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Helene Eloise Bellerose

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Todo lo publicado por Helene Eloise Bellerose

  1. Las horas habían transcurrido sin ningún tipo de registro por parte de la castaña, que se encontraba absolutamente ensimismada intentando que todo quedase organizado y perfecto antes de la visita de los suegros. Llena de ilusión, la joven francesa no había parado a descansar desde que las cajas de la mudanza habían llegado al bonito departamento en el que estaban por instalarse, completamente concentrada en que todo quedara impoluto. Con la varita dirigía las cajas, que se iban desempacando a medida que muebles y accesorios iban colocándose en sus sitios definitivos, aunque había tenido especial esmero en desempacar lo frágil ella misma, para evitarse cualquier accidente de coordinación mágico. En medio de la tarea, sintió un par de brazos rodearla por la cintura y sonrió de inmediato, sabiendo que Leonid habría ya regresado. Se ruborizó ante el piropo, y en medio de risitas de absoluta felicidad, giró para corresponderle el beso de saludo. —Un par de platos más y la cocina estará oficialmente terminada. —Comentó con orgullo mientras le mostraba lo organizados que habían quedado los estantes. Se dejó girar hacia la mesa, sorprendiéndose y al mismo tiempo conmoviéndose ante la elección que había hecho el cosaco con respecto al vino. Desde que estaban juntos, y a sabiendas de la nostalgia que ella sentía al estar lejos de casa, siempre había algún detalle de su parte que le ayudaba a recordar a Francia. ¿Cómo no amarlo? —Te extrañé, guapo. —Admitió, rodeándole el cuello con los brazos. —El vino es perfecto, de hecho, creo que combinará muy bien con el Palmeni que quería servir el sábado. Encontré la receta en un libro de cocina entre tus cajas el otro día y quiero intentarlo. —Sonrió, quería impresionar a los padres del pelirrojo con una delicia típica de Rusia. —Así que tendrás que probar y probar para darme el visto bueno, hasta que estén perfectos. —Anunció entre risas. Asintió ante el recordatorio, sin poder evitar soltar una risita al recordar vívidamente una línea que destacaba entre las demás en aquel panfleto que habían recibido. —No es una mala idea, ¿será de pedir algo de comer? Vi el otro día un restaurante chino a dos manzanas que parecía rico. —propuso, maravillada aun de toda la amplitud culinaria que se encontraba al alcance de sus manos en aquel barrio en el que se habían instalado. —Y eso me recuerda, tengo algo para ti. —Deshizo el abrazo con delicadeza y se dirigió hacia un pequeño cofre que reposaba en la mesa. Al abrirlo, extrajo dos frascos de poción multijugos. Se acercó con ellos nuevamente hacia Leonid, mostrándoselos. —Con el ministerio de Francia completamente en apoyo a la reforma antimuggles, debo extremar precauciones para no ser reconocida. No creo que les haga mucha gracia enterarse que tienen un funcionario de alto rango participando en reuniones clandestinas… —Suspiró. —Tengo una reserva de cabellos que podemos utilizar, aquí. El kit completo. —Sonrió, dejándole ver el resto del contenido del cofre. @ Syrius McGonagall
  2. El cálido contacto de Leonid le sacó de su ensimismamiento, llamándole suavemente la atención de vuelta a la realidad. Ahí estaba él, atrayéndola de nuevo hacia el presente, recordándole que tenía más de un motivo para luchar. Si él, a pesar de todo lo que había vivido que ni por asomo se comparaba a lo propio, se mantenía ahí tan firme y determinado, ella no podía hacer menos que lo mismo. —Ahora sí lo estoy —Respondió con una media sonrisa tímida a la pregunta preocupada que el pelirrojo le había formulado, agradeciendo la ola de calma y serenidad que su sola presencia le transmitía. Aunque los dos habían elegido el camino de servicio a la causa y ambos sabían perfectamente que el camino no estaría libre de sacrificios y dificultades, representaba un completo alivio saber que en cualquier situación ambos se complementaban y se hacían más fuertes. Aún tenía en la retina tatuadas las imágenes de los soldados caídos, mirándola con severidad con aquella mirada cadavérica. Parpadeó un par de veces, intentando borrarla, fijándose en su entorno. La tenue iluminación del sitio alumbraba los rostros de los demás presentes quienes parecían haber experimentado al unísono aquella experiencia traumática, pues la tragedia en las facciones de la mayoría era más que evidente. No había forma de saber en qué consistía el infierno personal de cada uno de ellos, pero se alegraba que poco a poco todos iban reafirmando su convicción con sus ideales. —Nadie aquí está libre de culpas, es más, me atrevo a afirmar que todos y cada uno de los presentes lleva en el pecho algún tipo de cruz, alguna carga que le recuerda diariamente el por qué está aquí y eligió este camino. Estoy segura que lucharemos y persistiremos, hasta las últimas consecuencias. —Lo dijo con seguridad y convencida de que lo que decía era cierto. A su izquierda se encontraba Mica, quien a la luz de las almas lucía bastante pálida y afectada. Tomó la mano que ella extendió, apretándosela en un gesto cariñoso y reafirmante. Con la diestra, entrelazó sus dedos con los del ruso y con suavidad recargó su cabeza en el hombro izquierdo del mismo, intentando transmitirle el agradecimiento que sentía por su sola presencia en aquel hoyo negro de desesperación en el que habían ido a parar.
  3. Turno especial buscadores 1 Helene Eloise Bellerose - Buscadora Ni bien la miró, sintió como la adrenalina se disparaba en su sistema y la invadía con un renovado sentido de competitividad. Hizo lo que mejor sabía hacer: enfocándose ciegamente en aquel puntito dorado y brillante, Hélène se apegó a la escoba y apremió su vuelo, sintiendo de inmediato que todo lo demás se convertía en una mancha borrosa en el estadio. Con el rabillo del ojo, notó que estaba siendo alcanzada muy pronto por el buscador buscado del equipo contrario. Ambos partían con una velocidad espeluznante hacia la snitch que de un momento a otro había aminorado su velocidad y avanzaba tranquilamente de una manera tan derecha como invitándolos a tomarla con los dedos. La francesa se centró por completo en alcanzarla y hasta pudo notar que ganó bastante ventaja, estaba tan cerca que sentía que ya podía tocarla y… Un golpe seco y certero la sacó de su trayectoria y casi le derriba de la escoba. Con dolor, y haciendo lo posible por recuperar estabilidad, la francesa maldijo en todos los idiomas que conocía, lamentando que la puntería de los golpeadores del equipo contrario haya sido tan certera. —¡Maldita sea! —Rugió con rabia. Enfocó con rapidez los orbes claros en el cielo, buscando señales de la pelotita alada que tan cerca había tenido hace un momento y con pesar la encontró, aún más lejana. Con agilidad retomó el curso de vuelo, enfocándose nuevamente en ser lo más veloz posible para alcanzarla.
