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Valeskya Granger

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Todo lo publicado por Valeskya Granger

  1. Esa extraña ansiedad que comenzaba a sentir al ver que no aparecía nadie, comenzó a intensificarse: necesitaba tener noticias de alguien o comenzaría a preocuparse de verdad. El hecho de haber tirado la puerta, no parecía haber mostrado algún indicio de vida ahí; aún sostenía su delgada varita entre sus delgadas y blancas manos. ”Por si las dudas”, pensó mientras observaba a su elfina con gesto interrogativo; debido a la falta de respuesta, decidió que exploraría un poco la casa, solo para comprobar que no hubiera ningún tipo de gente indeseable. Estaba a punto de desaparecer en el estudio, cuando escuchó una voz conocida que provenía de las escaleras. La ojivioleta dibujó una sonrisa en sus labios mientras giraba para saludar su prima, una de las pocas personas nunca apartaría de su vida; tenía tanto que preguntarle, tanto que contar: sus hijos, la familia y también lo que había hecho, pero no tuvo oportunidad de hacerlo, porque sucedió algo a continuación. Lo que parecía ser un patronus, se dejó ver afuera de la mansión, la cual fue suficiente para saber que había visitas desagradables en el lugar. Confiando en que su prima haría lo mismo, abrió la puerta del estudio, pasó con rapidez, dejándola entreabierta; aunque en ese momento se sintió ton.ta por lo ridícula que era la situación: una de las dueñas de esa mansión y ahora tenía que permanecer ahí, semi oculta entre las sombras, sabiendo que evidentemente ella no era el objetivo de esa gente y que ninguno de ellos no tenían nada que hacer ahí. Bajó la vista y observó que Breena, su elfina doméstica, estaba a un lado de ella: nerviosa, temblorosa, pero a la vez expectante por lo que estaba a punto de suceder: tras unos minutos que se tornaron eternos, observó cómo varios sujetos que cubrían sus rostros, capturaban a su prima y se la llevaban consigo. A pesar de que no podía distinguir a aquellas siluetas, pudo escuchar con claridad que se disculpaban con Sophie; la joven pelinegra arqueó una ceja, incrédula y estuvo a punto de soltar una carcajada: ”¿Es una broma?” Pensó, mientras negaba con la cabeza, a la vez que se mordía un labio, en un intento de no hacer ruido. ”Vienen en masa, la atacan, hacen destrozos en la casa y encima se disculpan con ella… Hipócritas.” - Al parecer se han ido.- Dijo en voz alta, al mismo tiempo que abría la puerta del estudio. Alguien se había tomado la molestia de arreglar las cosas que habían destrozado. - ¡Como si eso fuera a solucionar lo que acaban de hacer! – Exclamó furiosa la joven mientras agarraba un florero y lo estrellaba en el suelo. Su humor en los últimos meses se disparaba con suma facilidad: se habían llevado a su prima y no había podido hacer nada, la superaban en número, así como también en habilidades. Por una fracción de segundo, deseó algo que no había pasado por su mente desde hace mucho tiempo. Escuchó una voz proveniente de uno de los dormitorios, se trataba de su hermano, a quien en circunstancias normales, le hubiera dado gusto verlo. La joven subió con rapidez las escaleras, hasta casi chocar con Joaco; vio a otro de los elfos domésticos llevar al niño rubio que alguna vez había cuidado y que le provocaba recuerdos, tanto buenos como malos; ignoró al niño y dirigiéndose a su hermano, dijo con voz agresiva. - ¿Se puede saber en dónde rayos estabas? ¡Se acaban de llevar a Sophie! – Sabía que el joven estaba en las mismas condiciones que ella y que si ambos se hubieran enfrentado, claramente tenían mucho que perder; tenía ganas de desquitarse con alguien y se había presentado la ocasión ideal. - Creo que no hace falta que lo diga, pero la “gloriosa” Orden, nos acaba de hacer una visita.- Exclamó con el tono cargado de sarcasmo.
  2. La delgada silueta de una mujer, caminaba apresuradamente por las calles de Ottery St. Catchpole, tratando de esquivar las miradas de cualquiera que pudiera pasar lo suficientemente cerca de ella como para descubrir de quién se trataba; para su fortuna, el cielo comenzaba a tomar la tonalidad oscura que caracterizaba a una despejada noche, lo cual ayudaba a que su rostro no llamara la atención. Estaba cansada, malhumorada, pero estaba ahí por un motivo en especial: ”- ¿Serán ciertos los rumores? ¿Y si solo trataban de asustarme? –“ Evidentemente, cualquiera que fuera la respuesta, habían logrado captar su atención lo suficiente como para poder regresar a aquel lugar. Giró en la esquina más cercana y levantó su mirada violácea para verla una vez más: la imponente y cada vez más abandonada mansión Granger, se alzaba a lo lejos. Su andar comenzó a disminuir a manera que se acercaba ¿Con qué se encontraría? ¿Había alguien viviendo allí? La joven miró hacia ambos extremos de la calle, y tras comprobar que no había nadie más, bajó con sumo cuidado la capucha que ocultaba su rostro con tanto esmero. Su aspecto seguía siendo igual que el de siempre: su cabello negro caía sobre su espalda, ahora un poco más debajo de los hombros, un broche plateado en forma de mariposa, sujetaba parte de su cabello, su maquillaje resaltaba la mirada y su atuendo consistía en un pantalón ajustado, botas de tacón, una blusa de color rojo intenso, acompañado de una togra negra con bordados de plata. La expresión de su rostro era impasible, estaba ahí porque tenía la necesidad de hablar con alguien y comprobar con sus propios ojos lo que le habían dicho en un anónimo que le habían hecho llegar un par de meses atrás. Mientras se acercaba a la entrada, pudo notar lo descuidado que lucía aquel lugar, pero eso no la detuvo para sacar de entre sus ropas su delgada varita, hacer una leve floritura y provocar que el enorme portón se abriera de golpe. En esa ocasión no llevaba equipaje ni nada que indicara que se quedaría, era algo que ni ella misma sabía, todo dependía de lo que el destino le tuviera preparado. Al pensar en eso no pudo evitar sonreír irónicamente: ”¿Destino?¿ En qué momento he dejado que mi vida sea arrastrada por las circunstancias?” dijo para sus adentros. - Breena .- Dijo la Granger en voz alta, al ver la sombra de una pequeña figura se acercaba rápidamente hacia ella. - Por lo menos queda alguien aquí. – Fue su manera de saludarla, ya tendría tiempo de hablar después con ella. - ¡SOPHIEEEE! ¡Si estás ahí, más vale que aparezcas en este momento! – Exclamó, al mismo tiempo que tiraba la puerta con una patada (?), por lo menos así se daría a notar y a la vez comprobar si había alguien más ahí.
