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Sunar PBT

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Todo lo publicado por Sunar PBT

  1. Argentus y Sethy en el Comedor (otra vez) El pequeño de ojos color avellana no recibió respuesta de los presentes. El tío Matt no dijo nada, pero el otro hombre (Enrick) solo lo observó se fue al ver a la elfina que estuvo con él Sethy al momento del ataque. – Amito … su madre fue al trabajo. Ella regresará pronto para llevarlo a casa – le dijo tomándolo de los hombros para que volviera al salón del comedor. Vio el elfo que el recién llegado haría una pesquisa por la irrupción cometida por los mortífagos que atacaron a la señorita Sunar. Sethy no pudo hacer nada por ella, pero conocía a la perfección las instrucciones que la joven madre le dio el primer día en que el amito estuvo en casa. Debía protegerlo a toda costa, sin importar la vida de ella. También el elfo conocía el porqué. La ama se exponía al seguir con ese grupo, pero no la cuestionaba. El pequeño vio antes de retirase una rara neblina que cubría el piso y quiso volver porque pensaba que se podrían a jugar sin él. A pesar de eso, no volvió a pensar en su madre. Casi siempre no la veía y solo fue la segunda vez que hubo un intento de asesinato contra el pequeño. – Sety..quero juga – dijo el niño señalando antes de desaparecer hacia el comedor. Le dijo que no era juego. El hombre del ministerio estaba trabajando para atrapar a los malos que desordenaron la guardería. No expresó nada del ataque hasta que Argi quisiera. O mejor, hasta que la misma madre hablara con su hijo.
  2. Raizor, elfo doméstico de Sunar - Atendiendo a Finnick El viejo elfo siguió observando al perro que iba de un lado al otro olfateando. Lo miraba con tanta insistencia que el canino se giró a verlo. Rápidamente volvió su vista al jovencito que miraba los libros y luego los calderos. Sabía que le presentó uno que no iba al caso, pero uno nunca se sabe. Los clientes podría querer algo más que el simple de peltre, hasta los más jóvenes. - Muy bien - dijo al escuchar la decisión del cliente. Raizor desapareció el resto, y se quedó sobre el mostrador de esa cuarta planta con los libros de defensa contra las artes oscuras y transformaciones, ambos de nivel avanzado, y el caldero de peltre. Realizó la suma correspondiente de los artículos y los puso en una bolsa de papel con el logo del local. - Sería un total de 40 galeones, jovencito - le contestó. Aguardó a su respuesta, ya que a terminar debería bajar de la misma forma, por medio de desaparición que solo podía realizarlo el elfo. No pasarían por las plantas a través de las escaleras porque no se estaba seguro aún de la presencia de las sombras de la primera planta.
  3. Lizzy Housepiek La chica volvió a beber un poco más, además de tomar otra galleta. Sabía exquisita. La espera no sería tan aburrida con algo tan rico que comer y la bebida igual. Y sin desmeritar la compañía de la joven que le atendía. Un "Ohh" se escuchó al sabr que la señorita tampoco era de la ciudad. Posiblemente había más personas así cmo ella que venía de las provincias para encontrar un mejor estilo de vida, independizarse o simplemente porque les llama la atención Londres. - Llevo poco tiempo y creo qu voy a necesitar un empleo. Ya se me acaba lo que traje - le comentó algo pesimista. Desde que piso Londres, ha tenido problemas con los hombros. Nadie le interesa entablar una buena conversación, prefieren ir al grano y ella aunque no es de despericiar, prefiera mejor cambiar unpoco de actitud. - Muchas gracias - le agradeció su ofrecimiento de ayuda - Sería bueno saber si necesita algo de ayuda aquí - con una sonrisa en sus labios preguntó por la posibilidad de un empleo, aunque no supiera lo qué se hcía exactamente.
