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Báleyr

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Todo lo publicado por Báleyr

  1. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr suspiro ante la cháchara que habían formado sus alumnos, no le interesaba donde se dirigen sus banalidades palabras si estaban frente suyo era porque habían ido a buscar sus conocimientos, tomó entre sus manos el libro que Caelum había sacado de la biblioteca, lo toco sobre el lomo acariciando su tapa comos si fuera una amante, le molesto el trato del Black para con él, pero no le sorprendía los rumores que giraban con ese apellido. Toujours Pur Pensó en su lema familiar y le dio repudio siendo que se consideraban mejores que todos por la pureza de su sangre, por lo que acercándose nuevamente al mago se lo arrojó sobre el pecho sin una emoción en su arrugado rostro. -Le recuerdo que es usted quien viene a buscar mis conocimientos y no al revés- le recordó esperando que comenzara a tratarlo con respeto. De reojo observó que su alumna también ya poseía un libro, sin siquiera dirigirles las palabras comenzó a caminar en silencio hasta donde los esperaban dos camas quirúrgicas con varios instrumentos de disección que sus alumnos solían usar cuando él les pedía. Hizo aparecer su vara de cristal que tenía la forma de un báculo de cristal negruzco que al hacer un movimiento con ella dos cadáveres completamente calcinados aparecieron en la mesa. -Cada libro que tomaron les hablara de la Nigromancia en sus distintos usos- hablo recorriendo los bordes la biblioteca acomodando los libros como debían estar y no como sus alumnos lo dejaban -es fácil leer sobre ellos y su magia pero el sacrificio que se necesita para realmente ser un Nigromante es muy alto y hasta a costado la vida de muchos que terminaron en la locura- -Grimorium Necronium- pronunció el libro que ambos habían tomado y que les daría los conocimientos que decían necesitar -les recomiendo que lean antes de comenzar- les dijo volviendo al cómodo sillón donde podía ver a sus estudiantes hacer sus práctica.
  2. Informo que Nathan A. Weasley y Arya Macnair han finalizado satisfactoriamente la habilidad de Nigromancia.
  3. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr despegó sus labios de la pipa para acotar a lo que el Mortífago Caelum acababa de argumentar pero alguien les interrumpió. Con un ademán de irritabilidad se pasó la mano por el rostro, dejó su preciado objeto en el descanso de la silla e invitó a Darla a tomar asiento cerca del hombre que tenía en frente; los seguidores del Señor Tenebroso, como se hacían llamar, consideraban su magia poderosa por la de los demás, más el Arcano consideraba que quien allí estaba sería lo suficientemente inteligente como para no intentar movimiento alguno que pusiese en riesgo o incomodidad a su segunda alumna o conocería el verdadero poder de un Nigromante. —Pase, por favor. De todos modos ya está aquí señorita Potter Black. Sí, por supuesto que la esperaba y sabía quién era. A él no se le escapaba nada, salvo quizás el aun creer que alguien en aquella época guardaría decoro y no se aventuraría en las mazmorras sin aguardar su permiso. —Le decía, caballero, si es eso lo que desea entonces, adelante, escoja de allí lo que quiera ¿Y usted señorita, qué es lo que desea? cualquier libro será portal al más primitivo conocimiento Señaló la biblioteca abarrotada a sus espaldas, la misma donde Black estuvo husmeando antes de que él apareciera y sin consentimiento alguno. Ahora les permitiría escoger qué rama de la Nigromancia deseaban aprender, si la que tiene que ver netamente con los muertos y sus tres sendas, o tal vez la que tiene un apartado especial para las almas y su purificación, quizás la que permitía controlar la sangre de los seres vivos a piacere. La antorchas que iluminaban la habitación temblaron haciendo danzar sus flamas. El frío de las paredes pareció condensarse y con cada exhalar el aire de sus pulmones se podría ver en forma de vaho. Todo allí abajo eran gris, tenue, gélido, como vacío. Pero a la vez poseía un dejo de curiosidad, de conocimiento absoluto en cada una de las rocas que conformaban la mazmorra completa. Con lo que escogieran sabría más o menos un poco sobre su personalidad y el cómo ahondar en la habilidad, Darla no parecía tan temeraria como el sujeto de la máscara, aunque no le preocupaba, esperaba no equivocarse.
  4. Le llevó varios días negociar con “El Nigromante” por el alma de una de sus alumnas y aun así no lo consiguió. Como el más antiguo de los Arcanos, el que aún permanecía de pie, le tocó emplear conocimientos y fuerzas que llevaba siglos sin utilizar para recuperarla y ahora la muchacha Macnair descansaba en las mazmorras. Gracias a Merlín que los Directivos no tuvieron noticias sobre el pequeño inconveniente que involucraba a dos aprendices, un portal y el mismísimo infierno; ni siquiera consultaron como era posible que los magos dejasen su alma —literalmente— en una clase. Hogwarts tenía problemas mayores luego de su destrucción masiva y el tiempo que les llevó alzar cada una de sus antiquísimas columnas. Estaba seguro de que la muchacha regresaría gateando hasta su hogar y más nunca saldría de él, pues se equivocaba. Al despertar, Arya Macnair —al igual que su compañero no presente— decidió hacer frente a la habilidad por la que tanto arriesgó. Así que el escenario estaba echado a la suerte de dos personajes vacíos, sin nada que perder pero con mucho en juego. Báleyr los vería a orillas del lago, sitio predilecto por sus pares, a mitad de la noche, cuando la bruma alcanzase un punto impenetrable. —Bienvenidos sean. Señor Weasley, señorita Macnair Hizo una educada reverencia, escondiendo ambas manos dentro de la túnica que le vestía y cuando se incorporó, para sorpresa de ambos, sostenía una modesta caja de madera con cerrojo en forma de calavera. —A partir de aquí comienza su verdadera clase, en la que deberán poner a prueba lo vivido anteriormente. No fallen, o puede costarles la vida— sonrió interrumpiéndose, luego carraspeó y abrió la tapa —Oh, y por cierto, solo podrán valerse de la Nigromancia así que si son tan amables de depositar todas sus pertenencias mágicas, las mismas serán resguardadas hasta que el portal los acepte o no como Nigromantes. Tanto Arya como Nathan deberían despojarse de varitas, artilugios, otros libros, pergaminos y cualquier sortija que opacase la que como por arte de magia apareció en sus manos luego de desprenderse de su último objeto protector. El anillo del aprendiz no era más que un cintillo de plata comparado con el anillo de vinculación, pero ese tocaba ganárselo y por ello estaban allí. Y mientras la bruma subía agazapada por sus piernas y cintura Báleyr les preguntó si estaban seguros de querer continuar, acto seguido, desapareció. PRIMER RETO El paisaje completo a su alrededor resultaba gris y nostálgico, como estar nuevamente en El Tártaro pero pisando los terrenos del Ateneo. La primera misión aguardaba sin demasiadas vueltas, a unos pocos centímetros de ellos, flotando en la orilla Caronte impoluto sostenía el remo de una barcaza, aquel sería su medio de transporte hacia el otro lado del lago pero para cruzar deberían pagar. Al no contar ninguno de los dos, quizás, con una moneda otorgada al morir —pues claramente no estaban muertos— el barquero les aceptaría un recuerdo, más no cualquiera, el más puro y gratificante de todos los vividos, y se lo quedaría por siempre hasta que de sus propias memorias fuese borrado con el correr del tiempo. Solo así los ayudaría. RETO DOS Cuando sus pies por fin tocasen tierra firme no podrían evitar sentirse un poco melancólicos, extraños, como si les hubiesen arrebatado de las manos un caramelo que tenían tiempo sin probar pero que aún son capaces de saborear. La entrada del majestuoso laberinto estaría abierta de par en par para ellos y sus pasillos deshabitados y carentes de peligro alguno, por el momento, los guiarían hasta una puerta trampa. Al cruzar, Nathan acabaría en una habitación y Arya en otra completamente diferente. Paredes blancas, luz cegadora, en medio de la sala una cama metálica con un cuerpo frio, inexpresivo, sin vida alguna, muerto. Clavado en el pecho con un alfiler cada uno podría leer en perfecta caligrafía “Osario. Purificar. Decodificar”. Lo siguiente que encontrarían sería una puerta caoba sin cerradura ¿Cómo la abrirían? Báleyr esperaba que sus alumnos empleasen una técnica de limpieza para el alma, la mente y el cuerpo, tanto en ellos como en el muerto, y mediante la Senda del Osario le trajesen nuevamente a la vida para adivinar cómo salir. Allí existirían dos retos: En aquellos rostros se verían a ellos mismos, y la única forma de decodificar la salida sería revelando un secreto que solo ellos mismo conocen, a la puerta, en susurros. Deberían soltar lo reprimido. RETO TRES Al cruzar la puerta ésta se cerraría a sus espaldas y desaparecería dejando entre ver un pasillo alumbrado por cuatro antorchas meciéndose con tranquilidad como si la brisa las acunara. A diez metros de distancia estarían el uno del otro pero serían capaces de verse antes de que una horda enfurecida de ínferis surgiera del suelo y tratase de arrastrarlos hacia lo más recóndito y oscuro de la tierra. Si lograban atravesar aquel reto, los dos o uno de ellos, solo atravesarían un puente de tablas hasta llegar a la pirámide donde el último reto les esperaba, el cuarto y más importante, la prueba final. CUARTO RETO No debían dejarse llevar por la elegancia del interior ni por el cansancio que supuse la carrera, el casi morir, las posibles heridas y las últimas escaleras doradas a los pies de una pirámide fría bañada por rayos de luna. El Arcano les observaba de lejos, se presentaría llegada la oportunidad. Fumando de su pipa y con el ojo bueno, había recorrido la figura de la serpiente que se come su propia cola como un ciclo sin fin, como la vida misma, antes de que sus aprendices llegasen. Dentro, siete puertas comenzarían a girar en torno al mago y la bruja, pero solo una brillaría para cada uno de ellos, les llamaría, les cantaría como una madre hasta que por fin cruzasen el portal y luego todo sería silencio, soledad, templanza. Tendrían la oportunidad de encontrarse con el alma de una ser extremadamente querido entre tantas otras y tomar la decisión que creyesen correcta: Regresar con ella al mundo de los vivos o invocar un ritual que le permitiese continuar su camino hacia la purificación. Al final de la tarea, el portal sabría si eran dignos o no de portal el anillo de Nigromancia.
  5. Báleyr

