El Día de la Verdad

[Idylla Macnair T.]

Mientras la vuelapluma seguía escribiendo todo lo que Nathan decía, ella estaba impresionada, su pasado era muy impecable, a parte de las actividades que había hecho con la orden del Fénix, nunca dejo de trabajar en el banco. Y bueno ella dejaba mucho que desear en cuanto a trabajos se refería, después de formar parte del departamento de misterios, se fue de la ciudad y decidió estudiar medicina, para luego terminar siendo reportera en un diario con una chica que acababa de conocer y además tuvieron una pelea antes. Ella quería tener el mismo espíritu de dedicarse siempre a lo mismo, pero bueno su naturaleza nunca había sido así y le llamaban la atención un sin fin de cosas.

 

Después de terminar de hablar, hizo una pausa para que ella pudiera terminar de entender lo que acaba de decir —¿Y que fue lo que lo llevó a renunciar de dicho cargo señor Weasley?, Sabemos muy bien por sus declaraciones que Gringotts está llegando a la quiebra. ¿Qué soluciones han pensado usted y su gente para que eso no suceda? Quiero pensar que la sobrecarga de trabajo acumulado, es la decisión de renunciar a un cargo tan importante—

 

Tomó un trago de su café, que aún seguía algo caliente y se escaldo la lengua sintiendo lo caliente de su bebida, tal vez si no estuviera tan intrigada en lo que su interlocutor estaba diciendo, podría haber prestado atención a lo que bebía.

 

La vuelapluma no dejaba de escribir mientras Nathan respondía a las preguntas de la entrevista, después revisaria losque apuntes con más calma en la oficina. Mientras tanto, esta apenas comenzaba y se ponía interesante, sin duda sería un muy buen artículo que sacar después de las declaraciones que los dos magos se dijeran en el atrio del Ministerio.

 

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Off: disculpa mis preguntas, soy nueva siendo periodista he he estoy aprendiendo xD

[Mael Blackfyre]

Departamento de Seguridad Mágica

Ministerio de Magia.

 

Tenía demasiado trabajo qué hacer y estaba seguro que tenía un orden y una cantidad de tareas las necesarias para unas noches seguidas sin dormir. Había reestructurado aquel departamento nuevamente con el consentimiento de la Primera Ministra asi que ahora, solo tenía que poner mi varita a trabajar. Ya había acomodado toda mi familia y negocios para prepararme ante todo aquel nuevo trabajo.

 

Tenía tres grandes anuncios, avisos y memorándum que enviar y que colocar respectivamente. Eran de una gran importancia y sólo esperaba que la comunidad mágica accediera, porque sino se arriesgarían a las consecuencias.

 

El primer aviso era el más importante. Salía emitido desde el mismísimo Ministerio de Magia hacia todos los pisos de la entidad. También con copia para cada mansión, cada negocio, las instituciones de aprendizaje y cada sede en otros países que tenían relación para con el nuestro. Le coloqué los sellos necesarios y mi firma, enviando varias lechuzas.

 

 

El segundo era un aviso que incluso quería enviar a todos los medios de comunicación. Conocía algunas radios e inclusos periódicos. ¿Mi hija Shelle me ayudaría ante ello? Estaba seguro que si. Muchas personas tal vez estarían un poco reacios a ésa comitiva pero era de mera urgencia porque había causado destrozos ante la comunidad mágica y nadie sabía sobre su paradero. Pegué el AVISO principalmente en el Ministerio, pero las lechuzas sumaban aquel pedazo de pergamino a sus envios.

 

 

Po último, pero no menos importante, necesitaba muchas varitas. Y tal vez con los tres ataques que habíamos sufrido, con la caída del estatuto y con muchas otras razones, tal vez las personas estaban ocupadas. Pero a su vez, podían dar una mano al Ministerio. Necesitaba gente capacitada que se sumara al trabajo como Auror y no sólo que se trataba de grandes magos y brujas, sino que ante los ojos de la sociedad, éramos un poco más.

