Inauguración de la Superliga Europea de Quidditch, París 2021

[Kahlan Blackthorn]

 

Era como caer dentro de una espiral, imposible de controlar el tiempo y el espacio del mismo, absorbiendo cada gota de sudor que corría por el lienzo que era la piel del golpeador de los VV. Derritiéndose por momentos esa capa de hielo que cubría el corazón congelado del buscador de los MM, nunca sintió esa sensación tan placentera colarse por cada poro de su piel. Rocío de la mañana que deja una estela cristalina que poco a poco se evapora bajo los rayos del impertinente astro rey. Pero eso no le molestaba, sino el no poder deleitarse con ella más de lo permitido.

— Yo también te quiero—respondía con la voz ahogada por la falta de aire. Su pecho se agitaba como cuando recorría largas distancia sobre su escoba, aquella brisa arremetía con violencia contra el atractivo rostro del Senescal de Caronte, delineando los bordes de aquella snitch dorada que se encontraba entre sus manos. Agitando con fuerza sus alas, luchando por librarse del inclemente agarre del hombre, cediendo ante la prisión que cómodamente le brindaba una calidez que le arrastraba a una ensoñación eterna.  Eran aquellas esferas de energía que volvían a chocar volviéndose una misma, explotando de forma irremediable irradiando una sensación catártica que les liberaba de sus ataduras.

El sentirse amado de ese modo, tal y como lo hace una madre con su pequeño. Acunando sus sueños entre sus brazos, embelesada por la belleza que le genera haber creado una obra tan hermosa como ese pequeño. Deseaba tomar su alma entre sus manos, beberse cada gota de sangre que brotará de ella y así quedar unido por el resto de su eternidad a ese hombre. No pensaba en las formalidades, porque jamás se vio casado o ligado a una persona por un papel. Prefería mantenerse libre dentro de lo posible, pero Alex le estaba enseñando una nueva forma de apreciar la vida y lo que la misma te brinda sin esperarlo siquiera.

Arañando con sus labios el cuello del joven, dejaba una ligera marca con sus colmillos, signo de pertenencia por parte del Macnair. Era como tomar lo que le había negado el destino, durante demasiado tiempo, jugando dentro de un estadio plagado de inseguridades y miedos. Pero poco a poco cada uno de ellos cayeron como lo hace una casa de cartas, arrasados por ese sentimiento que era cada vez más fuerte y explosivo, cual Quimera dominaba la selva que era el cuerpo del ser que estaba sumido en el mismo estupor que el. 

Sonriendo ocultaba brevemente su rostro en el hombro del demonio, aspirando su aroma perdiéndose en ese néctar que volvía a colapsar todos sus sentidos— Mi corazón jamás ha tenido un dueño o dueña, recuerdas que te dije una vez. Yo no suelo dejarme pillar por el amor, pero contigo creo que se ha roto la excepción a la regla—respondía atrapando con un beso cargado de deseo los labios de su pareja— Vamos a darnos la oportunidad, no podemos negar lo que sentimos y acepto tu propuesta—le abrazaba por el cuello, dejando delicados roces en su nuca. Perdiéndose una vez más en esa calidez que abrazaba el cuerpo de ambos, sumergiéndose en una profunda oscuridad que les ocultaba de los ojos curiosos. 

@ Malum Luxure

[Thoth]

 

La vampireza observa con mucho cuidado a cada jugador,  ella era una de esos seres que se encontraban jugando ¿Acaso los de su equipo se encontraba?  Si enfecto allí estaban socializando, incluso pillo a uno en una situación amorosa, eso era algo tierno, pero que ella no era participe de esas demostraciones afectuosas y algo cursi para su gusto,  ella partía de la idea de que nadie debería ser dueño de nadie, es simplemente momentos de placeres y donde el amor estaba sobrado.  Ahora bien, la bruja era alguien de gustos exquisitos y casi nadie podia llegar a sus estanderes. 

 

Sin embargo,  ella no perdió tiempo y fue a donde Azrael Lycab, ese mago no ers de su simpatía, aunque,  tampoco le desagrada,  ya que su relación era más que complicaba, ella le conocía de su pasado,  ella sabia quien era, ya que fueron años conociendole y aun así se divierte en cada locura que el regente la involucra, pero la noche era larga, así porque no aprovecharla con un viejo amigo, y acercandose al mismo le expreso. 