  4. Turno especial buscadores 1 Helene Eloise Bellerose - Buscadora La perspectiva del juego le había hecho empezar aquel partido con un creciente entusiasmo. A pesar de no haber sido tan fanática del vuelo de escoba cuando niña, ahora, cuando adulta, había descubierto que no solamente se le daba bien, sino que no había nada mejor que la adrenalina que sentía cada vez que surcaba los aires en busca de aquella pequeña pelota alada. Sobrevoló el estadio, concentrada en su pequeño premio, aunque sin perderle pista al desarrollo del partido que estaba teniendo lugar. No podía dejar de reconocer que ambos equipos eran bastante buenos, los movimientos eran ágiles, con una técnica impecable que solamente aumentaba el valor de aquel encuentro. Bufó con frustración cuando el equipo contrario anotó el primer tanto, redoblando sus esfuerzos en busca de la snitch y quedándose un poco más tranquila una vez que su propio equipo igualó el marcador. El bufido genérico de la hinchada llamó su atención de nuevo al partido, y detuvo su patrullaje por un segundo para averiguar la razón Kenzo había errado un penal, lo que aumentaba la presión de su búsqueda. Descendió unos pocos metros, sabiendo que el empate no iba a durar mucho y entornó los ojos en busca de algún fulgor dorado que pudiera darle una pista del paradero de la escurridiza snitch. Los vítores de la multitud atrajeron su mirada hacia el marcador de nuevo, confirmando lo que ya había vaticinado: con un marcador de 20 a 10, volvió a su búsqueda. No supo cuantos minutos pasaron, hasta que finalmente la vio. La snitch a lo lejos sobrevolaba el estadio con un trayecto bastante errático en el cual giraba bruscamente y la distancia para llegar a ella era aún compleja.
  5. No se había percatado de que se encontraba tan ansiosa, hasta que Leonid apareció allí calmándola inmediatamente con su presencia. Al verle, el corazón le dio un vuelco y sus labios se curvaron de inmediato en una suave y cómplice sonrisa de forma automática, sabiendo de inmediato que todo iba a estar bien. Debió reconocer que no lo esperaba, pero tenerlo allí le daba más fuerzas para continuar con aquella misión que desataría el caos mismo. No tuvieron tiempo de decirse nada, pues casi al instante Benjamin abría aquel portal, el legendario Bifrost. Con algo de renovada ansiedad recorriéndole cada centímetro de su cuerpo, Bellerose avanzó sintiendo que no podía ni debía bajar la guardia, pues la primera experiencia rescatando aquellas cabras sagradas había sido intensa y ahora sabía que debía esperar cualquier cosa. Detuvieron sus pasos ante unas enormes puertas que no tuvieron oportunidad de cruzar, pues una luz cegadora los envolvió casi al instante, acompañada de un ruido que no podía describirse con palabras. La castaña cerró los ojos y se tapó los oídos con las manos, sin entender qué estaba sucediendo. El suelo tembló y luego de una serie de imágenes rápidas y confusas, la completa oscuridad. ¿Qué estaba pasando? Intentó controlarse, convenciéndose que esa sensación ya había experimentado antes, no hace muy poco. Rory empezó a llamarlos entre la nada misma, y ella respondió con suavidad, dejándole saber que allí se encontraban, junto a él. Aquel agujero oscuro se vio iluminado de repente, por la lúgubre luz de las almas invocadas por Despard, quien, empezaba a reunir al grupo en torno a ellas. Con cierto repelús, la francesa se acercó, intentando no evidenciar la incomodidad que aquellos entes le causaban. La explicación era bastante simple, algo habían hecho mal y estaban "sumergidos en el caos" como había dicho su líder. Intentó que aquellas palabras no le alarmaran, no sabía qué tan literales eran y quería pensar que no iba a ser un impedimento al avance de su misión. Se concentró con mucha determinación en los poderes de su clan, invocando el umbra que apenas había aprendido a utilizar. La tenue luz de los espíritus era suficiente para crear una sombra, la que se desprendió con total facilidad de su emisora, y aunque la mantuvo cerca, se mantuvo alerta por si debía utilizarla. Los espíritus se unieron a la vez que murmuraban en coro una sentencia. La gravedad con la que emitieron aquella advertencia y la profundidad de sus palabras tocó a la bruja en lo más hondo, quien con horror revivió nuevamente aquel dolor que sintió la primera vez que perdió a los suyos en Francia, quienes murieron intentando defender nobles ideales, un grupo que era muy débil para sobrevivir a todo el poder de la corrupción que dominaba aquel mundo tan podrido. Su sacrificio no había sido en vano, de eso estaba segura. Si algo habían traído todas aquellas muertes era la seguridad de que la lucha continuaba y estaba más viva que nunca. Con firme convicción, a través del dolor la bruja reafirmó su compromiso, sabía que esta vez tenían una oportunidad y harían las cosas bien. El presente tenía que ser mejor, no había otra alternativa. Luna empezó a hablar, exteriorizando lo que ella misma pensaba, aunque la francesa no emitió ninguna palabra, Aún bastante atormentada por todos aquellos recuerdos dolorosos que se arremolinaban en su mente, decidió que no iba a combatirlos, más bien se rindió a aquel dolor, dejándolo dominar cada célula de su humanidad, fortaleciéndola.
  6. Aunque sabía que no se la iban a poner fácil, la castaña no pensó que la guerrera utilizaría el ataque que tanta intimidación le había ocasionado al verlo. Sintió de inmediato como aquel poderoso y letal veneno ingresaba a su sistema, invadiéndola inmediatamente con su potencia. Los pulmones empezaron a sentirse pesados, cada vez su cuerpo necesitaba más aire para funcionar. Empezó a sentir como su sangre se convertía lentamente en una gelatina pesada que recorría pesadamente sus venas y supo que tenía que actuar rápido, o no podría sobrevivir para contarlo. "Anapneo" Pensó recientemente adquirida debilidad. Sintió de inmediato que el poder del veneno empezaba a ceder, se sentía mucho más liviana que hace un rato y sus pulmones agradecieron la intervención. Aún recuperándose, miró a su oponente con determinación, sabía qué era lo que quería hacer, solo debía concentrarse. "Semillas de hielo" pensó mientras invocaba un rayo gélido que se dirigió inmediatamente sobre la uzza, con la intención de paralizarla por completo. De impactar, la guerrera quedaría convertida en una preciosa escultura de hielo por un tiempo, incapaz de moverse.
