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Castillo Snegovik (MM B: 111885)


Leah Snegovik
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El inconfundible aroma de Sísifo llegó a mi cuerpo junto con unos brazos que me rodearon. De la misma forma correspondí su abrazo dejándole un pequeño beso en la mejilla - Sisi - Susurré - ¿Como has estado? Concuerdo totalmente, también debo contarte algunas cosas - Solté mientras apretaba su hombro dulcemente.

 

El hijo de Evedhiel se había convertido en casi un hermano para mi. Sí, habíamos tenido algunos momentos de travesuras pero nuestro lazo poco a poco se fue transformando en esto, ambos teníamos un pequeño aprecio por el otro además de ser quienes le sacábamos las canas al abuelo Orión.

 

- Me decepcioné al principio - Admití dándole un sorbo a mi copa - Pero supuse que había un buen motivo para no recibir la invitación. ¿Quien fue la afortunada? - Interrogué queriendo saber más sobre con quien se ha casado.

 

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Sus zafiros vagaban por toda la estancia llenándose de la belleza del salón donde se llevaba a cabo aquella fiesta, los rostros de las personas se veían camuflados por esas mascaras coloridas que ocultaban el ser bajo sus sombras. Siempre le había parecido interesante como los defectos y la misma belleza se podían esconder bajo las sombras de caras adornadas de quita y pon.

 

Detalló a su madre que siempre se había caracterizado por ser una mujer sumamente elegante y a la cual podría reconocer con o sin mascara, Sus gestos y su andar eran algo que ella misma había heredado y las asemejaba. Una arruga surco su frente cuando detalló como su madre se tensaba al tener a una preciosa pequeñas frente a ella.

 

- Ambar-

 

Aun cuando la había visto siendo solo una bebe, podía reconocerla. Giro su cabeza buscando a Arya pero fue en vano, ella no estaba allí o no siendo ella propiamente; se acercó con cuidado mirando como su madre poco a poco se llenaba de una cólera disimulada. Quizás no era el mejor momento pero tenía que distraerla ya que conocía aquella enemistad que su progenitora tenía con la Macnair.

 

- ¡Madre!- dijo disimulando la preocupación que sentía - Sería mucho mi atrevimiento si te pregunto por mis hermanos, me ha extrañado no verlos aquí- Miro a la Ivashkova unos segundos a los ojos, conocía a su madre y esperaba que el toparse con aquellos hermosos niños que sabía tenían lograra calmarla un poco.

 

Suspiró aliviada al verla partir en búsqueda de sus hermanos y por breves instantes logro relajarse, alejado de ella se encontraba Sísifo sabía que en cualquier caso aquel hombre tan similar a Oniria sabría cómo actuar con la situación si se salía de control. Cerró sus ojos unos segundos inhalando levemente ya que su propio estomago parecía un caos de mariposas y nervios pensando en cómo reaccionaría al ver a los bebes.

 

Fue allí cuando escucho la voz de una joven elogiarla y preguntarle sobre su vestido, una sonrisa delicada cubrió sus labios mientras abría sus ojos y se giraba para ver a la joven. -Muchas gracias por su halago señorita- dijo haciendo una pequeña reverencia - Me temo que no lo he comprado, es una prenda de mucho valor que ha estado en mi poder por casi dos siglos, pero si gustas podría dibujar para usted algún boceto y así podría hacerse con uno-

 

Miro a la joven unos segundos sin perder su expresión, cuando vio a lo lejos como su madre se acercaba a ellas con un hermoso niño de cabellos blancos y ojos esmeraldas. Decir que no quedo hechizada con aquella hermosa criatura sería la mentira más grande que diría en su vida. Lo observo anonadada mientras Leah se detenía frente a ella, la escucho aun sin perder de vista a su hermano; una sensación de alegría extrañeza y amor broto de ella.

 

Jamás había tenido un hermano menor, al que conociera desde la tierna edad de la niñez, era suyo su hermanito y aun sin haberle hablado ya le había robado el corazón. Extendió sus brazos para sostenerlo cuando el infante se lanzó desde los brazos de su madre; lo agarro con una dulce sonrisa y dejo un pequeño beso en su frente.

