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Sajag

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Todo lo publicado por Sajag

  1. Me es grato anunciar que las señoritas @@Hayame Snape Potter Black @@Xell Vladimir Potter Black han adquirido con honor el anillo rosado de Videncia y pueden lucirlos con orgullo en sus manos.
  2. Sajag

    Prueba de Videncia #22

    El Arcano contempló el rostro de ambas pupilas con una gran expresión de orgullo en él, muy satisfecho de la actuación de ambas. - Así se siente, querida Hermana, se siente así de mal, así de bien. Duele, satisface, preocupa... La Videncia es... exactamente eso, srta. Snape. La sonrisa siguió latente cuando la otra chiquilla se disculpó tras la salida del Portal. - No hay nada que disculparse, querida Hermana Vladimir. El Futuro es tan imprevisible como desconocido, lo que has visto puede ser, será o fue y nada puede cambiarlo. Lo importante es que lo conoces y puedes actuar según lo que sabes. La Videncia es eso, Saber, Conocer pero... ¿Actuar? Esas decisiones nos carcomen día a día. Pero... ¡Alegraros, Hermanas! Sois las nuevas Videntes aceptadas por el Portal y es un honor para mí saber que habéis aprendido a usar esta habilidad. Pero no os engalanéis con esta victoria; habrá días buenos y muchos días malos y la pericia de saber decidir qué hacer con la información la tendréis a base de práctica, de falla y de superaros. Sabía que no les estaba ayudando mucho al exponerle los peligros de la práctica de la Videncia pero prefería pecar de cauto. - Usar bien vuestros anillos - dijo, finalmente. - Ir a descansar, lo tenéis merecido.
  3. Sajag

    Prueba de Videncia #22

    Los sollozos se hicieron más fuertes en aquel apartado del Bosque. Al menos habían dos mujeres y varios hombres asustados que se abrazaban con miedo y en el suelo, sin saber qué hacer ante la amenazante figura de una Onryo. - Yo... te maldigo... A ti te maldigo. Y a ti también te maldigo... A todos os maldigo por no haberme enterrado... La figura también era femenina, así que las dos muchachas que se encontrarían con el grupo, por separado, verían a una fantasma vestida con un kimono blanco, largo hasta los pies, con pelo negro encrespado por delante de la cara de la que sólo eran visibles los ojos enfurecidos de la Onryo, amenazadores. - Es un espíritu vengativo pero... ¡No sabemos por qué! ¡Ayúdenos, señorita! ¡Nos está matando! Cada una de ellas, Xell Vladimir y Hayame Snape, deberían tomar una decisión: seguir su camino hacia la pirámide donde les esperaba el Arcano o ayudar a aquello pobres japoneses aterrados y dejar que murieran, para no llegar tarde a la cita. El Sol empezaba a abrirse camino, la oscuridad desaparecería de un momento a otro. La hora casi había llegado. ... Sajag suspiró al verlas llegar. Ambas habían tomado decisiones terribles, acertadas o no, que él no iba a cuestionar. Si algo sabía el Arcano era que las personas toman decisiones propias y que son muy difíciles de tomar, para Bien o para Mal. Además, todos somos la suma de ellas y su resultado nos acompañará de por vida. Por eso, cuando las vio entrar en la Pirámide, les sonrió por un igual. - Bienvenidas, la Luz ha regresado y vosotras habéis entrado. Es el gran momento. La toma de decisión más importante de vuestra vida: el decidir si queréis vincularos o no a la Habilidad de la Videncia. Ambas sois videntes, lo habéis demostrado. Ahora debéis decidir si queréis vincularos. El Arcano de Videncia no hizo ningún movimiento pero dos velas blancas aparecieron delante de ellas. - Tomarlas. Son vuestros anillos de novicios. A medida que la vela se agote, los veréis asomar. Para salir del Portal, deberéis llevarlos puestos. No podréis salir ante de tiempo, ni conseguirlos de otra manera por manipulación. Ahora, decir en voz alta, con sinceridad, ¿queréis cruzar el Portal? ¿Os creéis preparadas? Sajag esperó sus respuestas y asintió. Ya sabía cuales eran desde que las vio por primera vez en sus Visiones. El Portal apareció y la luz de su apertura iluminó a los presentes en la Sala de Ouribos. Las velas se encendieron de forma mágica en cuanto su luz las alcanzó también a ellas. - Ahí está vuestro destino. Si es vuestra decisión, cruzar el Portal sabiendo que es posible que no volváis a nuestro mundo.
  4. Sajag

    Prueba de Videncia #22

    Aunque parecía increíble, las dos muchachas habían superado el primer escollo de la prueba. Ambas se habían encontrado con el monstruo japonés y ambas habían acabado con él gracias a la ayuda de su Ojo Interior. Pero el camino no iba a ser fácil . Si el primer yōkai había intentado matar sus cuerpos, esta Ubume lograría que se mataran ellas mismas alegando al sentimiento más primitivo de toda mujer: ser madre. La Ubume aparecería delante de ellas, que caminaban por separado hacia un destino común, exigiéndoles que le dejaran en prenda a su hijo para dejarles pasar. No había salida: o se lo daban, allá mismo, o retrocedían de su furia hacia el inicio, esperando que el conjuro de oscuridad desapareciera y la luz natural del Sol devolviera la paz a los jardines del colegio. Así, el fantasma japonés se apareció ante ellas en cuanto entraron en su dominio. Sus ropas claras destacaban con brillo propio y grandes manchas de sangre aún goteantes informaban del bebé que habian perdido y que ahora, con ellas, recuperaría. Con el cabello enmarañado y rostro poco piadoso, volvería a tener un hijo, aunque fuera quitándoselo a sus víctimas. ¿Estarían preparadas para superar esta prueba? Ahora tendrían que demostrarlo.
  5. Sajag

    Prueba de Videncia #22

    El día amaneció apacible. Apenas una suave brisa bailaba en aquella isla nipona donde se asentaba el Colegio de Mahoutokoro. El sol brillaba con fuerza apenas disolvió las penumbras de la noche. El aroma de las flores bañadas por el rocío se expandía por el aire y los pocos humanos que cruzaban el camino disfrutaban del agradable ulular de las lechuzas que se despedían para esconderse entre los árboles. Era un día agradable que no presagiaba lo que iba a suceder. Espectros demoníacos iban atacar aquel centro cultural para derruirlo totalmente, conjurados por un malévolo ser que intentaba destruir la Pirámide del Saber oculto entre sus muros. Nadie sabía lo que iba a suceder, nadie estaba avisado; era un plan meticulosamente planeado con meses de antelación por una única mente que dominaba el mundo de los espíritus, un Maestro en el control de los yōkai. El final del Colegio era inevitable. Sin embargo, dos figuras femeninas tendrían la oportunidad de evitarlo, tal vez no a conciencia, tal vez sí... Llamadas por el Arcano de Videncia para iniciar la Prueba de Vinculación, no sabían que las tres partes de su prueba se verían empañadas por la presencia de aquellos espíritus vengativos. Si querían llegar hasta la Pirámide, tendrían que pararlos. Pero aquí no servía el grupo, cada una tomaría un camino diferente ¿Podrían conseguirlo? Los jardines japoneses se desarrollan en un espacio que une la arquitectura y la naturaleza en una sencillez que los europeos no acostumbran a valorar. Las muchachas tendrían que encontrar a ciegas la linterna de piedra, la única que les permitiría ver el camino a seguir. Por ello, Sajag mandó a ambas una visión del objeto para que la encontrarán en el momento oportuno. Aquel sería el inicio del fin. El inicio de su prueba, el fin de la compañía. El camino sería un cúmulo de reacciones y decisiones diferenciadas que las alejaría aunque se vieran, se sintieran, se oyeran... No estarían juntas y, si querían encontrarse en el Portal, deberían trabajar unidas en el recorrido sin saber que lo hacían. El "Ojo Interior" les mostraría cómo avanzar. Mañana a las diez, el Sol de pondrá oscuro. La luz desaparecerá y las Tinieblas gobernarán durante una hora en el sendero de acceso al colegio. Es el momento justo en que se abrirá la puerta que lleva hacia la Linterna de Piedra. Nada brilla, nada se ve, nada la ilumina y sólo se ve si es un día nocturno. Deberéis estar allá a las diez en punto porque os mostrará el camino hacia la pirámide. Si queréis hacer la prueba de la Vinculación al Anillo de Videncia, estar allá, puntuales. Si encontraban la Linterna, les mostraría un camino que nadie más, ningún humano vivo o muerto, vería nunca si no se daban esas circunstancias anormales. No sería una vía tradicional, nada de tierra, de piedra, de sendero, de ruta... Les mostraría a dónde dirigirse. ¿Cómo hacerlo? Cada una llegaría como se le ocurriera. Tres espíritus Yōkai intentarías frenarlas. El primero, para ambas, sería un Rokurokubi, humanos de día, se transforman en serpiente de noche con un cuello larguísimo con el que ingieren a sus víctimas. Si conseguían sobrevivir a él, aún tendrían que superar dos pruebas aún peor. Sólo el "Ojo interior" podría mostrarles cómo superar tal enfrentamiento. ¿Lo conseguirían?
  6. Sajag