  3. Como era de esperarse, aquel zape que había proporcionado, no había tenido efecto alguno en Marbetz; suspiró resignada al darse cuenta que no había cambiado en nada, al contrario, su extraña locura parecía haberse intensificado con el paso del tiempo. Irremediablemente se había preguntado qué había sido de su amiga durante los meses que había estado ausente, aunque quizás no recibiría una respuesta coherente. Vio que su hija extendía la mano para saludar a la extraña [?] visitante y en ese momento quiso decirle que no lo hiciera, pero ya era demasiado tarde: la ojivioleta entrecerró los ojos al ver la sonrisa y la mirada que le dedicaba a Allysson. - Extrañaba tus miradas lascivas, pero no sobre mi hija.- Respondió la Granger con una discreta sonrisa, mientras una vez más se dejaba abrazar. Supuso que era cuestión de tiempo volver a acostumbrarse a esas muestras de afecto de las que había estado alejada durante algún tiempo. Por alguna extraña razón, con su familia era capaz de tolerar muchas cosas; su mirada violácea se encontró con la de su hermano, que parecía disfrutar de la situación con una amplia sonrisa de burla. - Ahora mismo te voy a quitar esa sonrisa de la cara, Joaquín…- Empujó a Marbetz, vio un florero de cristal que estaba en la mesita más cercana y sin más, lo aventó con violencia hacia donde estaba sentado. - Humm… Allysson…- Tosió y miró a su hija, como si la escena que acababan de presenciar, no hubiera pasado. - Supongo que estarás aquí por algún tiempo y de verdad espero que podamos platicar con más privacidad.- Se refería claramente a la presencia de su hermano, quien parecía disfrutar de esos momentos emotivos que resultaban incómodos para la ojivioleta. - Por cierto, no sé si ya conoces a Joaco… tu tío.- Murmuró finalmente, mientras señalaba hacia el lugar donde había lanzado el florero y se acercó al oído de la castaña para susurrarle sin apenas mover los labios. - En el fondo es buena persona.- - Maaarbeeetzzzzzzzzzz.- Exclamó la Granger mientras dirigía la mirada a su amiga. - ¿Quieres una reunión familiar? Si quieres vamos a la sala, quizás por ahí se encuentre Sophie, hace un rato escuché unos murmullos provenientes de allá.- ¿De dónde había salido tanta gente? Las veces anteriores en que la pelinegra había visitado su hogar, lucía tan solitario que en algún momento llegó a pensar que la mansión había sido abandonada y que solo los elfos permanecían allí a petición de las dueñas. En el fondo le alegraba que las cosas salieran de la rutina y había que aprovechar el momento; con un ademán, indicó a las presentes para que pasaran a la sala. -- Jajajaja Betza hasta en sus roles tiene que sacar cosas de medicina xD. P. D. Se me secó el cerebro, hice lo que pude. -.-
  4. A la Granger le resultaba bastante irónica la situación: hace unos momentos, había aceptado un abrazo casi por compromiso por parte de su hermano, había lanzado un comentario sarcástico acerca de su “paternidad” y ahora ella se veía envuelta en una situación bastante similar. No volteó, no quería comprobar que Joaco estuviera allí, dispuesto a hacerle burla; ”no es lo mismo”, pensó amargamente, mientras observaba fijamente a su hija. Definitivamente no era la misma desde la última vez que se habían visto; inevitablemente vinieron a su mente los recuerdos de los pocos momentos en que habían estado juntas desde que se habían reencontrado. No pudo evitar una sonrisa al ver que su hija había reaccionado casi de la misma forma en la que ella había actuado con su hermano; podía comprender ese comportamiento entre ambas, cualquiera podía haberse dado cuenta de que, si no fuera por el abrazo, el trato que tenían parecía ser el de dos personas extrañas. La ojivioleta no podía culpar a Allysson de eso, incluso le sorprendía que las veces en las que se veían, no hubieran rencores ni reproches de su parte por lo ocurrido en el pasado… hasta ahora. Arqueó la ceja al escuchar que su hija había estado en París, pero cuando prestó atención a su atuendo, no tuvo duda de ello. - Así que haciendo nada…- Murmuró la joven, repitiendo las palabras de la castaña, dándose cuenta inmediatamente que no estaba dispuesta a contar más detalles. Pero le sorprendió más el formalismo con el que se dirigía a ella. - ¿Por qué me hablas así? Bueno, está bien que no nos veamos ni hablemos muy seguido, pero tampoco me trates como una completa extraña. Sabes que aquí puedes venir cuando gustes y acudir conmigo para lo que necesites. Y eso incluye en que trates de hablarme con el menor formalismo posible… nunca me han gustado esas cosas.- La pelinegra exclamó con seriedad, pero no alcanzó a escuchar la respuesta de Allysson, porque una voz bastante conocida para ella, apareció de la nada (?). ”¿Pero de dónde salió esta mujer?” Se preguntó bastante extrañada, mientras veía que la puerta principal estaba cerrada; recordó que la última vez la había visto en la mazmorra-sótano (?) y también había aparecido repentinamente. ¿Era real o acaso ya se había convertido en el fantasma de la familia? Antes que pudiera preguntarle qué hacía allí, vio que su sonrisa y la mirada que le lanzaba a su hija no auguraban nada bueno. - ¡Tuuu! Aleja tus colmillos de mi Allysson. - Lo primero que pasó por su mente, fue lanzarle un puñetazo, pero sería algo violento y poco elegante (?), así que solo se limitó a darle un zape mientras veía a la ojiverde y le decía: - Emm, te presento a Marbetz… amiga de la familia.- Iba a decir ex suegra (xD), pero sería bastante imprudente hacer un comentario como ése. - Le gusta bromear con la gente, así que no te tomes muy en serio lo que venga de su parte.- En ese momento, recordó a su hermano y volteó hacia las escaleras, para ver si finalmente la había seguido o no. Off: No se puede rolear seriamente contigo Betza u.u xD. Jajaja sip Aimé, ya me cambié el nick… es una larga historia, creo que al final si la cambié en mi ficha de personaje, por si quieres husmear y ver lo que las drogas provocan u.u
  5. La ojivioleta arqueó una ceja después de haber formulado su pregunta, pues no esperaba que alguien apareciera allí por cosa de curiosidad. Maldijo por lo bajo, porque seguramente la salida de su elfina de la habitación, había delatado su presencia; hizo nota mental de reprender a Breena en cuanto tuviera la oportunidad, pero mientras tanto, tenía que enfrentarse a su hermano. Fue entonces cuando prestó más atención y se dio cuenta que tenía mucho tiempo sin verlo, tanto que no recordaba la última vez que había platicado con él… o más bien, discutido. Acomodó su túnica y trató de retroceder, para evitar el acercamiento con Joaco; había estado tanto tiempo alejada de las personas que quería, que las muestras de afecto se habían convertido en algo extraño para ella. Sintió el borde de la cama justo tras ella, lo cual le indicaba que se encontraba acorralad; ”supongo que no tengo otra opción”, dijo la Granger para sus adentros, mientras se dejaba envolver en los brazos de su hermano. Por una fracción de segundo, se preguntó cuánto tiempo duraría lo bonito de esa escena, sin que alguno de los dos comenzara a discutir. - Bueno ya.- Lo apartó con un brazo, con cierta brusquedad. - Demasiada emotividad hermanito ¿o es que acaso la paternidad ya ha hecho de las suyas contigo? – Inevitablemente, el tono de sarcasmo en su voz seguía ahí ¿por qué no podía preguntar las cosas de forma natural?. Comenzó a caminar adentro de la habitación, buscando alejarse de su hermano y esperando una respuesta. Había hecho referencia al rubio bebé del que se había hecho cargo desde que su amiga se había marchado, cosa que trataba de echarle en cara a Joaco cada vez que podía. - Evidentemente así es.