  7. Nada más me paso a alabar lo bonito que han puesto el primer post. El escudo está muy chulo y me encantan las imágenes pequeñitas :3 ay si yo supiera hacer blinkies hubiese ya traído muchos, pero voy a esperar pacientemente aquí a que alguien que si tenga talento nos deje unos cuantos para embellecer las firmas jajaja Espero mis clases de quidditch Mirtin. Cambio y fuera :3
  8. PV: 100 PP:6 La muerte del oso había sido un panorama ciertamente devastador, por mucho que el oso fuera producto de un morphos a una pila de rocas. Verle consumirse por el veneno le hizo darse cuenta de que tenía que ser muy cuidadosa con el uso que confiriera a todo ese poder que estaba empezando a dominar, pues la siguiente vez su objeto definitivamente no sería una criatura hecha de roca. Asenath abrió un portal y lo atravesó en silencio, acto que la francesa replicó. Sabía perfectamente que se avecinaba su prueba y que se mediría allí todo lo aprendido. No podía ocultar que la idea le causaba un poco de ansiedad, sentía el estómago un poco revuelto. Tuvo que parpadear un par de veces para ajustarse a aquel paraje tan brillante. El sol ya se levantaba por encima de sus cabezas, iluminando con intensidad las copas de los árboles que les rodeaban. Parecía que estaban en el claro de un bosque, inclusive el aire tenía un olor mucho más fresco, olía a lluvia y vegetación. No hacía falta que la guerrera explicase nada, Hélène sabía perfectamente que se acercaba la hora del combate, por lo que se alejó la distancia justa para que ambas tuvieran espacio de maniobra. A unos tres metros a la derecha divisó un tronco derribado y lo usó como referencia para detener sus pasos. ¿Cuándo había sido la última vez que había tenido un duelo de práctica? Ya ni se acordaba. Apuntó la varita hacia la guerrera, deseando estar a la altura de sus expectativas y visualizando a su oponente, invocó las flechas de fuego que tan bien le habían funcionado la primera vez. Esta vez las vio emerger con mucha más facilidad que al principio y como saetas de fuego, salieron disparadas en dirección a la guerrera. De impactar en su objetivo, se vería pronto envuelta en llamas que le infringirían un daño significativo. Aguardó con la varita en alto, no esperaba que fuera una victoria fácil.
  9. Vengo a dejar chocolates y mimos *-*
    Te quiero apá ♥

    1. Mael Blackfyre

      Mael Blackfyre

      Hola, hermosita mija ♥ Gracias por pasarte. Aunque tengamos diferentes personajes ya, espero volver a rolear prontito con vos.

    2. Helene Eloise Bellerose

      Helene Eloise Bellerose

      Ay sii :( cuando cuando cuando? Que Helenita se haga amiga de Mael :c

    3. Mael Blackfyre

      Mael Blackfyre

      Si necesitas actividad en alguna mansion o negocio, podemos ver por ahi. Solo etiquetame y aparezco

  10. que Amara se ausentó, sirvieron para que la castaña pudiera profundizar y meditar sobre todo lo que había sucedido en su primera lección. El pergamino con su análisis reposaba en el sillón mientras ella caminaba a paso intranquilo por la oficina, insegura de cuánto tiempo tendría que esperar a que su mentora regresara. No se quejaba puesto que ya se sentía bastante afortunada de haber sido recibida, solo esperaba que el siguiente intento fuese más exitoso que el último. No supo en realidad cuanto tiempo pasó, pero eventualmente la arcana volvió, encontrándola nuevamente sentada en aquel mullido sillón, repasando las respuestas que había escrito con pulcra escritura. Bastó una revisión por parte de la instructora para que Bellerose supiera que había dado en el clavo y que, en efecto, a menos que aligerara aquella presión que se autoimponía y se tomara las cosas con más calma, no iba a ser capaz de avanzar. Asintió para hacerle saber a Majilis que entendía sus fallas y que iba a mejorar. La vio deshacerse de un pesado abrigo, extraño, ya que donde se encontraban no hacía tanto frío. —Debo liberarme de tensión y miedo, debo tener confianza en mis capacidades. —Recitó solemnemente al tiempo que completamente maravillada, veía a la sabia mujer transformarse en ella misma en cada mínimo detalle que resultaba sumamente fascinante, parecía estar viendo su reflejo en un espejo. Volviendo a su forma habitual, hizo hincapié en que la magia ya estaba allí pero no todos tenían la fortaleza o la valentía de explorarla y dominarla. Procedió a animarla nuevamente a repetir la primera instrucción, que era tan simple y a la vez tan compleja como todo lo que nunca se ha intentado antes. Cambiar el color de cabello era nada comparado con lo que tenía que hacer a continuación, cambiar su identidad, convertirse en un hombre y partir en incógnito hacia un poblado muggle para brindar ayuda humanitaria. Tomó el folleto entre los dedos y asintiendo nuevamente, retrocedió un par de pasos, inhalando profundamente como si con aquel aire pudiera ventilar cualquier mal pensamiento que pudiera fijarse en su mente. Se concentró en su imagen, en la esencia de su ser, intentando recordar cada pequeño detalle que le hacía ser ella misma. Su cabello oscuro, esa melena de la que estaba tan completamente orgullosa era larga y caía en cascada en ondas sueltas a través de la espalda. A veces más liso, otras más rizado. Se lo imaginó con más luminosidad, primero unas pocas luces más claras, luego lo visualizó en un tomo más cenizo. Su concentración era tal, que casi podía sentir los dedos deslizándose a través de aquel cabello claro. Se concentró, lo quería unos tonos más arriba, un rubio platino quizás… Cerró los ojos confiando en el proceso, dejando que la seguridad de saber que podía dominar esa magia le llenase y tomase el control de aquello que estaba intentando lograr. Supo que se había tardado varios minutos, pero en realidad no quería fijarse tanto en el tiempo, quería hacer las cosas con calma y bien. Cuando abrió nuevamente los ojos, dirigió inmediatamente la diestra hacia el cabello, inspeccionado con completa sorpresa que el color oscuro había desaparecido por completo y en su lugar, deslizaba sus dedos a través de mechones de cabello de un rubio casi blanco. —Mon dieu! —Exclamó sin poder evitarlo, sorprendida y al mismo tiempo extasiada por el resultado obtenido. Ahora, ¿sería capaz de transformarse completamente en otra persona? Agradeció la paciencia de Majilis, aunque supuso que en sus años de experiencia estaría acostumbrada a lidiar con diferentes tiempos de aprendizaje y ella de seguro, intentaría no decepcionarla. Con renovada confianza, se enfocó en diseñar nuevos rasgos más pronunciados. Se imaginó a un hombre muy alto y fornido, con piel canela tostada por el sol. Sintió una ligera presión en sus extremidades a medida que se entregaba por completo al cambio, ahora enfocándose en cada pequeño detalle del rostro. Deseó experimentar un poco con el vello facial, contenta con la idea de tener una un bigote y una barba pronunciada y tupida. El cabello, por el contrario, le agradaba mucho más corto y manejable, no quería tener que lidiar con cabello en la cara. No supo cuánto tiempo más le tomó todo aquello, pero eventualmente y luego de haber tratado de cubrir todos aquellos pequeños detalles que iban a formar su nueva identidad, se detuvo. Dirigió la vista hacia sus manos, que ahora eran grandes y masculinas. —¿Lo logré? —Preguntó, sobresaltándose de inmediato de que la voz que ocupaba no era la que ella estaba acostumbrada a usar, sino grave, como la de un hombre joven. Un sentimiento de ansiedad se esforzaba por salir, pero ella intentó suprimirlo lo más que pudo. Aquí no había espacio para temores ni dudas, no si querían hacer aquella misión correctamente.
