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Veronica Prince Rambaldi

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Mensajes publicados por Veronica Prince Rambaldi

  1. Pude notar en el rubio Malfoy que su expresión se suavizaba y algo de tranquilidad le habían transmitido mis palabras en referencia al atentado. Quizás por ello o por la necesidad de aclarar que nada había malo en la familia fue que hizo mención a los GRINCH. Me pregunté cuánta presión podría meter yo al Ministerio, pero vamos, ya lo dice la antigua frase: un mosquito no detendrá una locomotora pero volverá loco al maquinista. Sonreí y asentí agradeciendo al mago su confianza.

    —Quédese usted tranquilo Señor Malfoy, le puedo asegurar que haré cuanto esté en mis manos para hacer que se alce la voz de reclamo por la falta de seguridad para las familias de antaño y el público en general —es verdad que no hacía mucho que había regresado de Irlanda, pero las noticias que había recibido desde que lo había hecho eran unas más inquietantes que otras y por primera vez, en varios años, sentía que el Ministerio estaba a la deriva y en manos de nadie. El Malfoy estaba en lo cierto, necesitábamos la presencia auror en nuestras calles.

    —Madre —dije al ver a Malum llegando, era difícil para muchos entender la relación de madre a hija que dos mujeres jóvenes podían tener, pero cuando había estado sola y abandonada había sido mi demonio súcubo interior la que me había guiado hacia ella, porque no podíamos olvidar que el demonio que poseía Lady había engendrado al demonio que poseía yo, aunque ahora mi condición de semiveela hubiera sido revelada, la combinación de ambas era lo que nos había hecho familia.

    La voz de Datura llamó en ese momento mi atención y noté cómo de inmediato un joven mago de cabellos verdes invocaba una cúpula de agua para intentar terminar de apagar el fuego. ¡Cuánta falta haría una aquamenti máximo! Pensé mientras invocaba el hechizo común apuntando a las cosas que aún humeaban.

    —Aguamenti. Reparo —los dos hechizos se repetían una y otra vez mezclados con algún —fregotego —para intentar limpiar y despejar algunas áreas. Mientras eso hacía mi cabeza maquinaba ya mi próxima publicación.


     

    Spoiler

    El infierno más temido.
    por Verónica Prince

    Si hay algo que ha caracterizado al mundo mágico por mucho tiempo ha sido su capacidad de autogestionarse y regenerarse a sí mismo. Muchos años fue la familia Malfoy una ausente, ocupada con su vida familiar y sus propios intereses quien ocupó la cabeza ministerial de nuestra patria. Sin embargo, aún a pesar de la mano firme del ministro Crazy Malfoy y de su Vice Ministra Mackenzie Malfoy, su hija, las cosas tuvieron un pequeño cimbronazo que nos llevó a que fuera un Black quien ocupara su lugar años después, para pasar luego a manos de una Potter Blue el codiciado puesto de Ministro, y vaya si ambos se hicieron notar.

    Aaron Black Yaxley dejó su impronta sembrando de dudas el sentido de la paz al hacer desaparecer el estatuto del secreto de la magia.  ¿Y quién no recuerda los mil y un edictos de Sagitas Potter Blue y su secretario tan particular? Ellos hasta se dieron el lujo de arrestar al ex ministro. Por cierto ¿qué es de él en Azkabán? Aunque me han dicho que le han visto suelto. ¿Nos habrán engañado nuestros ojos? O al Señor Linmer que se vanaglorió de ello junto a otras cualidades particulares suyas.

    Pero no nos vayamos del tema. ¿Quién es hoy el ministro de magia? ¿Quién es Rory Despard? Un mago criado entre muggles, que cree más en los santos y la paz que en utilizar sus aurores para defender a su pueblo. Sí, porque la realidad es que durante su mandato nos vimos invadidos por portales mágicos y minerales de otros mundos, Stonehenge pasó a ser un lugar cerrado como secreto de estado. La droga mágica comenzó a circular y solo fuimos advertidos por el Ministerio Italiano y sus representantes. Hubo homicidios y desapariciones sin explicar y muchas de ellas atribuídas a un grupo que desde la Navidad ha ido destruyendo y minando la vida de las familias mágicas: los GRINCH.

    Y la escalada de violencia ha ido en aumento hasta llegar a explotar. Literalmente. Los GRINCH destruyeron en una vasta explosión la Mansión de la Familia Malfoy. Y eso es un horror si pensamos que esta tradicional, pura y ancestral familia debería ser una de las más respetadas y cuidadas del mundo mágico. ¿Dónde está la seguridad? ¿Dónde están los aurores? ¿Dónde los inquisidores de antaño? ¿Los inefables? ¿Dónde está el Departamento de Accidentes Magicos y Catástrofes? Pero sobre todo ¿dónde está el ministro de magia?

    Nada nos deja más en soledad que la alegría si se va, reza una antigua canción y yo les digo mis amigos, nada nos deja más en soledad que el abandono de aquellos que deberían velar por su pueblo y su seguridad. Estamos sin pastor, también literalmente, y no somos ovejas perdidas. Y estamos en un infierno, también literal, porque una familia podría haber muerto entre las llamas y nadie hace nada, más que la propia familia y sus allegados. Estamos en soledad y sin saber quién podría ser la próxima víctima.

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  2. Por suerte para nosotros los aurores no eran más que una docena y los habíamos localizado. Algunos de ellos habían creído que éramos parte de su grupo, pero no era tan simple utilizar nuestra magia y lo notamos cuando algunos de los magos comenzaron a seguirnos. Pude notar que Datura me había salvado y había logrado evitar que un hechizo impactara en mí, pero había quedado sin su capa y en ese momento que él atacaba noté como uno de los aurores lanzaba un hechizo para protegerse a él y a uno de sus compañeros “detritus” le escuché pronunciar y en el momento en que estaba por atacarnos no lo dudé.

    —Espejo de niebla, detritus —pronuncié protegiéndonos a Luna y a mí de nuevos ataques mientras apuntaba a los magos que estaban aún en pie —zancadilla, zancadilla —ambos quedaron en el suelo de bruces atados con el lazo mágico, dándonos el tiempo suficiente para que pudiéramos escapar tras dejarlos a todos fuera de combate.

    Aunque las escarpadas líneas de Gringotts nos jugaban casi tan en contra como los propios humanos a los que habíamos esquivado, al menos el tiempo parecía correr a nuestro favor a medida que procedíamos a descender hacia el tercer nivel. Pensé que todo estaba correcto hasta que de pronto una andanada de filamentos de fuego parecieron venir de ningún lado en particular.

    —¡Cuidado! —grité en un primer lugar para luego susurrar —Flechas de fuego —consciente que había leído de ellas pero no había visto ningunas en acción hasta que un pequeño puñado de ellas rozó mi brazo izquierdo arrancándome un gemido de dolor, el detritus debería habernos protegido un poco más, pensé teniendo en cuenta que el hechizo duraba dos turnos en un duelo, pero claro, no tenía en cuenta que nos habíamos tenido que defender de los ataques de los aurores antes.[Salvaguarda Mágica, pensé volviéndome intangible y evitando así, mientras corría, que más flechas de fuego me hicieran impacto.