- Susurró tan bajo, que solo ella había podido escuchar. Era evidente que su hermano había cambiado mucho, lo veía con un semblante diferente o quizás solo era consecuencia de no haberlo visto durante mucho tiempo. En el fondo se alegraba de que por lo menos alguien más en esa mansión hubiera encontrado una razón para seguir adelante con su vida; volteó hacia el balcón de su habitación, el cual mostraba un hermoso atardecer y la temperatura parecía descender poco a poco. - ¿Y dónde está ese niño Joaco? Quizás si la última vez no hubieras vuelto y me hubieras dejado a cargo de él…- Sonrió maliciosamente, dejando que su hermano pensara en todas las cosas que hubieran podido ocurrir. Creyó escuchar una voz en el vestíbulo, pero seguramente habían sido alucinaciones suyas; tenía tanto tiempo sin saber de su hija, que creía que nunca más la volvería a ver. No pudo evitar pensar en las consecuencias de sus actos, sin embargo, obligó a sus pensamientos para que se centraran en una conversación que comenzaba a tornarse interesante. - ¿Pero qué…? – Exclamó la pelinegra casi con violencia, al escuchar que alguien tocaba la puerta de su habitación con extremada urgencia. Vio entrar a su elfina Breena con una expresión que parecía ser alegría o emoción… o algo que no pudo descifrar a ciencia cierta. - Señorita Valeskya… alguien… alguien la está buscando allá abajo.- Y antes de que la Granger pudiera preguntar de quién se trataba, la elfina se había marchado. ”¡Pero qué modales son esos!”, pensó bastante molesta, mientras se dirigía a la puerta. - ¿Gustas acompañarme? – Preguntó la ojivioleta, con voz inusualmente dulce, sin mirar a los ojos a su hermano. Sin esperar respuesta, se dirigió al vestíbulo y al bajar de las escaleras, vio una silueta bastante conocida para ella. - ¿Allysson? – Preguntó en voz alta, mientras se acercaba a ella. Una sensación extraña se apoderó de ella al tenerla de frente, era algo como alegría, enojo o desconcierto; después de estar un rato inmóvil frente a su hija, finalmente la abrazó y le dijo: - Bienvenida a casa ¿cómo has estado? – Sabía que era una pregunta poco apropiada para el momento, pero era lo único que podía hacer… su hija no era la única que había estado ausente en aquella mansión que hasta hace unas horas, parecía estar solitaria. Off: OMG! Hola Aimé :3
  6. Ya habían transcurrido algunos meses desde la última vez que había visitado la mansión: siempre aparecía, permanecía por unos instantes y desaparecía casi tan silenciosamente como había llegado. Todo eso era algo que se había vuelto algo bastante habitual en la Granger, quizás nadie en la casa se había percatado de sus constantes visitas, pues la mayoría solían ser a horas en las que nadie se encontraba (?) ¿O acaso era que cada vez parecía haber menos habitantes en el lugar que aún seguía considerando un hogar? Era algo que la pelinegra no podía saber a ciencia cierta, pero de lo único de lo que estaba completamente segura, es que un aura cada vez más oscura inundaba el lugar. - Veo que todavía siguen cuidando mi habitación…- Dijo secamente la ojivioleta, mientras se encontraba en el balcón, mientras que su elfina Breena la observaba desde un rincón. Se había encargado de cuidar expresamente que todo luciera impecable, como si todos los días alguien estuviera durmiendo sobre esa cama. - La verdad es que… - La joven se volteó para mirar con intensidad a su fiel elfina. Con un movimiento brusco de su mano, apartó su túnica de intenso color rojo y caminó con seguridad, hasta sentarse en el borde de la cama. - Me alegra estar aquí, Breena.- Las últimas palabras habían salido con total sinceridad y más aún esa enorme sonrisa que solía caracterizarla en otros tiempos. Por un instante, sintió aquella opresión en el pecho, como si algo la estuviera acomodando; simplemente ya no era igual que antes. Una poderosa razón que la obligaba siempre a volver a aquella majestuosa mansión, era que cada vez que pisaba la habitación, los recuerdos solían invadir su mente: era la nostalgia, una tortura para ella, a la cual solía acudir de manera constante, una cita a la cual no podía faltar. De repente pareció volver a la realidad: ahora se encontraba sentada, con su elfina mirándola de forma extraña. - No te preocupes, solo estaba pensando en ciertas cosas. Puedes marcharte si gustas, por ahora no hay nada que puedas hacer por mi.- Dijo con despreocupación, mientras se tiraba sobre la cama y extendía los brazos mientras observaba el techo. - De todas formas si me marcho, siempre sabrás dónde encontrarme… eres la única de la cual no puedo escaparme, aparentemente.- A pesar de todo, aquella criatura se había convertido en su única compañera de viajes y últimamente en su confidente. La Granger creyó escuchar a su elfina murmurando algo y cerrar la puerta tras de sí; al cabo de unos instantes, pareció escuchar la risa de unos niños. ”Para ser dos, hacen mucho ruido”, pensó la ojivioleta, mientras pensaba en que tenía mucho tiempo sin ver a ningún miembro de la familia. ”¿Es el momento adecuado?” Decía para sus adentros, no sabía si quería ver a alguien. No supo cuánto tiempo estuvo inmóvil, hasta que escuchó el ruido de alguien que caminaba sobre el pasillo, lo cual no la preocupó porque nadie sabía que ella se encontraba allí. Se levantó rápidamente cuando escuchó que alguien tocaba la puerta de su habitación y abría de manera inesperada. - ¿Qué haces aquí? – Exclamó, casi conteniendo la violencia (?) Off: Hola
  7. Se encontraba en el balcón que mostraba una hermosa vista del extenso jardín que se extendía frente a ella; ”no hay rigor en este lugar…creo que harán falta unos cuantos arreglos aquí”, decía la ojivioleta para sus adentros, pensando en que la mansión lucía un poco más descuidada que la última vez que había estado allí. ”Cortar césped, sembrar un poco de plantas y quizás pintar el lugar…”, eran las ideas que comenzaban a rondar en su mente. Su habitación se encontraba igual de impecable que la última vez que había estado allí; en su rostro se dibujó una sonrisa amarga al notar la esfera de cristal que reposaba sobre uno de los muebles. - ¿Dónde rayos estará Sophie? Ahora que necesito hablar con ella se desaparece.- Exclamó un poco malhumorada después de haber transcurrido algunos minutos. - ¿Acaso no hay nadie más en esta casa? – Iba alzando la voz a medida que daba media vuelta y entraba a la habitación; se disponía a aventar un pequeño florero que descansaba sobre una mesita, cuando escuchó que alguien tocaba la puerta. - ¿Quién es? – Preguntó con brusquedad, aunque de sobra sabía que solo podía tratarse de uno de los elfos. -S..s..señorita Valeskya, ha pedido que le informáramos cuando alguien de la familia se encontrara en la mansión.- La pelinegra solo pudo suspirar y en sus labios se pudo leer claramente que decía ”por fin”, sin embargo, solo se limitó a cruzar de brazos y escuchar si Polo tenía algo más que decir.- En la sala, se encuentran dos señoritas, el amo Joaco y el joven Oliver.- Arqueó una ceja un tanto desconcertada, pero continuó escuchando un tanto impaciente. - Y.. y… hay más gente por la cocina.- Finalizó el elfo, un tanto temeroso por lo que había dicho. - ¿Más gente? ¿En la cocina? – La Granger miró fijamente los ojos marrones de aquella criatura, hasta que finalmente lo comprendió y soltó una risita. - Sophie ¿verdad? Me preguntó qué sería capaz de hacerte si se entera que acabas de revelar su ubicación. Vio con satisfacción que el rostro del elfo palidecía. - Gracias por la información… supongo.- Susurró con desgana mientras se quitaba la túnica de color carmesí que aún llevaba puesta. Bajo ésta, portaba un vestido color negro de tirantes, algo entallado y con un escote no tan pronunciado como los que su prima solía usar (?). Salió de su habitación, dejando a Polo en el interior y comenzó a bajar rápidamente las escaleras; mientras tanto iba pensando en quiénes podrían ser las visitas, aunque había olvidado preguntar cuánto tiempo llevaban en la sala. Por un momento pensó en ir a ver qué se les ofrecía, pero recordó que Joaco estaba allí y supuso que no sería necesaria su presencia, aparte que últimamente no le apetecía hablar con la gente; se dirigió directamente hacia la cocina, pensando en el sótano y los usos que había tenido últimamente. ”¿Con qué sorpresa saldrás ahora primita?”, dijo para sus adentros la Granger. Al llegar a la cocina se encontró con un par de elfos: Breena y Fredy, ambos con una cara de susto, como si hubieran visto algún fantasma. La ojivioleta no pudo evitar preguntarse si era por ella o por el extraño ruido que provenía de aquel improvisado sótano; ”mucha gente aquí”, pensó mientras que con una señal de su mano, hizo que los elfos se retiraran. Sintió un deja vú, al encontrarse nuevamente frente a la entrada del sótano; bajó cuidadosamente, mientras escuchaba voces, aunque todas eran conocidas para ella. ”Esto se encuentra de cabeza”, decía la Granger para sus adentros, mientras se imaginaba mil y una posibilidades de lo que pudiera estar ocurriendo en la parte más oscura de aquella mansión (?) . - ¡Pero qué…! – Exclamó en voz alta la joven pelinegra mientras trataba de comprender la escena que se mostraba ante sus ojos. - ¿Qué rayos se supone que estás haciendo Sophie? – Fue lo único que alcanzó a decir. Off: Me dio flojera leer, así que espero no haberme saltado nada
