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Ellie Moody

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Mensajes publicados por Ellie Moody

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    Casilla 31 - Salida

    La noche se despeja cuando un portal comienza a abrirse. Ellie frunce los labios, conteniendo un sollozo que es producto de una mezcla de alivio por poder salir de ahí y también frustración por saber que es muy probable que regresen pronto a casa. Aunque no hablan mucho al respecto, un vistazo general de los demás le basta para comprender que todos están igual de cansados y hastiados por ese paseo en escenarios tan desafiantes física y mentalmente. Pero como siempre, siguen adelante. Ellie guarda la varita en el bolsillo, esperando que el siguiente lugar sea más amable con ellos, y entonces sus dedos se tropienzan con algo. No lo saca para ver qué es, pero ha estado dándose cuenta de que a lo largo de todo aquel viaje algunos artefactos se han materializado y se han quedado con ella; no ha tenido la oportunidad de examinarlos, pero si estos llegan a materializarse al salir de la mazmorra, tendrá muchas horas no sólo de estudio de qué sean esos objetos, sino de cómo se manifiestaron y de su naturaleza.

    —La tercera es la vencida —murmura Ellie, mientras camina camina hacia el portal.

    De haber estado de mejor humor y con menos resaca, sabe que habría decidido interrogar a Goderic acerca del Departamento de Misterios del MACUSA y conseguir información de las salas. En el departamento que ella dirige, hay siete salas conocidas. La sala de cerebros, la cámara de la muerte, la sala de profecías, la cámara del espacio, la cámara del tiempo y la siempre sellada cámara del amor. La séptima, menos estudiada y redescubierta hace un par de años, es la cámara de los sueños. No cree que la estructura sea exactamente idéntica, pero sí está segura de que deben haber similitudes. Ella puede intentar hacer paralelismos de los lugares que han visitado con los que ya conoce... y se le ocurren dos "tipos de magia" en los cuales todavía no han incursionado.

    Pero no dice nada, pues no es momento de hacer suposiciones. Sin pensarlo dos veces, entra al portal, deseando olvidar la pesadilla que acaba de presenciar.

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    Casilla 26

    Estar ahí, es una pesadilla hecha realidad. Literalmente viajó al otro lado del mundo para estar lo más lejos posible de La Purga, de la hipocresía del Ministerio de Magia, de presenciar las masacres y la peor cara de la sociedad. Cada vez que recuerda aquella fatídica reunión, siente escalofríos al recordar las justificaciones que se intentaron blandir para justificar ese maldito show. Recuerda que hablaron de "sacar lo que tienen dentro", de "desahogarse" y que esa era la única forma de que todo esté bien. ¿Cómo es posible que estuviese oyendo aquellas cosas? ¿De verdad los demás piensan y se sienten de esa forma? ¿Es ella la que está mal? Porque, no importa lo enojada que esté, lo asqueada que se sienta; incluso con esos sentimientos ardiendo en su interior, cuando ve lo que la rodea... se siente incapaz de imaginar allí incluso a las peores personas. Y no sabe si sentirse enojada por ser tan santurrona.

    Pero tiene que admitir que odia estar ahí. A esas alturas, siente que no le importa ya el tema de investigar las mazmorras, de conocer los secretos de ese departamento tan diferente al suyo y de hurgar en los experimentos del MACUSA. Está cansada y asqueada. No necesitaba ver lo que ocurre la noche de la purga, para saber que es algo horrible y para reforzar su rechazo hacia el nuevo gobierno. Nunca quiso luchar. Y claro, sabe que esas personas no son reales, sabe que están dentro de la mazmorra y que, aunque el daño que ella sentir sea muy real, no va a dañar a nadie... pero aún así, sus brazos se niegan a la levantar la varita mágica y su boca se niega a articular alguna palabra.

    «Luego de que esta noche acabe, aunque las cosas vuelvan a ser "normales"... —se dice Ellie para sus adentros, deseando haber llevado consigo su capa de invisibilidad y poder refugiarse en un rincón, hasta que la mazmorra decida que han sufrido lo suficiente y que pueden volver— el gobierno de Malfoy seguirá siendo nuestro enemigo».

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    Casilla 26

    Aquel lugar parece haber sido abatido por una castátrofe inimaginable. Es una clase de desolación que ha visto muy de cerca; recuerda las ruinas, el polvo, la desolación... la destrucción. Un pedrusco de nervios se le atora en la garganta, pero hace lo que puede para disimular la ansiedad que el lugar le produce. Cierra los ojos y se concentra en intentar unir cabos de todo el viaje que han efectuado. Todos los lugares son totalmente diferentes y le han causado sentimientos diferentes. Han pasado de un lugar que parecía ponerlos a prueba al avivar sus más profundos deseos, a uno donde no eran capaces de tener un sólo pensamiento racional para luego llegar a uno donde no había la más mínima de pizca de paz, siempre al borde de la desesperación. Ahora están en un lugar desolado, destruido, y que a diferencia de los demás es dolorosamente real. Allí, no tiene la menor duda de que todo está ocurriendo de verdad. Y es increíble pensar en cómo la magia es capaz de ello, y da miedo saber que no tienen el más mínimo control de que ocurre; Ellie siente que son fichas en un tablero, sin verdadera capacidad de elección, solo manejados por alguna fuerza superior.

    Cuando observan al hombre pelirrojo y barbudo, Ellie está segura de que no es un humano, pero no se siente asustada. Sin embargo, al igual que los demás, se siente intrigada, por lo que no vacila en seguir la marcha que marca Hobb tras él. Mientras siguen al hombre misterioso, Kaori le pregunta a Goderic en qué lugar están, y Ellie no puede evitar escuchar la respuesta del mago. Alza una ceja, con toda la intención de ser un gesto reprobatorio, cuando el presidente del MACUSA explica lo que es la Sala de la Naturaliza de su Departamento de Misterios. Instrumentalizar la naturaleza para la guerra, por supuesto.

    Como si la conversación hubiese afectado a la mazmorra, el ambiente no tarda en volverse hostil contra ellos. Ellie se esfuerza por mantener su lugar, pero la situación pronto se vuelve abrumadora y la tormenta no ayuda. Por fortuna, Hobb es lo suficientemente valiente —o lo suficientemente tonto— para protegerlos de los rayos. Eventualmente, se da cuenta también de que el hombre misterioso los había estado observando, pero nunca dijo nada ni dio explicaciones. ¿Quién era él? ¿Producto de la magia o algo más?

    La siguiente estancia es más "normal", pero se siente más enigmada al reconocer a una mujer sentada en un gran sillón. Ellie tiene la sensación de que su visión es familiar, pero ella desaparece antes de que pueda atar algún cabo y, nuevamente, se ven a sí mismos solos en un salón extraño. Este está adornado con obras de arte y sombreros extravagantes, como la sala de alguna anciana. Sin embargo, pronto todo comienza a cambiar.

    —Me tienes que estar j... —farfulla Ellie por lo bajo, cuando se da cuenta de dónde se encuentran.

    Esta no es la misma destrucción que vieron en la estancia anterior. Esto es diferente, doloroso. Y la diferencia es que la muerte está presente en todo lo que ve alrededor. Cadáveres en el suelo, con la mirada perdida. Sangre manchando sus botas. El sonido de los quejidos, cada vez más débiles, mientras la vida se les escapa... Esto es una masacre contra la humanidad, auspiciada por el nuevo Ministro de Magia bajo la promesa de una supuesta expiación moral. ¿Qué tan alienado tiene que estar Ludwig para justificar eso?

    Aunque tiene la varita mágica en la mano, se siente impotente, incapaz de moverse. 

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    Ellie parpadea un par de veces. Los recuerdos son confusos y borrosos, gracias a la terrible combinación de los efectos del alcohol y el reino de Delirio en su mente. Desde el momento en que dejaron aquel lugar lleno de niebla y ratas, todo se volvió borroso... y ahora, está en una situación totalmente diferente. Tiene la sensación de que se despertó de un largo sueño de vino barato, con resaca incluída. Siente el cuerpo entumecido y acolorido, y la cabeza está a punto de estallarle. Sin embargo, agradece tener la mente despejada y poder concentrarse.

    Todos parecen estar igual de cansados y hastiados de la situación, aunque incluso en ese estado Kaori consigue reunir fuerzas para hacerle un comentario soez a Goderic. Mientras tanto, Emily ofrece sus dulces o chocolates, y aunque al idea al principio le parece atractiva, luego de sentir un retorcijón en el estómago se da cuenta de que este no está en las mejores condiciones y es mejor prevenir un incidente en aquel viaje tan caótico. Ya comerá y beberá cuando llegue a casa... aunque sea luego de muchos minutos o muchas horas más. Aunque, claro, si alguien llevara encima una cartinplora de agua lo agradecería bastante, pues tiene la garganta totalmente seca.

    Alcanza a escuchar la conversación de Kaori y el recién llegado Lukian, donde esta les está presentando a cada uno de ellos, aunque siente que sería un poco maleducado intervenir ya que ellos están detrás del grupo, hablando a sus espaldas. Pero no es su culpa que estén justo detrás de ella, y en el silencio instalado en aquel lugar —o no lugar— sea tan fácil escuchar conversaciones ajenas. No puede evitar ahogar una pequeña risa cuando escucha a Kaori mencionar que ella fabricó el brazo de Hobb, pues aquella es más bien una imprecisión, pero corregir a Kaori sería revelar que está escuchándolos, así que sólo hunde las manos en los bolsillos de su túnica —aparentemente, su disfraz de cansancio—.

    Cuando otro portal aparece frente a ellos, no se siente sorprendida. Tiene el presentimiento de que ese caos no ha hecho nada más que comenzar. 

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    Casilla 20

    El desagrado que le produce la mera idea de las ratas y el desespero que la llena de ansiedad, al imaginar sus patitas corriendo por ella y sus dientes afilados buscando su piel, hacen que el alcohol se le baje de golpe de la cabeza y sólo pueda concentrarse en realizar encantamientos para repeler las ratas. Ni siquiera presta atención a lo que los demás hacen, o tan siquiera a su bienestar. Alcanza a escuchar la pregunta de Emily, mencionando unas puertas o unas ventanas, pero la desesperación le impide preocuparse por responderle. Quisiera buscar un lugar donde treparse, pero están en una planicie llena de tinieblas. Y no sabe si es su ansiedad que empeora el escenario, pero tiene la sensación de que las ratas se multiplican y en cualquier momento podrían treparse sobre ellos...

    Sin embargo, la aparición de un gran dragón luminoso las hace retroceder casi de inmediato. Ellie vuelve el rostro hacia el gran patronus corpóreo y observa cómo exhala una gran llamarada hacia lus recuadros suspendidos en el aire. Como si ése fuera el camino correcto, un nuevo portal se abre a la mitad de la estancia, un pasillo que parece invitarlos a entrar. Aunque sabe que es arriesgado avanzar sin más, ese lugar no le agrada para nada, así que Ellie es la primera en echarse a correr hacia allá.

    Tiene la sensación de que entra en un vórtice de caos y, aunque sabe que es peligroso, abre los ojos. Su mente se ve abrumada con un desastre de colores, imágenes borrosas y sonidos. ¿Dónde están los demás? ¿La dejaron sola? Como si ese torbellino de demencia pudiera leer su mente, una voz en su cabeza le susurra que está entrando a algo peor que una pesadilla. Ellie cierra los ojos, de repente deseando haberse quedado con la niebla y las ratas. 

    No está segura de cuanto tiempo pasa, pero en algún punto parece haberse acabado. Está en una cámara oscura, hecha un ovillo. Pero, en su interior, sabe que el delirio no ha hecho más que comenzar. Y ese es el último pensamiento racional que es capaz de elaborar.

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    Casilla 14

    No parece haber otra opción más que caminar. Ellie trata de mantener el ritmo de los demás, aunque la cabeza le da vueltas y las sombras le impiden distinguir mucho del lugar donde se encuentran. Lo que sí sabe es que el suelo tiene una textura desagradable, incluso a través de sus botas de charol puede sentirlo; es blando, pegajoso, y el ruido de cada paso le eriza el vello de los brazos... Se esfuerza para mantenerse alejada de las paredes, que parecen tener la misma consistencia. Desaría haber tomado una copa más de vino, para quedarse noqueada en la fiesta y ahora no estar metida en ese asunto al que Hobb y Goderic los arrastraron sin previo aviso.

    Sin embargo, a medida que escucha explicación del presidente, no puede evitar que su perspectiva cambie un poco. Claro que, por un lado, aquel es un experimento muy peligroso... pero, por otro lado, es uno sin precedentes, que podría revolucionar el campo de la magia. Una mazmorra sin control, viva. Magia en su estado más salvaje y puro. ¿Hasta qué punto la mazmorra se define a sí misma y hasta qué punto pueden ellos tener influencia en el desarrollo de esta? ¿Pueden intervenir o sólo pueden ser espectadores... o víctimas? Claro que está asustada y nerviosa, pero también se siente emocionada.

    —Es mejor no correr riesgos innecesarios —replica Ellie, cuando Hobb y Goderic le responden a Kaori, aunque ella no tiene reparos en adentrarse en una de las bifurcaciones con su esposo—. Si hemos de separarnos, probablemente la mazmorra lo hará por nosotros —por fin, saca su varita de sicomoro del bolsilo de su túnica y la empuña con fuerza frente a ella, mientras sigue a los demás.

