Casita Snape (MM B: 104851)

[Hayame Snape Potter Black]

Se fué acercando muy, MUY despacio, con el ceño fruncido y la varita en ristre

No era la primera vez que recibía una invasión como Voldemort mandaba apropiadamente pero estando con dos pequeñuelos y dos mujeres de las cuáles, solo una tenía mínima experiencia en combate y duelos, dudaba que fueran a salir sin heridas; y hayame iba a tener que decidirse a quien proteger, siendo que de naturaleza, lo haría con los niños.

Los niños siempre iban primero.

Pero sabía que iba a sufrir grandemente como algo le sucediera a Lisette y no sabría como acudir con Sagitas para explicarle que a Ash le habían centrado una maldición en el pecho, por lo que...

Ni modo.

Se las apañaria para matar todo lo que tuviera movimiento en el interior y si salía herida, pues se aguantaría y primero sacaría cadaveres y se recuperaría como fantasma después.

-Czésar

Llamó en un susurro a sabiendas de que el viejo elfo estaba obligado a aparecer a su lado por los lazos de su especie... pero nada. Maldijo por lo bajo, un elfo domestico que no acudía al llamado de su ama solo era un elfo muerto y la familia Snape aún no era tan poderosa o grande como para estar adquiriendo y recibiendo más elfos. Y la única que le quedaba (Zapphyre) ahora era propiedad de Xell hasta donde sabía, ya que la mansión Vladimir había pasado a Reena con todo y su vieja elfina que había estado cuidando de su hijo.

Ni hablar.

Tomó el pomo de la puerta y su varita soltó unas cuantas chispas y aún así...

Frunció el ceño.

Extraño.

El anillo detector de enemigos no estaba ni zumbando ni cambiando de color. En realidad, ninguno de los adornos inútiles que supuestamente tenía para esa clase de situaciones parecía estar funcionando; lo sabía, no podía confiar en esas porquerías, así que finalmente empujó la puerta haciendo el mayor silencio posible e ingresó al dintel.

[Lisette Ryddleturn]

La chica había estado muy feliz acompañando a su novia y a su cuñada en aquel largo paseo, aceptando el hecho de que a toda la familia le hacía falta un momento como aquel acompañando a los más pequeñitos de la casa

Se sentía muy felíz y plena, al disfrutar de aquel largo día de sol y en medio de todas las plantas

Se habían llevado un largo mantel a cuadros rojos y blancos para poder colocar en el cesped de una larga extensión en una de las zonas más altas de los terrenos y varias canastas con comida para poder hacer un buen picnic todas juntas; la brisa había acariciado sus cabellos, habían reido ante las ocurrencias de Ash sobre broncearse la piel y luego, la rubia había tomado a los pequeñines para llevarlos a explorar un arroyo cercano donde se descalzó junto con el pequeño Itilion e hizo lo mismo con el pequeño Severus que aún no caminaba y se mojaron los pies, dejando que los pececillos les mordieran los dedos

Había sido en verdad un día maravilloso

Por eso cuando habían retomado el camino de regreso, tardó varios minutos en entender el cambio en los gestos y la mirada de su pareja, que ahora daba indicaciones militares como si fueran a entrar en una batalla. Abrazó con mayor fuerza al pequeño Severus contra su pecho usando un brazo y tomó firmemente la manita de Itilion, agachandose de cuclillas

-Trépa en tía Lisette, cielo- susurró la rubia de ojos claros con angustia- y agarrate fuerte de su cuello

Tenía la impresión de que pronto tendría que correr con ambos niños bien aferrados y hacer desaparición conjunta al salir de los límites de los terrenos y no quería dejarse a ninguno atrás

Su corazón casi se detuvo al ver a Hayame abrir la puerta de su casa y dió un paso hacia atrás, aguardando

[Ashley Peverell]

La bruja estaba más que preparada para cualquier cosa que fuera a acontecer.