  8. - Aquí estoy… una vez más…- Fueron las palabras que susurró la ojjivioleta en voz alta, mientras observaba minuciosamente el amplio jardín de su casa. Obviamente nadie más se encontraba con ella, así que su frase solo fue arrastrada por el viento; ya había perdido la cuenta de las veces que se había encontrado allí, de pie, sin atreverse a entrar a la mansión Granger. Las cosas ya no eran igual que antes, había perdido toda esperanza y tal vez era por eso que veía aquel lugar tan diferente, tan… triste. Por eso, las veces anteriores solo había estado allí durante un par de minutos y se esfumaba, dejando la casa y sus recuerdos atrás. En esa ocasión era distinto, ya llevaba más de veinte minutos inmóvil, dejando que la brisa agitara su túnica color carmesí. En el fondo tenía cierto temor de lo que podría encontrarse allí: tal vez algún reproche por desaparecer repentinamente o quizás todo seguía igual que antes. Durante el tiempo que había estado fuera, se había dedicado a viajar de un lado a otro, viviendo en absoluta soledad, sin haber disfrutado de nada, solo dejando que el tiempo transcurriera, sin hacer amigos, sin encontrar algo que la motivara. Era la segunda vez que se deprimía de esa forma, solo que esta vez no se encontraba sola, estaba esa entidad que se encontraba en su cuerpo, dominando su mente y sus sentidos. Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus delgados labios, mientras pensaba en que el momento había llegado. ”Hora de empezar nuevamente”, dijo para sus adentros mientras comenzaba a caminar hacia la puerta principal; supuso que Kotaro ya había dejado de ser aquel cachorro que le gustaba correr de un lado a otro, haciendo maldades a su paso. ”Sólo será una visita, solamente eso”, era lo que repetía la pelinegra continuamente para sus adentros; no sabía por cuánto tiempo soportaría estar allí, si se quedaría definitivamente o volvería a irse. En el fondo extrañaba platicar con Sophie, seguramente tendría muchas cosas que contar; o Annick quizás ya se encontraba nuevamente allí. Inmediatamente pensó en Joacoo: quizás de todas las personas que pasaban por su mente en ese momento, él era el único con el que tenía varios asuntos que arreglar. No había olvidado la última discusión que habían tenido y no había estado de ánimos para volver a retomar el tema, aunque todo eso parecía haber pasado. Suspiró al verse frente a la puerta y, contrario a otras veces, tocó suavemente un par de veces, como si se tratara de una completa extraña. La expresión de su rostro era impasible, una de sus blancas manos hizo un breve movimiento para echar atrás un mechón de cabello. Esperó pacientemente, hasta que la entrada principal se abrió: enseguida reconoció a Polo, uno de los elfos domésticos, quien tenía una expresión de susto y se había quedado sin palabras: - ¿Es así como me recibes después de una larga temporada sin verme? – Dijo fríamente la ojivioleta, aunque casi inmediatamente suavizó su expresión e intentó sonreír. - Hola Polito, cuánto tiempo.- Dijo con desenvoltura mientras esquivaba al elfo y entraba a la mansión.- ¿Hay alguien en casa? ¿O esto ya se ha convertido en un nido de fantasmas? – Era un intento de broma que finalmente había salido como un sarcasmo bien elaborado. - Si ves a algún miembro de la familia, por favor infórmame… estaré en mi habitación, que seguramente mucho polvo ha de tener.- Sabía que esto último no era del todo cierto, sin embargo no hizo ningún comentario y comenzó a subir de manera sigilosa las escaleras. Off: Perdonen si está algo raro mi rol, tenía mucho que no escribía. Hola familia xD.
  9. Profecías, todo eran más que simples profecías, pero ¿era cierto que podían volverse una realidad? Justamente hace poco, Sophie y Valeskya habían confiado una al tan mencionado departamento de Misterios; todo involucraba a las matriarcas y obviamente a todos los que habitaban en aquella inusual mansión. Un tiempo de silencio y otro de un intenso jaleo, como era en esa ocasión; todo parecía ser un sueño, como si no existiera nada allá afuera: más allá de la guerra de fenixianos y mortífagos, solo existía aquella pequeña reunión familiar, que probablemente tenía un valioso significado para todos los que estaban presentes. Últimamente, el pasatiempo favorito de la Granger, era fastidiar a su hermano de todas las formas posibles; quizás era la forma en la que podía expresar todo aquel cariño que demostraba cuando Luna estaba presente o simplemente le gustaba ser cruel con él. Solo de recordar en cómo habían terminado la última vez que habían estado juntos en el negocio, hizo que la pelinegra cerrara un puño en señal de la rabia que se apoderó de ella en un instante. Lanzó una mirada asesina a Joacoo, esperando que la interpretara como una señal de que tenían una discusión pendiente. La voz de Sophie, trajo a la ojivioleta de vuelta a la realidad: todos se encontraban reunidos en aquel oscuro sótano, que alguna vez había sido una mazmorra, viendo aquella escena en la que la rubia se alimentaba frente a todos los presentes. No supo describir la emoción que la invadió en ese momento: era extraño, como si se tratara de un ritual en el que todos los presentes solo se dedicaban a observar mientras una se dejaba llevar por sus instintos; no la culpaba en lo absoluto, solo era un poco extraño ver a todos involucrados en esa situación. La pelinegra observaba cómo la mirada de aquel rehén iba perdiendo poco a poco la vida. - Lo siento primita, yo no como sobras.- Bromeó la joven, sin perder la expresión seria de su rostro. - Aunque no puedo decir lo mismo de Joacoo, ¿Qué opinas, hermanito? – Una vez más, se aprovechaba de la situación para molestar al ojiazul y salir aparentemente ilesa de todo eso, pues una escena de pelea no sería bien apreciada. Quizás cuando estuvieran solos, él tendría una oportunidad de vengarse; de igual forma se inclinó de hombros, pues ya había hecho ese comentario y no había marcha atrás. Se sentó en uno de los escalones, mientras veía que su prima se marchaba, bastante sastisfecha de sí misma y veía que su hermano le lanzaba una mirada de odio. Se quedó inmóvil, mientras veía que el sótano poco a poco se quedaba vacío; probablemente cada quien iba a descansar un poco después de un largo viaje o un intenso coma diabético [?]. Finalmente se quedó sola con su hermano, aunque no le decía nada, solo estaba esperando el momento idóneo para comenzar a hablar… o mejor dicho, a discutir como empezaba a hacerse costumbre. Se levantó, acomodó su túnica, dio media vuelta y comenzó a subir lentamente las escaleras; prefería esperar en la cocina a seguir presenciando el espectácu.lo. - Vamos Joacoo, que todavía tenemos algo urgente que discutir y no tengo tu tiempo.- Exclamó secamente la joven, a manera de presión. Transcurrieron unos cuantos minutos en los que su hermano salió a la luz y con una señal, le indicó que la siguiera. - En la sala estará todo bien… supongo. – Mientras caminaba, notó que el pasillo lucía completamente silencioso: ”¿Dónde se han metido todos?” Dijo para sus adentros. Como era su costumbre, empujó con violencia la puerta de la casa, topándose con una escena que no hubiera esperado antes: se trataba de su prima Sophie en una situación bastante comprometedora. Quizá en el pasado se hubiera apenado y marchado inmediatamente, pero en ese instante, la curiosidad y la diversión pudo más; arqueó una ceja, acompañada de una risa tonta y volteó a ver a su hermano. - No sabía que estuvieras tan bien acompañada, prima.- Dijo la Granger con la voz más fuerte que tenía, con toda la intención de ver el rostro del fulano [?] con el que estaba. - Y pensar que nosotros daríamos de qué hablar ¿no es así hermanito? – Finalizó burlonamente.