    Cuando entran a la habitación donde Kaori y Aries fueron a parar, reciben una advertencia de parte de la líder del simposio, pero los pensamientos de Ellie se nublan y su voz sólo es un eco lejano. ¿Es una especie de ataque mental? Aunque tiene curiosidad por entender lo que sucede, y la mejor forma de hacerlo sería abriendo su mente, Ellie decide mantenerse firme y cierra su mente al posible ataque; haciendo uso de la Oclumancia, levanta altas murallas en su mente. Las imágenes que se instalan en su mente son borrosas, así que no distingue mucho ni desea hacerlo...

    De un momento a otro, todo se queda en silencio y el martilleo en su cabeza se detiene. Lentamente, abre los ojos y se da cuenta de que están en un lugar diferente. Las nieblas no le permiten distinguir nada, pero escucha diminutos chillidos venir del suelo y siente que muchas cosas pequeñas corren alrededor de sus pies enfundados de botas. El primer impulso de Ellie es taparse la boca para no gritar y da pequeños brindos para evitar que algo se le trepe por las piernas.

    —¿¡Por qué tienen que ser ratas?! —suelta, con la voz aguda por el asco que le dan esas alimañas. Está tan alterada que olvida que podría tomar su forma animaga y simplemente volar por encima del suelo. Como puede, levanta su varita frente a ella y conjura un encantamiento repulsor para que las ratas más cercanas a sus pies sean repelidos, pero aunque aparte a un pequeño grupo de ella igual hay incontables ratas en todo el suelo.

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    INICIO

    No está segura de cuanto tiempo se queda allí, observando el desarrollo de la fiesta con ojos apagados. Le comienza a doler la cabeza, pero hace lo mejor que puede para ignorar las molestas punzadas en las sienes. Se pregunta si los demás estarán cerca. Es una certeza que Goderic debe estar en el evento, pero otro tema es que esté socializando normalmente con los invitados; en cuanto a Hobb, supone que está encargado de la seguridad del evento. No sabe si llegará a ver a Emily, con la cual tiene meses sin coincidir en alguna misión. Y Kaori, probablemente se encargó de poner a salvo a su familia, pero no está segura de si estaría asistiendo allí o si habría decidido unirse a los miembros de la Orden del Fénix en la misión de resguardar a los inocentes de la purga. Se da cuenta de que está poco acostumbrada a estar en ese tipo de eventos sin compañía; sin darse cuenta, se ha acostumbrado a la compañía de los demás. 

    Está decidida a tomar una copa más de vino, aunque eso significa que estará más cerca de un black-out, cuando siente que alguien le toca el hombro.

    —¿Disculpe? ¿La directora Moody?

    Ellie entrecierra los ojos para enfocar su mirada, pero no reconoce al mago que se dirige hacia ella. Tiene un uniforme de seguridad del MACUSA, pero no se le hace familiar. Es extraño, sin embargo, se se refieran a ella de esa forma cuando ella solo es una adjunta en el Departamento de Tecnomagia, y el cargo de Directora lo ejerce en el Ministerio de Magia de Gran Bretaña. Confundida, por ese reconocimiento tan extraño y por las copas de vino, sacude la cabeza afirmativamente con torpeza.

    —Se requiere su presencia en nuestra sección de Misterios —dice el oficial, en voz baja pero firme.

    No tiene mucha oportunidad de negarse, pues otro mago se coloca junto a ella y entre los dos la escoltan hacia los elevadores. Ellie quiere hacer preguntas, pero ellos mantienen la mirada levantada hacia el frente y por sus maneras parece que no puede hablar del tema abiertamente, por lo menos no en ese lugar. Así que baja la mirada y se resigna a esperar. Si ha sido convocada, está segura de que no tardará en encontrarse con Slithering y Graves, quiénes tienen puestos importantes en el MACUSA. Los oficiales la hacen entrar en un elevador y la envían a los pisos inferiores del Edificio Woolworth, sin darle explicaciones. Cuando las puertas se abren, Ellie se encuentra frente a un pasillo similar al de su Departamento de Misterios.

    Allí están los demás. Emily fue escolatada por otros agentes de seguridad del MACUSA, al igual que Kaori y su esposo. Con la mente nublada por al alcohol, no puede evitar soltar una carcajada al verlos vestidos de forma tan absurda. Sin embargo, su risa muere cuando ve las expresiones serias de Goderic, Hobb y los otros agentes de seguridad presentes en el lugar. Cuando vuelven a quedarse en silencio, se da cuenta de que hay algo extraño en la atmósfera del lugar, aunque no sabría decir qué es pues no conoce la magia de ese lugar al igual que conoce la de su departamento.

    —¿Qué se supone que...?

    Pero cuando Ellie da un paso hacia adelante, deseando escuchar lo que sea que le vayan a decir, una pertubación mágica electrifica el aire. Una de las puertas se abre y un resplandor la ciega. Siente como decenas de manos la toman de los brazos y las piernas, obligándola a adentrarse en la luz.

    Cuando abre la luz, está en un pasillo oscuro, y a lo lejos solo distingue una luz rojiza. Y, como viniendo de las paredes y del suelo, escucha un sordo bum bum bum.

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    Ellie se siente como adormecida, luego de su tercera copa de vino. Está en un rincón apartado, con la mirada perdida en la multitud de personas disfrazadas que caminan frente a ella. No distingue la música que toca la banda, ni las voces a su alrededor; suenan como ecos lejanos, ya que su mente está muy lejos del MACUSA. Sabe que tomó la elección de los cobardes. Se encargó de asegurar tanto su hogar como su negocio con maldiciones muy poderosas, y por si acaso decidió pasar la noche en la velada a la cual fue invitada por Slithering. Le avergüenza reconocer que no dudó en aceptar la invitación. Luego de su acalorado discurso en el despacho de Malfoy, donde habló de personas privilegiadas que no tendrían que preocuparse por los sucesos de esa noche, ahora se encuentra en ese mismo lugar. Está tomando una copa de vino gran reserva, segura en aquella fiesta de disfraces —aunque ella únicamente su habitual túnica negra y un rostro sumamente cansado—, mientras que al otro lado del océano hay una barbarie ocurriendo en su hogar. 

    En menos de veinticuatro horas, el nuevo Ministro de Magia se llenaría la boca hablando de "expiación", "alivio", "purificación", mientras la sangre cubre las calles y las personas lloran sus pérdidas, las tragedias ocurridas e intentan volver a levantarse. Los recuerdos de aquella absurda reunión hacen que sus dedos se cierren con fuerza en torno a su copa; si estuviera un poco más tomada, no podría controlar su magia y dejaría que la ira saliera en oleadas. A pesar de que Malfoy hizo un esfuerzo por aparentar que su decisión era razonable y bien pensada, Ellie no se dejó engañar. Ella es una mujer de ciencia y la charlatanería barata no funciona con ella. No está segura de cuáles son las intenciones del Ministro, pero está sí convencida de que no son buenas.

    Cuando la copa se vacía, la deja en uno de los mesones cercanos a ella y, aunque se siente tentada a tomar otra, termina sacudiendo la cabeza y alejándose para recostar la cabeza en la pared. Pensó que el alcohol le ayudaría a olvidar el asunto y permitirse una noche de paz —aunque fuese hipócrita—, pero solo se siente más cansada y derrotada por las circunstancias.

    —Maldito seas —murmura Ellie por lo bajo, cerrando los ojos, deseando tener el poder de maldecir a Ludwig Malfoy desde ahí.

    Él dijo que esa noche, estaría desprotegido. Si no mintió, entonces sería un objetivo fácil. Hay formas de acabar con alguien sin tener que ponerse en riesgo físicamente. Ni siquiera tiene que hacerlo ella misma; sólo contactar a alguien, que pueda hacer el trabajo que el Simposio no concretó. Una gran cantidad de sus ahorros no está en Gringotts, sino bajo su resguardo directo, así que el que el banco esté protegido no es un inconveniente...

    Sacude la cabeza, diciéndose que ha tomado demasiado.

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    Tenemos la misma situación que en el concurso de Firmas.  No contamos con la participación suficiente para entregar mejores premios, sin embargo también se reconocera el tiempo y creatividad puesta en los relatos.

    ¡Gracias por participar!

    P R E M I O S

    Premio por participar: 

    1000 G

    Premio del Público
    Cambio de nick (optativo)
    Cambio de subtítulo (subnick) por un mes
    Criatura 3X en stock
    5000 Galeones

     

    V O T A C I O N E S

    • Se permite un solo voto persona.
    • No está permitido votar dos o más veces por un mismo participante
    • Se asignarán puntajes de 5, 3 y 1 punto, ejemplo:

    Participante X: 5 puntos
    Participante Y: 3 puntos
    Participante Z: 1 punto

     

    P A R T I C I P A N T E S

     

     

    Participante 1: Michael Voorhees

    DESAYUNO CON PAPÁ

    Spoiler

    Hola, me llamo Cristian, quisiera decirte que mis amigos me llaman Criss pero no tengo amigos, siempre me consideré extraño, como que no encajaba en este mundo, desde los colores y las formas me parecían fuera de lugar, desde pequeño lo noté, tal vez las golpizas que me daba mi padre cuando bebía eran las que me hacía ver las cosas desde otro punto de vista, no sabía si odiaba más a papá por golpearme o a mi madre por morir, ella lo llamaba cáncer, yo lo llamaba una bendita fuga, pero al final de todo me dejó, ella se fue a descansar, muy cómoda dejándome el infierno a mí, de esto ya siete años.

    Hoy es mi cumpleaños, nada especial, aunque creo que el regalo que me acabo de dar ha sido el mejor de todos mis once años de existencia, tenía que dármelo yo mismo, extrañamente maravilloso.

    Mi día empezó como de costumbre, fui a hacerle el desayuno a papá, la noche anterior llegó tan inconsciente que tuve que ayudarle a llegar a la cama, desvestirlo y acomodarlo, al menos en su inconciencia no tuvo oportunidad de pegarme, por lo que pude dormir tranquilo. Freía huevos en aquella vieja sartén rogando que no se pegaran ya que el teflón ya había dejado de existir hace muchos años, me encantaba ver por la ventana como pasaban muchos niños con sus bellos uniformes corriendo hacia la escuela, algo que ya me hice a la idea que nunca iba a ser para mí, el agua para el café había hervido y los huevos estaban listos, empecé a ponerme nervioso porque había escuchado ya los pasos torpes de mi padre y aún no estaba lista la mesa.

    Me apresuré disponiendo como a él le gusta todo, el café caliente listo y preparado con tres cucharaditas de azúcar, a su derecha el plato con su par de huevos fritos y su…demonios, su pan, había olvidado por completo comprar el pan anoche, corrí como un loco a la gaveta donde se guardaba los panes, el corazón se me salía por la boca, pero estaba de suerte, como si de un milagro se tratase, había un pan, el último de los que compramos ayer, solo esperaba no notase de que era del día anterior.

    Entro sin saludarme, me miró con rabia al ver que recién colocaba el pan en su sitio, a él le gustaba que todo esté listo, sin embargo, solo se sentó en su puesto y le dio un sorbo a su café.

    -Esta porquería está fría…-me dijo despectivamente poniendo con fuerza el jarro sobre la mesa salpicando un poco de su negro contenido sobre el mantel.

    Me parecía raro, aún humeaba, el agua hervía mientras lo coloqué en el jarro.

    -Disculpa papi, lo puse hirviendo, que raro que se haya enfriado tan rápido…-me temblaba la voz, no quería una tunda por mi cumpleaños.

    Me miró a los ojos, sus ojos eran cafés claros, pero ahora se veían vidriosos y como inyectados con sangre por la mala noche, pero sentí odio en su mirada.

    -¿Me estás diciendo mentiroso?-…me escupió mientras observaba como apretaba uno de sus puños.

    Me estaba preparando para el golpe, era demasiado hermoso para que todo sea verdad.

    -Si quieres te lo cambio ahora, aún tengo agua hirviendo en la lumbre…-

    Me apresté a retirarle el jarro para prepararle uno nuevo y me sujetó de la muñeca cuando me aproximé.

    -Déjalo inútil, no sirves para nada, ni para hacerme un simple café…-me alejó con tal fuerza que fui al piso y me cabeza golpeo contra la fría cerámica, recuerdo un fuerte pitido en mis oídos, pero logré incorporarme rápidamente…-que débil eres, pensé que eras un niño, pero lo que tengo es un afeminado…-

    Era muy hiriente pero ya estaba acostumbrado, hoy había sido gentil, pero luego las cosas se complicaron un poco más al probar los huevos.

    - ¿Qué es esta porquería? ...- dijo mientras escupía a un lado de su silla el trozo que se llevó a la boca…-esto está helado y grasoso, ya estoy cansado de ti, eres un asco, no sé porque no te moriste tú y no tu madre, ella al menos sabía cocinar…-

    Las lágrimas empezaron a resbalar por mi rostro sin poder controlarlas, no había nada malo en lo que le había preparado, simplemente quería un pretexto para ponerme en cintura como él lo sabía llamar.

    A mal momento estaba a su alcance y con su mano me tomó de cabello con fuerza y de un solo tirón me sentó a su lado, me soltó solo para lanzarme los cubiertos y el plato a lado mío.

    -Te los vas a tragar ese asco tu solo pequeño afeminado, para que veas el asco que me estás dando, pero ¿qué más puedo esperar de ti?, mocoso infeliz, no he podido hacer una nueva vida porque existes, ¿quién va a querer estar conmigo sabiendo que tengo un pedazo de inútil como tú, un maric…-se calló de pronto.

    No sé a qué momento ni como, pero había tomado el cuchillo de la mesa y lo inserté con agilidad en su ojo derecho, nunca me había sentido tan bien en mi vida, ver aquella mirada de sorpresa del único ojo que le quedaba, fue casi mágico ver como de apoco su vida se iba apagando, el golpe fue tan certero que no atinó ni a pronunciar nada más, mi mano se tenía de aquél liquido carmesí que salía a borbotones, era tibio inundando el lugar de un agradable aroma metálico, salpicando el plato con los huevos.

