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Aventuras Mortífagas 11 — desde el Oriente.


Mael Blackfyre
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Flagelo siguió observando a la bruja de capa verde...(hermosa!...el color favorito del joven mago...claro que cuida de no usar nada de ese color cuando lleva la máscara de cobre.) Está tentado a tomar el pergamino de la mortifaga para curiosear sobre las notas que se ven en el...quizás sea interesante la información...

El nigromante no conoce mucho sobre aquel período de tiempo en particular (¡es tan basto el conocimiento de la magia, los magos ancestrales y las fuentes mágicas!) pero es precisamente la historia del mundo, la que conjunta variospintos hechos que al ir encontrando uno a uno, se sentía que tan solo es posible vislumbrar fragmentos de ese todo tan impreciso, aún así, siente no poderse detener para conocer más y más tratando de entender de la mejor manera...

El peliazul inclino la cabeza...las palabras de la pelirroja eran subyugantes...lástima que no se contemplara el saber en aquella encomienda, porque a él no le importan las riquezas(la abundante riqueza que le pertenece, no le otorga ninguna ilusión) no le atrae el poder (ya sentía que el que posee, es el suficiente tras su estudio) los magos...ninguno le causa curiosidad...tal vez solo al Mago Merlín le seguiría sin dudarlo.   

Miro de nuevo a la vampiresa...a está altura de la vida, ya no cuestionaba a nadie, pues cada quien es libre de actuar como mejor le parezca, pero puede apreciar que la bruja acostumbra "tomar las riendas" de las situaciones. Tras la máscara de cobre, nadie puede observar la sonrisa cínica que esboza con sus labios delgados al hablar "melosamente"...

--Claro, claro...querida, ya vamos humildemente a seguir tus órdenes sin chistar, ok, así que el pergamino tiene sed...con gusto ayudaré! --Sus ojos destilaban aquel sentimiento que "salta como dragón herido" y abre las fauces para "destrozar" a quienes se pongan al frente, con el pensamiento conjura a su varita que se materializa en su mano, se concentra con furia en su ser...quiere sangre el dichoso pergamino y él hará que esas gotas se multipliquen...usando su poder de evocación, la cantidad de ella va aumentando, como está al borde del papel, la sangre hace un charco fuera del papel pero aumenta sobre la mesa, empieza a coagularse, bastará un rato para que se seque... 

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Grelliam

Levantó ambas manos con el libro en ellas como rendición, no pretende en absoluto hacerle frente a este nuevo personaje enmascarado que se integra en la investigación, o mejor dicho, a la búsqueda de Draven, aun cuando sus intenciones habían sido otras antes de salir de la mesa. No obstante, ante la clara amenaza que ha recibido, la cual no pretende poner a prueba, decide finalmente que puede continuar con lo suyo sin tener que abandonar la Torre Negra todavía, tal como lo ha dicho desde un principio, pero que tampoco necesita quedarse solo observando el pergamino esperando a que algo más suceda. Rodeó entonces a la bruja, apartándose de su camino inofensivamente, sin ganas de enfrentarla o detenerse a tentar los límites de su paciencia. Era mejor tener un perfil bajo estando rodeado de todas estas personas.

Continuó adelante, encaminado por sus propias representaciones que se ha hecho de la magia de ese pergamino, deteniéndose en la puerta solo un instante antes de salir, un breve momento para escuchar a Kila exponer una nueva explicación, un intento mayor, con una ofrenda más significante que hace que Grelliam considere quedarse un instante más. Sopesa la idea que Darla Potter ha tenido, pero algo de todo lo que ella dice, retumba en su cabeza, lo hace con un ruido sutil, como un timbre o una campana pequeña; “cada uno podría obtener los conocimientos que necesita e ir tras el mago, el poder, la magia y las riquezas”. 

La soledad del pasillo donde se encuentra luego de abandonar al grupo, lo frío del corredor, lo silencioso que es, resulta estimulante, una vez afuera extiende a sus anchas este plano mental que con los años en cautiverio ha estudiado y perfeccionado, y de pronto la línea que divide la realidad de lo que sucede solo en su mente es tan delgada, que casi no existe. Y tal vez, bajo esta visión, debería volver, debería quedarse un poco más, explorar entre sus poderes, no solo los suyos, sino los del grupo completo, y entender de que verdaderamente se compone esta magia. ¿No es por esto que servía ahora a los inciertos ideales mortífagos?