 

 

-Lycan hablemos, igual no creo que tengas nada mejor que hacer. - Asevero la guardiana. -Igual, los otros andan en sus asuntos, esto ya parece San Valentín y sabes que eso me desagrada en su totalidad. - Afirmó. 

 

[Malum Luxure]

Nunca había pensado en que la vida podría darme este momento tan maravilloso, no quería esconder nada de mí, era dar todo y más, fundirnos en un huracán donde no se sabe donde empieza uno y termina otro, si fuera a perder años de vida cada vez que estuviéramos juntos no me importaría limitar mi tiempo a su esencia, la sangre en mi cuerpo ardía como lava...en algún momento haría erupción.

Me grabaría en su sonrisa, en sus besos, mientras él se pintara en las venas como dueño de ellas, el vaivén de las salvajes olas era algo que me hacía perder la razón poco a poco, éramos naturaleza viva, un demonio dando el primer paso al sentimiento más puro que podrá sentir jamás, el mago conmigo era la luz de mi universo, si tuviera una estrella fugaz en la mano pediría que no terminara nunca este encuentro, nunca había estado enamorado, no conocía como era estarlo, si así era lo quería siempre, lo quería eterno...estamos tan centrados en nosotros que el mundo dejó de existir cuando decidimos ir por todo.

Lo había todo por que nuestros sentimientos estaban a flor de piel, lágrimas dulces en los ojos, sonrisas de besos que hablan sin usar la voz por que esta se perdió cuando empezó a soñar como un ruiseñor, el buscador se acababa de convertir en una extensión de mi, las caricias en las miradas eran más profundas, incluso más que las que nos daban los dedos, una capa de pequeñas perlas iban rodando por caminos que ellas mismas abrían al andar, no necesitábamos más pero aún así si queríamos más, nadie podrá ver lo que solo yo puedo ahora, no hay límite en la piel, no hay miedos, solo nos sumergimos una y otra vez, este lugar no nos olvidará por qué es parte de nuestra propia huella.

Aquel abrazo intentaba aplacar nuestros corazones, calmar las respiración, su cabeza en mi hombro se sentía tan cómodo como si siempre perteneciera a mis brazos y yo estoy convencido que es así, mientras mis ojos ven deslizarse las luces sobre su columna como un atardecer inmaculado y perfecto, sus palabras pusieron en marcha mi cerebro para prestarle la debida comprensión, me explico algo que yo sabía y también sentía tanto de su lado como del mío...pero cuando aceptó mi propuesta mi ser casi se desarma frente a él, sus manos delicadas jugando con mi cabello mientras le abrazaba por la cintura me hizo entender que debíamos movernos de donde estábamos, mi habitación era un mejor lugar, si bien pudimos ir allí desde un principio, el sabor de aventura hizo que ir al cielo tuviera un matiz de amor más picante, no lo hubiera pedido de otra manera, hoy nos nos dimos las respuestas a nuestros propios enigmas y no podía estar más feliz por ello.

-Prometo azulejo mío que no vas arrepentirte de esto.- Ahora me sentía increíble y mi príncipe lo hizo posible, no podía creer que bien se sentía. -Mi novio voy a cuidar de ti como te mereces.- Le abracé aún más y desaparecimos de ahí.

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@ Juv Macnair  

Escuchaba los discursos con cierto interés pero en realidad quería diversión, así que di una mirada a una mirada al salón y pude divisar a Lucia con Azrael y una sonrisa torcida se adueñó de mis labios, pgmpjdmtd los compañeros perfectos si de maldades se trataba, aun así decíamos tener cuidado pues tanto el mago como yo representabamos países, no sería agradable empezar un conflicto internacional por una tonta broma al primer inocente que se cruce.

-Veo que están un poco aburridos.- Susurré para que solo ellos pudieran escuchar, llevaba una copa de vino en la mano a ver que podía hacer con ella. -Qué les parece hacer algo para que cambie el ambiente?- Mi sonrisa se hizo perversa.

Esperaba que ambos aceptaran el juego y así hacer esto más movido por que como iba parecía que llegaría la final y aún estaríamos aquí parados siendo corteses los unos con los otros.

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@ Azrael Lycan

[Thoth]

-Y dinos Luxure ¿Qué se te ocurre? - Expreso Riddle. 

