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Metamorfomagia


Amara Majlis
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Mientras esperaba que la Arcana dijera algo decidió cambiar su aspecto, no era que le molestará ser hombre pero no podía hacer que el Raj fuera visto por cualquiera al fin de cuenta realmente no existía, decidió tomar su forma original mientras estaba con Amara, los tigres y Ali.

 

Su corazón latía con rapidez ante la adrenalina que sentía pero Majlis la invitó a sentarse frente suyo y con los tigres de belgala a su alrededor jugando pero dos tigres ya de bastante edad se sentaron a ambos costados suyos depositando sus cabezas en el suelo tocando ambas piernas. No tenía miedo ya que estaba a la expectativa de que Amara le dijera que debían hacer ahora. Había buscado la informacion que necesitaba y Jessie ya no estaba con ellas <<quizás está haciendo otra cosa>> pensó.

 

Al ver la mirada y tono serio de la Arcana se preguntó si le daría una misión más riesgosa, quizás necesitaba su consentimiento por si surgía un problema y terminaba herida por lo que no se sorprendió cuándo le preguntó si era capas de detener esa cacería con la habilidad.

 

- Si- le respondió inmediato.

 

No dudo ni titubeo, los tigres a su lado ronronearon coreando su afirmación, los muggles lastimaban criaturas que no podían defenderse cómo correspondía ya que ellos usaban armas y los mataban, necesitaban justicia y ella haría que los metieran presos de por vida.

 

- Puedo encargarme de esto sin problema- le respondió segura de su decidió.

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  • 1 mes más tarde...

Kaori.

El sol casi se había ocultado por completo y la brisa, antes tibia, descendió un par de grados, dos factores que obligaron a la bruja a dejar de lado el libro que había estado leyendo por las ultimas horas. Intentó estirarse, su espalda le dolía y solo hasta ese entonces notó que varias partes de su cuerpo estaban entumecidas, empezó a masajear de forma descuidada su pierna izquierda mientras seguía con la mirada a una lechuza mensajera que se dirigía a la mansión.

Minutos después un elfo apareció frente a ella para entregarle una carta, misma que había estado esperando durante algunos días. A pesar de que sabía exactamente lo que decía la abrió. Mientras la leía las dudas volvían a atormentarla, ya que no estaba del todo convencida de lo que había hecho.

Sabía usar la habilidad, después de todo nació con ella, sin embargo, desde que había llegado a ese lugar tenía la sensación de que la magia que estaba dentro de ella y que le permitía cambiar de apariencia a su antojo había disminuido, esperaba que las clases con la Arcana le ayudaran a solucionar ese pequeño problema, después de todo para realizar su “trabajo” en gran parte necesitaba de dicha habilidad. Espero a que sus piernas ya no estuvieran entumecidas, recogió el libro y empezó a caminar hacia su casa, su experiencia con otra Arcana le había enseñado que no era prudente acudir a clases en la noche. > pensó.

A pesar de que no era muy entrada la mañana, la joven bruja ya se encontraba lista para salir rumbo al Ateneo. Realizó su acostumbrada rutina de ejercicios, se había bañado y desayunado e incluso se había dado tiempo de ojear El profeta, sin encontrar nada interesante. Ya en su habitación se concentró en cambiar su aspecto, su piel se había cubierto de diminutas pecas, sus facciones que eran un tanto asiáticas, habían desaparecido. Sus ojos eran grandes, verdes, sus labios antes finos eran más gruesos y su cabello negro y largo ahora lucía de un tono rojizo corto hasta los hombros. La estatura de la mujer también era diferente, ahora era alta y su contextura era gruesa, nada que ver con lo pequeña y delicada que era.

—A ver cuánto puedo mantener el cambio— Se dijo mirándose al espejo. Se había puesto una blusa sin mangas con rayas blancas y azules, unos pantalones de mezclilla y una chaqueta azul. Tras tomar una túnica de viaje desapareció de la mansión Delacour.

Minutos más tarde y luego de preguntar por la vivienda de la que sería su maestra, Kaori tocó con suavidad tres veces la puerta de entrada. Era un lugar en apariencia tranquilo, el sonido del correr del agua en el rio era relajante, así mismo el jardín que quedaba cerca era como una invitación a pasar el día leyendo o charlando con alguien. Era una lástima que ella no estuviera ahí para ninguna de las dos cosas. A pesar de estar ansiosa por aprender cosas nuevas sobre la habilidad con que había nacido, esperaría paciente a que la Arcana Majlis la recibiera.

