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Asenath

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Todo lo publicado por Asenath

  1. Libro del Equilibrio Desaprobado Felicity Malfoy Aprobado Cye Lockhart Lucrezia Di Médici
  2. Asenath no pudo evitar que ante las palabras de Sean una media sonrisa escapara a su usual expresión severa y se mostrara en su moreno rostro. La aceptación total que su pupilo presentó ante su acto fallido, que se tornaría fatal en un contexto de enfrentamiento a muerte, le sentó bien a la Uzza. Ser consciente de los errores propios y no escapar a la admisión pública de ellos era una muestra de honestidad que pocas veces observaba en los magos y brujas con los que se enfrentaba. Concluyó rápidamente que estaba frente a una persona que si no destacaba por su habilidad mágica al menos lo haría por su humildad y la dignidad con la que enfrentaba sus fracasos. -- Episkey. Su voz se alzó nuevamente con vibrante seguridad. La carne separada por el corte que Sean había provocado en su mano comenzó a buscarse, hasta cerrar completamente el flujo de sangre que comenzaba a recorrer como gruesos hilos sus delgados dedos. Una pequeña cicatriz rojiza permaneció cruzando su piel chocolate. La observó unos instantes para cerciorarse de que aquella marca del duelo se borraría. La realidad dictaba que aquella huella de su reciente corte no se uniría a la decena de cicatrices que surcaban su piel. Volvió a elevar su gris mirada para detectar a unos metros de ella a su pupilo. -- Buena idea la de intentar desviar el ataque con un corte pero lo que te ha salvado es adelantarte a mi desmaius. Prosigamos. Notó con cierta sorpresa el intento de Sean de acercarse a su posición con la daga apretada con fuerza entre sus gruesos dedos. Quedó anonadada con la inventiva mente de su pupilo a quien una vez más observó extrañada. Mientras que lo usual era que quienes tomaban aquella lección atacaran con hechizos en esta oportunidad el joven aprendiz había roto con lo clásico y atinaba a atacarla físicamente con la daga como si de un muggle se tratase. La imposibilidad obligada de atacar no hizo más que provocarle una risa que censuró reproduciéndola solo en su cabeza. Desvió por unos momentos su varita hacia un lado de Sean, que corría presuroso hacia ella, y ejecutó una floritura medida. -- Morphos. Una solitaria piedra que había quedado encerrada dentro del círculo perdió su irregular forma para adoptar la imponente anatomía de un hipógrifo. De plumaje y pelaje grisáceo, un puntiagudo pico y garras afiladas la alada bestia se posicionó entre la guerrera Uzza y Sean en apenas segundos. El animal observó con sus pupilas negras como la noche al joven que se disponía a atacar a su creadora y elevó sus patas delanteras al mismo tiempo que extendía sus alas haciendo gala de su porte bestial. La criatura atacaría a Sean si éste se acercaba más a Asenath, obligándolo a rebuscar en su mente una estrategia diferente para proseguir con el duelo.
  3. Asenath procuró no dejar fluir en su expresión que sentía en aquel momento por el movimiento con el que su pupilo había iniciado aquel duelo de práctica. Su empeño en obligar a su cabeza a ignorar los burdos errores de Sean comenzaba a ser en vano. No solo la decepción llegó indiscretamente al notar que había olvidado algo tan imprescindible en aquella práctica como la Daga del Sacrificio, un artefacto vital en el aprendizaje del libro de la Sangre, sino que su intento de arrojársela delató su tambaleante conocimiento del contenido de la clase. No tuvo tiempo de advertirle a Sean sobre su bruto error. - Expulso.- exclamó con serenidad, formas que acompañaron el resto de sus palabras.- No debe atacarme con la Daga, alumno, no de esta manera. Si no la tiene en su poder este objeto es fácilmente invocable. Debe demostrar el uso que tiene la Daga haciendo uso del Immolo. Mientras su severa voz surcaba el aire para llegar hasta los oídos de Sean lo mismo hacía su Daga del Sacrificio, que cayó nuevamente en las manos del único asistente a aquella práctica. Asenath clavó su gris mirada en su pupilo demostrando de una vez su incontenible decepción con el objetivo de infundir en él un necesario esmero por demostrar su habilidad en el duelo. Lejos de su visión sobre cómo encarar aquellas clases estaba el hacer sentir mal a los alumnos por su regular desempeño. Impartir los conocimientos enarbolados por los de su clase era siempre un honor para una Asenath que sin prescindir de su severidad solía ser paciente con quienes cursasen los libros que tenía a cargo. Sean no sería la excepción -- Esfuerzate…Desmaius! - exclamó, apuntando con su oscura varita a Sean. Un haz de luz escarlata salió propulsado de la punta de su arma mágica y atravesó con impresionante velocidad el trecho que separaba a su invocadora de su rival. Aquel hechizo era de simple defensa y Asenath lo sabía, pensándolo más como un ataque a medida para que Sean utilizara los conocimientos que había aprendido de los demás libros Uzza y en particular del que los reunía aquella jornada. Lo observó desafiante, esperando que en él floreciera la inapelable idea de demostrar sus dotes para la disciplina de duelo. Golpeó con el mango de su varita su metálico peto y adoptó una posición arcaica que había aprendido décadas atrás en su formación como guerrera.
  4. Hasta el momento los futuros guerreros habían estado practicando con los poderes del anillo y amuleto, además de otros hechizos varios realizados con la varita, ahora era momento de vivir la experiencia en un verdadero campo de batalla, uno que les diera la libertad de usar los hechizos a sus anchas, entre ellos, siempre teniendo en claro que el único objetivo era aprender y sacarle el máximo provecho a la situación, más allá de intentar matar el adversario lo que Asenath quería ver era su podían o no controlar los poderes del libro del Equilibrio, solo así podría decidir si estaban listos o no. Los llevó hacia una zona apartada dentro del Amazonas, creada especialmente por ella para la ocasión. Aun los rodeaba la vegetación, pero el campo de batalla estaba despejado, con árboles ubicados a varios metros de ellos, de manera que estos no obstaculizarían el desarrollo del duelo ni las criaturas que allí habitaban saldrían heridas. Era un campo bastante despejado a decir verdad, casi que ni parecía que aun estuviesen en el mismo lugar, pero el que se hubiese tomado tantas molestas era completamente necesario. La postura de Asenath con respecto al duelo estaba sujeta a cambios, su idea era dejar que tanto Lucrezia como Cye se enfrentaran entre ellos, pero si lo veía necesario ella también intervendría cuando observara que no estaban dando lo suficiente o que la estaban teniendo muy fácil. Pensó en hablar sobre algunas reglas, como por ejemplo que practicaran lo más que pudieran los hechizos exclusivos del libro, aunque esto no significaba que iban a dejar los otros de lado; también que se centraran en ejecutar los hechizos de manera correcta más que intentar derrotar al adversario, aunque eso era un plus. Bienvenidos, he decidido cambiar las reglas del duelo un poco, para empezar desde el primer turno pueden usar dos hechizos y ya les diré el motivo del por qué. Es más, se los haré sentir. Cinaede los efectos del hechizo ocurrirían de inmediato, cada uno el veneno empezaría actuar con la misma rapidez con la que fue pronunciado y el gas invisible rodearía a cada uno de ellos para penetrar en sus vías respiratorias hasta llegar a la sangre, de no hacer nada al respecto la consecuencia sería la muerte y al ser la Uzza un nivel superior, las medidas correctivas a tomar serían mayores que por ejemplo alguien menor (nivel 29 o inferior). Que empiece el duelo. *************** No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece. Duración del duelo: Del 19 de octubre al 29 de noviembre (inclusive). Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes. Hechizos: Neutrales, Graduados y de los Libros de Hechizos hasta el Libro del Equilibrio (con especial énfasis en este último). Están prohibidos los Off. Consultas, dudas o sugerencias, al topic del Libro del Equilibrio. @ @@Lucrezia Di Medici Di Médici
  5. Con sus delgados dedos volvió a tomar la espada que había dejado frente suyo y acarició con la yema del dedo índice el filoso contorno de la misma sin que ésta cortara su morena piel. Años de entrenamiento para convertirse en Uzza bajo los más hostiles y complejos contextos había fortalecido cada aspecto de su anatomía, endureciendo incluso su dermis. Asenath abandonó súbitamente su posición de loto y no necesitó colocar ambas manos en el suelo para retomar su imponente postura de pie. Su gris mirada paseó por cada mínima facción en el rostro de Sean para escudriñar en las emociones que confluían en sus expresiones. Sin duda aquel muchacho enarbolaba un ímpetu remarcable para aprender los conocimientos del Libro de la Sangre y a Asenath ello la honraba. La experiencia la había arrojado a perder la esperanza en compartir su sabiduría con buenos magos. -- Tus potenciales estrategias para evadir la marca son sin duda interesantes, alumno Sean. Para saber que tan buenas son lo mejor será ponerlas en práctica. Golpeó nuevamente con su vara de cristal el reseco suelo que la rodeaba. Una rojiza una expansiva se originó en aquel resonante golpe y se extendió fugazmente hasta llegar al círculo que había dibujado anteriormente. La magia actuó de forma instantánea, levantando un fino y traslúcido muro de luminosas tonalidades rojizas. Aquella pared inquebrantable, que demarcaba el escenario al que estarían circunscriptos durante la actividad, medía al menos tres metros y respondía solo a la magia de su invocadora. La distancia máxima con la que mentora y pupilo podrían separarse era de menos de 7 metros, perfecta para la disciplina del duelo. -- Al no tener compañeros en esta clase, deberás demostrar frente a mi tus conocimientos en el Libro de la Sangre. La Guerrera Uzza afianzó con más fuerza su vara de cristal; ésta volvió a tomar entonces la forma de su oscura varita, que sostuvo de su mango de escamas que casualmente combinaba con su falda. Ajustó su plateado peto para prepararse correctamente para un enfrentamiento en que tendría que limitarse en el uso de magia más avanzada y adoptó una posición defensiva, apenas elevando su varita sobre su pecho. Dio un sacudón veloz para que su trenza cosida cayera por el lado izquierdo de su cuerpo y su voz se escuchó potenciada en aquella atmósfera desértica. -- Tú empiezas, te doy esa ventaja. Recuerda que esto es un duelo de entrenamiento, no hay necesidad de vencer al otro. Aprópiate de los conocimientos del libro de la sangre. --- No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece. Duración del duelo: Del 20 de noviembre (inclusive) al 29 de noviembre. Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes. Hechizos: Neutrales, Graduados, y los Libros de Hechizos hasta el Libro de la Sangre. (Con especial énfasis en este último). Están prohibidos los Off. Consultas, dudas o sugerencias, al topic del Libro de la Sangre
  6. Asenath

