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Hessenordwood Crouch

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Todo lo publicado por Hessenordwood Crouch

  1. No es el elfo quien puede decirle a Ollivander lo que quiere saber en verdad, con sinceridad cree que es ayuda lo que pueda decir, pero es la Stround quien le confesara sus secretos, de ella lo más cercano a la verdad esta, pero de los demás lo más importante siempre será, por que sabe él que no está en la naturaleza humana confesar la vida propia a los demás con lujo de detalle, nunca se dice todo, los detalles se olvidan o no prefieren ser contados, factores hay muchos, y ellos deben siempre ingeniárselas para sacar aquello adelante con lo que se tenga en mano. Pensar en esos huecos que quedan perdidos en alguna parte de la línea del tiempo y que jamás se sabrán consigue provocarle ansiedad, apenas le ha sonreído a la criatura, por mera cortesía. Han llegado sin problemas hasta la pequeña cocineta que existe en planta baja, un mal diseño de forma, pero que cumple bien su funcionalidad, apenas entra rosando el mueble clavado en el muro donde madame Hornett guarda las tazas, se las ha ingeniado para cruzar por el estrecho paso para alcanzar la parrilla y con algo de magia encenderla sin problemas, no ha de voltear siquiera a sus acompañantes y sonriendo divertido en pensamiento responde a los reclamos de su recepcionista, no es culpa de él que ella sea una squib, si su estufa se daña, por supuesto que usara magia para repárala. -Madame, no he traído conmigo el sobre con la el té de Bernabeth, oh no, no por favor yo en verdad deseo compartirlo, estoy seguro que a Bel le gustara más que el de manzanas y canela que guarda usted, ¿ya le he dicho que no es mi preferido?- sus manos no paran, son tan agiles para mesclar, agitar, y mover los trastos preparativos para tomar el té, y continua a pesar del gesto que la mujer ha hecho, no necesita verle para saber que está apunto de interrumpirle –Puede usted, David, ir a buscarle, está allá arriba, en el invernadero del consultorio, junto al mechero si no mal recuerdo, sobre el caldero de cobre, ¿puede hacerme el favor de traerlo?, es un saco de gamuza roja, no necesita interrumpir la plática de las doncellas tres escalones después del descanso esta la puerta que lo lleva directo a la habitación…- ha negado a la opción de Hornett de ir ella a buscar el sobre, y Ollivander debe ejercer presión para conversarles de que es el elfo quien debe ir –He de pedir otro favor más a usted, madame…- insiste. Sabe, aunque no es capaz de escuchar, que miss Hornett ha hecho un gesto agradable a la criatura para animarlo de ir, la mujer conoce bien a Ollivander, y sabe que hallara el modo de no retractar su petición. –Todo ira bien querido, llama si tienes problemas- y de alguna manera ella simplemente coopera. Gira sobre sus talones al escucharlo por allá del décimo escalón, justo donde la escalera dobla mortalmente y la planta inferior queda fuera de vista, entonces se encuentra frente a él un par de curiosos ojos que le inspeccionan justo como hacia un momento atrás cuando la menor Stround guardaba calma en los brazos de la sanador <<Oh>> apenas articula, y su mirada nerviosa vacila de la niña a lo alto de la escalera más de un par de veces. La mujer mayor reprende al mago con la mirada, mientras insiste a la pequeña el muñeco que ha soltado. Se encuentra sorprendido realmente ¿Por qué había olvidado a la niña en ese lugar? Como sea el caso ahora la menor parece más entretenida con el muñeco que carga que en el hombre. Del dobles de sus mangas ha sacado un fresco pequeño en forma de una gota roja, su mirada nerviosa vuelve a la niña quien lucha por alcanzar la servilleta que esta sobre la mesa. Madame Hornett está por articular, pero como siempre el mago se ha de adelantar con tono irritado, sabe lo que dirá, y es muy molesto que siempre pregunte lo mismo. -El elfo no me deja pensar- suelta así nada mas –Está pensando y eso nos distrae- casi a gruñido, ha de olvidar en ocasiones que la criatura aun merodea su mente con libertad, en la mirada del mago sus par heterocromos ha perdido prendida, –También lo haces tú, pero creo que me he acostumbrado a tu intromisión- habla sin fijarse en el tono de sus palabras y Ollivander no está más en esa habitación, a pesar de que ella lo sabe la mujer ha gemido herida por el comentario, sabe que no es la primera vez que lo escucha de esa manera, pero algunas veces ella se pregunta, como es que le ha soportado tanta falta de respeto, quizá tanto capricho cumplido es el causante del mal comportamiento del menor, si supiera más sobre su jefe, ella misma escribiría una misiva a los padres de Ollivander –Que curioso caso ¿no crees?- él continua y ella no le ha de contestar, conoce este comportamiento y sabe que, por millonésima vez, él no habla con ella, e insiste en distraer a la menor, siempre le ha parecido penoso este gesto del señor Ollivander. De reojo ha visto maniobrar el frasco entre sus dedos con habilidad, lo ha agitado bastante hasta terminar justo entre la punta de sus dedos, ella jamás ha visto tal habilidad con las manos, y se encuentra casi hipnotizada con ellas, el modo en que inconscientemente lo hace y la elegancia de sus movimientos. El frasco se abre haciendo un ruido que estremece a la mujer y por el gesto, sabe que al mago le fascina, el hombre ínsita con sus dedos la boca del frasco hasta que consigue que de este humee un gas violeta, Ollivander, con un ágil meneo de su muñeca conduce al hilo hasta la olla del té. Antes de que ella pueda replicar cualquier cosa, el continua su parloteo. >No me parece tan curioso< Aun no le has escuchado, no juzgues. >¿Perdón? ¿Viste su maleta? No me sorprendería que…< No apresures tus palabras anciano, ojos y cerebro, >Sabes de donde viene< Pero no es lo que importa, donde estuvo antes y a donde ira ahora es lo que si porque… > Por qué es lo que no sabes…has tomado buen camino, pero perderás mucho dejándola con la mujer< No, ella sabrá que hacer >Te confías demasiado, ¿tienes algo bueno?< Lo mismo que tu >No me hagas perder el tiempo niño< ¿Enserio? Puedes ir a donde quieras >¿Qué hay de la criatura?< Irrelevante es lo que menos me preocupa ahora >Eso habéis dicho de la doncella del sendero de grosellas< Es obvio que es un elfo libre. !Dame algo útil viejo! >Garry por favor ¿decirme que no te parece algo familiar?< ¿Su caso?- la criatura a reído maliciosamente >La doncella, mi querido…< - dentro de sus memorias la risa de una niña se ha colado y retumba aturdiéndolo por completo. Como si un rayo le atravesara ha quedado petrificado, empuñado en mano el frasco rojo, ha dejado de humear y antes de que parezca extraño lo deja junto al tarro de miel con discreción. Durante este tiempo se ha paseado sin problemas se ha hecho muy bueno en manejar su cuerpo inconsciente. Y frente a él puede ver ahora a la pequeña que juega con el muñeco, a la recepcionista que lo reprueba con la mirada y al elfo que sospecha de él. Les sonríe, espera realmente que la pequeña criatura apenas arribara la cocineta ¿Cuánto tiempo se había ido esta vez? El tiempo en el exterior siempre es más rápido. La olla en el fuego comienza a chillar. –El agua esta lista Dariel ¿Trajo consigo el sobre?- sonríe con libertad.
  2. Ha escuchado el desarrollo de la misiva en boca de ella, mientras lo hacía despertó el fuego que minoraba en la chimenea, la temperatura ahora es tan alta que nos es posible recordar el frio que hace aun los estragos del invierno. Sabe que ella se está esforzando, pero es verdad que le ha pedido que lea por puro capricho suyo, no le dirá que solo es para que deje esa insensata e innecesaria terquedad de tratar indiferencia con indiferencia como ella suele llamar, solo él puede permanecer en mutismo por largos ratos, Bel Evans no, ella tiene ese brillo de nobleza que aclara los pensamientos turbios del mago, sobre todo cuando de resolver líos sentimentales se trata. Eso le ayuda ahora, justo puede rescatar pensamientos propios que la Evans es capaz de transmitir al leer las últimas líneas de la carta. Con la mirada perdida en algún punto no especifico se ha puesto a pensar que esto puede ser más complicado de lo que imagino en un principio. Pero eso está bien, quizá sea justo lo que necesita ahora. No ha terminado de escuchar el final de la narradora y ya no están más solo ellos dos en la habitación, a veces no es consciente de cuál rápido tiempo es el que realmente a su alrededor. La mujer mayor presenta a los invitados y entonces sabe que es tiempo de trabajar. Le cuesta trabajo dejar su lugar tan cómodo, y no lo hará, después de todo “la visita no es para él” , pero no consigue evitar, cuando se le menciona por parte de Evans, saludar a su visita con una cortesía, y aunque confundido por lo que ha dicho sobre él (¿Peor que antes? El cree que es justo lo contrario) saluda a la ahijada de la sanadora. Se siente bastante limitado de pensamiento con el encuentro de las conocidas, es demasiado emocional que necesita esforzarse un poco más para comprenderlo mejor. No presta atención alguna a la criatura que llega junto a la mujer, ni si quiera esa que solo balbucea silabas de manera incomprensible. Y ponerse nuevamente cómodo en sus lugar es el acto que sigue. A él puede gustarle muchas cosas de Bel Evans, excepto ese exasperante hecho de quererse adelantar a que las cosas pasen antes de tengan que pasar, es posible que sea porque es ese mismo hecho el que no la deja ver con claridad lo que debe pasar. De alguna manera eso resulta encantador para él solo por el simple hecho de tratarse de ella, es divertido recordarla hacerlo tan inconscientemente, pero en el momento, cuando lo ha delatado sin querer delante del cliente, es un inconveniente, sobre todo con la clase de clientes que normalmente llegan a callejón, esos inseguros, nervioso, y un poco excéntricos (según la vieja recepcionista) que llegan más de una ocasión hasta el último peldaño del portón y ahí, después de unos segundos más, han concluido de que no es tan buena idea visitar al consultor. Sencillamente terminan por marcharse y al final de la semana (los jueves siempre se ve más gente por el consultorio) se les encuentra en la butaca contando sus problemas a los detectives. -Mademe Hornett puede ofrecer algo a la criatura mientras espera a su señora- no se ha fijado más en la mujer, no necesita saber que aún sigue esperando en la puerta del consultorio -Y puede llevar con usted a…- apenas le da un vistazo a la pequeña - Joune Lenteric- sonrió apenas y sin interés alguno ha tomado nuevamente el pergamino entre sus manos, ahora que ha escuchado la voz de la remitente es tiempo de leer la misiva una vez más, pero no ha dejado de escuchar al cliente, parece no recordarlo, eso no es relevante, no debieron haber pasado gran tiempo juntos, él tampoco es capaz de generar un recuerdo solido de la mujer, pero ella continua y le ha fastidiado escucharla decir que ha olvidado detalles de su deber, debe omitir un gesto. Entonces le sonríe casi ofreciendo un guiño a la mujer, un gesto casi de consuelo, sabe que no es fácil siempre pedir ayuda, el no querer involucrar a los demás, el no querer ser salvado. Y siente un gran respeto por ella al ofrecerle su confianza, el siente que puede serle fiel para siempre. -Entiendo que pueda sentirse algo incomoda señora Stroud, y creo que si ha esperado tanto tiempo no importara que guarde un minuto más, yo…- se ha tambaleado junto a su butaca apenas se ha puesto de pie, ¿el perdiendo de ese modo el tiempo sobre un caso interesante? -…Yo les ofrezco un momento a solas antes de la consulta para entrar en confianza- con pasos largos y lentos esta justo en la puerta, desde ese lugar puede observar la parte del consultorio donde se encuentra la sanadora y Kutsy y sin problemas ve como madame Hornett se siente insegura de bajar los peldaños con la pequeña, -Con su permiso, madames- ruidosamente ha hecho una reverencia que sabe que Bel ha notado como mala improvisación. -Ah no bajen con tanta prisa los escalones, déjeme ayudarle con eso, ¿Ha tomado alguna vez te de rabioles? Sabe un poco extraño sí, pero es posible que pueda solucionar ese problema que tiene para pronunciar…- se escucha su voz viajar tras los traslapados pasos de los tantos pies que bajan -Amo Grell, solo es una niña- ella de verdad no cree que es el único infante en ese lugar -Ahh madame ¿cuántas veces le he dicho que no me llame de ese modo? Y usted, elfo, ¿siempre esta con la señora Lenteric? Es una persona muy triste ¿no es así? podría matarme y sentiría más pena por ella que por mi cuerpo muerto…- el tono de su voz es tan casual que casi parece una conversación normal -Señor Ollivander, será mejor que cuide sus palabras o no habrá más extremidades mutiladas en mi refrigerador- reprenden en vano -Son solo pestes madame. Déjeme prepara hoy él te, he de probar una nueva infusión que Bernadette me ha traído de su viaje al sur de las Américas, justo será lo suficiente para compartir con nuestros invitados- no tiene prisas, pero es menos denso de lo usual -No diré que no, no es tan común tanta jocosidad de su parte joven.