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La Argelina se encontraba en la parte posterior de su cabaña, habían pasado varios días desde que su última alumna había logrado su vinculación después de varios meses con ella, por lo que esos días había decidido empezar una nueva actividad. Majlis encontraba paz en el hecho de empezar una pequeña huerta donde ella pudiera cultivar las diferentes verduras que consumiría. Aquella mañana se encontraba plantando semillas de zanahorias, por lo que no había podido darle la bienvenida a la joven Delacour.

Fue hasta que la tetera dentro de la cabaña comenzó a chiflar gracias al vapor contenido dentro que buscaba la forma de cómo salir, que se dio cuenta que Kaori había llegado luciendo una hermosa cabellera rojiza, que hacían resaltar los hermosos ojos azules que tenía. Aquellos rasgos tan peculiares la hacían parecer más una Weasley, que una Delacour. Pero no hizo ningún comentario hacia aquello cuando abrió la puerta y la dejó pasar al interior.

Bienvenida pequeña, ¿Quieres un poco de té? —preguntó mientras señalaba la tetera en el fuego que se iba apagando mientras la hacía pasar.

Amara sirvió dos tazas de porcelana con un poco de infusión, las dejó sobre una pequeña mesa circular cerca de dos sillas de madera algo cómodas, para comenzar las enseñanzas de su habilidad con la dama presente. Recogió su cabellera castaña ya que el problema del cambio climático que estaba ocurriendo se estaba haciendo presente ya que en el mismo día se podía sentir un calor insoportable, como el de esa mañana, como un frío y heladas lluvias durante el resto del día

Pequeña, cuéntame, ¿qué es lo que deseas de la Metamorfomagia? —preguntó.

No espero a escuchar la respuesta que esta le iba a dar, en su lugar comenzó con un tipo de letanía.

La mayoría de las personas que vienen aquí, desean que yo les enseñe, pero como bien sabes, la Metamorfomagia no es una habilidad que requiere ser aprendida, es todo lo contrario. Las personas deberían venir a querer controlar la habilidad, no tener control sobre aquello podría traer diferentes problemas.

¿Tienes idea de qué tipo de problemas podría tener una persona que no pueda controlar su habilidad?

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Kaori.

Poco tiempo después de que la joven hubiera tocado la puerta, una mujer abrió la puerta. Dando por hecho que se trataba de su maestra Kaori sonrió en forma amable ante la cálida bienvenida. A simple vista le pareció agradable, aunque ya había tenido la oportunidad de conocer a otra arcana y sabía que las apariencias engañaban.

—Buenos días Arcana Majlis… —Saludó mientras ingresaba a la vivienda. El vestíbulo era enorme y las fotos que estaban colgadas en las paredes llamarón su atención casi de inmediato. Hubiera querido acercarse para poder observar mejor, pero considero que sería un poco imprudente, casi tanto como no aceptar él te que le estaba ofreciendo. — Sí, claro. Gracias. Espero no haberla interrumpido —Respondió apartando la mirada de las fotos.

Continuaron caminando hasta llegar a una pequeña mesa circular en donde, con cuidado, la mujer coloco las dos tazas con té, al parecer el principio de la clase sería una agradable charla. Aceptando de buen agrado la invitación, la pelirroja se sentó frente a la Arcana quien casi de inmediato le preguntó que deseaba de la metamorfomagia. Kaori quien en ese momento ya empezaba a beber del té tardo un poco en responder, aunque no hubiera podido decir palabra alguna pues Amara empezó a responderse a sí misma.

—En efecto Arcana, no he venido con usted para aprender. —Dijo dejando en su lugar la taza de té. — Desde pequeña puedo usarla, sin embargo, desde que llegue a este lugar he estado teniendo ciertos problemas para controlarla. —Ya que estaba ahí para solucionar su problema lo mejor era que fuera sincera —Es la primera vez que la uso en varios meses y justamente ahora, necesito concentrarme mucho en mantener mi apariencia actual. —Añadió señalándose a sí misma.