  4. Raizor, elfo doméstico de Sunar - Atendiendo a Finnick Mientras dejó al chico con su mascota, el viejo elfo que se encontraba ayudando a la familia de su ama, fue en busca de los libros que le pidió el jovencito. Se fijó en el estante donde yacían arreglados en orden los tomos de cada materia que se impartía en la Academia. Chasqueó los dedos y bajó un grupo de libros donde se encontraban los que requería el chico. - Aquí estan - le dijo colocando los dos que necesitaría y apartando los que no. Luego el elfo apremió al chico a que le acompañara a ver los calderos que requería y el juego de pociones. Le señaló uno y a un lado unos frascos con cierta cantidad de ingredientes que traía. Le enseñó uno de peltre, que era bueno para su nivel. Claro, Raizor solo se lo enseñaba, aunque sería mejor que comprara ese. No obstante, más allá uno de bronce también se hallaba. Sin embargo, le preguntó si deseaba alguno con la forma que tenía un pequeño dibujo pegado a un lado del mostrador. Era de los modelos de los diferentes materiales que poseía la tienda. - ¿Desea alguno en especial? - interrogó al joven. Le echaba un ojo, de esos grandes, a las andanzas del canino.
  5. Raizor atendiendo a Finnick Miró nuevamente al animalito que iba con él. Uno de esos caninos de pelaje muy abundante. Solo cuando crecira, se parecería a la mascota del amo Matt. Si. Era como esa clase de lobo, pero domésticado. Mientras tanto, le vio sacar un pergamino, y alisarlo. Estuvo a punto de soltar una queja, pero se contuvo. Un chico había ido a ser atendido, y él no podía ponerse difícil con el pobre. Segundos después, lo vio listo. Escuhcó la petición del joven. Unos libros de clases avanzadas e implemento de pociones. - Bien chico - dijo el elfo. - Iremos juntos a esa planta - le tomó del brazo. Le pidió que agarrara su mascota. Solo de esa forma podrían subir, no quería interrumpir la reunión de los amos en la Primera Planta. Al llegar a la Cuarta Planta, lo dejó cerca del mostrador de esa planta mientras iba por los libros. - Jovencito - llamó su atención - Ya regreso para mostrarlo los calderos y el juego de pociones. le dijo caminando a la sección de libros.
  6. Holaa familia Estoy aquí para recibir con los brazos abiertos a Alhena. Claro que me encantaría ser tu madre. Como te dije, ya veremos la historia. Mas bien, cuando toque una computadora xD Creo que sería todo.Si mi tío/abu lee esto. Ya tienes una nieta más jeje Ah. Voy al topic off rol para que lo veas. De verdad amo esta familia. Saludos
  7. Hola Alhena Por mi no hay problema del parentesco. Por eso te puse las opciones que quisieras, ya que tú decides. Pero si puedo meter mi cuchara xDD podría ser tú madre en la Tonks. La historia se arreglaría al momento de saber qué seríamos. Ya me dirás que piensas. Cuando te decidas, entonces le pediré al patriarca que te una al árbol familiar. Nos leemos
  8. Hola familia Veo que hay gente nueva. Aunque vine más como una linda miembro de la familia para saludar a Alhena. No vi al patriarca y tío/abuelo No me regañes xDD Hola linda. Espero que sea de tu agrado el foro. Oh, si que has elegido un familia muy... muy buena Solo faltaría saber si deseas a alguien en especial o si no te importaría que "yo" sea tu madre, tía, prima.(?) ¿Qué parentesco prefieres? Solo te aconsejo, escribir un poco más, dos líneas completas. ¿Por qué? Porque entonces sería spam un mensaje tan cortito. No quiero que te suban advertencia. Espero verte de nuevo por acá, y saber algo más.
  9. Raizor atendiendo a Finnick – Dejando a los amos en la Primera Planta Se mantuvo al margen pero atento a prestar el apoyo si los amos lo requerían. Ese era Raizor. No decía nada, mas ayudaba en lo que podía. Su cuerpo muchas veces no le ayudaba en mucho, era lento por su edad, pero así lo llevó a casa Sunar. Le daba las gracias de ver en él, una esperanza y no abandonarlo. No percibió respuesta alguna de las damas, ellas permanecieron a la expectativa de la conversación que el chico pelirrojo empezaba por cuenta de las sombras, por eso solo pudo mirarlos. Aguardando. Una campanilla sonó en la parte baja del local, o era la parte superior. ¿Sonó arriba? Pero no vieron a nadie subir, tal vez había sombras abajo o más arriba. Prefirió ir hasta localizar a la persona que hizo sonar el artefacto. – Buen día señor – mirando al animalito también, no sin antes realizar una reverencia hacia el joven. Debió escuchar mal cuando pensó que el sonido venía del cuarto piso. Persona que no conociera el establecimiento se le sería difícil llegar a los pisos superiores. Además, estaba completamente seguro que nadie pasó por la primera planta donde las brujas Sagitas y Xell se detuvieron para hablar con Matt. – ¿En qué le puedo ayudar? – preguntó pacientemente hasta que el mago le explicara el motivo de su visita. Una venta podría realizarse.