  3. Ha estado en la misma postura por un largo tiempo, ni siquiera el trapo de la arrendataria (que escandalosamente ha llegado tras menos de diez minutos de haber despedido a la sanadora) sobre su cabello o la el regreso de la sanadora lo ha sacado de su ensimamiento, ha permanecido en silencio todo este tiempo, sobre su sofá con los pies descalzos sobre este, cruzado de piernas, con los ojos cerrados, en su mano izquierdas dos bolas anti estrés de aluminio giran haciendo un monótono silbido y su derecha tantea de vez en vez sobre el descanso del sofá de modo como pizzicato. No murmura, ni se agita, ni produce ruido alguno, solo esta inerte y solo sus manos parecen tener vida. Pareciera uno de esos muñecos mecánicos de las ferias muggles donde por una moneda te ofrece leer tu fortuna. Ya casi han pasado dos horas, sabe que la sanadora llego, y que después de dos frases cordiales (o quizá ya no tan cordiales) ha dejado de insistir en llamar su atención, quizá la residente le ha advertido al llegar, puede saber (por la pausa en sus pisadas) que algo se han estado murmurando en la entrada del local. Poco tiempo más queda para la visita, la misma aun donde mismo sobre la Mesilla, su mente es un limbo ahora. Sus ropas son las mismas de cuando despidió a Bel, es más se le puede ver un poco más desatendido sin el chaleco del traje y los primeros tres botones de la camisa desabrochados. Solo permanece unos minutos más así, solo hasta cuándo cree que ya es tiempo de volver. -No sé de qué habla, ¿Kutsy?- apresura sus palabras, se ha puesto de pie y guardado las esferas en una caja de madera sobre la chimenea, se alcanzan a distinguir otra clase de objetos en el interior de esta –¿Te?- le sonríe con complicidad distrayéndola de lo que ahora no debe preocuparse, -Ahora mismo puedo pedirle a miss que prepare una…- nota por el gesto de la sanadora que no logra convencerla, ella apunta confiada al juego de tazas que humean sobre la ratona junto a la carta –Justo a tiempo ma cheri- ha sonreído divertido y se lanza sobre la infusión –Ahh, delicioso… Se siente confiado al enfrentarse a diferentes situaciones sociales donde se encuentra siendo una mala compañía o simplemente una incómoda molestia, pero no puede decir lo mismo en el silencio que la Evans forma despiadadamente, asume que lo merece, pero esa vana confianza lo hace seguir parloteando cosas sin sentido. Y es que ella no entenderá nunca la importancia de no brincarse pasos en el proceso de la resolución de un caso. -Pero qué bueno que me lo ha recordado, la visita quiero decir, siempre sale algo bueno de conversar con usted ¿sabe? es encantador, y si debemos estar listos ¿Donde he dejado mi caladero Nuevo? Si, justamente ese, el de cristal, yo creo que está siendo mi favorito, hágame un favor, Bel, puede usted ordenar un poco la estancia? Créame que la visita lo merece, no deje objetos filosos ni frágiles al alcancen puede ser peligroso a menos de una altura de un metro, mejor uno y medio, uno nunca sabe…- las palabras salían sin cuidado, la voz ronca del hombre se escucha serena que no sería difícil caer dormido con ella –¿Trajo consigo el encargo que le pedí? Ah muchas gracias, lo tomare- se ha perdido tras las puestas del pequeño laboratorio alquimista que tiene en la habitación de junto, Tras el vidrio empañado se puede ver su silueta ir y venir de un extremo al otro del improvisado laboratorio de pociones en el que se convirtió ese cuatrillo, masculla palabras ondas pero se le entiende solo asoma la cabeza por entre la puerta para seguir contando a la Evans una de sus hallazgos en los pantanos de Sussex. De ninguna manera la Evans debe preguntarle más sobre el cliente de esta tarde, mucho menos recordar (o tratar de hacerlo) lo que respecta al caso anterior. Obviamente es un tema que Ollivander (y sus conflictos mentales sobre comportamiento humano) aun no es capaz de transmitir del modo que le gustaría. Y siente extrañamente agradable en aquella situación, por un momento piensa que ese cuadro raro donde la Evans ordena los libros en los estantes y después se acomoda bonachonamente en su butaca para escuchar a la recepcionista cotillear con ella mientras remueve extrañas manchas del muro (nadie se lo ha pedido, pero ahí esta y al mago le ha simpatizado el modo), la elfo que llego con la intención de alertar al mago por no avisar su paradero, pero que al final se les ha unido en la limpieza y él escuchándolas desde la otra habitación. Es esto lo más relacionado al concepto de “tener una familia” que es capaz de generar en su retorcida cabeza por un segundo. El burbujeo del caldero hirviendo trae consigo al fisicoquímico (como dicen los muggles) de regreso al humeante cuarto, parpadea varias veces para espantar el ensoñamiento y sus agiles manos destapan un frasco con una sustancia verdosa y la vierte en el caldero. Se mueve con un ritmo tan elegante que parece tan cortes el modo en el que ha añadido dos ingredientes mas al caldero. Su rostro se deforma aún más tras su reflejo en la superficie de cristal ¿Por qué no había conseguido uno de estos antes? Era fascinante ver el burbujear de las sustancias desde el fondo del caldero. Sobre la mesa el reloj de bolsillo de la nada hace un ruido feo muy parecido a un ave, es de volumen bajo, pero él lo escucha con facilidad, sin despegar apenas los ojos de su caldero tantea descuidado por la mesa para encontrarlo, en el camino ha tirado un par de frascos vacíos y chochado con filosos objetos, pero al fin lo consigue. Un segundo es suficiente para despegar la Mirada al fin del caldero y sonreír tan satisfactoriamente –Esta hecho…- es difícil adaptar la nueva postura, ha estado encorvado observando el fondo de la olla que cuesta enderezarse. El mechero tipo Bunsen se apagó con brusquedad, se arrebata sin cuidado los guantes de las manos y los arroja fuera de su vista tras el delantal marrón y las gafas con aumento que llevaba encima. Tras tapar el caldero de par en par ha abierto al fin las puertas de la habitación y se adentra al consultorio como si nada hubiera pasado en este tiempo. La hora de la misiva esta por dar en el reloj, pero por supuesto es consciente de eso sin siquiera volver la mirada al reloj. Se ha puesto cómodo nuevamente en su sofá, tan tranquilo con una naturalidad extraordinaria que pronto esta fuera de lugar. -¿No debería estar usted en otro lugar?- masculla, ha vuelto a su pose de meditar, con los bicolores ocultos tras los parpados. El silencio es su respuesta, pero el mensaje ha sido claro y escucha a la recepcionista levantarse de su asiento a toda prisa diciendo algo sobre haber dejado en la cocinilla de la planta baja la tetera en la lumbre durante todo este tiempo. Basta apenas entreabrir los ojos con una mirada para nada amenazante, pero si impaciente por parte del mago para que la criatura después de un puchero se cruce de brazos molesta y después de reverencial con exagerada cortesía a la Evans se esfume de la habitación. Y otra vez son solo ellos dos. Hay un largo silencio y el, a pesar de su postura, está dispuesto a escucharla hablar -¿Puede leerme la carta que esta sobre la mesa? Ya la he leído yo, pero siempre se percibe diferente cuándo se escucha de alguien más, por favor. En el piso inferior una vieja mujer se encuentra exhausta por bajar de modo kamikaze los escalones del local, al fin consiguió apagar el fuego, pero es una lástima pensar que esas manchas de tizne será difícil quitar del trasto. La puerta principal se arrastra con dificultad y deja entrar el frio del exterior, la mujer se sorprende pero pronto arregla su vestido y acomoda su peinado para recibir visitantes, no puede evitar sonreír, esto de algún modo le emociona tanto. -¡Sean bienvenidos!- dice con demasiado entusiasmo –Dejen sus abrigos por ahí, si justo ahí, que bueno que estén aquí…-eso es solo parte de su guion de bienvenida –Has tomado la decisión correcta querida…- toma en forma de consuelo la mano de la joven que ha entrado, la diferencia de temperaturas es muy notoria –Ahora, ¿a quien recibe los consultores? @@Kutsy Stroud Lenteric @
  4. Aquella puede ser la tercera vez que lee la carta y lo hace con el mismo recelo que la primera ahora mismo puede saber mucho de la persona que la ha escrito, pero hay algo en la misiva que lo hace dudar, existe otro motivo por el cual es necesario leerla una vez mas. Y es difícil comprenderla, porque sin importar el texto, las entrelineas son difusas y no logra comprender el propósito del remitente. Que importante era aquel dato y Ollivander solo puede causarle desprecio leer el final de la nota. Hubiera sido mejor dejarla donde la encontró. Su brazo cae pesado por un costado del sofá, y una esquina del papel alcanza apenas a rozar la madera del suelo. Las llamas en la chimenea se alteran con la fría corriente que ha entrado por debajo de la puerta, es tan obvio que alguien ha llegado al local, pero no se preocupa por ello, y ni siquiera es capas de mover un dedo, sigue sumergido en la telaraña en la que se han convertido sus pensamientos, porque está seguro de que esta omitiendo algo importante en esa misiva y al mismo tiempo no desea seguir adelante. Tiene tanto que decir, y sus ideas corren dentro de su cabeza más rapido de lo que puede soportar, el crujido de la vieja madera del piso inferior causa estragos en su línea mental y distorsiona sus pensamientos. Y en un instante, ha tomado ya una dación. Rápido de un salto está de pie, apresurado al escritorio lleno de libros, correspondencia olvidada y objetos diversos, rebusca velozmente, mantiene un ritmo de frenesí extraordinariamente silencioso, el ruido de los escalones chirriantes es más fuerte que el que hace su respiración y retumba con eco en su cabeza. Pero resulta ganadora su búsqueda y ha lanzado con fuerza al aire la vuelapluma que la sanadora ha olvidado (y que en realidad ha escondido tan solo para ver la diversidad de gestos que es capaz de hacer la mujer al tratar de recordad donde es que la ha dejado) y a ella, la vuelapluma, la acompaña un trozo de pergamino que el mago ha arrancado sin mucho cuidado de uno de los tantos libros sobre la mesa. -Estas palabras con exactitud: Con destreza ha arrebatado el pedazo de papel envolviéndolo hábilmente en un sobre, no tiene tiempo para titubear, los últimos escalones son subidos con esfuerzo, ¿Acaso ella ha dudado entrar? Eso le da cierta ventaja a Ollivander. Sus rápidas manos y silenciosos pies descalzos le han ayudado en demasía, sin hacer menos a la magia que está de su lado. Con mucho cuidado se las ha ingeniado para abrir la ventana, al exterior ha arrojado la carta con tanta fuerza que el movimiento lo hace girar sobre si, solo lo suficiente para que en un par de pasos logre alcanzar su butaca abandonada y dejarse cae sobre ella con carta en mano. Un gesto feo hacia el ave que lo vigila sobre el estante (la lechuza propiedad de la recepcionista) le indica al animalillo que es hora de hacer algo más que empolvarse en esa habitación. Puede verla desaparecer al atravesar las cortinas. El frio se cuela ruidoso por la ventana abierta, pero un ademan la cierra al mismo tiempo que la puerta del despacho se abre. Nada puede notarse dentro de la habitación. Él luce impecable, no parece que se levantara de ahí en un tiempo, ni siquiera se le ve agitado, es muy conveniente que su cabello siempre este desordenado, no puede llamar la atención después de todo el relajo que le ha costado enviar la carta. Y le comparte una silenciosa bienvenida a su acompañante, su rostro lo dice mas no está seguro si ella lo comprende. Se siente contento después de horas, la ve entrar, solo se da cuenta que le sonríe cuando la escucha hablar por primera vez en un tiempo y sus palabra han hecho que el gesto se pierda. No puede evitar no sentirse mejor ahora, ella es sencillamente encantadora él. -Consiguió sorprenderme por completo esta vez – el solo juguetea un poco -No he podido escuchar ese arrastre espantoso que hacen sus zapatos cada tercer paso que da usted- es tan monótono que casi parece real. Existe cierta reacción sobre él por las palabras que la mujer le ha dicho después, lo ha puesto tenso, pero nada que no logre controlar. Solo responde con un gesto sin importancia, encoge los hombros y nuevamente le sonríe, esta vez con menos entusiasmo. La carta nuevamente es su objetivo visual y en poco tiempo también es el de ella. Sin esperarlo realmente al fin obtiene una primera respuesta por parte de ella, así lo imagino. Tantas preguntas le son arrojadas por la sanadora, ha decidido no contestar hasta que ella ordene sus prioridades, y es ahí cuando de pronto la pieza no encaja en el tablero. Él debe conocer al remitente. Pero la verdad es que no se siente capaz de hacerlo, el nombre ni siquiera es de su gusto y se muestra tranquilo a pesar de la alarma en el timbre de voz de su sanadora. Consigue preocuparlo y sin embargo escoge seguir adelante con esto. -Por supuesto que si- la misiva termina sobre la ratona sin mucho interés -Ayudaremos, pero cada cosa a su tiempo. Ahora lo importante es recuperar el tiempo que se ha perdido. Vamos, vamos que es mucho- está de pie y acompaña del brazo a la mujer -Vaya a su casa, relájese un poco, tome un refrigerio, busque un atuendo cómodo, ¡pero elegante!, hoy tendremos visita...- entrecerrando los ojos finge ver algo en el reloj –La espero a usted aquí poco antes de las dos, tomaremos té mientras compartimos alguna charla casual, pero poco importante mientras esperamos- un no por parte de la mujer no es opción, la ha acompañado de regreso hasta recepción bajando difícilmente los peldaños -Recuerde no llegar tarde y si tiene pociones anti plagas sería muy conveniente que se trajera un par de ellas- la puerta está abierta y el frio golpea su piel descubierta -También traiga algo para los moretones, quizá sean de ayuda. Un consejo no vista de blanco, ese color es espantoso o ¿piensa usted usarlo? A usted no le va tan mal el color, aah olvídelo es lo de menos- sonríe de oreja a oreja, las cicatrices deforman el gesto -Esperare con ansias su regreso, ma chére~ @ & @@Kutsy Stroud Lenteric
  5. Ondas son la huellas que dejan sus pasos sobre la última nieve que queda de la estación, las pesadas botas de exploración fuertemente amarradas sobre sus piernas llenas de barro oscuro hasta las rodillas del pantalón manchan la pureza de la blanca nieve con ímpetu, dejando un feo rastro tras el alto hombre que con largos y apresurados pasos llega al lumbral del solitario local en el callejón Baker. Sobre sus hombros elegantemente cae una capa de la que destellan colores esmeraldas, un extraño vaho sale de la torcida boca y nariz del hombre, enrojecidas por el frio, mientras respira con irregularidad, agitado por el apresurado andar. Los guantes molestan para tomar el pomo, resulta muy difícil solo llamar a la puerta y ya, esta seguro que la anciana del local no le atenderá, esta era la hora en la que la mujer mayor suele emergerse en esas novelas de romance muggle que el bueno de su hijo le envía desde el norte del América cada dos o tres meses. No es una idea equivocada hablar seriamente con aquel joven, seguramente no es consiente del daño psicológico que son capaz de causarle esas novelas a su querida madre, ni mucho menos a Ollivander. No estaría mal tan solo hacérselo saber. Entrar al local por su cuenta no es problema, no como los primeros días de lluvias cuando la madera se hincha por tanta humedad y uno tiene que hacer un esfuerzo casi sobrenatural para que esta seda. Consigo lleva una llave que cuelga de la cadena de su reloj y sin problema alguno logra entrar. Ahí no hace tanto frio, pero no puede sentirlo bien, aún sigue cubierto de fría nieve de pies a cabeza; de la mandíbula de su rostro, dentro de las extrañas cicatrices y en la punta de sus cabellos y orejas pequeños cristales de hielo se han formado y logran causarle daño al gesticular. Bruscamente la nieve que lleva encima cae ruidosa sobre un limpio suelo, ahora lleno de fango, hojas, ramas y más nieve, quitarse la capa de encima y colgarla en el perchero se convierte en una actividad capaz de estropear aquella pulcra estancia (aunque si a el le preguntasen no estaba taan limpia realmente). Sus movimientos son un poco toscos, mas vulgares que antes, pero en su rostro con sumo cuidado se dibuja una mueca preocupada por el gran desorden que ahora es su recibidor. Solo espera que la novela de amor clandestinos entre colegas del heroico cuerpo de seguridad nacional de los Estados Unidos, sea lo suficientemente romántica (o suficientemente clandestina) para no soltar la atención de la recepcionista por un rato. Y ni siquiera es capaz de darse cuenta de la carta que sus horrendos zapatos han maltratado, esta tan preocupado por tratar de evitar estar molesto que justo eso es lo que consigue, el hombre mismo ahora es un desastre, los días son más pesados para el cuándo el ciclo va a comenzar, pero no es eso lo que le preocupa en este instante. Y hace doblecillos de sus mangas hasta la altura de sus codos y de su saco desenfunda su vieja varita, la sostiene con mucho cuidado, como si se tratara de una doncella, y un suave movimiento que ni es capaz de producir una leve corriente de aire lo ayuda a deshacerse de la nieve que esta sobre el suelo y parte del mobiliario tan victoriano. Entonces es ahí cuando la ve al fin. -Estoy de regreso...- llama como si no se encontrara solo, como si hubiera sido recibido -Fue un largo camino...- la carta aunque manchada con algo más que tinta aun es capaz de leerse incluso a distancia -Tuve que preguntar a mucha gente y meterme por muchos rincones bastante interesantes, pero...- el nombre de la sanadora resalta brillante en el sobre y se refleja igual en sus dilatadas pupilas -Pero al final encontré lo que queria...- sonríe de medio lado, con aire malicioso, dejando la carta justo en el lugar que la encontró y corre sin cuidado sobre la circulación vertical que lo conducía al “consultorio”. No puede esperar más para llegar a su estudio, en el camino se ha deshecho del incomodo calzado y lo deja olvidado justo al pasar la puerta, se ha sentido terrible estos últimos días, y él solo puede pensar en lo que puede haber escrito en esa carta, ahora eso es lo que importa. La carta tiene un aroma exquisito, no puede negarlo, lo provoca en cada una de sus letras y en su mente aun brilla como oro el ocre de la tinta, puede incluso imaginar la dulce mano que escribía con tanto cuidado el nombre de la sanadora y lo doloroso que parece en cada curva y en cada pausa entre ellas. El fuego de la chimenea lo alerta, y es que no existe tal, las cenizas aun humen pero no hay llamas. Esta solo. ¿Por qué esta solo? Es irritante tan solo la idea de tratar de recordarlo, pero no saber el paradero de sus colegas en un caso como este apunta a que es culpa suya, después de todo no es la primera vez que pasa. Ahora nuevas interrogantes se forman con rapidez en su cabeza y comienzan retorciéndole pensamientos que logran preocuparlo ¿Se han marchado antes o después que el? o algo mejor ¿Ellas han estado el día de hoy ahí?. Gruñe molesto, claramente ahora reclamarle a la sanadora su abandono no es una posibilidad. Cae desconsolado sobre su butaca, ahora es muy incómoda, quizá era por las fechas, en estos tiempos incluso respirar es un problema para la bestia. De mal modo y poca gana agita su mano con desdén y pronto las brasas arden vivamente en la chimenea, la carta en el recibidor lo exige nuevamente. Sobre la ratona el fuego se refleja en una vieja y hermosa reliquia, el espejo, ese obsequio de mal gusto (no realmente) que la sanadora le había tenido, no es un crio para que tenga dar razón de sus desapariciones constantes, ¿Por qué tenía que importarle tanto a ella donde y como es que se encontraba? La Evans consigue hacer su licantropía más complicada de lo que pode serlo para él. Gruño nuevamente. ¿Dónde esta ella ahora? ¡Merlín! Y ¿por qué tarda tanto en aparecer? Se ha girado fastidiado sobre su sofá acurrucándose en él. … ¿Pero quien se cree para escribirle? Seguro es alguien más importante. ¿No crees que eso es demasiado? Si, debe ser alguien bien para ella. !Va! Tan finamente escribe su nombre, como si deberás le importara. Es claro que ve por ella. ¿pero qué va a saber? Apuesto a que no tiene el mal gusto que tu cargas, ¿y ese aroma tan dulce? Su letra es horrenda. Se preocupa por ella. No lo hace. Tiene su atención. ¿Acaso quiere matarnos?...Asesinémosla primero… ... -Cállate Grell...- apenas pude murmurar, solo su respiración y el fuego hacían ruido en la habitación -Ya no sabes ni lo que dices viejo can- su rostro adormilado está siendo hipnotizado por la danza de las llamas en la chimenea -Pero tienes razón mi buen amigo, después de todo...- se remueve solo lo necesario para tomar su varita -Ella es mon guérisseur...- y conjura -Accio correspondencia improcedente...- por lo alto alzo su brazo izquierdo y espera paciente hasta sentir en sus desnudas manos el papel frio del pergamino. Leyó.