—Uno de los problemas sería quedarse en medio de un cambio o descubrir su identidad en el momento menos oportuno —eso ultimo había estado por sucederle en la última misión que realizo para el simposio, un verdadero problema para ella y los negocios poco lícitos a los que se dedicaba — Otro problema podría ser no poder volver a su forma original — añadió para luego volver a beber de su té.

Al hablar de aquello se preguntó si Amara estaba usando su verdadera apariencia y su pensamiento volvió a las fotografías, seguramente eran algunos de los rostros que la mujer había usado a lo largo de su vida. > pensó pues eran muchos.

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  • 3 semanas más tarde...

Entiendo pequeña. —murmuró. Para después dar un sorbo al líquido ámbar de la taza que sostenía entre sus manos mientras escuchaba las palabras de aquella joven; no podía evitar mirarla a los ojos, en el fondo comprendía que la habilidad no estaba hecha para todos y que dependía mucho de la voluntad y concentración de cada persona el no cambiar cuando no se requería hacerlo.

Por lo que me cuentas, ¿tu trabajo es de suma importancia y de demasiado peligro como para no ser tu misma… —se quedó callada unos minutos y agregó —tú mismo? —cuestionó a la mujer mientras esperaba algo más, pero ni ella misma sabía que era lo que quería de aquella joven. Necesitaba conocer un poco más de la vida de sus alumnos antes de decidir a donde llevarlos para enfrentarse a la habilidad, por lo que, la metamorfomaga se levantó de su asiento y le ofreció su mano a Kaori.

He visto que al entrar mis fotos te han llamado la atención. —dijo mientras comenzaba a cambiar a la complexión de un joven atlético con una piel color chocolate, no mayor a unos 20 años, de cabellos castaños, ojos verde oliva y una sonrisa casi perfecta con los dientes blancos, que le daban la apariencia de un ángel. Pero aún llevaba la ropa de la Arcana así que debía conseguir una ropa de acuerdo a alguien como él. —Me gustaría conocer a Kaori antes de sus primeros cambios y después de ellos. ¿Me lo permitirías?

Majlis, luciendo como un joven caminó por toda la cabaña buscando unos pantalones y una camisa que le quedaran, en el proceso cambió la complexión de un joven delgado pero atlético a uno que llevaba una vida un poco más holgazana. El cuerpo atlético se convirtió en un cuerpo con una pancita chelera que le hacía sentirse más sexy de lo que se sentía con el anterior cuerpo, se puso un pantalón de mezclilla que le llegaba un poco más arriba de media nalga y una playera en color blanco que le llegaba un poco más debajo de las caderas.

Estando completamente vestido miró a la Delacour con su vara de cristal en la mano, apunto de abrir un portal esperando a que ella aceptara a mostrarle una parte de su vida y a su vez que fuera la primera en cruzar el portal, para ir al lugar que ella eligiera en un momento de su pasado para conocerla un poco mejor.

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  • 1 mes más tarde...

Kaori.

La joven bruja escuchaba con atención las palabras de la Arcana, mientras continuaba bebiendo el té, que a decir verdad estaba delicioso. Cuando menciono el tema de su trabajo no pudo evitar tensarse, era un tema un poco delicado, pero sabía qué si quería encontrar la solución a su pequeño problema, tarde o temprano tenía que ser sincera.

—Si, en ocasiones es peligroso ser yo misma… —respondió finalmente. Decidió que tenía que mostrarse tal como era, después de todo quería la ayuda de la mujer y estaba segura de que no iría por ahí contando a las personas los secretos de sus alumnos.

Siguió con la mirada a Majilis quien había cambiado por completo la apariencia. Ella hizo lo mismo volviendo a su apariencia real, dejando de lado el cabello rojizo y las pecas. Ahora los rasgos característicos heredados de su familia japonesa, eran visibles, su larga cabellera negra le llegaba hasta la cintura y su estatura se había reducido un poco ocasionando que la ropa que llevaba le quedara un poco holgada, así que sacando la varita empezó a modificarla. > pensó Kaori, sabía exactamente a donde la llevaría.

—No creo que haya inconveniente… — respondió la bruja. No le gustaba ese recuerdo, pero, consideraba que era el inicio de todo.

