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Sajag

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Todo lo publicado por Sajag

  1. Sajag

    Videncia

    Sajag abrió los ojos. Delante de él, el muchacho (hombre tal vez si no lo comparaban con la edad del Arcano) parecía sonreír, como si se supiera ganador de algo, como si creyera que llevaba las de ganar. Sajag apenas le veía, con los ojos hinchados no distinguía bien la fisonomía de su captor. No le hacía falta. Su Don de la Videncia le había enseñado su cara mil veces antes de verle en persona, antes de dejarle entrar en su aposento y mucho antes de que él hubiera tramado, siquiera, su secuestro. Porque el Arcano había vislumbrado el odio del muchacho Erlick ante el desprecio que el joven Black Lestrange había mostrado ante su afán por ser el Mago más hábil del mundo, había sentido como el afán de demostrarle que lo había conseguido había ocupado parte de su posterior vida, como le había buscado en todos los rincones que Jock había visitado en algún momento para conseguir alcanzarle allá, en la Universidad de Londres. El Arcano sabía eso mucho antes incluso que ambos muchachos pasearan como amigos por las calles de París, cuando aún se respetaban y corrían aventuras a la par, cuando aún sus caminos no se habían separado. Por ello, a pesar del daño que le habían infringido, a pesar de la sangre que corría por su cara, manchando su ropaje, a pesar de los pies descalzos y torcidos, de la piel agrietada de unos resecos labios, Sajag miró a aquella borrosa forma y habló con serenidad, con su extraño acento extranjero que le daba una sonoridad especial a sus palabras. - No lo eres. No lo fuiste. No lo serás. Nunca conseguiste ni conseguirás el título de ser el Hechicero Más Hábil conocido. Ese título lo tiene otro. Te enfrentarás por nada. Resistió un nuevo envite. Sabía que alguien le estaba mirando, más mirando la escena que a él mismo en realidad. Así que elevó sus ojos por encima de aquella mancha que volvía a usar la varita contra él y resistió. Era fácil hacerlo cuando sabía lo que iba a pasar. En cierta manera, el Ver te prepara para el Devenir. - Tus ojos mirarán la gloria del Rey... Y no serás tú quien demuestre su gloria... Sajag sonrió. No estaba seguro de si se había desvanecido en algún momento porque los lapsus oscuros eran cada vez más frecuentes. No importaba si se desmayaba. Conocía lo sucedido y lo que iba a suceder porque ya lo había visto. Por ello, su sonrisa se dirigió más allá de aquella figura, hacia quien venía a reclamarle. - ¿Estás preparado para pasar la Prueba de Vinculación, muchacho? ¿Te crees apto para llevar el Anillo de Videncia en tu mano? ¿Crees que matarás por tenerlo? Sabía la respuesta pero tenía que hacerla, era su deber sentir verbalizar la aceptación de lo que implicaba ser Vidente, el llegar hasta el Portal, el querer pasar por lo que aún quedaba por venir para conseguirlo. De su respuesta dependían tantas cosas... Sajag abrió la boca, divertido, mostrando unos dientes rojos de sangre. Todo aquello sufrido merecía la pena. No podía ser de otra manera... La Videncia era una Habilidad maldita, en cierta manera... ¿Lo habría entendido así su pupilo?
  2. Sajag

    Videncia

    En cuanto el aspirante abrió los ojos en el suelo de la casa de Sajag, algo pasó. Al principio fue imperceptible. Después, se hizo notar un poco más hasta que, finalmente, el ruido del viento fue demasiado audible para pasarlo por alto. Las hojas secas que aún estaban atadas en un secadero improvisado, se agitaron y se elevaron unos instantes. Los cuadernos, algunos rotos con las hojas esparcidas, aletearon con fuerza. Los libros pasaban sus páginas con avidez, como si alguien estuviera buscando un secreto entre sus palabras. Al pie de la ventana, un Augurey cantaba con tristeza agudas notas de aviso para quien quisiera entenderlas. El catre del Arcano gimió por el movimiento brusco, empujado por un tornado imprevisto y, a la vez, poco duradero. Todo pareció cobrar vida en un instante, todo murió al momento y quedó quieto, como antes. En cuanto el aspirante al Anillo de Videncia supo lo que estaba ocurriendo, todo cobró vida y todo se calmó, tras dejar una huella. Era un rastro imperceptible, un cambio casi inapreciable. Sólo él lo vería. Y, en su Visión, el patriarca de la familia Black Lestrange sabría lo que tenía que hacer y sabría donde encontrar al Arcano. Le era imprescindible. Le necesitaba para cruzar el Portal. Sólo Sajag podría abrir el espacio donde pasaría la prueba final para ser vinculado. Sólo su Visión le llevaría hasta donde el Arcano le haría la pregunta para iniciar la prueba, sólo el Arcano le daría las pistas para cruzar los obstáculos que llevaban a la pirámide, en el centro de la isla, rumbo al Portal. Sin él, no tendría oportunidad. Pero el espejo mostraba a una figura envejecida por el cansancio, con los pies desnudos, sostenido apenas por un brazo desnudo con restos de un antiguo tatuaje, ayudándole a llegar a un bote para cruzar la primera prueba. Antes, debería contestar a su pregunta formulada en un susurro sobre si quería seguir adelante... Eso se veía, por lo tanto, sucedería... ¿O no...? ¿Hasta qué punto Jock podía creer que sus visiones eran exactas y no fruto de un deseo? ¿Sabría Jocker Black Lestrange que tenía que encontrar al Arcano para poder seguir?
  3. Sajag se acercó más a Báleyr, después que éste le dirigiera la palabra. Le tenía mucho respeto y se concedía esa deferencia hacia él. Sabía que era un cúmulo de experiencias , taciturno, no solía salir. Le atraía conocer el motivo que hoy estuviera al aire libre. - No menosprecies tu técnica. Eres bueno en Videncia, aunque nunca como yo, por supuesto. Como yo tampoco domino el poder de la Muerte como tú... El Arcano preferiría sentarse pero esperó con educación a que la Arcana de Oclumancia lo hiciera. En ciertas maneras, aún conservaba la caballerosidad de su juventud alocada. El Arcano de Nigromancia mencionó el anillo y asintió. - No soy tan mayor, amigo. Apenas recuerdo cuando brilló con tanta intensidad pero... Es cierto, malos augurios se ciernen sobre la ciudad... Demasiados signos se han levantado últimamente en el cielo... El agua no está tranquila. Se mueve... Sonrió porque el efecto de la vara de Báleyr había provocado ondas en el lago. Pero no se refería a ese movimiento. Era un movimiento intrínseco que anunciaba algo. - No es malo. Ni es bueno. Ya sabéis... Ni bueno ni malo. Es. A Sajag siempre le había gustado ser enigmático. Tal vez porque la Videncia era así, todo ambiguo y claro a la vez, para quienes sabían interpretar sus designios. Suspiró levemente. A Sauda también le gustaba el misterio y permanecía en silencio. - Al resto le cuesta salir de sus zonas de confort. Demasiados Uzzas sueltos... Era una broma. Aunque no tanto. Miró a los lados. Una bandada de pájaros se espantó por algo y alzó el vuelo. Las flores que estaban cerca se cerraban sobre sí mismas, como si fuera de noche. Pero no lo era... El sol iluminaba tenuemente y una serie de nubes luchaban por taparlo. - Lloverá... - vaticinó. Su mirada se hizo blanca. - "Y sus huestes avanzarán por la Tierra, matando a todo aquel que mirara sus ojos". Parpadeó, confuso. ¿Una profecía? ¿Ahora?
  4. Sajag

