Jump to content

Sajag

Magos Expertos
  • Mensajes

    600
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    1

Todo lo publicado por Sajag

  1. Sajag

    Videncia

    Sajag, sin esperar que el silencio permanezca, coloca su mano derecha suavemente en la coronilla de la bruja. Un poco de su magia se desliza directamente desde allí, hacia su espina dorsal y empieza a recorrerla, hasta los extremos mismos de todas sus terminaciones nerviosas. Es algo sencillo y efectivo, apenas perceptible si se encontrara en un contexto distinto, distraída y rodeada de gente. —Concéntrese en su propio cuerpo. Su respiración tiene que purgar su cuerpo, sus apetitos remitir. Su memoria corporal permanecer indemne, de forma que su postura no se convierta en una molestia ni malogre el recorrido que su magia realiza en su columna. Sajag no efectúa ningún movimiento más invasivo que ese, pues sabe de la susceptibilidad de la que adolecen muchos magos y brujas europeos. Retira la mano en la que brilla por un instante la piedra desde su engarce en el anillo cobrizo. Luego, continúa con su tono bajo y perfectamente audible en ese vacío: —Una vez alcance ese estadío y su magia no sufra de ninguna traba para fluir a través de su cuerpo, estará lo suficientemente despejada como para nutrir a su tercer ojo, de forma que su magia... hará el resto. Por supuesto, eso estaba ligado a la visión que la propia Triviani pudiese tener de la videncia pero, de momento, no habló de dichas implicancias. Todavía tenían un largo camino por recorrer y Sajag no tenía prisa por acelerar las cosas y, al parecer, la señorita Triviani tampoco. Los vampiros eran una especie que tenía los sentidos mucho más desarrollados que los humanos y eran también, por ello mismo, más susceptibles al dolor. Al menos, en su larga experiencia (en donde también había podido notar que existían distintos tipos de vampiros y sus características podían conjugar a favor o en contra del aprendizaje dependiendo del individuo) todo dependía de cómo sobrellevara Triviani ese ejercicio: podía ser que surtiera efecto para hacerla susceptible a percibir su propia magia y por tanto, trazar un mapa mental del recorrido de ésta por su cuerpo. De lo contrario, existían también otras dos opciones: que Sajag acelerara el proceso forzándolo sobre Triviani, es decir, utilizar algún estimulante para conseguirlo o someterla a una situación que hiciese aflorar dicho poder gracias a la adrenalina y otros efectos que a primera vista podían resultar contradictorios. Era como cuando los magos perdían el control y su varita echaba chispa, solo que un poco más complejo, pues se vería obligada a razonar un proceso que normalmente tenía automatizado. Eso, a veces, no era sencillo para los magos y brujas que nunca lo habían intentado con anterioridad. O que no estaban acostumbrados a mezclar teoría con intuición. —Si una vez más, cuando intenta el ejercicio, no percibe nada nuevo, quisiera que me describiera claramente y en voz alta cuál es su visión o idea sobre la videncia, para de acuerdo a ello, adoptar un sistema que se adecúe a sus necesidades —aclaró.
  2. Sajag

    Videncia

    —De acuerdo —masculló el arcano casi para sí mismo. La varita en su mano cobró entonces mayor tamaño, hasta convertirse en la característica vara de cristal. La suya poseía tres lados, representativos de los chakras que más apreciaba, por lo que al realizar su magia, su destello fue notorio. La habitación quedó acomodada y, junto a él, tan solo una bolsa de tela de apariencia simple. Se la colgó de lado antes de volverse hacia la muchacha y decir: —Partamos enseguida. Sajag guió el camino hacia el exterior sin apuro y, de hecho, tomándose tiempo para alejarse. Una vez se encontraron a cielo abierto, extendió la vara de cristal hacia adelante, para hacer aparecer un portal ante él. Era parte de la magia arcana que conservaba, siempre echando mano de ella ante alguna necesidad. Por supuesto, sabía que los Uzza también habían robado algo parecido pero era un tema del que jamás hablaban. Sajag no era un arcano de rencores pero tampoco le causaban la más mínima simpatía. —Pasa. El mago cruzó el portal después de ella para encontrarse en otro espacio abierto. Estaban en Mongolia, en un ámbito despejado tanto de construcciones como de gente. La hierba era dura y pegada al piso. A pesar de lo inhóspito, era maravilloso. Sajag soltó un suspiro al verlo, al tener tantas cosas por hacer allí. A pesar de ello, antes de perderse en divagaciones al respecto, se volvió hacia su ahora pupila: —Para poder empezar con tu formación, te daré el primer principio que también revelé en su momento a la señorita Madeleine —explicó—. Esto, hace referencia a los chakras que te permitirán conectar tus circuitos mágicos. El mago alzó la vara de cristal una vez más e hizo que un viejo pergamino flotara hacia Zoella, deslizándose tranquilamente por el aire desde su bolso. Algo sencillo y clásico. —Si no fueras una bruja, tendrías que aprenderlo por el camino difícil, con mucha meditación y conocimiento del funcionamiento de tus funciones corporales y composición corporal —prosiguió, volviendo la vista hacia el paisaje—. Sin embargo, con ayuda de tus circuitos mágicos, el proceso es relativamente más sencillo, puesto que la energía que fluye por tu cuerpo no es como la de otros seres humanos —los ojos de Sajag se enfocaron en ella de forma más inquisitiva por un instante—. Son más poderosos. Seguidamente, le dio la espalda y extrajo un par de esterillas e hizo un encantamiento atmosférico alrededor, para que sus cuerpos se mantuvieran a temperatura cómoda y cálida, a pesar del fuerte viento circundante. —La clave, está en respirar y percibir los puntos clave de dichos circuitos, para desbloquearlos y exaltar la energía que fluye a través de ellos. Sin embargo —previno Sajag, echándole otro vistazo antes de volverse por segunda vez—, no se alarme si no percibe nada la primera vez. Tan solo, inténtelo, pues hay, sin ánimo de alardear, infinitas formas de conseguir que tenga éxito. Seguidamente, el mago dejó el bolso en el suelo, a un lado, y se colocó sobre la esterilla en posición de loto. Le mostró la postura adecuada, manteniendo el vientre apretado para que la espalda se mantuviera erguida sin dañarse ninguna vértebra... y esperó. @@Zoella Triviani
  3. Sajag

    Videncia

    Sajag sospechaba que la muchacha necesitaría tiempo y, en cuanto a dicha suposición, no se equivocó. Lo necesitaba y se lo estaba tomando. Sajag no se demoró a su costado; caminó a sus propios aposentos, dejándola sobre la hierba. Era evidente que iría a buscarlo en cuanto estuviera lista. Mientras tanto, tenía varias cosas que organizar y muchas en las que pensar. A pesar de que no había pasado mucho tiempo desde su último viaje estaba pensando en que tal vez podría realizar uno, mientras sus pupilos se tomaban su tiempo. En sus aposentos, repasó escritos por días. No solo porque le interesaba saber más en líneas generales sobre ese lugar si no que dichos escritos, de pergamino antiguo y amarillento, provenían de ese lugar y sumaban a su curiosidad. Una vez lo hubo hecho hasta la saciedad, los devolvió a su sitio. Dejó la pipa larga con la punta reposando sobre un cenicero de cerámica y se volvió hacia el mueble principal. En los cajones de madera, había ropa, hierbas, pergaminos, rollos de seda, utensilios de cocina, juegos de té, pastas, otro tipo de plantas secas y algunos objetos brillantes. Sajag se encontraba pensando en su reciente disposición, apartando algunos libros con un pie –porque esos los acomodaría más tarde– cuando la puerta sonó. Con un movimiento indiferente de la varita, hizo que la puerta se abriese y siguió observando el mueble con insistencia. Se trataba de la muchacha Triviani que había venido antes. Por supuesto, desde entonces Sajag se había entretenido con su pequeño proyecto pero la recordaba bien. Un rostro perfilado y exquisito, una muchacha clásica, vista desde el exterior, con una mente todavía en espera de ser proyectada hacia aquello que deseaba. Sajag cerró la puerta con otro movimiento de la varita y la miró de reojo para preguntar: —Entonces, señorita Triviani, ya se lo había preguntado antes pero volveré a hacerlo ¿tiene usted el don natural o desea entrenarse de manera convencional? @@Zoella Triviani
  4. Sajag