    Retiré lentamente el cuchillo y su inerte cabeza se estrelló con un golpe seco sobre la mesa, tomé una servilleta de papel para limpiarlo y corté un pedazo de huevo y con el tenedor me lo llevé a la boca, creo que algo de sangre de papá venía en él, de pronto empecé a reír, a reír como nunca lo había hecho, tanto que hasta el estómago me comenzó a doler.

    -Tenías razón papá…-dije viendo aquel cuerpo inerte sobre la mesa…-los huevos están horribles, seguramente uno estaba podrido…-

    Hice a un lado el plato y fui hacia el lavamanos a sacarme la sangre de mi padre, nuevamente vi hacia la ventana, era un hermoso día, pero aquel regalo de matar a mi padre, este obsequio que me acababa de dar fue la cereza de mi pastel de cumpleaños, pero poco a poco la sensación se iba yendo, tendré que buscar la manera de volver a revivir este momento entre padre e hijo, solo que no creo esperar a que llegue mi cumpleaños número doce.

    FIN

     

    Participante 2: Angel de la Muerte

    OMISIÓN

    Spoiler

    Una mañana fría, con media sonrisa se acercó al lavabo lleno de agua helada, recordó esa frase que suelen utilizar cotidianamente sus amigos: “Frío de muerte que cala hasta los huesos” … luego se destornillaban de risa… suelen divertirse con juegos así, donde se lucen mostrándose más atrevidos que el resto, después de todo, solo eran palabras.

    Se lavo el rostro, saldría a reunirse con la “hermandad de Guarda Promesas” lo que le animaba porque ahuyentaba su aburrimiento… los ojos cerrados, alargo el brazo para tomar la toalla colgada cerca al lavabo, pero no fue necesario extender el brazo, la toalla fue acercada a él, la tomo y se limpio con rapidez mientras musito un gracias con voz baja.

    Entonces echo una mirada para identificar cual de los sirvientes estaba en la habitación, tras la inspección es que no hallo ninguno haciéndole sentir desconcierto, ni pensar en que fuese algo extraño por lo que dijo en voz alta-- “¡Vaya cabras locas! – Su tono de enfado ocultaba el miedo que comenzaba a trepar por su espalda.

    Ocupo casi media hora en arreglarse, debido a dos cambios de traje porque vestir un color claro provocaría ser el blanco de las críticas, no deseaba usar ropa negra pero quizá el azul marino encajaría bien.

    Abandono su vivienda en el tercer piso de aquella edificación, la escalera vacía sin más personas que descendieran, sin embargo, se detuvo, alguien le clavaba la mirada, la sentía sobre su nuca, se giró, no vio nada, bajo un pie para continuar su caminar, pero ya su preocupación era evidente, miró de reojo a su espalda sujetándose del pasamanos, alcanzo a ver una sombra a medias, su respiración aumentando de velocidad ante el posible peligro… mejor bajar de dos en dos los escalones.

    Trataba de alejar esos temores sobre la noche de Halloween y los innumerables relatos sobre el mal como de aquellos peligros del más allá que son más "propios" de esa tétrica festividad pagana... pero "el miedo no anda en burro" y era evidente que alguien o algo le asechaba... 

    Al final de la escalera estuvo a punto de perder el equilibrio, por instinto se sujeto al pasamanos y quedo semi-colgado, por suerte no cayo, pero alguien respiraba sobre su oreja, su cuello… alguien invisible pero que le sujeto la mano izquierda, intento desesperadamente librarse de aquel agarre, una mano huesuda que sentía le sujetaba con inusual fuerza, lucho por liberarse, pero el filo de una daga le corto los dedos pulgar e índice.

    Sus ojos desorbitados, con el miedo sobre su torso, mirando su sangre por la perdida de sus dedos, el dolor le afirma que no está soñando… huye de ahí sin tener idea de donde puede estar a salvo. Una cuadra más allá de la edificación se detiene para amarrar su pañuelo en su mano izquierda, el miedo parece que va metiéndose por su boca, tal vez quiera llegar a su garganta para asfixiarlo…

    El sonido de metal se escucha deslizarse por el muro, sus piernas se enroscan cayendo al piso, una hoja (de guadaña) le abre la piel a lo largo de su pierna que aunque encogió, no logro esquivar el corte, su grito resuena por el aire, algunos transeúntes se acercan con intención de ayudar pero se detienen en seco al ver una encapuchada de negro empuñando una guadaña, gira la cabeza y muestra sobre su cara una máscara mitad hermosa y mitad horripilante… alza los brazos y se esfuma como el humo negro.

    Se sujeto la pierna herida pensando en porque le acontecía a él esto… las lágrimas corriendo por su rostro, un calor lacero su herida dejando llagas, debía intentar llegar con la hermandad, tal vez ellos pudieran hallar un modo de salvarle. Su andar lastimoso fue bastante prolongado, tanto que cayo la noche encima de él, la idea fija de llegar con ellos para suplicarles que cumplieran sus promesas… si, pero cayó en cuenta que él no había cumplido las promesas que el ofreció… siempre pensando que “otro día lo haría” … ya no tenía tiempo para cumplirlas, su corazón sufrió apretujado por la mano huesuda de la parca, “la vida se le escapó de las manos” … la muerte no entiende a los humanos que viven como si el tiempo les perteneciera. Ella siempre acude cuando debe, cuida que prometes y más valdría que no tengas pendientes porque tu tiempo puede que acabe antes de lo que piensas.    

     

     

    Participante 3: Hijo Prodigo

    Relato 1

    COMO SI FUERA AYER

    Spoiler

    Habían pasado los años, fueron muchos tantos años que todo era como si fuera ayer, el día de hoy como casi todos los días me encontraba meditando que iba a ser mi vida de aquí en adelante, mientras en el balcón reposaba apoyado en el barandal observando el paisaje que tenía al frente, en el mismo instante que el sol se posaba lentamente sobre mi cómo era lo normal.

    -[Hubiera sido bueno que me dijera algo al menos]. - dije para mis adentro mientras me crujía el estómago ya que hacía varios días que no probaba  bocado alguno lo que me indicaba que debía llenar aquel vacío a como de lugar, el mismo me resultaba bastante incómodo pero no había nada más que comer. 

    La hierba fresca del jardín botánico qué se encontraba muy cerca del rectorado de la universidad era un buen sitio donde se podía descansar, así decían y en ese lugar que era lo bastante concurrido para trasladarse hasta donde eran las aulas pero tenía que cruzar frente al gimnasio como de los salones donde normalmente se enseñaba los bailes típicos del folclore del lugar, aunque la noche nunca había sido una molestia si te quedabas hasta tan tarde estudiando ya que todo lo que un estudiante debía hacer si necesitas pasar los cursos y más si eran cursos que no habías logrado pasarlo por tercera vez. 

    Un tanto preocupado pues la hora del examen estaba por finalizar y yo no había completado las dos últimas preguntas que normalmente eran las más difíciles, pero me urgía ir al servicio y me las estaba aguantando desde que ingresé corriendo al aula pues había llegado tarde por culpa de ese accidente que llenó de autos en la avenida. Todo era tan complicado cuando uno quiere llegar a tiempo y más en éstos momentos.

    - Válgame!... Ya no la hago.- susurra mi compañera atrás mío. -Oye Carlo... Carlo pásame la cincooo, la cinco. - sintiendo el como me punteaba constantemente con la lapicera hasta que reaccionara, sabía bien que yo a ella no le iba a dejar sin auxilio la muy sabida, y muy casualmente arrugue el papel para lanzarlo hacía atrás con mucha cautela esperando el maestro no se halla dado cuenta. 

    -Oye que fue, ¿pudiste hacer la cuatro? Debías darle el coeficiente de la variable de Thorson usando la población de 300 personas, mitad y mitad de hombres como mujeres usando el rango según sus edades. si pues estuvo bien rebuscado.- Me comentaba al finalizar la clase el sabelotodo, este tío no era mala onda pero era un pesado cuando era cosa de estudio; ya con la gente había quedado ir al "Hueco", así lo llamaban el lugar de reunión, un lugar donde se podía tomar unas chelas después de clases y hasta bailar si se quería, lo bueno es que quedaba al frente de la universidad, y así los 8 salimos. Clara llevaba sujetando sus libros sobre su pecho mientras estaba muy pegada a mi, mientras veía el celular sobre la noticia de un asesino que había estado por diversión cazando a personas. -¡Carlo ya hazme caso! - refunfuñó jalando del brazo para llevarlo que le abrace. - Vez.. así estamos más calentitos y apapachaditos. - Sonríe mientras -Oye ¿a quien le toca poner esta vez?.- caminábamos hacia la entrada de aquel lugar cerrado, que más parecía un estacionamiento o creo fue eso antes, no lo sé. Salíamos de las rejas después de pasar por el establo donde todo era oscuro y solo se escuchaba el sonido que producían las vacas al caminar mientras estabas posaban sus cuerpos sobre la hierba húmeda al quebrarse, y luego un mugido que nos hizo correr de improviso. No sabiamos bien porque corrimos, solo gritamos todos y salimos corriendo para llegar y reirnos como locos para llegar hacia la entrada. -¡Válgame el cielo! ¿Que fue eso? Solo corrí porque todos corrimos, se me sale el alma.- comentó el gordo Tom mientras trataba de respirar doblado sujetando de la puerta. -Oigan ya, pasemos pues, al parecer somos los primeros.- Mientras el tropel de dos chicas y los demás avanzaba sin demora por entre las puertas. 

    Realmente no había nadie dentro, las mesas estaban regadas por doquier sobre la paja seca, juntando a nuestro gusto las bancas alrededor del mismo mientras la velas que estaban a medio prender en el medio de la madera, haciendo que las sombras se distorsionaran en la pared.

    -Veo que han empezado a llegar, - dijo cuando vió llegar al grupo - ¿lo de siempre ?- agregó mientras dejaba tres botellas bien heladas sobre la mesa con sus respectivos vasos, si alguno quería ya que era la costumbre de todos tomar del mismo vaso. -Si Paisano para comenzar - comentó el rubio que dejaba su maleta a su lado cuando se sentaba y dejaba como saco su fornido cuerpo. - Por fin, fiu... ya era hora de llegar, no me aguantaba una hora más en ese lugar jajaja - río tan escandaloso como de costumbre sujetando la botella de litro y medio y llenando su vaso hasta el tome. - Oigan que les parece si hacemos el juego de "Todito" justo traigo dados aquí, ¿ya se saben las reglas, verdad?- agregó mientras nos miraba con una sonrisa -Si imagino que si - dije para aceptar lo que dijo - Yo no - comenzó la peli lacia - ¿Tu no que? ¿Tu no vas a tomar?¿Tu no vas a jugar?¿Tu no sabes cómo se juega?¿O tú solo vas a ser la chica elegida, que no toma? - pregunté mientras posaba mis faroles sobre ella en son de curiosidad mientras los demás quedaban callados esperando su respuesta y de paso buscaban su espacio en la banca para quedar mas apretados y con ello cerrar el círculo de la mesa. Ella me miraba un tanto confundida pero continúa diciendo -Yo... Yo no sé, de que trata el juego.- El rubio se anticipo a mi respuesta y le responde: - Es refacil, solo agitas los dados y lo lanzas dentro de la bandeja, la idea del juego es completar en cinco tiradas como máximo el cuerpo completo de la tortuga, el número 6 es el cuerpo y se debe tratar de sacar los 1 cómo la cabeza y patas, los que saquen menos piezas del cuerpo son los que toman, ¡¿capish?! - sonrío al finalizar -Bueno ya yo comienzo.- 

    Pasaron las horas y el tiempo voló tan rápido que ni se como regresamos ni como salimos de ahí, lo que si recuerdo es que me fui con ella, felizmente tuve que protegerla para que no tome tanto, hoy ella no estaba con suerte y bueno tuve que sacrificarme, aunque no sé si nos fuimos cuatro, bueno no sé. La cosa es que salimos y cada uno tomo sus autos, los embarcamos y al final junto con el moreno Juan que después de darle la mano -Cuidate hermano, nos vemos el lunes. Llama cuando llegues, ¿vale? Una timbrada...- -Listo , así lo hago. - dejó sus dientes notoriamente en su sonrisa en esta oscuridad al descubierto cuando se fue en el taxi.

    Ya de camino miraba solo por el cristal que estaba cerrado dentro del auto, intenté abrirlo pero me dijeron que no funcionaba, el conductor tenía su ventana a medio abrir y recordé que hoy era Halloween, mi hermanita iba a encontrarse toda la noche afuera y voy a estar libre - ¡por fin! - murmuré para mí mirando la hora en mi reloj y a la vez miraba al retrovisor donde notaba como desviaba la vista quien conducía. - Disculpe, no voy a ir por la primera de Lawson tomaré la auxiliar - asentí sin prestarle mucha atención mirando a mi izquierda un tanto cansado, mis ojos comenzando a pestañear un poco más seguido, un olor medio dulzón pero sutil me hizo recordar al perfume de la tía Etel, sonrei al recordarle a la vieja cotorra que siempre llevaba consigo a su perrito en cartera, una monada el tipo pero un ¡carácter!, no le gustaba que nadie le tocase que no fuera ella; me parecía que el tiempo no pasase mientras cabeceaba para quedarme dormido esperando despertar a tiempo.