Puede ser que no sea necesario tanto de todo eso-, de nuevo está ahí, en algún momento ha entrado otra vez y observa desde un extremo oscuro de la habitación, cómo si no quisiera acercarse más. —La sangre corrupta permite que la sangre del usuario se vuelva altamente mordaz, capaz de dañar cualquier objeto-, explica acercándose con lentos pasos, observando más de cerca el hechizo de Flagelo causando un efecto sobre el rastro de sangre de Kila y Zenin, ¿quién diablos eran estas personas y que clase de poderes habían adquirido? De pronto estudiar a estos personajes más de cerca se vuelve una cosa más interesante que el mismo pergamino sobre la mesa. 

Tiene otras utilidades interesantes, pero entre lo más relevante es su capacidad de penetrar y dañar incluso sobre la magia oscura-, no necesita lacerarse con el filo de la daga que Darla ha invocado para extraer algo de su sangre, desde que lleva la marca puede sentirlo, y la piel de su cuerpo se abre, por debajo de la palma de su mano dejando un rastro mucho más generoso de los efectos que tienen los poderes de Nosferatu.

Finalmente, tras solo segundos de espera, algo parece haberse roto, como si una capa imperceptible hubiera estado cubriendo la superficie del papel. Es en ese momento donde al fin se muestran unos textos un poco más entendibles que los orientaba hacia dónde podían comenzar la búsqueda de este dichoso mago. 

Esta vez Grelliam volvió sus extraños ojos a la bruja detrás de la máscara de dos colores, tartamudea haciendo a un lado para que Hysy tenga una mejor visión de lo que se ha revelado en el pergamino y pueda encontrar una ruta que los lleve más pronto hacia el siguiente objetivo. Pero lejos de esperar que ella pueda terminar con la visión, la magia que proviene del objeto sobre la mesa comienza a zumbar nuevamente hasta que tres figuras como bestias espectrales se manifestaron ante ellos, rodeandolos. Habían nacido de la oscuridad de aquel recinto, en ellos la perversidad irradiaba a la vez que recitaban algo, cual cántico, que sospecha que es el idioma en el que está escrito el pergamino. 

Podría tratarse de otro hechizo de protección, una revelación de los verdaderos poderes que están por descubrir o tan solo otra alucinación mas de Grell, pero aun si fuera esto último, cree que puede reconocer algo de humanidad en ellos; los fantasmas maldecidos de aquellos tres reyes que Malik había codiciado y engañado al robar los regalos para el profeta.

Tal vez ellos saben algo sobre lo que estamos buscando-, murmuraba a la vez que se mueve lentamente ahora detrás de Darla ya que lo incógnito que hay debajo de la mesa hace que meterse ahí ya no sea más un lugar tan seguro y, alucinación o no, era mejor tener algo de protección adicional.
 

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¿Alucinaciones?

Le golpeó como un trailer aquella duda, obligándole a agudizar sus sentidos. ¿Qué demonios era eso de seguir las ordenes de Darla?. Hysy jamás se rigió de esa forma dentro de las filas oscuras, siempre iba a su ritmo y era la dueña de sus decisiones fueran malas o buenas. Nunca paso por alto la cadena de mando, pero eso quedo en el pasado, ya que los que figuraban dentro del bando en sus tiempos dorados, ya no formaban parte de la vida de la Ángel Caído. Mordiéndose un poco la lengua contenía sus ansias por cortarle el cuello a todos los presentes, debía ser ante todo sumamente inteligente y astuta— Pues entiendo poco o nada, la verdad no pille una sola cosa de lo que ha pasado o dejado de pasar—soltaba sin el mayor interés. 