    Libro del Equilibrio

    Por supuesto que ese era solo el comienzo. Asenath seguía los movimientos de Lucrezia de nuevo en su forma animaga, moviéndose entre los árboles con sigilo, esperando a no ser escuchada, aunque con lo concentrada que se mostraba dudaba que se hubiese percatado del todo de su presencia. Su uso con los anillos y amuletos había estado impecable, nada que reprocharle, ahora quería ver su destreza con los hechizos, por lo que la Uzza mandó a varios animales para que la atacasen, con el compromiso de no matarlos, pero si dejarlos fuera de combate. De este modo la bruja se tendría que enfrentar a cada uno de ellos, que no iban a dudar para lanzarse directo a su cuello. <<Ahora es cuando demuestras de lo que estás hecha>>, pensó. De nuevo la estaría observando, vigilando de cerca, sin hacer ningún otro movimiento más que el de seguirla con los ojos. Se notaba que había repasado el contenido del libro, esa parte demostrada que la bruja era aplicada, ¿pero qué tal le iría con el manejo de la varita? Eso estaba por verse. Por otro lado Cye estaba quedando rezagada, ¿y si no había podido hacer nada con respecto al veneno? Bueno, al menos no la dejaría morir, no era tampoco su intención, muy a pesar de lo dura que parecía ser. Pocos eran los aprendices que recibía que demostraban un dominio sobre los poderes del libro a pesar de que esa fuese su primera vez usándolos, tenían un talento natural, eso no se podía negar, pero otra cosa era cuando estaban en el campo de batalla. Su momento favorito del día sería cuando bruja y bruja se tuvieran que enfrentar en un duelo en igualdad de condiciones, donde Asenath actuaría como espectadora y jueza, sin intervenir, tan solo evaluando la técnica usada, el movimiento, el control de su respiración, el entendimiento en sí del hechizo empleado del libro, todo un sin fin de cosas que la permitirían llegar a la conclusión de si alguno de ellos merecía o no cargar con los poderes del Equilibrio.
  7. Asenath

