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El Día de la Verdad


Nate Weasley
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Personaje anónimo

 

No hacía falta saber quién era yo, solo la información que albergaba en mi cabeza. Los había visto antes de que el velo cayera, la forma en que se miraban, cómo a pesar de estar mordiéndose los labios por dentro la mujer pelirroja hizo a un lado su orgullo y le apoyó. Cada movimiento corporal dejaba a la vista lo poco de acuerdo que estaba con él y su forma de pensar, aun así la sangre le herviría en las venas si actuaba en contra del Líder de La Marca Tenebrosa ¿Aquello era parte de mi información? no, solo sospechas infundadas, más si podía asegurar que les seguí una vez el palacio voló en mil pedazos.

 

Todos se señalaban con el dedo, dentro del Ministerio sospechaban los unos de los otros, más nadie era capaz de observar los detalles, aquellos que harían una excelente historia para El Profeta, o que más tarde le servirían a la proclamada Ministro de Magia: Sagitas Potter Blue.

 

Fuentes confiables me hicieron llegar el rumor de que la reconocida bruja estaría remodelando la que ahora sería su oficina, entonces pensé que se trataría del momento ideal para poner en marcha mi plan, al cual demoré mucho en ponerle nombre y acabé decantándome por "Desenmascarando a la enmascarada" y no me vean así, bajen esas cejas, esto no es ningún ajuste de cuentas o rencor, solo facilito el movimiento de algunas fichas en el tablero, aventajo a los jugadores. Y quién sabe, tal vez algún día sepan mi nombre.

 

La nota que deslicé por debajo de la puerta de la señora Potter Blue, antes de hacerme humor por entre los pasillos, rezaba con caligrafía casi perfecta "Arya Macnair. Directora de El Profeta. Señora Ministro, creo fervientemente que a partir de hoy necesitará de un asistente de prensa. Firma: Un humilde ciudadano mágico"

Posiblemente no dejé huellas en el papel, ni vestigios de magia. Había utilizado tinta negra como cualquier persona corriente y ahora solo me volvía invisible habiendo depositado la duda entre manos de Sagitas. Esperaba no ser el único en haber notado aquello, la cercanía entre Arya y Aaron, la manera de hablarse, la forma en que se miraban, la conexión que solo podía nacer de una única forma: Fidelidad o muerte.

 

@@Sagitas Potter Blue aprovechemos a pasear un poco por los tópics *-* si quieres respondes por aquí y ya luego roleo en tu nueva oficina (?

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Palacio de Buckingham, Oficina de Aarón Black Lestrange

 

La reunión se tornaba un poco intensa pero que no podía serlo con mi amada @, ese huracán que era su voluntad cuando tenía un propósito, admiraba esa intensidad. Mi abuelo @ era muy analítico y por supuesto había tomado en cuenta todas las posibilidades hasta que nosotras le traicionaramos, para mi era algo normal asi que no me dio nada de estrés, no tenía porque sabía que hariamos todo lo necesario para que los ideales que nos unian.

 

Estaba en silencio observandonla situación, el plan que teníamos en mente nos daría la posibilidad de estar en una posición de poder.

 

El Yaxley nos había ofrecido algo de beber y Shelle optó por te, era horario laboral y no tenía ánimos de otra cosa así que levante una ceja y ladee la cabeza como una chiquilla.

 

-Querido abuelo un té sera perfecto, gracias, será un placer robarte un poquito de tu tiempo

 

Sonreí dulcemente, me sentía muy tranquila

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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-Oh pues muy bien, un té será...

 

Dije para ambas, mientras las tazas y teterita de porcelana que pareciesen haber oído toda la conversación, vibraron y levitaron hasta posarse sobre el escritorio, no sin antes advertir a una vieja pero aún elegante bandeja de plata, que les sirviese de colchón y protección a la lustrada madera roble oscuro. El vapor no dudó en espesarse sobre un punto inerte, conformando la figura de un pequeño elfo que serviría las tazas hasta las manos de ambas brujas, para finalmente esfumarse con un ademán seco de mi mano.

 

-Ese es el espíritu de un viejo elfo que habita el palacio. Fue muy servicial a las familias de sangre pura que aún mantienen ciertos secretos, aquí, ¡en Buckingham!...- exclamé cuán musical teatrero del cine muggle- ... ¿pueden creerlo? ¡fantasmas de elfos! vah...