  6. De acuerdo, él se lo había buscado, sin duda no fue su mejor idea hasta ahora, y aunque le costara, esto terminaría anotado como “importante” en el cuadernillo escondido entre las novelas muggles de espantos y que tanto le reprochaba la recepcionista como “antimoral” por experimentar socialmente con la sanadora, pero es que Bel siempre lograba impresionarlo al respecto, tenía una serie de reacciones y respuestas que le parecían e algún modo “encantadoras” que por supuesto ella no tenía por qué saberlo. Y por ahora no podía quejarse siquiera, honestamente había esperado alguna otro escarmiento físico que terminaría en un par de pañuelos ensangrentados y algún conjuro para colocar su nariz justo done estaba y aunque aún podía sentir un poco más de agua en su oído, y sí que era irritante, era mejor no decir nada más. Escucho el plan que la sanadora había elaborado, no era malo, pero tampoco le parecía bueno, por supuesto que no lo iba a mencionar ahora y aceptaría amablemente hasta que fuera el momento más oportuno para intervenir, claro solo si es que era necesario, después de todo la sanadora tenía más experiencia en el tema. No tardaron mucho tiempo en encontrar a Yamamba, Ollivander sintió un escalofrió en su cuerpo al escuchar nuevamente la voz de la criatura, era más espantosa de lo que recordaba, y el licántropo pronto sintió en su contra una ira tan fuerte que el hombre podía creer que se convertiría en bestia sin necesidad de esperar la noche. Con suma cautela asintió casi en forma e reverencia a la bruja yokai, Bel seria su pago y a cambio la bruja tendría que dejar en libertad a la chica atrapada entre los muros de la vieja choza. Pero entonces Yamamba dijo de pronto algo realmente inesperado para él y a juzgar por el rostro de la sanadora estaba seguro de que eso no era parte del plan de la mujer. Rodo los ojos con desagrado ¿este amable joven? Hubiera sido mejor seguir con la farsa del viajero de memoria perdida que se había inventado, aunque seguramente era el corro de agua en el rostro que aún le quemaba con el frio lo que hacía difícil para él creerse el cuento. No hacia más en ese momento que escuchar, Yamamba parecía que conocía ya las intenciones de los detectives y seguramente esto no se pondría mejor. De un instante a otro sin siquiera darle tiempo de cualquier otra cosa, Bel cayó al suelo sobre sus rodillas y antes de que aterrizara por completo corrió para alcanzarla, la sangre de la sanadora estaba por todas partes, y la hemorragia parecía que no se detendría tan fácil, Garry se apresuró para conjurar algo para aliviar tan solo un poco, realmente lo había tomado por sorpresa no pudo imaginar esta acción por parte de Yamamba, se sentía tan molesto, pero perder la cala solo empeoraría las cosas, ahora no solo la joven por la que se había aventurado en esta historia corría peligro, la vida de Bel Evans también estaba siendo apostada contra la bruja yokai. Tenía que pensar rápido, el espectro se le estaba adelantando y si seguía así seguro esto no terminaría bien. –No era este el trato…–decía bastante tranquilo mientras se apresuraba a auxiliar el cuerpo inconsciente de la mujer, Yamamba no podía aprovecharse mas de los pensamientos del hombre. La bruja yokai solo rio divertida –Pero jugare tu juego, si eso quieres, con tus reglas, si prefieres…– empuño la varita ensangrentada de su querida Evans –A cambio…tendrás que darme algo más a cambio si ella no vuelve… La bruja solo reía cada vez con más fuerza. ….. –Jangles- la vozdel niño se escuchó de pronto entre los ecos de los pasos apresurados que resonaban en el pasillo. Era una avenida larga con columnas ornamentadas desde su base hasta lo alto de sus claros, por entre los arcos llegaban los aromas de la tan variada flora exótica del jardín interior y alguno que otro ruidillo de seguramente algún animal escondido entre las ramillas. El hombre alto que caminaba por el extenso pasillo apretaba con fuerza la mano del crio que apresuraba sus pasos para alcanzar a los de sus padre y en su otra mano un puñado de pergaminos meticulosamente ordenados contra su pecho como si fueran lo más valioso que cargaba consigo. El intentó de un fallido peinado le estorbaba en el rostro del pequeño y resoplaba de ven en vez para poder divisar el camino por el que lo llevaban casi arrastras. –¿Cómo dices?- el hombre parecía sumido en sus pensamientos, debes en cuando se le escuchaba que murmuraba algunas palabras sobre lo tarde que era ya. –Jangles era su nombre- insistió el niño como si no pasara nada. –Te he dicho que no balbucees de esa manera Grelliam, no entiendo nada de lo que dices. –El otro día se lo he contado ¿lo ha olvidado? Era Jangles el nombre de quien entro a casa y rompió el jarrón preferido de madre– el hombre muy irritado paro en seco volteando de pronto, e encandece tomo al niño por los hombros con frenesí. –¿Cuantas veces te he dicho que no inventes historias?! – el niño medito un segunto. –¿Usted quiere que le responda con números exactos o un estimado esta bien? – pregunto sin malicie mientras contaba los pequeños dedos de sus manos. El hombre suspiro cansado. –Escucha hijo, hoy es un día importante para mí, quiero decir para ti– aclaro su garganta –Para ambos… –¿Para ella también? –Sí, para madre también, ella espera que esto salga bien, así que por favor trata de…– ¿cómo explicarlo? –No causar líos y trata de ser un niño normal y bueno– le sonrió fugazmente. –Ser normal es un término relativo padre…– hablaba distraído en lo que contestaba –También lo es ser bueno o malo…– el niño de grandes y brillantes ojos ladeo la cabeza curioso solo estropeando más su peinado de alborotados risos cobres –Eso es lo que dice… –¡Se muy bien lo que ella dice Grell!– el hombre llevo su de sus manos hasta su boca cubriendo su mostacho rojizo, de pronto parecía bastante nervioso. Le tomo unos segundos componerse –Sabes que no debes creer todo lo que mamá dice hijo, ¿me entiendes?– el pequeño asintió para contentar a su padre, pronto un elfo domesticó se apareció frente a ellos y el niño parecía maravillado ahora por la criatura dejando aquel mal rato atrás. –Señor Ollivander, pero ¿qué tan tarde es? –Lo sé si, lo siento es solo que – de reojo observe al pequeño que a distancia tras las largas piernas de su padre curioseaba a la criatura, a pesar de que conseguía fácilmente causarle mal sabor de boca, las rodillas raspadas, y las coloradas mejillas contrastando en esa piel descolorida siempre lograban conmoverlo. Aclaro su voz con rudeza –¿Tu amo puede recibirnos ahora? – preguntó mas que serio y la criatura le sonrió misteriosamente. –Ahora mismo lo llamare, espere por favor en su despacho, es por aquí, pero el niño no entra, no quisiéramos que causara estragos sobre las cosas del amo. –Espera aquí hasta que te llame Grelliam, por favor– el hombre siguió extraña criatura dejando al pequeño esperando en una banca cerca de una gran y ostentosa puerta. Solo habían pasado un par de minutos, pero el pequeño Grelliam podía sentir que la vida se le estaba yendo en ese lugar, la silla comenzaba a cansarle a pesar de que ya había cambiado su postura más veces de lo que en tiempo que llevaba ahí. Los ruidos que venían del jardín eran demasiado atractivos para él, así que con mucho cuidado bajo de la silla como si fuera incansable el nivel del suelo, y camino de puntillas hasta la puerta donde había perdido de vista a su padre, tratando de ser lo más silencioso posible sin dares cuenta que los ruiditos que hacía con su boca eran más fuertes de lo que eran sus movimientos. No escuchaba nada a través, eso solo quería decir que seguramente su padre aun esperaba a que llegara ese “señor pomposo” con el cual su padre trataría de hacer negocios ¿qué había dicho? Ah sí, la “poción millonaria” ¿Porque su padre no podía dedicarse solo al negocio de las varitas como su abuelo? A Grelliam le gustaba cuando acompañaba a su abuelo a buscar las maderas correctas para cada varita. Considerando eso seguro tendría tiempo para una aventura, seria cuestión de un par de minutos, conocía a su padre y si el hombre aceptaba hacer tratos con él seguramente el trato tendría que quedar listo bajo contrato (su padre previniendo perder un buen negocio) y si no, si el hombre no quisiera hacer trato, estaba seguro que la cabeza de los Ollivander insistiría hasta conseguir aunque sea un “voy a pensarlo” por parte del dueño de aquella poción. De eso estaba seguro, pero las variables eran inciertas por no conocer al “señor pomposo” con el que su padre negociaba. Un Segundo quedo en su lugar pensando, después de encoger sus hombros despreocupado corrió hasta donde se situaba el jardín. Corrió tan rápido como podía (que no era mucho) corrió a lo largo del pasillo, a distancia podía distinguir la luz del sol que se colaba por los vanos de los arcos y el aroma embriagante de las flores. Un ruido extraño lo hiso frenar de pronto, alguien salía de una de las habitaciones que conectaban con el pasillo, el pequeño corrió hasta esconderse detrás de una de las columnas que podían ocultarlo perfectamente sin problema, era un niño muy pequeño. Sin dejar de hacer musiquilla con su boca se asomó, la curiosidad era demasiado para él, a pesar de la distancia distinguió fácilmente como una mujer atravesaba por el marco la puerta, su cuerpo temblaba y su piel era tan pálida como si se tratara de un fantasma –Asombroso– murmuró imaginado que se encontraba realmente con uno. Entonces salió a su encuentro con la mujer fantasma. –Estas sangrando…– dijo secamente –Los fantasmas no sangran de ese modo, ¿o sí? – el par de brillantes ojos bicolor se mostraban tranquilos, pero las pequeñas manos se removían inquietas dentro del bolsillo del overol del pequeño –Tú no has muerto aun–sentenció finalmente.
  7. -Lo siento- habló como un susurro -¿Está usted bien?- la mirada curiosa del mago se paseaba por toda la cara de su acompañante buscando algún malestar –Fue una viaje brusco, usted sabrá disculparme- se le oía más un poco más aliviado al ver signos positivos en el rostro de la sanadora, en su otra mano aun sostenía a la tzanta que dormía y solo había hecho un par de ronquidos por la sacudida. Alrededor de ellos aún quedaba algo de la neblina verdosa por la aparición de un momento atrás, los excéntricos muros del callejón Baker habían quedado lejos tras el fuerte estruendo que incluso la recepcionista del local había escuchado –Lamento mucho ese último paso…-continuo hablando mientras le daba la espalda a la mujer mientras rebuscaba con su mano libre en su bolsillo una cuña de madera –No es común que me pasen estas cosas es solo que…- sin mucho esfuerzo sobre sus rodillas cavo rápidamente una sepa lo suficientemente onda para meter la tzanta y volverla a cubrir de tierra –Tiene usted pies torpes- le sonrió. Después de haber escuchado en Baker Street las hazañas que alcanzaba su valiente compañera, se había convencido y le había ofrecido ir entonces al lugar del enfrentamiento, con un par de pasos de vals (quien era esa mujer para decirle que necesitaba el hombre de más practica) pronto la acerco a él y pronto el callejón no estaba más bajos sus pies. Lejos entonces ¿por qué no terminar con todo eso de una buena vez? odiaba a esa tonta cabeza que lo había llevado a espantosos e inservibles lugares convirtiéndolo en lo que parecía un interminable viaje, el mago estaba cansado y por supuesto que el licántropo no lo soportaría más. Entonces ahora le preocupaba la reacción que la sanadora pudiera tener, mas no quería seguir siendo ese olvidadizo personaje que había inventado solo para engañar a su carcelero, incluso se había encontrado molesto consigo por tener que olvidar los rastros de Bel (aunque fuera solo una actuación). -Es usted muy buena para segur la corriente- siguió hablando con toda normalidad, y sus facciones y su rostro volvían a ser los de el buen Garry Ollivander -No hubo siquiera por que darle señas de mi incomodo equipaje- de reojo veía de tanto en tanto nervioso el bulto de tierra que sobresalía del nivel, como si temiese a que pronto volviera a salir de ahí gritoneándole con esa horrenda voz que tenia -De no haberme presentado ese curioso artefacto…-señalo el anillo que colgaba del cuello de la mujer –Es posible que yo mismo hubiera pensado que me había descubierto mi treta y estaba siendo pacientemente cooperativa- hablaba en monotonía, mientras revolvía dentro de su bolso de viaje, sin posar ni una vez la vista en la mujer –Ahora vamos, ya hemos perdido mucho tiempo…- del bolso saco el excéntrico reloj de bolsillo que nunca perdía de vista y echo un vistazo at tiempo -Ella sabe que estoy aquí, y que ahora, que estoy menos solo- un largo segundo permaneció casi pensativo mientras veía lenta y forzosamente ver moverse la manecilla retorcida del reloj -No estamos lejos, pero tampoco cerca, solo lo suficiente para planear en el camino como enfrentaremos a Yamamba, tengo un par de ideas, pero no tiene idea de lo ansioso que estoy por escuchar sus deducciones y bueno ya veremos que sale de todo esto entonces vamos, es justo por aquí…- dudo un instante –O posiblemente era…este... ¿Por este lado?