Para ella entregar sus sangre eran palabras mayores, ladeando la cabeza no se imaginaba empeñando la misma para dar con el paradero de un desconocido. Pero Grelliam tenía un punto y no encontraba como rebatir el mismo de forma certera y que le diera la razón a la rubia— Eso puede ser producto de haber tomado mucho café o dormir mal—se mofaba con discreción. Desviando su vista hacia el libro, sintiéndose atraída por el contenido del mismo. Su afán por leer todo lo que se cruzaba en su camino, jamás acababa de saciarse del todo— ¿Por que la sangre de ellos y no la de otros?—formulaba aquella pregunta sin intentar sonar envidiosa o algo similar. Pero detestaba que protagonismo que algunos tomaban dentro de las filas oscuras.

Se limitaba a mirar a los entes recién aparecidos, intentando dar con los recuerdos que podían tener albergados en sus memorias— Legeremens—siseó colándose en la cabeza de esos seres. Quizás estaba siendo demasiado osada, pero así era ella atrevida hasta la medula de los huesos. Leyendo parte de lo que estaba plasmado en el pergamino, evitando perder la concentración que mantenía al leer los pensamientos de uno de esos espectros— Saben menos que nada, pero de algo servirá esto—golpeaba la parte baja de su máscara bicolor. 

Mutando los colores ahora el blanco estaba del lado izquierdo y el negro del lado derecho, aquellos ojos rojizos destellaron con fuerza despertando en ella aquel demonio que pocas veces daba señales de vida— Las letras están ocultas entre líneas, nada es evidente ante los ojos que no saben ver más allá de lo que es una observación detallada de lo que el desea decirnos—enunciaba como si estuviera en un trance. Sintiéndose como una marioneta sujetaba por brazos y piernas por hilos invisibles que le movían a placer. Escuchando a lo lejos la voz de Asra la líder de los Senescales de Caronte, respiraba profundo sintiendo como el navío tatuado en su piel se removía como lo hace una serpiente sobre las arenas del desierto.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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La carcajada escapó de sus labios en forma natural y sin medir consecuencias, desde que había regresado solo las media frente a… bueno, la verdad es que de momento frente a nadie, había sido amable y dulce con la única persona cuyo afecto le importaba más allá de la sangre. O al menos de los lazos familiares establecidos, pero ahora no era el caso.

—Muy dulce cariño, pero para jugar a las charadas nos falta mucho camino por recorrer, no me importa quieras o no hacerme caso, pero para llegar a la meta puede que haya muchos caminos, pero como dije, nadie se decidía a tomar ninguno, al menos esto nos hace reaccionar ¿verdad? —giró alrededor del peliazul, como embebiéndose de su esencia y se estremeció por completo —gracias por los libros… pero si quieres jugar solo… a la merde el universo… —la mano libre de Darla se extendió suave, rozó apenas el hombro de Flagelo y se alejó unos pasos, deteniéndose al encontrarse con la figura de Grelliam.

La voz del mago la hizo pensar en lo que decía, odiaba eso de la sangre, la sangre corrupta, sí, eso es lo que había hecho que supiera que era imposible seguir a los discípulos de Nosferatu. La voz de la bruja de la máscara bicolor hizo que lanzara un bufido, por qué la sangre sería una pregunta más adecuada, pero después de todo ¿la sangre no movía todo en este mundo? No era la vida la que corría por ella y se desvanecía cuando ya no estaba. Curioso que una vampira cuestionase esas preguntas.

Iba a pronunciarlo en voz alta cuando las figuras aparecieron frente a ellos y Hysy utilizó la legilimancia para llegar a la mente de los espíritus. Darla lanzó un suspiro profundo, no era la opción que ella hubiera elegido, si pudiera serían los poderes de los oscuros, pero solo pudo hacer algo, sus ojos volvieron a tomar una vez más la extraña forma felina mientras observaba a las criaturas y escuchaba las palabras que salían de los labios de la mortífaga de la máscara cambiante. Un suave movimiento de su cabeza hizo que sus oídos se detuvieran en la escucha del suave murmullo que salía de los labios de los fantasmas.

—Sí… haremos caer a Malyk, a su espíritu y a su maldición —la pelirroja míró entonces al hombre tras ella y lo tomó de la muñeca, haciéndolo adelantarse, quedando a su lado —ellos no tienen el poder de dañarte —le susurró al oído sin soltarle pero deslizando su mano hasta la de él, sintiendo la esencia de su sangre en el palpitar de su propia palma.

