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Mansión Potter Blue. Cocina

Hayame


No podía evitarlo

No se estaba burlando pero le parecía una imagen muy tierna la de ver al buenazo de Babila liderando una rebelión enorme en contra del actual gobierno así nada más; a lo mucho se lo imaginaba ofreciéndole a todas las partes pastitas, donuts y mucho té y café para que arreglasen los asuntos en paz y por medio de conversaciones civilizadas... quizá con unas cuantas ofrendas de ganado de por medio, con eso de que ya había pensado en ofrecer vacas por ella misma...

Quería pensar que Sean lo estaba diciendo por broma más que nada y por tomarle el pelo ya que su relación estaba pasando por trunchos donde de repente era malísima y luego, parecía que ambos estaban intentando encontrar un balance tolerable o permisible dónde sentirse cómodos...

Pero cuando Tamarindo regresó con su novio y preguntó aquello, se retiró una lágrima de un ojo y le sonrió a la Hufflepuff, colocándose una mano en la cadera

-Sean acaba de sugerir una especie de rebelión en contra del actual Ministro pero como ha decidido hacerse hacia atrás una vez que ha visto que puede conseguir seguimiento por parte de la familia, le entró la precaución... -juntó y separó los dedos de una mano -y ha sugerido ahora que mejor sea Babila el que empiece con eso y nos lleve a todos a las luchas por nuestras libertades de... no entrar en guerra, supongo

Se agarró la barbilla y entornó los ojos de repente de forma peligrosa

-Ahora que lo pienso, por aquí hay un vecindario de Búlgaritos a los que me gustaría hacerles una visita, digo, pega primero que después...

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Efectivamente y tras haber consultado a una inquisidora en una oficina personal, previamente y ad portas de funcionar en la oficina correspondiente al ministro de magia, el corte que tenía sobre el codo había sido producto de la maldición de aquella daga que se volvió tan común hacía un par de años, que toda bruja y mago la compró; yo también tenía una pero no solía utilizarla mucho, no después de casi asesinar a Valentina con ella.

 

-¿Cómo es que dejan entrar a brujas y magos con ésta clase de objetos?- consulté a la inquisidora, mientras ésta y de forma ingenua, sacaba unos paños para limpiar la sangre de una rasgadura húmeda y sin cicatrizar- ¡déjalo así niña!, ésta clase de magia no se cura con banditas muggles... aprende a usar la varita o ese colgante que traes puesto...

 

-Lo siento, mi señor...- sostuvo la bruja, una mujer de rasgos con carácter, nariz recta, ojos marrón y una cabellera castaño claro que era codiciada por la mayoría de sus colegas brujas; Sophia Evans era parte de la seguridad ministerial como cualquier inquisidor que hoy por hoy, estaba por sobre el cuerpo de aurores-... solo quería ayudar...

 

-De ayuda serás si dejas ésto así tal cual, puesto que si me han afectado con la daga del sacrificio, o estoy unido a hacer o no hacer algo, ya veremos...- platiqué mientras me observaba por sobre el hombro en un espejo, con la gélida y gris mirada clavada en aquella herida- ¿quién sería tan insensato de querer obligarme a algo...

 

Fue ahí cuando sentí cierta atracción en dejar la oficina, como si un impulso cualquiera me alentara a ir dos pisos más abajo, tomar el elevador y toda esa challa de estar casi con el efecto de un imperius encima. Evans me observó, más solo me limité a un gesto para que dejara que la magia hiciera lo suyo, le insté con la mirada a que me lanzara la varita que había dejado sobre una mesa de esquina y luego de ello seguí el extraño instinto.

 

***

 

-¡Ministro!, ¡Ministro!, qué tiene que decir sobre los supuestos hijos...

 

-¿Supuestos?, los he reconocido apenas llegaron a preguntar por mí en la humilde morada de los Yaxley- respondí mientras me abría paso entre un pelotón de periodistas; tampoco es que pudiese detenerme si quisiera- Matthew y Orianthí son parte de mi vida...- mentí. Bueno, sí lo eran, pero más valía la mía(?); era un egocentrista sin remedio.