 

- Hola Balerio- dijo con ternura mientras acariciaba su mejilla sonrosada - Soy Emilia tu hermana mayor- murmuro sonriendo para luego mirar a su madre - ¿podría cargarlo un rato mamá? Es hermoso- estaba emocionada, y esperaba su madre lo notara ya que había sido amor a primera vista

 

 

 

 

 

@Jank Dayne @Leah Ivashkova

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Había pasado gran parte del día dándole vueltas en su mano al pergamino decorado que había llegado a la mansión Delacour, en ella se le extendía una invitación a los miembros de la familia para un baile de mascaras en el castillo Snegovik, lugar de residencia de una nueva familia en los alrededores al parecer. Realmente la ojiazul no conocía a nadie de dicha familia, es más no les había escuchado a hablar acerca de ella a nadie conocido, pero la verdad es que aún así estaba bastante tentada a ir por la temática de la fiesta.

 

Nadie de la familia estaba en la mansión ese día debido a sus múltiples ocupaciones y estaba segura de que no tendrían tiempo para un baile, pero ella que ya llevaba un par de meses sin salir a divertirse no tenía duda alguna de que quería asistir por lo que la única opción para no ir sola era recurrir a su buen amigo Garry, sabía que no le gustaban mucho las fiestas pero estaba segura de que no se rehusaría a apoyarla en lo que necesitara. Le envió una lechuza solicitando su compañía amablemente y sin derecho a negarse ya que ella anhelaba ir, y diciéndole que siguiera las indicaciones que había en la invitación que de seguro también habría llegado a la Heredad, y también le pidió que fuera puntual.

 

La rubia estuvo segura de que su amigo no le fallaría por lo que procedió a prepararse para el baile, decidió lucir el vestido plateado con decoraciones que había comprado en Francia hace poco, usaría zapatos a juego y un pequeño bolso plateado con hechizo de extensión indetectable para llevar lo necesario. Dejo su cabello suelto, uso un maquillaje suave y se aplico un poco de perfume. Cuando estuvo lista tomo la mascara que había escogido por sus colores y siguió las instrucciones que decía la invitación.

 

Las indicaciones hacia el traslador llevaron justo frente a un imponente castillo en medio de un paisaje helado, realmente era hermoso a la vista, en la entrada del lugar un hombre con esmoquin le dio la bienvenida y la condujo al interior que estaba cuidadosamente decorado. Agradeció al encargado por su amabilidad pero decidió no avanzar mucho, esperaba que su acompañante no tardara mucho en llegar ya que ella no conocía a nadie en el lugar, al menos no que supiera.

 

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Marie

 

- ¡Sí! Lo apreciaría muchísimo - dice, sin ocultar su entusiasmo. Puede imaginarse en el despacho de la señorita Miniver, cosiendo, dibujando, creando. Supone que ahora debe hacerse con otro cuarto que cumpla la misma labor. Se pregunta si en Rusia se estila tales costumbres, o si por el contrario será la única loca que hará su propia indumentaria. No sería la primera vez -. No me interesa vestirlo. Como dije solo tomaría algunas inspiraciones. Me apasiona crear.

 

En ese momento una mujer se acerca. Es la misma que estaba bailando con la del cabello corto. Marie la saluda mediante una reverencia corta. Tarda unos segundos en responder, pues el corte del vestido en su espalda la deja atónita. En Italia la gente no suele tomarse tantas molestias en sus vestidos, ni siquiera durante grandes celebraciones. Celebran lo empírico, lo natural, lo espontáneo, sin perder jamás la gracia. Eso le encanta. Aun así, siente envidia por la estructurada belleza que la deslumbra.

 

- Un gusto, Leah. Soy Marie. Supongo que Marie Snegovik - baja el cilindro con el que sostiene su máscara para que la bruja pueda observarla mejor - Dudo que me conozcas. De Rusia solo conozco Koldovstoretz, y apenas. Si has ido a la escuela en los últimos cuatro años, de seguro me habrás visto entre las filas y me haya quedado en tu subconsciente. O si has pasado vacaciones en la Toscana- está hablando demasiado, debe abreviar sino quiere parecer más aburrida de lo que es -. Hermoso vestido. Te sienta perfecto.

