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Sherlyn Stark

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Todo lo publicado por Sherlyn Stark

  1. Centro de Atención de Emergencia " Sangre de Cristo" . Madrugada del 13 de marzo. Los ruidos de pasos acelerados, las voces que subían y bajaban su tono, y la multitud de gente que entraban y salían de los edificios, alteraban sus sentidos. Desde ese punto era difícil elaborar una idea factible, ya sea para cooperar en el rescate del edificio en llamas o en cualquier situación que requería de su atención, como en el caso del Micropuff hallado en Londres. Sentía como la criatura cambiaba su posición dentro del bolsillo, subía y bajaba, lo que indicaba que quería salir ya que no era un lugar acogedor. Si fuera posible, ella misma lo llevaría a un refugio para criaturas, si es que eso existía, pero había asuntos más urgentes que atender. En primer lugar estaba saber por qué parte el mundo mágico estaba presente en Londres, ya que aún desconocía el asunto sobre la caída del estatuto secreto; por otro lado, estaban las criaturas mágicas allí y las diferentes situaciones que podían desencadenar. Y, luego, estaba el incendio. Por unos momentos sólo prestó atención a sus pensamientos, pensando en las alternativas que tenía. ¿Y la Orden del Fenix dónde entra en todo aquello? Aún desconocía las medidas que podían estar estableciendo. Tampoco sabía quién se encargaba del departamento que solucionaba temas en relación a las criaturas mágicas, al trabajar en forma autónoma eso se le había pasado por alto. Con sus mirada fija en un punto especifico supo qué debía hacer. Sacó al Micropuff de su bolsillo y lo subió hasta su hombro para permitirle respirar aire fresco, de todas formas para ella era tan pequeño que suponía que pasaría desapercibido además que, en parte, su cabello ayudaba a ocultarlo. De repente y lejos de la multitud, apareció un patronus con la forma de un gato de birmania, que pertenecía su compañero de la Orden del Fénix. “Grimmauld Place, con la primer luz del alba. Tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo.” El mensaje era claro y conciso. Se había impresionado al verlo y se sintió aliviada cuando desapareció; sólo esperaba que halla sido percibido por algún aficionado con cámara fotográfica, por si algo les gustaba a las personas sin magia era eso: registrar todo mediante fotografías y grabaciones. Suponía que el bando podía atender el asunto de las criaturas mágicas así que, con la intención de ir a Grimmauld Place caminó entre la multitud de personas para encontrar un sitio vacío y desaparecer, pero en el camino encontró a Adrián. Antes que pudiera preguntarle dónde había estado, si sabía qué era lo que estaba ocurriendo o dónde estaba el señor que estaba con él, parecía estar preocupado por una carta vociferadora. El mensaje que transmitía no era nada bueno, al menos no para Adrián y quizás su familia, por lo que pudo suponer según lo que éste decía. — Qué triste —sólo dijo, tardó unos segundo en recordar que Sagitas era pariente de él y que ella era miembro de la Orden del Fénix, debía estar en Grimmauld Place; pero no era correcto que una persona ajena al bando, y menos Adrián, lo supiera aunque se tratara de su hermana. — Oh, nada —respondió inquieta. Sólo esperaba que su tono de voz no la delatara— . Encontré un Micropuff. Al decir esto último corrió su cabello para mostrarle lo que ocultaba—. Se encontraba solo y asustado en el refugio, es posible que haya más o, quizás a alguien se le perdió. Su intención era cambiar el rumbo de la conversación hacía otra dirección—. ¿Tienes una idea sobre lo que sucede? @@Adrian Wild
  2. Isla Avalón Flores marchitas, mariposas que perseguían a Xell y una pantera cuyo comportamiento era tan inusual como el tono rojo de sus ojos. Era evidente que ocurría algo. Existía la posibilidad que la actitud se justificara por estar protegiendo alguna cosa dentro de la isla; pero, las sacerdotisas pertenecían ahí tanto como ellas. No entendía por qué las desconocían. Sin embargo, por una parte se sentía aliviada al no encontrar animales heridos al menos hasta ese momento. Tan rápido como pudo darse cuenta, el lugar donde había encontrado a Luna se había convertido en un punto de encuentro para el resto de los sacerdotes; primero con la llegada de Sagitas, luego Xell, Scavenger, Lilian. Cada una tenían algo en común, había sido espectadoras de como la isla tenía un comportamiento diferente. Tan sólo la presencia de ellas le hacía sentir segura a pesar de que sólo conocía a algunas y no había tenido la oportunidad de presentarse ante las demás. Debían descubrir qué era lo que sucedía y debían hacerlo rápido, antes de que todo empeorara. Se alejó unos metros de sus compañeras y se sentó sobre el césped aún verde, cerró sus ojos y dejó de escuchar las teorías de sus compañeras, aunque en su mente seguían dando vuelta frases tales como "Fuego", "Purificación Espiritual", "somos intrusas","Besto pantera", "trabajemos juntas", "quiero quitármela", que provenían de sus compañeras. «Lectura de aura». Estaba claro que necesitaban ayuda y sentada allí no tenía la oportunidad de cooperar ni de "trabajar juntas". Además por más por mucho que lo intentara le era imposible mantener una conexión espiritual con la isla, había algo que la bloqueaba más allá de sus propias preocupaciones. Abrió sus ojos despacio, cuidando que la claridad del exterior no dañara su retina, pero al visualizar el lugar, no encontró nada. No sabía exactamente cuánto tiempo había estado sentada manteniendo esa actitud que hasta ese momento no había considerado que podía ser egoísta. Era probable que el resto de sacerdotisas estuvieran buscando respuestas de manera externa, desafiando todo obstáculo que se interpusiera en su camino. Había sido tan despistada para no darse cuenta que alguna de ellas se dirigían al centro de la isla, donde se encontraba el templo de la isla, donde se había unido otra sacerdotisa, y otras seguían dando vueltas por los alrededores. En otro momento había tenido la posibilidad de saber con certeza cómo estaba conformada la isla, cada uno de sus rincones pero el panorama estaba cambiado. Caminó sin ninguna dirección aparente procurando no pisar nada que pudiera provocar una herida en el pie y observando que ningún animal la atacara sin tener la posibilidad de defenderse. Era peligroso estar solo en una situación así; aunque sabía algunos hechizos que podía utilizar para no correr riesgos mayores. Sentía como sus sentidos se agudizaban a medida que trascurría el tiempo, estaba más atenta a su alrededor, podía sentir el mal olor de las hojas secas y marchitas y escuchar hasta el mínimo aleteo de una mariposa, todo estaba en silencio. Sin embargo, de pronto escuchó una voz conocida, era la de Luna, quien formulaba oraciones que contenían las palabras "trampa", "dragón", "templo" y "frutas", y no entendía como esas cosas podían estar juntas. Se acercó aún más, esperando que estuvieran bien. — ¿Sagitas? ¿Luna? —esperó hasta poder ver a sus compañeras para mencionar sus nombres. Sin embargo, no sólo vio a sus compañeras sino también un hermoso dragón y una bolsa roja que Luna sostenía en la mano. Miró fijamente a la criatura que tenía delante de ella, tomándose el tiempo de admirar cada uno de los detalles si darse cuenta que algo en punta traspasaba su zapato provocando una leve pero dolorosa herida en la planta del pie. — Auchs...