    Libro de la Sangre

    Asenath se sentó cerca de uno de los rojizos del círculo dibujado en el suelo. Adoptó instantáneamente la posición de loto, cruzando las piernas de manera que su alumno no pudiese seguir ejecutando aquella mirada inquisitiva que de perpetuarse por más tiempo la obligaría a rechazar su aprobación de la clase. Fue implícito en su forma de observarlo la invitación cierta a acompañarlo en aquella posición. El rabillo de su grisáceo ojo derecho se tensó. Una diminuta gota de sudor caía por el contorno de su chocolatoso rostro hasta seguir el curso de su barbilla. El calor se intensificaba. Se quitó la espada que llevaba ajustada a su cinturón y la colocó frente suyo, extendida horizontalmente frente a sus piernas dobladas para lograr la perfección en aquella posición de meditación. Se tomó unos instantes, mientras su alumno sopesaba la respuesta a sus esenciales preguntas, para repensar su propio vínculo con el elemento principal de aquel libro. Observó por unos momentos el dorado amuleto de su Pueblo que llevaba colgando de su pecho. El lustroso oro reflejaba fielmente la intensidad y el poder dominante del sol que se alzaba glorioso sobre sus cabezas. Aquel antiquísimo artefacto mágico, que sostenía su fuerza física y mental, resguardaba la sangre de Khalfani, quien fuese su eterno maestro. Una forma de honrarlo; una forma de recordarlo. Lo mismo aplicaba a la de su padre, que cedía su fuerza mágica al núcleo de su varita. Ella le asignaba a la sangre la importancia que ésta tenía. - Tu respuesta es en parte cierta. En gran parte, si me permites decirlo. Otra de las diferencias más importantes es el uso de la Daga, necesario sin duda para el Juramento pero no para establecer la Marca. Sin embargo, no puedo dejar de admitir que me sorprendió su respuesta, que nos augura un buen desarrollo del resto de la clase. En el instante en que Sean tomó asiento a su lado, Asenath rompió por un instante su posición de loto y extendió una de sus manos, que antes unía con la otra sobre su regazo, para tomar el hombro de su pupilo. Apenas fue necesario ejercer presión alguna con sus dedos. La Marca quedó impresa en su piel, formando por primera vez aquel vínculo entre ambos. Clavó en él su gris mirada expeditiva. Lo fulminó, buscando que en él aflorara la sensación de desafío e ímpetu superador que gustaba de exaltar en quienes tomaban su clase. Separó por fin su mano de él y su semblante se transformó radicalmente, mostrando una gestualidad apacible. Incluso le regaló una sonrisa, que hizo desaparecer las casi invisibles arrugas de su piel. - Ahora dime, Sean ¿Cómo harías para liberarte de mi Marca? Y de poner vincularme contigo mediante el corte de la daga ¿Cómo procederías?
  8. Asenath

    Libro del Equilibrio

    La expresión de la Uzza frente al comportamiento y actitud de Lucrezia se mantuvo serena, bastante neutral, se había cruzado con tantas personalidades durante su vida que las emociones pasaban a ser algo secundario cuando te convertías en una verdadera guerrera. Todo lo que pudiera decir sobre las clases o relaciones sociales carecía de valor, para Asenath eso no tenía un verdadero significado y le parecía, por tanto, una pérdida de tiempo. Vio como ignoró lo que antes le había ofrecido y se centró en la siguiente: Cye. —Es cierto que todo cuenta y sí, hace falta concentración. La respiración es muy importante, cuando empiezas a ser consciente de ella y en general de todo lo que pasa a tu alrededor, tomas mejores decisiones, tu magia se eleva. No todo es tan fácil como lo quiere pintar, Di Médici, no se sobrestime, porque entonces subestima al resto, ese es el primer error que cometen durante la batalla —explicó —. Los guerreros se deben respeto, no por la familia de la cual vengan, ni de las posesiones, sino porque son capaces de reconocer las habilidades de su adversario, pero depende de ustedes de qué tipo quieren ser, pero si quieren continuar, espero que mínimamente lo entiendan. Asenath se rehusaba a seguir enseñando a alguien que creyera estar por encima, había conocido a muchos así que cavaron su propia tumba por simplemente hablar de más. Había sido un error que aceptara enseñar los poderes del libro a personas que no se atrevían a ver más allá de sus narices, pero era una responsabilidad que tenía con todo el pueblo Uzza asegurarse de que los poderes no cayeran en manos equivocadas. —Bien —intervino al cabo de un rato —Es momento de que salgan a explorar. En la selva encontrarán todo tipo de desafíos y peligros. La única magia que quiero que usen, en la medida de lo posible, es la del libro, yo estaré observándolos de cerca, vigilando su técnica y la forma de emplear los anillos y amuletos. No dañen la naturaleza y si lo hacen, reparenla. No admitiré menos que eso —indicó, esta vez con un tono severo, para que supieran que no se andaba con juegos. Ella estaba dispuesta a dar su vida con tal de proteger la naturaleza y no permitiría que nadie la dañara. —Y tú —esta vez digiriéndose a Cye —Espero que haya disfrutado la comida, pero yo que usted tendría mucho cuidado —. En algo si había sido muy astuta Lucrezia y es que de algún modo olió los planes de la Uzza sobre envenenarlos. No había querido atentar contra sus vidas, o tal vez sí, pero si no podían superar un leve envenenamiento quizás no merecían estar allí; la comida no era la única envenenada, allá afuera en la selva había de todo. —Nos vemos en dos horas.
  9. Asenath