 

Marie cae en cuenta de lo desenvuelta que está siendo. No es propio de ella ni mucho menos. Piensa que tal vez se está propasando, así que deja espacio a las respuestas. Lleva la mirada hacia los nuevos presentes. Una chica está hablando con el anfitrión. Su pierna luce asombrosa entre las telas negras. Le parece impropio, sin embargo. Una mascarada no es la ocasión idílica para mostrar la sensualidad tan burdamente; existen maneras más sofisticadas. Si se la cruza por el camino, se lo dirá. El miedo de pecar por insolente pasó.

 

Gira la cabeza hacia las mesas. El chico de cabello azul parece recurrir al mismo plan que Marie tomó al principio. Piensa que, de ser él, ya habría sacado a una chica a bailar. O al menos así piensa que funciona la mentalidad de los hombres. Ojalá esté juzgando mal.

 

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Intentó dar un paso adelante una vez divisada la zona de las bebidas pero su cuerpo se estancó ante la presencia de un pequeño ser. La fiesta parecía ser un éxito, la gente se arremolinaba en la entrada por lo que entre tanta bulla alzó la vista en busca de Ámbar y comprobó como la niña le comentaba a Leah quién le hubo traído. No necesitaba tener agudizado el oído, su hija señalaba en dicha dirección con su pequeña mano regordeta y sonreía feliz por estar entre los brazos de Ivashkova quien tras apretar la mandíbula casi emitiendo un crujido que escuchó por sobre la música dejó en claro que sabía sobre su concurrencia. Luego dejó caer pesadamente sus ojos hacia el suelo.

 

Aquel par de cuentas violáceas, tan parecidas a las de su madre, por donde la estudiase Insomnia era el vivo retrato de Oniria. Sonrió de lado. Aparentemente ella no debería de estar allí, más allá de su propia hija no se había topado con muchos niños en la celebración y quizás se debía al descontrol que caracterizaría la misma por lo que le pareció prudente no permitir que ésta permaneciera mucho tiempo más allí; de hecho Ámbar no lo sabía pero vendrían a por ella en menos de una hora.

 

Hincó una rodilla cuidadosamente y capturó de manera fotográfica como las facciones de la pequeña iban mutando posiblemente temerosa por la máscara que cubría su identidad. Se la quitó rápidamente echando por la borda el misticismo y deseo de no ser descubierta solo para ver brillar su niñez de cerca, era casi como un bálsamo para todo su dolor y el recordatorio constante de la mentira que trataba sostener.

 

"Ésto será lo único que tendrás de mi"

Sus propias palabras le atormentaban desde aquella noche en los laboratorios subterráneos donde casi muere desangrada ¿Se sorprendería Oniria de saberla con vida luego de presenciar la cantidad de sangre que hubo perdido? sorbió por la nariz, no quería llorar. Y aunque quisiera, estaba seca por dentro. Estiró los brazos cuidando el escote del vestido y cargó a Insomnia con total naturalidad, su peso se asemejaba al aire y el perfume de bebé hacía latir su corazón con frenesí, sentía que las ideas fluían en su mente como hojas otoñales arrastradas por una ventisca repentina.

 

Le cedió su máscara, la niña automáticamente se la llevó a la boca como cosa normal de la edad, alzó la vista por segunda vez sobre el gentío y encogiendo su propio corazón, razón y orgullo buscó dar con Haughton. En tanto el coraje aun se lo permitiera pasaría siempre por encima de Leah.

―Veamos, dónde estará tu madre...

 

Para fortuna la descubrió sola, en el instante en que la rubia desaparecía en busca de Baleiro. Caminó pausado, todo su cuerpo tembló internamente más se aferró al recuerdo de su último y trágico encuentro para mantener el semblante serio y las pulsaciones al mínimo, aquella mujer la conocía como a la palma de su mano, no podía engañarla aunque quizás el amor estuviese nublando su sabiduría. Avocó entonces a las dulces palabras que le dedicó al alba, meses atrás.

 

"Sí, te has dado cuenta demasiado tarde"

"...Pero eso no significa que aun lo sea. Tarde"

Intentó sonreír, falló. Separó sus labios para emitir sonido, volvió a fallar. Tosió nerviosa y decidió simplemente sucumbir ante el silencio punzante y entregar aquel pequeño bulto rozagante que se removía entre sus brazos.

 

―Descuida, ya me voy― Musitó sintiendo el pecho repleto de aire frío cuando Insomnia ya no estuvo cerca.