    Videncia

    Despidiendo a Hayame Snape Potter Black y Xell Vladimir y recibiendo a Catherine Moody La postura del Arcano no cambió nada a pesar de la impulsividad de sus pupilas. La sonrisa en el rostro apacible, en un gesto bonachón y complacido con las palabras de ambas. - Tendréis tiempo de aprender a dominar el Ojo Interior. Es importante, sin embargo, que sepáis Ver con él o no servirá de nada cruzar el portal de la Videncia. No se le puede engañar, no se deja cambiar de opinión. O sales o no saldrás nunca. Si decís que sí y entráis, el Destino habrá sido echado. Esperó pacientemente a que ambas expresaran sus dudas. Tan iguales y tan diferentes a la vez... Tenían grandes expectativas ante sus ojos y parecían querer seguir juntas hasta el final. Aunque él sabía que no sería así, que la Prueba las separaría, no dijo nada más. Lo verían ellas mismas pronto. Muy pronto. - Descansar. Os esperan decisiones difíciles. Crueles tal vez. Relajaros, beber mucha agua, desintoxicar vuestras mentes de conocimientos superfluos, intentar comprender lo que vuestro Ojo os muestre, sin interpretaciones incoherentes. La Verdad es como es o será como sea, por mucho que no nos guste. Cerró los ojos y volvió a quedar sumido en el silencio de la meditación. La paz del lugar, el suave mecerse de las hojas por la brisa de aquellos jardines, el aroma a los cerezos que florecían a marchas forzadas, el cantar de las atrevidas cigarras... Todo invitaba a la reflexión sobre la vida. No contó el tiempo que pasó en aquella postura, haciendo esperar a las muchachas. Después, habló de nuevo. - Mañana a las diez, el Sol de pondrá oscuro. La luz desaparecerá y las Tinieblas gobernarán durante una hora en el sendero de acceso al colegio. Es el momento justo en que se abrirá la puerta que lleva hacia la Linterna de Piedra. Nada brilla, nada se ve, nada la ilumina y sólo se ve si es un día nocturno. Deberéis estar allá a las diez en punto porque os mostrará el camino hacia la pirámide. Si queréis hacer la prueba de la Vinculación al Anillo de Videncia, estar allá, puntuales. Volvió a concentrarse en su meditación. Tenía mucho que reflexionar sobre lo ocurrido con otro de sus pupilos, el Sr. Moody. Les sintió irse y esperó a que su Visión se materializara en forma de una chica que entraba en su sencilla casa. Al principio, le había confundido ambas figuras en la misma Profecía pero enseguida entendió el mensaje. Le causaba algo de estupor la salida, por no calificarla de huida, del hombre, altivo sobre su moto, alejándose de su presencia. Sin embargo, le sustituía alguien familiar que tendría que empezar de cero. Intuía que le traía muchas más preguntas sobre sus sueños pero también notaba una mente menos cerrada, más abierta a la intuición y perseverancia que se necesitaba para comprender aquella Habilidad. Aún así, Sajag decidió ser cauto. La familia Moody estaba siendo, si bien no, interesante. Lo suficiente, al menos, para romper la tranquilidad y monotonía de aquella isla. - Si rompe mi meditación, no le hablaré. Si no la rompe, mi mutismo le explicará mil sensaciones sobre sus visiones, señorita Moody - pensó el Arcano. A veces, abusaba de su poder pero había que comprenderle; ¿qué se podía esperar de un hombre anciano que ha vivido tanto y que ahora vive "desterrado" en una isla del Japón moderno? Tratar con los pupilos era la única diversión que trastocaba su vida cotidiana.
  7. Sajag

    Videncia

    En un momento paralelo: Recibiendo a Hayame y Xell habían dejado atrás todo aquellos que las había perturbado de camino a mí. Pocas veces venían hacia este lado personas con la intuición más desarrollada, aunque, si he de ser tajante no hubiera tomado esas decisiones. Pero como todo en el desarrollo de habilidades especiales, dependía del portador, no del guía. No estaba ahí para juzgar, sólo para acompañar. Agradecí, eso sí, que Hayame ya fuera nuevamente una mujer, aunque su paciencia fuera mucha, guiar a una niña vidente siempre suponía lidiar con más cambios de humor que cualquier otra cosa. Sí, había cosas que incluso a mí ponían ponerme más alerta que de costumbre. Me tomé un par de minutos para abrí los ojos, y aunque ya las había visto, se sorprendió ante las diferencias tan marcadas de dos personas tan íntimamente relacionadas. Tanto, que parecían no avanzar en sus visiones sin saber que la otra persona estaría a salvo, ese tipo de lazos eran siempre ambivalentes, podían ser una gran motivación, sí, pero también podían decantarse en un grillete pesado, en una perdición. Ojalá no fuera el caso. — Bienvenidas sean Señoritas —saludé— Vengan y acompáñenme a meditar un poco. Pacientemente, esperé a que las damas se sentaran en la misma posición de loto en la que llevaba Sajag. Observé detenidamente a cada una para proceder a preguntarles — ¿Creen estar listas para poner a prueba sus niveles de Videncia? Se que sus espíritus están ansiosos de mostrar la fuerza de su Ojo Interior, y serán capaces de sentir la magia que la videncia les está otorgando a cada una en su interior, sólo deben aprender a contar hasta diez. Sencillo, ¿no? —cerré los ojos— Para tomar el portal deben deshacerse de cualquier duda que surja en su interior, les ha tocado un camino complicado, pero el control del Ojo Interior también lo es, discernir no siempre es sencillo y entender los conceptos primarios de eso, mucho menos. Aunque tuviera una gran intuición y una aún mayor conexión, siempre existía la posibilidad de que una desarrollara la habilidad y la otra no. Yo sabía cuál sería el resultado de aquel viaje en busca de la Videncia, pero, ¿lo sabían ellas? ¿Estaban listas para, quizá, confrontarse a algo que no esperaban? ¿Bajar sus expectativas? La turbulencia del camino o, mejor dicho, de sus visiones, a lo mejor era en sí misma, una pista para que descubrieran que, aunque estuvieran juntas, el desarrollo de la Videncia, era un camino unipersonal, con decisiones particular que podían o no, afectar su futuro. Eso, me hacía querer sonreír, pero no quería que obtuvieran ninguna pista de mi gesto, tiempo tenían y de sobra para averiguarlo ellas mismas. En un momento paralelo: Con Richard Moody. Si, debió aprovechar la motivación de las predicciones del libro antes de mirar a Richard, ahora si sonreía en lo más mínimo, lo tomaría como afrenta. Los aprendices como él, solían estar la mayor parte del tiempo a la defensiva, sintiéndose parte del ejemplo, formando parte del pizarrón. Y, aunque estaba tentado a hacerlo, no eran las intenciones reales de Sajag, no por el momento, al menos. Lo escuchó lo mejor que pudo, la escucha activa y asertiva era algo que siempre descolocaba a la gente, pocos lograban hacerlo. Él lo intentaba siempre. Blandió los dedos haciendo desaparecer las pequeñas volutas de humo de su propio té y lo observó mientras acariciaba el asa de la taza. — Nada como las tazas con diseños tradicionales y hechos de la manera tradicional, ¿no le parece? —dijo, ignorando en apariencia lo que él había dicho— Hace no mucho, un alumno me trajo una taza gigante y casi sin forma desde Londres, de una tienda muggle. La guardo por cariño a esa persona, pero las letras de una frase trillada y sin sentido me hacen imposible tomar un poco de agua siquiera. Inhaló profundamente antes de alzar la vista al Sr. Moody, tenía tiempo y de sobra, las cosas con la Srta. Malfoy tomarían su curso cuando esto fuera necesario. ¿Era cierto que estudiándolo y desarrollando su ojo interior de otra manera no tendría restricciones? Lo dudaba. Cada decisión tomada, venían con su correspondiente paquete de responsabilidades, aunque uno no lo viera en primer lugar. He ahí el error de los arrogantes y los atormentados. Si, por igual. — Yo no decido nada, Señor Moody, se equivoca —hizo un gesto que casi podía decirse era un guiño—, el que ha venido a mi puerta ha sido usted. Y será usted quién decida si desea aprender en un año, en dos, o en cincuenta, si ha tomado la decisión, lo hará.
  8. Sajag

    Videncia

    En un momento paralelo: Hayame y Xell El Arcano se perdió en un torbellino de agua y musgo que le golpeaba por todos lados de su cuerpo. Casi perdió el equilibrio y se ladeó un poco. Resistió el envite, sin embargo, pues sabía que él estaba en el jardín delantero de la vivienda que poseía en aquel hermoso Palacio que era el Colegio nipón. Si no tuviera esa convicción absoluta de dónde se encontraba su cuerpo, seguramente podría haber caído en la trampa de creerse entre aquellas aguas malignas de un arrozal. Lo que Veía le parecía bueno y malo a la vez. Bueno, pues sus pupilas sorteaban los peligros aunque más gracia a su pericia que a las artes de la Videncia. Era algo normal pues no estaban aprendiendo de una forma convencional. Malo, pues estaban usando su visión a marchas forzadas y el uso podría ser inadecuado o no saber cómo interpretar lo que veían. - Necesitáis verme - les dijo. Cierto era que estaba en medio de una Visión así que sería interesante cómo ellas le verían e interpretarían su presencia a su lado cuando estaba muy lejos aún. - Seguir las señales. Sabía que ellas eran inteligentes, a pesar de no saber que usaban el Ojo Interior, éste había despertado, les dejaba ver situaciones, les enseñaba el camino. - Sólo tenéis que seguir las señales.
  9. Sajag