    Videncia

    —Redímete, abre los ojos. Sajag la ha golpeado con el extremo de la pipa; no es un golpe fuerte ni tampoco suave, es lo necesario para sacarla de sus ensoñaciones. Madeleine había abierto los ojos (tal vez es más bien en un sentido metafórico) pero seguía lejos de la clase, de su presente. Deja la pipa ya apagada a un lado del mueble en el que se encuentra y entonces su voz vuelve a alzarse. La idea, es que llegue a la raíz misma de sus pensamientos, que se asiente allí, para que se convierta en un principio energético. —Tu presente, es tan solo un instante —explicó entonces— y, apenas ese segundo ha pasado, tienes ante ti lo que un segundo antes fuera tu futuro ¿me sigues? No espera a que la muchacha asienta, si no que se incorpora y dirige el camino hacia el exterior. Su última pregunta era tanto una indicación como una interrogante: de que la siguiera físicamente pero también con la conversación a la que intenta conducirla. —Como bien sabes, las cosas que ejecutas en tu presente, se manifiestan en tu futuro —las manos de Sajag se deslizaron en el aire a medida que iba avanzando, formando pequeñas ondas o formas sin sentido aparente—. Lo que significa que, si quieres leer tu futuro y el de los demás, tu magia debe estar enfocada en aquellas cosas que fluyen a tu alrededor, que habrán de manifestarse posteriormente. >>Vaciar tu mente es vital, porque harás uso de tus chacras para encontrar esos hilos energéticos y visionar las manifestaciones que estos te muestren. El estrés, la ira, el dolor... todos esos sentimientos obstruyen el fluir adecuado de energía en tu cuerpo<<. Normalmente, un vidente tenía una mayor conexión con sus poderes y por tanto, no tenía sentido explicarle los principios básicos de la habilidad pero Madeleine era distinta. Por otra parte, eso significaba también que no asociaba sus visiones a algo determinado, lo que podría significar una ventaja en el futuro; estaría aprendiéndolo de cero, adecuadamente, sin que las cosas negativas que pudieran filtrarse en otros contextos la afectaran, ya que Sajag estaría supervisando el proceso. —Existen siete chakras en tu cuerpo y, si no fueras un mago, tendrías que explorarlos con tiempo y meditación —allanó Sajag—. Por supuesto, ese no es tu caso —"y tienes suerte por ello" agregó para sí, debido a que no era precisamente un camino corto, al estilo de los magos londinenses. Habían llegado al exterior y, en lugar de volver a sus aposentos, decidió sentarse sobre la hierba verde bajo un grupo de árboles pálidos, cerca del lago. Quería buscar un sitio relajante y eso significaba para él respirar un poco; si bien fumar podría abrir su ojo interior, no tenía que mantenerse así todo el tiempo, el estímulo una vez obtenido, se aprovechaba mejor en otros ámbitos. —El té que bebiste, es estimulante pero eso no es lo único que nos ayudará aquí para buscar que conectes con tu propia energía, tu magia y el nexo que nos sintoniza con los demás —agregó Sajag en tono soñador. Estaba un poco bajo de energías debido a todo el movimiento del día pero quería que Madeleine entendiera eso antes de que intentaran otra vez con otro tipo de estimulantes—. Por eso, dejarás tu varita a un lado e intentarás concentrar tu mente en una imagen de tu propio cuerpo y sus respectivas consecuencias en torno al balance. >>Una vez lo encuentres y las liberes, así sea solo por unos instantes, encontrarás la forma de conectar con la fuente de tu propia magia sin un catalizador, tu varita, y podremos comenzar de verdad<<. @@Ellie Moody
  5. Sajag

    Videncia

    Sajag se acomoda en el asiento mientras Madeleine se adentra por sí sola. Hasta ese preciso momento, el arcano no había notado la presencia de su acompañante, así que es curioso para él notar la dinámica que se va desarrollando con ella por cada paso que da. La alumna no solo está perdida respecto al rumbo que desea tomar si no también desorientada respecto a su propia capacidad. No es que sea un caso demasiado raro pero sí le parece curioso que se parezca al de la última bruja que le había tocado instruir antes de irse de viaje. No es su intención hurgar en los pensamientos de la muchacha pero ese lugar y él se encuentran conectados. Dado que son los aposentos destinados para el entrenamiento de sus pupilos y de uso personal, Sajag los conoce bien y es capaz de observar en ellos más de lo que podría al exterior, gracias al anillo de videncia. No es capaz de captarlo todo; quizás si hiciera el esfuerzo podría alcanzar a atisbar mucho más allá pero no es su intención poner a prueba su poder con una discípula de Sauda. Solo obtiene retazos que se parecen más al futuro que a la textura de los recuerdos: en ellos, la muchacha susurra un nombre, que es justamente el de la mujer que instruyera antes del viaje, y a quien la había conectado por el proceder que ambas mostraran, sin estar enterado que tal conexión era más real e inmediata de lo que parecía. Sajag sacude la pipa al borde del mueble para que los restos de la hierba ya consumida caigan al suelo y Madeleine sale del trance de forma repentina. La puerta se cierra tras ella impidiendo que sus compañeros puedan apreciar lo que hay dentro, aunque la muchacha sí parezca alcanzar a notar el interior sencillo al volverse antes del último toque. Eso debería bastar ¿para qué? Para lo que tendrá que hacer a continuación. Cuando el resto se ha retirado, el arcano vuelve a dirigirse a ella: —Trabajaremos ahora en base a lo que observaste —explica, como si todo eso no hubiese sido más que otro breve intercambio sobre una taza de té—. Quiero que vacíes tu mente, que pienses tan solo en una cosa ¿qué es lo que más has deseado ver en tu futuro? Él sabe que la muchacha tiene que decir algo y en esa sala ya no se encuentran los demás pupilos, si no solo Sajag y ella. Algunos adentrados en sus propias puertas y otros retirados de la enseñanza solo de momento. Por lo que confía en que la muchacha pueda verbalizar eso que acaba de preguntarle de la manera más exacta posible y así proseguir con lo que tenía planeado para que ella pudiera ser más y más consciente de sus poderes y de la forma adecuada para ella de explotarlos.
  6. Sajag

    Videncia

    —Eh... Es la primera vez, de unas pocas ocasiones, en que alguien le manifiesta abiertamente que no sabe a qué se está enfrentando. Supone que eso debería incomodarlo, como mínimo, pero en realidad no lo hace. Solo causa que sus ojos se queden fijos en ella por un buen rato, mientras termina de explicarse. Después, toma la caja que acababa de guardar y se incorpora. —Hay alicientes y también hay cosas que van en detrimento del desarrollo de la habilidad —dice de pronto, mientras Jeremy aún examina el volumen que le entregara. Sus palabras, son para todos los allí presentes, en realidad—. La videncia es una habilidad suceptible a cambios porque está basada en el proceder de los humanos y su entorno, así que no es "extraño" que pueda percibirlo así. Si bien Sajag se ha cuidado de tomar sus "implementos" y ponerlos en sus bolsillos, eso no impide que sienta algo de pena por el buen té que habrán de dejar a medio consumir sobre la mesa. El arcano se dirige hacia la puerta, la abre de par en par y espera a que todos salgan. Una vez fuera, la cierra y los conduce con paso seguro hacia el exterior. El espacio es cálido, con un clima siempre regular y una estructura que no ha cambiado a pesar de las relocaciones. A grandes rasgos, le agradan más las estructuras de estilo japonés pero no siente un apego especial por ningún emplazamiento excepto tal vez sus propios aposentos. Por eso, cuando los dirige hacia el Guardián del Lago y los conduce a las estancias debajo del mismo, lo que quiere en realidad es acelerar el proceso de aprendizaje, más que el hecho de cambiar de aires (aunque quizá eso último sería también beneficioso para los alumnos). Tienen que dar varias vueltas antes de llegar al espacio que Sajag busca. A pesar de que los pasillos habían sido algo estrechos y sinuosos, el emplazamiento que Sajag encuentra es amplio. De hecho, se parece un poco a una sala rectangular con varias entradas. Lo que los alumnos puedan encontrar tras ellas depende de... —Comencemos. Sajag señala las puertas y les indica de manera breve que deben pasar a través de ellas y enfrentar sus propios recuerdos del otro lado. No es algo difícil, tan solo una experiencia pasada, en donde sus poderes se manifestaron, lo supieran ellos o no ¿por qué es eso importante? Es algo que tendrán que contestar poco a poco pero que les resultará útil en el redescubrimiento de sus poderes. Añade que va a esperarlos fuera pero que los acompaña en sus pensamientos, mientras vuelve a tomar asiento sobre el único mueble de la estancia. El espacio parece estar iluminado por el sol a pesar de ser subterráneo, por lo que el arcano ni siquiera se molesta en sacar su varita, si no que vuelve a armar su pipa y a encenderla, llenándoles con el humo de la misma. Eso, tiene también un propósito: que el humo les sirva de aliciente para abrir su ojo interior, para aquellos que no pudieron disfrutar del té.
  7. Dejo constancia de que Melrose Moody ha concluido su prueba, vinculándose satisfactoriamente con el anillo de Videncia. Felicidades.
  8. Sajag