    Videncia

    Jock era un niño solitario. Su carácter ya anunciaba cómo sería el posterior patriarca de la Black Lestrange. Si se ahondara en las historias de las calles de París, podrían rastrearse muchas anécdotas, algunas casi ilícitas, que impregnaban su forma de ser. Su forma de entender la vida mágica estaba presente desde siempre, no en vano era el hijo de una pareja de ideales mortífagas bien arraigados. Un buen trabajo de investigación por alguien muy valiente, daría pie a descubrimientos sobre él que, tal vez, quisiera ocultar; o tal vez se vanagloriara de ellos. Seguramente, las dos cosas sucederían a la vez. Un buen Vidente no necesitaría más que un vistazo para saber con quién trataba. Jocker Black Lestrange era un personaje del cual había que mantener la distancia, siempre que fuera posible, o estar preparado para cualquier sorpresa que prometía no ser agradable. Pero tenía un secreto. Un secreto que no reconocería a nadie, a veces ni a él mismo... ¿Mataría para que nadie más lo conociera? - ¿Matarías? La voz resonó en aquella habitación oscura. Nadie la había pronunciado, sólo estaba ahí, como un narrador omnisciente hablando directamente al hombre, a su mente, a su entendimiento. - La Videncia es un Don pero también es una Maldición. Los Arcanos son grandes magos, Sabios entre los Sabios, a veces humanos, a veces no... Han pasado por todas las pruebas de la Puerta Esmeralda. Todos están vinculados a todos los anillos. Todo saben... Todos conocen... Todos sabrán... Sajag hablaba ahora, su cabeza cubierta por un saco del que sobresalían mechones de su pelo marrón. ¿Era él? Le delataba su acento extranjero, una túnica azafrán, ahora sucia de sangre seca, de hollín, de la mugre pegada tras haber sido arrastrado por un suelo pegajoso. El Arcano estaba allá, con los pies descalzos sobre aquella costra de suciedad que nadie había limpiado en años, atado a una silla, con las manos en la espalda. Había sido torturado, sin lugar a dudas. Pero su voz era clara, como si todo aquello fuera una visión. ¿Era una visión? ¿Jocker Black Lestrange estaba teniendo una Visión en la habitación desordenada del Arcano? ¿Estaba teniendo una pesadilla mientras yacía desmayado en la casa de Sajag - ¿Te da miedo estar a solas conmigo, muchacho? ¿No te atreves a matarme tú sólo, que necesitas de sicarios? Cuando te vincules con el Anillo de Videncia, todos los Videntes sabrán que tú estás dentro del círculo, todo aquel que lleve un anillo de Videncia sabrá de ti, tendrá conocimiento de ti... ¿Vas a matarlos? ¿A todos? Una risa triste y divertida a la vez resonó en aquella habitación de nuevo, antes de que una varita se alzara y un hechizo impactara en el cuerpo de aquel hombre viejo. Los pies descalzos se elevaron un poco y temblaron. Después... Silencio.
  5. Vio un espejo. Vio luz. Vio estudiantes que señalaban a un tuerto y que huían de su mirada esquiva... Vio a una africana con un anillo de madera y vio a muertos que rondaban por el campus... Pero no vio el motivo por el que Báleyr había salido de sus habitaciones. Sajag estaba acostumbrado a saber más de lo que le pertenecía, gracias a su habilidad de la Videncia. Ahora le resultaba curioso, muy desconcertante para una mejor definición, el no saber el porqué de las cosas. A Aailyah Sauda le atraía pasear por los terrenos de la Universidad, era habitual verla, o al menos verla más que al resto del elenco de Arcanos. A los Uzza, nunca se les veía compartiendo espacio con los estudiantes. O con el profesorado. O con alguien. Pero era la primera vez, que el hindú recordara, que el Arcano de la Nigromancia se paseara entre los mortales. Y si algo no soportaba, era la incertidumbre. El Arcano del anillo rosa solía entender el motivo de las acciones de los que le rodeaban pero los Arcanos eran más difíciles de comprender. Báleyr era casi inexpugnable. Por ello, apenas tomó un segundo en decidir que saldría, él también, al exterior de su sencilla morada. Se vistió con una túnica azafrán y unas sandalias cómodas. Había olvidado hacía tiempo la ropa socialmente aceptable en reuniones pero eso ahora no importaba. Era una faceta de su vida, las largas fiestas nocturnas, que hacía lustros que había abandonado por un espacio más tranquilo y más relacionado con la naturaleza, con la paz interna, con la meditación... Pero lo que acababa de ver, merecía la pena investigarlo. Por ello, el Arcano abandonó su círculo privado y se adentró en el territorio abierto de la universidad, valorando el paisaje verde y arena de aquella zona de Enseñanza, observando los rostros risueños de los estudiantes y la vida que se movía allá fuera, allá donde él (y ellos, los Arcanos) apenas se movían. No tardo en llegar y descubrir que Sauda ya estaba con él. Le sonrió y se palmeó levemente su vientre orondo. Creía que era un poco más grande que la última vez que la había visto. - ¿Cuándo me dejarás ver de nuevo la pulsera de tus ancestros, Amiga? Sabes que la considero una obra maestra - le dijo a modo de saludo. Después se dirigió al Arcano de la Nigromancia. - Báleyr, ¿quieres adivinar el futuro en los reflejos del agua? Sonrió amablemente a su compañero de conocimientos. Ellos eran parcos en palabras pero el Arcano de la Nigromancia era aún menos hablador que él.
  6. Sajag

    Videncia

    Aquel mago era poderoso aunque él no se lo creyera, aunque él no lo supiera... El Sr. Black Lestrange recorrió la humilde casa del Arcano en busca de pistas que le diera indicios sobre lo sucedido. En algún momento se daría cuenta que él era la solución, la pista a seguir... A su paso, el espejo de cuerpo entero con marco de madera brilló levemente, dejando ver algunas imágenes difusas. Sólo cuando él se diera cuenta que estaba ante un caso de enoptromancia que sólo se activaba con la mente de un Vidente. Reflejaba un mundo paralelo al real, invertido, en el que se veía la cara de Sajag sonriendo a alguien. El Arcano le hablaba y una mano elegante giraba la carta. Si se fijaba bien, el pupilo entendería que estaba viendo desde el punto de vista del Consultor de las cartas del Tarot que ahora yacían en el suelo. Si era capaz de concentrarse, su Ojo Interior le mostraría retazos de las palabras que el Arcano le iba diciendo al desconocido: "No sea iluso, Sr... No leemos las cartas; las cartas nos leen y nos muestran lo que somos por dentro. Cuando miras las cartas... Ellas te miran... Y saben quién eres... No puedes ocultarle nada..." La carta boca arriba era La Justicia. "Es usted muy astuto, jovencito... Las Cartas me dicen que... te sientes culpable por algo que aún no ha pasado... pasará en algún momento de tu futuro..." Ahora se veía otra carta, La Rueda de la Fortuna. "Todo tiene un precio... Las Cartas son un aviso... Estás valorando si vale la pena pagarlo... Eres un hombre poderoso... Con una decisión trascendental que tomar... Algo se interpone entre usted y... ¿El secreto debe de ser desvelado? Ahora se giró la tercera y última carta: La Muerte. "Sufrirás por tu decisión. Cavarás muy hondo para encontrar tu verdadera vocación, aquí, en Ottery..." sufrirás por tu arte cavarás hondo para extraer tu auténtica vocación, aquí , en ottery. ¿Sería capaz de ver la Visión en el Espejo? ¿Sería capaz de entender de quién hablaban, quién giraba las cartas, quién había secuestrado al Arcano? HAbía muchas más pistas esparcidas por la morada: los posos de las tazas de té, la cera de las velas, el fuego encendido, el espejo, las cuerdas... Todo le ayudarían a que su Ojo Interior le rebelara la Verdad de lo ocurrido. Siempre que sea la Verdad lo que le interesara Ver.
  7. Sajag

    Videncia

    La puerta de la casa del Arcano de Videncia estaba abierta cuando llegó aquel muchacho. ¿Eso le causó extrañeza? Se trataba de una única habitación de dos niveles, con una pared de arriba a abajo repleta de volúmenes antiquísimos. Normalmente ordenados, hoy lucían huecos amplios en las estanterías y muchos, maltratados, se esparcían por el suelo, como si hubieran sido arrojados de forma violenta. En el nivel superior, un catre deshecho, como si un segundo antes hubiera estado ocupado; una pequeña libreta abierta un lápiz antiguo de carbón aún se movía, como si acabara de ser usado para apuntar una nota: «Tus ojos mirarán la gloria del Rey y verán la expansión de la tierra». En el lado opuesto, el gran escritorio de madera, vacío de pergaminos pues éstos yacían en el suelo, algunos arrugados e irrecuperables, junto a cristales rotos de los que aún emanaban esencias azules que se elevaban en el aire hasta desaparecer, restos de profecías que habían desaparecido para siempre. El secadero de hojas había caído y varios matojos de raíces se entremezclaban al perder la sujeción. El sitar presentaba una rotura en la zona de las cuerdas que provocaría un gran disgusto a Sajag. Si aparecía... Algo o alguien había entrado en aquella habitación, destrozando todo a su paso, como un elefante en una cacharrería, asolando las escasas pertenencias del Arcano. En la parte inferior, los muebles también estaban por los suelos. La baraja antigua del Arcano había sido pisoteada. Curiosamente, todas estaban boca abajo, mostrando el sencillo borde dorado con motivos tradicionales hindúes, excepto una: La Muerte. Tres tazas esperaban encima de una bandeja levitatoria, como si Sajag tuviera visita en el momento del ataque y les estuviera agasajando con hierbas olorosas que aún hervían en el sencillo fogón de la pequeña cocina de carbón. Una mesa ratonera estaba volcada y la bola de adivinación presentaba el humo de una visión: Un hombre hindú, cabellos largos marrón oscuro, figura oronda, descalzo, túnica amarilla azafrán, era arrastrado fuera del edificio por dos atacantes, ropas oscuras, caras tapadas por máscaras, varitas humeantes... ¿Se daría cuenta el Patriarca de la Familia Black Lestrange que aquella no era la visión normal de la habitación del Arcano? ¿Sería consciente, el nuevo pupilo de Videncia, que el Arcano había sido secuestrado?
  8. Sajag