    Videncia

    En un momento paralelo: Recibiendo a Richard Moody y Viendo a Beltis El rostro del Arcano permanecía impasible ante el joven y sus pensamientos. Todos los arcanos eran sabios entre los sabios y, gracias a ello, podía vislumbrar sin necesidad del Ojo Interior todo lo que cruzaba por su mente. Casi enarboló la misma sonrisa que él puso cuando estuvo tentado a usar magia Uzza. Por supuesto, eso hubiera sido de mal gusto. Si hay algo que un Arcano odia es la mención de los malditos, ladrones y asesinos Uzzas. Si por ellos fuera, no compartirían más espacio que el de la lucha contra ellos. Gracias a la situación política habían evitar seguir compartiendo el mismo espacio de enseñanza y, en cierta manera, el Arcano de Videncia estaba convencido que el enfrentamiento entre ellos se produciría en breve, sin que nadie pudiera evitarlo. Cerró los ojos al notar que otra pupila se acercaba. "Avanza" dijo, en su mente. Al abrir los ojos, se rompió el contacto con ella. Acabó de atarse las sandalias. Se dirigió hacia su modesta cocina y puso té a hervir. Adoraba Japón, con sus tradiciones de té tan antiguas como las de su propio país pero prefería las suyas. De espaldas, movió la silla bajo la ventana para evitar un incidente con el hombre que se colaba por ella. En la misma postura, percibió los pensamientos inapropiados de aquel descarado alumno que parecía creerse por encima de todo lo que veía. Con el misto aún en la mano, volvió a sentirla. "Adelante", volvió a pensar, al Ver lo que ella Veía. Volvió a durar menos de un segundo y se recompuso ante la voz brusca del hombre. - Sí, Sr Moody. Ya le había llamado antes así, ¿lo recuerda? - le cortó abruptamente. - Siéntese y no mienta. No es un placer, no hace falta ser sociable con quien Ve sus muecas de desagrado. Aunque no me hace falta la Videncia para leer sus gestos corporales. ¿Algo de lo que ve no le gusta? ¿Algo de lo que huele le produce rechazo? El Arcano sonrió levemente; si aquel muchacho hubiera visto su anterior casa de la Academia de Londres, hubiera vomitado. En esta nueva casa no conservaba ni un tercio de las posesiones en hojas silvestres y libros que había reunido allá. Se volvió para ojearle y darse cuenta que era él. Sí, lo era. Había tenido visiones con sus actitudes. No mostró el pensamiento que cruzó por su mente. Al contrario que su pupilo, él sí sabía guardar para su intimidad lo que pensaba de todos aquellos insensatos que se personaban en búsqueda de la Vinculación con la Habilidad que él dominaba. - Bien, Sr. Moody... Una pregunta tradicional y presumible: ¿por qué cree que merece la pena que pierda mi tiempo en una persona como usted? Porque el Arcano también se lo preguntaba, por qué perder el tiempo en aquel arrogante ser humano mientras otra de sus pupilas la necesitaba urgentemente. Aspiró con fuerza el aroma del té de hierbas y se sumergió en una Visión ajena: Sajag parpadeó y volvió a fijar los ojos en el de Richard Moody: - ¿Y bien? ¿Tanta repugnancia le produce mi té que ni lo prueba? En un momento paralelo: Hayame y Xell Estuvo a punto de levantarse del suelo y abandonar aquella postura de meditación. Supo, sin embargo, que no sería necesario (aún) cuando vio a las dos mujeres levantar el vuelo. Era una buena señal, ambas habían despertado su Ojo Interior aunque aún no lo sabían. Sin embargo, el peligro seguía latente en cada uno de los pasos que aún les quedaban por dar. Se sumió de nuevo en las brumas de la Videncia y observó a las dos mujeres. No a las londinenses. Observó las dos mujeres que intentaban cazar a sus pupilas. Nunca había visto MU-ONNA, esos espíritus vengativos que surgen cuando una madre pierde a un hijo en la guerra. No estaba seguro de porqué intentaban cazar a las dos muchachitas animaga pero permaneció casi tranquilo. Había visto que descubrirían cómo combatir ese dolor y aplacar a los espíritus, apelando a su lado creativo y Vidente. ¡Qué interesante el folklore japonés! El Arcano siempre se maravillaba de lo que le quedaba por aprender todavía...
  10. Me es grato anunciar que el Sr. Malfoy, Crazy Malfoy, lleva el anillo rosado de Videncia en su mano.
  11. Sajag

    Prueba de Videncia #21

    Sagaj masculló unas palabras ininteligibles en aquella sala. No estaba seguro de si el Sr. Malfoy era consciente de que había entrado en el Portal y que éste había aprobado sus decisiones. Para el Arcano, le hubiera gustado mantenerlo más tiempo allá dentro, enfrentándose a la decisiones de su Yo-Pasado, viendo tambalearse los ideales del Yo-Presente y preguntándose si las visiones de su Yo-Futuro serían ciertas. Como había dicho más de una vez a sus pupilos, esperando que la idea cuajara en ellos, la Videncia era una ciencia Exacta, la inexactitud quedaba en las interpretaciones del vidente que, por inmadurez e inexperiencia muchas veces, por no aceptar lo que veía otras veces y entrar en fase de negación, o por querer cambiar lo que veía, daban la mala fama a tal poder del Ojo Interior. Sin embargo, el Sr. Malfoy se mostraba reflexivo sobre las Visiones que tenía en el interior del Portal, aprendiendo de ellas y valorando su significado, a pesar de que fueran contrarias con sus convicciones. Esa madurez se daba pocas veces entre los novicios que entraban en él para su última prueba. Aunque también era muy irregular la forma en que su prueba se había desarrollado. Sin seguir la linealidad de las pruebas de todos los pupilos que le habían precedido, Crazy Malfoy acababa de pasar la Gran Prueba del Portal. En su dedo, el anillo rosado refulgía con fuerza, mostrándole que el Portal le consideraba apto para ser considerado Vidente. No era una sorpresa para el Arcano, lo supo desde el primer momento que lo vio en la Academia. Lo había sabido en visiones anteriores y posteriores. Lo había visto en el carisma que rodeaba su figura. Por ello, no dudó, a pesar de la forma tan extraña que el Portal había decidido que pasara su prueba, en darle el anuncio correspondiente: - Puede volver a esta realidad, Sr. Malfoy. Bienvenido al mundo de los Videntes, acaba de vincularse a todos nosotros y, a partir de ahora, su visión del mundo habrá cambiado. De usted depende si para Bien o para Mal, y si Bien o Mal para quien. Sus decisiones le marcarán de por vida, como creo que ya ha descubierto ahí dentro. El Arcano quedó callado. Era un hombre parco en palabras y, por ahora, ya había hablado demasiado.
  12. Sajag

    Videncia

    El Arcano no disfrutaba de la gran paz que se respiraba en aquella hermosa isla de Japón. Su pequeña casa, la que le habían asignado en aquella bella escuela nipona, era agradable, discreta y llena de sus libros y sus hierbas desecadas que no querría haber perdido en el traslado. No tenía quejas, el Arcano había vivido tiempos peores que el actual, estaba acostumbrado a moverse por diferentes espacios, unos más ricos y otros más pobres, pero todos muy acogedores. Sajag no se quejaba por eso. El Arcano sólo se quejaba de lo que VEIA que le daba información precisa de cómo se estaba desarrollando el conflicto político y militar entre aquellos países vecinos. No era de su incumbencia. Eran temas ajenos a los Arcanos. Todos habían jurado que no intervendrían en el resultado y que sus propios problemas eran mucho más importantes que aquellos triviales entre los ingleses y los belgas. Y, sin embargo, el Arcano miraba continuamente hacia Londres, donde había dejado pocos pero grandes amigos, grandes videntes que habían adquirido la Habilidad durante su estancia en aquel país. Sufría por ellos, aunque no violaría nunca su juramento. El Arcano cerró los ojos y dejó de ver el templo rosado. La suave brisa, algo fresca, sólo le arrastraba aromas agradables de los campos floridos. La calma era tal que le apeteció dejarse caer en aquel suelo de césped verde y respirar la tranquilidad hasta descansar un poco en aquella tarde apacible. La tentación era grande pero una Visión reciente le atormentaba: dos muchachas, una vieja y una joven aunque las dos tuvieran edades parecidas, cruzaban un pastizal de arroz recién cultivado. Las aguas crecían de forma desigual y algunos campos eran trampas precisas de pozos sin fin de remolinos de agua. Ambas caían. Una moría. La otra no podía escapar. Ambas se perdían. Y, sin embargo... Ambas tenían los medios a su alcance para salvarse. No las conocía. A ninguna las había visto nunca. Sin embargo, las reconocía. La unión entre todos los Videntes que habían adquirido la Vinculación del Anillo a la Habilidad que él dominaba permitía indagar en las visiones de todos ellos. Las reconocía, sí, sabía sus nombres, sus deseos, sus faltas... Sabía mucho de ellas y... Debía ayudarlas. Sajag, así, se sentó en el suelo y se puso en una posición de meditación. Si aquellas mujeres venían en su búsqueda para aprender, ahora empezarían las clases; a distancia. Tendrían su primera Visión y él comprobaría si eran capaces de notarla antes de que llegaran al lugar de su muerte, para salvarse. En un momento paralelo: Recibiendo a Richard Moody El Arcano levantó la cabeza del libro que tenía entre las manos. Estaba sentado frente al gran ventanal, inclinado sobre el pequeño libro de miniaturas que le habían traído de un antiguo Scriptorium de un país ya inexistente de la Europa Central, él único superviviente de un terrible incendio. Era antiquísimo, con predicciones muy interesantes. La que había arrancado una sonrisa al hombre fue la de ese hombre Sabio entre los Sabios que leería el libro, muchos siglos después de su laminado. En ese momento le pilló la llamada del hombre. Aunque había una puerta en medio, Sajag sabía de quién se trataba. Acarició el libro una vez más antes de cerrarlo. Tenía que leerlo entero para saber si sus predicciones eran tan exactas como la que había descubierto. Después lo hizo levitar hasta hacerlo descansar en aquel mar de libros que era la pared del fondo, en un lugar que sólo un Vidente encontraría. - Adelante, pase usted. Si encuentra cómo: la Videncia o la Fuerza le dejarán pasar, muchacho. No hay pomo, no hay llave, no hay nada que le permita el paso. Intente ver cómo se entra en mi casa, Sr. Moody. El Arcano sonrió para sus adentros. Sabía cómo entraría aquel hombre desconocido porque le había visto hacerlo y presentarse con ese nombre, por lo que se sentó en el borde del camastro, alejado de la puerta y de las posibles consecuencias, para calzarse las sandalias planas. No quería ir descalzo cuando el hombre pasara a sus aposentos.
  13. Sajag