 

@Oniria

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Se apareció ruidosamente con la ayuda del traslador, varios metros de distancia aun de la entrada del castillo que se impone frente a él. Dedica unos cuantos segundos para contemplarle mejor, con ese rostro insípido iluminado con las luces que provienen desde los interiores donde seguramente la fiesta se estaba llevando a cabo, y los heterocromos paseando de un lado a otro, escudriñando a detalle la deliciosa arquitectura que tiene frente a él, una obra de arte que desprendía la esencia de una familia sólida como aparentaban los muros que la conformaban.

 

Aunque bien podría equivocarse.

 

Lentos, pero largos pasos lo encaminaron hasta la entrada del castillo, dentro del saco de su traje trae ambas invitaciones, pero la pausa que hace antes de entrar es solo para colocarse sobre el rostro la máscara que Yanna había preparado para él de último instante, tal como el traje que vestía ahora. Un sastre verde muy oscuro, casi negro, cocido con hilo plateado y encajes más claros en los pliegues de las mangas de la camisa, que lleva por debajo del traje de tres piezas, nada realmente ostentoso, pero que se ajustaba a la circunstancia lo mejor que podía y le daba una mejor apariencia al habitual muchacho apagado.

 

Aceptar la invitación de Delacour a la fiesta que patrocinaban la nueva familia que se instalaba en el pueblo mágico había sido algo totalmente improvisado, pero tampoco es que se lo hubiera pensado tanto, a pesar de que incluso para la fiesta de Hannity en la heredad de Ollivander, se había pensado en más de una ocasión si su presencia era necesaria.

 

Finalmente, ahí estaba, tal como aquella vez, pero no parece desganado como siempre, se esfuerza por eso, por no parecerlo, y se mueve estéticamente cuando acomoda la máscara sin desordenar ninguno de sus cabellos que, ahora que son mucho más cortos que de costumbre y que están debidamente aplacados, eso es difícil de conseguir.

 

Cree, que Dennis ha sido muy considerada por estar ahí, y por invitarlo. No se había dado el tiempo de rebuscar en las buenas nuevas que ocurrían en el Ottery, a pesar de que el reencuentro con Eliah le había puesto a pensar en el vaivén de la gente en el pueblo. Se escucha mucho de nuevas familias últimamente, y viejas resurgiendo, aunque con sus trabas algunas de ellas, ¿Qué estaría pasando con las familias más antiguas del pueblo? ¿habría maldiciones contaminando cada casa y mansión mágica? Era posible, a estas alturas, a apenas casi a completando él año, Ollivander ha sido victimario también del futuro de su casa.

 

Sin embargo, Snegovik ha sido diferente a lo que ha visto antes, al menos lo es desde que el licántropo regresó al pueblo, y ha tenido la cordialidad de abrir las puertas de su castillo a la gente de Ottery, lo menos que podían hacer al respecto, supone entonces, es darle una buena bienvenida, tal como se lo había explicado en Alejandría a la demonio.

 

Por poco es que no consigo reconocerla, Denis-, se siente un poco extraño hablando con ella con tanta soltura, pero es divertido también pensar que esta vez (espera) no estén entrometidos en una actividad donde la vida de alguien corre peligro. ―Radiante, por cierto-, no olvida el cumplido para la muchachita, y aunque no puede verse por completo el gesto, una media sonrisa se asoma. ― Asi que… ¿a esto le llaman diversión ahora? -, volvió la mirada al frente, deshaciendo los pliegues de su saco antes de ofrecer el brazo a su compañera para que continuaran juntos hasta el interior. ― ¿Sabe? Me gusta el tema de las máscaras…de ese modo no seremos los únicos sin reconocer a los demás.-, arrastró sus palabras mientras trataba de segurle el paso.

 

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Se mantuvo discretamente a un lado del interior del castillo muy cercana a la entrada por donde había llegado esperando por la llegada de su compañero y amigo ya que estaba segura de que no la dejaría plantada y sola en esta aventura de conocer personas nuevas. Observaba las siluetas en el interior reflejadas contra las tenues luces y la decoración del lugar. Los invitados que ya estaban disfrutando de la fiesta lucían imponentes en sus trajes y con sus mascaras, menos mal había optado por ese vestido ya que no le hubiera gustado desentonar.