    Videncia

    —Un… televisor muggle que va captando imágenes de su destino —repitió con tono hueco, haciendo eco de Triviani. No es sencillo para él pensar en un enfoque idóneo para el mago de acuerdo a lo que acaba de decirle. De hecho, eso no hace más que reafirmar su perspectiva de que una visión es mucho más fiable que una charla para averiguar algo aún si suena incongruente... pero no (debe) se permite caer en esa espiral de desilusión y desidia. Él está allí para enseñar acerca de lo que conoce y las intenciones de sus alumnos, aquello que vayan a hacer con sus habilidades fuera de sus aposentos o cómo se conduzcan dentro de ellos, no le conciernen demasiado siempre y cuando no destruyan nada de lo que le pertenece ni tengan un grado de soberbia que al final se convierta en el veneno que les impida seguir un curso adecuado de aprendizaje. Por suerte, Triviani no ha dado señales de pertenecer a ninguno de esos dos grupos. Existen excepciones, por supuesto. Eso, es algo de lo que no habla muy seguido. Mientras aguarda las respuestas de los demás -algunos demorando por saborear un poco del té y otros que se mantienen en un silencio pertinaz sin mayores explicaciones- observa algo de manera fugaz, por lo que saca otra taza con su respectivo platillo. Apenas ha terminado de ponerlos a la mesa y verter el té en el recipiente, cuando la muchacha abre la puerta. —Pase, no deje que el té se enfríe. Expresión decidida, había visto su rostro apenas segundos antes. Indica el cojín junto a él, pues es el único espacio que sobra con lo apretado que ha quedado todo, y se acomoda mejor para no sentirse incómodo, con su barriga abultada chocando contra la madera o estando demasiado cerca de la nueva alumna. <<Hablábamos de cómo funciona la videncia para cada quién -resumió, señalando al resto de los presentes, aunque siendo estrictos sólo Triviani había emitido su opinión al respecto-, así que ¿podría compartir con nosotros su perspectiva sobre ese tema y su nombre?>> Mientras tanto, Sajag agita la varita con presteza y atrae hacia sí uno de los tantos libros apilados en las paredes. Pone cuidado de no tomar los de la base, para no quedar enterrados bajo las enormes pilas de tomos de diversa índole. Son parte de su colección: no solo varían en contenido, si no también en funcionamiento. —Triviani, sostenga esto —indicó, entregándole el tomo—. Sujételo con cuidado y dígame qué es lo que observa al abrirlo. No le señala que abra alguna página en particular o que deba leerlo, solo que lo “abra”. De hecho, la razón por la cual lo hace, es porque el mecanismo del libro funciona distinto para cada persona ¿qué es lo que verá al abrirlo? Sajag no se molesta en intentar averiguarlo con su poder, sería ridículo (aunque a veces visiones de lo más triviales le asalten) si no que espera que Triviani pueda mostrarle el resultado una vez éste se revele ante él. En las páginas en blanco, empezarían a trazarse líneas con tinta negra; podría ser sobre el tema que fuese, dibujos estéticos (o no), que se movían o hablaban. A veces, hasta llegaban a aparecer globos de diálogo. Los dibujos y demás detalles podían ser abundantes, tener forma nítida, estar bellamente trazados y otras veces ninguna de esas cosas. Era una manera de atisbar el poder del ojo interior de sus aprendices dependiendo del tipo de manifestación que el libro mostrara y también hacia dónde estaban direccionadas sus percepciones. El té era también un aliciente para facilitar que dicho poder fluyera acorde a sus capacidades. Sí, sentía un poco de curiosidad por lo que aparecería en las páginas en blanco y no quería averiguarlo por el “método infalible”. Eso habría sido de una pretensión insultante de su parte hacia sus ahora pupilos.
  9. Sajag

    Prueba de Videncia #24

    Cuando Catherine llegó hasta él, Sajag se incorporó y la observó por un largo minuto sin decir absolutamente nada. Sus ojos recorrieron a la mujer de pies a cabeza y viceversa, pero no buscando alguna imperfección o algo fuera de lugar, sino realmente mirándola como la había observado la primera vez que apareció frente a su puerta, con todas aquellas dudas y todo aquel potencial. El Arcano hizo un esbozo de sonrisa, algo apenas perceptible en la comisura de los labios, pero no emitió opinión cuando invitó con un movimiento de su mano a la bruja a seguirlo dentro de la Gran Pirámide. -Ya has estado aquí- no fue una pregunta sino la afirmación total y completa de que, de hecho, Catherine ya había estado en aquel lugar alguna vez. Sajag dejó que ella observara la Gran Pirámide de nuevo y la vegetación que se había apoderado de las piedras, los muros y las columnas que había fuera, así como comenzaba a hacerse espacio entre los espacios entre las piedras del suelo. El lugar, aunque dejado en la soledad, aún no se había venido abajo y probablemente tardara cientos de años en que eso sucediera y no porque las inclemencias climáticas lo dejaran en paz, sino porque la magia trabajaba allí para proteger lo material, como parte del todo. -Ahora ingresaremos en la cámara circular donde se encuentra el Portal de las Siete Puertas- la voz del Arcano retumbó en el interior del corredor y pareció, por un momento, que una vieja sombra se arrastraba fuera de su lugar-. No puedo decirte qué verás dentro de la Puerta de Videncia porque ese conocimiento sólo se reserva a quien la cruza, pero estaré allí todo el tiempo, cuidando tus espaldas e impulsándote si así lo necesitas- llegaron al centro del círculo en el cual se encontraba la estrella y el anciano -que no lo parecía- se giró para señalar la única puerta del lugar que parecía poder abrirse, pues las demás parecían sólo dibujo en la piedra, mientras que de la de videncia parecía emanar un halo luminoso por debajo-. Pero antes de entrar, debes tener esto- Sajag movió la varita que aún sostenía e hizo aparecer un anillo que extendió a Catherine-. Con él estarás conectado a mí y, de pasar la prueba, estarás conectada con la habilidad de por vida- señaló su propio anillo con una sonrisa-. Cada paso que des, estaré viendo. Y si has de necesitar mi intervención, puedes tocar la piedra del anillo y te sacaré el portal. Pero debes saber que si sales, perderás un intento de realizar la prueba y la siguiente vez será más difícil- explicó. Luego dio un paso al costad, dejando que Catherine se colocara frente a la puerta y decidiera qué camino tomaría, porque aún podía decidir no realizar la prueba y volver en otro momento si creía que era demasiado para ella, aunque Sajag no creía que eso fuera a suceder. Ella estaba lista, lo había visto. Tal como le pasaba con algunos de sus pupilos, veía un poco de su futuro para saber qué caminos tomarían, aunque no todas las visiones era definitivas y podían cambiar con las decisiones que iban tomando. Pero en el caso de Catherine, al menos, Sajag sabía que ella entraría al portal. ¿Saldría? Bueno, dependía enteramente de la bruja.
  10. Sajag

    Videncia

    Sajag había tenido una temporada tranquila después de que Moody terminara su prueba con éxito, por lo que había aprovechado para irse de viaje. Le había gustado, porque se había vuelto a encontrar, de alguna forma. El mantener contacto constante con un flujo interminable de alumnos, en su mayoría británicos, había hecho que se gastara con un montón de charla, lo que era impropio de su carácter. El hecho mismo de malgastarse en cháchara inconsciente a pesar de tener visiones mucho más informativas como referente nunca había sido parte de su naturaleza pero el choque cultural había sido inevitable y poco ortodoxo. Sajag no era joven, aunque tampoco era el más viejo de los arcanos. Así que quizá era por eso que había recurrido a métodos más tradicionales, de su agrado, para encaminarse, tal y como deseaba. Se había visto a sí mismo desplazándose en una cómoda alfombra voladora, con un exótico paisaje de fondo, en lugares de Turquía o Malasia y eso era exactamente lo que había terminado ocurriendo. Como... casi siempre; sus visiones se habían cumplido. También, había sido ventajoso porque le había permitido despejar su mente de los acontecimientos próximos de la guerra y su desarrollo. En el momento en que suenan los golpes en la puerta, Sajag se encuentra sentado sobre un mueble bajo. Es la adquisición de su último viaje, la más reciente. Tiene varios cajones, repletos de nuevas hierbas para pipa y o para preparar bebidas aromáticas. La superficie pulida es de un tono oscuro, agradable al tacto y la vista. Solo uno de sus pies descalzos, posado en dicha superficie, sobresale por debajo de los pantalones cómodos que lleva bajo la kurta. Apoya parte del brazo en la rodilla y da otra calada. Con ánimo creciente y la sien posada contra el vidrio, mira hacia el exterior del ventanal que tiene al lado. El humo de la pipa larga de la que fuma, escapa por la luna más cercana, pues está abierta y un aire cálido ingresa al interior. El otro pie, cuelga del borde sin mayores miramientos. Ni siquiera se molesta en abrir, porque... Enseguida, un alumno termina abriéndola por él a pesar de -así parece- haber llegado después y no haber pedido permiso. No importa, de todas formas. Los ojos de Sajag captan un rostro conocido: sabe que su apellido es Ravenclaw y lo ha tenido en sus aposentos antes. Sí, el mago lleva otra ropa pero es él. Da un asentimiento corto como toda respuesta a su saludo y los invita a pasar con un ademán de su mano libre. Cae en cuenta de que la mujer que se había mantenido detrás del resto de la comitiva también es un rostro conocido, aunque quizá ligermente ¿alterado? Se le ocurre que tal vez ha podido pasar cierto tiempo en compañía de Majlis. Una vez el último de ellos ha cruzado el umbral y ha cerrado la puerta, Sajag evalua con cierta lentitud los rostros, pensando en cómo podría abordar ese primer momento, tan crucial en su formación. Si bien, de cierta forma los había estado esperando, también era cierto que eso no necesariamente implicaba que fuese infalible. Eso le dio la idea que necesitaba. Se bajó del mueble para acercarse a la mesa ratona ya preparada con el servicio de té para cuatro inviduos. Después, los invitó a hacer lo mismo, de forma que fueran colocándose en torno al mueble rectangular, sentándose sobre los cojines, en la disposición que prefiriesen. Mientras tanto, se apresuró a servir un aromático té rojo de una tetera de cobre posada sobre una rejilla de madera, antes de soltar: —Entonces, díganme ¿cómo funciona la videncia para ustedes? —sus ojos castaños se posaron en la muchacha sin cabello y el individuo que se había mantenido junto a ella hasta ese momento— También sería útil saber el nombre de ustedes dos, ya que —volvió entonces la vista hacia Gaunt y Ravenclaw— ya conozco el de ustedes. Una sonrisa fugaz crucó sus labios antes de apartar la mirada de ellos y concentrarse en depositar las cenizas y los restos ennegrecidos en un cenicero pequeño. Apagó lo que quedaba sin mucho apuro y lo echó a un contenedor antes de guardar la pipa en su caja y ésta, a su vez, en uno de los cajones del mueble. Seguidamente, sirvió el té en lozas blancas y sencillas con platillos a juego, para que cada uno pudiera tomar la suya y contestar.
  11. Sajag

