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Sherlyn Stark

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Todo lo publicado por Sherlyn Stark

  1. Admiraba la valentía de su hermana, había empeñado una piel sana sólo para recoger a tiempo su varita. Por otra parte, ella hubiera realizado la misma acción sino fuera porque los Billywigs se interpusieron en su camino. Definitivamente tendría que haber tenido el oído más atento para escuchar la llegada de ellos. Aun así, seguiría con el duelo con los poderes que el libro le entregaba. Ya comenzaba a marearse estando de esa posición incómoda por lo que decidió tomar las medidas necesarias para enderezarse. « Salvaguarda Mágica» pensó la bruja y segundos después su cuerpo se volvía intangible, como al inicio del duelo. Eso provocaría que las criaturas que estaban revoloteando a su alrededor se fueran y le permitieran una perspectiva de la escena más clara. Le era imposible visualizar a Rouvás por lo que creía que ella también había empleado el mismo poder. Aun así, mantuvo su mirada fija hacía ese sector con la esperanza de poder distinguir alguna figura; pero le fue imposible. En ese esas condiciones le era imposible recoger su varita, al menos hasta que cesara la acción aunque trataría de hacer todo lo posible para recuperarla antes de que el tiempo se acabara. Debía actuar de inmediato, pero le era imposible mantener su concentración cuando su mente estaba llena de problemas sin resolver. Dejó caer sus párpados para tratar de relajarse y proseguir con las acciones. En el instante que creyó que todo estaba perdido, su rostro se iluminó, se debía a la llegada del hipogrifo que le había ayudado a estar en ese lugar y se encontraba bajo su poder. Lo observó con atención para comprobar que aún cumpliera con sus órdenes, pero debía asegurarse de que no ocurriera ningún percance en el camino, así que sólo decidió pensar: « Orbis Bestiarium» a partir de ese momento la criatura estaba bajo su poder, ella decidía cuales eran sus movimientos y de qué manera los realizaría. Se acercó hasta él y al darse cuenta que desde esa distancia la podía escuchar, susurró: — Sabía que no me dejarías —aun considerando que la criatura actuaba según sus órdenes había sido un acto significativo para ella. Sólo esperaba poder volver a encontrarlo en algún futuro, o quizás se compraría uno para que recibiera mucho amor. Además, amaba acariciar su suave plumaje.
  2. Debía reconocer que llevaba ventaja en ese duelo y se encontraba segura de que Athena prestaría atención, también, a los otros duelos. Sin embargo, también creía que ella era experta en la magia por lo que no le sería tan difícil el desafío. Permitió que los amuletos y anillos ejercieran peso en sus manos y su cuello, que eran los lugares donde los llevaba. De esa forma sabía que los llevaba puestos y le generaría más confianza. Para su suerte cada uno de ellos estaba en el lugar indicado por lo que no perdería tiempo en ponérselos ni “correría riesgos”. Antes de que el efecto que había invadido su cuerpo finalizara, pudo percatarse de la transformación que había empleado su hermano. A Sherlyn le encantaba ese tipo de hechizos y, aunque no era una especialista en el tema, creía que fue un trabajo magnifico y sorprendente. Sólo un centenar de segundos bastaron para que una pantera joven y con buena salud se posicionara a un poco distancia de Athena, donde antes se encontraba una piedra. Inmediatamente supo cuáles eran las intenciones que tenía Rouvás. Las dos acciones que le correspondían estaban a punto de finalizar, por lo que debía prestar atención a lo que seguía. Al tiempo que escuchó el hechizo, se adelantó al mismo exclamando: — Expelliarmus. Los hechizos se intercalarían. Ahora la bruja sufriría las mismas consecuencias que ella: sus varitas se despegarían de sus manos. Antes de poder realizar algún movimiento para recuperar su varita pensó por unos instantes y decidió que lo ideal sería idear una buena estrategia que la podría llevar a la victoria. « Orbis Bestiarum » un anillo dorado se envolvió en el cuerpo de la pantera que Athena había hechizado y se apoderó de todos los movimientos que ésta podía realizar. Le había parecido extraño que la bruja no utilizara esa preciosa creación para atacarla; quizás había sido una de las consecuencias por estar pendiente de los demás duelos. Aun así, se aprovecharía sólo para asegurarse de que su hermana no pudiera recoger su varita. Guió a la pantera hacía la ubicación de la varita de Athena para que se mantuviera arriba de ésta, de tal manera que si ella la quisiera volver a tener en su poder debía de abstenerse a la furia que podría contener la pantera. Aunque fuera un duelo no sería capaz de lastimar a su hermana ya que se sentiría fatal. Estaba segura que luego de que la clase finalizara las dos podrían ir al Callejón Diagón para tomar el té y conversar. Hacía tiempo que no intercambiaban palabras u opiniones. Debía de reconocer que la extrañaba bastante.
  3. ¡Hola! Primero: No sé si será legal este tipo de comunicado en el tópic pero al estar referido a la clase prosigo con la información. Por lo menos espero que sea considerado. Adrián me informó a través de un medio externo que no podría responder la clase hasta el domingo; supongo que ese día lo haría. Y es porque hasta ese día está de viaje y no puede acceder a internet. Segundo: Me surgió una duda con respecto a los poderes rolísticos de los libros, ¿puedo utilizarlos en el duelo y no gastan acción o sólo con el de curación tenemos ese privilegio? Sólo eso. Gracias. *-*
  4. Tras superar la última etapa le fue posible trasladarse al sitio donde se realizaría la siguiente actividad: la prueba final. Previamente se había informado acerca de la clase aun así, desconocía de qué trataría aunque tenía una idea, podía ser algo referido a las batallas ya que, al menos ella, no lo había puesto en práctica. Hasta ese momento se le había dificultado llegar hasta el lugar, a causa de sus temores a la hora de exponerse a lo que se le presentaba. A pesar de eso, había aprendido que debía estar alerta y actuar rápidamente sin precipitarse Se tomó unos minutos para escudriñar su alrededor, desde aquella perspectiva podía apreciar el paisaje de una hermosa y pacifica playa, donde los únicos sonidos existentes provenían de la naturaleza. Le llamaba la atención la arena, era perfectamente blanca y, quizás, cálida. Se atrevió a quitarse los zapatos para poder comprobarlo por sí misma y disfrutar de los minutos que le quedaban en ese espacio geográfico. Mientras tanto atendía cada una de las instrucciones de Rouvás. Desafortunadamente, había llegado después de que la bruja explicara el significado del lugar y cuál era el nombre del mismo pero se encargaría de sacarle esa información en otra ocasión; también se habían conformado sus parejas. Su nombre se había excluido por su ausencia por lo que imaginó que de forma automática su contrincante sería Athena. Le dedicó una sonrisa leve esperando que su hermana la notara y supiera qué era lo que tenía en mente, y se separó unos siete metros de ella. La brisa era suave así que no alteraba la estabilidad de la arena; sería doloroso que ésta se introdujera en sus ojos. Idearía la estrategia perfecta, o por lo menos ese era el plan. Lo primero que debía hacer era sacar su varita y comprobar que todos los amuletos y anillos de los libros que podría utilizar, estuvieran ubicados en el lugar correcto. Segundo, repasó mentalmente cada uno de los hechizos que le habían salvado en una ocasión. Y, por último, miró fijamente hacía ella, quien en ese instante se convertía en su oponente. Lo que había podido comprobar era que estaban muy lejos la una a la otra pero podría escucharla perfectamente si mantenía su atención exclusivamente en ella. Era un objetivo que podría considerarse imposible por el simple hecho de que todo lo de su alrededor le daba curiosidad. Trataría de evitarlos, a pesar de que la arena se metía cada vez más entre sus dedos provocándole un suave cosquilleo. Una vez que se encontraba lista para iniciar su acción, pensó: «Salvaguarda Mágica» inmediatamente, ya que el hechizo era efecto, su cuerpo se volvería intangible pero aún visible. Por lo que había podido informarse al estar bajo ese poder impresionante sería capaz de traspasar materiales y los hechizos del tipo rayo o invocación no le haría efecto alguno. Era una sensación única encontrarse en ese estado. Sólo por unos segundos se olvidaría de que estaba en medio de un duelo mágico. Disfrutaría de la sensación a pesar de que no sabía si aún le era capaz de sentir, creía que aún seguía bajo la fina capa de arena que cubría sus pies.