    Prueba de Videncia #21

    ¿Por qué se mezclaban las realidades que veía el Malfoy? Sajag sonrió desde su posición, a diferencia de cualquier otro, el aspirante a vidente no se veía ni confundido, ni desesperado. Parecía haber entendido los conceptos que interrelacionan los tiempos. La videncia era una ciencia mucho más exacta de la que la gente promedio siempre aceptaba, sin embargo, casi siempre había una puerta a medio abrir. Sabiendo el resultado de su prueba, Sajag pudo sencillamente darle el anillo de videncia y evitarse estas horas que podían haber servido de meditación y descanso, sobretodo lo último, que jamás le era suficiente. Sin embargo, él debía ver cómo finalizaba el camino hacia una habilidad que continuaría destacándolo en la Comunidad Mágica. Descubrir que era capaz de aprender del pasado para descubrir su futuro, tomar los caminos correctos en medio de un cruce de decisiones, ¿preferir el bien personal, familiar o el común? El futuro, con la videncia no era incierto, lo incierto radicaba siempre en la decisión del Vidente. ¿Podía Sajag decidir culminar la prueba en ese instante y negarse a ampliar el círculo de videntes? Si, podía. Pero no debía, uno jamás podía sucumbir a las tentaciones que implicaban conocer el resultado, podían alterar no sólo su propio destino, sino en el un amplio rango de vidas, el mundo, el futuro. Esa era la verdadera fortaleza del vidente. ¿Era realmente lo que le decía la Mackenzie del futuro lo que deseaba? ¿Someter al completo a los muggles? Crazy había trastabillado una milésima de tiempo al ver a su hija maltrecha y angustiada por los efectos de la guerra, cuando era niña, aún consciente de que todo eran producto de sus visiones, de su ojo interior intentando revelarse ante él. ¿Sufriría esos mismos tropiezos ahora que conocía lo que podía suceder en el futuro? ¿Creía a ciegas en la supremacía sobre los muggles? @Crazy Malfoy
  14. Sajag

    Prueba de Videncia #21

    La familia Malfoy había cimentado su historia pisoteando la de otros a lo largo y ancho de su árbol genealógico, sólo algunos de ellos se habían escrito en sus ramas como seres mágicos que respetaban su contexto, su entorno. Las habilidades estaban hechas para este tipo de personas, y, por mucho que el Arcano dudase de cada una de las personas que venían a verlo por el don de la Videncia, sabía que el mago que tenía al frente, estaba destinado. No podía, no debía, y siendo honestos, tampoco quería, darle mayores pistas acerca de la prueba que lo esperaba cruzando el portal, a alguien que se preciaba de conocer tan bien la historia de su pueblo y su propio presente, sólo había una cosa que podía quebrarlo. Mientras con una mano indicaba a Crazy que se adentrara en la pirámide, de cierta manera sus acciones responderían algunas cuestiones que aún pululaban en la cabeza del Arcano, aquello no sería del todo fácil. Aunque él supiera la respuesta, aunque lo hubiera visto ya todo, algo en su interior lo tentaba a mover los hilos del destino y debía amarrarse las manos. Pocas veces en su larga existencia había sentido tal tentación. Sobre su dedo se materializó al Anillo de Videncia con un tono aún pálido, un espejismo de lo que podía obtener con todo su poder al finalizar la prueba. Cruzando el portal de la prueba de Videncia, en la sala circular, el mago vería el resultado u origen de sus decisiones actuales y dependía de él, identificar cuál era. Ottery parecería el resultado de alguna fiesta pagana, había basura dispersa, junta en montoncitos, retazos de pergaminos, avisos pegados en las paredes, nombres de brujos y magos conocidos con precio sobre sus cabezas, ninguno aparentemente valía más de trescientos galeones. Algunos tenían una X cruzándoles el rostro, apellidos viejos de Londres tenían a su lado palabras como: “Traidor a la sangre”, “Squib”, “Sangresucia”,etc. Y al final de la calle, una niña, con unos ojos verdes y rasgados que Crazy conocía a la perfección, sin embargo, aquello no era posible, porque, esto era el futuro, ¿no? Sin embargo, esos cabellos y ese rostro ovalado, aunque estuviera en la faz de una infanta de tres años asustada, lo reconocería hasta en el infierno. Estaba sentada, abrazando sus rodillas y limpiando en su sucia túnica, algunas lágrimas que se había permitido liberar. Él quizá no lo notaba, pero la pequeña temblaba, la presencia del mago imponía. Por debajo de sus pies descalzos se podía adivinar una escota hecha pedazos, la niña había intentado huir. — ¿Us-us-té pede ayullarme? —logró balbucear la pequeña con voz entrecortada y mostrando una faceta muy distinta a la hija que había criado. ¿Podría ayudarle? ¿Cómo es que esa pequeña quedaba como la aparente única sobreviviente del pueblo mágico que tanto se habían esforzado en proteger? ¿Quiénes habían sido los culpables? ¿Por qué sentía tanto miedo la pequeña? Si las primeras opciones eran ciertas, pronto se convertiría en alguien difícil de impresionar. La respuesta estaba justo detrás de ella, aunque él no lo viera aún, los rostros destruidos y apilados de magos y brujas que habían caído. En el cielo, pronto se sintió un graznido poderoso, fuerte, que retumbó entre las pocas ventanas que quedaba enteras en el paisaje. Un fénix adulto surcaba el cielo gris, aquello aterró a la niña, que se tapó las orejas como si el sonido fuera a quebrarle los tímpanos. ¿Qué decisiones del Malfoy lo habían llevado a ese lugar? ¿De qué manera podía ayudara? Esas respuestas las tenía en su interior, y serían la llave para obtener la Videncia como una de sus más confiables habilidads. Lejos de aquella tétrica escena, Sajag sonreía escuetamente de lado. Generalmente el pasado llevaba consigo una lección que de no ser aprendida, se volvía a repetir en un futuro. El "¿quién eres?", enlazaba sin remedio el "¿Quién fui?" y "¿Quién seré?". El dominio de los tres daba el acceso.
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    Videncia

    El Sr. Malfoy había tomado las decisiones correctas hasta llevar a los tres fuera del peligro momentáneo, sin embargo, aún no tomaba conciencia de que sólo uno saldría del portal —y por consiguiente del peligro—, aquella tarde. Su hija, a quien tan férreamente intentaba salvar en su camino, aún estaba lejos de poder acompañarla en la travesía, pero llegaría ahí. No existían las casualidades, y era algo que debería aprender en cuero propio. Avanzó raudo por el portal creado y dedicó sus ojos a la pirámide mientras evitaba pensar en la vieja Academia. Lo curioso de los magos que caían en ese tipo de caminos era lo que tenían en común: fuera de la búsqueda de las habilidades, lo tenían todo. ¿Era la ambición y la sed de poder lo que los llevaba a continuar buscando? ¿O era verídica su sed de conocimientos ancestrales? Con seguridad, los Malfoy se habían esforzado pocas veces como lo estaban haciendo ahora, incluso la negativa de Mackenzie era prueba de lo mucho que luchaba contra algo que ya tenía en su interior. Una especie de soberbia invertida si quería decirse, negar la naturaleza a la que estaba destinada, querer cambiar algo ya escrito. Encontrándose ya cerca de la pirámide los caminos se separaban en la visión de ambos magos, el precio de utilizar, queriéndolo o no, un atajo para la señorita Malfoy. Por mucho que ambos habían dado lo mejor de su talento mágico no habían logrado cambiar en nada el destino que Sajag les había ido contando, aunque fuera en migajas. — Ya sé que me repito —parafraseó el Arcano en un susurro— pero, ¿está seguro de hacer la prueba? Aunque Crazy pudiera ver la pirámide, incluso el viejo Arcano había desaparecido de su horizonte, el anillo de Videncia, en cambio, aunque sin el total de sus habilidades había aparecido frente a sus ojos, a centímetros de él. El portal a la estancia vislumbraba justaba el escenario que había dejado, sólo que estaba inundada por la bruma de una madrugada que sólo el Malfoy podría recorrer. Era ingresar a la nada misma, con una infinita niebla. — Ocupa tu sitio en el círculo de los Videntes, Crazy Malfoy, ¿quién serás desde este minuto en adelante? Y por mucho que él supiera acerca de la prueba que se avecinaba, tenía que liberar los oídos del Malfoy de cualquier otra distracción. “Alguien dudará de su capacidad de ver” y aunque todo apuntaba a Mackenzie…lo que ocultaba el portal podía cambiar las inferencias de la primera Visión. La ex-viceministra había escapado de la destrucción de la Academia, y Sajag estaba cada vez más cerca de liberarse de sus ataduras con el Reino Unido, pero su sentido del deber le impedían dejarla a su suerte. A lo mejor se estaba convirtiendo en un reto personal, ¿cómo podía ser tan altanera de autonegarse semejante habilidad? Estos magos con sus delirios de dioses, era justamente eso lo que los tenían ahora en el punto de jaque. Deseaba con todo su ser que Mackenzie confiara en lo que podía ver, en la información que residía en ella, que pudiera encontrar lo que buscaba, su padre. Si ese era el camino que ella había escogido, ese sería, sin embargo, poco más podía hacer el Arcano, era ella quien debía dar las respuestas, leerlas, si cabía el término, confiar. — ¿Resistirse le está funcionando? —susurró cerrando los ojos.
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    Videncia