    Nigromancia

    Una proyección se materializó a metros más de las narices de Nathan. El mago estaba agitado, parecía agotado, como si llevase semanas sin dormir y lo cierto era que desde que atravesó el portal en busca de la bruja que yacía desvanecida a su lado, habían pasado ya cinco largos días. Báleyr pensó, por un instante, que los había perdido a los dos y debería dar serias explicaciones a los Directivos de Hogwarts. Pero no, allí estaban y él pudo exhalar nerviosismo, aunque Macnair no hubiese regresado entera; no existía forma de que un alma fuese devuelta al cuerpo una vez fuera, ni por propia voluntad de quien la perdió. Más algo hacía ruido en aquella húmeda mazmorra. Weasley, ese hombre al que le brillaban los ojos y le ardía el pecho. Los estaban vacíos por dentro, el Arcano se alarmó, existía una curiosa conexión entre ambos personajes, y ni con toda la colaboración del universo hubiera podido impartir conocimiento como lo hacía entonces. —De pie, joven Weasley. Vaya a casa, reponga sus energías, y luego de meditar si es lo que quiere, véame a las orillas del lago mañana. Sus ojos viajaron hacia la figura pálida que comenzaba a respirar con debilidad. —Hasta aquí llegó su labor, déjela en mis manos... El Arcano se colocó entre medio del hombre y la fémina. No le permitiría el paso, renuente debería marchar. Lo que ambos habían vivido en El Tártaro les serviría para atravesar los retos que el portal ponía ante cada pupilo. Segundos después parpadeó. Su ojo bueno, azul, ancló en Black Lestrange. Capturó en el aire las últimas palabras del Mortífago y con un nuevo ademán le invitó a pasar. —Mi deber como Arcano, caballero, es impartir conocimiento a la posteridad. La responsabilidad moral de su emplear recaerá en usted, en un tercero, no en mi. Si al final de ésta travesía, el portal decide que es digno de vincularse con la habilidad, sucederá... Cruzó sus piernas debajo del atuendo holgado que usaba. Se negaba a llamarle por el mote que le indicó, ese no era su nombre, estaba claro, y los antiguos eran demasiado correctos para andarse con sandeces. Suspiró ¿Qué clase de alumnos le mandaban aquellos días? necesitaba su pipa pero no podía encontrarla, fijamente mirando la máscara, se sentía hipnotizado por aquel plata. —Si realmente el portal lo considera digno y usted empleada la mancia para fines egoístas, oscuros y macabros, algún día su alma se pudrirá... más sospecho que eso no le interesa verdad, dígame, joven ¿Qué desea?
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    Nigromancia

    Báleyr recibió la nota proveniente de los Directivos Londinenses antes de que Black Yaxley irrumpiera en su modesta morada. Estaba fuera, sabía que lo oiría llegar pero no se imaginaba que el mago careciera de educación, más no fuese ese diminuto detalle lo que le tomó por sorpresa. Caminó a sus espaldas, lento, calmado, haciendo susurrar su larga túnica mientras soltaba algunas nubes de humo, el olor a hierbas y tabaco antiguo inundó la habitación. El Arcano carraspeó para llamar su atención y aferró el bác.ulo que portaba en la mano derecha; estaba al tanto de las dos sanguijuelas a las que llamaban "bandos", por lo que solo tuvo que divisar el perfil de quien se encontraba manoseando sus pertenencias. En las mazmorras no había una sola ventana, todo se encontraba iluminado por la flama de las antorchas. La luz que de éstas se desprendía acarició la máscara de Aaron. Con su ojo bueno trató de adivinar quién podría estar debajo del encanto plateado pero se dio por vencido golpeando el suelo con el bác.ulo dos veces, puesto que los sonidos de su garganta ni siquiera sirvieron para inmutar a su nuevo discípulo. Cuando por fin obtuvo su atención movió ávidamente el extenso objeto que portaba con orgullo y propinó un golpe seco, no muy duro, en el dorso de la mano de Black. —¿Nadie le enseñó que no se deben tocar las cosas ajenas, señor...? Hizo una pausa para que éste se presentase, o no, sería la primera vez que le enseñaba las artes de la Nigromancia a un Mortífago. Y luego chasqueó los dedos para que las llamas de las antorchas crecieran en volumen e iluminasen el resto de la estancia. Las paredes eran de roca, todo allí lo era, fría, húmeda. Si se miraba al frente con detenimiento podía verse el propio aliento condensarse. —Podría caerle una maldición si sigue hurgando mi biblioteca, caballero. Añadió para alejarlo de los libros, para que siguiera sus pasos hacia una zona más cómoda del recinto, allí donde los sillones parecían apagados, grises, pero la luz se enfocaba mejor. Donde podrían conversar, a menos que el Sr. Mortífago tuviese prisa. Mientras eso ocurría notó que el extremo superior de su bác.ulo parpadeaba, el material del que estaba hecho vibró. Por un instante el Arcano contuvo la respiración, al parecer Nathan se acercaba al portal mediante el cual podría regresar a la tierra de los vivos ¡Y llevaba a Arya con él! chasqueó la lengua rozando su paladar, quizás había subestimado las decepciones en ojos de Weasley, de alguna extraña razón su perdida alumna le despertó la motivación que necesitaba para aprender la última de las sendas y enfrentarse a la prueba final. Ambos.
  7. Báleyr

    Nigromancia

    El espíritu ahorcado —¿Perdida? Bueno, veamos qué podemos hacer por ti La mujer no poseía brillo en sus ojos pero aun así existió un efímero refulgir en ellos. Un par de cuencas oscuras que no reflejaban más que el alma mórbida de una persona que no deseó más su vida cuando la poseía, que cuando finalmente la perdió. Parecería ilógico, pero así sucedía con la mayoría de las personas que no se atrevían a verse cara a cara con Caronte, individuos tristes que no disfrutaban del respirar e intentaban por todos los medios acabar con un sufrimiento infundado, terminar la lucha contra unos fantasmas inexistentes; consiguiendo aquello era que comprendían cuán preciado tesoro se habían arrebatado, ahora, junto a Arya, el espíritu ahorcado buscaba renacer. La condujo por el borde del río de las ánimas, en sentido contrario al embarcadero donde el guardián de barcazas aguardaba por los recién llegados. Su vestido blanco carecía de bolsillos ¿Dónde entonces tendría monedas para pagarle? aquella había sido siempre su excusa, la falta de ofrenda para el secuas de Hades, además de conocer perfectamente cuál rumbo tomaría su bote, sufriría, aun más que en la tierra. —Resulta que conozco a un amigo. Es más bien amigo del amigo de un conocido, aquí después de un tiempo todos se vuelven familia ¿Cómo me dijiste que te llamabas? La muchacha le respondió algo confundida. Estaba pálida, pero era un pálido enfermizo, no muerto. —¿Arya uhm? Bonito nombre ¿Y cuánto tiempos llevas aquí perdida, Arya? Gwendolyn, como se llamó en algún momento, sabía perfectamente que si la muchacha que ahora estaba a su izquierda llevaba años en el Tártaro, perdida y confundida no le serviría de envase ni mucho menos. Cuanto más reciente hubiese sido el contacto con el mundo terrenal, mejor. Pero no consiguió una respuesta, ni tampoco llevarla donde su "amigo" pues alguien interrumpió, y no de una manera sutil sino más bien gritando el nombre de la fémina a todo pulmón. Allí abajo existían distintos personajes, buenos, malos y no tan malos pero si algo era sabido, que en ninguno se podía confiar. El espíritu ahorcado había oído sobre un Nigromante que pasaba muchos más tiempo allí abajo, lucrando con los fantasmas en pena, que arriba. Por lo tanto, una persona con tamaño poder y conocimiento, cobraba una parte de tu alma por entregarte el cuerpo de cualquier alumno desprevenido de algún otro colega, o de adolescentes tontos y curiosos que llegaban al lugar por mera casualidad. Al momento de toparse con la pelirroja desorientada, aquella idea cruzó su mente perturbada, pero ahora alguien truncaba sus planes en pañales. —¿Lo conoces? Le susurró.
  8. Buenos días, tengo el agrado de informar que la señorita Hayame Snape Black y el joven Matthew Triviani han finalizado la prueba con éxito y por tanto lograron la vinculación con Nigromancia.
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    Nigromancia