 

Tampoco es como si no les tuviera cariño, ¡pero c´mon!, la politiquería era propia del político para proyectar una buena imagen a la comunidad inglesa que hace poco me había escogido para presidir al ministerio británico. Sonreí y con impotencia de no poder lanzar un par de hechizos, seguí mi paso con la prensa detrás.

 

-¿Dos?, ¡¿qué hay del tercero?...

 

-¿Tercero?, ¿qué cosas dice usted señor?...- cuestioné a un tipo que caminaba hacia atrás mientras yo le hincaba su camino con una desconocida decisión.

 

-Se habla de un tercer Triviani, ¿tiene usted algo que ver con Candela Triviani?...

 

-¡¿Quién es Can...¡ah sí!- volví a mentir, ni luces de quién era o al menos que yo recordase hasta unos minutos más tarde cuando viese su rostro- pero que yo sepa solo conozco a dos, quién sabe qué cosas depara la vida ¿no?... sean buenos padres de familia, permiso...

 

Y dicho tal, me alcanzó un flash con la última palabra para luego cerrar el paso a los departamentos donde solamente los funcionarios ministeriales podían entrar. Por suerte toda ese tumulto de egocéntricos y amarillistas no podían seguirme por ahí, aunque ni yo sabía porqué había tomado ese camino, después de todo, estaba bajo los efectos de la daga. Era un conocedor de maldiciones.

 

***

-¿Matthew?- cuestioné enarcando una ceja apenas llegaba a unas instalaciones olvidadas del departamento de Cooperación Mágica; al parecer, cuando Orión era director nunca tuvo elfos que le ayudasen con la limpieza del lugar- ¿Qué haces acá muchacho?... ¡Fuiste tú quien me cortó con la daga!- exclamé alzando la mano para tomar las prendas por el pecho en señal de rudeza. Otro chico le acompañaba- ¿Y tú quién eres?...

 

La puerta se abrió de pronto, vislumbrando a una persona sentada tras el escritorio con los pies descalzos sobre el mismo. Sin soltar a mi hijo y con la varita puesta en el torso del otro muchacho sin que se haya dado cuenta (por si intentaba salvar a su hermano), levanté el mentón...

 

-¿Qué jugarreta es ésta?...

 

Allí, con poca luz, no pude reconocer de primeras a la bruja.

 

 

 

@@candela @@matthew @Sheremaia xDDD ya sé!... es que me dio flojera las menciones.

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Mansión Potter Blue. Cocina

Hayame


Había dejado por un momento a todas las personas que estaban metidas en esos instantes en la cocina, hablando acerca de hacer una revuelta en contra del actual Ministro elegido por la sociedad mágica; a decir verdad, quizás la familia hubiera tenido una oportunidad de presentar batalla con su mejor paladín al frente con los votos suficientes pero desgraciadamente, algo había sucedido y su hermana ya no estaba más en aquel sitio a donde se suponía que tenía que haber ido

Había enviado a Babila, eso era verdad pero después de aquel hombre parecía que la mujer de cabellos violetas que comandaba a la familia Potter Blue se había perdido en la nada

Hasta le daban ganas de tirarle una maldición a distancia

Cómo había podido, cómo se había atrevido a abandonarlos a todos a la deriva cuando ella sabía perfectamente lo mucho que la apoyaban?

Se pasó una mano por los ojos bastante fastidiada mientras intentaba controlar de alguna manera su verdadero mal humor que la hacía emitir varios gruñidos rabiosos en contra de la mujer; uno de los elfos había llegado hasta donde ella para comunicarle que de hecho, su queridísima y poderosa hermana ni siquiera se encontraba en la casa en esos momentos y que los encantamientos escudo los habían colocado los mismos elfos por precaución

Entonces, a dónde demonios se había perdido Sagitas?

