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Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)


Xell Vladimir Potter Black
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Notaba que todo iba mal, muy mal, algo malo le pasaba a mi madre y, aunque entendía lo que decía Sagis, yo también era sacerdotisa. Aunque no tuviera los votos hechos, no me hubieran dado aún la hoz de plata, era sacerdotisa, también quería ayudar en lo que pudiera.

 

Pero Sagitas tenía razón. Mi madre había perdido el control y precisamente la relación madre-hija hacía que no fuera objetiva para ayudar.

 

Por ello me di media vuelta y me alejé, al lado del amigo de mi tía. Llegamos al mostrador y respiré hondo.

 

- Perdona el revuelo - le dije, intentando parecer profesional. - Dijiste que querías un libro de cocina. ¿De alguna nacionalidad concreta? ¿Mágica o muggle? ¿De alto nivel o de estar por casa?

 

Y sin poder evitarlo, me puse a llorar. Saqué un pañuelito de papel y me soné la nariz.

 

- Perdona, perdona, es que... Algo le pasa a mi madre y no me dejan estar a su lado. No... No debería decirte nada, pero es... es mi mami y no quiero que le pase nada. ¿Notaste el calor que despedía?

 

Terminé de quitarme las lágrimas y respiré un poco más tranquila.

 

- Lo siento, de verdad. No suelo ser una llorona y menos ante gente que no conozco. Soy Xell Vladimir, una de las dueñas del local. Las otras son Sagitas y Reena, mi madre.

 

Y volví a llorar al decir su nombre.

 

 

 

 

(Fuera de OdF)

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Xell se vino conmigo y nos dirigimos hacia el mostrador. Me preguntó que libro de cocina quería, si de alguna nacionalidad concreta, mágica o muggle, de alto nivel o de esta por casa… Y yo le respondí.

 

-- Lo siento, pero yo ahora no tengo la mente en comprar el libro.

A continuación Xell se derrumbó y se puso a llorar. Me dijo que le perdonase.

 

-- Xell tranquila, te entiendo… -le dije.

 

Xell se calmó un poco y me explicó que ella era una de las dueñas del local junto con Sagitas y Reena. Fue decirme eso y nuevamente se puso a llorar. Yo la entendía perfectamente ya que su madre no estaba bien. Como yo no podía ver a nadie llorando, me acerqué a ella y susurrándole al oído le dije.

 

-- Por favor, no llores…

 

Y no pude evitar ponerme triste.

Editado por Pikachu

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Me gustaba aquel chico(Pikachu), pues ahora sus ojos eran marrones y su aura estaba tomando un matiz triste, no sabía por qué pero no podía negarlo. Era demasiado amable conmigo y no podía dejarlo así.

 

-Si, es mi libro de cocina... Amigo...

 

Le respondí en voz tímida y repetí la palabra con la que había calificado al chico, "amigo" era algo importante, aunque no lo fuera mio, lo era de mi tía y eso era una gran paso. Mi temperatura volvió a disminuir aunque seguía en tensión, no quería soltar mi libro.

 

-No, no me dejes sola con ellas... por favor...

 

Señalé a Sagitas y a Cye, aunque tampoco quería quedarme sola con Xell, no podía soportar verla sufrir, eso me rompía por dentro aun mas y mi cuerpo tenía un limite soportable de dolor. Quería que ella se fuera, pero no era capaz de expresarlo. Si el joven rubio se quedaba mi niña seguro que tampoco quería moverse. Pero el aura del joven (Pikachu) me tranquilizaba.

 

Me levanté un poco y estiré una mano hacia él, sin soltar la otra mano del libro, necesitaba enfatizar mi necesidad de su protección. Pero al parecer no fue suficiente... Mi hija se volvió y bajó ruidosamente las escaleras siendo seguida por el chico, ¿sería que no había hablado en voz alta? ¿o sería que mi mundo se derrumbaba por momentos?

 

La escuché llorar abajo y mis lagrimas la siguieron, cuando empecé ya me puse a llorar por todo lo ocurrido.

Editado por Reena

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Cye miro asombrada, la escena, que le pelirroja se arrinconara no era normal, esa no era su naturaleza, entonces escucho las palabras de un joven que no reconoció hasta que lo escucho hablar, era Pikachu uno de sus estudiantes, bueno ella se apropiaba de todos los que eran asignados como si de hijos o hermanos se tratase.

 

-¿Pikachu?- pregunto para asegurarse y dio un paso, para verle el rostro, si era él era agradable verle de nuevo aun en aquellas circunstancias tan... movidas

 

-Un gusto- le paso la mano por el hombro y avanzo un pasito más escuchando las explicaciones de Xell y Sagitas. Pero seguía sin comprender nada, hasta que sintió el calor, entonces miro a Sagitas y guardo su varita, ese no era un peligro que se combatía con ella.

 

-Si Xell, es mejor que ambos vayan por ese libro que esto se puede poner muy… caliente- el calor no era extraño para Cye no por nada era una sacerdotisa de fuego, pero si le extrañaba que la Rosier pudiera expresarlo tal temperatura sin desmayarse, no era normal aun con los poderes que tenía.