  3. Centro de Atención de Emergencia " Sangre de Cristo" . Madruga del 13 de marzo. — ¿Qué haces aquí, pequeño? —indagó la bruja al ver un Micropuff escondido detrás de una de las patas gruesas e la mesa. Intentando ser cautelosa se acercó despacio y tomó con ambas manos a la criatura pequeña y azul. Sus características le causaba ternura, tanta que le causó distracción. Sentía la necesidad de llevárselo a su casa, huir e esa situación tan aterradora. Se concentró en los ojos grandes del animal y fue cuando se dio cuenta que debía pertenecer a alguien de la comunidad mágica, esas criaturas pertenecían a la comunidad mágica pero no estaban localizados ahí ellos en ese momento. — ¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar, pero esta vez su sorpresa de notó en su tono de voz. Estaba claro que la criatura no le respondería debido a que no tenía esa capacidad, así que sin esperar respuesta la guardó en el bolsillo de su vestido. Se arrepentía de no llevar una túnica ya que le hubiera sido de más utilidad en esa situación. De pronto, comenzó a pensar, sólo había encontrado un Micropuff azul entre esa multitud y en ese preciso lugar, pero podría haber más criaturas mágicas dispersas en otras localizaciones y ,eso, era preocupante y merecía de su atención. Se había olvidado que había llegado a ese lugar junto con el procurador y Wild, y que los había perdido de vista. La última vez que los vio, estaban hablando con un hombre, aunque había olvidado si estaban los dos juntos hablando con un hombre o si estaban separados y mantenían conversación con dos hombres diferentes. No lo sabía, de lejos sólo podía reconocer a Adrián porque habían trabajado juntos pero al procurador sólo lo había visto una vez, antes de que comenzaran a estallar cosas en las calles de Londres. — ¿Adrián? —lo buscó sólo con la vista, en diferentes direcciones y lo único que pudo encontrar era gente. Tenía la sensación de que era aún más gente de la que había al llegar. — ¿Adrián? Sin embargo, él era a la última persona que le pediría ayuda; pero, a pesar de la desconfianza sabía que también él intentaba mantener una buena imagen para ocultar un probable historial delictivo y podía ser capaz de ayudar. El procurador tampoco estaba por allí. Se arrepentía de no haber puesto atención en el momento en que se presentó. Trató de hacer memoria y se le vinieron algunos nombres a la cabeza, pero no estaba segura. Caminó hacía la puerta cuando se dio cuenta que seguían entrando y saliendo personas. Muchos de ellos eran niños y personas mayores, lo que le provocaba angustia. Y Adrián no aparecía. Siguió buscándolo y a la vez observaba todo, cada detalle de la escena. Al parecer afuera se había producido un incendio en uno de los edificios. Quizás, ese centro de atención no demoraría en estallar también. Cerró sus ojos al visualizar la escena. Qué cosas más malvadas pensaba. Era terrible la situación, pero debía mantener la cordura. Quizás, una petición a la Orden del Fénix era una alternativa, si es que aún no la habían solicitado primero ellos. Suponía que debían estar al tanto de la situación. Además de un miembro más el bando y empleada del Ministerio de la Magia, tenía sus propias capacidades para intervenir. Salió del establecimiento, aún con el Micropuff en su bolsillo y con la preocupación de que más criaturas podían estar en Londres.
  4. Apretó su varita con las yemas de los dedos de su mano derecha imaginando que de esa manera el encantamiento sería más efectivo; además de ésto, intentó acercarse más a la planta que estaba interesada. Aunque, en el fondo sabía que no era necesario y el hechizo se realizaría. Había estado leyendo, esos últimos días, acerca de las plantas y el mantenimiento que requerían y en ese momento estaba intentando enseñarle a su elfa. — ¿Ves? Supongo que es así —comentó, observando cómo la flor de la planta no realizaba ningún cambio externo. Su elfa no respondió. Tenía los sentidos mucho más agudos que ella, podía haber oído algo a unos cuantos metros de donde estaban. Se puso de pie al ver que Blondie miraba fijamente a una dirección y sin reaccionar de ninguna manera a su comentario. Rápidamente le llamó la atención. Podía existir la posibilidad de que alguien estuviera merodeando por las instalaciones, algún cliente perdido u otro empleado, considerando que se suponía que el negocio estaba abierto. — Vamos a ver —Dijo, avanzando y sosteniendo su varita sólo por precaución. No quería que su elfa temiera más de lo necesario así que decidió mostrarse relajada y optimista; nada malo podría suceder en ese espacio. Podía imaginar que era uno de los lugares más seguros de todo Londres mágico, teniendo en cuenta que pertenecía a dos miembros de la Orden del Fénix. — ¿Helen? —preguntó al ver a su amiga. Estaba tan sorprendida de verla que no se percató de la elfa que había salido corriendo a toda prisa pero Blondie sí, estaba segura que se preguntaba el por qué de ese comportamiento. Ella no sabía si ya había mantenido comunicación con otros elfos, pero pudo suponer que sí al ver que fue detrás de ella. @@Helen Evans
  5. Sobre su vestido se formaban leves pliegues y ésto capturaba su atención de manera torpe. Sin embargo, lo consideraba algo hipnotizarte y a la vez desesperante, ésto último porque que aún tenía pendiente algunas de sus actividades que formaban su rutina. Sacudió cabeza para concentrarse en lo que debía hacer, pero en su cabeza surgían preguntas acerca del clima en las próximas horas o si la vestimenta que llevaba era la adecuada. Sin embargo, considerando que los días primaverales comenzaban a hacerse presente y el ambiente de la Isla Avalón era tal como la recordaba, maravilloso y cálido, suponía que estaría bien. Observó el reloj de agujas que llevaba en su muñeca izquierda para verificar si aún le quedaba tiempo para visitar el jardín, pero no. Al parecer disponía de menos tiempo del que imaginaba. Revisó por décima vez la mochila con sus pertenencias y, siguiendo su propio método, contabilizó que no le faltara nada. Lo esencial sería llevar agua para mantenerse hidratada y , de esa manera, evitar la falta de concentración. Se tomó unos minutos para saludar a sus mascotas y explicarles que no demoraría en regresar. Incluso, ella misma trataba de creerse esto último. Tenía la sensación de que la prueba tendría una duración inesperada pero, eran sólo eso, su intuición. — No tardaré —expresó la bruja, enfatizando esas últimas palabras para que las criaturas no se desanimaran. Dejó su varita en un lugar donde se le hiciera más fácil encontrarla en caso de que surgiera una situación inesperada, como un ataque sorpresa. Suponía que era una de las cosas que había aprendido durante esos últimos años como miembro de la Orden del Fénix. Estableció un sistema de defensa que según creía podía llegar a ser efectivo; sin embargo, no había tenido la experiencia suficiente para determinarlo. * * * Al llegar a la Isla Avalón tuvo que frotar sus ojos antes de reaccionar. Lo que veía no se parecía nada a lo que recordaba. Al menos en esa zona de la isla, las hojas de los árboles comenzaban a teñirse de tonalidades oscuras; de manera que comenzó a cuestionarse si éstas estaban marchitándose. Esto último no coincidía con la época del año, se suponía que debería ser lo contrario. Ese instante fue cuando se dio cuenta que ya se encontraba dentro de la prueba. Siguió avanzando tratando de no mirar hacía su alrededor. Ver el comportamiento inusual de las plantas le había desanimado un poco, y suponía que le provocaría una sensación aún más intensa ver a los animales también de esa manera. Sólo esperaba no encontrar a ninguno enfermo o sin vida porque no podría seguir en ese lugar. A pocos metros de ella pudo distinguir a su compañera, Luna, así que no dudó en acercarse a ella. — ¿Luna? —preguntó aún tomando distancia, por precaución y por miedo de que no fuera ella— ¿No sientes que algo extraño sucede?