    Libro de la Sangre

    Al escuchar aquella voz interrumpiendo la tranquilidad, Asenath levantó su vara de cristal. El plateado cristal de su interior brilló con aun más intensidad que la común, emitiendo de él un haz de luz que surcó con parsimonia el aire para dibujar el contorno de un libro; cuando éste quedó completamente dibujado, se materializó allí un ejemplar del Libro de Sangre que permaneció abierto y levitante apenas a unos centímetros de ella. Apenas le echó un fugaz vistazo, pues conocía el contenido de aquel libro de memoria, habiéndolo repasado una y otra vez tanto para su propia formación como para compartir los conocimientos que de él emanaban. Fue entonces que se giró para enfrentar con su dura mirada a un Sean que había desviado su mirada con poco decoro hasta su falda de escamas de dragón. Lo fulminó con la mirada pero la mesura de su alma la obligó a callar. -- Espero que haya leído todo lo que el libro tenía para enseñarle. Pese a ser un libro bajo dentro de los saberes Uzza, es un libro cuya aparente sencillez se vuelve compleja y tediosa para la gente occidental...o para quienes no están lo suficientemente atentos a lo que se escribe en sus páginas.- dijo con un tono en el que confluía la severidad y la continuada advertencia. En sus cuarenta años, pero especialmente en los últimos donde se había dedicado a impartir clases, la Guerrera Uzza había sido una testigo de primera mano de los reiterativos fallos de magos y brujas para dominar el arte de la sangre. Eran realmente pocos los que llegaban a incorporar a sus limitadas mentes todos los usos y posibilidades que abastecía un objeto tan poderoso como lo era la Daga del Sacrificio, que en aquella ocasión Asenath llevaba adherida por un cinturón de cuero a su falda. Una y otra vez había visto a gente caer en sus intentos de aprobar aquella "clase", una y otra vez los había visto presos de su propia ignorancia y soberbia. Sabía por demás que eran pocos quienes se tomaban la magia Uzza enserio hasta que comprendían su ilimitado poder y sus más importantes usos. No todos resultaban dignos de su poder ¿Lo sería este nuevo estudiante? Sin demostrarlo en su semblante serio las expectativas en ella creían. -- Primero debes comprender el origen es esta magia y como la sangre está ligada a nosotros, incluso permitiéndonos controlar las acciones del otro. Para los Uzza la sangre significa compromiso, sacrificio y entrega. Estamos dispuestos a sangrar por nuestro pueblo, por lo que creemos. Es por ello que este libro es uno de los más bajos. No porque sea sencillo, sino porque nos enseña lo que es importante y a tener la fuerza suficiente para defender a los nuestros, aunque conlleve sangrar. Es la puerta de entrada para avanzar en nuestra antigua magia. Aclaró su voz y miró a Sean antes de dirigir su grisácea mirada hacia el suelo. Dio un pequeño golpe con la base de su vara de cristal en el suelo y emitió con aquel acto una onda expansiva de energía mágica visible y traslúcida que al desplazarse a su alrededor levanto una tenue polvareda. La energía se desplazó de forma pareja hasta formar alrededor de Asenath y su pupilo un círculo en el suelo rojo como la mismísima sangre. El radio de aquel circular espacio dibujado en la tierra no superaba los 7 metros. La Guerrera Uzza comenzó a caminar cerca del borde con actitud serena mientras obligaba a su vara mágica a recuperar la forma original de su varita cubierta de escamas de serpiente. En su núcleo resguardaba la sangre de su padre. La sangre...lo que todo conectaba. Apoyó la palma de su mano libre sobre el mango de su Daga de plata, pero evitó tomarla. Antes debería verificar minuciosamente los conocimientos de su pupilo. -- Antes de una necesaria práctica, necesito que abras tu libro y tomes la Daga. Es fundamental saber controlarla porque en ella se basa el Libro de la Sangre. Al ser el único que llegó a este punto practicaras conmigo, aunque no prometo ser condescendiente con tu ignorancia. Debes tomar nuestro ejemplo y estar dispuesto a sacrificar todo por los tuyos...¿Sabe en qué consiste un Juramento de Sangre? ¿Cuál es la diferencia básica entre la Marca de Sangre y el Juramento de Sangre?
  10. Asenath

    Libro del Equilibrio

    Era la segunda vez que lo intentaba hacer, pero aun no lograba que el lápiz permaneciera más de tres segundos sostenido en posición vertical sobre su dedo índice. Llevaba toda la mañana practicando con diferentes objetos, pero ese era el que más le costaba. Los ejercicios de concentración y equilibrio la ayudaban a olvidar por un rato el ruido del mundo y enfocarse en lo realmente importante. Esa era su técnica, le funcionaba. Suspendió el ejercicio cuando una lechuza empezó a picotear la ventana, se trataba de una carta. La abrió con cuidado y rápidamente leyó su contenido. Volvió a meter la carta en el sobre y lo puso sobre una mesita. No era un lugar muy usual para ella de visitar, teniendo en cuenta que la mayoría del tiempo la había pasado bajo el sol en el desierto, pero por esta ocasión la guerrera Uzza los estaría esperando en una pequeña cabaña ubicada en el centro del Amazonas. El motivo de su elección se debía en parte porque allí habían elementos que servirían para el aprendizaje de los aprendices del Libro del Equilibrio y estar rodeada de vegetación y de animales le permitía estar conectada con el naturaleza. ¿Cómo llegarían hasta allí? Eso era asunto de cada quién, pero en el camino se encontrarían con diferentes pruebas, lo que ellos no sabían es que cuando trataran de usar su magia esta no iba a funcionar. ¿Por qué? En su camino a convertirse en Guerrera Uzza, Asenath tuvo que luchar por vivir día a día, valiéndose únicamente de sus propios medios y ella quería que desde el inicio los futuros guerreros aprendieran a que no podían depender únicamente de la magia, que hacia falta más que una preparación en cuanto a cómo sostener la varita, eso lo podía hacer cualquiera. Ella quería probar desde ya si valía la pena o no que ella los entrenara, si estaban dispuestos a enfrentarse a todo lo que les tenía preparado. Una vez dentro de la cabaña una dorada Leona los estaría esperando, ella se limitaría a observarlos mientras sobre una mesita, de los pocos objetos que habían allí, los visitantes encontrarían té, chocolate caliente y uno que otro bocadillo para que se alimentaran; podrían pensar que su profesor o profesora les había dejado eso como regalo y esa era su intención. La leona rugió al cabo de un rato y adoptó su verdadera forma, revelando a Asenath, armada con su armadura. -- Antes de que me digan sus nombres o cualquier cosa, quiero que intenten mantener el equilibrio de este lápiz y si logran sostenerlo por cinco segundos, les diré un secreto. Si no pueden --hizo una pausa --. Tienen que poder --agregó, sin dar más explicaciones. Con aquel ejercicio tan simple, buscaba que pudieran entender que querer mantener el equilibrio era una cosa, pero trabajar para conseguirlo era un reto, a algunos les tomaba más tiempo, otros se rendían cuando estaban a punto de conseguirlo. --En caso de conseguirlo, ¿qué factor fue determinante para el cumplimiento del objetivo? --Una pregunta siempre era una excelente manera de empezar a conocer a alguien.
  11. Asenath

