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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Candela había partido mediante el portal que la Arcana había conjurado, contenta por otra futura Oclumante en la sociedad, sonrió.

 

Se encontraba dentro de su cabaña, sentada sobre el suelo mientras inhalaba una de sus infusiones, los sahumerios inundaban con sus débiles estelas de humo toda la habitación dando una sensación de paz y tranquilidad a quienes la visitaran... Sauda era una de las ancianas más pacificas, que preferia que todos sus alumnos se regodearan de tranquilidad y confianza.

 

Aailyah se concentró en la presencia de Zoella, en la mente de la joven bruja mientras ella intentaba apaciguar sus pensamientos y mantener una actitud serena... La Arcana la saludó y la invito a que pasara dentro de su hacienda. La recibió con los ojos cerrados y una gran mueca en sus labios demostrando una sonrisa amable, Sauda no emitía palabras, todas sus conversaciones eran mediante su mente, para así agilizar el aprendizaje, darles una introducción a sus pupilos y estar atenta a sus intenciones.

 

Bienvenida sea usted, Zoella... mientras la bruja sin cabello caminaba hacia el interior Siéntate frente a mí, bebamos algo de té y platiquemos un rato antes de comenzar con tu aprendizaje tomó un pocillo de té y vertió contenido rosado dentro de el , han sido días muy arduos, y aún no logro despertar al joven que se encuentra fuera durmiendo, espero que eso no te haya causado impresión, me disculpo.

 

Era maravilloso. La bruja era realmente fuerte y había demostrado la capacidad que tenía para defenderse de incursiones mentales y físicas al mismo tiempo, así que Sauda estaba impresionada y feliz al tiempo, aunque su expresión no delataba nada de eso.

 

¿Que la trae por aquí, señorita?

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Triviani observó a su costado y había una figura para ella conocida durmiendo, negó suavemente al divisar a Jeremy pegandose una siesta de esas que duraban días y hasta meses cuando un vampiro no se alimentaba conforme lo adecuado. La bruja iba a ir a despertarlo, con maldad en su rostro cuando la puerta se abrió, casi como advirtiéndole que Sadua sabía de sus intenciones.

 

Una joven mujer afrodescendiente le daba la bienvenida a la calva. Zoella observó la piel tan tersa que se observaba y se sintió en una ilusión, la hermosura de la arcana parecía sacada de película y en su mente entró la sospecha de que como Rosália, Sauda estaba jugando con las ilusiones en su mente. Ignoró aquello, y con paso lento pero firme se acercó para sentarse frente a donde estaba estaba.

 

A su alrededor un juego de tasas decoraban el espacio, junto a una vajilla humeante que la vampira sabía guardaba alguna infusión. Escuchó la voz en su mente, esa voz desconocida que identificó como a la mujer rostro calmado frente a ella. Len observó llenar uno de los pocillos que tenía a disposición mientras le hablaba en su mente, interponiéndose entre sus pensamientos. Las palabras sobre el mago durmiendo en la entrada la hicieron soltar una suave risa "Cuando Matthew se entere de esto..." pensó, luego idearía algún plan con su hermano para hacerle alguna de sus tantas jugarretas al rubio.

 

Aceptó el pocillo humeante, con un té de color rosa que no supo identificar. Murmuró un pequeño gracias y bebió un sorbo antes de dejarla frente a sus piernas en posición de loto, su cuerpo se sintió más relajado tras el trago y supo que aquello era para ese fin, relajar a sus alumnos. Escuchó la pregunta, y frunció el ceño ¿Había ya Aailyah hurgado cara recóndito espacio de su mente? De ser así sabría las razones.

 

Lo que la ojigris ocultaba en su cabeza, podría comprometer a gran parte de la población tanto muggle como mágica. Algunas de las organizaciones mafiosas más peligrosas se movían bajo su mandato y otras eran nada más que socios de Gethava. Temió leves segundos por aquellos, pero se recompuso al levantar el mentón.

 

- Protección. Debo de proteger lo que guardo en mi mente, tengo mucha información en mis pensamientos, memorias, ideas... Nadie más que yo puede interferir en mi cabeza, y por ello acudí a usted. Rosália me está enseñando a entrar en otras mentes... Pero solo usted me puede enseñar a proteger la mia propia - confesó con calma, tomando entre sus dos manos el pocillo para beber un trago más largo que el anterior.