-He traído mi radio mágica, solo por si acaso -les avisó a todos en la cocina una vez que estuvo de vuelta y colocó el aparato sobre la mesa -es una cosa muy especial: capta las estaciones de radio clandestina que arman los pobladores de Ottery sin necesidad de meter contraseñas, pero funciona a cambio de alimentarse continuamente de la magia de la varita del dueño. Así que nunca hay peligro de que te la roben ya que de hacerlo, los componentes solamente reciben las señales normales como toda radio normal

Explicó dejando escapar un suspiro pensativo, todavía preocupada por el paradero de la bruja de cabellos violetas

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Editado por Hayame Snape Potter Black

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Puede que Hayame se sorprendiese de mis sugerencias para encabezar el MUCA, pero todo al menos desde mi punto de vista tenia sentido. De hecho aunque Babila estaba en la misma sala apenas si se habia dado por aludido, una muestra mas del asierto de mi propuesta. Era tan despistado que seria el jefe pero no seria totalmente conciente de que lo era. Seria visible pero quien en su sano juicio desconfiaria de el. Incluso estaba yo casi seguro que el podria decir que intentarian robar Gringotts y no le harian caso.

 

Claro un jefe solo no podia llevar la organizacion de la oposicion al Ministro. Y ante la idea de Hayame de apalizar a ciertos rumanos que vivian cerca, aunque no hubiera pruebas contra ellos, sonrei -Eso es hacer bulling...en otras circunstancias me uniria...pero ya soy de lo familia- en realidad aun no lo era- asi que al menos esas malas formas no hay que practicarlas en publico. -Claro perpo vender bragas en Ottery si.

 

En fin, ahora que lo organizaba en mi mente, Xell podria ser la imagen del grupo, relaciones publicas...siempre atenta, cordial, sin malas pulgas nos podria ayudar a captar adeptos.....tal vez Sagitas ser el largo brazo del poder, ya que tenia muchos contactos y dado que se habia lanzado a la politica..pues que trabajara con esta.....Yo y tal vez Hayame encargarnos del trabajo sucio...y no era bajar a las cloacas...sino algun que otro movimiento no politicamente correcto, chantajear por aqui, extorsionar por alla...apalizar...contrabandear..robar...en fin lo de siempre.

 

Si como organizacion si que podia funcionar, teniamos todos los ingredientes. Alce la vista y vi que hayame ya no estaba..aun asi tome un popel y esboce mas o menos como podria quedar fundada de hecho la MUCA....que se preparase Aaron...

 

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Cocina

Hayame


-Qué estás haciendo?

Ahora que estaba de vuelta con el grupo se dió cuenta de que Sean se encontraba en aquellos momentos muy atento trabajando con algo sobre la superficie de aquel mueble y entornó los ojos un poco; no por molestia o por enojo sino por curiosidad, ya que no acostumbraba a ver al muchacho tan atento a un trabajo en específico como lo era escribir, por lo general solía verlo más activo en lo referente a estar tramando alguna maldad

Y bueno, con eso del grupo para desestabilizar al Ministro y hacerle frente...

-Sabes que das miedo cuando estás tan atento trabajando de esa manera? -le dijo pero no en afán de molestarle, sentandose en una silla cercana y preguntándose si los demás estarían de acuerdo en terminar por llevar aquellas elecciones a una revolución mágica aprovechando la inestabilidad que estaba dejando la nueva guerra

Menuda idea de montar una guerra justamente cuando la gente lo que necesitaba era estabilidad...

-Si en verdad vamos a hacer esto y no es una broma llevada solamente por un momento de adrenalina -comentó la Snape entrelazando las manos por encima de la mesa, alzándolas con apoyo de los codos -tenemos que ser muy organizados porque no se tratará solamente de enfrentar al gobierno como tal sino a las demás familias que conforman el pueblo -dijo y entonces, sus ojos se volvieron un par de medias lunas -o al menos esas familias cuyos miembros no han salido huyendo desde hace meses y lo siguen haciendo...

