: 111885)


Leah Snegovik
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La dulce voz de la joven se hizo presente, siendo una melodía para mis oídos. En cierto punto me vi reflejada en ella, cuando yo era más joven y disfrutaba aún más de las cosas. Sonreí al ver como la pequeña comenzaba jugar con el objeto en sus manos, parece ser hija de Arya, y se nota la similitud en sus rasgos. La pregunta de la mujer me dejó algo distraída, mis hijas rondaban mi cabeza durante el ultimo tiempo, creo que ya es momento de tener un reencuentro - Tengo dos - Contesté, igualmente inclinando la cabeza - Zoella, un placer - Me presenté.

 

- Minerva, que gusto verte por acá - Saludé, dejando un beso en su mejilla. La Malfoy era mi protegida entre los aspirantes de la marca, mi deber siempre lo cumplía desde que llegó bajo mi tutela por así decirlo - Marie, ella es Minerva - Las presenté mientras tomaba otro sorbo de mi copa.

 

- He de admitir que ambas están hermosas esta noche - Confesé escaneándolas a ambas con la mirada, y regalándoles una inmensa sonrisa. Como era costumbre, debía acercarme a alguien y coquetearle, buscando obtener algo para más tarde. Una sonrisa socarrona apareció en mis labios - ¿alguna gusta bailar? - Interrogué a las mujeres dejando la copa sobre la mesa.

 

 

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Oniria:

 

 

 

Esperé unos segundos hasta tranquilizarme, dejar de llorar. Moqueaba. Imaginé cómo luciría mi rostro, enrojecido por la nariz y los ojos. Sonreí a Leah con ternura y besé la frente de Insomnia. Revolví el pelo de la niña, que estaba algo desconcertada por la situación. Los niños eran como esponjas, absorbían las emociones de los adultos de su alrededor, e Insomnia era tan sensible que la notaba visiblemente afectada.

 

––Volvamos ––sugerí–– tendremos que ver qué hacer con esta pequeña traviesa.

 

Retorcí sus mofletes, gruñó y me sonrió. Me incorporé, volviendo a alisar mi chaqueta. Recuperé la máscara.

 

––Somos un éxito social. ––Suspiré, abandonando la tristeza para instalarme nuevamente en la ilusión de aquella ceremonia de bienvenida. Agarré la mano de Leah para arrastrarla por los pasillos con decisión.

 

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Lo que había pensado se había vuelto una realidad, Garry se había quedado en silencio ante la propuesta de baile por más que le hubiera expresado que le iba muy bien en dicha actividad, pero la rubia no se molestó en lo absoluto, sabía que su amigo podía ser algo renuente a veces para ciertas habilidades sociales y como él bien le había dicho antes tal vez solo necesitaba de un par de copas mas de champagne para animarse a salir a la pista de baile.

 

No pudo evitar sonreír y apuntándole con un dedo decirle — Está bien por ahora te la dejo pasar pero después de la próxima bebida tendrás que animarte — sentenció riendo mientras se dirigía nuevamente a la barra por dos copas más de la burbujeante bebida. Realmente estaba disfrutando de la velada y no podría estar completa sin el baile, sobre todo si significaba que haría bailar a Ollivander con lo poco que le gustaba estar en situaciones con mucha gente. Pero debía admitir que el mago había avanzado bastante ya por el hecho de haber acudido sin que fuera algo de la familia de lo cual no pudiera escapar, lo había intentado y eso era de aplaudirle.

 

Tomó una copa en cada mano y emprendió el rumbo nuevamente hasta la mesa donde había dejado esperando a su amigo, cuando le contara a Bel que había logrado hacer que Garry bailara más de una pieza de seguro se sorprendería así que no podía fallar en su meta. El salón se veía cada vez más lleno lo que daba a entender que esa fiesta había resultado todo un éxito.