  11. A medida que avanzaba con su relato, los ojos celestes de la francesa se dirigieron hacia Leonid, analizando su reacción con cautela. No se avergonzaba al transparentarse, pero sabía que quizás él no estaría listo para una revelación tan inesperada como aquella. Se mordió el labio inferior con ansiedad, él aún no relajaba su postura lo que interpretó como una señal de estrés. Sabía lo mucho que él había intentado protegerla de su peligrosa verdad, seguramente estaba conflictuado ya que ahora sabía el peligro al que ella se había sometido por cuenta propia. La sorpresa que se dibujó en sus facciones fue casi cómica. Parecía estar dándole vueltas a todo lo que había escuchado, un atisbo de preocupación se veía a través de sus ojos azules mientras terminaba de procesarlo. Ella no esperaba, sin embargo, que él se mostrase tan dispuesto a apoyarla en aquella descabellada decisión. Rió al escucharle llamarla heroína y negó con la cabeza con una sonrisa divertida. Entrelazó los dedos con los del mago sorprendida y maravillada, no se había esperado aquella reacción tan positiva tan pronto. —No me considero una heroína amor. Soy solo una chica común que cree en el cambio. —Sonrió con amplitud, mientras pensaba por dónde empezar a explicarle aquella historia que inclusive a ella le resultaba todavía tan nueva. —De hecho, hasta ahora no he sido parte de ninguna misión oficial, llamémosle así. Nada de lo que preocuparse todavía. —Pensó que era importante reafirmar aquello, puesto que lo que menos quería era agregarle una nueva mortificación a la larga lista de preocupaciones que ya atormentaban al pelirrojo. Él quería saber cómo había empezado todo y ella estaba dispuesta a contarle desde el principio hasta el final. —Bueno… aunque los Bellerose han sido magos de linaje puro desde sus inicios, desde que sé que existen han tenido una estrecha relación con los muggles. Cuando estaba vigente el estatuto del secreto logramos camuflarnos bastante bien entre los dos mundos y siempre hemos tenido en mente que son personas que se merecen igualdad de derecho y de respeto que los seres mágicos. Cuando mi padre conoció a mi madre, no fue muy bien visto en la sociedad francesa, todo fue un escándalo, a decir verdad. —Comentó con una sonrisa, imaginándose perfectamente las habladurías que precedieron aquel acto de amor de un joven Auguste, quien, cegado por los encantos de aquella criatura tan hermosa, había caído rendido a sus pies. —Fuimos la comidilla de París hasta que ella nos abandonó, y aunque le tuve mucho resentimiento por mucho tiempo por haberse ido, sabía que estar junto a nosotros no era parte de su naturaleza, creo que eso me ayudó a entender que merecía comprensión y añadido a la propia discriminación de la que fuimos víctimas mi hermana y yo, me hizo desear un mundo más justo, más humano y menos dividido por las razas. —Hizo una pausa, era la primera vez que ponía todo eso en palabras, la primera vez que se transparentaba tanto frente a alguien. —Si bien es cierto, crecimos rodeadas de todo y nunca nos faltó nada, siempre hubo algo que me faltaba y era ser parte del cambio, hacer algo para mejorarlo todo. Me especialicé en ciencias políticas, entré a la cancillería y aún así no parecía suficiente… es cuando decidí que podía hacer algo más, ser parte de la primera línea, ser parte de aquella revolución que se estaba llevando a cabo. Cuando cayó el estatuto del secreto, las cosas se pusieron realmente horribles. No hace falta que te explique lo que hace la gente con poder, con instinto de superioridad. Lo que hace la ignorancia, lo que hace el miedo… empezaron las masacres de parte y parte, todo se volvió un mar de sangre y muerte. En Francia no existe la orden del Fénix, pero en su lugar había un pequeño grupo de idealistas que se reunían seguido para buscar la manera de proteger a los no mágicos de aquella locura. Éramos 15, luego fuimos 10, luego 6, finalmente quedamos tres… —Confesó con tristeza, aún le dolían esas bajas. —Fueron pereciendo uno a uno, víctimas de crímenes de odio por los supremacistas. A mi me protegía mi apellido, mi posición… No podía arriesgarme a quedarme ahí, no mientras aquella cacería de brujas estuviera teniendo lugar. Siempre temí por mi familia, no hubiese podido perdonarme que les hubiesen hecho daño por mi culpa, así que hui. —Le avergonzaba admitir aquello en voz alta, aún había días en donde se sentía la mujer más cobarde del mundo. —Fue fácil transferirme a cualquier otro país, donde no me conocieran y pudiera retomar mi carrera diplomática y así fue como terminé en Inglaterra. Con la mano libre se acomodó un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja, todavía pensativa y sumida en los recuerdos. —Conocí a una mujer quien me habló de la Orden del Fénix, y decidí que debía unirme. Quizás no todo estaba perdido, quizás las muertes no habían sido en vano… —Una sonrisa triste se pintó en sus facciones. —Supongo que a mi manera también estoy buscando redención. Miró a Yaxley, sabiendo que a él podía confiarle absolutamente todo, pues él seguía siendo el único en todo su universo, que podía entenderle mejor. No se temía juzgada o criticada, al contrario; se sentía amada y protegida, entendida, escuchada. —Un par de semanas después te conocí a ti y fue lo más bonito que me pasó desde que llegué. —Le confesó con una sonrisa. —Quizás un día no sé, quieras acompañarme a una reunión… —Sugirió con cautela, sabiendo que no era una invitación que debía tomarse a la ligera. Entendía perfectamente que el ruso ya tenía suficientes cosas encima y quizás pertenecer a un grupo subversivo e ilegal no era parte de sus planes. Aún así… @ Syrius McGonagall