    Prueba de Videncia #24

    Asumiendo al posición de loto, el Arcano tomó asiento en el suelo musgoso que daba espacio a los escalones de la Pirámide. Desde allí podía apreciar la salida del laberinto -sus varias salidas, en realidad- y contemplarlas con cierta solemnidad mientras el tiempo pasaba a su alrededor. Apoyó sus manos sobre el suelo un momento, sintiendo el pasto que se colaba por la piedra tibia debajo, recalentada por el sol del mediodía. Era curioso cómo todo aquel espacio parecía emanar tranquilidad y, sin embargo, guardaba peligros para todos los curiosos que se acercasen sin invitación. Sajag cerró los ojos y observó más allá del espacio frente a él, del cielo azul encima, del sol que brillaba con fuerza aunque la mañana ya hubiera quedado atrás hacía horas y "miró", realmente miró en el corazón del laberinto, siguiendo los pasos de Catherine. Ella apenas había desembarcado en la orilla, todavía confusa y temerosa de que la bruma del lago la estuviera envolviendo. Pero el musgo bajo sus botas era real, el suelo firme que ahora pisaba era real y el laberinto que abría sus "puertas" hacia ella, también lo era. Lo que en definitiva no sería real serían sus miedos, aquellas trabas terrenales que le impedían utilizar todo su potencial. Pero a pesar de que ella creyera que estaba sola en aquel trayecto, la cosa era diferente. Catherine poseía no sólo su ojo interior, que era el don que había desarrollado a lo largo de su vida, de forma cruda y burda pero aún así activo, que la había empujado a lo largo de su vida. También poseía la capacidad de discernir qué era real y qué no, porque se lo había ganado al atravesar la bruma densa del lago. Y ahora, cuando se enfrentase a sus tres mayores temores y los venciera, habría logrado tomar las herramientas necesarias para destrabar aquellos candados mentales que la ataban a lo que siempre había hecho: acudir a la visión para sortear una dificultad. Las visiones no debían ser siempre medios, a veces sólo eran finales, a veces sólo comienzos y eso era lo que ella tendría que dominar a fin de cuentas, cuando llegara dentro de la Gran Pirámide. -Sigue adelante- le susurró el Arcano al viento, esperando que el aliento amable llegase a Catherine y la hiciera introducirse en los setos del laberinto.
  12. Sajag

    Prueba de Videncia #24

    Sajag observaba a Catherine desde la entrada de la Pirámide. Mantenía los ojos cerrados, concentrado en los movimientos de su alumna mientras ésta tomaba el bote y se adentraba en las aguas negras del lago, que parecía un estanque de petróleo. La nieblas de inmediato la cubrió, pero no se espesó sino hasta que ella alcanzó el centro mismo del lago, la parte más profunda, momento en el cual las visiones comenzaron a atacar a Moody. Ella debía discernir cuáles eran ciertas, cuáles eran miedos infundados de su propio subconsciente y a cuáles debía prestarle mayor atención. Sajag estaba seguro de que Catherine lo lograría, no podía ser de otro modo. Pero cuando el tiempo pasó y el anciano notó que ella no avanzaba, supo que algo quizá había salido mal. Usó su habilidad de Legeremancia para introducirse en la mente de su pupila y allí mismo lo vio. La niebla del lago le había hecho creer a Catherine que ya el bote había atracado en la orilla y se había encontrado con el laberinto. La vio adentrarse en éste y luchar contra criaturas que en realidad no estaban allí y luego dar tumbos por horas, caminando en círculos, hasta quedar frente a lo que ella creyó que era el final de su recorrido: la Gran Pirámide. Pero no era así. Apenas estaba en la primera prueba -el lago- y su mente había estado divagando todo aquel tiempo. -Busca la salida, Catherine- la apremió, desde un pequeño y distante recodo de la mente de la bruja. Sajag adoptó la misma forma de ave que mientras había estado en aquella visión de Catherine horas antes, y con esa forma intentó hacer que la joven dejara de mirar la Gran Pirámide, creyendo que había llegado y, en cambio, se diera cuenta que aquello no era más que la bruma del lago que se había metido profundo en su mente. Ella debía luchar contra ello para poder llegar a salvo a la orilla, para que la barca siguiera su rumbo y por fin la dejara pisar tierra firme y emprender el verdadero camino por el laberinto. El Arcano frunció la boca, como pocas veces lo hacía, preocupado de que su alumna se hubiera visto perdida tan pronto. Creía que Catherine estaba lista para la prueba, había notado la fuerza interior de la muchacha. ¿Acaso se había equivocado y sería mejor volver con su alumna a su vivienda y seguir con la instrucción? ¿Era demasiado pronto enfrentarla al lago, el laberinto y el bosque? ¿Estaba realmente preparada para la Gran Pirámide? Sajag se removió todas aquellas dudas moviendo sus plumas, inflándolas, como si aquello quitara el pesar que se lo estaba comiendo. ¡No! Catherine podía con eso, podía con esa prueba y con las demás. Sólo debía darle un empujoncito. Y cuando la barca atracara por fin en la orilla, la joven chica Moody se enfrentaría al laberinto. El mismo estaba plagado de criaturas mágicas, parecidas a las que ella había visto en su visión nebulosa dentro del lago. Pero éstas, si bien podían lastimarla, no lo harían realmente de forma física. Todas las pruebas de Videncia estaban allí para poner a prueba la mente, no el cuerpo en sí. Que ella se sintiera exhausta sólo indicaba que su cerebro estaba trabajando a toda marcha y eso era lo que necesitaba que ella hiciera para que "viera", para que realmente pudiera "ver" con su ojo interior. Así que eso representaría el laberinto, donde debería enfrentarse a sus peores miedos. El mismo estaría plagado de Boggarts que le mostrarían todos ellos, adoptando distintas formas. Si era capaz de vencer tres de sus miedos, entonces el laberinto se abriría para darle paso. Pero primero... primero debía vencer las brumas de la mente y llegar a la orilla. Luego el laberinto. Y si Sajag veía que ella había avanzado, entonces la liberaría al bosque.
  13. Sajag