 

-¿De donde ha salido el libro?- pregunto en tono seria mirando a la chica aun acurrucada y abrazada hasta casi fundirse con el manuscrito.

 

-No me gusta, parece tener una emisión de aura propia que domina la de Reena, haciéndola agresiva, no dudo que nos ataque- volvió a susurrar a la sacerdotisa de pelo violeta.

 

-Reena, me reconoces, soy tu amiga, intento ayudarte y no lastimarte como lo hace el libro, ¿nos cuentas que sientes?- ella podía lanzar una llamarada y acabar con el libro o tal vez aumentar su poder pero no estaba segura de que su portadora saliera ilesa, es más empezaba a sentir deseos de encenderse en llamas y en una librería no era buena idea.

 

-Ojala sepas hacer nieve o lluvia, me estoy calentando tanto como ella, hay que hacer algo rápido- le dijo a su cuñada mirándola de reojo y frotándose las manos.

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Pikachu decía que no podía comprar el libro, que no tenía la mente para ello. Le entendía. Después de lo sucedido, yo hubiera salido disparada y hubiera abandonado la tienda.

 

Por ello, le agradecía que se hubiera quedado y estuviera allá, consolándome. Tomé un pañuelo de papel y me sequé las lágrimas. Después me limpié la nariz. Me había gustado que él hubiera susurrado en mi oído palabras de alivio.

 

- Gracias, Pikachu, yo... Lo siento, no sé por qué lloro sin más.

 

Era todo tan extraño...

 

- Mamá con el libro, protegiéndolo como si le fuera la vida en ello. ¿Sabes? Llevaba mucho tiempo sin venir a casa y después su elfina buscando un paquete, que vino con una rata horriblemente fea. Y ahora ésto... Creo que mi madre tiene un grave problema. Lo bueno es que Sagitas y Cye están con ella y la ayudarán.

 

Miré hacia el lugar donde mi madre estaba con mis tías.

 

- Pero no entiendo por qué te dijo que no la dejaras con ellas. Se supone que a ti acaba de conocerte. ¿Por qué no querrá quedarse con la familia?

 

Me moría de ganas de saber qué sucedía en aquel lugar.

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Xell y Pikachu me obedecieron, a pesar de que mi sobrina no estaba muy segura de hacerlo. Pero lo que más me preocupaba era el poco diálogo que había soltado Reena. Se había puesto a farfullar palabras y a apretar el diario junto a su pecho. Sentía las palabras de ellos al alejarse pero no les hice caso. No podía. Me interesaba más saber por qué Reena creía que era mejor pedir al muchacho que no se fuera antes de quedarse con nosotras a solas.

 

-- No me digas que a estas alturas nos tienes miedo a mí y a Cye, Reena.

 

Volví a mirar hacia Pikachu, intentando saber qué había en él que le interesaba a mi sobrina.

 

-- Pero no llores, mujer, que no entiendo nada. Anda, explícame qué sucede y cómo podemos ayudarte.

 

Cye hacía preguntas muy interesantes, como para saber de dónde había salido el libro. Ni idea de la respuesta, pero me asombró que ella dijera que tenía un aura especial. Pero saber que creía que ella podía atacarnos...

 

-- Oh, vamos, no creo. Reena es una mujer cabal y no haría eso.

 

O eso pretendía creer, ya que nunca antes había visto a mi sobrina actuando de esa manera.

 

-- Pues sí sé hacer nevar. Soy experta en metereología, pero sale más a cuenta helar el agua de una bañera y meterla dentro. Las consecuencias no son tan malas...

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Xell se extrañaba tanto como yo. No sabíamos por que Reena quería que yo me quedase con ella ya que yo, no la conocía de nada.

-- Pues no lo se Xell… Yo también me pregunto por qué no quiso quedarse contigo, su mismísima hija. Y creo que si nos quedamos aquí no vamos a hacer nada de provecho por lo tanto ¿Crees que deberíamos volver con ellas?- le pregunté.

 

Sagitas nos había mandado irnos de allí, pero el libro de cocina que vine a compra había pasado a un segundo plano. Porque después de lo que estaba sucediendo, comprar era lo último que tenía en mente. Tenía muchas ganas de saber que era lo que estaba suciendo. Y sobre todo tenía la curiosidad de saber de que trataba el libro que tenía Reena entre sus brazos.

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Cye seguía mirando a la Rosier mientras escuchaba a Sagitas hablar, era cierto, ella no había reparado en que Pikachu era un desconocido para Reena aunque no para ella, por eso no había caído en cuenta la familiaridad, ¿tendría él algo que ver? O solo era circunstancial aquel apego por no quedarse a solas con las dos brujas a quienes conocía desde hace mucho.

 

-Eh ¿helar la bañera?- pregunto incrédula, luego le vio un poco mas de lógica al asunto, pues el enfriamiento seria temporal no permanente, la pelivioleta como siempre pensaba en todo, detalles que al resto a primera vista se les pasaba.