    Prueba de Videncia #17

    Sajag sabía que el muchacho sabía... En algún momento dejaría de pensar en cómo podía estar sucio y sobre cuánto tiempo llevaba tumbado para pasar a buscar el medio de pasar aquel río. No era difícil. No era fácil. En realidad, el hecho de tenerle atado y con los ojos vendados le hacían más fácil de llevarlo a cabo. En el fondo, el Arcano era un buenazo y le había dado una pista para no confundir la realidad con la Visión. - No tenga prisa, muchacho. Búscalo bien... Fue lo único que pronunció. Llegaría el momento en que el Sr. Dayne podría utilizar la Habilidad en todo momento sin necesidad de aislarse del mundo exterior. Pero el Arcano entendía que, ahora, era mejor guardar silencio mientras él buscaba la barca perdida. Le pudo seguir todos los pensamientos y se permitió sonreír en cada uno de ellos. No importaba, Jank Dayne no le veía; tenía los ojos tapados. Y si era capaz de verle sonreír, sería porque su Ojo Interior se había abierto para cumplir la primera prueba. Le dejó hacer, despacito, siguiéndole a unos pasos, con las manos en la espalda. Se sintió orgulloso cuando el muchacho reflexionó sobre la situación. Ahora Veía porque Creía... - Bravo, muchacho... Las cuerdas y la venda desaparecieron en cuanto Jank encontró tanto el remo como la barca. Sajag le hizo un saludo de reconocimiento tras el cual, ambos estaban en la orilla, esperándoles. - La barca la montó un carpintero muy hábil, no lo dudes - le contestó. Entró el primero en la barca, que oscilo levemente con el peso adicional del Arcano. Después esperó a que él subiera para hablarle de la segunda prueba. - El olmo de donde la hemos bajado - incluyó amablemente al muchacho, puesto que él la había encontrado - tenía una plaga de hiedra venenosa. La madera de esta barca está impregnada de ella y nuestra piel la está absorbiendo. Lamento decirte que nos quedan apenas quince minutos de vida. Sajag miró hacia la orilla. De forma mágica, el remo y la barquichuela avanzaban sin impedimentos hacia ella; aún así, el trayecto sería de unos diez minutos. El tiempo corría en su contra. - No hay manera de usar la magia en ésto, muchacho. Ningún hechizo de varita u objeto mágico de esos que adquieren en los Falsos Libros de los Uzza. - Casi pareció que escupía al decir la palabra; todos saben que los Arcanos y los Uzzas se odian entre sí y que sólo se toleran por el contrato firmado con la Dirección del Ateneo. - Llegaremos a la isla con una pequeña franja de arena y tierra antes de adentrarnos en la maleza y arbustos que intentarán detenerla. Esta es su segunda prueba. Controló los latidos de su corazón poniendo dos dedos en la vena del cuello. Hizo un pequeño gesto de contrariedad bien visible. - En la isla no crece ningún antídoto. Pero tiene "suerte". Esta prueba la han hecho muchos pupilos antes que usted y han ido plagando la isla de objetos, magia, pociones y todo tipo de deshecho mágico que les obligamos a dejar en tierra antes de llegar a la puerta del laberinto. Encuentre algo que nos salve o estaremos muertos. Tendrá que Ver a tres de esos pupilos escondiendo algo y comprobar si sirve. Dese prisa, esta vez sí que el tiempo es importante. Sajag sufrió una convulsión que le hizo encogerse en el suelo de madera, entre un par de tablones. Tardó unos segundos en recobrar el aliento. - Me temo que he sido muy optimista con el tiempo en cuanto a mí se refiere. No calculé que, con mi peso, sufriría antes los efectos que usted. Le tengo tanta consideración y le creo tan capaz de salvarme que he puesto mi vida en sus manos. Recuerde... Si me muero, nadie le podrá vincular al Anillo de la Videncia, aunque la Dirección recurra a Báleyr para que nos resucite. El Arcano gimió y tuvo otra convulsión. A partir de aquí, perdió el conocimiento y Jank Dayne no podría comunicarse con él hasta que le diera el antídoto.
  9. Sajag

    Prueba de Videncia #17

    El Arcano encontró el cuerpo de su pupilo en aquel laberinto y sintió pena. Le había creído muy capaz de conseguirlo, le había visto siendo, le había visto luciendo el anillo... Y ahora estaba allá. Perdido. Sajag era un Maestro de entre los Maestros. Como todo Arcano, había vivido la dureza de todas y cada una de las pruebas. Sabía lo duras que eran las pruebas. Conocía el beneficio de no dejar pasar a pusilánimes o débiles que no conseguirían salir nunca del Portal. Era mejor desahuciar a los pupilos antes, mostrarse inflexibles, no dejar que continuaran... - Lo que hay ahí dentro es peor que la Muerte; mejor no dejes que entren si no están preparados. De la Muerte se vuelve; de un intento fallido en el interior del Portal, no - le había advertido su maestro Arcano, cuando le enseñaba el camino. Todos lo sabían, era mejor no entrar que fallar. Por eso, las durezas de las pruebas de Habilidades eran legendarias; los Arcanos no dejaban entrar a nadie sin que lo mereciera. No tenían piedad. Sin embargo... Sajag actuó de forma diferente a la marcada. Los otros Arcanos estarían en contra de permitir nuevas oportunidades. Todos eran duros y rectos. Tal vez, sólo Rosália le entendería cuando decidió que el joven y delgado muchacho volviera a intentarlo. El resto le hubieran hecho olvidar todo y le hubieran devuelto a su mansión, para curarse. El Arcano de Videncia sabía que eso era lo correcto, aunque rompiera las normas de todos los Grandes Sabios. Él Veía a Jank siguiendo la línea de Videntes del mundo... Para ello, debía cruzar de nuevo y llegar al Portal y pasar la prueba. ... ... ... - ¿Te parece bien quedarte dormido en el día de la Prueba de Vinculación, muchacho? - le preguntó el Arcano Vidente a Jank Dayne. Estaba tan cerca de su cara que podía contemplar sus pecas. - ¿Cuánto tiempo llevas tirado sobre la hierba? Anda, levanta, ayúdame a cruzar al otro lado... Sajag le señaló el gran río que separaba este lado del Ateneo del otro en el que estaba la isla de la Pirámide. - En algún lugar hay una barca y un remo, guíame a ellos y yo haré que funcionen. Pero no te será tan fácil. Tienes que Verlos... Sin usar ningún tipo de Magia. Sólo con tu Habilidad de la Videncia. A estas alturas no vamos a engañarnos. La tienes. Úsala. No voy a tener piedad, muchacho. Si quieres llegar a la prueba del portal, debes demostrarlo. Una cuerda apareció de repente y ató a Jank con las manos en la espalda; una venda oscura cubrió sus ojos, apagando su mirada. El muchacho, maniatado y ciego, sólo podría usar su Ojo para encontrar el medio de pasar. - Si los Ves, se materializarán. Ten confianza en ti, lo tienes en tu interior y los sabes. ¡Claro que lo sabía! Aunque había hecho que perdiera los recuerdos de su última prueba, el muchacho recordaría, como en un Déjà vu. Al fin y al cabo, esos reconocimientos de experiencias no vividas eran, en realidad, recuerdos mágicamente olvidados.
  10. Sajag

    Prueba de Videncia #19

    No tardó en volver. Era normal. El Vidente que había sido, que era, que sería, que será..., eso hacía que el Portal le reconociera y le aprobara apenas había entrado en su interior. Sajag ya sabía, antes incluso de que saliera, que la prueba sería un éxito. El vínculo que tenían con el anillo rosado de aspirante se iba fortaleciendo poco a poco, a medida que la prueba en el Portal se iba desarrollando, a medida que el joven aprendía que Ver era un Don y una Maldición que debía valorar de la misma perspectiva. Orión tenía mucho que aprender de esta Habilidad pero el Arcano no le podía enseñar nada. Lo que necesitaba era ejercerla y la experiencia le haría avanzar, en lo bueno y en lo malo que le trajera el Destino. El Portal parecía pensar igual que él (¿o es que ambos tenían los mismos pensamientos?) y abrió la luz para que saliera casi al momento. Tal vez a Orión no le pareció. A veces, el tiempo no pasa ahí dentro. Sajag, sin embargo, pensó que era la prueba más corta de todos sus tiempos. Se sintió viejo. - El Amor es el arma más misteriosa al alcance de todos, muggles y magos. La más poderosa. La más imprevisible. La menos estudiada por el mundo de los Sabios. Los inefables lo intentan pero aún no han conseguido descifrarlo. El Amor, querido Hermano Vidente, puede salvar al Universos de su autodestrucción. Puede enseñar mucho más que mil bombas, que la magia oscura, que los hechizos destructores. El Amor es el arma más infravalorada cuyo alcance es impensable. Suspiró un poco y se detuvo en aquella imagen de la jovencita con un vestido amarillo azafrán. No sabía porqué recordaba. Hacía mucho tiempo que aquella púber había fallecido víctima de la edad, una edad que no terminaba de alcanzarle a él. - Aprende de lo que has visto y, prométemelo, ven a visitarme a mi casa. No me gustaría que mis últimas horas fueran tan solitarias como preveen mis profecías - el anillo ya propio del muchacho brillaba más rosa de lo normal.
  11. Sajag