  8. Todo había salido bastante bien, aceptable, y ahora estaba solo en alguna otra habitación vistiéndose demasiado formal comparando sus andrajos con los que había llegado, un pantalón de vestir oscuro y una camisa blanca, a pesar que las tallas parecían haber sido fabricados para él, podían formarse algunos pliegues sin problemas. Bastante cómodo para Ollivander y mientras abotonaba la camisa veía sobre el reflejo del espejo un rostro un poco más familiar, se reconocía con aquel atuendo casual pero que no dejaba su formalidad y en la mirada perdida, un pensamiento llego de pronto: “y no conservas memoria alguna sobre para que llegaste allí con esa mujer”. Una sonrisa torcida se había ido tan rápido como había llegado, apareció fugazmente, claro que la recordaba, o por lo menos sabia un poco más de esa mujer de lo que habría contado en su historia, pero lo que fuera aquella persona no significaba nada para solucionar aquel caso espectral, o al menos él no lo consideraba así. Exhalo justo al terminar con el último de los botones: “¿Nada de lo que era tu vida antes de esa aventura?”, ahora ya no estaba tan seguro de si la sanadora podría ayudarle. Sobre la camisa, de la cual había doblado las mangas hasta los codos para que no le estorbasen, se vistió con un chaleco del mismo negro con detalles grises claros ¿Era demasiado osado vestir de aquella manera? Era más cómodo así para él. Con ayuda de magia trenzó su cabello y se calzo un par de pulcros botines marrón que no hacían juego del todo pero que eran muy cómodos, y entonces salió del cuarto. Compartía la habitación con la sanadora nuevamente, le contemplo un momento antes de terminar a su lado ¿En verdad podría con esto? De un momento a otro el escenario cambio alrededor de ellos, el húmedo local se había quedado atrás dejando paso a gigantescos árboles de cerezos, el pensadero los había llevado a una época y tiempos distintos, y aunque sabía que todo aquello era parte de un recuerdo se deleitaba observando el oscilar de las ramas tras la brisa, un espectáculo que no había avezado con anterioridad, por el rabillo del ojo no perdía detalle de la sanadora que ahora contemplaba a una joven pareja que parecían tener una plática, más que romántica, constructiva. Entonces el muchacho con el que compartía recuerdo la mujer comenzaba a hablar del espíritu con el cual Ollivander había logrado conseguir un trato, el joven hablaba de Yamamba y de cómo podían tener una posibilidad en contra suya. El mago asintió al apretón de la sanadora ¿En qué momento lo tomaba? y soltó el agarre pronto volvían al viejo 221B. –Tengo muchas dudas para ser honestos– rápidamente volvió hasta la butaca donde había dejado su viejo morral que ahora desencajaba en aquel caballero –Pero solo una es la que me importa más– entonces ella lo dijo “…tienes mi palabra de que pase lo que pase, los salvaré a ti y a ella”. Sintió unas ganas terribles de ir hasta su lado y viendo directo su reflejo en sus ojos confesarle que no tendría por qué hacerlo. Pero simplemente asintió agradeciendo, como ese gesto tan irreal de “el que no ve, no cree”. Y se giró dándole la espalda mientras rebuscaban dentro de su bolso –¿Cuál será entonces el plan? Llevaremos a Yamamba una pasión…– su vos era suave y era en la habitación un alto soniquete –…Y ¿la cambiaremos por el alma de ella? – sonrió con tristeza –¿Eso puede funcionar? – del morral saco la tzantza que parecía dómida –¿Yamamba nos regresará el alma de ella así de fácil?– con un par de golpeteos leves comprobó si aun dormía y giro nuevamente para presentársela a la mujer al mismo tiempo que por detrás, mientras la sujetaba en lo alto, hacia un gesto con su índice de que guardara silencio –Ella no debe saber cuál es “el plan” – murmuro con gesto divertido casi como Garry lo hacía cuando no tramaba algo bueno.
  9. *****Flashback***** Con fuerza suficiente llamo a la campana del patio, el viento había parado hace un par de horas y Ollivander había podido avanzar más allá de lo anteriormente conseguido, pronto no había tardado en encontrar una antigua casa muy al estilo oriental en excelente estado. Había perdido a su acompañante hace mucho tiempo atrás, la joven de cabello claro y largo de pálida piel y ojos brillantes desapareció tras aquella ráfaga de viento separándola de su lado. Llamo de nuevo pero no obtuvo respuesta alguna, había algo muy extraño en ese silencio. Redirecciono su camino y seguiría antes de que la tormenta callera de nuevo sobre él, ¿existe alguna posibilidad de que la niña que lo había traído hasta ese lugar aún siguiera con vida? Antes de ir más lejos una estremecedora voz lo sorprendió. Se trataba de una anciana de horrible rostro arrugado y una gran sonrisa, casi anormal, Ollivander pensó que era muy posible que con ella podía devorar personas de un solo bocado, vestía un andrajoso kimono rojo de terrible olor. La anciana batallaba en caminar hasta él apoyándose con un largo bastón de madera blanco, lo que le había logrado sorprenderlo bastante era como había llegado hasta él sin darse cuenta. El licántropo se resintió. –Buen día joven viajero– reprimió las ganas de confesarle a la mujer que él no era un viajero –¿Acaso usted también se ha perdido en su camino– negó –¿No? entonces ¿cómo es que ha encontrado mi dulce hogar?– el mago se giró hacia ella y le reverencio con cortesía –¿Cómo dices? ¿Has perdido a tu amiga? Vaya pero ¡Que catástrofe! – chillo emocionada –Extraviarse por estos lugares puede ser mortal para quien viaja solo, por suerte yo he de encontrar a los viajeros perdidos, ¡venga! Vamos adentro que la tormenta casi nos alcanza y así será más difícil encontrarla, si a tu amiga y a ti mismo también– rio mientras se encaminaba al interior de la casa –¡Vamos! Que hace un frio terrible y estos pobres huesos ya no pueden andar como antes. Vamos, vamos, no te quedes ahí de pie ayúdame a abrir la puerta, es tan vieja que se necesita un fuerte empujón para poder entrar. Ollivander ignoro cualquier gesto que su “instinto animal” le decía a gritos, era obvio que el licántropo podía resentir cualquier rastro paranormal que lo estuviera amenazándolo, eso siempre había sido de bastante ayuda mientras participo en actividades anteriores a buscar desaparecidos. Dentro de aquella edificación todo parecía más oscuro, como si por los vanos no entrara luz alguna, si era más cálida que el exterior pero no era una gran diferencia, dentro suyo la bestia le decía que ese no era lugar para un hombre, pero le resultaba difícil dejar el lugar y sobre los muros, los adornos y los mueves podía notarse una clara cultura japonesa en cada rincón, él no era un experto en el tema. –¿Qué dices? *rio* no, tu amiga no está aquí, ya no más, pero si se ha perdido seguramente es que haya pasado por aquí o no ha de tardar en llegar, las chicas siempre son más listas que los muchachos y no se ven a menudo por aquí– la mujer entrego al mago un par de leños y una piedra ferrosa y le empujo hasta la chimenea –Lamentablemente son más sentimentales que los muchachos y terminan perdidas en el camino por error– rio con lastima –¡Eso es! Muy bien no has batallado nada en encender el fuego, seguro estas hambriento, un hombre como tu alto, alto, debe comer mucho aunque ese aspecto que te cargas *rio* seguro podrías cuidar de mi hogar cuando quiera yo irme a descansar *rio* ¿Dime te gustaría hacerlo?– la extraña anciana parecía bastante contenta de tener a Ollivander de visita y mientras el mago terminaba de acomodar los leños contesto –¡Fascinante! – la mujer se partió en risas por la respuesta del mago. Después de un rato lo había dejado solo en el comedor, en su momento no recordó haber viajado tan lejos, pero eso podía explicar mucho sobre la vieja, sobre quien podía ser y ese comportamiento tan extraño que lo había hecho deshacerse de sus sucios zapatos ates de entrar, podía decir que sabía de qué se trataba pero no tenía el conocimiento para enfrentarse a aquello, tendría que ingeniárselas para mantenerse consiente el tiempo necesario. Desde el interior de lo que pensaba era la cocina se escuchaban ruidos de todo tipo, trastes cayendo al suelo ruidosamente, y golpes o tropezones que la mujer daba, Ollivander en más de una ocasión se había ofrecido en ayudar a la mujer a cocinar, pero ella se había negado rotundamente y le había confesado “Sera una cena especial, para mi invitado especial” y de vez en vez asomaba su horrendo rostro tras la puerta para preguntarle sobre algún ingrediente especial que el hombre prefiriera. –Entonces dime amigo mío ¿Qué es eso que aun tienes pendiente por hacer? – de nuevo había conseguido sorprenderlo –¿No lo sabes aun? ¡Como así! – sobre la mesa dejaba un par de platillos de excelente aspecto culinario –Si aún tienes pendientes mi amigo, no podrás ocupar mi lugar pronto– la mujer entristeció de pronto, haciendo su feo rostro aún más horrible, y sollozo un largo rato, el mago había tratado de consolar a la mujer si no es que de pronto entre su llanto podía escucharse detrás de aquellos frágiles muros de madera la voz de una joven mujer atrapada que pedía auxilio –¿Cómo dices mi amigo? ¿Engañado? Yo no te he engañado amigo mío, jamás podría, en cambio tu...– su vos aguda y chillante cambiaba monstruosamente –Pero tu mi amigo sí que lo has hecho– de pronto la anciana caía al suelo y comenzaba su figura a transformar. Estaba pasando, justo ahora frente a él, debió haber pensado más rápido antes de terminar en aquella situación , pero aún estaba lo suficiente confundido para saber qué es lo que estaba haciendo ahí, buscando a aquella mujer de la cual ni siquiera su nombre sabia. El mago no perdió más de su tiempo y a pesar de aquel ultimo pensamiento corrió tras aquellas puertas que no sabían hacia donde exactamente lo estaban llevando, solo seguía la voz de aquella mujer que lo llamaba cada vez con más intensidad, con desesperación, podía sentir que entre más la escuchaba mas era su deseo de encontrarla, su voz parecía enloquecer a la criatura y con desesperación atravesó cada una de las puertas que se encontraban en su camino. –He visto tu corazón– la voz modificada de la anciana retumbaba en toda la habitación –Yo tengo a aquí eso que realmente quieres– el hombre llego a una extraña habitación parecía la más vieja y más descuidada de todas –Hijo mío– el hombre quedo petrificado de la impresión, sus bicolor abiertos de par en par no daban crédito a lo que ahora contemplaban delante suyo –Cuanto tiempo sin verte– la mujer esbelta comenzó a llorar casi desesperada –Pero mírate ya eres casi todo un hombre– el mago sintió un miedo jamás experimentado antes –¿Qué pasa hijo mío? ¿Es acaso que no recuerdas a mamá? – pronto el llanto se convirtió en rizas esquizofrénicas –¿Es porque tu no amas a tu madre amigo mío? ¿acaso le temes? – el hombre le gruño pareciendo más la bestia y continuo corriendo tras la voz de la joven mujer. Aquello había cometido un error y tenía que aprovechar para poder salir de eso. Después de la aparición de su madre lo que fuera que lo estuviera persiguiendo lo había dejado solo en aquella habitación, incluso noto que la aparición se había mostrado al margen de la entrada, tenía que haber algo ahí que lo mantuviera seguro, pero era difícil pensar, los gritos desesperados de la mujer eran cada vez más fuertes. Entonces no tardo más en darse cuenta que solo había dos formas de salir de ahí, y solo una de ellas los sacaría vivos a ambos, pero no sería sencillo, tenía que ser muy cuidadoso y por supuesto no podría hacerlo solo. La primera parte de su retorcido plan era la más complicada si no resultaba bien, por lo menos haría lo posible por dejar a alguno de los dos con libertad. –¿Un trato dices?– la anciana rio estruendosamente burlándose así de la osada propuesta del “viajero” –Me gustas amigo mío, me divierte tu compañía, hay algo en ti que me recuerda a mi querido hijo !oh como lo echo de menos!– pronto la fea mujer volvió a tomar la forma de una anciana y frente camino de regreso al comedor – Él era tan temerario, así como lo eres tu e insensato como seguramente también lo eres tu– el mago la siguió con mucho cuidado y la criatura no dejaba de erizarle los cabellos de la nuca temeroso, jamás había sentido tan inseguro al licántropo –Seguramente has de haber hecho llorar a tu madre tanto tiempo, si lo sé, no tienes que contarme, lo he visto ya ¡Oh pobre mujer! – Ollivander sintió de pronto un nudo en la garganta –Entonces dime pues ¿de que se trata ese trato tuyo? Te escuchare y si no es de mi agrado te marcharas lejos dejando a tu amiga atrás, pero si regresas no te prometo otra oportunidad. *****Final del Flashback***** Lentamente abrió sus ojos, las velas que alumbraban el cuarto casi se consumía por completo, su cuerpo era ahora tan tibio y la habitación de había llenado de espeso vapor que le hacía difícil respirar pero que le resultaba tan agradable. Pronto busco el rostro de la mujer, ¿Qué pensaría ahora? ¿La habría convencido? Exhalo y el vapor que salió de su boca tomo la figura de una esbelta bailarina que danzaba frente a él, se sintió relajado, como si haber revelado su historia le quitara un peso de encima. –Ella me ha dado una oportunidad, me ha dejado salir de ahí, pero a cambio, por el alma de mi…compañera, debo buscar una poción o sustancia mágica que ella desconozca– recargo con pesadez su nuca en el filo de la tina y la figura de vapor se esfumo justo en un errático movimiento – Pero a Yamamba es difícil de engañar y conmigo a enviado a un tzantza, que me lleva por donde quiere, hasta encontrar con el brujo o hechicera que pueda darme dicha poción, pero la luna llena me atrapo en un pueblo al poniente de Asia y me tuvieron cautivo un tiempo– logro hacer un puchero como Garry solía hacerlo –No ha sido sencillo salir de ahí y esa tonta cabeza solo me lleva a donde ella quiere, me ha costado mucho convencerla de traerla por otro camino y poder llegar hasta aquí– se incorporó hasta estar sentado en la tina –Al final, al igual que a Yamamba solo le importa una cosa– lucia más descansado, limpio incluso se veía al desalineado consultor que era –No quiero eso, no quiero cobrar una vida por otra, joven mujer. Tiene usted que ayudarme para enfrentarme a Yamamba y salvar a mi quería amiga.
  10. EL agua caliente le reconfortaba casi inhumanamente el cuerpo, pareciera cosa de magia, y sumergió cada uno de sus rizos hasta que la voz de la mujer se convirtió en un extraño ruido en sus oídos embutidos en agua caliente. Sentía que ahora no necesitaban nada más, sería que ahí abajo podía durar siempre y que no existía problema alguno que lo perturbara más, no había una luna llena debajo del agua tibia, mucho menos una maldición, pero ¿En que se había convertido Ollivander si dejaba las cosas sin resolver de aquel modo? El último aliento de sus pulmones salió ruidoso y sus ojos bicolor se abrieron lentamente, la luz de una vela que oscilaba y el techo de madera oscura era lo único que alcanzaba a distinguir, y las burbujas que salían de sus narices y alteraban la superficie de la bañera. Pronto el aire comenzó a hacerle falta. No le importaba si salpicaba afuera de la bañera o que algo de aquella sacudía había terminado sobre la mujer que entraba detrás suyo. El hombre le vio cansado y asintió gratamente a la mujer. Después se dispuso a ser escuchado si eso quería la mujer. El tiempo pareciera que había dejado de existir y pronto se sintió en su verdadero hogar, quizá podía darse ese pequeño gusto solo un instante, había dejado sus pertenencias lejos de aquella habitación, por lo que era posible que no corriera riesgo alguno, pero tratándose de malogradas maldiciones era mejor siempre no arriesgarse. Medito en su lugar por un par de minutos, sin emitir sonido ni ejercer movimientos, solo era él y sus pensamientos tratando de ponerlos en orden, tratando de obligarlos a ser lo que tenían que ser ahora. –¿Conoce usted una buena historia?– pregunto después de un rato y con sus largos dedos hacia figurillas sobre el agua, el vapor que emanaba de la bañera era como una deliciosa caricia en su rostro –¿Existe para usted alguna buena historia que le pueda persuadir para hacer algo jamás había pensado hacer?– interrogaba con la mirada perdida en el fondo del agua, no pareciera querer conocer la respuesta pronto –Me gustan las historias, las que son buenas y también las malas, pero nunca he sido bueno contándolas. Nunca sabes que las puede hacer más interesantes o que les puede dar un buen final- pronto se quedó quieto, sentía como si no estuviera siendo escuchado realmente –Entonces no puedes hacer una buena historia si no tienes un buen final ¿cierto? Entonces no existe la historia hasta que tenga un final ¿Me equivoco? Tenía que permanecer inmutable, imperturbable de modo que ningún sentimiento lo dominara de pronto, pensaba que eso podía arruinar una buena historia, que podía hacerse revelar si era falsa o mediocre si era dramática demás, y tenía que convencer de cualquier modo a la mujer de que escuchara su historia y convencerla para que accediera ayudarle, si no lo conseguía tendría problemas para volver. –Debe ayudarme usted joven mujer aunque mi historia no sea tan buena porque aún no tiene un final– continuo y tallaba suavemente las heridas de sus largos brazos con el agua tibia –He despertado un día sin saber de dónde venía, en un páramo frio y ventoso, es difícil ver ahí después de medio metro de distancia, la nieve abunda y envuelve todo a su paso, no se puede ver otro color que no sea blanco, es tan frio que incluso puedes pensar que el sol mismo se esconde de él, porque no puedes verlo– quizá había presionado de más una de aquellas cicatrices porque un escalofrió detuvo su charla –Es complicado caminar por ahí y moverse creo que lo es incluso si vas preparado para enfrentarte a aquella naturaleza, no existe tundra que lo mantenga vivo y los filoso caminos se convierten en letales condenados para un viajero perdido– persistió –Entonces después de un largo tiempo de caminar vino un primer recuerdo, el de una mujer, mi acompañante, habíamos legado unto a aquel lugar, pero entonces ella no estaba más a mi lado.