 

Claramente que el Ministerio podía validar ciertos tipos de magia que otras personas ni se imaginaban que podían usar.

 

 

Las lechuzas enviadas por mí, tenían esos tres pergaminos. Asi que seguramente tenían un largo rato laboral, como yo.

[Darla G Dumbledore]

Scarlet Akane
En House of Books días después

 

La ida al Ministerio no le había resultado para nada fructífera, tener acceso a los pasillos en que podía utilizar la llave no resultaba con toda la histeria reinante ni tan sencillo ni tan tranquilo. Había vuelto a la soledad del departamento sobre el local, sintiendo un vacío que era consciente no era de ella. ¿Cómo demonios haría esa mujer para sobrevivir ahora? En verdad si estaba sepultada entre tantos recuerdos terminaría matándose a sí misma, lo cual en definitiva había sido su plan hacía muchísimos años, pero ahora, ya se había acostumbrado a compartir y a buscar otra forma de sobrevivir.

 

Se sentó en el comedor con una humeante taza de té que le había traído una sollozante Lualú, la elfina estaba convencida, y no la culpaba, de que su amado Dash había muerto junto a su amo, y, aunque ella la consolaba, estaba segura la elfina tenía toda la razón. Observó la escueta esquela que le había escrito una antigua amistad ministerial, quizás él tenía razón. Dejar descansar todo y dar lugar a lo nuevo por un tiempo, luego decidir. No pudo seguir pensando, una lechuza surcó el aire, Leto había dejado abierta las ventanas mientras limpiaba la casa. Los tres pergaminos cayeron sobre la mesa y ella los tomó.

 

--Control fronterizo, genial, eso complica aún más todo --gruñó dejando a un lado el primer pergamino, el siguiente tenía el retrato de un ser al que no se había cruzado jamás pero del cual había oído hablar demasiado, el inquisidor.

 

--Buena suerte en esa búsqueda --dijo mientras arrojaba lejos en un bollo el cartel de se busca pero el tercer pergamino le iluminó la mirada y quizás hasta le hizo el día. La convocatoria a ser parte del Departamento de Seguridad Mágica.

 

Una punzada terrible le atravesó el estómago, la pelirroja tuvo que ponerse en pie, intentando sostenerse de la mesa en que estaba, todo se volvió oscuro por unos breves segundos y supo instantes después el por qué.

 

--¡Maldita seas Darla! ¡Maldita seas tú y tus sentimientos! ¡Tú y tus est****os recuerdos! --la Akane tomó aire, profundamente, como si en verdad lo necesitaba pero la sensación había sido esa, de ahogo, de herida, de ser apuñalada.

 

Se estiró y miró dos cosas sobre la mesa. Ella tomaba siempre café, eran Darla y Seba los que preferían el té y allí había una taza de té, frunció el ceño, lo otro era el pergamino que tomó entre sus manos. Quizás no fuera mala idea volver al Ministerio al Departamento de Seguridad, le pesase a quien le pesase.

[Nate Weasley]

– En verdad me alegra mucho que haya hecho esa pregunta, señorita Macnair. – confesó el Weasley, tras darle otro trago a su café. – Verá, desde que emití mi carta de renuncia a mi cargo de embajador para el Fondo, he recibido una gran cantidad de correspondencia en la cual he sido llamado un traidor a la patria y, en palabras bastante menos bonitas, me han acusado de querer sabotear a la actual Ministra dada mi derrota contra ella. – Nathan hizo una pausa, y aprovechó a acercar su silla al escritorio, tras lo cual esbozó una pícara sonrisa antes de proseguir.