  6. http://webresizer.com/session/ge3uNpKDvbXYbCANqkUEp0FFbk7R799N/result.jpg?1587929703.70756 * * * Sobre el cielo ligeramente despejado comenzaban a aparecer las primeras nubes del atardecer; las cuales conforme iba pasando los segundos tomaban una tonalidad rojiza intensa. Darse cuenta de esos detalles era uno de sus pasatiempos favoritos, amaba ver cómo cambiaban los colores con respecto al momento del día y la época del año, así como también las diferentes especies de plantas y criaturas podía encontrar; aunque claro, existían otros factores que podían interferir cómo la localización geográfica. Desconocía en qué parte del bosque se encontraba a pesar de que estaba especificado en la carta que había escrito junto con el traslador y, posteriormente, dejado en el emporio de lechuzas del Callejón Diagon. Tenía intensiones de enfrentarse a un duelo con cualquier mago o bruja que encontrase la carta, con la intensión de mejorar sus habilidades duelísticas. No recordaba cuánto tiempo había pasado desde su último enfrentamiento pero estimaba que se trataban de un poco más de seis meses; quizás desde su prueba para el libro de hechizos. Sin embargo habían conocimientos que no desaparecían como los hechizos más comunes, las estrategias más sencillas, encontrar el escenario adecuado para el enfrentamiento y la manera en la que debía presentarse. A pesar que se trataba de las primeras semanas de primavera y que a medida que el sol bajaba la temperatura descendía, hizo caso omiso y llevó un vestido de tejido de algodón y color neón. Como era una de sus costumbres, no llevaba zapatos ni otros artículos que pudieran perjudicar su desempeño; de tal manera que también llevaba su cabello sin recoger. En un radio de diez metros no había presencia de árboles. El terreno era como cualquier parte del bosque, plano pero uniforme, había diferencias de niveles en el suelo pero no de escalas considerables; por otra parte, también había ramas, hojas secas y rocas de diferentes tamaños, sin embargo, ninguna que pudiera superar los quince kilogramos. Desde su posición veía un paisaje apreciable, cada movimiento que producían las ramas y cada detalle de escenario no debía dejarlo pasar. Debía prestar atención a la llegada de cualquier ser humano (o licántropo) que acudiera su petición. Había llegado la hora exacta cuando escuchó la llegada de alguien a ocho metros de donde se encontraba, la tonalidad castaña del cabello de su oponente podía distinguirse con facilidad, aún así la vista de ella no era la mejor para concluir detalles. Podía tratarse de Adrián Wild. Frunció el ceño cuando aparecieron recuerdos de la época de cuando trabajaban juntos. No precisamente por el departamento de Accidentes Mágicos, si no por la persona que estaba delante de ella. — ¿Adrián? No dudó en erguirse tomando una postura para dar comienzo al duelo, apuntando su varita hacía él. Desde aquella época había pasado tiempo y algunas cosas habían cambiaron, así cómo la manera que ella tenía para enfrentar sus miedos. Sin esperar respuestas de su conocido, decidió hacer el primer movimiento con un hechizo ofensivo. — Sectumsempra. El rayo iba dirigido a su oponente que, si no se defendía a tiempo, podía sufrir consecuencias graves tales como grietas en diferentes partes del cuerpo que lo llevaría a hemorragias externas y posteriormente a la pérdida de conocimiento.
  7. Le era imposible quitar la mirada de las estrellas que en ese momento se posicionaban débilmente al Este de Londres. Esa concentración se debía a la necesidad de reconocer el nombre de la constelación. Lo sabía, la reconocía pero no la recordaba. Estuvo unos segundos, desde su percepción, escavando en lo más profundo de su recuerdos, como si se tratara de una situación que merecía total importancia, pero lo recordó, era Cassiopeia. Suspiró de manera abatida. Le provocaba ansiedad no poder responder una incógnita como tal, pero luego de hacerlo se sintió aliviada. Inhaló el aire gélido y vespertino de esa calle tan concurrida. Si habían trascurrido cinco o seis horas de su llegada, no lo sabía. Era su día libre y había decidido recorrer ese lugar para visitar vitrinas. Claro, eso respondería si alguien la increpara para preguntarle el propósito de su visita, pero lo cierto era que necesitaba hallar información sobre los avistamientos de criaturas mágicas que se habían estado reportando en las última semanas. Sin embargo, era difícil mantener sus pensamientos en eso cuando se acumulaban cientos de locales interesantes. Había aprovechado ese tiempo para visitar una librería donde también cumplía la función de cafetería ofreciendo café y galletas, lo cual era tentador considerando al clima. A pesar del aspecto obsoleto la Librería-Café, sólo contenía los títulos más recientes de la literatura a simple vista; quizá, de haber buscado más conseguiría los clásicos. — Lo siento —dijo, de manera automática, al sentir que había chocado con alguien. Se sintió avergonzada, en especial porque le había hecho tirar un ejemplar de un periódico local cuyo título empezaba con la palabra "apariciones". Lo recogió y tras ver que la persona actuaba con total normalidad, le preguntó: — Disculpa... ¿puedo quedármelo? Para su sorpresa la respuesta fue afirmativa. Al sentir el grosor del periódico lo supo, era suave y delgado; quizá lo repartían de manera gratuita. Suponía que no podía contener más de diez páginas. Le agradeció complacida mientras pensaba en toda la información que podían contener. Sabía que existía la posibilidad de que lo que se decía ahí era falso, pero necesitaba saber hasta donde. De pronto, ocurrió algo. Algo que le había hecho dejar la lectura de la primera página del periódico. ¿Qué estaba ocurriendo? En el cielo se podía ver, ¿escobas voladoras? Las personas a su alrededor comenzaron a alterarse.
  8. Hola, ¿qué tal? Estoy a días de estar más o menos libre y de vacaciones (?) Me gustaría participar de esta iniciativa. Se ve muy interesante sobretodo porque recibiremos regalos y rebuscaremos para crear otros, originales. Voy a tratar de desempolvar mis habilidades para crear blinkies, así es una de las opciones y para perfeccionarme, así, si decido regalar alguna de mis producciones ésta estaría acorde a la ocasión. Nick: Sherlyn Stark Rango: Legionario Gustos: Es indiferente, mientras sea creativo y original.