    Aguamenti, fue mi siguiente pensamiento y la herida que había sufrido en mi brazo dejó de quemar, esos filamentos de fuego eran horribles y para poder terminar de curarme lo dudé, sabía que en cierta forma estaba siendo sometida a una prueba, Badru quería saber si éramos capaces de utilizar los hechizos de los libros. ¿Y si todo era falso y estábamos en una sala de los menesteres? No importaba en demasía, pero sí, el demostrarle qué hechizos utilizaba para poder curarme, tenía aún hasta un “tercer turno” para terminar de curar mi herida pero lo haría ahora, antes de bajar al cuarto nivel y, si Badru lo podía notar, no lo haría con un episkey, sino utilizando el hechizo que salía en los libros. Curación, pensé y el efecto terminó de sanar mi herida, ahora solo tenía una objeción, en los duelos no se podía volver a utilizar y el amuleto al no tener el conocimiento no me servía, solo me restaba pensar que para el siguiente nivel si me fuera a servir un episkey si algo me pasaba porque si no, me la vería en figurillas por haberme apresurado a  utilizar el hechizo del libro.

    —¿Cómo llegamos al próximo nivel? —pregunté, girándome hacia ellos mientras quedábamos a la protección de una especie de túnel en el que las flechas de fuego ya no nos podían herir —¿están todos bien? —agregué sonrojada. La adrenalina me había ganado y por un momento olvidé todo lo demás, desde mi pequeño demonio que me esperaba en casa hasta mis compañeros y casi familia que estaba a mi lado allí en los pasadizos de las cámaras de seguridad de Gringotts.

     

    @ Datura  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Badru

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  3. Observé a mis compañeros y para mi sorpresa no eran tan desconocidos para mí. Estaba Luna, la joven ahijada de mi tía Ada, y Datura, a él me lo habían presentado como primo de mi madre. No habíamos tenido jamás una charla formal, ni un encuentro en el cual pudiéramos darnos a conocer o intimar en el orden familiar, pero el destino nos había querido reunir frente al maestro Uzza, y para mí eso significaba que había un plan mayor desarrollándose por gracia de alguno de los hados del destino. La cuestión era descubrir cuál.

    Pero por lo pronto mi atención se centró en el Uzza, aunque no pudiera ver el rostro completo del guerrero sus ojos, aún oscuros, eran tan expresivos que noté el leve gesto de reconocimiento que había hacia cada uno de nosotros y una sonrisa que parecía llenarlo del entusiasmo para enseñarnos.  Asentí ante sus palabras, si conocía el libro del aprendiz de brujo, pero a decir verdad nunca había aplicado la magia allí aprendida, aunque sí había traído los elementos que con el libro venían. Así, a medida que Badru los mencionaba, fui sacando de mi monedero de piel de moke cada uno de los anillos y amuleto que mencionaba. Coloqué en mi dedo anular izquierdo, primero el anillo de amistad con las bestias y a su lado, en el mismo dedo, el de las plagas para luego acomodar en una cadena de plata irrompible el amuleto volador colgando de mi cuello, bajo mi blusa.

    Ahora que habíamos repasado los hechizos, anillos y amuleto del primer libro Badru nos introdujo en el que habíamos adquirido último. Escuché atentamente las funciones del salvaguarda mágica y curación.  Con los anillos le imité y sacándolos a la luz de mi monedero me coloqué en el anular derecho el contra oídos indiscretos y junto a él, en el mismo dedo, el de escucha. El de detección de enemigos lo coloqué en la mano izquierda, en el dedo medio. Y el amuleto de curación lo ubiqué en la misma cadena que el amuleto volador, alrededor de mi cuello.

    ¿Si no sé primeros auxilios este amuleto es inútil? —pregunté al Uzza, haciendo referencia al amuleto de curación.

    Tras las dudas que habíamos planteado y que el Uzza nos explicó nos hayamos frente a un portal que el mago abrió para que llegáramos ¡oh sorpresa! a Gringotts. Mi ojimiel mirada reflejó todo el asombro que aquella situación me causaba pero al escuchar sus palabras me imaginé que aquello debía ser una situación anormal, incluso para él. Aunque, como periodista, y desconfiada, que utilizara a tres jóvenes aprendices que apenas se iniciaban en las artes de la magia Uzza para intentar recuperar los pergaminos de la cámara 467 evitando un conflicto entre Londres y Uagadou, hummm, bueno, ¿qué decir? No quería ser el chivo expiatorio, pero tampoco quería dejar de demostrar mi sapiensa ante Badru.

    —Utilicemos el amuleto volador para planear hasta el siguiente nivel —susurré dirigiéndome a mis compañeros tras que observara como Luna activaba el anillo de salvaguarda contra los oídos indiscretos, busqué en mi bolso y me eché sobre los hombros el disfraz cambiante, la anodina túnica marrón se transformó en el clásico traje que solían lucir los aurores encargados de la seguridad de Gringotts.

    Nos acercamos al borde que separaba los distintos niveles y tomé entre mis manos las alas de plata del amuleto volador, éstas de inmediato comenzaron a crecer y me permitieron planear hasta el segundo nivel, mientras centraba mi atención en el anillo detector de enemigos, activándolo, para de esa manera poder estar al tanto de lo que ocurría con los que hubiera, hombres o criaturas, en ese nivel. Así fuimos descubriendo la ubicación de los aurores que estaban en ese nivel. Miré a Datura y le susurré, aún a cubierta con el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos que había utilizado Luna.

    Deberíamos utilizar el anillo de escucha, para ver si nos han descubierto y saber lo que planean —miré al mago, en realidad tuve que elevar mis rostro, ya que el hombre del kimono tenía una altura bastante mayor en comparación con mi metro setenta y siete. Era hora de, tras esquivar a los aurores, bajar al tercer nivel.

    @ Luna Gryffindor Delacour  @ Datura  @ Badru

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  4. Las cosas comenzaban a tomar un curso más normal, aunque quizás algo acelerado, producto de la intervención de aquel mago egipcio. Miré con curiosidad el gesto proteccionista de la rubia Dumbledore abrazando a mi madre. Noté la presencia de una semigigante que curaba las heridas de Mael, no me sorprendió que él se hubiera mantenido como un gentleman.

     Lo que sí me tomó por sorpresa fue notar el gesto adusto de mí hermano Alex mientras se alejaba de su padre y la muchachita que le acompañaba. Si habían tenido un diálogo no habría sido agradable. Y las chispas de colores también fueron sorpresa, me distrajeron del corte que ambos contrayentes hacían para unir sus sangres pero ¿Pueden culparme? El rubio de traje negro que las había invocado estaba francamente atrayente.

    Y si me han de atraer fue en ese momento que mi ojimiel mirada se vio atraída hacia otra figura masculina, William, sonreí y me obligué a atender las palabras de mi madre, estaba cerca el momento en que el lazo entre mis manos pasaría vuelta a vuelta alrededor de las muñecas de la feliz pareja. 