    —Inteligente su contra pregunta, precipitadas sus conclusiones señor Weasley. El tomo había golpeado bruscamente el hombro derecho del mago sentado frente a él. Báleyr enarcó una ceja esperando al menos un sonido que denotara queja o dolor, molestia, el libro era tan pesado y albergaba tanto conocimiento que podría haberlo esguinzado. Una segunda calada a su pipa hizo que su ojo bueno se entrecerrara mientras intentaba anticipar la siguiente palabra de su pupilo, pero éste no habló, de cierta manera se mostraba alicaído. Había relajado los músculos de la espalda y al soltar el humo de sus viejos pulmones el Arcano pudo deducir por su postura que se encontraba, de alguna manera, desencantado. Del centro del libro abierto en dos emergió una burbuja cristalina que no parecía en lo absoluto frágil. Perfectamente podía verse una mínima y algo borrosa proyección del averno. Un personaje de sexo femenino, algo confundido pero acompañado, se dirigía hacía el centro del recinto. El anciano tuerto por primera vez en mucho tiempo sintió una punzada de pánico, algo de incomodidad, jamás había perdido un alumno desde que los Directivos de Hogwarts convocaron tanto a Arcanos como a Guerreros Uzza, pero no hubo forma de hacer regresar a la señorita Macnair luego de cruzar el portal, guiada por Circe, el fantasma que solo deseaba engañarla y quedarse con su cuerpo. —Le contaré algo que no suelo hacer con mis alumnos, de hecho creo que jamás lo hice en todos los años de vida que llevo respirando. Pero, he de confesar también, que me encuentro en un aprieto— se enderezó en el sillón y dejó la pipa sobre una mesita a un lado —El Tártaro no es solamente un sitio de pena y sufrimiento eterno, a menos que tu paso por el mundo terrenal así lo dictamine, pues, nadie se va de aquí sin pagar por lo que hizo, sea bueno o malo su proceder. La esfera levitó hasta detenerse unos cuantos centímetros antes del pecho de Nathan. —Lo cierto es que una vez allí, al sitio que los antiguos griegos conocían como El Hades, se debe transitar por un caudaloso río que se divide en otros más modestos. Éstos convergen creando el río Aqueronte. Según quién hayas sido aquí, según quién haya sido usted señor Weasley y cómo haya obrado mientras vivía será el rumbo que Caronte le mostrará; efectivamente allí las almas en pena, las oscuras, las malignas sufrirán eternamente transitando el río Estigia. Pero si ha actuado con bien, si su alma es pura hasta el final de los días, entonces Caronte solo le cobrará el paso hacia un lugar mejor, donde no sufrirá y podrá reposar en paz. Suspiró. Arya podía verse ahora muy bien en esa proyección. —Más para toda ésta preparación, para la decisión de qué río tomar, de hacia dónde ir, se debe estar completamente seguro de quién eres y quién fuiste. Si un Nigromante pierde esa noción su alma puede ser corrompida por cualquier ser que desee regresar al mundo terrenal, podría perderse para siempre. Esa jovencita es un claro ejemplo de lo que le digo, acudió a la invitación de un espíritu maligno creyendo que dominando dos de las tres sendas sería capaz de regresar aquí y está al borde de la locura. El tiempo allí abajo, señor Weasley, es relativo. Inclinándose hacia delante cerró el tomo con manos firmes y como un reflejo la biblioteca desde donde éste salió volando se movió hacia la izquierda dejando entrever un pasadizo oscuro que daba a unas escaleras descendentes. Nathan podría recorrer los mismo pasillos que su alumna recorrió momentos atrás, intentando memorizar lo leído acerca de la senda del Sepulcro y los encantamientos en lengua muerta que le permitirían dominar ánimas y otros posibles obstác.ulos. Allí abajo, en una modesta y vacía mazmorra se toparía con un Gromorio, el mismo que Manair abrió pero no sería Circe quien la recibiera sino el mismísimo portal. —Si usted logra regresar el alma de mi alumna aquí, al menos casi cuerda, le prometo demostrar que no todo lo competente a la Nigromancia es oscuro y apesta a muerte, no siempre se trata de ínferis y almas en pena hambrientas por cuerpos de carne y hueso. La Nigromancia también puede liberar, limpiar, purificar, curar... ¿Qué me dice señor Weasley, se cree capaz de hacerlo?
  10. El reptil había recorrido medio trayecto cuando Báleyr se puso en pie. La bolsita gris donde guardaba su tabaco y hierbas cayó al suelo debido al repentino movimiento brusco del Arcano pero éste pronto lo recuperó con agilidad, algo que era cuestionado a causa de la cantidad de años que poseía. La pipa para entonces ya se había apagado y el sol amenazaba con cegar al mundo lentamente pero Matthew todavía no salía del laberinto donde debería advertir la causa de muerte de la única persona que se sabía el código mágico para abrir la puerta que le conduciría hacia Caronte y su puente, más adelante hacia la pirámide. Como una proyección astral el escenario donde Triviani se encontraba entonces surgió ante ojos del viejo tuerto. Con astucia supo identificar la causa de muerte y traer vida a los órganos muertos del hombre, incluso a él mismo. Sin cuidados, sin volver a cerrarlo tal vez, la imagen que el anillo de la habilidad le otorgaba se tornaba borrosa de a ratos. El fallecido comenzó a gritar desesperado, Báleyr solo lo veía mover los labios y las manos así que tampoco sabría decir con seguridad si en realidad no le estaba dando al mago la forma de abrir la puerta sin pomo ni cerradura para cruzar al puente. ¿Podría hablar? ¿No se tragaría la moneda que tenía bajo la lengua? Y si se la tragaba y moría, nuevamente, ahogado ¿Cómo haría Matthew para sacar el objeto metálico que más tarde debía entregar a Caronte? El Arcano miró a la serpiente, ésta yacía enroscada sobre sí mismo a dos centímetros de él, parecía negar con la cabeza cosa que lo hizo reír y alzarse de hombros. —La verdad se sabrá cuando cruce el portal. Le dijo, pues una vez que Caronte le dejase pasar el puente y llegar hasta la pirámide, Báleyr estaba en la obligación de preguntarle una vez más si estaba listo para entregarse a la Nigromancia y entonces ésta se abriría para él. Dentro de la estructura triangular la oscuridad lo absorbería por completo, más lentamente varias puertas se iluminarían mágicamente dando un tono lúgubre a la habitación en donde solamente había un altar en el centro, justo donde el símbolo del Uróboro se completaba para comenzar de cero —la serpiente que se come a sí misma como un ciclo sin fin— y sobre éste altar una brillante sortija de aprendiz. Matthew sería atraído por el portal de Nigromancia entre murmullos y susurros. Éste buscaría ponerlo a prueba haciéndolo parte del Tártaro, llevándolo ante un alma amada por él, alma que debería decidir si ayudar a ascender al "más allá" o regresar de nuevo al mundo de los vivos con todas las consecuencias que aquello conllevaría.