  12. Ver a la leona huir asustada de aquella magia que ni siquiera ella misma se esperaba fue reconfortante hasta cierto punto. Si es que jugaba bien sus cartas, si es que prestaba atención y hacía todo lo que se le enseñaba, estaba segura, aprendería y podría dominar aquel conocimiento ancestral que tanto anhelaba. Solo, debía recomponerse y pronto. Sintiéndose mucho más animada por aquella primera victoria, se volcó completamente en aprender lo demás que Asenath tenía por enseñarle. De todos los objetos que le habían presentado hasta el momento, el amuleto de resurrección fue el que más temor y respeto le provocó. No solamente porque era capaz de restaurarle la vida, sino porque utilizarlo requería demasiada energía vital que pondría a prueba su fortaleza. Lo tomó entre sus dedos con suma delicadeza, y se lo colocó en el cuello de acuerdo con lo instruido, esperando que no llegase pronto la ocasión de ponerlo a prueba. Aquel colgante de color verde le pesaba en el cuello, aunque estaba segura de que todo aquel peso era psicológico. Por último, el frasco. Los ojos claros de la francesa devoraron los pétalos con la mirada, maravillándose por su peligrosa belleza. Ahí es donde ser buena en pociones finalmente vendría a ser útil, ya que tratándose de un poderoso veneno no solo tenía que ser precisa, sino que también debía ser paciente. Asintió solemnemente y depositó el frasco en la bolsa, sabiendo que sus herramientas estaban dispuestas y que a partir de allí todo dependería ciento por ciento de su capacidad de dominarlas correctamente. Agradecía profundamente que aquella poderosa guerrera estuviera asegurándose de que la pupila no solo entendiera, sino que tuviera oportunidad de aprender practicando aquella magia de forma correcta. La enorme roca que reposaba a unos cuantos metros a sus espaldas mutó a voluntad de la tutora, una criatura rocosa de gran tamaño empezó a acecharla con lentitud, marcando el inicio de su cacería. La Uzza le explicó cómo usar aquel nuevo ataque, proporcionándole una nueva arma. Intentando conservar la calma y la ansiedad que le causaba enfrentarse a aquella magia por vez primera, respiró un par de veces y mentalizó llamas emergiendo desde su extremo hacia su rocoso contrincante, que, aunque se movía con lentitud a causa de su peso, se veía lo suficientemente macizo como para infligir un daño considerable de no ser detenido a tiempo. Con el rabillo del ojo vio pequeñas chispas materializarse y supo que debía concentrarse más en su objetivo que ya había acortado considerablemente la distancia que los separaba. Lo intentó nuevamente, viendo con absoluta fascinación como flamas emergieron con gran intensidad, saliendo disparadas como saetas hacia la criatura que emitió un quejido ronco y detuvo su avance. Una vez herido, dirigió aquel poder y se centró en causarle una ceguera momentánea como le habían pedido, para detenerlo. A diferencia de las flamas, el daño no fue visualmente perceptible, más bien supo que lo hizo bien pues con un nuevo quejido, la criatura empezó a sacudir la cabeza con violencia como intentando deshacerse de aquello que le molestaba la visión. Sonrió con amplitud, sintiéndose contenta consigo misma al haber podido con aquella pequeña práctica. Sabía sin embargo, que no debía confiarse ya que la prueba sería mucho más compleja y solo dependería de ella el resultado.
  13. Hola bola *-* nada más pasaba por aquí a manifestar mi deseo de unirme al equipo 3! No sé cuántas líneas me faltan para llenar, espero que no muchas xD Ahora sí? Besos!
  14. La advertencia de Amara se la tomó más bien como consejo, puesto que ese era un detalle que había repasado varias veces en su cabeza. No quería presionarse con demasiado, sabía que cada nuevo conocimiento requería entendimiento de la responsabilidad que conllevaba. No quería que su curiosidad y ambición le jugasen en contra. Estaba bastante nerviosa y eso era un hecho. Tomó asiento en el sillón que se le ofrecía, prestando atención a los requerimientos que pedía su mentora. Como primera tarea le ha pedido que cambie el tono de su cabello, algo que, aunque era esperado, le tomó por sorpresa. No pensó que fueran a empezar tan pronto. Cerró los ojos y se concentró, pensando en una paleta de colores. Quiso hacerlo con toda su fuerza, pero nada parecía pasar y eso empezaba a desesperarle. Lo intentó de nuevo, enojándose consigo misma por no haberlo conseguido en el primer intento. Nada de lo que intentó surtió efecto, y eso no aminoró la severidad con la que ella misma se juzgaba. ¿Era débil? ¿Torpe? ¿Indigna? Bastante apenada, miró a la arcana con tristeza, no queriendo que Majilis pensara que no era digna de aprender lo que ella tenía por enseñarle. —Lo siento, no sé qué me pasa. —Musitó en un susurro apenas audible. Las horas habían pasado y no había cambiado ni uno solo de sus cabellos. Como era de esperarse, la mentora no estaba a cargo solamente de ella, y eso le dejó saber mientras le indicaba que tenía que ir a por otro estudiante. Mortificada, Hélène se mordió el labio inferior y asintió, tomando entre sus manos la pluma y el pergamino que le fueron ofrecidos. En teoría la petición era fácil de cumplir, aunque focalizar las emociones no tanto. Hizo un análisis retrospectivo pues, intentando entenderse mejor. ¿Qué sentimiento le surgía al pensar en cambiar? Emoción, adrenalina, entusiasmo. ¡Libertad! Sobre todo, eso último. Escribió con apremio intentando que ninguna emoción buena quedase de fuera. Pero ¿y las no tan buenas? Ansiedad, temor de no poder controlar sus transformaciones también era algo que le perseguía y lo añadió al montón. Leyó y releyó un par de veces, sintiendo que algo le faltaba. Debía reconocer también que aquella presión le causaba un poco de estrés, estrés de no ser capaz de dominar esa magia tan poderosa, estrés de no ser digna de conocerla. Lo agregó con el ceño fruncido, pues a veces sincerarse no era tan bonito como se pensaba. ¿La metamorfomagia se aprende o es innata? Buena pregunta. Pensó entonces que ningún diamante ha sido brillante por si solo, que alguien ha debido de pulir aquella piedra y darle su valor. Escribió eso también, se sentía confiada de que, en efecto, la magia estaba ahí pero no todos tenían el poder de desbloquear aquella habilidad. La última pregunta fue quizás una de las más complejas para ella. Nunca había sentido un cambio extremo o bastante notorio. Recordó que alguna vez en la que se enojó mucho muchísimo, su hermana pequeña le había dicho que por un breve momento sus rasgos se endurecieron y su rostro cambió como el de una arpía, y aunque estaba convencida de que lo había dicho para hacerla pagar por aquella pelea, la pequeña lucía genuinamente aterrorizada. Bellerose nunca había vuelto a pensar en ese momento y lo de las iras no se había repetido. Al tener una madre veela, creyó que la hermana menor había tenido aquello como referencia para asociar con las circunstancias, pero y si no…Con cierto escepticismo lo anotó ahí también, sintiéndose un poco absurda al tratar de asociar eso con la metamorfomagia. Aunque una parte de ella pensaba que no era una locura descabellada después de todo. Leyó y releyó el pergamino, pensando que ya tenía una respuesta más o menos clara de por qué no había podido con la tarea. Era cierto, a veces uno mismo era su peor enemigo y en ese caso particular, a menos que dejase de ser tan dura consigo misma no iba a poder dominar aquello que tanto deseaba. @ Amara Majlis Perdona, por leer el rol de arriba al apuro no me percaté de que me hablabas a mi, pensé que le pedías a Azrael! mil disculpas ha sido puro despiste de mi parte.