    Al abrir mis ojos parecía que nunca había dormido, y me sentí con un sueño bárbaro, con un poco de pereza me levanté pensando que ya estaba en mi casa pues estaba recostado, mi vista se aclara observando el techo, esto no conocía, quise hablar y no pude hacer sonido alguno, me agite teniendo la angustia y la sensación de sentir mi corazón latir rápidamente, pero no sentía mis manos para poder levantarme, en eso noté entrar al lugar a una persona que muy tranquilamente tarareaba una canción un tanto alegre, este estaba vestido de una bata blanca de pies a cabeza y se encontraba con un tapaboca bajo esos lentes de marco negro.

    Este se acercó a mi sin decirme nada, logrando ver qué su delantal estaba manchado de rojo, para mí que se estaba alistando para ir a una fiesta de disfraces y le había quedado muy bien lo que respresentaba la sangre, era tan original. No sabía si el olor, - [¿Qué olor?]- me dije sin oler nada, cuando sentí que me levantaban haciendo vibrar mi recipiente en el que una parte de mi se encontraba metido, él me miró desde abajo haciendo que mi vista se llenara de un líquido transparente, parecía agua y me cubrió tapando con algo que parecía una tapa, me sentía flotar. Traté de gritar para llamarle pero no me respondió, -[¿¡esto era una pesadilla o aún estoy durmiendo!? ]- pasando a lo alto logré ver lo que me rodeaba, notando muchos cuchillos colgados de diferentes tamaños y formas, unos tantos ganchos con sus cadenas que también estaban arrimadas y colgando manchados con algo espeso de color medio negro que parecía haber manchado el suelo como las paredes totalmente sucias, ví mi reflejo en el vidrio que solo era un cerebro con un par de ojos para salir por la puerta hacia la calle alumbrando como una lámpara y ver a través de mi cristal de mi envase a los niños correr de aquí para allá gritando -¡HALLOWEENNN! - pidiendo dulces mientras las casas decoradas por motivos de esta celebración.

    Lo que nadie sabe es si llegué o no a mi casa o si realmente todo fue un sueño, mejor aún para la próxima debo tener más cuidado aunque dudo halla una próxima. Esto es una historia que pudiese ser tan real como cualquier otra, pero igual no quisiera que me pase a mi ni a ti. 

     

    Relato2: 

    Estrés de la Oficina 

    Spoiler

    Una noche lluviosa de Halloween como todas esas que no puedes ver a poco metros de distancia, me cubría con el periódico que había comprado en la mañana mientras pausadamente cruzaba la avenida después de un par de truenos que sonaron luego de dejar móvil aparcado al otro lado de la calle, había llegado al trabajo a la misma hora cómo era mi costumbre, el trabajo de laboratorio era un tanto sacrificado pero me era muy necesitado ya que tenía que alimentar a tres bocas más aparte de la mía. 

    Mientras me alistaba en uniforme en el cuarto, el tiempo iba pasando hasta que dió la hora que comenzaba mis labores; llegué dónde era mi puesto, después de haber pasado frente al cuarto de vigilancia que lleno de muchas pantallas donde logre observar a través de las mismas según dónde enfocaba las cámaras, igual yo tenía el mando de las mismas y eso era un alivio pues podía hacer mejor mi trabajo con mayor facilidad.  Mis experimentos me exigían trasnochar y los alineamientos eran un tanto ortodoxos cómo complicados, no me cabía la menor duda que todo debería ser pulcro.  Está fue una madrugada un tanto en particular, pasada la media noche mientras probaba con los reactivos colocando todo lo que decía el manual pero sin percatarme que mi cansancio iba a pasarme factura, entre matraces y pipetas absorbió un poco la sustancia suspendida la cuál pasó a su organismo reaccionando de manera significativa, no era la primera vez que le ocurría así que no le prestó tanta atención a este detalle, sin dejar como anécdota del hecho en el informe final.

    Saliendo del trabajo se fue directamente a su apartamento donde se volvió a asear para tirarse sobre la cama tal cual más fresco y relajado, quedó al instante dormido. Se observó un momento el mismo tirado boca arriba en su cama mientras en su rostro le empezaron a brotar de la piel unas erupciones que se comenzaron a inflamar e irse hinchando hasta tal punto que le pareció como su cuerpo comenzaba a calentarse internamente provocando como burbujas subcutáneas hasta que despertó.  Aunque todo a su alrededor estaba oscuro tenía una picazón en su panza pero le dió pereza rascarse por lo cómodo que se encontraba moviendo su espalda sobre las frazadas sin mucho esfuerzo cerrando sus ojos y esperar que de la hora de levantarse.

    "¡Ah qué pereza!" pensé aunque debía tomar su medicamento sintiendo como mis dedos se movían mientras parpadeando de manera constante y así percatar que todo estaba más claro, quizás había salido sol está mañana y no sabía que las cortinas estabas cerradas, aunque había un olor rico en el ambiente lo cual le despertó el apetito.  Hizo un intento de pararse sintiendo su cuerpo un tanto pesado como somñoliente, era la primera vez que se sentía así, no le resultó nada normal está situación dejandole un tanto pensativo, quiso verse pero su cuello no giraba para ningún lado ni pudo verse solo el techo era lo que estaba a su disposición.  La situación para él comenzaba a ser preocupante e irritante ya que no sentía sus dedos de los pies, quiso gritar sin decir palabra alguna, simplemente un zumbido que sonó más como un chillido como si se arañase el pizarrón con las uñas lo cual le desesperó un poco más, empezando a tambalearse de lado a lado hasta rodar y caer al suelo.

    Su pecho tocaba el frío piso mientras sentía como la espalda le picaba aún más, quiso levantarse pero sus piernas eran demasiado cortas aún así sus brazos, no entendía el porqué pasaba esto; una ventisca entró bajo puerta aquella corriente helada le enfrió un poco más si tuviera huesos e instintivamente le hizo mover la espalda y con ello vibró algo que le llevó a elevarse e ir hasta la puerta posándose sobre ella encontrando que está se encontraba abierta, usando su cabeza la empujó para meter su cuerpo entero y comenzando a volar por el pasillo, no se percató que ya le habían visto. Llegó a posarse sobre unas plantas o eso le parecieron, las empezó a examinar con bastante interés, no sabía el porqué tanto les atraía mirando a través de sus seudo-ojos sintiendo en su interior un escalofrío, en esos ojos cuyas las ojeras debajo dónde estaban mis orbes le daba la razón que me había vuelto fuera de si, percatándome que con el tono deslúcido de mi piel y los temblores que me asaltan de vez en cuando, sugieren el estado de un paciente desahuciado que estaba como loco que llegando a su locura. Pero aún así todavía podía mantenerme en pie y es preciso que lo diga, me siento bien. Como en un agradable sueño. Veo como el pelo sigue cayendo sin control y esos huesos que cada vez son más invisibles a través de mi cuerpo, pero ya no siento dolor. Ya no siento nada en absoluto.

    Quedé allí, mirando, con esos ojos imperceptibles a la vista pero podría jurar, llenos de entendimiento. Como si esperara llegase a mi fin o despertase de esta eterna agonía.

    Me recorrió un escalofrío.

    Sentí que algo quería barrerme con la mano; el tacto desagradable con la piel mojada con mi diminuto y sucio cuerpecillo cubierto de microscópicos vellos. Me sequé insistentemente, hasta borrar el más mínimo rastro de humedad y de aquella cosa repugnante. No sabía si escapar o quedarme dónde estaba, solo atiné a reaccionar y zas ...

    Que no se diga más.

     

    Participante 4: AZ

    Relato 1

    "El juego del silencio"

    Spoiler

    El latido de mi corazón era igual que un tambor, casi se podría decir que me iba a delatar con tan fuerte sonido, mi cuerpo muy delgado no se movía, me sentía fríamente petrificada, el sudor escapaba de mis poros a mares y me daba asco pero no tenía tiempo para preocuparme por ello, intentaba agudizar mis oídos para moverme al menor indicio de alguien cerca de mi.

    -Por favor no vayas a gritar.- Susurró apenas la voz del abuelo y eso me hizo sonreír levemente.- No te vayas a mover tampoco y deja que se calme.- Continuó con su tono asustado pero dulce que intentaba mantener la calma.

    Aquella situación era de lo más irrisoria, pues nos habían advertido que podía pasar, sin control o medicamentos se podría desatar la tragedia, el abuelo no escuchó y decidió confiar en su dama, su amada esposa, la mujer que lo acompañó toda una vida, ella podía perder simplemente la razón y se podría convertir en una maniática homicida, cosa que él no creía posible porque aseguraba que la conocía y sería por siempre la dulzura que conoció.

    -Tengo miedo…no quiero que nadie venga.- Respondí en un hilo de voz que al parecer él no me escuchó o simplemente me ignoró.

    El sonido de pasos en el pasillo hizo que me desplace con total rapidez hacia adelante, el aire en mis pulmones parecía quemar y con ello me costaba respirar, mi tránsito era torpe por todo el tiempo que estuve prisionera en sótano casi sin moverme, no iba a permitir que me encontraran nuevamente, había decidido volver a ser libre como antes lo fui, no iba a permitir que me subestimen otra vez.

    -Ven por aquí con cuidado, recuerda que hay vidrios rotos por todo el piso cariño.- Advirtió el anciano, su respiración tampoco se escuchaba tan bien, recordé que siempre sufrió de los pulmones y empeoró a medida que se hacía mayor.

    Estaba tan desesperada que me costaba volver articular palabra, los nervios me consumían, estaba temblando de manera irracional mientas me deslizaba por la pared con la mayor delicadeza posible, deseaba que esto fuera un sueño, que al cerrar los ojos me recibiera su sonrisa y no su cara de extraño horror.

    -Shh está cerca la puedo sentir…pronto debajo de la mesa.- Ordeno en voz bajita, bajita que casi se perdió en la rapidez de la acción.

    Todo se quedó en silencio otra vez, mi corazón se volvió aún más acelerado casi podría decir que se saldría de mi pecho, levanté levemente el mantel y nos miramos a los ojos, un grito me sorprendió pero fue sofocado cuando le apunté con el arma que llevaba en mi mano y le acerté un tiro en la frente.

    -Esa niña no sabe jugar a ser silenciosa…y tú tampoco.- asegure disparando contra mi amado esposo que sostenía a nuestra única nieta muerta. 

    Los cadáveres quedaron ahí inertes, yo decidí salir a la calle a buscar con quien seguir jugando y por supuesto no pensaba perder mi racha de victorias.

    Relato 2:

     "Delicia rápida"

    Spoiler

    Todos los días atendía a sus clientes con una sonrisa, preparaba las mejores hamburguesas de toda la ciudad, su trato era sumamente amable y divertido, los precios por demás económicos hacían que el lugar esté siempre lleno a la hora de las principales comidas, los clientes yendo y viniendo era un flujo constante, lo que hacía muy feliz a los trabajadores del lugar.

    -Bienvenidos al mejor restaurante del todo el país…en cada comida dejó una vida y les alegro su día!.- Era la frase con la que "Él" recibía a sus nuevos comensales además de una enorme y amable sonrisa que a todos contagiaba indudablemente.

    El lugar no estaba en una ubicación muy céntrica, más bien era un sitio bastante tranquilo a pesar de la ola de crímenes y desapariciones que cada tanto azotaba la ciudad, si bien los ciudadanos “decentes” jamás eran atacados, solo lo eran los delincuentes de cualquier clase.

    Un día normal consistía en preparar la carne de cerdo común y “la especial”, cocinar las hamburguesas, lavar las verduras, preparar los condimentos, asegurarse que todos los instrumentos estén impecables y luego dejar entrar a los demás empleados para que todos ocupen el lugar que les corresponde en la estaciones de la cocina. Terminada la jornada el dueño del lugar sale muy tarde de noche, dos veces por semana hace la recorrida peculiar donde recibe su pedido de carme “especial” y con eso se da por completamente satisfecho.

    Los crímenes han bajado y la mafia ha buscado otra forma de negocio que no los exponga a salir a la calle si no es necesario, el mercado se puso increíblemente duro, los periodistas aseguran que su "moda" actual es la venta de niños y se aseguran de especular en los medios de comunicación, la policía no tiene pistas de nada ya que solo desaparecen sin más, en un descuido de los mayores, de sus puertas, de sus ratios, de sus camas o de donde sea.

    Está semana ha salido al mercado del restaurante un nuevo plato llamado “albóndigas tiernas” y se hizo furor rápidamente, las personas no dejan de llegar de todos lados a probar e intentar averiguar el secreto del dueño, otras cadenas han querido comprar la receta ofreciendo fortunas pero no lo han logrado. El hombre solo dice que es algo de familia y que solo lo transmitirá el día que tenga un hijo y que sea viral solo hace que halla más clientela lo cual lo hace próspero y feliz.

    Hace dos noches una vecina a perdido a su pequeño que fue raptado de su propia casa, en su propia cama, el chef enterado da confort más el alivio que puede y le ofrece lo que quiera del menú con la intención de hacerle más leve la angustia, “dicen que las penas con pan son menos…pero con hamburguesas se consuelan más y mejor” 

    Sin duda es un negocio lucrativo y bien apreciado por todos, por la bondad del dueño y de las personas que conforman su equipo de trabajo, la materia prima se consigue con rapidez y de gran calidad, nadie sabe con certeza que es lo que realmente come o a quien y a mí parecer nunca lo sabrán.

     

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    Lastimosamente el concurso no ha contado con la participación que se esperaba para los premios a los que el jurado esta esta acostumbrado a dar en las galas, mismos que son jugosos. 

    Sin embargo, no podemos dejar de agradecer a quienes se tomaron el tiempo de hacer y enviar sus trabajos, es por eso que a pesar de que son muy pocos los particiantes se premiara la participación y se hara votaciones al publico. 