  11. La primer prueba había sido superada con éxito. Báleyr tuvo que hacer uso de la mancia, como solo él sabía, para enviar un lacayo en busca de Cerberus. El perro estaba agotado de "jugar" con Matthew por lo que regresaría al Tártaro que era donde pertenecía. Triviani tendría aproximadamente unos cuarenta segundos antes de que el segundo reto fuera accionado por su mera presencia. En la Nigromancia existían tres sendas fundamentales para dominarla: La Senda del Osario, La Senda de la Ceniza y La Senda del Sepulcro, ésta última resultaba ser la más importante y la que debería emplear entonces para sobrevivir. Al contacto de sus pies sobre la base de la barcaza comenzaría la travesía hasta tocar tierra firme. No serían demasiados metros pero las hondas en el agua oscurecida por la noche despertarían a las ánimas. Las ánimas estaban desesperadas por emerger. La balsa era propiedad de Caronte pero éste la cedió voluntariamente al Arcano, quien prometió regresarla sin un rasguño —O eso esperaba, porque ciertamente no sabía como su pupilo reaccionaría a continuación— para que él continuase su labor con normalidad. Se decía que tamaño personaje tenía un buen sentido del humor, después de todo si te estaba conduciendo —literalmente— hacia el final de tus días no podía tener cara de pocos amigos. Entonces, Matthew debería ser capaz de controlar las almas que buscaban hacerse con su cuerpo y su mente para regresar al mundo de los vivos. Si él caía completamente al agua, si el líquido frío tocaba sus pulmones, estaría perdido para siempre y ni siquiera Báleyr podría ayudarlo. Solo siendo capaz de dominarlas llegaría al laberinto y completaría la mitad del camino hasta la pirámide, el sitio donde el Arcano le aguardaba fumando pipa, con las piernas cómodamente cruzadas, observando sin explicación alguna como una serpiente, de dimensiones considerables, aparecía en escena.
  12. Su pupilo debería presentarse allí cuando el sol estuviera cayendo en el horizonte. Nada bueno podría lograrse si aquellos dorados rayos se interponían a los planes del averno. Una lechuza de plumaje oscuro —ni muy anaranjado, ni muy rojizo— picotéó la ventana de Matthew Triviani y luego su mano para entregarle las coordenadas donde se encontraría con el Arcano, aunque si el muchacho era lo suficientemente listo o ya poseía vinculación con otras habilidades poco relacionadas con Nigromancia, sabría que el punto resultaba habitué. Báleyr se había esforzado enormemente para que no lo pareciera, e incluso hubo decidido marcar la odisea del mago unos cuantos metros antes de llegar al lago, sitio pactado con la mayoría de sus alumnos. Para su fortuna, y no es que contara con mucho, cuando el último vestigio de sol dejó de pegarle en el rostro, una sombra amorfa surgió más allá. Primero pareció una mancha con movimiento, luego se fue alargando y como si el suelo fuese un imán la succionó hasta devolverla a donde pertenecía, detrás del pelinegro. Báleyr saboreó los resquicios de hierbas en su lengua y botó la ceniza apagada de la pipa para rápidamente llenar la misma con el brebaje de un frasquito mediano que pendía de su cuello, entre los pliegues de su túnica. Cuando el par de ojos oscuros y penetrantes de Triviani estuvieron a metros más, una densa nube de humo lo recibió rodeándolo sin pedir permiso. —Buenas noches señor Triviani ¿Ha descansado bien?— no esperó mucha respuesta —Pues si aun su respuesta es afirmativa, si está completamente seguro de querer realizar ésta prueba, lo que le espera tras de mi no será tarea sencilla, pero déjeme decirle que valdrá la pena... En sus palabras había una única mentira y no estaba muy preocupado en desvelarla. Aunque Matthew cruzase el mapa hasta la tan ansiada pirámide, si ésta misma no lo consideraba digno, todos sus esfuerzos serían en vano. Pues la misma habilidad escogía a sus catalizadores en el mundo de los vivos. Hizo una pausa teatral y continuó. —Primero voy a necesitar que deje todas sus pertenencias en ésta bolsa. Le prometo que las cuidaré y se las entregaré una vez todo ésto acabe. De la manga de su túnica dejó caer un fino manojo de tela que al atraparlo antes de tocar el suelo se transformó en un saco. Con cuidado lo abrió para que su alumno depositase varita, anillos y cualquier otro artefacto mágico que le facilitase las cosas, pues para sortear cada adversidad repentina debería valerse de los propios conocimientos sobre la Nigromancia. Acto seguido, volvió a calar profundo de su pipa y tras desearle buena suerte soltó todo el humo que cupo dentro de sus viejo pulmones. Cuando la neblina que apestaba a hierbabuena se disipara, Báleyr habría desaparecido. "Muchos de mis alumnos están acostumbrados a cruzar en barcaza. Pero usted está un poco más lejos del lago ésta vez, señor Triviani. Por lo que si quiere cumplir con el primer reto deberá eludir la mascota de un viejo amigo quien estará custodiando los botes que le permitirán llegar al laberinto. Sea amable con ella, pues mi amigo está de viaje y me pidió se la cuidase" ° RETO 1 ° Completamente solo, Matthew Triviani se toparía con el inmenso perro de tres cabezas, rabioso por proteger lo que le hubieron encomendado. Había quienes decían que solamente existía una persona capaz de dominar a la bestia. Si lo conseguía, podría huir sobre una balsa hasta avistar orillas seguras. Pero como nada era perfecto y Báleyr era bastante ingenioso cuando se lo proponía, las ánimas despertarían e intentarían tumbar la barca para hacerse con el alma del hombre que la conducía; si no las controlaba podría perecer, más si lo lograba, llegaría a la entrada del laberinto en una sola pieza. ° RETO 2 ° Allí tampoco lo estaría esperando el Arcano, éste reposaba tranquilamente en la cima de la pirámide, a donde Matthew aspiraba a llegar o eso creía él. En ésta ocasión le había dado unos momentos de gracia, el silencio resultaría perturbador, las inmensas rejas que mantenían cerrado el intrínseco laberinto se abrieron emitiendo un rechinido ante sus narices. Podría transitar sin miedo a que algo o alguien tratase de matarlo porque no pasaría, allí todo estaba sumido en una profunda tranquilidad, la madreselva había trepado por cada pares hasta apoderarse del último de los ladrillos grisáceos. El cielo nocturno era un manto incrustado de diamantes sobre su cabeza y la luna, más grande que de costumbre, iluminaba cada rincón sin dejar detalle a la imaginación, por lo que no sería difícil para el mago dar con el centenar de puertas que había desperdigadas por ahí, aunque solo una fuese la correcta. Cuando por fin diera con ésta, haciendo uso de su raciocinio o poder de deducción, lo que prefiriese, entraría en una habitación con luz artificial donde habría otra puerta sin pomo ni cerrojo que solamente se abriría diciendo las palabras correctas en el idioma correcto. Pero cómo sería él capaz de adivinar aquello, bueno, Báleyr dispuso un cuerpo semi desnudo —cubierto con una sábana blanca de la cintura a las rodillas— con una nota clavada en el pecho. "¿Recuerda nuestro viejo ejercicio? Espero que sí pues deberá ponerlo en práctica si quiere salir de allí antes de que el sol vuelva a emerger. Pero antes de que determine la casa de muerte del sujeto, lo sane y lo reviva para que le sea de ayuda, le daré una última lección. Cuando un Nigromante realiza rituales, éstos comienzan en uno mismo y no el objeto de estudio. Su alma, su mente y espíritu deben estar equilibrados, sanos, limpios para poder actuar con precisión y éxito. Purificar antes de proceder, señor Triviani. Lo espero al pie de la pirámide si lo logra. Ya que si me está leyendo, la luna está próxima a desaparecer" ° RETO 3 ° No todo el mundo conocía historias acerca del Tártaro, de su bestial mascota o del balsero que cruzaba las almas en pena por el Río Estigia. Bienaventurados los que con un poco de lectura albergaban viejas anécdotas sobre el proceder de las personas cuando un ser querido moría; colocar una moneda debajo de su lengua o sobre sus párpados para poder pagar a Caronte y que éste al fin le sirviera de guía. Quizás Matthew no lo sabía, nunca lo había leído o Báleyr estaba equivocado sobre su pensamiento acerca de él, por lo que si era lo suficientemente inteligente descubriría algo brillante dentro de la boca del hombre al que revivió y se lo guardaría por mera curiosidad o conocimiento. De no haberlo hecho tendría que convencer a Caronte -Quien estaba del otro lado de la puerta que abriría con la palabra clave, cuidando el paso de un puente de piedra- para que le dejase cruzar y llegar a la pirámide. ° RETO 4 °
  13. Báleyr