    Libro de la Sangre

    Los blanquecinos rayos del sol, dominando sus alrededores justo sobre su cabeza, se reflejaban en su morena piel que brillaba gracias a su naturaleza étnica y su genética privilegiada. Sin embargo poco sentía el calor de aquella luminaria en su cuerpo, pues éste se había acostumbrado a estar expuesto a las altar temperaturas africanas casi todo el día. Además, aquel día su anatomía era cubierta por una sólida armadura de bronce de antiquísimo origen Uzza, que se ajustaba pertinentemente a su figura para protegerla sin poner en juego su agilidad. Completaban su vestimenta una alargada falda de amarillentas escamas de dragón perfectamente hiladas y una cómodas sandalias que dejaban escapar los dedo de su pie. Su cabello, parado a los costados y largo en medio, iba atado en una tirante trenza alargada que llegaba a la altura de su media espalda. Levantó un poco su mentón aunque permaneció con sus párpados aun cerrados pues conocía de memoria el sitio que la rodeada y sabía muy bien que no había peligro alguno. Las vistas, en tanto, eran siempre disfrutables aunque en aquel momento privilegiase su meditación y la claridad en su mente. Sin embargo se permitió recorrer la proyección que su cabeza dibujaba sobre aquel espacio abierto. Aquel amplio terreno era completamente llano y se extendía sin tapujos hacía donde la vista permitía ver; apenas a los lejos, entre la espesa bruma, se podía intuir la presencia de unas rocosas montañas de piedra rojiza. La vegetación era escasa y se ajustaba a la sequedad que caracterizaba el suelo resquebrajado que se extendía bajo sus pies. Apenas algunos matorrales de tonalidades apagadas, donde las serpientes aprovechaban para establecer sus provechosos hogares, y el esparcimiento de pequeñas rocas por todo el radio que la rodeaba eran quienes le proporcionaban algo de irregularidad a la llanura desértica. El viento que corría fluidamente por el lugar sin encontrar obstáculo alguno elevó una fina capa del polvo que cubría el suelo y que buscó fallidamente impregnarse en su metálica armadura cobriza. Sin embargo, aquello no fue lo único que la súbita ventisca trajo consigo: el rumor de unos pasos acercándose a su posición llegó a sus oídos apenas el viento rozó su severo semblante. Por fin dejó a la vista sus grisáseos ojos al abrirlos y encontrarse nuevamente con la blanca luz que bañaba el lugar. Su pupilo estaba cerca y lo percibía expectante. Procuró no darse vuelta ni alterar su postura, con las piernas ligeramente arqueadas y sus manos unidas en la zona de su baja espalda. Sus dedos estaban entrelazados y jugueteaba con sus pulgares. La situación no despertaba en ella ningún tipo de ansias, pero la posición de instructora en el libro de la sangre le era naturalmente cómoda. No se giró. Su voz se elevó, flamante y con un dejo de solemnidad. -- Bienvenido...¿Comenzamos? --- @Sean di Spinneto IV
  12. Libro del Equilibrio Aprobado Edmund Browsler
  13. Asenath

    Edmund vs Asenath

    - Arena de Hechicero! Se apresuró a pensar Asenath, inmediatamente después de que Edmund conjurara el gas dañino a su alrededor. Su ataque, mientras tanto, dejó ciego a su oponente unos segundos antes de que usara magia para destaparse las vías respiratorias. A esas alturas de su vida la guerrera había generado bastante resistencia al sufrimiento ajeno; en el campo de batalla no cabían la piedad ni los escrúpulos. Si los alumnos estaban interesados en dominar las magias de la guerra, debían acostumbrarse a las situaciones de una primero. Entonces llevó la mano hacia su garganta. Asenath sacudió la varita y apuntó a su garganta, y sin mover los labios conjuró un Anapeo que hizo brillar la punta de un lila pálido, lo que sirvió para destapar sus vías respiratorias. Tomó una larga bocanada de aire cuando las hubo despejado. Detestaba la sensación de sentirse oprimida. La escena le trajo recuerdos de sus primeros combates, tan sangrientos como desesperantes, aunque prefirió desecharlos para enfocarse en el presente, como siempre. Aprovechó el tiempo de respuesta para detallar el rosto de su oponente. A juzgar por su semblante requería de un par de curas más para sobrellevar el enfrentamiento. A ella le hubiese gustado llevarlo a cabo en igualdad de condiciones, pero ningún enemigo en la vida real tendría esa clemencia. <<Deben adaptarse para sobrevivir>> se dijo a sí misma <<De otra forma estarán perdidos>>. @@Edmund Browsler
  14. Asenath