  10. - Empaca con cuidado las cosas, no quiero que lleguen rotas antes de llegar a la entrada.- Dijo fríamente la Granger, dirigiéndose a uno de los elfos que se encontraban allí para realizar las labores de limpieza, empacamiento y ayuda a los vendedores del Magic Mall. Vio que Taurogirl se marchaba y, contrario a lo que pensaba, en lugar de ir hacia la entrada, fue directamente hacia la segunda planta; la ojivioleta se quedó inmóvil durante algunos momentos, dudando en seguirla, porque seguramente estaría alguien más dispuesto a ayudarla. Finalmente pensó: ”¿qué más da? Lo peor que pueden decirme, es que no realice la venta… aunque más vale que no se atrevan”. Por más sigilosa que hubiera querido ser, no lo hubiera logrado, pues el ruido de sus zapatillas se hacía notar demasiado en aquel lugar; tal vez se debía al piso de madera cuidadosamente pulido. Con su mano, agitó su negra cabellera hacia atrás, mientras caminaba y pensaba que un día de ésos tendría que hacer unas compras que le faltaban. ”Servirá ir a ver qué pociones tienen disponibles… quizás algún veneno servirá”, dijo para sus adentros, imaginándose a un par de personas a las que podría suministrar esa valiosa compra. Sumida en sus pensamientos, subió las escaleras y volvió a la realidad para darse cuenta que ya se encontraba en la segunda planta. Comenzó a examinar las pociones, en lo que aquella joven realizaba sus compras; una embriagante emoción se apoderó de ella al imaginarse las cosas que podría hacer con el contenido de aquellos frascos. No supo cuánto tiempo había estado allí, solo que escuchó una voz a lo lejos, llamándola; parpadeó un par de veces para salir de su ensimismamiento y vio que la joven de cabello celeste tenía un par de pociones en sus manos, cuidándolas como si se tratara de su propia vida [?] y no podía culparla: era una cantidad considerable de galeones que pagaría por ellos. - Permítame por favor.- Dijo la Granger mientras extendía el brazo para revisar los formularios, y al cabo de unos breves instantes, dijo: - Todo se encuentra en orden, los galeones serán descontados directamente de tu bóveda, así que, si ya no tienes planeada otra adquisición, en la entrada podrás recoger las pociones y los objetos que has comprado en esta ocasión.- Finalizó.
  11. Un nuevo día había comenzado, los rayos solares entraban a través de las ventanas, acompañado de un calor que era asfixiante para la ojivioleta. Acomodó su túnica, que en esa ocasión era de un intenso color carmesí, mientras examinaba minuciosamente las estanterías y de vez en cuando deteniéndose para acomodar uno que otro objeto que se encontraba fuera de lugar. Trabajar en el Magic Mall no había resultado como ella se lo había imaginado desde el principio: quizás el hecho de que en aquella ocasión en la cual había acudido a comprar con su mascota y que la tienda estuviera abarrotada de gente, hizo que pensara que todos los días resultarían así. Para su fortuna, todo estaba demasiado tranquilo, aunque la Granger se preguntaba cómo es que habiendo tantas cosas que para ella resultaban indispensables, para otros no era así; suspiró, mientras caminaba a través de los pasillos y veía los cristales que dejaban ver una hermosa vista hacia el exterior. Si no fuera por este horrible calor, dijo para sus adentros mientras veía que una joven parecía sumamente interesada en lo que se vendía allí. Prefirió esperar hasta ver que realizara todas sus compras y solo se acercaría hasta que finalizara o en el caso de que hubiera dudas con la adquisición. Los minutos transcurrían lentamente y la joven pelinegra solo observaba a aquella cliente mientras hacía sus compras. Parece tener llenos los bolsillos, pensó al mismo tiempo que decidía acercarse a ayudarla. Sus pasos eran prudentes, marcando la distancia para que no se sintiera acosada [?] y esperó a que los objetos ya se hubieran acumulado. Resultaba extraño para la ojivioleta el hecho de estar ahí, dando muestras de amabilidad con personas que apenas conocía, pero aún así, le agradaba más que estar en su casa. Sin embargo, cuando vio que la joven parecía estar dispuesta a pagar, se acercó con la mayor prudencia que tuvo y saludó: - Buen día, bienvenida al Magic Mall ¿eso es todo lo que vas a adquirir? Saludó mientras su mirada se dirigía hacia las cosas que llevaba cargando. - Puedes dejar todo aquí, mientras reviso que todo esté en orden.- Con un breve movimiento, señaló el lujoso aparador que se encontraba a unos cuantos metros de ellas; con otro gesto, pidió los formularios para revisarlos minuciosamente. - El caldero mediano tendría un precio de 225 Galeones y de la balanza serían 50 Galeones. Por lo tanto, si no tienes ningún inconveniente con los precios, sería un total de 825 galeones a pagar y todo quedará en orden. - Hizo una breve pausa, esperando a que Tauro estuviera de acuerdo. - Si piensas seguir realizando más compras, puedes dejar esto aquí y cuando salgas, pasas a la entrada, en donde tendrán todo empaquetado y listo para que te lo lleves.- Murmuró finalmente y sonrió. Off: Holis maldetosa honoraria :3 ya quedó lista la compra; en cuanto a lo del caldero y la balanza, te he asignado esos precios que ya te indiqué en el rol. En caso de cualquier cambio, te lo haré notificar y para tus próximas compras, solo aclararte que cuando se trata de objetos mágicos, es la letra B y no la O xD. Vuelve pronto ^^
  12. La ojivioleta se quedó observando la escena que había descubierto e inmediatamente pensó en todo lo ocurrido: ”¿Cómo es posible que aún esté jugando con este pobre tipo? Si es lo que tenía escondido desde la última vez que estuvimos aquí, pues… seguramente ya se hubiera agusanado si estuviera muerto” (?), dijo para sus adentros al mismo tiempo que avanzaba unos cuantos pasos para acercarse a Sophie y su preciado rehén, el cual se encontraba paralizado, viéndolas a ambas. La bruja movió la cabeza en señal de negación, como si quisiera demostrar que las mínimas posibilidades que tenía el humano de escapar se habían reducido hasta quedar en nada. Antes de que pudiera responder al comentario que había hecho su prima, una voz las sorprendió a sus espaldas; esto desconcertó a la Granger por un momento, pues hasta donde sabía, los únicos niños que había en la casa solían estar jugando en sus habitaciones en el día. Giró bruscamente hasta ver de quién se trataba. Era un niño de ojos grisáceos, al cual no había visto jamás y sin embargo, había algo en él que hizo que le llamara la atención. Solo bastaron unos cuantos segundos para ver con quién venía acompañado: se trataba de Marbetz, vieja amiga, ex compañera y ex suegra (? ). - ¿Es día de reencuentros? – Dijo en un susurro apenas audible, pues aunque le alegraba mucho tener que ver a aquellas personas que habían formado parte esencial de lo que era su pasado, no quería mostrarse demasiado afectuosa. En ese momento quiso preguntarle muchas cosas: de todo lo que había hecho y porqué había tenido que irse de esa forma tan repentina; un remolino de emociones, en donde se mezclaba la alegría y el enojo. Sin embargo, se abstuvo de hacer algún comentario, porque enseguida apareció su hermano Joacoo, quien preguntó acerca del desayuno. - Marbetz, el es Joacoo… mi hermano.