  15. Nick del usuario: Helene Eloise Bellerose Id: 113123 Link a la bóveda del usuario: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=93318 Galeones a depositar: 5.450G Vaya, mucho no es pero vengo a cobrar mis centavitos *-* Gracias!
  16. Y quien dice que no se puede compulsear? *-* ay que bonito que lo hayas reabierto, ya nos faltaba este espacio para hablar de cosas normales asi como los Bolones de verde. Sabías que ahora hacen PASTELES de bolón de verde con chicharrón y quesito? olvídense de las tortas convencionales ya saben lo que quiero en mi cumpleaños jajaja Y luego de hablar de comida (disculparán aún no desayuno y tengo hambre) espero que estés teniendo un bonito inicio de semana Julito *-* @ Benjamin Karkarov Reliquia encontrada por Goderic
  17. Había cierto encanto en los eventos que sucedían sin planearlos, lo creía firmemente. Apenas hace unos días había estado en el helado frío de Siberia, completamente despreocupada y decidida a entregarse a la experiencia de un viaje turístico junto al hombre que amaba, pero los planes habían dado un giro de 180º. No solamente habían tenido que cambiar de destino, sino que aquel encuentro tan íntimo y personal había reforzado por completo aquella relación, fortificándola. Las prioridades habían cambiado, ahora el bienestar de una familia entera dependía de ellos y ese era un pensamiento que no podía sacarse de la cabeza. La principal preocupación radicaba en aquel hombre que solo conocía por el nombre. Van Kraisen les había encontrado en Siberia y estaba segura no tardaría en unir los puntos y seguirlos hasta Birmania. Esa teoría había sido confirmada por el pelirrojo, quien no solamente había corroborado sus sospechas, sino que inclusive le había puesto fecha a la llegada mientras le ponía al corriente de todo aquello que ella necesitaba conocer para llevar a cabo esa misión. El calor birmano era ciertamente agradable, le recordaba mucho a la calidez de Marseille aunque sin aquella brisa marina tan refrescante. En su lugar, tenían una humedad intensa que resultaba ya hasta cierto punto incómoda. El cabello se le había hecho una pena, tanto que aquella melena que usualmente llevaba suelta y larga hasta la espalda, había tenido que atársela en un moño desarreglado por encima de la nuca. Sentía las gotas de sudor resbalar por el cuello, pero no le dio mucha importancia. Suspiró levemente mientras era traída de vuelta hacia la realidad por Leonid y su pregunta. Lo miró a través de sus gafas de sol, regalándole una sonrisa reconfortante. Miró la bebida que apenas había tocado. Los hielos empezaban a derretirse mientras ella jugueteaba con el sorbete suavemente. —Está rico, aunque muy… ¿amargo? —Trató de explicarse, aunque todavía era muy ajena a las bebidas típicas de ese lugar, supuso que era un sabor bastante tradicional. Le dio un sorbo nuevamente al té, antes de responder. —Me tomé el atrevimiento de mandar algunas lechuzas esta mañana e hice una petición en la embajada. Aún no me han respondido, pero pedí refugio para todos. Supuse que lo íbamos a necesitar. —Comentó, aliviada de que aquella acción fuera bien vista por el mago. —Si nos lo aceptan, ellos nos podrían ayudar con todo, desde el traslado hasta nuevas identidades. Solo tenemos que esperar. Un vendedor de artesanías se acercó a ellos de repente, causando un gran sobresalto en la castaña. Insistentemente intentó ofrecerles unos tapices y algunas de las otras cosas que vendía y aunque ella sonrió aún con el corazón latiéndole violentamente en la garganta y le digo educadamente que no deseaban nada, el hombre no se fue sin dar una buena pelea. —Me había olvidado lo apasionados que son los vendedores a veces. —Comentó ella, con una media sonrisa deseando haberse pedido un té de tilo para los nervios. Tenía un pensamiento que le rondaba la cabeza desde la mañana, pero no había encontrado la manera de decírselo a Yaxley. —Yo tengo algo que confesarte, también. —Empezó. —Si esto sale bien o mal mañana, quiero que sepas todo, inclusive eso que no le he contado a nadie. —Se sinceró, fijando la mirada en aquellos profundos ojos azules. —Cuando llegué a Inglaterra y apenas conocía a nadie, empecé… a frecuentar un grupo de personas. Este grupo, que me acogió desde el inicio se maneja con ideales de libertad y justicia… —Hizo una pequeña pausa para analizar la expresión facial del mago, preparándose mentalmente para lo que se avecinaba. —No es un grupo legal precisamente y la lista de miembros es completamente secreta. En estos tiempos tan injustos, ellos, bueno, nosotros somos la resistencia. —Su expresión era seria, pero no dejaba de ser cálida. —¿Has escuchado hablar alguna vez sobre la Orden del Fenix? Si su secreto debía salir a la luz en algún momento, no había mejor momento que aquel, en aquel paraje tan remoto, en el que, a pesar de estar lleno de personas, no existía nadie más que ellos dos. @ Syrius McGonagall