    Prueba de Videncia #24

    La varita de acebo del Arcano apareció en sus nudosas y regordetas manos, envejecidas por la edad y la sabiduría de sus visiones. Con un movimiento sutil, casi imperceptible por el ojo humano, comenzó a alargarse hasta tomar forma de vara de cristal, tan lustrosa y brillante que era difícil saber qué edad poseía ese artefacto, aunque la magia que emanaba, como un aura que la rodeaba, era singularmente poderoso y atrayente. Aunque Sajag le quitaba importancia a su vara de cristal, en el hecho de ser un objeto preciado y poderoso, era imposible que la gente se sintiera atraía por aquel inquebrantable y abrumador poder. ¿Serían así las varas de todos los Arcanos? Nunca se lo había preguntado, porque era tan natural para él enarbolarla como poseer su ojo interior. -Bueno, si así lo deseas- dijo con aquella profunda y tranquilizadora voz suya. Un golpe en el suelo con aquella poderosa arma y el ¡dum! retumbó en toda la vivienda, extendiéndose cual ola de viento hasta chocar con las paredes y envolverlos. El cabello de Sajag y el de Catherine se movieron con la oleada, pero luego volvieron a quedarse quietos mientras un portal se abría en medio de la sala, del tamaño de una puerta pero con forma ovalada. Del otro lado podía apreciarse un lago oscuro, de aguas profundas. Más allá del lago comenzaba una superficie con pasto crecido que se orillaba ante los altos setos de un laberinto extenso, que parecía perderse dentro de un bosque. La isla de la Gran Pirámide que alguna vez había servido a los Arcanos para entrenar a sus alumnos, ahora había sido abandonada tras la guerra y los sabios habían tenido que irse hasta Mahoutokoro. Pero en medio de un espacio grande, escondido y mágico, la isla seguía en pie y su magia seguía sacudiendo los huesos de los que se atrevían a entrar en ella. Detrás del laberinto, con una punta dorada asomando tras los árboles, la Pirámide atraía a toda clase de seres y criaturas, buenas y malas, luminosas y oscuras, que se alimentaban de la magia que aún abundaba tras esas rocas y por debajo de ellas, extendiéndose en el fértil suelo bañado por el sol... un sol que parecía nunca ocultarse. -Usted primero- señaló el Arcano, dejando que Catherine traspasara el portal delante de él. Se encontraban en la orilla contraria de la isla, donde una barcaza un poco destartalada flotaba aún sobre el lago oscuro. Sajag observó a la mujer que estaba junto a él, con su morral y sus pertenencias y sonrió, bonachón como era. -Me temo que el camino hasta la Pirámide deberás hacerlo sola- sus manos se colocaron sobre su vara de cristal, apoyando su peso cual anciano sobre un bastón-. El lago te supondrá un primer reto. Las nieblas que se ciernen sobre los navegantes suelen jugar con su mente. No puedo decirte qué verás, pero sí que deberás poder ser capaz de salir de aquellas visiones y atracar en la orilla opuesta. Te estaré vigilando todo el camino- se tocó la frente dos veces, señalando aquel tercer ojo que no existía de forma física y con el que estaría pendiente de cada paso en el camino de Moody. Luego de eso, volvió a golpear la vara contra el piso pero esta vez no hubo portal que lo engullera, sino que simplemente desapareció. Dejando a Catherine con su primera prueba por delante.
  14. Sajag

    Videncia

    Sajag nunca había usado demasiado su habilidad de animagia, a pesar de que era bueno en ella. Siempre había preferido usar la metamorfomagia, porque cambiar el color de pelo por aquí o la forma de la nariz por allá, le resultaba mucho más natural y sencillo que convertirse en un animalito. Aún así, cuando hizo su inmersión en la mente de Catherine con legeremancia, cuidando de ser sutil con su toque, amable, adoptó la forma de un estornino. Sacudió sus plumas negras iridiscentes, con aquel brillo púrpura que tanto le había gustado la primera vez que tomó aquella forma, y gorjeó al aire de forma encantadora mientras se posaba en un poste, cerca de donde la figura de Catherine se hallaba parada. La plaza roja en San Petersburgo estaba abarrotada de gente, la mayoría no poseían rostro y eso hizo sonreír al Arcano. Era fascinante como las visiones solían actuar tan parecido a como lo hacían los sueños, obviando detalles que para el soñador eran totalmente irrelevantes, como los rostros de las personas que suelen "rellenar" una escena. Aún así, el Arcano enfocó sus ojos de ave en la figura que Catherine no había nombrado pero él había sabido quién era: Káiser. También nota a Armand a su lado. Toda esa información volcando desde la mente de su estudiante a medida que los sucesos pasan. Catherine no tembló, ni siquiera se removió mientras estaba sumergida en aquella visión que comenzó a moverse dentro de ella, una secuencia tras otra. Antes habían sido trozos, pequeñas fotografías que iban tomando forma y movimiento, color y un poco de sentido pero sin completar la escena por completo, nunca develando el total de aquella visión. Ahora se podía ver claro lo que estaba aconteciendo, como si la mente de Catherine hubiera podido acomodar por fin las piezas de aquel rompecabezas. Cuando regresan a la vivienda del Arcano, rodeados de incienso y sabor dulce en la boca, la pregunta de la muchacha flota entre ellos un momento. El silencio se extendió por lo que parecieron largos minutos, mientras el anciano observaba a su discípula. Finalmente sonrió. -Ahora ha llegado el momento de preguntarte si estás lista para tu prueba- su voz una seda, envolviendo en tranquilidad a quien lo escuchase-. Si decides que ya lo estás, entonces puedes hacerla ahora mismo, te llevaré hasta allí. Sino, podemos seguir desentrañando los misterios de tus visiones y cómo afinarlas- Sajag se puso de pie y caminó con parsimonia hasta el lavaplatos, donde dejó su taza y la de Catherine-. Pero no veo por qué has de tomar el segundo camino- finalizó, dedicándole otra encantadora sonrisa a la chica.
  15. Sajag

    Videncia

    El Arcano dejó que la bruja sola sopesara el peso de las palabras que le había dicho y esperó, paciente, a que ella misma llegara a sus propias conclusiones como había hecho desde el momento mismo en que había pisado su hogar. La realidad solía ser algo que muchos alumnos confundían con obligatoriedad. La realidad era y punto. La realidad no obligaba a vivirla o no vivirla, sólo estaba, a su manera, y esperaba -o no, en realidad- a que cada uno decidiera cuál era la mejor forma de afrontarla. Y cuando Catherine se vio envuelta sola en sus propias cavilaciones, Sajag volvió a pararse, abandonando el cómodo lugar entre sus mullidos almhadones coloridos y fue por una taza de té, que colocó junto a Catherine. -Lo has hecho bien todo este tiempo, Catherine- la tuteó, muy diferente al tono distante y respetuoso que había utilizado antes al llamarla "señorita". Al tutearla, creaba un vínculo que se estrecharía cuando ella decidiera hacer la prueba final-. No es malo perder el control a veces y buscar visiones que nos ayuden a encontrar el "control" de nuevo, quizá es una forma de abarcar la falta de resolución de problemas que tenemos todos. Pero ya has notado que no es necesario para nada- tomó una taza para él luego de dejar la de Catherine y luego se sentó de nuevo en su lugar, aún con la humeante infusión en sus manos. Se tomó un momento para llevarlo a la boca y saborear el jazmín, el lúpulo y el romero, así como la sutil mezcla de menta y limón. Cerró los ojos un momento, porque las cosas que se saboreaban con la lengua también podían saborearse con el pensamiento si uno se tomaba el tiempo de ajustar los recuerdos, de organizarlos y seleccionarlos. Quizá, la mejor fuente de visiones eran las que entraban por los sentidos. -Tu poder se ha estado alimentando todo este tiempo, eso no es nada nuevo para tí ni lo es para mí. Has vivido, como dijiste, buscando esas visiones que te ayudaran a comprender mejores las pérdidas de control, los momentos difíciles de tu vida que han marcado rumbos... rumbos que te han traído hasta aquí, hasta mi- bajó la taza que aún tenía posicionada cerca de la boca y sonrió tan bonachonamente como solía hacerlo, como si ningún mal del mundo pudiera afectar aquel lugar, aquel espacio, aquel rostro-. Así que no debieras despreciar esas visiones por cómo han surgido, más usarlas como alimento para tu propio poder- bajó la taza y la apoyó en el suelo-. El que tienes ahí- y señaló su pecho en vez de su cabeza. Entonces, Sajag vio que los ojos de su pupila se abstraían un momento y volvió a sonreír, esta vez de forma más sutil, esperando que ella enfocara de nuevo. -Bebe el té. Te ayudará a esclarecer esa visión que has tenido y, si me permites, te acompañaré allí- dijo el Arcano, invitándola ahora, de nuevo taza en mano, a que los dos bebieran juntos-. No te preocupes, no contiene drogas. Pero los olores de algunas hierbas abren el Ojo y muchas veces las infusiones calientes ayudan a enfocar mejor las escenas. Puedes tomarlo como ayuda, en el futuro- propuso, aunque no esperaba que así lo hiciera, no era más que una sugerencia de un anciano al que le gustaba beber demasiado esas cosas dulces y aromáticas-. Cuando estés lista- agregó. No solía poner muchas pruebas a sus alumnos, no siempre. Algunos venían preparados de ante mano, conociendo su potencial, manejando las situaciones que se les presentaban. Otros, como Catherine, podían conocer ciertos aspectos de sus visiones pero no saber cómo manejarlas o, mejor dicho, como manejarse a sí mismos para moldear esa visión, darle cuerpo. Sajag se consideraba a sí mismo más un guía que un Maestro, más un bastón o un cayado de montañista que un Arcano en todos sus saberes y eso le agradaba. Le gustaba ser el halcón sobrevolando el cielo claro, ser el bastón que apisonaba la tierra firme o el mapa que guiaba el camino correcto. Eso era en las visiones compartidas, cuando ayudaba a un alumno a tomar todo su potencial y explotarlo. Y eso sería en aquel momento para Catherine, para lo que ella necesitara que él fuera dentro de aquella visión. Y de nuevo lo sería cuando ella estuviera dentro de la Pirámide.
  16. Informo que Jank Dayne ha finalizado la prueba de Videncia adquiriendo el anillo de la habilidad.
  17. Sajag