 

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—Pues, Baleiro está en la pista de baile con Emilia. Tomando en cuenta que se la tengo que presentar pues... niñera gratis

 

Ya que le gustaba ser hermana mayor, que hiciera el trabajo completo. Insomnia le sacó la lengua desde el hombro de su madre, riendo su propia gracia. El gesto fue tan igual al de sus padres, ambos, que tuvo que reírse. La imitó y le dio un sonoro beso en la mejilla, aprovechando para acercarse más a Oniria. Las dos llegaron de nuevo al salón un momento después. Era imposible, entre tanta gente, saber si alguien había reparado en su ausencia o no, pero le agradó sentir la mirada de Sísifo apenas regresaron. Torció una tonta sonrisa al verlo.

 

Acarició las suaves líneas de la mano de Oniria antes de llevarla a su boca. Un apretón precedió a su beso y luego la dejó ir, estirando los brazos hacia Insomnia. La niña se quedó un instante mirando a su madre como si quisiera comprobar que estaba bien y solo cuando lo creyó correcto, se abalanzó hacia los brazos de ella. Su hija tenía un corazón hermoso. Un entendimiento de la vida que, para su edad, era sencillamente extraordinario. La estrechó con fuerza contra su pecho y se inclinó para besar a Oniria, notando que se había dejado la máscara en la habitación de Sísifo.

 

—Ahora vuelvo —le dedicó una de sus sonrisas radiantes y buscó a Emilia entre la multitud.

 

No fue difícil encontrarla, seguía bailando con Baleiro. Fue hasta ella y pasó cerca de Sísifo. Sin la máscara era más difícil disimular las expresiones, pero algo en la forma en que lo miró delató que no tenía muchas intenciones de ser recatada. Esa pajarita... Se mordió el labio para que pudiera verlo antes de llamar la atención de su hija.

 

—Insomnia —la niña se acomodó entre sus brazos, mirando a Emilia con la cabeza entre el cuello y su hombro. Ella y Baleiro se tomaron de las manos como si se hubiesen echado de menos—, quiero presentarte a alguien.

 

 

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El silencio fue extremadamente doloroso.

 

La miró abriendo los ojos tanto como pudo, aquello había sido una especie de prueba inconsciente y falló. Se le encogió el corazón tanto por la carencia de reacción como por la falta de Insomnia. La niña había metido sus pequeñas manos dentro de su pecho sorteando huesos y piel para tomar aquel músculo latente y llevárselo consigo, le faltaba el aire. Tragó, quiso hablar por segunda vez, la vio marchar. Sus orbes se fundieron con la espalda de Oniria, la máscara que la bebé se había robado cayó al suelo, alguien la pisó y acabó vuelta añicos, como sus esperanzas.

 

Mordió su labio con fuerza, apretó los puños. No había nada que hacer allí.

 

Se giró con brusquedad topándose de lleno con una estatua o una persona sumamente rígida en su sitio. La falda del vestido se arremolinó entre sus piernas, Sebástian tuvo que tomarla rápido por los hombros para no verla caer cual árbol talado más en lugar de sostenerla la atrajo hacia sí. La conocía desde los 15 años, no existía expresión o sentimiento que ella pudiese ocultar, sabía a quién pertenecían aquellos terrenos más no comprendía por qué su hermana se prestaba a situación semejante, sufrir de puro gusto.

 

—Solo llévala a casa ¿sí?— Sorbió por la nariz, tenía el rostro hundido en la tela de su traje.

 

El castaño depositó un beso en su mollera y se perdió entre la gente buscando a Ámbar, pronto la encontró comiéndose un helado de chocolate y jugando con un extraño objeto fálico que posiblemente fuese de los Patriarcas. Vaya uno a saber cómo acabó en manos de la niña, aquella fiesta estaba completamente desvirtuada a ojos de un casto Norteño.

 

Arya los vio marcharse y cuando consideró que mejor era seguirlos nuevamente la vio. No encontró tristeza en su rostro, no vio duda ni contradicción. Oniria caminaba junto a Leah uniendo la presencia de sus dos pequeños hijos. Lo poco que le quedaba de cordura se desvaneció, se evaporó como las burbujas del champange. Sonrió de lado, un reflejo que la tomó por sorpresa, Haughton se veía tan hermosa cuando el rostro se le iluminaba ¿Qué más podía pedir, qué más quería que eso? era un ser egoísta y temía jamás dejar de serlo.