    Prueba de Videncia #19

    El Arcano mantuvo la calma hasta casi el final de la prueba. Cuando Orión iba sorteando las diferentes profecías sobre él mismo, una sonrisa iba surcando su rostro y el indio iba adquiriendo cada vez más la fe en el muchacho. Muchos habían pasado por aquella sala circular pero pocos serían llamados a la Gran prueba de la Tabla Esmeralda. Sólo uno lo pasaría, tras su muerte. Sajag sabía que aún le quedaban muchos años de vida pero también era consciente de los años que se tardaba en ser considerado apto para asumir el cargo de Arcano de una habilidad y, lo sabía, su muerte acaecería en algún momento. Se acercaba el momento de tomar nota de quienes podrían llegar a ser su sucesor. Y allá tenía a un claro candidato para sucederle. Con él notaba una afinidad que con pocos otros videntes había sentido. Tal vez aquel chico rubio de principios de siglo o la bruja de pelo violeta que alocaba por el pueblo. Pocos números aún en el tablero... Por ello, cuando le vio cuestionarse si necesitaba ser Vidente, aguantó la respiración hasta que se dio cuenta que se hacía viejo, que ya no aguantaba tanto sin aire, como antes. Respiró aliviado, al ver que su venda caía. De repente, deseó tener una gran tinaja de té de flores de azafrán con gotitas de jengibre. No se detuvo a rastrear el origen de ese antojo aunque recordaba bien quien tomaba ese bebedizo y cuando fue la última vez que lo hizo. Dejó de lado todo recuerdo del pasado y se giró hacia la entrada de la Sala para recibir a Orión. - Sr. Yaxley... Siempre ha podido Ver. Sólo le faltaba la confianza de que sabía Ver. Ahora la tocas. Te falta olerla, gustarla, disfrutarla con todos tus sentidos. Estás empezando a vivir la Videncia como el Todo que es y la parte que implica. Le invitó a adentrarse, que viera todos los detalles desde esa perspectiva nueva que tenía. Sonrió levemente. - ¿Sabe que hice mi prueba de la Tabla Esmeralda con las manos atadas y con una venda en los ojos? No me culpe, el Portal es una prueba única que te atormenta de todas las maneras para descontrolar tu habilidad. Te prueba. Te hace daño. Te maltrata si es necesario para que le demuestres que eres capaz de vincularte. Así que te haré la gran pregunta. ¿Quieres pasar por el Portal y vincularte al anillo rosa? Sajag le enseñó un punto en el aire, un diminuto punto que esperaba su respuesta. Si era positiva, crecería hasta convertirse en una línea que se amoldaría en su dedo y se coloraría en un rosado muy pálido, hasta conformar el anillo provisional que le acompañaría en su camino en el interior de aquel Portal. Al Arcano no le hacía falta oír su respuesta. Ya la sabía. Caminó lentamente siguiendo los nudos de la serpiente que el muchacho mencionaba. Elevó la cabeza antes la profundidad de su pregunta. Era un honor estar delante de semejante mente. - Somos, fuimos, seremos uno, en cada uno de estos pasos, todos representamos un punto en la Historia. Pocos saben buscar su hueco. Casi todos pasan de largo de este suelo en el que se escribe el relato del Mundo. Pocos ven la importancia de entenderlo antes de cruzar por esa puerta. Vaya, Sr. Yaxley, y regrese convertido en mi Hermano, en mi sucesor, en mi futuro.
  12. Sajag

    Prueba de Videncia #19

    El Arcano indio sonrió, con una expresión de satisfacción que expandió su sonrisa. Hasta sintió que se elevaba unos centímetros por encima del suelo de la entrada al Laberinto. Ese levitar del ser lo había producido la capacidad de raciocinio de su alumno. Sajag sabía que pocas veces un pupilo era tan grande o más que su maestro. Esa humildad de reconocerle como un igual, como un superior, era otra de las características que hacían humano a un Sabio y Sabio a un ser humano; era el siguiente paso que debía reconocer Orión. - "Mantente humilde; así cada vez serás mejor porque no dejarás de aprender", -- dijo el Arcano al muchacho, cuando éste pasó a su lado. No habría más comunicación entre ellos. Sajag avanzó hacia el siguiente punto de encuentro, el interior de la Pirámide, en el centro mismo del Laberinto, donde se dibujaba en el centro, el Ouroboros. En ese Portal de las Siete Puertas, él le esperaba para hacerle la gran pregunta para su vinculación. La entrada al laberinto era un sencillo arco de hiedra en medio de un muro altísimo de vegetación espesa que impedía ver el cielo. Orión no podría verlo, aunque se quitara la venda. En algún momento, esa venda caería. Sajag estaba seguro que el Portal le haría Ver, en todos los sentidos, de manera que su venda desaparecería para siempre. Pero, en el fondo, esa era una decisión privada del muchacho. La venda estaría mientras él necesitara que estuviera. No por ello, él le iba a tratar como un ciego, porque no lo era. Tenía la Videncia a su lado, no necesitaba tratos de favor. La Hiedra le curaría los aspectos físicos que traía de la prueba anterior. Sus raspaduras, heriditas, sangre... Todo quedaría mágicamente reparado. Sólo lo que había aprendido de aquella situación quedaría latente en su memoria y ese sería su mejor antídoto ante las situaciones de la vida. Recordar... Y recordar le sería importante en aquel laberinto. En cada cruce tendría una profecía de sí mismo en el futuro, tal como lo había visto en el muelle. Para hacer esta prueba necesitaba llegar desnudo al lugar, sin nada terrenal que le atara al mundo exterior, antes de subir la escalinata de la Pirámide. Iría perdiendo la ropa a medida que fuera adquiriendo conciencia de lo que hacía y hacia donde iba. Cada profecía le mostraría a él mismo tal como sería en unos años, tras aquella visita a la Pirámide. En cada uno de los cruces que debiera decidir qué camino seguir, una profecía le indicaría cual le llevaría al centro. Si confundía el camino correcto, éste le llevaría hacia el exterior, al borde del río antes de comenzar, habiendo olvidado todo, sintiéndose indeciso y sin saber qué hacía en los terrenos del Ateneo, vestido de nuevo. No pasarás pero serás feliz al lado del amor que te espera en casa. Pasarás la Prueba de la Videncia pero te convertirás en un amargado, aislado en una cueva a las afueras del pueblo, viviendo de las hierbas que tú mismo cultivas. No amarás. Amarás demasiado y te convertirás en un tirano de tu familia. Matarás a tu hijo y a su madre. Tendrás nietos y le contarás cuentos. Ganarás el puesto de Primer Ministro. Seguirás ciego toda tu vida... No pasarás, morirás en el Portal. Nadie se acordará de ti en un año. Orión necesitaba enfrentarse a sí mismo y reflexionar sobre estos futuros, saber que la Videncia no era la ciencia exacta que se pretendía y era la más exacta de todas, que todos los caminos llevan a Roma aunque no quieras, que el futuro está ahí, queramos o no... Cuando llegara a la escalinata, su último yo, vestido con una forma muy similar a Sajag, con el anillo rosa brillando en sus dedos, le dejaría subir tras una última reflexión: "Te convertirás en el Arcano de Videncia y estarás allá arriba, recibiendo a otros que, como tú, subirán la escalinata desnudo... Para ser Arcano se requiere gran sabiduría y coraje, además de una capacidad mágica extraordinaria. Si crees que esto es cierto, sube." Arriba, Sajag, esperaría para comprobar si la humildad del muchacho le permitía ver si estaba preparado para el reto de la vinculación. Era su decisión. Como todo.
  13. Sajag