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Grelliam

Omitir, omitir...-, se queja llevandose ambas manos a las orejas tras hartarse del molesto zumbido que el cántico (que no cesa) causa en sus oídos tan acostumbrados al silencio absoluto. Había trabajado con seres de esta naturaleza durante alguna temporada mientras terminaba el colegio de magia, y tal vez un tiempo mas luego de eso, sin embargo hoy pensaba que los fantasmas eran tan aburridos como inservibles, pues contaban, como condena, una vez tras otra las mismas historias de siempre. Pero ¿cuál era la historia que estos tres querían contar?

Su feo rostro, más lleno de cicatrices que de marcas de la edad, hizo una mueca de disgusto, el misterio se hacía más grande a la vez que más detalles sobre el pergamino se iban revelando ante ellos. La aparición de los tres espectros finalmente representó un gran salto en la investigación, sin embargo, los cánticos en otra lengua casi los arrastraron de vuelta al comienzo, pues al menos ninguno de ellos podía traducir sus palabras. O al menos eso cree hasta que Hysy puede confirmar que su magia de legeremante ha funcionado y ha conseguido sacar algo de estos tres espíritus, comenzando a emplear una misteriosa magia que parece ayudar a traducir parte del mensaje que los espectros cantan.

Por su puesto, para sorpresa tal vez de nadie, las palabras que salen de la boca como hipnotizada de Hysy son todavía más confusas, aunque no por eso menos importantes, así que se apresura a buscar entre sus cosas algo que pueda servirle para anotar, pues no puede fiarse completamente de su traicionera mente.

…nada es evidente ante los ojos que no saben ver más allá…

Decía Hysy a la par del recitar de los fantasmas.

Tres espectros de reyes, tres sendas, tres fuerzas distintas-, masculló. El agarre de Darla en su brazo lastimaba, ella no parecía notar la fuerza extra que necesitó usar para jalarlo hasta su lado, considerando que Grelliam le dobla casi la altura, ella lo había conseguido fácilmente. Pero ahora sin máscara, puede ver mejor los cambios en su rostro y algunos otros signos, tal como las uñas ahora como garras en sus manos que se clavan sobre su piel casi sin darse cuenta. Por suerte, aún le queda algo de fuerza, para emplear la magia de la Sangre de Caín si es necesario. 

¿Crees que pueda representar a los tres clanes de la marca? Quizá algo que los fortalezca a cada uno-, cuestionó, esta vez no solo al aire, sino que se fijó en Darla, buscando su tatuaje azul, para ver si había algún cambio en ellos. —Eso habías dicho ¿no? Debemos descifrar lo que la magia antigua nos puede regalar para aumentar el poder o la unidad de la Marca-, su cuerpo entero tembló ante el sobre esfuerzo y se aferró a Kila, aunque su pulso es casi inexistente ella era lo más real que tiene ahora, pues lo ha sacado de su escondite. —Pregúnta a estas almas sobre los tesoros de los que habla el pergamino-, hasta ahora lo poco que han conseguido traducir. —¿Qué son, dónde están y para quién eran?-, sugirió a Hysy que con alguno de sus poderes ha sido capaz de comunicarse con estos espectros de oscuridad.

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— Hielo del Averno—aquella moneda era el pago que usaría para hacerse con la información que necesitaba. A lo lejos pudo escuchar la voz de Grelliam, pero se semejaba más a un cuchillo cortándole el pecho limpiamente— No es la primera vez que renunció a parte de mi alma o lo que debe quedar de ella—sonrió detrás de la máscara. Aquel lienzo que comenzaba a teñirse de carmesí el mismo color que le corría por las venas el legado que le dejarán sus padres Macnair. El hielo brotaba de las palmas de sus manos, frío y abrazador como el que residía en las tierras que eran dominadas por los osos polares. Rodeando su cuerpo con el mismo, escuchaba con suma atención el mensaje enviado por uno de esos espectros.