    Me giré para quedar de frente a la ceremonia, esperando ansiosa las palabras que debían sellar el momento de la unión eterna y mágica de mi madre y el hombre que ella había elegido para que se convirtiera en mi padre.

     

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  5. Que no Nahir, que no es desconsiderado, tú te has ocupado bien del niño, lo puedes hacer bien también.

    Honestamente no la culpaba por estar molesta, Merlin se había despertado, por lo que aproveche a darle la te** mientras ella terminaba de poner en mi morral el libro que iba a cursar, una cantimplora con agua, el monedero de piel de moke que contenía, gracias al hechizo extensor, varias de mis pertenencias mágicas, entre ellas los anillos y amuletos de los dos libros que poseía. 

    –¿Cómo que no? ¿Qué mago decente saca a estas horas a una madre de su casa? –evité reír.

    Nahir, Badru no sabe quién soy yo y nada de mi historia, así que cálmate, hay leche conservada por si hace falta y Merlin estará bien, mira, tras su provechito ya duerme nuevamente.

    No podía negar que gracias a los dioses mi niño se adaptaba a cada cambio que en sus pocos meses de vida habíamos tenido. De Irlanda a la Luxure, de pasar horas con él a pasar tan poco tiempo aunque hay no retomaba mi actividad de reportera.

    Una vez que estuve en calma busqué en mi placard una blusa clara, de un tono aguamarina, sin mangas, entallada y con cuatro botones en forma de rosa. Unas babuchas de lino verde oscuro con bolsillos laterales profundos y prácticos fueron mi elección para llevar sobre el conjunto deportivo blanco. Era verano y el lugar elegido por el Uzza era algo escarpado, así que imaginé que utilizar la magia de su pueblo y n los libros implicaría una actividad por la cual mejor llevar zapatillas de cuero claro sobre unos zoquetes que apenas protegían los tobillos no era una mala elección después de todo.

    Tomé mi varita y me desaparecí aún con Nahir refunfuñando, no faltaba nada para las cuatro de la mañana y llegar a aquel terreno en la escuela de Uagadou no me llevó más que dos chasquidos de aparición. Cuando mis ojos miraron a mi alrededor allí estaba. De fondo una cordillera envuelta en la neblina del no tan cercano amanecer sobre las cuales parecía flotar tallada en la roca el famoso colegio africano a algo más de un kilómetro.

    Pero donde estábamos nosotros era más bien al pie de aquella escarpada cordillera. Aunque el suelo bajo la suela de mis zapatillas se sentía levemente escarpado pero era la característica sabana con arbustos pequeños de no más de un metro dispersos por el lugar. A lo lejos se oía el sonido del agua corriendo, hacia el este, a nuestra derecha. 

    Y pensé nuestra porque fui consciente no estaba sola, había dos figuras más a cada lado de mí, cada una a ocho metros de mí, aunque no presté atención a ellos sino a la figura más imponente para mí que estaba a siete metros de mi persona.

    Hola, soy Verónica Prince, reportera y madre, im un ujagino que es Badru, nuestro profesor –era una pobre presentación pensé mientras recogía en una coleta mí cabello claro que por tonta había llevado suelto.

    Creo que ver al joven hombre con aquella trenza en su oscuro cabello y el arco a sus espaldas pensé que me veía muy citadina. Él lucía un peto de metal mágico, las costillas a la vista, no así su rostro a medio cubrir, destacando sus oscuros ojos. Unas grebas metálicas protegían sus piernas aunque me sorprendió que estuviera descalzo. Bueno, aunque estaba pisando sobre la zona de pasto más densa, me pregunté si serían pinchosas aquellas hojas, suponía que no si él se paraba tan seguro y firme. A su lado, contra un montículo de rocas de metro y medio de altura había apoyado un carcaj que hacía juego con el arco a sus espaldas. 

    Cruce mis manos frente a mí, sosteniendo entre mis dedos mi varita.

     

     

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    Me sentía un poco desilusionado, había confiado en que podría haber obtenido más información sobre los magos y brujas que tenían las esferas de minerales. El éter efectivamente parecía haberse esfumado en él mismo, o más bien rumores de embarcaciones. Excepto por uno, que sospechaba que había empezado a recorrer las islas dejando una estela de magia a sus espaldas, apenas perceptible, pero notoria al fin y al cabo.  Ni hablemos del mineral de agua, que parecía haberse disuelto en un jarrón de la biblioteca, pútridas imágenes de la nada.

    En fin, mis únicas esperanzas eran los minerales de aire y fuego, se había visto el efecto de ambos en Ottery, tormentas e incendios, pero lo que más sospechoso resultaba es que parecía que sus dueños se habían calmado, olvidándose que lo poseían y ni siquiera hacían nada por lo que hubieran obtenido a cambio de su magia. Eso era curioso, sin embargo, si los rumores eran ciertos, eran altos rangos de los dos bandos más famosos de Gran Bretaña, lo cual hacía pensar que estarían utilizando para sus bandos dichos objetos. Lo cual me resultaba por demás de preocupante, si ya eran peligrosos sus enfrentamientos sin necesidad de magia alienígena, con ella uy, sí que sería para alquilar balcones. ¿Cuánto más serían ambos bandos capaces de destruír?

    Levanté un par de archivos más que tenía en el registro, casi olvidaba la magia de la tierra, curioso que los poseedores de ella fueran los que menos señales hubieran dado luego de los de agua. Me preguntaba cómo era posible que tener tales posibilidades de magia y poder la gente se volviera tan calma. La tierra había sido destructiva recordaba cuando utilizaban el terrea o algo así. El agua también podía ser destructiva, o sanadora, como lo mostraba el aqueora de los fenixianos. El fuego, el aire y la mente eran igual de peligrosas. Tiré todos los archivos en una de las cajas donde guardaba los historiales de investigación y me eché hacia arás en la silla, apoyando mis pies sobre la mesa. Verónica iba a estar desilusionada, aunque no tanto como me sentía yo. Iba a tener que meter mis manos una vez más en la basura para llegar a encontrar más pistas sobre esa maldita situación.

     

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  7. Estuve a punto de dar un salto y lanzar una maldición con mi varita cuando una mano sostuvo mi brazo, pero me contuve a tiempo, se trataba del mago del traje negro azulado y bordeaux. Clavé mi mirada en la suya, daba escalofrío ver tanta oscuridad que no reflejaba nada más que negrura en ellos, pero sus palabras hicieron que mi cuerpo se relajara tras aquel primer escalofrío inicial. Asentí con delicadeza, sintiéndome sonrojar por completo las mejillas.

    —Sí, aunque he reaccionado algo lento, tú lo hiciste mejor, es lo menos que podía hacer por ti —susurré algo nerviosa, mientras él ya se alejaba hacia mi madre y me permitía respirar de nuevo, porque sí, no sabía por qué su presencia había hecho que contuviera el aliento. Quizás fuera la adrenalina del momento, miré hacia la bruja que debía celebrar la ceremonia y luego a mi madre, percatándome en ese momento lo bella que ella lucía.