  11. Era quizá muy tarde para decir cualquier cosa, entendía ahora por qué aquel local podía estar algo abandonado y en esas condiciones, tenía un servicio bastante extraño, quizá extra familiar, y aquella anciana que casi lo tironeaba por las escaleras, le recordaba singularmente a un fantasma de la que recordaba haber leído antes en una historia de ficción muggle, existía una posibilidad de que esa mujer mayor podría ser igual de atractiva que la de aquella novela, claro ya estando muerta, y por el pésimo intento que estaba haciendo justo ahora, tratando de llevarlo arriba seguro no pasaba más tiempo para que ocurrirá, introspectivo echo una mirada hacia abajo, justo donde la pelirroja aun lo veía desafiante, seguro la altura de esos feos escalones no matarían a la anciana tan rápido como la fulminante mirada de la pelirroja lo haría consigo. No sentía que debía perder la calma, de hecho estaba lejos de eso, solo lo suficiente curioso como para saber en que terminaría esto, pero sin perder nunca el hilo de a lo que iba a aquel lugar en primera estancia, posiblemente le iba a llevar más tiempo de lo estimado resolver el caso tan misterioso que cargaba consigo desde tan lejos. Pronto termino en una cómoda butaca de pieles oscuras, era suave y cálida justo como él hubiera preferido, y una suave manta callo sobre sus hombros al tiempo que una taza de té humeante se servía frente a sus ojos con la gracia más elegante que había visto nunca. Ahora podría retractarse de la idea de provocar a aquel par de mujeres. Mientras tomaba entre sus grandes manos la raza que le ofrecía la residente se comenzaba a preguntar si aquello podría haber resultado una mala idea. ¿Ya habría cruzado el punto sin retorno? O aun había tiempo para eso? La mujer, después de haberle entregado la taza en sus manos, le miro conmovida una extraña sonrisa adornaba su rostro y sus grandes ojos incluso le parecía que se empañaban poco a poco, Ollivander le sonrío de lado y con un fuerte sollozo la mujer acaricio su mejilla dejando caer sobre su pálido rostro una lagrima -Me alegro tanto de que volvieras por ella…- fue lo que Ollivander logro escuchar entre un leve gimoteo, el solo le miro confundido. La dama se puso de pie y murmurando algo acerca de su piel fría y conseguir leña para la chimenea salió de la habitación limpiándose el rostro de manera nerviosa. Un minuto más tarde de nuevo la pelirroja le haca compañía en la misma habitación. -Ya entiendo..- Casi murmuro, después de un segundo más pensativo con la mirada fija en el té que oscilaba en sus manos temblorosas, se preguntaba a que sabía aquella infusión o si podía ser capaz de aunque sea quizá poder oler y disfrutar del aroma -Entonces será como usted lo diga mi señora- se incorporó y comenzando con la manta que suave que cubría sus hombros, se deshizo de cada una sus prendas, dejo caer pesadamente el extraño cinturón que colgaba de su cintura y de manera más suave y cuidadosa como si fuera de un material frágil el morral que cargaba en sus hombros heridos termino al pie de la cómoda butaca. Observo desde su lugar la puerta negra semi abierta, justo donde la mujer le había indicado con aquel rostro molesto. Sintió que su corazón pauto un muy largo segundo al ver directo a sus ojos, y titubeo un imperceptible instante -Pero vera usted que debe prometerme que después de hacer lo que diga, tendrá que escuchar mi historia hasta el final ¿Puede prometerlo?- seriamente siguió hablando mientras comenzaba a despojarse de su última prenda.
  12. Tan solo habían pasado unos cuantos segundos desde que perdió el rastro de la mujer mayor que extraordinariamente subió prisa las escaleras. Como pudo volvió a incorporarse presumiendo de tan pronunciada altura (podía decir que incluso había crecido un par de centímetros más en el último par de meses que estuvo fuera) y le costaba más de lo que imaginaba, había sido un error dejarse caer de aquel modo “tan dramático”, muy eficiente para convencer a la anciana, pero malo para sus rodillas. Aprovecho entonces para estirar los nervios de su espalda, rígidos por el fio y el largo camino y también abuso de su confianza para echar un ojo al interior del pequeño recibidor, negó haciendo un gesto de disgusto, había ahí dentro un aroma terriblemente desagradable para su nariz, algo que ya había experimentado antes, pero que no tenía antojo de recordar donde. Las escaleras de vieja madera rechinaron de nuevo, se vio sorprendió por la rapidez en la que todo sucedía (culparía al sistema ingles después) y que alguien más venia acompañando a la anciana fue fácil de notar, una persona más, con pasos torpes, ambas los tenían, seguramente su acompañante era otra mujer, de baja estatura por lo débiles de sus pisadas y posiblemente molesta o sorprendida por el modo tan apresurado en el que casi bajaban dos peldaños a la vez. El hombre se preocupó un poco, frunció el ceño y guardo desconfiado la vieja tarjeta que había ofrecido para que lo recibieran. Entre más cerca se escuchaban los pasos, sentía como un peso caía sobre él, retrocedió un par hasta topar con el marco de madera tallada del acceso principal, se tomó un segundo para admirarlo, no cabía duda que cada detalle de aquel lugar le gusta cada vez más, sintió un poco de pena al creerlo así aprobación . Por reflejo les sonreía, aunque no era como si quisiera hacerlo sinceramente más bien era una cortesía, como aquel “Buenos días, ¿Cómo está usted?” que las personas recitan una y otra vez cada vez que se encuentran, ¿realmente les interesa saber cómo están? No debe ser, era una pregunta molesta, pero finalmente cordial, la mujer que lo crio hasta donde pudo posiblemente estaría satisfecha del estándar que había logrado causar pequeño crio que fue en algún tiempo. Ahí estaba entonces con un “Buen día ¿Cómo está usted?” reprimido no seguro si era por su propia moral o por que el rosto de la mujer frente a él decía “Ni se te ocurra”. Un extraño miedo lo acorralo y no pudo hacer más que dejarse tironear por la pequeña mujer. -Creo que me confunden…-dijo apenas le era arrebatado el abrigo -Yo estoy aquí para buscar al consultor…- entonces sintió la cercanía de la mujer, no hacía falta que bajara su estatura, la cabeza de ella quedaba sin esfuerzo justo a la altura de su pecho. Confundido compartió miradas con la anciana que no dejaba ese mismo gesto que tenía minutos atrás de dejarlo en el puerta, aquello comenzaba a ser bastante irritante, pero había aprendido a ser un hombre paciente. La mujercita seguía hablando, reprendiendo al hombre como si él se tratara de un paciente fugitivo. Un momento de silencio de apodero de la habitación -Usted debe ser la sanadora- le extendió nuevamente la tarjeta -Ella ¿No lo es? Necesito su ayuda para un caso, se trata de una maldición. Tal vez sea de su interés ¿Podría entonces ver al consultor?-
  13. ... La avenida por la que caminada con pies desnudos era angosta a comparación de los extensos paramos que había estado recorriendo durante un tiempo, el clima, ni debía decirse, no hacía falta mencionar el total desagrado que el hombre Ollivander tenía por la cesación de entumecimiento que causaba el frio, y aunque su extraño cuerpo radiaba ese infinito calor no dejaba de ser irritante. Sin embargo no había señal de que le molestara en ese momento, con la mira perdida en el horizonte parpadeando lentamente de vez en vez, los largos pasos se arrastraban sobre el suelo y consigo la nieve que quedaba ente sus dedos dejando rastro detrás de ellos, a pesar de la andrajosa apariencia había algo estéticamente elegante en el porte de aquel caballero. Su rostro parecía el mal retrato de un hombre-bestia, un viejo y feo retrato, como el de aquel del viejo cazador que colgaba en la biblioteca de su padre, sobre los libros de ergonomía de su madre y que sutil y al mismo tiempo vulgarmente escondía los libros de administración de su padre. No era difícil olvidar aquello que sencillamente le parecía aterrador. Las cicatrices carmín que desde lo alto de sus cabellos salían y corrían arrastras sobre su rostro, terminaban vivas su camino sobre su torso, justo en donde late el corazón de un hombre, parecían frescas como si no hubieran pasado casi ya quince años sobre ellas, Ollivander sentía ya que se habían llevado una vida completa en él. Sus gestos ni su cuerpo era mas el de un joven hombre y a pesar del maltrato lucia bastante fuerte, como si se tratara de un hombre que ha vuelto de combate. Sus cabellos ahora era mas largos, mantenía el brillante caoba orientado hacia atrás para que no le molestara sobre el rostro demacrado y en su nuca lo enredaba con un paño color perla, extraños colguijes volaban de el al viento o tal vez pedazos de la misma maltratada tela. Los cabellos que se escapaban del agarre bailaban con la briza fría y los copos de blanca nieve, iban y venían revueltos entre sus canosas y largas patillas que pintaba aquel mechón albino, siempre pensó que era eso lo que en verdad lo hacía lucir más viejo de lo que parecía. El largo y pesado abrigo de piel que colgaba sobre sus hombros y se arrastraba sobre la nieve, ayudaba a aminorar el frio que no sentía realmente, pero que cubría su torso desnudo de extrañas y desconocidas miradas, algunas curiosas y otras que lo juzgaban desde la distancia. Los pálidos ojos eran en aquel extraño rostro un hermoso par brillante que podían recibir todo en un radio bastante amplio, las pocas personas que caminaban sobre la acera de alado y las que pasaban junto a él e incluso lo que pasaba dentro de algunos establecimientos. El cielo nublado no le permitía saber si aún era de día o si la noche se acercaba, bastantes horas había pasado ya caminado y no se traba de que estuviera perdido, no esta vez, sabia a donde iba y sin embargo no estaba seguro de continuar, del bolso rustico que colgaba escondido de su cinturón rebusco en él sin apartar la vista del frente hasta encontrar un viejo pedazo de papel arrugado por el descuido y amarillento posiblemente de la lluvia, la giro entre sus largos dedos y la alzo solo lo sufriente para poder, con aire arrogante, bajar la mirada para leer en la tarjeta “Detective Consultor Mágico” y seguir adelante, solo hasta el siguiente cruce donde paro en seco y respiro profundo, de un instante a otro desapareció de la avenida. El sitio frente a él no parecía que ocupaba un local más entre ellos, licia mas bien como un viejo apartamento, descuidado por el tiempo, pero que la gente que lo habitaba hacia lo posible por mantenerlo aun en pie y en uso. Sobre la gruesa y alta puerta de madera resaltaba un “221B” de metal oxidado no por el tiempo, más bien por ornamentación o al menos el Ollivander lo habría escogido así, además que hacia juego con las chapas y las bisagras, sin duda era una agradable vista, el dueño del lugar tenía un buen gusto. Subió el par de peldaños que lo acercaban hasta la puerta, justo en el instante antes de tocar una luz se encendió desde el interior, dudo un momento en tocar, a su alrededor no había ni una sola alma, aquel callejón parecía escondido del público, como si solo el que lo necesitara realmente pudiera encontrarlo. Murmuro para sí mismo al ver en un extraño reloj de bolsillo la hora. Ese no era justo el lugar donde sentía que debía estar ahora. Toco con toda seguridad la puerta e inmediatamente se escuchó el sonido del acero correrse de una cerradura y el picaporte girar con rapidez, por un largo segundo más la puerta permaneció cerrada. -Buen día- saludo con voz grave y ronca mientras hacía a la dama que abría una pronunciada reverencia. La mujer frente a él parecía dispuesta a negarse a entenderle, el gesto negativo que hacia sin siquiera verlo se disponía a hacerlo -Disculpe usted mi repentina aparición madame, pero he venido desde lejos a buscar al consultor- hiso una pausa, el rostro de sorpresa que la mujer de pronto hacia lo desconcertaba un poco -¿Es posible que pueda tener un encuentro con él lo más pronto posible?- podía ver ligeramente el interior del local inmediatamente supo que tenía que convencer a aquella mujer de que lo dejara pasar -Es necesario que yo…- un falseo en sus rodillas lo hizo caer mostrándose mas cansado y dolido, exhausto y parecía que no podía ir más lejos de donde había llegado ahora -Yo necesito verle…-le extendió la mano entregándole la tarjeta -Mercy…- dejo caer sus largos brazos y permaneció ahí en silencio. La mujer dio un extraño chillido y dejándolo ahí subió las escaleras más rápido de lo que el mago podía imaginarse que era posible, un extraña reacción pero aceptable, se sonrió satisfactoriamente, algo interesante podía surgir de aquella visita.
  14. D.C. Garry M. Ollivander @ & @ –¿Mal humor? – sonrió fugazmente de medio lado –No tengo ni la más mínima idea de lo que está usted hablando, querida. Justo en ese momento el mago pudo escuchar la puerta del primer nivel abrirse sin permiso, con urgencia aparentemente, y ¿Dónde estaba la recepcionista? Quizá seguía ahí detrás del muro, pero no importaba esto era ya un punto en contra de aquella mujer mayor, así tendría algo que argumentar cuando la mujer les reprimiera con “yo solo soy la recepcionista, no su ama de llaves”. El hombre pudo jurar que contuvo su respiración al escuchar la pisada sobre la madre vieja, los pasos habían perdido velocidad, quizá era por que aquella persona llegaba al fin a su destino y quería darle al asunto un tema más dramático, quizá era porque quería parecer más interesante de lo que en verdad podría ser, o simplemente habría sido todo culpa de aquella estrecha escalera que no dejaba avanzar rápidamente. Exhalo un poco exasperado, y ambas manos terminaron dentro de sus bolsillos, era un dolor de cabeza solo imaginarse lo que estaba por venir…pero tal vez podría ser divertido. Sn dar la vuelta aun, espero a que Bel abriera, prefería que ella tuviese siempre el primer contacto con los clientes, es decir que ella tenía la habilidad de soportar más que él toda esa introducción que venía siempre antes de lo más interesante, el caso. Pero pudo haberse equivocado esta vez, y giro ante la alarma de la mujer, “pervertido” no es la más cordial de las bienvenidas, no que él recordara, observo extrañado a la mujer y después paso la vista al cliente. Un hombre singular, no tenía algo que le facilitara recordarle, pero cargaba un aurea sospechosa, no podía negarlo, y sin embargo decidió no pensarse más en eso, escucharía, antes que nada, lo que el hombre tendría que decir. Bel retomo nuevamente su papel, e invito al mago a pasar y tomar un lugar, él los siguió tranquilamente y termino acomodándose nuevamente en la butaca mientras que entre ellos existía una conversación…sin real sentido para el Ollivander. La primera petición del hombre frente a ellos realmente lo había sorprendido ¿Una plaza? No pudo pensar más en eso, porque el hombre continuo, muy seguro iban sus palabras una tras otras, casi reales, que podían engañarlo fácilmente, pero que el licántropo decidió escuchar cada una de ellas con sumo interés, atraído por la poca profundidad del asunto. Al hombre no le quito mucho de su tiempo terminar con su pedido, “un alivio” chillaría la criatura, pero el Ollivander tenía que evitar estar de acuerdo por el simple hecho de que una Evans era su acompañante. Después de un momento de silencio el mago sonrió enigmáticamente, se inclinó hacia adelante colocando sus codos sobre sus rodillas y su mentón sobre el enorme puño que sus dedos entrelazados habían formado. –Es curioso lo que pide usted amigo mío– de reojo observo a la Evans esperando ver algo útil en su rostro que le impidiera seguir. Nada. –Usted viene aquí y pide una plaza…– continuo – Después pide que le ayudemos con una investigación– dejo aquella incomoda postura y descanso su espalda en el respaldo de su butaca –Un poco redundante ¿No cree? – le sonrió ampliamente ¿El hombre lo estaba poniendo a prueba? –Cree usted que puede aspirar a una plaza aquí, ¿Qué aptitudes posee un hombre como usted? Supongo que las necesarias para pedir un puesto, y entonces ¿Por qué no hace por cuenta propia una investigación sobre ese tal…Sherlock Holmes? si cree que somos simples “detectives investigadores” no debe ser difícil. Se puso de pie y camino con pasos lentos y alargados, rodeando al hombre, sin observarlo, y sin buscar más el rostro de la Evans que seguramente encontraría un entrecejo encontrado de forma negativa. No buscaba ser descortés con el cliente, no apropósito por lo menos, no esta vez, pero tenía que sacar de él lo que en verdad tendría que decirles. Quizá se equivocaba, pero el Ollivander pensaba que podrían ser otras las intenciones del personaje que los acompañaba. –Tomaremos su caso , de cualquier forma, Sherlock Holmes, en cualquiera de mis sentidos, me dice que es un nombre de lo más interesante, aunque quizá me equivoque…– se encogió de hombros con prepotencia –…Pero solo para ser más claros… ¿Realmente quiere ayuda con esto…– en el primer piso se escuchaba la puerta del local abrirse y tímidas pisadas entrar desconfiadas, solo esperaba que ahora si la mujer recepcionista estuviera en su puesto –…o lo que vino a buscar fue el puesto? – el mago había terminado frente aquel marco dorado de la pintura (que había desaparecido) y que adornaba la extensa pared de monótonos colores. --- 2 --- Mary Marple Le atiende, @@Alexandra Eirian Después de llevar él te tranquilamente, la mujer había bajado hasta la cocina y coloco la charola con las tasas usadas aun lado del trastero y se dispuso a limpiarlas, terminaría tan pronto que podría volver a ponerse al tanto de aquella revista que leía con tanta enjundia, pues habían sido días muy tranquilos, no había casos aun y eso le estaba mortificando incluso a la mujer, aquellos dos niños parecían tan entusiasmados con la idea de aquel negocio que le contagiaban un gusto a aquella vieja alma. Un rato más se había entretenido en la cocina, cuando pudo desde ahí abajo escuchar que habrían la puerta del consultorio y la Evans gritaba ruidosamente, la recepcionista se sorprendió mucho, pero quizá volver a la cocina y preparar más te aliviaría un poco la molestia del Ollivander por el despisto de la mujer. Riendo por lo bajo volvió a la cocina, quien sabe, eso podía ser una lección para el mago y darle a entender que ignorar a la gente puede ser grosero. Una nueva tanda de te estaba listo, ron de jazmín y canela, una mescla que ella había aprendido de un mago musulmán que había conocido años atrás. –¡Oh! – exclamo la mujer como un chillido de sorpresa –¡Clientes al Fin! Esto mejorara el humor del Garry– aquello ultimo lo había susurrado como si secreteara a los jóvenes un chisme nuevo –Pero pasen queridos, pasen y siéntense ahí, solo unos minutos queridos, subiré a anunciarlos con los detectives que estoy seguro que los atenderán con gusto– les sonrió felizmente –Esto…pero ¿A quién presento? – pregunto a los dos jóvenes.