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  • 1 mes más tarde...

Recorrió cada uno de sus recuerdos, intentando conocer cada detalle de la mujer. Sentía como ella los rechazaba y reprimía, sin lograr superarlos simplemente. Los duelos no resueltos eran mal aliados. Zoella debería lograr realmente superar cada uno de esos momentos si deseaba lograr su cometido.

Toda persona se constituía no solo por el desarrollo de aquello que tiene en su interior, sino en la aceptación de las situaciones y vivencias. El rechazar quienes eran, que vivieron, que les había pasado para que estén exactamente en ése lugar, solo conduce a no ser verdaderos... Ella debería aprender a aceptar antes de poder ocultar su mente a los demás. Solo podría ocultar aquello que acepte, y no intente rechazar de si misma.

 

Esta vez solo entraría en sus pensamientos si ella se lo permitía, no porque no pudiera hacerlo, sino porque prefería solo inmiscuirse con su consentimiento.

 

Parecer ser que usted es una mujer decidida... comento apenas moviendo sus morenos labios Y no hay, ni existirá nada más poderoso que eso, querida. bajó lentamente las manos hasta tomar las de ella, intentaba darle la confianza y quitarle cualquier atisbo de duda. Solo si ella se mostraba tal cual era, Sauda iba a permitirle conocerla también.

 

Ambas se transportaron hacia un lugar blanco, el fondo del inconsciente de Zoella, donde retazos de sus vidas pasadas irían apareciendo como una tropilla enfurecida de caballos.

 

La mejor manera de poder Ocultar tu mente, es encerrando cada uno de esos recuerdos en diferentes puertas, debes respirar profundo cariño, y concentrar toda tu energía en proteger aquello que tanto anhelas. Puedes fracasar en el primer intento, no temas, estaré aquí para tí, cuidando que nada te haga daño. comentó Aailyah en su mente.

 

@@Zoella Triviani

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Triviani dejó el pocillo nuevamente frente a sus piernas, manteniendo la mirada fija en los sabios ojos de Sauda quien observaba con ojo crítico a la calva. Esta sin embargo, no se sintió intimidada por los ojos que la observaban. Mantuvo el contacto visual, a sabiendas de que por su mente pasara ella lo observaría y percibirá tal cual fuera. Sintió pánico, que se enterara de aquel nato instinto de asesina que poseía pero se obligó a calmarse, la arcana no podría hacer nada con aquello y su deber era únicamente mostrarle a proteger su mente, o eso creía Zoella.

 

Se mantuvo quieta, sin expresión alguna y solo a la espera de alguna palabra por parte de la morena mujer, observó aquellos ojos intentando conocer algo únicamente por la mirada que esta le lanzaba pero poca era la información que lograba descifrar de la arcana, que como todos solo te mostraba lo que ella quería mostrarte. Las palabras llegaron, y la bruja escuchó en silencio, sintió el frío tacto en sus manos, quiso alejarlas pero sentía que aquello sería un irrespeto hacía la arcana.

 

Zoella era una mujer de las que solo tocaba a otros cuando era netamente necesario, caso contrario de que fueran sus hermanos a quienes siempre atosigaba con muestras de afecto únicamente para molestarlos. Incluso con Dennis, aunque no era muy afectiva sus manos siempre estaban tocando el menudo cuerpo de la rubia. Quiso sonreír, al recordar a su amada mujer pero se concentró nuevamente en la clase donde Sauda ahora las transportaba a un lugar aparentemente recóndito, enteramente blanco que la ojigris no supo identificar.

 

De un momento a otro, pequeños flashes de sus recuerdos comenzaron a pasar a su alrededor. El momento de su muerte, cuando tuvo a sus hijos en brazos, el rechazo de Jeremy luego de Azkaban, las conversaciones con la exlider de la Marca Tenebrosa, el momento de su iniciación con el tatuaje, los duelos, el amorío secreto con Arya, su nuevo embarazo y posterior pérdida.

 

Observó todo con ojos perdidos, sintiendo cierto ahogo en su pecho al verse envuelta en todos los recuerdos que la atormentaban pero a su vez la hacían ser quien era. Sus ojos picaron, la ansiedad comenzaba a hacer presencia cuando las palabras de Aailyah borraron cualquier obstáculo que su propia subconsciente le colocaba como prueba.