    Un pequeño dolor llenó mi corazón en ese momento, tenía lo mismo que ella a mi edad suponía, excepto ese amor que ella tenía ahora a su lado. Bueno, sí tenía amor, y del bueno, yo misma había elegido esa opción después de todo. Levanté la cabeza altiva y acomodé la soga de oro, plata y seda en mis manos, sin dejar de sostener preparada mi varita. La boda debía continuar y formaba parte de las escenas y promesas que serían llevadas a cabo. Ignoré por unos segundos los hechizos que habían seguido volando por unos segundos, porque era hora de estar solo para Eterno y Malum. Miré hacia los convidados y el resto de las damas ahora más cercanas a la escena. A nuestro alrededor la pared de titanio que había invocado nos rodeaba en un ángulo que seguía la línea de la costa.  

    Una suave brisa comenzaba a levantarse y el aroma de los árboles florecidos llegaban hasta nosotros, sonreí, distinguiendo en medio de ellos el aroma de los cerezos. Amaba esas flores, las cascadas de florecillas y las alfombras que ellas conformaban me hacían tener una sensación de felicidad. Quería estar con mi pequeño demonio tras la ceremonia, quería mostrarle la belleza del mundo y que no todos eran seres capaces de romper corazones o impedir la felicidad a la gente porque egoístamente la querían para ellos.

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  8. No había planeado aquello, me quedé helada cuando todo comenzó a correr como si fuera una película que de repente se liberara y la acción pasara de la cámara lenta a la rápida al doble de velocidad normal. Eché el lazo alrededor de mi brazo y aparecí mi varita en la mano hábil. Maldición, maldición, maldición, pensé intentando recordar cada lección de duelo que no ponía en práctica desde hacía diez años atrás. Por ello demoré bastante en reaccionar, el mago que había saludado a Eterno lo hizo primero y luego yo lo hice al ver que le quitaban la magia con un caudex, porque no puedes ir contra alguien así, pensé furiosa.

    —Silencius —dije  apuntando al mago egipcio –Thoth- antes de que éste volviera a hablar luego del cuadex e intercalándole impedí que dijera que lo que seguía, solo se escuchó un Var… y nada más antes de que yo me interpusiera entre el cuerpo del mago –Mael- y el egipcio que había llegado en el barco. Éste mientras tanto había utilizado un vitae, me odié a mí misma por no haber perfeccionado mi magia y de pronto me di cuenta que estaba arriesgando la vida por un desconocido teniendo a mi hijo esperando en casa, la sangre se heló en mis venas mientras volvía a sacudir mi varita.

    —Fortificum —una muralla de cuatro metros de alto y diez de largo se interpuso entre los futuros contrayentes y el mago que amenazaba mi madre, los invitados, y las damas de honor quedábamos del lado de los novios y la celebrante mientras que la embarcación del egipcio, el vitae y l propio egipcio estaban  del otro lado.

    Retrocedí un paso, mientras suspiraba nerviosa deslizando la soga a mis manos desde mi hombro.

    —Esto es una boda maldición —miré a mi madre y por unos momentos pensé en dejar en manos de mi hermanita menor la soga e ir tras el egipcio, no era una luchadora nata, pero sí me había defendido en el pasado y hasta había formado parte de las filas de la Orden del Fénix alguna vez, la sangre y el demonio en mi interior se revolvían con deseos de justicia.

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  9. Moví lentamente las manos, como si de esa manera pudiera hacer que el tiempo volviera a correr de la manera habitual. Mi ojimiel mirada pasó de las flores y las sillas hacia la joven adolescente que con su vestido rojo y una daga avanzaba hacia el altar. En ese momento me pregunté cuántos años tendría, era bonita, pero aún conservaba algunos rasgos suavemente infantiles. Me recordó un poco a mi pequeño Merlín, su expresión seria mientras avanzaba era como la de él cuando jugaba con algo nuevo. A veces sentía que mi pequeño demonio crecía más rápido que un bebé humano normal.

    Mi mirada se volvió hacia la hija de Eterno, mi pequeña media hermana, su vestido negro y brillante y su mirada tan jovial. No se parecía en nada a Leslie, pero ambas tenían un aire tan infantil, aunque no en demasía. Ambas eran bellas aunque sus estilos totalmente distintos. Volví mi mirada hacia el frente unos segundos, aquello me estaba poniendo ansiosa, la idea de que las niñas crecen y mi hijo lo haría también. A mi mente vino una conversación muy lejana: «no..no quiero tener crios de padres ausentes..jaja», recordé haberme encogido de hombros en aquel momento «Yo lo fui, así que no tengo problemas en criarlo sola, además seguro mi mamá Lady me ayuda a criarlo junto a mi tío Danny, seguro le gustará la idea, es muy bueno».  

    Mordí suavemente mi labio por dentro e intentando no dejar que las emociones ajenas me ganaran volví a mirar hacia donde debía aparecer mi madre. Al final de cuentas, sí criaría sola a mi hijo, aunque él  estaba creciendo tan rápido para mi gusto. Nunca había esperado que su padre se quedara a mi lado, como él había dicho, había probado mi punto, él no amaba a nadie más que a sí mismo y acostarse con cada mujer que se le cruzara, sin importarle a quién dañara. Una sonrisa cálida se dibujó en mis labios cuando aparté mi mirada del pasado y vi a mi tía Ada junto a mi madre en el umbral.

    Que bello vestido azul que tía Ada llevaba, en verdad la envidiaba, ella sabía tener un porte tan de reina, casi como mi madre, la emperatriz de Austria. Yo prefería ser una mujer sencilla, ya no era una niña pero las responsabilidades me habían avasallado el último año. Como había dicho el padre de mi niño, el karma, aunque yo no cometería sepuko como él.

    Mis ojos brillaban en ese momento por la emoción del momento, hubiera deseado que mi niño fuera lo bastante mayor para poder estar en la boda de su abuela y me sentía orgullosa de lo que significaba para el futuro de nuestra estirpe esta unión. Valía la pena los sacrificios que hubiera que hacer para que la felicidad se perpetuara de generación en generación por la eternidad.

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  10. Verónica Prince y James Clifford en un departamento en Londres, días antes de la boda de Malum y Eterno.

    ¿En verdad quieres que investigue eso? —mi mirada se levantó del cuaderno en el que estaba anotando lo que llamaba “Diario de Merlín”, había ido registrando cada detalle desde que había confirmado que estaba esperando a mi pequeño demonio, cerré el libro en cuya tapa una foto del pequeño y mía nos sonrió con expresión de felicidad, aún siendo tan pequeño como lo era el día que la tomaron.