    Prueba de Videncia #19

    A Sajag no le hacía falta ver lo que sucedía para saber lo que sucedía. La ceguera del muchacho era recurrente y, sin embargo, no temía nada por él. Sajag Sabía... Apenas tuvo que esperarle en la otra orilla. Orión era sincero consigo mismo, una de las bases más importantes de toda Habilidad, conocerse a sí mismo por encima de todas las mentiras y las elucubraciones con las que disfrazamos nuestro Yo al mundo. Ser Uno, ser por sí mismo, Ser, simplemente... Algo que parecía tan sencillo pero que podría llevarte a un punto incoherente si te mentías, porque le puedes mentir a los demás, o al menos hacer el intento... Pero a uno mismo nunca se puede mentir, el caos en el que te quedas inmerso puede destruirte. Y eso había hecho Orión, confesarse todo para poder seguir adelante, aliviado del peso de las cargas innecesarias que vamos asumiendo a lo largo de nuestra existencia. Pronto no le sería necesaria esa venda. Pronto, sabría verse como era sin necesidad de apagar sus ojos. - Coexistimos vinculados, entonces, ¿no crees...? - respondió a su respuesta. Sajag no solía afirmar nunca, buscaba que fuera el pupilo quien lo hiciera, que lo sopesara. - Sin esa capacidad para recoger reacciones de lo que nos rodea no somos nada, y esas reacciones que recibimos nos modifica de alguna manera, ¿es así? Por tanto, toda experiencia, nos enseña, sea cual sea el resultado. ¿De todo aprendemos...? Delante de ellos, se abría una senda pedregosa en medio de una vegetación que cada vez se iba haciendo más densa y más peligrosa. En un momento, aquella senda se dividía en tres simples caminillos en las que pasar de lado apenas era posible, arañándose y siendo golpeado por las ramas, animales que en los árboles habitaban, impregnándose de la Muerte que le llegaría inevitablemente. - Los tres caminos matan. Los tres son la muerte. Los tres te harán llorar, de alguna manera. Recuerda qué día es hoy, muchacho. Eso te ayudará a llegar a la entrada del Laberinto. Sigue hasta el final, escoge el camino correcto. Allá tendrás el antídoto para sobrevivir a lo que sufras ahora. Sajag desapareció de su vista (no de su control, sabía que lo iba a lograr pero siempre quería estar allá hasta el final por si tenía que intervenir; por desgracia, algunos de sus discípulos se habían quedado en el camino y él había tenido que devolverlos a sus casas, completamente ignorantes de lo sucedido). En su lugar, tres pájaros volaban por encima de él, en círculos. - Elige el del centro: morirás rápidamente. No sufras, la Muerte te alcanzará dulcemente. - ¡No! Elige el de la derecha, será duro y difícil pero puedes tener esperanzas que la Muerte te respete, tal vez mueras, tal vez no. Ten Fe, tal vez no mueras... - Elige el de la izquierda. Has de morir igualmente pero podrás reflexionar sobre la Vida y la Muerte durante el camino. Elige aprovechar esta experiencia... Elige bien...
  14. Sajag

    Prueba de Videncia #19

    Un funeral especial... El pensamiento de Sajag acudió a una de las última frases que el muchacho que hoy se iba a coronar Vidente había formulado en su clase. No le había contestado al momento y tampoco añadió mucho más después. Sólo había cumplido su deseo de compartir otro té y habían hablado de cosas triviales, aunque tal vez no lo fueran tanto... Eso tendría que valorarlo él, analizando lo que habían hablado. Sobre la Vinculación con el Anillo, más que preparado según el Arcano, sólo le había dicho que intentara ver la Prueba porque no le iba a dar ninguna pista de cuándo, cómo ni porqué. No le iba a citar en el límite del lindero junto al río, en aquel destrozado muelle perdido entre las aguas tumultuosas. En algún lugar, en el fondo, donde el lodo rodeaba y ocultaba miasmas de historias perecederas, estaban los restos de las maderas que conformaron un hermoso puente lustroso y decorado con grabados y esculturas hermosas. Era la única manera de cruzar al otro lado, hacer que resurgieran. Pero... ¿Cómo...? En el aire, en cuanto él pusiera el pie en los restos mohosos y ennegrecidos de lo que quedaba del muelle, aparecería un cartel. Tendría que responderla con total sinceridad. Nadie puede engañarse a sí mismo. Si lo hacía, una parte del muelle ascendería del fondo y le dejaría avanzar un tercio del camino hacia la otra orilla. Esta, tal vez, era la pregunta más complicada, puesto que reconocer los errores de cada uno es difícil ante los demás pero, muchas veces, es peor ante uno mismo. Uno puede llegar a creerse sus propias mentiras y dejar el pasado en el olvido. Pero somos lo que fuimos y este pasado siempre nos persigue, acaba alcanzándonos. Pero Sajag confiaba en el muchacho, al fin y al cabo ya se había hecho estas preguntas y ya se las había contestado. ¿Qué podría pasar? ¿Que siguiera ciego de por vida? Más ciego es quien no quiere ver que el que no ve por naturaleza. Avanzaría otro tramo para encontrarse una tercera pregunta, mucho más difícil que las anteriores. Esta vez la pregunta sería mucho más temible porque ahora debería usar bien su Ojo Interior. Si en las otras preguntas podría usar su propia experiencia para superarlas, sin mucho más esfuerzo que leer la Verdad intrínseca de su alma, ahora debía interpretar la Verdad de su futuro, sabiendo que todo puede ser real o no dependiendo de muchos factores. La respuesta correcta haría que apareciera el otro tramo que le dejaría en el otro lado de la orilla. Si en algún tramo fallaba, el puente desaparecería y Orión con él, en el fondo del río. El Arcano le sintió llegar y no le miró. Saboreó el día que tenían por delante y sonrió. Avanzó hacia el río y, justo antes de desaparecer y aparecer en el otro lado, soltó una gran pregunta que le atormentaba desde hacía días. - ¿Por qué el Bosque necesita personas? Esperaba su respuesta cuando se vieran, en el otro lado, en la orilla de verde césped y donde se iniciaría la segunda prueba.
  15. Sajag

    Videncia

    La sonrisa del muchacho sonó forzada. Sajag sabía, sin embargo, que no era porque no creyera en lo que él le decía sino porque sabía lo difícil que iba a resultar hacer aquel camino ahora que Sabía. Le pareció que le iba a costar más a llegar al conocimiento sobre la majestuosidad de un árbol omnipotente al pasar humano delante de él, de su grandeza, de su firmeza... Pero no. No debía extrañarle eso, Orión no tardó en expresar su reflexión, totalmente acertada, sobre la esencia de la Videncia. - Bien, muchacho... Bien... Entonces... ¿Crees que tu Ojo Interior está abierto o que está cerrado ahora? ¿Quieres ver tu futuro? ¿Mi futuro? ¿El de la Humanidad...? El Arcano estiró un poco las piernas y miró hacia la ventana. La luz no era tan fuerte, parece mentira que el Tiempo pase más deprisa y de forma inexorable mientras tú estás quieto. Hizo un leve movimiento de cabeza, escuchando lo que el cristal dejaba pasar al interior de la estancia. - Un pájaro... Un augurey... Está cantando... A lo lejos, rumor de pasos. Un zumbido extraño y una letanía monocorde de campanas. ¿Te atreves a Ver lo que pasa sin mirar? ¿Te atreves a interpretar qué ha sucedido sin salir de la habitación? Eran unas sencillas preguntas y de respuestas rápidas. Sabía que Orión lo haría casi sin pensar y, cuando lo hiciera, descubriría lo fácil que le resultaba volver a Ver sin exigirse retos. Las cosas, despacio, con humildad, con conocimiento, con el control innato de hacer lo correcto, fluían sin posibilidad de detenerlas. Sólo si las piensas y las fuerzas, se tuercen y enredan. - Y cuando acabes, dime... ¿Querrás pasar la Prueba de Vinculación? ¿Te crees preparado para enfrentarte a la Puerta? No será peor que tu ceguera, estoy seguro que la encontrarás participativa y no reacio, como con la mayoría. Sajag estaba convencido que el Portal le reconocería como un igual aún antes de que entrara, aunque eso no quitara de ponérselo difícil cuando estuviera dentro de él.
  16. Sajag