    La respiración del Arcano se hacía más pesada con cada inspiración que llenaba sus pulmones de aquel aire polvoriento en la batalla. Sajag, a pesar de todos sus conocimientos, permanecía ajeno a la batalla y contemplaba como sus dos pupilos mantenían en ritmo y luchaban por sobrevivir al ataque. Había notado el mohín de la mujer al notar que él no había sacado su varita. No hacía falta. Había leído las profecías del destino de los Arcanos, alguna escritas por él mismo, así que no hizo nada por convencerla de que estaba en un error al mostrarse dura con su pacífica reacción. Ella era aún una principiante dentro del mundo de la Videncia. Apretó más la mano en el hombro por el que se desangraba y, sin hacer nada por curarse, y sonrió, preocupándose más porque entendiera el motor de la Habilidad que de ayudar en la batalla. Crazy Malfoy también estaba luchando, aún un poco lejos de ellos, pero también adaptándose a las Visiones que ahora le golpeaban. Estaba a punto para iniciar su prueba final; al menos, ahora no las rechazaba. - ¿Y cree que esa Profecía no era correcta? Las Profecías siempre lo son, retazos de lo que va a suceder, de lo que sucedió, de lo que está sucediendo. Los Videntes no somos responsables de las interpretaciones que le dan a nuestras palabras. Podemos luchar contra ellas e intentar que no se cumplan o podemos adaptarnos a lo que sucederá para que nos favorezca. Era difícil hablar e intentar convencerla, a ella y al hombre que se acercaba encima de un No-Ser, la importancia que debían darle a las profecías en vez de ignorarlas. Pero sabía que, en algún momento, lo reconocerían. El Portal se encargaría de eso. - La Videncia es un Ciencia Variable que pocos son capaces de entender, mujer. Pero es real. Su mismo nombre indica que dice antes de que suceda y se diferencia de la predicción por la forma que nos llega. Si seguimos el proceso lógico de los indicios, no seríamos Videntes. Hay una diferencia entre los Sabios y los Profetas. El tiempo corría tan deprisa que no estaba seguro que llegaran a tiempo al punto en que quería que ambos se concentraran: La Pirámide con las puertas de cada Habilidad estaba a punto de desaparecer en aquel lugar y sólo uno de ellos llegaría a entrar y a realizar la prueba aquí, en tierras inglesas. - La Videncia llega sin saber cómo, con la Visión. Eso que usted tiene y no acepta aún, Srta. Malfoy. Esa que le muestra qué hacer en cada momento de su vida en que necesita una "inspiración", a veces como simples palabras en nuestros oídos que no entendemos o frases en nuestros labios que no sabemos que hemos dicho. A veces en sueños; a veces sin saber, sin más, porqué lo sabemos. Sr. Crazy... El Arcano tenía problemas para vocalizar ahora. "Aún no, aún no...", se aferró la mano en el hombro e intentó fijar la vista en la imponente figura de aquel hombre sentado en un ser de barro y piedra. - ¿Está listo para iniciar su prueba y enfrentarse al Portal? Allá podrá demostrar si es capaz de creerse que es Vidente. El Portal no le permitirá dudar, el Portal le aprobará el intento o le escupirá de su interior si no está preparado. ¿Quiere hacer la prueba? Ciertamente... Ya... No... no queda tiempo. ¡Váyanse, los dos! Eso les ayudará a salir, ahora que pueden hacer portales y... Su Ojo Interior le mostrará su Destino y el lugar donde se producirá la prueba. Si es que acepta empezar la prueba. Sajag no se iba, tenía otros estudiantes que comprobar si estaban vivos. Y la Srta. Mackenzie aún tenía que pasar por un trance más antes de darse cuenta de lo que era y de lo que podía hacer.
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    Videncia

    El Arcano no respondió al ataque. Sabía lo que iba a pasar y los que iban a morir así que, para él, aquel momento era tan bueno como otro para seguir dando la clase a sus pupilos. Además, tenía prisa para que ellos pudieran despertar lo que tenían que despertar, antes de que sucediera el final de aquella aventura. La Dama decidió, al fin, la ruta correcta y él apenas sonrió, tan poco que seguro que aquel gesto pasó desapercibido para todos los presentes. En realidad, no todos habían alcanzado la cima protectora y sufrirían el efecto de los Dementores en sus carnes. Pero algunos estaban protegidos por ella. Ahora mismo, Sajag sólo le dedicó la atención a la mujer que usaba un antiquísimo objeto de Magia. Observó su gesto de luchar contra los egipcios que habían llegado a invadir aquel espacio. Era una mujer decidida. - Srta. Malfoy... Se acercan demasiado deprisa. Hoy alguien morirá. Alguien aprenderá que no puede modificar el futuro. Alguien verá lo que tiene que Ver. Alguien dudará de su capacidad para Ver... - Le costaba hablar. Al Arcano le gustaba más el silencio que las palabras vanas pero había prisa; mucha prisa. - Srta. Malfoy, ¿es capaz de ver cuál será el destino que le espera si mata a ese Egipcio que nos amenaza con su easa sahria? A Usted, que le gusta escarbar en el pasado, ¿cree que el presente puede ser modificable si Ve el futuro y decide que no se produzca? Se produjeron varios chispazos donde los hechizos impactaban cerca de ellos. Sajag se tocó el hombro, un leve ademán que se quedó ahí mientras buscaba los ojos de la mujer que demostraba una seriedad y decisión encomiables. Hablaba a todos los que habían logrado llegar y eran protegidos por la magia de la ex-Ministra. Hablaba a la mujer empecinada en hacer lo correcto para salvar sus vidas. - ¿Usted conocía que era una Vidente, Srta. Malfoy? Hablemos de las consecuencias morales de ser una Vidente... A lo largo de mi prolongada vida, pocos he conocido que no quisieran ser Videntes para un uso altruista. La mayoría son timadores baratos, defraudadores de esperanzas, ladrones, chantajistas, truhanes a quienes no les importan hacer daño con sus timos... Otros sólo se aprovechan de los rasgos de su habilidad para arañar las visiones y decir sólo lo que quieren oír. Pocos son sinceros y cobran por contar lo apabullante que puede resultar una Visión, sea la que sea. Algunos viven a costa de manipular las visiones, otros... Con una velocidad inusual en una persona regordeta y entrada en años, agarró la muñeca de la mujer con la mano libre y puso su mano encima de la de ella. Observó las líneas de su mano, largas, marcadas... La soltó enseguida, harto de saber lo que sabía y que la Adivinación sólo corroboraba a medias. La diferencia entre ese arte y la habilidad era, a veces, una línea demasiado fina. - Vincularse al Anillo de la Videncia es la peor de las maldiciones que puede sufrir un ser vivo. No hay bondad en esta Habilidad. Conocer los hechos es una desgracia con la que cuesta vivir y, por ello, no todos llegarán a ser Videntes, no tendrán la fortaleza necesaria para sobrevivir a ese esfuerzo diario. Otros no podrán evitarlo y vivirán sus consecuencias. Diga, Srta. Mackenzie, ¿cree que merece la pena conocer todos estos hechos? Ya los tenían encima, no había manera de evitar aquellos ataques. Los egipcios habían llegado. Venían a por él. Sajag suspiró largamente y, por fin, bajó la mano del hombro, dejando un rastro de sangre en su kurta de algodón en un tono pardusco, ahora enrojecido por el líquido que se vertía por aquella herida. - Lo que es observado cambia al ser observado. Me vi llegando a Japón y viviendo con mis compañeros Arcanos...
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    Videncia