Al atravesar el portal lo primero que sintió fue brisa del mar, recordaba que ese día estaba particularmente frio y sombrío. A lo lejos, en el muelle, se podía observar a un grupo de magos y brujas junto a sus hijos pequeños y es que era el inicio del año escolar. Había risas y mucha emoción al saber que pronto irían sobre el lomo de paiños gigantes a la escuela de Magia Mahautokoro.

—Yo soy aquella niña…— dijo mirando en dirección a un par de magos que estaban un poco alejados del resto, junto a ellos una pequeña niña de no mas de siete años cuyo rostro lucía triste y parecía al borde de las lágrimas.

Kaori junto al mago que en realidad era la Arcana se acercaron para poder escuchar lo que decían. —El es mi padre y él mi maestro —dijo y en su voz se podía sentir cierto resentimiento hacía los dos hombres.

—…ella así lo decidió… —decía el padre de la bruja —Yo no puedo hacerme cargo en este momento… lo sabes — añadió ante la mirada desaprobatoria del otro hombre.

—Es muy joven… lo que me pides es… puede morir…— bajo la mirada hacia la niña, que en ese momento y de forma involuntaria cambio el color de su cabello y el de sus ojos. Aquello hizo que la mirada del hombre cambiara y que su opinión sobre aceptar ser su maestro fuera diferente. —Esto lo cambia todo… está bien, quedara a mi cuidado…Cuando esté lista le entregare la moneda…—añadió.

Dichas esas palabras el padre de Kaori la empujo suavemente por la espalda, era como una transacción que en ese entonces la niña no comprendía del todo. De lo único que estaba consciente es que a partir de ese momento estaría sola, su madre gravemente enferma no podía cuidar de ella y a su padre era claro que no le importaba.

—Padre… —susurró regresando a verlo mientras el hombre tiraba de su mano.

***
—Mis padres sabían que podía cambiar… cuando tenia miedo era cuando ocurrían los cambios —Hizo una pausa —Él me enseño a controlarlo y a usar, he de admitir que no de la mejor manera, mi habilidad.—añadió siguiendo con la mirada al mago que la llevaba de la mano.

Se quedó pensando cual sería la razón para que ahora presentara ese pequeño inconveniente, quizá era su subconsciente, quizá estaba cansada de ir de un lado a otro en misiones para el Simposio y el que fuera inestable le dio cierto respiro, pero, ¿Hasta cuándo? Ya había recibido el primer aviso para que averigüe que era lo que le sucedía.

—Me preguntó por mi empleo… bueno pues soy miembro del Simposio de Ladrones—le comentó —Mi vida depende de que vuelva a la normalidad —añadió con una leve sonrisa.

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Amara en su forma masculina se quedó en silencio mientras miraba a la pequeña Kaori ser entregada a un hombre por un poco de monedas. Pudo sentir el miedo de la niña, frunció el ceño, pero no podía hacer nada para salvarla de ese momento. El mínimo cambio que presentara en ese lugar generaría un cambio en la vida de la mujer a su lado derecho. Con esa clase de eventos, ella había entendido que existían personas que no corrieron con la misma suerte que ella.

Sintió repulsión por el padre de Kaori, deseo matarlo, pero no podía, en su lugar la vida le cobraría cada minuto que su hija sufriera con creces. Se giró a ver a la mujer a su lado y le dedico una sonrisa, era el momento de volver a su cabaña, en ese momento se sentía un poco culpable de haberla llevado a ese lugar.

De regreso a su cabaña trató de disculparse, quería ofrecerle unos minutos en los que pudiera dejar de lado las escenas que había tenido que pasar de nueva cuenta.

Quie...

Sus palabras fueron silenciadas casi de inmediato con las palabras de la mujer de cabellera negra que empezaba a hablar sobre su trabajo, las palabras simposio de ladrones no era algo que ella escuchara todos los días, es más, era la primera vez que escuchaba de un grupo así.

El simposio de ladrones… ¿De qué va tu trabajo? —le pregunto.

Majlis estaba más interesada en vivir ella misma lo que era el simposio de ladrones que escuchar lo que Kaori podría contarle, pero antes de pedir que se expusiera para saciar su curiosidad y experimentar lo que ella experimentaba, antes debía hacer que la Delacour fuera capaz de controlar su habilidad.