    —Por favor, Jimmy, ¿desde cuándo estos temas no te causan curiosidad? Te metiste en Alemania cuando secuestraron a la tía Ada y ¿ahora te da miedo esto de los portales extraterrestres? —el pelirrojo me miró con expresión de pocos amigos, seguía ofendido conmigo por no haberle revelado mi embarazo y por negarme a contarle quién era el padre de Merlín, sabía que él era supersticioso y tenía varias cábalas, pero el tema de los planetas y la vida en otros planetas igual lo había dejado sorprendido.

    —He soñado con eso, supe que los de Accidentes desmemorizaban a los que se atrevían a acercarse una vez más, los portales ya se cerraron y los que obtuvieron los minerales —se encogió de hombros con gesto indiferente, que yo sabía bien no era real —ellos se esconden, los muggles siguen queriendo abrir los portales pero todos dicen que una bruja joven se robó el artilugio que los abría y los minerales no tienen esa función —hizo una pausa y sacó una libreta de su bolsillo, así que sí tenía interés  en el tema, me dije al ver que tenía varias notas en ella —a varios magos y brujas los minerales les reaccionaron, a otros no, pero ellos son los que más se esconden y desaparecen de sus lugares que solían frecuentar, son como “muertos vivientes—dijo lanzando un bufido, lo miré con sorpresa.

    —¿Hablas de inferis o lo que los muggles llaman zombies? —pregunté asombrada, enderezándome en la silla y observándole con interés.

    —No seas tonta, la maternidad te volvió gelatina el cerebro parece, quiero decir que desaparecieron como si se les hubiera tragado la tierra, se sabe algo de ellos por aquí, por allá, pero las pistas no llevan a nada, solo a que cada uno ha hecho de sus esferas algo nuevo, los rumores se pueden esconder pero no para siempre —dijo mi amigo Clifford y al fin pude ver en él esa veta de interés que me interesaba.

    —Así que no pudiste dar con ninguno y eso es lo que te frustra ¿eh? —lanzó un gruñido típico de su especie y luego se encogió de hombros.

    —Seguiré averiguando, algunos han mostrado el mismo terror UFO que mostraban los muggles y los no maj en el siglo pasado, ridículos, no tienen ni idea de lo que pueden tener en sus manos y el miedo los hace comportarse como salvajes, pero estoy seguro que los que más me está costando encontrar son los que realmente obtuvieron la respuesta de lo que tienen en sus manos y por eso se esconden o al menos se alejan de los que puedan acercarse a preguntar por los minerales —reconoció el irlandés y luego se inclinó, acercándose a la cuna que había a unos metros de él y miró a mi pequeño dormido —hummm sí se debe parecer a tu padre porque a ti no tanto —sabía que me había dado en el blanco, porque reaccioné ofendida al instante.

    —Claro que se parece a mí, tiene mi sonrisa, mis gestos, la forma de mi rostro —no pude continuar porque él lanzó una carcajada antes de interrumpir mis palabras con lo que más me molestaba.

    —Y el color de ojos y cabello de su padre —frené el objeto que había estado a punto de lanzarle, no fuera que errara y le diera a la cuna.

    —Ya vete James, los ojos de los bebés son claros cuando nacen y luego toman su color definitivo —su risa inundó una vez más el lugar, por suerte había acostumbrado a mi bebé a dormir con ruidos molestos.

    —No te enfades Verito, al menos es tan bonito como tú —me dio un beso en la frente e intenté que no notara que había logrado comprarme tan fácilmente y lo dejé partir rumbo a la investigación para dar con los poseedores de la magia de otro mundo.

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  11. Observar a la gente a mi alrededor era algo extraño, parecía todo transcurrir en cámara lenta. En mis manos el lazo trenzado en seda blanca, oro y plata giraba suavemente mientras lo movía entre mis manos,  sabía que luego en la ceremonia llegaría el momento en que me tocaría “participar” enlazando las manos de mi madre y su esposo, porque ya estaban a punto de dar el sí.

    Por primera vez me permití observar más a mi alrededor, aprovechando lo  que parecía un instante eterno, lo cual resultaba relativamente irónico. Mi ojimiel mirada se perdió entre los vestidos de las damas, jóvenes y no tanto que habían asistido a la Cajita Feliz. Las galas estaban a pleno pero los caballeros no se quedaban atrás, el que acompañaba a mi futuro padre adoptivo se veía más que elegante, al igual que la mayoría, todos tenían trajes que harían detener el tránsito.

    Algunos incluso aprovechaban a saludar al novio y dirigirle algunas palabras, levanté una ceja y decidí ignorar algunas palabras que la brisa llevaba hasta mis oídos, no quería creer que su significado era el que yo interpretaba, seguramente era una fracción incompleta mezclada con mi imaginación. Distinguí una cabellera verde, tal cual la que había visto aquella noche en la despedida y observé al dueño de la misma, su expresión era serie en un rostro joven y amable. Luego distinguí a lo lejos al hombre que había generado mi segundo conmoción en un año, me había dicho que vendría con su hija y distinguí a la muchacha a su lado. Sonreí divertida, era algo extraño verle en su papel paternal luego de notar su forma de ser tan particular, había más misterios en ese hombre de los que yo imaginaba.

    Giré una vez más mi mirada y distinguí la expresión de enamorado de mi hermano Alex, ¿qué decir? Él era guapo y se veía felizmente enamorado del otro guapo muchacho que acompañaba como damo de honor a Eterno, seguí su mirada de regreso cerca de mí, a su enamorado y sin darme cuenta asentí con la cabeza, era un hombre guapo, entendía perfectamente la expresión de carnero degollado de Alex aunque en mí el amor era algo que aún no se había manifestado, excepto por Merlín. Inquieta pasé el peso de mi cuerpo de un pie al otro, recordando las palabras de mi elfina que no me preocupara. Bien, no lo haría, demasiado. Necesitaba que el tiempo corriera de forma normal, extrañaba a mi pequeño demonio.

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  12. ID: 80580
    Nick (con link a la ficha) Verónica Prince Rambaldi
    Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero No. 106785
    Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento:  Bóveda No.98860
    Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso):
    Fecha: 2022-06-17

    Objeto: Monedero de piel de Moke
    Puntos: 10
    Precio: 500 G

    Objeto: -
    Puntos: -
    Precio: -

    Total de puntos: 10
    Total de Galeones: 500

    Gracias

  13. El joven me había disculpado y comentado que él también venía distraído, en realidad no podía culparle, había muy bellas damas en la despedida de mi madre, le devolví una sonrisa afectuosa, intentando expresar una nueva disculpa al notar que le había incomodad con mi observación del detalle en sus ojos. Si consideraba que los míos se volvían dorado cuando mi demonio interior me dominaba y había visto algunos magos y brujas cambiar sus ojos a tonos más llamativos solo para elevar su ego, el saber que él era alguien que nada que ver con esos egocéntricos me encantaba y debería tener cuidado de no hacerle sentir mal una vez más.

    —En verdad lo son, me encantan los bailes de máscaras, aunque no puedo negarte, me sale la periodista de adentro, aunque ahora no estoy trabajando, me encanta fijarme en los detalles e intentar descubrir quién hay detrás de alguna de ellas —lo dije en tono de confidencialidad, sonriendo divertida ante el hecho de que me llamara hermosa dama de negro.