    - ¡Al fin! - exclamó el Arcano, ante la visión que había compartido Crazy Malfoy con él. Pues todas las visiones de todos los alumnos, de los videntes vinculados, de los que pasaban por aquel lugar con mente ensoñadora, eran visibles para el Arcano y había vivido el mismo sentimiento que había manifestado el antiguo Primer Ministro. Sajag se preguntó si la intensidad de lo que él había visto, había sido influida por su propia sensación de prisa que tenía desde que todos se habían encontrado allá, influido por su propio conocimiento de lo que iba a suceder. No le quiso quitar importancia a lo sucedido. Si Crazy había visto el ataque de los egipcios era mérito suyo, aunque la presencia a su lado del Arcano la hubiera favorecido o no. Era un gran avance y, a pesar de lo primordial que era alejarse de aquel lugar lo antes posible, no pudo evitar el permanecer unos segundos observando aquel duro rostro, enfadado y preocupado por su hija, por todos los presentes, admitiendo de una forma casi inconsciente aquella Visión como un desarrollo normal de su propia mente. Después dejó de lado aquel momento emotivo y decidió que era hora de partir. Su papel llegaba a su fin. Pronto. Enseguida. - Bienvenida, srta. Malfoy - Aunque presente había varias de esa familia, seguro que Mackenzie Malfoy sabría que el saludo era para ella. - Supo encontrar a su padre, aunque tal vez no de la forma que esperaba. No quiso hacer mención de lo sucedido en aquel lugar japonés porque, en el fondo, era algo que ella debía sopesar y él no podía, no debía, hacer nada. - La Habilidad de la Videncia es un terrible poder agotador. Me encantaría conocer sus puntos de vista sobre ella pero, me temo, su padre acierta cuando dice que tenemos que irnos. ¿A dónde cree que debemos movernos ahora, Srta. Malfoy? Por supuesto, el Arcano sabía cuál iba a ser el siguiente paso. Sonrió levemente y posó la mano en su panzuda barriga, con un gesto que había ido adquiriendo a medida que ésta crecía. - Le acompañaremos a donde nos lleve. Puede hacerlo. Le seguiremos. - Poca cosa le decía a la mujer que acababa de llegar y, sin embargo, la más diestra en la Habilidad que desdeñaba. Como su padre, nunca había querido reconocer el poder que había en su interior. Sólo era cuestión de que lo aceptara y, eso, había estado haciendo todo el día sin saberlo. - Sabe hacerlo. Ya lo ha hecho en algún momento, aunque usted lo camufle porque se siente escéptica. - Sáquenos de aquí, Srta. Mackenzie, usted sabe cómo y adónde nos dirigimos. Vea dónde estaremos a salvo. - El cielo empezó a nublarse. Aquella bandada de pájaros que unos minutos antes volaba de forma armónica, se disgregó en una huida precipitada en mil direcciones diferentes. El Arcano vio la lluvia de fuego, sin saber si era ese momento o era parte del futuro que se acercaba demasiado raudo. - La vida de los presentes está en sus manos. Sáquenos ahora o no podrá sacarnos. El Arcano medio sonrió y miró el lago. Algo golpeó con fuerza el agua y las gotas salpicaron a los alumnos. La bandeja de té con las tazas zozobró en un movimiento cruel de marejada y todas desaparecieron de la vista de todos, dejando en el aire un leve aroma de menta y canela que duró un efímero instante, sustituido por un ocre olor a quemado.
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    La sensación de prisa se hacía tan agobiante que el Arcano tuvo que reprimir aquella ansia de escapar. Debía huir de aquel maldito país y buscar el refugio que sabía que la mayoría de los suyos encontraría en el país del Lejano Oriente, en aquellas tierra lejanas que habían accedido a acogerlos, en parte gracias a la ayuda del mismo Sr. Malfoy que se encontraba a su lado. En un momento, Sajag se vio sintiendo en su piel la Visión de aquel hombre que pasaba de la cuarentena, aunque su cuerpo no lo reflejara la edad verdadera. Cerró los ojos con pesar al sentir como él se desconecta de ella aunque él siguió percibiendo un segundo más lo que él había visto. Con pesar, una voz seca fluyó de sus labios, casi sin darse cuenta. - Algunos ya han muerto. Otros se unirán a nosotros y volveremos a ser Sabios. Creceremos en número y Usted lo verá antes de lo que espera. - Se forzó a dejar de ver aquellas brumas para fijar su vista en un punto más allá del hombro de su pupilo, uno de los más mayores que habían pasado por sus manos en aquellos tiempos de enseñanza en el pueblo inglés, que ya tocaba a su fin. - La guerra no se ganará sin sangre... Intente no perderla, Sr. Malfoy. Esa sensación que le ha permitido Ver ha de afianzarla para repetirla siempre que quiera ir más allá de su aquí y llegar hasta el Todo de Todo. ¡Cuánto le había costado a él entender ese concepto! Ese Todo quedaba encerrado en la inmensidad del Todo. Pocos de sus alumnos habían entendido a la primera que se podían aferrar a una llave para abrir la puerta metafórica del espacio cuadrado en el que ser humano se encerraba en sí mismo. El Sr. Malfoy parecía haber entendido la dinámica a la primera. - Todo es práctica, amigos - dijo a hora a los dos alumnos. La muchacha tenía ciertas tribulaciones interiores que le estaban perturbando, con lo que su concentración era muy intensa y el Arcano no quiso interrumpirla. Cuando ella consiguiera llegar a su destino mental, les hablaría. - La práctica hará que no necesiten ningún truco para abrir el Ojo que les lleve a los lugares más inverosímiles y les muestren visiones increíbles. Otros alumnos ni siquiera lo consiguen y optan por soluciones que atajan el camino, fumando o ingiriendo pociones que introducen en el sopor de forma más rápida pero menos segura. Muchos caen en consumos de sustancias que, sin un verdadero conocimiento, les hacen confundir la Visión Real con alucinaciones de una mente enferma y marchita. Sonrió un poco, Visión Real era un concepto que también costaba de digerir para muchos. - Nunca les aconsejaré esa vía impura que mata tanto al cuerpo como a la mente pero, es cierto, reconozco el papel de ciertas hierbas que pueden ayudar a sentirse más propenso a la mística de las visiones pues facilitan una claridad mental que es difícil conseguir para la mayoría que tienen muy abotargado el Ojo Interior. No hay nada de malo en tener a mano incensarios o ambientadores naturales de floripondios, de raíz africana, de kawa kawa, perlas de aceite negro o las tan famosas valeriana o artemisa. Ayudan a crear un estado necesario pero no se es verdaderamente vidente hasta que se consigue sin necesidad de ellas. Estaba ya cansado de hablar. No sabía lo que le hacía seguir allá. Tal vez un romántico espíritu de ideales antiguos que le enseñaban que era su sitio, acompañar a los alumnos antes de su periplo al extranjero. Cerró los ojos de nuevo y le atormentó la Visión de una mujer elegante y decidida que golpeaba una puerta de una casa que, lo sabía, era suya, aunque aún no había llegado a vivir en ella, en este estadio de su vida. ¡Lo que daría ahora por una tisana y un buen rato de silencio, de meditación y tranquilidad interna! Aunque nunca desdeñaba una buena conversación si el interlocutor lo merecía, ahora no era el momento ni de una cosa ni de la otra. Era de irse, de huir del país. Se quedó allá sentado, sin embargo, esperando... ¿qué? Sí, lo sabía aquello que esperaba pero eso aún le producía más desasosiego. - ¿La veis? - preguntó a sus dos alumnos. Llegaba una tercera pero ésta aún no estaba preparada para ello. - Está en peligro. La puerta se abre... ¿La veis entrando? ¿Veis lo que hace? ¿Veis lo que sucede? - les preguntó, con cierta pena en su voz. Con un movimiento de su mano, aplanó la superficie de aquel lago, alrededor de donde estaban ellos. Él podía ver la figura difusa de Mackenzie Malfoy, tal como estaba en su Visión, llamando a la puerta y preguntando por su padre. - La Guerra no se ganará sin Sangre, Sr. Malfoy. - Quiso cerrar aquí la conversación cuando reparó en la pregunta de la... ¡Oh, otro miembro de la familia Malfoy! - Tenemos té frío, aunque no cogería el de la jarra grande. Ese no le gustará. ¡Otra vez delataba que sabía más de lo que podía decir en voz alta! A veces se le escapaban estos detalles. Se hacía viejo. En el agua, flotando sobre ella, una bandejita de madera lisa con varias jarras de líquidos ambarinos con diferentes tonalidades y cuatro tazas boca abajo, cruzaban la imagen anterior, haciéndola desaparecer entre el vaivén de las sinuosas ondas que se formaban con su avance, hasta que desapareció por completo. ¿La chica tuerta habría visto algo en el lago, además del té que le ofrecía?
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    El Vidente cerró los ojos y, por unos instantes, pareció que dormía. No era así. Era consciente de todos los pensamientos que pasaban por la cabeza de sus aprendices y de los intentos que el Sr. Malfoy hacía para Ver. Se mantuvo en esa postura un poco más, sólo para no interrumpir a ninguno de los dos. Cada uno, a su manera, intentaba entender toda la palabrería que les había soltado en su primer contacto. Muy poco sutil, muy poco comunicativo. Sajag era un Arcano parco en palabras y, sin embargo, la comunicación era lo que más importaba en estos momentos. Sin ella, la Guerra sería una matanza con un alto número de contendientes; sin ella, podría ser un planeta entero el que pereciera. - Están condenados a fenecer como especie si no conseguimos llegar pronto a nuestro destino. Fue sólo un murmullo pero lo suficientemente alto como para que el Arcano abriera los ojos y se diera cuenta que, al menos el ex-Primer Ministro, le miraba en busca de una respuesta que no le estaba dando. Sonrió con cara triste y, de nuevo, el olor a catástrofe le hizo arrugar el entrecejo. Aquella guerra no era de su incumbencia. - Sólo las mentes rígidas hacen esa pregunta, Sr. Malfoy - respondió, al fin, el Arcano. - Lástima que sean demasiados los que se encierran en muros rígidos y no permiten que sentidos transversales circulen por sus resquicios. El Arcano negó con la cabeza de forma muy leve. Notaba que el tiempo se desvanecía, que todo iba a suceder y, sin embargo, no quería huir todavía. Quería enseñarles todo lo que pudiera a aquellos dos últimos alumnos antes de su refugio en aquel país oriental al que llegarían, en algún momento, y continuarían sus enseñanzas. - Es un estado de ánimo, una sensación que crece y se multiplica, como una gota de agua que se convierte en mar. ¿A qué huele una nota musical? ¿A qué sabe el tacto de la madera? ¿A qué suena un color? No se niegue a descubrir sentido a las cosas sinsentido, saque ese muro de piedra sobre sus ideas cerradas y verá que su Ojo está ahí, enseñándole un mundo que sólo conocía en sueños. Porque los sueños, Sr. Malfoy, son misterios cotidianos que nuestro Ojo ve y nuestra mente encierra en cajas de incoherencias que deben ser eliminados. Sí, no podía explicarlo mejor de lo que ya lo había hecho. El trabajo de entenderlo era de él, de ella, de los dos... Ellos debieran aprender a liberar el Ojo de las ataduras que los años le habían impuesto. - Piensen en una intuición, en algo que no supieron interpretar como una Visión hasta que sucedió y se dieron cuenta que ya lo sabían. Esas intuiciones son los resquicios que se escapan de su muro de contención. Por eso es importante hacer todas las Habilidades. Si saben usar la Legilimancia o la Oclumancia sabrán cómo hacerlo. Si no lo tienen - la mirada volvió hacia el ex-Ministro, pues ella sí tenía al menos una de esas habilidades, lo veía, - les será útil para dominarlas. No quería decir más pero notaba que necesitaban ese empujoncito para Ver. Así que cedió a sus prisas y les dio un consejo. - Cuando yo empecé, mi Maestro Arcano me dijo que asociara siempre a un sabor agradable o a un objeto que me gustara y que no me costara recordar el esfuerzo de abrir el Ojo. Yo recordaba el olor a azafrán de los campos que tenían mis padres, que recorría cuando era un niño, donde encontré a la muchacha más linda que jamás haya conocido. El pensar en ese olor picante, en el color amarillo del polvillo machacado, en el mar púrpura de las hojas de las plantas, el sonido de la risa de aquella chiquilla, el azul del cielo sin nubes... Ese cúmulo de sentimientos exaltados me producía una paz interior que me dejaba listo para que mi Ojo renaciera. - Una sonrisa ensoñadora me hizo bailar con vestidos hindúes en una boda que no era la mía mientras yo tocaba el sitar a miles de kilómetros de distancia. Volví al presente con una sensación lánguida de abandono. - Ya no me hacen falta trucos para Ver. Las Visiones vienen, explotan, se van y te dejan con cierta tristeza de saber lo que no te conviene. Miré mis pies, tapados con aquellas sandalias en las que apenas asomaban, libres, la punta de los dedos. ¿Llegaría a destino con ellas o no serían lo suficientemente cómodas? - Siempre les digo a mis alumnos que busquen algo que sea de fuerte emoción que les produzca un estado agradable en las que las visiones tengan fácil el acceso. Algunos deciden algo de comer, otros un recuerdo, otros un momento triste de sus vidas que les abra el muro de frialdad que les rodea... A veces no es agradable sino doloroso. Eso lo han de encontrar ustedes. ¿Os he contado que uno de mis alumnos no pudo pasar la prueba del Portal porque cada vez que intentaba conectar con su ojo interior pensaba en una copiosa comida? Acabó engordando 25 kilos y montando una cadena de restaurantes en Italia. No sé qué habrá sido de él... Sí, lo sabía, pero eso no era algo que pudiera decir a nadie.
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    El Arcano guardó silencio a pesar de la llegada de la primera alumna. Fue sólo un breve instante en que el aroma de las flores y el azote ligero del viento acompañó al Arcano en esa soledad que sentía, a pesar del movimiento que se desarrollaba a su alrededor. Alumnos de Hogwarts, recién llegados a aquel centro de cultura, pasaban cerca sin tener en cuenta el drama que se sucedería en los terrenos de la Universidad. Sajag lo sabía. Pronto, todo aquello dejaría de existir, en cuanto unos partidarios del enfrentamiento bélico partidarios de la doctrina búlgara llevaran a cabo la idea que aún estaban madurando en sus inútiles cabezas. Por fin salió de aquellos pensamientos lúgubres y saludó a la muchacha que se había acercado a ella, aún sin mirarla, con la mirada perdida en aquella sucesión de información que acudía a su cabeza. - Sé quien es, señorita Anne Gaunt, una de las últimas en ser mi alumna, la futura cara y voz de un grupo aún oculto. Hacedora de varitas, ocultadora de dragones... Sé quien es, Anne Gaunt. ¿Sabe usted quién es? En otras ocasiones, el Arcano no hubiera sido tan descortés. Aún conociendo todo sobre el alumno que se presentaba en su casa, él siempre había separado lo que veía de lo que debía saber, nunca se implicaba. Y, sin embargo, ahora no había tiempo. Sus dos alumnos eran dos personas sumamente importantes en aquel pueblo que le había acogido durante unos años y que tenía que abandonar lo antes posible. La presente iba a marcar un antes y un después en el panorama social de aquel pueblo llamado Ottery. El que estaba por venir había marcado un antes y un después en la vida política del mismo. Y, aún así, aún tenían mucho que decir ambos en los entresijos del Destino. Pero él no tenía tiempo para enseñárselo. Tendrían que descubrirlo por sí mismos. - Sí, Sr. Malfoy, ya le conocía aunque aún no nos habíamos visto físicamente. Contempló al recién llegado y, tras su figura, unos pájaros volaban de forma alborotada, allá en el cielo, aunque con la perspectiva parecían hacerlo sobre su cabeza. Mal presagio. No había tiempo. - Sé lo que queréis, muchachos. - Sí, para él, hasta el hombre que tenía delante y que había sido hasta hacía poco el Primer Ministro del Ministerio de Magia Británico, era joven. Aunque, tal vez, no mucho más. - Me es imposible enseñaros nada. Os podría enseñar a Ver lo que otros no ven en hojas de té, en las líneas de las hojas de un árbol sagrado, en el vuelo de los urogallos, en las gotas de las velas... Más ligado a la Adivinación que a la Videncia y, aún así, no sabríais nada. No os puedo enseñar. Un olor especial le llevó momentáneamente a una carrera entre azafranes y una risa femenina infantil que le hizo sonreír. El recuerdo desapareció pero el olor persistía en el aire. Algo no iba bien. - Podéis leer mil volúmenes sobre el Ojo Interior y, aún así, no saber nada. Esta Habilidad no se aprende; se tiene. Los dos la tenéis. Los dos veis, los dos habéis visto en algún momento pero lo habéis olvidado o lo habéis catalogado como algo inocente o casual. Los dos tendréis que reconocer esos momentos, recordar qué os llevó a ello y mentalizaros que Ver es lo habitualmente haréis para siempre en el momento que dominéis cómo hacerlo. Y, sobre todo, tendrán que entender que la Videncia no es un Don amable; es una maldición que pesará en vuestras espaldas hasta la Muerte. Se ha de ser Especial para tenerlo y Fuerte para soportarlo. Nunca era tan arisco en la primera toma de contacto pero... Cada vez había menos tiempo. - Así que recordar esos momentos en los que tuvisteis el Ojo Abierto y lo que os enseñó. La Videncia es un arte exacto dentro de la inexactitud del tiempo. Si lo domináis, el Presente-Pasado-Futuro estará a vuestro alcance sólo con desear conocerlo. Pero está llena de peligros, de decisiones, del peor enemigo que os puede hacer daño: vosotros mismos. Ser Vidente es ser una persona marcada de por vida. Y no es fácil serlo. Así que pensar si realmente queréis dar este paso o preferís el desconocimiento. La Videncia navega indómita por vuestra esencia física y gobernarla, dominarla, enjaularla para poder liberarla en Visiones os hará ser más sabios, más crueles, más comprensivos, mejores, peores de lo que ya sois ahora. Pero nunca volveréis atrás. En cuanto surja, dejaréis de ser libres. ¿Eso es lo que realmente queréis, muchachos? Otra vez esa palabra. Era necesario que, en aquella materia, entendieran que eran unos niños a los que hay que enseñar las tareas más básicas para crecer en ella. - ¿Sabéis en qué fallan todos los que son rechazados por el Portal? En la interpretación. La Videncia es exacta, cómo la interpreta el Vidente no lo es. Si queréis pasar y vincularos, deberéis aprender a rechazar vuestros deseos y a aceptar los hechos, sin tergiversarlos y sin pretender cambiarlos. He aquí la diferencia entre un Vidente o un Charlatán de Feria de tres al cuarto. Volvió al silencio y rozó el anillo rosa que llevaba en la mano. No había tiempo. El olor se acentuaba. Los espías de Egipto lo habían localizado. Pronto llegarían... Tenía que defender aquel Aro que les permitiría abrir todos los portales. Debía destruir la pirámide antes de irse para evitarlo pero... ¿Lo haría antes o después de que sus alumnos entraran en el Portal de Videncia? Era complicado... Si conseguían todos los anillos, usarían la Sala del Ouroboros y tendrían en sus manos el Portal de las Siete Puertas y, con él, el destino de todos, hombres, muggles, magos, de todo el mundo... Los otros Arcanos se habían comprometido a defender sus anillos hasta llegar a destino, donde se reunirían. Sajag, además, había incluido la destrucción del Portal de Portales en su promesa. No debiera haber cedido a darles enseñanzas a aquellos alumnos. No le obligaba nada y, sin embargo... Ahora sus vidas corrían un gran peligro.
  22. Sajag