 

Hacía ya casi un mes desde su renuncia a aquel puesto, y si bien era cierto que los comentarios del público no habían sido de lo más bonito, Nathan estaba muy seguro de su decisión. En su momento, y en virtud de los sucesos ocurridos en los últimos meses y de la correspondencia recibida durante las elecciones, lo creyó lo mejor. Por supuesto que había sido lo suficientemente ingenuo como para pensar que aquello no tendría una mala óptica política, quizá aquella la más plena y clara evidencia de cuán ignorante y primerizo era en aquella rama de la sociedad en la cual siempre había tomado un rol pasivo fundamentado meramente en el voto.

 

– Días antes de que se anuncien los resultados finales de las elecciones, pero ya después de haber hecho mis declaraciones públicas contra el ex-ministro, recibí algunas lechuzas anónimas instándome a pedirle disculpas y a retirar mis comentarios. Ya se imaginará que dichas lechuzas venían con amenazas, y si bien ninguna de ellas apuntaba claramente a un remitente todas parecían provenir de personas ubicadas en las más altas esferas de nuestra sociedad. Frases como: "los intereses de los que verdaderamente importan" y "llevar a los magos a su antigua gloria" eran moneda corriente entre ellas.

 

Aprovechó a darle otro trago a su café, mientras hacía uso de la breve interrupción para ordenar el resto de sus ideas.

 

– Me quedó claro que proseguir como miembro del Fondo en representación de Gran Bretaña no sólo era potencialmente peligroso, sino que también iba en contra de mis ideales. Permítame ser claro, yo amo en este país, y gozo de una excelente relación con la Ministra Potter Blue, pero la división de poderes es uno de los pilares de nuestra comunidad y por más de que ella tiene todo mi apoyo sé que hay miembros en el Wizengamot que no están de acuerdo con mis políticas. A causa de ello, opté por dar un paso al costado, y actualmente soy un empleado del Fondo Monetario Mágico pero de manera independiente.

 

Aquella era la primera vez que había revelado su actual relación con el Fondo, algo que eventualmente podría tener sus propias consecuencias pero que estaba seguro de que eventualmente sería de conocimiento público.

 

– Si bien Gringotts es por ahora un trabajo de tiempo completo, es completamente independiente de mi decisión para con el Gobierno y el Fondo. De hecho, desligarme de mis responsabilidades como embajador me ha permitido dedicarme a llevar a este banco a su antigua gloria, y el Banco Mágico de Gringotts está trabajando en conjunto con el Departamento de Relaciones Ministeriales y la Oficina de la Ministra de Magia para lanzar un paquete de medidas económicas que buscarán revitalizar la situación de nuestra comunidad. Todavía quedan pulir algunos detalles, pero tenemos en mente algunas cuentas de ahorro con tazas de interés muy generosas, planes de seguridad social, entre otras cosas.

 

Suspiró, momentáneamente aletargado al recordar la montaña de papeles que aún tenía por firmar.

 

– Espero, de corazón, que esto sirva para que la gente vuelva a creer en nosotros como lo hacía antes. No sé si lo recordará, pero hace casi dos meses yo mismo declaré a las puertas del banco que nosotros estábamos dispuestos a volver a trabajar aquí, día y noche, codo a codo, en cuanto fuese posible. Y así lo estamos haciendo, en colaboración con el Ministerio. Nosotros, siempre sirvientes suyos, a la orden y en servicio del pueblo mágico.

 

Off:

 

No te preocupes, vamos super bien /o/

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[Idylla Macnair T.]

Se acomodó un poco en su silla mientras miraba la cara de su interlocutor, sabía queque había atinado a una de las preguntas cuando sus ojos brillaron con la emoción de querer contar el trabajo que estaba llevando a cabo. Era difícil no emocionarse junto con el al oírlo contar todo con esa pasión y se notaba en sus palabras que estaba dispuesto a hacer que todo funcionará.