    P R E M I O S

    Premio por participar: 

    1000 G

    Premio del Público
    Cambio de nick (optativo)
    Cambio de subtítulo (subnick) por un mes
    Criatura 3X en stock
    5000 Galeones

     

    V O T A C I O N E S

    • Se permite un solo voto persona.
    • No está permitido votar dos o más veces por un mismo participante
    • Se asignarán puntajes de 5, 3 y 1 punto, ejemplo:

    Participante X: 5 puntos
    Participante Y: 3 puntos
    Participante Z: 1 punto

     

    P A R T I C I P A N T E S

    Malum Luxure

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    Darla Potter Black

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    Noe Snape

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    • Love 1
    • Realizado 1
  11. Madeleine se esfuerza por ocultar su indignación mientras sigue degustando los canapés de su plato, recordándose a sí misma sus ejercicios de respiración para controlar la ira. Se recuerda a sí misma que ya no es una adolescente explosiva con un carácter terrible, con la que no se puede bromear ni jugar —aunque todavía fuera esa persona hace apenas un año atrás—; se recuerda a sí misma que ahora es una persona con un carácter más templado, es más madura y más racional. Qué importa si zoquete cuestiona sus habilidades como árbrito, a pesar de que sólo ha visto el juego que mencionó en películas y de que sólo estaba inventando una excusa para no entrar al agua.

    —Bueno, tu te lo pierdes —replica Madeleine, encogiéndose de hombros, mientras elige otro bocadillo para degustar—. No se preocupen por dejarme afuera, solo vayan a bañarse y déjenme seguir comiendo en paz... —suspira, rodando los ojos. Decide hacer caso omiso a la insistencia de Matt, segura de que si no le hace caso, olvidará el tema y se enfocará en divertirse con los demás.

    Sonríe cuando toma una mini hamburguesa, uno de los bocadillos que estaba guardado para más adelante, pues las hamburguesas son de sus preparaciones favoritas. Se acomoda en la silla y cierra los ojos mientras se acerca el tentempié a la boca, hasta que siente algunas gotas caer sobre su rostro, a pesar de que no escuchó a nadie entrar a la piscina. ¿Habría comenzado a llover? Al abrir los ojos, se da cuenta de que una sombra parece haber caído sobre ella; y cuando levanta la mirada, observa una gran masa de agua suspendida en el aire, una especie de tentáculo. Como si se hubiera dado cuenta de que lo está mirado, el chorro de agua sale disparado hacia ella, sin darle tiempo de salir corriendo ni de resguardar su plato de comida.

    Madeleine se queda en el lugar por unos momentos, aturdida y sintiendo el cuerpo golpeado, como si una ola de agua la hubiera arrastrado por la orilla. ¿Qué se supone que había pasado? La risa de Matt le martillea en los oídos, sin molestarse en disimular su travesura de niño pequeño. Está bien. Es sólo una broma, un juego incluso. Lo que debe hacer ahora es reírse, decir que fue muy divertido pero que de verdad no tiene ganas de nadar, sino que prefiere seguir comiendo y ver a los demás disfrutar de la piscina. Eso es lo que una persona madura, centrada y racional haría ante esa situación, a sabiendas de que sólo es una travesura y no una ofensa a su persona.

    Por lo menos, en su mente, eso es lo que hace. Pero en la realidad Madeleine se encuentra levantándose de la tumbona sin importarle que el plato, caiga el suelo, empuñando su varita con tanta fuerza que los nudillos se le ponen blancos y echándose a andar hacia la piscina con una gran sonrisa y los ojos encendidos por el enojo. Se pone de cuclillas en la orilla de la piscina, observando a Matt flotar en el interior de esta.

    —¿Sabes? Tienes razón, vamos a divertirnos tu y yo —dice Madeleine, todavía sonriente. Entonces, levanta la varita mágica y la apunta hacia Matt, mientras conjura un mobilicorpus. Mientras mantiene la varita mágica en dirección al mago, unos hilos invisibles parecen sostener al mago como si de un títere se tratara, y siguiendo el movimiento de la muñeca de Madeleine lo levantan en el aire y lo hacen levitar hasta el suelo del jardín—. Pero ¿no crees que es más divertido si estamos en igualdad de condiciones? Después de todo, no sé nadar, ya que en mi pueblito sólo habían charcos infestados de grindylows —suspira dramáticamente—. Aún así, rescataré tu iniciativa de jugar con agua y así mantener el espíritu de la fiesta.

    Con un golpe de su varita, junto a ella aparece un tobo de plástico lleno de globos de agua. Todavía está sonriendo cuando los globos se elevan tras ella y viajan a toda velocidad hacia Matt.

    @ Syrius McGonagall

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    Espera que esta vez Kaori no tenga quejas acerca del viaje, ya que el portal los lleva hasta el sótano del profesor Brown sin problemas ni efectos secundarios, aunque reconoce que luego de su comentario en el Mercado Público se encontró ojeando Libro del Druida en un par de ocasiones. Cuando sus pies vuelven a encontrar el suelo, se encuentran en un lugar lleno de sombras y con un penetrante olor a humedad y olvido, tal y como esperaba. Madeleine tiene la precaución de no moverse hasta que, luego de un par de momentos, sus ojos se acostumbran a la oscuridad y puede distinguir algunas sombras y siluetas. Está segura de que todos piensan lo mismo: hay formas de crear luz, pero es mejor no correr el riesgo. Sin embargo, aunque da un par de pasos, se da cuenta de que no sabe a dónde ir. Frunce el ceño, hasta que escucha la decidida voz de Delacour llamarlos.

    Sigue el sonido de sus voz, teniendo cuidado de no tropezar con los cajones de madera ni los objetos que se alzan en todo el ático, que forman una especie de laberinto improvisado. Madeleine sabe que Diego Brown es profesor de Historia y, a medida que sus ojos se acostumbran a las tinieblas —no sabe si es algo natural, o se debe a su manejo de la oscuridad como un elemento—, distingue la serie de artefactos, antigüedades e incluso obras de arte que conforman una colección que bien podría estar en un museo. ¿Se supone que esas cosas estén ahí, y no en un lugar autorizado? ¿Se trataría de un robo? No es que los museos no estén llenos de ladrones, pero aún así...

    Madeleine sacude la cabeza, diciéndose que ése no es el tema que les interesa.

    —Vaya —murmura, cuando Delacour revela una puerta que había estado oculta con magia. Eso le dice que o Diego Brown es un mago, o tiene aliados que le ayudan a proteger sus hechizos con magia—. Curioso...

    Había escuchado la breve conversación de Graves, Delacour y Kaori, quiénes intentaban unir las pocas piezas que tenían. Todavía Madeleine le da vueltas al tema, pero la verdad es que sigue sin poder sacar conclusiones claras. Al principio, lo más obvio había sido pensar que Diego Brown tenía una relación con los rastreadores que le permitía tener información, pero con lo sucedido parecía más bien que se trata más bien de una persona non-grata. ¿Sería por el hecho de ser un mago? ¿O por el supuesto nexto con los rastreadores? La verdad es que tantos detalles confusos solo la marean más.

    Las manos le escuecen por desear convocar su arma maldita, pero esa no es una forma muy discreta de infiltrarse a un lugar, así que se conforma con tener la varita firmemente sujeta con la mano diestra. Madeleine se asegura de estar haciendo uso de su capacidad para controlar su energía interna, de modo que sus pasos sean ligeros y silenciosos, y no de ningún paso en falso; siente los músculos tensos, pero se obliga a mantener a raya la creciente ansiedad, incluso cuando comienzan a escuchar las voces que vienen desde más allá de las escaleras. La noche que deciden buscar información acerca de los rastreadores, luego de tener una pista, hay un atentado en la oficina de Diego Brown y además parece haber una acalorada reunión en su propia casa. Son demasiadas coincidencias y Madeleine lamenta la posibilidad de que se estén dirigiendo a la trampa más est****a en la que pudo haber caído, pero ya han avanzado mucho para dar marcha atrás. Por las pocas palabras que logra distinguir y el tono de voz empleado por aquellas voces anónimas, es evidende que no se tratan de amigos de Brown y también que son rastreadores. Pero ¿dónde demonios está él?

    Y la casa, la casa es otro tema. Aquellas escaleras los condujeron a lo que parece ser un pasadizo oculto, y ahora están detrás de una pared falsa, desde la cual pueden espiar la reunión. Esa habitación, ¿es parte de la casa de Brown o de otro lugar? ¿Ese pasadizo sería suyo o de quiénes están reunidos? Más icógnitas, más temas que unir.

    Pero ahora, la mirad de urgencia Dennis le recuerda lo que importa.

    —En este momento, tenemos dos asuntos importantes —murmura Madeleine, tanto para sí misma como para los demás, a la vez que organiza los pensamientos de su cabeza—. Necesitamos conseguir a Diego Brown y necesitamos llevárnoslo a salvo, incluso si despertamos alguna alarma. Pero también necesitamos aprovechar esta oportunidad de infiltrar a alguien.

    »Graves, Delacour. Yo puedo fabricar una ilusión, hacerles pensar que ustedes son parte de su escuadrón y ustedes pueden ocuparse de sacarles información, la que sea. De la forma menos sospechosa posible, y si esto no termina en un duelo, mucho mejor —añade con durezca, observando fijamente a Graves. Madeleine sabe que ellos pueden hacer uso de su intelecto sagrado para situaciones como esa, y más les vale tener muy pulida esa habilidad.

    »Lukyan, Kaori —vuelve la mirada a sus dos compañeros de clan. Ella sabe que están solos, sin sus sombras. No dieron detalles, pero asume que deben estar ayudándolos a merodear el lugar y evitar alguna intrusión que los tome por sorpresa; es por eso que confía en que pueden tener un buen control del espacio, sin mencionar que con sus habilidades para moverse rápida y sigilosamente, bien podrían examinar toda la casa en un santiamén y también mover al profesor sin muchos problemas—. Necesitamos encontrar a Brown. Según su itinerario, debería estar acá a estas horas, y si no estaba en la universidad con más razón tiene que estar en su casa. Sin embargo, no sabemos si tenemos más compañía, así que sean precavidos. Repito, si podemos llevarnos a Brown a un lugar seguro y evitamos un enfrentamiento, sería muy bueno.... —esta vez, clava la mirada en Kaori. No conoce a Lukyan para juzgar su carácter, pero sí conoce de sobra a la bruja y sabe que ella tiene cierta facilidad para causar problemas. «Espero que no esté corrompiendo al muchacho», dice para sus adentros.

    »¿Les parece bien?

    @ Hobb Graves  @ Kaori M.  @ Ky.  @ Dennis Delacour

    • jajaja 2
    • Me encuerva 1
  13.  

    Rhiannon Kincade

    Las luces se apagan y todo cambia.

    La luz amarillenta le hace entrecerrar los ojos con precaución, pero luego de unos momentos comprende que esta proviene de bombillas baratas. Sintiéndose desorientada, sin ser capaz de recordar qué era lo que estaba a punto de decir o hacer, analiza rápidamente la habitación y descubre que está en una especie de sótano. El corazón le cae el estómago cuando ve que hay dos atados en un par de sillas acomodadas espalda a espalda, con las muñecas atadas en los respaldares de las sillas y las bocas cubiertas con tirraje gris. ¿Pueden verla? Aunque no los conoce, se siente asustada y angustiada por verlos así, pero cuando trata de moverse descubre que sus pies parecen soldados al suelo, como si de una pesadilla se tratase. 

    Luego de un par de instantes, su atención se desvía hacia el par de sujetos que someten a un tercer hombre. No lo conoce, está segura de que jamás ha visto ese rostro, pero aún así siente que un dolor desgarrador le atraviesa el corazón cuando un resplandor verde ilumina la escena y el cuerpo cae con un ruido sordo al piso. Sus ojos, amarillentos, sin vida se clavan en ella. «Lo siento», susurra Rhiannon, sin saber por qué. Se siente impotente, por no ser capaz de hacer nada, pero ¿de dónde viene esa culpa? ¿Quién era el hombre muerto? ¿Y qué pasó con los jóvenes atados? Las preguntas se arremolinan en su cabeza, pero el dolor en su pecho es tan fuerte que no puede pensar con claridad.

    Escucha que alguien la llama justo detrás de ella. La distracción hace que se olvide del repentino dolor que le causó la escena que presenció, aunque sigue convencida de que no significa nada para ella. Al asomarse hacia atrás, encuentra nuevamente el rostro del muchacho de cabellos azulados.

    —Kelian —responde con un susurro, sin saber cómo el nombre llega a sus labios, pues sabe que no había sido mencionado en voz alta. Frunce los labios, frustrada, porque cada vez le cuesta más poner en orden la situación. Está por apartar la mirada, pero se da cuenta de que sus ojos se parecen a los que vio hace tan sólo un momento. Son iguales a los del hombre muerto. ¿Acaso se trata de un presagio...? Pero no puede ser, en general, aunque hay similitudes, tiene bastantes diferencias con ese sujeto. Quiere preguntar si él tambió vio lo mismo que ella, pero sus palabras la distraen—. ¿A qué te refieres con que me seguiste...? ¿El portal...?

    Es cierto. La luz verde del portal. Entró sola a él, pero sabe que en el fondo anhelaba que hubiese algo más a lo que aferrarse. Por primera vez en su vida, no quiso tomar el camino solitario. Sentirse en copañía le hace sentir un alivio tan grande que cree que podría abrazarlo, hasta que recuerda las palabaras de Sajag. Su advertencia. «Nuestras vidas se mezclaran allí, nuestras visiones también lo harán, todo será más intenso pero entretenido». ¿Es eso lo que está sucediendo? Enfocándose en ese pensamiento, parpadea un par de veces; con cada parpadeo, la escena también lo hace, el sótano se desdibuja hasta que se ve a sí misma una vez más en su habitación; por lo menos, eso es lo que ve con sus ojos. Quién sabe qué perciba Kelian y quién sabe cual sea la verdad.