    Videncia

    El Arcano parecía haber envejecido mil años en aquella última semana, una muy larga semana. La situación había cambiado y los Arcanos se iban del aquellos terrenos de la Universidad, volvían a casa. No era una huida. En realidad, se sentían libres por primera vez desde hacía años, desde que la Familia Malfoy les había obligado a mantener aquellas clases de enseñanza de las Habilidades en la ciudad de Londres. Se iban. Gran Bretaña ya no era hogar para ellos. Aquel país no era el suyo, no se iban a implicar en las Guerras por Venir que no eran las suyas. O casi ninguna eran suyas. El Arcano ya no debía obediencia a ninguno de aquellos humanos magos que se creían aptos para aprender en meses las Habilidades que les había costado siglos, milenios, mantener viva. Una terrible guerra les había dado aquellos Anillos a los que querían vincularse. Los seres humanos, magos o no, no parecían entender lo difícil que era tener aquellas Habilidades y sustituían los años de estudio con prisas, la humildad del Conocimiento y Saber por el orgullo del Poder. No; ninguno de ellos estaban preparados y los Arcanos se iban, tras la firma de la Srta. Mackenzie Malfoy en aquel pergamino en el que dejaba libre su puesto como Vice-Ministra. Con aquella renuncia se habían roto contratos y sellos más antiguos que se habían fundido en los remolinos del Tiempo. Eran libres de moverse y sus guerras no eran de su incumbencia. Tenían sus propias guerras que batallar. Llevaba poco equipaje: el sitar de su adolescencia, el cofre de su familia repleto de hierbas y plantas, sus libros... Llevaba sus sandalias usadas y un kurta de algodón en un tono pardusco, con un pantalón también oscuro, todo muy sencillo y cómodo para el largo camino que le esperaba. El único color que se permitió fue el botón rosado que una vez le dio una chiquilla, en su niñez, ya desaparecida en el tiempo pero nunca de su memoria. Así dispuesto para el viaje, observó el pergamino tan conocido en el que le anunciaban la llegada de alumnos. No le hizo falta abrirlo para saber quiénes eran. Sintió dudas. No podía quedarse. Cuanto más tiempo permaneciera en aquellos terrenos, más peligro corrían los que le vieran. Eran perseguidos por el Gobierno de Egipto acusados por robo, un intento muy burdo para intentar que les deportaran a aquel país y apoderarse de sus Anillos y sus habilidades. No temía por él, sabía cuidarse, siempre lo habían hecho y ya había visto algo de los futuros posibles que podrían desenvolverse en cualquier momento. Temía por aquellos que querían aún desarrollar la Habilidad de la Videncia. - Unos minutos más no importan - comentó para sí mismo, sabiendo que no era cierto. Sólo le estaba costando irse, después de tanta rutina. Dejó todo preparado para irse y paseó lentamente en busca del lugar más relajante que conocía de aquel lugar, en los jardines del Guardián del Lago. Estaba segura que tanto @@Crazy Malfoy y @ sabrían encontrarle, si tenían un atisbo del Ojo Interior abierto. Ya les había visto con él al lado de la fuente así que no tendrían problemas.
  23. Y vinieron con los vientos que trajeron las dunas del desierto. Eran siete, como siete fueron las puertas del Ouroboros que conducían al Uno y daban luz a la Gran Obra. Y del Uno nacieron los Veinticuatro y de los Veinticuatro los Cuarenta y dos y a ellos se entregaron los Siete. Siete versos en siete esencias, siete palabras en siete cadencias. Siete magias arcanas, Siete sabios. Siete. Del poema Arcanum (Uno de los escritos más antigüos que se conservan en la Biblioteca de Alejandría) El Arcano parecía haber envejecido mil años en aquella última semana. Algunos de los Arcanos ya habían iniciado el viaje. Compañeros de Destino, la forma de llegar a él implicaba caminos variados que se cruzarían o no según la forma que habían elegido para iniciar el éxodo. Porque se iban. Gran Bretaña ya no era hogar para ellos. Los Arcanos habían obedecido a la Srta. Malfoy, quien les había obligado mediante el Segundo Contrato a impartir clases sobre sus Habilidades y a los Uzzas sobre sus Poderes; ahora, sabiendo que había cedido su puesto por motivos que ellos no juzgaban ni pretendían entender, y el poder del Ministerio quedaría en manos de un candidato que no llevaba la sangre de Merlín, ya no tenían nada que los atara en aquella zona. Aquellas Guerras por Venir no les competían a ninguno y las rivalidades entre los Arcanos y los Uzza se habían desbordado. Ellos tenían sus propias guerras que perpetuar, sus propias alianzas que crear, sus propias venganzas que satisfacer. - Alguna guerra que se solapará con las suyas - dijo en voz alta, mirando el paisaje que se veía por el ventanal de su antigua vivienda en la Universidad. Habían decidido irse aún antes que la misma señorita Mackenzie Malfoy firmara el pergamino de su renuncia. Eran Siete Sabios. Eran Siete Habilidades unidas. Sabían de antemano lo que iba a suceder, sabían de su sacrificio aunque ellos también dudaban que los humanos a quienes protegía con ese acto entendieran el alcance concreto del mismo. Se pusieron en marcha sabiendo que se iniciaba una etapa oscura, en que la noche sería mucho más negra y que aciagos acontecimientos marcarían un inicio del final, predichos con tres profecías que habían permanecido guardadas por demasiado tiempo. Pocos conocían su existencia. - Alguna ha estado ahí siempre sin entendimiento. Alguna ha estado sin ser vista. Alguna es desconocida... No tenía mucho equipaje que empacar, el sitar de su adolescencia, el cofre de su familia repleto de hierbas y plantas, sus libros... Llevaba sus sandalias usadas y un kurta de algodón en un tono pardusco, con un pantalón también oscuro, todo muy sencillo y cómodo para el largo camino que le esperaba. El único color que se permitió fue el botón rosado que una vez le dio una chiquilla, en su niñez, ya desaparecida en el tiempo pero nunca de su memoria. Así dispuesto para el viaje, dudó si esperar un poco más. Su Visión le había facilitado los peligros que le esperaban, a él y a los suyos y a cualquiera que supiera de su existencia. No dudaba de sus discípulos. Todos los Videntes que él había despertado en su corta estancia en aquella Universidad sabrían defenderse, sabrían atacar, sabrían reaccionar. Nadie fallecería por el ataque de los espías egipcios que les buscaban. Ellos volvían a su hogar de origen, donde la magia ancestral ahora languidecía por un tercer peligro que pocos tenían en cuenta. Antiguos sacerdotes-magos egipcios había sobrevivido a lo largo de los siglos, descendientes que no sabían apenas nada de la Magia que habían disfrutado en los tiempos originales, desdeñados tras la caída por aquellos seres antiquísimos que dejaron la sabiduría en los 7 Anillos que guardaban los Arcanos. No eran muchos. No eran casi nadie. Pero habían conseguido llegar al Gobierno Egipcio y obtener un poder político ficticio y ajeno al real. Y en su rencor guardado en rincones oscuros y en secretos templos malditos, habían aprovechado la ocasión: cuando los ríos revueltos amedrentaron la paz entre los diferentes países, ellos decretaron la persecución de los que que habían robado los conocimientos y poderes que, según ellos, les pertenecían. Los Arcanos estaban en peligro (los Uzzas no eran peligro para ellos ni les importaban si los Egipcios les perseguían. Eran sus enemigos aunque... las alianzas, a veces, pueden pactarse ante enemigos comunes...), no porque sintieran miedo de aquellos viles inmisericordes que pretendían perseguirles. Los Arcanos sabían que el verdadero peligro estaba en los fragmentos del Libro de Toth que estaban desperdigados por muchos países en fragmentos que poco podían poder generaban así. Berlín, París, Viena, Florencia, Copenhague, New Haven... Muchos países que, sin saberlo, protegían en débiles museos y colecciones el Saber de los Saberes. Si alguien lograba reunirlos... - Dicen que contiene 2 grandes conocimientos en su interior que darán el poder sobre todo el Mundo conocido. Sajag sonrió un poquito ante la casi nula perspectiva de los llamados "expertos", humanos cortos de miras que creían que una vitrina de vidrio irrompible o alarmas ruidosas podrían impedir el latrocinio de aquellas piezas. - El contenido del libro, de encontrarse, dará el conocimiento para descifrar todos los secretos de todos los mundos, conocidos y desconocidos, permitirá dominar Tierra, Mar, Aire, Espacio, Tiempo... Sus encantamientos permitirán ir en busca de los Originales que destruyeron la madrassa de los viles magos-sacerdotes - había informado el Arcano de la Videncia a sus otros compañeros Arcanos. No hizo falta decir mucho más en aquella última reunión de los Arcanos en los terrenos de la Universidad. Todos supieron, como Uno sólo, lo que iba a suceder. Los Anillos de Vinculación estaban en peligro. Los necesitaban para usar el Ouroboros. Los Arcanos decidieron que las Guerras por Venir eran un mal menor para los Magos de aquel país y se dividieron en caminos distintos. Los 7 anillos estarían en lugares lo más distantes posibles hasta reunirse en la Cuna de la Magia escondida en antiquísimas dunas egipcias. Así, Sajag miró por última vez aquella estancia que había sido casi un hogar durante aquellos años. Después salió sin cerrar la puerta. No dejaba atrás nada que echara de menos. Lo importante, lo vital, lo llevaba consigo. Sobre el Libro de Toth no podían hacer nada. El último fragmento había aparecido. El Destino había hablado y aquella historia ya no les pertenecía a ellos.
  24. Sajag