 

Quién iba a imaginar, que como él, habrían otros que soltaban los frutos de los árboles para que cayesen sobre la cabeza de los muggles que se cobijaban bajo la sombra de los árboles del palacio, o que en otras ocasiones, ponían sus dedos en las fuentes de agua para que pareciesen averiadas tras lanzar el chorro directo al rostro del usuario. A veces dudaba que fuesen espíritus de elfos, pero la historia de la magia advertía que allí hubo una guerra de clanes élficos antes de que existiese el muggle siquiera.

 

-Con que Elvis es tu padre. Es un hombre intachable...- comenté con ingenuidad mientras dejaba caer un cuadro de azucar morena en la tacita de té-... trabajé con él a mis dieciséis, "Cuartel General de Aurores". Tu padre fue un buen jefe, no puedo decir lo contrario... aún así, jamás dudó de mis intenciones- sonreí inadvertido- ¿conoce de tus ideales?... ¡por cierto!, ¿cómo es que ustedes se conococen?...

 

@@Ada Camille Dumbledore @

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Eran días después de la elección de la nueva ministra en el poder, se veía que dentro del mundo mágico las cosas iban cambiando, aunque aún no sabía si serían para mejorar o empeorar. Con Aaron los mortifagos tenían vía libre para hacer cosas muy por debajo de la vista pública, pero ahora que estaba en el bando alguien más, quizá no sería la misma historia.

 

Había una persona que culpaba de todo Lo que pasó en aquel año de mandato a Aaron, Nathan, un banquero que debía visitar para hacerle una entrevista importante. Según Shelle el tipo no era tan malo y era bastante guapo. Claro que se murmuraba que era partidaria de la orden del Fénix, así que veríamos que tan buena persona era ese tal Weasley.

 

No podía dejar que la imagen de una persona fuera manchada por lo que los demás decían sobre el, así que aquí estábamos llegando a la puerta de la oficina con las preguntas que le haría en una libreta y una vuelapluma en su bolso para no dejar ninguna palabra sin escribir.

 

—Hola buenas tardes, tengo una cita con Nathan Weasley— le comenté a la Secretaría que estaba fuera de la oficina y sonreí un poco. Su atuendo aquel día era algo suelto, un vestido del tipo veraniego hasta las rodillas azul. Combinando así con su cabello azulado y usando unos botines de tacón café que hacían juego, si se veía algo aniñada, pero era un toque para no parecer demasiado agresiva por si las preguntas eran un poco incómodas para el brujo.

 

—Si claro, permítame un momento. Ahorita lo llamo— se paró en dirección a la oficina y espere en silencio, parada en medio de aquel cuarto.

 

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La situación actual era por demás compleja, y tras lo ajetreado de las últimas semanas al Weasley no le faltaban los motivos para solicitar vacaciones excepcionales en Gringotts. Sin embargo, sabía perfectamente que aquello no era posible; en medio de la reconciliación con el Ministerio de la Magia y a medida que la comunidad volvía a tomar confianza en el banco, se encontraba cada vez más enterrado en trabajo y en montañas de papeles para abrir cuentas que habían sido cerradas y retomar inversiones que habían sido abandonadas en el marco del gobierno del ex-ministro. Ahora, a pasos de bebé pero en la dirección correcta, la sociedad se ilusionaba con recuperarse y con aspirar a un futuro que se pareciera al menos en base a lo que alguna vez había sido.

 

Fue en medio de todo ese ensimismamiento que apenas oyó como una de las secretarias del banco golpeó su puerta y anunció la llegada de una muchacha. En un principio, enarcó las cejas en confusión más rápidamente recordó cómo había accedido a una cita con una suerte de reportera vía lechuza. Nathan asintió, inquiriéndose a sí mismo por qué había aceptado a una entrevista con una persona que no conocía: ¿acaso no había tenido demasiada exposición ya? Sin embargo, la curiosidad había ganado la partida esta vez.. ¿qué querían saber? ¿cómo era la vida de alguien que no era seleccionado para Ministro de Magia?