Creo que he decidido el lugar en el que puedes ayudar.

La Arcana abrió un portal frente a ellas, el lugar elegido por Amara era un sitio en guerra, no en el pasado, si no en ese momento, la tarea que iba a tener la joven fenixiana era simple. Debía hacer que la vida de personas inocentes redujera su mortalidad, así que antes de llegar a ese lugar se dirigió de nueva cuenta a la fémina.

En estos momentos nos dirigimos a un lugar en guerra, quiero que ayudes a las personas, pero debes adquirir el aspecto de esas personas para que confíen en ti. No puedes perder la concentración, cualquier indicio de regresar a la normalidad, regresaremos aquí y tendrás que regresar a casa para volver cuando estés realmente preparada para dominar tu habilidad. ¿Entendido?

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Kaori.

Interrumpir a la Arcana antes de que se disculpara por haberla llevado a ese momento de su vida, era algo que Kaori había hecho con toda intención. No necesitaba que la mujer le tuviera pena, necesitaba que le ayudara con su problema y si para ello tenía que contarle o enseñarle, algunas partes de su vida, estaba dispuesta a hacerlo.

Como era de esperarse la mención del Simposio llamo la atención de Majilis quien le preguntó de que se trataba, en realidad no era tan complicado de explicar, eran magos y brujas que se dedicaban a robar artefactos mágicos, algunas ocasiones a pedido de alguien más, otras para venderlas en el mercado negro. En los últimos años ya no se dedicaban solo a robar, el mercado se había expandido y ahora incluso prestaban sus habilidades en beneficio de quien los contratara. Fácil de explicar, lo difícil era mantenerse con vida dentro de la organización.

Estaba a punto de explicarle de que se trataba, sin embargo, la arcana, aun en forma masculina, le informaba que ya había decidido a donde irían. Un nuevo portal se abrió frente a ella mientras su maestra le explicaba lo que debía hacer. Algo parecido a lo que en realidad hacía, una misión.

—Ayudar a las personas… — repitió. Era una responsabilidad muy grande, si no lograba controlar su habilidad muchos morirían, suspiró — Cero presiones… cero presiones — murmuró moviendo la cabeza y masajeaba su cuello en un vano intento por controlar la tensión que de pronto sentía.

Cuando el portal se estabilizo lo primero que vio era lo que en su momento debió ser una calle con varios edificios, ahora estaban en ruinas. Tardo varios minutos en saber a donde iría, era sin duda un país de oriente medio, aquellos que siempre estaban en medio de alguna disputa, ya sea política, por petróleo, oro.

Finalmente travesó el portal no había nadie cerca, la Arcana sin duda había elegido un lugar en el que no llamaría la atención de los muggles. No sabía cuánto podía tardar cumpliendo la misión que su maestra le había encomendado por lo que, sin perder tiempo, la joven de cabellos negros adoptó la apariencia de un hombre de unos treinta y cinco años aproximadamente, alto, fornido, de piel morena y ojos negros.

Lo que más se le dificultó fue conseguir ropa de militar, tenía que averiguar si existía algún refugio en el cual los civiles estarían a salvo, lejos de los bombardeos y del fuego cruzado. Dada su experiencia en obtener información, no le fue complicado indagar los planes inmediatos y a futuro que tenían los militares.

Eran buenas noticias, había un refugio a varios kilómetros al oeste de donde estaba ubicado el pueblo, la prueba real era convencer a los aldeanos de dejar lo poco que les quedaba y aceptar la ayuda. Fue entonces cuando Kaori adopto la forma de un hombre mayor, su cabello era blanco y su piel antes tersa y morena, ahora era arrugada y de un tono canela, los ojos eran cafés.

―Si queremos sobrevivir debemos aceptar la ayuda ―dijo levantando la voz en una reunión, clandestina obviamente. Era una suerte que dominara varias lenguas ―No tenemos más alternativa… ya han escuchado a los militares, en días esto será un campo de batalla y si nos quedamos solo perderemos la vida… ―esperaba que su apariencia ayudara.

El debate de si debían o no marcharse duró por varias horas, al final la mayoría aprobó hacerle caso al desconocido anciano, cuyas ropas estaban desgastadas y rotas. Nadie sabia quien era, más eso no importaba, era uno de ellos, un hombre que ya no tenia nada más que perder más que su vida.