 

Pasaron varios minutos de los cuales no fue consciente ya que estaba deleitándose con la vista de toda la escena que tenía ante sus ojos, cuando una voz conocida la saco de sus pensamientos y la hizo girarse para ver a Ollivander llegar muy elegantemente vestido luciendo una mascara muy particular. — Entonces supongo que el vestido y la mascara están haciendo su trabajo si casi no me reconoces Garry — dijo al mago con una sonrisa, — también estas muy elegante, Bel estaría encantada de verte así de arreglado — dijo dándole una sonrisa acompañada de un guiño. La ojiazul consideraba que Evans y Ollivander hacían una linda pareja.

 

— Exacto y nos vamos a divertir ya que esa es la idea — no pudo evitar una sonrisa ante el comentario sobre las mascaras — menos mal porque la verdad creo que no conozco a nadie aparte de ti en esta fiesta, benditas mascaras — exclamo mientras tomaba el brazo que le ofrecía su amigo y entraban de lleno a la celebración.

 

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Tuvo una sensación extraña en el pecho cuando los vio juntos. Nunca había imaginado una situación en donde Emilia, su hija, conociera a su hermano menor. Pero nunca había imaginado que tendría más hijos, tampoco. En un gesto que nunca había tenido con Emilia, alzó la mano y la acopló a su mejilla, cuidando de no moverle la máscara. Baleiro hizo algo similar, en la otra mejilla, aunque no la imitaba. Era su propia forma de comunicarse, de hacerle saber que entendía. Sonrió.

-Claro, puedes tenerlo el tiempo que quieras.

Fue un gesto breve, pero suficiente. Se giró para mirar a Marie, la sonrisa seguía en su rostro.

-He estado en Koldovstoretz, de hecho, así que puede que te hayas quedado en mi subconsciente. O puede que vea en ti bastante de nosotros -se movió el pelo, como si quisiera resaltar lo evidente-. Te gusta la moda, ¿verdad? No tenemos un taller aquí pero puedes hacer de tu habitación uno, a menos que quieras hacer uno en alguna otra ala del castillo. Podemos trabajar en eso.

Marie estaba en casa, no tenía que preocuparse por nada. Separó los labios para hacer otro comentario, cuando la vio. Arya se acercaba. Insomnia en sus brazos. Iba directa a Oniria. Se le erizaron los vellos de la nuca pero no hizo comentario alguno, porque si lo hacía la fiesta iba a terminar. Cerró la boca, sonrió y buscó la primera excusa para retirarse, lo necesitaba, con urgencia. Vio a Emmet bebiendo. Perfecto. Regresó la mirada al frente.

-Imagino que estás en edad escolar, ¿cierto? -asintió, sonriendo con cierta premura-. Pues te buscaré una bebida que no tenga alcohol. Por cierto, este es mi hijo, Baleiro. Ahora regreso.

Las dos pasaron la una al lado de la otra, sin mirarse. Insomnia la miró, trató de alcanzarla, ella siguió andando con los ojos más brillantes de lo que quería. Pero no lloraría, ni ahí, ni en ningún otro lado. No por Arya. No en su castillo. Se juntó con Emmet en la mesa y le arrebató el cuarto trago que iba a beberse, ensanchando la sonrisa. Lo bebió con la misma facilidad.

-Señor director, que gusto tenerlo en la fiesta -realizó una reverencia-. Echaba de menos tu tolerancia al alcohol.


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Perdone si la he hecho esperar, Dennis.

 

Su boca apenas se pudo curvar en una media sonrisa ante las palabras de Delacour, pero ante los comentarios sobre el matrimonio de Ollivander, no dice nada. Dennis es socialmente muy divertida, algo que Garry no aspira ser y que ve difícil de conseguir aun si se lo propusiera, y es que ni tan siquiera puede evitar el desinterés de tener que hacer el intento. Hoy, en cambio, era más bien por Dennis y su hábito de ser social que terminaba entrometido en ese lugar, porque ella, Dennis, resultaba de algún extraño modo una persona contagiosa, por lo tanto, Garry no parecía pensárselo tanto cuando se trataba de seguir a la bruja a donde se necesitara, tal como habían librado ya algunas misiones dentro del bando.