 

Respiró profundo una, dos, cinco, diez, quince veces. Su pecho dolía por los acelerados latidos de su corazón. Sus manos temblaban levemente y sus piernas amenazaban con fallarle en cualquier momento. Podía sentir una nula sudoración en su nuca, producto de su imaginación que amenazaba con llevarla a un abismo donde su cordura la empujaria al vacío de la locura, otra vez.

 

Intentó hacer lo que la arcana le ordenaba, encerrar sus memorias en puertas impenetrables. Se imaginó la puerta de una bóveda en gringotts, esas de alta seguridad impenetrable incluso para el mago más poderoso. Materializó en sus pensamientos a unas inmensas manos agarrando entre sus dedos cada momento donde un plan era pensado por ella, donde un nuevo negocio era trazado y donde cada lugar del que era dueña era pensado, adentrando dichos pensamientos y recuerdos en la bóveda que había fabricado para dicho fin.

 

La puerta se materializó en su inconsciente, fuerte, grande e impenetrable. Las manos flotaron en su dirección, abriendo la puerta y lanzando dentro todos los fragmentos de su mente que había decidido esconden en ese momento. Pero algo falló, la puerta comenzó a titilar para luego romperse en un estallido que hizo caer a la bruja de espalda, los recuerdos y pensamientos salieron volando como rafagas en diferentes direcciónes.

 

Zoella tapó su rostro en el suelo, maldiciendo una y mil veces el no poder lograrlo.

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Zoella aún no estaba lista para que supiera su verdadera identidad, por lo que no respondió cuando ella creyó adivinar. Se dejo llevar hacia los recuerdos que quiso mostrarle, siendo estos sorprendentemente distintos a los que acababa de presenciar. No era aquello lo que necesitaba para superar la clase, sino de verdad enfrentarse a esos recuerdos que con ansias espantaba de su mente. Debería regresar a sus momentos desagradables y la acompañaría en eso.

No alteres tu respiración, cariño. intento calmarla mientras tocaba su pulsera de cuentillas.

Nuevamente veía los recuerdos de su alumna, aquellos dolorosos momentos que la habían tirado abajo tiempo atrás, pero que la habían llevado ser quien era en ese momento. La compasión pudo reflejarse en el semblante de la Arcana, no por pena ante lo que veía, sino por el hecho de que Zoella aún no lograba aceptar que ella era capaz de lograr aquello que se estaba proponiendo, las trabas mentales eran muy comunes en nuevos aspirantes a la Oclumancia.

Legeremens dijo en modo imponente, llevando a la joven bruja hacia el recuerdo del brujo con cabellos dorados, hacia aquel rechazo, vivir nuevamente aquella situación que tanto le molestaba.

Sauda se esfumo como un espejismo, dejándola sola, con la mera posibilidad de escapar de aquella ilusión, que ella creería vívida.

<<Si eres capaz de cerrar este capitulo de tu vida, podremos avanzar a la siguiente fase...>> menciono en sus pensamientos.

 

Ella tenia fé en su alumna, en todos a decir verdad, y sabia que lo lograría.

 

@@Zoella Triviani

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Quiso largarse a llorar, a Zoella siempre le frustraba todo lo relacionado a la mente, a sus recuerdos y memorias. Escuchó las palabras de la arcana y se levantó en silencio, calmando sus respiraciones y acompasando sus latidos. Cerró sus ojos mientras se incorporaba y buscaba respirar con tranquilidad, justo como la arcana había señalado.

 

 

La pronunciación de aquel hechizo legilimante la hizo intentar buscar una salida, pero se encontró frente a Jeremy dándole la espalda en aquella sala de las profecías, durante el diciembre pasado, un par de meses después de lo acontecido en Azkaban. Tragó en seco, sintió sus manos nuevamente comenzar a temblar y con sus ojos buscó algún indicio que le diera la visión para poder bajar toda esta mentira. Sabía que solo era una regresión al recuerdo, al tortuoso momento del mayor rechazo de su vida.

 

Escucha el soplido de palabras que Aailyah soltó en su mente y justo ahí nuevamente todo comenzaba a correr - ¡USURPADORA! - fue el grito que soltó el Triviani, quien la observaba con el rostro tan sombrío, justo como la vampira lo recordaba, con ojos rencorosos por haber sido tan irresponsable de matar a su hijo no nato que crecía para aquel entonces en su vientre, pero que por su despiste falleció a manos de un demonio. Cerró sus ojos y comenzó a negar repetidamente, dejándose caer para refugiarse entre sus rodillas "No, no, no, no" repetía para si misma "No es real, el no cree eso, el nunca te lo diría" se mentía, pero ya había vivido eso, el rechazo de su primer amor.