  9. Los minutos transcurrían con lentitud o. por lo menos. así lo percibía ella. Habían pasado ya media hora desde la última vez que miró a su alrededor en busca de algo que pudiera captar su atención. Sin embargo, por más que quisiera, esto era imposible. Todo era tal cual lo recordaba días atrás, las mismas personas caminando por el Callejón Diagón e, incluso, el ambiente parecía ser el mismo; la humedad abundaba y el frío era inminente. Aún así, aunque el aburrimiento era una de las cosas que sentía, llevaba dentro una sensación de tranquilidad favorable. En ese punto sabía que todo estaría bien. Necesitaba que todas las cosas estuvieran en su lugar antes de cerrar el local así que apresuró sus movimientos. Recordaba que la última vez que había estado en el lugar había sido durante las épocas de Halloween y había realizado una reunión donde muchos miembros de la comunidad asistieron. Lo único que no lograba recordar era cuál había sido el acontecimiento importante que no le había permitido estar durante la celebración y era algo que le apenaba bastante. — ¿Lo tienen, Blondie? —preguntó a su elfa doméstica, refiriéndose a las calaveras que decoraban las ventanas. Blondie y otras tres elfas estaban tratando de quitarlas sin éxito. Sin embargo, no la miró. Estaba ocupada quitando las últimas decoraciones que ocupaban la pared izquierda. Suponía que la altura de ellas era lo que se interponía al realizar una tarea tan sencilla. Una vez que recogió todos los objetos y los sostuvo en su mano, se apresuró a guardarlos en una caja para luego sellarla. La misma se guardaría en el sótano donde estaría hasta el próximo año; aunque, no estaba segura si utilizaría los mismos objetos de nuevo. Volvió a mirar por la ventana. En esa ocasión no había nadie merodeando por la zona y el clima se transformó, volviéndose más frió. Las nubes estaban ocupando la mayor parte del cielo y cambiaban su color a un tono más oscuro. — Listo. Debemos encargarnos de los preparativos de Navidad. En cierta forma eso le entusiasmaba y la sensación acerca de la monotonía de la vida, había desaparecido. Sabía a a sus elfas domésticas les gustaba desarmar preparativos de manera manual y ella no podía esperar al vez las expresiones en sus rostros cuando le permitiera decorar para celebrar Navidad. — Estoy segura que será muy divertido —exclamó mientras hacía aparecer diferentes cajas cuyas dimensiones variaban al igual que los colores. Cada una contenía objetos diferentes y le era imposible deducir dónde había guardado cada uno de los objetos. —Supongo que acá estarán las guirnaldas —dijo, acercándose a la caja para verla con determinación y sostenerla con ambas manos. Era liviana, lo que indicaba que en efecto tenía razón y eso era lo que las cajas contenían. La sacudió y a ver que no hacía ruido, estuvo segura. La dejó en el piso y se dedicó a observar las demás cajas que estaban a su alrededor.
  10. Lo único que era capaz de escuchar desde su posición eran los leves sonidos que hacían sus zapatos al caminar. Frente a ella se encontraba un pasillo amplio y largo, donde la humedad era lo que abundaba. Creía estar en la dirección correcta hacía el Instituto Internacional de Investigación Mágica porque a medida que avanzaba podía percibir la manera en que la luz que ofrecía las velas se tornaba opaca. Cada vez le era más difícil ver los detalles de las paredes. — Es por aquí —susurró, sólo para que su Micropuff rosa la escuchara. Tan pronto como la criatura escuchó su voz, se escondió debajo de la bufanda que rodeaba su cuello. Como acción automática, ella acarició su cabeza para lograr que se sintiera cómodo y tranquilo. No había duda que su mascota tenía un grado de timidez importante. Esto le generaba cierta angustia ya que había oído casos donde podían sufrir ciertos síndromes si se los exponían en una situación estresante. — Ven, es hora. Esa mañana hacía frío. Lo podía percibir por sus manos blancas y heladas, y la rigidez de sus articulaciones. Había olvidado llevar sus guantes de lana. Quizás en otra circunstancias se habría preparado mejor; sin embargo, sentía que aquel día sería testigo de algo importante. — Es tarde.
  11. Concentró su atención en Felicity. Le llamaba la atención cómo ella miraba a Crowley. ¿estaría enamorada o, simplemente, seguía las instrucciones del anciano? No podía determinar a esa distancia lo que realmente sucedía porque, además, una de las características de la Marca de Sangre era que las obligaciones no fueran verbales. Sin dudas, se trataba de una estrategia curiosa y, por una parte, divertida. Al menos de esa manera le había resultado hasta que su compañero lanzó un hechizo que podía tener efectos fatales. Sostuvo su varita con fuerza y lo único que sentía en ese momento era ganas de proteger, no al anciano sino a ella. Observó atentamente la escena por unos segundos, analizando cuáles serían las acciones que sus compañeros realizarían. Sin embargo, comenzó a sentir ansiedad. Debía haberse anticipado ante la mirada fija de León. Aquella sensación le había hecho dirigirse lentamente hacía el anciano. Quizás era la primera vez que se encontraba tan cerca de un Guerrero Uzza pero le causaba impresión ver como no temblaba ante la situación. Cuando se encontró a una distancia considerable, le obsequió un suave beso en la mejilla al maestro Gahíji, tal como Crowley le había pedido tan amablemente. ― Disculpe. Se separó varios centímetros del anciano hasta llegar a León y sin dejar de observarlo atentamente, lo tocó con su varita. Claro, ella pensaba que había llegado la hora que él pagara las consecuencias. «Marca de Sangre» Pensó y, al mismo tiempo, se le ocurría una gran variedad de ideas. ― Obedire ―dijo, sin dejar de tocar a Crowley―. Creo que es tu turno de besar. Miró a Felicity―. ¿Por qué no le regalas un beso? ―y en su mente las órdenes era esa, besar a Malfoy.