  5. Una vez que el hipogrifo aterrizó en el lugar donde sus compañeros estaban reunidos en la espera de las indicaciones de Rouvás, se sintió más aliviada. Volar no era la mejor actividad que podía realizar. Sin dejar de sujetar el lomo del animal, dejó caer sus pies al suelo con un movimiento suave para evitar lastimarlo. Todas las criaturas merecían que se las tratara con delicadeza y aunque fuese un animal encantado para ella no era ninguna excepción. Acarició su plumaje lentamente, creía que podía ser la última posibilidad que tendría para apreciarlo, y centró su atención a lo que seguía de la clase. Aún no terminaba de asimilar el objetivo de la misión que, al ver saltar a Athena del acantilado le había dejado una extraña sensación en su interior. El pánico comenzó a apoderarse de ella dejándola perpleja a medida que sus compañeros repetían la acción de la profesora. Quizás, fue por ese motivo que hizo caso omiso al comentario de Wild o porque, definitivamente, lo que hiciera estaba fuera de su interés. Sólo le llamó la atención que alguien se vistiera cib una capa en medio de una época veraniega. Al “regresar” de su estado de confusión con el que había estado al tratar de comprender toda la información que había llegado a ella instantes posteriores, solamente seguía Cye a unos metros de ella; quien a su vez se encontraba molesta por los movimientos que le tocaba realizar. Se preguntaba si podía sentir el mismo temor que ella. Decidió quedarse con una de las últimas palabras dichas por la instructora, debía confiar en sus capacidades e impulsarse para no perder más tiempo. «Orbis Bestiarum» pensó utilizando el anillo de amistad con las bestias para reforzar el conjuro que le había realizado para decidir cuáles eran sus movimientos y no correr riesgos de quedarse varada en el medio del agua; su capacidad para nadar eran mínimas. Luego, se acercó a la orilla del acantilado palpando el colgante en forma de alas de plata que colgaba desde su cuello y cerró sus ojos con lentitud. Había intentado impulsarse unas cuantas veces, hasta que al final se desprendió de la superficie, cayendo. Estaba claro que el «Amuleto Volador» se activaría para la caída fuese suave y no sufriera daños de por medio, a pesar de que el agua podría amortiguarla. No había sido necesario pedir al hipogrifo que la siguiera puesto que éste se encontró en el sitio indicado una vez que sintió que una pequeña cantidad de agua se introducía en sus oídos, impidiéndole oír con atención su alrededor. Aun así siguió adelante pidiéndole ayuda a la criatura que estaba en frente de ella para dirigirse a dos kilómetros de donde estaba, donde se suponía que encontraría los huevos distribuidos por todo aquel área. Se preguntaba si debía demostrar su talento para nadar para recoger uno de ellos. Existía la posibilidad de que los huevos flotaran, pero lo dudaba. Una vez encima del hipogrifo se le ocurrió utilizar el Anillo de Escucha con la intención de recoger más información que podrían ofrecer sus compañeros acerca de la ubicación de los huevos. A medida que se acercaba al destino podía visualizar a algunos, la mayoría esperaban las nuevas indicaciones o estaban concentrados para que su huevo no se escapara. Debían haber conseguido ya todos los huevos disponibles, llevó su dedo índice a su boca intentando mantener la concentración; pero fue en el mismo momento en que recordó que estaba sobre el lomo de una criatura y a poca distancia del agua. Para su suerte, no había sólo la existencia de pocos huevos y antes perder el equilibrio divisó un huevo grisáceo sobre el agua, el cual parecía haber aparecido en esa posición no hacía menos de un minuto. Se apresuró a realizar una estrategia para recogerlo disminuyendo la velocidad del hipogrifo para que éste fuera capaz de recogerlo. El plan concluyó exitosamente, lo único que debía hacer era esperar a las indicaciones que seguían.
  6. Sólo transcurrieron unos segundos cuando sus pies se despegaron de la superficie terrestre para volar junto con el hipogrifo. Su corazón había comenzado a latir fuerte y le era imposible contener una respiración regular. Fue en ese instante cuando comenzó a recordar las diferentes experiencias que había tenido en el aire; aquello también fue una de las razones que le impidieron tener su licencia de vuelo. Temía a las alturas. Sin pensarlo dos veces, ejerció presión sobre sus párpados para unirlos y así lograr escaparse de esa realidad. El hipogrifo al no haber nadie quien lo condujera comenzó a descender tambaleándose y perdiendo el control sobre sí mismo. Estaba actuando de la manera equivocada y no deseaba herir de ninguna manera a la criatura que le habían confiado. — Tranquila —susurró a sí misma mientras abría sus ojos e intentaba que el animal recuperase la compostura—. Tú también, debes mantener la calma. Sus temblaban pero se mantenían sujetas al lomo de la criatura. Era la forma en la que podía sentir la textura del mismo, presentaba un plumaje especial y sedoso, tanto que le alegraba la simple idea de estar junto a éste. Así supo que para mantener el control y lograr llegar a su destino era necesario pensar en otro cosa. El hipogrifo se elevó al tiempo que la bruja se lo indicó, esperaba poder seguir así; de todas maneras, no le faltaba mucho para llegar al sitio indicado. Miró al animal preguntándose si se sentiría mejor, pero no presentaba ninguna señal de estar disgustado por lo que supuso que no había sufrido daños sentimentales. « ¿Es que también podían manipular sus sentimientos?» Debía leer más acerca del hechizo y aclarar sus dudas. Quizás su hermana podría conocer algo al respecto pero hasta ese momento sólo era una inquietud que la bruja sentía. — Sigue así —dijo Stark, dándose cuenta que cada vez estaban más cerca del acantilado. Se atrevió a acariciar el plumaje del animal sólo para desviar su mente de pensamientos que podrían llegar a perjudicar el equilibrio que llevaban. No quería encariñarse con él; sería una pésima idea. Sabía que sería la última vez que se verían y, además, estaba siendo manipulado. Quizás, éste tenía una familia en ese lugar o en otro, y Athena había sido la encargada de trasladarlos allí sólo para esa jornada. Sintió como un fuerte dolor comenzaba a crecer en su pierna a causa de alguna herida que había sufrido a causa de los insectos. Tendría que haberse defendido mejor. Aunque se sentía bien ya que era el momento perfecto para utilizar uno de los hechizos del libro de la Fortaleza para curarse. El amuleto de curación colgaba sobre su cuello así que lo único que debía hacer era conjurar el hechizo. «Curación» pensó, el dolor comenzó a cesar así como también cualquier malestar que podía sentir sobre su cuerpo. Había gente que había llegado a su destino, así como también otras que estaban a una distancia considerable de ella. A quien no lograba ver por ninguna parte era a Binny, ¿se habría retirado de la clase? Esperaba que su suposición no fuera cierta.
  7. La piel de los gnomos eran era de una textura suave y cálida, a Sherlyn le encantaba. Sin embargo, en esos instantes le tocaba estar en contra de ellos y debía actuar de tal manera que el pasillo quedara despejado de esas criaturas. Su rostro demostraba el disgusto que la bruja sentía, de hecho, jamás le había gustado degnomizar ya que podía causar daño. — Perfecto —soltó la profesora al detenerse a mirar lo que Emilia estaba realizando. Al cabo de unos extensos minutos el pasillo quedó limpio de esos seres los cuales no tardarían en salir e intentar trepar por su pierna, incluso podrían volver más agresivos de lo normal. Debían darse prisa. Observó su alrededor buscando una respuesta que pudiera resolver la situación y conocer el panorama. El pasillo estaba a oscuras, y ella suponía que debía ser a causa del atardecer que estaba avanzando a pasos agigantados. — ¿Llena de escamas? —sus ojos se abrieron más de lo normal al oír el comentario, lo cual hizo que su pestañeo cesara por unos segundos. Eso era imposible, claro estaba. Sin mirar a su acompañante lo único que pudo asegurar era que la bruja podría estar sufriendo una especie de alucinación por su encuentro con las diferentes especies peligrosas que habría en el lugar. Cuando oyó el leve rugido de ella supo que estaba enfrente de un caso más preocupante de lo que creía. Debía llevarla de forma urgente hacía San Mungo para que ellos pudieran diagnosticarla. Confiaba que su alumna cuidaba bien la guía que le había obsequiado, por lo que sólo se dispuso a caminar hacía la oficina del Primer Ministro, allí estarían a salvo y libres de plagas. El temor a que los gnomos volvieran a salir provocó que los pasos de la bruja fueran más rápidos de lo normal. Debía asegurarse que su alumna estuviera a salvo y seguir en ese lugar no la ayudaría. — Ya es tarde —dijo al percatarse que no le había comentado nada a su alumna—. Debemos regresar al aula —agregó, acercándose al translador para luego entregárselo. Lo ideal en esos casos era mantener la calma, por esa razón se limitó a mostrar preocupación por la situación que estaba pasando su alumna. — Oh, no, mejor no —dijo, quitándole el translador—. Dame tu mano —no quería volver a cometer el mismo error una vez más. — Targaryen, ¿verdad? —Preguntó Sherlyn, una vez en el aula—. Pronto te visitaré. — Estás aprobada.
  8. « Orbis Bestiarum» creía que si empleaba ese hechizo le sería posible controlar cualquier criatura y debía ser de las características que imaginaba al estar en esa clase. No por enseñar el cuidado de las criaturas mágicas dentro de la Universidad sabía todo acerca de ellas; debía prestar atención y pensar con claridad para no cometer errores. Sin embargo, la concentración se vio disminuía tras sentir la presencia de Richard Stark. Aún no estaba preparada para hablar de ciertos asuntos “familiares” y las circunstancias la oprimían. Ejerció presión sobre su cartera para evitar que esos pensamientos siguieran dentro de mente. Debía actuar a tiempo si deseaba impedir que Wild iniciara una matanza para acabar con todos los seres vivos presentes. Sonrió a sus adentros. Era imposible que algo similar sucediera estando personas como Athena al mando; sin contar que allí también estaba Bel, Catherine, Cye, Binny y Juve, la última había sido la primera en asimilar y emplear las instrucciones. Aun así, debía precaverse de las acciones del individuo. Su posterior pensamiento provocó más fuerza en la superficie donde estaba conteniendo sus nervios, pero luego se mano se desvió de dirección para entrar en el interior de su utensilio en busca de los objetos que utilizaría. Brindarle la importancia que se merecía a aquella jornada era lo que necesitaba para evitar otra desconcentración. Sólo había elegido el mes equivocado para aprender acerca de los poderes de los libros. Una vez en el lugar no volvería a bajar los brazos. Escudriñó su alrededor tratando de que ningún detalle se le pasara de largo. Lo ideal en casos como aquel era tener un buen conocimiento del ambiente. Antes de dar un paso hacia adelante sostuvo el anillo de amistad con las bestias y se lo de acomodó en su dedo índice. Era incómodo y pesado para su gusto, lo que menos le gustaba era que debía retirarse los propios para utilizarlos. Para prevenirse de las criaturitas maliciosas de las que hablaba su hermana, optó por llevar el anillo de plagas. — Es ahora —susurró para ella. Al principio sus pasos eran paulatinos pero a medida que aumentaba su confianza también lo hacía su velocidad. De hecho, nada parecía más simple que caminar por esos alrededores aunque, claro, aún no había aparecido ningún ser que atemorizara su vida. De repente, sintió un cosquilleo por parte de uno de sus anillos e inmediatamente se dio cuenta que se trataba, había criaturas cerca. Siguió su dirección hasta que llegó el instante que le fue posible escuchar las alitas de un Billywig. Tenía la capacidad para diferenciar los diferentes sonidos de algunas criaturas, lo que le daba cierta ventaja. Aun así, no se detendría, debía seguir su camino hasta llegar hasta donde estaban los hipogrifos. « Orbis Bestiarum» pensó con la mirada fija en la primer Billywig que se interpuso en su camino. Al sentir que era posible dominarlo lo lanzó en dirección de Wild, quien estaba a metros más adelante. Cuanto menos tardara su compañero en llegar a su objetivo, menos serían las posibilidades de que alguien saliera herido —o eso creía Sherlyn—. Siguió realizando la misma maniobra hasta llegar a los quince billywigs. Sería lo suficiente. — Perfecto —soltó la bruja, al ver que su objetivo se cumplía y una gran cantidad de insectos interrumpieron en el camino de éste. Sin embargo, su desconcentración provocó que casi pisara un hermoso Dugbog, los cuales solían atacar tobillos y comer mandrágoras—. Ten más cuidado —pidió. Procuraría que algo similar no volviera a ocurrir. Debería estar más atenta para eso. Sin esperar más, sacó su varita y apuntó contra la criatura que tenía enfrente de ella para luego pronunciar: — Reducio —de inmediato éste redujo tres veces su tamaño, temporalmente, lo que impedía que pudiera hacerle daño. Cuando al fin pudo observar un hipogrifo, corrió hasta estar a una distancia considerable de él. « Orbis Bestiarum» volvió a decir por sus adentros para que este no se comportara de forma arisca con ella y la ayudara a cruzar la zona que había señalado la hermosa Rouvás.