 

Pensó sin duda mientras lo veía, que el hubiera hecho un muy buen trabajo de ministro si hubiera quedado, pero ella terminaría por esconderse a un más si eso pasaba, sabía que el estaba detrás de todos los mortifagos y la gente que creía en las palabras de Aaron. Por lo que al estar el en el poder iba ser más complicado seguir como hasta ahora, Sagitas por como veía no sabía mucho sobre llevar el Ministerio y sinceramente hasta el momento los mortifagos habían hecho de las suyas al secuestrarla. No quería decir que no fuera buena, pero tal vez alguien quería burlarse de ella por esa acción.

 

Sacudiendo su cabeza de aquella pensamientos, siguió escuchando el relato del Weasley. Sin duda la vuelapluma ya había escrito todo lo queque había dicho y la entrevista estaba casi por terminar, pero aún le faltaban un par de preguntas algo personales que tenía que hacerle al chico. Maldita Shelle, iba a hacer que me ruborizara al hacerlas, pero ese era su trabajo. Entrometerse en la vida de las demás personas.

 

—Es un gusto poder llevar a mis lectores tan buen artículo, y más que nada el contar con que el nuevo mando del Ministerio, haya podido hacerle caso está vez para poder ayudar a que Gringotts no se vaya a la quiebra como usted lo mencionó hace algunas semanas— comentó la peliazul cruzando sus piernas e inclinandose más hacia elel escritorio, dejo su bebida en el y continuó dándole una mirada algo pícara y alzando las cejas.

 

—Y dígame señor Weasley aún no sabemos muchas cosas de usted, ¿Tendrá alguna novia que lo espera en casa después del trabajo? Se ame sabido que tener una pareja disminuye muchísimo el estrés que puede estar acumulando por tanto trabajo— sonrió esperando la respuesta con ansias, la verdad es que cuando leyó la pregunta por primera vez en la carta que le habia enviado Shelle, pensó que era demasiado entrometida. Pero al conocer a Nathan, ahora esperaba que dijera que no tenía a nadie por el momento, tal vez ella tuviera una oportunidad más adelante.

 

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[Darla G Dumbledore]

Scarlet Akane
En el Ministerio renovado.

Se había cambiado, llevaba una blusa azul y una pollera larga con tajos laterales, cuando te acostumbras a cabalgar necesitas algo cómodo. Admitía que Darla gustaba de los pantalones pero ella estaba harta de verse poco femenina, Recogidos sus cabellos en una coleta y con unas botas de tacón se sentía más ella misma, la capa sobre los hombros, la varita en el bolsillo interno y el bolso de piel de moke del otro lado. Una figura femenina clásica.

 

Los elfos de Darla la vieron con expresión de sorpresa y ella les indico que cuidaran el negocio. Lualú estaba a cargo de mantener vivo el jardín y se ocupaba de todas las criaturas, Leto ayudaba en la cocina y el local mientras Tommy era casi un administrador. Scarlet no podía sentir aquel como su hogar y Darla se negaba a dormir en una cama que ahora estaba con su mitad vacía y helada pero tampoco quería cambiar nada del que había sido durante tantos años su hogar.

 

Se desapareció del local para llegar a un callejón que sabía casi siempre vacío, no importaba mucho a menos que hicieran un obliviate completo como en Nueva York en el siglo pasado, pasaba que ahora tendría que ser a nivel mundial y eso era demasiado. Sin importar o no el estatuto del secreto de la magia ella prefería ser discreta, por eso caminó desde el callejón hasta el ingreso que conocía. La guerra que se mantenía entre las fracciones muggles anti magia y los magos supremasistas que creían que la inexistencia del secreto les daba vía libre para la caza era algo que le molestaba en demasía.

 

El ingreso al Ministerio fue similar a la vez anterior,. cuando había escuchado a Elvis en su discurso en el Atrio. Ahora estaba allí, observando lo que había sido mejorado el lugar. Seguramente el DAMyC se habría ocupado de remodelar todo aquel lugar para que fuera recobrando el brillo que había tenido en el pasado. ¿Por qué todo nuevo decide que para construír debe destruír lo que hay? Se preguntó sorprendida pensando en cómo todo había ido cambiando en ese año. ¿Había sido un único año? Parecía una eternidad.