    Hice una grácil genuflexión ante sus palabras  y le tendí la mano.

    Me permites compensarte con un baile o acompañándote a buscar un bocadillo o un trago, aunque el mío sería sin alcohol, —en cierta forma sabía que actuaba como anfitriona, solo esperaba no hacerle sentir que era una loca acosadora —¿qué me dice Monsieur William? —la idea de que llevara el nombre de Shakespeare me parecía interesante, aunque haber utilizado la forma francesa para mencionarle podía resultar raro, una costumbre quizás de cuando enseñaba Idiomas en el Claustro mágico.

    —Y cuéntame William, ¿tú a qué te dedicas? —dije mirándolo a los ojos, mientras notaba como los cantantes de la fiesta entonaban una melodía algo más movida que la anterior pero igual de bella.

    @ William Mortensen

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  14. Mi mirada ojimiel se posó en las instalaciones que habían elegido mis padres para llevar adelante su boda y conjuntamente su negocio. El jardín y el lago eran algo que enamoraba y sí, en verdad el lugar era de ensueño para una boda, aún a pesar o quizás gracias al ramo para el que había sido destinado. Algo nerviosa jugaba con el lazo con cintas doradas y plateadas que debía llevar para la ceremonia. En ese momento algo llamó mi atención, una embarcación que hacía su arribo, a los muelles del lago, parecía embrujada y desde la distancia distinguí la figura que sobresalía en la proa, distinguí en la suave brisa unos cabellos morados bajo la capucha del atuendo, debía ser la sacerdotiza que llevaría a cabo la ceremonia, vaya ingreso, pensé con una sonrisa en mis labios, mientras mi mente tomaba notas, no podía dejar de ser reportera.

    Lo más sorprendente no sería solo la sacerdotisa, sino el descubrimiento que tenía una nueva media hermana, por parte del futuro marido de mi madre adoptiva. Interesante, sonreí a la joven bruja y le hizo un gesto con mi mano libre, para luego volver mi atención a una nueva embarcación, vaya cosa, la familia era de llegar con todas las luces en verdad.

    Caminé despacio, sintiendo una emoción especial, el arribo de mi futuro padre adoptivo junto a sus dama y damo de honor marcaban mi momento de entrada, despacio comencé a recorrer la senda que llevaba hacia el altar, pasando por el pasillo que había entre las sillas de los invitados. Por unos segundos la emoción me embargo pero me obligué a continuar mi camino hasta ubicarme frente al altar, a un costado, dejando lugar para el ingreso del resto de las damas y finalmente a mi madre. Respiré profundo, era la hora del amor. 

     

     

     

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  15. La luna y la primavera suelen ser cómplices del amor, por eso la magia de las máscaras le agregan a la noche un velo que le da aún más romanticismo y misterio. Caminaba entre los invitados, intentando espiar quién podía ser quien y me preguntaba si eso era lo que éramos todos, máscaras que representábamos una función ante los demás. Es verdad que en ese año me había preguntado muchas veces el porqué de mis elecciones y el de quien me había cruzado para ser mi primera vez. Esta noche parecía haber algunas parejas que disfrutaban de lo mismo, pensé mientras desviaba la mirada para darles intimidad, no estaba allí para hacer uso de mi vuelapluma.

    Fue así, que escapando a los más románticos y observando la llegada de un mago que me pareció recurría a metamorfomagia o a una poción para cambiar lo que hubiera jurado era cabello verde y no marrón de pronto me vi tropezando, como la más torpe de todas, con un joven de traje azul y sombrero de copa. Me sostuve de su brazo y le sostuve a la vez, porque en mi repentina torpeza por poco nos tumbo a ambos al suelo [ @ William Mortensen ].

    —Oh, mil perdones, venía distraída, ¿estás bien? —pregunté clavando mi mirada en el par de ojos tras el antifaz, heterocromía, incliné suavemente mi rostro, observándole con más curiosidad aún —hola, creo que no nos han presentado, claro que las máscaras son para eso ¿no? Que descubramos luego de un rato quién es nuestro compañero de charla y bueno, un gusto mi querido desconocido, soy por ahora solo la dama de negro—hice una reverencia a la antigua tomando mi vestido, que de hecho no era el único negro en la fiesta, para luego extender mi mano con el objeto de estrechar la suya.

    La música a nuestro alrededor y las charlas se habían vuelto una misma cosa mientras me presentaba al joven mago y había olvidado mi primer objeto de curiosidad, el joven de los cabellos cambiantes. Por otra parte, aún faltaba para que Mefistófeles llegara, mi madre me había advertido de sus costumbres, aunque también me había dicho que en parte aún confiaba en él, por lo cual, esperarle no era algo que me asombrara, pero no era yo una de esas niñas románticas que esperan sentadas su cita como las novatas recién presentadas. De hecho ya había dado claras muestras de que yo misma salía adelante en la vida por mi cuenta.

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  16. Preparativos en la Mansión Luxure

    Me quedé unos largos minutos observándome en el espejo. Por mí mente pasa sn recuerdos de un año atrás, los nueve meses siguientes, el día mas especial de mí vida hasta entonces, un veinticuatro de enero, mí ritmo de vida de los últimos tres meses y como frutilla del postre los últimos días desde mí visita a Hell Moon . No había nada más excitante que esa noche. Sonreí y miré el reloj en la cómoda.

    Me estaba demorando más de lo que agradaría a mis padres, ya no era una niña y hasta mis responsabilidades lo demostraban. Había jugado con Merlín, le había alimentado tras un baño refrescante y ahora él dormía plácidamente. Nahir me había ayudado a trenzar con magia mis cabellos que se entrelazaban con cintas del mismo color que mi vestido.

    Me puse de pie, aún continuaba con la toalla envuelta en mi cuerpo, había esperado para vestirme a terminar de trenzar mis cabellos, elegí un conjunto de encaje de un bordeau oscuro y enganché el portaligas con delicadeza para luego dejar que mi elfina me ayudara con el corset y finalmente el vestido medieval que había seleccionado para asistir a la boda de mi madre.

    ¿Qué podía decir? Era un día importante para ella y por ende para mí, sobre todo pensando en la persona que había invitado, detalle algo preocupante y para nada insignificante de hecho.

    Nahir, cuídalo y si necesita algo me buscas.

    Merlin estará bien, está cansado y dormirá una de sus siestas –me tranquilizó la pequeña a mi servicio, a lo cual asentí, terminando de calzarme y tomando luego entre mis manos un lazo dorado que había sobre un almohadón de terciopelo negro. 

    Me tocaba llevar el lazo de la unión de mis padres y aquel momento era algo que me producía una emoción intensa. Me despedí con un beso suave en la frente de mi bebé y desaparecí rumbo al Complejo Cajita Feliz.