  9. — Déjame ver —pidió acercando el brazo de Emilia hacia ella para observar con determinación las escamas de las que hablaba. Estaba desconcertada, no sólo por el hecho de que su alumna se presentara en esas condiciones sino porque no entendía cómo el translador había provocado que se desviara. Se aseguraría de ser más precavida en las próximas ocasiones, no quería que algo similar volviera a suceder; podría haber tenido un peor desenlace. No podía separar su mirada de ella, era necesario conocer cada uno de los detalles de lo sucedido. Según lo relatado por Emilia, parecía ser un sitio donde el potencial de magia era superior al que había imaginado. Debían haber contado con los guantes de piel de dragón ya que podían encontrarse con objetos de magia oscura, criaturas y plantas de carácter hostil, o cualquier secreción tóxica por parte de estos últimos. La única esperanza que tenía era confiar en la lógica y la capacidad que tenía para superar esos obstácu.los. Lo lograrían, estaba segura. — Perfecto, entonces prepárate para ver muchos tipos de plantas y criaturas —dijo la bruja, al escuchar el último comentario. Luego de comprobar que Targaryen se encontrara mejor, se adelantó unos pasos en dirección a la entrada para comenzar con la aventura. Lo importante era que terminaran la jornada con mucho conocimiento para superar cualquier circunstancia que se le presentara en su vida. Ella también había nacido en el mundo muggle, por lo que la comprendía por completo; aunque los años en los que había permanecido en la comunidad mágica le ayudó para comprender más sobre ese nuevo universo. Aún faltaba mucho por aprender. — ¿Estás lista? —indagó, y antes de escuchar su respuesta abrió la puerta para que pudieran salir. Sentía un cosquilleo sobre sus manos, lo cual era provocado por los nervios que comenzaban a surgir dentro de ella. Aunque Emilia se había librado de un dragón. No quería que algo malo volviera a suceder a pesar de que en ese momento ella estaba presente. Debía asegurarse de mantenerse alerta. Sostuvo la mano de su compañera y la llevó con ella hacía el exterior. Tenía el propósito de buscar a Nathan, quien estaría con el Primer Ministro para que le indicara cual era el problema principal de la mansión. Al observar el panorama que presentaba el exterior, se arrepintió de haberse comprometido a arreglar la situación de ese lugar. Parecía ser un problema complicado, pero tenía solución. Curvó sus labios en forma de nerviosismo mientras imaginaba miles de maneras de resolver el hecho de que las enredaderas estuvieran pegadas sobre las paredes de los pasillos y que los gnomos comenzaran a armar sus hogares en los huecos formados en las paredes. Desconocía si Targaryen había desgnomizado algún jardín en alguna ocasión, esperaba que sí, porque debían hacer algo antes de que éstos se treparan por las piernas. — ¿Sabes lo que debes hacer? —indagó la bruja, esperando que la respuesta fuera afirmativa—. No lastimaremos a gnomos, sólo los mandaremos a los huecos que están en las paredes —de esa manera tendrían el camino libre para dirigirse al destino que había elegido.
  10. Para su suerte no había olvidado el contenido de la misiva que le había llegado días atrás. Era de suma importancia si deseaba crecer en la sociedad mágica y obtener poder, no por ambición, sino para defender sus ideales de forma eficiente. Cada quien tenía su propio objetivo y no consideraba el suyo inapropiado. Se preguntaba cuáles eran las razones del resto de los ciudadanos y, dudaba que en esa clase pudiera descubrir cuáles eran los de sus compañeros. La iluminación era estupenda, le permitía observar los objetos de su alrededor en tonalidades más claras y le transmitía energías. Era la mejor manera de comenzar esa jornada que y, según imaginaba, estaría repleta de magia y emoción. Existían muchas formas para calificar una clase de la Universidad Mágica pero creía que aquello era lo que resaltaba en esos instantes. Tenía esperanzas que en esa ocasión podía superar esa etapa, pasando todas las barreras que se interponían utilizando toda la información que ofrecía el Libro de la Fortaleza. Guardó el libro y los artículos adicionales que vinieron con éste, dentro de un pequeño bolso. Lo utilizaría cuando creyera que fuera necesario para evitar hacer el menor daño posible; aún no conocía por completo la capacidad mágica que ellos contenían. Si bien, los había probado meses atrás, pero había pasado tiempo y no se arriesgaría. Aunque los tomaría de a uno para admirarlo de cerca y verificar que estuvieran en buenas condiciones. — Todo en orden —murmuró la bruja para sí misma, pero lo suficiente alto para que quienes estuvieran a su alrededor la escucharan. Su voz era quebradiza y denotaba cierto nerviosismo de su parte. Debía mantener una postura pacífica y mantenerse positiva, de esa forma realizaría con eficacia su labor. Inhaló profundamente para llevar a sus pulmones la mayor cantidad de aire y luego exhaló, expulsando todo y liberándose de las tensiones. Luego supo que era hora de dirigirse hacia el sitio donde la esperaban. Dirigió su mano hacía el sobre que estaba sobre su escritorio con la intención de recogerla, pero antes de cumplir su propósito, la voz de su compañera resonó en la habitación. — No creo que sea necesario —respondió la bruja haciendo alusión al aspecto que tendría en esa ocasión. Su elfina solía preocuparse por su peinada, pero Sherlyn insistía que no era importante puesto que estaría en constante movimiento. Había optado por recogérselo para disminuir la sensación de calor que el clima le producía y, también, utilizaría uno de sus vestidos que reservaba para esas fechas, de seda y de un suave color celeste. Le parecía perfecto, de esa forma no llevaba mucho equipaje. Los minutos corrían a pasos agigantados, o eso le había parecido a la bruja al ver su reloj por segunda vez. Se hacía tarde y debía llegar a tiempo. La carta volvió a ser su centro de atención, al igual que el translador, al cual lo recogió lo más pronto posible. Creía que estaba lista y en condiciones, esperaba sentirse de esa manera una vez en ese lugar. Cerró sus ojos para evitar que el traslado hacía el sitio le produjera náuseas y los abrió una vez que sintió que sus pies estaban sobre el suelo. * * * * * Como había previsto, había llegado tarde, las presentaciones habían concluido y Athena estaba indicando las instrucciones. Era una grata sorpresa, sin lugar a dudas, pero se limitó a hablar; necesitaba ponerse al tanto de las circunstancias. Sin embargo, el ambiente le había llamado la atención, ya que no parecía ser una superficie volcánica. El césped abundaba a su alrededor y las rocas lo contrastaban con sus tonalidades oscuras, al menos desde su perspectiva. Había caras conocidas, la presencia de Cye le producía tranquilidad, aunque la de otros le inquietaba un poco. Trataría de mantener la calma. Se aproximó hacía donde estaban reunidos para escuchar con más claridad y entender las consignas. Quería utilizar los objetos de la mejor manera, por lo que se detuvo unos instantes para consultar cuál sería el ideal.