 

- Eres la responsable de la muerte de mi hijo, no eres Zoella, no eres más mi Zoella - le reclamaba furico, mientras la bruja se quebraba en silencio dentro de aquel recuerdo. Comenzó a respirar aceleradamente, hiperventilando, su corazón latía a un ritmo inimaginable y ella creía muy en el fondo que estaba al borde del colapso, todas las barreras que había armado se derrumbaron con un mísero recuerdo. El control que logró conseguir en Nigromancia y fortaleció en Legilimancia se vieron derrotados con lo que Oclumancia le hacía.

 

Empezó a gritar, sosteniendo su cabeza con ambas manos a la par que el cuerpo de Jeremy se acercaba y la alzaba por los hombros - Eres una aberración, asesina, inhumana, impostora... Eres una usurpadora. No eres Zoella, jamás lo serás, ella murió y tu eres nada más que una farsa - le pronunciaba, observando el rostro empapado de la calva, quien tenía un inmenso nudo en su garganta.

 

- Alto, no. Detente - intentaba zafarse de los brazos del rubio, quien seguía soltando una retahíla de insultos de los que la Trivinai no recordaba de aquel momento, palabras que ella misma se decía en su subconsciente - Si soy Zoella, soy tu Zoella. Nunca dejaré de serlo - susurraba, mientras batallaba porque las fuertes manos del Triviani la soltaran.

 

El enojo del vampiro hizo mella, lanzandola fuertemente al suelo. Cayó, como si de una muñeca de trapo se tratara. Se hizo un ovillo en el suelo, llorando a mares mientras sentía el cuerpo del Triviani inclinarse en su oído - Eres una maldita escoria - le murmuraba.

 

- ¡No fue mi culpa! ¡Algo me empujo! ¡Yo no quería matarlo! Amaba a mi bebé, amaba el hecho de volver a tener algo juntos, te amaba - pensaba ella para sus adentros pero nada salía de sus labios, más que fuertes sollozos. Empezó a temblar, escalofríos se apoderaron de su cuerpo y sintió algo dentro de ella comenzar a hacer cortocircuito.

 

"Mi bebé" "Geralt" "Amelia" "Frankie" "Lady" "Thomas". Los nombres de sus hijos con un recuerdo con ellos comenzó a llegar a su mente, la respiración acelerada volvió a ralentizarse y se sintió flotando en una nube. Sus ojos se abrieron nuevamente, comenzando aquel recuerdo desde el principio.

 

- USURPADORA - se escuchaba en el fondo. Zoella seguía pronunciando negaciones y comenzaba a retroceder cuando algo la abrazó, aprisionando entre unos brazos fuertes. Jeremy la envolvía en el suelo, sosteniendola mientras ella temblaba suavemente. Poco a poco el cuerpo de Zoella fue quedando sin vida y los lamentos y sollozos del rubio llegaron para escucharse.

 

- Te amo - pronunció el Triviani, sintiendo el nudo de su garganta al tener el cadáver de Zoella entre sus brazos. Todo se volvió oscuro nuevamente, regresando al principio del recuerdo en la sala de las profecías. Zoella a un lado de Jeremy, volvió a escuchar esa palabra que tanto la lastimaba - USURPADORA - volvió a escuchar.

 

Se quedó ahí, en silencio escuchando todo lo que Jeremy le soltaba y solo asintió - Soy Zoella, pero no la misma que tenía el lazo de sangre contigo - pronunció, sintiendo aún las lágrimas correr por su rostro - Te amo, te amo pero ya no soy la misma... Y tú tampoco - soltó sencillamente, para dejarse llevar por un suave viento que la agarró - No soy la misma... y esto está bien - aceptó.

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En ocasiones se podría asegurar que Sauda cargaba con una profunda melancolía, porque si había algo que la delatara a a pesar de estar empleando todo el poder de su anillo, eran sus bellos ojos, estos parecían siempre estar tristes, como si nunca hubiese sido feliz en su vida, pero lo cierto es que ella revivía lo que sentía cada alumno. Recorrió cada uno de sus recuerdos, intentando conocer cada detalle de la mujer, pero sentía como ella los rechazaba y reprimía, sin lograr superarlos simplemente.