 

Hazla pasar, por favor. – comentó Nathan, con una sonrisa cansina, y procedió a ordenar cuantos documentos pudo antes de que su visitante entrase en su oficina: si bien dudaba de que alguien pudiese culparlo en medio de la situación actual, la oficina era un completo desastre y a duras penas él podía maniobrar en su escritorio sin voltear una pila de papeles al suelo. Bastó finalmente una floritura de su varita para que todo aquello desapareciese: sería problema de más tarde.

 

Justo en ese momento, una mujer entró a su despacho.

 

Buenas tardes. Mi nombre es Nathan, mucho gusto. – dijo, extendiéndole su mano a la muchacha. – Me disculparás el desorden, son tiempos complicados... ¿cómo te puedo ayudar hoy?

 

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La muchacha salio de la oficina y se dirigió a ella de inmediato —Puede pasar, la está esperando— comentó con una leve sonrisa, se veía que llevaba todo el día trabajando y simplemente quería que el día terminara ya por fin, si ella supiera. Después de aquella entrevista aún tenía que redactarla y editarla para mandarla al periódico, su día no terminaba.

 

Me adelante en la dirección por la que ella salio, y me metí por la puerta, llamando al entrar. Cuando pase a la oficina, no esperaba para nada a aquel chico. Cuando Shelle le comentó que era alguien Joven, uno no pensaría que la recibiría un chico bastante apuesto. Pero quitando aquellos pensamientos, movió la cabeza negando y se puso su expresión neutral para que no se malinterpretara su visita.

 

—El gustó es mío Nathan, soy Ariadna Macnair— tomó su mano que le ofrecía para estrecharla y sonreír un poco ante su comentario sobre su oficina. La verdad no le había puesto mucha atención al entrar, pero mientras respondía a su pregunta se dio el permiso de pasar la mirada un poco alrededor. Si no fuera por los papeles que estaban un poco desordenados, la oficina en realidad se veía impecable —No se preocupe, se ve que tiene muchas responsabilidades que atender. Por lo que no le quitaré mucho tiempo—

 

—Como le dije en la lechuza que mande el día de ayer. Nuestro periódico está interesado en saber un poco más sobre usted señor Nathan, usted dio varias declaraciones sobre pérdidas en el Banco e inclusive mencionó que Aaron había mandado a asesinarlo, quisiéramos saber un poco más sobre ese tema— la chica vio una silla libre detrás de ella y se sentó, sacando la vuelapluma y la libreta de su monedero y espero que contestará y le quisiera dar la entrevista.

 

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¿Un espíritu al servicio del palacio? La mujer arrugó la nariz al pensar que aquella criatura rondaba por las paredes escuchando las palabras allí mencionadas, al ser fantasma ni siquiera se podía golpear al insignificante cuerpo transparente ¿O sí? de pronto los pensamientos de la pelirroja rondaron en cómo se vería el pequeño elfo con su taco atravesado.

Dirigió una mirada a su compañera y le devolvió una sonrisa para tranquilizarla, ella conocía bien a la pelirroja, sabía que podía perder los estribos con facilidad.

-300 años de historia en estas paredes- acarició el posa-brazo del sillón donde estaba con sus uñas -Quién diría que ocupa la silla de magos poderosos que supieron formar el país que hoy en día nos acuna ¿Cree que supo manejar bien su legado, Yaxley o se encontró a la altura como tantos otros que también ocuparon esa silla ostentando grandeza para ser simples marionetas de bando?

Agarró la taza entre sus manos y se dedicó a dar un sorbo mientras percibía la mirada de reproche de su compañera. Se encogió de hombros, después de todo se ganaba la vida haciendo preguntas incómodas y opinando sobre ellas luego.

-Nos conocimos en el campeonato mundial de quidditch- dijo recordando la intensidad de aquél encuentro -Una persona como su nieta no para desapercibida en la vida de uno, si me permite- se mordió el labio al recordar cómo aquella mujer había decidido hacer su vida con otra persona por lo que rápidamente intentó borrar tales pensamientos.

 

-Lo siento ministra- se puso de pié, apoyó su cuerpo contra el escritorio colocando una mano sobre la madera y con la otra se llevó nuevamente la taza a los labios, pensativa -de hecho aquella vez- dijo recordando con amargura -los dementores también quisieron participar del evento, afortunadamente el señor Von Alexandros logró mantener la situación controlada y continuar con la función. Francamente no confío en el MACUSA y cruzaría un mar de ínferis si es que su presidente no tuvo nada que ver con aquella jugada tan sucia ¿Verdad Ada?