  10. Argentus, hijo de Sunar con Sethy en el Comedor El niño había sido apartado de su madre de una forma abrupta, y la quería ver. La ausencia de ella por el trabajo, lo soportaba pero una situación como la vivida, no. No lloró. Pero sus mejillas estaban bañadas en lágrimas. Fue silencioso. No pudo verla, no sabía que había sido de ella, la quería de vuelta. Pero allí sentado no quería comer. Ver esos hombres y mujeres con mascaras feas y atacando a Sunar, le dolió. Él decía ser un niño grande pero no pudo defender a su madre de los malos. Los otros niños hablaban alto, gritaba, o comían. Argi no probó bocado en el rato que estuvo sentado. – Amito, debe comer – le pidió el elfo. Él movió su cabeza negando. Saltó al piso de la banca y corrió hacia la entrada del comedor, Sethy fue tras el pequeño que sabía a dónde ir. Pero no lo alcanzó hasta que el pequeño Potter Black se detuvo en el sitio donde su madre estuvo tiempo atrás. Miró a unas personas allí. Creyó ver a su tío y otro hombre. – ¿Onde ta mami? – indagó hacia el pelirrojo (Matt). Sin dejar de mirar al otro sujeto que lucía algo raro.
  11. Raizor, elfo domestico de Sunar El joven pelirrojo avisó que se encontraba bien mientras las brujas, familiares de su ama, se acercaron al joven amo que se aproximó a ellas. Sabía que lo vio mirándole porque sospechaba que no se hallaba bien del todo. No creí que las sombras dejaran en paz al que pudiera percibirlas. El elfo todavía podía escucharlas, rondando por esa planta. Desde que puso la barrera de sal, no podía salir de allí ningún ente que estuviera. Así que les tocaba estar atentos a que no fueran atacados por ellos. Vio reunir a las mujeres cerca, el joven Blackner, y comunicarles su percepción del asunto. Tal vez, se lograra conocer la forma de sacarlas de allí sin que ellos resultaran heridos. No se acercó mucho, pero si lo suficiente para oír la conversación, y darse cuenta que eso no tendría buen final.
  12. Lizzy Housepiek La señorita que se acercó a la rubia pronto abrió el local para que la joven pasara, además de escuchar muy pacientemente las palabras acerca de lo sucedido con la varita. Le notaba algo bueno en el rostro, que sería de mucha ayuda. Pasaron a una salita donde le indicó que se aguardara mientras ella se hacía cargo de la reparación de la empuñadura de su varita. Desde hace mucho, siempre le ayudó en los momentos difíciles, mas que todo cuando algún chico se quería propasar. Housepiek no la usaba de manera arbitraría. Siempre que fuera urgente la situación, así lo hizo. Sin embargo, nunca pensó que su viaje a esa ciudad le llevaría a provocar daños a la amiga inseparable. La rubia lo pensaba muy fielmente, porque era como una extensión de ella. La parte que le evitaba ser más atrevida de lo normal. Le recordaba la decencia que casi siempre tenía a perder. xDD – Gracias señorita – le dijo al verle llevar una bandeja con café y galletas. – Es reconfortante ver gente amable por estos lares. Sabe… no soy de Londres y me cuesta acostumbrarme a lo rápido que se vive aquí. – comentó para enseguida agarrar la taza y beber un poco.
  13. Lizzy Housepiek Miró muchas de las varitas, algunas imágenes que ellos tenía pegadas en las paredes. Se veían tan claras desde fuera de la tienda, que estuvo a punto de abrir la puerta cuando escuchó que una mujer le hablaba. Lizzy se giró, con una sonrisa y su varita en mano, le respondió. - Si señorita. Quería saber si pueden colocarle una empuñadura nueva. Solo para proteger esa parte del mango de la varita. - le enseñó. No estaba dañada del todo. Como la rubia Housepiek le señaló, solo se le había caído la empuñadura que rodeaba a esa varita en especial. Algo que la pudiera cubrir, tapar el mango natural que poseía. Así lo deseaba la muchacha. - ¿Cree que se pueda? - la miró esperanzada.