Editado 15 de Octubre del 2020 por Darla Potter Black

[Nate Weasley]

La mirada de su entrevistadora parecía absorta y perdida en algún lugar de su mente. Sus ojos estaban enfocados en él, pero Nathan podía entrever que no estaba del todo concentrada en lo que él estaba diciendo. Quizá, como él, tenía varias cosas que hacer luego de aquella corta conversación y le preocupaba que las horas restantes del día no fuesen suficientes para concretarlas. Su vuelapluma, por otro lado, permanecía diligente y anotaba todas y cada una de las palabras del Weasley en página tras página del pequeño anotador que la muchacha había traído consigo. Sólo esperaba que aquella pluma no fuese de las que tergiversaban lo que el entrevistado decía, más supuso que ya era demasiado tarde para actuar sobre ello.

 

Nathan asintió con una sonrisa ante los comentarios de la muchacha, y no pudo sino rogar a todos los dioses por no ruborizarse ante la pregunta que la mujer lo hizo. Si bien entendía la naturaleza y de dónde provenía, no podía comprender exactamente a qué se debía tanto interés por su vida personal. Varias semanas atrás, otra reportera bajo el seudónimo de Vuelapluma le había hecho exactamente la misma pregunta. Para comprarse un par de segundos más, soltó una corta carcajada que dejó ver su cuidada dentadura, mientras procedía a acomodarse en la silla y preguntarse, una vez más, por qué era que accedía a estas situaciones.

 

El precio de la política. >> pensó, encogiéndose de hombros.

 

– Sabe usted, el tener que escapar de un gobierno a través de dos continentes y luego evitar el colapso del sistema bancario más importante de Europa rara vez le deja tiempo a uno para encontrar pareja. – aseveró, con una lacónica sonrisa que se dibujó inconscientemente en su rostro ante lo particularmente penoso de su comentario – No, debo admitir que estoy soltero... Supongo, más adelante, cuando las cosas se calmen un poco podremos... cómo dicen los jóvenes hoy en día... ver que pasa. – agregó, dándole el último sorbo a su taza de café.

 

Nathan volvió a entrelazar sus dedos encima de la mesa, listo para la próxima pregunta.

[Idylla Macnair T.]

Una sonrisa se dibujo en el semblante de la Macnair, sin duda la respuesta era más que satisfactoria. Aunque no veía el porque fuera posible que este chico pudiera pedirle una cita con ella, bueno era hora de terminar la entrevista y tal vez ser un poco aventada y ver si el anzuelo picaba. Digo nada podía perder y en cambio podría ganar mucho, era un 50/50 de probabilidades.

 

—Muy interesante señor Weasley mis lectoras estarán fascinadas con la noticia. No se asuste si de pronto llega alguna fanática a invitarlo a cenar— comenta la peliagudo con una sonrisa picarona y toma un sorbo más de su café —Por último y para no quitarle más el tiempo ¿Algo más que quiera agregar a la entrevista? ¿Algún saludó a alguien especial?—

 

Sin duda las preguntas habían salido muy bien, la entrevista siguió el camino esperado y tal vez Nathan quería aún más preguntas, pero ella se encontraba trabada. Era su primer trabajo interrogando a alguien, dada su naturaleza de ser ella demasiado enigmática y no divulgar mucho de su vida personal o profesional sentía queque se metía un poco en terreno privado. Si continuaba con la entrevista podría llegar el caso de que las preguntas tirarán hacia otra dirección y el chico pensará algo más sobre ella.

 

—Y bueno creo que es todo Nathan, si puedo llamarlo así— se estaba tomando el atrevimiento por lo que su boca hablo antes de si quiera pensarlo —Y si algún día quiere platicar de algo más que no sea el trabajo, no dude en llamarme. Tal vez yo pueda distraerlo un poco de sus tareas cuando se sienta aburrido y cansado— le guiño un ojo y espero a ver su reacción.