    Nigromancia

    LA PREGUNTA El Arcano resopló. Cuando la segunda figura apareció torció los labios y entrecerró su ojo bueno. Matthew había tardado más de la cuenta, considerando su nivel de fanfarria desde que cruzó el umbral de su mazmorra. La muchacha que ingresó con él al Tártaro ya estaba a punto de finalizar su prueba, más no se precipitó como en ocasiones anteriores a encasillar a su alumno pues éste mismo podría sorprenderlo más adelante, cosa que solo sabría si formalizaba el comienzo de la parte difícil de la habilidad. —Me alegra verlo regresar en una pieza señor Triviani. Fue todo lo que se limitó a decir pues no quería retrasarlo demasiado. Fuera la noche por fin había caído, porque evidentemente el mago había perdido la noción del tiempo tras cruzar el portal hacia la tierra de los muertos, y necesitaría descansar si quería presentarse al día siguiente donde Báleyr le indicaría a continuación. Invitándolo a regresar a su cómoda silla, rebuscó su pipa y caló profundo el humo hasta impregnar sus pulmones de éste, llevaba horas sin fumar y las hierbas lo relajaban bastante a la hora de probar el conocimiento de sus pupilos. —Dígame joven, después de todo ésto y... aquello ¿Cree estar listo para presentar respetos hacia la habilidad? Si la respuesta de Matthew resultaba afirmativa no tendría más que marcharse para reponer fuerzas y regresar a los colindes del lado que partía el ateneo en dos, al día siguiente, cuando el sol recién estuviese saliendo —para tener mucho más tiempo que el día ya perdido— para encontrarse con el hosco Arcano y sobrevivir las pruebas que éste decidiera era idóneas para su persona; una vez llegase a la tan ansiada pirámide, todo dependería de él y lo aprendido. Tamborileó sus dedos en la rodilla cruzada. Había dos almas más esperando a por él, una a punto de morir y la otra en miras de aprender sobre aquello. PARA NATHAN WEASLEY (@Nathan A. Weasley) —Siempre me ha parecido de muy mal gusto cruzar palabras en el umbral de una puerta. Soltó el Arcano sin mucho preámbulo. Haciéndose a un lado permitió que, si así lo deseaba, el pelirrojo ingresase a la fría mazmorra que le servía de vivienda. Su vida era humilde, o desaliñada, dependiendo el ojo de quien la mirase. El cuarto carecía de muebles, aunque sí tenía los necesarios, sus paredes —cosa curiosa— eran gélidas y viejas pero no estaban húmedas; los libros que rodeaban a los dos personajes como una coraza literaria del más puro conocimiento hubiesen sido los primeros en sufrir consecuencias de no tener hechizos anti moho todo el lugar. Aun así quizás Nathan dudase de que Báleyr leyese alguno de todos esos tomos, primero porque poseía un solo ojo bueno y segundo porque allí la iluminación se basaba en un par de antorchas estratégicamente colocadas para crear monstruos de las sombras y tres pobres candeleros. —Quien sabe qué ráfaga de viento pueda llevárselas, o incluso a dónde. Finalizó su explicación cerrando por fin la puerta tras de sí. Matthew se había marchado segundos antes, por un pasillo completamente diferente así que una vez más se sumía en la tranquilidad que solo dos magos a la vez le producían. Dejó atrás al hombre para acomodarse en un viejo sofá, cruzar una pierna sobre la otra con decoro y llevar la característica pipa a sus finos labios. Le causaba cierta molestia tener ante sí a un individuo poco seguro de lo que quería o al menos de lo que le interesaba sobre la Nigromancia, como si pensase cada palabra antes de hablar buscando las adecuadas para contentarlo. Nada le irritaría más que soltar al mundo un Nigromante que titubeara al tener un corazón muerto entre las manos, por lo que, tras soltar el humo de una calada, lo invitó a sentarse. Sería franco. —Existen tres sendas fundamentales dentro de ésta mancia. Quien la practique debe conocerlas íntegramente o podría cometer errores fatales. Muchas personas creen que el orden no importa y, déjeme decirle, lo equivocados que están. >La Senda del Osario se ocupa principalmente de los cadáveres y de los métodos por los que las almas muertas pueden regresar al mundo de los vivos, temporal o permanentemente. Y La Senda de las Cenizas permite a los nigromantes observar las tierras de los muertos e incluso afectar a los objetos y criaturas que las habitan. Ésta última se considera ciertamente más peligrosa, pues cuanto más contacto tiene un Nigromante con la tierra de los muertos más vulnerable se torna a los entes como fantasmas, entre otros. Hizo una pausa por si Nathan quería agregar o preguntar algo y cerró la idea apoyando los brazos en su regazo. —Y por último está la Senda del sepulcro, que permite ver, invocar y dar órdenes a los espíritus de los muertos. Por consiguiente ésta ocupa el primer puesto dentro del aprendizaje. Si yo le dijese a usted ahora mismo que pretendo enviarlo al tártaro sin más conocimiento que la Senda del Osario y de las Cenizas ¿Cree que podría superar cualquier adversidad? Alzando una mano y agitando el dedo índice en dirección a las bibliotecas extensas logró que un pesado tomo volase hacia ellos. Esperaba que Weasley fuese lo suficientemente ágil porque de lo contrario el libro golpearía su cabeza. Luego, sin verguenza, reposaría en sus piernas abriéndose en el capítulo que repetía lo que acababa de oír. Si era conocimiento todo lo que buscaba, entonces podría marcharse contento con la parafrasería que Báleyr soltó ante él.
  14. PUERTA FINAL Báleyr divisó la silueta magullada de la bruja mientras éstas pasaba de ser una sombra a una cara visible. Parecía molesta, cansada, algo aturdida, síntomas normales de haber atravesado las pruebas que el laberinto disponía a sus pupilos antes de poder ingresar en la imponente pirámide que ahora les servía de reparo contra el sol de El Cairo. A pesar de no estar exactamente allí, aquella bella pieza de arquitectura no estaría completa sin el dorado desierto que la rodeaba y el abrasador sol que le arrancaba destellos al granito de sus ladrillos. Quien pensaría que hubo sido levantada por el hombre ¡pamplinas! aquello había sido obra de una poderosa varita mágica, pero eso solo lo sabían los brujos, pues eran los muggles quienes se adjudicaban el mérito. —A buena hora señorita Snape, creí que el sol se pondría antes de que usted acudiese a mi El tono de su voz fue serio pero teñida por suspicaces notas de ironía. Dio un paso al costado para que la fémina pudiese apreciar la puerta que pronto cruzaría e invocó unos cuantos hechizos de curación, necesitaría estar completamente en una pieza para poder cumplir con el reto que la pirámide escogería para ella, algo incierto incluso para los Arcanos. Luego, ésta misma se abrió develando oscuridad, todo un firmamento negro, un manto silencioso que envolvería a Hayame una vez ésta respondiese la pregunta que el viejo le haría, mirándola con su ojo azul. "¿Está lista señorita Snape?" Pues dentro encontraría el símbolo de uroboro grabado en el suelo marmóreo. En medio del sitio una especie de "altar" en donde también notaría a la serpiente infinita que se come a sí misma. Y de pronto, girando suavemente alrededor del centro, una cierta cantidad de puertas de las cuales solamente una respondería a la mujer, al anillo de aprendiz que tenía en su mano; la sortija emitiría calor, la puerta se iluminaría y al abrirla por fin una densa neblina oscura le transportaría a la prueba culmine que definiría si era o no digna de la habilidad. Si resultaba competente para dominar la Nigromancia, pronto se reuniría con el Arcano que decidió dar un largo paseo por las inmediaciones. Tras cruzar, cuando la niebla se disipase, Hayame pisaría el inframundo y determinados sucesos —que ella misma iría conduciendo— la llevarían ante una difícil decisión. Encontraría un alma querida, un alma preciada y perdida, y debería decidir si devolverle la vida o liberarla para que ascendiera siendo consciente de que no volvería a verla entonces. Báleyr estaba ansioso por percibir ese contacto.
  15. Báleyr permaneció completamente quieto, observando con su ojo solitario la espalda de aquella mujer. Permaneció impertérrito, intentando imaginarse cuál hubiera sido la reacción de otro arcano ante lo que sucedía con la pupilar. Por un momento, pensó en sacarla de allá de un golpe de varita para hacerla aparecer en cualquier otro lugar fuera del cementerio. Después, casi cedió a la tentación de abrir un agujero que la teletransportara hacia el mismísimo reino de Hades con la petición que la dejara allá debajo una eternidad para ver si aprendía alguna lección. Se imaginó también cómo serían las muecas de alguna persona "normal" sobre su proceder, levantar una ceja, tal vez patalear el suelo con un sólo pie en un gesto de impotencia, levantar los brazos al cielo implorando clemencia por los alumnos tan bobos que le habían caído encima... El Arcano permaneció así, sin moverse, ni su cuerpo, ni su cara, ni su único ojo, ni su ceja, por supuesto... Nada. Aquella mujer bien podría pensar que si le había mandado la prueba, podría cruzar la línea por sí misma sin recurrir a truquitos de feria barata. ¿No quería ser Nigromante? ¿Por qué no se arriesgaba a cruzar sin más? ¿O es que creía que el Arcano la iba a dejar desvalida en aquel cementerio, sin ayudarla a avanzar hasta su destino? ... Tal vez fuera eso... Por primera vez, un leve asomo de sonrisa afloró en el rostro del Arcano. Por supuesto, era de carácter fuerte y arrollador, sin dar pie a réplicas y a perder el tiempo con ineficaces y incultos alumnos que se creían buenos. Eso lo demostraba en cada clase. Pero ello no significaba que quisiera perderlos a la primera de cambio, en una pruebecilla de nada... Decidió así esperar un poco más, a ver cómo seguía su camino. Aún creía en ella para superar la prueba.
  16. Anuncio un nuevo Nigromante al que temer: Elvis F. Gryffindor .
  17. El anciano miró a los ojos del muchacho. Su mirada lo decía todo. No hacían falta muchas palabras para saber qué había sucedido en aquel interior vedado para él. Durante unos segundos, mantuvo su único ojo en él y después dio un leve asentimiento de cabeza. Báleyr no era un hombre a quien le agradara hablar sin motivo aunque, pensó, aquel era un momento importante en la vida de aquel hombre. Así que dio un paso hacia él. - La Muerte puede ser una compañera cruel, a veces. Otras, tendrá piedad o compasión. Pero recuerda ésto: ella siempre estará al final de tus pasos. Cómo llegas a ella, eso es de tu elección. ¿Sonaba algo macabro? Era lo que tenía ser un Nigromante, que aprendías lo dura que era la Vida y lo más dura que podía ser volver a ella si habías estado muerto. Un precio duro y difícil que debería pagar algún día. - Decide bien tu vida con la responsabilidad que acabas de adquirir. De ello dependerá cómo sufras la muerte de tus seres queridos y la tuya propia. No es agradable pero, ahora, eres un Nigromante vinculado. El anillo se queda en tu dedo. No hacen falta más palabras, ni más gestos, ni mas esperas. Es un Nigromante, para él empieza un aspecto de la vida que, en algún momento de ella, deseará no haber elegido. Ya es tarde. Ahora ya no puede escapar de la Muerte que le conoce y le espera. Báleyr da media vuelta y se dirige, con algo de pesar en sus espaldas, hacia la salida. Es duro ser el Arcano de Nigromancia y saber qué se le espera a su ahora compañero de camino.
  18. Báleyr

