Casilla 4
Aunque prestaba atención a lo que decían sus compañeros los ojos de Darla no se apartaban de aquel hombre de cabellos rojos que sonreía a pesar de tener el aspecto de un gigantón destructivo. Quizás por esa misma naturaleza de aquel ser, que la vampiresa devenida en semi gigante, sospechaba que no era un simple humano, ni siquiera estaba segura de qué o quién era, de hecho.
Lo que sí pudo notar y eso en realidad no supo si le molestaba o le parecía una buena idea, fue ver como cuando al fin parecía que estaban por avanzar el pelirrojo destruía, sin querer o queriendo, parte del camino que iban a seguir, ahora tendrían que buscar un camino alternativo. En ese momento, como si hubiera tenido una buena idea, Mefistófeles preguntó quién tenía un Grimonio de Ravenclaw. Quizás fuera necesario el apéndice de arquitectura dada la destrucción, o alguno de los hechizos de Rowena o algún encantamiento especializado, como fuere, Darla levantó la mano en forma automática ante la pregunta, no quería presumir, pero como librera especializada tenía la colección completa de grimorios de Hogwarts e Ilvermorny.
La vampiresa movió suavemente su mano y buscó en su bolso de piel de moke, quien sabe, quizás estuviera aún guardado allí desde la última vez que lo utilizó para cambiar la esfera del mineral de Vulkos. Las dudas de la Potter Black crecían sin embargo, preguntándose por qué necesitaban ese grimorio y por qué el pelirrojo había destruido el camino de salida, aunque no sabía si los demás se habían dado cuenta de ello.
Un suave sonido atrajo su atención, le parecía algo lógico que no estuvieran solos, o quizás sí, pero el sonido pareció perderse en un pasaje lejano ¿sería el camino de salida? Darla se giró hacia sus compañeros y susurró.
—Quizás, solo quizás, la salida pudiera encontrarse por allá —dijo señalando un camino alternativo pero al llegar al final de él se dieron cuenta que solo habían andado en círculos.