Castillo Snegovik (MM B: 111885)

[Zoella Triviani]

Sonreí a mi primo después del abrazo, de verdad le extrañaba. Tomé lo que de mi copa quedaba y me acerqué a paso lento a la mesa donde estaban las bebidas. Una silueta a un lado llamo mi atención, una joven acariciaba el cabello rojizo de una niña que jalaba su vestido. Tal imagen colapso mi interior ¿así me hubiese visto en el pasado de haberme quedado con Ada? Mi mente me cuestionaba día tras día sobre esa decisión, torturarme con la idea de si había sido la opción correcta o no.

 

Me acerqué a ambas y tomé otra copa - Linda, ¿la niña es tuya? - Interrogué interesada, mientras sonreía a la joven. Sus rasgos eran delicados y su cuerpo se movía de una manera bastante elegante. Mi yo interior gritaba de emoción al creer que esa misma imagen tierna que proyectaba con la niña pude haber sido yo en el pasado.

 

Tomé un largo sorbo, intentando alejar los pensamientos del pasado para concentrarme en el ahora, disfrutar de la noche y dejar que pasara lo que tuviera que pasar.

 

@@Jank Dayne

[Oniria]

Sísifo:

 

 

 

 

Me besó. Sentí sus lágrimas contra mis mejillas, y mi grado de empatía me llevó a identificarme con ella hasta el punto de hacer mía su propia tristeza.

 

––Está siendo nuestra noche. No es culpa tuya que Oniria sufra, no es culpa de nadie. Las personas sufren, es humano, a veces no podemos hacer nada por evitarlo. Sería igual de malo que ocultases tus verdaderos sentimientos al respecto...

 

La abracé más fuerte, nos balanceamos lentamente. La música pareció adecuarse a nuestras emociones.

 

––Cuando hables con ella podréis aclararlo. Con el tiempo será más fácil, toméis la decisión que toméis ––hice una pausa–– estoy seguro de que las dos os queréis muchísimo y haréis lo posible por haceros bien. ¿Quieres ir a algún sitio?

 

La miré con dulzura, limpié una de sus lágrimas disimulándolo en una caricia. Leah era muy bella cuando lloraba, tenía la belleza de un personaje trágico, entregado al padecimiento.

 

––Estoy tan agradecido de compartir contigo esta noche... todas las noches.

 

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[Leah Snegovik]

Tomó aire despacio, como si sus palabras fuesen el oxígeno que le faltaba. La calma de Sísifo era contagiosa, incluso en los momentos donde todo parecía perdido. Había sido así al enterarse de los embarazos, había sido así en el momento del parto. Siempre sabía qué decir y acababa por tranquilizarla, cuando ni siquiera el alcohol podía apaciguar sus sentimientos. Se abrazó a él con los ojos cerrados. ¿Cuánto se podía querer a alguien? ¿Podía medir lo que sentía por él?

-Todas mis noches son tuyas, Sísifo.

Sus palabras nunca sonaban exageradas, eran tan reales como todo lo que estaban viviendo. Le acomodó la pajarita al separarse, se le había movido en algún punto. A pesar de haber llorado, no tenía los ojos rojos. Su tristeza había menguado, igual que su angustia, todo gracias a él. Se permitió un momento de silencio entre los dos, solo parar mirarlo. El traje, la máscara, su porte. Se mordió el labio.

-¿Me permite ir a buscar a nuestra esposa antes de decirle lo que me provoca verlo de gala?

Lo besó otra vez, esta vez no fue tan tierna. Sonrió.

-Aunque seguro te lo imaginas -murmuró.

@@Oniria

[Dennis Delacour]

Le pareció notar que Garry la miraba de soslayo cuando ella estaba siguiendo con la mirada a Kam, tal vez se había quedado absorta tratando de identificar a lo lejos con quien se encontraba su hermana y por eso logró despertar la curiosidad del mago, así que después de que había vuelto a cruzar unas palabras con él le dijo — creo que la joven que estaba con el grupo y se ha alejado es Kam, se me hacen familiares sus movimientos y las facciones que permite ver la máscara y creo que incluso acaba de llegar Alessandra, tu jefe mi querido amigo — soltó con diversión, de igual manera no estaban en horario laboral y el mago se llevaba muy bien con la Delacour.

 

No pudo estar mas de acuerdo cuando Ollivander dijo que necesitaría un par mas de bebidas, — Yo creería que unas cuantas más, además hay que hacer caso a nuestros anfitriones y servirnos lo que queramos, no podemos ser mal educados — dijo con una amplia sonrisa acercándose a la barra para pedir dos copas más de champagne y luego pasarle una al mago quien de pronto mostraba una expresión sería lo que la preocupó un poco hasta que con aire fingido dijo que era bueno para el baile.