    Edmund vs Asenath

    El lugar seleccionado no distaba mucho del anterior. La única diferencia era que aquel risco no tenía árboles a su alrededor ni un lago cerca; solo habían rocas y restos de lo que alguna vez fueron hogares de poderosas tribus. A la guerra le habría encantado pasarse lo que quedaba del aprendizaje de Edmund contándole las hazañas y atrocidades acontecidas en ese mismo sitio siglos atrás. Incluso hubiese podido recrear un par de escenas a través de proyecciones astrales extraídas de la memoria de los sobrevivientes. Pero, como siempre, existía un labor primordial que se interponía. Asenath se aseguró de arribar al risco varias horas antes de la citada. El viento frío de la madrugada ayudó a que despejara sus pensamientos, que de por sí llevaba tiempo encapsulando. La guerra mágica entre las naciones no parecía ceder pese a las advertencias de los profetas y expertos en batallas. Su pueblo, naturalmente, tenía prohibido formar parte de tales situaciones, pero eso solo alimentaba sus ansias por contribuir. << Estoy haciendo mi parte >> trató de convencerse, extrayendo su espada de la vaina que llevaba colgada a su espalda. Se acercó más al precipicio, donde las rocas más grandes yacían clavadas en lo profundo del suelo y, sin previa meditación, blandió la hoja sobre la superficie dura, creando un corte casi perfecto que la partió por la mitad. La guerrera se desplazó rápidamente hacia la mitad partida, y antes de que cayera cuesta abajo, usó un encanto simple para hacerla levitar y arrojarla hacia atrás, donde su alumno o ella misma pudieran hacer uso de ésta si lo encontraban necesario. << Los estamos preparando para las verdaderas guerras >>. El amanecer ya pintaba el cielo de morado y naranja cuando Asenath, por fin, decidió envainar su espada después de repetir el proceso varias veces. El sudor se encargó de bañar su frente, el cabello y su pecho, mientras que en sus manos podían apreciarse pequeñas marcas de sangre seca. La empuñadura de su arma estaba recubierta por espinas que crecían a medida que su potencial aumentaba, pues el poder siempre debía estar conectado con el sacrificio impuesto para obtenerlo. Asenath asintió apenas notó la presencia de su alumno. Hasta ese momento le había demostrado ser un mago eficiente y muy conectado con las batallas, por lo que presentía que ambos disfrutarían de lo que pasaría a continuación. --- Bienvenido, Edmund. Te he citado tan lejos principalmente por el espacio. Este tipo de enfrentamientos suelen requerirlo, aunque me imagino que lo sabes ya. Aparte, como verás --- señaló las ruinas --- me aseguré de que no hayan árboles cerca tampoco, así evitamos que terminen incendiados. ¿Estás listo? La mujer no esperó respuesta. Bajó la capucha de su túnica rojo oscuro, con la intención de tener claro todos los flancos, y sacudió su varita. Se le oyó decir Cinaede, hechizo que hizo nacer un gas invisible alrededor de Edmund. Recordó entonces la escena de la chita agonizante, aunque dudaba mucho que el mago se dejara vencer tan fácil. --- Siéntete libre de usar cualquier magia – apuntó enseguida. Los separaban tan solo unos pocos metros, por lo que pudo apreciar su rostro siendo afectado por el veneno ---. ¡Pero enfócate en los hechizos que practicamos! Asenath se llevó la mano al pecho y toqueteó el amuleto de resurrección. La esmeralda lanzó un destello de luz verdosa espléndido cuando el sol empezó a iluminar el risco. Se preguntó si Edmund llevaba el suyo. Quizá lo necesitaría. @@Edmund Browsler ..................... No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece. Duración del duelo: Del 20 de Octubre (inclusive) al 27 de octubre. Nos guiaremos por las reglas de duelos existentes. Hechizos: Neutrales, Graduados y de los Libros de Hechizos hasta el Libro del Equilibrio (con especial énfasis en este último). Están prohibidos los Off. Consultas, dudas o sugerencias, al topic correspondiente.
  15. Sonrió. Le resultaba fascinante la rapidez en la reacción que tenían algunos magos de Londres. Consideraba que no todos lo hacían con esa facilidad, claro, pero al menos se daba por satisfecha con un alumno como él. El animal quedó congelado a causa de la defensa de Edmund, en una posición bastante ofensiva. Si el muchacho no hubiese actuado a tiempo, la Chita hubiese hecho de la suya. Asenath aprovechó el momento en el que su aprendiz parecía debatirse con algo de forma interna y tomó un pequeño frasco que colgaba de su cuello; entre todos los elementos que poseía de los Libros de Hechizos, ese le había resultado el más útil en muchas situaciones; retiró la tapa y sintió la suavidad de la arena cuando vació un poco en su mano. Lanzó Arena del Hechicero, huesos cristalizados de un mago muerto mediante fuego mágico, que sirvió para dejar al chico Browsler ciego. - Se aprende más con la práctica, ¿no lo cree, Edmund? Personalmente prefiero este método a toda las teorías porque, claro, uno cuando lee absorbe lo que debe absorber... Pero sentirlo en la propia piel es... Fascinante. -le dedicó una sonrisa que él no pudo apreciar. Se contuvo de atacarlo nuevamente, al fin y al cabo, no era el momento adecuado para un duelo, eso lo tendrían más adelante para probar sus habilidades. Bueno, en realidad tendría que probar qué tanto había aprendido, pero la guerrera jamás desaprovechaba la oportunidad para batirse a duelo con alguien y mostrar su respeto o, por el contrario, su desagrado si su rival no era lo suficientemente apto. Además, sabía que lo había agarrado desprevenido. - El próximo ataque vendrá de un solo lado, señor Browsler, le recomiendo que piense bien a quién debe atacar. Si a mí o a la Chita que acaba de congelar. No imaginaba lo que pasaría por la cabeza de Edmund, pero esperaba que su defensa -o ataque- lo hiciera con lo que sabía, como siempre, del Libro al que trataba de unirse. - Ahora, mientras lo decide; aunque debo decir que no tiene mucho tiempo; me gustaría que me responda lo siguiente: -se acercó un par de pasos mas- Imagine que está en una situación de batalla. Su rival le ha lanzado un Cinaede como primer ataque, es nivel 50, y Flechas de fuego, como segundo. Si usted tiene las intercalaciones, ¿cómo haría para reducir los daños? -inquirió- Venga, que está fácil. @@Edmund Browsler
  16. - Todo dependerá de la cantidad de Pétalos de Pensamiento que decida utilizar para sus perfumes y/o pociones. La guerrera se adelantó unos cuantos pasos para acercarse al chico, mientras le daba una ligera sacudida a uno de los frascos que acababa de llenar. Assenath tenía reservas de esas flores en la cabaña que había hecho su hogar, pero raras veces se antojaba de hacer pociones con ellas. Casi siempre las hervía y propagaba el perfume con el calor para disfrutar unos minutos de relajación. Los efectos alucinógenos eran poderosos, eso sí, pero ella los encontraba placenteros de vez en cuando. - Basta una pizca de pétalos para crear un perfume de aroma delicioso, que podría embobar a cualquiera que lo sienta. Ese mismo perfume, propagado con el calor de una vela sólo podría crear alucinaciones en quién lo respire. De igual forma pasaría con una poción para agudizar el ingenio. -se sentó sobre un tocón, a un par de metros de Edmund- Tal como dice el libro, señor Browsler, depende mucho del concentrado. Si su intención es provocar efectos catastróficos en la otra persona, imagino que la cantidad que utilice sería... Un gran... Grandes, puñados... Se fijó en los anillos que brillaban en la mano de su alumno y esbozó una sonrisa al reconocer el anillo anti veneno. Se preguntaba si el chico sospecharía sobre el lugar donde lo había citado su maestra. Dispuso que sí, ningún mago sensato seguiría a nadie sin "una preparación previa". Se alegró de que hubiese sabido interpretar sus palabras. - Ahora, dices que has leído los hechizos que contiene el Libro y que has intentado aprendértelos, vamos a ver cuánto éxito has tenido, ¿Vale? -desde su posición, la uzza materializó su propia varita y realizó una floritura en el aire- Dime, ¿qué diferencia crees que tenga Semillas de hielo de un Petrificus Totalus? Mientras tanto, la floritura realizada, luego de un - Morphos -susurrado, convirtió una gran piedra, detrás de Edmund, en una chita adulta -pues la piedra tenía el tamaño y la masa suficiente para hacer un animal de ese tamaño- que se abalanzó hacia el alumno. Éste debería defenderse, claro, sólo con lo que conocía del Libro del Equilibrio. La práctica hace al maestro, se dijo.
  17. Contuvo la respiración unos instantes, el tiempo suficiente para que activarse el anillo anti veneno que le serviría como defensa en contra de aquel ambiente que bien podría considerarse hostil. Y era hostil por la invasión de Pétalos de Pensamiento que se habían concentrado en ese pequeño bosque, en los terrenos apartados de Uagadou. De trataba de una muy buen cuidada reserva de flores venenosas que los mismos uzza cultivaban. Eran plantas que crecían en puntos un tanto ocultos a simple vista, la experiencia de Asenath con ellas le hacía reconocer, incluso, sus raíces. Sin embargo, para alguien que ignoraba los efectos que provocaba, sería peligroso. Asenath se había preparado para recibir a su único aprendiz en aquella ocasión. Le había enviado, días antes, una carta en donde lo citaba. El lugar exacto de la reunión estaba detallado en el pergamino, dónde le pedía también que cargara con todos los elementos del Libro del Equilibrio y los anteriores a éste. Esas habían sido las últimas líneas que le dedicó en la carta y la única indicación que le dio, además de informarle el día y la hora en que empezarían la clase. No le dijo que, para poder llegar hasta donde la guerrera se encontraba, tendría que cruzar un lago, sin barcas, sin instrumentos de navegación, nada, para ayudarlo. Aunque, pensaba, si su alumno era la mitad de inteligente de lo que seguramente se haría ver -al igual que todos los que llegaban a ella- haría buen uso de sus propias pertenencias y cruzaría con facilidad. Cuando escuchó las pisadas sobre las hojas se as de los grandes árboles que la rodeaban, supo que, después de todo, no sé había equivocado con el muchacho. Asenath estaba de espaldas a él, llenaba frasquitos con pétalos. - Buenos días, Edmund. -saludó, mientras guardaba los pequeños recipientes y se erguía para ponerse frente a él- ¿Lo dije bien? Yo soy Asenath, aprenderás conmigo todo sobre el Libro del Equilibrio. -añadió con una media sonrisa en la que se dibujaban ya las marcas de la edad que poseía y alguna cicatriz poco visible. - Quiero que me digas ¿qué has leído, qué has entendido y qué te genera más conflictos?
  18. Libro de la Fortaleza Aprobados Sean di Spinneto IV Lucrezia Di Médici Reprobados Ainé Malfoy
  19. Asenath