 

"Te amo, te amo tanto que me duele el alma. Te amo tanto que ya no tengo corazón. Te amo tanto que no soy yo, que me perdí y por perderme te perdí a ti. No es tarde, mi amor, jamás lo será para nosotras. Pero quiero verte feliz, quiero verte reír, quiero saberte viva en éste mundo de fantasmas corpóreos. Y si esa felicidad no es solo conmigo, no es solo a mi lado. Pues mi amor, que así sea"

 

Les dio la espalda, con la confesión arañando su garganta y los ojos secos. La frente en alto, buscando la puerta, no era momento ni lugar, no quería torturarla de esa manera cuando se suponía que se encontraba en un evento importante para la familia. Echó a andar, su corazón latía tan rápido como el de un ratón, sentía que le quebraba los huesos de las costillas, que le presionaba los pulmones, necesitaba aire. Huyó

 

A tientas sus manos vulneraron cuantas puertas encontraron, sus pies le llevaron en sentido contrario a la salida, la única salida que tenía aquel castillo y acabó perdida y dando tumbos entre las penumbras de un pasillo helado. La música se volvió más y más lejana en cuanto se adentraba a la oscuridad, que en vez de negra era de un azul penetrante. Los sonidos se aislaron, solo su respiración le sirvió de compañía y cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz artificial un panorama completamente diferente la recibió.

 

El lago que sostenía el castillo servía de paredes, los muebles eran gélidos como el vaho que escapaba de sus labios, todo allí eran tan perfecto que solo pudo pensar en ella pero cómo saldría de allí. Caminó hasta los lindes de lo que parecía la oportunidad idónea de ganarse un ataque de hipotermia y buscó la manera de zambullirse en el lago hasta que los labios se le pusieran morados.

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No era dueña del tiempo que seguía corriendo a su galope veloz sin preocuparse por ella que no era consciente de aquello, Una, Dos, tres canciones. La verdad ya no sabía cuántas había bailado con su hermano en brazos y tampoco le importaba mucho; la sonrisa de Balerio era algo que la tenía embelesada ¿y cómo no? Por primera vez en casi dos siglos se sentía parte de algo… parte de una familia y eso la llenaba de paz.

 

Había olvidado la preocupación en los ojos de su madre, había olvidado el tiempo mientras su hermano jugueteaba con el medallón que ella le había obsequiado, y se reía mientras giraban observándolo todo como quien descubre un nuevo mundo; Todo era nuevo y perfecto. Fue solo en el momento que su madre habló que ella salió de aquel trance y volvió a tierra.

 

Se giró sobre sus talones dejando a Balerio acomodado cual monito en su cadera mientras lo abrazaba con su diestra dándole seguridad. La miro con extrañeza pues no portaba su máscara, quiso hacer miles de preguntas pero sabía que la prudencia era una gran compañera; Escuchó sus palabras haciendo que sus zafiros se centraran en la pequeña niña que traía en brazos.

 

Una sonrisa curvo sus labios al notar como ella y Balerio se tomaban de la mano de aquella manera, no sabía que decir pero su rostro debía delatar el millar de emociones que estaba experimentando ya que el concepto de “Familia” era algo que no tenía claro pero que esperaba conocer.

 

- Madre, ¿ella es Insomnia?- recordaba su nombre ya que Leah se lo había comunicado, observó a la pequeña sintiéndose a su vez como una niña que no sabe que decir. No quería parecer débil era demasiado orgullosa para eso, pero sabía que el brillo lagrimoso de sus ojos la delataría y más frente a su madre que conocía lo que para la Pelirroja significaba tener una Familia.

 

Volvió a observar a Leah intentando encontrar las palabras sin que la voz le fallara - ¿Es también mi hermana?- dijo con una sonrisa sincera aun cuando sus ojos estaban brillosos por el choque de emociones que sentía.