  18. Asenath lucía impasible bajo la luz de la luna. Seguramente habría visto tantas cosas en su vida que le resultaría sumamente complejo dejarse sorprender. Insegura sobre como proceder, Bellerose tomó asiento en el suelo y aguardó sus instrucciones. Le llamaba mucho la atención sobre el por qué la guerrera escogió ese pueblo en particular. Lucía bastante tranquilo, o al menos no había nada que llamase la atención a la vista. La aldea dormía en un silencio que invitaba a la relajación, aunque sabía ciento por ciento que no debía bajar la guardia jamás. No mientras estuviera bajo su tutela. La vio revolver su ropa y sacar varios objetos que de inmediato atrajeron la atención de la castaña. Parecían simples, pero estaba segura que tenían un gran poder que debía aprender a utilizar. Asenath colocó los objetos frente a la luz para que fueran claramente visibles y empezó a explicarle su utilidad. Los ojos claros de la híbrida estaban completamente fijos y atentos en cada uno de ellos mientras la guerrera se los mostraba. Entendiendo poco a poco para qué servían, tomó de la pequeña bolsita que llevaba en el cuello el anillo y replicó el gesto de su mentora, colocándoselo en el dedo. Así mismo se mostró particularmente emocionada con las semillas de hielo. ¿De hielo dijo? Un frasquito en apariencia inofensivo que se rellenaba solo. Sonrió. El pequeño frasquito resplandecía bajo la luz de la fogata. Replicó el acto de Asenath y se lo colocó como un talismán en el cuello.Anotó mentalmente lo del hechizo, sabiendo que todo hechizo requiere estudiarse antes de dominarse. Lo repitió un par de veces en la cabeza para grabárselo: semillas de hielo, semillas de hielo… Antes de que pudiera preguntar si debía pensarlo o decirlo, un sonido gutural presidió a un rugido descomunal. Hélène asía la varita con firmeza, pero el susto le causó un respingo pronunciado. —Semillas de hielo! —Exclamó apuntando a la enorme leona que le miraba con fiereza, pero nada pasó. Intentó recomponerse, convenciéndose de que debía estar completamente enfocada si quería un resultado. La felina se preparó para atacar nuevamente mientras Hélène se concentraba. Lo pensó, enfocándose en el efecto que deseaba, imaginándola congelada. Un rayo salió de la varita e impactó al felino directamente en el rostro, paralizándola en medio de una mueca fiera. Bellerose se detuvo en seco, todavía incrédula de que su prueba hubiese sido tan repentina. Aún con la guardia en alto, esperó nuevas instrucciones.
  19. Kassandra Weasley Desde su regreso a Londres y la muerte de Elvis, Kassandra no era la misma. Una parte de ella deseaba alertar a sus queridos y conocidos que se encontraba en el país, que no había regresado junto a Groter pero... Aquel deseo de tomar venganza en mano propia le había empezado a invadir como un pensamiento recurrente que no lograba descartar de su cabeza. Había aprendido a camuflarse bien en la cotidianidad de Ottery. Con una fuente inagotable de poción multijugos, la licántropa adoptaba multiples identidades, una de sus favoritas la de una joven y humilde campesina muggle de las afueras de Gales. La misma piel que ahora vestia, aunque bastante distinta de la original. Un elegante vestido cubría ese pálido cuerpo lleno de pecas, el rojo cabello se encontraba arreglado en un elegante moño. El nombre de la identidad que adoptaba era Alice Stone, y era esa mujer ficticia la que ahora se encontraba cruzando el umbral de aquella estancia. La subasta ilegal reunía a todo tipo de personas y se había advertido como un evento discreto. Eso esperaba, aunque dudaba que fuera a ser reconocida con su disfraz. Su principal interés radicaba en aquellos objetos preciosos y prohibidos, objetos de altísimo poder mágico que precisamente por su rareza tenían un alto valor en el mercado negro. Confiaba o más bien esperaba hacerse con herramientas suficientes para poder concluir con su plan. Para tratarse de un evento tan underground le sorprendió la elegancia que se manejaba en ese lugar. Todo lucía bellamente decorado y habían suficientes sirvientes ofreciendo bebidas, comida. Gratamente sorprendida, tomó una copa de champagne entre sus dedos, escuchando la primera oferta.
  20. La híbrida aun no se reponía del todo de la adrenalina que había vivido hace poco en su primera misión oficial de bando. Junto con Benjamin habían logrado recuperar las primeras reliquias, la misión más confusa y emocionante desde su entrada al bando. Si alguien le hubiese dicho que iba a terminar rescatando cabras, la Hélene del pasado hubiese reído con ganas, ahora no podía encontrarse más agradecida de haber podido participar en ese momento tan icónico. Aún así, la idea de desatar el apocalipsis le seguía persiguiendo como una constante espinita. ¿De verdad había que ser tan radicales? No había logrado obtener del todo las respuestas que había formulado la primera vez, pero no le preocupaba. Confiaba en ese equipo más que en nadie y había aprendido a respetar a Karkarov profundamente a raíz del primer encuentro. Se había tomado el tiempo suficiente para asearse y descansar un poco ya que le habían advertido que la misión que ahora tenían que enfrentar tenía que llevarse a cabo lo más pronto posible. Se había convocado a más miembros del bando con la esperanza de que con el desarrollo de los poderes de sus respectivos clanes pudiesen llevar la misión a su final con éxito, de todo corazón ella lo esperaba. Sus recientemente desarrollados poderes del clan de los oscuros aun le resultaban novedosos. Había disfrutado de sentir un poder nunca antes conocido, aunque a las fuerzas había aprendido que esa magia tan antigua tenía su propia forma de equilibrarse. Aún se sentía un poco adolorida a consecuencia de su primer manejo de energía, pero eso no le amilanaba pues deseaba aprender a dominar la magia del clan de los oscuros más que nada en ese momento. Cruzó las puertas del cuartel general con paso decidido, curiosa más que todo por ver quien más había sido convocado. No se sorprendió de encontrar a Mica junto a Benjamin y esa perspectiva le hizo sonreír. Conocía poco a Mica, pero le agradaba mucho. Ahora le agradaba incluso más, estaba probando su valentía. Negó con la cabeza ante la advertencia de Benjamin. No deseaba irse, por el contrario, estaba más segura que nunca que ese era el lugar en el que debía estar. Saludó a ambos con un suave asentimiento y esperó las instrucciones. Estaba segura de que para esta misión estaba mejor preparada y deseaba ver qué le deparaba el Ragnarok.