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Me sorprendi por un momento cuando se me acerco Hayame por un costado, tratando de ver que escribia con tanta concentracion sobre la superficie del primer mueble que encontre a mano. Pero el susto inicial no me hizo cejar en el empeño mikentras sonreia a las palabras de la peliroja. O sea..guerra ya teniamos, nosotros solo seriamos la nota discordante en el mandato del Ministro. Claro la diferencia de terminos puede que en algun momento se definiera borrosa, pero si haciamos las cosas bien creo que hasta nos harian un monumento.

 

-No Hayame, no es broma -dije mientras dejaba el papel y la pluma a un lado- la idea es comenzar a actuar alli donde el Ministerio falle, dando oportunidades. Ya lo dijistes, muchos han emigrado, algunos tienen controles excesivos por ser extranjeros hya incluso desapariciones...que tal si los apoyamos. -una idea popular para ganar seguidores ayudando a los necesitados- ya hay escases de suministros, por que no crear una red de para dar de comer al necesitado...-sonrei- Pero claro, esta seria la cara a mostrar por Xell, siempre angelical o Sagitas figura politica- me detiuve- Nosotros nos encargariamos de sabotear el trabajo del Ministerio...hacerlo lento...ineficaz..impracticable...y claro con bandera abierta para denunciar los malos tratos de empeados que puedan salpicar la imagen de Aaron....si logramos que quede solo en el Ministerio, cesarlo pues seria facil.

 

Creo que eso era un buen plan de accion de la MUCA. Ahora solo faltaba visibilizarnos en el boca a boca de la gente...

 

-Y bien que te parece???

 

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Cocina

Hayame


Por un segundo la bruja se quedó con expresión neutral, congelada, casi como s lo que hubiera dicho el muchacho le hubiera dejado un miedo que no le permitía moverse o expresar nada en aquellos momentos; sonaba a una locura? sí que lo sonaba sobre todo viniendo de Sean y el transfondo que ya tenía el con sus cosas

Y sin embargo unos momentos después, una sonrisa torcida apareció por un lado de los labios de la bruja y se dejó escuchar una risita corta y maligna

-Que qué pienso?... pues pienso que me parece una idea perfecta

Dijo la bruja con una expresión y una sonrisa tan malignas que no se le habían visto en muchos años; era como haber rejuvenecido a la Snape de un momento a otro y por unos minutos, se pudiera apreciar a la bruja que había llegado a Ottery por primera vez y que tuviera en la mente y el cuerpo todas las energías para destrozar el lugar

Y ahora tratándose de una especie de rebelión en contra del Ministerio... aprovechándose de la guerra, muchísimo mejor

-Sabías que Matt no ha estado yendo a cumplir sus deberes? -le contó la bruja aún sonriendo de aquella manera -así que me he tomado el "permiso" de estar actuando últimamente en su representación y de estar ocupando su oficina. Accidentes lo quieran o no maneja mucho de las situaciones y papeles que se requieren ahora, por lo que retrasos, pérdidas de papeles, formularios mal llenados, cambiar firmas y consignas viene como el bonus de todos los reparos de documentos falsos que Amya nos dejó incluso muchísimo antes de todo estos problemas

Le contó y volvió a reír por lo bajo

-Pero que hermosa oportunidad...

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-Como si fuéramos sus perros... -Siguió mascullando el vampiro totalmente resentido con su madre. Ya estaba en esa postura desde que se había enterado que Sandor no era su padre, y que el granuja solo lo había utilizado un tiempo para conseguir pequeños beneficios en Rusia. Un cabrón de primera linea.


Hizo unos encantamientos mas con la varita, para repeler curiosos que quisieran entrometerse, mientras continuaba pensando en los beneficios que la familia tendría con aquel encuentro...bueno, los que esperaba cosechar después de eso. Mirò a su hermano notándolo muy callado, como paladeando la tensión que se había formado en el aire, la cual, no era por los hechizos sino por lo que ocurriría en unos momentos. ¿Saldrían todos vivos del Ministerio?


