El día de la boda había llegado a los Blackthorn, el par de gemelos se regodeaban porque su hermano Eterno contraería nupcias con la madre del novio de Kyle. Vaya manera de relacionarse entre parentelas, pasando por alto los lazos sanguíneos que se habían vuelto más fuertes que el mismo odio que le profesaba a sus peores enemigos. La mayor de los regentes de Holanda y Alemania, paseaba como un dragón encerrado en una torre de lado a lado— Espero que estés listo, cariño—bromeó para hacer enojar a su hermanito. Sabía como lanzarle puntas y no recibir lo mismo a cambio, entrenada para saber como lidiar con las pestes que solían colarse a donde no eran invitadas.
No iría ataviada con un vestido de alta costura o algo similar, sino que optaba por la comodidad. Decantándose por un conjunto completo que destacaba sus elegantes curvas, resaltando el escote que dejaba poco a la imaginación sin rayar en lo vulgar. Alisando su rubia cabellera jugaba un poco con las ondas rosadas que le daban un toque misterioso a su angelical faz— Nada es lo que parece—siseó como una cobra real. La forma magistral de demostrar que era más dura que el metal más resistente que existiera en el planeta, recordando ese encuentro no tan casual con el caballero Alemán de gemas azul intenso.
Oh por el amor a Luzbel, si que sabía como mover las caderas y no solo dentro de la pista de baile. Gozándose cada momento que bailaba dentro de su cabeza, sintiendo la sensación más catártica y placentera que pudo experimentar— Basta, basta es el momento de los novios—intentaba retomar el control de sus despotricados deseos por ese caballero. El llevarlo a la boda, no le desentonaba del todo a la Ángel Caído, invitarlo y tal vez beberse unas cuantas copas de sus labios carnosos.
— Parece que estás más que lista, ¿no es así?—le sorprendió tomándola por la cintura. Admirando la belleza embelesada de su contraparte, jugando con un mechón del cabello de su reflejo exacto— Tiene suerte de tenerte, pero si se atreve a jugarte a dos bandas—la amenaza escapaba de los labios del castaño. Dejando que su interlocutora acomodará el nudo de su corbata, empatando a la perfección en los atuendos que ambos lucían en color y textura, resaltando la elegancia de sus personalidades.
— Estoy lista, parece que te pusiste más guapo de lo habitual. ¿Acaso deseas atrapar las miradas de todos y causar los celos de tu amorcito?—encogiéndose de hombros recorría con las yemas de sus dedos el saco del Vidente. Le agradaba verlo tan emocionado por un evento como ese, alistándose para ir rumbo al altar sacándose un poco los nervios para entregar al novio como era debido.
— Vayamos pues—sonrió dejando a la vista esas dos hileras de perlas brillantes. Pasándose la zurda por su castaño cabello, luciendo nervioso por el gran honor que habían depositado en sus manos y en las de su gemela. Jamás tuvo un trato directo con Eterno, no hasta hace unas semanas que descubrieron, que pertenecía a su familia y se merecía el apoyo de los que lo cobijaron como un miembro más del linaje Blackthorn. Respiraba con fuerza sacándose la imagen de Alexander de la cabeza, no estaba del todo seguro de verlo libre dentro de la ceremonia y era mejor no tensar las cosas entre ambos.
— Andando, belleza—estiraba la mano para tomar la de la rubia. Sintiendo esa conexión que desde siempre los hacía sentirse cómodos y seguros de los pasos que daban. Yendo en busca del novio, esperaba que no estuviera hecho un manojo de nervios ambulante, sacudiendo su saco el castaño quitaba una pelusa inexistente de la tela— Eterno, ¿Estás ahí?—preguntaron sin obtener una respuesta certera. Buscándole con la mirada le divisaron en el camino que conducía hacia el altar. El jardín lucía magnifico todo gracias a su querida hijastra Ada, aunque no le gustaba del todo llamarle de ese modo. Para el Holandés era la hija de la mujer que le había obsequiado el mejor regalo que un hombre podía desear.
— Venga hermano, estás a momentos de convertirte en el hombre más dichoso de toda la tierra—le dejaba una palmada en la espalda. Colocándose Kahlan del lado derecho y Kyle del izquierdo, escoltaron al hombre al sitio donde esperaría a su hermosa novia. Esas mariposas que se sienten al encontrar a tu otra mitad, no suelen hacer estragos en todos los enamorados y muchas veces solo son quejidos de las tripas que están atiborradas de comida. Buena referencia se estaba montando el ojiazul oscuro, mordiéndose la lengua para no reírse demasiado fuerte.
Caminando los tres al mismo ritmo, quedaron presas de las miradas de los presentes. Situación que no les calzaba del todo, ya que lo que menos deseaban era hacerse notar y más que nada opacar a la encantadora pareja— Te deseamos toda la felicidad del mundo, esperando que está unión sea más que duradera y eterna para tu amada mujer y tú—hablarlo al unísono. Quedando a un lado como si fueran padrinos improvisados, aunque no era mala idea ir a tomar asiento y presenciar desde otra perspectiva tan inolvidable escena.