  21. La bruja sentía que el corazón le latía cada vez más rápido a cada segundo que aumentaba su espera. La perspectiva de aquella jornada le llenaba de emoción y ansiedad también. Sabía que Amara era selectiva con sus pupilos. Una voz le sacó rápidamente de sus cavilaciones. La puerta no se abrió, pero alguien le habló a través de ella preguntándole qué necesitaba. —Hélène Bellerose, busco a la arcana… —Aguardó nuevamente, esperando con más ansias que nunca, mientras jugueteaba con los dedos, deseando que el tiempo corriera más rápido. Minutos después, la puerta se abrió y una mujer bastante joven y de amable aspecto le recibió. No supo por qué se sorprendió, quizás porque en su mente imaginaba a Amara Majilis como una anciana llena de sabiduría. De alguna forma el hecho de que la mentora fuera tan joven le imponía mucho más respeto y admiración. No esperó que le dejaran entrar tan fácil, así que la pregunta que la bruja formuló la estaba esperando. Intentó ordenar en palabras aquello que sentía, pero no sabía cómo transmitir esa respuesta sin que sus palabras sonaran trilladas. —Desde pequeña he sentido mucha admiración por los sabios y científicos, por la gente que descubre y la gente que crea. Siempre me he esforzado por aprender todo lo que pueda, por ser un miembro útil de esta sociedad. Siento que la vida no es lo suficientemente larga para estudiar todo aquello que me falta, pero lo estoy intentando mientras tenga la posibilidad. —Soltó una media sonrisa. —La metamorfomagia se me hace una de las ramas más complejas de estudio y quiero intentarlo. Espero ser digna de aprender todo lo que pueda enseñarme.
  22. La figura delgada de la francesa apareció entre los árboles sin emitir sonido alguno. Una brisa gélida despeinó las copas de los árboles, que emitiendo un leve quejido, agitaron sus hojas. Como autómata, la castaña subió hasta arriba la cremallera de la cazadora que vestía, cubriéndose mejor. Sus ojos claros no parpadearon ya que se encontraban fijos en el pequeña aldea que se encontraba más adelante, lugar donde había quedado en reunirse con aquella mujer. El motivo de la reunión era la búsqueda del conocimiento, el anhelo de poseer y dominar los secretos que guardaba el libro del equilibrio, magia que le atraía desde hace tiempo pero había tardado en animarse a dominar. Desde su llegada a aquella nueva nación, la híbrida no había parado, intentando ampliar los límites de su poder mágico y estudiando con eruditos, con la esperanza de alcanzar aquel conocimiento que deseaba tanto. El crujido de una rama bajo sus pies cortó aquel silencio que acompañaba su aparición, sus pasos resonando con suavidad a través del tierroso camino. No podía negar que le parecía sumamente curioso que le hubiesen convocado tan entrada la noche, y eso era aún más notorio al ver la ausencia de luces en las cabañas, el silencio absoluto de quien está descansando una buena y pacífica siesta. Se dirigió con calma hacia la humareda, sabiendo que allí era donde encontraría a su mentora. No se equivocaba. Con agradable sorpresa recibió la primera impresión que le causó la guerrera, quien lucía una armadura al puro estilo de las amazonas de la mitología griega. Una imponente espada le colgaba del cinto y por la pinta que inspiraba la mujer, no parecía que le molestaran las inclemencias del clima. Hélène la miró con gran admiración, sintiendo de inmediato el respeto que aquella presencia imponía. —Buenas noches, espero que no me haya tenido que esperar mucho. —Saludó con humildad y no pudo evitar disculparse. Estaba ansiosa por empezar aquella aventura.
  23. Bellerose parpadeó incrédula ante lo que estaba pasando, sintiendo una oleada de poder recorrerle el cuerpo como nunca antes la había experimentado. Se sentía un poco mareada, utilizar aquella magia oscura le estaba pasando factura. El minuto que su sombra atravesó aquella oscuridad, las sombras se fueron difuminando de a poco y bastante confundida pudo ver que ya se encontraban en el templo, el suelo tierroso a sus pies se había convertido en roca y el espeso bosque ya no los rodeaba. Se tomó unos segundos para procesr todo lo que estaba pasando, pero el graznido de un cuervo llamó su atención. Depositó los ojos en aquellos animales, sintiendo de inmediato que no eran cuervos normales. Definitivamente eran los guardianes del templo. Entornó los ojos con cautela, encontrando que los cuervos custodiaban celosamente dos criaturas pequeñas, parecían... ¿cabras? Un estruendo ensordecedor le indicó que Benjamin había invocado un martillo, que al contrario de usar como arma utilizó para aprisionar a las aves. Eso debía ser, eran las cabras aquello que tanto estaban buscando. Sabiendo que no le quedaba mucho tiempo, Hélène se puso en marcha, acercándose con cuidado a las cabras para no espantarlas, sorprendiéndose por lo rápidas y ágiles que éstas eran. En un abrir y cerrar de ojos, las cabras emprendieron una huida veloz, escalando con facilidad paredes y columnas. La francesa agitó la varita inútilmente, parecía que el templo y los propios animales tenían una especie de magia defensiva que hacía que la varita no fuera de gran utilidad y había que reconocer que la bruja no era la mejor de las atletas. Con frustración, empezó una persecución que le tenía claramente en desventaja, ya que no estaba ni cerca de atrapar a los animales. Fastidiada, dejó que esa frustración alimentara aquel poder que apenas estaba conociendo, sintiendo como éste nutría su esencia, su cuerpo, su energía... De repente sus movimientos fueron más ágiles, era veloz y sentía que flotaba. El entorno se volvió una mancha borrosa mientras se fijba en su objetivo, pero con el rabillo del ojo miró a Benjamin quien permanecía firme aprisionando a los cuervos, que por otro lado, estaban ganando la batalla y aunque Benjamin estaba utilizando una reliquia muy poderosa, sabía que no podía garantizarle mucho más tiempo. Se detuvo en seco y se concentró, cerrando los ojos suavemente. Concentró toda su atención en las cabras, necesitaba que se ralentizaran, controlarlas y buscar la manera de atravesar esa magia que las protegía. En principio no sintió nada diferente, sin embargo una sensación de calidez empezó a invadirla lentamente. Abrió los ojos, maravillándose ante el espectáculo que estaba teniendo lugar ante sus ojos. Las cabras se habían detenido y no solamente eso, sino que permanecían estáticas. Perdiendo energía rápidamente, ambos animales se desplomaron en el suelo con un golpe seco. ¿Inconsientes o muertas? Sintió un bajón de energía abrupto que la hizo perder el equilibrio por unos momentos, se sentía débil pero era todavía capaz de salir de allí por su propio pie. Se acercó a los animales y los tomó como pudo en los brazos, sintiendo el suave y acompasado ritmo de su respiración. Alivio! —Vamos! —Apremió, temiendo que el templo encontrara una forma de defenderse.

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