    Prueba de Videncia #23

    Desde que Jank Dayne ingresó en el portal, el anciano de Videncia se mantuvo sentado delante de la puerta, observando con su ojo interior todo lo que el mago transitaba. Todas las pruebas, desde el momento en que fue nombrado Arcano, habían sido distintas para cada alumno y supo que nunca se repetiría ninguna, porque las vivencias de cada mago o bruja que pasaron por ella habían sido distintas. Aún así, Sajag observaba, con una mano estirada casi posada sobre el hombro de Dayne, cómo se desenvolvían las visiones que rodearon y acosaron al mago. Todas esas manos en el estadio, tocándolo, tirando de él, no eran sino la representación de otras cientos de visiones, pequeñas e insignificantes quizá, que habían pasado por el tercer ojo de Jank Dayne a lo largo de su vida o que pasarían a medida que continuara. El Arcano sabía desde el momento en que lo volvió a ver plantado en su casa, esperando que él le dijera que podía realizar la prueba, que aquel sería uno de los finales a los que podría enfrentarse el mago. Y mientras mantuvo su mano estirada, casi tocando el hombro de Jank Dayne, Sajag se mordió el labio inferior, esperando... midiendo. Finalmente lo vio de nuevo en aquel castillo, presente. Presente. Antes lo había sentido ausente, distinto, alejado de quién era y de lo que podía hacer o llegar a ser. Pero en aquel castillo, mientras se dio cuenta de lo que en realidad era, de quién en realidad era, el Arcano de Videncia bajó la mano y no tocó el hombro de Dayne. Jank cruzó el portal de nuevo. -Has retornado- dijo el Arcano, con voz cansina, mientras se ponía de pie-. Lo has hecho bien, Jank Dayne- ambos anillos, el del Arcano y el de Jank brillaron con una tonalidad cobriza y la calidez se extendió por sus manos y sus brazos, dando por completa la vinculación del anillo-. Has logrado tu cometido y ahora posees por completo una apertura al Tercer Ojo- Sajag le puso, por fin, la mano sobre el hombro al mago-. No te pierdas en las visiones y mi casa siempre estará abierta si necesitas guía... joven vidente.
  18. Sajag

    Videncia

    El Arcano había estado en silencio desde el momento en que terminó de dar su explicación sobre el proceso de las cosas, observando a su alumna tomar asiento frente a él y viendo, en cierta forma, cómo se movían aquellos engranajes dentro de la cabeza de Catherine. Si algo sabía el viejo Arcano, por sobre todas las cosas, era que a veces sus palabras tocaban justo donde el alumno necesitaba un poco de refuerzo. Y, en aquel momento, Catherine había necesitado que alguien la hiciera ver que debía llevar a cabo cambios en su vida para enfrentar su futuro. La observó, no la interrumpió para preguntarle si estaba bien, para saber si estaba viendo algo en aquel momento, para que le contara en qué estaba pensando, porque sabía que ella solía se encargaría de decírselo de ser necesario. Apoyó cada una de sus manos sobre sus rodillas y sólo tomó inspiraciones largas y exhaló el aire poco a poco, concentrándose en lo que vendría luego. Hasta que, por fin, la joven Moody habló. -Muy bien, señorita Moody- sonrió el viejo panzón-. Su vida importa más allá de la habilidad, de cualquier habilidad. ¿De qué sirve tener una si no aprovechamos la vida que se nos ha dado primero?- hizo una pausa que se extendió por unos largos segundos, mientras buscaba las siguientes palabras que expresaría a su pupila-. ¿Ha tenido alguna visión, de forma reciente, que se haya repetido con cierta constancia? Por ejemplo, a la misma hora del día o bajo ciertas circunstancias, como podría ser... presión o relajación- aventuró el Arcano, entrecerrando un poco los ojos y ladeando la cabeza en dirección a Catherine-. Mi pregunta va por dos cosas. En primer lugar, me gustaría saber si ha notado la frecuencia o bajo las circunstancias que se han dado esas visiones, de haberlas tenido. Y, en segundo, quiero saber cómo ha reaccionado cuando lo notó-. En principio la pregunta no parecía tener ningún trasfondo más allá de la curiosidad ilimitada de Sajag, pero en realidad el Arcano no hacía ese tipo de preguntas sin un fin concreto, ya planteado en su mente, que le gustaba probar a veces con sus alumnos. La forma dubitativa que tenía Catherine Moody para expresar ciertas situaciones de su propia vida, probablemente por situaciones traumáticas que había vivido y que muy posiblemente intentaba ocultar u olvidar, lo llevaban a pensar que quizá ella había pasado alguna de esas cositas por alto. Muchas veces, una visión repetida no era nada. Otra, lo era todo.
  19. Sajag

    Prueba de Videncia #23

    En todo momento el anciano estuvo siguiendo a Dayne, a través del laberinto, viendo desde una distancia prudente cómo el mago se esforzaba en cada paso que daba y cómo hacía uso de su Ojo interior. Jank podía ver ahora, tan claramente como había visto algunas escenas de su vida en su propia mente en otras circunstancias. Podía ver y Sajag veía con él. Siempre le había dicho a sus alumnos, los que se atrevían a preguntar, que él era capaz de ver si ellos iban a conseguir el anillo o no, pero que ninguna visión era definitiva y podía cambiar en el transcurso del tiempo. A veces, saber lo que iba a pasar no era la mejor forma de enfrentarse a ese futuro, sino una más del destino de burlarse de nosotros y de cómo seríamos incapaces de cambiarlo, porque quien sabía lo que su futuro le deparaba, estaba sujeto a realizar acciones que finalmente lo llevaran a él, por más que quisiera evitarlo. Y este era el caso del señor Dayne. Cuando se paró frente a él, al final del laberinto, Sajag se lo quedó mirando un extenso momento antes de sonreír de forma bonachona, como siempre hacía y señalar las ropas sucias de su alumno. -Casi en una pieza, señor Dayne- expresó, soltando luego una carcajada-. Las visiones a veces sí se equivocan, Jank Dayne, nunca apueste todos sus huevos de Occamy a una visión- lo último le salió un poco en un susurro sombrío, mientras su mirada de oscurecía brevemente. Pero luego volvió a tener aquella sonrisa suficiente, bonachona, en aquel rostro tan alegre y regordete y le indicó con una mano a Jank que lo siguiera a la Pirámide que tenían detrás-.Las visiones no siempre son certeras porque varían de acuerdo a sus intervinientes. Sin ir más lejos, el único motivo por el que Harry Potter venció al Señor Tenebroso fue porque el segundo no entendió que una Profecía depende enteramente de sus actores y, en el momento en el que él decidió actuar, puso en marcha un plan que estaba muy por encima de sus conocimientos- hizo una pausa mientras ascendía los escalones. -A veces los magos son muy pedantes, señor Dayne, creyendo que pueden influir en ciertos aspectos de la magia que están más allá de la comprensión, incluso, de un Arcano viejo como yo... o como Báleyr- hizo una mueca al nombrar al Arcano de Nigromancia-. Recuerde esto, señor Dayne, las visiones pueden tomar rumbos diferentes si los actores lo desean, pero casi siempre se cumplirán. Aún así, no debe confiar siempre en sus visiones- aclaró, para que no hubiera lugar a dudas de lo que había dicho en principio. Por fin llegaron, luego de la escalinata y atravesar unos cuantos arcos de piedra, al círculo de siete estrellas, el Ouroboros, donde sobre la pared había siete puertas, los Portales. Cada uno para una habilidad, que sólo se abrían cuando un alumno estaba listo para acceder a la prueba final que lo vincularía. En aquel momento, la puerta de Videncia marcaba el Norte y un brillo perlado se extendía debajo y a los lados de la enorme puerta de piedra, marcada con antiguos símbolos rúnicos, algunos que ya no se enseñaban en Hogwarts. Sajag se giró para observar a Jank y abrió una mano frente a él, donde descansaba un anillo muy parecido al suyo. -Cuando decidas cruzar el portal, lo harás con este anillo en tu dedo- comenzó-. Esa será mi forma de verte y escucharte por donde sea que el portal te lleve. Si tienes problemas, lo sabré y te sacaré de allí, pero habrás perdido un intento para realizar la prueba y el portal se resentirá- explicó, mirando al joven mago a los ojos-. Yo no podré influir en nada de lo que allí suceda, sólo seré un expectador y, por eso, señor Dayne, le deseo mucha buena suerte. Lo estaré esperando aquí, pase lo que pase- finalizó, sentándose en el suelo de piedra, justo en el centro de la estrella y dejando que Jank tomara la decisión de ingresar o no en el Portal.
  20. Sajag