Aaron Black Lestrange, se acerco hacia donde estaban saludando a Matthew en voz alta con mucho entusiasmo. "Todo un político" pensó Jeremy con resentimiento, otra vez, cuando lo vio juguetear con la chaqueta del gitano en forma amistosa. Sì, estaba enojado con todos en la vida; Ademas de sentir un poco de celos. Él era el favorito de Candela, ahora debía ganarse su lugar con el Yaxley, con Matt y Ori estaba en desventaja por cuestiones de tiempo.


-Jeremy... -Murmurò en respuesta cuando la puerta se abría y esperaba para que todos pasaran. Cosa que el Triviani quiso hacer, pero se dio cuenta que una varita gentilmente estaba en su pecho - No le haremos daño, señor Ministro -Continuó mientra lo instaba a pasar -Solo queremos hablar.





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Se enderezó en el asiento y bajó los pies del escritorio, las palmas sobre la madera envejecida de manera automática. Estuvo a punto de ponerse de pie para recibir al único invitado que tenía permitida la entrada a la oficina, pero se dijo que tampoco merecía tanta cortesía. Que Aaron hubiese sido electo como Ministro de Magia, no sumaba ningún mérito -más que monetario y, quizás, político- con la gitana. Claro que dudaba de que el Black fuese a colaborar de buenas a primeras, considerando que estaba por lanzarle una bomba a la que, muy posiblemente, reaccionaría igual de bien que Jeremy. Así que tendría que utilizar algún método para manipularlo. ¿Le quedaba alguno? Pues no, pero se lo inventaría. No había llegado hasta el Ministerio para marcharse con las manos vacías.

 

Candela guardó la daga con la que había invocado al Ministro, en el bolsillo derecho del raído vestido, y en su lugar mostró su varita, la dejó sobre la mesa. No lo hizo para provocarlo, simplemente prefería poner en claro algunas cosas al recién llegado. La primera, aunque no muy obvia, era que sólo ella estaba autorizada para amenazar a sus hijos; por lo que, consideraba la Triviani, el intercambio de gestos agresivos de parte de Aaron sobraban en toda esa escena. Claro que no podía culparlo, él había llegado hasta ese rincón apartado sin saber bien por qué, con qué fin y, en parte, entendía la sorpresa y el ceño que le dedicaba a Matthew; momento que sirvió, únicamente, para acrecentar los celos irracionales que le nacían cada que sabía al menor de sus hijos, cerca de su padre.

 

Debería mostrar un poco más de cariño paternal, señor Ministro. ―dijo mientras se paraba y buscaba entre sus cosas -el bolsillo afectado por un hechizo expansor- una cámara de fotos mágica. Robada, por supuesto― Eso que hace no es bueno para su imagen. A ver, sonrían. ―tomó una captura de los tres: Aaron con la mano en la ropa de Matthew, no muy amigable, y la varita amenazadora en Jeremy.

 

La Triviani se desplazó silenciosamente hasta la puerta, terminó de abrirla y les hizo una seña para que entraran. Evitó la mirada azul de Jeremy, quien parecía querer despedazarla con los ojos desde aquella bendita cena, en la que había decidido ser una madre ejemplar y confesar sus pecados. Bueno, sólo uno. También le huyó a la mirada de Aaron, quien luego de tantos años sin ningún tipo de contacto, debía de estar padeciendo una especie de confusión. O quizás sólo era ella, que daba tumbos con los nervios cada vez que hacía una visita al pasado. No lo recordaba tan alto, pensó, mientras se permitía espiarlo por el rabillo del ojo cuando cerraba la puerta.

 

¿Qué tal, Aaron? ―saludó, por fin, a modo de encararlo― No fue Matthew quien te trajo aquí. Fui yo. ―materializó la daga en su mano y se la mostró, media sonrisa de por medio.