  11. Dentro de esa habitación no había rastro que indicaran sobre el paradero de otras personas. La oficina parecía ser común, como cualquier otra; estaba ordenada y lucía agradable. Sin embargo, se mantuvo a una distancia considerable del escritorio ya que podía contener documentos importantes y no deseaba estropear nada. Debía estar agradecida de haber tenido la oportunidad de estar en ese lugar, aunque tal parecía que le sería imposible conocer al primer ministro. Volvió a escudriñar todo su alrededor, pero su problema principal era Emilia. « ¿Dónde estaría?» La impaciencia casi nunca llegaba a apoderarse de ella y de sus pensamientos, pero en esos instantes creía que la vida de una alumna podría estar en peligro –aunque no estuviera del todo enterada-. Solía imaginarse millones de situaciones cuando la persona que buscaba no estaba en su campo visual. Sherlyn sólo esperaba que la bruja estuviera aún en el aula y no en un sitio desconocido dentro de aquel laberinto. Teóricamente el translador tendría la capacidad de aparecerla en ese lugar a menos que ésta tuviera una falla. Si lo anterior resultaba cierto se sentiría mal pero sería algo que tendría la posibilidad de cambiar. Al pasar unos pocos minutos que parecieron eternos para ella, sus ojos se abrieron como platos por la presencia repentina de Emilia. Dejó sumergirse en la angustia y desesperación dentro de su interior pero logró actuar al cabo de unos segundos. — ¿Qué te ha pasado? —su voz sonó apagada y demostraba todo lo que sentía en ese momento. No dejaba de ver las prendas chamuscadas de su alumna tratando de adelantarse a la respuesta con centenares de hipótesis imaginarias, cualquier cosa podría haber sucedido. Lo que más le inquietaba era la inseguridad que los transladores podían causar si no los probaba con antelación. Debía tomar nota de la situación para poder modificar ese puno y que ese error no volviera a suceder en otra de sus clases. Sabía que en ese lugar podrían encontrar muchas clases de criaturas mágicas y también de plantas extrañas de las cuales no podría tener conocimiento. Esperaba encontrar a Nathan, quien estaría con el primer ministro y su alumna, Bel. Aunque Stark desconocía sobre quien estaba aprendiendo Herbología en esa ocasión. — ¿Sabes sobre Primeros Auxilios? —« o de Herbología» hubiera querido incluir, ya que eso les ayudaría. Sin esperar más tiempo, recogió el vaso con agua que se encontraba en el escritorio y se lo alcanzó a Emilia, mientras trataba de recordar cuáles eran los hechizos que debía emplear ante esas circunstancias. — Dejame ayudarte —dijo, sosteniendo su varita y apuntándola en dirección de Targaryen—. Episkey —pronunció. En el caso de que la criatura que le había sorprendido allí afuera le hubiese causado daños, aquel hechizo la sanaría. — ¿Te sientes mejor? —quizás su actuar improvisado había impedido escuchar las respuestas de Emilia. En ese instante consideró calmarse y escuchar a su alumna.
  12. El entusiasmo de su alumna le produjo cierta satisfacción a Sherlyn; le encantaba el tono de la bruja utilizaba para referirse a las criaturas y estaba segura que lograrían ser buenas amigas a fin de cuentas. Hasta que no hubiera terminado su presentación no separó su mirada de ella, luego se tomó unos segundos para controlar los movimientos de su vuelapluma – siempre le había gustado ver como aquel objeto desplegaba las actividades exitosamente-. A la vez, debería estudiar cada uno de los movimientos de su alumna, de esa forma podría saber cuánto realmente era su interés, el cual parecía ser bastante aunque se la notaba nerviosa. ¿Quién decía que la formalidad era sinónimo de seriedad? Al menos esas dos palabras tenían un significado distinto para Stark. Quería tratar a su alumna con suma cordialidad, cuidando cada una de las palabras que pronunciaba, pero no le gustaba la idea de que ella se sintiera incomoda, así que intentó mostrarse alegre pero sin perder su postura. Oyó el discurso de la bruja intentando no distraerse con nada de su alrededor. Deseaba que ella se sintiera escuchada y así lograba llegar hasta el punto donde quería conducir la conversación. — Excelente —una sonrisa volvió a dibujarse sobre su rostro. Debía saber que aquella pregunta era sólo como un modo introducción para adentrarse, no importaba si estaba bien o mal su respuesta, de hecho, todas las explicaciones eran válidas a pesar que sólo debía realizar algunas aclaraciones para que ella las tuviera presente. — Se dice que las criaturas que se consideran mágicas tienen sangre mágica dentro de ellas, que le permite realizar ciertas habilidades que las criaturas muggles no pueden hacer —si bien, en algunos documentos especializados especifican mejor lo que la bruja sintetizaba. Era mejor que lo entendiera con palabras simples ya que de esa forma podía memorizarlo con facilidad—. También suele decirse que algunos animales muggles, como los sapos o las arañas tienen un gran parentesco pero no la habilidad suficiente para determinarse como mágicas. » ¿Has escuchado oído ya los procedimientos de una poción? Las partes de algunas de estas criaturas que se las suele confundir como mágicas se las utiliza para elaborar estos productos, lo que retracta con dicho anteriormente. Pero, si lo pensamos mejor: algunos objetos como ramitas, cabellos de personas muggles y demás, ¿no son utilizadas en pociones? A mi parecer esas no son pruebas suficientes para que pueda entrar a ese gran grupo. — Por otra parte, encontraremos un gran grupo de seres del mundo mágico que no son criaturas mágicas o no se encuentran dentro de la clasificación que la encontrarás una de las primeras páginas —con su dedo índice señaló la guía que ella tenía sobre su escritorio, indicándole a su vuelapluma que comenzará con lo que debía hacer. A continuación, sobre la pizarra se vio escrita la siguiente tabla como forma de repaso: » Clasificación de Criaturas Mágicas: • X: son criaturas “inofensivas”, pueden ser tanto criaturas mágicas o muggles. Pueden adquirirlas los magos a partir del rango de aprendices. • XX: se debe poseer un nivel mágico superior a Unicornios de Oro. • XXX: para poder adquirirlas es necesario superar el nivel Dragones de Plata, o éste inclusive. • XXXX: estás criaturas generalmente son complicadas de manejar, por lo tanto, se requiere el nivel Orden de la Cruz Dorada para adquirirlas. • XXXXX: únicamente pueden poseerla aquellos magos que estén o superan el rango Órden de Grial. — Es una clasificación por parte del Ministerio de la Magia para evitar que personas sin experiencia se relacionen con aquellas que pueden ser peligrosas —continuó, esperando que Emilia pudiera comprender lo que estaba explicando—. Ahora sí, existen grupos de ser mágicos que no tienen clasificación porque no son seres independientes, ya sea por su capacidad intelectual o porque son indomables —volvió a mirar la página que sujetaba y nuevamente utilizó la pizarra. » Seres, Bestias y Espíritus: • Bestias: son incapaces de aprenderse las Leyes Mágicas y de controlar sus impulsos de brutalidad. • Seres: Puede llamarse de esta forma a las Sirenas y Centauros. Creyeron injusto que los magos lo dominaran, por lo tanto son independientes de sí mismos, • Espíritus: a pesar de que existen registros para alistarlos, ningún humano puede adueñarse de ellos, ya que son personas que dejaron la vida físicamente, pero no su presencia. — ¿Has conocido alguna de ellas en algún momento de tu vida? Sin embargo, la pregunta se vio interrumpida cuando recordó el pedido que el Primer Ministro Irlandés le había encomendado a su compañero. Se llevó su mano hacía su boca denotando preocupación. Esperaba no llegar tarde al encuentro y, definitivamente, ella no descartaba la idea de conseguirse una recordadora, de esas que le avisaban lo que olvidaría. Aunque era imposible conseguirlas. Depositó una pequeña piedra sobre el escritorio de su alumna para luego indicar lo que debían hacer. — Es un translador —dijo, esperando que Emilia no la tocara hasta que ella terminara de contarle lo que sucedía—. El día de hoy visitaremos una gran mansión en los terrenos de Irlanda —le contó, esperando que le cayera bien la noticia—. La misma está invadida de criaturas y plantas indeseables por lo que debemos ir para controlar la situación. — Sin embargo, debemos tomar las precauciones requeridas —dijo, pero esperaba que la bruja no se separa de ella ni por milésimas de segundos. Desconocía lo que podrían encontrar. — ¿Te encuentras lista? —antes de escuchar la respuesta, tomó la piedra que estaba sobre su escritorio y se trasladó al sitio donde estarían sus compañeros. Una vez allí, en la oficina del Primer Ministro se comenzó a preguntar dónde estarían y si habían comenzado ya con la expedición. Aunque, lo que más le preocupaba era el paradero de su alumna, quizás había sido precipitado el traslado. — Emilia, ¿dónde estás? —sólo mencionó, esperando que al menos alguien le respondiera.
  13. http://i.imgur.com/b60tU0R.png Una vez más volvía a respirar ese magnífico aire perteneciente al ambiente del Ateneo, no era tan significativo como el de Hogwarts pero podía decirse que, al igual que éste, le traía millones de recuerdos a su mente. Aquellos que no eran negativos ni positivos, simplemente eran especiales porque la transportaban –imaginariamente- a otra dimensión. Quizás había sido ese detalle el culpable de la desaparición de los nervios que invadían su mente en ocasiones similares. Estaba tomando una postura pacifica, calculando el tiempo en que faltaba para la llegada de su alumna. «¿De quién se trataría en esa ocasión?» El aula de Cuidado de Criaturas Mágicas se encontraba en perfectas condiciones, su decoración era prolija mientras que sus colores denotaban seriedad al ser de tonalidades marrones y grises. Esperaba que su alumna no se sintiera nerviosa por esos detalles, era lo que menos quería. Sin embargo, los dos enormes ventanales seguían estables en la pared derecha. Ella misma se había encargado de que no volvieran a hacerle mal a la comunidad mágica; se hubiera sentido fatal si sus últimas alumnas no hubieran regresado sanas y salvas. El bienestar de los alumnos era lo primordial para ella, eran quienes saldrían a la vida con nuevos conocimientos sobre la importancia de las criaturas mágicas. — Veremos… —la bruja rozó con su pulgar el trozo de pergamino que se hallaba sobre su escritorio y se detuvo cuando encontró el nombre «Emilia» sobre éste. Su apellido no estaba, algo que llamó su atención y comenzó a preguntarse si era miembro de alguna casa de la comunidad mágica. Por otra parte, estaba ansiosa de conocerle y compartir con ella una mágica jornada. Había días en los que se sentía perdida, por lo que solía olvidar asuntos importantes. Debió haber sido aquel el motivo por el que, no había sido hasta ese instante que recordó la petición de Weasley, su compañero de bando. Viajar a Irlanda no era el problema, tampoco el hecho de que jamás había pisado ese lugar, sino que le preocupaba lo que podían encontrar en ese sitio y si su alumna era capaz de superar todas las pruebas que se le interpusiera en el camino. La bruja esperaba que sí y confiaba que haría un excelente trabajo a la hora de poner en práctica lo que aprendería en la clase. A los pocos segundos de la llegada de Emilia, Sherlyn no pudo contener una gran sonrisa. Se sentía emocionada de volver a enseñar una clase, más aún al ser una temática con cierta relevancia. Era un placer para ella. Creía que todos en el mundo mágico debían tener un mínimo conocimiento para saber de qué forma tratar cualquier tipo de criaturas. — Bienvenida a la clase —dijo—. Mi nombre es Sherlyn Stark y en esta ocasión seré tu profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas —no era oportuno dar más información, ya tendría tiempo de tomar juntas la merienda—. Eres libre de contarme un poco de ti, si así lo prefieres. Mientras esperaba el discurso de su alumna le hizo señas a su vuelapluma rosado para que empezara a redactar el primer tema de la clase encima de la pizarra. «Diferencias entre criaturas mágicas y no mágicas» Sólo necesitaba saber el punto de vista de la joven y de qué manera se defendía. Pasos seguido, le alcanzó una pequeña guía donde estaba lo que aprenderían en esa ocasión, ésta tenía un aspecto ordinario, como cualquier revista, contenía imágenes e información que necesitaría para enfrentar a las criaturas que encontraría en la mansión. Eso era algo que Emilia aún no sabía. — Ahora dime, ¿cuáles son para ti las diferencias? ¿Y, por qué razón se suele confundir a los sapos con criaturas mágicas, siendo que son muggles?