    Prueba de Videncia #23

    Sajag sonrió y soltó una carcajada, tomándose la abultada barriga con ambas manos mientras vio a Jank Dayne colocándose la venda sobre los ojos. Eso su alumno no lo pudo oír porque no quería que él creyera que se estaba burlando de lo que acababa de hacer. En realidad, el Arcano estaba complacido con la decisión de Dayne y también con sus palabras, desafiantes pero ciertamente valientes. Sólo un Ojo para ver. -En ese caso, joven Dayne, permítame que esta prueba tome un rumbo nuevo- susurró en el oído del mago, mientras con un movimiento de su varita cambiaba completamente el escenario-. Frente a usted hay un laberinto largo, extenso, de enormes setos que no permiten mirar sobre ellos. Dentro de él, las cosas no siempre son lo que aparentan y la vista juega siempre un papel importante en esta parte. Pero como ha decidido prescindir de la vista, tendremos que usar sus otros sentidos- y lo que en principio iban a ser escuetas palabras para guiarlo como "adelante", ahora se habían convertido en una extensa explicación de cómo jugaría él con su discípulo-. Atraviese el laberinto, señor Dayne. Nos veremos en el la Gran Pirámide- finalizó. Lo que Jank no sabía ni podía prever era que el laberinto ahora actuaría de forma diferente a la que había planeado en principio. Como bien Sajag le había explicado, estaba diseñado para presentar desafíos físicos y psíquicos, entre ellos algunas criaturas que podían volverse hostiles, hechizos que actuaban de forma extraña, quizá alguna inversión de gravedad o setos que se movían, cambiando de posición los corredores. Eso, todo eso, ahora el mismo mago tendría que sortearlo sin ver, sólo con sus otros sentidos y su Ojo interior, lo que significaba que no habría retrasos netamente físicos, sino psicológicos, actuando dentro de la mente misma de Dayne. Dando los primeros pasos dentro, Jank se toparía con una serie de secuencias que lo llevarían a un momento clave de su pasado: su relación con su padre. Allí había habido momentos en los que él habría tenido visiones pero quizá sólo las había tomado como sueños. Ahora, encontrándose de nuevo en aquel escenario, él tendría que discernir qué cosas habían realmente sucedido y cuáles eran pura invención. Pero como todo buen engaño, estaba plagado de verdades, quizá algunas que el mago no estuviera dispuesto a aceptar y, claro, también de mentiras que quizá no querría soltar. Todo el camino dentro del laberinto lo viviría dentro de su propia cabeza, en aquellos recuerdos, porque para despertar por completo el Ojo había que quitarse pesos del pesado, sino era imposible avanzar hacia el futuro.
  21. Sajag

    Videncia

    Sajag frunció los labios y dejó la fruta que había estado saboreando momentos antes, para limpiarse las manos con un trapo que mantenía cerca de él y que posteriormente dejó sobre la mesa, jugueteando levemente con los bordes que dobló, como si la mera acción de ordenar aquel trozo de tela pudiera ordenar sus pensamientos mientras intentaba verbalizarlos. -No es su humanidad de lo que debe desprenderse, señorita Moody- dijo al final, habiendo pasado por todo el proceso de buscar las palabras correctas, ahora girándose para darle la espalda a Catherine-. Su humanidad es quien usted es o quien no es. Pero las decisiones que debe tomar para seguir este camino no tienen que ver tanto con su humanidad sino como con su capacidad de humanizar. ¿Deshumanizará a las personas de sus visiones en pos de evitar el dolor de ver, quizá, las muertes de sus seres amados?- levantó una mano frente a sus ojos y examinó sus uñas de forma detenida, aunque no era eso realmente lo que estaba haciendo, sino utilizando un movimiento desinteresado que trabajara de aliciente a la situación que impondría a su alumna-. Quien usted es y quien usted desee ser sólo dependerá de las decisiones que tome. Y la mayoría de esas decisiones estarán atadas -quiera o no- a las visiones que tenga. Y cómo encare dichas visiones, también dependerá pura y exclusivamente de usted- nuevamente hizo una pausa, pero esta vez se giró para volver a encarar a la pupila, quien aún sostenía las páginas avejentadas de aquel tomo que había resultado tanto un diario de aprendizaje como un libro de "recetas", podría decirse. Se acercó a ella y tomó el libro, cerrándolo de manera delicada para evitar que alguna de sus amarilleadas páginas sufriera daño en el proceso. Volvió a colocarlo en el estante mientras hubo dejado aquellos interrogantes ante la bruja, esperando paciente tal cual era, a que ella decidiera tomar sus palabras y analizarlas, si así lo deseaba o, quizá, simplemente responder lo primero que le viniera a la mente. -Posee el don, ya lo hemos dejado claro desde un comienzo. Pero hay otro don que viene con el Ojo y, como toda magia, su utilización puede ser oscura o luminosa -por posicionarnos, digamos, en un camino de dos direcciones-. Dicho don representa su capacidad no de aceptación, sino de proceso. Todos los seres vivos poseemos un proceso por el que vamos pasando a lo largo de nuestras vidas y, muchas veces, llegamos a un impass de ese proceso donde obtenemos algo que catalogamos como "rutina"- se alejó del estante para volver al espacio donde había estado meditando, un montón de almohadones coloridos en el suelo de su vivienda-. La rutina nos ablanda, nos moldea y no nosotros a ella como creemos. El Ojo nos trae un cambio repentino a la rutina y es ahí donde comenzamos un proceso- hizo un ademán con la mano para invitar a Catherine a sentarse en otro grupo de almohadones, frente a él, donde poder mantener esa conversación que, poco a poco, se iba a tornar más intensa-. El proceso de un vidente comienza por el desconcierto: ¿qué es esto? ¿es bueno? ¿es malo? ¿qué debo hacer con este don? Luego del desconcierto, viene la etapa del miedo: ¿por qué me pasa esto?- cruzó las piernas y su mirada tranquila se posó sobre la de Catherine-. El proceso al que usted se enfrenta ahora, lejos de aquellos primeros pasos incurriendo en su Ojo, es el que responde a su forma de actuar. ¿Simplemente aceptará las cosas que ve? ¿No va a preguntarse nada más al respecto?- inquirió. -Dígame, señorita Moody, ¿aceptará su propia muerte sin intentar, primero, aceptar su vida?- sonrió el Arcano, colocando ahora sus manos sobre sus rodillas, con las palmas hacia arriba. Aquel sería el punto culminante del comienzo del verdadero aprendizaje. Y las decisiones que tomara Catherine a partir de ahí la llevarían a la Pirámide o de vuelta a su casa.
  22. Sajag

    Prueba de Videncia #23

    Sajag, a estas alturas de su vida recibía pocas, muy contadas sorpresas. Saber que las cuarenta y ocho horas que le había otorgado a un antiguo alumno para probarse a sí mismo que estaba apto para usar el Anillo de la Videncia, sin duda, era una de las que recordaría en los siguientes años. Él había estado listo para ver, en su momento, pero la había faltado determinación. El tiempo, cosa siempre intrigante y curiosa, era indiferente a las necesidades del ser humano, quizá en su momento, él había estado listo pero no había querido verlo al final. Y la voluntad, siempre juega un papel importante en el uso y abuso de una habilidad tan viscosa como podía resultar la Videncia. — Tanto tiempo señor Dayne —saludó casi en un susurro. Estaba justo detrás de su alumno. Nada era más estimulante que la construcción del Ojo Interior y contemplar el desarrollo de sus destrezas a expensas de las debilidades del individuo. Frente a ellos, el laberinto, ¿sería muy distinto al que tenía Jank dentro de sus pensamientos? Pronto estaría solo, confrontando aquello que no había querido confrontar tiempo atrás. ¿Se encontraría con su futuro o rendiría cuentas sobre su pasado? Una barca pronto apareció en medio del lago, y al mismo instante, un anillo se materializó entre los dedos del Arcano, salvo las tonalidades, era el calco exacto. La isla que protegía las habilidades de los Arcanos se mostraba diferente a todos y todos los que por ahí habían pasado tenían una perspectiva distinta cuando terminaban sus estudios, su preparación. Sajag no esperó el saludó del joven, no indicó nada, hizo el ademán de llamar con una mano la barca y desapareció, convirtiéndose solamente una voz que guiaría a su alumno si se viera realmente en una encrucijada. Confiaba en que no sería necesario, sus cuarenta y ocho horas habían sido las necesarias, en términos coloquiales, seguramente para el mago sería un trámite a realizar y el Arcano vería ampliado el círculo de Videntes que determinarían el camino en medio de la Guerra Mágica de la que todos parecían hablar fuera de las paredes de Mahoutokoro. La barca llevaría a Jank a su prueba y pronto se vería envuelto en un tornado, un tornado, qué, de alguien haber revisado una bola de cristal o unas cartas, le mostrarían una feria de curiosidades, como las del inicio del siglo XX. Con mujeres barbudas en las esquinas y enanos con el rostro pintado, con letreros mal dibujados, anuncio de una vidente que todo lo puede, estafa, trucos baratos, el desprecio total a la habilidad que se ejercía entre ellos. Y en medio de todos, una niña, de ojos pardos, ¿color miel? Quizá. ¿Quién era esa niña y porque parecía estar tan tranquila en medio del caos que suponía una feria de ese tipo? Si él no se decidía a controlar el destino de su barca, el tornado le mostraría el mismo escenario, sin embargo, algo habría en el lugar de la niña. Un interminable río de sangre que parecía no tener inicio. — No puedes salvarlos a todos —seseó de manera omnipotente en el oído de su pupilo. @@Jank Dayne
  23. Sajag