Habían pasado una excelente tarde con los niños y eso era algo que alegraba el corazón de la Peverell que había decidido llevar su pikachu con ella para que también jugara con los niños, eso era muy importante creía, necesario para su formación como personas que también respetaran la vida y a los animalitos y además, de que ella misma tenía un alma de niña muy bien conservada.

Por eso cuando habían regresado no había pensado en nada más que no fuese el hecho de descansar en la casita de su hermana mayor y quizás jugar un ratito más con los niños y cansarlos lo suficiente para que tomaran siesta.

Pero al parecer por el momento eso iba a ser imposible por la manera tan brusca en la que su hermana mayor se había detenido con ese gesto serio que solo ponía cuando había problemas.

-¿Sucede algo Hayame?

Le había preguntado para entonces, entender la gravedad de la situación y al punto sacar su hermosa varita rosada con aroma a rosas, tomandola con ambas manos como si fueran a hacer un asalto y siguiendo a la inmortal a pocos metros por su espalda, en caso de que tuviera que ser de backup y proteger la retaguardia con valor. Y cuando su hermana abrió la puerta de su propiedad, tensó el cuerpo dispuesta a todo.

[Matt Blackner]

A Sagitas y @@Xell Vladimir Potter Black si que les gustaba aquel cartel...no era un experto haciéndolos, normalmente eran ellas quienes se encargaban de la decoración, pero al menos lo había conseguido.

- Va, @, tu siéntate y entreten a los globitos...esto podemos acabarlo nosotros.

 

Y es que utilizaría la varita para hacer que el cartelón colgara del techo, de forma que cuando @@Hayame Snape Potter Black entrase, con @ y @, lo viera frente a la puerta.

 

- Eh, dejad ese mal hum...

 

Pero callé. Escuché pasos fuera, y sentía a las tías Lissette, Ash, y a Hayame, con los niños, armando revuelo. Palidecí, poruqe la tía estab en guardia...Demonios! Como actuara antes de fijarse bien, si que íbamos a terminar siendo comida para los bichos que ocultaba en los rincones.

 

Asi qeu cuando se abrió la puerta, mi reacción fue alzar las manos en son de paz.

- Felicidades tía - dije.

[Sagitas E. Potter Blue]

¿Xell me había llamado borde? Le lancé una mirada con el ceño fruncido. ¿En serio se había creído lo de las acromántulas? Esta chiquilla era demasiado ingenua a veces, si ya me conocía..

 

-- Ya te daré yo a ti broma -- le contesté con media sonrisa, sin saber ni yo misma si era una broma o me lo había tomado en serio. Al menos, se animó con los globos parlanchines y ayudó a Heliké con ellos.

 

Yo no sabía qué decir ante la cara de mi hermana Hayame. Por un momento, sus ojos rojos y su varita alzada me indicaron que esperaba visitas. Casi miro por encima de mi hombro para saber quién había entrado en casa de Hayame hasta que me di cuenta que éramos nosotros. Levanté las dos manos en señal universal de paz.

 

-- Esto... ¿Hola...? ¿Qué haces allá arriba, Ithilion? Le vas a romper el cuello a la tita Lissette.

 

Permanecí así, precavida, hasta que Matt, detrás de nosotros, reaccionó y la felicitó. Solté todo el aire retenida y bajé las manos, poco a poco; aún no me fiaba de las reacciones de Hayame.

 

-- Eso... Hum... Felicidades... ¿Es qué no podíais haber tardado un poco más para que nos diera más tiempo de adornar tu casa? -- La mirada de mi hermana Ash me hizo carraspear. Sonreí, enseñando la dentadura. -- Sí, eso, ¡¡Felicidades!!

 

Era la señal para que los globos se acercaran a nosotros, lo que hicieron, revoloteando.

 

-- ¡Feliz cumpleaños! -- gritaron todos a la vez.

 

-- De parte de su hermana Sagitas -- dijo el violeta.