 

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[Nate Weasley]

No pudo evitar soltar una breve carcajada ante la insinuación de que alguien se aparecería a invitarlo a cenar tan sólo por su entrevista.

 

– Me gustaría aprovechar la oportunidad para transmitirle a toda la comunidad mágica la seguridad de que, desde Gringotts, estamos haciendo todo lo posible para llevar todo nuevamente a la normalidad. Estaré aquí en mi despacho para quien esté aún reticente a retomar operaciones con nosotros. – sonrió, aprovechando la oportunidad que la muchacha le había dejado. – Y muchas gracias a usted, por su tiempo y su calidez esta tarde. – agregó. La entrevista efectivamente estaba llegando a su fin, y fue entonces comprobó que una parte de sí no quería que aquello pasase.

 

Inconscientemente, se puso de pie al unísono con la muchacha, y comenzó a caminar hacia la puerta de su despacho mientras la guiaba a la salida. Ya tenía una mano sobre el picaporte y se había volteado para darle un último saludo cuando escuchó el último comentario de la muchacha, y no pudo hacer más que sonrojarse visiblemente y abrir la boca en sorpresa ante la insinuación. Víctima del nerviosismo, se rascó la nuca mientras una vez más abría su boca a media sonrisa.

 

– Esto... ehm... me halaga, usted. Pero creo que, verá... esto... es que... no sé si le habré entendido bien... emm... ¿q.. qu... qué ha dicho? – tartamudeó, sin poder quitarle a la muchacha los ojos de encima. Se insultó a sí mismo dentro de su cabeza por lo oxidadas de sus habilidades de coqueteo: ¿¡qué estás haciendo!?>> se preguntó. Y sin embargo, notó que la muchacha estaba a punto de responderle. – En fin, que no quiero robarle más tiempo, de seguro está muy ocupada – agregó, poco después.

 

Por una fracción, contempló lo que estaba ocurriendo y lo que podía ocurrir a continuación. Después de todo, no tenía idea de quién era la muchacha, con total posibilidad podía ser una de las aliadas del ex-ministro que había venido para controlar su actividad. Sabía que sus pensamientos rozaban lo paranoico, y sin embargo no podía evitar hacerlo, no después de todo lo que había pasado. Argh... >> se quejó, una vez más, para sí mismo y dentro de su mente. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?>>

[Idylla Macnair T.]

Estaban parados en la puerta, la mano.de e sostenía la manija y ella se lamentaba de no haber alargado más la entrevista, le había gustado pasar tiempo con el mago y cuando comenzó a tartamudear, no pudo más que sonreír, sin duda se veía bastante lindo sin saber que decir.

 

Estaba a punto de hablar, cuando el la interrumpió, visiblemente incómodo y diciéndole que no quería más el tiempo, ESP la dejo un poco confusa y a la vez sintiéndose medio est****a. Pero claro como el, iba a fijarse en alguien como ella, no era posible y sin embargo habría sentido alguna chispa durante la entrevista.

 

—Oh sí claro... Uhmm... usted también debe tener muchas cosas que hacer— lo volteó a ver ahora tímidamente y claramente avergonzada —No se porque eh dicho lo anterior, disculpeme y si gusta agregar algo a su entrevista no dude en llamarme o enviarme una lechuza— le extendió una tarjeta que sacó de su bolso y en ella se podía leer "Ariadna Macnair. Periodista" adjuntando su número y dirección.

 

Se volteó para poder despedirse y le tendió la mano, amistosamente —Es bueno haber hablado con usted, no se conocen muchos magos interesantes y que además sean tan jovenes— tomó su mano cálida y grande, para el tamaño de la suya. Por un momento no quiso dejarla y parecía que el quería decir algo más.

 

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