 

Volvió a guardar el arma blanca. Esperaba una respuesta violenta, después de todo sí lo recordaba un poco impulsivo -años jóvenes, suponía (?)-, pero luego recordó que lo había atado a no lastimarla.

 

Espero que no te moleste el pequeño truco que he usado para llamar tu atención, se trata de una -como bien has dicho- jugarreta. Tenías a una multitud dándote alas y vitoreando y, pues ―intercaló miradas entre sus hijos― Digamos que necesitábamos esta reunión, ¿sí?.

 

Candela arrastró los pies hasta su lugar detrás del escritorio, y volvió a sentarse. mier**.>>. Apoyó los codos en la mesa y cruzó las manos a la altura de la nariz. Otra vez esa maldita culpa.

 

@ @ @

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Organizando la Rebelión en contra del Ministro Aaron, que salió elegido en las últimas (y únicas) elecciones:

 

http://i.imgur.com/pn3DFoH.pnghttp://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpgBabila dejó de escuchar a aquel grupo de okupas en la cocina de la Mansión Ojo Loco para organizar la cena de la familia. Aunque sería sencilla pues con la Guerra, las viandas escaseaban, habría más que suficiente para que todos se fueran a dormir con el estómago lleno. Por ello, iba entran y saliendo de la cocina, perdiéndose la mitad de las conversaciones y de la otra mitad, sólo reteniendo un tanto por ciento muy mínimo. Para él, la misión del momento era poner el mantel y las servilletas en el comedor, o mejor dicho, hacer que los elfos pusieran la mesa y los cubiertos sin demorarse.

 

Harpo, por lo contrario, seguía en la cocina todo el tiempo y no se perdía ni un detalle de lo que hablamos los amos. Para él, la ausencia de la Ama Sagitas era un signo de que pasaba algo y no entendía que a nadie le pareciera importarle tanto como para salir en su búsqueda. La información de Babila de que había un toque de queda le hizo ponerse más nervioso, tanto que el pollo que se guisaba en uno de los hornos empezó a oler a quemado antes de que él acudiera a sacarlo.

 

Harpo, además, se considera un miembro más de la familia a quien su condición de elfo doméstico no le afectaba. La "Ojo Loco" era una de las pocas familias que tenían elfos libres y a los que pagaban un sueldo. Estaba preocupado. Las Elecciones habían hecho que el poder del ministerio recayera en Aaron Black Lestrange y eso era muy peligroso para los suyos. Si ya estaban maltratados, ahora las cosas cambiarían. Para mal.

 

-- Pues yo conozco a elfos de los Black, la familia del Sr. Ministro. -- Dijo el nombre como si escupiera. ¡Malditos fueran quienes les habían votado! -- Les son fieles pero sé que son maltratados. No me gusta ese hombre y sí, se presentas días aciagos con él en el poder. -- opinó el elfo ante lo que acababa de decir el Amo Sean a la Amita Hayame. -- Así que yo apoyo el MUCA. Como elfo, puedo enterarme de cosas donde los magos no pueden entrar.

 

-- ¿Pá ké kieren un Muca? -- interrumpió Babila con su llegada para buscar los platos. Cogió una gran pila que puso en una de sus manazas, haciendo equilibrio y después se olvidó de ello para preguntarle a Tamarindo si su novio iba a comer en el comedor con todos o en los jardines, pues aún no estaba seguro de si estaba invitado o no a la familia.

 

Harpo no le hizo caso y volvió a los fogones, ignorando al hombre a quien consideraba un torpe y un metomentodo. No se sentía a gusto con él; la Ama Sagitas le había dado el puesto de Mayordomo en la Potter Blue y eso había molestado al elfo, aunque siempre aceptaba lo que decía ella sin discusión, puesto que ella era más sabía y también era la que mandaba en la familia. Babila salió de la cocina y se perdió toda la palabrería de Hayame sobre lo que hacía bien o mal su hermana Sagitas.