    Prueba de Videncia #20

    El muelle junto al agua estaba destrozado. La madera podrida por el paso del tiempo apenas resistía ya los envites del lodo que subía del fondo de aquel lago, removido por algo o alguien que esperaba, inquieto, la llegada del Aspirante. Tenía órdenes de no dejarlo cruzar y conseguiría que se ahogara en aquel lugar putrefacto donde la vida casi había desaparecido desde el Suceso. Hacía muchos años que se movía, solitario, a la espera de su llegada, tal como indicaban las profecías. Pero éstas mentían. Nadie cruzaría a la otra orilla. Nadie se atrevía. Muchos eran los que habían llegado hasta allá, leyendo el monolito de piedra oscura y maltrecha que daban las instrucciones para pasar. Pocos habían decidido intentarlo, a pesar del aviso; todos le acompañaban en el fondo, muertos. Se acercaba. Le olía. Le presentía. Tenía hambre. Monolito de piedra, clavado en la tierra, a un metro de la orilla: "Todo ha desaparecido. El pueblo de Ottery SaintCatchpole, tal como era conocido en el mundo de los Brujos, no existe. Los terrenos colindantes han sido rodeados de hechizos protectores e intimidadores para magos y muggles, en un intento de hacer olvidar al mundo que hubo un lugar mágico que se llamó así. Es inmarcable y ha sido borrado de la mente de los que, alguna vez, lo conocieron. No hay manera de encontrarlo y permanecerá olvidado para todos en un nunca jamás que el tiempo ocultará en las entrañas de sus ruinas. Será olvidado... Pero hubo una vez un gran pueblo en este lugar inmarcable, un lugar donde crecía un Ateneo de enseñanzas poderosas, un centro cultural donde se impartían clases de estudios mágicos, magias arcanas y habilidades. Yo lo sé. Yo era uno de aquellos Maeses. Hace años, yo era el Arcano de Videncia y ayudaba a mis pupilos a despertar su Ojo Interior. Pero un día... Un día... Un antiguo pupilo usó sus poderes de todos sus conocimientos y habilidades conseguidas y entró a la fuerza en el lugar, destruyendo todo a su paso. Después, entró en el Portal y desapareció... No sabemos lo que ocurrió pero ahora todo está perdido. Su ausencia provocó un caos en el tiempo inesperado para todos. El agua del lago se secó y se llenó de un líquido nauseabundo, el laberinto se pudrió y su vegetación dejó ver todo su interior, la escalinata de la pirámide cedió a su peso y la construcción cayó al suelo de la isla, haciéndola desaparecer. Ourobus, anillos vinculados, Arcanos, Ateneo... Todo desapareció en un instante. No quedó nada. ¿Qué fue lo que pasó? Eso es lo que tendrá que solucionar usted, Sr. Black Lestrange. Su prueba de Vinculación a la Habilidad ha comenzado. Deberá cruzar las ruinas que encontrará a su paso y deberá usar su Ojo para "ver" quién fue y cómo lo hizo. A medida que vea y deshaga sus acciones en cada uno de los tres obstácul0s que traspasó, se irá reconstruyendo. Sabrá que ha conseguido pasar cuando llegue a la Pirámide y me vea dentro, esperándole. No tiene mucho tiempo. Puedo "ver" cómo fue. ¿Puede usted verlo y salvar el futuro del pueblo, Sr. Black Lestrange? ¿Descubrirá al causante de este terrible destino?"
  25. Sajag

    Videncia

    El Arcano abrió los ojos, no mucho más de lo que era tenerlos cerrados porque los tenía hinchados. Pero lo hizo porque su alumno le hablaba y no quería ser descortés. Aunque era un hindú, su juventud en la Inglaterra elegante le habían enseñado las normas sociales que aún respetaba. Ahora veía un poco mejor pero recurrió a su memoria profética para observar el rostro de aquel hombre que le saludaba. - Será más placentero cuando me desate de esta silla, muchacho. Para Sajag, siempre sería un muchacho, comparado con él. Ya había perdido la cuenta de la edad que tenía, demasiada para le edad normal de un anciano en aquella ciudad donde impartía las clases. - Veo que asesinar no le hace mella. Pero no se descuide, muchacho, lo hará, en el futuro, recordará y llorará todas las muertes que su varita ha ocasionado. Sajag quería salir de allá, por fin. Por mucho que sabía lo que iba a ocurrir, vivirlo en la carne era muy duro. - Necesito descanso. Has contestado sólo a una de mis preguntas. Necesito que respondas claramente que quieres vincularte pasando la prueba y si te crees apto para llevar el Anillo de la Videncia. Yo te veo capaz pero espero que hayas aprendido algo de todo ésto. No sólo debes de ser capaz de vincularte y dominar la Videncia. También tienes tú que sentirte apto. ¿Te sientes apto, Black Lestrange? El Arcano quería volver a casa y descansar, con sus hierbas y su cama en el rincón de la ventana. Recogería todo para que volviera a la normalidad y después, se tumbaría, contemplando las estrellas. - Piénsalo bien, muchacho. Si, después de reflexionarlo, decides que sí, te espero en el muelle destruido junto al río que hay en la Universidad, a las 11 de la mañana. Cruzarás el Portal o morirás en el intento. De ti depende el resultado. Sajag era un gran Arcano y sólo esperaba su respuesta para desaparecerse de aquel horrible lugar. Siempre había podido hacerlo, en todo momento pudo huir pero había visto que esa era la prueba que necesitaría su pupilo para tomar la decisión y, por ello, permaneció esperándole, hasta el final.

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