    Libro de La Fortaleza

    Ambos alumnos habían superado los duelos que se les habían impuesto y Asenath, aunque no gustosa con la actitud de uno de ellos, los había convocado a la cima de una montaña que había cerca de la escuela Uagadou. La misma se encontraba cubierta de nieve en su cima, tapada por las nubes que habían descendido. Allí, ella les daría las últimas indicaciones para que superaran la prueba final y recibieran un insulso diploma reconocimiento su desenvolvimiento en la clase. Puras mentiras burocráticas, diplomáticas. Ella no había recibido ningún tonto papel firmado cuando superase su prueba, sino unos lindos cortes de hechizos durante el duelo y una mirada severa por no haber abatido a su contrincante antes. Ni siquiera una palmada en su espalda por ser la más joven en realizar aquella prueba. La mirada de la Uzza se concentró en las nubes que circundaban el área, impidiendo ver debajo, más allá, a los valles que se habrían camino entre los demás picos, entre los cuales la escuela se encontraba escondida envuelta en niebla tan densa que a veces parecía que flotaba. Aquella imagen le gustaba, tan diferente a los desiertos interminables que había en otros lugares. África era un continente muy rico, tanto en cultura como en flora y fauna, sus paisajes eran hermosos y su gente era muy diversa. Aquello, aunque no siempre lo admitía, la hacía suspirar en su interior. Un lado blando de la fiera guerrera. Aquella sería la última parte de la clase con sus alumnos. Ellos podrían hacerle preguntas referentes a los poderes del libro, a sus amuletos, a los anillos y toda la información que aquel tomo contenía. Por supuesto, ella sabía más cosas que las que allí estaban indicadas pero no era algo que fuera a contarles a menos que siguieran avanzando en sus clases. Quizá los vería más adelante, cuando hicieran el Libro de Merlín, si es que alguno poseía la fortaleza suficiente para sortear el resto de los libros de magia. Asenath sabía muy bien que no era tarea fácil. Quizá los primeros eran más sencillos, hasta el Libro del Druida incluso, pero el del Caos generaba muchas dudas en los alumnos, lo había visto con sus compañeros Uzza. No era magia sencilla, por eso se requería mayor nivel de conocimientos por parte del mago. Y aún nadie había llegado al Libro de Merlín, aunque lo deseaba con ansias para poder desplegar todos sus conocimientos.
  20. @@Lucrezia Di Medici Di Médici @ Los invito a pasar por el topic de rol de la clase: http://www.harrylatino.org/topic/113041-libro-de-la-fortaleza/
  21. Asenath recreó la misma mueca de desagrado de momentos atrás. No estaba frente a una mujer con moral, ni siquiera con modales y saltaba a la vista por mucha entrada elegante que hubiese hecho. Sus labios se retorcieron de disgusto pero pronto esbozaron una sonrisa complaciente, no por nada formaba parte del pueblo Uzza y expresamente los Directivos Ingleses le habían solicitado ayuda, o más bien cátedra para sus aguerridos brujos y hechiceras. Era una total pena y desperdicio de buen tiempo estar impartiendo el libro de la Fortaleza a tan nefasta criatura. Cuando alguien se escudaba tras palabras irreverentes, malos modales y ataques mordaces solamente demostraba ser débil en el fondo, carente de argumentos viables hasta para ofender. Era la primer alumna nociva que le tocaba así que inhaló profundo el aire fresco con un poco de polvillo que llegó de las rocas que se desprendían de lo alto de un edificio justo sobre la cabeza de Lucrezia, quien con habilidad había desvanecido su cuerpo para evitar el expelliarmus, y matado dos pájaros de un tiro, y destensó los músculos. No acabaría ese enfrentamiento sin enseñarle una cosa o dos. -Morphos- Murmuró. La camisa holgada de Di Médici se transformó en una pequeña araña venenosa que rápidamente inyectó su ponzoña en la zona media de la espalda donde uno no llega ni a rascarse. Nlo habría podido evitar que le picara y se lanzara lejos de su anatomía antes de ser aplastada. -Sectusempra- El rayo atravesó la distancia dispuesto a impactar en el muslo izquierdo de Lucrezia. Abriría heridas dolorosas y profundas, sangrantes, tales que podrían causar una rápida infección. Había comenzado el duelo con tranquilidad y calma pero el constante repique de sus palabras habían hecho agitar las aguas de Asenath, estaba un tanto irritada y quizás bajo presión la muchacha aprendiera mejor, o simplemente aprendiera. Ahora bien, sería un reto digno de ver el cómo se protegería de aquel rayo, además de tener que decantarse por el corte mortal cercano a una arteria o el veneno que recorría su sistema.
  22. El chico había tenido que defenderse de ambos ataques luego de atacar él primero, por lo que Asenath estaba conforme. Al menos había leído los hechizos del Libro de la Fortaleza y parecía comprenderlos, lo que la complacía. No era un libro difícil, estaba hecho para magos que recién comenzaban su aprendizaje en temas de duelo. Para la Uzza, ese libro había sido aprendido durante su infancia. Todo su duro entrenamiento se había basado, desde pequeña, en fortalecerla. Ella pretendía hacer lo mismo con su pupilo. -Bien hecho- lo felicitó, casi reticente a pronunciar las palabras pero sintiendo algo de orgullo por tener un oponente al que sí le importaba aprender-. Silencius- volvió a atacar, hechizo que al impactar iba a hacer que Sean no pudiera pronunciar su siguiente hechizo, obligándolo a utilizar alguno no verbal-. Tarantallegra- la Uzza no se detuvo ahí y lanzó un rayo directo al pecho de su contrincante, el cual haría que sus piernas comenzaran a moverse de forma descontrolada. El motivo de sus constantes ataques a las piernas del chico era porque Asenath sabía tanto como cualquier otro guerrero, que la mayor fortaleza estaba en el equilibrio. Así que desestabilizando a su contrincante conseguiría una victoria. De todos modos, aquello era sencillo. Ella no quería la victoria en sí, sino la posibilidad de demostrarle que no era apto para aquellos estudios. Por supuesto, su estudiante intentaría demostrarle lo contrario y aquello era lo divertido. Para los Uzza, nadie más que ellos merecían obtener aquellos conocimientos. Sean iba a tener que demostrar mucha destreza para poder alcanzar su titulación en aquel Libro. Si quería el resto de su maestra, iba a tener que pasar por todos los libros restantes también.