    Videncia

    Sajag permaneció en silencio durante todo el tiempo que su pupilo se dedicó a tocar el instrumento musical. El Sitar era un recuerdo de familia y no lo dejaría por nada y por nadie en manos de un humano que lo rompiera. Sin embargo, el Arcano sabía que no iba a ser así, una de las desventajas de saber Todo antes de que sucediera. Tuvo que vencer sus recelos de dejar que un tercero tocara aquel recuerdo de una niñez ya muy lejana pero sabía que ya se lo había dejado, así que observó sus intentos y lo que surgía en su mente al rasgar las cuerdas. Se levantó del suelo mientras el muchacho peleaba contra sí mismo mediante la música disonante que el instrumento emitía. Se acercó despacio a la ventana y vio... Con demasiada claridad... Todo lo que la música originaba en la mente del muchacho (y al revés, todo lo que él pensaba y arrancaba con la música) se reflejaba en el aire con aquella claridad de quien ve un reflejo en el espejo. Se detuvo leyendo aquellas imágenes casi etéreas, desgranando los pensamientos que volaban en imágenes des-coordinadas que se sucedían a una velocidad trepidante... Respingó al sentir el ruido de la cuerda al romperse y las imágenes desaparecieron. Sajag no se dio la vuelta, sólo apretó los dientes en un gesto de dolor. - ¿Lo entiende, verdad? - pronunció, al fin. El muchacho había dado un paso más allá de su ceguera, había adquirido conciencia de lo que él era, de lo que suponía. Hasta que no le habló, el Arcano no se dio la vuelta y dejó la ventana a su espalda. - Ver no es problema, interpretar es lo difícil de esta Habilidad; el problema moral que significa tener y comprender lo que uno ve... La Videncia no es un regalo, no es una ilusión, no es una suerte... Es casi una maldición con la que hay que convivir. Así que, ratifico, usted tiene ya todos los conocimientos aunque... , sí, empezó el camino por el final. A veces, desandar lo andado ayuda a entender el final del camino... Admiraba al muchacho. Se ha de tener mucho temple para ser Vidente, entender lo que significa y avanzar, como él quería, a pesar de lo sufrido ya por la Habilidad. Se acercó a él y se preguntó si aceptaría un contacto físico. Con cuidado, acercó su frente a la suya y cerró los ojos. - Seré tu guía pero tú despejarás el camino que ya tienes abierto. Caminaré a tu lado, si quieres seguir adelante. Por supuesto que quería, ya se lo había dicho, pero el Arcano prefería que se lo repitiera para asegurar su total voluntad de seguir encontrándose consigo mismo. Con un movimiento de su mano derecha (hacía tiempo que había dejado el uso de su varita para casos muy concretos), su taburete de madera se movió hacia el centro de la sala, entre la ventana y la mesa de la bola de cristal, sobre una hermosa aunque raída alfombra, una vez rojiza con bordes dorados. El Arcano se sentó en él e invitó a Orión a sentarse enfrente, en el suelo o en una silla baja, según su deseo. - Vamos a por esas chacras, entonces... Yo me siento aquí, pues mis rodillas no me mantienen tan bien como antes. Ponte cómodo... Espalda derecha, sonrisa en los labios, Ojo interior abierto... Lo estará, ya verás, no dudes eso... Cierra los ojos y piensa en un árbol del jardín. ¿Qué hay detrás del Ver y el Sentir el mundo que se sucede ante sus ramas? ¿Será más árbol por entender lo que ve, lo que sucede, atado a sus raíces? ¿Crees que debería levantarse y actuar o es su propia decisión el permanecer quieto ante lo que no puedo o no debe evitar? El Arcano sabía que entendería a la primera la metáfora pero quería conocer su respuesta antes de preguntarle si se sentía preparado para avanzar por la prueba de vinculación.
  17. Sajag

    Videncia

    Había sido un poco desconsiderado al entablar una conversación con su ciego pupilo y no cogerle la taza inmediatamente mientras él ya había bebido casi toda el té que había preparado. El aroma era muy interesante, quasi embriagador para alguien que se dejara llevar por las sensaciones olfativas. Pero Sajag no era así. Sabía bien reconocer la embriaguez de los sentidos y no caía en ello. Casi nunca. Tomó la taza y alabó la perseverancia de Orión. Otros, en su lugar, con los ojos sin vista, no se hubieran movido de la protección de su mansión. Él, sin embargo, estaba delante de él confesando que hacía tiempo que buscaba a alguien que le pudiera entender. Le escuchó. Porque él lo necesitaba, porque el té se enfriaba, porque le interesaba la explicación de lo que el Arcano ya sabía, eso era algo interesante siempre, el mismo hecho Visto de forma diferente según los labios que lo expresaban. Le dejó hablar y sonrió. Sabía que él vería su sonrisa, de una manera u otra la vería. Se estaba abriendo, estaba soltando lastre, las piedras que le pesaban sobre la espalda, vaciando una mochila que había ido rellenando toda su vida. Y le gustó que lo hiciera. Terminó su taza y la depositó con cuidado aunque no pudo evitar el ruido de la loza con la madera, casi imperceptible. Seguro que no se le escapaba al muchacho. ¿Pero cómo lo percibiría? ¿Cómo el sonido distante de un ruido disimulado? ¿Cómo una imagen en su cerebro? ¿Cómo ondas móviles que se distorsionaban y se movían en líneas disfórmicas...? - Su análisis es concienzudo y muy cercano a la realidad. Sabe que la ceguera que padece no se solucionará con esencia de hammamelis y arándanos aplicada en cada ojo, tres gotas al día... Es usted muy listo y sabe lo que le sucede. ¿Para qué me necesita? En realidad, casi lo tiene usted. Le aconsejaría la lectura de varios libros sobre "El Ojo Dormido o la siesta de la Videncia" o tal vez "MacFly y la riqueza del Modisto de los Sabios" pero creo que ahora no sabría aprovechar sus ideas. O tal vez sí. Estoy convencido que, a pesar de ser ciego, conseguiría leerlos. Volvió a tomar el instrumento musical y acarició la madera. Después lo puso en las manos de Orión Yaxley. - Tome. Inténtelo. Puede ver las notas rasgadas en él, intenté saborear la música que surge de sus dedos. Concéntrese en tocar notas disarmónicas y exprese en voz alta qué le sugiere emocionalmente esa música. Diga sólo lo que siente, no intente tocar una canción definida, sólo notas y recuerdos que le traen a su memoria. Vea con su mente todo lo que sus ojos no le dejan. Que todo fluya a través de sus dedos sobre las cuerdas del Sijar. Estoy seguro que puede ver la música.
  18. Sajag

    Videncia

    Sajag no se volvió al sentir los pasos cautelosos del muchacho. Ciertamente, podía verlo perfectamente sin girarse, por algo era el gran Arcano de Videncia. Y también porque en el fondo de aquella sala que él usaba como dormitorio-aglomerador de conocimientos en pergaminos más cuadernos de anotaciones de visiones, estaba el espejo de pie enmarcado en madera de sándalo, con grabados modernistas, que usaba cuando enseñaba las reglas de la Catoptromancia. Le vio avanzar con cuidado y consiguió que soltara una sonrisita al ver que se quitaba las botas. - No, claro... Siempre que recuerde llevárselas cuando se vayas... Yo uso sandalias. El Arcano seguía tocando notas armónicas pero en un tono sordo para que creara ambiente sin molestar en el diálogo entre ambos. El Sitar era un elemento muy espiritual que ayudaba a relajar las trabas emocionales de quien escuchaba, aunque no lo percibiera. - Llevo mucho tiempo sin salir. El frío me aterra así que el invierno no es mi estación preferida. - El Arcano encontraba divertido esa manía de los occidentales de hablar del tiempo cuando no sabían como empezar una conversación. Menos mal que él no tenía nunca problemas para hablar. - ¿Fue vidente? ¿Quiere decir que ya no lo es? Como la conversación se volvía interesante y a Sagaj le encantaba filosofar sobre la Habilidad de la Videncia, estiró las piernas y dejó el instrumento musical sobre sus rodillas, rozando con cuidado la madera trabajada por maestros hindúes que llevaban siglos fallecidos. La insoportable levedad del ser humano era algo que siempre le había atraído y, ahora, que su fin se acercaba, lo pensaba más a menudo de lo que debiera. - ¿Por qué cree que lo perdió? ¿Cómo cree que surgió su tercer ojo? ¿Lo tenía, lo encontró, se le cayó de improviso un día que llovía...? - A Sajag le gustaba mucho más hacer pensar que explicar, por aburrido. - ¿Atribuye su ceguera a la pérdida de su Ojo Interior? ¿Qué cree que le sobra para tener que desaprender? Póngame algún ejemplo de Visión que tuvo en el pasado y la influencia que pudo ejercer en su entorno... Y aquí, tráigame el té aquí, por favor. Me cuesta levantarme de este taburete tan bajito. Dejó de lanzar tantas preguntas; reconocía que era un abusivo preguntón. Pero no duró mucho en silencio, divertido con el gesto de sacarse la camisa para limpiar el desaguisado que estaba cometiendo. - ¿Acabará desnudo del todo al acabar el día, señor Orión? Y ya por último... ¿Qué es eso que ha perdido en su brazo y que mira con insistencia, no ahora sino desde hace rato...? ¿Cree que las pérdidas le producen algún conflicto consigo mismo?
  19. Sajag