  12. Sacudió la arena de sus pies, principalmente aquella que había quedado entre sus dedos. Por una parte, no podía creer que el duelo había finalizado sin dejar una resolución, y eso le generaba muchas dudas con respecto a su actitud y rendimiento, si había formulado los hechizos de la manera correcta o si Gahíji se había molestado con ella. Miró con atención el portal, le causaba ansiedad saber qué encontraría detrás y, por esa razón, se apresuró a limpiar los restos de cenizas y arena que había quedado en su vestido. Una vez que se encontró lo más preparada posible, cruzó el portal. Lo único que no podía deshacer era el mal sabor en la boca que le habían dejado las cenizas. Tosió levemente mientras se aproximaba hacía donde estaban sus compañeros y el anciano. Le daba curiosidad saber cómo habían llevado sus respectivos enfrentamientos, no lo podía determinar. Quizás les preguntaría en otro momento. Escuchó con atención las indicaciones de Gahiji y a partir de ahí el tiempo pareció acelerar su ritmo. El primero en mostrar sus habilidades fue León, con un cálculo, quizás, errado al meterse con una túnica que podía ser importante para Felicity. Sin embargo, parte de la empatía que comenzaba a sentir por su compañera se esfumó tras el ataque contra ella; sin embargo, tras la demostración de cómo se utilizaba la Daga de Sacrificio. ― Bien... Observó a ambos, con atención, analizando a quién podía analizar para mostrar sus conocimientos. Optó por Crowley, por la simple razón que éste había sido desconsiderado con su compañera. Miró atentamente al mago apuntando su varita hacia él, y dijo: ― Sectusempra ―el hechizo causaría enormes grietas sobre el cuerpo, las cuales le produciría hemorragias y hasta podía dejarlo inconsciente, Aunque suponía que el mago podía protegerse correctamente del rayo, pensó: «Daga del Sacrificio» y en segundos sentió, en su mano, el peso de la daga invocada. ― Immolo ad protegendum ―dijo y los efectos del sectusempra se impactaron en ella. «Episkey» pensó, sanando sus heridas por el rayo. Por los comentarios de sus compañeros podía determinar que tampoco tenían una buena imagen del anciano.
  13. La bruja observó con determinación a su oponente, tratando de analizar cada movimiento que éste realizaba. No le serviría de mucho un análisis general, debía concentrarse en las mínimas acciones que se producían, como el movimiento de sus manos o las expresiones de su rostro. Aún así, había algo que le hacía sentir incómoda, ¿sería porque él se había como objetivo intentar que ella le dirigiera la palabra? No podía determinarlo; sólo esperaba que el duelo terminara lo antes posible y, a la vez, que sus estrategias estuvieran bien. — Lo siento… —dijo, al ver que la actitud del anciano cambió, subiendo de tono su voz para demostrar su molestia—. Sólo… pido responder cuando finalice el duelo. A pesar de que su voz fue clara y firme para que lo escuchara desde esa distancia, por dentro se encontraba nerviosa y deseaba que el enfrentamiento finalizara. Había intentado ser lo más honesta y amable posible, ya que no había sido su intención provocar ese malestar en él; y menos considerando lo que un Guerrero Uzza significaba en el mundo mágico. De pronto, sintió que la temperatura ambiental aumentó y no tardó mucho tiempo en darse cuenta que algo malo estaba sucediendo, era fuego y éste había llegado a lastimar parte de su mano derecha, con la que sostenía su varita, «Episkey» pensó, sanándose de las heridas provocadas y, de esa manera, poder continuar con el enfrentamiento. Al mismo tiempo, doce aves se dirigieron a ella, producto de la invocación de su oponente. Quizás, si ella hubiera sido capaz de reflexionar unos segundos más habría optado por utilizar sólo ataques, sin defensa, y su otra mano, sana; pero imaginaba que era riesgo para ella. Necesitaba reducir el ritmo del enfrentamiento y, por esa razón, pensó: «Maldición» los siguientes hechizos del anciano, nuevamente, saldrían mal, debido a que él no lograría pronunciarlos como debían ser. Le dedicó una leve sonrisa. Por una parte sabía que existía la posibilidad que el anciano se desquiciara, otra vez; pero, al menos ella tenía tiempo para reflexionar los movimientos que realizaría. — Como has podido comprobar por tí mismo —haciendo alusión al turno anterior—la maldición hace efecto, principalmente, en pronunciación y provoca que los hechizos que se intentan realizar no se produzcan.
  14. Cuando volvió a mirar el frasco que le había entregado a Leah se percató que estaba vacío. En ese momento ella pensaba que si no hubiera realizado un comentario de más se habría ahorrado una situación incómoda. Lo cierto fue que toda esa escena de los elfos y Mackenzie había sido caótica incluso para ella, y existía la posibilidad que, como decía su profesora, había estado desconcentrada por unos instantes. Sin embargo, ¿no se suponía que debían encontrar los objetos escondidos por el Lazo del Diablo? Frunció el ceño sin mediar palabras. Al girar su mirada hacía donde se encontraba Di Médici observó que ella había creado una planta. Esas invocaciones eran casi imposibles para Sherlyn debido a que se requería mucha concentración y conocimientos en el área, le sorprendía que su compañera lo había realizado sin ningún problema y sólo en cuestión de segundos—. ¡Qué bonito! Luego de entregar el frasco vacío, tomó distancia y se dedicó a prestar atención en las instrucciones de su profesora, sobre cómo crear una Esencia de Díctamo que sirviera para esas situaciones. Cada uno de los pasos era fundamental y la explicación de Ivashkov era concreta y simple de comprender. Por esa razón, suponía que no haría falta tomar notas en papel. Y, resultaba perfecto para ella porque no recordaba donde había dejado sus pertenencias. No podía ocultar el asombro una vez que la mezcla finalizó: era perfecta. Su interés por el resultado se evidenciaba porque no lo dejaba de observar. Sentía la necesidad de tocarlo y oler su aroma, pero no sabía si esto era posible ni tampoco quería volver a exaltar los ánimos de Leah. — Es perfecto —murmuró, luego de escuchar que éste rendía muchos usos debido a que sólo necesitaban poca cantidad para que hiciera efecto—. ¿Es posible que podamos llevar una muestra? Por otra parte, le dio curiosidad saber cómo Malfoy utilizaba la poción para su elfo doméstico. Después de la información que les había ofrecido su profesora, suponía que Hamilton se recuperaría de inmediato.