- Exclamó la ojivioleta mientras cruzaba los brazos, observando aquel comportamiento que tanto le divertía de aquella chica. No pudo disimular una sonrisa al ver el rostro que ponía su hermano, pues definitivamente verlo en aprietos era su pasatiempo favorito. De no ser que tenía muchos años sin poder conciliar el sueño, podría haber jurado que se trataba uno de esos sueños en donde se veía reunida con la gente que tanto había extrañado durante tanto tiempo. Se limitó a ver la reacción de Sophie, quien no podía disimular su alegría al mismo tiempo que invocaba a su elfina para que se llevara al niño de Marbetz con los gemelos. Un grito de histeria hizo que la Granger y el resto volteara hacia la entrada, pues aparentemente había alguien más en la cocina. El instinto hizo que la bruja sacara su varita y diera un par de pasos para investigar quién era la persona que irrumpía con la tranquilidad de aquella casa (?); se quedó inmóvil al ver a Robin, quien traía un aspecto enfermizo (?) Quizás se debía al hecho de que tenía mucho tiempo sin verla y simplemente le sorprendía demasiado tenerla allí ¿de qué se trataba todo aquello? ¿Acaso era una ilusión? Mil preguntas pasaron por su mente, en donde olvidó por completo que Marbetz era la madre de aquella loca bruja que acababa de aparecer. - Ahora solo falta Annick y seguro moriremos todos.- Exclamó secamente la joven, dirigiendo una significativa mirada a Sophie. Hacía muy poco tiempo en el que habían entregado una profecía que involucraba a las matriarcas Granger y ahora estaba a punto de cumplirse. - Robin, lanzas miradas asesinas a Marbetz y creo que nosotras deberíamos hacerte lo mismo ¿En donde rayos te habías metido? – Murmuró finalmente, mientras su mirada violácea se desviaba hacia su hermano, quien como siempre, permanecía en silencio. Off: Aish, ustedes aparecen y yo me pierdo
  13. http://magicmall.harrylatino.org/imagenes/2nkuqo5.png El Concilio de Mercaderes informa que Laura H. de Ryddleturn es cliente frecuente del Magic Mall, ubicado en el Callejón Diagón, y por tanto, se le ha asignado un perfil de comprador con el objetivo de hacer más transparentes sus transacciones. A este perfil, se agregarán pronto todas las pertenencias de esta usuaria y cualquier irregularidad deberá corregirse en nuestras oficinas. El número designado a Laura H. de Ryddleturn es: 126 Atte. Valeskya Granger Miembro del Concilio de Mercaderes
  14. http://magicmall.harrylatino.org/imagenes/2nkuqo5.png El Concilio de Mercaderes informa que Noeeh Lovegood es cliente frecuente del Magic Mall, ubicado en el Callejón Diagón, y por tanto, se le ha asignado un perfil de comprador con el objetivo de hacer más transparentes sus transacciones. A este perfil, se agregarán pronto todas las pertenencias de esta usuaria y cualquier irregularidad deberá corregirse en nuestras oficinas. El número designado a Noeeh Lovegood es: 122 Atte. Valeskya Granger Miembro del Concilio de Mercaderes
  15. http://magicmall.harrylatino.org/imagenes/2nkuqo5.png El Concilio de Mercaderes informa que Spectum Crouchs Jr. es cliente frecuente del Magic Mall, ubicado en el Callejón Diagón, y por tanto, se le ha asignado un perfil de comprador con el objetivo de hacer más transparentes sus transacciones. A este perfil, se agregarán pronto todas las pertenencias de este usuario y cualquier irregularidad deberá corregirse en nuestras oficinas. El número designado a Spectum Crouchs Jr. es: 123 Atte. Valeskya Granger Miembro del Concilio de Mercaderes
  16. http://magicmall.harrylatino.org/imagenes/2nkuqo5.png El Concilio de Mercaderes informa que Lainë Marie es cliente frecuente del Magic Mall, ubicado en el Callejón Diagón, y por tanto, se le ha asignado un perfil de comprador con el objetivo de hacer más transparentes sus transacciones. A este perfil, se agregarán pronto todas las pertenencias de esta usuaria y cualquier irregularidad deberá corregirse en nuestras oficinas. El número designado a Lainë Marie es: 124 Atte. Valeskya Granger Miembro del Concilio de Mercaderes
  17. http://magicmall.harrylatino.org/imagenes/2nkuqo5.png El Concilio de Mercaderes informa que AlbusP. es cliente frecuente del Magic Mall, ubicado en el Callejón Diagón, y por tanto, se le ha asignado un perfil de comprador con el objetivo de hacer más transparentes sus transacciones. A este perfil, se agregarán pronto todas las pertenencias de este usuario y cualquier irregularidad deberá corregirse en nuestras oficinas. El número designado a AlbusP. es: 125 Atte. Valeskya Granger Miembro del Concilio de Mercaderes
  18. xD. Seguimos vivos Linda, sorry por la tardanza, pero ya está. Como te lo dije en msn, con gusto acepto que seas mi hijosa adoptiva *-* así que cuando quieras hacer rol nomás me avisas y lesto xD. En cuanto a los cambios en el árbol familiar, en un rato más los hago y todo listo. Espero que no me abandones como hija D: que tengo un pésimo historial como madre xDDD. Saludos familia Besos!
  19. - Por algo tienes que empezar, Valeskya.- Dijo la ojivioleta para sí misma, mientras caminaba por las diversas estanterías del Magic Mall, buscando algo que hacer. Tenía una extraña mezcla de emociones, pues tenía tan solo unos cuantos días que se había integrado al Concilio de Mercaderes y ahora tenía una gran responsabilidad; le costaba trabajo entender cómo era que había terminado allí, ni siquiera se lo hubiera imaginado, y sin embargo… Con un solo movimiento de su mano, acomodó su túnica de color azul marino, la cual tenía unos finísimos bordes plateados; su negra cabellera iba recogida en una sencilla coleta, dejando que uno de los mechones, cayera sobre su frente. Su mirada violácea se enfocó hacia una de las ventanas que mostraban el exterior. Al ser un edificio de varios pisos, se podía observar con claridad la gente pasando con las compras del día; el clima era bastante agradable y el cielo estaba cubierto de grises nubes que amenazaban con una torrencial lluvia. No se había dado cuenta que había llegado hasta la primera planta: la de objetos mágicos; tenía que reconocer que era la primera vez que había llegado ahí, pues ni como compradora había tenido la oportunidad de revisar los objetos que ahora se encargaría de vender. La bola de cristal fue el primer objeto que llamó su atención y no pudo evitar reírse ante la ironía de la situación. - Hay cosas que están negadas para mi.- Dijo secamente, recordando aquellos fallidos cursos en los que no había logrado progresar. Una voz a sus espaldas llamó su atención ¿acaso se estaban dirigiendo a ella? La Granger giró con cierta brusquedad y antes que pudiera soltar una respuesta cortante, recordó en dónde estaba y cuál era su trabajo. Sonrió brevemente y vio a una joven que extendía uno de los tantos formularios; extendió una de sus blancas manos para tomar aquel pergamino y examinarlo con tranquilidad. - Buenos días, qué gusto que haya elegido hacer una compra con nosotros.- La ojivioleta evitó reírse al notar lo ridícula que se escuchaba diciendo esas palabras con inusual amabilidad. - Así que un Monedero de piel de Moke… Interesante elección.- Susurró mientras veía que todos los datos estuvieran correctos. - Al parecer no hay ningún problema señorita, así que al salir del Magic Mall, tendrá este valioso producto en sus manos, a menos que quiera realizar otra compra en esta o en las demás plantas.- Dobló cuidadosamente el formulario y dijo: - Yo me quedo con esto y andaré por aquí si desea que la atienda con otra adquisición. Que tenga buen día.- Finalizó con una leve reverencia y dio media vuelta, mientras se dirigía al archivo para finalizar con la primera venta que acababa de realizar.