Días después, Kaori aun en la forma del anciano, estaba junto a los demás miembros de la aldea, en un refugio. No sabía por cuanto tiempo ese lugar permanecería a salvo y sabía que no podía involucrarse más en asuntos muggles, les había comprado algo más de tiempo a esas personas y dependería de ellos saber usarlo sabiamente, aunque claro, ellos no sabían que una bruja había intervenido.

Teniendo algo claro en su mente, pues el tiempo lejos de la comunidad mágica le había ayudado a aclarar su mente, en la noche Kaori se alejó del campamento, esperaba que la Arcana la llevara de regreso. Tenía nuevos planes entre sus manos y ahora sabía que esa convicción evitaría que su habilidad volviera a fallar, tan solo había perdido el rumbo, quizá la muerte de su madre y mudarse de ciudad la habían hecho olvidar su verdadero objetivo.

―Arcana… ―susurró el hombre en cuya voz se dejaba notar su edad. ―Estoy lista para volver ― añadió esperando que Majilis la llevara de regreso a casa.

 

Tenía muchas cosas que contarle o tal vez ella estuvo observándola todo el tiempo, incluso aquella noche en que tanto le había costado mantener el aspecto de aquel militar.

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Amara fue testigo de cómo aquel lugar en el que minutos antes se encontraba Kaori con la gente de la comunidad paquistaní a la que había ido a salvar, fue bombardeada. Aquello no dejaba vida alguna, cada una de las bombas destrozaron viviendas, lo bueno era que la joven Delacour había logrado hacer que la gente se moviera de lugar, al menos les compró un par de días más de vida. Lo que pasará a partir de ese momento con esa comunidad era sólo elección de ellos.

Aun estando bajo presión la vio salir airosa, era momento de regresar a donde estaba ella. Majlis la miró con una expresión seria, no podía ocultar la preocupación y el horror que tuvo que ver con el ataque aéreo a aquella comunidad. Para ella, con lo que Kaori le mostró le daba para enviarla a la prueba de la habilidad, pero antes quería tener una pequeña conversación con ella.

¿Cómo te sientes? ¿Crees estar lista para la prueba de la habilidad?

La Arcana de metamorfomagia para ese momento ya había regresado a ser una mujer no mayor a los 70 años, que caminaba por su pequeña choza con una taza de porcelana mientras miraba a la tetera que se encontraba en el fuego. Amara tomó la tetera y se sirvió un poco del líquido ámbar que contenía en una de las tazas de porcelana y mientras esperaba que la mujer de cabellera negra se retirará del lugar o realizará alguna pregunta, caminó hasta una de las sillas mecedoras para descansar.

Si tu respuesta es positiva, ve a casa, descansa, alimentate, que la prueba que tendrás que pasar el día de mañana será muy duro.


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Kaori.

 

La adrenalina aun corría por sus venas, por poco había fallado en el objetivo que su maestra le encomendó. En otras ocasiones había usado la habilidad por periodos de tiempo largos, pero ninguna tanto como en esa y menos cambiando de aspecto tan seguido, sin duda fue una prueba para la joven bruja y se sentía muy bien de haberlo logrado.

 

―Un poco cansada he de admitirlo… ―respondió la joven de cabellos tan negros como la noche. Aun llevaba puesta la ropa paquistaní, le quedaba un poco grande y estaba muy sucia, necesitaba un buen baño.

 

―Si, creo estar lista para la prueba… ―respondió finalmente Kaori.

 

Observó a la anciana caminar por la choza preparando té y solo hasta ese momento se percató de lo hambrienta que estaba, durante la misión que le había encomendado no comió como era debido y ahora, lejos de todo aquel caos, recordó que tenía hambre.

 

―Gracias por la enseñanza Arcana, mañana a primera hora estaré aquí― dijo caminando hacía la salida ―Espero tenga una linda noche… ―añadió.

 

Tenía muchas cosas que hacer y aun más en que pensar. La prueba sabía que no sería nada sencilla y aunque no quería estar nerviosa, lo estaba. Quizá se animara a preguntarle algunos tips a alguien que ya hubiese pasado por la prueba, pero antes, debía quitarse toda esa ropa y darse una buen baño.

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