  14. La mujer se quedó esperando la respuesta de su tío pero no pudo escucharla, ya que antes de eso unas personas se aparecieron en el local. Primero, iban vestidos bastante feo y segundo, con máscaras. Eso no estaba bien. Tomó en su mano el prendedor, y con eso supo el elfo que debía ir. Apareció para ver como atacaban a la mujer y en ese instante al amito. Como elfo doméstico, detuvo al menos el ataque al niño, ya que necesitaba viajar esa cuerdas. Sethy lo logró, agarró a Argi y desapareció. Intentó sacar la varita para lanzarles algún hechizo al menos. Pero cuando la tenía en la mano pensó mejor en algo. - ¡Proyección Mágica! - para ese momento había visto unos muebles y decidió empujarlos hacia (Mía) una mujer que le lanzó unos rayos. Fue tan repentino todo. off: Si los hubiese visto entrar,algo intentaba más. Pero me sacan de la lap y nada. Disfruten de la matanza.
  15. - Mami, tego hambe - le dijo el niño a Sunar cuando iban a medio camino del sonido producido por las voces de más niños. El pasillo que utilizaron era algo corto así que pronto se toparon con el tío Matt. Sunar agradeció ver a alguien conocido y seguramente, Argentus también. El pelirrojo los saludó, pero el pequeño hizo algo que la sorprendió. - Soi nino gande - le dijo después que el joven Blackner sacudió su cabello azul, le estaba creciendo mucho. Sunar lo miró seriamente y después con mucha verguenza a Matt. - Lo siento tío. Creo que ya no le agrada mucho. - apenada por el actuar de Argi. - Si, vengo a dejarlo unas horas, mientras hago un recorrido de trabajo por el Callejón. - le explicó. Esperaba no demorar mucho para buscarlo y regresar a casa. - Ah.. y no sería demasiado si le dieran algo de comer. Él se comerá lo que le brinden. - enfatizó la frase porque era por su bien comer sano.
  16. Lizzy Housepiek ¿Sería muy tarde para obtener una? La rubia quería saber si había posibilidad de arreglar su varita, al menos no estaba completamente dañada, solo era un pedazo de la empuñadura que se le quebró en una mala jugada cuando requería que una persona no la molestase. Durante su viaje a Londres tuvo ciertas diferencias con un chico y algunos golpecitos menores recibió el muy... inepto. Por esa razón su pobre varita sufrió mucho por culpa de ese osado y atrevido ser que pensaba que le haría caso a sus insinuaciones. Miró la entrada del local, y decidió entrar a probar suerte. Era un sitio especializado en asuntos de varitas, y eso. Allí si le ayuduarían.
  17. Necesitaba un lugar donde dejar al niño por unas horas, aún debía seguir con un trabajo y la joven madre no contaba en ese momento con la ayuda del elfo. Muchas veces impedía que los elfos realizaran sus asignaciones porque debían estar pendientes del pequeño. Y solo cuando era bebé, fue a la guardería. Podría ésta vez, socializar con más niño de su edad. Argi caminaba de la mano de Sunar muy animado porque su madre le comentó que allá habría juegos, y muchas cosas para hacer. Sin embargo, no olvidaba aquel episodio cuando tornó muy frío el cuarto de los bebés. Ya sabía que debía hacer, y que portarse bien le convenía mucho. - Ya llegamos - le dijo entrando con el peliazul. Sostuvo la maletita del Argi cuando vio que no había mucho movimiento en el vestíbulo. Pero se escuchaba algo de ruido hacia atrás. – Creo que llegaste a buena hora – sonrió mientras se adentraba siguiendo los sonidos.