 

¿Divertirnos? Dennis, ¿está usted segura de que es a mí a quien ha querido traer a este evento? -, no se exalta, pero aun asi se sorprende de que de verdad ella hubiera dicho algo como eso, ¿es que no ha terminado de conocer al brujo? ―Y yo que he echado a mis bolcillos un par de frascos de poción reabastecedora de sangre por si algo salía mal-, se encogió de hombros, por supuesto que su comentario no iba en serio, es más bien algo que ha soltado para enfatizar su poca habilidad para pasarlo bien en una fiesta.

 

Con forme avanzan al interior del castillo, es más fácil sentirse abrumado con las decoraciones del lugar, el ambiente rápidamente los acoge e incorpora a ambos como un par de invitados más. Las decoraciones son cuidadosas en detalles y los invitados parecen (solo lo parecen) estar en sintonía los unos con los otros, era difícil de creer que todos los presentes fueran solo gente del Ottery que solo se han aventurado al castillo de los anfitriones para dar cordialidades. Quizá Snegovik se trataba de una familia grande, algunas de esas familias que existen en Ottery con lazos entre otras ya establecidas desde mucho más tiempo atrás, como Bel y los Moody, hasta la fecha no ha terminado de entender cuál es el parentesco que los unen.

 

¿D-deberíamos buscar a los señores de la casa, Dennis?-, se escucha completamente confundido, a pesar de que aún mantiene un ritmo sereno junto a ella, la verdad es que no tiene ni idea de que es lo que hay que hacer ahora. ―No me lo va a creer, pero la verdad es que no pensé que llegaría tan lejos…-, habló nuevamente con sus notas de voz arrastradas con pereza, esas que son más común en él. ―Pensé que al verme se daría cuenta de que se ha equivocado de destinatario y terminaríamos en alguna cantina bebiendo cervezas hasta las dos de la mañana-, suelta con monotonía, tranquilo. ―¿Se lo puede imaginar? Dennis ¿Vestidos así en el caldero chorreante? -, negó apenas con un movimiento suave. ―Por supuesto que no.

 

Dígame, ¿Qué hace usted cuando viene a estos eventos? ¿Beber y comer? ¿Charlar? -, no suena molesto, sino más bien un poco apurado por la respuesta de su compañera. ― ¿Es que eso no se hace todos los días? ¿Ehh? Dennis, ser sociable es muy cansado, ¿Cómo lo consigue?

 

Hay en su voz un cierto tono infantil, como si se esforzara por enredar todo en su cabeza.

 

@@Dennis Delacour

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No entendía porque se sentía tan ansiosa y emocionada por ese baile de máscaras. Será que el recuerdo de la suave brisa invernal de Siberia le cosquilleava una zona sensible de su memoria, haciendole revivir emociones de salvajismo y adrenalina pura. Recordándole su hogar. Quizás el hecho de que se reencontraría con su madre Leah después de mucho tiempo, y que conocería finalmente a quien fuera su padre.

Sus emociones, más sensibles que nunca por las criaturas creciendo en su interior, se le hacían más difíciles de controlar conforme el tiempo pasaba. Y mientras su elfina la ayudaba a colocarse el vestido pensaba en como le daría la noticia a su esposa.

Alessandra iría con ella a la fiesta y ante este pensamiento se apresuró a terminar de cambiarse. Recogió su cabellera blanca en un moño semi recogido, adornado de pequeñas orquillas color rubí y con cuidado se colocó la máscara acabando así de alistarse.

Bajó al vestíbulo del Castillo Rambaldi. Alessa y ella se encontrarían en el Castillo Snegovik y si no salía en ese momento, la dejaría esperando.

Castillo Snegovik

Al momento en que puso un pie en el congelado suelo del exterior del castillo, sintió esa sensación de salvaje exitación aumentar. No una carnal, sino una arraigada en ella. Sus instintos aflorando momento a momento. Estaba en su casa.

Con su caminar seguro y elegante recorrió el tramo hasta la entrada del imponente castillo. Inhalando a cada paso el aire purificador de la bella Siberia. Al entrar, el aura del salón de fiestas era justo como lo había imaginado. La tenue luz rojiza le confería un aire místico y acogedor.

No tardó en ubicar a su madre entre las personas y con paso seguro se acercó a ella.

- Buenas noches madre - dijo sonriendo tentativamente - qué bueno es volver a verte - realizó una elegante pero breve reverencia hacia Leah.

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Editado por Kamra Rambaldi

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