  23. @@Lucrezia Di Medici Di Médici Hola joven alumna. Antes de responder a su clase quería que leyera una leve corrección. El Espejo de Niebla es un hechizo equipable, eso significa que va acompañado por otro hechizo, normalmente de rango mayor al suyo y que se haya pronunciado anteriormente en duelo (verbal o no verbal). Actualmente sólo estamos utilizando hechizos neutrales y de graduados, sería buen uso si el duelo fuera también con hechizos de bando. Pero, aún así, debes recordar que, la próxima vez que lo utilices, sea acompañado por otro hechizos. Por ejemplo: "La bruja pronunció: -Espejo de niebla- de inmediato, un aura de magnificencia la envolvió, enalteciendo sus cualidades a ojos de su contrincante. Ahora parecía que era un ser más poderoso que antes-. Tarantallegra- agregó, haciendo una floritura con la varita. El hechizo haría que las piernas de su oponente se movieran sin parar en una danza desequilibrada" Al ser equipable, no consume acción como hechizo propiamente dicha, por eso es que sólo puede utilizarse una vez por asalto/duelo.
  24. Asenath hubiera preferido que le lanzaran algo que acabara con su audición, para no tener que escuchar la palabrería que decía la joven. Sólo por aquella forma altanera de dirigirse a ella y pronunciar mal su nombre adrede, podía desaprobarla si quería. Pero Asenath no iba a hacerlo. No. Quería que aquella muchacha demostrara si realmente era buena en duelos o sólo era un montón de dinero. La Salvaguarda fue buena, al menos estaba utilizando los hechizos del Libro de la Fortaleza. Esquivó sus cuerdas a la perfección, habiendo salido el hechizo justo a tiempo. Quizá había estado practicando, no como la mayoría de sus pupilos, que preferían enfrentarse a la sorpresa que les deparaban los duelos. Rodó los ojos, cansada de Di Médici, pero no dijo nada. No de momento. Enarcó una ceja al ver a Lucrezia pronunciar un Espejo de Niebla y, por un momento, pensó que quizá tendría una buena rival... Pero no fue así. La joven se había equivocado y eso ahora la dejaría en desventaja. El hechizo servía para inducir a un estado hipnótico al contrincante, quien creería que el conjurador era un mago o bruja de gran poder, habilitándolo a lanzar hechizos más poderosos aún. Sin embargo, como todo conjuro equipable, debía estar acompañado de otro hechizo, lo que Lucrezia parecía haber olvidado al leer la definición en el libro. En lugar de haberse concentrado en insultarla, podría haber estado más atenta a su duelo. -Expelliarmus- el rayo salió de su varita e impactó en la rubia mujer, lanzando su varita por los aires entre unos tres y cinco metros, desarmándola justo cuando se estaba por desatar un obstáculo en la arena-. Embrujo punzante- otro rayo salió e impactó en el rostro de Lucrezia. También había pensado en lanzarle otro tipo de hechizos para hacerla callar, pero pensó que desconfigurar aquel rostro tan bello y soberbio haciendo que se hinchara y causándole un poco de dolor, no estaba nada mal-. Apresúrese- susurró, cuando un estruendo comenzó a levantarse en medio de la plaza en la que se encontraban. Asenath caminó unos metros, acortando distancias y esperando a que la joven bruja hiciera su siguiente movimiento. No sabía si iba a poder ver bien debido a la hinchazón de su rostro. Por supuesto, la intención de la Uzza no era matarla ni herirla de suma gravedad, sólo enseñarle lo bien preparada que debía haber estado. Cruzó las manos delante de ella, a la altura de su falda, esperando.
  25. El hombre que se presentó frente a la guerrera tenía todo el aspecto de ser un miembro de las familias nobles del llamado Ottery St. Catchpole, pueblo reconocido por ser habitado por la abultada casta mágica que habitaba en Inglaterra. No tenía nada llamativo en sí, sólo parecía un poco nervioso y entusiasmado, como solían estar todos sus pupilos. La guerrera tomó su varita con firmeza, como siempre lo hacía e inclinó muy levemente la cabeza al recibir el saludo. Tenía alumnos que se comportaban con cortesía, otros un poco menos y, una pequeña parte, que eran altaneros, brutos y engreídos. Sean no parecía, al menos, ser de ninguna de las dos primeras clasificaciones. El duelo se desenvolvería, quizá, con cierta tranquilidad, hasta estaba segura de que quizá, sólo quizá, disfrutara de aquel encuentro. El mago comenzó lanzándole un rayo que llegó hasta su pierna derecha y le ocasionó tres enormes cortes sangrantes, justo por debajo del muslo, en el sitio que tenía expuesto entre la falda de cuero y las tobilleras de tebo. Las heridas comenzaron a manar plasma que inmediatamente impregnó las piernas y el suelo arenoso, tiñiéndolo todo de rojo. Asenath hizo una mueca. No era la peor herida en batalla que había recibido pero tampoco era algo que pudiera dejar pasar por alto, pues la pérdida de sangre la debilitaría. -Morphos- la Uzza apuntó con su varita la gabardina que cubría a Sean, mutándola en una avispa marina de tamaño considerable, debido a la cantidad de material no vivo que había utilizado para morfearla. La avispa era una especie de medusa con veneno letal que inyectaba a sus víctimas a través de sus delicados tentáculos. Sean necesitaría una cura para el veneno o podría morir. Una vez que el animal lo picase, moriría, recuperando su aspecto previo, el de la gabardina que cubría al mago momentos antes-. Locomotor mortis- el rayo salió despedido de la varita de la Uzza con el objetivo de imposibilitar a Sean a caminar mientras el efecto durase (un turno completo); el maleficio de las piernas unidas era algo como un juego apenas. Seguido, Asenath pensó en una Curación para su pierna, haciendo que las heridas cerrasen de inmediato y deteniendo así el sangrado.

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