Conforme pasaban los segundos, aquella idea cada vez se fue difuminando más de la mente de la Arcana, del lugar que había creado y no solo no tenia intención de hacerle daño a Zoella, de hecho, ese era otro de los motivos por el cual había aceptado enseñar su habilidad, creía que podía hacer la diferencia en sus alumnos.

Ahí, en el medio de su mente, es donde se conocían realmente a las personas, donde dejaban de lado todo aquel caparazón que con los años habían armado y frágilmente volcaban sus sentimientos, la Triviani no era más que otra bruja cargando con el dolor de un amor no correspondido y la perdida de infantes.

Intenta respirar profundo, y cuando veas un recuerdo que intenta dañarte, crea una especie de protección a tu alrededor... Enciérralo, demuéstrales que tienes el control en tu mente, serás una poderosa Oclumante si logras dominar esa técnica. habló, su voz sonaba como un eco dentro de su mente.

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El ambiente volvió a ser su inconsciente, el ambiente blanco volvió a rodearla y la arcana se mantuvo parada observando a un par de metros. Zoella secó sus lágrimas, respiró profundamente como le indicaba la mujer e intentó relajar sus tensos músculos. Le dolía el cuerpo, el pecho, la cabeza. Le dolía el alma, sentía el puñal clavado en su pecho directamente donde se supone está el corazón.

 

Las palabras de la arcana fueron escuchadas, pero solo eso. Triviani no reaccionaba del todo por la conmoción de rememorar aquello que tanto la lastimo. Quería detener eso, quería envolverse entre sus sábanas y dormir un sueño eterno.

 

La voz en susurro del Jeremy pronunciando aquellas dos palabras que solo recordaba le dijo en contadas ocasiones, comenzó a repetirse en su mente como un eco "Te amo", una y otra vez. Sus acelerados latidos se calmaron, su cuerpo se relajó y el dolor comenzó a desaparecer quedando en una efímera molestia en su nuca. Parpadeó un par de veces y el ambiente nuevamente cambió.

 

Se encontraba ella acostada en las sábanas viejas de la mansión de Alaric en Italia, observó entre sus brazos y una pequeña bebé pelirroja dormía plácida escuchando los latidos de su pecho. La sonrisa en el rostro de la bruja apareció, ese fue el día del nacimiento de Lady, una hermosa bebé que fue el fruto de ser solo la amante del hombre que la compró a aquel burdel del que trabajó, un par de años después de la partida de Jeremy a Rusia, para lo que ella creía en ese entonces sería por siempre.

 

Acarició el pequeño rostro, sintiendo el calor de la pequeña criatura entre sus brazos. Sangre de sus sangre. Pero una alerta llegó, en cualquier momento el Luxure llegaría para arrebatarle a la pequeña bebé y devolver a la bruja nuevamente a donde pertenecía, el bendito burdel del que tanto quiso escapar. Retiró las sábanas, y se levantó. Su cuerpo estaba vestido como antes, cuando fue a los aposentos de Sauda, su melena pelinegra no estaba, era calva. Solo un recuerdo ¿Lo era?

 

La bebé entre sus brazos comenzó a hacer ruido, no era llanto, solo eran pequeños balbuceos mientras observaba a la preocupada Triviani.

"Intenta respirar profundo, y cuando veas un recuerdo que intenta dañarte, crea una especie de protección a tu alrededor... Enciérralo, demuéstrales que tienes el control en tu mente, serás una poderosa Oclumante si logras dominar esa técnica." Fue recordado en su mente, mientras abría la puerta de la habitación.

 

Alaric estaba del otro lado, esperando.

 

- Dame a la bebé - pidió demandante, extendiendo los brazos.

 

- No - pronunció la mujer, firme. Comenzó a retroceder pero los pasos del hombre iban nuevamente en su dirección, observándola amenazante.

 

- Lo diré una última vez. Dame... a la... bebé - una daga fue mostrada en su mano, los ojos de la calva recorrieron el filo de esta mientras se seguía alejando. Intentó pensar en lo que Aailyah le dijo, una protección que no la dañara. Se imaginó una barrera pero temía con cada paso del Luxure que no fuera suficiente.