 

-Malum, sabes que no soy de reuniones sociales, ya suficiente tengo con Riddle. - Comenzó a responder el Regente Egipcio. -Sin embargo, si algo divertido y oscuro tienes en mente puede ser que tengas mi atención,  ya sabes que debo resguardar las apariencias ante tanto público,  por ello prefiero estar en Egipto, en donde la voz de los Archimagos es ley.-

 

Ante ese comentario Riddle agrego. -Según escuché compartes el puesto con una supuesta princesa. - Vocifero la Vampiresa. -En ello Lycan le clavo la mirada con cierto desprecio. -Otra más. - Agrego con fastidio Lycan. -Primero ese hombre, luego ese vidente. - esa palabra la expresó con tal desagrado que solo al hacerlo en su rostro se sintió el asco. -Ahora solo falta el profeta, en fin.- supiro. -Ya mis lacayos darán muerte a ese ser, ya que ni los Archimagos y Archibrujas permitiran un ataque a nuestro gobierno, suficiente poderosos son los Antiguos para enfrentar incluso a esos Arcanos y Uzza, ya que te recuerdo Riddle. - La miro de arriba a bajo. -En cada país existe grandes sabios de gran poder y en Egipto son los Antiguos. - 

 

Y Riddle intento desviar el tema y pregunta @ Malum Luxure

 

-Ya dinos Luxure que tramas.- Asevero Riddle. 

[Malum Luxure]

Esto se estaba poniendo más interesante, por lo visto Lucia había tocado la herida reciente del regente Egipcio y eso no le había gustado nada, yo sabía que el mago no se quedaría tan tranquilo si alguien osaba intentar meterse con su país, él dejó claro que ya se estaba ocupando de ello y que los difamadores pagarían con creces su insulto.

-Calma, calma estamos aquí para aparentar que somos civilizados eso no implica que papá olvidarnos de los males del mundo exterior...no podamos divertirnos.- Agregue con un tono bajo que se iba volviendo más lúgubre. -No lo sé que tal si movemos esto...los jugadores parecen muñecos estirados.- Mordí mi levemente pensativa, cual sería la forma más disimulada de hacer alguna maldad sin que se note que fuimos nosotros, de pronto una idea iluminó mi mente, era algo tonto pero sin duda nos daría risa. -Que les parece si liberamos un par de bludgers estoy segura que eso animará de forma inocente esta ceremonia.- Les propuse con una sonrisa torcida y pícara.

Sin duda no era lo mismo quemar un par de jugadores de los equipos contrarios, pero bueno ante todo somos mandatarios tanto Azrael como yo y nos podíamos dar el lujo de que nos atrapen ni los organizadores, ni los periodistas, así que si ambos aceptaban deberíamos movernos con disimulo.

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@ Azrael Lycan

[Thoth]

-Soy un regente. - Agrego Lycan con toda la soberbia. -no debo aparentar, no soy una escoria que le gusta mostrarse como una blanca paloma.- miro algunos de lso presentes, por eso lo decía, pero ninguno de ellos era un Luxure.- Tengo la suficiente poder, para enfrentar a quien desee y cuando lo desee, pero a esas escorias.- Refirió fríamente. -Ni la diplomacia puedo hacer con ellos, simplemente me repugna estar a su lado, ya tengo suficiente con calarme en ciertas oportunidades a ciertos seres por solo el hecho de brindarme algo, pero eso no es interés, es solo un acuerdo económico, una simple transacción financiera.- Y se comenzó a voltear.

 

-Lycan.- Agrego Riddle.

 

-Crucio.- Refuto el egipcio, lanzándole la maldición a la bruja, la cual comenzó a gritar. -Ridlle, eres un ser que no merece mi tiempo, y al parecer @ Malum Luxure  es más diplomatica para estos eventos, si a eso se le puede llamar.- Y se desvaneció, la Riddle se comenzo a sentir mal, ya que el mago le había aplicado una maldición, la cual le daría mala suerte, y allí ella se encontraba en el suelo.

 

 

-No te preocupes Malum.- Agrego la Riddle. -Azrael anda molesto, ya que va a cazar a una impostora en su gobierno, yo he desatado su mal humor.- Le comenzó a explicar. - Inclusive, desea aniquilar a todos lo que han expreasdo ese rumor, y sabes que si tiene algo en mente lo va hacer, y no mostrará absoluta misericordia con nadie, ya que es el Archimago de la Muerte antes de ser Regente. Por consiguiente, es mejor no meterse en su camino.-

 

Y la bruja comenzó a ver borroso.

