El tiempo que se tomará para asimilar su separación de Kyle, no acababa de convencerle del todo. Si existía un lazo de sangre entre ellos, pero aquello poco importaba a la Alemana. El tener esa conexión tan intima y pasional con el Blackthorn, el perderse en la calidez de su aliento y la fuerza de los múscu.los de sus brazos cada vez que le acunaban todas las noches antes de irse a dormir— Lo que es nuestro es solo nuestro y nadie los lo quitara muy a pesar de los lazos que nos unan—sonreía acomodándose el corsé blanco que ocultaba aquel corazón ennegrecido tras la partida del Holandés. El saber que era el Primer Ministro de esa nación, despertó esa vena politica que llevaban todos los que habían nacido bajo la estirpe de esa poderosa familia.
Ni el tiempo y menos el espacio, rompería aquella promesa que le ofrendará la rubia. Similar al pacto que trazará con su hermana mayor Kahlan, la gemela malvada que a toda costa siempre lograba separar al par de pequeños intrusos. Aquellos que sabían como colarse a sus oficinas privadas y robar algo más que caramelos de diferentes sabores y el mapa del tesoro que tan celosamente resguardaba la Vidente. Cada uno poseía un don especial, pero ninguno como el que ostentaba la líder de esa dinastía— Poderosa y letal, no hay duda de ello, querida hermanita—balbuceaba a la nada. Jugando con las puntas rosadas de su cabello. El look era completamente diferente al de su hermana, no deseaba imitarla y ganarse una reprimenda sin razón.
La Diosa estaba acostumbrada hacer lo se que le cantaba la gana, evitando dar cualquier clase de explicación innecesaria. Colocándose una capa de viaje rosa en los hombros, echaba una ultima mirada a su outfit alizando el pantalón que llevaba ceñido a su figura, encantada por la belleza que brotaba por cada uno de los poros de su piel, aquel sedosa manto era como leche fresca y pura— Espero que no te sorprenda demasiado—relamiendo sus labios desapareció del Instituto de Cornwall, rumbo a la fiesta donde estaba su amado Ángel Caído. Ansiosa por arrancarle una a una las oscuras alas que le impedirían volar lejos de las manos traviesas de Lexy, imaginándose lo divertido que iba a ser estar prendada de sus labios.
— Quieto ahí, vaquero—enunció tras aparecer detrás del ojiazul oscuro— No vino la loquita que tanto extrañas, pero yo si, querido—bromeaba cubriéndole los ojos deslizando sus labios por la nuca del caballero. Sintiendo como la piel de este se erizaba como si fuera de gallina, causando esa sensación que le descolocaba por momentos— Primero Juv y ¿Ahora quién?. ¿Cómo se llama el malnacid@ que se ha metido con mi propiedad?—endureciendo el tono de su voz, no le quedaba más que esperar una respuesta convincente por parte del descarado del Ministro Holandés.