    Videncia

    Tal vez la sola mención del té hubiera bastado para que la puerta se abriera y Sajag permitiera el acceso a su casa a aquel muchacho. Un hombre adulto, sí, pero un niño visto desde los ojos del Arcano, alguien que tenía el mundo en sus manos pero que aún tenía mucho que aprender. Sajag había visto a una persona de carácter con gran capacidad de adaptación, de ideas claras y, sin embargo, muy lejos de conseguir todo lo que quería. La mención del té era tentadora. Todos los videntes que habían entrado para despertar su habilidad innata, lo hacían con las manos vacías. Que él trajera té, precisamente la variedad de té que le encantaba, era interesante. Que viniera con un bastón de ciego... sorprendente... El Arcano no se levantó del bajo taburete tosco de madera en el que estaba sentado. Ya hacía años que su cuerpo orondo no era del todo manejable y sentarse en el suelo para tocar el sitar le costaba. Lo pagaba por las noches en que cierto dolor de articulaciones le impedía dormir. Sajag ya no era aquel jovencillo que aprendió a manejar la Habilidad de manos de su maestro, el anterior Arcano de la Videncia. Cada día usaba más la magia para paliar los efectos del tiempo. No en vano superaba los cien años, aunque no los aparentara en su actual forma física... Ignorando los golpes en la puerta, arrancó una corta melodía, rasgando notas en las cuerdas de aquel instrumento musical. Cada una de ellas arrancaba una emoción distinta con las que Sajag gustaba de experimentar. El último sonido, una pulsación desgarradora que perduraba en el aire, le hizo levantar la cabeza y, sin mirar, contestó en voz alta, mientras la nota aún vibraba en el aire. - Puede entrar, Sr. Orión. Me encantará esa mezcla de hierbas que trae. ¿Puede preparar dos tazas, por favor? La tetera está preparada encima de la mesita. La del tapete rojo con borlas blancas. Espero que no encuentre la decoración demasiado extraña... No soy del país, como supongo sabe, y me rodeo de pequeños detalles que me recuerdan mi país natal. Por supuesto, Sajag sabía de la ceguera emocional del muchacho, nada con lo que no pudiera lidiar... A su manera...
  20. Sajag

    Prueba de Videncia #18

    Sajag, a pesar de ser mayor y con panza prominente, corrió raudo hacia la muchacha que acababa de salir del portal. Sintió todo como si le pasara a él. El anillo de su dedo había lanzado un leve resplandor rosado y se había afirmado en él, acoplándose de forma familiar como si siempre hubiera estado en él. Arya Macnair había conseguido vincularse a la Habilidad y, con ello, el Arcano era capar de percibir el dolor que sentía por dentro. No había vivido nada de lo sucedido en aquel interior privado que le estaba vedado pero el anillo les habían mantenido unidos, informándole de su sensación de pérdida que había sentido. Ahora, tras la salida, él era capaz de admitir que Arya, por fin, había entendido lo Bueno y lo Malo de tener Videncia entre sus capacidades. Era por eso que el Anillo se había afirmado en su mano y el Portal le había dejado salir. El Arcano llegó a ella y le tomó por los brazos, rodeándola, permitiéndose un abrazo cálido que con pocos había tenido. La mujer lo necesitaba. Era Vidente de por vida, sería Vidente y estaba llamada a cumplir grandes objetivos. Pero eso sería en el futuro. Ahora sólo se encontraba desvalida. - Eres fuerte, Hermana Vidente. Podrás hacerlo. Ya no te perseguirán espejismos anunciado la muerte de tus seres queridos. Ya has visto lo que harás; lo conseguirás. Sé bienvenida al mundo de la Videncia. No hacia falta nada más, sólo descansar tras la dura prueba.
  21. Sajag

    Prueba de Videncia #18

    Sajag ni parpadeó cuando la mujer le habló. Era directa, algo que le gustaba mucho. Sin embargo, había sufrido mucho. Sufría mucho ahora, ante él, por las pruebas que le habían llevado ante la pirámide. Y sufriría mucho más, en la que le quedaba, en el futuro que le esperaba, en la historia que le quedaba por vivir. El Arcano siempre había valorado a las mujeres fuertes que se habían cruzado en su vida. Hay que tener una fortaleza especial para ser Vidente. No basta con tener la habilidad del Ojo Interior. Hay que tener la resistencia para sobrevivir con ella en el día a día. Y la señorita Macnair la tenía. Lo había demostrado antes de saber aún que era vidente y lo había demostrado también en aquel camino hacia el portal. Y, por supuesto, lo demostraría a lo largo de su vida, cuando volviera del Portal. Porque Sajag sabía que ella saldría de allá, derrumbada por lo que iba a vivir, más fuerte y viva de lo que se creía capaz ahora, cruzando aquel portal, viviendo la peor experiencia de su vida, adquiriendo el Anillo vinculante que haría de su vida un suplicio eterno. Ser Vidente no era para pusilánimes. Y ella era Vidente. De las mejores que habían pasado por su clase. - No pierda el anillo, señorita... No estaba seguro de si le había oído, tan firme era el paso que le dirigía hacia su remoto destino. Suspiró. Sabía lo que iba a pasar y... Odiaba saber lo que sus pupilos sufrían para conseguir aquella maldición de por vida. No era un futuro agradable el que esperaba al Vidente que, por fin, sabía lo que significaba dominar la Videncia. No, no lo era ser un sabio que ve lo que no querría ver nunca y no podría dejar de ver una y otra vez... A veces se preguntaba porqué la gente quería ser infeliz para siempre... Esperó con paciencia pues, al fin y al cabo, había visto el regreso de la mujer que se iba hacia el portal, así que tendría que estar cerca para cogerla y animarla. Se lo debía.
  22. Sajag

    Prueba de Videncia #18

    Era importante que la muchacha entendiera que esta Habilidad obligaba a la sinceridad total consigo misma. Una persona puede engañar a otra por múltiples motivos pero nunca ha de engañarse a sí mísma o corre riesgo de perderse. Por ello, aquella primera prueba le había obligado a definirse sin tapujos, pasado, presente y futuro. Cruel... Pero necesaria... Si esta prueba había sido difícil, la siguiente era igual de peligrosa para ella. La mujer había llegado a la orilla y le buscaba; pero no encontraría al Arcano. Sus pasos le llevarían hacia la zona del bosque espeso. Árboles con miles de ramas entremezcladas, matorrales entrelazados y vegetación unida impedía el acceso a través de él. Era la barrera natural de la isla que protegía el centro neurálgico donde se encontraba la pirámide. Para llegar a ella, la muchacha tendría que cruzar ese impedimento dispuesto para echarla hacia atrás. Era peligroso, no por los arañazos de plantas y animales que le producirían irritación, heridas o incluso pinchazos venenosos que debería curarse. En realidad, lo que más temería era encontrarse con la muerte de tres de sus familiares más queridos. El camino casi inexistente le llevaría a un cruce de tres vías, las tres con un gran árbol que le impediría cruzar por delante, los tres árboles con una gran carta de tarot: Juliette - Castalia - Ámbar Tendría que usar la videncia para adivinar qué sucedería si las salvase, si usase su poder de visión para ver el futuro y decidir si lo cambiaba o no, salvando a una de ellas. Si lo conseguía, el árbol correcto desaparecía y le dejaría el camino libre para la entrada al laberinto. Esta tercera prueba le sería más fácil, si se puede decir eso a enfrentarse a la Muerte propia sin tener que pensar emocionalmente en lo sucedido o no con su familia. Encontraría tres criaturas peligrosas y mortales que intentarían impedir la llegada al centro, donde se levantaba la gran pirámide.Ella debía debería recurrir con su Ojo Interior el futuro sobre cuál era con la que conseguiría pasar y descartar las otras dos. Era una prueba fácil: ver en el futuro lo que ya había hecho en el pasado para hacerlo en el presente. Si era capaz de no perder la línea temporal, saldría ilesa. Si conseguía superar esta prueba, la gran escalinata de la Pirámide la esperaría y le dejaría ascender hasta la entrada a la Sala de Ourobous, donde Sajag estaría esperándola con un frasco de agua pura y el anillo que le dejaría entrar en el Portal de la Videncia y pasar la gran prueba final. Sólo si contestaba de nuevo la gran pregunta: - Después de todo lo que has vivido, por lo que has pasado para llegar aquí... ¿Crees que merece la pena vincularse a esta habilidad? Si aún persistes en tu deseo de hacerlo, ponte este anillo y entra. El Portal será tu Juez y tu Verdugo. Él decidirá si sales con vida y si te mereces poseer el Anillo rosa de Videncia. Le dejaría pasar, si ese era su deseo, hacia la puerta de luz que se abría ante ella.
  23. Sajag