 

El elfo, sin embargo, se volvió como un relámpago hacia la vampiro de ojos rojizos, señalándola con la pala de madera, que goteaba un líquido espeso y olorosamente atractivo, sin darse cuenta que caía al suelo.

 

-- No diga eso de la Ama Sagitas. Nunca le ha movido el dinero así que si se fue al negocio no fue para vender más o menos sino para saber que todo estaba bien y preocuparse de.. todo. -- Harpo no sabía a qué negocio había ido pero sabía que no fue una decisión inconsciente. Sagitas sabía bien la situación del pueblo, del país, del Ministerio. Así que su salida había sido más que justificada. Y no admitía una discusión sobre ello, ni siquiera a la hermana de la Amita. Pero como el elfo no aguanta mucho enfadado, aprovechó para meter su preocupación en la siguiente frase. -- ¿Y si le ha pasado algo?

 

-- ¿Er Muka é un oso? -- La entrada de Babila interrumpió su pregunta y Harpo bufó, dándole de nuevo la espalda. El negrito tomó ahora los cubiertos y volvió a salir, aunque a tiempo de oír a la señà Hayame preguntar si lo organizaran. Al secretario ni se le ocurrió preguntar qué era.

 

-- ¿Usted está loco? -- casi gritó Harpo, al oír la sugerencia sobre que Babila fuera la mejor opción para dirigir el grupo contra el Ministro Aaron. -- Después me tiro de las orejas -- acabó su aportación con la voz algo más baja y tono arrepentido.

 

-- ¿Pa ké soi la mejor opsión? -- Babila entró en ese momento y resbaló en las gotas de salsa que había vertido antes el elfo. Acabó en el suelo con un sonoro "crack" de su pompis pero ni se inmutó. -- Babila é un gran casadó y pueo matá ese oso si é lo ke kieren.

 

Harpo gruñó y se cruzó de hombros.

 

-- Sí, puede ser la mejor opción que tenemos. Que intente matar a ese oso, a ver si toda la manada que le sigue se hacen cargo de él. Esos mortios...

 

La última frase la acabó diciendo entre reniegos y pocos le habrían oído. O eso esperaba. A él no se le habían escapado los rumores sobre los antros que frecuentaba la amita Xell en horas intempestivas. Cuando se enterara su madre... O peor aún, su tía...

 

Babila no se levantaba del suelo, mirando a Sean y a Hayame, con los ojos iluminados por la ilusión. Señaló a Tamarindo, quien no entendía, como él, de qué se reía la Ama Hayame.

 

-- Pué klaro que llo pueo dirigí lo ke sea. Soi un güen casadó, en mi Uganda natá pillamo a un largarto de sais metro y no lo comimo. Aqué día, la tribu no pasó jambre. -- Babila se pasó la mano por la calva, intentando entender de nuevo las palabras de la vampiro. A veces, esa mujer hablaba bien raro. -- ¿Bulgarito? ¿Esos pastele de xocolate con crema blanca en er pórdentro? Le gustan muxo a la Ama Sagita. ¿Kié que Babila valla a buscarle pastelitos aora? A mí no me dá mieo el xisme ese de no paseá pó la noxe.

 

Se levantó. Tenía aún que poner la mesa para que todos cenaran.

 

-- Tenga cuidao con la radio, seorita Allame, tié magia oscura y la gente a vese se pone a bailá como siuvieran lansao el exiso ese de la Tarantalugras. Venga, organisen la casa de loso que llo la dirigiré, amitos. Pero llo no sé leé así kamí me lo disen despasito, que tengo güena cavesa pá memorisarlo tó. A vé, erfo Arpo, ¿va a serví la sopa ante ke senfríe? Y endespués, ¿aremo argo pá encontrá a la Sagita? Enseguro questá segura en argú lugá, llo no me enpreokuparía demasiao pero...

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