  15. D.M.C. Garry M. Ollivander~ Realmente interesado en lo que la Evans contestaría escucho su respuesta, casi analizando cada una de sus palabras, pero sin profundizar, no habría por que hacerlo, era claro que por la cabeza de la mujer un mil de ideas más volaban amontonándose frenéticas por escapar todas a la vez. El querría escucharlas todas, pero siempre resultaba mejor escucharlas salir de su boca en el momento justo, ya trataría de sacarlas de ahí en otra ocasión. Sonrió autosuficiente al verla alejarse y tomar su lugar en la butaca de enfrente. No había escuchado lo que él hubiera querido escuchar, pero no había sido una mala respuesta. Encogió los hombros con indiferente rostro que escondía una traviesa sonrisa, solo trataría de fastidiar a la mujer, era más que obvio que ahora estaba bien, aunque justo ahora aquel cuadro colgado del muro pareciera más interesante que otra cosa. No contesto nada mas, no habría que decir, ahora ella estaba donde debía estar…donde él quería que estuviera. El silencio que de pronto se había generado en aquella casi oscura habitación de pronto se encontraba deshecho con los alegres pasos de la recepcionista, que como siempre sabia ruidosamente como hacer una entrada. El mago se sobresalto al escucharla, la había olvidado casi por completo. Exhalo exhausto de ella al escucharla revelando todo lo que el mago había hecho. Pero realmente poco pareció afectarle, se incorporo elegantemente en su butaca tomando una postura más cómoda para alcanzar su taza de té y acercarla a él. Dio un sorbo a la humeante taza, mientras la escuchaba girar y decir algo más interesante para el mago. Sonrió de medio lado casi sin querer con aire engreído, tratando de cubrir la sonrisa de satisfacción con la taza, después de lo de hace un momento, quizá no era sano que la Evas viera aquella expresión, por el bien de alguno de sus otros sentidos, era mejor así. Carraspeo ruidosamente, esa mujer era quizá más entrometida de lo que debería, quizá por eso era perfecta para estar ahí. Una vez la recepcionista se perdía por las escaleras el mago rápidamente se puso de pie y camino hasta una de las grandes ventanas que daban al exterior. Afuera atardecía y la nieve blanca comenzaba a ser lo único que se podía contemplar en aquel lugar. El mago sonrió con real sentimiento al escuchar a su compañera, había tantas cosas que habría querido contarle, pero que justo ahora no importaban, no para él, cada historia le parecía que debía contarse en el momento justo. –Siempre hay algo querida…– murmuro lo suficientemente ato para que la mujer pudiera entenderle –La gente se aburre en su rutina, siempre buscan algo que hacer y sabe, nuestro trabajo comienza cuando la gente brillante no encuentra como brillar a la luz pública, simplemente están desesperados por hacerlo– entrecerró los ojos enfocando su vista hacia aquel punto billante que errático se movía entre aquel paraje pálido por la nieve. Giro sobre sus talones que con un ademan muy florido hizo que las escasas velas nuevamente iluminaran la habitación mas ergonómicamente. Aquella densa, pero relajante atmosfera quedaba atrás, dejando de ser un espacio menos íntimo y que la dorada luz brillante del fuego de la chimenea lo hiciera más cálidamente social. Pronto debían tener un caso, las puertas del local estaban abiertas ya para todo el público, y solo faltaban los protagonistas de las historias que la Evans quería escuchar. –Sera mejor estar preparados, Bel Evans– le miro con intensidad –El escenario está listo…– sonrió realmente divertido –…Y el telón esta apunto de levantarse…
  16. No había perdido mucho de su tiempo en limpiar y encender la chimenea para calentar la habitación, y con la misma viada que llevaba cruzaba sus pasos como si bailara por aquel espacio quitando las sabanas de los muebles y con elegantes florituras se deshacía de las telarañas y el polvo que comenzaba a ser bastante molesto. Las flamas sobre las velas parecían acompañarlo en sus movimientos, y se mecían avivadas de un lao a otro. Con un último toque de su varita hiso aparecer mas velas que levitaban por el lugar. Estaba seguro de que aquella entrometida recepcionista pronto haría su estancia menos solitaria, al menos era fácil deducir a quien llamaría, tomando encueta que su espejo ya no estaba mas en el último lugar donde lo había dejado, lo mínimo que podía hacer era ahorrarle el trabajo de ornear un poco, sonrió satisfecho, la mujer mayor tardaría mucho más tiempo en limpiar del que a él le había costado, además que no podía dejarla cuando utilizaba ese espantoso aromatizante con el que perfumaba las habitaciones, para el olfato del licántropo era casi como un cruel castigo. Mientras se encontraba solo en el cuarto que con solo un poco ya dejaba aquel aspecto lúgubre, justo en el centro de aquel despacho que tan solo meses atrás le había parecido el mejor de los espacios, el perfecto para aquel provecto del cual se había interesado más de lo que hubiera querido, pero hasta ahora es que se daba cuenta de eso. De reojo alcanzo a distinguir la puerta al final de uno de los pasillos ¿Qué era lo que escondía ahí dentro? El silencio de de aquella habitación y su concentración se rompieron con el ruido del llanto que hacia la puerta principal al abrir. Alguien había ingresado al lugar, a su local ¿Un cliente? No, Bel aun no estaba ahí con él, no atendería a nadie fuera quien fuera a una consulta si la Evans no estaba para escuchar las partes “aburradas” de las versiones que los clientes traerían, no es que no fueran pates importantes, pero no dejaban de ser aburridas. Su entrecejo se junto en una mueca de disgusto, escuchaba murmullos de alguien ser recibido por la recepcionista, a punto estuvo de llamar a la mujer mayor y decir que hoy no tendría humor de nadie, pero un rápido pensamiento calmo su intento por gritar desde el segundo piso. Quiza era lo que necesitaba para entretener su mente en algo que no fuera trivial y aburrido. Volvió al sillón de donde con mucha decidía se había levantado para encender la chimenea. Pronto había sentido un terrible malestar que traía consigo un extraño sentimiento. Odiaba tanto el no saber que era, y los pensamientos alterados siempre lo empeoraban todo. En momentos como ese podía sentirse verdaderamente molesto por sí solo, sin la influencia de la criatura que perturbaba sus pensamientos. Sin quererlo realmente, pudo escuchar las pisadas familiares que parecían con dificultad subir por la escala, Garry Ollivander presumiría algún día a la Evans de que sus pisadas podían decir mil cosas más que aquellos tantos gestos que ella hacía, pero por el ruido de que ahora hacían sobre la madera del viejo piso…quizá ese no sería el momento indicado para hacerlo. Se encontró sorprendido ante la tenue sonrisa que despertaba con la presencia de su…compañera(?) –Que gusto me da al fin poder verla, Bel Evans– contesto monótono al primer grito de la mujer, un poco enfadado por tanto ruido y molesto por quizá falta de tacto(?) Aunque sínicamente fuera consiente de que era la persona menos indicada para pedirlo. Por un momento solo siguió con gesto confundido y algo sorprendido los movimientos de la mujer ¿Solo habían pasado dos meses? ¡Por Merlín! él podría jurar que se había alejado casi una eternidad de su lado y ahora que la veía de nuevo no podía sentir nada más que calma, aunque fueran solo regaños y reclamaciones lo que recibía ahora por parte de la mujer. –No lo tome personal, solo fueron dos meses Bel, era algo necesario– se encogió de hombros mientras se estiraba a recoger el espejo que ella había lanzado a la meza, ¿Por qué estaba tan molesta? –Normalmente es más tiempo y lo hubiera sido de no ser que…– el destello que lo golpeo justo en la nariz había de terminar con sus palabras…y su olfato, sintió que una terrible ansiedad se apoderaba de él. Entonces ella continuo hablando, las velas de la habitación parecían haberse también apagado ¿o seguía encandilado? La criatura gruño por dentro, pero lo que Grell pensara en aquel momento era lo que menos le importaba al hombre ahora. Poco a poco su vista se acoplaba a la oscuridad que dramáticamente los envolvía. –Solo pensé que…– era difícil entenderle con ambas manos en su nariz, extraña reacción había tenido, pero comenzaba a serle inquietante el no saber cuándo recuperaría el olfato –Que tal vez…no era…– como si estuviera verdaderamente sorprendido abrió los ojos encontrándose con el rostro de la Evans muy cerca <<Debes tener cuidado, Ollivander>> susurro la áspera voz de la criatura –Pensé que no era algo importante…– murmuro bastante entretenido en el rostro de la mujer. Aunque había hecho toda aquella innecesaria y dramática escena, el mago realmente se sentía bastante completo ahora en compañía de ella. Sintió la necesidad de grabar en su memoria cada marca de su rostro, ¿Qué decía en verdad? ¿Estaba ella molesta, triste, enfadada, sentida? ¿Aquí se había referido en si confiaba en ella? ¿De donde habia sacado ella todas esas absurdas ideas? ¡¿Qué debía hacer ahora?! Bel Evans tenía la fascinante habilidad de ponerlo en peligro. –Antes no parecía importante…– continuo aun ido en aquella mirada marrón –¿O sí? Si ocupo o no un lugar en el ministerio que más da– nuevamente se encogía de hombros e indiferente se echaba hacia atrás casi recostándose en la butaca –Alguien más ocupara ese lugar y nadie recordara quien ocupo ese puesto antes ¿Sabe usted quien estaba antes de su llegada al departamento? ¿Conoció a esas personas? ¿Si eran o no las mejores para el puesto?– balbuceaba como si aquello no tuviera alguna importancia, luego le obserbo desafiante –O acaso ¿Desconfía de las habilidades de los demás? No ¿Puede hacer dicho que solo iba de viaje y todo hubiera estado bien? ¿No? ¿Entonces qué es? ¿Qué le molesta?– se inclino hacia adelante casi chocando su frente con la de ella y en la filosa mirada brillaba el reflejo de la Evans. ¡! Con un fuerte estornudo rompió aquel siniestro momento había cubierto su rostro por completo con ambas manos, para evitar que se escapara, y permaneció así, oculto, por algunos segundos antes de que lentamente las apartara de su cara y ver con ojos entornados las cicatrices que nacían en sus palmas que corrían atreves de sus dedos y se perdían en el dorso de sus manos. Algo frenético tallo su nariz con la muñeca izquierda, aun no regresaba aquel, muchas veces molesto, pero útil sentido. –Quiza porque pensé que era usted una persona fuerte es que me fui sin decir nada…– bajo sus manos hasta la altura de su abdomen y nervosamente entrelazo sus dedos –Quiza porque pensé que no habría mucha diferencia en si estaba o no ocupando un lugar aquí…– levanto la mirada y con infantil comicidad pregunto –¿Hubo mucha diferencia Bel Evans? Poco a poco volvía a tomar una cómoda posición sobre su asiento, no le importaba mucho la cercanía con la que la que Evans lo amenazaba, ni que se enfriara el té que cargaba la mujer que los escuchaba escondida tras el muro, ni mucho lo que contestara ahora Bel. Justo ahora todo era ¡casi! como él quería que fuera, lo alarmante era…¿cuánto tiempo más podría ser así?
  17. Garry M. Ollivander~ algun tiempo despues(?) Con todo el peso de su cuerpo se dejaba caer pesadamente en la butaca que normalmente ocupaba, un largo y perezoso bostezo acompaño aquella tediosa acción y tallando suavemente su ojo grisáceo soltaba un gruñido que no parecía que viniera de un hombre, sino más bien de una bestia. De su mano derecha apenas colgaba aquel espejo que ahora le pertenecía a él. Aquel cuarto no había cambiado mucho realmente, solo eran que algunos de los muebles de la habitación estaban cubiertos por sabanas blancas para evitar el maltrato por el polvo (gracias a la dedicada recepcionista que “no era camarera de habitación”) y que ahora aquel extraño espacio era iluminado solo con la animada llama de un par de velas sobre la mesilla de centro y la poca luz que el ocaso de Londres dejaba para ellos. –Señor Ollivander…–escucho de pronto, exaltando sus pensamientos, pero el mago había permanecido en la misma postura ociosa –¿En verdad piensa solo quedarse ahí todo el día? – la mujer mayor que todo este tiempo se había estado encargando del abandonado local encendía unas cuantas velas mas y las colocaba por todo el lugar y con curiosas mañas quitaba las sabanas que cubrían el amueblado. –Estoy aburrido…–murmuro al fin como respuesta, como si fuera él un niño berrinchudo que se digna a hablar con alguien con quien se ha molestado. –Eso es porque solo está tirado sobre su sillón sin hacer nada, eso no es sano, ni para su cuerpo ni para su mente– palpo como reprimenda el brazo del hombre. –Uhm…– su mano derecha sujetaba con más fuerza el espejo comunicador –¿Dónde está Jawn? – la recepcionista soltó un suspiro y le dedico una cálida y suave sonrisa. –¿Por qué no llama mejor a la joven Evans? Estoy segura que ella estará encantada venir a pasar una posada con nosotros, ya sabe joven, aprovechando las fechas, y si corremos con suerte quizá ella lo haga entrar en razón y dejarme hacer que este lugar se vea habitable. Mientras la mujer hablaba el mago se había dedicado solo a clavar los heterocromos sobre la mujer. Un poco más confundido de lo que le hubiera gustado, aquella mujer conseguía hacerlo fácilmente, pero tenía que acepar y decir que desde el momento en el que había entrado al local esa mañana, no había dejado de pensar en la idea de llamar a Bel para estar a su lado. –¿Una posada? – Se hundió mas en su butaca enroscando sus brazos sobre su dorso –Ni siquiera podía recordar que en estas fechas se festejaban todas estas cosas. No quiero eso– como rayo se puso de pie, dejando en la mesa de centro el espejo haciendo temblar las velas sobre ella y camino con pasos largos y rápidos hasta el gran ventanal que daba a la calle principal. Desde ahí podía distinguir toda esa fría nieve, que cubría los adornos ya bañados de nieve falsa. Luces brillantes y algunas otras de muchos colores sobre las fachas de los locales cercanos e interiores cálidamente bañados de luz dorada. Navidad en Othery era muy diferente a como recordaba aquella tradición y que había dejado desde que la maldición había terminado con el viejo. –Hace frio…– casi titirito –Preparare la chimenea para usted señor Ollivander –¿Tenemos chimenea? –Si, pero no es para que juegues con ella, Grell. El mago sonrió rio divertido y podía ver su malicia infantil en el reflejo frente a él. – Dejelo, yo lo hare, creí que no era usted la camarera…. –¡No lo soy! Y borra ya esa sonrisa de tu cara, puedo sentirla burlándose. El mago giro sobre sus talones para enfrentar sonriente a la mujer, podía decir que realmente disfrutaba de su compañía. –¿Té? –Pondré la tetera… Espero hasta perder de vista a la mujer que bajaba ruidosamente los escalones. Meditabundo se paseo silencioso por aquella habitación, tomo un libro viejo de una de las repisas y volvía a su butaca. Casual mente su vista se encontró la mesilla de centro, donde ya no se encontraba el espejo comunicador. Un gruñido mas se escucho, tendría que hablar seriamente con aquella mujer, aunque estaba seguro de que no serviría de nada. Sonrió de medio lado. Con todo el peso de su cuerpo se dejo caer pesadamente en la butaca que normalmente ocupaba, un nuevo, largo y perezoso bostezo apenas salía de su boca y perdía su mirada en las amarillentas páginas del libro.