 

- ¡Dame a la niña! maldición - pronunció, lanzándose a ella con la daga en alto. Zoella cubrió el frágil cuerpo entre sus brazos, siendo ella el escudo para su bebé. Esperó a que el peligro cayera sobre ella y la matara, pero solo el suave sonido de algo quebrándose fue todo lo que escuchó. Alzó la mirada, una pequeña grieta en el aire se mostró en el lugar donde la daga estaba clavada. Como si de un gran cristal se tratase, cristal ahora rasgado por la presencia de aquel filo.

 

El rostro de Alaric fue sombrío, y tomó la silla a un costado de la cama y comenzó a golpear con brutalidad el cristal que comenzaba a agrietarse cada vez más. Triviani temblaba de terror, miedo, pero en su mente con todas sus fuerzas se imaginaba otra barrera frente a esta.

 

El cristal se agrieto todo, y comenzaron a caer fragmentos para dar paso a una negrura envolvente. Alaric había desaparecido y la criatura entre sus brazos también. Se encontraba sola, en una oscuridad que la abrazaba como nunca.

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Excelente, Zoella, has estado muy bien para tus intentos le dijo con sinceridad en un tono neutro y calmado. Se había llevado las manos a la espalda, entrelazando los dedos para hacer más cómoda su postura. Dio un par de pasos a la izquierda y luego volvió a detenerse, mirándola fijamente a los ojos. Espero que entiendas que no será suficiente. No has sido capaz de bloquear mi ataque hasta que no he amenazado con ello... Pero tienes que conseguir mantener esa concentración en todo momento, por doloroso que sea el recuerdo. la observó.

¿Qué necesidad hay de que nadie averigüe lo que piensa a cada momento? No tienen porque ser cosas trascendentales, o recuerdos de su pasado que podrían ocasionarle problemas en el presente. Tiene que estar preparada para que su mente sea una caja fuerte, impenetrable en cualquier momento... Nadie pedirá permiso para entrar en tu cabeza.

Guardó entonces silencio, dándole así un poco de tiempo a la joven para que pensara en lo que acababa de decirle, y, además, para que asimilara sus palabras y pudiera preguntar cualquier cosa que no le hubiera quedado clara hasta el momento.

¿Deseas emprender el viaje hacia tu prueba final? preguntó en su mente Es solo el principio de una gran aventura.

@@Zoella Triviani

Editado por Aailyah Sauda
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Poco a poco la oscuridad se fue esclareciendo, llevándola nuevamente a ese ambiente blanco donde la arcana la observaba con total paciencia mientras otros recuerdos corrían a su alrededor, huyendo de la mera presencia de ambas mujeres. Escuchó la positividad con la que la morena se dirigía a ella y solo asintió, masajeando su sien mientras buscaba regresar a la calma con la que había acudido a las clases, intentando no alterarse frente a la bruja y buscando a toda costa mantenerse dentro de sus cabales.

 

Sauda se posicionó frente a Zoella, con parsimonia en su semblante, observando el contrariado rostro que tenía la mujer, la calva alzó la mirada observando aquellos sabios ojos y escuchó las siguientes palabras que le soltó, con total claridad y firmeza. Solo asintió, intentando mostrar ese temple que siempre mostraba pero que en este momento solo era un intento de ocultar los temblores que su cuerpo presentaba.

 

"Nadie pedirá permiso para entrar en tu cabeza". Se repitió, recordando como cada arcano había entrado en ella y encontrado lo que buscaba, recordando quizás toda la ignorancia en la que vivió alrededor de personas que pudieron entrar en su cabeza. Debía de mantenerse fuerte, impenetrable, mejor y más fortalecida que una bóveda de Gringotts.

 

Relamió sus labios, esperando entonces lo que prosiguiera dentro de aquel lugar pero la pregunta solo la dejó helada en su puesto ¿Realmente estaba lista? ¿Ya se sentía preparada para enfrentarse a aquel portal que había sido su mayor tortura hasta ahora? ¿Obtendría lo que tanto deseaba con aquello? Solo había una forma de saberlo, y solo dió un paso al frente, con el pecho erguido y el mentón en alto, mostrando una falsa fortaleza que sabía la arcana notaria.

 

- Si, deseo realizar la prueba final - contestó con firmeza, intentando no llevar los temblores de su mandíbula a su voz.

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