     

    Verovestido.jpg

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  17. Respiré profundo y tomé un sorbo de mi bebida, debía calmarme, lo estaba logrando lentamente, pero podía sentir esa inquietud en él y no sabía si había cometido un error al dejarme llevar por mis instintos. No esperaba que él se incomodara, pero no me había podido resistir. Le miraba de reojo mientras movía su bebida y la probaba a su vez, casi la terminó de un trago. Su expresión era pensativa, no voy a negar que me preocupé hasta que volvió a hablar.

    Sí contuve las ganas de invitarlo a que se quedara en la Luxure, seguramente querría tener libertad y no estar en el hogar donde mi madre pasaría las horas antes de abandonar su soltería. Sonreí, asintiendo y volví a notar su gesto, pensativo acariciaba sus labios, como secando alguna gota de la ambarina bebida que había consumido.

    —Sí, la prudencia —dije repitiendo la palabra que me estaba faltando cuando él hizo mención de que debía marcharse, me puse de pie para despedirle —oh, —sus palabras me habían hecho sonrojar, la idea de que me buscara era encantadora y nunca le había dicho en dónde estaba parando —bueno, tienes suerte, no me estoy hospedando en mi departamento en Londres, sino que me he instalado en la casa de madre, el hogar de los Luxure, así que solo basta que asistas a la despedida y allí me encontrarás, solo debo bajar de mi habitación a la fiesta —una vez más contuve el invitarle a la habitación y sonreí con lo último que decía que quería volver a verme —pues es un deseo mutuo y es un viaje corto, solo ven a casa y disfrutemos de la fiesta, te espero  en la Mansión Luxure, estoy segura que a pesar de las máscaras serás capaz de reconocerme —le guiñé un ojo y me acerqué a él, para darle un nuevo beso, de despedida, pero esta vez en su mejilla mientras apoyaba distraídamente mi mano acariciando su brazo —nos vemos pronto —agregué como saludo final.

    @ Alexander Joseph Luthor  @ Malum Luxure

  18. Parecía que había puesto el dedo en la llaga, observé el gesto pensativo de Mefis y me pregunté si había hecho mal en preguntar sobre su relación con mis hermanos. Asentí, sí, tendríamos tiempo y quizás para entonces con una botella de por medio o dos, junto a una chimenea. Bueno, más bien en esta época sería en una piscina, porque el clima se acercaba ya a un verano tórrido. ¿O lo tórrido sería la sensación que inundaba mi cuerpo en cada instante?

    Me obligué a volver mi mente a Hell Moon o tal vez fuera su mano sosteniendo la mía, si la vez anterior había sentido una corriente que recorría mi cuerpo ahora fue más como una certeza, me acerqué a él viéndolo a los ojos. Mi nombre en sus labios sonaba más que genial y no tenía por qué me sentía tan bien sabiendo que él me notaba y en verdad deseaba estar a mi lado.

    Sin poder evitarlo me acerqué más a él y rocé mis labios con los suyos y viéndolo a los ojos me alejé nuevamente con una sonrisa.

    —Pues sí, que lo que tenga que pasar que pase —le guiñé un ojo y acariciando su mano volví a mi lugar, dándome cuenta que de nuevo había dejado a mi madre de lado para actuar como, dude unos segundos hasta para conmigo misma, pero sí, debía reconocerlo, actuaba con todos los instintos de demonio súcubo que podía sentir vibrando dentro de mi ser, buscando entregarse de forma completa a lo que sentía en ese momento.

    —¿Dónde te quedarás estos días? —pregunté como si no hubiera ocurrido nada segundos antes y continuáramos la charla de forma amena y familiar.

    Mientras lo observaba con una expresión que podía sentir era totalmente la de una joven inocente, llevé el vaso a mis labios sin llegar a beber aún su contenido, más bien dejé deslizar mi lengua por sobre mis labios, disfrutando el sabor de los labios que acababa de probar tan descaradamente.  Definitivamente mi mente estaba sin el control total sobre mí, o quizás el único control en ese momento era el de mis instintos más básicos.

    @ Malum Luxure  @ Alexander Joseph Luthor

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  19. Me desplazaba entre las mesas de la fiesta en la Luxure, viendo a las personas que iban llegando. Intentaba que la ansiedad no me ganara, cada tanto acomodaba el vestido, notando que mis senos se veían más abultados de lo que eran antes, efecto de ello o de Merlín. Como fuera quizás no había sido buena idea la elección de un strapless. Por nonagésima vez acomodé mi cabello cuando vi llegar a otra bruja vestida de negro y dirigirse hacia donde estaban la tía Ada que acababa de bajar para luego dirigirse junto a un joven rubio al que se  acercaba a saludarle. Aún no lograba reconocer más que a ella, y a nadie más, aunque, la altura del mago que estaba en la barra junto a la bruja del vestido negro me recordó al hombre que había acudido ante la explosión de la Mansión Malfoy. 

    Pensé en acercarme a los demás, pero eso de hacer racimos de personas en un solo lugar era algo que, aunque me permitía desarrollar mis instintos de reportera, en ese momento era como meterse en la boca del lobo. Y hablando de lobos y bocas, volví a mirar hacia la puerta de entrada, esperando ver aparecer al dueño de mis pensamientos. ¿Desde cuándo era yo una persona de una sola meta? Me sorprendía a mí misma, solo una vez había tenido un objetivo obsesivo así y el resultado estaba durmiendo junto a mi elfina en el piso de arriba. 

    —Bueno, creo que debo calmarme —me susurré a mí misma mientras me acercaba a la barra de bebidas, buscando algo que pudiera consumir en ese momento, maldiciendo el no poder meter alcohol a mi cuerpo por unos cuantos meses más. 
     

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  20. Me quité la chaqueta dejándola doblada en una de las bancas junto a mí y me dirigí hacia el otro lado de la barra, aunque observaba a mi madre y era obvio que jamás llegaría a mover el cubilete de la forma en que ella lo hacía, pero notaba en cansancio en su rostro. Quizás más que cansancio lo de ella era ansiedad y preocupación por lo que vendría. El cariño en su voz y su gesto tierno era algo tan íntimo habitualmente, y en cierta forma lo estábamos. Mefis estaba contando en ese momento sobre mi hermano. Lo que me hizo sentir un ligero estremecimiento por todo el cuerpo.

    —¿Y para qué están destinados tus hijos? —me giré viéndole a los ojos, con curiosidad, era extraño saber que acababa de invitar a un par de citas al padre de mis medio hermanos y sin embargo aquello era a la vez  excitante, sobre todo por cómo él que veía cuando su expresión se suavizaba desprendiendo una sexualidad que casi podía sentir vibrando sobre mi piel.

    Reí ante sus palabras, en verdad no sabía si le envidiarían pero sí tenía en claro que como él mismo planteaba los sentimientos que me despertaba desde que le vi eran algo así como un volcán a punto de hacer erupción. Se sentía tan fuerte y tan ardiente, pero sabía que no éramos mera humareda, había más en esto y lo quería vivir y disfrutar plenamente.