  15. ¡Hola! Estuve por enviar mi rol cuando me percaté que de las letras chicas del duelo, específicamente, de la Ráfaga de Fuego del tercer turno o ronda. Supongo que ya voy por la cuarta ronda. Y tengo algunas preguntas: ¿Aún estoy a tiempo para rolear la sanación? Espero que sí. Por otra parte, ¿cómo funcionaría el efecto de "Salvaguarda Mágica"? Por lo que tengo entendido sólo funciona para objetos sólidos y el fuego supongo que no lo es. Aún si prosiguiera el duelo con ¿dos Episkey?, el duelos consta de seis rondas/turnos, y tendría tiempo hasta el lunes 22/09, inclusive, supongamos que no alcanzamos a realizar las rondas que se exigen, ¿es posible aprobar? Por mi parte voy a intentar ser constante como hasta ahora para cumplir con el mínimo. Sólo eso, creo que entré en pánico. Aún así, gracias. ♡ Estoy divirtiéndome bastante. De última lo volvería a intentar el próximo mes. @Gahíji
  16. Una de las cosas que extrañaba del mundo mágico eran las fiestas que podía encontrar dentro de los negocios. En esa ocasión, se realizaba a la reinaguración del negocio “Wild Pizza”, imaginaba que era una buena oportunidad para conocer nuevas personas y observar las nuevas reincorporaciones del local. Claro, no recordaba haber estado ahí, pero imaginaba que luego de una nueva apertura se encontraría con nuevas adquisiciones. Ese día había optado por vestirse de manera casual, con vestido y zapatos rojos Por un momento, creyó que la idea de llevar globos de colores sería la indicada pero, luego, su idea se esfumó al imaginar que no era necesario y que podía encontrarse con personas que aún no conocía. Apresuró su paso, creyendo que de esa manera llegaría más rápido y, de alguna manera, sus nervios se irían. Aunque no llevaba globos, había sacado a pasear a su Micropuff. A Sherlyn le gustaba como las tonalidades rosadas brillaban en el sol, resaltando los detalles que hasta el momento ella no se había percatado que tenía. Lo llevaba en su mano derecha y con la izquierda lo cubría de los peligros inexistentes, en el Callejón Diagón. — Llegaremos pronto —dijo, tratando de calmar las ansias de su mascota; aunque, sólo parecía sentirse ansioso por estar en un lugar que desconocía—. Ya verás que nos encontraremos con personas maravillosas. No estaba segura sería así pero trataba de pensar que así lo era. Al llegar al negocio lo primero que llamó su atención fue la decoración del mismo y admiraba cada detalle que podía encontrar. Si bien, la pizza no era su comida favorita ni por la que optaría, debido a su preferencia por lo natural, respetaba como pensaban los demás. Al ver una planta florecida fuera del local, dejó a su mascota allí. Claro, imaginaba que ésta no se iría del lugar, ya que había sido entrenada para evitar ese tipo de situaciones—. Quédate aquí —pidió, mientras con su mirada observaba el interior y, a la vez, identificaba a sus compañeras de la Orden del Fénix—. Por favor… quédate —pidió y, luego, ingresó al lugar en dirección a la mesa donde estaban. — Buenos días, ¿puedo unirme? —preguntó, y dirigió, por unos segundos, su atención a su mascota que había quedado fuera. Creía que no tardaría más de dos minutos en volver a buscarlo.
  17. Creía comprender cómo era el mecanismo de defensa del Lazo del Diablo; sin embargo, su intentos fallidos eran la evidencia de que las criaturas mágicas eran su fuerte. Aún debía reforzar algunos aspectos de Herbología, por ejemplo, encontrar los puntos débiles de cada especie y el cuidado que se requería para encontrarse en condiciones favorables. Por esta razón se sentía intranquila. Lo que más quería era demostrar todo el conocimiento que había adquirido de manera teórica. Frunció el ceño en respuesta a lo que era, a su parecer, una pésima actuación. Fijó su vista en la planta y mantuvo firme su varita, sin embargo, cuando estuvo a punto de lanzar el hechizo, una voz penetró el escenario donde se encontraban. Su concentración era tal que, si la recién llegada no hubiera lanzado amenazas, ella no se daría cuenta de su presencia. ¿Qué podía ser tan importante como para interrumpir una clase de Herbología? Y, lo supo al darse la vuelta y observar la descomposición que sufría el elfo doméstico de Mackenzie. Al parecer, la criatura no había prestado atención y tuvo cierto inconveniente con los Bowtruckles, en la fase anterior. En ese momento, entendió por completo el enojo de Malfoy y, en parte, se sentía culpable al no haber sido capaz de protegerlo. — Oh, no… —se lamentó al ver la situación. Por otra parte, agradeció por dentro la asignación que le habían otorgado, ya que creía que no había algo mejor que curar un elfo doméstico en esas condiciones y, al mismo tiempo, pondría en práctica los conocimientos en el área. La presencia de Mackenzie le provocaba nervios y ésto era a causa de lo que significaba la familia Malfoy. Intentó hacer caso omiso a las acciones de los presentes, pero le llamó la atención la cordialidad y el orgullo con el que Di Médici se presentaba. Hasta ese momento no había escuchado hablar de la familia a la que pertenecía, pero, por el desempeño que había hecho durante esas pocas horas, podía deducir que era una bruja con buenas habilidades. — ¿Esencia de Díctamo? —se preguntó a sí misma y por lo bajo, luego se dedicó a buscar en los instrumentos ocultos por el Lazo del Diablo. Se suponía que los instrumentos que se encontraban ocultos le permitirían curar al elfo doméstico, por lo que se apresuró a realizar la búsqueda. Debía ser precisa y encontrar los objetos que podrían ser de utilidad y nada de lo que se encontraría ahí podría ser tan efectivo como la Esencia de Díctamo. Se arrodilló y buscó unos metros por el suelo. Cuando encontró un frasco de vidrio, lo tomó y lo aproximó a su nariz para verificar su aroma; parecía ser el correcto, era agrio y, a la vez, natural. No podía estar segura debido a la falta de especificaciones en sus extremos. — ¿Puede ser este? —acercó el frasco de vidrio a Leah, quien le podía dar la respuesta verdadera—. De lo contrario, podríamos realizar la poción con hojas de díctamo. Sin embargo, no recordaba haberla visto en el Invernadero.
  18. Sentía como la sangre comenzaba a deslizarse por su cuello y le producía escalofríos. En ese momento supo que podría haber optado por otra alternativa, alguna que careciera de esas consecuencias. A pesar del dolor, se mantuvo alerta, necesitaba estar presente durante el duelo para no caer en desventaja. Cerró sus párpados, por unos segundos, y los abrió de inmediato, pudiendo ver la imagen del anciano a unos metros de donde se encontraba. El anciano seguía esquivando la maldición; sin embargo, ella cumplía con el objetivo provocando que éste perdiera un turno al intercalar. De repente, el ardor ya no sólo se sentía en su cuello, sino también en otras partes de su cuerpo y era algo que no podía soportar con facilidad; debía recuperarse. «Episkey» Pensó, centrando su atención en la herida de su cuello y, de pronto, ésta sanó dejándola en buenas condiciones, nuevamente. A partir de ese momento, le resultó fácil mover las articulaciones de su cuello y, a la vez, concentrarse. Esperó el contraataque del anciano pero no llegó. Creía que eso podía significar que éste estaba sanando las heridas por la daga; aunque eran sólo especulaciones. De repente, se le ocurrió un movimiento que hasta ese momento no había podido ejecutar. Por otra parte, a pesar de los comentarios que realizaba su oponente, ella no pronunció ninguna palabra. No tenía deseos de hablar con él porque temía pronunciar las palabras equivocadas y ya eran suficiente precisar movimientos durante el enfrentamiento, — Yo juro… no atacar —pronunció, apuntando su varita y manteniendo su atención en el anciano; como consecuencia, el hechizo provocaría que al anciano se le prohibiera realizar ataques ya que al intentarlo se le producirían heridas como las de una daga en cualquier parte de su cuerpo. Suponía que, al igual que ella, a éste ya no le apetecía sentir dolor, por lo que lo evitaría. Sólo frunció el ceño como respuesta a las preguntas de Gahíji. No entendía la razón por la que quería que se presentara. Ella pensaba que ellos poseían una gran cantidad de información de las personas que los rodeaban y, aún más, de aquellas que deseaban poseer los conocimientos de los libros. Suponía que la mayor parte de ésta la obtenían observando los comportamientos durante el duelo, a pesar de ésto, ella no tenía ánimos de responder además de que podía llegar a la conclusión que responder le haría sentir nerviosa.