 

-Al parecer Lycan, ha hecho algo en mí.-

 

Tosió un poco.

[Mentita]

 

 

 

 

 

 

Aedis "Mosquito" Greengrass

Cazadora de Tutshill Tornados

No dijo nada, no hizo falta. Le dio una nueva bienvenida a la boca de Auxerre entreabriendo la suya. Su aliento se le antojaba delicioso y el sabor de sus labios adictivo, la sensación que le dejaba se le quedó en la boca del estómago, como un cosquilleo. Pegó un poco más su cuerpo, como si la cercanía a la que estaban fuese insuficiente y sus brazos se cerraron alrededor del cuello del francés. Se separó un segundo apenas para respirar y continuó con ese beso que la llenaba de las sensaciones más bonitas, más dulces.

― No me iré si no quieres... Pero debes saber que es un peligro estar aquí... Con la cantidad de... Periodistas que hay afuera. ―habló casi sobre los labios del subcapitán de las Urracas, un tanto agitada. 

Pero Greengrass se dio cuenta de que no sólo los periodistas eran un peligro, así que a regañadientes puso una distancia prudente entre ambos, la suficiente para mantenerse a su lado sin invadir demasiado los espacios. Todavía no le había quitado los brazos del cuello cuando se inclinó hacia él y le dio un pequeño beso en los labios.  Sonrió, para luego volver a repetir la acción, sólo que el segundo beso fue en una de las mejillas del cazador. Y un tercer beso en la otra mejilla.

― ¿Por qué me gustas tanto? ―era una pregunta que no necesitaba respuesta. Sería bastante difícil contestarla.― Porque sí, me gustas y mucho. Creo que se nota, ¿no? ―sonrió un poco avergonzada mientras iba soltando su cuello lentamente― No sé explicar lo que me pasa, pero es... ―suspiró contenta y le robó otro beso pequeño.

Aedis no era una maestra en  temas sentimentales. De hecho, lo más cercano a gustarle alguien fue cuando era chica y creyó que se había enamorado de Lorcan d'Eath, incluso tenía toda la pared de su habitación empapelada con su cara. Luego creció y pensó que había sido bastante idi***. Así que lo que le estaba pasando en ese momento con Auxerre era lo mejor del mundo mundial (?).

[Cillian Haughton]

-- Creo que debo irme...

Lo estaba pasando bien, sí. No podía negar que por un par de minutos se había sentido completamente integrada en todo aquello, pero al final sabía que no debía mezclarse con los demás. ¿O sí? Aquello era bastante complicado, pero algún día lograría que todo se acomodara en su pequeña cabecilla. Zlatka se despidió de sus acompañantes y comenzó a correr.

¿Hacia dónde se dirigía? Ni ella misma lo sabía.

Los partidos estaban por comenzar y sabía que no podía echarse para atrás en ese momento, aunque ciertamente lo deseaba. No atendió al llamado de Ada, no respondió tampoco a la llamada de sus compañeros de equipo. Volvió a su habitación lo más rápido que pudo y se encerró en aquel lugar sin más. Se había acabado el momento de socialización, al final de todo no era lo suyo.

- ¿Por qué te anotaste al equipo, Zlatka? ¿Por qué? Sabías bien que esto pasaría.

La pelirroja tenía un par de problemas mentales, sí. Ni ella misma sabía exactamente como es que debía comportarse, era como si no tuviera en realidad un transfondo en el cual apoyarse y era esa la razón de que se sintiera tan, pero tan vacía. Y no le gustaba, ciertamente no le gustaba así que quizá lo que debía hacer era solo jugar al quidditch y nada más.

[Martin N Roses]

En la cara del francés se había instalado una sonrisa algo tonta. Eran los efectos de la compañía agradable que tenía aquella mañana-tarde. Aedis le había provocado una montaña rusa de emociones desde que la enfrentó por primera vez. Pero no había sido hasta unos minutos atrás, cuando la bruja le ayudó a abrir la cerradura, que Auxerre se percató de lo que de verdad le ocurría con ella. No era una mera admiración de grandes jugadores de quidditch, evidentemente aquello lo traspasaba todo. Le gustaba. Eso era. Admiración sentía también por la capitana del equipo, por las francesas Joanne y Lexy o incluso por el japonés Kenzo Ito, de las Urracas. Pero con Aedis "Mosquito" Greengrass la admiración llegaba a otros límites.