  18. D.C. Garry M Ollivander Una bastante tenebrosa sonrisa apareció con amplitud en su rostro, ¿Un trato? Quiza el no era el hombre indicado para hacerle entender a la Evans que fuera cual fuera su obsequio estaría encantado con él, así que un último gesto desinteresado mientras encogía los hombros fue la única respuesta que el Ollivander soltó antes de volver a recargas su espalda en su cómoda butaca dejando caer sus brazos pesadamente sobre el descanso y ahora su mirada se había dejado de fijar en Bel y se posaba fija y penetrante sobre el pequeño Jawn, que sin hacer algún movimiento parecía la cosa más fascinante del mundo <<Aunque por supuesto que no podría serlo>> Fueron dos largos segundos en los que su mente parecía flotar sin rumbo alguno entre lo extraño que le era el color del pequeño Jawn con la voz de Bel haciendo ecos de fondo. Sin duda alguna el rooibo de Kilkenny estaba dejando de ser una buena mescla. Solo aquella sonrisa que la Evans le regalaba con genuidad le hacia entender que aun permanecían en el 221B del callejón Baker, y aquello se escuchaba aun mejor de lo que era. Se sobresalto al escuchar el golpe que Bel había recibido <<aah ese modo tan impaciente y arrebatado muchas veces bastante torpe ¿No te recuerda a alguien? No, seguro que no>> se sentía tentado a sonreír tras aquel pensamiento con el que la criatura le recordaba su presencia, pero cavia la posibilidad de que la Evans se sintiera mas incomoda de lo que sus nuevos gestos podían decirle, aun así las coyunturas de sus labios se arquearon en una tenue y fugaz sonrisa, a pesar de aquel malestar que Bel sentía seguía persistente con mostrar su sorpresa. Sin realmente mencionar nada se levanto lentamente y avanzo con largos y suaves pasos hasta donde la Evans se había recostado para ver los daños en su pierna. Seguro guardaría este momento en sus recuerdos para aquellos momentos donde Bel solía regañarlo por “arriesgar su vida innecesariamente”. Con uno de sus pies rempujo la mesa de centro con firmeza, poco interesado en que fin tendrían las tasas sobre este y así haciéndose espacio suficiente para él. Desde su altura le observo hacia abajo sin un texto en su rostro, como si de analizando la situación se tratase, busco dentro del bolsillo de su pantalón…solo el sabría que, y cuando sintió encontrarlo se inclino entonces frente a la Evans, tomo su pierna y sobre la herida paso una de sus manos suavemente, lo menos conveniente era hacerle sentir más dolor, su mano libre volvía al interior de su bolsillo y regresaba con lo que parecía ser un parche color celeste, despego un papel blanco que lo cubría antes de colocarlo sobre la herida, con la misma delicadeza que parecía imposible con aquellas manos tan ásperas y presiono con su índice para asegurarlo. Era quizá solo una simple herramienta muggle que desde sus primeras transformaciones le habían funcionado para aliviar momentáneamente el dolor físico por medio de calor. —Espejos comunicadores…— casi susurro mientras una vuelta más con su índice rodeaba la orilla del parche —Serán muy útiles Bel— sonrió de medio lado, realmente agradecía la iniciativa de la Evans con respecto a su nuevo proyecto —Muy convenientes…— murmuro desapareciendo su sonrisa, la idea de estar desconectado no era agradable, pero tampoco estaba tan seguro de querer arrastrar a Bel a los casos que pudieran causarle algún tipo de daño. Igual no estaba tan convencido de la verdadera disposición de la sanadora. Quedamente volvía la pierna al lugar más cómodo posible, aunque la posición en la que la Evans permanecía y la forma de su butaca no ayudaban en absoluto. Y ahí estaba nuevamente observándole y los bicolor no podían esconderlo siempre, con tenue timidez se disculpaban por el método simple que había utilizado para aliviarle el dolor y pedían orientación al respecto, sabía muy bien cómo tratar sus propias heridas, aunque siempre era mas difícil cuidar de las ajenas. —Aunque sabe…— se puso de pie esperando recibir alguna instrucción por parte de Bel para poder auxiliarle mejor —Hablar muy muy alto también puede funcionar— sonrió divertido a una broma que quizá solo él entendía —¿Puedo traerle algo para ayudar?— tendría que saber primero que Bel se sintiera mejor…ya después correría a su abrigo a probar aquellos fascinantes objetos que Evans había conseguido para ambos…
  19. D.C. Garry Ollivander Como si tuviera todo el tiempo del mundo, respiro aquel aroma que provenía de la taza que sostenía justo debajo de su nariz. Era un olor suave y tibio que sentía que llegaba hasta los desgastados huesos y los cubría tratando de aliviar el dolor que alguna vez habían sufrido. Aquello muchas veces era como volver a tantas cosas que había tratado de dejarlo en alguna parte, pero que de vez en cuando regresaba a ellos con voluntad propia, solo para recordar que no siempre era un mal tiempo. Entonces una sombra cruzo el rostro de su compañera ¿era tristeza? Quiza solo molestia o ¿algún malestar? <<¡Ah! Pero ¡¿Cómo poder adivinar tantos gestos?!>> La Evans estaba lleno de ellos y al Ollivander podrían gustarle, de ellos se podía saber mucho más de lo que la gente quería decir o lo que en verdad decían. Aprender a descifrarlos era una tarea bastante complicada para el hombre pero sumamente interesante, por lo tanto no imposible. Garry pensaría siempre que los gestos de Bel Evans eran todos diferentes entre sí, que había un gesto para cada uno de sus recuerdos, sentidos, historias, sentimientos e incluso un gesto para cada una de las personas que ella conocía, aun si fueran cientos. Un instante después se peguntaba si habia una sola exprecion en el rostro de Bel Evans que le perteneciera a él. En cambio, él no era una persona de tantos gestos, onomatopeyas(?) o expresiones, normalmente no lo era, y aun así su entrecejo se cerró tan solo fue consciente de aquella sombra que apago por un instante de segundo el rostro de la mujer, estaba completamente intrigado, tal vez, en el que había en las palabras mencionadas que le causaran pena a Bel. Lo que fuera aquello, a él, simplemente no le gustaba…no lo quería. El gesto de ella hacia eso nuevamente, cambiaba radicalmente un instante después, antes de poder llegar a una a una teoría o conclusión y él llego a sentirse asustado por un segundo. Giro solo un poco su torso para notar el “desorden” que Bel mencionaba. Enarco las cejas en fingida señal de sorpresa al sentirse descubierto por sus trasnoches, aunque quizá lo fue más por la desaparecida poción herbovitalizante, que claro el no tenía nada que ver con aquello...bueno casi nada. Y es que ¿Cómo evitarlo? no era para él algo fácil dejar de trasnochar, en realidad disfrutaba de realizar sus actividades durante la noche, así era más tranquilo, sin mencionar en las horas desperdiciadas por dormir. Los días y noches durante y después del siclo de luna llena siempre le robaban desesperadamente más de su tiempo y atención. Algo que era extremadamente molesto. —¿Dormir? — acerco nuevamente la taza que había bajado hasta el platillo que aun sostenía en sus manos —Pero si dormir es taaan aburrido— soltó despreocupado y sin mucha atención siguió las palabras de la mujer. Al mago le complacía que fuera Bel quien le acompañara a dar inicio con este proyecto, ella era la persona perfecta haberlo lograrlo, aunque tal vez ni él sabría el por qué lo era (o tal vez si), pero resultaba serlo.Entonces no habría sido nunca una verdadera intención suya alejarla de su familia, no, y sin embargo se sentía casi caprichosamente incapaz de devolvérsela a las Evans, pero había ya prometido tiempo atrás cuidarse muy bien de ellas, por lo tanto, sería bueno que Bel volviera a sus castillo(?) solo si el caso realmente no fuera algo mayor a un 7. Y es que ¿quién mas en el mundo tendría esa bríllate perspectiva que Bel Evans le aportaba para absolutamente casi todo? Nadie. Ya encontraría el modo de mantenerla junto a él, el mayor tiempo posible. Se estiro hasta la mensa de centro lentamente, sobre ella había dejado la taza aun medio vacía con la intención de no terminarla, y regreso para reacomodarse sobre si butaca, recargándose sobre el acolchonado respaldo donde visualmente descansaban sus tensos hombros y cruzado su pierna derecha sobre la izquierda, así podría contemplar toda esa serie de gestos que la mujer hacia mientras seguía con el tema de las compras. Le espero paciente para que le mostrara, aunque quizá alguien debía avisar a su rostro que realmente tenia curiosidad por saber de qué se trataba. —No ínsita en que le ruegue por mostrarme sus compras Bel— la media sonrisa en su rostro titubeo nerviosamente, el “…algo pensando en ti…” no era una frase de todos los días para el mago —Estoy casi convencido de que para ambos podría ser algo incomodo. Además, muchos considerarían algo de mala educación el recibir algo que era para alguien más— se encogía de hombros —Aun si fuera un obsequio. Sentía en su hombro el ligero peso de la mano de Bel sobre él, ¿Con que intención lo llamaba de esa manera? Era obvio que su atención solo le pertenecía a ella…bueno a ella y quizá solo un poco al cuarto de puerta negra al final del pasillo. Entrelazo sus dedos haciendo un gran puño con ambas manos y los brillantes heterocromos se entrecerraron fijos aun en las expresiones de la mujer.
  20. D.C. Garry M. Ollivander~ Le escucho entonces subir la escalera, incluso pudo imaginar su gesto molesto que revelaba la incomodidad de la Evans por la estreches del pequeño pasillo distribuidor, el mismo del que había sido uno de los pocos “peros” que la mujer había puesto al ver por primera vez el sitio. Una media sonrisa se dibujo en el mago, el gesto rara vez molesto de Bel era algo muy agradable de obtener de vez en cuando, aunque sabía que bien podía tener consecuencias colaterales con alguno de sus objetos tan queridos escondidos en algún indescifrable lugar. Y la sintió justo llegar a la puerta, de reojo distinguía su pequeña silueta bajo el marco de la entrada, observándole a él. El Ollivander solo se dedico a observarle y alzando una ceja siguiendo con la mirada la trayectoria que la mujer hasta quedar colgada de su cuello. Que curiosos hábitos de comunicación tenia Bel Evans, eso era algo el Ollivander tampoco comprendía del todo, esas cosas que la mujer hacia y que decían muchas cosas sin decir nada realmente. Estaba ya en los planes de Garry hacer un par de experimentos sociales con respecto a este tema. Se inclino un poco más hacia adelante con la intención de facilitarle el abrazo a la mujer (porque estaba comenzando a resultar algo incomodo) y como gesto casi intuitivo, rodeaba por completo con sus largos brazos el cuerpo de la mujer. Poco estuvo a contestar la cuestión de las tres tazas de té, cuando la sanadora ya formulaba una pregunta más. —Ahh— exclamo casi como si la pregunta de la Evans hubiera sido una gota agria de limón —No me pregunte por esa mujer, Bel— y negó con la cabeza desalineando varios mechones de su cabello y un ademan curioso como si sacudiera el aire —Dijo algo sobre cortar mi cabello para verme mejor para usted y sobre el desorden del lugar y se marcho hace casi media hora a comprar comida— << “Se marcho a comprar comida” o “La mandamos a comprar comida” Paff ¿Cuál era la diferencia? No estaba ayudando>> —¿Está usted segura de que debemos conservarla? — pregunto con gesto infantil de desagrado —Es decir, es…algo...ruidosa…y dice muchas cosas sin sentido—y fingió que un estremecimiento lo invadía. Hasta sentir el un extraño movimiento a la altura de su torso, todo iba aparentemente normal. Arqueo las cejan al escuchar la risa de la Evans y poco a poco llegaba a sentir la ausencia de los brazos de Bel rodeando su cuello, perdiendo el calor alrededor de sus hombros. En un raro movimiento el mago compuso su postura normal mientras veía sacar, a la mujer, lo que parecía una extraña criatura del interior de su largo abrigo. —Un erizo…—murmuro sin despegar la mirada de la criatura mientras la voz de ella se perdia en el fondo. ¿Por qué había, de todas las criaturas, querido un erizo? Bueno, al menos no había sido una rana o un sapo. Si a Bel le parecía un objeto “tierno” él no tendría objeción alguna, también le agradaban las criaturas, mágicas o no mágicas y seguro el pequeño << ¿Le habia llamado Jawn?>> no seria una excepcion. A no ser que aquello “tierno” le distrajera a Bel de su nuevo proyecto que apenas comenzaba y slgo mas importante aun…de él . Y no es que quisiera toda la atención de ella solo para él <<naah>>, pero si esa cosa comenzaba a ser una distracción, no dudaría en usarla para algún “experimento de prueba”. Ruidosamente aclaro su garganta tratando alejar todos aquellos innecesarios pensamientos. —Si…—murmuro aun distraído —Quiero decir no, no. Por supuesto que no, Bel — comenzó a andar alrededor de las dos butacas separadas solo por la mesa del centro donde aún humeaban dos tasas más de té —Aun quedan un par de espacios más por aquí libres en este lugar, seguro podemos acomodarle un espacio suficientemente decente para que usted descanse lo necesario— hablaba aquello sin mucho cuidado, mientras movía un puñado de libros de un rincón a un estante. Se giro dramáticamente sobre sus talones y se encamino hasta la butaca frente a la mujer que creía seguro que lo escuchaba. Se sentó con suavidad sobre esta y tomo su tasa para da solo un suave sorbo del elixir tibio. —¿Alguna otra cosa para que se sienta usted como en casa? — y escondió una amplia sonrisa tras su taza de té, aunque las cicatrices que rallaban su rostro revelaban el verdadero gesto del hombre.
