Turno de Buscador 3
El partido era un hervidero de emociones colocando a ambas escuadras al filo de la navaja, Brasil se aferraba a la idea de ir a la final del Mundial. Cada uno de sus jugadores estaban sudando la gota gorda, peleando por anotar cada tanto que se les pusiera por delante, aunque la suerte sin duda muchas veces se comportaba de manera errática o caprichosa. La verde amárela no bajaba los brazos y se mantenía al pie del cañón, entre vitoreos y canticos que se elevaban cada vez más transformándose en una sola voz.
Unidos todos los que les apoyaban, agitando los brazos retumbaba a batucada que les arrancaba sus mejores movimientos de cadera y uno que otro pasito divertido. La atención de Sigrid Evensen estaba en realizar el movimiento de caída en picada, calculando con precisión el frenar antes de ir a darse tremendo trancazo contra el suelo. Pero no fue así ya que la snitch muchas veces volaba bajo y era necesario jugarse el físico con tal de hacerse con ella y ponerle número a la casa. Su rival Thiago Moraes va detrás de la escurridiza pelota dorada, fijando sus ojos en esa abejita juguetona que escapa del néctar que le ofrece la flor que acaba de retoñar.
Sin perderla de vista Moraes, sujeta con fuerza el mango de su escoba chasqueando la lengua refunfuña al no agarrar la snitch. La misma frustración embargaba a Evensen, ambos se quedaron con un palmo de narices y sin darle la victoria aplastante al país que representaban. Negándose a creerlo eso no afecto en lo más mínimo la celebración de los fans que estaban gritando a todo pulmón y no perdían la fe en que pronto llegaría el tanto que diera el final tan esperado. Los goles se iban sumando poco a poco al marcador, dándole una amplia ventaja a los brasileños vislumbrándose a lo lejos el tan ansiado encuentro contra Francia.
Ese era el nuevo objetivo de la verde amárela, batirse en un encarnizado por el mundial y alzarse con la gloria que les coronaría como los campeones del Mundo. Ellos estaban acostumbrados al oro entre medallas e incontables trofeos que dejaban en claro quien era realmente Brasil dentro de las frentas deportivas. No por nada supieron cosechar victorias que los llevaron hasta la final, peleando con cada músculo de sus cuerpos, rompiéndose algo más que solo los huesos y espíritus que les ayudaron a mantenerse firmes en su propósito.
Brasil 50 – 20 Escandinavia era el marcador que podía apreciar los presentes, generándose un silencio incomodo por parte de los escandinavos. Para nadie sería grato ver rotos los sueños de pasar por encima del rival y avanzar para estar a un paso de tener entre sus manos el tan codiciado trofeo. Pero así era el quidditch a veces las snitch era pescada con certeza y muchas otras solo pasaba por delante dejándolos con una probadita de lo que pudo ser el vencedor.