 

 

 

 

 

 

 

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Esta última copa la había tomado con más calma, no es que disfrutara tanto de ella, pero Garry es muy poco tolerante al alcohol tan “refinado” y esta vez no pretende que el sabor que le deja en la boca, lo fastidie por el resto de la noche. Además, se ha detenido a pensar en toda esa información que Dennis ha descargado para él en un santiamén, ella es muy buena para reconocer rostros, aun cuando están enmascarados, supone entonces que Delacour podría resultar ser una observadora extraordinaria, un dato interesante que Garry guarda como archivero, entre sus pensamientos turbios. Él, en cambio, puede ser buen observador, solo algunas veces, aunque, al igual que los esfuerzos físicos innecesarios, no hace mucho esfuerzo nunca para recordar los detalles en la gente.

 

¿Kam? -, repite apenas después de que Dennis le ha comentado que Alessandra también pudiera estar en ese lugar. No se preocupa, y aun con el filo de la copa en sus labios, sonríe divertido antes de dar un trago más largo esta vez. Debe ser que se ha distraído entre pensamientos poco profundos, pero suficiente entretenidos para causarle un pequeño sobresalto cuando Delacour le apunta desafiante antes de irse nuevamente a la barra. ―Oh si, el baile-, suelta en un tono bajo, algo que es más bien para él. ―Ehh, de verdad que ha venido mucha gente…

 

Se da el tiempo entonces para encaminarse por el salón cuidadosamente para encontrarse con Dennis a mitad del camino, deteniéndose a tiempo para no chocar con alguien que seguramente no lo ha visto a pesar de su alta estatura, es normal, tiene el mismo cuidado en cambio, para disculparse antes de continuar su camino hasta la barra donde ha seguido celosamente el rastro de la muchachita. Tampoco es como que le preocupe quedarse solo ahí, pero quedarse quieto, en ese lugar, comienza a aburrirle terriblemente, a pesar de que habitualmente no es asi y siempre preferiría quedarse quieto. Él culpará al zumbido que hacen las múltiples charlas entre los invitados y que acompañan la música melosa del fondo.

 

Ah, gracias-, sonríe, esta vez con más sencillez cuando finalmente alcanza a Delacour y toma la otra copa de champagne que la rubia le alcanza, pero no la bebe tan prontamente como las dos primeras, y se queda con ella en la mano hasta volver a lado de Delacour. ―Es todo un caso el que está pasando aquí, ¿no lo cree? -, su vista se posa nuevamente al salón y los invitados en él. ― ¿Usted conoce a esta gente, Dennis? A Snegovik´s-, detuvo sus palabras abruptamente, ahora su boca es una delgada línea que hace mueca de estar pensando mucho las cosas. ― ¿Al menos ha escuchado de ellos antes?

 

@@Dennis Delacour

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Sísifo:

 

 

 

 

 

La expresión en el rostro de Leah, además de sonrojarme, me tranquilizó. Estaba muy alejada de la turbación de hacía unos minutos. Intuí que habría hablado con Oniria y que se habrían reconciliado, así que me permití suspirar de puro alivio. La contemplé alejarse, zarandeando su vestido, con Insomnia. Me di media vuelta para buscar a mi doble. Cuando la localicé con la mirada me fue mucho más sencillo conectar con ella.

 

"Gracias", pensé, sonriendo.

 

Empezaba a acumular cansancio, fobia social. No era una persona acostumbrada a las aglomeraciones y los eventos, me producían ansiedad. Necesitaba mi espacio, el silencio, la soledad. Pensé que nadie notaría que me escabullía unos segundos. Me dirigí con cautela al lago, mi rincón de paz en aquel castillo, con la esperanza de encontrar la calma que necesitaba para continuar con la ceremonia. Cuando llegué a aquella estancia oscura, derramada de azul fluorescente, me percaté de que no estaba solo. Arya flotaba en el agua helada como una alucinación. Me senté en el bordillo sin que me descubriera. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no recayó en mi presencia hasta que alcé la voz.

 

––Aquí es donde vengo a callar a mis demonios... ––Musité, buscando empatizar con ella.

 

@@Arya Macnair

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El sentir de aquel saludo en su mejilla la hizo ponerse tensa, nunca había recibido un trato de aquella manera por parte de ninguna persona, su padre desde que tenia uso de razón la había despreciado y apenas si la miraba, se había criado con las niñeras que simplemente se ocupaban de que nada le faltase.