    Nigromancia

    ¡Malditos vivos! Apenas había terminado de dar clase con una, que había creado una tensión innecesaria de animadversión en el ambiente, mostrándose resistente a sus continuos intentos de mostrarle algo que fuera más allá de las limitaciones que evidentemente tenía, como todos los alumnos que llegaban ante él, cuando uno más hacía aparición en su territorio, percibiendo sus energías en cuanto se había acercado unos metros al límite donde la Muerte otorgaba su permiso para que el propio Arcano dictase las pautas de las reglas a seguir hasta donde su magia y sus estudios atemporales le dictasen. Todavía quedaba un alumno pendiente de responder y de actuar si salía vivo de las mazmorras. Báleyr entrecerró los ojos por unos momentos dándose cuenta de que si no le obligasen a llevar a cabo aquel tipo de eenseñanzas, si no debiese tanto de su propio existir, si no hubiesen aceptado aquel contrato que les había vendido a los Arcanos a depender de las autoridades del Ministerio Mágico , quizás no se vería en estas obligaciones. Pero el tiempo le había enseñado que hasta para las personas eruditas como él aquello era una utopía inalcanzable y por lo pronto lo máximo que podía aspirar era a no terminar en un accidente provocado por la torpeza y la inexperiencia de aquellos que se atrevían a llegar con alardes de valor y de una inteligencia a la que todavía les faltaban milenios para siquiera rozar. Movió la cabeza con aire negativo un par de veces, decidiendo que lo mejor sería dejar que aquel alumno silencioso tomase aire y un buen tiempo de meditación; no querría comenzar con la prueba sin que tuviera las fuerzas necesarias para oponerse a lo que deseaba su vida con intensidad desesperada, el tener que hacer un largo informe para aquellos políticos infernales tampoco le hacía sentir exultante. Por lo tanto y quizá con un poco más de brusquedad de la necesaria, se giró haciendo que sus antiguos y pesados ropajes hiciesen un sonido seco sobre el suelo y, sin más, agitó vagamente una mano, casi cansino, lo que hizo que la pesada puerta de madera antigua que había sustituido a la destrozada por el ente oscuro hacia horas, se abriese de golpe, resonando en los muros de roca como un reflejo del grosor y del poder con el que había sido apartada del camino del mago recién llegado que ahora era inspeccionado por los brillantes y fríos ojos del arcano. - Espero que venga con una actitud mucho más humilde y dispuesta a la corrección que la mayoría de los magos que suelen llegar últimamente hasta mis moradas, joven, - dijo con firmeza. pero con una entonación baja y grave sin moverse ni parpadear, de alguna manera proyectando la energía que había quedado como residuo irritante por lo que había tenido que sobrellevar en las últimas horas. - Así que vayamos al grano. No es de mi agrado que los magos tengan la creencia de que la Nigromancia es… como vulgarmente he escuchado decir en magos y brujas de poca sesera, “coser y cantar” La evidente frialdad que usó al decir aquello con un timbre levemente más alto de voz, era casi lo suficientemente poderosa como para hacer descender la temperatura de la habitación. - ¿Qué pretende aprender de mí? ¿Para qué va a utilizar la habilidad de la Nigromancia en su vida diaria, señor...? Su voz reflejaba que no aceptaría que le diera vueltas al asunto ni que permitiría más faltas de respeto a lo que él sabía se trataba de un poder por el que muchos habían perdido todo en un intento por forzar un control sobre la Vida y la Muerte que no existía. Así que lo mejor sería tener en claros todos los puntos y esperaba, de una forma casi idílica, que aquel hombre joven (para él, todos eran siempre jóvenes) en verdad le diese un razonamiento con un poco más de sentido que toda ese tópico de tonterías y sinsentidos que se había visto obligado a escuchar de cada uno de los que habían cruzado el umbral de sus dominios.
  19. El cementerio de Hillsong Church tenía dos partes muy diferenciadas en el lateral derecho de la Iglesia rústica. Una pequeña plaza redonda de adoquines rojizos, casi del color de la sangre seca, desgastados por el uso de pisadas, acercaba a tres desaparecidos escalones de piedra quebrada que bajaban al nivel de la zona de sepelios. Esa era la puerta principal, la que los escasos vecinos del pueblo, usaban para honrar a sus muertos. El pueblo estaba casi abandonado. Sobrevivía apenas por unas tierras cultivadas y por un señorío lejano que aún conservaba derecho de pasto para el ganado. El lugar pronto desaparecía de los mapas, alejado de todas las carreteras que pudieran facilitar su contacto. En realidad, lo único conocido de aquel sitio era la segunda parte del camposanto dedicada a las mascotas: el Pet Cementery. Era invisible desde la pequeña plaza, sólo se podía acceder desde el interior, hacia la parte más antigua y más cuidada del lugar. Para los pocos visitantes que alguna vez llegaban allá, era difícil de creer que los lugareños pusieran más cuidado en mantener limpias las placas de las pequeñas tumbas de animales que las de los propios familiares. Si conocieran la leyenda... Báleyr llevaba rato esperando. Recordó que no le había dado instrucciones claras a la pupila así que había decidido personarse en el lugar lo antes posible, para adelantarse y preparar el escenario. Cuando ella llegó, apenas le dedicó un segundo para observar su vestimenta. Señaló deliberadamente la entrada y empezó con la prueba, así, seco, sin avisar, sin darle tiempo para los saludos. - El Cementerio de Hillsong Church tiene separado por un muro físico y espiritual la parte en que se enterraron los humanos y los que enterraron las mascotas; hay un tramo caído. Aunque es endeble, sólo los vivos lo pueden cruzar. En el primer obstácul0 que encontrará, tres muertos intentarán convencerla para que lo cruce y le traiga a su mascota, porque la echan de menos. ¿Recordaría lo del apego de los muertos a sus seres queridos? Baléyr le señaló tres sombras que parecían esperar que ella se acercara para empezar sus peticiones: Una parecía la de un hombre adulto del siglo XIX, todo encopetado en un raído sombrero; una fémina labriega con los pocos cabellos largos que conservaba, recogidos en una cinta que en su momento tuvo que ser de azul intento; y un niño con un camisón antiguo de cuello cerrado, que se agarraba las manos y las reposaba contra su pecho. - Sólo uno dice la verdad. Sólo uno quiere recuperar su mascota. Hable con ellos, intente ver más allá de sus palabras, elija bien a quien hace caso y tome una decisión. Sólo podrá elegir una vez a quien despierta. Si yerra, la mascota se vengará por ser despertada. Si acierta, el amor entre ambos será tan fuerte que el muerto podrá cruzar la línea y, en recompensa, le ayudará. Y aquí empieza su segundo obstáculo. Las tres figuras parecían impacientes para que la mujer traspasara la puerta y miraban hacia el Arcano, como implorando que se callara. - En cuanto el muerto humano pise la zona de los animales, éstos le perseguirán. Ayúdele contra todas las bestias que se le tiren encima y protéjalo. Sólo él sabe el camino que lleva a la cripta y sólo algo que lleve encima su mascota servirá para abrirla. Así que no se descuide, este tramo es peligroso y, de perder a su acompañante, sólo podrá volver aquí sin haber conseguido su objetivo. Los árboles parecieron agitarse por el viento. ¿O tal vez fue por el gemido de los muertos, que se unían a la aventura que se le planteaba a aquella aspirante a Nigromante. - No crea que su tercera prueba, en la cripta, mejorará la situación. Es muy antigua, el antiguo lugar de descanso de la familia noble de la zona. Tiene una antigüedad no inferior al siglo XV, todos encerrados en tumbas bajo mármol. A los muertos no les gustan que les molesten pero están lo suficientemente aburridos como para no ayudarla a encontrar la única que tiene un acceso escalonado hacia el laberinto. No los juzgue mal, algunos tienen carácter agrio pero otros son charlatanes por naturaleza. A saber cuánto tiempo llevan sin hablar con ningún ser vivo... Además, necesitará de su ayuda para poder mover las losas de mármol, así que tendrá que someter su voluntad para encontrar el laberinto, su cuarta prueba. Las tres figuras parecieron saltar sobre sus pies, como si intuyeran que ya acababa, por fin, con tantas instrucciones. - El laberinto es impenetrable. Antes estaba bien cuidado pero, después de tanto tiempo, apenas se reconocen sus muros de hierba del desenfrenado crecimientos de maleza. Esté atenta. Sólo la mascota de su compañero sabrá encontrar el camino de salida, que tendrá que recorrer sola. Convénzale de que han de separarse para que el animal le ayude y protéjase de los muertos que protegen los casi inservibles camino. Le impedirán como puedan que llegue al final porque saben que allá, en cuanto salga, encontrará la Pirámide. Si consigue salir, me encontrará en las escaleras de acceso y subiré con usted, si sigue viva, o con su fantasma, si no lo ha conseguido.