    De lo que está convencida, es de que la visión que vio antes, debe tener alguna relación con Kelian. Y también de que, si él no ha visto nada todavía, entonces el momento está más cerca. Aunque siente terror, sabe que es inevitable.

    —¿Tú también viste lo de hace unos momentos, verdad? —pregunta, con un hilo de voz, olvidando proyectar la voz y hablar con propiedad. O, quizás, allí no tiene sentido mantener la imagen falsa de quién es. Allí no valen las caretas, los modales, las ilusiones, mucho menos la poción embellecedora—. Ese... ese hombre que mataron... ¿quién es él? 

    En ese momento, escucha la voz del arcano con tanta claridad que juraría que también está allí. Una mano en su espalda hace que se sobresalte, pero cuando vuelve la cabeza y observa el rostro tranquilo del arcano, se calma. No lo había visto, pero supone que ha estado allí mismo todo el tiempo, como él mismo dijo que haría. Después de todo, siempre habló de "nosotros".

    —P-pero... Yo... —comienza a balbucear, incapaz de disimular la angustia de su rostro, pero sabe que no tiene caso. Entiende que nadie la está obligando a hacer nada y entiende que puede tomar sus decisiones. Pero también tiene presente que si está allí, es porque pretende tomar consejos y aceptar la orientación. Está ahí porque sabe que necesita ayuda y, si quiere que las cosas mejoren, tiene que esforzarse. Tiene que aceptarla y utilizarla.

    Aún así, desde su perspectiva, estaba avanzando. Quería ir al presente y al futuro, a lo que podía depararla. ¿Qué caso había en registrar entre los recuerdos de su infancia? Como lo recuerda, no hubieron muchos momentos destacables y los momentos que recuerda vagamente fueron trágicos. Y cuando de verdad intenta buscar algo de una época que le parece tan lejana, sólo se siente desdichada. Pero, si este sacrificio puede darle un poco más de control y reducir el caos, lo intentará.

    Se da la vuelta y se aleja de la puerta, para volver a adentrarse en el cuarto. Su jaula de cuatro paredes, donde pasó la mayor parte del tiempo durante los últimos veinte años. El escritorio donde recibía sus tutorías, el rincón donde tocaba el violín, el balcón donde se sentaba a contemplar la luna, la cama donde tenía pesadillas... No recuerda una época donde sus sueños no fueran pesadillas. Se sienta en la cama y pasa la mano por las almohadas, y de repente encuentra en sus manos una libreta rosada. ¿Su padre y su abuela alguna vez llegaron a saber acerca de sus diarios? Ella nunca los mencionó, claro, porque sabía que los diarios de una niña tenían que ser algo secreto. Pero cuando se fue de casa hace un par de años, no se molestó en esconderlos, como su yo de diez años habría querido. 

    La primera página, tiene un garabato horrible, que abarca toda una página. Una sombra negra, con dos puntos amarillos. Y en la página siguiente, comienza el relato. «26 de septiembre, 2009. Querido diario, hoy tuve una pesadilla», lee su pulcra caligrafía.

    Una bestia la observa desde el otro lado del espejo. Sus ojos amarillos le causan escalofríos. Su respiración es rasposa, empaña el vidrio... Es una sombra negra, enorme, sin forma definida en las sombras de su habitación. Ella se pone de pie, y la bestia también lo hace. Comienza a correr, y la bestia también lo hace. Se detiene, y la bestia también lo hace. Siempre a tan sólo un paso de ella, asechando. Esperando el momento para devorarla.

    El libro cae al suelo y Rhiannon se lleva una mano a la frente, entrecerrando los ojos por el repentino dolor de cabeza. Otra visión, por supuesto. Ahora lo entiende... Pero, claro, en aquel entonces era una pesadilla. La recuerda vívidamente, y también recuerda despertar llorando y recuerda que su padre fue a socorrerla. No recuerda haberle contado jamás ni a él ni a nadie de su familia de ningún sueño. Sin embargo, puede oír su propia voz infantil recitando las palabras, probablemente en una especie de trance que su memoria no registró.

    «Es una canción vieja
    Una tragedia
    La maldición ya está echada
    Cuando termine la década
    La progenitora pertenecerá a la bestia
    El maleficio pasará a la semilla
    No la intenten esconder
    Porque la encontrará y también le pertenecerá
    »

    Sin ser apenas consciente de ello, ella misma repidió las palabras, con voz queda. Luego, se queda en silencio por unos momentos, pensativa. Ahora mismo, esa profecía no tiene importancia. Ya las palabras se cumplieron. Su madre... ella se fue en el momento en que ella se convirtió en una señorita y también fue en aquella época donde el encierro que siempre había vivido empeoró. Claro que, en aquel entonces, solo pensaba que su madre había muerto, y probablemente gran parte de la familia todavía lo piense. Quemaron un ataúd vacío y llenaron un jarrón con sus cenizas. Pero ya es muy mayor para seguir creyendo esa historia. Ella, de primera mano, sabe que la bestia no es fácil de matar. Lo que alguna vez fue su madre, debe estar en algún lugar del mundo, donde no es un peligro. ¿En un calabozo? ¿En un bosque? ¿En una montaña...? ¿Llegarán a encontrarse?

    Espera que eso sea suficiente para que Sajag la deje avanzar pues, de repente, siente la necesidad imperiosa de dejar esa habitación. Tiene que haber una especie de límite físico para husgar en el pasado, porque el malestar que siente es demasiado real como para atribuirlo a su mente.

    Nuevamente, vuelve a oír la voz del arcano, aunque es ella quien recita mentalmente sus palabras. Él le aseguró que ella tiene poder para apartar las visiones y evitar que le hagan daño; sabe que, si de verdad está decidida a cerrar el Ojo, es el momento de comenzar. Sin embargo... es absurdo, lo sabe, pero duda. Porque, hace tan sólo un momento habría podido jurar que su infancia —dejando de lado su condición— no había tenido ningún suceso extraño. Pero si esto que acababa de vivir era un recuerdo auténtico y era suyo, no puede seguir confiando en su propia versión de la historia. ¿Es el Ojo capaz de mostrar la verdad? ¿Lo que hay detrás de lo que está borroso, de lo que ella misma se esforzó por ocultar tanto tiempo?

    —Sí quiero avanzar y quiero verlo todo —susurra—. Estoy dispuesta a sentirlo todo. Solo... solo quiero saber si hay algo de sentido en todo esto...

    Sintiendo de repente mucho frío, se frota los brazos con los brazos y vuelve la mirada hacia Kelian, esperando que él haya estado distraído con sus propias visiones. Sin embargo, antes de intentar adivinarlo a través de su rostro, sus ojos pasan rápidamente a la silueta que se levanta tras él, donde brillan los ojos amarillos. Rhiannon no sabe si es otra visión o si puede hacerle daño, pero no lo piensa dos veces. Le grita a modo de advertencia y lo empuja a un lado, justo antes de que la bestia salte sobre él, quedando ella queda en el medio.

    Todos esos años, desde la primera vez que ocurrió, solía verla como una bestia que salía de las sombras y la atacaba. El monstruo se comía a la doncella y ella quedaba atrapada en su interior. Sentía sus garras y sus colmillos destrozar su carne y sus huesos, destrozando su belleza. En la mansión Kincade, todos los que conocían la maldición de las maledictus hablaban de ello como si fuera algo ajeno. Pero, al igual que su padre insistiendo que su madre estaba muerta, sólo era un cuento de niños. La bestia no asecha en las sombras de su habitación, ni es un villano al que esté sometida como si fuera la princesa del cuento y del que pueda huir siendo una niña buena. No valía la pena esconderse detrás de hechizos, rosarios y sábanas. La bestia estaba debajo de su piel y asechaba en las tinieblas de sus pesadillas. No hay escapatoria. 

    Rhiannon cierra los ojos con fuerza, esforzándose por mantener la calma. Por controlar su respiración. Por dominar el terror de saber que está totalmente expuesta.

    • Me encuerva 1
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    —Después de ti, Delacour... —replica Madeleine, haciendo un gesto de impaciencia en dirección al portal. Siente que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en una misión junto a Dennis Delacour, a quien recuerda principalmente por ser parte del Cuartel de Aurores. Se esfuerza por no suavizar el semblante, pues están a la mitad de un asunto serio y no una reunión social, pero los recuerdos la reconfortan; aunque sabe que nunca fue de hacer amigos en la Orden del Fénix, era difícil que no se formara ninguna clase de vínculo entre los integrantes del bando. Espera que Graves, quien probablemente la esté orientando en su viaje de explorar sus poderes paladines, esté haciendo un trabajo decente; aunque, de todas formas, está segura de que Dennis es capaz de hacer su propio camino.

    Escuchar la voz de Kaori hace que se sobresalte, ya que no la percibió al llegar, así como tampoco a su acompañante. La expresión de disgusto por la sorpresa de suaviza cuando se permite esbozar una leve sonrisa. Ya se había hecho a la idea de que tendrían que arreglárselas los tres, pero el apoyo adicional de Kaori y Lukyan ponía puntos a su favor; quizás sea un poco más difícil mantener la discresión al ser un grupo más numeroso, mas es una desventaja que vale la pena asumir.

    —Supuse que tendrías algo mejor que hacer un viernes en la noche —responde Madeleine, encogiéndose de hombros.

    Saluda con un gesto de la cabeza a Lukyan, teniendo la sensación de que su rostro le parece familiar. Ahora que lo piensa bien, ¿no lo vio acompañar a Kaori en el Mercado Público? Se pregunta qué clase de relación tienen, pero no le da vueltas al tema por mucho tiempo. Lo importante es que Kaori indica que se trata de un Oscuro. Madeleine asume que apenas está comenzando a explorar su vínculo con la Magia de la Oscuridad, lo cual es un proceso diferente. Hay quiénes, al ingresar a la Orden del Fénix y conocer el secreto de su magia ancestral, sienten una conexión con alguna de las especializaciones de esta magia, y el uso de esta magia es algo muy natural, casi innato; hay quiénes se esfuerzan para crear esa conexión y logran vincularse a ella con mucho entrenamiento y práctica. Y hay casos de personas que simplemente no sienten ninguna afinidad por esta clase de magia, pero no por eso son menos capaces ni talentosos, como es el caso de su propia prima, Ellie.

    El mago les explica que él y Kaori estaban en otro lugar, antes de llegar con ellos. Madeleine alza las cejas, sorprendida, y escucha atentamente el reporte de lo ocurrido.

    —Explosivos y suicidio, así que ese es su modus operandi —musita Madeleine, frunciendo el ceño, al unir los detalles del reporte de Lukyan con los sucesos que ella sabe que ocurrieron en el atentado al Hospital St. Mary Jauncey. «Así que evitan las confrontaciones, ¿por qué?».

    »Buen reporte —murmura, volviéndose nuevamente hacia el portal—. Así que querían atacar al Dr. Brown, y él es la única pista que tenemos para llegar a los rastreadores. Este portal nos llevará al ático de la casa de Diego Brown, el cual está asegurado con algunos encantamientos que asegurarán que esté vacío y que no causemos alboroto. Lo cierto es que no sabemos qué es lo que encontraremos allá, ni de qué forma Diego tiene algo que nos ayude a llegar a los rastreadores, pero lo averiguaremos. Nos enfocaremos en eso.

    Y Madeleine es la primera en atravesar el portal, decidida.

    @ Hobb Graves  @ Kaori M.  @ Ky.  @ Dennis Delacour

    • Me encuerva 4
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    Grimmauld Place #12

    En el tiempo en que le demora a la reunión iniciar oficialmente, Ellie aprovecha de hacer uso de un par de encantamientos para elaborar rápidamente una tanda de café, bien caliente y fuerte. Se sirve su porción en una taza blanca y lisa, y deja el resto del café en la prensa francesa para quien quiera servirse. El olor intenso a café y el calor en sus manos se siente reconfortante, y le ayuda a centrarse en la reunión; está segura de que es más un efecto placebo que un efecto de la infusión, y lo acepta sin miramientos. Se apoya de uno de las encimeras de la cocina y aguarda con la taza contra los labios, bebiendo el café de a pequeños sorbos. Luego de que Darla se acomode en una silla, Hobb por fin responde la pregunta importante y Ellie alza la mirada.

    Confía en que conoce lo suficiente a Hobb como para saber que entre sus palabras medidas y divagantes acerca de la situación de los Estados Unidos, hay también una situación alarmante. En verdad, el hecho de que comparta cualquier información se le hace bastante sorprendente, pero luego de volver a analizar la habitación advierte que Goderic, el que sería su jefe directo, no está allí para impedirlo. Supone que si habla con cierta vacilación, es para poder negar que la información vino de él. Pero no hay forma de que Goderic le vaya a creer, cuando se entere.

    Luego del reporte de sus aliados al otro lado del océano, el rumbo de la conversación se centra abruptamente en Ellie, a pesar de que Hobb no la menciona. Pero, claro, los presentes están al tanto de que Ellie es la directora del Departamento de Misterios, y que ellos son los responsables de la fabricación de la Poción Matalobos para la contingencia. Por algún motivo, aunque sabe que el comentario de Hobb no es malicioso, se siente molesta por el cuestionamiento; pues los últimos días ha trabajado incansablemente, para asegurarse de que la tanda de pociones estará lista para la próxima Luna Llena. Cierra los ojos y respira profundamente, diciéndose que solo está cansada y estresada.