 

Dejó la taza sobre la mesa y se cruzó de brazos observando a Yaxley, aún ardía en su nariz el perfume de su sangre humana y aquello la ponía algo nerviosa.

 

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Editado por Shelle Dumbledore B.L

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Tomó asiento detrás de su escritorio unos segundos después de estrechar la mano de la muchacha. Si bien era cierto que tenía varios menesteres con los cuales ponerse al día, apreciaba la oportunidad para distraerse de tantos números y formularios que, a estas alturas del día, ya le estaban causando un dolor de cabeza incipiente. Esperaba no haber sido maleducado, y que la mujer no hubiese interpretado a partir de sus acciones y/o comentarios que esperaba que su visita no fuera más que un trámite; hoy en día, aparentemente, no podía confiarse ni siquiera con ser cortés para con aquellas personas que manifestaban interés por la historia que él mismo, y por voluntad propia, había ido a contar.

 

Nathan agitó su varita, y la cafetera que descansaba en uno de los estantes de su oficina comenzó a calentar agua. Una más bastó para que dos tazas, y un salero relleno de azúcar se aparecieran frente a ellos.

 

Espero me acepte un café, aunque también tengo algunos sacos de té por algún lado, si gusta. – le ofreció con una sonrisa, y escuchó lo que la mujer tenía para decir.

 

Asintió levemente un par de veces y guardó silencio, inseguro de cómo iniciar lo que estaba seguro era lo que quería la mujer de él: una declaración igual de abierta pero más honesta sobre lo ocurrido. A decir verdad, y esperaba no decepcionarla con ello, no tenía mucho más para agregar y decir que todo lo que había expresado en el Atrio Ministerial, pero sin embargo le concedería cuanto tiempo y palabras necesitase para poder publicar el artículo que quería.

 

En efecto, sí. Yo hice todo eso. – comentó, tras lo cual largó un largo suspiro: ¿cuántos problemas se habría ahorrado si hubiese mantenido la boca cerrada? ¿tendría la misma cantidad de papeleo pendiente de no haber hablado?. Negó con la cabeza, más para sí mismo que para la muchacha, bajo la esperanza que él mismo alimentaba de que su honestidad fue lo que previno (en mayor o menor medida) la reelección del Black Yaxley. – Pues a decir verdad no tengo mucho más para decir que todo lo que conté ese día; ¿qué quiere saber precisamente? Con gusto contaré la historia devuelta, si es lo que usted quiere, pero si hay algo en particular a lo que usted quisiera que yo apuntase, quizá sería más facil para ambos.

 

En ese momento, la cafetera dejó de hervir. Nathan se puso de pié y tomó la jarra de vidrio con sus manos, sirviéndose una generosa cantidad del oscuro líquido en su propia taza y haciendo un gesto con ella hacia la muchacha, a manera de invitación final.

 

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Después de sentarse inmediatamente el mago puso la cafetera ende marcha, debido al trabajo en el que estaba, nunca tenía tiempo de relajarse y el café era su aliado en casi todas sus mañanas, hacia poco que se había incorporado al periódico con Shelle por lo que el hacer entrevistas y preguntas era aún algo nuevo para ella. La política no le entendía mucho y por lo visto aquel día que el mago sentado frente a ella hablo ante el Ministerio, se había tratado solamente de política mala o buena hacia el ahora ex ministro de magia.

 

Su periódico ya sacaba una nota días anteriores de la noticia, recién salida del horno y cuando toda la discusión dio lugar, pero dado a que Nathan se estaba posicionando en el mundo de la magia como una de las personas más influyentes en Londres, la gente quería conocer más sobre el.

 

—Claro que le aceptó un café, no eh tomado mi dosis diaria y tengo que confesarle que sin ella puedo llegar a convertirme en un zombie— comente sonriendo ante mi propia broma, aunque quería ser sería ante el joven frente a mi. Mi naturaleza impulsiva y sin filtros salía a relucir muy a menudo.

 

Lo miraba algo cansado cuando respondió a lo que ella le estaba pidiendo para su historia, se veía que estaba cansado de decir una y otra vez la misma historia para que de alguna manera la intromisión del ministro aquel día, terminara por desacreditar un poco lo que el llevaba años intentando levantar.