  18. Hanimi y Simyni, elfinas domésticas de Sunar. La señora de cabello violeta comenzaba a cambiar de color, pero no pelo, más bien del rostro. Eso asustó un poco a la elfina. Y con las ganas de no verla sufrir más estaba dispuesta a bajarla hasta que… Entró la bruja esa. Tenía miedo que algo más le hiciera, pero no fue así. Por fin se apiadó de la ama y la bajó, pero no del todo. – Eh… gracias – dijo Hanimi dudando hacia la tía de Sunar. Sin embargo, iban de salida, después de agradecer mucho su cortesía. Cuando un fantasma, se acercó a ellos y otra mujer más que necesitaba un baño. ¡¿Qué las elfinas sabrán?! Pues no pensaban quedarse más tiempo para que después fueran ellas las colgadas por el Lazo del Diablo. Se disculparon y salieron de la Floristería.
  19. Raizor, elfo doméstico de Sunar Creyó que pedían algo pero no estaba seguro, no era él que poseía esa habilidad de detectar la presencia de espíritus. Solamente se encontraba allí para ayudarle al amo si fuese necesario. Si los problemas se agravaban. Vio al hijo de la matriarca, que era también el patriarca de la familia, llevarse las manos a la cabeza. ¿Estaría sufriendo por el movimiento de esas sombras? Las amas deberían subir antes que algo le pasara. – ¡Amo! – lo llamó para evitar que se concentrara más en las fuerzas que lo perjudicaban. No demoraron. Se quedó callado, las señoritas habían subido y se mantuvo al margen de la conversación de los amos. Aguardaba alguna orden que ella tuviese a bien darle en pos de ayudarles a sacar esas amenazas de la tienda. – Disculpen ... – se aceró a las brujas – Creo que el amo Matt, le afecta mucho la presencia de las sombras. – comentó el elfo que se preocupaba por el chico.
  20. Hanimi, elfina doméstica de Sunar – Que raro que a la señora, tía de la ama, le guste estar así de cabeza – pensó al verla irse y dejar a la matriarca de la casa de la ama de Hanimi. Pero quién era ella para decir lo contario, solo era una elfina que atendía a la señorita Sunar cuando iba a la Hacienda Tonks. Se quedó mirando a la mujer de cabellos violetas, esperando, pero con un mal sabor de boca porque no quería ser presa de esas enredaderas. Y le escuchó la explicación. Iba tan rápido que tuvo que acercarse para comprenderle entre tanto movimiento que producía el balanceo de su cuerpo. – Si, si. Iré buscando – que no se olvidara nada porque allí se quedaría el pedido entre las fauces de las criaturas de la floristería. Realizó el recorrido, procurando no tropezar con nada en especial cuando se asustaba de no ir en la dirección correcta. Logró ver los claveles, tomó la cantidad que necesitaba de cada uno, pero con tanta delicadeza, no quería que la acromátula se despertara. Salió de allí tan rápido como pudo sin despertar sospechas al arácnido. Siguió con los lirios. Al menos esos no eran tan difíciles de conseguir. Pero dudó cuando llegó a las plantas carnívoras. Las miró, una a una hasta ver a la que tenía la llave. ¡Pero si era elfa! Chasqueó los dedos y aparecieron en sus manos. Abrió la vitrina, agarró los necesarios y cerró. Volvió a colocar con magia la llave en su sitio. ¿Cardos que lanzan dardos urticantes? ¿A quién se le ocurría tener animalejos y plantas como esas allí? Oh, si. A Sagitas Potter Blue. Pues ni se sabía una canción de Disni o Disney o lo que fuese, y menos sería presa de eso. Antes de pasar, pues simplemente desapareció para reaparecer cerca de la bruja colgada. – ¿Cuánto le debo ama? – le preguntó mientras escuchaba la voz de Simyni. – Ayúdame con esto, llévalas a negocio – le pidió.
  21. Raizor, elfo doméstico de Sunar El amo no parecía que le hiciera caso a Raizor, porque no le decía nada. Pero las sombras iban y venían como si estuviesen agitadas por alguna cosa. No les atacaban pero igual eran muy insistentes en recorrer ese piso, ya que el elfo les había bloqueado el paso hacia la parte inferior como la superior, por las escaleras a la segunda planta. - ¡Amo! - llamó Raizor antes de escuchar a la matriarca subir con la jovencita rubia (Xell). Sin embargo, al llegar, unas voces se escucharon. Las sombras hablaron. Pedian un nombre. - ¿De qué hablan? - preguntó el elfo sin querer ser más metiche de lo que la situación se prestaba. Le oyó mencionar a la Potter Blue sobre un "cementerio". ¿Sería cierto? Pero no dijo nada más. Si bien, él debía solo ayudarlos, no interrogarlos.