  21. D.C. Garry M. Ollivander Dejo caer suavemente su peso hacia enfrente, tanto que su frente toco quedamente el frio vidrio de la gran ventana que lo separaba del exterior. Tenía ya en aquel sitio algún par de horas, quizá habían sido solo minutos, pero el mago comenzaba a sentirse demasiado aburrido de acomodar el nuevo equipo para el despacho que compartiría con Bel Evans y aunque la habitación aun parecía todo un desastre, había en el rostro del Ollivander un infantil orgullo de un trabajo bien hecho. Fue quizá la quinta o sexta vez que la piel de su frente se aplastaba contra el grueso cristal de la ventana que se empañaba con las densas y tranquilas respiraciones del hombre, cuando al finn la noto. Entre toda esa gente que iba y venía, con aquel montón de cosas cargando, con aquel rostro que parecía guardar tantos sentimientos y sensaciones que podía dejar al Ollivander bastante confundido y pensativo con tan solo ver aquellos ojos marrones. Garry pensaba que seria algo muy fácil para él pasar toda una tarde tratando de resolver el misterio que los gestos de Bel Evans sin aburrirse ni un segundo, aunque estaba casi seguro que jamás lo descubriría. Quiza era eso lo que más le gustaba de ella, quizá por eso ella había sido la persona correcta para esta petición. Fuera eso o no, aquello era algo que solo él podía saber. Murmuro entonces un par de palabras, nada entendibles, aunque no habrían de tener tanta importancia, después de todo, la señora que atendería recepción había salido a buscar algunos utensilios y alimentos con los cuales llenar la pequeña cocina del lugar. No era necesario, pero no había logrado convencerla de lo contrario y pellizcando la mejilla del inexpresivo rostro del licántropo salió la mujer dejando solo al hombre en aquel sitio. Su consultorio. La amplia sonrisa que aquel último pensamiento había traído consigo, desaparecía tan rápido como aquel auto que casi terminaba por dar con la Evans ¡Y como se atrevía a decirle esa mujer a él que era un despistado! Un bufido más que empañaba nuevamente el vidrio se le escapaba y el chirrido de un caldero a sobre hervir lo desvió de sus pensamientos y tras un “oh sí, eso” se dio la media vuelta y se dirigió hacia el pequeño espacio asignado a la experimentación. Había olvidado aquello que dejo sobre la flama minutos atrás. Si lo pensaba mejor, no le molestaría mucho que Bel le llamara aun despistado las veces como ella quisiera, después de todo, no resultaba ser una mentira. Sonrió de medio lado antes de escuchar la puerta principal hacer ese fuerte chirrido al abrirse, resultaba ser muy irritante, pero lo prefería mil veces más a aquellos miles de timbres que la señora de la resecación le había hecho escuchar para escoger el adecuado para el negocio. Entonces permaneció en silencio, tratando de percibir los sonidos que la Evans hacia en el piso de abajo, tratando de imaginar cuáles eran sus pisadas y cada lugar que la mujer se detenía a observar. Aquel era un buen ejercicio de deducción. —No hacía falta tanto forcejeo ¿sabe? — Llamo tan alto, pero sin gritar esperando a ser escuchado, una vez que no obtener ningún otro ruido por parte de Bel —La puerta no tenia llave— y camino de de un lado a otro haciendo a sus ruidosos pasos escucharse claramente en el viejo entrepiso de madera —¿Té? — pregunto mientras serbia tres de tazas sin siquiera haber obtenido una respuesta por parte de la mujer aun.
  22. http://i.imgur.com/q4rt7Ao.png Nombre del Negocio: Detective Mágico Consultor Nombre de los propietarios: Bel Evans McGonagall & Sain M. Ollivander Rumbo al que se dedicará: Investigación privada & resolución de misterios. Callejón Baker #221B Detective “Garry” M. Ollivander T. Sanadora Bel Evans McGonagall Sobre Misterios y Misteriosos No resulta un pensamiento anormal creer que el mundo mágico, que por ser precisamente eso “mágico”, esté exento de misterios poco explicables. Sucesos que para los ojos del más vivido carezcan de sentido común o simplemente de lógica. Pero sabemos que no es así. Incluso en el mundo mágico puede existir una razón con bases irrefutables para solucionar toda clase de misterios que este, el mundo mágico, es capaz de ofrecernos. En Inglaterra abundan los detectives comisionados por el ministerio, y no son menos los aurores que velan por nuestra seguridad. Pero cuando alguno de ellos no sabe muy bien por donde anda, pueden acudir a nosotros, al presentarnos la evidencia que disponen, a partir de la cual, y con ayuda de nuestros conocimientos de la historia criminal, nos las arreglamos decentemente para enseñarles el camino y colocarlos sobre una pista. Existe un fuerte aire familiar entre los distintos hechos delictivos y si se dominan a la menuda los mil primeros, no resulta difícil descifrar el que completa el número mil uno. Los detectives privados, le huyen comúnmente a lo insólito, cuando se dan cuenta de que se encierran en algo sin salida prefiriendo entonces auto prescindir de sus servicios. En muchas ocasiones la mente humana huye a lo complicado y no nos sentamos a pensar como son los hechos y las cosas para así resolverlos plausiblemente. Los factores, pude ser muy variados y dependerán en absoluto del mundo individual que habita en nuestra mentes. Es por eso que esta vocación recurre a la razón y a la lógica para tratar de entender dichos acertijos que nos rodean y que están constantes en nuestro día a día. Hoy en día el detective privado no se dedica a muchas cosas, no tiene muchas labores importantes que realizar, dedicándose la mayoría a los “casos de infidelidad”, “conseguir información sobre una persona”, etc. Pero ¿qué fin o que tan difícil puede ser seguir a alguien? cualquiera con el tiempo podría hacerlo, no tiene mucha lógica. Y es que a la gente se le olvida que nosotros también podemos ayudar a resolver sus problemas más graves como homicidios, extorsiones, desapariciones, maldiciones, etc. El Consultorio del Detective La pequeña construcción depende de tan solo dos plantas para distribuir las áreas de trabajo. En el primer nivel se encuentra una pequeña sala de estar; ahí los clientes pueden esperar a ser atendidos en caso de que haya que esperar a que el detective termine de atender a otro cliente. El pequeño espacio cuenta con una barra de recepción donde se encuentra una anciana que funge como secretaria para el despacho. También se encuentra con un juego de sillones color marrón y una pequeña mesa de centro. Las ventanas que dan al exterior son de vidrio empañado, lo que permite que la luz penetre al espacio, pero que resulte imposible ver hacia el interior. En este primer nivel también se pueden encontrar dos puertas de madera oscura. La primera de ellas va a una gran almacén que se adueña de la mayor parte de este nivel y que contiene material que los detectives guardan y les es de utilidad para resolver algunos misterios o comprobar teorías correspondiente a los casos (No, no solo es basura, gracias). La segunda puerta da a una pequeña cocina, lo suficientemente espaciosa para albergar un máximo de tres o cuatro personas. En este lugar los empleados pueden disponer de sus alimentos. La estrecha escalera (donde solo se puede ir de una persona a la vez) está justo entre estas dos puertas y nos conduce “al consultorio del Detective”, siendo ésta el área donde los detectives atienden a los clientes, escuchan sus casos, comparten teorías y conviven entre ellos. Al subir los escalones te encuentras con un espacio parecido a una sala de estar más amplia a la anterior, con libros, pergaminos, vuela plumas, tinteros y un sinfín de objetos dispersos por todo el lugar. Justo en la pared de enfrente se puede ver un escritorio compartido atiborrado de pergaminos y libros, los libros de los estantes adyacentes a las dos grandes ventanas del centro (donde se puede ver claramente hacia el exterior) colocados de forma dispersa forman huecos entre ellos dándole un aspecto desordenado al lugar. Sobre el muro izquierdo de esta área existe un par de sillones individuales y una silla bastante cómoda con vista hacia los sillones. Aquí es donde se escuchan la consulta del cliente y los detectives deliberan sí son o no capaces de asesoran al cliente con su problema (todo dependiendo del caso). Al final, en este lado, se encuentra un pasillo que lleva al “área de experimentación” que tiene el aspecto de un laboratorio químico muggle (Tranquilos, solo es el aspecto) que se esconde tras un par de puertas plegables de vidrio empañado de diversos colores. Al otro lado del espacio existe nada mas un sillón para dos personas (en caso de tener dos personas por caso), estando la pared recubierta por un tapiz que la cubre desde el suelo hasta el techo. El único adorno que presenta en un extremo, es un cuadro con el retrato de un cráneo, que algunos días de encuentra ahí y algunos otros no. Esta pared es muy importante para los detectives, pues solo ahí se logra tener el espacio necesario para formar los mapas, en base a la información recogida del cliente más la que se va acumulando tras la investigación, que ayudan a la solución de los casos. Al extremo contrario del cuadro hay un último pasillo, que conduce hasta una puerta de madera pintada de negro con un jeroglífico dorado grabado en ella. Es necesario ser del personal autorizado si se quiere acceder a lo que sea que ahí dentro se esconde (Decisión del dueño del local quien entra y quién no). En realidad “el Consultorio del Detective” es un espacio muy estrecho y acogedor lo que lo hace un lugar bastante íntimo y privado para tratar su caso. Pase Usted Tras estos delgados muros con tapices antiguos del siglo XIX, de puertas viejas y rechinantes y de estos inestables escalones, se encuentra el equipo encargado para resolver sus problemas. Un equipo decidido a meter las narices hasta en el rincón más mohoso del ministerio con tal de encontrar una respuesta a los misterios que rodean a tan distinguida clientela. No quedan crímenes y no hay criminales ¿De qué sirve en nuestra profesión tener la cabeza bien puesta sobre los hombros? ningún individuo, ahora o antes de nosotros, puso jamás tanto estudio y talento natural al servicio de la causa detectivesca ¿Y para qué? Únicamente para resolver el gran caso que es el suyo. Si un detective en verdad quiere disfrutar de su profesión tiene que comenzar a usar la cabeza y resolver problemas más graves. Es por ello que hemos decidido empezar a realizar por nosotros mismos como un trabajo independiente a alguna organización, la labor de Detective Consultor, realizándolo más por gusto que por alguna otra razón que nos enriquezca. Si tiene problemas comuníquese, nosotros aconsejaremos o le guiaremos para solucionar su problema con el más alto profesionalismo posible. Atenderemos a su relato, daremos nuestra opinión y presentaremos nuestra minuta. Contactos Afiliados: No se aceptan (en reparación) Criaturas: -- Objetos: -- Elfos: -- Registro: Detective Mágico Consultor
  23. http://i.imgur.com/q4rt7Ao.png Nombre del Negocio: Detective Mágico Consultor Nombre de los propietarios: Sain M. Ollivander & Bel Evans McGonagall Rubro al que se dedicará: Investigación privada, resolución de misterios (Protección y seguridad) DESCRIPCIÓN La pequeña construcción depende de tan solo dos plantas para distribuir las áreas de trabajo. En el primer nivel se encuentra una pequeña sala de estar; ahí los clientes pueden esperar a ser atendidos en caso de que haya que esperar a que el detective termine de atender a otro cliente. El pequeño espacio cuenta con una barra de recepción donde se encuentra una anciana que funge como secretaria para el despacho. También se encuentra con un juego de sillones color marrón y una pequeña mesa de centro. Las ventanas que dan al exterior son de vidrio empañado, lo que permite que la luz penetre al espacio, pero que resulte imposible ver hacia el interior. En este primer nivel también se pueden encontrar dos puertas de madera oscura. La primera de ellas va a una gran almacén que se adueña de la mayor parte de este nivel y que contiene material que los detectives guardan y les es de utilidad para resolver algunos misterios o comprobar teorías correspondiente a los casos (No, no solo es basura, gracias). La segunda puerta da a una pequeña cocina, lo suficientemente espaciosa para albergar un máximo de tres o cuatro personas. En este lugar los empleados pueden disponer de sus alimentos. La estrecha escalera (donde solo se puede ir de una persona a la vez) está justo entre estas dos puertas y nos conduce “al consultorio del Detective”, siendo ésta el área donde los detectives atienden a los clientes, escuchan sus casos, comparten teorías y conviven entre ellos. Al subir los escalones te encuentras con un espacio parecido a una sala de estar más amplia a la anterior, con libros, pergaminos, vuela plumas, tinteros y un sinfín de objetos dispersos por todo el lugar. Justo en la pared de enfrente se puede ver un escritorio compartido atiborrado de pergaminos y libros, los libros de los estantes adyacentes a las dos grandes ventanas del centro (donde se puede ver claramente hacia el exterior) colocados de forma dispersa forman huecos entre ellos dándole un aspecto desordenado al lugar. Sobre el muro izquierdo de esta área existe un par de sillones individuales y una silla bastante cómoda con vista hacia los sillones. Aquí es donde se escuchan la consulta del cliente y los detectives deliberan sí son o no capaces de asesoran al cliente con su problema (todo dependiendo del caso). Al final, en este lado, se encuentra un pasillo que lleva al “área de experimentación” que tiene el aspecto de un laboratorio químico muggle (Tranquilos, solo es el aspecto) que se esconde tras un par de puertas plegables de vidrio empañado de diversos colores. Al otro lado del espacio existe nada mas un sillón para dos personas (en caso de tener dos personas por caso), estando la pared recubierta por un tapiz que la cubre desde el suelo hasta el techo. El único adorno que presenta en un extremo, es un cuadro con el retrato de un cráneo, que algunos días de encuentra ahí y algunos otros no. Esta pared es muy importante para los detectives, pues solo ahí se logra tener el espacio necesario para formar los mapas, en base a la información recogida del cliente más la que se va acumulando tras la investigación, que ayudan a la solución de los casos. Al extremo contrario del cuadro hay un último pasillo, que conduce hasta una puerta de madera pintada de negro con un jeroglífico dorado grabado en ella. Es necesario ser del personal autorizado si se quiere acceder a lo que sea que ahí dentro se esconde (Decisión del dueño del local quien entra y quién no). En realidad “el Consultorio del Detective” es un espacio muy estrecho y acogedor lo que lo hace un lugar bastante íntimo y privado para tratar su caso. Afiliados: No se aceptan Criaturas: - Objetos: - Elfos: - Nick con link a tu ficha de personaje: Sain M. Ollivander, Bel Evans McGonagall Link a la ficha de tu familia: Ollivander // Evans McGonagall Link a la bóveda de tu negocio: B :106711 Link al local del negocio: Detective Mágico Consultor
  24. ~ Holus~ ¡Hey! pues que ya tengo rato en el foro y así (seguro ni idea de quién soy xD) pero bueno. Estaba ya por actualizar mi ficha y ya tenía pensado hacer unos cambios en el aspecto de las familias. Por ahí encontré el castillo (ya le había echado el ojo desde hace un buen rato D; ) xD pero como veía que era una familia de la marca y pues…*mira al pollo en su ficha >v>* Nada mas por eso no me había animado a pasarme antes o decir algou~ …Pero también soy bastante terco y después de hablar con una de las matriarcas (ir a llorar) parece que no hay problema si me les uno o/ *se mete como la humedad* Pero si no se puedo lo entiendo también xDD La verdad es que soy bastante neutro para tener bando ;v; Pues no se…y me considero moderadamente activo o/ y…ehm…prometo ser siempre fiel(?) Asdfg votos equivocados >< Pues eso…Dejare mi ficha y veremos qué pasa 8) Básicamente ya tengo mi historia hecha y así. Entonces me gustaría pertenecer como miembro adoptivo o/ aunque estoy abierto a sugerencias~ Asdfg ya no se que mas poner así que dejo mi ficha xD Eso es todo~ Eh...Bueno gracias Me paso mas arde para ver que pasa /o
  25. ¡Hey! Bueno para ser honestos había olvidado todo esto de los registros de familias (y de las familias D: ) No se como que me hago viejo y la memoria no coopera xP Y bueno así como muchas cosas mas había olvidado actualizarme por estos lados D: Lamentablemente hasta ahora vengo xD pero no para actualizarme x( bueno si, pero no(?) Asdfg *nervioso* Bueno pues a lo que voy >) Uh pues nada que creo que volare lejos(?) :v No es que no quiera ser mas Tonks, nono, pero bueno busco innovar a mi pj un poco más en el aspecto de las familias y todo esto, y creo que lo he pospuesto :eldeydeldramaon: Y bueeeno, no sé si pueda quedarme como amigo de la familia *se abraza da Antony* no puedo dejar al pequeño solo así v__v, pero el ya es un chico grande, así que bueno… Uhm…Pues nada era eso…Realmente fue genial ser un Tonk y me voy aun sintiéndome uno. *O* o algo asi x33 Pero el rol sigue y busco ideas nuevas(?) Y eso pues~ Ah… no se si debo llenar algo para darme de baja(?) o si al menos estoy registrado x’D Pero…eh…eso. Los Amou~ :'33 Ciaos, ciaos~

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