 

Levantó una ceja en señal de sorpresa y luego de tomar un sorbo largo de su copa le extendió la mano al mago — Supongo entonces que tendrás que demostrar tus dotes de bailarín en la pista que es donde vale y no solo en palabras — termino de decir aún con la mano extendida en dirección del mago esperando que decidiera a probar lo dicho anteriormente o que por el contrario aceptará que solo estaba presumiendo. Había visto en una ocasión a Garry bailar con Bel pero solo por un instante así que eso no servía como prueba por el momento.

 

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[Jank Dayne]

Marie

 

Se estremece cuando oye una voz a su lado. Marie sube la vista y se percata de que todo sigue girando. Aun así, logra disimular lo suficiente para sonreír y negar con la cabeza.

 

- No. Creo que es de ella - alza el brazo para señalar a la bruja que huele a Sudáfrica - Mira, hasta tienen su propio cabello - vuelve a sonreír, mirando a la niña, quien ya se distrajo jugando con el juguete que le ha creado -. Pasará mucho tiempo para que me decida tener un hijo - se voltea para tomar otro vasito de vodka -. Tal vez nunca suceda.

 

Se empina la bebida. Está aprendiendo a controlar el estado de ebriedad, así que no se preocupa demasiado. La pregunta de la chica, sin embargo, le hace proyectarse en el futuro. Todavía tiene quince años; todos le dicen que hay mucho camino por recorrer, que su madurez no va acorde con su experiencia y que debe ser precavida sino quiere resultar herida. Hasta el momento ha seguido el consejo. No obstante, un poco de riesgo nunca viene mal. Al fin y al cabo, sino se hubiese arriesgado no estaría allí, bajo la protección de su nueva familia.

 

- ¿Y tú? ¿Tienes hijos? - se reverencia para presentarse; tarde, pero qué más da - Marie, por cierto.

Editado 23 de Octubre del 2018 por Jank Dayne

[Minerva Malfoy]

Dando una vuelta admirando aquella perfecta decoración, trataba de no molestar a los invitados, ya que no conocía nadie, y menos con todos los rostros cubiertos por aquellas mascaras a cada cual mas diferente. Se había parado frente a una ventana para ver la gran luna de color sangre que estaba en lo mas alto del cielo estrellado.

 

De repente se encontraba de nuevo en el ducado de su padre, el olor que emanaba a alcohol de aquella habitación aun podía sentirlo, podía masticarlo, apareció una mueca en su rostro la cual dejo ver su afilado colmillo en el reflejo de aquel ventanal. El recuerdo se esfumo al sentir que alguien le hablaba. Se giro y sonrió bajo la mascara negra que hacia resaltar sus labios rojos:

 

-Gracias, iré a por una- La invitación de una copa por parte de aquel caballero era lo mejor para pasar la velada, ademas hacia mucho que no se tomaba algo...que no fuera con sabor a hierro. El hombre no tardo en despedirse cortésmente de ella y se retiro para ir a reunirse con otras brujas que había en el lugar.

 

Se acerco a la barra para pedir un martini seco, el cual le fue presentado en una fina copa de cristal acompañado de un par de aceitunas. Apartándose gracilmente sus cabellos del rostro, se llevo la copa a la boca para tomar un pequeño sorbo, delicado y fuerte a la vez, sonrió y se giro para mirar a los pocos invitados que habían llegado.

 

Para su sorpresa una de aquellas caras nuevas era Zoella, la cual también llevaba una mascara como ella, de encaje. Con paso firme y respirando por conocer a alguien se acerco a ella. Zoella era quien la estaba ayudando en moverse en aquellos círculos que eran nuevos para ella y le estaba muy agradecida, por todo lo que estaba haciendo por ella:

 

- ¿Zohella?- Pregunto al llegar a ella, su olor era inconfundible: - Soy Minerva- Dijo la Malfoy, aunque en realidad su verdadero apellido era Teller: - Que gusto verte por fin- Se retiro la mascara mostrando su blanco y perfecto rostro del cual destacaban aquellos ojos violetas:- Espero no molestar.