  19. Nick: Sherlyn Stark Id: 113426 Criatura que deseas: Kneazle 2 Conocimientos que deseas: Astronomía y Encantamientos.
  20. Era evidente que su concentración era tal que no había tenido tiempo para presentarse ante el anciano, ni se había percatado de lo descortés que estaba siendo. Quizás, en otras circunstancias no habría tenido problemas de hacerlo, pero lo cierto es que los nervios la dominaron y esa sensación no había desaparecido siquiera con los efectos de curación. Respiró profundo y su atención se dirigió exclusivamente a él. Gahíji se había defendido perfectamente a los hechizos que la bruja le había enviado y a la vez le dejó diversas oportunidades de ataque. En su mente aparecían muchas, cada una con diferentes desenlaces. Debía actuar con cautela y pensar dos veces antes de realizar una acción y, también, cuidar la pronunciación de los hechizos. Aclaró su garganta y cuando se sintió preparada, apuntó su varita hacía el anciano y pensó «Maldición» El efecto provocaría que el anciano no fuese capaz de realizar un hechizo, ésto era debido a que las consecuencias de la maldición se lo impedía. Si bien, podría estar mal visto volver a utilizar un hechizo que en primer lugar no resultó como ella deseaba, lo vio como una buena oportunidad para practicar los poderes del Libro de la Sangre; además no quería que el enfrentamiento concluya tan rápido a pesar de sus nervios. En ese momento, miró fijamente al anciano y en su cabeza se le ocurrían diversas ideas, pero una en particular era la que más le convencía. Si algo no debía faltar en un duelo era el ataque y a su vez el sacrificio. Al mismo tiempo que meditaba, pensó: «Daga del Sacrificio» podía sentir, en su mano, el peso de la daga invocada. — Immolo oppugnare —pronunció, con voz temblorosa pero con claridad. Y, de repente, sintió como la cuchilla de la daga penetraba el lado izquierdo de su cuello, provocando una herida profunda y, al mismo tiempo, una hemorragia intensa. El anciano sufriría las mismas consecuencias. Era inquietante pensar que en sólo segundos había actuado de forma tan precipitada, haciéndose daño a sí misma.
  21. Observó cómo el pequeño baúl volvía a su forma natural, dejando escapar a la criatura que había quedado dentro; ésta huía de manera desesperada o, por lo menos, ella lo veía así, y se sentía apenada por haberla encerrado. Se preguntaba si la criatura había sufrido dentro y esperaba que no. Al menos la duración del hechizo había sido la suficiente para que la profesora lo examinara y, por consecuencia, pasar a la siguiente etapa. Por otra parte, le llamaba la atención las acciones de los elfos domésticos. Sentía la necesidad de ayudarlos pero temía que las criaturas tomaran a mal el intento de ayuda. Buscó con la mirada la presencia de alguno de ellos, al menos podía identificar al más redondo que, al parecer, había concluido la etapa anterior. Lo podía suponer porque éste se acercaba lentamente hacia donde estaban. De repente, dos Bowtruckle cayeron a pocos metros de donde se encontraban-. Pobrecitos - exclamó, con preocupación y desconcertada ya que no sabía de dónde había provenido. Sólo esperaba que su velocidad les permitiera correr para escapar de las ramas del lazo del diablo. Observó la escena con cierta impotencia ya que no sabía si podía actuar fuera del esquema de la clase. Luego de recibir las instrucciones, reflexionó cómo podía defenderse de la planta. Si bien, existía una gran variedad de hechizos para debilitarla pero no comprendía cómo hacerlo con pociones. Los segundos le perjudicaban, los movimientos de la planta iban incrementando su agresividad y debía actuar de inmediato. - Incendio -pronunció, apuntando su varita hacia la planta. De la punta de ésta salió una llama de fuego que provocó que las ramas de ese extremo se escogiera unos segundos y luego volviera a salir y esta vez con más intensidad. En ese momento, Teach estaba más cerca de donde estaba. Lo veía como un elfo doméstico indefenso y, evidentemente, había personas que deseaban deshacerse de él. - Quédate cerca, yo te ayudaré - le dijo, calculando la distancia y el volumen de la voz para que sus palabras pudieran escucharse. Volvió a concentrarse en la planta. - ¡Incendio! -exclamó, sin embargo, el hechizo no lograba cumplir con el objetivo.
  22. Sonrió nerviosa tras pensar en la jornada que tenía por delante. Si bien, tenía algunas expectativas sobre cómo sería la clase, suponía que podría ser similar a la anterior o completamente diferente; lo más probable es que fuera esto último, considerando que pasaron meses desde la última vez que ella asistió a una. Tampoco recordaba con exactitud qué obstáculos había tenido que cruzar para ser capaz de manejar los poderes del Libro de la Fortaleza. De todas maneras, le restó importancia, lo que más valía en ese momento era saber lo que podía hacer con él y, por supuesto, estaba preparada. Repasaba para sí misma cada uno de los hechizos y objetos que podía utilizar, y en qué circunstancias utilizarlos. Claro, su preparación fue la adecuada pero tenía la sensación de que le faltaba algo. Quizás no había practicado lo suficiente y eso podría jugarle en contra. Aún así, trató de no pensar demasiado en eso para mantenerse tranquila. Sin pensarlo demasiado, tomó su varita y se dirigió al punto de encuentro. Si bien, no se había preocupado mucho en su imagen, llevaba un vestido de seda de color blanco que finalizaba pocos centímetros antes de su rodilla, mantenía su cabello suelto y había optado por no llevar calzado. No utilizar artículos de más era, más bien, una estrategia; según tenía entendido, la clase sería a modo de duelo. A pesar de estar familiarizada con ese tipo de cosas, enfrentarse con un Guerrero Uzza era lo que más le preocupaba. ― Estoy lista ―dijo a sí misma y se dispuso a cruzar el portal. Al ingresar se encontró con un escenario tal como lo había imaginado, Gahíji se encontraba en posición, tal parecía, esperándola. Sherlyn hizo una reverencia como forma de saludo y escuchó con atención las instrucciones del anciano. Resultaba extraño que el lugar le hiciera sentir tranquila, como si estuviese preparado para tener ese efecto. De repente, la situación cambió. Sentía un dolor punzante que provenía de su abdomen, a la vez, un sabor amargo en su boca y dificultad para flexionar sus articulaciones. No tardó en darse cuenta de lo que estaba sucediendo y debía actuar rápido para que los daños no fueran permanentes. «Curación» pensó, concentrándose en la herida que le había provocado el anciano con la daga. Por consecuencia, la herida sanó y ella recuperó su movilidad. ―Sectusempra ―dijo, apuntando su varita hacía Gahiji. El hechizo causaría enormes grietas sobre el cuerpo del anciano, las cuales se abrirían y le produciría hemorragias. Suponía que el anciano poseía conocimientos inimaginables y era capaz de sobrevivir a un simple rayo. Seguía manteniendo su mirada fija en él. «Maldición» pensó, siguió apuntando su varita hacía su contrincante. El efecto causaría que el siguiente hechizo de Gahíji no cumpliera su objetivo, debido a que estaría mal pronunciado. Eso le daría tiempo para reflexionar cuáles serían sus siguientes movimientos. Ya tenía una idea.