 

- Creo que no nos escucha y si lo hace no quiere contestarnos- dijo un tanto alerta, ese libro, estaba segura de que el libro tenía algo que ver. Rayos y ella que había pensado en simplemente comprar un libro de criaturas mágicas, no venenosas y de paso pillar a sus amigas en un ambiente de trabajo menos formal que el del ministerio, gastarle alguna broma y robarle algún chuche que seguro que tenían por allí, y ahora, estaba frente a una situación completamente diferente, sin saber que hacer, sin tener nociones de lo que en realidad pasaba.

 

- Creo que hablo solo cuando estaba Pikachu, me pregunto si debemos hacerlo volver- susurro apostando las manos en jarra a la altura de la cintura luego de guardar la varita, que no pensaba fuese útil en esa circunstancia.

 

- Reena, voy acercarme, no te lastimare- dijo y actuó despacio, presintiendo el peligro, lo extraño de la situación, dio apenas dos pasitos y aguardo algún tipo de reacción de la pelirroja, hubiese querido tirar de Sagitas pero sabía que estaba allí, muy atenta.

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Sentía mucha curiosidad por lo que pasaba, pero me daba miedo desobedecer a la tía Sagitas. Ella siempre mandaba, tal vez sin darse cuenta de la posición firme y a veces intransigente que adoptaba. Yo creo que sencillamente, estaba acostumbrada a salirse sola de los problemas y rechazaba la ayuda de los demás sin darse cuenta de ello.

 

Pero era un problema de la familia, así que en cierta manera me sentía casi obligada a desobedecerla.

 

- Yo creo que podríamos acercarnos, según como se dé la situación, retrocedemos o nos acercamos más aún. Temo por mi madre. Es como si algo se estuviera transformando en su interior. ¿Notaste el calor? Es como si emanara fuego.

 

Eso lo había visto, ahora que lo pensaba, en el dragón chiquitín del Circo. Su madre le estaba enseñando a proyectar el fuego hacia fuera para no quemarse. ¡Pero qué tontería! Mi madre no era un dragón, era humana. Los humanos no podían convertirse en animales.

 

- Sí pueden - dije en voz alta.

 

Seguro que Pikachu pensaría que estaba loca y me caía demasiado bien como para asustarlo, más todavía de lo que ya estábamos ambos.

 

- Mi padre es profesor de Transformaciones en la Academia. Él sabe cambiar objetos por animales. Y hay humanos que se metamorphosean en animales. Pero mi madre no tiene esa habilidad.

 

O al menos eso creía yo. Sería mejor acercarnos.

 

Le di la mano para que me acompañara. Sagitas no podía matarnos a los dos. O si podría pero tardaría mucho y ahora estaba más preocupada por mi madre.

 

- Tía Sagitas. Creemos - sí, vilmente introduje a Pikachu en mi afirmación, para sentirme apoyada; esperaba que no le sentara mal que le utilizara así. - Creemos que mami está sufriendo una transformación por dentro y que se va a convertir en... dragón.

 

Bajé la voz, ahora esperaba una reprimenda por semejante hipótesis sin fundamento.

 

- El libro sería quien la transforme o donde pone como curarla.

Editado por Xell Vladimir

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Miraba en todas direcciones buscando la salida, pero estaba en el piso superior y no podía atravesar todo el local, saltar las escaleras y alcanzar la puerta teniendo tantas brujas inestables pendientes de mis movimientos. Negué con la cabeza rindiendome a lo evidente no tenía salida, pero no por ello iba a permitir que me tocasen.

 

Las intenciones de Cye no eran claras, su aura se ponía gris por momentos y eso bueno no era. Mi intuición decía que iba a intentar quitarme el libro aunque sus palabras fueran melosas. No quería que se acercara y no quería llegar a pensar si quiera en una bañera helada, yo me sentía bien, pero de continuar así empeoraría en un tris.

 

Ver que Xell y Pikachu había regresado me dio un poco de fuerza para atreverme a hablar y así lo hice.

 

-¿Dragón? Uis si tu padre te escuchase te lavaría la boca con jabón por decir semejante barbaridad...

 

Logré decir con un poco de mal humor, pero sin cambiar mi postura acurrucada, además de alejada del resto. Y es que yo sabía que no era una transformación era un revelado de sangre estigmatizada, una sangre que no sabía que poseía hasta ese desastroso viaje a la India.

 

-CYE! DETENTE! el libro no es mágico, solo tiene mis respuestas... pero no puedo leerlo...

 

La ultima parte de la frase la dije en apenas en un susurro, que contrastaba con las dos palabras gritadas con las que empecé a dirigirme a mi hermana y es que la veía muy decidida a quitármelo, muy metida en su papel de trabajadora ministerial. Como le pusiera la mano encima a mi libro apelaría a mi marido y él me lo devolvería la mar de preocupado. Estaba segura de ello.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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