    Videncia

    Que firmeza al responder. Sajag había pasado mucho tiempo sin escuchar tanta firmeza de una persona tan titubeante, porque sí, Catherine Moody titubeaba, aunque no lo dijera con palabras. Las visiones, el "ver", podía venir en mil y una formas, en un sueño, en un colapso de segundos, de minutos, en una sesión de meditación o de golpe, sin embargo, el querer hacer algo con respecto al pasado, presente o futuro era lo que variaba en cada uno de los videntes que habían pasado por la vida del arcano. Sajag tomó uno de los frutos que instantes atrás había ofrecido a la mujer. — Querer es importante, claro —concedió con los labios llenos de fruta y se tomó unos segundos más para proseguir—, pero querer también impide. Parece ser una persona con un flujo de emociones bastante importante, ¿me equivoco? —alzó la mano derecha deteniendo cualquier intento de respuesta— Tiene la capacidad de "ver", es innegable, pero, ¿es merecedora de conectarse del anillo? ¿Puede detener el cauce de emociones cuando alguien unido a sus sentimientos este frente a su destino? ¿Un destino que usted conozca pero no pueda develar? Esas, señorita Moody, son las preguntas que muchos esquivan. Como el anterior alumno de su misma familia. No era una decisión cualquiera, era una importante. ¿Hacía cuánto el arcano había logrado despojarse y mantener su estado de objetividad, neutralidad? Siendo testigo auricular de las guerras que envolvían tanto a muggles como a magos. Daba igual, él no interfería, aún a sabiendas del resultado, de poder aconsejar de tal o cual manera. Un rostro inescrutable era una de las principales características de la mayoría de arcanos, aunque algunos claro, eran más volátiles que otros. Sonrió muy levemente hacia Catherine, sabía cuál sería el resultado de esa visita, aunque quisiera —a lo mejor por costumbre—, oírlo de sus labios y enterarse por sus acciones. El dolor que escondía en sueños, el miedo completamente racional a volverse a topar con alguien de su pasado, era obstáculos sencillos de saltar si se tomaba la decisión. Y en efecto, la Videncia también la había escogido a ella, le había visto, seguramente capacidad de guardar secretos. De esconder las espinas de una rosa aún a costa de su propia piel, de su propia sangre. — Suena más difícil de lo que es —le concedió a modo de consuelo, quería liberarle de sentir de antemano el peso de saber y no hacer—, y aunque son muchas voces, es una habilidad de grandeza, y como toda grandeza, conlleva mucha soledad —si, a lo mejor eso estaba más difícil de explicar—, verá, no todos pueden estar en la cima. Ser bendecidos o malditos a iguales partes, por el don de conocer los recovecos del tiempo, de las posibilidades y del destino, no era algo para el pueblo, y aún del reducido grupo de los que desarrollaban visiones, había que dividirlo entre los que lograban desarrollar la habilidad de conexión con el ojo interior. Catherine era una de las llamadas, sin embargo, ¿estaría dentro de las escogidas? @
  24. Sajag

    Videncia

    La música fluyó, bailarina, en la atmósfera de la habitación, complementando el fluir de los pensamientos de la mujer, acompañándola mientras ella "veía" lo que creía que podría ser su propia muerte. Sajag la dejó caer en ese ensimismamiento, permanecer en él, hasta que lo rompió con una sencilla frase: - ¿Puede evitarlo? Ya era hora de empezar la clase; las reflexiones interiores no le ayudarían a sobrevivir entre aquella marea de sentimientos y de visiones que la mantenían aturdida. Así el Arcano se dirigió hacia los anaqueles en busca de un libro, de nuevo en silencio, sabiendo que sus movimientos eran seguidos por la mujer. Alcanzó un volumen que solía mostrar, a veces, a los pupilos que se preguntaban sobre la finalidad de la Videncia. - El Futuro es un lastre, señorita mía. Siempre se está moviendo, cambiante y revoltoso. Pero ha de saber que es inevitable. De un modo u otro, el futuro llegará y le agarrará. Nadie puede librarse de ello. Tome. Le extendió el libro, un montón de pergaminos ajados por el tiempo, unidos por costuras hechas a mano, por varias generaciones de Arcanos Videntes, que habían ido añadiendo sus propias vivencias, pensamientos, experiencias de años. Se lo dio abierto en una página concreta. Pero aún no le dejó leer; Sajag había empezado y, a pesar de ser parco en palabras, prefería ser directo para no alimentar falsas esperanzas en sus pupilos. - La Videncia no se aprende. La Videncia se tiene. La Videncia se vive. La Videncia... convive con su esencia interna y usted la deja fluir junto con sus propias vivencias. Esta habilidad es muy compleja, demasiado, no se puede aprender. Es ambigua, es imprecisa, no es certera porque la Videncia nos enseña un futuro que es igual, ambiguo, impreciso, poco certero... ¿Cómo pretender "ver" el futuro cuando éste es impredecible? Sin embargo, la Videncia se tiene, se expande, se visibiliza con la práctica. Y el Futuro se hace predecible... Una noche tuve una Visión sobre mí mismo. Mi mujer murió el 12 de agosto en un atraco a un banco, de una bala en la frente, y yo abandoné toda esperanza de seguir viviendo sin ella. Me di a la bebida y a las drogas y, al final, lo conseguí, doce años más tarde, muriendo de una enfermedad hepática autoinmune. Dejé atrás una familia que no me lloró por lo mal que se lo hice pasar en ese tiempo y mi cuerpo descansó en una fosa común para indigentes, alejado de mi dulce Teresa. Cuando desperté, me propuse que ese futuro nunca se cumpliría. Traía dinero físico a casa para que no tuviera que entrar en ningún banco y su destino no se cumpliera. El 12 de agosto se acababa y mi mujer seguía viva. Salimos al balcón, agarrados de la mano, felices de contemplar las lluvias de estrellas de San Lorenzo. Una sonrisa surcaba mi rostro, feliz; había burlado el futuro, tendríamos hijos, seríamos felices... Su mano me soltó y la vi desplomarse en el suelo, como una muñeca de trapo, sin vida. La autopsia reveló que un meteorito le había alcanzado en el mismo lugar que le había dado la bala en mi Visión. Una posibilidad entre mil millones de que pasara... Así que yo me pregunto si Ver sirve de algo. El Futuro se empeña en cumplir su objetivo aunque tú quieras evitarlo... Lo único que evité fue la forma de reaccionar y rehíce mi vida, muriendo sí, doce años más tarde pero rodeado de amigos y familiares que me demostraron su amor y su pena. El Arcano respetó el tiempo de la mujer en leer y reflexionar sobre ello. Después se acercó, con una bandeja de frutas sencillas, ofreciéndole que comiera algo. No se puede pensar en estas cosas con el estómago vacío. Él tomó una manzana verde brillante y la observó, como si aquella piel tersa fuera lo más importante en aquel momento. - Dígame, señorita Moody, ¿para qué quiere estar vinculada con la Habilidad de la Videncia? ¿Qué espera conseguir con ello? Y, sobre todo... ¿Cree que merece la pena?
  25. Sajag

    Videncia

    Él era un Maestro entre los Maestros, el Arcano de la Videncia, no un psicólogo o psiquiatra moderno de la vida muggle cotidiana. Sin embargo, con algunos de sus pupilos sentía que debía inclinarse más hacia ese rol pues llegaban con el alma rota, movidos por la locura de no entender, o de entender demasiado. En cierta manera, a veces se sentía más como un sanador que tenía que conseguir que se valorasen en lo que eran, en lo que fueron, en lo que serían. En lo que son en el momento de llegar a su puerta... Las sensaciones se volcaban alrededor de la figura femenina que parecía perdida cuando llegó a su puerta. Esperaba que recuperara un poco el equilibrio antes de poder iniciar el despertar de su ojo interior que brillaba fuerte. Había empezado su renacer en algún momento Sajag intuía que ella misma se había dado cuenta de ese hecho. Así que supuso que pronto entablarían relación. Respetó su silencio, como ella respetaba el propio, durante un tiempo más. Cuando consideró que, estaba preparada para empezar, desperezó su cuerpo de la quietud, movió las articulaciones de las manos y de los tobillos, tras lo que se incorporó. Su figura no era imponente como la de Báleyr, aunque él conservaba los dos ojos. Avanzó despacio hacia el sitar y lo rozó con la punta de los dedos. Después se giró hacia ella. - ¿Desde cuándo lo sabes? No preguntó nada más. La música dulce del instrumento musical sonó tras sus palabras y acompañaron el silencio, armonizando la espera.

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.