 

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[Oniria]

Oniria:

 

 

 

 

Me había alejado del tumulto. Me refugié en la sala que Sísifo utilizaba como almacén para su material fotográfico. La encontré extrañamente relajante. Insomnia, abrazada a mi cuello, miró a su alrededor con curiosidad, fascinada por todos aquellos objetos incomprensibles. Me quité la máscara, la dejé sobre una pequeña tabla de madera y me recosté en el suelo. Peiné el cabello blanco de mi hija, que me observaba traspasándome con aquellos ojos como si pudiese leer mis emociones a través de ellos. Su expresión se ensombreció, tiñéndose de mi tristeza.

 

––La vida es difícil, cielo. ––Murmuré, apretándole la nariz. Sonreí llena de tristeza.

 

¿Cómo estaría Leah, se sentiría mal por mi culpa? Era una completa estú.pida egoísta que no se merecía el cariño de los demás. ¿Y Arya, se habría marchado de la fiesta? Pensé un instante en la fascinación de Insomnia mientras la miraba.

 

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[Leah Snegovik]

Sísifo le hizo un único gesto, moviendo la cabeza hacia un costado. El almacén, ahí estaba. Avanzó entre los invitados, escuchando sus voces lejanas, ignorando si le prestaban atención o no. Todo el bullicio acababa de pasar a un segundo plano. Cuando entró a la sala, le sorprendió encontrarla en el suelo. Su corazón se hizo diminuto entre sus costillas, se estrujó hasta que volvió a morir en medio de la oscuridad y material fotográfico. Colocó su máscara junto a la de ella y se aproximó con cierta cautela, poniéndose de rodillas a su lado. Insomnia no se estiró hacia ella como tantas otras veces, se quedó abrazada a su madre y la miró con los mismos ojos tristes. Ambos violeta, ambos preciosos. Su mano se acomodó perfectamente a ese rostro ovalado.

 

—Si tuviera que poner en palabras lo que siento por ti, estaría a la altura de un analfabeta en un concurso de deletreo. Pero puedo hacer un esfuerzo para que suene, por la medida pequeña, decente. Te amo. Así como las abejas que buscan el polen en la flor más dulce, no puedo vivir sin ti.

 

Le dedicó una tímida sonrisa que pronto se esfumó. Estaba profundamente apenada.

 

—Discúlpame. Por todas las veces que te he hecho daño. Se me hace difícil y no sé lidiar con ello, lo sé. Trato de hacerte feliz, aunque puede que no me salga del todo bien —acarició su mejilla, antes de retirar la mano—. No puedo estar ahí fuera sin ti. Todo esto es nuestro, lo hemos construido para nosotros, para nuestros hijos. Y sin ti, se desmorona. ¿Podrías perdonarme y volver conmigo? Prometo hacer las cosas mejor, solo quiero hacerte feliz, aunque eso suponga que tenga que aguantar a... Arya. No tiene que irse, si es lo que quieres.

 

@Oniria

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

 

Apoyé la cabeza en el hueco de su mano. Cerré los ojos y suspiré. Insomnia se abrazó más fuerte a mi cuello.

 

––Soy yo la que tiene que disculparse ––musité–– creo que he sido egoísta... no sé cómo gestionar esto y tampoco quiero hacerte daño. Me duele tanto. Lo siento, lo siento. Te quiero muchísimo.

 

La estreché con el brazo libre, Insomnia se acomodó a las dos. Gimoteé. Rara vez emitía sonido cuando lloraba, pero sentía el deseo irrefrenable de desgarrarme, de gritar. Mordí la tela de mi chaqueta para ahogar la voz mientras sollozaba, rindiéndome a mis emociones. El cuerpo de Leah me transmitía su calor, la paz de la conciliación, sentí un remolino en el estómago absorbiendo la tristeza que nos embargaba.

 

––Soy muy feliz a tu lado. Muy feliz.

 

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[Leah Snegovik]

Se abrazó a ella tanto como Insomnia se los permitía, apretándola con fuerza para consolarse a sí misma. Escucharla llorar era escuchar a su propia alma quebrándose, cayendo como los miles de trozos multicolor que caen al romperse un espejo. Besó su pelo, acarició su espalda y murmuró tantas veces que la quería que llegó un momento en que su voz ya no parecía tal, sino una leve vibración. Insomnia no se movía, pero cada vez que escuchaba a su madre gimotear enterraba más los dedos en los pelos cortos de su nuca.

-Entonces seamos felices juntas.

Limpió las lágrimas que no se habían perdido en su vestido con los labios y luego la besó. El calor empezó en su pecho alcanzó a sus extremidades con una velocidad vertiginosa. Apoyó la frente en la suya.

-Estoy aquí, lo estaré siempre. La eternidad es pequeña a tu lado.

Estiró su chaqueta suavemente, alisando las arrugas que había hecho y volvió a estrecharla.

@@Oniria