  14. Sherlyn Stark

    Inscripciones

    ¡Buenas! o/ Algún día volvería. Espero que en esta ocasión me sea posible completar la clase. • Nick: Sherlyn Stark • ID: 113426 • Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza • Justificante de compra del Libro (Link a la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/topic/107552-boveda-trastero-de-sherlyn-stark/?p=4917949 • Rango Social: Unicornios de Oro • Nivel de Magia: VI • Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Octubre 2013 • Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/101718-boveda-de-kirara-rosier/ • Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=101696 ¡Saludos!
  15. Luego de que los alumnos despertaran de aquel profundo sueño, aparecerían en el aula de Cuidado de Criaturas Mágicas. Era un ambiente acogedor, al menos Sherlyn se esforzaba por mantenerlo de esa manera, con los objetos decorativos ordenados y las estantería alineadas. Había dos amplios ventanales que, al ser de día, se mantenían abiertos para dejar que la luz traspasara y ofreciera calidez en el interior. A pesar de las reformas que la bruja había hecho, éste no dejaba de presentar un aspecto misterioso. — Bienvenidos al aula —dijo, recordando que ellos aún no la habían pisado ya que la clase comenzó en el interior del bosque—. Llegamos al final de la clase, espero que hayan tenido una experiencia maravillosa —añadió, con esperanzas de que sus alumnos hubieran podido aprender mucho acerca de las criaturas mágicas a pesar de las circunstancias con las que se encontraron. — Lamento mucho lo ocurrido dentro del bosque —se disculpó la bruja—. Próximamente se iniciarán investigaciones para saber con exactitud lo que sucedió —no creía que aquello lograra calmar a los alumnos, pero no finalizaría la clase sin decir nada al respecto. Estaba claro que quienes estaban presentes en ese lugar eran quienes aprobarían la clase. Desconocía el paradero de Di Médici. Aunque imaginaba que las autoridades del establecimiento se encargarían de ella. Volvió nuevamente su atención hacía sus alumnos y se dedicó a mirarlos. Lucían mal, sin dudas, y ella estaba segura que un buen descanso les haría muy bien. Lo más óptimo era cerrar la clase, considerando que ellos ya habían pasado por mucho. — Lo hicieron excelente —felicitó la bruja, para luego entregarles los pergaminos que certificaban que habían aprobado la clase. Los directivos se encargarían de hacer oficial el nuevo conocimiento. — Espero volver a volverlos en otra ocasión.
  16. La cantidad de aves parecía ser infinita, tanto que le era imposible, desde su perspectiva, observar el panorama completo, por lo que desconocía si había otra clase de criaturas a su alrededor —deseaba que no—. Era una situación alarmante. Sin embargo, Sherlyn tenía presente que cualquier persona que llevara dentro de sí misma un gran valor y dignidad, sería capaz de encontrar una solución. Y, ya no le quedaba dudas, puesto que al tiempo que ella posicionó su varita de manera defensiva, su compañero la siguió. Desde una temprana edad había aprendido a no emplear la violencia contra seres vivos, ya que terminaba lastimando y era lo que menos deseaba. Pero, en el medio del caos no siempre se pensaba con claridad y terminaba realizando acciones que no eran las mejores. La acción realizada por Edmund había sido lo suficientemente impactante para que ella volviera a la realidad; si bien, la imagen de las aves cayendo al suelo a causa del ciclón logró impactarle. Sin contar que el joven había realizado un hechizo de la Orden del Fénix, sin embargo, estaban a lo alto y con el disturbio era imposible que pudiera ser percibido por otra persona. Antes de que la bruja pudiera articular una palabra, sintió la mano de su compañero contra la de ella. Inmediatamente supo cuál sería la reacción de éste, descender de la montaña ante la gran manada de pájaros que se dirigían hacia ellos, pero no fue una idea tan brillante, ya que terminaron cayendo hasta llegar a la superficie terrestre, curiosamente, donde se encontraba el resto de las alumnas. «Debían dejarse capturar por las aves, ellos los llevarían nuevamente hacía el interior del aula luego de la profunda alucinación que los apresaría». Aquello no dejaba una buena enseñanza después de todo, entender el mecanismo de defensa de las criaturas era un tema complejo, al igual que encontrar las alternativas que ellos tenían para defenderse de ellas. Podían volverlos vulnerables por un hechizo, pero eso no cambiaría en nada, puesto que cuando éste se deshacía, las criaturas volverían a su actitud natural. Posiblemente, sea uno de los temas que la bruja hablaría cuando estuviesen nuevamente dentro del aula. Y, olvidándose del dolor generado por la caída, la bruja se sumergió a una alucinación, esa en la que ella estaba bajo la piel de la criatura, pudiendo sentir todo lo que aquel ser vivía. Era una situación que le generaba confusión pero al mismo tiempo curiosidad. Vivir en la piel de una criatura era, quizás, una de las maneras en la que ella podía acercarse y descubrir cuáles eran las sensaciones de ésta. No era la primera vez que Stark tenía que pasar por esas circunstancias, así que ya había aprendido a que el pánico no la cubriera. Cada persona podía transportarse a la piel de cualquier criatura y debían destacar todos los detalles que le rodeaban, el ámbito donde éste vivía; si estaba en custodia de personas o si era salvaje; cuáles eran sus impulsos naturales, si deseaban alimentarse de seres humanos o se sentían amenazados —sus puntos de vista—. También, experimentar los mecanismos de defensa: invisibilidad, desaparición o encogimiento. **** Una vez que esa actividad diera finalización, la bruja se encargaría de escuchar los relatos de sus alumnos acerca de lo que habrían experimentado. Para ella sería una placer, ya que descubriría sí fueron capaces de captar lo que ella había tratado de transmitir.
  17. A causa de su involuntaria visita a esas alturas, la bruja no pudo evitar idear hipótesis acerca de eso. En verdad se arrepentía de no haber cumplido con su deber, de haber examinado con suma atención el ámbito donde conduciría la clase. Comprendía si después de aquel episodio sus alumnos se mostraban un tanto molestos por las consecuencias y por su irresponsabilidad, pero se abstendría de ellas y correspondería toda culpa. Pero en verdad esperaba que aquello tuviese un desenlace y salieran a salvo. Mantenía apretada su mano contra su pecho, la misma estaba abierta y tenía la intención de que midiera sus pulsos. — Muchas gracias, señor Browsley —no sabía si aquel apelativo le correspondía, pero durante su infancia había tenido fuertes referencias en cuanto a la cordialidad. Cuando al fin tuvo la oportunidad de estar de pie, su primera acción no sólo fue mantenerse expectante de lo que sucedía, sino también escudriñar el lugar en busca de las mujeres que podrían estar perdidas por esa inmediación. Estiró su brazo hacía abajo, permitiendo que su compañero de la Orden del Fénix lo tomara y descender de la montaña para iniciar la búsqueda. Para su suerte, había indicios que les permitía creer que, por lo menos, una de las alumnas estaría en cierta posición. Ponía total esperanza que el destello en el aire significara sólo eso. Stark mantenía una postura firme, impidiendo que sus pensamientos y las acciones de su alrededor desviaran su concentración. No obstante, agradecía enormemente los gestos de Edmund y en algún futuro haría lo posible para devolverle esos favores. La poción herbovitalizante no la reconfortó plenamente, a pesar de que con sólo apoyarla sobre la comisura de sus labios sintió energía, necesitaba algo que le garantizara que todo saldría bien—. Gracias —sólo agregó la bruja, pero tampoco fue suficiente su respuesta. Le era inevitable que sus miedos se fueran reflejados en sus acciones, aún se sentía rígida y el camino hacia donde se dirigían no le ayudaba a calmarse. Fue en ese momento en que decidió buscar una distracción, sólo hasta que llegaran hasta el pie de la montaña, y, fueron los anillos de su acompañante quienes captaron su atención. Ella imaginaba que debía ser incomodo llevar tantos artículos decorativos en una sola mano, pero no debía descartar que, posiblemente, éstos eran utilizados para otro fin. — ¿Los anillos de los libros de hechizos? —una pregunta que sonaba tan imprevista como inoportuna que sólo le advertía que debía medir sus palabras—. Oh —dijo la bruja, al tiempo que también se encargaba de esquivar las rocas que estaban en la superficie. Tenía la sensación de que las criaturas no tardarían en aparecer y podrían ser molestas y peligrosas si no se las controlaba como era debido; sin embargo, confiaba en los conocimientos de sus alumnos, a pesar de que sólo le habían podido responder una sola interrogación. Eran magos expertos. Y, como un llamado, las criaturas aparecieron. El cielo se vio teñido de un negro, pequeños puntos sobre éste fueron tornándose en un manto de esa tonalidad. Eran aves, sin lugar a dudas, y todas venían de la misma dirección como si estuvieran escapando de algún peligro. — Debemos tener cuidado —dijo Sherlyn, olvidándose de la mala experiencia tras sus palabras anteriores—. Si no me equivoco, están encantados y pueden dormirte con sólo tocarte —recordaba haberlos inventado para que tuvieran esa finalidad. El efecto que provocarían las criaturas sería dormirlos profundamente, por unos minutos, y los sueños serían acerca de ellos viviendo una experiencia en la piel de algún ser, bestia o cualquier criatura, algo que aún seguía considerado cruel y por lo tanto no había tenido su aprobación absoluta. Y, por lo tanto, le era incomprensible saber que estas criaturas estaban allí en esos momentos y que hubiera tanta abundancia. Se apartó de Browsley y sacó su varita, preparándose para el ataque de las aves.