  20. El Arcano recogió la vela de las manos de su pupilo y le miró fijamente con su único ojo. Después, inclinó un poco, muy poco, la cabeza hacia él. - Has hecho un buen trabajo, novicio. Después, como si se arrepintiera de tal halago, Báleyr giró sobre sí mismo y señaló los portales, contemplando la belleza que encerraban en un inhóspito interior, desconocido para todos, incluso para los Arcanos. Muchos habían hecho elucubraciones sobre el origen y quién los creo, pero todos erraban. Sólo los Siete Maestros sabían la verdad, una verdad que no podía ser conocida por más gente de la necesaria. - Aquí tienes el Portal de la Habilidad de la Nigromancia, Joven Gryffindor. Ahora está cerrado pero se abrirá si tú así lo deseas. Su voz sonó grave y rebotó en las paredes de la Sala del Ouborous en la que se encontraban. - La Vida no es fácil, pero la Muerte para los que no cruzan, es peor. Ahí dentro podrás encontrar cualquier cosa, que te hará cuestionar tu forma de vida, tu forma de ser, tus sentimientos, tus fortaleza. Tengo que hacerte la pregunta: ¿De verdad estás decidido a pasar el umbral del Portal para probarle que eres digno de vincularte a esta Habilidad? La mirada fría del ojo azul de Báleyr sustituyó su voz durante unos segundos, escudriñando el rostro del hombre que se atrevía a presentarse en aquel lugar para exigir un puesto entre los Nigromantes. - Si es que sí, agarra la vela de nuevo y entra. Si necesitas ayuda, sólo murmura mi nombre y te sacaré. Vivo, espero... El Arcano hizo levitar la vela hacia él. Si Elvis Gryffindor la cogía, decidido a entrar, se convertiría en el anillo de novicio que le acompañaría en la prueba y con el que se mantendrían unidos. Por si le necesitaba.
  21. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr estaba sentado en la mesa de madera, completamente restaurada, así como la puerta de acceso a sus mazmorras. El Arcano había aprovechado el tiempo para no dejar señales de la entrada de aquel ser en ellas, devolviendo todo a su estado anterior. Tampoco había rastros del muerto que había servido de primer ejercicio con los muertos de los últimos pupilos. Cuando la puerta se abrió y salieron la mujer y el cadáver del muerto muggle, acompañados de una terrible escultura roja con ruedas, el Arcano dejo de leer una carta en la que le avisaban que pronto llegaría un alumno nuevo, Nathan A. Weasley. Se giró para recibirles, con el rostro serio. - Parece que ha aprendido algo, por fin, Señorita Snape. Los muertos se apegan a cosas materiales, a amores perdidos, a afectos tal vez sinceros por personas, animales o cosas y se sienten felices a su lado. Es un buen método de conseguir que te hagan caso, el Amor, no el Dolor. De eso, tenemos demasiado estos días. Tal vez era la primera vez que el Arcano parecía volverse melancólico, perdido durante unos instantes en algún recuerdo que nadie debía conocer más que él. Tal vez, el origen de su deseo de convertirse en el gran Sabio entre los sabios en Nigromancia podría estar en esos pensamientos que ahora le mantenían quieto, mirando a un lugar indeterminado de la mazmorra. Pero enseguida se repuso. Tomó la varita y redujo la moto que había traído su pupila. La metió con cuidado en una cajita de cristal y la puso en un estante, junto a otros objetos inverosímiles encerrados también en idénticas urnas. El hombre que le acompañaba desapareció, como atraído por la bruma que aún salía de la puerta abierta, que se cerró con violencia tras él. - Bien, señorita Snape. Es todo por hoy. Si se encuentra con fuerzas, la espero mañana en la puerta de Hillsong Church. Su cementerio es lo suficientemente antiguo para que pueda iniciar su prueba, si es que decide hacerla. Si es que sí, quiero que lo diga expresamente para que estas paredes sean testimonio de que sí quiere empezar su prueba de vinculación a la Habilidad de Nigromancia. De lo contrario, puede volver por aquí cuando quiera para seguir recibiendo lecciones de cómo comportarse ante los muertos. El Arcano esperó su respuesta con cierta acritud. No le gustaban las esperas.
  22. El Arcano le vio irse, frunció el ceño al verle entrar con la luz que debía permanecer encendida. Con su único ojo, le persiguió con la mirada hasta que fue imposible reconocerle entre las sombras del Camposanto. Sin embargo, no cedió en perseguirle por todo el trayecto. Cuando usó la metamorfomagia, el gran mago deseó que los niños no le ayudaran, por usar una trampa tan ruin para burlarse de los pequeños muertos. Sin embargo, después soltó una gran carcajada al ver que había pasado la prueba con ingenio y, de eso, necesitaría mucho para lidiar con los muertos. Así, no intervino. La siguiente prueba demostró que el joven era un guerrero aguerrido. Aunque a Báleyr le hubiera gustado que usara otras tácticas más de la habilidad a la que pretendía vincularse, con más respeto hacia los muertos que defendían su territorio, pero debía reconocer que había mantenido su objetivo, siendo capaz de sacrificar lo que más necesitaba para acabarla. Ya había conseguido la mitad de la prueba sin necesidad de su intervención. Báleyr aún no podía bajar la guardia, por si el muchacho necesitaba de su ayuda. Aunque siguiera en la entrada, hablando con aquella alma en pena, perseguía su recorrido con atención. Tenía que saber si era capaz de conseguirlo o necesitaría sacarlo de aquel lugar antes de que se convirtiera en un habitante más del cementerio.
  23. La noche era oscura en aquel lugar del pueblo. Pocos se aventuraban en aquellas hora tardías por el camino que salía del pueblo hacia el antiguo cementerio, aquel que había quedado pequeño y abandonado por el nuevo, más moderno y mejor dotado de servicios que, indudablemente, servían más a los familiares vivos que a los que iban a ser enterrados en él. Pocos pasaban por allá y el rastro casi desaparecía en una marea de hierbas malas y rastrojos de pinchos urticantes que enrojecían la piel de quienes las pisaban. La entrada casi no existía, una de las verjas de hierro había desaparecido y la otra quedaba casi oculta entre la hiedra verde que invadía los barrotes y habían cosido una fuerte tela oscura plena de hojas y animales que correteaban entre ellas. Las lápidas, las que aún se mantenían en pie, aventuraban nombres casi irreconocibles en la piedra gastada y se amontonaban de forma inconexa a medida que se había ido ampliando la necesidad de enterrar a los muertos y disminuyendo la tierra que se podía destinar a ello. Espaciadas en aquel recinto hacinado, huecos donde en su día descansaron las criptas de las antiguas familias adineradas que movieron hacia el nuevo y más vistoso cementerio. Allá, a las doce en punto de la noche, el Arcano esperaba a su pupilo, el Sr. Elvis F. Gryffindor, para iniciar la prueba hacia la vinculación de la Habilidad de Nigromancia. Báleyr había dispuesto allá un itinerario algo diferente al que normalmente utilizaban el resto de los Arcanos para llegar a la Pirámide de los Portales. En la entrada, sentado en un banco de piedra, hablando con una de las almas en pena que estaba atada al lugar, el Arcano vio llegar al aspirante. Aliviado de las prácticas sociales en aquel lugar abandonado, ni le saludó. Le observó con su único ojo, le señaló el lugar y empezó con las instrucciones sin dejarle ni respirar. - Este es el inicio de su prueba. Espero de usted que siga lo más al pie de la letra que pueda mis instrucciones o no llegaremos a vernos en la Pirámide. A la derecha tiene el área del descanso eterno de los menores del pueblo. Encontrará aquí tres velas encendidas. Debe conseguir que una de ellas llegue sin apagarse hasta el final de esa área. Tenga paciencia con ellos, son niños, les gusta demasiado los vivos y las travesuras. Intente convencerles de alguna manera que es de vital importancia que llegue con luz a la segunda zona: las criptas medievales. El Arcano le señaló un punto alejado del que apenas se veía alguna cruz torcida en lo alto de los tejadillos supervivientes al tiempo. - Aquella zona está defendida por aguerridos magos y brujas que no quieren ser molestados e intentarán arrastrarle a sus propias tumbas, muchas sólo agujeros en el suelo, tras el saqueo que se sufrió hace un siglo, en el que desmontaron todo lo que pudiera ser de valor. No aprecian a los vivos ahí, se lo aseguro. Puede perder algo por el camino. Deberá hacer algún sacrificio de algo que usted más ame para conseguir atravesar las criptas y llegar al final. Baléyr se tocó instintivamente la cara antes de proseguir. - Encuentre la única alma que accederá a llevarle a usted y su luz hacia el laberinto de las almas perdidas. Allá, la luz no le servirá de mucho excepto para usted mismo. Mientras la tenga encendida, la vela le dará fuerzas para no caer en el desánimo, en el vacío. Aquel lugar es maldito, anidan las almas de quienes han olvidado quienes eran y persiguen adueñarse de los vivos para apropiarse de su identidad. Si mantiene la vela cerca, siempre recordará quién es aunque seguro que se lo preguntará mil veces. Si no lo olvida durante su trayecto, encontrará la salida y , con ella, verá la escalinata de la Pirámide en cuyo interior le estaré esperando. Suspiró un poco; el propio Arcano tenía la sensación que eran demasiadas pruebas para valorar el corazón de aquel Hombre, pero el Sr. Gryffindor tendría que enfrentarse a los cuatro obstácules antes de conseguir entrar. - En la escalinata, tendrá un custodio de la Pirámide. Se trata del cuerpo momificado de un miembro de la guardia personal del Primer Faraón de Egipto. Le intentará impedir la entrada. Tendrá que convencerle, u obligarle, a subir las escaleras con usted y que le abra el acceso. Él es la llave para conseguirlo. El Arcano dejó de mirarle y volvió su atención a la compañía que tenía antes de que él llegara. - Vamos, dese prisa. El sol nace a las seis de la mañana. No es mucho tiempo... Si el Sol sale antes de que usted salga del cementerio, quedará atrapado aquí para siempre.
  24. Báleyr