— Han pasado años, décadas de secretos que están contenidos dentro de esos libros. Entre líneas, deben aprender a leer lo que no es visible a simple vista—el tono de la voz era completamente oscuro y siniestro. Similar a las uñas que se arrastran en un pizarrón, erizando la piel del infeliz que captará aquel sonido—Perdieron parte de su esencia, pueden viajar a través del tiempo. Pero cada aparición les consume un dato y eso nos deja con pocas piezas a nuestro favor—soltaba sintiendo el hielo adherirse a su cuerpo. Pero no le dañaba, sino todo lo contrario era un escudo para evitar el ataque que venía contra ella.

Era como el cerco que levantaba con la Oclumancia, la barrera mental que protegía sus más secretos pensamientos—Dicen que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional—apretando su zurda invocaba su varita azul como la mirada de su querido Kyle. Los grabados que tenía en la empuñadura, no eran más que los huesos de los rivales que perecieron bajo el yugo de su poder— Tres clanes, tres lideres, tres fuerzas y tres tatuajes. No hay más que eso es una triada perfecta, incomparable y cada uno de los poderes que nos están entregando es la viva imagen de su triunfo—parecía que estaba en un trance. Su cuerpo era una masa fría, ausente de todo calor humano en ella. Pero. ¿Cómo demonios podría emanar calor un vampiro de su estirpe?, había matado todo eso al acabar con la vida de su madre. 

La única Macnair que ella no consideraría dentro de su árbol genealógico, porque contaba con el reconocimiento de los padres de Kyle y Kahlan, quien se lo iba a imaginar. Eran como hermanos, pero con la diferencia de que ella no compartía la misma faz que el par de gemelos— Murió—caía en cuenta de la perdida de su querido hermano menor— Todos mueren, solo pocos alcanzan la grandeza y sobrevuelan más allá de lo que sus alas, les permiten—cerraba sus ojos dejándose seducir por los susurros que brotaban de la boca de uno de esos reyes magos. Humanos que creían que solo con llevar cofres plagados de incienso, mirra y oro, ya se hacían merecedores a tal titulo. 

Su aporte estaba hecho, todo quedaba en manos de sus compañeros. No le bastaba más que dejarse ir nuevamente, olvidando por completo lo que le había llevado hasta ese meollo. Aprender y seguir creciendo como una leyenda, no más bien como la master de las leyendas. Aprendió de los mejores y ahora era mucho más que ellos, aunque les guardaba especial cariño en lo que alguna vez pudo llamar corazón y le latía dentro del pecho. En su lugar un hueco inmenso se abría paso como lo hace un ejercito que desea invadir un reino que ha vivido años en paz y sin el temor de verse arrasado por el poder que cegaba hasta los más inteligentes.

Editado por Kahlan Macnair

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Durante varios minutos el Zenin se quedó ensimismado en sus pensamientos, de porqué había bajado hasta esa habitación o porqué tenía que trabajar con magos y brujas que no conocía de nada. No le inspiraban confianza y para el Zenin esa era una virtud que destacaba cada vez que se disponía a participar de alguna asociación. Sus años de experiencia no le decían mucho al respecto, poco sabía sobre ello, pero intentaba a toda costa poder sobrellevarlo. Al fin y al cabo, era solo un joven de 24 años que estaba dando sus primeros pasos en la magia oscura, deseando conocer los entresijos de la magia de los senescales cuyo poder radica en tomar la magia de las almas condenados en el inframundo. Era aprendiz de senescal después de todo.  

—De hecho, soy aprendiz de senescal… —respondió por instinto. Liberado ya de su letargo mental. —Estoy intentando conectar con las almas de los que escribieron estos pergaminos, pues la magia deja rastros como bien asumo que sabe usted — sintió como le miraba por encima de los hombros mientras él manipulaba con sus manos desnudas el trozo de papel antiguo. Cerró los ojos e intentó recordar las primeras enseñanzas como discípulo senescal. Esperaba poder detectar la impronta de las almas de las personas que habían creado los grifos, pausando poco a poco su respiración para poder escucharla…

A su vez, un ¿compañero? más intervino en la búsqueda de la respuesta que les habían planteado nada más asignarles la misión. Le cedió los papeles para que este haga con ellos lo que más le parecía. El brujo se cortó con el borde del pergamino y la sangre que salió de la herida descubrió signos que Fushiguro no había visto jamás. Kila reflexiono sobre si eran o no una mezcla de varias lenguas antiguas y perdidas en la historia, el Zenin solo asintió, poco podía aportar sobre las lenguas muertas. Tanto así que decidió dar una cabezadita para recuperar fuerzas, después de todo había intentado percibir el rastro de las almas de los pergaminos antiguos, obviamente sin éxito. Cerró los ojos y su cabeza cayó de lado sobre su hombro

 

Varias horas después …. 