    —En este momento, estamos fabricando suficiente poción para cubrir 1.5 veces las dosis de todos los licántropos registrados como pacientes de Hospital San Mungo —recita mecánicamente la frase que ha estado repitiendo una y otra vez, en reuniones, en conferencias de prensa, en su propia casa—. Esto quiere decir que todos los licántropos que reciben sus pociones mensuales por la vía regular, están protegidos. Sin embargo... creo que todos somos conscientes de que eso no cubre a toda la población de licántropos. Hay casos de licántropos que viven en zonas muy alejadas, que no están registrados para mantener su privacidad, que por alguna razón y otra no quieren ser rastreados por el Ministerio; incluso, en menor medida, hay licántropos squibs o muggles, que no son recibidos en San Mungo o en centros médicos públicos.

    »Esos son los casos que me preocupan, pero ¿cómo se pueden contabilizar? ¿Cómo se les puede hacer llegar la poción por la vía regular? La respuesta es que, en esta situación... No hay una respuesta certera. De cualquier forma, hay que actuar; si podemos tener respuestas antes de Luna Llena, sería ideal, pues podríamos autorizar a otros distribuidores.

    Sin embargo, Ellie sabe que difícilmente las cosas marchan según el escenario ideal.

    @ Kaori M.  @ Hobb Graves  @ Ludwig Malfoy  @ Darla Potter Black

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    Cuando los aplausos comiezan a extinguirse y las personas comienzan a despejar la zona, probablemente para acercarse a Ludwig Malfoy y darles sus felicidades y buenos deseos, Ellie decide que aprovechará esta ventana para escapar. Ya ha cumplido con su deber y nada más debería esperarse de ella, piensa; mostró su apoyo y apoyó cordialmente, de modo que el nuevo Ministro de Magia se vea respaldado por sus nuevos subordinados. Eso debería ser suficiente para mantenerse a salvo, por lo menos sólo algún tiempo más. Sin embargo, cuando un mago cercano le dirige a la palabra, se da cuenta de que no será tan fácil escapar del evento. No reconoce la voz, así que se obligada a alzar la mirada hacia el alto hombre; sólo entonces, una voz en su cabeza le susurra su nombre.

    —Buenas noches, señor... digo, director Whisper —saluda Ellie, haciendo un leve gesto con la cabeza. Para ella, Rory siempre fue la persona amable, cálida y cercana... y Benjamin Whisper, todo lo contrario. A pesar de que nunca había hablado demasiado con él, y mucho menos de asuntos que no fueran estrictamente necesarios, podía ver que era un hombre inteligente y astuto, que sabía aprovechar su carisma. Si algo había aprendido Ellie en el Ministerio, es que cuando alguien parece tan perfecto, no puede ser auténtico, y ya fuese consciente o inconscientemente había terminado esforzándose por evitarlo. Pero ahora se siente acorralada.

    Y no es sólo por la cortesía. Ludwig le otorgó la dirección de una sección muy importante, estaría a la cabeza de las relaciones con muggles. Y ese es uno de los temas que a Ellie más le interesan.

    —Rory es una persona irremplazable, y es innegable que en su momento representó la esperanza para la comunidad mágica. Pero, por ahora, quiero confiar en que Ludwig Malfoy hará un buen trabajo como Ministro —dice Ellie, forzando una sonrisa. La verdad es que ella no conoce mucho a Ludwig como persona, pero durante un tiempo ambos fueron Lugartenientes de la Orden del Fénix y confía en que debe defender ciertos ideales del bando, con los cuales ella se identifica. Por lo menos, espera, no es un mortífago encubierto—. Pero la verdad es que no tengo trato directo con él, supongo que en los siguientes días se concretarán las reuniones para cada grupo de departamentos acerca de las reformas. 

    Ellie no busca al Ministro con la mirada, pero se imagina que debe estar recibiendo felicitaciones, quizás con una copa en la mano.

    —Pero, de todas formas... —comienza Ellie, entrelazando los dedos tras la espalda— Me sorprendió que Ludwig decidiera conservarlo, creándole una división de trabajo y todo. Sin embargo, quiero pensar que es un buena señal que se quieran mantener las relaciones con las personas no mágicas. Espero en que esa parte del legado de Rory pueda mantenerse.

    @ Rory Despard

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    Reconoce que no está acostumbrada a ese tipo de situaciones. Ellie se desenvuelve con más soltura en un laboratorio de pociones, en un taller de artefactos mágicos o una biblioteca llena de libros antiguos... Pero en las reuniones formales, especialmente aquellas donde prácticamente no conoce a nadie, su carácter introvertido sale a relucir y es como si retrocediera el tiempo y se viera a sí misma nuevamente como una adolescente insegura. La verdad es que, al recibir la invitación, sintió el impulso de poner como excusa la fabricación en masa de la poción matalobos, pero aunque no sea de su agrado sabe que debe cuidar su apariencia como directora del Departamento de Misterios. Aunque todavía está agobiada socialmente del evento del día anterior, y aunque odia planchar sus ropa, está allí sentada en una de las sillas de atrás —lo más alejada posible, como si intentara mezclarse con las paredes—, vistiendo una túnica negra y lisa, sin ningún broche ni insignia que identifique su cargo, lo cual no es extraño en un inefable. Sabe que las ojeras delatan su cansacio, y sabe que aunque recogió su cabello en una trenza su aspecto no es tan impoluto como el de la noche anterior, pero hizo su mejor esfuerzo.

    No, está haciendo su mejor esfuerzo, también, escuchando atentamente... con las manos hechas puños sobre su regazo, las uñas clavándose con fuerza en su palma, mientras hace un esfuerzo sobrehumano para entender la situación y digerir la información que le es revelada.

    Normalmente Ellie se siente fuera de lugar, y sabe que tiene ideas que no encajan con la sociedad mágica en general. Cuando el Estatuto del Secreto fue derrocado, no se lamentó; lo vio como una oportunidad de convivencia, y todavía es así. Cuando Rory le habló del proyecto de los Centro de Educación Comunitarios, a pesar de que la idea de juntar la educación mágica y muggle era —y todavía es— impensable para muchas personas, le pareció algo tan natural y razonable que no dudó dedicarle meses de su vida. Incluso dentro de la Orden del Fénix, incluso en su familia, las ideas que a ella le parecen tan naturales y razonables normalmente no son recibidas de la menor forma. Todavía sigue sin entender la cuestión; si es que ella es la que está loca, o vive en un mundo loco.

    Pero, mientras el discurso de Ludwig avanza, Ellie está convencida de que no hay que dudar. No es ella la que está loca... pero sí vive en un mundo que cada vez se tuerce más.

    Al principio, quiere pensar que es una especie de broma, una jugarreta para romper el hielo. Pero a medida que el discurso de prolonga y los otros presentes comienzan a intervenir, Ellie se da cuenta de que todo va muy en serio. Es una propuesta real. Ella no tiene muchos conocimientos de Leyes Mágicas, pero sabe que esa reunión no es una consulta; después de todo, ellos no tienen voto en esas decisiones. Esta reunión es sólo un anuncio, una notificación.

    La noche anterior, cuando Ludwig había mencionado el tema de la Policía Ministerial, Ellie le había dado vueltas al tema y las ideas que ella misma había fabricado habían sido suficientes para quitarles horas de sueño. Pero ahora, aunque escucha vagamente alguna discusión acerca del tema, eso deja de importarle. Por eso es incapaz de comentar nada al respecto, y agradece mentalmente que otra inefable hable en nombre del Departamento del Misterios, ya que ella se encuentra ocupada poniendo en orden muchos pensamientos caóticos. En algún punto mira hacia los lados, y es que a pesar del ambiente tenso —por asuntos que ignora—, a su parecer nadie reacciona de forma cuerda al maldito tema de la Noche de la Expiación. ¿En qué momento el mundo se ha vuelto loco? ¿Cómo un tema así se habla con tanta normalidad...?

    Quisiera enojarse y explotar, como lo haría Madeleine, pero sólo se siente confundida.

    —Yo sé que esta reunión no es para consultar si apoyamos este... "proyecto" o no —dice Ellie, cuando la oficina vuelve a quedarse en silencio tras las intervenciones un poco más razonables de Matt y Luna. Lamentablemente, sabe que tiene que ponerse de pie, así que hace su mejor esfuerzo para hacerlo sin tambalearse. En sus manos, su varita de ébano toma la forma de una Vara de Cristal, con el único propósito de ayudarla a mantenerse de pie. Recibir tales noticias con el estómago vacío no es bueno para ella—. Pero, ¿está seguro de que está siendo bien asesorado, Ministro? ¿Cuáles son estas "otras naciones"? ¿Qué evidencia científica respalda los fundamentos de esa tal "noche de la expiación"? ¿Acaso se ha tomado la molesta de estudiar con expertos los problemas de nuestra comunidad? Porque todas las cosas que menciona pueden tener una naturaleza muy diferente, algo mucho más complejo que asumir que toda la humanidad está conformada de monstruos latentes que sólo quieren causar daño y ver el mundo arder. De hecho, si hay alguien acá que escucha esta idea y le parece razonable, debería dar un paso adelante; conozco centros de salud mental que los ayudarían a tratar y lidiar con cualquier desorden de la personalidad que tengan. 

    »¿Sabe qué es lo que sucedería, en el caso de que esto aconteciera? Los primeros afectados serían la población vulnerable: muggles, squibs, magos con menos habilidad y menos conocimientos para defenderse. Personas de clase baja que no pueden costear un refugio o un viaje internacional para sí mismos o a sus familias; quizás le parezcan prescindibles, pero su trabajo sostiene las bases de la comunidad mágica y fueron quiénes lo pusieron en la silla que está ocupando. ¿Se trata de eso? ¿Una limpieza social? No dudo que el Ministerio estaría perfectamente a salvo, al igual que Gringotts, así que ni siquiera me molestaré en preocuparme por eso; porque sé que no es tonto para quemar su propio tablero de juegos. Y las familias más importantes y acomodadas seguramente podrán custodiar muy bien sus mansiones y sus castillos. Probablemente nos ofrecerá inmunidad a nosotros y a nuestras familias, para que estemos tranquilos. Y usted, estoy segura de que estará muy bien resguardado, porque por supuesto que el Ministro de Magia será intocable, ¿verdad? De esa forma, sí que es fácil jugar con el bienestar de los demás y tratar a la sociedad como a un montón de conejillos de indias. Si se cree tan valiente y tan convencido de que es el buen camino, sea el primero en ofrecerse como sacrificio.

    Cuando hace una pausa para respirar, siente el dolor agudo en las palmas de sus manos. Las uñas clavadas con fuerza en la carne, quizás haciéndola sangrar, pero no deja que eso la perturbe. Al final, el corazón le late con fuerza en el pecho y la visión se le nubla; al final, sí que está enojada. No suele sentir emociones tan fuertes, pero se esfuerza por mantenerse firme. 

    —Creo que este es un caso que a la Confederación Internacional de Magos le sería interesante tratar. 

    • Me encuerva 3
  18. Parece ser que la fiesta acaba de comenzar, pues la mesa de aperitivos está intacta; un verdadero tesoro, ya que los mejores quesos están disponibles y nadie ha pasado las manos por los sándwiches. Madeleine toma un plato y comienza a llenarlo con un poco de cada cosa, con la idea de tomar ese almuerzo improvisado junto a la piscina. «Pero lejos de la barra, por supuesto», se recuerda a sí misma. De todas formas, la comida parece ser lo suficientemente deliciosa como para que no piense en las bebidas. Y si la ansiedad llega al punto de no poder manejarla, bueno, debe haber algo que no tenga alcohol.

    Tras el ataque de Madeleine, para disgusto de los empleados de la zona, la mesa quesa bastante afectada y se nota que alguien pasó por ahí sin piedad; sin embargo, su plato está generosamente lleno con los mejores bocadillos, trozos de queso y charcutería. No habían cubiertos en la mesa, pero de todas formas todo lo que está ahí puede comerse con las manos. Sólo hay una cosa mejor que comer la comida preparada por alguien más, y es la comida gratis. Está segura de que de todo ese festín quedará comida para días, así que quizás sea una buena estrategia pasar la noche allí para desayunar sándwiches improvisados con los restos de la mesa de charcutería y sobras de la cena. Quizás incluso podría llevarse algo para almorzar en el trabajo, y así no tendría que ir a la tienda a comprar comida...

    La repentina animosidad de Matt hace que Madeleine abandone sus vacilaciones, y vuelva la mirada hacia los demás. No alcanzó a oír la conversación que tuvieron, pero parece que de allí surgió el impulso del mago de "activar" la zona de la piscina. ¿Una piscinada nocturna? ¿En otoño? Eso sólo puede acabar en un resfriado. Sin embargo, no es por eso que se dice que tiene que hacer todo lo posible para evadir la invitación. Debajo de la ropa, entre los vendajes y los magullones, su cuerpo no está en las mejores condiciones para nadar. Y no quiere dar explicaciones.

    —Perfecto, justamente son cuatro —dice Madeleine, sentándose en una tumbona junto a la piscina, con el plato de comida sobre su regazo. Las migajas caen sobre su pantalón mientras abre un pan con las manos para metelerle varias rebanadas de queso y salchichón—. Pueden jugar ese juego muggle que sale en las películas, ¿saben? Chicken fight, o algo así. Yo quiero ser el árbitro.