  23. En esos momentos miraba con atención las agujas de su reloj de pared y, en vez de concentrarse en la apariencia rústica del mismo, su atención se dirigía a la información que contenía . No recordaba cuándo había sido la última vez que se había empeñado a realizarle un encantamiento, por ende, no estaba segura si el horario que indicaba era el correcto. Quería creer que sí. Según éste, restaban veinte minutos para la clase de Herbología. Se sentía entusiasmada, al mismo tiempo nerviosa; ese nerviosismo le provocaba una leve presión en el pecho a pesar de que su preparación fue, según creía, la correcta; había estudiado los libros relacionados con Herbología, y no sólo los más antiguos sino también aquellos artículos que ofrecían información sobre nuevos descubrimientos. Al mismo tiempo, se preguntaba cómo sería la clase y cuáles eran los contenidos que encontraría; claro que todo dependía de la perspectiva del alumno. Se dirigió al Invernadero donde comenzaría la clase, utilizando un vestido de tonalidades claras cuya textura era de seda fría y de calzado llevaba botas largas y oscuras. Esa ocasión resultaba la primera vez en mucho tiempo que asistía a una clase de conocimientos y, por más que hiciera memoria, no recordaba cuál había sido la última. Sólo tenía venían a su mente leves recuerdos de las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas que impartía, lo cautelosa que era para seleccionar los contenidos que entrarían y los escenarios que presentaría. Imaginaba que Leah sería una profesora excelente, teniendo en cuenta que se trataba de una bruja con años de experiencia. Sólo esperaba que fuera una jornada leve y, en el caso de tener compañeros, que éstos no generen problemas Al llegar se encontró con un escenario inesperado, había dos elfos domésticos como alumnos y una bruja que se apellidaba Di Médici. Sin duda, no entendía lo que sucedía, tampoco si los elfos pertenecían a su compañera, algo en el rostro de su profesora le hacía creer que no. El elfo de figura redonda informaba a la profesora que había sido mandado por su dueño Crazy para asistir a la clase por él. Sherlyn se preguntaba si era posible eso; en todo caso, los brujos debían tener cosas importantes para hacer para no presentarse a una clase de conocimientos. También se preguntaba si existía algo más importante que una clase de Herbología. Siguió al grupo hacía el bosque y se impactó al ver como ambos elfos domésticos se trataban con hostilidad. No podía creer que siendo de la misma especie y quizás parientes, se trataran de tal manera. Sin embargo, la clase seguía su ritmo y debían cumplir con las instrucciones. Instantes atrás, no había llegado a escuchar la primera pregunta que era con respecto a los Bowtruckles, por lo tanto, procuró prestar total atención a las palabras de Leah. Debían capturar un Bowtruckles y tras escuchar los dos métodos de captura sabía cómo debía proceder. Por esa razón se alejó unos metros para tener su propio espacio de trabajo y visualizó una roca de un metro, lo suficiente para transformarla en baúl que incluyera candado y cerradura. Sólo debía concentrarse, cerró sus ojos por unos segundos y cuando los abrió, estiró su varita apuntando hacía la roca y pronunció suavemente: —Morphos. Tras sus palabras pudo notar como la roca se transformaba efectivamente en lo que se había propuesto. —Excelente —pensó, mientras veía como tres Bowtruckles se dirigían cuidadosamente hacía ella para tratar de abrirla. Introducían sus largos y finos dedos dentro de la cerradura de manera impaciente. Cuando la primera criatura ingresó al interior, se apresuró a decir: —Listo. Desconocía cuánto duraría el efecto del Morphos y creía que hacer aparecer un baúl como lo había hecho Di Médici hubiera sido una mejor opción. El trabajo que había realizado su compañera fue impecable.
  24. Bosque Prohibido Quizás escribir artículos no era lo de ella, llevaba días con su mano derecha débil y, en cierta forma, cada vez que abría y cerraba su puño sentía como el dolor se centraba en la flexión de sus dedos. Suponía que era normal en personas que no estaban acostumbradas a dictar sus ideas a un vuelapluma, sólo debía acostumbrarse. Si bien, poseía dos de esos objetos pero le causaba tristeza verlas trabajar arduamente, escribiendo y borrando cuantas veces ella quería. De cierta forma las veía como una especie de criaturas mágicas aunque no existían teorías acerca de esto, menos alguno que sostuviera que éstas tuvieran vida propia y, por consecuencia, podían llegar morir. Por otra parte, sabía que eran sólo objetos animados pero la sola idea de creer que tenía sentimientos, le afectaba. — He llegado un poco lejos —dijo, al verse dentro del Bosque Prohibido que dependía de Hogwarts. A pesar de los escasez de luz, desde la distancia donde se encontraba podía observar el colegio y cómo la luz que reflejaba la luna permitía ver sólo los detalles más característicos. No recordaba cuando había sido la última vez que había cruzado alguno de los pasillos pero sí cómo se sentía. Había llegado hasta ahí con la idea de familiarizarse con la naturaleza, observar las características de las especies que habitaban. Sólo llevaba su varita encima ya que planeaba evaluar mediante el método de observación. Hasta ese momento todo marchaba bien, había logrado ver diversos tipos de plantas que eran para el consumo de las criaturas que vivían allí y, para su suerte, no se había topado con centauros, lo que también podría significar un mal augurio debido a ellos sólo se ausentaban cuando presentían que ocurriría algo malo, o eso era lo que tenía entendido. También podrían estar cumpliendo las órdenes de algún ente superior que los obligara a esconderse por el comienzo de clases. No podría determinar con exactitud el comportamiento de esas criaturas, pero decidió dejar el asunto de esa manera, sin buscar más respuestas. Llegó hasta la orilla del lago, creyendo que de esa manera tendría la oportunidad de observar algunas de las criaturas que habitaban dentro. A pesar de la llegada de los meses de otoño, podía sentir el aire frío que, en cierta forma, provocaba el agua. Dudó unos segundos en aproximarse, pero luego tomó aire y se decidió. Los transportes de los alumnos de primer año ya habían cruzado, por lo tanto, se podía ver un lago en calma formando olas leves y reflejando el cielo nocturno. Era un paisaje completamente maravilloso. De repente un estornudo se escuchó detrás de ella—. ¿Quién está ahí? Se exaltó, no sólo por eso, sino porque el volumen del murmullo que provenía del castillo se incrementaba cada vez más. Algo no estaba bien. Apretó su varita con fuerza y se giró para observar lo que parecía ser una figura cubierta a unos metros de ella, dentro del bosque prohibido. — Te vi, repórtate de inmediato —pidió, aunque no tenía la autoridad para pedir eso. A su vez, el ruido de las olas indicaba la presencia de una criatura, específicamente, de un calamar gigante.
  25. Inscripción a la Orden del Fénix Nick: Sherlyn Stark Número de ID: 113426 Link a la Ficha: Nº 101696 Luego de recapacitar unos días, estoy segura que será divertido. ♥

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