Un corte en una de sus extremidades lo despertó de golpe, estaba descolocado y no entendía lo que sucedía. De repente se cruzó con los ojos descubiertos de ¿Kila? Ya no llevaba mascara, sus ojos conectaron durante un milisegundo, luego fue increpado por el latir de la herida abierta que le sangraba. --¿Por qué estoy sangrando? — repasó los rostros de sus compañeros, ya eran cinco los que habían acudido al llamado de la líder. Mientras tanto la bruja que llevaba la mascara blanquinegra hablaba de riqueza, tesoros… eso le llamó más la atención. Echó una mirada acusadora a Kila para recuperar su mano herida. Toji aun no tenía los conocimientos del libro adecuado para hacer sacrificios de sangre, pero le resultaba curioso poder sentir por primera vez aquella experiencia, solo esperaba que su sangre ayude a revelar algo interesante. 

El pequeño bote que le habían tatuado el primer día que entró como discípulo de Caronte se estremecía con cada palabra que Hysy pronunciaba, estaba invocando poderes del inframundo que Fushiguro aún no dominaba. El tatuaje reconocía el poder de los carontes. Intentó sentir el alma de los antiguos para poder pedir explicaciones sobre el pergamino, necesitaba poder aportar algo a aquella búsqueda y pese a sus limitaciones y poca experiencia con la magia de las almas así lo hizo. Estaba agotado… la mascara le pesaba … ¿podría seguir luchando? 

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— Ha zarpado mi navío—torció una amarga sonrisa en sus labios. Sintiendo como el frío del hielo del averno se instalaba en lo más profundo de su ser, abrazando cada fibra de su cuerpo. Era como una madre que acunaba en sus brazos a su pequeño, sintiéndose acogida una vez más por Asra, la líder de los Senescales de Caronte. Ella había tenido la oportunidad de charlar con la mujer, aprendiendo de ella cosas que muchos jamás podrían controlar por mucho que lo desearán. Selecto debía ser el grupo que le recibió con los brazos abiertos, pero como en todo existían las molestias y decepcionantes excepciones. 

La Ángel Caído se limitó a continuar la conexión con aquel ente, restándole importancia a quienes le rodeaban. Por primera vez en mucho tiempo se sintió excluida de las filas tenebrosas, pero eso le importaba muy poco. Ya que era una leyenda viviente que no se dejaría afectar por banalidades como esa, concluyendo su trabajo al echarles una mano, escuchaba las últimas palabras del ente. Abriendo sus ojos azules, desperezaba su cuerpo estirándose como un felino— Diría que ha sido un placer, pero no me gusta mentir, Les deseo suerte, quizás nos veamos por ahí—deslizaba su zurda por su máscara cambiando los colores de lugar.

— Me ha dicho algo más, pero me lo llevaré conmigo—sujetaba con fuerza el mango de su espalda del invierno. Aquella que era su nueva compañera fiel, desatando una ventisca que aumentó en fuerza y poder, cubriendo toda la anatomía de la Vidente. Poco a poco se desvaneció dejando detrás de ella copos de nieve oscuros como el ala de un cuervo, Macnair iba en su propia búsqueda del secreto de ese sujeto tan misterioso y al mismo tiempo desconcertante. La Torre negra le daba una bienvenida sobria y sin demasiada efusividad, sintiéndose como en casa una vez más.

Se tumbaba en un cómodo sillón alargaba la mano para tomar la copa de bourbon que le esperaba como siempre— Vicios que no pasan de moda y son el mejor confort que puede existir en la tierra—cerrando sus ojos se dejaba llevar por el embriagador aroma de su bebida.

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