    Nigromancia

    El Arcano no había permanecido quieto; a la vez que sus alumnos, él también había manipulado aquel cadáver por el mero placer de hacer algo mientras esperaba las acciones de ellos. Por supuesto, la mujer fue brusca, impaciente y malhumorada y su creación fue algo inexacta, aunque lo consiguió. El hombre, sin embargo, fue todo lo contrario, meticuloso, buscando casi la perfección en su obra, cauto y pausado. Sin lugar a dudas, aquel muchacho conseguiría todo lo que se proponía y la Habilidad no sería un impedimento a superar. Los dos, desde posiciones muy distintas, lo habían conseguido. Aún así, el rostro de Báleyr permaneció inalterable. Sabía que él era muy consciente del trato con la Muerte pero no era una amiga y notaba que ella aún se burlaba de lo que la Muerte podía suponerle. - La Muerte nunca será una amiga en la que confiar, sólo una compañera de camino si consiguen ser buenos Nigromantes. Al fin y al cabo, Ella sabe que nunca podrán burlarle y serán suyos, al final, tarden lo que tarden, hagan los pactos que hagan. Bien... Pasemos a algo práctico. Miro a la descarada mujer sin alterar su semblante, estudiándola con detenimiento. Al Arcano le hizo algo de gracia su carácter obstinado con el que encaraba lo que estaba haciendo. Singular mujer, que obtenía resultados con un carácter tan irascible. - El Ministerio les tendrá como objetivo en cuanto sepan que son Nigromantes, si es que lo consiguen. - Lanzó una sonrisa que afeó su rostro tuerto, por incierta. - Dudo que a estas alturas, necesiten excusas para arrestarla. Pero lo mío no es la política ni la Ley de los Hombres. Esta cambia por cada sucesión de nuevos gobiernos inciertos que creen que pueden dominar la vida y olvidan lo que hay más allá de ella. Ni tampoco quiero asesinar a nadie sin motivo, así que dejemos de lado a los habitantes de esta morgue que tan amablemente nos han cedido estos tres cuerpos. El Arcano puso las manos a la espalda y avanzó hacia la puerta, seguido del cadáver de la mujer que se había levantado, desnuda, con rastros de sangre seca en la piel y el pelo apeltrazado, caminando detrás de él arrastrando aún la etiqueta con su nombre enganchado en el dedo gordo de su pie izquierdo. Una puerta se abrió antes de que él llegara al muro y mostró la conocida habitación de Báleyr. - Venga, muchachos. Traigan a sus revividos. Han de bajar con ellos al Tártaro y traer lo más preciado que encuentren allá. Nadie lo puede tocar ni sacar al mundo exterior. Ya sabe para qué necesitaba cuerpos, señorita Snape. Mi compañera les guiará. Será mis ojos mientras yo me quedo aquí, esperando, tomando un té intenso. Espero uno de cada uno, seguro que sabrán encontrarlo. La otra puerta, por la que había salido el Señor Gryffindor, a la que se accedía con tres escalones de bajada, tembló un poco antes de semi-abrirse y dejar escapar un vaho oscuro y frío. - Les sugiero que se den prisa. Esos cuerpos no durarán en pie más de 6 horas y allá abajo parece que no pasa el tiempo.
  25. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr se había acostumbrado a la impertinencia de aquellos magos londinenses que pensaban que eran superiores a los Arcanos, muchos centenarios, sin recordar que debiera ser un honor recibir enseñanzas a los que nunca tendrían acceso si ellos no estuvieran allá, a su disposición. Tampoco le importó mucho la actitud de aquella jovenzuela. La vida, y la Muerte, le había enseñado que no debía dejarse perturbar por las trivialidades de los que pensaban que la magia se usaba de cualquier manera. Por ello, ni se inmutó cuando la mujer escondió su daga con un gesto airado. A él no le interesaba su comportamiento sino que saliera viva de aquella experiencia, al menos que quisiera que practicaran con ella. Sólo cuando pareció alegrarse por la nueva excursión, el Arcano se sorprendió un poco por aquel interés. En cierta manera, aquel ligero cambio en su interés le hizo tener esperanzas en que aún podría enseñarle algo de aquella Habilidad. El muchacho, sin embargo, daba trazas de ser un gran aprendiz que sabría desarrollar la Nigromancia sin más problemas. De los dos, era del que más seguro estaba que pasaría la prueba. - Estoy seguro que se sabrá los conjuros de maravilla, Señorita Snape, pero no todo es recitar como loro lo que aprenda en los libros. Se necesita adaptación y aprendizaje. Sobre todo, mucha experiencia. Lo importante es que recuerde las ideas básicas que se resumen en 2: no puede levantar a un muerto sin curar lo que le produjo su deceso; no puede pedir a un muerto que haga algo si no tiene un cuerpo en condiciones para que lo cumpla. Así que, lo mejor, cuerpos frescos y lo más enteros posibles. Como éstos. Seguro que aquí encontraremos ejemplares útiles. Miró a los dos pupilos y, para ello, tuvo que ladear un poco más la cabeza para abarcarles. La pérdida de visión periférica era algo que le perjudicaba a veces, pero no por ello perdía sagacidad en los detalles. Por ejemplo, el Señor Griffindor aún no se había decidido a entrar o irse a la prueba. Prefirió no presionarle, era una decisión difícil. Aunque no tardó en decir que prefería irse a descansar para encarar la prueba. Baléyr le saludó con un leve gesto de cabeza. Sabia decisión; mortal decisión, de todas maneras. Le vería pronto. - Señor Triviani. Su pregunta ha sido muy interesante. Me demuestra que tiene las ideas claras sobre lo que quiere encontrar. Mientras examinan el cuerpo de sus víctimas y evalúan daños y lo que han de arreglar antes de rescatarlos momentáneamente del mundo de los Muertos, intentaré dejarle claros algunos conceptos. El Arcano abrió uno de los cajones y examinó un cuerpo tapado con una sábana blanca. - Mujer caucásica, disparos en el pecho, desgarros en la caja torácica que afectó a pulmones y corazón. A simple vista, necesitará un gran de recomposición antes de despertarla. ¿Y los suyos? ¿A qué esperan para sanar esos cuerpos? El Arcano esperó la evaluación de sus alumnos. Frunció el ceño al recordar que había prometido al hombre contestarle sus preguntas. - Las Almas pueden encerrarse en tinajas de barro purificado o vidrio tratado para evitar porosidades. Pero eso entra más dentro del campo de la demonología y Artes oscuras que en la Nigromancia. Las Almas sufren. Y usted no querrá maltratar ningún alma. Recuerde que algún día usted estará allá abajo con ellas y... - El Arcano sonrió con cierta mueca que le dio fiereza a su rostro tuerto - ... y las almas tienen toda una eternidad para esperarle y vengarse. Guardó un momento de silencio mientras los alumnos trasteaban aquellos cuerpos en busca del más idóneo para sus prácticas. - De todas maneras le contestaré que sí. Puede unir esas almas a un cuerpo, si utiliza un sencillo hechizo de anclaje. Es muy frágil y volátil pero, durante un tiempo, esa alma estará ahí dentro y podrá hablarle, si ella quiere. Por mucho que intente esclavizarlos, es mucho más difícil que le obedezcan. Hay almas que, por mucho que se insista, no son nada cooperativas. Si fueron díscolas en vida, eso no lo olvidan de muertos. No crea que le van a agradecer que les ate a un cuerpo que no es el suyo para contestar sus preguntas. He aquí un gran dilema de la Nigromancia: cuanto más sencillo es levantar un muerto sin alma, más dóciles y obedientes son. Cuantos más complicados es levantarlos con alma, más autónomos e independientes pueden ser. Muchos nigromantes han muerto a manos de sus creacciones. Tienen, digámoslo así, "vida propia". Miró hacia la puerta. En aquella morgue había vida y, por tanto, podrían ser pillados en cualquier momento, aunque el Arcano ya había tomado medidas para evitarlo. - Venga, la Muerte no espera, así que empiecen. Y, por cierto, amenazar a un muerto de matarlo es tan inútil como querer ahogar a un pez en una pecera con agua. Es más efectivo con amenazarle con no dejarle morir nunca y volver a la tranquilidad de su estado natural. Espero más de usted, Señor Triviani.

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