 

Seguramente si Zoella descubría lo que era, tendría ciertos reparos hacia ella. Se tranquilizo y sonrió mostrando sus perfectos colmillos:

 

-Bueno, tengo que socializar por estos lugares- Dijo dando un pequeño sorbo de su poca mirando a su alrededor. La fiesta no estaba muy concurrida, pero se notaba que era de alta sociedad. Añoraba aquellas fiestas en su castillo, ahora era suyo, aunque lo había dejado a cargo de un buen administrador:

 

-Ademas, no había tenido la oportunidad de agradecerte todo lo que estas haciendo por mi- dejo la copa sobre una bandeja que portaba uno de los elfos de la fiesta. Se ajusto la mascara cuando Zoella le presentaba a una amiga suya:- Un placer Marie- Sonrió.

 

¿Coquetear? La Teller nunca había tenido esa oportunidad, no había recibido a los pretendientes que durante la vida de su padre se habían acercado, y mucho menos había abierto las puertas de su casa a quien se acercaba, seguramente en busca de su fortuna:

 

- Creo que se me ha olvidado bailar, hace mucho que no lo hago- No podía recordar la ultima vez que había bailado, aunque siempre habían sido bailes demasiado corteses para ella.

 

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Todas las luces del castillo, de por sí tenues, estaban apagadas. No se escuchaba el rumor de las voces, ni los vagos intentos de los Squib por caminar en silencio. Todos dormían, nadie emitía un sonido. Solo se podía percibir el siseo del helado viento siberiano, colándose por las ventanas que, por algún motivo, estaban abiertas. La única fuente de luz provenía de la habitación de los patriarcas, se escapaba por la rendija de la puerta como débiles destellos rojizos. En el interior, las velas negras formaban una estrella de cinco puntas, perfectamente alineada. En el centro, un tablero de madera. A su alrededor Sísifo, Leah y Oniria formaban un triángulo. Todos escasos de ropa, con marcas oscuras dibujadas en el cuerpo.

Abasi, ¿eres tú?

Sísifo y Leah compartieron una mirada cuando Oniria formuló la pregunta. La luz de las velas formaba largas sombras en sus rostros, era imposible determinar sus expresiones. Cuando habían empezado el ritual, ninguno había mostrado nerviosismo. Pero algo estaba fuera de lugar y los tres estaban conscientes. Oniria la primera, su ceño fruncido la delataba. Tenían largos minutos sin recibir respuestas, sin poder moverse. Una simple pregunta habían realizado y desde la respuesta afirmativa a "¿Hay alguien ahí?", no había sucedido nada. El vaho se escapó de la boca de Oniria cuando, por segunda vez, hizo la pregunta.

No estoy segura de que esto esté funcionando —murmuró Leah. Ella y Sísifo tenían los dedos en la Ouija, Oniria sostenía el puntero—. Tal vez podamos empezar de nuevo...

Oniria se movió bruscamente. El puntero marcó un "No".

Todo lo que sucedió a continuación, fue en cuestión de segundos. Los tres salieron disparados hacia atrás, chocando contra distintas partes de la habitación. El estruendo resonó por el castillo, hizo eco incluso por encima de la superficie del lago. Las velas se apagaron, se sumieron en una profunda oscuridad. Abasi, el creador de Sísifo y Oniria, no era lo que habían invocado. Era algo peor. Y le habían dado el poder para poseerlos- No a uno solo, sino a los tres. Un suave golpeteo se escuchó, proveniente de la puerta, seguido del chirrido de las bisagras al abrirse. La cautelosa mirada de Marie apareció en la oscuridad, bañada por el débil resplandor de una lámpara.

¿Hola?

Tres sombras se alzaron a la vez. El olor penetrante de la cera caliente seguía en el aire, pero de pronto se entremezcló con el oxidado aroma de la sangre fresca. Marie no tuvo tiempo a correr. La vela se apagó, la puerta se cerró. Sobre el castillo, la luna estaba en su punto más alto. La noche de las brujas acababa de empezar.

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