  22. Raizor, elfo doméstico de Sunar El elfo se mantuvo cerca de la escalera porque necesitaba estar seguro que ninguna persona se decidiera a subir. Esa sal sería de ayuda con los habitantes del más allá, pero para los de más acá, no representaba un obstáculo. Volvió su vista hacia donde el amo Matt se movía como buscando con mucha atención a los sonidos, al movimiento, a todo. El joven pelirrojo parecía ido. Sería eso que decían sobre ser sacerdotes o sacerdotisas, en caso de las mujeres. Era una de las pocas cosas que conocía Raizor sobre razas en ese mundo mágico. Debía preguntarle a Sethy, él si tenía más experiencia. – ¿Amo, ve algo? – le preguntó al fijarse que ningún humano subía las escaleras. Se aproximó al patriarca, dejando un espacio para no incomodarlo, estaría alerta de ayudarle. Más él no decía nada. – ¡Allá, por allá! – le señaló el espacio donde se ubicaban los grandes estantes. Dos sombras fueron percibías por los ojos grandes del elfo. Se vio claramente como la poca iluminación fue tapada por masas oscuras, trasladándose de la izquierda del mago, al fondo de ese piso.
  23. Hanimi, elfina doméstica de Sunar Sabía que era un pedido enorme pero mientras se lograra conseguir todo, tendrían más tiempo para que las flores se mantuvieran bonitas para cuando el cliente las adquiriera. La elfina miró a la bruja que la se hallaba sorprendida con tanto número que significaría cada tipo de flor, o mejor dicho, cada color que se requería. Sin embargo, se escuchó un gritito junto al chillido de la elfina. La señora Sagitas se encontraba de cabeza por culpa de esas enredaderas. La bruja manipuló las extensiones de la planta. – ¿Se encuentra bien ama Sagitas? – se preocupó aunque la otra mujer hablaba de atenderla así como la tenía. Quería bajarla pero también tendría que luchar con esa mujer de palabras enredadas y rebuscadas, con síntoma de delirio por galletas. – Eh… no señorita. No vendemos comida – dudó un poco pero debía intentarlo antes de tomar acciones más drásticas. Como elfa, se podía. – Puede bajar a la ama Sagitas, por favor. – posiblemente algo de amabilidad le ayudaría mucho.
  24. Hanimi, elfina doméstica de Sunar Observó como la bruja hacía señas, decía cosas. Esa mujer debía tener muchos tornillos fuera de su sitio para estar actuando de esa manera. Todo por unas galletas. En dónde se fue a meter la pobre o mejor dicho, la fueron a meter. Las enredaderas empezaron a extenderse por buena parte el local, mientras Hanimi miraba sorprendida a la ama Sagitas. Pero no podía salirse de allí sin el pedido, más la bruja se volvió a la elfina. – Eh…si señorita. Vengo a… a pedir varios ramos de flores – titubeó con la listita en una mano y alerta por si le lanzaba algún hechizo – Necesito 50 ramos de claves. Amarillos, blancos, azules, matizados. Unos 30 de lirio cala y lirios varios y unos 20 de tulipanes varios. – terminó por recitar la lista en el papelito. Miró a las dos brujas esperando que no fuera demasiado el pedido que hacía, pero antes que alguna le dijera algo, o le reclamara, porque nunca se sabía con las mujeres. – La amita Sunar abrió un negocio y requiere de estas cantidades de flores. – a modo de excusa.
  25. Hanimi, elfina doméstica de Sunar – Que raro – se dijo mirando varios bultos y paquetes regados por el piso. Lentamente la mujer se incorporó, saludándola. Hanimi realizó una reverencia hacia la bruja. Segundos después le escuchó preguntar por unas “galletas”. ¿Acaso le veía cara de elfina de la cocina? Solo en la casa Tonks era posible que ella tuviera la tarea de hornear. – No señora, no tengo – respondió mirando la expresión de la mujer. (Amya) Al rato salió al encuentro, la tía de su ama. Seguro que le ayudaría con el pedido que tenía de parte de ella para el negocio. – Buenas tarde señora – se dirigió ahora a Sagitas. Mantenía el papelito con las cantidades y tipos de flores a llevar.

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