    —¿Has visto como la lava corre por las laderas de un volcán? Es primero una explosión que sacude todo y luego va quemando todo a su paso lento y sin pausa —me detuve viendo de reojo a mi madre, en serio que Mefis lograba que olvidara por un momento que había alguien más a nuestro lado aparte de nosotros dos. Sostuve su mirada y sonreí.

    —No sé si te envidien y no sé si me importa lo que los demás sientan al respecto de nosotros, quiero estar contigo y lo que ocurra pues que sea lo que deba ser, solo disfrutemos el momento —ayudé a mi madre a acomodar las bebidas en los posavasos que fui disponiendo en la barra.

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  21. Dicen que las aguas de los mares más bellos tienen el color de las esmeraldas reflejados en ellas. Debía ser verdad porque era un mar de tranquilidad y perfección el que encontraba en aquella mirada tan profunda que no se separaba de la mía. Debía reconocer que por un momento me había olvidado de todo y de todos los que nos rodeaban. ¿Estaba tan mal? No quería ser descortés para con mi madre pero por más que lo intentaba no lograba dejar de ver al hombre justo frente a mí. Era como si mi alma se hubiera enredado con la suya y no quisiera soltar ese fuego que parecía abrazarme pero sin llegar a ser dañino, al contrario, era como algo cálido que ascendía desde mis entrañas.

    —El tiempo exacto, supongo que las coincidencias no existen y sí ha sido el destino el que me trajo hoy aquí —en ese momento recordé el recuerdo que había traído para enseñarle a mi madre y que yacía oculto en el bolsillo de mi chaqueta.

    Mordí levemente mi labio, no quería que eso fuera a arruinar nada, pero no podía negar lo que yo era, una bruja poseída por un demonio súcubo y, sí, madre de Merlín.  ¿Querría él ir conmigo aún a pesar de las circunstancias? En algún momento sería evidente pero que mencionara una cita hizo que mi mente dejara de lado todo instinto maternal y sonriera como una adolescente. ¿Cómo podía ser eso posible? Yo no era una niña pero a su lado sentía esa exquisita ilusión de la primera vez.

    —Una boda formal y de sangre, por lo que tengo entendido y un baile de máscaras para la despedida de solteros, al estilo veneciano —mordí mi labio una vez más para luego humedecerlo  antes de agregar —si te animas serían dos citas Mefis —en ese momento recordé que me había dicho el querida Vero con un tono de voz que había logrado derretirme ¿vería él lo que provocaba en mí? ¿le provocaría yo algo similar? Agradecí que en ese momento mirara la barra porque logró que volviera yo mismo a este mundo y no alcanzó a ver mis temores reflejados en mi rostro.

    Al igual que él me volví hacia la barra para ver la expresión de mi madre, estaba segura que algo de reprobación habría en ella, o tal vez no.

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  22. Dirigí mi mirada por unos segundos hacia un portal que se había abierto, por instinto levanté mi varita para luego bajarla al reconocer algunos de los rostros que lo atravesaban. Aunque hacía un año que no estaba en Ottery sí me había mantenido al tanto de las figuras que habían ido regresando durante mi ausencia, además, con los trajes de novio era difícil no reconocerles, pensé mientras aplicaba un tergeo a algunos de los muebles que habían sobrevivido a la explosión y que habían quedado empapados por los aguamenti que se habían lanzado en el lugar.

    El rubio caballero se me acercó presentándose y efectivamente me encontraba ante un Malfoy, aprecié su aspecto, y sí, eral el Malfoy que acababa de dar el sí horas antes de que toda la mansión explotara por los aires.

    —Encantada de conocerle Señor Malfoy, no tiene nada que agradecer, estamos tan complicados en el mundo mágico que necesitamos ayudarnos, además, hace un año mi editorial sufrió un daño similar al suyo —noté su expresión preocupada, no era precisamente por la explosión, o al menos no solo por ella, tal cual sus palabras lo reflejaban de manera muy directa.

    —Puede usted estar tranquilo que lo que vaya a publicar no hará ninguna referencia a situaciones incómodas para su familia, aunque debo confesar que no es la primera vez que debo cubrir una explosión en la que la familia Malfoy se ve envuelta, hace muchos años para El Profeta cubrí la explosión del local del patriarca de la familia, por cierto, que mal educada he sido, mi nombre es Verónica Prince, y actualmente soy reportera independiente para el United King Today o para quién me contrate para hacer alguna nota para su periódico, tengo una familia que mantener y pues aquí me ve, ayudando y cubriendo mis  trabajo favorito, ambos por igual —tras quedar tranquilo con mis palabras, o al menos eso esperaba, el Malfoy continuó agradeciendo a los presentes, entre ellos a un hombre tan alto que hubiera creído que era primo de Hagrid, me encogí de hombros mientras el Malfoy limpia, reparaba y guardaba todo aquello que había sobrevivido a la explosión.

    @ Ludwig Malfoy Haughton

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  23. Tenía que reconocer que mi insistencia por ayudar a mi madre era por la necesidad de no dejar que él notara como su presencia me hacía sentir ¿Cómo definirlo? Era algo agradable, sin dudas, hacía un año había experimentado algo similar, pero en una situación bastante distinta. Pero no, con Mefis mis instintos, mi piel, toda mi esencia vibraba. Y era algo que no entendía cómo me podía pasar con alguien que acababa de conocer.

    –¿Azazel? Interesante nombre para un elfo, sí, mamá ha decidido su boda casi de un día para el otro. Hummm interesante esperemos se dé la oportunidad de conocerlo –comenté observando la sonrisa maliciosa que se dibujaba en sus labios al hablar de fiestas. ¿Cuáles habrían venido a su mente?

    Sus ojos volvieron a encontrarse con los míos, casi pescándome infraganti viéndolo con esa curiosidad y deseo de conocerle que me estaba provocando inclinarme hacía él, aunque con un cierto temor al escuchar que hacía mucho no iba a una fiesta. ¿Y si decía que no? ¿Por qué me importaba?

     Y de pronto se produjo el contacto, me sorprendió casi tanto como sus palabras. Una suave corriente recorrió todo mi cuerpo y separé mis labios dejando escapar un suspiro. Fue fugaz, demasiado fugaz, y cuando retiró la mano hice un movimiento más que inconsciente porque a mitad de camino lo retuve, volviendo a sentir un calor agradable en los más recónditos rincones de mí ser.

    –Me encantaría, no solo a la boda, la despedida es en la Luxure –sonreí con timidez, retirando yo ahora mi mano para dejar libre la suya –no tengo otros planes, creo que te esperaba.

     

    @ Mefistofeles Evil  @ Malum Luxure

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  24. Hola Jack, que bueno que te animes a presentarte por aquí. Como ya te dije cualquier cosa que necesites por aquí andaré e incluso Ada, es muy buena para guiar gente también, es una buena amiga de mi familia mágica. Lo único que espero es que no te quiera llevar para el lado oscuro, disfruta de ser neutral por un tiempo y luego descubre que bando realmente te gusta, no te dejes guiar por la magia original de HP acá somos más cool ;)

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