Límites, de otro tipo, que la pelirroja acababa de delinear con sutileza. Si bien Auxerre no era un experimentado en aquellas situaciones, notó el apartamiento de la bruja. El calor que había comenzado a invadirlo poco a poco fue cediendo.

«Qué suerte», retumbó en su mente. Temiendo que ella hubiese notado algo no deseado.

Sin embargo, las dulces manos de Aedis continuaban en la nuca del mago de cabellos blancos, rodeando su cuello. Desde allí podía ver cada uno de los detalles de su rostro. Su mirada era electrizante, y hasta podía ver su propia cara en su brillo. El cabello color fuego era único. No sólo se trataba del efecto al verla volar, siendo de día o de noche, sino allí mismo, en plena habitación, con un atisbo de luz solar que se colaba por el ventanal.

—Sólo me aterraba Roto Skeeter —admitió algo abochornado—. Pero creo que ya no me importa eso. —La volvió a mirar, únicamente siendo consciente del par de ojazos azules de la capitana de los Tornados.

Ante la confesión de Aedis, Auxerre sintió que sus mejillas volvían a quemarle.

—Tú me gustas a mí —dijo y debió mirar en otra dirección—. No sé gestionar las emociones. —Sus delicados besos, la ternura con que el contacto de sus labios rozó su boca o las mejillas... Auxerre parecía estar en el aire pero no volando sino flotando, como si se encontrara preso de un hechizo atontador en niveles alarmantes—. ¿Te gustaría salir conmigo?

«Aclárale, aclárale que no te refieres a la habitación.»

—No me refiero a la habitación —sonrió ante sus propias palabras algo atropelladas—. Sino como... ya sabes. —¿Por qué le costaba tanto a su lengua murmurar la bendita palabra y no un disparo de unos cuarenta metros de distancia?

[Mentita]

 

 

 

 

 

Aedis "Mosquito" Greengrass

Cazadora de Tutshill Tornados

El nerviosismo de Auxerre le pareció tierno, la forma en cómo hablaba, sus inseguridades confesadas y esa forma de mirarla cuando sus ojos se encontraban. Aedis mantenía una sonrisa en su rostro que, de vez en cuando, le hacía sentirse boba. Ya le había soltado el cuello pero en ese momento tenía ganas de tomarle la mano, establecer alguna forma de contacto y no despegarse de él. Mas temía ser invasiva, no quería que él la viera raro y se contuvo. Miró las manos del subcapitán de las urracas y luego la suya.

Greengrass elevó la mirada ante la pregunta del chico y creyó un poco aturdida por la sorpresa, no se esperaba ese tipo de pregunta y mucho menos el significado de la misma. Aunque Auxerre no dijera la palabra, Aedis entendió a lo que se refería; y estuvo tentada a decirle que sí, si no fuera porque recordó a su madre en ese preciso momento: Si no lo dice, no cuenta (?).

― No, no sé cómo. ¿Salir a dónde? ―inquirió con un gesto que simulaba ingenuidad. 

En ese momento, la voz amplificada de una mujer volvió a escucharse en todos lados, estaba apurando la presencia de todos los jugadores en la ceremonia de inauguración del torneo. Mosquito pensó que, tal vez, todos los periodistas ya estarían lejos de la puerta de la habitación en la que se encontraban ellos dos. Los jugadores de todos los equipos también habrían ido a ocupar sus lugares y, de ser así, sólo faltaban Auxerre y Aedis, ambos de equipos rivales, hacer acto de presencia. ¿Notarían eso los demás, la ausencia de los dos cazadores?

La capitana de los Tornados esbozó una sonrisa juguetona al comprobar que lo había puesto en apuros al hacerse la desentendida. Se mordió el labio y se contuvo de tirarle los brazos al cuello y besarlo nuevamente. Le gustaba. Le gustaba él. No le importaba que fuesen rivales en un campo de quidditch y que tuviesen que disputarse un torneo. Aunque sabía que tenían que ser prudentes, tampoco le importaría que los demás supiesen lo que pasaba entre ellos. Al menos, los jugadores de su propio equipo ya se habían dado cuenta. Le importaba él y la sensación de estar en las nubes cuando estaba cerca. En ese momento, lo único que le importaba era lo que  sentía por él.

― Estoy jugando, sí sé a qué te refieres. Y sí... Sí quiero.