  20. Comenzaba a fastidiarle que nadie hubiera respondido a su llamado, pero inmediatamente se percató de la hora y se dio cuenta que probablemente algunos estuvieran durmiendo plácidamente; ”sin embargo Sophie tiene que estar por aquí”, dijo la joven ojivioleta para sus adentros. Se levantó del mueble y se dirigió hacia una de las mesas, las cuales contenían varias fotografías y no pudo evitar sentir cierta nostalgia por ello: su familia, aquellos que se habían reunido alguna vez para hacer alboroto, estaban allí, saludando alegremente. Al reconocer uno de los rostros que se encontraban allí, hizo que la Granger cambiara de expresión y que con un solo golpe, dejara el marco de la foto hacia abajo. - Falso hasta el final.- Dijo secamente, mientras que sacaba su varita y con un elegante movimiento, las cortinas se abrieran de par en par, dejando que los rayos del sol entraran libremente por aquella sala. Durante un breve instante, cubrió sus ojos de aquella luz que parecía q ue la cegaría: odiaba los días calurosos. El invierno se había ido, dejando sobre Ottery restos de nieve y un aire gélido; estaba de pie muy cerca de la ventana, observando con detenimiento el jardín mientras se preguntaba dónde se encontraba su mascota. Un ruido a sus espaldas, hizo que volteara bruscamente y apuntara con su varita hacia el origen de aquella distracción. Alzó una ceja y rió burlonamente al ver a uno de los elfos domésticos, quien se encontraba en la entrada de aquel cuarto y se mostraba aterrorizado ante la reacción de la pelinegra. - Hola Polito ¿acaso ya no me reconoces? – El tono de su voz era de una fingida dulzura, al mismo tiempo que extendía los brazos, como si estuviera esperando un abrazo de aquella criatura. Como era evidente, no hubo respuesta alguna, salvo un leve tartamudeo; Valeskya simplemente era incapaz de hacerle daño a todo aquel que se encontrara viviendo bajo aquel techo, así que se quedó en silencio y después dijo: - Estos recibimientos ya no son como los de antes. Primero hasta fiesta hacían y ahora… todo luce tan sombrío.- - Di..disculpe, la… señorita Sophie qui-quiere que vaya con ella… di-dice que le tiene una sorpresa.- ¿Acaso era su imaginación, o Polo parecía estar asustado por otra cosa? La ojivioleta hizo un gesto, como preguntándole al elfo hacia dónde tenía que dirigirse y no pudo evitar soltar una risita al ver la dirección que le señalaba. ”Parece que mi prima y yo tendremos una larga charla”, pensó burlonamente mientras se dirigía hacia la cocina; estaba casi segura que tenía que ver con lo que había ocurrido varios días atrás. - ¿Qué estarás tramando, méndiga rubia? (xD)- Dijo en un susurro la joven, mientras se daba cuenta que a medida que se acercaba, los ruidos comenzaban a escucharse con más claridad. Eran voces, y una de ellas no la había logrado reconocer; el mismo olor que había percibido en aquella ocasión, estaba presente y con mayor intensidad al ver que todo provenía de aquellas mazmorras semi abandonadas. - ¿Sophie? – Preguntó la joven, al mismo tiempo que ponía un pie en el primer escalón y se escuchaba un golpe seco: se había golpeado con la pared en la entrada. No pudo evitar mostrar una verdadera sorpresa ante lo que estaba presenciando: la habitación se encontraba iluminada de manera muy tenue, habían unas cadenas tiradas en el suelo y su prima estaba allí en compañía de un humano que la miraba aterrorizado. Quiso decir algo, pero de los labios de la joven no salió ningún sonido; era la primera vez que presenciaba algo así, aparte de que siempre habían evitado llamar la atención de esa forma; ”al parecer no soy la única que ha cambiado en esta casa”, dijo para sus adentros, mientras agitaba nuevamente su varita y la puerta de la mazmorra se cerraba tras ellos. - Vaya primita, no sabía que ahora acostumbran a dar este tipo de recibimientos.- Fue lo único que atinó a decir. - Tampoco pensé que tuvieras este tipo de diversiones.- Lo cierto es que no sabía qué era lo que iba a ocurrir a partir de ese momento. - ¿Esto es lo que habías tenido guardado desde hace tiempo? Seguramente con tanto susto que se ha llevado, su sangre ha de saber… diferente.- Dijo pausadamente y al final rompió a reír.
  21. ¿Cuándo había sido la última vez que había estado allí? La ojivioleta ya había perdido la cuenta de las veces en que se había ausentado, sin decirle nada a nadie, durante semanas; estaba segura que su familia poco o nada se enteraba de sus andanzas y por una parte eso era algo que le beneficiaba mucho, pues no tenía que rendirle cuentas a nadie de lo que iba a hacer. ”Esta vez no es la excepción”, pensó la Granger al mismo tiempo que soltaba una risita; una pequeña ráfaga de aire helado agitó su negra cabellera, alborotándola ligeramente. Con un rápido movimiento, acomodó su túnica violácea y comenzó su andanza hacia el interior de la mansión. La expresión en las delicadas facciones de la joven, era indescriptible: aquellas risas, los nervios, la tristeza y un sinfín de emociones más, se hubieran esfumado junto con Luna. Sentía que algo faltaba en su vida, algún motivo que la llevara a seguir adelante…. O tal vez era alguien; ”qué ridícula eres”, se reprochó a misma mientras sus tacones pisaban el verde césped que conformaba el amplio jardín de la mansión. Su mirada violácea giraba continuamente, esperando que en cualquier momento apareciera Kotaro para recibirla; tenía que reconocer que abandonaba continuamente a su pequeño tigre blanco, pero esperaba que sus continuas ausencias cesaran por completo. Inevitablemente, los recuerdos llegaron a la mente de Val: la última vez que había estado ahí, su prima Sophie había tenido un comportamiento extraño, pero no había logrado descubrir la causa. ”No descansaré hasta que me digas qué era lo que estabas ocultando”, dijo la bruja ojivioleta para sus adentros; quizá su hermana y la rubia ya lo habían olvidado, pero ella no. Sus pensamientos se vieron interrumpidos con el cantar de las aves que anunciaban el comienzo de un nuevo día; al alzar la mirada, se dio cuenta de que cada día la mansión lucía cada vez más vacía, aunque tenía un fuerte presentimiento de que las cosas cambiarían muy pronto. Empujó la puerta principal con fuerza, haciéndose notar así como los viejos tiempos (?). Aunque en realidad no lo aparentaba, tenía ganas de hablar con alguien, aunque fuera solo para molestar un rato; se dirigió rápidamente hacia la sala, esperando encontrarse con su prima en cualquier momento. Las cortinas aún se encontraban cerradas, aunque los rayos del sol comenzaban a filtrarse por aquella delicada tela; sin decir nada, se situó en el centro de aquella instancia y tomó aire: - ¡Sophie! ¡Sophie! ¿Dónde rayos estás? – Gritó con fuerza, al mismo tiempo que se sentaba en uno de los blancos muebles.- ¿Porqué no hay nadie que me reciba? ¿Acaso estoy pintada, o qué? – Cruzó los brazos bastante malhumorada.
  22. La Granger cruzó los brazos al escuchar la respuesta de Sophie, la cual no había sonado nada convincente en comparación de otras veces. La conocía lo suficiente como para saber cuándo decía la verdad y cuándo ocultaba algo, como era esa la ocasión. Nunca la había visto en sus cacerías, ni sabía qué olor traía cuando regresaba de ellas, pero estaba segura que esa vez era diferente; se mantuvo en silencio durante algunos instantes, en lo que trataba de ver algún titubeo por parte de la rubia, para descubrir la verdad. Se sorprendió un poco por la pregunta que le acababa de hacer su prima ¿qué debía responderle para que le dijera la verdad? La ojivioleta le hizo una señal a Polo para que se retirara en cuanto terminara de servir aquel espumoso y humeante chocolate. Tomó entre sus manos aquella taza y le dio un pequeño sorbo, dándose cuenta que estaba siendo observada por Sophie; ¿Qué es lo que tramas? Pensó la bruja, tratando de meditar una respuesta adecuada. La rubia había cambiado mucho desde que había salido de la Orden y no podía culparla, pues suficientes motivos tenía para no saber nada que tuviera que ver con ese bando; antes le preocupaba eso, pero ahora las cosas habían cambiado para ella también, así que por ahora le daba igual lo que su prima tuviera que hacer. - ¿Divertirte de otra manera? – Exclamó y se echó a reír, recordando el comentario que le había hecho a Sophie. - Te diría que eres una egoísta que no me invita a sus “excursiones” nocturnas.- Le dio un par de sorbos al chocolate, esperando haber dado la respuesta adecuada. No había terminado de pronunciar eso, cuando alguien más apareció en la cocina; se quedó un poco extrañada al ver a Annick, pues era de las pocas personas a las que no había visto desde el momento en que las cosas habían cambiado para ella. - Hablan de mí, hermanita.- Respondió secamente la Granger, mientras se preguntaba si su comentario había sido escuchado o mínimo se había percatado de su presencia, pues la pelirroja enseguida preguntó por el chocolate que estaba sobre la mesita. Sus sospechas fueron confirmadas cuando su hermana soltó el grito acusador, dirigiéndose a ella; actuó casi por instinto al ver que era apuntada con la varita, así que se levantó con brusquedad y retrocedió un par de pasos, mientras su mano se escondía entre su túnica. Sabía que era algo absurdo el hecho de ser atacada por alguien de su familia, así que para disimular, hizo lo que podía esperarse: acercarse a saludar a Annick. - No me culpes por este frío recibimiento, pero sinceramente no esperaba verte por aquí… Últimamente pasas más tiempo con los Gryffindor y no te culpo hermanita, aprovecha a Elvis todo lo que puedas, no te vaya a pasar como a mí.- Soltó amargamente la ojivioleta, mientras la abrazaba brevemente; la había extrañado, solo que le costaba demostrarle todo el afecto de antes. Creyó escuchar unos gritos provenientes del sótano y volteó a ver a su prima; sonrió maliciosamente, pero no hizo ningún comentario frente a la pelirroja. Tal parecía que Sophie también había escuchado aquel sonido, por lo que le hizo una pregunta que provocó que estuviera a punto de escupir el chocolate. - Vaya Annick, creo que ya te han descubierto.- Y rió.