  18. Su atención fue dirigida, especialmente, a cada una de las palabras que sus alumnos recitaban, aquellas que formaban parte de sus presentaciones y teorías. A la vez, escudriñó cada uno de los gestos que realizaban, ya que creía que esto le daría una visión sobre el comportamiento que ellos tendrían durante la jornada. El comentario de Lisa le había dado gracia, permitiéndole que en su rostro se tornara una sonrisa, pero no permitió que eso la distrajera. — Perfecto —señaló la bruja, no podía decir que alguna de sus respuestas estuviese mal porque sólo se trataban de simples hipótesis y sólo le dejaba en claro que las personas con las que estaba tratando sabían lo que eran las criaturas mágicas o, si bien, habían lo aprendido con antelación. Esto también lo había corroborarlo al ver el libro de Animales Fantásticos y donde Encontrarlos en las manos de uno de los alumnos. Se había transformado en un debate y aquello comenzaba a animarle. — Oh, cuidado con su vestimenta, señor Browsler —pidió la bruja, haciendo alusión a la reacción que éste había tenido tras la presentación de Weasley Delacour—. Como ya sabrá, las criaturas muggles también pueden tener capacidades asombrosas y las diferencias físicas son mínimas, lo cual puede generar confusión —su mirada no se apartó de Edmund ni por un segundo—. Si observa en el libro que lleva, puede ver que éstas se encuentran registradas y clasificadas por el Ministerio de la Magia, como ha dicho Di Médici. — También, hay que destacar que las criaturas mágicas se llaman de esa manera porque en verdad, poseen magia en sus venas, lo que le permite realizar mecanismos inimaginables —aquello le recordó a los métodos de defensa que las criaturas tenían, pero lo verían cuando la clase estuviese más avanzada—. Espero haber respondido su consulta —sentía que la respuesta no lo satisfaría. — A continuación mi vuelapluma escribirá un pequeño resumen de la clasificación de Criaturas Mágicas, aplicado por el Ministerio de la Magia —continuó la profesora, encomendándole órdenes a su objeto rosa. Tenía dudas sobre si sería inoportuno darles un tema tan simple a magos expertos, pero nunca estaba mal repasarlos—. Recuerden que no es necesario tomar apuntes. » Clasificación de Criaturas Mágicas: • X: son criaturas “inofensivas”, pueden ser tanto criaturas mágicas o muggles. Pueden adquirirlas los magos a partir del rango de aprendices. • XX: se debe poseer un nivel mágico superior a Unicornios de Oro. • XXX: para poder adquirirlas es necesario superar el nivel Dragones de Plata, o éste inclusive. • XXXX: estás criaturas generalmente son complicadas de manejar, por lo tanto, se requiere el nivel Orden de la Cruz Dorada para adquirirlas. • XXXXX: únicamente pueden poseerla aquellos magos que estén o superan el rango Órden de Grial. — También, hay que reconocer que existen criaturas mágicas que se consideran “independientes”, por lo que no se encuentran dentro del sistema de clasificación —aquello le hizo recordar a las últimas oraciones de Lucrezia, ya que había nombrado a las sirenas—. ¿Pueden decirme cuáles son y si en alguna ocasión tuvieron contacto con alguna de ellas? —Preguntó la bruja—, y siendo así… Sin embargo, su comentario se detuvo a causa de un fuerte viento que había llegado de la nada. Había oído que aquellos fenómenos eran particulares del bosque, pero su magnitud era tan inmensa comenzaba a desconfiar que se tratara de un simple fenómeno natural. Las esculturas de piedra comenzaron a caer y a romperse a causa de la fuerte corriente de aire, pero por ese mismo motivo éste no se había escuchado. Rápidamente, la Sherlyn llevó sus manos hacía sus oídos para que el interior de éste no resultara herido y, paso seguido, hincó sus rodillas en el cielo y cerró sus ojos. Era como si se estuvieran trasladando a otro lugar, de forma repentina. Cuando el viento disminuyó su volumen, se dedicó a abrir los ojos y observar el lugar donde ella se encontraba. Era la cima de una enorme montaña. El miedo no tardó en invadir su cuerpo, le daba vértigo mantenerse a esas alturas y a la vez se hallaba preocupada por sus compañeros. ¿Dónde estarían? Quizás, si aquel era un lugar encantado para realizar una clase, éstos podrían estar al pie de la montaña.
  19. Era la segunda vez que Sherlyn pedía permiso para conducir la clase fuera del establecimiento, aunque en esos tiempos era sólo por precaución. No quería que sus alumnos corrieran el mismo riesgo que la vez anterior y, además de eso, se había tomado la molestia de estudiar cada una de las áreas que la rodeaban—o, mejor dicho, habría creído hacerlo—. Nadie sabía con exactitud las dimensiones que presentaban los alrededores de la Universidad, sólo que pequeñas proporciones podían ser manipuladas por autoridades o, si bien, profesores capacitados. Stark había tomado sólo el sector oeste, donde la vegetación era tan abundante que podría ser confundido con un bosque, que quizás había quedado de esa manera tras una clase ya impartida. La única información que tenía era que podrían encontrar un desierto en el corazón del mismo y, distribuidas aleatoriamente, zonas donde los árboles y objetos de hielo eran capaces de quemar la piel. No tenía un plano del mismo para entregárselos a sus alumnos, pero mientras que éstos tomaran apuntes y siguieran la clase podrían protegerse de cualquier obstáculo o criatura manipulada que apareciera. — ¿Todo en orden? —preguntó a su vuelapluma, quien le ayudaba exitosamente en todas las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas. Los asientos estaban se constituían por pequeñas proporciones de piedras que luego tornarían a su estado natural, porque si había algo que llenaba la preocupación de Sherlyn además del cuidado hacía las criaturas, era el del medio ambiente. Estaba consiente que en ocasiones utilizaba materiales hechos de madera, no era hipócrita, pero teniendo en sus manos la posibilidad de disminuir la tasa de forestación, era incapaz de rehusarse a esos métodos. Echó un vistazo a su reloj para verificar la hora y calcular los minutos faltantes, y luego pasó su dedo índice por la lista de alumnos que tendría en aquella ocasión. Mei Black Delacour Lisa Weasley Delacour Edmund Browsler Lucrezia Di Médici Eran muchos alumnos, lo que haría complicado el manejo de la clase; sin embargo, le agradaba que muchos miembros de la comunidad mágica se interesaran por el cuidado de las criaturas. Recordaba que había un tiempo donde nadie se atrevía a inscribirse a la clase, quizás porque otros conocimientos habían sido más prioritarios para ellos en esos momentos. Tenía esperanzas de que aquel grupo se interesara en verdad en lo que consistía la clase. *-*-*-* — Bienvenidos a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas —comenzó la clase—. Creo que muchos ya nos conocemos —dijo la bruja, mirando a sus compañeros de la Orden del Fénix—, aun así, es fundamental presentarnos para que podamos conocernos —en su corta trayectoria por la vida había aprendido que, si bien, una simple presentación no mostraba mucho de una persona, pero reflejaba sobre su actitud. — Mi nombre es Sherlyn Stark, soy profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas y trabajo en Seguridad Mágica —creía que el apellido ya la desenmascaraba para que los demás supieran a qué familia pertenecía—. Siéntanse libres para presentarse o manifestar lo que deseen —terminó, bajando su vista en busca del pergamino donde se encontraban las preguntas del primer tema, sin dejar de prestar atención a las palabras de sus alumnos. — Pero… —interrumpió—, deben contestarme a la siguiente consigna —agregó, al tiempo que pequeñas esculturas de ranas, serpientes y arañas se depositaban sobre los regazos de los alumnos. Debía considerar no ser tan impetuosa y era algo que no había aprendido, a pesar de que a su hermana estuvo a punto de infartarse la clase pasada por la manera en que se entregaba el material didáctico. Sherlyn esperaba que nadie reaccionara de la misma forma. — Junto con la presentación deben exponer sus teorías acerca de en qué se diferencian las criaturas que tienen sobre ustedes y las no mágicas, y cuáles son las características que deben tener para que sean mágicas —al finalizar, tomó asiento, preparándose para oír las respuestas con interés.
