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Antes de salir de la cabaña de Rosalia, Gatiux había cambiado de nuevo, por supuesto, no le interesaba ser tan visible por lo que el cabello violeta y los ojos amarillos los cambió por un color marrón oscuro y unos ojos color avellana. Igual que el resto del rostro, era "normal", una chica que no destacaba mucho. Había cintos de chicas así en Londres, con sus vaqueros azules, una chaqueta camel y sus deportivas blancas marca Adidas.
Soltó la mano de la Arcana. Había hecho ella la aparición porque sabían a donde se dirigían, un rato antes había seguido a John Doe y a sus guardaespaldas hasta allí y esperó hasta comprobar que se quedaban, que no volvían a salir y cambiaban esa estancia por otra más adecuada. En realidad tenían que caminar un par de calles, no quería levantar sospechas apareciendo justo delante del Hotel.
- Es aquí cerca. -susurró la banshee inclinando la cabeza- Pediremos habitación en recepción, eso nos dará libertad de movimiento por el hotel.
Rosalia iba ataviada como toda una rockera, con una pony tail recogiendo su cabellera roja. Sonrió con aprobación. Había escuchado rumores de que aquella Arcana era como una planta más de su invernadero. Con todo aquello de que era una habilidad mental, la gente solía estar callada pensando muy fuerte en sus cosas y Rosalia tenía que vigilarlos para que no se perdieran, llevándolos de la manita para poder rescatarlos en el caso de que la cosa pintara mal. La realidad es que parecía alguien genial, había tardado poco en apuntarse a su idea, tal vez era que nadie le llevaba la propuesta adecuada.
Gatiux tenía presente lo que le había dicho Rosalia antes de salir, lo de que lo que vieran en la mente de John Doe podría ser verdad o todo lo contrario. Masticaba aquellas palabras y las desglosaba en su mente. Si la Arcana le había dicho aquello sería porque no había forma de discernir si lo que estabas viendo era real o no. En tí estaba en creer o no lo que veías, en ser capaz de distinguir la verdad del engaño gracias a un sexto sentido. Las mentiras a veces estaban tan elaboradas y asumidas en la mente de las personas que acababan siendo reales para algunos. También sobre la gente que se perdía.
- ¿Conoce a mucha gente que se haya quedado en estado zombie por usar mal la habilidad? Cuanto más dificil y peligrosa es la magia, más probable es que se pele el cable y desconecten. -preguntó Gatiux con curiosidad mientras caminaban- Me imagino que alguno no habrá sabido volver a su propia consciencia, quedando una carcasa vacía que respira y poco más. ¿Es fácil perderse de ese modo?
Habían llegado a la puerta del Hotel.
Al entrar en su interior pudo admirar la opulencia del mismo. No era un lugar barato, tal y como se esperaría de alguien como al que perseguían. Un pequeño elfo esperaba tras la recepción. Gatiux se acercó hasta la misma y la criaturilla hizo una educadísima reverencia esperando a que la Malfoy hablase. Ella sonrió mientras situaba las manos sobre el mostrador.
- Hola, queríamos una habitación.
El elfo sacó un panfleto con las diferentes comodidades del hotel, desde spa hasta habitaciones de calidades muy distintas.
- Por supuesto, disponemos de habitaciones simples, unas especiales donde pueden crear el ambiente que las señoritas deseen y unas suites muy lujosas en la que no les faltará de nada. -el elfo iba señalando las diferentes fotografías mientras hablaba- En todas ellas encontrarán duchas y una cama confortable. Podemos darle camas separadas o de matrimonio.
- Estas del tercer piso parecen realmente encantadoras. -dijo Gatiux, sonriendo ampliamente- Me gustaría una noche en una de estas. Doble, por favor.
- Muy bien. Tiene que decirme su nombre. Cobramos por adelantado.
- Claire Sullivan. -mintió Gatiux con total tranquilidad- El dinero, sí, aquí tienes.
El elfo le había tendido un recibo un momento atrás y ahora Gatiux sacaba del bolso de piel de moke un pequeño monedero. Juntó los galeones que le pedían y lo puso encima del recibo mientras inventaba una firma sobre aquel papel. El elfo hizo una reverencia y fue a buscar una de las llaves que tenía detrás de él.
- ¿Cómo te llamas?
- Elian.
- Elian. Pareces un elfo magnífico. -dijo Gatiux- ¿Podrías conseguirnos a mi amiga y a mí una botella de champagne para que nos llevemos a la habitación ahora?
El elfo hizo una reverencia y bajó de la silla, marchándose a buscar el pedido. Gatiux aprovechó para encaramarse sobre el mostrador y sacó la pequeña carpetilla donde el elfo había escrito su nombre, un par de entradas más arriba estaba el nombre de John Doe. Habitación 304. Volvió a dejar la carpeta tras el mostrador. Acomodándose sobre un brazo, sonriéndole a Rosalia como si no hubiera hecho nada.
- Su botella de champagne, señorita Sullivan.
- Gracias, Elian, eres el mejor.
Dejó otras cuantas monedas sobre el mostrador, agarró la llave, la botella de champagne y comenzaron a subir las escaleras hacia el primer piso. Al llegar al segundo piso Gatiux comenzó a caminar con más cautela. Miró a Rosalia. El comenzó le latía un poco acelerado, estaban acercándose al peligro. Tenían que aparentar normalidad por si se cruzaban con alguien, pero no hacer ruído que les pusieran en sobreaviso.
- John Doe tiene dos guardaespaldas con pintas de armarios empotrados. -le advirtió Gatiux en voz baja- Podríamos encontrarlos en cualquier momento.
Hizo aparecer la varita en la mano diestra. Le pasó la botella de champagne a Rosalia.
Al llegar al tercer piso encontraron una zona amplia, como un pequeño descansillo con mesitas y sillones incómodos. En uno de ellos dormía con la boca abierta uno de los guardaespaldas, con la boca abierta y roncando, mientras que el otro leía el ejemplar del Profeta del día anterior. Gatiux se pegó a la pared con Rosalia, caminando agazapadas hasta que estuvieron lo suficientemente cerca.
- Desmaius.
El movimiento fue tan delicado que ni se enteró, el tipo se quedó como dormido con su ejemplar del profeta sobre el vientre. Gatiux le indicó a Rosalía que la siguiera. El otro tipo seguía roncando. Sería como si se hubiera echado una pequeña cabezada durante su guardia. Cuando estuvieron frente a la habitación 304, la Malfoy forzó la cerradura en completo silencio, utilizando fuerza para amortiguar cualquier ruido que pudiera hacer la puerta. Un par de golpes de varita y la puerta se abrió. Pasaron dentro y cerraron tras de sí con mucho cuidado. John Doe dormía bocaabajo, con ropa pero con los zapatos quitados, emitiendo unos sonoros y desagradables ronquidos.
- ¿Y ahora qué hacemos? -le preguntó Gatiux a Rosalia casi en el oído- Los guardias podrían despertar en cualquier momento.
No sabía cuanto tiempo les llevaría el proceso de Legilimancia, la mejor opción era darle esquinazo a sus guardias y llevárselo, aunque prefería saber la opinión de la Arcana. Un ronquido especialmente fuerte alarmó a Gatiux, temiendo que el tipo se despertara a sí mismo, pero siguió roncando más suave después. Suspiró bajito y luego mordió su labio inferior.