  23. Este... Buenas noches ^^ Mucho tiempo sin pasar por aquí, e.e la verdad no esperaba adoptar tan pronto xD. En fin, he agregado a James en el árbol y solo queda Jose y Bella: chicos, necesito por favor que me aclaren el parentesco que quieren tener y con quien :3 Está de más que diga que han sido aceptados verdad? Cuando quieran pueden pasar a rolear y si tienen dudas, no duden en acudir con cualquiera de nosotras: vía mp, por msn (está en mi perfil)o pasándose por aquí. Saluditos n.n
  24. Se encontraba sentada en aquel pequeño parque que se encontraba detrás de la mansión Granger. Acompañada nada más por aquellas estatuas de piedra que yacían a su alrededor, contemplando a la bruja ojivioleta en silencio, como si estuvieran burlándose de ella; llevaba varias horas ahí, sin hacer absolutamente nada, salvo contemplar aquella fuente que lucía en medio de aquel improvisado lugar. El sonido del agua al caer continuamente, le resultaba algo tranquilizador; estaba molesta y sentía que toda su vida no era nada más que un absoluto fraude. La noche había caído ya y la joven podía escuchar el cantar de los grillos; levantó su mirada violácea hacia el cielo y se dio cuenta que se encontraba totalmente despejado: miles de estrellas atravesaban el firmamento y había una espectacular luna llena. ”Magnífica”, pensó la Granger al mismo tiempo que cerraba los ojos y esbozaba una leve sonrisa, mientras sus pensamientos comenzaban a agitarse. Sacudió la cabeza con firmeza, para quitar a aquella persona de su mente: ”¿Qué hago pensando en él? ¿Acaso él se ha preocupado por decirme dónde rayos está?” Claramente se refería a su esposo, el cual llevaba algún tiempo desaparecido; la bruja no sabía lo que estaba haciendo, pero sí sabía para quién estaba trabajando. Al principio no le molestaba en lo absoluto tal cosa, pero con el paso del tiempo, solo le había servido para darse cuenta que estar en ese bando solo lograba apartarlo de ella; ”bah”, resopló la ojivioleta, un tanto fastidiada por estar dándole vueltas a la situación. Después de tanto pensar, había decidido dejar a un lado todo eso: ”bye, bye pasado… bienvenida nueva vida”, sentenció la joven mientras que se ponía de pie y se disponía a entrar a la mansión. Con un ademán, hizo su cabello hacia atrás, al mismo tiempo en que sus pasos la guiaban; estaba cerca de la entrada cuando vio algo que la hizo detenerse en seco: era la imagen de dos personas y una de ellas iba levitando detrás de la otra. ”¿Pero qué rayos?” Se preguntó la Granger, un tanto extrañada y se apresuró hacia el interior. Había sido una escena bastante inusual, incluso se llegó a imaginar que algún miembro de la familia había resultado herido o algo parecido. Se apresuró a entrar a la mansión y volteó inconscientemente hacia la sala. Se dio cuenta que no había nadie de la familia, algo que comenzaba a hacerse habitual. Todo estaba en silencio, lo cual no era ninguna novedad, pues a esa hora de la noche era normal que los demás estuvieran durmiendo, salvo unas cuantas personas. Se disponía ir a su habitación cuando vio que su prima regresaba de la cocina. Tenía un aspecto un tanto extraño y parecía distraída ¿o preocupada? A la ojivioleta le dio la impresión de que algo escondía y al verla que iba hacia su habitación, decidió hablarle. - Sophie ¿Qué haciendo en la cocina a esta hora? ¿Acaso decidiste prepararte un refrigerio?- Exclamó mordazmente la joven, al mismo tiempo que percibía algo extraño en la rubia. - Hueles… distinto ¿has estado divirtiéndote? No hace falta que sea más específica ¿verdad? – [XD] Replicó la joven, entre la burla y la diversión.
  25. La joven observó con atención la escena: tal y como lo había sospechado, uno de los elfos había servido el té a la visita que estaba ahí. Volteó hacia la entrada de la salita y vio a la criatura que la miraba con sus ojos expresivos, claramente esperando a que le pidiera algo; con un ademán, la pelinegra indicó que no le apetecía nada. Inmediatamente pensó que su intervención había sido un poco brusca, pero ya no había marcha atrás, pues ahora se encontraba en la salita, escuchando lo que aquel trabajador del Ministerio tenía que informar. Se sentó cómodamente en un mueble de color blanco como la nieve, haciendo contraste con su túnica. ”Departamento de Misterios”, pensó la ojivioleta mientras acariciaba su cabello. Había escuchado hablar de ese departamento, incluso había solicitado trabajar allí cuando recién se había graduado de la Academia, sin ser aceptada. Muchas historias rondaban acerca de aquel lugar, cada una más loca que la anterior; nadie sabía con exactitud lo que hacían allí, salvo los que tenían la oportunidad de trabajar allí. ”Curioso, muy curioso”, dijo para sus adentros, al terminar de escuchar el motivo de aquella inusual visita. Antes de responder, los ojos de la bruja se posaron en el inefable, quien lucía algo agotado y daba un sorbo al té. Contuvo las ganas de decirle que tuviera cuidado de las cosas que su prima solía ofrecer, pues nunca se sabía cuándo podían resultar envenenadas (?), ya fuera intencional o no. Rió lo más discretamente que pudo y su mente comenzó a analizar lo ocurrido. Sabía perfectamente qué era una profecía, pues había tenido la oportunidad de escuchar dos en algún momento de su vida; sin embargo, desconocía el hecho de que en el Ministerio contara con un acervo especialmente para eso. La curiosidad comenzaba a invadirla y no pudo evitar inclinarse ligeramente hacia adelante, como si con ello pudiera informarse más. - Dígame… Señor.- Exclamó la Granger, arrastrando las palabras, tratando de recordar si en algún momento había escuchado el nombre de aquel personaje del Ministerio. - ¿Se puede saber con qué fin desean obtener profecías? – Estaba casi segura que no obtendría una respuesta, pero nada perdía con intentarlo. - Es decir: en esta familia poseemos una que nos fue confiada hace algún tiempo y la cual involucra a las matriarcas, dos de las cuales tiene frente a usted en este momento.- La joven ojivioleta sonrió y continuó hablando. - Es evidente que cuidamos celosamente su contenido. ¿Qué garantía tenemos de que estará a salvo con ustedes? – Preguntó con cierta brusquedad. - Disculpe si he hecho demasiadas preguntas, pero tiene que comprender que ese tipo de cosas no se confían a cualquier persona.- Dijo al cabo de un rato, con un tono de voz exageradamente educado y observó a Sophie, mientras esperaba a que ella tuviera algo que decir. Estaba segura que ella también tenía algunas dudas acerca de eso; su mirada violácea se perdió en el jardín que se mostraba en la ventana que estaba justamente atrás del inefable.

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