  20. El tiempo transcurría paulatinamente desde su perspectiva mientras que sus nervios se incrementaban cada vez más. Necesitaba al menos una señal, sólo una, de donde podían estar sus amigas y creía que quedándose en aquel lugar no podría avanzar, pero debía hacerlo ya que imaginaba que la mayoría de los senderos dirigían hasta el centro del laberinto. Había tenido la oportunidad de apreciar bien los muros lo conformaban, pero fueron perdiendo su encanto a partir del tercer escudriñamiento. La luminosidad también tenía un papel fundamental, ya que el escás de ésta le provocaba cierta inseguridad. Cuando se había cansado de estar en esa posición, se dio la vuelta y dio unos pasos hacia adelante. No paraba de pensar acerca de lo que dirían las autoridades de la Universidad si perdía a las alumnas, o imaginar qué sería de su vida luego de aquel suceso. El mundo mágico perdería a grandes personas y todo por su culpa. Llevó su mano hacía su boca, denotando preocupación. Creía que las chicas ya debían haber llegado hasta donde ella se encontraba, según lo calculado. — Lumus —conjuró, para apreciar mejor su alrededor, al darse cuenta que la oscuridad había llegado. Si era verdad que se encontraban en un ambiente anacrónico, no podía tener información sobre la cantidad de tiempo que había transcurrido fuera. Justo en ese momento, había presenciado la llegada de un hermoso dragón volando por encima de su cabeza y se dirigía justo a unos metros de donde estaba. Tal parecía que la criatura se encontraba furiosa, como si le hubieran tocado algo muy preciado para ella. La bruja, no tardó en reaccionar y se dispuse a seguir la dirección de ésta para saber lo que había ocurrido y si podía cooperar para que el estado de animo de la criatura, mejorara. Sus pasos fueron veloces, tal como había querido; sin embargo, hacía mucho tiempo que no corría de esa manera por lo que la sensación de cansancio no tardó en invadir su cuerpo. Para su suerte, del lado contrario pudo ver una luz, la misma que la que salía de su varita, ésta dejaba visualizar bien quienes venían corriendo hacía su dirección y su alegría fue inmensa al darse cuenta que se trataba de Athena y Bínfeyd. Pero disminuyó al percatarse de lo que ésta última llevaba en brazos. — Oh, han hecho un trabajo excelente —dijo la bruja, imaginando todo lo que podrían haber pasado—Pero, Binny, entrégalo, por favor —sabía que la angustia de los dragones solía ser muy fuerte, por lo que había leído, y la mejor opción que podían realizar era cumplir con sus órdenes para neutralizar.
  21. El panorama del aula había cambiado de un momento a otro, sin dudas, la presencia de las jóvenes llenado de calidez el ambiente, o así era como ella lo sentía. Se encontraba dispuesta a escuchar cada una de las respuestas que las chicas tenían para decirle, aunque sean simple teorías. En realidad, para ella, aquellas cuestiones eran sólo eso, simples teorías. Nadie podía saber con certeza si era de esa manera. Así que, un intercambio de información les venía muy bien a un grupo de alumnos con intenciones de aprender los diferentes métodos de cuidado de criaturas mágicas, como se llamaba aquel conocimiento. Los deliciosos dulces que llevaba Bínfeyd en sus manos captaron parcialmente su atención, en el momento en que su hermana saltaba de susto tras notar a la araña dentro del frasco—. Oh… —sólo pudo decir, pero Athena era una persona firme y logró recuperar su postura antes de que pudiera preocuparse por su estado. Realmente, para Sherlyn era admirable, a pesar de que, en ocasiones por más amor que uno pudiera tener a las criaturas, éstas son capaces de producir temor. Aunque también desconocía si la bruja había tenido malas experiencias con ese tipo de seres. — Deliciosas —saboreó la castaña, tras probar una de las golosinas que le habían convidado—. Muchas gracias. — Excelente —dijo la bruja, volviéndose hacía Binny quien había sido la última en responder—. Parecen criaturas comunes y corrientes, al igual que los sapos, sin embargo, muchas partes de sus cuerpos forman parte de la preparación de pociones —agregó, creyendo que sería lo mejor dejar de lado el tema, aunque el debate seguía abierto por si alguna de ellas deseaba contribuir. — El próximo tema será acerca de la Clasificación de Criaturas Mágicas, aplicado por el Ministerio de la Magia —tras esas palabras, sonrió e hizo un gesto a su vuelapluma para que escribiera aquel título sobre la pizarra. Ellas eran personas expertas en el arte de la magia, por lo que le incomodaba tocar ese punto en las clases, aun así, siempre era lo ideal refrescar mentes. Al despegar su mirada del frente y voltear a la pizarra, pudo observar como su objeto mágico había cumplido de forma excelente a las órdenes encomendadas. Así que, la siguiente lista fue dada para que las jóvenes tomen apuntes o simplemente la leyeran. » Clasificación de Criaturas Mágicas: • X: son criaturas “inofensivas”, pueden ser tanto criaturas mágicas o muggles. Pueden adquirirlas los magos a partir del rango de aprendices. • XX: se debe poseer un nivel mágico superior a Unicornios de Oro. • XXX: para poder adquirirlas es necesario superar el nivel Dragones de Plata, o éste inclusive. • XXXX: estás criaturas generalmente son complicadas de manejar, por lo tanto, se requiere el nivel Orden de la Cruz Dorada para adquirirlas. • XXXXX: únicamente pueden poseerla aquellos magos que estén o superan el rango Órden de Grial. — Ya lo deben saber, aun así, siempre es bueno volver a recordar algunos puntos, más tratándose de estatutos, ¿verdad? —dijo la bruja, dando ilusión al comportamiento de ella misma ya que generalmente solía olvidar algunos decretos. Definitivamente, Derecho no era lo de ella. Dejando de lado aquello, prosiguió con la clase—. También deben reconocer aquellas criaturas que no se encuentran bajo la clasificación, debido a que se consideran seres independientes—volvió a mirar hacía su vuelaplumas, que ya sabía lo que debía hacer, copiar a un lado la lista continua. » Seres, Bestias y Espíritus: • Bestias: son incapaces de aprenderse las Leyes Mágicas y de controlar sus impulsos de brutalidad. • Seres: Puede llamarse de esta forma a las Sirenas y Centauros. Creyeron injusto que los magos lo dominaran, por lo tanto son independientes de sí mismos, • Espíritus: a pesar de que existen registros para alistarlos, ningún humano puede adueñarse de ellos, ya que son personas que dejaron la vida físicamente, pero no su presencia. Luego miró hacía los ventanales que había examinado antes de la llegada de las brujas y se acercó hacía ellos. Y, sin decir ninguna palabra, decidió abrir uno, lo había realizado con tanta delicadeza y rapidez que el movimiento fue fugaz. De un momento a otro, ella había desaparecido del aula. Esperaba que sus amigas la siguieran a pesar de que no le había dado ninguna instrucción. Se arrepentía, pero no había manera de remediarlo. Aquel pensamiento hizo que se desconcentrara y al cabo de un minuto pudo asimilar el lugar donde se encontraba. «¿Había elegido la puerta incorrecta?» Tal parecía que sí. El ambiente era tétrico, o al menos para ella lo era todo aquello que carecía de luz. Sin esperar más, la bruja conjuró un hechizo para que su alrededor pudiera visualizarse. Había muros a sus costados, hechos de madera y enredaderas, en otras partes tan sólo era constituido por piedras. Ella, como había podido darse cuenta, se encontraba en el medio de un laberinto circular, había tan solo cuatro senderos que podían dirigirla hacía el interior del laberinto. Desconocía la ubicación en la que aparecerían las alumnas, pero si aquel sitio había sido programado para una clase, lo más probable es que tuvieran que superar algunos obstácu.los. Durante el camino, ambas brujas se enfrentarían con criaturas, seres, bestías o espíritus.
  22. http://i.imgur.com/b60tU0R.png Centésimas de segundos antes de ingresar al aula una ráfaga de viento recorría la misma provocando que los pergaminos se desparramaran por toda el aula. A pesar de que el invierno había dado fin, aún había rastros de aire gélido en el ambiente, aunque aquello no impidió a Sherlyn utilizar una bonita indumentaria—lucía un vestido de tonalidades claras y seda—. Le encantaba sentir el tacto en aquella sedosa y suave tela, al igual que también le agradaba llevar zapatos en esa ocasión. Éstos le hacían sentir que tenía los pies apoyados sobre el suelo, haciéndola sentir más confiada y relajada. Se encontraba con ánimos de concretar un excelente trabajo. En su mente, el título del conocimiento que impartía dentro de esa institución: »Cuidados de Criaturas Mágicas« creía que si no generaba ningún sentimientos en la persona, era porque no habían descubierto el significado y la importancia de las criaturas en el universo. Era por esa simple razón que comprendía la gran responsabilidad que caía sobre sus hombros. En esa ocasión, no importaba cuántos alumnos estarían a su disposición, simplemente, esperaba que entendieran el contenido de lo que se estaba explicando. Una vez con su cuerpo dentro del aula, la bruja se dispuso a recoger los papeles que se habían caído, uno de ellos contenía los nombres de las brujas que compartirían con ella esa maravillosa jornada y su impresión fue de alegría al descubrir de quienes se trataban. Recordaba haber vivido buenos momentos junto a cada una de ellas y no descartaba que esa vez fuera una excepción. Aún con su mirada fija en el pergamino, se dirigió al escritorio para ordenar sus ideas y dar el visto bueno al aspecto del aula. Había dos grandes ventanales sobre las paredes, ambas con la vista hacía el jardín pero cada una dirigía a lugares distintos. Sabía aquella que se encontraba en lado izquierdo podía trasladarlos hacía los bosques que estaban a unos metros de la Universidad, pero desconocía si el derecho también lo hacía ya que habían sido instaladas hacía pocas semanas. Verla detenidamente despertaba su atención, por lo que volvió su cabeza hacía el frente, con la intención de desviar también sus pensamientos. Athena y Bínfeyd no tardarían en llegar por lo que debía encargarse del orden de los temas que se darían, aunque no había ninguna tarea establecida con antelación. Los asientos y toda la decoración del aula estaban materializados con piedra grisácea, de esa manera no se ponía en peligro la naturaleza. — Buenos días —saludó la bruja, una vez que vio que la clase estaba completa. La emoción era completamente notoria en su voz y sus gestos, mantenía una sonrisa intacta—. Y bienvenidas a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas —como se le había hecho costumbre, saludó a sus compañeras de la Orden del Fénix—. Ya me conocen, seré su profesora en esta ocasión y espero que ésta clase sea de su agrada —de a poco, sobre su rostro la seriedad se hizo visible. Era el momento de comenzar con la clase. — Antes de comenzar con las partes prácticas, unas preguntas estarán bien —dijo, dejando de lado el pergamino que sostenía para recoger otro con su mano izquierda mientras que con la otra apretaba con firmeza su varita. De repente, hizo aparecer, frente a los escritorios de las alumnas, unos frascos, uno de ellos contenía una araña y la otra un sapo, ambos animales eran muggles. Sobre la pizarra se visualizó el título: » Diferencia entre Criaturas Mágicas y muggles. — ¿Pueden darme su opinión? ¿Por qué suele decirse que éstas criaturas son mágicas si viven en el mundo muggle?