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  19. Rhiannon Kincade

    Sólo cuando Sajag comienza a hablar, luego de un momento de introspección, Rhiannon se percata de que el grupo se había quedado quieto, expectante, esperando a que el arcano de alguna forma los ayudara a resolver el enredo de sus mentes; por lo menos, así es como lo percibe ella, que ahora está viéndose obligada a enfrentar su visión sesgada por sus experiencias y su situación, con las que ahora se presentan mediante opiniones y vivencias ajenas. Tiene ganas de acurrucarse en un rincón y cerrar los ojos, para intentar relajarse y poner en orden sus pensamientos, pero se ve obligada a mantener la compostura y controlar el ritmo de su respiración para mantener a raya la ansiedad. Con las manos firmemente entrelazas sobre su regazo y la mirada clavada en sus dedos temblorosos, se esfuerza por prestar atención a las palabras del arcano. 

    «El universo a veces habla de manera muy cruel». Contiene el impulso de soltar un suspiro cansado, pues está convencida de que está muy al tanto de aquella afirmación. No ha habido ninguna visión que no sea cruel. Ella entiende lo que les pide Sajag: hacer el esfuerzo por ver más allá. Analizar las visiones bajo un prisma diferente, pero nuevamente, Rhiannon se encuentra ante la encrucijada de sentir que no hay muchas alternativas para ella, de sentirse atrapada. Como ella lo ve, el arcano le está pidiendo que se atreva a apartar la mirada del destino.  «Te hace falta un poco más de esperanza», susurra en un rincón de su mente la voz del mago junto a ella. No se enoja, pues se controla para no hacerlo, pero sí se termina sintiendo desdichada. Aquella es una frase que parece salida de los cuentos que le gustaba leer cuando era pequeña, antes de que su padre le hiciera entender que esas historias no son ciertas y que la vida es ingrata. Incluso, todavía tenía esperanza cuando recién llegó a Inglaterra, convencida de que tenía que haber un mundo de respuestas y milagros más allá de las paredes de su casa. Pero ahora lo único que le queda es la sensación de derrota y la certeza de que nada puede cambiar lo que ya está escrito. Y, por supuesto, la seguridad de que conoce el destino.

    Cuando Sajag le vuelve a hablar, Rhiannon tiene la sensación de que de alguna forma ha estado escuchando lo que ha estado pensando. Se obliga a levantar la mirada y observar respetuosamente al arcano, permitiéndose relajar el rostro tan sólo por unos momentos y dejar ver su vulnerabilidad. De verdad lo está escuchando y de verdad quiere creer lo que está diciendo. Con todas sus fuerzas, quisiera ser capaz de tener por lo menos una pizca de fé, pero la idea parece lejana, como algo que no le es permitido.

    Sin embargo, si hay algo que puede y tiene que hacer, es seguir adelante. Mentalmente, repasa lo que le dijo el arcano hace un rato; si desea cerrar el Tercer Ojo, tiene que hacer el mismo recorrido que los demás. «Si tu destino es cerrar tu ojo, yo Sajag te ayudaré en tu deseo». Si ese es su destino... Y, fuese cualquier otro, de todas formas debe recorrer ese camino. Quizás, todavía, no tiene que tener todos sus pensamientos en orden, pero sí tiene que seguir adelante. Aunque sólo sea por inercia. Aunque sólo sea porque no tiene idea de qué más puede hacer.

    Rhiannon observa, impávida, los portales que Sajag abre frente a ellos. Esta vez, no puede escapar de tomar una decisión; o es una cosa o la otra, no hay un punto medio ni un aplazo. Tomar el camino solitario... o tomar el camino donde estará acompañada. Su instinto le dice que lo más sensato es ir en uno de los portajes que irradian luz cálida y naranja, donde se mantendrá a salvo y no expondrá nada a nadie. Sin embargo, las palabras del arcano resuenan en su mente. «Todo será más intenso». Es consciente de que toda su vida, ha elegido la primera opción. Valerse por sí misma, guardarse sus pensamientos y sus sentimientos. Esa elección, para ella, es la más fácil y la más natural. En cambio, la otra alternativa es la opción difícil e incómoda. La opción desconocida, que la pone en un lugar vulnerable. Esta vez, no es su instinto de supervivencia el que habla, sino una voz a la que casi nunca escucha. Le habla desde lo más profundo de su mente, como un susurro lejano. Y le dice que no tiene sentido estar ahí si no es capaz de aceptar el desafío. Toda su vida, ha elegido el camino solitario, pero ¿a dónde la ha llevado eso? Quizás de eso se trata; de hacer lo contrario a lo que siempre ha hecho.

    Lentamente, incapaz de decir una palabra, se pone de pie. Uno de los presentes ya está entrando a uno de los portales naranjas, luego de haberse despedido del grupo. Luego de que éste desaparezca, Rhiannon avanza lentamente hacia el portal verdoso. Siente las rodillas tembloroass, pero se esfuerza por no tropezarse y seguir avanzando. Se detiene un momento para ver encima del hombro a sus otros dos compañeros, que todavía permanecen inmóviles. Se pregunta qué camino tomarán, aunque sabe que no es asunto suyo. Cuando su mirada se encuentra con la del muchacho de cabello azulado, dos pensamientos simultáneos entran en conflicto. Por un lado, se encuentra deseando por primera vez no quedarse sola; por otro lado, le gustaría arrepentirse y no tener que exponerse, mantener su maldición a salvo. Pero ya ha avanzado demasiado como para arrepentirse, por no mencionar que no quiere ser una decepción más para Sajag. Es consciente de que el arcano sabe más de lo que deja ver, pero a pesar de ello y a pesar de que sabe que no es la mejor estudiante, desea ayudarla. 

    —Nos vemos luego —dice, despidiéndose con elegante asentimiento de la cabeza. Entonces, se vuelve hacia el portal y entra con los ojos cerrados.

    Cuando abre los ojos, agitada, tiene la sensación de que ha despertado de un sueño. Está sentada en su cama con dosel, en casa, en la mansión de su familia. Con mucho cuidado de no hacer ruido —desde que tiene uso de razón, camina en puntillas y se mueve sigilosamente, como si en cualquier momento pudiera aparecer alguien a regañarla por no estar en la cama—, se baja de la cama y camina hasta la ventana. El cielo está oscuro, sin estrellas y sin luna. Los árboles de los jardines están muertos, y el suelo está cubierto por una gruesa capa de nieve. Es invierno, por eso hace frío. Abrazándose a sí misma y sin parar de tiritar, camina hacia la peinadora, intentando recordar qué era lo que estaba soñando. Se sienta en la banca, vuelve la mirada hacia el espejo... y un frío gélido abraza su corazón.

     Unos ojos amarillos le devuelven la mirada, y Rhiannon cierra los ojos antes de poder ver más. Sin poder contenerse, deja escapar un grito que sabe que alertará a su padre y a su abuela, pero no puede dejar que la vean. Sus manos se dirigen a su rostro, pero se arrepiente de inmediato cuando siente los colmillos, las garras y, lo peor de todo, el pelaje.

    Ahora lo recuerda. No es un sueño. Una visión, quizá, pero aún así no es del futuro. Lo recuerda. Se lleva las manos a la boca, y puede sentir que su rostro es normal. Sin embargo, de pie a la mitad de su habitación, sigue siendo una espectadora. En una esquina, como una sombra gigante, está la bestia. Sus ojos amarillos brillan en la escasa luz... la observan, fijamente. Por un momento, los únicos sonidos de la habitación son los pesados latidos de su corazón y la respiración pesada y ronda del monstruo. De ella. Lo recuerda muy bien. Suena como un gruñido, pero estaba llorando. No está segura de si aquella fue la primera vez, pero todavía es uno de los recuerdos más vívidos que tiene de su infancia. Y uno de los muy pocos que conserva, también. Es sólo que hace mucho que no pensaba en ello, que se esforzaba por evitarlo.

    Quiere despertar, quiere volver a la estancia del arcano, pero sabe que no es lo que se supone que debe hacer. Tiene que seguir adelante. Adentrarse más, como lo dijo Sajag. Ver qué hay más allá. Así que se da la vuelta y camina hacia la puerta. Pero antes de que termine de girar el pomo, las luces se apagan y todo cambia.

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    Poco a poco, Madeleine se da cuenta de que su respiración se calma y sus manos se relajan, naturalmente, sin que se haya obligado a hacerlo. La paz llega en oleadas suaves, como si le hubiera puesto unas godas de Filtro de Paz a su bebida. Le avergüenza reconocer que las palabras de su amiga tienen ese efecto en ella, luego de tantos años esforzándose por alcanzar un alto nivel de hermetismo y de independencia. Por un lado, se siente como una derrota... pero por el otro, se siente como un abrazo cálido en el corazón. Es una sensación familiar, a la que se ha ido acostumbrando; no se trata solo de esta conversación, sino de todo. Su vínculo con Catherine, que aunque todavía es extraño y a veces incómodo, ya no representa una espina en el costado. También, siente que puede reconocer que ha sembrado amistad con sus aliados de la Agencia, aunque en voz alta sólo se refiera a ellos como compañeros. Y, por supuesto, también está Will; aunque es difícil explicar su relación, es consciente de lo mucho que significa para ella y el bien que le ha hecho. En general, se siente en un capítulo de su vida completamente diferente al que estaba un año atrás.

    La voz de Kaori vuelve a resonar en su cabeza, recordándole que oficialmente están en medio de una misión del Simposio.

    —Aunque la idea de fastidiar a Graves es tentadora, creo que mejor mandamos un patronus y ya —dice luego de reflexionar por unos momentos, conteniendo la sonrisa que se quiere asomar por sus labios al imaginar una broma con petardos (sin ningún herido, por supuesto) y especialmente el enojo de Graves, sabe que es muy poco sensato causar un alboroto. Además, no quiere poner en riesgo su bono, que tiene planeado utilizar para comprarse unas botas nuevas—. No creo que sea buena idea estar dando vueltas por ahí, así que mejor pactemos un punto de encuentro para reunirnos y hablar de todo lo que está pasando.

    Últimamente, está poco acostumbrada a su usar su varita mágica, pues se encuentra aprovechando la libertad y la fluidez de la Magia de la Oscuridad, que es capaz de usar con las manos y sin tener que abrir la boca. Pero en este caso, no tiene otra alternativa, así que saca la varita de ébano del bolsillo trasero de sus pantalones y la sostiene con determinación. Ahora que lo piensa, también ha pasado un buen tiempo desde que envía un patronus, y mucho más tiempo desde que está dirigido a alguien que no sea alguien de la Agencia o de su familia. 

    ¡Expecto patronum! —exclama, agitando la varita frente a ella. Del extremo de ésta salen hilllos plateados que comienzan a entretejerse entre sí, hasta crear la forma de un medio-nneazle. La criatura se queda frente a ella, esperando, y Madeleine recita el mensaje de la forma en que Malfoy lo escuchará de su patronus corpóreo. No se preocupa por utilizar nombres, ni mucho menos por identificarse a sí misma, pues dejando de lado el hecho de que es una miembro confesa de la Orden del Fénix, el patronus solo compartirá su mensaje ante Malfoy y/o cualquier aliado de la Orden—. Malfoy, te habla Madeleine Moody. Necesitamos reunirnos con urgencia sobre una amenaza que te afecta directamente. Nos veremos en quince minutos en la trastienda del stand de El Trastero. Es vital que llegues allí sin dejarte ver, no me importa cómo lo hagas, pero no puedes ser visto caminando por el Mercado, o no podremos garantizar tu seguridad.

    El medio-kneazle se aleja trotando por aire, esfumándose a través de las paredes de la habitación.

    —Estoy segura de que a Ellie no le importará que usemos su taller para la reunión —dice Madeleine luego de unos momentos, todavía sin guardar la varita mágica—. Pero, por si acaso, nosotros también llegaremos allí sin ser vistos.

    Esta vez, Madeleine dibuja una línea en el aire, con los ojos cerrados, visualizando mentalmente la trastienda del stand de El Trastero, el punto exacto donde sabe que está ubicada. Tras unos instantes inmóvil, abre los ojos y se aleja un par de pasos; entonces, la línea comienza a brillar y a abrirse hasta formar un portal, que se mantiene suspendido en el aire esperando por ellos. Al otro lado del portal sólo hay una negrura donde brillan estrellas lejanas. Puertas. Madeleine se coloca frente al portal y asoma la cabeza por encima del hombro, para dirigirse a Kaori y a Will.

    —Vengan, sosténganse de mis hombros —les indica, porque sería una verdadera molestia que su portal no funcione bien y todos terminen en un lugar diferente.

    Por inercia, cierra los ojos cuando atraviesa el portal. Siente que es absorbida por éste, tirada de un lado a otro en el vacío, y aunque desea abrir los ojos para entender qué sucede, el instinto de supervivencia la obliga a mantenerlos cerrados. No está segura de cuánto tiempo transcurre cuando sus pies vuelven a encontrar el suelo, pero se siente agradecida. Avanza un par de pasos y, con la mirada borrosa y mareada, intenta encontrar algo de lo que sostenerse mientras los efectos del viaje desaparecen. Se tropieza con algo que obstaculiza su paso, una mesa, pero mentalmente agradece tener algo de donde apoyarse; sus manos se tropiezan con algunas herramientas y piezas sueltas, pero le da poca importancia.

    La trastienda del stand de El Trastero, es una réplica casi exacta de su taller en su negocio del Callejón Knockturn. Ellie aprovechó de sus amplios conocimientos de Encantamientos para realizar un hechizo de extensión indetectable, de modo que en el exterior el stand luciera como los demás, pero en el interior fuese más amplio. Madeleine está apoyada en la mesa de trabajo, donde hay algunos artefactos abiertos, revelando su engranaje interno, así como herramientas irreconocibles y libros, entre los cuales hay tanto textos técnicos muggles como grimorios de magia antigua. Por fortuna, su aparición no causó ningún ruido.

    @ Kaori M.  @ Hobb Graves  @ Ludwig Malfoy  @ Darla Potter Black

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