    Prueba de Videncia #18

    Sajag no tuvo que esperar mucho. La pupila llegó puntual a las diez de la mañana, como habían quedado. La contempló con orgullo porque sabía que, sin más datos de los que le había dejado, ella había usado su habilidad de la Videncia para encontrarle, sin más magia que su Ojo Interior. - Bravo, muchacha - susurró al Verla en la orilla del lago. Le señaló el muelle podrido y prácticamente inexistente, sólo una base de maderos que no aguantarían el peso superior a una mosca al principio de la orilla. Después le señaló la otra orilla. - Has de llegar allá sin tocar el agua, sin magia adicional que tú misma. No hay barca que te ayude a cruzar. Sólo esas losas, ¿las ves? Las aguas estaban inquietas y, sobre ellas, baldosas de piedra que flotaban a apenas un palmo de ellas. - El agua es insana, te absorberá toda la energía y te hundirá a lo más profundo. Reza por morir si eso sucediera. No morir es ver como te devorar en vida los miles de animales sueltos que pululan en el fondo. No querrás eso. Pero las baldosas no te sostendrán si no son las correctas. ¿Ves cuántas hay? Tres son preguntas y el resto son respuestas falsas. Sólo hay tres respuestas correctas. Encuéntralas, usa tu don para ello y no te confundas o no nos veremos en la otra orilla. No iba a ser fácil pero tampoco difícil, la mujer era Vidente desde hacía mucho tiempo, sólo debía confiar en sí misma. En cuanto llegara al borde del agua, una losa de piedra se levantaría y le haría la pregunta. Ella escogería entre las múltiples piedras flotantes que tenía delante, la que tenía la respuesta correcta y la pisaría, firme, para seguir avanzando. Si se equivocaba, la piedra se haría pesada y se hundiría en el agua. No habría una segunda oportunidad. Si no era sincera consigo misma, moriría. O peor, seguiría viva. Una segunda losa que estaba más adelante se levantaría ante ella y le haría otra pregunta: Esta, tal vez, era la pregunta más complicada, puesto que reconocer los errores de cada uno es difícil ante los demás pero, muchas veces, es peor ante uno mismo. Uno puede llegar a creerse sus propias mentiras y dejar el pasado en el olvido. Pero somos lo que fuimos y este pasado siempre nos persigue, acaba alcanzándonos. Como antes, muchas piedras planas flotantes le mostrarían retazos de su pasado que ella podría negar o reconocer. Según lo que eligiera, caería o podría seguir adelante, avanzando hacia la siguiente losa. Esta vez la pregunta sería mucho más temible porque ahora debería usar bien su Ojo Interior. Si en las otras preguntas podría usar su propia experiencia para superarlas, sin mucho más esfuerzo que leer la Verdad intrínseca de su alma, ahora debía interpretar lo que las piedras le decían y saber cuál era la verdadera, sabiendo que todo el futuro puede ser real o no dependiendo de muchos factores. Era la más difícil y la más decisiva para alcanzar la orilla. Alguna mojadura extra, algún susto... Sajag estaba seguro que también la pasaría aunque... Uno nunca sabe si se puede confiar en sí mismo.
  24. Sajag

    Videncia

    El Arcano escuchó todo lo que la muchacha tenía que decir. No necesitaba más. El cambio sustancial entre la primera parte de su discurso y el final fue más que suficiente para que se decidiera. Al fin y al cabo, Sajag sólo podía desear un buen uso de la Habilidad, no podía obligar a nadie a usarla bien. Al fin y al cabo, era el mismo Tiempo quien se encargaba de poner las cosas en su sitio. Si la muchacha quería o no usarla en un mal llamado sentimiento de piedad hacia sus seres queridos, aprendería lo peligroso que eso era y los riesgos para su persona y para los demás que acarreaba. A veces, la Muerte no era la peor de las consecuencias y vivir toda una vida con el sentimiento de culpa era algo que podía matar más que la pérdida instantánea de la misma. Fue por ello que la sonrió, con una sonrisa bonachona y apartó de forma suave el libro que ella sujetaba, sin darse cuenta, con las dos manos encima de la portada. - Bien, pues que así sea. Tal vez no lo sepas pero... Ya Ves, ya eres una Vidente, desde que entraste en mi morada lo supe. Tú eres Vidente, sólo te faltaba conocer tus limitaciones y el alcance de tus poderes y eso sólo lo conseguirás con prácticas. Así que, te lo pregunto: ¿en serio quieres vincularte al Anillo de la Habilidad, sabiendo que puede ser tu perdición y tu muerte en vida? No respondas aún, tómate un tiempo para reflexionar... El Arcano se levantó de la mesa y se acercó a una bandeja de fruta. Sabía por experiencia que la mejor manera de sobrellevar las Visiones que te destrozaban por dentro era recuperar la energía perdida mediante la ginesta de comida. Se la ofreció para que eligiera la pieza que más le gustara. - No me contestes. Ya la sé. Si mañana a las diez de la mañana aún estás convencida de pasar las pruebas, te veré en el muelle viejo del lago de la Universidad. No te diré dónde está porque tú Verás como llegas y, por tanto, llegarás al punto de encuentro. Ve con la mente abierta a todo porque el Portal exigirá de ti lo más profundo de tu ser y has de estar dispuesta a perder todo para conseguir el ansiado anillo de Videncia. El Arcano le dijo la espalda y contempló el espejo tapado que no dejaba de repetir una y otra vez su maldito mantra. Sólo unos minutos después, recordó que no había acabado la clase. - Puedes irte.
  25. Sajag

    Videncia

    Otra vez lo mismo... Sajag lanzó una mirada al espejo y se preguntó qué sentiría su pupila al sentir que todos iban a morir y que ella lo sabía de antemano. El Arcano, sin embargo, no podía dejarse llevar por la empatía y debía mostrarse duro. Porque la Videncia era una Habilidad muy dura. Negó levemente y empujó la vela, que cayó al suelo. Al instante, unas gasas impregnadas en el jugo de la Rosa Mosqueta se materializó delante de ellos. Sajag tomó una y, de forma delicada, la colocó sobre el lugar donde había reposado la misma en la mano de Arya. Sólo cuando la última gota de cera desapareció y la zona estuvo recubierta de aquel olor agradable, la miró a los ojos. - ¿Por qué cree que su uso es más meritorio que el del truhán que quiere robar unas monedas a pobres incrédulos que no les llega para llevarse el pan a la boca pero gastan una moneda en una Visión que les dé esperanza sobre su futuro incierto? ¿Cree que es usted mejor que ese Vidente porque usted quiere usar la Habilidad de la Videncia en su provecho egoísta de salvar la vida a quien tiene que estar muerto? Los ojos de Sajag se habían hecho tan oscuros que, por un momento, parecieron los ojos del Arcano Báleyr de Nigromancia. Negros. Muertos. Leyendo su alma. Hizo un gesto brusco y un libro salió volando de la estantería lejana a tanta velocidad que, cuando aterrizó de forma brusca sobre la mesa, levantó un eco profundo en el silencio que se había instalado entre los dos presentes. - ¿Por qué se cree por encima de las Leyes de la Vida y la Muerte y que puede decidir retorcer el destino de la gente? ¿Por qué cree que tiene la verdad absoluta de un Dios para dar vida a quien no debe tenerla? - Guardó un momento de silencio para que su pupila recapacitara en aquellas frases y su respuesta, antes de añadir una última. - ¿Sabe que la Muerte hace pagar un precio muy caro por cada vida que le quitan de sus manos? Señaló el libro que había ahora entre los dos. Se había abierto por una página concreto. El Arcano puso un dedo regordete encima de ella y golpeó un par de veces con impaciencia. - El Futuro es un campo variable en la ecuación de la Vida, señorita. La Visión en sí no es más que una esencia de lo que puede ser que será. Pregúntese... ¿Por qué está viendo lo que ve y por qué no se ve a Usted salvando a su familia? ¿Cree que saber cómo morirán y cuándo y el porqué de sus muertes le puede ayudar a cambiarlo? ¿Cree que este Poder Maldito que tenemos los Videntes sirve para cambiar el futuro más de lo que él cambia por sí mismo...? Volvió a golpear el libro, con más fuerza. -- Es un capítulo largo pero dígame, ¿qué opina usted sobre esta lectura de un Vidente fantasma que pasó por lo mismo que todos pasamos en algún momento de nuestra vida? Una noche tuve una Visión sobre mí mismo. Mi mujer murió el 12 de agosto en un atraco a un banco, de una bala en la frente, y yo abandoné toda esperanza de seguir viviendo sin ella. Me di a la bebida y a las drogas y, al final, lo conseguí, doce años más tarde, muriendo de una enfermedad hepática autoinmune. Dejé atrás una familia que no me lloró por lo mal que se lo hice pasar en ese tiempo y mi cuerpo descansó en una fosa común para indigentes, alejado de mi dulce Teresa. Cuando desperté, me propuse que ese futuro nunca se cumpliría. Traía dinero físico a casa para que no tuviera que entrar en ningún banco y su destino no se cumpliera. El 12 de agosto se acababa y mi mujer seguía viva. Salimos al balcón, agarrados de la mano, felices de contemplar las lluvias de estrellas de San Lorenzo. Una sonrisa surcaba mi rostro, feliz; había burlado el futuro, tendríamos hijos, seríamos felices... Su mano me soltó y la vi desplomarse en el suelo, como una muñeca de trapo, sin vida. La autopsia reveló que un meteorito le había alcanzado en el mismo lugar que le había dado la bala en mi Visión. Una posibilidad entre mil millones de que pasara... Así que yo me pregunto si Ver sirve de algo. El Futuro se empeña en cumplir su objetivo aunque tú quieras evitarlo... Lo único que evité fue la forma de reaccionar y rehíce mi vida, muriendo sí, doce años más tarde pero rodeado de amigos y familiares que me demostraron su amor y su pena.

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