  23. Jamás había sido un deseo traspasar una pared y la idea de poner en práctica aquel nuevo poder le incomodaba. Admiró la manera en la que sus profesores desaparecían al cruzar aquel muro, desafiando la lógica ya establecida por muggles; aunque la magia hacía eso, era capaz de superar cualquier obstáculo. Observó a sus compañeros quienes luchaban contra todas las criaturas que se encontraban allí, fue en ese instante en que se percató que algunos animales solamente deambulaban por allí sin ánimos de atacarlos. Sólo quedaban unos pocos y ella ya no quería perder más tiempo. De repente, sintió como una fuerza presionó su pecho, lo que indicaba que el miedo se estaba apoderando de su cuerpo. Debía hallar la manera de animarse y tranquilizar esa condición. Inhaló una gran proporción de aire creyendo que esto podía ayudarle, y por lo menos así lo fue, se concentró en descender su brazo y dejar de apuntar al hipogrifo cuyos movimientos estaban en su poder gracias al anillo que se lo permitía. Y, luego, se dedicó a seguir a sus compañeros, que seguían la dirección indicada por los profesores. —Salvaguarda Mágica—susurró la bruja, una vez que se encontró en frente de la puerta. Sentía como el anillo se posicionaba justo uno de los dedos donde más le incomodaba llevar esos artículos decorativos, pero aquello no impidió que el poder que acababa de invocar, en esos momentos, pudiera ser efectuado. Debía actuar con rapidez, antes de que el efecto se desvaneciera. De un instante a otro, su cuerpo se encontró intangible, pudiendo atravesar cualquier objeto sólido. Y, sin perder el tiempo, se dispuso a avanzar hacía el sitio correspondiente. Una vez allí, se encontró con un espacio de aproximadamente quince metros, donde debía saltar sobre piedras para evitar caer sobre aquel espacio vacío. Lo primero que se le cruzó por la mente fueron varias estrategias que podría implementar para avanzar con éxito: lo principal, mantener una total concentración en las piedras que estaban delante de ella, y así lo fue haciendo. Era como si no se encontrara ella en su cuerpo y una potencia superior la estuviese controlando, algo que en otros términos podría denominarse «voluntad». Quizás, una de las razones habría sido porque se retrasó, y ya muchos de sus compañeros se encontraban más adelante. «No pierdas la concentración» se dijo así misma, tratando de mantenerse más alerta. Al avanzar se encontró con una lluvia de flechas de dos tipos: fuego y hielo, no quería saber cuáles eran las consecuencias de ser atacada por esos objetos. Sin pensarlo dos veces, volvió a murmurar: —Salvaguarda Mágica—nuevamente su cuerpo se volvió intangible, como hacía unos segundos, con la ayuda de aquel poder ninguna flecha podría ser capaz de atravesarle, o eso era lo que ella creía. Logró visualizar la figura de sus compañeros a unos metros de ella, fue lo suficiente para que pudiera sentirse a salvo por unos segundos. Unas pelotitas comenzaron a descender del techo, sin embargo, uno de sus compañeros, Goderic, impidió que el llanto de las Mandrágoras pudiera escucharse dentro del área, una excelente estrategia. A pesar de todos los obstáculos, ella se encontraba a salvo, pero desconocía el estado en el que se encontraba Elvis. Esperaba actuar a tiempo.
  24. Luego de releer por undécima vez el pergamino informativo, lo dobló y reposó sobre el escritorio más cercano, su mensaje había quedado más que claro y no le hacía falta que éste la acompañara. Suspiró, pensando que sería una jornada realmente agotadora y necesitaba precaverse. «Un vestuario adecuado» Sí, era una de los primeros requisitos ante esas circunstancias y, para su suerte, su bella acompañante comprendía, su elfa, comprendía a la perfección aquello, por lo que realizaba los preparativos con antelación y sin que se ella se lo pidiera. — ¿Crees que será una clase cansina? —murmuró, creyendo que podrían ser como las etapas de conocimiento, aunque lo dudaba. Iba más allá al tratarse de libros de hechizo, los cuales podrían calificar el poder de cada uno de los magos de la comunidad mágica. Sin embargo, su mente se sumergió en esa reflexión impidiéndole escuchar la réplica de la elfa. Cepilló delicadamente su cabello, para después volver su atención hacía ésta: — No importa, ya es tarde. Y lo era, en ocasiones su subconsciente le jugaba malas pasadas, desconcentrándola de sus labores cotidianas, pero no dejaría que arruinara aquel día tan especial. Deslizó las puntas de sus dedos sobre su vestido para comprobar que la textura fuera apta y controlar que llevara los zapatos correctos, que no hicieran doler sus talones ni sus pies: todo estaba en orden. Le agradaba las tonalidades celestes, y llevarlas puestas le producía una sensación de confianza y bienestar. — Te contaré todo cuando regrese —detrás de todos los nervios que la situación podía provocarle, el entusiasmo era evidente al igual que sus ganas de poner en práctica lo que había aprendido de aquel Libro de Hechizos. De un momento a otro su presencia se deshizo para aparecer dentro de un ambiente hecho de diversos tipos de piedras, era hermoso, pero lo que captó más su atención fueron la cantidad de puertas que se exhibían en las extremidades. Conocer lo que habría allí dentro era todo un misterio, y de a poco le iba entrando curiosidad. Atendió con interés las palabras dichas por sus profesores y las respuestas de las dudas que sus compañeros tenían, eran inteligentes, y a pesar de aquello, no había podido formular ninguna, era como si se encontrara limitada a causa de la emoción. «Interesante» pensó, cuando la pregunta de Cissy le recordó los anillos de los libros. Sería complicado para ella manipularlos a su gusto, requería precisión, pero lo intentaría. No se le había cruzado por su cabeza que una multitud de criaturas aparecerían con intención de ir hacía ellos y atacarlos. Tampoco le agradaba la idea de lastimar a alguno, pero debía ir en contra de sus principios en ocasiones y no descartaba la posibilidad de que éstos podrían ser producto de una transformación. Admiró la capacidad que tenía Macnair para idear estrategias y luego planeó seguir sus pasos, sintió como el anillo presionaba y hacía fuerza sobre éste, incomodándola, pero no se abstuvo. ¿Sería capaz de comenzar allí mismo? Su vista se fijó en los Duendecillos de Cornualles, sino fueran tan adorables quizás podría realizar la misma iniciativa que sus compañera, aunque su parecer cambio al sentir que uno de ellos tiraba con una fuerza inimaginable su cabellera. Debía hacer algo al respecto, sacudió sin cesar su cabeza con la intención de que éste se apartara pero fue en vano. Aunque no quisiera, debía hacer un esfuerzo y actuar rápido, antes de que más duendecillos llegaran. «Orbis Bestiarum» ¿Sería aquel el conjuro indicado? Apartando sus dudas y el dolor creciente de las raíces de su cabello, se concentró en un Crub que se hallaba a unos metros de ella. De repente, sintió como sus pensamientos se centraban con los de la criatura, una sensación maravillosa y, lo instó a que saltará detrás de su espalda para que los duendecitos se asustaran y, así lo hizo. Por otra parte, otras criaturas comenzaron a abalanzarse y ella hacía lo posible para que el Crub lo evitara, pero con uno solo no era suficiente y comenzó a tratar de recordar si podía manipular a más de uno. Lo había olvidado.
  25. Una vez dentro del amplio establecimiento, deslizó su mano sobre su húmedo cabello para dejar caer las gotas de agua que se impregnaron sobre su cabeza. Su piel se atirantaba a causa del ambiente húmedo y frío, mientras que seguía con un movimiento continuo tratando de secarse como fuera. Luego, sacó lentamente su varita y apuntó en dirección de los mechones de su cabello, provocando que una suave corriente se deshiciera del agua que persistía. El episodio reforzaba su idea de comprarse un Augurey, ya que estaba segura que éste le avisaría acerca de precipitaciones. — Listo —bisbiseó a sí misma, al tiempo que guardaba su varita y se encaminaba en dirección de la trastienda del Magic Mall. Era el momento de que sus mascotas tuvieran compañía de diversas especies y, así, podía tener la posibilidad de conocerlas y acostumbrarse entre sí. Estaba segura que ellos se llevarían perfectamente o, por lo menos, eso intentaría Sherlyn. Había optado por no ir en compañía de ninguna de sus mascotas, puesto que éstas quedarían resguardadas en su hogar, las condiciones climáticas eran desfavorables y podrían enfermarse. Deberían esperar hasta que la primavera diera comienzo, aunque creía que no faltaba mucho para que eso sucediera y, eso, le producía cierta satisfacción. Sonrió, y se dirigió a una de las ventanillas para efectuar su compra. — Buenos días —saludó la joven bruja al llegar allí, y comenzó a completar el formulario que se requería. ***** ID: 113426 Nick: Sherlyn Stark Nivel Mágico: V Link a la Bóveda Trastero: 101718 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 107552 Fecha: 2016-02-19 Nombre del producto: Augurey Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: XX Puntos por unidad: 20 Precio: 1000G Nombre del producto: Grindylow Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: XX Puntos por unidad: 20 Precio: 1000G Precio total: 2000G Total de Puntos: 40 En caso de comprar una criatura, colocar el Rango Social del Comprador: Unicornios de Oro

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