 

-- Y de su sobrina Heliké -- dijo el rojo.

 

-- Y de su marido Matt -- dijo el azul.

 

-- Y de la señorita Xell -- dijo el amarillo.

 

-- Y de toda su familia -- gritaron de nuevo todos.

[Xell Vladimir Potter Black]

Tuve que ponerme a reír porque la escena estaba siendo divertida:

 

La tía Hayame nos miraba con una varita chispeante en alto. Le seguía la tía Lisette, apretando contra su pecho a Severus y con el primo Ithilion a hombros; su mirada era de miedo y protección. La tía Ash también tenía la varita preparada y ella misma parecía lista para todo. Me sorprendió, aunque no tanto, que su arma fuera de color rosa. Toda ella era de color rosa, muy bonito. Pero ahora era un rosa decidido a presentar batalla contra los intrusos.

 

¡Contra nosotros!

 

Me puse a reír.

 

- ¡Tías! ¡Somos nosotros!

 

La tía Sagitas me había lanzado una mirada seria, supongo que porque le había llamado borde pero eso había sido antes de saber que era una broma. Después había dado suelta a los globos para que saludaran a la tía. Aplaudí, divertida con la retahila que soltaban los globitos, felices de poder ser activos en aquella fiesta. Llevaban mucho tiempo encerrados.

 

- ¡¡Felicidades en tu cumpleaños, tía Hayame!!

 

Después me acerqué a la tía Lisette para ayudarle con Ithilion. Lo tomé y conseguí que se bajara de su cuello. El niño ya estaba grande y estaba en esa edad tan linda de querer ser grande pero aún ser demasiado pequeñín.

 

- Seguro que quieres un trozo de pastel del cumpleaños de la tía Hayame.

[Hayame Snape Potter Black]

Los ojos de la bruja se abrieron grandemente y finalmente sintió verguenza de haber tenido levantada la varita, ojalá tuviera donde esconderse porque el rostro se le había puesto tan rojo como el de un enorme tomate recién cortado

-Esperen... que...!?

Soltó en un tono de voz super agudo y los ojos se le humedecieron al ver a varias criaturitas que no había visto en mucho, mucho tiempo: los globos de Accidentes ahora se alzaban con sendas felicitaciones para ella por su cumpleaños e iban dando una linea, uno por uno, como el más agradable de los recuerdos de una epoca que ya se había quedado atrás

Se cubrió la boca al ver el enorme cartel con la felicitación y luego a su familia, todavía alegre y nerviosa por haberla visto ingresar en plan de guerra

A veces era tan paranoica...

-En verdad... hicieron todo esto... por mi cumpleaños? -sollozó sin poder evitarlo y con un par de lágrimas rodando por su rostro- es... me refiero... ustedes...?

Ya no podía seguir hablando

Terminó por correr la distancia que la separaba de todos ellos y les abrazó con fuerza, empezando a temblar y a llorar con ganas, por toda la alegría que sentía y lo afortunada que era al tenerlos a ellos como una enorme e importante parte de su vida. En verdad que los adoraba a todos y cada uno de ellos por siempre

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡Dioses, qué escandalosos! -- gemí, tapándome los oídos ante los chillidos de los globos. -- ¡Callaros o tendré que petaros, lo juro!

 

Si ya ellos metían un ruido de mil demonios, Xell se unió a los gritos y felicitó a Hayame, chillando con ellos. Gruñí fuerte aunque creo que no logré hacerme oír. Había sido una mala idea el celebrar la fiesta con aquellos mete-ruidos. ¡Hala, ahora la otra! Mi hermana se emocionó al darse cuenta que el único peligro presente era tener una familia gritona a su lado que le deseaba un feliz cumpleaños.

 

-- Sí, hermana, sí... Ellos hicieron todo eso por ti. Yo no, yo sólo les acompañaba. Me obligaron...

