A propósito de ver viejos roles, me topé con el que hice para la quinta versión del castillo Evans. Yo ya intuía que antaño escribía mejor que antes, pero lo terminé de corroborar T_T (?) XDDD
Como sea dejo por acá el rol, especialmente por si hacen una nueva limpieza y termina borrado v-v . Creo que refleja mucho lo orgullosa que me siento de integrar la familia y lo que ella significa en la vida de mi personaje
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Una vez más los miembros de la Familia Evans McGonagall se preparaban para un nuevo comienzo, a la sombra del castillo bienhechor cuyos sólidos muros de piedra, blancos como la nieve, se alzaban en la noche cerrada, protegiendo a todos sus habitantes, y guardando para siempre sus secretos.
Atrás quedaban los ataques mortífagos, que nunca faltaban debido a que era la familia más temida por ellos, como temen las criaturas nocturnas cobardes y rastreras a la refulgente luz del amanecer que los revela. El jardín seguía luciendo un pasto perfectamente cuidado, y un camino de piedra que comenzaba al cruzar las puertas de hierro forjado, y que a lo largo de sus varios metros era flanqueado por numerosas estatuas de mármol frío, que apoyados en sólidas bases de granito, mostraban un perfil hermoso, semejante a ángeles protectores resguardando por toda la eternidad su territorio.
Avancé hasta la enorme puerta de roble, construida para resistir los peores embates del tiempo y de las batallas, y que llevaba tallada en ella la figura de dos hermosos fénix, uno mirando al otro. Era el más perenne símbolo de nuestras raíces, los ideales a los que nos debíamos, y el linaje del cual proveníamos. Porque como los fénix, poseíamos un temple de acero, forjado en las llamas de la esperanza que nunca dejaríamos morir, y por la cual resucitaríamos todas las veces que fueran necesarias, siempre para hacerle frente al terror, la crueldad y la desesperación.
En el mismo momento en que el viento, como invocado por una divinidad olvidada apareció casi susurrando palabras a mis oídos, levanté las manos hacia todos los presentes en el jardín:
— Parientes unidos por lazos más fuertes que la sangre, conectados por códigos de lealtad que van más allá de la vida y muerte. Contemplen el quinto renacer de este castillo. ¡No importa si ellos pisotean las flores, nosotros siempre tendremos las semillas para sembrarlas de nuevo!—alcé la la vista al cielo en busca del recuerdo del padre que no podía estar por haber aceptado hace ya demasiado tiempo la más pesada de las cargas— ¡Óyeme Elessar, que el linaje que dejaste, aquí vive, espera y te recuerda!
El viento se tornó más fuerte, y entonces las puertas se abrieron de par en par. Arrojando la capa al suelo, ingresé con los pies desnudos al enorme salón, del que colgaban elegantes arañas, una docena de muebles, un enorme aparador donde descansaban recuerdos y objetos traídos por distintos miembros luego de sus viajes por el mundo, y enmarcando todo aquello, al centro mismo de aquel escenario, la apacible chimenea donde nunca faltaba una ardiente llama para dar calor y abrigo.
El pasillo lleno de luz que daba acceso a la puerta de la cocina, justo a escasos metros del patio interior, con su jardín de flores, mi huerto de fresas y otras hortalizas, y la piscina para divertimiento familiar. En cada punto una torre, que protegía las pertenencias de la cada uno de los patriarcas de la casa, todas accesibles menos la Torre Oeste, maldita desde la desaparición de su residente: Príncipe Godric.
La magia heredada de los druidas de los tiempos más antiguos se repartió por cada rescoldo del castillo, cruzando más allá de él los campos, el pequeño bosque y el lago, hasta finalmente llegar a las catacumbas, vestigios del pasado y perentoria advertencia de nuestra mortalidad.
— ¡Bienvenidos mis amados Evans McGonagall, a la morada que para siempre será suya! ¡Por nuestra Sangre, Honor y Gloria!
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LOS AMO MIS EVANS MCGONAGALL
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