 

—Quizá la historia completa no tiene porque volver a contarme señor Weasley, se ve que está un poco cansado de repetirla incontables veces y nosotros y sacamos todo lo que el señor Black y usted tenían que decir aquel dia— la vuelapluma seguía escribiendo en la libreta —Mejor cuénteme un poco de usted, dado que se a vuelto toda una figura de influencia enen la comunidad mágica los lectores quieren saber si historia— agregó la Macnair mientras tomaba la taza que le había ofrecido de la mesa y con una sonrisa le agradeció cuando el líquido comenzó a llenar su taza. Dio un suspiro de gozo mientras olía el recién preparado café y cerró los ojos disfrutandolo.

 

—Cuénteme señor Weasley, sin ánimos de ser una entrometida, ¿Dónde es que usted creció y que fue lo que lo llevó a dedicarse tan fervientemente a las acciones bancarias?— preguntarle abiertamente sobre su madre Felicity, tal vez le hubiera traído consecuencias desagradables con el mago, ya que como dijo aquel día. Ella pertenecía al bando mortifago y siendo parte de la orden del Fénix, sus ideales eran odiar y perseguir a todos los que formaban parte. Trato de no pensar mucho en lo que ella misma creía y se limitó a la entrevista que tenía entre manos.

 

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El gusto amargo del café era reconfortante, como siempre. De alguna manera, le transmitía la tranquilidad que necesitaba para hablar de todo aquello: a pesar de que había ocurrido hacía ya meses, y de que había hablado al respecto incontables veces, todavía sentía su boca secarse y su corazón acelerarse al rememorar uno de los momentos más caóticos de su vida. Probablemente tenía algún tipo de secuela que debería de tramitar con lo que los muggles daban por llamar psicólogos, puesto que estaba seguro de que nadie atravesaba todo lo que el vivió y seguía vivo para contarlo sin ninguna consecuencia, pero aún no se había hecho tiempo para indagar como funcionaban esos profesionales.

 

Arqueó las cejas en sorpresa ante el comentario de la muchacha: ¿que él se había convertido en una figura de referencia? De alguna manera, no podía evitar dudar que aquello fuese cierto... después de todo, había salido segundo en las elecciones por un amplio margen, y era consciente de que la mayoría de sus votantes eran amigos de él o compañeros de la Orden del Fénix: ¿quién más podría estar interesado en lo que él tuviese para decir? No era más que un empleado de Gringotts, después de todo.

 

Apoyó la taza de café en el escritorio, seguido de sus antebrazos. Terminó por entrelazar sus dedos entre sí, y prosiguió a jugar con sus pulgares mientras respondía la pregunta de la muchacha.

 

Bueno, yo nací y crecí en Ottery St. Catchpole, en el seno de una familia que lamento decir hoy está por demás disgregada, pero eso no viene al caso. – comentó, inseguro de si aquello era relevante o no para el público, pero decidido a que conforme parte de su historia. – Durante toda mi infancia y adolescencia tuve influencias muy fuertes de parte de mi abuela, Mynerva, quien era una banquera por excelencia y sabía muchísimo de finanzas, ella me enseñó gran parte de lo que sé hoy en día y aún sigo utilizando sus trucos y técnicas para hacer frente a los problemas que Gringotts atraviesa día a día.

 

Había otra parte de las influencias de su abuela que quería relatar, pero desistió de hacerlo para no generar polémica con lo que parecía ser una entrevista más bien amena: el cómo su abuela y su madre (en otro momento de su vida, claro estaba) lo habían entusiasmado con la idea de su pertenencia a la Orden del Fénix.

 

Una vez me gradué de Hogwarts, seguí aprendiendo bajo su tutela y tras varios años de viajar por el mundo, decidí sentar base aquí en Londres donde conseguí mi primer trabajo en Gringotts. Ya han pasado varios años desde entonces, pero aquí estamos, a pesar de todo. Y bueno, fue hará cosa de dos años que desde la gestión del ex-ministro Malfoy me ofrecieron el cargo de embajador por Gran Bretaña en el Fondo Monetario Internacional Mágico. Cargo al que, asumo usted sabe, renuncié hace unas semanas...

 

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