 

Aún así, le sonreí. Era agradable ver emocionada a mi hermana porque nos habíamos acordado de que cumplía años, uno más de los miles que ya tenía encima. Era cierto... ¿Cuántos años tenía la vampiro? No estaba segura de eso. ¿Se le podía preguntar eso a una vampiro?

 

-- ¡Eh, eh, espera! ¡No...! No me llores... No me apretes... ¡No me babees! ¡¡Demonios, suelta!!

 

Ya la habíamos liado. Una vampiro llorando y moqueando... ¿Es que no podíamos comer un pastelito y cantarle y santaspascuas? ¿Por qué toda la familia era tan escandalosa que teníamos que gritarnos los unos a los otros? Empezaba a dolerme la cabeza.

 

Empujé para separarme de aquel abrazo grupal y a punto estuve de hacer un tarantallegra cuando, por fin, la presión cedió y pude respirar con tranquilidad. Me sacudí el pecho como si me hubiera manchado de polvo.

 

-- Jole... ¡Por poco me ahogas! ¿Por qué cumples años? ¿No se supone que los muertos no debieran cumplir años? Te conservas tan joven como cuando te conocí y yo hoy me he descubierto una cana.

 

Sí, creo que ese era el motivo de todo mi enfado. Me hacía vieja mayor.

[Hayame Snape Potter Black]

La pelirroja se estaba riendo bastante por las expresiones de su hermana y le guiñó un ojo

-Hey! Que ser vampiro no me excenta de celebrar el que sigo aquí y que puedo seguirte molestanto tanto tiempo como sea posible... -le dijo a su familia y les sonrió a todos enormemente, dejando ver la emoción que la llenaba por completo a lo que después, cerró los ojos y se inclinó de forma respetuosa -muchas gracias chicos, en verdad que esto es muy valioso para mi

Les dijo

Y así había sido, ese cumpleaños había sido uno de los mejores que había tenido en toda su existencia y eso se debía como siempre, a su loca familia que siempre hacía de las suyas para recordarles que sin importar lo que pasara, siempre estarían juntos

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Un tiempo después, la vampiro se encontraba barriendo en su casa mientras que se preparaba para lo que ella sentía sería la caída del meteorito o algo así como el 12-12-12 o similar

Casi escuchaba el reloj del tic tac haciendo el cuenta atrás y eso hacía que saltara muy facilmente incluso en contra de su pobre elfo que al final se había decidido a ocultarse de la vampiro

-No es su culpa -se repitió Hayame y pudo escuchar el gruñido de Severus Snape desde su chimenea

-Tu lo buscaste otra vez -dijo la voz grave del hombre y Hayame le gruñó

-No lo busque, eso siempre ha estado en mi sangre -se quejó en un tono de voz bajo antes de continuar con lo suyo, esperando que las cosas siguieran iguales al día siguiente, por su bien y el de su familia

[Ashley Peverell]

-Buenos días

Ashley había ido de visita para con su hermana y aquel día llevaba una canasta repleta de manzanas rojas pero también un montón de las verdad, aunque a Ashley le gustaban las rojas sabía que Hayame prefería las verdes porque decía que las rojas eran demasiado secas para ella y las verdes eran mucho más jugosas, pero bueno, viniendo de un vampiro que se suponía que solo chupaba sangre pero que se había adaptado con sus miles de años para comer de todo, ya no era algo que la sorprendiera tanto como antes.

Pudo ver como Czésar llegaba corriendo para saludarla, los elfos siempre eran tan amigables y tan agradables que la niña Peverell los adoraba a todos ellos y pensaba que eran de las criaturas más bonitas del mundo.

-Hola a tí también Czésar

Lo saludó con una sonrisa y le fué entregando la canasta con manzanas y su pequeño chal ya que el elfo ya se lo pedía para llevarlo a colgar, ella misma podía hacerlo pero no quería apagar el entusiasmo del elfo doméstico que hacía todas esas cosas con el mayor gusto y placer

-¿Has visto a mi hermana?